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de

Verónica Maldonado Carrasco


Paka
Verónica Maldonado

I.- Hace mucho tiempo, en la casa de un rey…

Adolfo despierta.

ADOLFO: ¡Papá! ¡Papá! ¿Verdad que algo chiquito como un ratón no puede

crecer y crecer y crecer, y convertirse en un león… y luego en un

dragón gigante… y comernos a todos? ¿Verdad que no? ¿Papá?

Sin respuesta, Adolfo se levanta… camina hacia la habitación de su papá.

ADOLFO: Papá… ¿Y mamá… y Alma…cuándo regresarán? ¿Papá?

Adolfo entra en la habitación de su papá. Bajo la cama, un paquete pequeño.

Adolfo va a tomarlo.

PAPÁ: ¡No!

ADOLFO: ¿Por qué?

PAPÁ: Muerde.

ADOLFO: ¿Es un perrito?

PAPÁ: Algo así.

ADOLFO: ¿Cómo se llama?

PAPÁ: … Paquita… Paka.

ADOLFO: ¡Quiero verla!

PAPÁ: No.

ADOLFO: ¿Por qué? (Silencio) ¿Por qué? (Silencio) Papá…

PAPÁ: Basta. A Paka no le gustan los niños.

ADOLFO: ¿Y las niñas?


Paka
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PAPÁ: Tampoco.

ADOLFO: ¿Puedo verla aunque sea tantito?

PAPÁ: ¡No!

ADOLFO: ¡Papá!

PAPÁ: Dije que no. Muerde… y eso duele mucho.

ADOLFO: Y si no le gustan los niños ¿Por qué la trajiste?

PAPÁ: Porque soy el rey de espadas con las manos de plata y yo mando.

Voy a salir.. No le abras a nadie, no confíes en nadie. Afuera están

mis guardias, cuidarán de ti, pero si alguien quiere entrar, que te

enseñe sus manos, si son rojas, no lo dejes entrar.

ADOLFO: ¿Y si son blancas?

PAPÁ: Tampoco. Y no toques a Paka. El rey de oros me ha llamado, debo

acudir sin tardanza.

ADOLFO: ¿Volverás pronto?

Oscuridad. Algo aletea y grazna.

II.- El mensajero del rey de oros.

Unos enormes ojos brillan en la oscuridad.

ADOLFO: Hola… (Paka se retrae atemorizada) No tengas miedo… no te voy a

hacer nada… (Paka, se esconde) Ven, sal de ahí… ¿tienes

hambre? (Paka reacciona) Tengo pastel y gelatina… ¿quieres

comer? ¿Paka? (Paka se asoma un poco) Eres tan pequeña… ¿qué

eres? ¿Un ratoncito? (Paka sale dando saltitos, sólo sobresalen


Paka
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sus ojos, olisquea a Adolfo) Jajaja, yaa… me haces cosquillas. Ven

aquí… ¡anda! ¡Te doy permiso de salir!… (Paka salta a su regazo.

Le brota una pequeña cola que mueve sin parar) ¡Vaya! ¿Estás

contenta? Papá dice que no te gustan los niños (Paka es ahora un

cachorro mimoso) ¿Entonces, quieres comer algo? (Paka da

saltitos) ¿Pero qué comerás?

Una ventana se abre, alguien entra. Adolfo deja a Paka debajo de la cama, se

acerca a la ventana, cautelosamente.

ADOLFO: ¿Quién anda ahí? (Silencio)… Contesta. Un, dos, tres por mí…

Responde ¿quién eres? o llamaré a los guardias…

ÁNGEL: Ángel.

ADOLFO: ¿De qué color son tus manos, rojas o blancas?

ÁNGEL: Aquí, a la luz de la luna, se ven azules…

ADOLFO: Entonces sí puedes entrar.

Ángel lleva una mochila a la espalda y sobre su camisa parda hay tres florecillas

blancas.

ADOLFO: Afuera está muy oscuro… y hace mucho frío ¿cómo llegaste?

ÁNGEL Venía caminando y alguien me regaló tres moneditas de plata.

¿Quién eres?

ADOLFO: Adolfo ¿Cómo entraste? Los guardias del rey no dejan entrar a

nadie. Ni a viejos ni a niños, ni a duendes ni a hadas. Ello los

asustan y se van corriendo.


