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ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

GUION:

NARRADOR: Era un día bonito y caluroso, y Alicia una niña bonita y alegre, empezaba a cansarse
de estar sentada cerca de su hermana que leía un libro a la sombra de un viejo árbol.

ALICIA: No sé como mi hermana puede pasarse tanto tiempo leyendo un libro que no tiene
dibujos. Si no hiciera tanto calor, me pondría a recoger margaritas y con ellas tejería una bonita
guirnalda.

NARRADOR: De pronto, paso muy cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados.

CONEJO BLANCO: Oh no, se me acaba el tiempo. ¡Llegare tarde!.

NARRADOR: Alicia se sorprendió al ver que el conejo saco un reloj del bolsillo de su chaleco, lo
miro, y corrió rápidamente.

ALICIA: ¡Un conejo que usa chaleco y reloj!. ¡Tengo que alcanzarlo!.

NARRADOR: Alicia corrió a través del campo detrás del conejo, y cuando iba a atraparlo, el
pequeño animal se metió en una madriguera.

CONEJO BLANCO: ¡No puedo llegar tarde!.

NARRADOR: Alicia siguió al conejo y se metió a la madriguera, que era parecido a un túnel muy
profundo.

ALICIA: ¡Voy cayendo por un pozo muy hondo, pero caigo lentamente!. Qué raro, los lados del
pozo están llenos de armarios, y hay cuadros, y mapas. Allí hay un frasco de mermelada de
fresa. Me la comeré, Oh no, esta vacio, mejor lo dejo en el armario que está más abajo. ¡Este
pozo es muy largo!. ¿Cuándo se acabara?.

NARRADOR: De pronto, Alicia fue a caer, sin lastimarse, sobre un montón de hojas secas. Alicia
se levanto, y vio otro largo corredor, por donde corría el Conejo Blanco.

CONEJO BLANCO: ¡Por mis orejas y bigotes, ahora si se me hizo tarde!.

NARRADOR: Una vez más, la niña estaba a punto de alcanzarlo, cuando el conejo dio vuelta en
una esquina, y desapareció. Alicia llego a un cuarto muy grande y muy bien iluminado, y
rodeado de puertas de diferentes tamaños. Trato en vano de abrirlas.

ALICIA: Todas las puertas están cerradas. ¿Cómo voy a salir de aquí?. Debí haber traído a mi
gatita, así no me sentiría tan sola. Allí, hay una mesa de cristal. ¿Pero de donde llego?. Hace
unos minutos no estaba allí, estoy segura de eso. Veo sobre la mesa, una pequeña llave de
oro. Mmmm, es muy pequeña y no abre ninguna puerta.

NARRADOR: Sin embargo, al recorrer el salón, Alicia vio que detrás de una cortina había una
pequeña puerta. Intento abrirla con la pequeña llave de oro, y para su sorpresa, la puerta se
abrió. La puerta conducía a un pequeño pasadizo muy angosto, se arrodillo, y vio que al final
del pasillo, estaba el jardín más maravilloso que jamás hubiera soñado.
ALICIA: Oh, como me gustaría ir a ese jardín. ¿Pero cómo puedo hacerlo, si no puedo pasar a
través de esa pequeña puerta?. ¡Como me gustaría poder encogerme como un telescopio para
entrar en ese jardín!. Veré si sobre la mesa puedo encontrar otra llave. ¡Vaya, no hay otra
llave!. ¿Pero que es esa botellita?. Hace un rato no estaba allí. Tiene una etiqueta que dice
“Bébeme”. Veré si no dice veneno. No, nada indica que sea veneno. La probare. Mmm, me
gusta. Me beberé toda la botella. Me siento rara. Me estoy haciendo pequeña como un
telescopio.

NARRADOR: Ahora media solo quince centímetros de estatura. Después fue hacia la pequeña
puerta esperando llegar al jardín. Pero la puerta estaba cerrada y había olvidado la llave sobre
la mesa. Trato de subir por una de las patas de la mesa, pero como era de cristal, estaba muy
resbalosa. Después se sentó en el piso, y empezó a llorar.

