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Editorial Itaca
Un prólogo 9
Pablo Fernández Christlieb
Introducción
Gustavo Serrano Padilla
Angel Magos Pérez 13
Cruzadas antiindividualistas.
La reunión y una psicología social como resistencia
Carlos Labastida Salinas 73
La transformación de la realidad:
la historicidad a partir de la narrativa
Javier Rincón Salazar 201
9
10PABLO FERNÁNDEZ
13
14GUSTAVO SERRANO Y ANGEL MAGOS
***
social tiene con la vida afectiva. Asumiendo que las emociones re-
sultan elementos configuradores de la vida social y se encuentran
entretejidos en una red material sociohistórica, esto es, lejos de los
individuos, el autor propone pensar las implicaciones políticas de
un afecto en particular: el odio. La apuesta, aunque transgresora,
resulta necesaria en tiempos como los actuales, en los que las olas
de racismo e intolerancia son predominantes en nuestra relación
con el otro, con lo ajeno y lo extraño. Frente a ello, el texto sugiere
algunas preguntas y problemáticas que atañen directamente a las
formas de pensar y narrar la sociedad contemporánea, pues, como
el propio texto indica, el odio resulta ser una forma de ordenamien-
to y legitimación del poder político.
El texto titulado “Alienación y psicología social. Hacia la eman-
cipación desde un trabajo subversivo y más allá del semblante
esférico”, escrito por Edgar Miguel Juárez-Salazar, muestra una
profunda vocación por discutir y construir conocimientos desde
perspectivas que pudieran parecer disímbolas. Partiendo de un
largo recorrido conceptual que interpela los términos de aliena-
ción y el cogito cartesiano, pasando por una reflexión nutrida del
psicoanálisis freudiano y la posterior discusión con el marxismo, el
autor propone una lectura particular sobre la relación del mundo
exterior e interior. La sugerencia, sin lugar a duda, resulta intere-
sante, pues invita a establecer vasos comunicantes entre los diver-
sos campos de conocimiento y teorías que el autor recupera para la
construcción de un modelo propio que, prescindiendo de la diferencia
interior/exterior, permita una práctica subversiva de la psicología
social.
Javier Rincón Salazar, por su parte, ofrece algunas vías po-
sibles para la reflexión en torno al cambio, la permanencia y el
papel de la narrativa para comprender el devenir de la sociedad.
“La transformación de la realidad: la historicidad a partir de la
narrativa” es un texto nutrido por la perspectiva histórica y en
constante diálogo con algunos clásicos de la psicología social. El
autor argumenta la importancia de atender las diversas narrativas
que permiten dar sentido al mundo que nos rodea. A través de una
reflexión sobre el tiempo histórico, el trabajo muestra una propues-
ta que invita a asumir el carácter ficcional de la realidad social,
en tanto ésta se construye a partir de relatos y narrativas que, en
medio de la riada que habitamos actualmente, permiten retomar el
cauce de las tradiciones que, pese a todo, permanecen.
INTRODUCCIÓN 19
Introducción
21
22ANGEL MAGOS
1
El mismo Billig (2012) ha reconocido que la psicología retórica no logró reclu-
tar investigadores que orientaran sus trabajos desde esta perspectiva. Su convoca-
toria no obtuvo la respuesta que otras sí, como la que Jonathan Potter y Margaret
Wetherell lanzaron a través de su brillante libro Discourse and Social Psychology.
Beyond Attitudes and Behaviour (1996) (publicado originalmente en 1987, el mis-
mo año que Arguing and Thinking: A Rhetorical Approach to Social Psychology, de
Billig), que más tarde sería pilar indiscutible de la psicología discursiva.
CAMPALES DE LA VIDA COTIDIANA 23
2
Las diferencias que pudiera haber entre estas tres formas no lastiman las bases
epistemológicas y ontológicas de la psicología social desplegada en este trabajo. Dicho
24ANGEL MAGOS
sea de paso, “psicología retórica” es la forma en que Michael Billig suele referirse a su
psicología social, forma que ha sido admitida en Europa (de este modo se suele hablar
de la propuesta teórica de Billig); “un enfoque retórico en psicología social” es el subtí-
tulo del libro de Billig que, se puede decir, inaugura esta perspectiva en psicología so-
cial (Arguing and Thinking: A Rhetorical Approach to Social Psychology). Forma que,
además de ser la más bonita, advierte la importancia de los antilogos (otros enfoques
en psicología social); y “psicología social retórica” es, creemos, una forma oportuna de
tildar a esta psicología social en América Latina, donde hablar de una “psicología retó-
rica” hoy todavía podría conducirnos falsamente a la idea de una perspectiva retórica
al interior de la psicología general o, quizá, de la psicología clínica.
CAMPALES DE LA VIDA COTIDIANA 25
estipulan que las personas deben llenar sus mentes con tipos par-
ticulares de ideas. Esta doble cara (o triple o cuádruple) del mundo
social, en la que afirmación y negación son inseparables, donde la
crítica no es sin la justificación, será el espíritu del proyecto de psi-
cología social de Billig.
Comentario final
Referencias
Aproximaciones al discurso
psicologizante en la sociedad
49
50DIANA ESPINOSA
segunda tiene que ver con los referentes usados por cada cultura
para aislar a quienes asumen como poseedores de una naturaleza
‘anormal’” (Ríos, 2008: 82). Es decir, el término de la locura se con-
funde muchas veces con un vocabulario profesional a causa de las
apropiaciones y aplicaciones erróneas del discurso psicológico, de
esta manera, el mal uso de estos conceptos convierte en psicologi-
zado al discurso que los emplea.
Gergen (2007) considera que hay aspectos punitivos dentro del
discurso de la psicología, ya que éste tiende a sobreexplicar el ma-
lestar cotidiano de una persona. Para ilustrar lo anterior, el autor
refiere que cuando alguien se siente cansado, las teorías psicológi-
cas interpretan el cansancio como un síntoma de alguna enferme-
dad mental, siendo que en realidad puede tratarse simplemente
de que la persona tuvo un día pesado. Asimismo, hay palabras que
no alcanzan a describir el estado mental de las personas: el decir
que se está triste o feliz se queda corto para expresar lo que pasa
en la vida interior. Sin embargo, de acuerdo con el pensamiento
del autor, muchas veces esas expresiones son categorizadas como
síntomas de una enfermedad mental o de un estado psicológico no
deseable para la sociedad: todo se interpreta como un problema a
solucionar.
Lo que ocurre es una transformación en el lenguaje, la descrip-
ción de los sentimientos se convierte, dentro de la lógica de la psi-
cología, en nombres de malestares que indican la disfuncionalidad
de un individuo, al cual se le descontextualiza: “la persona es cul-
pada, mientras que el sistema permanece sin examinar” (Gergen,
2007: 306). Se recapitula la vida del individuo para saber por qué
en un determinado día se sintió cansado, o por qué se peleó con las
personas de su alrededor, y se trata de hacer un diagnóstico con
las pistas reveladas, actividad que se realiza desde el tecnicismo
de las teorías y los métodos de las ciencias de la salud.