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ÁNGEL: Todo estaba solo y oscuro cuando desperté. Me quedé dormido

junto a un caminito que brillaba… (recordando) ¡El mensaje!...Un

rey de mirada oscura y manos doradas me envió a entregar un

mensaje. Prometió bañarme con oro cuando regresara.

ADOLFO: ¿El oro sirve para bañarse?

ÁNGEL: … Y para comer panecitos de plata, para patear lo que no te gusta,

para dejar de ver piedras tristes y ojos duros.

ADOLFO: ¿Y a quién debes entregar tu mensaje?

ÁNGEL: A otro rey de pies rojos y manos de plata. “Confío en ti”, me dijo el

rey. Creí que un caballo con alas me llevaría, pero no, tuve que

caminar por un cerro. En el mercado me comí una tostada…

ADOLFO: ¿Qué es un mercado? ¿Cómo es una tostada?

ÁNGEL: No podría decirte, tienes que verla… …podríamos ir por una.

ADOLFO: No puedo. Los guardias del rey no me dejan salir. Si salto, no

respiran; si corro, me detienen; si me escondo, me encuentran…

¿quieres jugar conmigo?

ÁNGEL: ¿Qué no oíste que debo entregar el mensaje?

ADOLFO: Es que, por aquí, casi no hay niños.

ÁNGEL: Yo no soy un niño. Soy un mensajero… ¡y es tarde…es tarde! Un

reloj que no veo da doce campanadas. Tengo que encontrar el

camino que se fue corriendo cuando se hizo de noche. Los coyotes

lloraban, la luna también… auuuu… auuu… clink… clank….


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ADOLFO: ¿Y por qué lloraban?

ÁNGEL: Lo mismo les pregunté…“Por ti, por ti, niño azul” . Yo me reí… y

escuché una risa detrás de mí… una risa hueca… una risa negra…

¡Era el nahual! y corrí, corrí hasta llegar aquí.

ADOLFO: ¿El nahual?

ÁNGEL: Es alguien como tú o como yo… un niño, un señor o una señora

pueden ser nahuales. Casi siempre son muy amables, te saludan y

te preguntan ¿cómo está la familia? te invitan un refresco… te

abrazan, a las señoras les dan comida, ayudan a los señores a

pintar sus casas, les regalan ropa… hacen parques para los niños,

caminos para ir a otros pueblos… pero nadie sabe su secreto…

ADOLFO: ¡Ay! ¿Qué secreto?

ÁNGEL: En el rincón más oscuro de su casa… se quitan toda la ropa… y

quedan convertidos en…

ADOLFO: ¿En… un león? ¿O un dragón?

ÁNGEL: No puedo decirte… no vas a poder dormir.

ADOLFO: Por las noches me quedo solo. Las luces se apagan y no me da

miedo.

ÁNGEL: Bueno, pero luego no llores: los nahuales cambian… los dientes les

crecen del tamaño de un tenedor… las uñas se vuelven cuchillos de

plata…

ADOLFO: ¿Y sus ojos?


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ÁNGEL: Dos platos de lumbre… pero nadie se da cuenta

ADOLFO: ¿Por qué?

RAP DE LOS NAHUALES

ÁNGEL: Cubren sus ojos - con lentes negros

vuelan muy alto - sobre los cerros

Rojos caminos- blancas montañas

Guardan su oro- con mucha maña

En costalitos- bajo su cama

Botas doradas- cubren sus patas

Estos nahuales- firman un trato

Con una bestia- hacen un pacto

¿Y tú sabes que es lo peor?

¿Acaso sabes qué es lo peor?

Que todos podemos ser nahuales,

Niños y niñas, chicos y grandes.

Buenos y malos, hijos y padres.

Ser un nahual es el peor de los males

¿Y qué podemos hacer? ¿Cómo podemos evitarlo?

Si tú haces tratos con esa bestia,

vas a ganarte muchas molestias

Si tú haces tratos, mira con quien,

Que los nahuales están por doquier…


Paka
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ADOLFO: ¿Entonces, no ayudan a la gente?

ÁNGEL: Lo hacen, pero cobran todos sus favores. Primero nadie se da

cuenta, luego…encuentran un zapatito… una canasta… un cachito

de bigote… es todo lo que queda. La gente va desapareciendo.

ADOLFO: ¿Y el nahual?