ALICIA: Me estoy portando como una tonta. ¡No gano nada con llorar!. ¿Pero que hay allí
debajo de la mesa? ¡Es una pequeña caja!. La abriré para ver que hay adentro. Oh, es una
pequeña rebanada de pastel que dice “Cómeme”. Bueno, me la comeré. Algo maravilloso puede
suceder. He aprendido que en este lugar todo es maravilloso. ¿Qué pasa?. ¡Me estoy estirando
como un telescopio!. Me estoy haciendo grande. ¡Adiós queridos pies!. ¡Ya no puedo verlos!. ¡Ya
no me quedaran mis zapatos!. Oh, sigo creciendo. ¡Ay, ay, me pegue con el techo!. Ya debo
medir como cuatro metros. ¡Parezco un gigante!. ¡Ahora ya podre tomar esa llave!.

NARRADOR: Pobre Alicia. Ahora lo único que podía hacer era tirarse en el suelo, y mirar hacia
el jardín con un solo ojo. Ya no podría entrar. Entonces empezó a llorar.

ALICIA: ¡Debería de estar avergonzada!. No está bien que una niña tan grande como yo, llore
como un bebe.

NARRADOR: Pero siguió llorando y llorando hasta que se formo una gran alberca de lagrimas a
su alrededor. Después escucho unos pasos y dejo de llorar. Allí estaba, el Conejo Blanco, muy
elegantemente vestido. Traía unos guantes blancos en una mano, y un abanico en la otra.

CONEJO BLANCO: ¡La duquesa!. ¡La duquesa!. Estará muy enojada si la hago esperar.

ALICIA: ¡Señor conejo! . ¡Señor conejo!. ¡Espere un momento!. ¡Por favor escúcheme!.

NARRADOR: Cuando el conejo escucho a Alicia, se asusto, dejo caer los guantes y el abanico, y
corrió tan rápido como pudo. Alicia recogió los guantes y el abanico, y como hacía mucho
calor, se puso tranquilamente a abanicarse.

ALICIA: ¡Que día! Ayer todo era normal. Oh, me estoy haciendo pequeña otra vez. ¿Por qué
será?. ¡Tal vez es el abanico!.

NARRADOR: Y dejo caer el abanico, justo cuando estaba a punto de desaparecer.

ALICIA: Ahora ya puedo ir al jardín. ¿Pero qué es esto? He caído en un mar de agua salada.

NARRADOR: El agua salada era la alberca que ella misma había hecho cuando era gigante.

ALICIA: ¡Ojala no hubiera llorado tanto!. ¡No quiero morir ahogada en mis propias lágrimas!.

NARRADOR: Empezó a nadar cuando escucho que alguien nadaba cerca de ella.
ALICIA: ¡Alguien esta nadando!. ¡Es un hipopótamo!. ¡No es una morsa!. ¡Oh es un ratón!. Pero
lo veo muy grande porque yo soy muy pequeña. Le hablare, tal vez me conteste. Dígame ratón,
¿sabe cómo puedo salir de aquí?. ¡Estoy muy cansada de nadar!.

NARRADOR: El ratón la miro, pero no le contesto. Alicia pensó que tal vez el ratón hablaba un
idioma extranjero, así que le hablo usando la única frase que recordaba en Francés.

ALICIA: ¿Ou est ma chatte?.

NARRADOR: Lo que significa donde esta mi gato. Repentinamente el ratón salió del agua.

ALICIA: ¡Perdóneme!. Olvidé que a los ratones no les gustan los gatos.

RATON: Mira niñita, tengo muchas razones para odiar a esos animales. Algún día te contare mi
historia, y entonces comprenderás como me siento. Pero nademos hacia la orilla. ¡Mira
tenemos compañía!. La alberca se está llenando de criaturas.

ALICIA: ¡Es verdad!. Es un loro, un pato, un águila, y muchos otros.

NARRADOR: Alicia nado con los otros animalitos, y después de un rato, llegaron a la orilla.

ALICIA: ¡Estamos todos mojados!. ¿Cómo le haremos para secarnos? ¡Si no me seco rápido voy
a pescar un resfriado!.

