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1. Rionegro, Antioquia, 2 de octubre de 2016 (CD).

La siguiente es la declaración
del expresidente y senador, Álvaro Uribe Vélez, luego de conocer los
resultados del plebiscito:

“Compatriotas:

El sentimiento de los colombianos que votaron por el Sí, de quienes se abstuvieron y


los sentimientos y razones de quienes votamos por el No, tienen un elemento común:
todos queremos la paz, ninguno quiere la violencia.

Pedimos que no haya violencia, que se le de protección a la Farc y que cesen todos los
delitos, incluidos el narcotráfico y la extorsión.

Señores de la Farc: contribuirá mucho a la unidad de los colombianos que ustedes,


protegidos, permitan el disfrute de la tranquilidad.

Queremos aportar a un gran pacto nacional. Nos parece fundamental que en nombre
de la paz no se creen riesgos a los valores que la hacen posible: la libertad, la justicia
institucional, el pluralismo, la confianza en el emprendimiento privado, acompañado
de una educación universal, de calidad, como cabeza de la política social.

Insistimos en correctivos para que haya respeto a la Constitución, no sustitución;


justicia, no derogación de las instituciones; pluralismo político sin que pueda percibirse
como premio al delito; política social sin poner en riesgo la empresa honorable.

La economía del país está en dificultades, que podrían agravarse con los acuerdos, y
llegar al punto de que por frenar la confianza de inversión no hubiera los recursos para
cumplir lo pactado con la FARC.

El riesgo de perder el grado de inversión no se evita con más impuestos, en este difícil
momento, que empeoren la expansión empresarial y la diezmada capacidad
adquisitiva de los sectores de ingresos medios y bajos.

Pedimos encarecidamente al Gobierno y al Congreso decisiones de severa austeridad y


promoción efectiva de la confianza privada para garantizar el compromiso con la
inversión social.

Con afecto y solidaridad con nuestros soldados y policías, las Fuerzas Armadas de la
democracia, pedimos al Presidente Santos y al Congreso, que se permita una alivio
judicial que no constituya impunidad.

Reiteramos nuestro respeto a la libertad, a la intimidad de cada ciudadano y


reiteramos la necesidad de estimular los valores de la familia, sin ponerla en riesgo.
Los valores de familia, defendidos por nuestros líderes religiosos y pastores morales.
Pedimos una reflexión a la Comunidad Internacional, queremos contribuir a un
Acuerdo Nacional, que nos escuchen las razones. Sabemos que nuestros compatriotas
del Sí, al recibir el mensaje de nuestra buena voluntad, nos escucharán y los
escucharemos, pedimos lo mismo al Gobierno, a sus negociadores y a la Comunidad
Internacional.

Corrijamos, la Democracia de nuestra Patria ha sido superior a toda la presión oficial


para imponer el Sí.

Colombianos, muchas gracias a todos, a mis compañeros del Centro Democrático, a


quienes nos representaron, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Fernando
Londoño Hoyos, Plinio Apuleyo Mendoza, Francisco Santos, Juan Gómez
Martínez, Jaime Jaramillo Panesso, Iván Duque Márquez y Juan Carlos Vélez Uribe; ha
sido un honor adelantar esta tarea con el ex Presidente Andrés Pastrana, el ex
Procurador Alejandro Ordoñez. Ha sido muy interesante alimentarnos con los
argumentos de Jaime Castro, Rafael Nieto (hijo y papá), José Gregorio Hernández,
Hugo Palacios, Hernando Yepes, Juan Lozano, Marta Lucía Ramírez, Salud Hernández, y
de tantos valiosos compatriotas.

Gracias a todos los luchadores que en las calles y campos agitaron alegremente el No.
Debates constructivos con los del Sí nos aumentaron el afecto por los compatriotas y la
Patria entera.

Jóvenes colombianos, comprendemos su ilusión de paz, que hoy sea motivo de


reflexión para construirla en la solidez de la libertad, que es lo único que hace posible
el avance de la ciencia, también de grados superiores de verdad, a partir de cada
aporte.

En esta campaña nos hemos encomendado a Dios pidiendo luz para los argumentos, le
imploramos que no nos deje equivocar en el periodo que nos espera”.

(Fin) https://alvarouribevelez.com.co/frente-al-resultado-del-plebiscito-expresidente-
alvaro-uribe-velez/
2. Las 12 preguntas que no nos harán en el plebiscito y cinco monumentales
incongruencias

Cuando Usted amable lector esté leyendo esta columna se estará firmando, una vez
más, el Acuerdo entre el Gobierno Nacional y las FARC que será puesto a consideración
de los colombianos el próximo 2 de octubre.

El plebiscito al que nos disponemos tiene un significado trascendente. No vamos a


definir el sentido de una calle o el precio de las empanadas. Por lo visto hasta ahora, y
sin que cesen de llegar las sorpresas nos tocará salir a definir si aceptamos o
rechazamos ese Acuerdo que la campaña del sí ha querido convertir, en contra de lo
estipulado por la Corte Constitucional, en un dilema de paz o guerra.

Los partidarios del NO ya dimos a conocer razones de peso de tal decisión. Una de ellas
es que el Gobierno Nacional retrocedió en su propuesta inicial de convocar un
referendo que hubiese permitido la formulación de varias preguntas y optó por
condensar 297 páginas de un farragoso texto en una sola. Tal reculada, sumada
al descarado ventajismo oficial con su agresiva publicidad nos lleva a concluir que los
riesgos son mayúsculos en caso de que se apruebe la política presidencial.