ÁNGEL: Crece. Su ropa deja de quedarle… las botas no le entran… y un día,

¡Paf! Se va volando directo a la boca de...

ADOLFO: ¿Otro nahual?

ÁNGEL: De la bestia que los convirtió en nahuales… y se los come bien

asados.

ADOLFO: ¿Y nadie hace nada?

ÁNGEL: Tienen miedo. No saben que hay un modo de acabar con los

monstruos. La luna sigue llorando. ¡Tengo que entregar el mensaje!

ADOLFO: Espera… ¿Y esas florecitas que tienes…? (Adolfo se queda solo.

Llanto de Paka) ¡Paka!

III.- Bajo la cama...

Paka sale temblando de debajo de la cama

ADOLFO: No llores… ven… (la acaricia) ¡Quiero que te quedes!…

Paka se estira, crece, le brotan unas pequeñas patas. Es más grande.

ADOLFO ¡Uy, creces muy rápido! ….

Paka se acurruca entre sus brazos.

ADOLFO: Ese niño sólo quería asustarme… pero a mí no me dio miedo su


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historia… ¿te gustan las historias, Paka? Mamá me contaba una…

Ruido de pasos

ADOLFO: ¡Es papá! ¡Rápido, rápido, métete bajo la cama! No te muevas,

Paka.

El padre entra a toda prisa, busca algo ansiosamente.

ADOLFO: Papá ¿Cenamos?

PAPÁ: No puedo, hijo, tengo prisa. Mis guardias cenarán contigo, te traerán

lo que les pidas… pizza de diamantes, licuados de plátano con

polvito de oro, lo que tú quieras.

ADOLFO: Yo sólo quiero que juegues un ratito conmigo ¿sí?

PAPÁ: Sólo vine a sacar unas moneditas…

ADOLFO: ¿Las guardas… debajo de la cama?

PAPÁ: Sí…

ADOLFO: ¿Son moneditas de oro… en muchos costales?

PAPÁ: Anda, lávate los dientes y vete a acostar. Le diré a un guardia del

rey que te traiga los videojuegos. Debo partir.

ADOLFO: ¿Cuándo volverás?

PAPÁ: Adiós, hijo. Cenas, te acuestas y sueñas bonito. Te lo ordeno.

ADOLFO: ¿Puedo ver a… Paka… por una esquinita de la caja?

PAPÁ: ¡No! ¡Lejos de ese animal! Si lo tengo aquí, es porque nos van a dar

mucho dinero cuando lo entregue. Pero no quiero que lo toques. Me

voy. Estas botas de oro me aprietan cada día más. Lástima…


Paka
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saltaba siete leguas con ellas.

IV.- Un costalito.

El papá de Adolfo se arranca las botas, las arroja al piso, sale. Ruido de alas y

graznidos. Se escucha el aullido de Paka. Adolfo va con ella. Paka tira de algo.

ADOLFO: Paka, no, deja eso… ¡Papá se va a enojar mucho!

Es un enorme costal. Adolfo se queda petrificado. Paka salta y olisquea el costal.

Adolfo saca lo que hay dentro: muñecas tipo Barbie.

ADOLFO: ¡Las muñecas de mi hermana Alma!

PAKA: (Entre gruñidos, intentando hablar) Pa- Pa- Pa

ADOLFO: ¿Paka? …..¡¡Hablas!!...

PAKA: (Más gruñendo que hablando realmente) Pa… ka… pa… ka…

ADOLFO: ¡Ven acá! ¡Qué lista eres!…

PAKA: Pa-ka…

ADOLFO: Paka… a ver, dí… Adolfo…Adolfo

PAKA: Pa -ka…

Adolfo piensa. Toma una de las muñecas, se la lanza a Paka. Paka la mira sin

saber qué hacer.

ADOLFO ¡Dámela! ¡Anda! ¡Paka…!

Paka se acerca, olisquea, la toma. Regresa y la coloca a los pies de Adolfo.

ADOLFO: Y papá dice que no te gustan los niños.

Adolfo va a tomar la muñeca. Paka gruñe cuando acerca su mano.

ADOLFO: ¡Basta, Paka, es sólo un juego! (Lo intenta de nuevo. Paka gruñe un
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poco) ¡Atrás, Paka! (Paka se retrae) Seguro tienes hambre ¿Pero

qué comerás?

