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LUCAS 23: 34: « Padre, perdónalos porque no

saben lo que hacen” »


¿Se encuentra esta frase en los Manuscritos Antiguos?

El texto de Lucas 23: 34 aparece como a continuación se muestra en


griego, en casi todos los Manuscritos tanto los llamados mayoritarios
como algunos especiales.
διαµεριζοµενοι→Dividiendo completamente
δε→pero τα→las ιµατια→prendas exteriores de vestir
αυτου→de él/su/sus εβαλον→echaron κληρον→suerte

• Este pasaje no se halla en los principales manuscritos del Nuevo Pacto: el


Papiro 75, los códices Sinaítico, Vaticano, Claromontano, Freeriano. La
edición científica del Nuevo Pacto griego (Nestle-Aland, edición 27 lo edita
entre dos paréntesis cuadrados, indicando que los editores dudan de su
autenticidad).
• Al eliminar el texto, el pasaje de Lucas fluye con naturalidad. Para
algunos, este texto es un añadido explicativo.
• No se manifiesta que unas palabras tan excelentes de Yeshúa se hallan
“perdido”, no aparezca ningún comentario en los primeros siglos en la
tradición judía cristiana.
• Esta frase atribuida a Yeshúa es dudosa, porque no se corresponde con
la teología de Lucas, aun cuando él enfatiza el mensaje de Yeshúa sobre el
perdón y la manera cómo el pueblo judío ignoraba la persona y el
ministerio de Yeshúa.
OTROS COMENTARIOS IMPORTANTES.
1) El «Comentario Textual al Nuevo Testamento Griego» de Bruce M.
Metzger, comentado a Lucas 23.34, afirma: “La ausencia de estas palabras
en testigos tan tempranos y diversos como P75, B, D*, W, Q, resulta de lo
más impresionante, y difícilmente puede explicarse como una escisión
deliberada por parte de los copistas que, al considerar que la caída de
Jerusalén era una prueba de que Elohim no había perdonado a los judíos,
no pudieron permitir que pareciera que la oración de Yeshúa había
quedado sin respuesta. Al mismo tiempo, el logion, aunque
probablemente no formó parte del evangelio original de Lucas, ofrece
pruebas que hablan por sí mismas de su origen dominical, y fue retenido,
entre corchetes, en el lugar tradicional en que fue incorporado por
copistas anónimos, en una época relativamente temprana en la
transmisión del tercer evangelio.”
2) «Nuevo Comentario Siglo 21» (Casa Bautista de publicaciones): Lucas
23.34ª, Este versículo se omite en un número significativo de antiguos
mss., pero debe ser mantenido como una parte genuina de lo que Lucas
escribió (cf. Hech. 7:60), o como una confiable tradición que se introdujo
en algunos mss. Debe haber sido omitido por escribas que sentían que la
oración no era imaginable o que no fue contestada.”
3) El «Comentario al texto de Griego del NT» de A. T. W. Robertson,
traducido y publicado en español por CLIE, al respecto, afirma lo siguiente:
“Algunos de los documentos más antiguos y mejores no contienen este
versículo, y, con todo, en tanto que no es seguro que forme parte del
evangelio de Lucas, está bien claro que Jesús pronunció estas palabras
(digo yo: ¿está bien claro?), porque son absolutamente originales”.
4) «Comentario Bíblico San Jerónimo» (Ediciones Cristiandad):
“Perdónalos… Esta oración de Jesús, que sólo consigna Lucas, falta en los
manuscritos P75, Sa, B, D* y W; aparece en los manuscritos S*, A, C, D2, L
y N. Es más fácil explicar su supresión por un prejuicio antijudío que
averiguar por qué pudo añadirse más tarde. El perdón que otorga Jesús a
los enemigos y a los grandes pecadores es típico del retrato que traza
Lucas del Salvador. El suyo es el evangelio de los grandes perdones. La
estructuración de Hechos 7: 60, sobre la escena de la muerte de Jesús es
también un argumento a favor de la autenticidad de esta plegaria.
Teniendo en cuenta que el verbo va en imperfecto (éleguen, «decía»), se
presenta a Jesús perdonando una y otra vez. Se alega como excusa la
ignorancia; Le recurre frecuentemente a esta causa excusante en Hechos:
3:17 y 13:27 con respecto a los judíos; 17:27-30 en relación con los
gentiles (cf. Le 12: 8-10; cf. Además, los correspondientes comentarios), se
repartieron sus ropas. Se consigna este detalle incidental porque supone
una alusión a Sal 22,19 y da oportunidad de contemplar a Jesús como el
inocente que sufre según el salmo. El sentido del orden que tiene Lucas le
hace situar el incidente aquí, mejor que después de la colocación del
título, para que no interfiera en su desarrollo acerca de la realeza de
Jesús.”
5) «La muerte del Mesías» (Raymond E. Brown, Verbo Divino):
“Autenticidad del versículo. Es omitido en testimonios textuales
significativos, algunos de ellos muy tempranos; pero se encuentra en otros
códices griegos importantes y en versiones primitivas. Éste es uno de esos
casos donde el peso de los testimonios textuales a un lado y al otro casi se
equilibra. Lo que resulta es que ya en el siglo II unas copias de Lucas
tenían el texto de 23,34a y otras no.
Por ironía, la frase quizá más bella del relato de la pasión es dudosa desde
el punto de vista crítico-textual. El sentimiento subyacente a ella
constituye la esencia de la manera cristiana de responder a la hostilidad.
Este dicho de Yeshúa fue seguramente uno de los principales factores que
llevaron a Dante a calificar a Lucas como "el escriba de la mansedumbre
de Mashíaj". Para algunos, si Yeshúa no las pronunció, las palabras de
23,34a carecen de importancia religiosa. Para otros, si Lucas no las
escribió, representan un simple sentimiento apócrifo. Para otros, en fin,
aun reconociendo el valor de una respuesta afirmativa con respecto a
alguno de los dos puntos anteriores, el largo uso de esas palabras por los
cristianos significa que han adquirido autoridad normativa. Si fueron
añadidas por un escriba, la percepción de ese escriba llegó a ser una
interpretación auténtica del Mashíaj de Lucas. Pero con demasiada
frecuencia, por desdicha, el verdadero problema no ha sido la falta de esta
plegaria en el texto, sino su ausencia de los corazones.”