Algunas de las preguntas que no nos harán en el plebiscito desvelan ese panorama
oscuro que se quiere ocultar con el manto de la “paz”, veamos:

1. ¿Está usted de acuerdo SÍ o NO con que el Estado otorgue 3 millones de hectáreas y


prometa otras 9 más para fomentar la agricultura basada en la pequeña propiedad?

2. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con otorgar 10 curules en el Congreso de la


República a las FARC sin establecer impedimentos para responsables de crímenes
atroces y que se creen 16 nuevas circunscripciones electorales en zonas de influencia
de dicha guerrilla?

3. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con que el Estado conceda financiación privilegiada


al movimiento político que reemplace a las FARC y les otorgue 31 emisoras comunales
y partidas presupuestales para hacer publicidad de su programa?

4. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con declarar que el narcotráfico, el secuestro, el


reclutamiento de menores, la violación de niñas y mujeres, como conexos con el delito
político?

5. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con no exigirle a las FARC que repare a sus víctimas
con sus propias finanzas?

6 ¿ Está Usted de acuerdo SÍ o NO con la creación de la Jurisdicción Especial de Paz y


del Tribunal de Paz compuesto por 72 magistrados que estará por encima de nuestro
sistema judicial y podrá desconocer el principio de la “cosa juzgada”?
7. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con la creación de 22 comisiones, comités y
sistemas de verificación y seguimiento de los acuerdos, y 14 Planes Nacionales de tipo
social, aunque muchos de ellos son similares a los ya existentes en nuestro
ordenamiento y se corra el peligro de crear un paraEstado?

8. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con nombrar una Comisión para el establecimiento


de la Verdad Histórica?

9. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con convertir el Acuerdo Gobierno Nacional-FARC


en tratado internacional y por tanto elevarlo a rango de Bloque de Constitucionalidad?

10. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO conque el Congreso de la República recorte su


función legislativa y de control político y le otorgue poderes habilitantes al Presidente
Santos por un periodo de seis meses, prorrogables otros seis?

11. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con que el Gobierno Nacional haya procedido a
reformar la doctrina militar por fuera de este plebiscito.

12. ¿Está Usted de acuerdo SÍ o NO con que soldados de Cuba, Venezuela y países de
la CELAC, organismo bajo influencia castrochavista, vengan a Colombia en calidad de
garantes de la paz?

CINCO INCONGRUENCIAS

1. Recuerdan Uds que el Colectivo de Abogados, Comisiones de Juristas, Iván Cepeda,


León Valencia, Claudia López y muchos más exigían, haciendo mítines, llevar a la cárcel
al coronel Plazas Vega y a otros oficiales? Esos mismos dicen hoy que la cárcel es una
institución medieval y que en aras de la paz a ella no deben ser llevados los
comandantes de las Farc, “ni un día”.

2. Mario Vargas Llosa ha sido inflexible en oponerse a que se otorgue perdón al


expresidente Albeto Fujimori condenado por delitos de lesa humanidad. Hoy acepta
que los jefes de las FARC responsables de delitos de lesa humanidad sean eximidos de
pagar sus penas en cárcel y que puedan ser elegibles.

3. Quienes ayer protestaron cuando a los paramilitares se les fijó una pena de ocho
años, hoy son elásticos y flexibles, como gelatinas, se oponen a penas de cárcel para
responsables de delitos atroces y califican de “vengadores” a quienes claman Justicia.

4. Gobierno y Oposición españoles felicitan y aplauden “paz” colombiana, aceptan que


se haya negociado con terroristas, que no haya cárcel para responsables de delitos
atroces, pero en su país se niegan a negociar con ETA (mucho menos letal que
FARC) que renunció a la lucha armada, quieren llevar a sus jefes a cárceles y no
aceptan que un solo etarra ocupe un escaño en el parlamento.

5. Los gobiernos de algunas potencias occidentales que dan visto bueno a la paz
colombiana, que han sido víctimas de ataques letales de organizaciones terroristas -
ISIS y Al Qaeda- no aceptarían negociar con estas a cambio de la entrega de armas y
cese de atentados, sin llevarlos a prisión, otorgándoles curules en sus parlamentos,
creando tribunales externos y financiando sus campañas de adoctrinamiento.

https://alvarouribevelez.com.co/las-12-preguntas-que-no-nos-haran-en-el-plebiscito-
y-cinco-monumentales-incongruencias/
3. Plebiscito colombiano (23 de septiembre de 2016)

Los colombianos van a votar sí o no. Para eso son los plebiscitos. El gobierno hace una
pregunta, por ejemplo: “¿quiere usted ponerle fin a la guerra en Colombia?”, y la
gente manifiesta su criterio.

Como los colombianos no muestran mucho entusiasmo, el gobierno se las ha


arreglado para que baste con que el 13% de los electores voten afirmativamente para
echar las campanas al viento y declarar el estallido de la paz. No será necesario el 50%
más 1 del censo electoral, como sucede en otras consultas y en otras latitudes.

El propósito del presidente Juan Manuel Santos y de Timochenko, el cabecilla de las


FARC, es legitimar los acuerdos de paz forjados en La Habana. Las FARC, para
entendernos, son el brazo armado del partido comunista colombiano.

Para Santos y su gobierno es la manera definitiva de ponerle fin a una guerra


sangrienta de medio siglo de duración, en la que han muerto o han sido asesinadas
cientos de miles de personas, ha producido el desplazamiento forzoso de varios
millones de campesinos que hoy deambulan por las ciudades sin oficio ni beneficio,
mientras miles de colombianos han sido secuestrados y maltratados durante años,
incluidas numerosas muchachas adolescentes convertidas en esclavas sexuales de los
guerrilleros.