RATON: Estoy de acuerdo contigo. ¿Qué piensas de eso loro?.

LORO: Pienso que hagamos una carrera loca.

ALICIA: ¿Una carrera loca? ¿Qué es eso?.

LORO: ¿No lo sabes? Es como un círculo, pero la forma no es realmente importante. Cuando yo
diga “YA”, todos empiezan a correr.

NARRADOR: Todos empezaron a correr, y media hora después el loro dijo.

LORO: ¡Todos están secos!. ¡Se acabo la carrera!.

RATON: ¿Quién gano?.

LORO: ¡Todos ganaron! . ¡Todos tienen que recibir un premio!.

PATO: ¿Quién dará los premios?.

LORO: La niña, obviamente.

NARRADOR: Alicia no sabía qué hacer. Metió la mano en su bolsillo, y saco una cajita de
dulces, y se los dio como premio. Había exactamente un dulce para cada uno.

RATON: ¿Y ella no recibirá un premio?.

LORO: ¡Claro que sí!. ¿Qué mas traes en el bolsillo, Alicia?.

ALICIA: Déjame ver. Solo tengo un dedal.


LORO: Dámelo.

NARRADOR: Alicia le dio el dedal. Entonces todos la rodearon para que el loro le diera el dedal
como premio.

LORO: Te rogamos que aceptes este elegante dedal como premio.

NARRADOR: Todos aplaudieron. Alicia pensó que todo era muy extraño, pero cuando vio sus
caras tan serias, no se atrevió a reír, así que solo dijo.

ALICIA: Para mí es un honor aceptar este hermoso premio. Este dedal era justamente lo que
necesitaba. Ratón, me gustaría escuchar la historia que prometiste contarme.

RATON: Debo decirte que mi historia es muy triste, y tan larga como mi cola.

ALICIA: Tu cola es larga.

NARRADOR: La niña miraba la cola del ratón, pero no sabía por qué era triste. Alicia no puso
atención a la historia del ratón, así que cuando el ratón termino, le dijo.

RATON: Niñita, no estás poniendo atención. ¿En que estas pensado?. ¡Tengo un nudo en mi
garganta!.

ALICIA: ¿Un nudo?. Déjame ayudarte a desatarlo. Yo siempre le desato el listón que mi gatita
tiene en el cuello.

RATON: Niña, me insultas y me ofendes.

ALICIA: ¡Tú siempre te ofendes!.

RATON: ¡Tu necesitas que te eduquen!. ¡Mejor me voy!.

ALICIA: ¡Se fue!. Ahora puedo hablar con el Loro y con los otros pájaros, de Dina, mi gatita.

LORO: ¿Quién es Dina?.

ALICIA: Dina, es mi pequeña gatita. ¡Le gusta mucho atrapar ratones y pájaros!. ¡Como me
gustaría que la vieran cuando persigue a los pájaros!. ¡Se los come tan pronto como los ve!.

LORO: Vámonos amigos, no podemos hablar con esta niña. Por eso el ratón se fue. ¡Canarios,
patos!. ¡Síganme!.

ALICIA: ¡Por favor, no me dejen sola!. Ya se fueron todos. No debí haber hablado de mi gatita
Dina. En este país tan extraño a nadie le gustan los gatos. Alguien viene. Tal vez es el ratón
que cambio de opinión. ¡Pero no, es el Conejo Blanco!.

CONEJO BLANCO: ¡La Duquesa!. ¡La Duquesa!. ¡Oh mis queridas patitas!. ¡Mi piel y mis
bigotes!. Hará que me ejecuten tan seguro como que el sol sale de día. ¿Dónde pude haber
dejado mis guantes y mi abanico?. ¿Dónde?.

NARRADOR: El conejo buscaba sus guantes y su abanico. Alicia, queriendo ayudar, también
empezó a buscarlos. Pero todo había cambiado desde que ella había estado nadando en la
alberca. Y como magia, el cuarto había desaparecido totalmente. Por fin, el conejo vio a Alicia
y le dijo.
CONEJO BLANCO: ¡Que haces aquí Ana María!. ¡Ve a casa rápidamente y tráeme otros guantes
y un abanico!.