De igual manera, la interpretación dentro del marco nosológico
marca distinciones entre lo que es racional e irracional. Se esta-
blecen estándares para que las personas puedan ser catalogadas
como racionales, hay ciertos patrones de conducta que determi-
nan que una persona ha cruzado el umbral de la racionalidad y,
por ende, debe ser tratada con un procedimiento clínico, bajo el
supuesto de que la persona es la que tiene un problema al compor-
tarse de manera irracional en diferentes contextos, cuando estos
contextos pueden ser por sí mismos estresores para la población en
EL DISCURSO PSICOLOGIZADO COMO MÉTODO... 53
unas sociedades a otras. Por lo general, los censores han sido hombres,
pero quien es censurado a menudo es una mujer. En este caso, a las
diferencias ideológicas se suman las diferencias de género. Los varones
censores no se identifican con las mujeres –se sienten “nosotros” frente
a “ellas”– (Portolés, 2016: 34).
Referencias
Introducción
73
74CARLOS LABASTIDA
1
Por su parte, Van Dülmen (2016), si bien reconoce la etapa del Renacimiento
como aquélla donde esta concepción alcanzó su auge, asegura que es desde los siglos
XV y XVI que se pueden encontrar apuntes y los primeros desarrollos de la individua-
lidad moderna.
2
Entre algunos de los procesos y fenómenos culturales en los cuales se vio mate-
rializada y reflejada esta exacerbación de la centralidad del individuo, a la vez que
sirvieron para consolidarla, legitimarla, e impulsarla, pueden mencionarse el surgi-
miento y auge de las novelas literarias (especialmente el género epistolar) y las bio-
grafías; el retrato y el autorretrato en el ámbito de la pintura; el surgimiento de una
arquitectura preocupada por el diseño de espacios íntimos o privados (como los baños
o dormitorios personales); la individualización tanto de las formas de castigo a los cri-
minales como de la tipificación de las ofensas en los códigos penales; el surgimiento
de las declaraciones de los derechos humanos y su consecuente institucionalización;
entre muchos otros (Joas, 2013; Hunt, 2007; Gergen, 1992). Hoy, podría decirse que
las redes sociales digitales –con su dinámica que orienta permanentemente a ofrecer
la mejor versión de uno mismo y donde la realidad parece haber devenido en un mero
reflejo del yo (Martín Prada, 2018)– cumplen un papel similar.
CRUZADAS ANTIINDIVIDUALISTAS... 77
3
La vertiente más extrema de esta visión individualista y racionalista de la rea-
lidad social se condensó en el bien conocido individualismo metodológico, el cual,
en esencia, postula que “la unidad elemental de la vida social es la acción humana
individual” (Elster, 2007: 23) y que la forma adecuada de explicar un fenómeno social
consiste en percibirlo como el resultado de la sumatoria de los comportamientos indi-
viduales dictados por las motivaciones de cada una de las personas involucradas en
dicho fenómeno (Corcuff, 2013).
78CARLOS LABASTIDA
4
Quizá la teoría de los sentimientos morales de Adam Smith (1978) sea una de
las excepciones más relevantes. Obra que, dicho sea de paso, tuvo una profunda in-
fluencia en las concepciones del self que desarrollarían a finales del siglo XIX y princi-
pios del XX autores como Charles H. Cooley o George H. Mead; y, en consecuencia, en
el posterior desarrollo del interaccionismo simbólico (Stryker, 1980).
5
Al rastrear las condiciones culturales que hicieron posible la aparición de los
derechos humanos, Lynn Hunt (2007) argumenta que sólo en una sociedad tan indi-
vidualizada como la occidental los derechos humanos pudieron surgir y ser conside-
rados como algo obvio o autoevidente, como naturales y parte de la esencia misma
de las personas, esperando a ser reconocidos y protegidos por un marco jurídico. Las
visiones naturalistas o esencialistas de los derechos ensombrecen el hecho de que
éstos son, en realidad, un producto y un logro cultural. Pues, a fin de cuentas, todo
derecho, toda libertad y toda autonomía sólo pueden existir y sólo pueden tener sen-
tido dentro de una colectividad que los signifique y los reconozca como tales, pero no
en un plano jurídico, sino en uno simbólico, es decir, definirlos como una realidad en
sí (Mead, 1915).
CRUZADAS ANTIINDIVIDUALISTAS... 79
6
Vale la pena anotar que la crítica no va dirigida a una negación de la existencia
de los procesos que tienen lugar en el sistema nervioso central ni de la relevancia
de la experiencia personal de las emociones en cuanto tales. Más bien, siguiendo a
Collins (2009), tan sólo se sostiene que las emociones “no se reducen a procesos fisio-
lógicos; muy al contrario, es el flujo de la interacción [...] lo que activa la fisiología del
cerebro humano [...]. La fisiología es el sustrato; la causalidad fluye desde la interac-
ción social. En gran medida, el cerebro humano se programa desde afuera” (Collins,
2009: 148). En todo caso, toda neurociencia interesada en los vínculos entre cerebro
y sociedad tendría que abocarse a conocer cómo la cultura –y la conciencia– dejan
sus huellas en las redes neuronales y las funciones cerebrales, no viceversa (Bartra,
2014; Mercadillo, 2016).
80CARLOS LABASTIDA
7
O, puesto en términos de Marx, “Los hombres hacen su propia historia, pero no
la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo
aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han
sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime
como una pesadilla el cerebro de los vivos” (2015: 151).
CRUZADAS ANTIINDIVIDUALISTAS... 83
Un individuo disfuncional
y una disfuncionalidad individualizada
8
Ejemplo paradigmático de esto es el caso del suicidio, sobre el cual, desde hace
ya mucho tiempo, Durkheim (2013) mostró cómo, a pesar de aparentar consistir en
un fenómeno pura y absolutamente individual que obedecería a una decisión tomada
en función de malestares personales y privados, éste termina siendo el resultado de
la interacción entre diversas fuerzas propias de una dinámica social particular.
9
La intención no es señalar directamente a estas corrientes de la psicología como
una causa directa de este proceso. Más bien, poner de relieve que, en tanto reflejo y
consecuencia de dicho proyecto de individualización, terminaron por legitimar, con-
solidar, complejizar e impulsar este modelo de naturaleza humana y de sociedad,
donde lo individual es considerado como la realidad suprema. Dichas corrientes de
la psicología y la psiquiatría han sido tan sólo una parte más dentro de ese proceso,
jugando un destacado papel como en su momento lo tuvieron aquellos procesos y
fenómenos mencionados previamente: la novela epistolar y la biografía; el retrato
y autorretrato; la arquitectura preocupada por la manifestación de la intimidad; la
consolidación e institucionalización de los derechos humanos; las redes sociales digi-
tales; etcétera.
86CARLOS LABASTIDA
10
El fuerte rechazo por parte de diversos sectores de la población hacia las me-
didas de confinamiento y restricción de la movilidad tomada por los gobiernos de
distintos países para hacer frente a la emergencia sanitaria por covid-19 es un buen
ejemplo de ello.
88CARLOS LABASTIDA
del “yo primero” (Bataillon, 2015) y del “yo más”, donde la perso-
na, haciendo gala de su egoísmo, actúa únicamente con miras a
sus intereses personales sin reparo de las consecuencias que sus
acciones puedan tener para terceros, ya sean otros individuos o
comunidades enteras. Al fin y al cabo, cada quien debe encargarse
de uno mismo.
La segunda es la que atañe al sentido de responsabilidad indivi-
dualizada previamente mencionado y sobre el que se profundizará
en lo que sigue.
