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EJECUCIÓN CIVIL
Materiales para curso de Derecho Procesal Civil: Recursos y ejecución•
Escuela de Derecho, Universidad de Valparaíso
Prof. CLAUDIO MENESES PACHECO*
SUMARIO: I. Nociones generales sobre la ejecución civil. II. Procedimientos ejecutivos. III. Principales
modelos de procedimientos ejecutivos. IV. Requisitos de la acción ejecutiva. V. Juicio ejecutivo en las
obligaciones de dar: arts. 434-529 CPC. VI. Gestiones preparatorias de la vía ejecutiva. VII. Cuaderno
principal o ejecutivo en el juicio ejecutivo. VIII. Cuaderno de apremio en el juicio ejecutivo. IX. Cuaderno de
tercerías en el juicio ejecutivo. X. Ejecución de resoluciones judiciales.
1. La ejecución civil ha sido definida como “aquella actividad con la cual los órganos
judiciales tratan de poner en existencia coactivamente un resultado práctico equivalente a
aquel que habría debido producir otro sujeto, en cumplimiento de una obligación jurídica”
(LIEBMAN)1.
•
Este es un apunte con propósitos exclusivamente didácticos, destinado a los alumnos del curso que formaron parte del
curso de Derecho Procesal Civil: Recursos y Ejecución, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, año
2010. Se ciñe estrictamente al programa del ramo y, por tanto, no es un trabajo teórico. Constituye, asimismo, un texto en
proceso de revisión para una ulterior publicación, por lo que no es susceptible de ser citado o reproducido fuera de la
referida Escuela.
*
Abogado Universidad Adolfo Ibáñez, Profesor de Derecho Procesal, Universidad de Valparaíso y Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. Magíster en Investigación Jurídica y Doctor (c) en Derecho,
Universidad de los Andes, Chile. Abogado del Estudio Jurídico Manríquez, Benavides, Mackay y Cía.
Correos electrónicos: claudio.meneses@uv.cl, cmeneses@mbmack.cl.
1
Las explicaciones contenidas en el texto han tenido como base los siguientes trabajos fundamentales:
CALAMANDREI, PIERO, El procedimiento monitorio, trad. S. Sentís Melendo, Ejea, Buenos Aires, 1953;
CARNELUTTI, FRANCESCO, Sistema de Derecho Procesal Civil, trad. N. Alcalá-Zamora y Castillo, y S. Sentís
Melendo, Uteha, Buenos Aires, 1944, vol. II; CARRERAS, JORGE, El embargo de bienes, Bosch, Barcelona,
1957; COLOMBO CAMPBELL, JUAN, “El título ejecutivo”, en AA.VV., El juicio ejecutivo. Panorama actual,
dir. R. Nahum, Santiago, 1995, pp. 1-37; CORDÓN MORENO, FAUSTINO, El proceso de ejecución, Aranzadi,
Navarra, 2002; CORTEZ MATCOVICH, GONZALO, “Consideraciones sobre el mérito ejecutivo de la factura (A
propósito de la Ley 19.983, que regula la transferencia y otorga mérito ejecutivo a la copia de la factura)”, en
Revista de Derecho, Universidad de Concepción, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Concepción, N°
214, 2003, pp. 23-57; DE LA OLIVA SANTOS, ANDRÉS; DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, IGNACIO y, VEGAS TORRES,
JAIME, Derecho Procesal Civil. Ejecución forzosa. Procesos especiales, Editorial Universitaria Ramón
Alerce, 3ª edic., Madrid, 2005; ESPINOSA FUENTES, RAÚL, Manual de procedimiento civil. El juicio ejecutivo,
Editorial Jurídica de Chile, 11ª edic., Santiago, 2006; FUEYO LANERI, FERNANDO, “Las astreintes (o pena
conminatoria privada y judicial) (o medio indirecto de obtener del deudor la ejecución en naturaleza)”, en
Instituciones de Derecho Civil moderno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1990, pp. 497-534; del mismo
autor, Cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1992;
GOLDSCHMIDT, JAMES, Derecho Procesal Civil, trad. L. Prieto Castro, Editorial Labor, Barcelona, 1936;
LIEBMAN, ENRICO TULLIO, Manual de Derecho Procesal Civil, trad. S. Sentís Melendo, Ejea, Buenos Aires,
1980; MARINONI, LUIZ GUILHERME, “As sentenças que dependem de execuçao”, en Revista de Direito
Processual Civil, Curitiba, 2006, Nº39, pp. 77-100; NAVARRETE VILLEGAS, LUIS GONZALO, Embargo,
tercerías y realización de bienes, Editorial Jurídica de Chile, 2ª edic., Santiago, 2004; NELLE, ANDREAS,
Anspruch, Titel und Vollstreckung im internationalen Rechtsverkehr, Mohr Siebeck, Tübingen, 2000;
MONSÁLVEZ MÜLLER, Reconocimiento y ejecución en Chile de sentencia extranjeras, Editorial Jurídica
Conosur, 2ª edic., Santiago, 2000; ORELLANA TORRES, FERNANDO, Procedimiento ejecutivo por obligaciones
2
Como se aprecia, la ejecución civil es una materia que se relaciona con el cumplimiento
forzado de una obligación. En lo medular, consiste en un mecanismo procesal de agresión a
la esfera patrimonial del deudor, basado en la existencia de un título ejecutivo que autoriza
la realización de actividades coercitivas tendientes a lograr la satisfacción de un crédito.