El precio de la paz es aceptar que estas narcoguerrillas comunistas “no paguen un día
de cárcel” –como insisten los jefes de las FARC–, vulnerando la ley y el código penal
vigentes, para lo cual se recurrirá a una elástica “justicia transicional”, dulce galimatías
que sustituye los calabozos por unas ambiguas manifestaciones de culpa sin
arrepentimiento, porque ni siquiera a eso están dispuestos los gallardos combatientes
marxistas-leninistas.

Para ellos esas muertes y esos crímenes, o el tráfico masivo de cocaína, son inevitables
gajes del oficio. Daños colaterales producidos durante la batalla por conseguir un
mundo mejor y más justo. Como dice Timochenko: no tienen que pedir perdón por
nada. Él, y todos los oficiales que lo acompañan en La Habana se sienten felices y
orgullosos de ese medio siglo de horrores y sacrificios.

El error de Santos es no entender las razones de sus enemigos para sentarse a


negociar. ¿Por qué lo hacen? Anotemos las principales.

Primero, se sentían derrotados. La muerte en poco tiempo de Raúl Reyes, Mono Jojoy
y Alfonso Cano por medio de bombardeos aéreos los convenció de que era una
cuestión de tiempo que la plana mayor fuera diezmada. La doctrina de la Seguridad
Democrática de Álvaro Uribe tenía éxito.
A esta irritante convicción no fue ajena la aparición de los drones. A los líderes pronto
les sería muy difícil esconderse. La tecnología militar los liquidaría en un periodo breve.
La reunión en La Habana era para buscar otras formas de obtener los mismos
resultados.

Segundo, existía una alternativa para lograr el triunfo comunista. La había


proporcionado el chavismo. Si se hacía la paz y las FARC se insertaban en el mundo
político, podían llegar al poder siguiendo un guión ya probado: nueva Constitución
para cambiar las leyes a la medida del nuevo objetivo, candidato de izquierda
respaldado por las FARC, como hicieron en El Salvador con el periodista Mauricio
Funes, hombre cercano al Frente Farabundo Martí, y captura del Poder Judicial, algo
en lo que habían avanzado mucho.

Tercero, una vez en el poder, desatarían una tremenda ofensiva populista para crear
rápidamente las redes clientelares, a base de transferirles cuantiosos recursos “al
pueblo”, aunque el aparato productivo se arruinara totalmente en el proceso. Se
conoce la secuencia: dos años de gloria redistributiva y toda una vida de penurias
posteriores.

Eso no importa. Lo fundamental es constituir un enorme ejército de estómagos


agradecidos, partirles el espinazo a la democracia liberal y a la economía de mercado, y
crear una nueva burguesía revolucionaria con los dineros y propiedades arrancados a
los personeros del “viejo régimen”. No hay nada más grato que hacer la revolución con
los recursos de los enemigos.

Cuarto, generar los mecanismos para conservar el poder permanentemente. La


alternabilidad y el cambio de gobierno y de sistema son zarandajas tontas de los
demócratas, impropias de verdaderos revolucionarios que tomen en serio las
enseñanzas del padrecito Lenin. Como sucede en Cuba, el poder nunca se entrega.

¿Y cómo se logra todo esto? Pues con ingentes cantidades de dinero como las que
proporciona el narcotráfico. Las FARC son el tercer cártel de drogas del planeta. No
renunciarán a ello. No pueden y no quieren. La revolución comunista lo justifica todo.
Nadie dispone de más “mermelada”, como le dicen en Colombia a la plata dedicada a
sobornar y comprar conciencias.

En definitiva: ¿se vota sí o no? A mi juicio, la pregunta honrada sería la siguiente:


“¿Está usted de acuerdo en que las FARC abandonen la lucha armada y se dediquen
por la vía política a intentar destruir la democracia liberal y la economía de mercado, y
a tratar de construir una dictadura como la cubana o la venezolana en Colombia, o
prefiere combatirlos hasta derrotarlos totalmente?”. Ese sería un verdadero plebiscito.

https://alvarouribevelez.com.co/plebiscito-colombiano/
4. Maduro ordena a colombianos votar “Si” en plebiscito

El dictador venezolano Nicolás Maduro declaró ayer, 18 de septiembre de 2016, que el


acuerdo pactado en Cuba entre las Farc y Juan Manuel Santos hace parte del “legado
del comandante Hugo Chávez en América Latina”.

No debe quedar pues duda alguna al respecto: lo que ocurre con la operación de
“negociación política” entre los equipos de Santos y Timochenko, que tales actores
esperan firmar en Cartagena el 26 de septiembre próximo, sin tener en cuenta
siquiera la voluntad de los colombianos, pues éstos sólo podrán votar en favor o en
contra de esos “acuerdos” el 2 de octubre, después del acto propagandístico de
Cartagena, tiene por origen único los planes y decisiones tomados por los gobiernos
de dos dictaduras extranjeras hostiles a Colombia.

Sin esa decisión tomada por Caracas y La Habana, en vida de Hugo Chávez, las Farc no
hubieran aceptado entrar en negociaciones. Santos, por su parte, cedió y entregó las
instituciones colombianas en esa aventura a sabiendas de que los únicos beneficiarios
de tal traición serían únicamente las dictaduras fracasadas de Cuba y Venezuela.

La frase de Maduro es la revelación de todo eso. Maduro respondía, además, a la


declaración hecha en idéntico sentido por el jefe de las Farc, Timochenko, ese mismo
día, al llegar a la localidad de los Llanos del Yari, Colombia, para abrir la “X conferencia”
de la Farc.

Los dos jefes y actores del castro-chavismo latinoamericano, Maduro y Timochenko,


se felicitan con razón de la excelente labor cumplida.