En los millones de niños y jóvenes que se esfuerzan todos los días por
prepararse y continuar sus estudios […]. Se está abriendo paso una ge-
neración de ciudadanos con una mentalidad ganadora (Poder Ejecutivo
Federal, 2007: 13, cursivas añadidas).
11
No es tanto que el crimen haya capturado al Estado y a sus instituciones, sino
que son estos últimos los que han incorporado el campo criminal a sus prácticas y su
funcionamiento; es la institucionalización de la criminalidad (Segato, 2014).
CRUZADAS ANTIINDIVIDUALISTAS... 91
Politización
12
Aquí resultan ilustrativas las palabras con las que Miguel Córdova, joven en
situación de calle, agradeció a la gente las múltiples muestras de apoyo y solidaridad
que recibió después de que su testimonio sobre el colapso de un tramo elevado de
la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México se difundiera ampliamente: “Gracias
por hacerme sentir que todavía vivo en la sociedad y que soy parte de esta sociedad”
(Ruido en la Red, 2021).
96CARLOS LABASTIDA
13
Siguiendo esta idea puede asegurarse, con toda razón, que las protestas masi-
vas o multitudinarias no son el único tipo de reuniones que le hacen frente a la lógica
individualista, racionalista y utilitarista neoliberal. Entre éstas también encontra-
mos a otras masas de cientos o de miles, como las formadas en los eventos deportivos
o los conciertos; a las masas de varios, como las que emergen en las fiestas o los fune-
rales; a las masas de dos, como los enamorados; y a las masas de uno: aquellos indi-
viduos solos que, arrebatados por alguna pasión, actúan como una multitud (Fernán-
dez, 2014). Es decir, todo aquel fenómeno en que los múltiples cuerpos y conciencias
individuales se funden en un solo cuerpo y en una sola conciencia colectiva, los cuales
irrumpen, estorban, incomodan y trastocan ese orden cotidiano racionalista, utilita-
rista e individualista, porque a los indignados, a los extasiados, a los enfiestados, a
los apenados, a los enamorados y a los arrebatados “les importa un comino dedicar
sus fuerzas y desvelos a la producción material de riqueza” (Fernández, 2014: 155).
98CARLOS LABASTIDA
14
Aunque, en todo caso –como bien lo señalaba Durkheim (2012b)–, frente a la
multitud, los líderes y los ídolos han dejado de ser simples individuos para convertir-
se en el “grupo encarnado y personificado” (Durkheim, 2012b: 263). O, como años más
tarde lo diría Serge Moscovici parafraseando esta misma proposición, “el líder es la
masa hecha individuo” (Moscovici, 1985: 14).
CRUZADAS ANTIINDIVIDUALISTAS... 99
Conclusión uno.
Cruzadas antiindividualistas: una tercera vía
15
Proceso de “desestructuración de un cuerpo dado seguido de una reestructura-
ción con los elementos mismos de lo deconstruido” (Maffesoli, 2014: 11).
100CARLOS LABASTIDA
esta mala vida. Pero, como lo afirmaba Adorno (2001), la única for-
ma de llevar una buena vida en medio de una mala vida es aquella
que adopta la forma de la protesta, la que le hace frente y se planta
como una resistencia a esas modalidades de la mala vida. Como
se sostuvo a lo largo de este ensayo, las reuniones que devienen
en masas y multitudes son una de esas resistencias. La psicología
social podría ser otra, pues toda psicología social que se dedique a
construir representaciones antiindividualistas de la realidad, de
la sociedad y, sobre todo, del individuo sería un esfuerzo por cons-
truir realidades, sociedades e individuos antiindividualistas. Plan-
tear y practicar una psicología social así sería plantear y practicar,
en todo momento, una psicología social como resistencia.
Referencias
La mancha original
107
108SAÚL SÁNCHEZ
1
Si bien es cierto que el concepto de négritude y el movimiento al que dio origen
se circunscribían, en principio, a problematizar y superar el complejo de inferioridad
presente entre la población negro-africana, sus autores jamás perdieron de vista la
universalidad de la cuestión, extrapolándola a todos los sujetos subalternos debido
a cualquier variable: raza, religión, orientación sexual, clase, nacionalidad, etcétera
(Teodoro, 1999). También podemos encontrar esta clase de giros semánticos y rei-
vindicaciones contraculturales en diferentes movimientos y corrientes de expresión
a lo largo de la historia, tales como el impresionismo o los pachucos analizados por
Octavio Paz (1992).
110SAÚL SÁNCHEZ
2
El trabajo de campo consistió en una serie de grupos focales, realizados pre-
sencialmente con organizaciones de México, Francia, Reino Unido y, recientemente,
Colombia.
OVEJAS NEGRAS... 111
3
Como si hubiese una correlación negativa y directa entre espiritualidad y sexua-
lidad. Éste es, de hecho, un pensamiento muy antiguo y arraigado en el imaginario
religioso, sobre todo en el ascetismo, el cual buscaba precisamente el desarrollo es-
piritual por medio de la supresión del cuerpo, sus necesidades y placeres, cuando no
del masoquismo.
4
“Cuando naces católico, ser católico no es sólo una fe, algo a lo que te inscribes
como un pasatiempo; es muy cultural, tiene lazos culturales profundos y está asocia-
OVEJAS NEGRAS... 113
Fruto de este aparente callejón sin salida es que surgen las or-
ganizaciones católicas para la liberación sexual, como una alter-
nativa para aquellos católicos segregados o en desacuerdo con la
moral sexual católica vigente, de tal modo que puedan reunificar
su idiosincrasia y conciencia con el catolicismo, así sea al margen
de la institucionalidad. Se trata, como dijera Maffesoli (2012), de
un catolicismo no oficial, mas sí oficioso, que cubre una necesi-
dad social (y espiritual) vital para un grupo poblacional que, de
otro modo, estaría condenado a una crisis existencial permanente,
atrapado en un laberinto de culpa sin salida (Sánchez, 2015a).
Irónicamente, la liberación sexual acabó penetrando a la Iglesia
por detrás, y dicha cópula –no consensuada– fue fértil al punto
de procrear una descendencia tan numerosa como activa.5 Hoy en
día, dichas organizaciones –en extremo variopintas– despliegan su
activismo por doquier, llegando hasta los rincones más recónditos,
dondequiera que haya católicos, incluyendo Asia, África y aun el
mundo árabe.
Ahora, sería falso afirmar que la única motivación de estos re-
baños negros es resolver problemáticas de índole puramente per-
sonal; antes bien, todos ellos sienten la obligación de alzar la voz
desde dentro de su grupo religioso a fin de combatir los prejuicios
sociales de los que, consideran, adolece la jerarquía. Y no sólo por
sí mismos, sino por el bien de la propia Iglesia. Seamos claros: las
ovejas negras no luchan realmente contra la Iglesia en sí, sino con-
tra un sector del clero empeñado en defender una moral medieval
y reaccionaria, en pocas palabras, una normatividad incompatible
con la modernidad, que, finalmente, a quien más afecta es a la pro-
pia Iglesia, entendida en su sentido más pleno, como el pueblo de
Dios en su conjunto (ekklesia). Es por eso que para ellas no se trata
tanto de cambiarse de iglesia, como de cambiar a su Iglesia (Gó-
mez, 2014). De transformar radicalmente el catolicismo mediante
una reforma sexual que permita hacer progresar la fe hacia la mo-
dernidad y sus valores (Sánchez, 2015b). Pero para ello es crucial,
primero que nada, permanecer y actuar dentro de la Iglesia, así
sea en la periferia.
do con tu familia, tu geografía, de dónde vienes. Permea cada aspecto de cada día”.
