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Nélida Gentile
UBA-UNLZ-ANPCyT
De influências, a mais marcante foi a de Paul Feyerabend, com quem vim a estudar
de 1980-1983 e sob cuja supervisão escrevi um longo “paper” que viria a ser o
embrião de minha tese (Regner, A. 2004).
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A partir del año 2008 tuve la oportunidad de participar, también de coordinar, el
Programa Binacional Centros Asociados de Posgrado Brasil-Argentina (CAPG-BA). El
Programa contemplaba el intercambio académico de profesores y estudiantes de los
respectivos posgrados en filosofía, el Doctorado de la FFyL-UBA y el PPG-Unisinos.
Fueron tres proyectos consecutivos, desde el año 2008 al año 2014. Desde el punto de
vista académico, la experiencia fue sumamente valiosa y enriquecedora. En el marco de
los proyectos se realizaron actividades y publicaciones conjuntas; desde el punto de vista
personal, se intensificaron los lazos con los colegas de Unisinos. En lo que a Anna
respecta, quedó sellada definitivamente nuestra amistad: viajar a Porto Alegre significaba
no solo compartir momentos y espacios académicos con Anna, significaba compartir
también su casa, su familia y sus “cachorros”.
Podría continuar enumerando situaciones y contando anécdotas personales de mi
relación con Anna, pero vaya a modo de un humilde homenaje pasar revista sobre uno de
los tópicos filosóficos de su interés, la racionalidad científica, y su particular lectura de
Paul Feyerabend.
Tales alternativas pueden tomarse de donde quiera que uno sea capaz de
descubrirlas: de los mitos antiguos, y de los prejuicios modernos; de las
elucubraciones de los expertos y de las fantasías de los chiflados [...] La separación
entre historia de la ciencia, su filosofía y la ciencia misma se desvanece en el aire
[...] (Feyerabend 1975, 31-32).
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Desaparece por completo todo intento de encontrar un criterio de demarcación
objetivo explícito del empirismo radical entre lo que es ciencia y aquello que no lo es.
No hay diferencia sustancial entre la ciencia, el mito, el arte, la religión o la hechicería.
En última instancia, la ciencia no es más que una ideología entre otras: “Puede ocurrir
que el conocimiento de hoy pase a constituir los cuentos de hadas del mañana, y que el
mito más ridículo se convierta eventualmente en la pieza más sólida de la ciencia”
(Feyerabend 1975, XX). Si bien concede que la “ciencia ha hecho aportes maravillosos a
nuestra comprensión del mundo y que estos aportes han conducido a espectaculares
conquistas prácticas” (Feyerabend 1985, 111), considera que para probar la superioridad
de la ciencia debería mostrarse a) que ningún otro campo de conocimiento ha producido
nada comparable y, además, b) que los resultados de la ciencia son autónomos de otras
instancias no científicas. Pero recientes investigaciones en el campo de la antropología,
la arqueología y la parapsicología han demostrado que “nuestros antepasados y
contemporáneos primitivos poseían y poseen cosmologías, teorías médicas y biológicas
altamente desarrolladas, y que conducen a mejores resultados que sus competidoras
occidentales” (115). Por otra parte, la historia de la ciencia manifiesta, por ejemplo, que
durante largo tiempo la astronomía estuvo teñida de ideas pitagóricas y que la medicina
se vio influida por el herbolarismo, la psicología y la metafísica de brujas, comadronas y
hechiceros (118). Esto deja en claro, en opinión de Feyerabend, cómo los métodos y
resultados acientíficos han estado siempre unidos al desarrollo de la ciencia. De manera
que, ni la ciencia ni el racionalismo ligado a ella tienen ninguna prerrogativa especial: “la
ciencia es una de las muchas formas de pensamiento que el hombre ha desarrollado y no
necesariamente la mejor” (119).
Se desdibuja, la tradicional distinción entre un contexto de descubrimiento y un
contexto de justificación, pieza clave de las epistemologías ortodoxas. El carácter lógico
y racional atribuido a los procedimientos de justificación, en contra de la naturaleza
psicológica de los procesos que llevan al descubrimiento de nuevas ideas, es otro de los
tópicos que caen bajo el anarquismo de Feyerabend.