NARRADOR: Alicia estaba muy asustada y corrió en la dirección que le indicaba el conejo, sin
intentar sacarlo de su error.

ALICIA: ¡Me ha confundido con su sirvienta!. Sera mejor que le dé su abanico y sus
guantes. ¡Eso si es que puedo encontrarlos!.

NARRADOR: Al ir corriendo, llego a una casita muy hermosa en cuya puerta se leía en letras de
bronce el nombre “C. Blanco”.

ALICIA: ¿C. Blanco? Debe significar Conejo Blanco. Entrare, aunque espero no encontrar a la
verdadera Ana María. De todas formas, esto es muy gracioso. Yo Alicia convertida en la
mandadera de un conejo. ¡Que suerte tengo! . Sobre aquella mesa hay un par de guantes y un
abanico. ¡Y una botella!. Beberé un poco y espero poder crecer otra vez, me estoy cansando de
ser tan pequeña.

NARRADOR: Efectivamente, como supuso Alicia, al beber el contenido de la botella la hizo


crecer, pero tan de prisa que tuvo que sacar un brazo por la ventana y una pierna por la
chimenea. Quedando atrapada en la pequeña casa. Afortunadamente, la pequeña botella
mágica dejo de hacer efecto. Aun así, Alicia se sentía muy incómoda, y como no podía salir del
cuarto, empezó a llorar. Después de un rato, escucho una voz.

CONEJO BLANCO: ¡Ana María!. ¡Ana María!. ¡Contéstame!. ¿Dónde están mis
guantes?. ¿Puedes escucharme?. ¡Que pasa!. ¡La puerta no se abre!. Ana María, dime por que
cerraste la puerta. ¿No contestas?. ¡Muy bien!. ¡Tendré que entrar por la ventana!.

NARRADOR: El conejo estaba justamente debajo de la ventana, cuando Alicia abrió la mano, y
no atrapo a nadie. En ese instante se escucho un fuerte ruido de vidrios rotos, y el conejo grito.

CONEJO BLANCO: ¡Ay!. ¡Pat!. ¡Pat!. ¿Dónde estás?.

PAT: ¡Aquí estoy!. ¡Cavando en busca de manzanas!.

CONEJO BLANCO: ¡Ven a ayudarme!. ¡Dime que eso que está en la ventana!.

PAT: Es un brazo, su señoría.

CONEJO: ¿Cómo que un brazo?. ¿Quién ha visto un brazo de ese tamaño?.

PAT: Tengo miedo del brazo.

CONEJO BLANCO: No seas cobarde. Entonces, te ordeno que bajes por la chimenea.

PAT: Muy bien, bajare por la chimenea.

ALICIA: ¿Ah sí? ¡Pues cuando empiece a bajar lo voy a patear!.

NARRADOR: Alicia lo pateo tan fuerte, que Pat salió disparado por el aire. Después escucho las
voces de unos animales.

ANIMAL 1 y 2: ¡Miren!. ¡Miren! . ¡Es Pat!.


NARRADOR: Pat cayó al suelo, y todos corrieron a su lado.

CONEJO BLANCO: ¡Levántenle la cabeza!.

ANIMAL 1: ¡No lo ahoguen!.

ANIMAL 2: ¿Qué fue eso?.

CONEJO BLANCO: ¡Cuéntanos que te paso!.

PAT: No se. Repentinamente salí volando por el aire como un cohete.

CONEJO BLANCO: ¡Te vimos!. Y como no podemos hacer nada, debemos quemar la casa.

NARRADOR: Alicia no podía ver lo que sucedía, pero los escuchaba hablar.

ALICIA: ¡Espere señor conejo!. Si usted quema la casa, lanzare a mi gata contra ustedes. ¡Se lo
advierto, a ella le gusta comer conejos!.

NARRADOR: Todos permanecieron en silencio. Después sintió una lluvia de pequeñas


piedrecillas que entraban por la ventana golpeándola en la cara. También se dio cuenta de que
todas las piedras se convertían en pasteles cuando caían en el piso, y se le ocurrió una brillante
idea.