Tras hacer tal afirmación, Maduro pasó obviamente a dar una orden perentoria a los
colombianos: “El próximo paso lo tiene que dar Colombia de manera soberana”, dijo
cínicamente después de afirmar que hay que “avanzar hacia un acuerdo definitivo en
el plebiscito que se llevará a cabo el próximo 2 de octubre”.

Estamos pues bien notificados los colombianos sobre el significado real del “sí” en el
plebiscito: no será un “si” por la paz, sino un “si” que facilitará la instalación de una
hegemonía extranjera sobre nuestro amado país

https://alvarouribevelez.com.co/maduro-ordena-colombianos-votar-si-en-plebiscito/
5. La pregunta del plebiscito: verdades y mentiras

A pesar de que fue la Corte Constitucional la que aclaro en su fallo sobre el plebiscito
que no se estaría votando el derecho a la paz sino una política pública impulsada por el
presidente de la República, este y los voceros de los partidos oficialistas, los
negociadores y la nube de columnistas que impulsan el SÍ, burlan el dictamen al insistir
que el 2 de octubre se votará por la paz o la guerra.

La Corte sentenció que “el plebiscito no es un mecanismo de reforma constitucional y


legal. En consecuencia… el contenido del mandato popular expresado mediante dicho
instrumento es de índole política, no normativa. Por este mismo motivo, a través del
plebiscito no pueden someterse a refrendación popular el contenido y alcance de los
derechos fundamentales” De manera que podemos reclamar a este Gobierno, aunque
suena a imposible, juego limpio, no engañen a la ciudadanía.

Unas líneas más adelante la Corte: “resaltó que el objetivo del plebiscito especial no es
someter a refrendación popular el contenido y alcance del derecho a la paz, sino
solamente auscultar la voluntad del electorado sobre la decisión pública contenida en
el Acuerdo Final”.

La retórica oficial de paz es falsa porque el acuerdo sobre el que se va a votar se refiere
a una negociación solo con las FARC. Esta semana el ELN dio a conocer en un
comunicado que siguen en su “guerra” y reafirmó la continuidad de su lucha por sus
propios objetivos. Por otra parte, quedan en actividad ilegal poderosos grupos como
las Bacrim, que extorsionan a la población, cometen crímenes y trafican drogas ilícitas,
con las que no se ha entablado una negociación. De modo que el mensaje de paz total,
tal como está fijado en la tendenciosa pregunta del plebiscito, es falso de toda
falsedad ya que, en plata blanca y sin ambigüedades, lo que se va a votar en el
plebiscito no es ni puede ser la paz, es un acuerdo con las FARC.

Las siglas de esta organización fueron omitidas en la pregunta por cálculo mezquino. El
Gobierno sacrificó la pregunta correcta en razón del alto costo político que le
representaría especificar que el tratado a aprobar era solo con la guerrilla más
desprestigiada del país. Por eso es claro que el Gobierno se burla del mandato de la
Corte y, para colmos, parece que esta no va a exigir respeto por su fallo.

Cuando los negociadores del Gobierno declaran sin inmutarse que el Acuerdo es
inmutable, inmodificable, innegociable, que si no lo aprobamos vendrán otros 50 años
de guerra, están convirtiendo ese acuerdo en un dogma que queda por encima de la
Constitución y del constituyente primario que es el único que puede fijar límites en
cualquier materia de leyes fundamentales.

Ese dogmatismo traído de los cabellos pretende desestimular el voto por el NO en el


plebiscito. Se le está diciendo a la opinión que el NO nos conduce a una vacío, que no
es claro qué pasaría en caso de ganar el NO. Como si la propia Corte Constitucional no
hubiese fijado posición a ese respecto, leamos lo que dice el fallo: “…si el plebiscito no
es aprobado, bien porque no se cumple con el umbral aprobatorio o cumpliéndose los
ciudadanos votan mayoritariamente por el “no”, el efecto es la imposibilidad jurídica
de implementar el Acuerdo Final, comprendido como una política pública específica.
Por ende, si se parte de considerar que el plebiscito no reforma la Constitución,
entonces una potencial desaprobación del Acuerdo Final tiene incidencia únicamente
respecto de la implementación de esa decisión de política pública en específico,
manteniéndose incólumes las competencias de los diferentes órganos del Estado,
entre ellas la facultad del Presidente para mantener el orden público, incluso a través
de la negociación con grupos armados ilegales, tendiente a lograr otros acuerdos de
paz” (página 7).

A pesar de la incuestionable claridad, el Gobierno y sus respaldos en vez de entender


que el triunfo del “NO” significa un mandato popular para que el Presidente y los otros
órganos del poder continúen adelantando negociaciones de paz, y en este caso, que se
plantee un viraje en los términos concedidos a las FARC, en vez de entender eso,
insisten, tendenciosa y maliciosamente, en que el triunfo del “NO” es lo mismo que
optar por la guerra.

Y, para darle mayor solidez y blindaje de acero al Acuerdo, han distorsionado el


derecho constitucional a la paz, al asimilarlo a un acuerdo específico. Nos quieren decir
que Acuerdo es lo mismo que paz en contravía de lo fallado por la Corte y de ahí
concluyen, sin razón, que el Acuerdo es inmodificable como si los negociadores de La
Habana fuesen superiores al Constituyente Primario.

CODA: Suele ocurrir que nadie escarmienta con las desgracias ajenas. El fantasma al
que tememos tiene vida real en Venezuela. La suerte del pueblo venezolano es bien
trágica: él solo luchando contra una dictadura que en principio no vieron como tal ni
como un peligro. ¿Será que tenemos que pasar por las mismas para entender a qué
tipo de gente y de movimientos se les quiere otorgar concesiones sin término?

https://alvarouribevelez.com.co/la-pregunta-del-plebiscito-verdades-y-mentiras/
6. Diez razones para votar No en el plebiscito (30 de agosto de 2016)

El anuncio del fin de la “guerra de 50 años” es presentado por intelectuales comunistas


y de otras izquierdas, por ilustrados liberales y progres, como el comienzo de una
“Nueva Era”, un “cambio de rumbo” una “Nueva Época” para Colombia.

