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Aparecen Relatora 2 y los papás (Mamá y Papá).

Los actores que hacen de padres van poniendo la mesa la silla y la camita (una cama
desplegable) armando el ambiente de casa en escena, mientras la Relatora 2 hablar.

RELATORA 2: Su madre se lo había repetido cientos de veces, y él, pobrecito, creyó en él, en el
Ángel de la Guarda, como aprendió a creer en Caperucita, Pulgarcito, los Reyes y la Cigüeña
que trae a los nenes de París. El Ángel de la Guarda, el suyo, fue una silueta más, dorada y
hermosa, flotando en el mundo multicolor de la fantasía. Cierto día llegó a la casa un vendedor
de cuadros. Y su mamá compró uno para colocarlo en el dormitorio del nene. Representaba
justamente el Ángel de la Guarda, alado, sonrosado, de bucles rubios, con larga túnica y rostro
perfecto, tan lindo que sólo era eso: ángel. En el cuadro había otro niño como él, de cinco
años, que corría detrás de una pelota que rodaba al abismo, y el niñito también se encaminaba
a él, pero allí estaba el personaje celestial, bello y guardián, que lo detenía al borde de la caída.
Contemplando el cuadro, empezó a preguntarse si el suyo, su Ángel de la Guarda, sería tan
hermoso como el del cuadro.
Relatora 2 sale de escena.

ALVARO (a su mamá): Mami.

MAMÁ: ¿Sí mi vida?

ALVARO: ¿Yo también tengo un Ángel de la Guarda como el del cuadro?

MAMÁ: Claro que sí.

ALVARO: ¿Así de lindo?

MAMÁ: Sí mi amor, así de lindo. Todos los ángeles son bellos y puros, como ese.

ALVARO: Woooow…

La mamá se retira a hacer otras cosas. Álvaro va junto a su papá

ALVARO: Papi

PAPÁ (leyendo su diario, medio indiferente): ¿Qué?

ALVARO: ¿Yo le puedo ver a mi Ángel de la Guarda?

PAPA: Supongo que sí.

ALVARO: ¿Pero cómo?

Mamá se acerca. El papá mira a la mamá como pidiendo “ayuda”

PAPÁ (con una sonrisa tonta): Dice el nene si cómo se hace para verle al ángel de la guarda.

MAMÁ: Yyyyy…(ríe tontamente, como quien no tiene respuesta, se mira con el marido)

PAPA: Bueno, mirá, es cuestión de tener fe, supongo. Sí, eso, tener fe...
MAMÁ: Y rezarle todas las noches...

ALVARO (entusiasmado): ¡¿Y así se me va a aparecer?!

MAMÁ: Ehhhh… Como dijo tu papá... si tenés fe...

ALVARO: ¡Buenísimo!

Aparece Relatora 3

RELATORA 3: Desde esa noche, por muchas semanas, Alvarito no se durmió sin antes realizar
una fervorosa oración que él mismo había inventado, y que la decía todo de corrido,
aguantando la respiración, porque tenía entendido que la fe era eso, llenarse por dentro de
aflicción, de aire de la noche y de esperanza.

ALVARO (arrodillado orando con las manos juntas): Ángel de la Guarda quiero verte y tocar tus
alas y que me cuentes cómo se siente volando por el cielo y quién enciende las estrellas y de
dónde viene el agua de la lluvia y dónde está sentado Dios y cómo hace para ver todo lo que
hacemos. También quiero ver tu cara para ver si sos más lindo que el ángel del cuadro o más
que el ángel de mí primo Gonzalo. Ah, Ángel, quiero que me digas que me vas a salvar si me
llego a caer en la piscina en la parte honda, donde se bañan los grandes, porque vos sabés lo
que ninguno de mis compañeros de colegio sabe, que no sé nadar ¿Sí, sabés verdad? Y quiero
que me prometas que si me llegara a caer al agua voy a sentir que es tu mano la que me saca
de ahí y todo eso para poder verte aunque sea una sola vez. Amén

RELATORA 3: Transcurrieron semanas y semanas, Alvarito, continuaba orando, teniendo eso


que llaman fe… Noche tras noche, pero el Ángel de la guarda, no aparecía.

Padres de Alvarito vuelven a escena (o ya están ahí, eso a convenir con la dirección)

Álvaro prepara su mochila para irse a la escuela.

PAPÁ: ¡Alvaro! ¿Ya estás?

ALVARO: Siii, ya voy.

Álvaro va junto al padre.

ALVARO: Pa

PAPÁ: ¿Qué mi hijo?

ALVARO: ¿Qué es tener fe?

PAPÁ: Esteeee… y bueno, es como… creer siempre.

ALVARO: Ahhhh…

RELATORA 2: Creer siempre, había dicho su papá. Y Alvarito creyó apasionadamente, y rezó
con más fuerza que nunca.
Alvarito se arrodilla al lado de su cama, junta las manos, cierra los ojos y reza con mucho fervor

Hasta que aquello sucedió. Un día, en medio de la noche, Álvaro se despertó. La ventana que
miraba hacia donde estaba el mango del patio estaba abierta, y las cortinas se hinchaban
suavemente. Lo primero que pensó fue que su mamá olvidadó cerrarla después de darle las
buenas noches. Pero de pronto… ¡un gran resplandor dorado inundó toda la habitación!

https://www.youtube.com/watch?v=lbCl9S9NlzY

Aparece el Ángel frente a Álvaro mientras él tiene los ojos cerrados

RELATORA2: Y allí estaba, el Ángel de la Guarda, el suyo, las grandes alas como de plata
lustrada, plegadas detrás de los hombros, como una capa de cielo líquido. Los cabellos

rubios, caídos sobre los hombros, la mirada azul y una sonrisa tan buena como sólo se la puede
ver en el cielo.