[...] un examen muy superficial demuestra además que una aplicación resuelta de los
métodos de crítica y prueba que, se dice, pertenecen al contexto de justificación,
destruiría la ciencia tal y como la conocemos, y nunca la hubieran dejado surgir.
Recíprocamente, el hecho de que la ciencia existe, prueba que dichos métodos fueron
dejados de lado con frecuencia. Fueron dejados de lado precisamente por aquellos
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procedimientos que ahora decimos pertenecen al contexto de descubrimiento"
(Feyerabend 1975, XXX).
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Feyerabend se vale de una estrategia anarquista: muestra la irracionalidad de las
reglas del racionalismo […] y la razonabilidad de las reglas contrarias a ellas (las
contra-reglas) (Regner 1996, 68).
Las reglas a criticar son los dos supuestos que, de acuerdo con Feyerabend,
subyacen al racionalismo moderno: i) aceptar sólo hipótesis que se ajusten a teorías
confirmadas o corroboradas, y ii) eliminar hipótesis que no se ajusten a los hechos bien
establecidos. Pero, conforme a Feyerabend, estas reglas no solo van en contra de la
práctica científica, sino que resultan irracionales, son autodestructivas de la metodología
que supuestamente pretenden fundamentar. Al exigir que las nuevas teorías sean
consistentes con las ya existentes y de esta manera poner límites a la variedad de
opiniones consideradas, el cumplimiento de ese requisito transformaría la ciencia en una
actividad dogmática. Por el contrario, como hemos visto, la ciencia se desarrolla
contrainductivamente, esto es, por medio de la introducción de hipótesis que son
inconsistentes tanto con teorías confirmadas como con hechos, observaciones y
resultados experimentales bien establecidos. Condensada en la idea de su Adios a la
razón, Feyerabend procura liberar la ciencia de todo dogmatismo, promoviendo, como
hemos señalado, una metodología pluralista.
Pero bajo el desenvolvimiento de la metodología pluralista, Anna no ve una
amenaza para la ciencia. Muy por lo contrario, es en la concreción de esta actitud
anarquista donde aflora en su opinión el germen de una nueva racionalidad, una
racionalidad contextuada, insinuada en las últimas páginas de la primera versión de
Against Method, introducida luego de modo más directo en el epígrafe que encabeza el
capítulo 18 en la edición de 1988 y expresada de forma más acabada en las revisiones que
Feyerabend lleva a cabo con posterioridad, en la edición de 1993 (Regner 1994, 125). En
favor de su interpretación, Anna Carolina se apoya en los siguientes pasajes de
Feyerabend:
Puede llegar una época en que sea necesario conceder a la razón una preponderancia
transitoria y en la que resulte aconsejable defender sus reglas con exclusión de todo
lo demás. No creo que hoy estemos viviendo en semejante época (Feyerabend 1975).
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[Incluida en nota al pie en la versión de 1993, en alusión al contenido de la primera
cita transcripta aquí, correspondiente a la edición original de 1975]. Esta fue mi
opinión en 1970, cuando escribí la primera versión de este ensayo. Los tiempos han
cambiado. Teniendo en cuenta algunas tendencias en la educación estadounidense
('políticamente correcto', menús académicos, etc.), en filosofía (posmodernismo) y
en el mundo en general, creo que ahora se debe dar mayor peso a la razón, no porque
sea y siempre haya sido fundamental, sino porque parece más bien ser necesario en
las circunstancias que hoy ocurren con frecuencia (pero puede desaparecer mañana),
para crear un enfoque más humano (Feyerabend 1993, 13, nota 12).