Al fin, el Estado al que combatieron con crueldad les va a realizar a las FARC sus
consignas por decreto: tendremos paz, habrá tierra para los campesinos, la democracia
será más amplia y auténtica, se reconciliarán víctimas y victimarios, se aplicará justicia
a la medida, se crearán comisiones, comités, sistemas, tribunales, dispositivos por
decenas formando un PARAESTADO, se impondrá el lenguaje de género y nos
repetirán de todas las formas y a todas las horas los principios que ya figuran en
nuestra Constitución como si los hubiesen rescatado de siglos de ostracismo.
Los hitos de la desastrosa negociación quizás se hayan olvidado. El paquete que nos
trajeron de La Habana fue estructurado paso a paso y con calculada parsimonia. Los
“logros” se revelaban en medio de fiestas y shows publicitarios que no obstante luces y
guirnaldas no suscitaron grandes emociones. Hagamos un brevísimo repaso:
1. Se les otorgó estatus de contraparte a las FARC, por eso se negoció en pie de
igualdad y por eso quieren presentar el arreglo como un Acuerdo en el marco del DIH
como un tratado interpartes. Así, el Estado colombiano se igualó con una agrupación
terrorista.
2. Se negoció con las FARC temas propios de la Agenda Nacional relativos a políticas
públicas: reforma agraria que busca revivir un modelo ya desueto basado en la parcela
autosuficiente, como si en el campo no hubiese que trabajar, hoy día, en escala
industrial y con alto rendimiento y productividad.
3. Se negoció, antes y por fuera del Acuerdo Final, la doctrina militar, se debilitó el alto
mando, se llamó a calificar servicios a los oficiales más experimentados y se debilitó la
moral de combate del Ejército.
4. Santos se comprometió a no tocar la Constitución, pero, los Acuerdos contemplan
cambios de gran envergadura que la sustituirían, sustentados en una vaporosa retórica
constitucional de corte greco-quimbaya en la que pulula una babosería insulsa sobre
temas ya conocidos para descrestar a ingenuos e ignorantes.
5. Se conformaría una Jurisdicción Especial de Paz de 72 magistrados 15 de ellos
extranjeros, con varias salas de justicia, el famoso Tribunal de Paz diseñado por un
abogado comunista español y dos magistrados colombianos uno de los cuales nos dijo
que las FARC no eran tan malas y que había que dejar de tratar a los guerrilleros como
delincuentes. Ese tribunal tendrá vigencia indefinida, plenos poderes penales, podrá
hacer a un lado el principio de la cosa juzgada retomando casos ya definidos en
nuestros tribunales y otros que pueden constituir una cacería de brujas o a buscar a los
presuntos cerebros de la violencia.
6. El presidente Santos llegó a decir que si el proceso fracasaba Colombia nada iba a
perder, sin embargo estamos perdiendo cosas muy importantes: el sentimiento de
seguridad (que se había recobrado con la política de la Seguridad Democrática), la
tranquilidad y seguridad en las calles y barrios, ha renacido la extorsión, el país fue
dividido desde el gobierno entre “pacifistas y guerreristas”, existe un temor
razonable de que se imponga imperceptiblemente, aprovechando el caos y la división
de las elites políticas y de la opinión, el modelo castrochavista.
7. El Congreso de la República fue castrado en sus funciones legislativas en la medida
en que de triunfar el “sí” los acuerdos llevados a trámite en el Congreso no pueden ser
modificados sino aprobados u objetados.
8. Y el peor de todos los daños que se derivan de esta horrible entrega es el de la
capitulación de la Justicia pues, según el Gobierno y sus seguidores, pedir justicia es
revanchismo, es venganza, es guerrerismo. Para sustentar tal ignominia, los
ultraradicales colectivos y comisiones de abogados y activistas de izquierda defensores
de los derechos humanos, nos invitan hoy a que no se apliquen, a que pensemos que
es lo mismo un delito de lesa humanidad que uno corriente, en nombre del ideal de la
paz, que debemos perdonar aunque no nos pidan perdón, que no haya cárcel para
delitos de lesa humanidad, que la prisión es un castigo feudal y anticuado, que no
prestemos atención a los compromisos con el DIH que hace parte del Bloque de
Constitucionalidad, que desconozcamos el mandato de la CPI a la cual pertenecemos.
9. El Gobierno cedió a la guerrilla y a la intelectualidad que ha sido tolerante,
justificadora o simpatizante de la causa la tarea de reconstruir la Memoria Histórica
para que se escriba el relato verdadero y oficial de la historia del conflicto en el que se
reafirmará que la violencia guerrillera fue fruto de “condiciones objetivas”.
10. El paquete de los Acuerdos contiene desagradables sorpresas. Por el momento y
de paso: se les concedería a las FARC, contrario a promesa del Presidente, 26 curules a
partir de 2018 y sin exclusión de responsables de delitos atroces. Se les conceden miles
de millones para la creación de su partido y hacer pedagogía sobre su ideología y
programa, como si no tuvieran recursos.
CODA: El 2 de octubre debemos votar rememorando una de las ideas más acertadas
de Jorge Eliécer Gaitán: “El pueblo es superior a sus dirigentes”.

https://alvarouribevelez.com.co/diez-razones-para-votar-no-en-el-plebiscito/
7. El plebiscito, ahora sí (29 de agosto de 2016).