5
José María Mardonés (1987) lo expresó de manera más sutil al decir que lo que
pasa fuera de la Iglesia tarde o temprano pasará dentro.
114SAÚL SÁNCHEZ
6
Se supone que cada católico debe creer y practicar básicamente lo mismo, sin
importar sus circunstancias, idiosincrasia ni opinión, ya que a fin de cuentas hay un
solo credo aceptable: el del Vaticano. De hecho, podríamos decir que la conformidad
OVEJAS NEGRAS... 115
es una suerte de premisa del catolicismo; una condición sine qua non para pertenecer
a la Iglesia.
116SAÚL SÁNCHEZ
7
Un a priori del pensamiento psicosocial muy arraigado desde los tiempos de Le
Bon y que no será desafiado sino hasta la obra de Moscovici.
OVEJAS NEGRAS... 117
8
La noción de blanquitud tiene también una connotación de crítica racial y cla-
sista por demás sugerente en el trabajo de Bolívar Echeverría (García, 2013), pero al
igual que su contraparte posee un potencial semántico suficientemente flexible para
aplicarse en otros sentidos más amplios.
118SAÚL SÁNCHEZ
TABLA 1
Tipología dicotómica de la identificación grupal
este sentido, las ovejas negras son criaturas sociales por demás
curiosas, pues ponen en cuestión el racionalismo imperante tanto
en el imaginario como en la teoría social sobre lo que significa ser
parte de un grupo.9 Externando las diferencias internas, tales in-
dividuos demuestran que ni las agrupaciones son monolitos ni sus
miembros clones, rompiendo el trinomio que a menudo se da por
sentado entre pertenencia, identidad y conformidad.
La teoría clásica presupone que la identidad social, fruto de la
afiliación, debe traducirse por fuerza en obediencia para ser cohe-
rente, siguiendo una lógica de sumisión en cadena: se pertenece a
un grupo, ergo, se acepta la “verdad” del grupo y, en consecuencia,
se acatan sus usos y costumbres; de otro modo sería contradictorio
afirmarse como parte de éste. Sobra decir que este razonamiento,
presuntamente apodíctico, es una calca del de las élites gobernan-
tes, por lo que no es de extrañar que éstas vean con alarma el que
existan sujetos que se identifican como miembros del grupo con
independencia o, incluso, a contracorriente de su autoridad. Por-
que la subversión adquiere una dimensión crítica al contar con los
mismos recursos y fundamentos que el colectivo del cual emana, lo
que la sitúa estratégicamente para derrumbar las columnas que
sostienen la ideología desde dentro.
Incapaz de concebir la identidad grupal fuera de un marco bina-
rio, la teoría social de antaño –al igual que el multiculturalismo de
hoy– olvidó que el pluralismo no es sólo una realidad de las relacio-
nes entre grupos humanos distintos, sino también y, primero que
nada, al interior de éstos. Como ya mencionamos, hay mil y una
formas de participar dentro de un mismo colectivo, de concebirlo e
interpretar sus ideales, principios y valores. Ciertamente, la pre-
sencia de una visión alternativa del grupo, así como el desarrollo
de un pensamiento distinto al dominante, así sean marginales, es-
tán en el origen de conflictos ideológicos de envergadura, que po-
nen en riesgo no sólo la cohesión, sino la supervivencia misma del
colectivo; pero, por otra parte, cumplen una función absolutamente
vital al interior de las organizaciones, al vehicular las desavenen-
9
Mutatis mutandis, podemos afirmar que las ovejas negras son para las ciencias
sociales lo que el ornitorrinco para las naturales, ya que el descubrimiento de esta
especie puso de cabeza la taxonomía de su época, al transgredir las características
físicas propias de categorías en principio mutuamente excluyentes (especialmente
aquella que disociaba mamíferos y ovíparos) (Eco, 1999).
120SAÚL SÁNCHEZ
fuerte y claro, con todos los riesgos que conlleva. Se trata de una
participación grupal contestataria y comprometida que cuestiona
la cultura dominante con la idea de conseguir una transformación
de fondo, constituyéndose así en agente de cambio organizacional
y renovación ideológica.
TABLA 2
Posibles respuestas frente al desacuerdo individual
con el grupo de pertenencia
Amar es disentir
10
El problema radica en que lo que se observa desde la base de la pirámide como
subversión es visto desde la cúspide como traición, dando lugar a una controversia
OVEJAS NEGRAS... 125
12
Si se nos permite la comparación, en otras épocas se consideraba el matrimonio,
la sexualidad, la reproducción y el amor como un conjunto inseparable, no obstante,
hoy es común encontrar sexo sin amor, amor sin reproducción, reproducción sin sexo,
etcétera.
OVEJAS NEGRAS... 127
FIGURA 1
Psicología de los grupos
y organizaciones en el imaginario social
Referencias
13
Por ejemplo, desde que la Iglesia anglicana empezó a aceptar homosexuales y
ordenar mujeres sacerdotes, un sector de creyentes y ministros de culto conservado-
res decidió separarse y volver al catolicismo, aprovechando una invitación que les
hizo en aquel entonces el papa Benedicto XVI. El problema fue que el clero anglicano
puede casarse, mientras que el católico tiene la norma del celibato. De tal suerte
que los anglicanos reconvertidos al catolicismo eran demasiado conservadores para
la actual Iglesia anglicana, pero resultaron demasiado progresistas para la católica
romana, constituyendo una especie de subgrupo híbrido que no es realmente del todo
católico ni anglicano.
130SAÚL SÁNCHEZ
Introducción
135
136FEDERICO PÉREZ
había sido excluida de los estudios del afecto: las teorías de la re-
presentación y la significación, y con ellas los estudios del discurso
y sus posibles inflexiones, con lo que es posible dar lectura a las
emociones dentro de un entramado de significados.
En este tenor la idea de atmósfera afectiva surge por la necesi-
dad de crear un ángulo de lectura emocional que permita mapear la
configuración afectiva. Lo denominado como psico-socio-geografía
del afecto no es más que un esquema que permite hacer visibles
sentimientos, afectos y, por ende, emociones dentro del entramado
social. O, como bien lo señala Gergen, habrá que “abarcar las emo-
ciones, reinterpretándolas como acontecimientos dentro de pautas
relacionales: como acciones sociales que derivan su significado e
importancia de su situación dentro de rituales de relación” (Ger-
gen, 1996: 192). Hay buenas razones para hacerlo, pues las emocio-
nes no están incrustadas en lo profundo de la psique, no son el pro-
ducto de reglas sociales y es posible equivocarse poco en torno a su
presencia en la psique. Por lo que su carácter debiera entenderse en
un “enfoque de práctica que se centra en los procesos de sedimen-
tación social, rutinas de regulación emocional, patrones relaciona-
les y ‘asentamiento’” (Wetherell, 2012: 22; traducido por el autor).