El Ángel le acaricia la cabeza a Alvarito y éste abre los ojos, sorprendido, estupefacto al verlo.

ALVARO: ¡¿Sos vos?!

ANGEL: Aquí estoy

ALVARO: ¿De verdad?

ANGEL: Si, no tengas miedo.

ALVARO: Hiiiiiija… ¡Y contáme! ¿Cómo es el cielo!? ¿¡Cómo hace Dios para que llueva!?

ANGEL: Calma. Una cosa a la vez. A ver… ¿Querés saber cómo es el cielo?

ALVARO: ¿¡Quiero saber cómo es Dios!?

ANGEL: Uy… Bueno, Dios… cómo te explico… es como un abuelo que a veces es algo
cascarrabias, porque los seres humanos son un poco como niños desobedientes que muchas
veces se portan muy mal. Pero tiene un corazón tan pero tan grande, que no se puede explicar
con palabras.

ALVARO: Wooow ¿Y es cierto que estás en todos lados cuidándome?

ANGEL: Si

ALVARO: ¿Y te voy a poder ver siempre?

ANGEL: Mmmm… creo que esta va a ser la única vez. Dios hizo una excepción contigo porque
rezaste con mucha fe para que esto sucediera.

ALVARO (decepcionado): Ahhhh


ANGEL: Pero no te preocupes Alvarito. Yo voy a estar siempre a tu lado cuidándote para que
nunca te pase nada malo.

ALVARO: ¿Me prometés?

ANGEL: Por supuesto que sí ¡Y ahora a dormir! Qué ya es tarde.

https://www.youtube.com/watch?v=lbCl9S9NlzY

Alvarito se acuesta, el ángel lo arropa, lo observa. Alvarito cierra los ojos. (Baja música, queda
suave, de fondo)

RELATORA 2: Álvaro cerró los ojos y sintió que dedos como los pétalos tibios de vida se
posaban sobre sus párpados. Iba durmiendo dulcemente, pero aún revoloteó en la mejilla un
contacto como de miel destilada en los jardines del Arco Iris, un beso realmente venido del
cielo.
(Sube música)

El Ángel le da un beso en la mejilla a Álvaro, y se retira de escena.

Música baja de a poco.

Aparecen Papá y mamá. Papá está sentado a la mesa mirando su celular, mientras mamá le
sirve un café.

Alvarito se levanta feliz de la cama, entusiasmado, y corre junto a sus padres.

ALVARO: ¡Papi! ¡Mami! ¡Anoche vino mi ángel de la guarda y me habló! Estuvimos


conversando.

El papá sigue en lo suyo sin hacerle mucho caso

MAMÁ (descreída le sigue la corriente): ¿En serio papá?

ALVARO: Sí

PAPÁ: Querrás decir que soñaste.

ALVARO: No. ¡Fue real! ¡Entró por la ventana!

MAMÁ (extrañada): Pero si yo cerré la ventana anoche.

ALVARO: ¡Pero se abrió sola! A través de un rayo entró, ¡y se paró en frente de mí!

PAPÁ: Habrá sido un sueño muy vivido.


ALVARO: ¡No sé lo que significa eso, pero estoy seguro que fue real, hablamos, me contó cómo
era Dios, dijo que me iba a cuidar siempre y al irse me besó en la mejilla! (le muestra)

Mamá y Papá se miran disimuladamente y preocupados. Entra Relatora 3 y se queda


observando la escena

PAPÁ: Mirá Alvarito, vos sabes que en tu cabecita hay eso que se llama cerebro. Sirve para
pensar, y para ver, y para oír. Es... como una máquina que no falla nunca, ¿sabés? Bueno,
también puede fallar, no porque seamos malos, sino porque queremos que las cosas sucedan
como queremos. Entonces el pobre cerebro se confunde. Y vemos lo que no existe y oímos
sonidos que no vienen de ninguna parte, sino de nuestras ganas de que sean así.

MAMÁ: Eso se llama fantasía. Eso fue lo que pasó anoche hijo. No viste nada, creíste ver y fue
así.

ALVARO: ¡Pero yo le vi! ¡De verdad que estaba allí!

PAPÁ: No. Fue una fantasía, es como soñar despierto.

ALVARO: Pero vos y mamá dijeron que si tenía FE…

PAPÁ (impaciente y enojado de preocupado): ¡Sí, es cierto! Pero lo tuyo es FAN-TA-SÍA

ALVARO (casi llorando): ¡No es! ¡Él estuvo! Hablamos, me dijo que me iba a proteger siempre,
les juro…

MAMÁ: Mirá que no se jura de balde Alvarito, es pecado.

PAPÁ (mira su celular): Bueno, terminá tu café y vamos al colegio que ya es tardísimo.

Papá, Álvaro, y la mamá salen de escena.

RELATORA 3: Por muchos días Alvarito continuó afirmando que todo lo que sucedió realmente
sucedió. Rezaba con mucha fe todas las noches, y aunque el Ángel no se le apareció más,
durante sus momentos de oración tuvo algunas manifestaciones sobrenaturales.

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