Paka mira fijamente a Adolfo un largo rato. Lo lame. Adolfo la abraza, le acaricia el

lomo. Paka tira de su brazo, lo mordisquea mientras se va quedando dormida.

PAKA: Ado…

V.- Las botas de las siete leguas.

Adolfo y Paka se acurrucan, abrazados. Dormitan. La luna brilla. Paka abre los

ojos que ahora son más grandes. Acecha. Observa a Adolfo fijamente, se relame.

Toma a la muñeca y la mordisquea con saña. Descubre las botas doradas, salta

sobre ellas y se las pone. Ventea algo, se esconde en la penumbra. Ángel ha

vuelto.

ÁNGEL: Adolfo… Adolfo… ¿Estás despierto?... Adolfo…

ADOLFO: ¡Regresaste!

ÁNGEL: Sí… afuera sigue oscuro y no se ve ninguna salida.

ADOLFO: No hay. Los guardias del rey las taparon todas. Tienen miedo a que

me escape.

ÁNGEL: ¿Por qué?

ADOLFO: Si me corto, el rey lo castiga con cinco azotes… si lloro, les da

diez… si me enfermo, los encierra en un calabozo… si me pierdo,

seguro les cortará la cabeza.

ÁNGEL: Siempre hay salidas, y si no, podemos hacerla. Bueno, eso me dijo

una señora allá afuera… iba con una niña muy triste ¿y esa
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muñeca?

ADOLFO: Paka la sacó de… (se calla) Era de mi hermana Alma.

ÁNGEL: Alma… como la niña triste de allá afuera…

ADOLFO: ¡Debe ser mi hermana! ¡Y mi mamá! ¡Llévame con ellas!

ÁNGEL: ¿Sabes que hay salidas, pero no regresos?

ADOLFO: ¡No me importa! ¡Quiero verlas!

ÁNGEL: Entonces despídete de este lugar. Te espero junto a la ventana. La

luna nos regalará una veredita.

Ángel se aleja de Adolfo. Paka se asoma. Ha crecido, tienen dos pequeños

colmillos. Paka gruñe como cachorrito temeroso. Adolfo la acaricia

ADOLFO: Paka, tienes que ser muy valiente. Debo irme. (Paka llora, asustada)

¡Basta, Paka!

Adolfo se aleja. Paka aúlla desconsolada…

PAKA: ¡Ado, no me dejar!

ADOLFO: ¿Qué dijiste?

PAKA: No me… … dejar…

ADOLFO: ¡Paka! ¡Hablas!...

PAKA: (Mostrando sus patas) Botas magia.

ADOLFO: ¡Y estás más grande!

PAKA: Amigos. Tú, yo, amigos.

ADOLFO: Sí…

ÁNGEL: ¡Apresúrate! Tenemos que irnos antes de que la luna se marche.


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ADOLFO: (Adolfo mira hacia la ventana, luego a Paka) No. No voy.

ÁNGEL: ¿Y si preguntan por ti?

ADOLFO: Diles que estoy bien, que regresen pronto, que papá y yo las

extrañamos.

ÁNGEL: Bueno. No te pierdas… y si te pierdes, deja unas piedritas blancas,

para encontrarte.

VI.- Un blanco mar de amargas nubes.

Ángel sale. Adolfo suspira. Paka lo ha estado mirando con interés.

PAKA: Niño azul ¿quién ser?

ADOLFO: No sé. Llegó de repente… ¡como tú!

PAKA: A mi trajeron. Tú deciste “quiero aquí quedes, Paka”

ADOLFO: ¿Crecerás más?

PAKA: Paka… grande, grandota… Paka sí, crece, crece… ¿Tú querer?

ADOLFO: No… digo, no sé. Por mí estás bien así. Pero si quieres crecer….

Pues crece.

Paka se sacude, crece más, de su dorso se levantan numerosas espinas o

crestas, sus enormes ojos ahora son los de un reptil y en su boca hay filosas

hileras de largos dientes.

ADOLFO: Pero… no vas a caber aquí.

PAKA: Siempre habrá lugar para estirarse y estirarse, y estirarse…y

estirarse… ¿Quieres jugar?

ADOLFO: ¿A qué?
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PAKA: Al juego de las preguntas…

ADOLFO: ¿Cómo se juega?…

PAKA: Yo te hago una pregunta… tú respondes… yo te doy un premio.