Habitualmente se incorporan patrones de prácticas afectivas como
una especie de potencial en las atmósferas afectivas que son ese
espacio liminal en el que se entrelazan múltiples fuentes de acti-
vación e información alrededor de estados corporales, situaciones,
experiencias pasadas, formas lingüísticas, pensamientos florecien-
tes, etcétera. La práctica es, entonces, tanto un sustantivo como
un verbo. Es una actividad y para los participantes (y los analistas
sociales), también es un punto de referencia establecido y un lugar
de repetición, la forma en que se hacen las cosas, y a veces no se
puede evitar hacerlo de nuevo del mismo modo. La práctica afectiva
se basa en la “continuidad” y hace que uno piense en patrones en
proceso enfatizando hábitos emocionales (los hábitos de felicidad,
amor, odio y miedo, por ejemplo).
El punto central, tal y como lo ha afirmado Eduardo Crespo
(2018), no se trata de la definición de emociones básicas, sino de
su ubicación analítica en tanto proceso ubicado en el ordenamiento
social, es decir, entender las emociones y los afectos en la cotidiani-
dad, que es donde adquieren su sentido y existencia, donde las per-
sonas hacen uso de esas emociones y afectos y se identifican consigo
mismas y con los demás. Ya que la práctica ciertamente empuja
142FEDERICO PÉREZ
1
Esta idea ha quedado plasmada en diferentes obras el pensamiento humano,
pero se podrían destacar algunas que nos parecen no sólo interesantes sino emblemá-
ticas a este respecto, pues presentan puntos de partida para la comprensión de este
fenómeno, dichas obra son La democracia en América, en donde Alexis de Tocqueville
constata una relación de opresión de la identidad sobre el individuo en relación con
la presión de la identidad sobre el individuo; Masa y poder de Elias Canetti, quien
fundamenta la comprensión del siglo XX en el concepto de masa y sus características,
para Canetti, la masa es una identidad absoluta e indiscutible, es un estado de ab-
soluta igualdad. Para continuar con el talante multidisciplinar también destacamos
la obra de Gustave Le Bon, Psicología de las masas, en donde se plantea que la in-
dividualidad se verá borrada en el alma colectiva, anegándose en la homogeneidad.
150FEDERICO PÉREZ
A modo de conclusión
la negatividad que quien le odia dice ver en él. El odio, como todas
las emociones, tiene una resonancia distinta en actitud de primera
persona que en actitud de segunda persona (no es lo mismo amar
que ser amado, temer que ser temido).
Esta vinculación y resonancia a través de las relaciones y la po-
sición que ocupan los involucrados en la espiral de odio no establece
una forma de disolver los lenguajes del odio. Resistirse a él implica
considerar de nueva cuenta cuáles son sus causas, es decir, regre-
sar a la paradoja. Si el vínculo del odio se ve en actitud de primera
persona, el resistirnos a él ¿no lo hace opaco e incomprensible? De-
jando simplemente el discurso del odio en un estado de falsificación
ideológica. Desde fuera, el odio es incomprensible y, por tanto, la
fuerza de su vínculo seductor y de atadura se rompe. Desde dentro,
el odio no necesita otra explicación que la necesidad de responder
a lo que nos ha dañado. Desde dentro el odio se explica totalmente
a sí mismo, desde fuera se nubla. En tal caso cabe la sospecha de
que el odio no es tanto una reacción, una emoción reactiva ante
algo perverso, amenazador, dañino; en cuanto atmósfera y práctica
afectiva, el odio es originario, producto de relaciones, circula en una
economía de emociones, por lo que se adhiere a los vínculos inter-
personales.
Tal y como sucede con el miedo, mucho de lo que el odio persigue
es una mera especulación de lo que en verdad existe, una simula-
ción, tal y como se manifiesta en el prejuicio. Lo que importa es que
podamos pensarlo de esta manera y que dispongamos del imagina-
rio social negativo en el que se despliegan las amenazas, los daños y
las agresiones. En el caso del odio, el imaginario social del otro real
aparece como negación de su realidad misma, así que la idea de odio
es la idea de suprimir al otro, al que le hemos adjudicado una serie
de características o elementos que generan rechazo. La relación con
el otro, que debiera ser caracterizada por la alteridad de la diversi-
dad, bajo la mirada del odio será la negación o eliminación de esa
alteridad. Esta relación es la expresión de la hostilidad, un cúmulo
de significados que se torna en práctica afectiva con la cual se confi-
gura la atmósfera del odio que rompe con la alteridad. El daño que
produce el odio en la vida es real; perjudica a las personas, destruye
vidas, deshace esperanzas, quiebra felicidades. Los odios politizados
tienen la inmensa fuerza de polarizar y de inundar la totalidad del
espacio de la representación del mundo y de los otros, pues su imagi-
nario del mundo se sustenta en una valoración absoluta de éste, en
un valor sentido como eje de configuración política y social.
162FEDERICO PÉREZ
Referencias
Autour cogito…
a modo de introducción
165
166EDGAR JUÁREZ
1
Tomo aquí la expresión planteada por Samo Tomšič (2019). En general, gran
parte de este escrito está enormemente influenciado por lo que Tomšič propone en
ALIENACIÓN Y PSICOLOGÍA SOCIAL 169
el apartado “The Labouring Cogito” de ese libro, The Labour of Enjoyment, y al cual
continuaré refiriéndome más adelante.
170EDGAR JUÁREZ
2
Frantz Fanon hace un giro crítico magistral sobre esta condición que escapa al
pensamiento hegeliano mostrando que “no hay una lucha abierta entre el blanco y
el negro”, ya que el blanco hizo “actuar al negro” y el negro tuvo que “dar las gracias
al blanco” por su liberación (1952: 176). Esta crítica pone en evidencia que la aliena-
ción, además de producir el antagonismo pensado por Hegel, designa igualmente una
alienación específica en los valores culturales de una libertad forzada a merced de un
espíritu (negro) que no llega a tener siquiera semejante estatuto de reconocimiento.
Esto da un lugar estructural a la fuerza segregativa de la alienación. Para ampliar
esta problemática a los límites de la psicología, véase Bulhan (1985), en especial el
capítulo “Fanon and Eurocentric Psychology”.
174EDGAR JUÁREZ
3
Tomo el concepto “siempre-ya” de Althusser (1970), que señala el carácter origi-
nario y siempre presente de la interpelación ideológica.
4
Fromm hace una referencia muy importante a la creación de ídolos por parte de
los hombres. En sus palabras, el hombre “adora lo que él mismo ha creado” (Fromm,
2014: 55). Tal vez esto sea una pista de la fascinación imaginaria por las respuestas
idílicas de muchos pensadores y científicos que hablan de todo y de nada desde un
176EDGAR JUÁREZ
6
Jakobson y Halle (2002) emparentaron estos conceptos freudianos con la “me-
táfora” y la “metonimia”, respectivamente, lo que hace del lenguaje un trabajo que
es susceptible de ser medido y puesto en una espacialidad específica. Esto se opone
férreamente al entendimiento del lenguaje como creación y distribución de los signos
o los significados y explora sus características estructurales puestas en superficie
(Jakobson y Halle, 2002: 79). Adicionalmente, Goux (1990) va a pensar de manera
exquisita y puntual la presencia de “economías simbólicas” tanto en Freud como en
Marx y también sus efectos.
180EDGAR JUÁREZ
7
Realmente no sería el B-side, sino el lado A, pues, atendiendo a la conocida sen-
tencia de Freud, “Donde Ello era, Yo debo advenir [Wo Es war, soll Ich werden]”, la
consciencia es una parte resultante del empuje negativo de lo inconsciente pulsional
(Freud, 1991b: 74).