Un anarquista ingenuo dice: a) que tanto las reglas absolutas como las reglas
dependientes del contexto tienen sus límites y concluye b) que todas las reglas son
inútiles y deben dejarse de lado. (...) aunque estoy de acuerdo con a), no estoy de
acuerdo con b). Sostengo que todas las reglas tienen sus límites y que no existe una
"racionalidad" comprehensiva, no argumento que debamos proceder sin reglas ni
criterios (Feyerabend, 1993: 231)
Anna entiende que los principios generales de los que habla Feyerabend, el propio todo
vale, son lo suficientemente vagos como para comportar variadas determinaciones
(Regner 1994, 125). Y no cabe crítica alguna por esta vaguedad, ya que el objetivo de la
crítica no es el de constituir un nuevo cuerpo de principios firmes e inmutables sino, más
bien, dejar abierta la posibilidad de una razón contextualizada, capaz de dar cuenta de
"situaciones" diferentes y complejas, sin privilegiar un conjunto particular de reglas
(Regner 1994, 125-126). Se trata de una racionalidad en “acción” ejercida necesariamente
"de algún modo" en un “contexto” determinado (Regner 2004, 295).
En la lectura de Anna, la crítica de Feyerabend no va en menoscabo de la ciencia.
Sostiene que el contenido de la crítica cambia si se circunscribe la racionalidad a la
contextualidad histórica, condición de posibilidad para la comprensión de la naturaleza
de la ciencia. ¿En qué consiste esta naturaleza? Respondamos, para finalizar la sección,
con las propias palabras de Anna:
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cosmovisiones y la presenta como una entre otras posibles formas de vida sin
ninguna prerrogativa especial (Regner 1994: 124).
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Para un examen más detallado véase Gentile 2007.
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no me impresionaba. Ya había oído argumentos realistas antes, y por lo que a mí se
refería todos eran circulares (Feyerabend, 1995, p. 72).
Feyerabend señala también que Walter Hollitscher necesitó dos años para
convencerlo de los méritos del realismo. Cuando Hollitscher afirmaba que los científicos
adoptan una actitud realista, Feyerabend le respondía que ello se debía al hecho de que
no se habían liberado todavía de sus prejuicios metafísicos. No cabe duda, pues, de que
el pensamiento filosófico de Feyerabend abrigaba en un primer momento todos los
elementos característicos del positivismo: la sobrevaloración de la lógica y la experiencia
sensible, y consecuentemente, el rechazo de la religión y la metafísica. Así lo recuerda
también en Adiós a la Razón: “[...] Hollitscher, uno de mis maestros, me cambió de
positivista cabezota en realista algo menos cabezota” (Feyerabend, 1998, p. 97).
Luego de finalizado su doctorado, Feyerabend se trasladó a la London School of
Economics para realizar investigaciones bajo la supervisión de Popper. Su concepción
epistemológica adquirió entonces un enfoque falsacionista. En verdad, Kraft, lo mismo
que Popper, pensaba que la inducción no constituye un método capaz de garantizar los
enunciados universales, de manera que el acercamiento de Feyerabend a Popper ya venía
de alguna manera facilitado por sus contactos previos. Como señala Preston (1997, 18),
Feyerabend también suscribía la idea de que la epistemología debía enmarcarse en una
perspectiva normativa más que llevar a cabo la descripción de la práctica científica real.
Estas coincidencias con Popper explican quizá, que Feyerabend llegara a pensar que el
falsacionismo constituía una versión más sofisticada y sólida del empirismo. En How to
be a Good Empiricist (1963) manifiesta no solo su simpatía con la metodología empirista
sino también el reconocimiento de que esta concepción debe abandonar algunos
supuestos erróneos. Como una clara manifestación de la influencia popperiana, el núcleo
de la posición de Feyerabend está constituido por el énfasis en la necesidad de la crítica.
Con esta herramienta metodológica examina la filosofía del positivismo lógico, y
mientras se muestra dispuesto a mantener aquellos aspectos que considera acertados,
enjuicia otros e intenta superarlos a través de la introducción de nuevas normas
metodológicas. La pieza clave de toda su propuesta es el principio de proliferación
teórica, la metodología pluralista, y una de sus consecuencias la reivindicación de una
postura realista.
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alternativas que se añadan al punto de vista en discusión, constituye una parte
esencial del método empírico (Feyerabend, 1965a, 176).