ALICIA: Si me como uno de estos pasteles dejare de crecer.

NARRADOR: Se comió un pastel, y se hizo más pequeña. En cuanto fue lo bastante pequeña
para pasar por la puerta, corrió fuera de la casa, y se encontró un grupo de animales que
estaban alrededor de una lagartija que estaba en el centro. La lagartija era Pat. Todos
corrieron detrás de ella, pero Alicia corrió tan rápido como pudo hasta llego a un bosque sana y
salva.

ALICIA: Ahora tengo que comer y beber algo para recuperar mi estatura normal. Además, debo
encontrar la manera de entrar en aquel hermoso jardín. Me pregunto qué podre comer.

NARRADOR: Cerca de ella había un hongo enorme. Alicia se estiro con la punta de sus pies
para ver por arriba de el, y lo que vio, fue una gran oruga azul que estaba sentada arriba del
hongo fumando tranquilamente una larga pipa. Los dos se miraron, hasta que finalmente la
oruga azul se saco la pipa de la boca y le hablo con voz adormilada.

ORUGA: ¿Quién eres tú?.

ALICIA: Supongo que no lo sé. Al menos sabía quien era yo cuando me desperté esta mañana,
pero creo que desde entonces he cambiado varias veces.

ORUGA: Explícate mejor porque no te entiendo.

ALICIA: Me temo que no puedo explicarme mejor. Pero cuando usted tenga que convertirse en
una crisálida, y después en una mariposa, sabrá como me siento yo.

ORUGA: ¿Crisálida?. ¿Mariposa?. No me gusta la idea. ¿Ahora dime, quien eres tú?.
ALICIA: Sera mejor que me vaya señor Oruga, o empezaremos esta conversación otra
vez. Póngase la pipa en la boca y comience a fumar. ¡Nos vemos!.

ORUGA: ¡Regresa!. Tengo algo importante que decirte.

ALICIA: ¿Qué?

ORUGA: ¡Controla ese mal genio que tienes!.

ALICIA: ¿Eso es todo?.

ORUGA: No. ¿Tu crees que has cambiado?.

ALICIA: No lo creo. No puedo mantener la misma estatura por quince minutos.

ORUGA: ¿Estas contenta ahora?.

ALICIA: ¡Imposible!. Me gustaría estar más alta. Debo medir siete centímetros, y eso es
ridículo.

ORUGA: Es una buena altura. ¡Eso es lo que yo mido!.

ALICIA: Perdóneme señor Oruga, y no se sienta ofendido, pero no estoy acostumbrada a ser tan
pequeña.

ORUGA: Ya te acostumbraras.

NARRADOR: La oruga volvió a meterse la pipa en la boca y empezó a fumar de nuevo. Después
se saco la pipa de la boca, y bostezo varias veces. Después se bajo del hongo, y se alejo
deslizándose por la hierba.

ORUGA: Un lado te hará crecer, y el otro lado te hará disminuir.

ALICIA: ¿Un lado de qué?. ¿El otro lado de qué?.

ORUGA: Del hongo, eso todos lo saben.

NARRADOR: Tan pronto como la oruga se fue, Alicia estiro los brazos y corto un pedazo del
hongo. Un pedazo con su mano derecha, y otro pedazo con su mano izquierda. Después comió
un poco, hasta que recupero su estatura normal. Después se guardo un pequeño pedazo del
hongo en su bolsillo, y empezó a caminar por el bosque. Repentinamente, vio un gran gato
negro que sonreía de oreja a oreja. Era el gato Cheshire.

ALICIA: ¿Podría decirme que camino debo tomar?.

GATO CHESHIRE: Ja, ja, ja, ja, depende a donde quieras llegar.

ALICIA: No me importa mucho.

GATO CHESHIRE: Entonces no importa que camino tomes.

ALICIA: Mientras llegue a algún lugar. ¿Qué tipo de gente vive aquí?.
GATO CHESHIRE: Al norte vive un sombrerero, y al sur vive una liebre de marzo. Los dos están
bien locos.