ALIENACIÓN Y PSICOLOGÍA SOCIAL 181
8
Recientemente la feminista Moya Lloyd ha desarrollado un excelso trabajo crí-
tico a los planteamientos de Butler para discutir la lógica performativa de la identi-
dad. Apostando por el contrario hacia una política de la no identidad, puede pensarse
un cuestionamiento a la fijación política exacerbada por el sentido y la significación
identitaria. Ya que esto último no hace más que reproducir los modos alienados de
explotación que están expuestos por el sistema simbólico de la cultura en el sistema
económico capitalista, véase Lloyd (1999, 2005).
182EDGAR JUÁREZ
9
Este segundo retorno a Freud es propuesto por Samo Tomšič (2012) de modo ex-
haustivo haciendo puntual relevancia en el funcionamiento homológico del concepto
lacaniano de plus-de-goce en homología con la plusvalía marxiana en los seminarios
impartidos por Lacan de 1968 a 1971.
10
Lacan (2007) hace referencia a este neologismo en su Seminario VII para dar
cuenta de aquello que es profundamente interno y que está desplegado en la superfi-
cie exterior de la realidad humana.
184EDGAR JUÁREZ
FIGURA 1
Producción de la alineación
en tres inscripciones lógicas
11
Lacan menciona en “Televisión” que la energía pulsional de la libido es una
“constante numérica”, por lo cual, como en muchos otros momentos de su obra, el
ALIENACIÓN Y PSICOLOGÍA SOCIAL 185
FIGURA 2
Fenómeno esférico psi geometrizado
desde la idea de Pablo Fernández
FIGURA 3
Segundo modelo de Pablo Fernández
Fuente: actualización del modelo elaborado por Fernández Christlieb (1994: 98).
FIGURA 4
Toro de un anillo con demanda, deseo y au-sens
12
Existen muchos intentos fructíferos, críticos, conflictivos o tóxicos para seguir
estirando la coyuntura entre psicoanálisis (especialmente lacaniano, aunque no ex-
clusivamente) y la psicología social. Véanse, entre los más destacados, Frosh (2006),
Billig (1999), Parker (2009, 2015), Pavón-Cuéllar (2006, 2010) y Hook (2013).
194EDGAR JUÁREZ
13
Jacques Lacan (2008) es consciente de que al capitalismo no se le puede vencer
con una “yocracia” y que las revoluciones llevan al mismo punto sólo que en el sentido
inverso. Por esto esgrime la idea de subversión como un cuarto de vuelta en el cual
la demanda se interseca con la mediatriz del deseo para producir un movimiento
infinito.
ALIENACIÓN Y PSICOLOGÍA SOCIAL 195
Referencias
Introducción
201
202JAVIER RINCÓN
Ficciones psicosociales
unidad mental es creada por un grupo social, que llega a forjar una
mentalidad, surgida de la aceptación de que es diferente a lo que es-
taba establecido, “conflicto de lo viejo con lo nuevo, el odio el pasado
y la impaciencia por el futuro, el torrente de acontecimientos y la
dificultad de dominar su curso, el peso de la tradición y las audacias
de la creación de un mundo nuevo” (Rosanvallon, 1999: 39).
Las masas, al buscar una nueva realidad, se encaminan a per-
tenecer al mundo de las imágenes, al lenguaje y a los símbolos,
las masas son performativas, se comunican con el lenguaje y con
sus afectividades, para que la sociedad las reconozcan construyen
estos tres elementos mencionados.
La psicología política se referirá al entendimiento de cómo la
creación de símbolos, lenguajes e imágenes también lleva a la so-
ciedad a resistir o ceder ante los significados de estos elementos,
es decir, cuando se tienen nuevos elementos en la realidad, creados
por una masa, se debe persuadir al resto de la sociedad; para Le
Bon, éste es el eje central de la psicología política, “persuadir no
consiste simplemente en demostrar la exactitud de la razón, sino
en imponer esta razón” (1912a: 14).
Ahora bien, la idea de los públicos remite a la reorganización
de la sociedad a través de las perspectivas anteriores, cuando una
masa trata de modificar la mentalidad de un pueblo y logra per-
suadirlo, éste se reconfigura y hace surgir un nuevo sujeto en una
nueva realidad. Por lo que el público se convierte en el eje de la
nueva realidad del pueblo, “la multitud es el grupo social del pasa-
do” (Tarde, 1986: 49), pero el público es el grupo social del futuro.
Finalmente, la comunicación simbólica identificará a este nue-
vo sujeto que es el público y lo dotará de nuevos significados, no
de los que comparte con la sociedad, sino los significados que el
público construye al comunicarse con los demás, para construir un
“sí mismo”. Como señala Mead,
las personas sólo pueden existir en relaciones definidas con otras per-
sonas. No se puede establecer un límite fijo y neto entre nuestra propia
persona y la de los otros, puesto que nuestra propia persona existe y
participa como tal, en nuestra experiencia, sólo en la medida en que
las personas de los otros existen y participan también como tales en
nuestra experiencia (Mead, 1982: 192).
LA TRANSFORMACIÓN DE LA REALIDAD... 217
Tiempo lingüístico
Tiempo social
Para Bloch “los hechos históricos son, por esencia, hechos psi-
cológicos” (1988: 148). La historicidad es la parte temporal, todo lo
que vale y le da sentido a lo histórico, lo que se produce y reproduce
día a día; la noción de historicidad depende de la concepción especí-
fica de temporalidad a la que se le ha denominado tiempo-histórico.
La diferencia entre estas tres nociones (historia, histórico e
historicidad) no está en la discusión de su definición, sino de la
permanencia en la vida cotidiana, su practicidad, la cual recae en
mitos, rituales, relatos, hábitos, comportamientos; “la historicidad
es un elemento esencial de la vida social. Las prácticas sociales se
asumen como tales en la recuperación y renovación constante de
su sentido. Esto sucede a través del tiempo y con la conceptualiza-
ción misma del tiempo” (Bautista, 2006: 109).
Por lo que el tiempo social en sí no se hace en lo histórico, sino
en la historicidad, es un tiempo creado por lo social, es aquí donde
se hace la “realidad”, contemplamos en las prácticas el sentido de
nuestro tiempo y del tiempo pasado o anterior al nuestro, estas
prácticas se mantienen a través de objetos que fueron creados para
influir, contagiar, controlar, pero sobre todo para legitimar ante
otros u otro(s) grupo(s) algún acontecimiento, por ejemplo, el ca-
lendario, la Biblia, los monumentos, personajes históricos, en estos
objetos que las sociedades mantienen como sucesos veraces, son
también en muchos de sus casos, celebrados por que son “impor-
tantes” para el grupo, pero en realidad esconden un proceso total-
mente diferente, que es la dominación, como lo refiere Hobsbawm
en términos de la “fabricación en serie” de tradiciones.
La utilización por parte de un pueblo fervoroso pero práctico de un
rito antiguo para simbolizar los esplendores modernos de su imperio,
220JAVIER RINCÓN
Conclusión
Referencias
Introducción
229
230ANUAR MALCON
que dirigen su atención a los procesos que dan pie a los medios
construidos a lo largo de la historia; que toman en cuenta los em-
plazamientos y sitios particulares erigidos en tales medios, junto
con sus respectivas dinámicas cotidianas; y que observan con una
lógica espacial las interacciones y las relaciones sociales. En suma,
se trata de pensar el espacio como un gigantesco ámbito producido
socialmente y transformado con el tiempo, así como a manera de
un conjunto de elementos materiales, sensoriales, simbólicos, en-
tre otros, con un papel importante en la constitución de la vivencia
del mismo espacio.