ADOLFO: No lo sé…

PAKA: Te daré un blanco mar de dulce espuma.

ADOLFO: ¿Y si no sé responder?

PAKA: Te pediré algo, muy pequeñito… pero no ahora. Yo te diré cuándo.

ADOLFO: Está bien…

PAKA: ¿Quieres que me quede contigo… para siempre?

ADOLFO: Es que… no se puede… mi papá dijo que le van a dar mucho dinero

por ti…

PAKA: Yo me quiero quedar. Te podría domesticar…

ADOLFO: ¿Domesticar? ¿Qué es eso?

PAKA: Significa… ponerte un lazo… encadenarte…

ADOLFO: No, no quiero estar encadenado…

PAKA: … a mi corazón. Tú para mí, eras un niño cualquiera. Ahora veo tus

ojos y tu pelo y me alegro… mira, mira cómo me alegro (Mueve la

enorme cola que termina en un aguijón) yo… me aburría, entonces

llegaste , me sacaste de esa cajita… y dijiste… “ven, quiero que te

quedes”…” puedes crecer”… y aquí estoy. Te voy a domesticar

para que aprendas cuanto te quiero. ¿Otra pregunta?

ADOLFO: Pero no me has dado el premio …


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PAKA: Si tú lo pides …

Paka se agita, comienza a vomitar un polvo blanco con el que cubre buena parte

de la escena.

ADOLFO: ¿Qué es eso?

PAKA: Espuma de cielo, cristales de azúcar… nubes para volar. Un blanco

mar para ti solito. Pruébalo si quieres, es muy dulce.

Ado mueve el polvo con el pie. Paka lo mira fijamente.

ADOLFO: No… ahorita no tengo hambre…

Paka mira muy de cerca a Adolfo.

PAKA: Qué raro. Yo siempre tengo mucha hambre.

ADOLFO: Tienes unos ojos muy grandes

PAKA: Son para ver mejor, hasta las sombritas de tu corazón.

ADOLFO: Y tus patas ¡Son enormes!

PAKA: Para correr más rápido… y poder pisar y saltar sobre todo…y sobre

todos….

Paka bosteza, su inmensa boca deja ver sus temibles dientes. Ado se paraliza.

PAKA: Sí, también tengo una boca muy grande… pero no tengas miedo,

Ado. Soy tu amiga. No te haré nada… solo domesticarte. Te va a

gustar...

ADOLFO: Mejor te busco algo que comer… ¿Qué se te antoja?

PAKA: Pozolito de nahual…

ADOLFO: Ángel dice que son peligrosos… que hacen cosas…


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PAKA: No te preocupes, yo voy a cuidarte. El nahual no ha de tardar.

Cuando toque la puerta tres veces, le agarras las alas para que no

se vaya a escapar.

Ruido de piedritas en la ventana. Paka se retrae, acechante.

ADOLFO: No tengas miedo. Debe ser ese niño: Ángel.

PAKA: ¿Un niño? (Latiguea su cola y se relame) Deja que entre… pero no

le digas que estoy aquí.

VII.- El nahual y el hilo de plata.

La ventana se abre. Un nahual entra revoloteando.

NAHUAL: ¡Pronto, pronto, pronto! Traigo un mensaje del rey de las manos de

plata, joven príncipe.

ADOLFO: ¿Quién eres?

NAHUAL: Alguien que te va a ayudar. Tienes que agarrar un costalito con

monedas y escapar de aquí… que no te vean ni los guardias del rey.

ADOLFO: Mmmm… yo te conozco … te he visto…

NAHUAL: Escucha: corres un grave peligro. Ponte las botas doradas para

saltar sobre todo y sobre todos ¡Y no permitas que Paka…!

(Gruñidos) ¡Demasiado tarde, demasiado tarde! ¡Corre! ¡Corre!

PAKA: ¡Un nahual! ¡Un delicioso nahual!

ADOLFO: ¿Eres un nahual?

NAHUAL: Lo soy, pero no voy a beber ni una gotita de tu sangre, tienes que

creerme. ¡¡¡Regresé a ayudarte!!!


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ADOLFO: ¡Nooo… vete! ¡Los nahuales desaparecen a la gente!

NAHUAL: ¿Y qué crees que te va a hacer Paka?

ADOLFO: Nada… es mi amiga.