ALICIA: Pero no me gustan los locos.

GATO CHESHIRE: Todos estamos bien locos aquí. Yo estoy loco, tú estás loca.

ALICIA: ¿Por qué dice eso?. ¿Cómo sabe que yo estoy loca?.

GATO CHESHIRE: Porque estás aquí. ¿Dime, vas a jugar al croquet con la Reina?

ALICIA: Me gusta el croquet, pero nadie me ha invitado.

GATO CHESHIRE: De todos modos allí nos veremos.

NARRADOR: Y el gato desapareció. Pero desapareció lentamente. Primero la cola, después las
patas, enseguida su cuerpo, y finalmente su sonrisa, la cual tardo un rato en desaparecer.

GATO CHESHIRE: Ja, ja, ja, ja.

ALICIA: ¡Eso fue muy gracioso!. Muchas veces he visto un gato sin una sonrisa, pero no una
sonrisa sin un gato. Iré a visitar a la Liebre de Marzo.

NARRADOR: Alicia no había caminado mucho, cuando vio la casa de la Liebre de Marzo. Las
chimeneas tenían forma de orejas, y el techo era de piel. Se dirigió hacia la casita, y comió un
pedacito del hongo mágico para reducir un poco su tamaño. Delante de la casa había una mesa
puesta para dos, y allí se encontraban sentados la Liebre de Marzo y el Sombrero tomando
té. Entre los dos estaba sentado un Lirón profundamente dormido, al que usaban como
almohada. La mesa era muy grande, pero los tres todos estaban en un rincón
amontonados. Cuando Alicia se acerco, ellos le dijeron.

LIEBRE DE MARZO Y SOMBRERERO: ¡No hay lugar para ti!.

ALICIA: ¡Claro que sí!. Me sentare en ese sillón.

LIEBRE DE MARZO: ¡Entonces toma vino!.

ALICIA: ¡Como voy a tomar vino, si solo hay te!.

LIEBRE DE MARZO: Ya sabía que no había vino.

ALICIA: Entonces por qué me dices que me lo tome. ¡Eres muy descortés!.

LIEBRE DE MARZO: Tampoco es cortes sentarse a una mesa donde no te han invitado.

ALICIA: Yo no sabía que era tu mesa, esta puesta para cuatro.

NARRADOR: Mientras tanto, el Sombrerero miraba a Alicia silenciosamente. Finalmente dijo.

SOMBRERERO: Deberías de cortarte el cabello, lo traes muy largo.

ALICIA: Tal parece que nunca le dijeron que no se metiera en las cosas ajenas.

SOMBRERERO: Dime, en que se parece un cuervo a un escritorio.


ALICIA: Me gustan las adivinanzas, y esta creo que puedo adivinarla.

LIEBRE DE MARZO: ¿Te sabes la respuesta?.

ALICIA: Así es.

LIEBRE DE MARZO: Dime lo que piensas.

ALICIA: Ya lo hago. O al menos pienso lo que digo, es lo mismo.

SOMBRERERO: No es lo mismo. ¿Es lo mismo decir decir veo lo que como, que como lo que
veo?.

LIEBRE DE MARZO: O ¿Me gusta lo que tengo, que tengo lo que me gusta?.

LIRON: O ¿Respiro mientras duermo, que duermo mientras respiro?.

NARRADOR: Todos guardaron silencio por un rato, mientras Alicia pensaba en todo lo que sabía
sobre cuervos y escritorios. Entonces el Sombrerero le pregunto a Alicia, mientras veía su
reloj.

SOMBRERERO: ¿Qué día es hoy?.

ALICIA: Es día cuatro.

SOMBRERERO: Este reloj se equivoca por dos días. Te dije tonta Liebre de Marzo, que la
mantequilla no funcionaria.

LIEBRE DE MARZO: Era la mantequilla de mejor calidad. Déjame ver tu reloj. Lo sumergiré en
el té y espero que funcione.

ALICIA: Que reloj tan raro. Te dice el día del mes, pero no te dice la hora.

SOMBRERERO: ¿Tu reloj te dice que año es?.