En pocas palabras, aquí se propone un trayecto que comienza
con la producción del espacio y termina con la vivencia del espacio.
La primera parte apunta a poner de relieve las fuerzas sociales de,
por ejemplo, la economía, la historia y la ideología que, en virtud
de procesos particulares, moldean el terreno natural y producen
estrictamente contextos espaciotemporales de manufactura huma-
na. La segunda parte dirige la atención hacia las formas sensoria-
les e interaccionistas en que se experimenta, significa, aprecia y
construye, momentánea o duraderamente, el espacio en el marco
de la vida cotidiana. En ambas partes yacen tradiciones teóricas
y niveles de análisis que no guardan una perfecta armonía con-
ceptual entre sí. No obstante, el presente texto tiene el propósito
de convencer al lector de que los más nimios detalles espaciales
no tienen ninguna relevancia si se olvidan los grandes espacios
del mundo contemporáneo; la producción del espacio puede fungir
como contexto, en el estricto sentido del término, para cualquier
fenómeno espacial de, por ejemplo, el orden de la interacción.
Producción
1
Lefebvre (1983a) dedica todo un libro (La presencia y la ausencia. Contribución
a la teoría de las representaciones) a dilucidar la noción de representación tal y como
él la entiende desde un punto de vista decididamente marxista y nietzscheano. Para
efectos de simplicidad es plausible considerar la representación como un fenómeno de
conciencia que acompaña en una sociedad determinada a constelaciones de palabras
y cosas con un poder de abstracción y dominio que impulsa acciones particulares e
interpreta la vivencia con mediaciones situadas, a su vez, con valores y valoraciones.
Como se intenta explicitar, la representación con Lefebvre está involucrada con la
dimensión simbólica de la sociedad, pero tiene una amplitud mayor que conceptos
tales como ideología o imaginario. Una vez más, aventurando las afirmaciones, se
puede decir que este concepto es cercano a, por ejemplo, el de arquetipo. Para un
estudio donde se aplica este concepto de representación, pero a la comprensión de
teorías sociológicas, véase De filias y arquetipos. La vida cotidiana en el pensamiento
moderno de Occidente de Emma León (2001).
234ANUAR MALCON
Habitar
2
En este concepto de los espacios de representación Lefebvre recurrentemente
alude también al arte, el cual, dentro de sus planteamientos, ocupa un importante
papel relacionado con el concepto de obra y varias de sus sugerencias éticas y políti-
cas. Este tipo de propuesta teórica que pone en juego el arte y la obra con el espacio
se localiza en el cuarto capítulo de su ya mencionado libro sobre las representaciones
(Lefebvre, 1983a).
PROBLEMAS DEL ESPACIO... 237
Vivencia
Distancia
3
Vale la pena señalar que, si bien la noción de mundo ha sido y es ocupada por
un amplio abanico de tradiciones teóricas, algunas de las veces antagónicas entre
sí, en la perspectiva fenomenológica el mundo refiere a la experimentación de las
diversas realidades objetivas (materiales, económicas, culturales, entre otras) en el
marco de la vida cotidiana. Como señalaban Alfred Schütz y Thomas Luckmann, el
mundo de la vida cotidiana es la realidad significante en la que se vive en actitud
natural, es decir, “todo lo que experimentamos como incuestionable […] hasta nuevo
aviso […]. En la actitud natural, siempre me encuentro en un mundo que presupon-
go y considero evidentemente ‘real’ […]. Es el fundamento incuestionado de todo
lo dado en mi experiencia, el marco presupuesto por así decir, en el cual se colocan
todos los problemas que debo resolver. Este mundo se me aparece en ordenamien-
tos coherentes de objetos bien circunscritos que tienen determinadas propiedades”
(1977: 25).
PROBLEMAS DEL ESPACIO... 239
4
Evidentemente, esta clasificación de las distancias está organizada y pensada
para contextos culturales particulares. Sin temor a equivocación, ésta refiere concre-
tamente a ámbitos urbanos y occidentales.
240ANUAR MALCON
Territorio
Lugar
5
Es imprescindible aclarar que los procesos espaciales de conformación de lu-
gares no se detienen ni por asomo en los del espacio privado. Por ejemplo, sobre la
concentración y diferenciación de prácticas cotidianas en función de contrastes sen-
soriales y sociales o también la creación de lugares dentro de los lugares, Goffman
(2009) –en el campo de discusión de la vida social organizada dentro de los límites
físicos de un establecimiento– proponía una distinción analítica en clave interaccio-
nista: región anterior/región posterior o trasfondo escénico (front region/back region,
backstage). Ya en el interior de una locación, consideraba una región como “todo lu-
gar limitado hasta cierto punto por barreras antepuestas a la percepción” (Goffman,
2009: 124). En los más variados establecimientos con diferentes finalidades (desde
los mismos hogares hasta los lugares designados para el servicio al cliente o la venta
de bienes de consumo, por ejemplo), la región anterior es el punto donde la actuación
de un individuo aparenta que las actividades que desarrolla encarnan y mantienen
las normas del lugar; por poner un caso reconocido, los meseros suelen aparentar cor-
tesía y amabilidad con la finalidad, entre otras, de mostrar que el restaurante es un
lugar acogedor para los comensales. Mientras que la región posterior es el revés de la
región anterior: con relación a la actuación de la región anterior, aquí “la impresión
fomentada por la actuación es contradicha a sabiendas como algo natural” (Goffman,
2009: 130). Esta última región tiene diferentes funciones: cuidar, elaborar, corregir
y controlar las actuaciones presentadas en la región anterior; el almacenamiento de
detalles y utilerías de la facha personal o de equipos ceremoniales, entre otros. En
suma, “Aquí, el actuante puede descansar, quitarse la máscara, abandonar el texto
de su parte y dejar a un lado su personaje” (Goffman, 2009: 131); si se continúa el
ejemplo anterior, los meseros al entrar a la cocina tienen la oportunidad de arreglar
su fachada y enmendar cualquier desaliño, comentar errores y omisiones en su ser-
vicio, tomar los utensilios necesarios para presentar los alimentos y bebidas prepa-
rados y listos para ser servidos, o bien, si es que los comensales no han sido de su
agrado, charlar sobre los aspectos indeseados que tales personas muestran y hasta
contaminar con fluidos corporales los alimentos que les van a entregar.
250ANUAR MALCON
Reflexiones finales
La sala de box
Último comentario
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260ANUAR MALCON
Introducción
261
262DIANA LEANDRO
como “me dejó en visto”, o maneras en las que actuamos, “voy a se-
guirlo”, “darle like”, que en sentido literal serian incomprensibles
si no tenemos un contexto compartido. Y aunque uno no prescinde
del cuerpo cuando uno forma parte de una acción social de manera
digital, seguimos pensando y escribiendo desde el cuerpo, con pró-
tesis virtuales y avatares; en ausencia de los gestos y la expresivi-
dad actuamos los sonidos de dolor, de felicidad y de tristeza (ya sea
con lenguaje icónico o escrito), puede ser que en realidad no lo sin-
tamos, sino solamente para escenificar la experiencia y dar cuenta
de la situación a otro con quien pretendemos comunicarnos. Es
decir, ni cuando nos encontramos “aislados”, en soledad o cuando
“conversamos con nosotros mismos”, lo hacemos desde el destierro;
el pensamiento, los sentimientos, emociones y expresiones son so-
ciales y se enraízan en un colectivo, en función de los otros.