NAHUAL: Ella no tiene amigos, niño ¡Corre!

El nahual revolotea y sale huyendo.

ADOLFO: Escapó.

PAKA: Claro que no… volverá. Dejó algo muy valioso aquí.

ADOLFO: ¿Oro?

PAKA: Algo de mayor valor. Y no podrá escapar por más que mueva sus

alas de guajolote. Ahora, Ado, debes traer a tu amigo de regreso…

y luego saldrás a buscar más niños que quieran monedas de plata y

botas de oro para saltar sobre todo y sobre todos… y tú y yo les

daremos un blanco mar de amargas nubes.

ADOLFO: Pero los guardias del rey no me dejarán salir…

PAKA: Ya no están, podrás salir, pero para asegurarme que no te perderás,

pondré este hilo de plata atado a tu pie. Te hará regresar.

ADOLFO: Pero esto no es un hilo…

PAKA: ¡Ve por más niños! ¡Anda! ¡Será divertido!

VIII.- El secreto de las tres flores

Adolfo camina con la cadena. Se detiene junto a la ventana. Suenan golpecitos.

ADOLFO: ¿Papá?

ÁNGEL: Ábreme… Soy el mensajero que olvidó su mensaje. Vine por ti. Es
Paka
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peligroso que sigas aquí.

ADOLFO: Pero es mi casa. Tengo que esperar a que regrese mi papá…

ÁNGEL: Todos se fueron corriendo, hasta los guardias del rey. Abre…

Adolfo va a abrir la ventana, ve su cadena y retrocede.

ADOLFO: No, mejor vete… hay salidas pero no regresos, tú lo dijiste.

ÁNGEL: Nunca me fui ¿Te acuerdas que había perdido el camino? Pues lo

encontré.(Adolfo abre la ventana. Ángel entra).

ÁNGEL: Lo traía pegado a los pies y ni cuenta me di.

Paka gruñe. Adolfo le hace una señal a Ángel para que guarde silencio.

PAKA: ¿Quién está contigo?

ADOLFO: El aire… se equivocó de ventana, pero ya se fue.

PAKA: Ado… tengo mucha hambre… o me traes al nahual o me asas un

niño….

ÁNGEL: ¿Quién es?

ADOLFO: Se llama Paka… era pequeñita, pero creció demasiado…

ÁNGEL: ¿Ella te puso esto?

ADOLFO: Sí, es un hilo de plata para que no me pierda.

ÁNGEL: Una cadena para que no te escapes, dirás.

ADOLFO: ¡Mejor vete y busca a mi papá!

ÁNGEL: Eso te iba a decir. Tú papá no va a volver, lo vi pasar… ¡iba bien

volado, como ánima en pena!…

ADOLFO: No. Mi papá nunca me dejaría. Cuando ellas se fueron prometió


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que siempre me iba a cuidar.

ÁNGEL: Las promesas de los adultos son como el agua, siempre se escurren

entre las manos.

ADOLFO: Entonces ¿Estamos solos?

ÁNGEL: No. Estamos juntos. Llévame con Paka.

ADOLFO: Pero… ¿y si te come?

ÁNGEL: Me haré bolita para atorarme en su pescuezo… ¿y tú, qué harás si

te intenta masticar?

ADOLFO: A mí no me hace nada. Soy su amigo.

Adolfo y Ángel avanzan hacia donde está Paka. El mar de azúcar se ha extendido,

entre sus aguas están las muñecas de alma, con sus cabelleras rojas

desperdigadas. Además hay huevos… docenas de huevos. Paka, enorme,

colorida, sacude la cola mientras sus ojos de reptil miran a los dos niños

ávidamente. Los niños intentan caminar, se hunden en el desierto.

ADOLFO: ¡Paka! ¿Qué has hecho? ¡No puedo caminar!… ¿y estos huevos?

Paka se yergue, furiosa.

PAKA: ¡No los toques! (Mirando a Ángel con interés) ¿Y ese niño?

ADOLFO: Es mi amigo Ángel… tu mar de nubes se hizo muy grande.

ÁNGEL: No es un mar… es un desierto.

ADOLFO: Y es tan grande como tú, Paka ¡Creciste demasiado!