ALICIA: Claro que no.

SOMBRERERO: Entonces no le veo nada raro al mío. El Lirón se durmió otra vez, le echare te
caliente en la nariz. Ahora que lo recuerdo, ¿ya sabes la respuesta de la adivinanza?.

ALICIA: No, me doy por vencida. ¿Cuál es?.

SOMBRERERO: No tenemos ni la menor idea. ¿Verdad Liebre de Marzo?.

LIEBRE DE MARZO: Tienes razón. Nos estamos aburriendo. Cuéntanos una historia, jovencita.

ALICIA: En este momento no me acuerdo de ninguno.

SOMBRERERO: Entonces que lo cuente el Lirón.

ALICIA: El Lirón está dormido.

LIRON: No estoy dormido. He escuchado cada palabra que ustedes han dicho.
SOMBRERERO: Cuéntanos algo.

ALICIA: ¡Si, por favor!.

SOMBRERERO: ¡No hable, jovencita tonta!.

NARRADOR: Alicia se enojo tanto por la grosería del Sombrerero, que se levanto y se
fue. Ninguno trato de detenerla , aunque ella tenía la esperanza de que lo hicieran. En lugar de
eso, tanto la Liebre de Marzo como el Sombrerero intentaban meter al Lirón adentro de la
tetera.

ALICIA: ¡Jamás volveré a ver a esos locos!. Ah, en ese árbol hay un pequeña puerta en el
tronco. Entrare. ¡Pero qué hermoso jardín!. ¡Es el mismo que vi a través de la pequeña puerta
de aquel salón!. ¡Hay flores de brillantes colores, y una fuente de agua fresca y clara!.

NARRADOR: Había un gran rosal cerca de la entrada del jardín. Las rosas eran blancas, pero
había tres cartas de la baraja, los cuales hacían de jardineros, y que estaban pintando las flores
de color rojo. Alicia escucho la conversación que tenían estos extraños jardineros.

DOS: ¡Ten cuidado, Cinco!. ¡Me estas salpicando de pintura!.

CINCO: No fui yo. Fue Siete, el me empujo con su codo.

SIETE: Tu siempre me culpas.

CINCO: ¡Cállate, Siete!. Ayer, la Reina dijo que merecías que te cortaran la cabeza!.

DOS: ¿Por qué?.

SIETE: ¡Que te importa, Dos!.

CINCO: ¡Si le importa!. Por llevarle bulbos de tulipán a la cocinera en vez de cebollas.

SIETE: ¡Miren, una niña!.

ALICIA: ¿Serian tan amables de decirme por que están pintando esas rosas?.

DOS : Sucede señorita, que cometimos un error. Plantamos un rosal blanco, en lugar de uno
rojo como dijo la Reina. Así que estamos haciendo lo mejor que podemos para pintarlo de rojo
antes de que ella venga.

SIETE: ¡Silencio!. ¡La Reina!.

NARRADOR: Los tres jardineros instantáneamente se arrojaron de bruces en el suelo. Se


escuchaba el sonido de muchos pasos, y Alicia miro a su alrededor, ansiosa de ver a la
Reina. Primero llegaron diez Soldados armados de garrotes. Todos, al igual que los jardineros,
tenían forma de naipes de baraja. Le seguían diez Cortesanos, después diez Infantes Reales,
que adornados de corazones saltaban alegremente tomados de la mano. Después venían los
invitados, muchos reyes y reinas, y entre ellos, el Conejo Blanco. Atrás, venia la Sota de
Corazones, cargando la corona del rey, y al final de la gran procesión, venia el Rey y la Reina de
Corazones. Cuando llegaron delante de Alicia, se detuvieron y la miraron, y la Reina dijo.

REINA DE CORAZONES: ¿Quien es ella?. ¡Nadie lo sabe!. ¿Como te llamas, niña?.


ALICIA: Me llamo Alicia, su majestad.

NARRADOR: Pero Alicia pensó.

ALICIA: No debería tener miedo, solo son un montón de barajas.

REINA DE CORAZONES: ¿Y esos que estan en el suelo de espalda, quienes son?. Todos mis
cortesanos son iguales por el reverso!. ¡Contéstame, Alicia!