Amamos, nos entristecemos y odiamos de formas que han sido
establecidas socialmente. Las expresiones, por más íntimas que
parezcan, son colectivas, hay palabras que son oportunas para cada
situación y otras que no, y somos capaces de comprender cuándo es
el momento indicado porque nos hemos construido como objetiva-
ciones sociales, de grupos y colectivos a los que pertenecemos; por-
que adoptamos el lugar de los otros cuando actuamos. Esto implica
que cuando nos ponemos frente a una computadora, comentamos,
observamos, reaccionamos y hablamos de nosotros, no partimos de
la nada, cargamos con nuestros cuerpos, con saberes, ideologías,
gustos, miedos, el cuerpo no se abandona, uno lo lleva performati-
vizado, pues es desde ahí desde donde se puede hablar, desde don-
de se puede construir la participación, desde donde se debate y se
discute. Las potencialidades serán diferentes a las que supone la
interacción cara a cara (evidentemente), sin embargo, no producen
un abandono de la corporeidad ni de lo que encarna. Al entrar a es-
tos espacios nuevos y diversos intentamos traducirnos de formas in-
novadoras en espacios que nos parecen interesantes (por diversión),
pertinentes (por información) o necesarios (por obligación).
Del mismo modo, se pueden abordar dos versiones sobre la pre-
sentación de las personas en medios digitales, por un lado, encon-
tramos caracterizaciones de “ingenuos culturales” y, por otro lado,
conceptos como “prosumidor” (Toffler, citado en Jenkins, 2009) que
añaden a dicho enfoque una nueva mirada sobre las personas y la
capacidad de acción que estas poseen: las formas en que se hacen
presentes en la red, las maneras en que estas actúan y los sig-
270DIANA LEANDRO
1
Para definir los términos en que los fans participan de la cultura popular con-
temporánea.
2
Analizando la creatividad de los fans, las comunidades que se establecen, sobre
todo, en los medios online.
3
Estudiando la forma en que se producen contenidos y las relaciones entre pro-
ductores y audiencias.
ESPACIO DIGITAL... 271
4
El rastreo de la actividad y el recorrido del mouse mientras se encuentra en
línea.
272DIANA LEANDRO
5
Plataforma virtual habitable, configurada como un mundo, con paisajes y há-
bitats.
276DIANA LEANDRO
Palabras finales
tarnos por la increíble labor conjunta de estar con los otros es algo
que debería seguir sorprendiéndonos.
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284DIANA LEANDRO
Introducción
285
286GUSTAVO SERRANO
El tiempo y su descripción
1
La noción de movimiento resulta, de esta forma, clave. Sin embargo, debido a
que los objetivos de este texto responden a otros intereses conceptuales, se sugiere la
revisión de algunas obras importantes para la comprensión de este concepto. Quizás
el texto clave sea la conocida Física de Aristóteles (2005), al que se pueden sumar
algunas aportaciones de Henri Bergson, sobre todo los textos de Materia y memoria
(2006), La evolución creadora (1994) y el Ensayo sobre los datos inmediatos de la
conciencia (1999). Siguiendo esa misma línea, el filósofo francés Gilles Deleuze ha
realizado aportaciones a lo largo de su obra, específicamente en Cine I. Bergson y las
imágenes (2009) y Cine II. Los signos del movimiento y el tiempo (2011). El propio
Xavier Zubiri profundiza sobre esta noción en su libro Estructura dinámica de la
realidad (1995).
300GUSTAVO SERRANO
El tiempo humano
Tiempo de la vida
2
Parece importante distinguir, en este sentido, la noción de posibilidad de aque-
lla otra muy parecida, la potencia. Zubiri insiste en que la potencia del ser humano
puede ser la misma, por lo menos, desde hace cincuenta mil años, resulta ser algo que
pertenece al conjunto de la humanidad como capacidad. Sin embargo, cuando se ha-
bla de las posibilidades es importante afirmar que éstas sólo se abren condicionadas
por la situación presente y que, con cada una de ellas, cambia también el horizonte de
lo posible hacia el cual se puede trazar la vida. Se puede decir que la posibilidad, en
todo caso, es el horizonte de futuro aprehensible sobre el cual el ser humano es capaz
de proyectarse y, en consecuencia, actuar.
304GUSTAVO SERRANO
mejor asumir que el propio ritmo no está marcado sino por una co-
procesualidad de las temporalidades. Tal y como dice Zubiri (2008),
es este elemento lo que a grandes rasgos caracteriza la pretendida
unidad y universalidad del tiempo.
Unidad que es dada por la conjunción de los procesos en cuanto
tiempo. Universal porque, efectivamente, todas las cosas transcu-
rren en cuanto tiempo, incluso las realidades psíquicas y humanas.
El ritmo, en todo caso, es la forma en que los diversos procesos ma-
teriales, psíquicos y humanos se entretejen para dar la sensación
de una cadencia vital. Así, por poner algún ejemplo bastante mal
pensado, no significa que los ciclos de agricultura dicten, como si de
una mano invisible se tratase, las actividades de riego y cosecha;
ante todo hablamos de dos procesos con temporalidades propias
que convergen en un campo temporal que es, ante todo, rítmico, ya
no en el sentido de la musicalidad, como si el granjero bailase, sino
en el sentido de una coprocesualidad. Si el ejemplo se estira habría
que asumir que es también en la conjunción con el proceso cíclico de
la agricultura que el granjero sería capaz de proyectarse, de reali-
zar una futurición de acuerdo con los elementos posibles que tiene
a la mano (la lluvia, el sol, el ciclo de la tierra, etcétera). En la vida
de todos los días confluyen una multiplicidad de procesos: los pro-
pios del ser humano, el paso del metro o del transporte público, las
agendas, el ocio, el trabajo, las conversaciones inesperadas y las re-
uniones que se esperan con ansia. Parecería que, nuevamente, todo
eso se da en un tiempo abstracto y homogéneo que envuelve toda la
realidad, pero la cuestión sería más bien a la inversa: los tiempos
particulares de cada una de esas actividades, cosas y hasta sen-
timientos, entendidos como procesos que se conjugan, generan la
esquiva ilusión de un tiempo abstracto y contenedor de la realidad.
El ritmo, tal y como lo dicen Lefebvre y Régulier, es algo que –en
mayor o menor medida– la mayor parte de la gente conoce, según
estos autores, “el ritmo forma parte de las vivencias, pero ello no
significa que caiga dentro de la esfera de lo conocido” (1992: 267).
Cada uno de nosotros, con los cuerpos frágiles y cansados que po-
seemos es, de alguna manera, un paquete de ritmos orientado hacia
el exterior, hacia la acción que pende en el teatro de lo cotidiano.
De esta forma, “cada uno de nosotros es esa unidad de relaciones
diversas cuyos aspectos se subordinan a la acción hacia el exterior,
se orientan hacia fuera, hacia lo Ajeno y el Mundo, hasta tal punto
que se escapan de nosotros” (Lefebvre y Régulier, 1985: 267). Da
TIEMPO Y RITMO... 311
A manera de conclusión
Referencias