OTRO DETALLE
Las Versiones Textuales, traducen siguiendo las recomendaciones
del Comentario textual al Nuevo Pacto griego de Bruce M. Mezger,
de modo que el texto queda de la siguiente manera: “Y repartiendo
sus vestidos echaron suertes”.
El caso es que unas versiones de la Escritura traducen «Jesús
dijo» (Biblia en lenguaje actual, Biblia para todos, Biblia del
Peregrino, Dios Habla Hoy, entre otras. Pero otras versiones de la
Escritura, la mayoría, traducen «Jesús decía», entre estas
prácticamente toda la serie de la Reina Valera, incluyendo la Reina
Valera actualizada.
¿Qué diferencia existe entre la expresión “«Jesús dijo» y
«Jesús decía?

La forma verbal «éleguen» (decía) está en tiempo imperfecto, voz


activa, modo indicativo, tercera persona del singular, del verbo
«légo» (yo digo). El tiempo imperfecto apunta a una acción en
proceso, en desarrollo, durativa, repetida, no puntual, aunque en un
tiempo pasado.

Por otro lado, la forma verbal «éipen» (dijo) está en tiempo aoristo
segundo, voz activa, modo indicativo, tercera persona del singular,
del mismo verbo «légo» (yo digo). El tiempo aoristo, a diferencia del
imperfecto, señala una acción puntual y específica.

Ahora bien, ¿a cuáles versiones favorece el texto griego? ¿A las


que reflejan el uso de imperfecto «éleguen» (decía) o a las que
reflejan el uso del aoristo «éipen» (dijo)?

A todas las que traducen «Jesús decía», es decir, a todas las que
reflejan el uso del imperfecto «éleguen».

Otro detalle interesante es estudiar la cultura semítica y romana en


relación a los casos de muerte de una persona. Cuando una
persona moría, de inmediato los familiares se repartían sus ropas, y
en el caso que una vestimenta era deseada por varios, entonces, se
echaban suertes. Había muchas formas de echar suertes. Hay
algunas versiones que en el caso de la muerte de Yeshúa, escriben
que tiraron los dados, mientras que en las mayorías de las
versiones dicen: echaban suertes. La palabra original en griego
es κληρον “suerte”, no aparece por ninguna parte la palabra dados,
aunque es bien cierto, que los soldados romanos siempre usaban dados
para estos casos de repartirse las cosas, no hay ninguna referencia
histórica ni siquiera extra escritural que admita que los soldados
procedieron a echar los dados. Ellos tenían muchas formas de echar
suertes. Echar suertes es una costumbre antigua para decidir sobre
diferentes cuestiones. El método que se utilizaba era el de echar guijarros
o pedacitos de madera o piedra dentro de los pliegues recogidos de una
prenda de vestir, es decir, “el regazo”, o dentro de una vasija, y luego,
agitarlos. El escogido era aquel cuya suerte se salía o se sacaba. Al igual
que el juramento, el echar suertes iba acompañado de una oración. Esa
oración se expresaba en voz alta o simplemente estaba implícita en el
acto, y así pedían y contaban con la intervención de Jehová. La palabra
“suerte” (heb. goh·rál) se utiliza tanto de forma literal como figurada con
la idea de “parte” o “porción”. (Jos 15:1; Sl 16:5; 125:3; Isa 57:6; Jer 13:25.) En la
época de Yeshúa los soldados romanos tenían el derecho de apropiarse de las vestimentas de
las personas que iban a ejecutar, de acuerdo al libro de Juan 19: 23-24, en concordancia con
Lucas 23: 34, los soldados echaron suerte sobre su túnica, porque su manto lo partieron en
cuatro partes, uno para cada uno de ellos. No se sabe con exactitud cuál fue la manera de
echar suerte, ni quién se quedó con la túnica, lo importante es que se echó suerte y alguien se
quedó con tan preciada túnica.

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