Apurado por el riesgo de que el plebiscito se cruzara con la reforma tributaria que
debe tramitar este año, el Gobierno por fin consiguió que las Farc firmaran el acuerdo
final. Las Farc, que son crueles pero no tontas, no iban a dejar de hacerlo, después de
que consiguieran casi todo.
Santos repitió su táctica del pasado y apenas De la Calle y compañía se medio
endurecieron en La Habana, los relevó de funciones y envió, con la orden de que
firmaran a cualquier costo, a Juan Fernando Cristo y a Rafael Pardo, tal como había
hecho antes con Manuel José Cepeda y Juan Carlos Henao en el tema de justicia y
después con Roy Barreras y la canciller Holguín, que no para de meter la pata en
materia internacional pero que ha resultado muy hábil para orquestar fanfarrias llenas
de personajes y personajillos internacionales que encandilan a nuestros periodistas
enmermelados.

Así que nos anuncian que habrá plebiscito. Antes, sin embargo, el Congreso tiene el
deber de aprobar o rechazar la convocatoria que hará el Gobierno. Pero ocurre que la
Presidencia se niega a revelar el texto de la pregunta que habrá de presentarse a los
ciudadanos. Por un lado, si no se sabe la cuestión, ¿qué será lo que aprobarán los
congresistas? El Congreso debe dar su concepto sobre una materia concreta y ocurre
que el Gobierno, en el informe del 25 de agosto al parlamento “de la decisión de
convocatoria a un Plebiscito”, se limita a decir que “ha previsto el día 2 de octubre de
2016 como la fecha de realización” del mismo. Nada más. Por el otro, de acuerdo con
la Corte Constitucional el plebiscito “no es someter a refrendación el contenido y
alcance del derecho a la paz sino solamente auscultar la voluntad del electorado sobre
la decisión pública contenida en el Acuerdo Final”. De manera que solo si el Congreso
conoce la pregunta sabrá si el plebiscito se ajusta a lo ordenado por la Corte o si el
Gobierno pretende hacerles trampa al alto tribunal y a los ciudadanos. Y será solo
sobre esa base que el Congreso pueda aprobar o rechazar la convocatoria. Otra cosa
será dar otro cheque en blanco al presidente y vulnerar la decisión del tribunal
constitucional.

Me han informado que el Ministerio de Hacienda ya aprobó los recursos para la


realización del certamen. ¿Con qué base legal lo hizo si no hay aún aprobación del
plebiscito por el Congreso? Hacienda no puede disponer de 280 mil millones de pesos,
que es lo que costarán la organización de los comicios en la Registraduría, sin contar
los gastos de publicidad, si no tiene aprobación presupuestal previa.

También tenemos claro que las Farc no estarán concentradas para el 02 de octubre
porque, como nos anunciaran y aunque el cacareado acuerdo entre ellas y el Gobierno
dijera otra cosa, tal concentración no se dará sino después del plebiscito. Es decir, el
plebiscito se hará con ellas armadas y con posibilidad de constreñir a los electores. El
magistrado ponente de la Constitucional nos aclaró que las Farc no tenían que
entregar las armas, pero sin concentración no habrá garantía alguna de que “el elector
no puede ser coaccionado a través del uso de la violencia”, según palabras del mismo
magistrado. “Una condición necesaria para la protección de la libertad del elector es
evitar que sea coaccionado para optar por una u otra alternativa frente al Acuerdo
Final”, había dicho la Corte en su sentencia. Pues no, el plebiscito, para desmedro
adicional de su legitimidad, en las regiones de presencia de las Farc se hará con el fusil
en la nuca.

Ahora vendrá la evaluación sobre el contenido de los acuerdos. Habrá que tener
paciencia para leerse ese mamotreto que, por obra y gracia de la autoemasculación de
los parlamentarios de la Unidad Nacional, hará parte del bloque de constitucionalidad.
Yo no he terminado de hacerlo y por eso no opino todavía. Mientras, las Farc siguen
justificando su violencia y mantienen sus ideales de imponer en Colombia el modelo
comunista que fracasó en todas partes, nuestros vecinos incluidos. ¡Y nunca pidieron
perdón ni Santos se los exigió!

https://alvarouribevelez.com.co/el-plebiscito-ahora-si/
8. Plebiscito colombiano: la pregunta clave (23 de agosto de 2016)

Los colombianos van a votar sí o no. Para eso son los plebiscitos. El Gobierno hace una
pregunta, por ejemplo: "¿Quiere usted ponerle fin a la guerra en Colombia?", y la
gente manifiesta su criterio. (23 de agosto)

Como los colombianos no muestran mucho entusiasmo, el Gobierno se las ha


arreglado para que baste con que el 13% de los electores voten afirmativamente para
echar las campanas al viento y declarar el estallido de la paz. No será necesario el 50%
más 1 del censo electoral, como sucede en otras consultas y en otras latitudes.

El propósito del presidente Juan Manuel Santos y de Timochenko, el cabecilla de


las FARC, es legitimar los acuerdos de paz forjados en La Habana. Las FARC, para
entendernos, son el brazo armado del Partido Comunista Colombiano.

Para Santos y su gobierno es la manera definitiva de ponerle fin a una guerra


sangrienta de medio siglo de duración, en la que han muerto o han sido asesinadas
cientos de miles de personas, ha producido el desplazamiento forzoso de varios
millones de campesinos que hoy deambulan por las ciudades sin oficio ni beneficio,
mientras miles de colombianos han sido secuestrados y maltratados durante años,
incluidas numerosas muchachas adolescentes convertidas en esclavas sexuales de los
guerrilleros.