Pero ello supone que estas alternativas “sean desarrolladas de la forma más fuerte posible,
es decir, como descripciones de la realidad más que como meros instrumentos de
predicción exitosa” (Feyerabend, 1964, 200).
Las teorías inconmensurables pueden ser, pues, refutadas haciendo referencia a las
respectivas clases de experiencia que les son propias: i.e. descubriendo las
contradicciones internas que sufren [...] Sus contenidos no pueden compararse, ni es
posible hacer un juicio sobre su verosimilitud excepto dentro de los confines de una
teoría particular [...] Ninguno de los métodos que Carnap, Hempel, Nagel, Popper o
incluso Lakatos quieren aplicar para racionalizar los cambios científicos puede ser
aplicado y el único que puede aplicarse, la refutación, es de fuerza muy reducida. El
resto son juicios estéticos, juicios de gusto, prejuicios metafísicos y deseos
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El declarado realismo que Feyerabend asume en esta etapa resulta claramente incompatible con la posición
constructivista que asumirá a partir de su defensa de la tesis de la inconmensurabilidad. Preston lo denomina
“realismo conjetural” (Preston, 1997, p. 61) en virtud de que se les atribuye a las teorías científicas el intento
de describir la realidad, pero –a diferencia de lo que pensaba Popper– no se postula ningún modo de evaluar
su verosimilitud y tampoco se postula la convergencia hacia la verdad, como sostienen otros asiduos
defensores del realismo.
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Este pasaje formaba parte de varias páginas que fueron totalmente suprimidas en la tercera edición.
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religiosos, dicho brevemente, nuestros propios deseos subjetivos [...] (Feyerabend,
1975, p. 284-285, cursivas del autor).
“Anything goes” no es un “principio” que yo sostuviera –no creo que los “principios”
puedan usarse y discutirse fructíferamente fuera de la situación concreta de
investigación que se supone que afecta– sino la exclamación aterrorizada de un
racionalista que mira más de cerca la historia” (Feyerabend, 1993, vi).
Del mismo modo, Feyerabend toma distancia del “anarquismo ingenuo” que le atribuían
la mayoría de los críticos:
Yo sostengo que todas las reglas tienen sus límites y que no hay ninguna racionalidad
comprehensiva, no sostengo que deberíamos proceder sin reglas y patrones. También
defiendo una explicación contextual, pero […] las reglas contextuales no han de
reemplazar las reglas absolutas, han de suplementarlas (Feyerabend, 1993, 231,
cursivas del autor).
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Tanto el realismo como el relativismo extremo que había llegado a sostener
previamente sufren también marcadas atenuaciones. Al respecto, Feyerabend escribe:
[…] las fases que los relativistas consideran como proyectores igualmente válidos
de verdad y realidad contienen ambigüedades que, cuando se hacen manifiestas,
disuelven todos los juicios relativistas. Concluyo que el relativismo y el realismo,
aunque tal vez conduzcan a análisis aproximados de las fases particulares de un
desarrollo complejo, omiten rasgos importantes de esas fases y fracasan cuando se
los aplica al propio desarrollo (Feyerabend, 1999, p. 155).
5. Coda
Hemos presentado tres lecturas diferentes de Feyerabend, compatibles en algunos
aspectos, incompatibles en otros. La primera de ellas presenta al autor de Against Method
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Para un examen de la simplificada y distorsionada imagen que la filosofía histórica de la ciencia brindó
de la epistemología tradicional, véase Gentile (1997; 2013, cap. 10).
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como un enemigo del progreso, la verdad y la racionalidad de la ciencia; la segunda, como
el inspirador de una nueva racionalidad científica inscripta en la racionalidad más amplia
del hombre, una racionalidad “en acción”, “situada”, “contextualiza”; por último, la que
percibe que la impronta empirista de Feyerabend ha quedado latente a lo largo de toda su
vida. Sea cual fuere la lectura que adoptemos, lo cierto es que su análisis nos convoca a
ilustrar, en el nivel metacientífico, la temática de las controversias, uno de los últimos
tópicos estudiados por Anna en el marco de sus investigaciones sobre la racionalidad.
Referencias
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