ALICIA: ¡Yo no sé quiénes son!. A mí no me interesa saberlo.

REINA DE CORAZONES: ¡Córtenle la cabeza por irrespetuosa!.

MULTITUD: !Si!. ! Córtenle la cabeza!.

REY DE CORAZONES: ¡Un momento!. Yo, el Rey, tengo derecho de opinar. ¿Que no ves, mi
querida Reina, que ella es tan solo una niña. Tal vez ella sepa jugar croquet.

REINA DE CORAZONES: Si sabe jugar, la perdonare. ¡Alicia, sígueme y párate enseguida del
Conejo!.

ALICIA: Hola, señor Conejo, hasta que nos encontramos otra vez. ¿Dónde está la Duquesa?.

CONEJO BLANCO: ¡Cállate!. Está condenada para que le corten la cabeza.

ALICIA: ¿Por qué?. ¿Qué hizo?.

CONEJO BLANCO: Se le hizo tarde, la Reina se enojo y la regaño porque no traía el abanico, y la
Duquesa le dio una bofetada.

ALICIA: Ja, ja, ja, eso es muy gracioso.

CONEJO BLANCO: ¡La Reina te escuchara!. Guarda silencio, hemos llegado al campo de
Croquet.

NARRADOR: Era un campo muy extraño. Estaba lleno de elevaciones y zanjas. Las pelotas
eran erizos, y los mazos eras flamencos vivos. Los soldados tenían que doblarse para formar los
arcos. Cuando la Reina dio la orden, todos empezaron a correr en diferentes direcciones,
peleando y gritando. Pero cuando alguno lograba aventajar a la Reina, ella gritaba.

REINA DE CORAZONES: ¡Córtenle la cabeza!.

NARRADOR: Alicia jugo lo mejor que pudo, y sin darse cuenta se adelanto a la Reina, por lo que
ella grito.

REINA DE CORAZONES: ¡Córtenle la cabeza!.

ALICIA: Usted no puede dejarme sin cabeza. ¡Tengo el derecho a tener un juicio!.

REINA DE CORAZONES: ¡Muy bien, vayamos a mi castillo!.

NARRADOR: Así fue como Alicia entro al castillo de naipes, acusada de vencer a la Reina en el
partido de croquet. Allí había un jurado. El Sombrerero y la Liebre de Marzo eran los miembros
del jurado. El Conejo Blanco era la parte acusadora, y Pat era la parte defensora. Alicia se
imagino lo fea que se vería sin cabeza, así que tomo de su bolsillo un pedazo de hongo, se lo
comió y dijo.

ALICIA: Si crezco me salvare. Es mi única oportunidad. ¡Si estoy creciendo!. ¡Me estoy
haciendo grande, y más grande!.

REINA DE CORAZONES: ¡Primero diré la sentencia, después el veredicto, y fuera tu cabeza!.

ALICIA: ¡No creo que lo logres Reina de Corazones!. ¡Tú no eres más que una simple baraja!. ¡Y
yo estoy grande!.

REINA DE CORAZONES: ¡Te ordeno que te calles!.

ALICIA: ¡No me callare!. ¡Todos ustedes solo son unas barajas!. ¡ No les tengo miedo!.

NARRADOR: Entonces las Barajas se levantaron, y enfurecidas cayeron sobre Alicia. La niña
trato de luchar con ellas, pero no pudo. Trato de levantarse, y entonces se dio cuenta de que
estaba recostada con la cabeza en el regazo de su hermana, y que todo había sido un sueño
maravilloso.

ALICIA: ¡Ay hermanita, tuve un sueño muy raro!. ¡Algún día te lo contare!. ¡Eso sí, te prometo
que no volveré a ser tan curiosa!.

NARRADOR: Repentinamente, Alicia vio un conejo.

ALICIA: ¡Mira!. ¡Mira hermanita!. ¡Un Conejo Blanco con chaleco y reloj!. ¡Lo
seguiré!. ¡Ven!. ¡Ven conmigo al país de las maravillas!.

FIN

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