El precio de la paz es aceptar que estas narcoguerrillas comunistas "no paguen un día
de cárcel" —como insisten los jefes de las FARC—, vulnerando la ley y el código penal
vigentes, para lo cual se recurrirá a una elástica "justicia transicional", dulce galimatías
que sustituye los calabozos por unas ambiguas manifestaciones de culpa sin
arrepentimiento, porque ni siquiera a eso están dispuestos los gallardos combatientes
marxistas-leninistas.

Para ellos esas muertes y esos crímenes, o el tráfico masivo de cocaína, son inevitables
gajes del oficio. Daños colaterales producidos durante la batalla por conseguir un
mundo mejor y más justo. Como dice Timochenko: no tienen que pedir perdón por
nada. Él, y todos los oficiales que lo acompañan en La Habana se sienten felices y
orgullosos de ese medio siglo de horrores y sacrificios.

El error de Santos es no entender las razones de sus enemigos para sentarse a


negociar. ¿Por qué lo hacen? Anotemos las principales.

Primero, se sentían derrotados. La muerte en poco tiempo de Raúl Reyes, Mono Jojoy
y Alfonso Cano por medio de bombardeos aéreos los convenció de que era una
cuestión de tiempo que la plana mayor fuera diezmada. La doctrina de la Seguridad
Democrática de Álvaro Uribe tenía éxito.

A esta irritante convicción no fue ajena la aparición de los drones. A los líderes pronto
les sería muy difícil esconderse. La tecnología militar los liquidaría en un periodo breve.
La reunión en La Habana era para buscar otras formas de obtener los mismos
resultados.
Segundo, existía una alternativa para lograr el triunfo comunista. La había
proporcionado el chavismo. Si se hacía la paz y las FARC se insertaban en el mundo
político, podían llegar al poder siguiendo un guión ya probado: nueva Constitución
para cambiar las leyes a la medida del nuevo objetivo, candidato de izquierda
respaldado por las FARC, como hicieron en El Salvador con el periodista Mauricio
Funes, hombre cercano al Frente Farabundo Martí, y captura del poder judicial, algo en
lo que habían avanzado mucho.

Tercero, una vez en el poder, desatarían una tremenda ofensiva populista para crear
rápidamente las redes clientelares, a base de transferirles cuantiosos recursos "al
pueblo”, aunque el aparato productivo se arruinara totalmente en el proceso. Se
conoce la secuencia: dos años de gloria redistributiva y toda una vida de penurias
posteriores.

Eso no importa. Lo fundamental es constituir un enorme ejército de estómagos


agradecidos, partirles el espinazo a la democracia liberal y a la economía de mercado, y
crear una nueva burguesía revolucionaria con los dineros y propiedades arrancados a
los personeros del "viejo régimen". No hay nada más grato que hacer la revolución con
los recursos de los enemigos.

Cuarto, generar los mecanismos para conservar el poder permanentemente. La


alternabilidad y el cambio de gobierno y de sistema son zarandajas tontas de los
demócratas, impropias de verdaderos revolucionarios que tomen en serio las
enseñanzas del padrecito Lenin. Como sucede en Cuba, el poder nunca se entrega.

¿Y cómo se logra todo esto? Pues con ingentes cantidades de dinero como las que
proporciona el narcotráfico. Las FARC son el tercer cártel de drogas del planeta. No
renunciarán a ello. No pueden y no quieren. La revolución comunista lo justifica todo.
Nadie dispone de más "mermelada", como le dicen en Colombia a la plata dedicada a
sobornar y comprar conciencias.

En definitiva: ¿se vota sí o no? A mi juicio, la pregunta honrada sería la siguiente:


"¿Está usted de acuerdo en que las FARC abandonen la lucha armada y se dediquen
por la vía política a intentar destruir la democracia liberal y la economía de mercado, y
a tratar de construir una dictadura como la cubana o la venezolana en Colombia, o
prefiere combatirlos hasta derrotarlos totalmente?". Ese sería un verdadero plebiscito.

https://alvarouribevelez.com.co/plebiscito-colombiano-la-pregunta-clave/
9. Por qué votaré NO en el plebiscito (agosto 10 de 2016)

Qué hará el pueblo colombiano si le ponen un fusil en la sien? Por ellos votaré NO en el
plebiscito.

Quiero la paz de Colombia, pero no la paz FarcSantos que se estaba negociando en La


Habana. Ahora habrá un capítulo que será redactado en Colombia, bajo la misma
orientación. Por tal motivo votaré NO en el plebiscito.

Quiero la paz en Colombia, pero no la paz de las Farc. No estoy inventando. Tanto alias
Iván Márquez como alias Timochenko lo han dicho claramente: Que como políticos
buscarán que Colombia sea parte del Socialismo del Siglo XXI, el de Cuba y Venezuela,
con la combinación de todas las formas de lucha para llegar a la dictadura del
proletariado. Por eso votaré NO en el plebiscito.

En Cuba, los Castro se tomaron el poder y dos años después se declararon comunistas.
En Venezuela, Chávez arrancó como mansa oveja y luego dejó la piel y salió el lobo
comunista. No hay para qué recordar todo lo que está pasando en la Venezuela de hoy
y lo que ha pasado en Cuba con el Paredón, la falta de libertades, el no futuro si
alguien no sigue lo que dicta el régimen. Me consta el miedo de los cubanos y cómo
sólo nos dicen los fracasos de su “modelo” en voz baja y rogando que no los
identifiquemos en lo que escribamos o digamos porque: “Hasta ahí llega mi carrera y el
futuro de los míos”. Quiero la paz, pero no la paz de FarcSantos. Votaré NO en el
plebiscito.