PAKA: Yo no crecí. Tú, tu papá, tus guardias… el pueblo entero. Todos se

encogieron de puro miedo. Se fueron quedando chiquitos, chiquitos


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hasta quedar del tamaño de un bocado…

ADOLFO: Pero dijiste que… no me harías nada… que eran mi amiga…

domesticarme ¿Recuerdas?

PAKA: Ah…. Sí. Sí, me acuerdo. Paka tira de la cadena y jala a Adolfo

cerca de ella.

PAKA: ¡¡¡Vas a comerte ese mar ahora mismo!!!

ANGEL: ¡No lo hagas! ¡Quiere convertirte en nahual! Lo hizo antes con tu

papá… ¡Déjalo!

PAKA: (Se yergue) ¿O qué? (Silencio) Eso pensé. Nada. No puedes hacer

nada, niño de las tres flores. Si no hay pozole de nahual, comeré

taquitos de niño azul.

ADOLFO: Dijiste que hay una manera de acabar con el monstruo… ¿Te

acuerdas?

ÁNGEL: Pero eso sólo puede hacerlo quien ya lo perdió todo.

ADOLFO: ¿Por qué?

ÁNGEL: Porque ya no tiene miedo de luchar por algo. (A Paka) Escucha…

tengo un mensaje para ti. Ángel abre su mensaje, dentro hay un

huevo dorado y enorme.

PAKA: ¡Hermoso, hermoso pequeño! ¡Dámelo! ¡Es mío! ¡Es el mensaje de

un rey que cree que se va a escapar!

ANGEL: (Se acerca a Paka) Primero, quítale la cadena.

PAKA: (Gruñe, se sacude, al final le quita la cadena) No van a llegar lejos…


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mis fuertes halcones, surcando los cielos, los van a encontrar… mi

ejército de nahuales me los va a traer para cenármelos.

ANGEL: ¿ Y después? Cuando ya no haya nadie? ¿A quién te vas a comer?

(Paka no sabe que responder, toma el huevo y corre a esconderlo)

ADOLFO: ¿Y si pisamos todos los huevos que ha puesto?

ANGEL: Por cada uno que pises, van a brotar tres. Paka volvió tu casa un

nido de monstruos.

ADOLFO: Puedo vencerla porque ya no tengo nada.

ANGEL: Tienes la vida ¿Quieres saber porque la luna llora cuando camino?

Ángel arranca las flores que adornan su playera. Quedan los estigmas rojos

ÁNGEL: Alguien me regaló tres moneditas de plata…

ADOLFO: Por eso eres un niño azul (Se abrazan) Ayúdame a sacarla de aquí,

no la quiero. Paka se revuelca en su propio desierto mientras

mordisquea a las muñecas.

ÁNGEL: Entonces, mira al monstruo. Velo de frente ¿Qué sientes?

ADOLFO: Miedo.

ÁNGEL: Gotitas de agua fría, eso es el miedo. Ven, amigo, yo estoy

contigo…

VOCES OFF: ¡Y yo!... y yo… y yo… y… yo… y yo….

Adolfo y Ángel se toman de las manos y caminan directamente Paka. Oscuro.

Gruñidos, aullidos, silencio. Adolfo de pie, en medio de la habitación vacía,

camina llevando en brazos a una de las muñecas de su hermana.


Paka
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ADOLFO: Mamá… Papá… Alma… ¿Papá?

Busca. Se acerca a la orilla del escenario.

ADOLFO: ¿Verdad que algo chiquito como un ratón no puede crecer y crecer y

crecer, y convertirse en un león… y luego en un dragón gigante y

comernos a todos? ¿Verdad que no?

Adolfo se sienta, suspira… se oye el lejano graznido de un nahual.

ADOLFO: Papá, yo… cuando sea grande, no quiero ser como tú.

CANCIÓN FINAL:

No construyas mi camino
con lágrimas de otros niños.
Y no pagues lo que como
con moneditas de plomo
No abras puertas al futuro
cerrándome las ventanas
ni compres todos mis sueños
con mil cadenas doradas
No hay murallas ni montañas
que sirvan de protección
si nuestro peor enemigo
vivë en tu corazón
No,no, no, no, no…
no quiero ser como tú….
Papá…
No quiero ser como tú…
ADOLFO: (en la ventana) Pero si quieres volver… y está muy oscuro y no
encuentras el camino… yo puedo encender una luz… para ti, papá…
Un lento oscuro final.

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