A propósito: ¿Por qué siguen saliendo cubanos y dando la vuelta por toda Suramérica
buscando llegar a Estados Unidos? No lo harían si el comunismo de la isla fuera bueno.
Lo hacen desesperadamente. Al ver y oír todo esto, me convenzo más y repito: Votaré
NO al ilegítimo plebiscito.

Cubanos y venezolanos fueron engañados y después les saltó la liebre. En Colombia las
Farc no nos han engañado y dicen por qué y para qué quieren el poder. ¿Ante tanta
claridad de sus propósitos votaríamos SÍ al plebiscito? Creo que no. Gracias a la
claridad de la guerrilla, que no de Santos, votaré NO en el plebiscito.

Alguien me decía que el pueblo colombiano no es bobo y que no va a votar en unas


elecciones por el comunismo que ofrece la guerrilla. Estamos de acuerdo, el pueblo
colombiano no es bobo ni tonto. Pero, ¿qué hará si le ponen un fusil en la sien o lo
hacen con sus hijos? Por ellos y por todos los colombianos de buena voluntad, votaré
NO en el plebiscito.

Escuché a un militar refiriéndose a las respuestas de Luis Carlos Villegas sobre los
requerimientos que le hacían el Comandante del Ejército y el Comandante de las
Fuerzas Militares para garantizar su misión Constitucional de Defensa. Que necesitan
reparar los tanques de guerra, hacerles overhaul, (mantenimiento), a los aviones
Tucano. Que necesitan revisar los misiles tierra aire, entre muchas otras cosas. Y la
respuesta del Ministro fue No hay plata para nada de lo que Ustedes solicitan. Por esto
votaré NO en el plebiscito.
No se nos olvide que JMSantos nos amenazó con la reactivación de las milicias
urbanas, con la llegada de lo que él llama guerra a las ciudades, si nos negábamos al SÍ
al plebiscito. Las milicias están en las ciudades. Lo único que sabemos es que no habrá
más Fuerza Pública para cuidar a sus habitantes. Razón extra para votar NO en el
plebiscito.

Hace poco anunciaron las autoridades, MinDefensa y el Presidente de ACORE el


llamado a calificar servicios a 120 Tenientes Coroneles del Ejército. ¿Por qué ahora?
Precisamente cuando más se necesitan…Triste y sospechoso. Otro motivo para votar
NO en el plebiscito.

Oí que, con mucho orgullo, decían que iban a reforzar el batallón de soldados que van
a prestar servicio en las Fuerzas Especiales de la ONU. Y ¿por qué no los dejan en
Colombia para cuidar las zonas de concentración de las Farc, pensé, en vez de traer
gendarmes cubanos? Por eso votaré NO en el plebiscito.

¿Se nos ha olvidado lo que hacen en Venezuela al lado de Maduro y Diosdado Cabello?
Viendo su actuar, me reafirmo en que votaré NO en el plebiscito.

¿Acaso no nos damos cuenta de que en la vigilancia de las zonas de concentración


quieren prescindir de los organismos en que tienen asiento Estados Unidos y Canadá,
es decir la ONU y la OEA? Por esto votaré NO en el plebiscito.

Hoy, (viernes), escuché al gobernador de Antioquia, Luis Pérez, preocupado porque ni


Santos ni sus negociadores lo han consultado, tampoco a los Alcaldes, sobre las zonas
definidas para Antioquia, que, según el Gobernador, no pueden estar en sitios
estratégicos como Hidroituango, el Nudo de Paramillo ni en reservas indígenas, ni en
Turbo. Seguramente también está pasando lo mismo en otros departamentos. Una
razón de más para votar NO en el plebiscito.

JMSantos dijo que para votar el plebiscito no es necesario que todo esté acordado.
Entonces, ¿vamos a firmar una hoja en blanco? Ni riesgos. Otra razón para votar NO en
el plebiscito.

Si el umbral lo bajaron al 13% del potencial electoral es porque temen perder. Bajarlo,
no es jugar limpio. Por eso votaré NO en el plebiscito.

Detrás de la jornada electoral vendrá una cascada de impuestos para tapar el hueco
fiscal. Ni el IVA a productos de la canasta familiar se salva. Este IVA golpea más a los
más pobres. Otra razón para votar NO en el plebiscito.

¿Y cómo así que todo lo acordado y por acordar entrará al bloque de


Constitucionalidad con el apoyo de un Congreso mayoritariamente enmermelado?
Votar NO en el plebiscito es un deber, creo.

Como si esto fuera poco, lo acordado será depositado en Ginebra, no importa que la
mayoría de los textos, o quizá todos, nada tengan que ver con los Protocolos
Adicionales a los Acuerdos de Ginebra que se refieren solamente a delitos de lesa
humanidad y violatorios del Derecho Internacional Humanitario, DIH. Es decir, tendrán
rango supraconstitucional, serán tratados internacionales. Ya esto es demasiado. Por
eso votaré NO en el Plebiscito que se nos vino encima.

Hay muchos otros temas que son estudiados magistralmente por juristas. Hay que
analizarlos para estar requeteconvencidos de que hay que votar NO en el ilegítimo
plebiscito.

Quiero la paz, pero no la paz de FarcSantos. En Colombia hay mucho por cambiar. Hay
que acabar con la inequidad y la corrupción. Hay que descentralizar muchas tareas.
Hay que revisar los sistemas educativos y de salud. Hagámoslo. Para lograrlo se
necesita buena voluntad y acción. No dejemos que esa bandera la ondeen los
guerrilleros, los terroristas y los narcotraficantes.

https://alvarouribevelez.com.co/por-que-votare-no-en-el-plebiscito/

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