Opera, en consecuencia, frente a la ausencia de cumplimiento voluntario de una prestación.
2. No constituye, por lo mismo, un momento de discusión, sino de actuación. “Actuar en
lugar de discutir”, como se destaca en la doctrina alemana (NELLE).
En la ejecución civil no se aspira a la declaración de un derecho cuya existencia sea
controvertida o dudosa, sino al cumplimiento de una obligación preestablecida y a la
actuación de un derecho previamente reconocido por el ordenamiento jurídico, tomando
acreedor y deudor los respectivos roles procesales de ejecutante y ejecutado. Estas últimas
denominaciones no deben conducir a equívocos, en especial, lo referido al rol del acreedor:
éste es el titular del crédito que solicita la tutela ejecutiva, y en cuanto tal, toma el papel de
ejecutante; pero en rigor, la ejecución en sí misma siempre es realizada por el Estado a
través de los órganos de ejecución.
Sobre el punto, la jurisprudencia chilena ha indicado “que de acuerdo a los principios
generales del Derecho Procesal, los procedimientos ejecutivos son aquellos que tienen por
objeto obtener el cumplimiento de un derecho que ha sido reconocido o declarado en una
sentencia anterior, o que conste en un título al que la ley da el mismo valor que a una
sentencia con autoridad de cosa juzgada; y que los procedimientos declarativos, tanto los
de dar, Librotecnia, Santiago, 2005; ORTELLS RAMOS, MANUEL Y OTROS, Derecho Procesal Civil, Thomson-
Aranzadi, 7ª edic., Navarra, 2007; PÉREZ RAGONE, ÁLVARO, “El acceso a la tutela ejecutiva del crédito:
reflexiones sobre la ejecución inmediata de sentencia, el proceso monitorio y los tribunales de ejecución
desde el proceso civil comparado europeo”, AA.VV, Justicia civil y comercial: una reforma pendiente. Bases
para el diseño de la reforma procesal civil, Santiago, 2006, pp. 493-519; del mismo autor, “En torno al
procedimiento monitorio desde el Derecho Procesal comparado europeo: caracterización, elementos
esenciales y accidentales”, en Revista de Derecho, Universidad Austral de Chile, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales, Valdivia, 2006, vol. 19, n°1, pp. 205-235; del mismo autor, “La tutela inhibitoria como
técnica procesal civil de aplicación de los principios de prevención y precaución”, en Revista de Derecho,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Facultad de Derecho, Valparaíso, 2007, N°28, 1º sem., pp.
207-234; del mismo autor, “Deber de transparencia patrimonial y efectividad de la ejecución: corolario del
imperativo de cooperación procesal”, en AA.VV., La reforma procesal civil en Chile. Análisis critico del
Anteproyecto de Código Procesal Civil, edit. J. Carrasco, Cuadernos de Extensión Jurídica, Universidad de
los Andes, Facultad de Derecho, 2009, N°16, pp. 223-234; PÉREZ RAGONE, ÁLVARO, y SILVA ÁLVAREZ,
OSCAR, “El imperativo de transparencia patrimonial del deudor como requisito funcional para una ejecución
civil eficiente”, en Ius et Praxis, Universidad de Talca, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Talca, 2009,
vol. 15, n°2, pp. 79-115; QUEZADA MELÉNDEZ, JOSÉ, Proceso ejecutivo, Librotecnia, Santiago, 2009;
ROMERO SEGUEL, ALEJANDRO, “Algunas cuestiones sobre juicio ejecutivo”, Cuadernos Jurídicos,
Universidad Adolfo Ibañez, Facultad de Derecho, Viña del Mar, 2000; del mismo autor, “La tutela cautelar en
el proceso civil chileno”, RDJ, t. 98, 2001, pp. 35-67; del mismo autor, Curso de Derecho Procesal Civil,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2006; SERRA DOMÍNGUEZ, MANUEL, “Juicio ejecutivo”, en Estudios de
Derecho Procesal, Ariel, Barcelona, 1969, pp. 517-537; TAVOLARI OLIVEROS, RAÚL, “Embargo y
enajenación forzada”, en El proceso en acción, Libromar, Santiago, 2000, pp. 19-45; del mismo autor, “Del
título ejecutivo (¿Es posible pedir la quiebra de una asociación o cuentas en participación?)”, en El proceso en
acción, Libromar, Santiago, 2000, pp. 49-85; VERDE, GIOVANNI, “Attualità del principio ‘nulla executio sine
titulo’”, en Rivista di Diritto Processuale, Cedam, Padova, 1999, N°4, pp. 967-974. También hemos
considerado nuestros trabajos: a) “La ejecución provisional en el proceso civil chileno”, en Revista Chilena de
Derecho, 2009, vol. 36, N°1, pp. 21-50; b) “Título ejecutivo extrajudicial y documento público”, en AA.VV.,
Derecho Procesal contemporáneo. Ponencias de las XXII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal,
coord. R. Tavolari, Editorial Jurídica de Chile, PuntoLex, Thomson Reuters, Santiago, 2010, pp. 1184-1201.
3
juicios ordinarios como los sumarios, tienen por objeto obtener el reconocimiento o la
declaración de un derecho del cual se ha privado a su titular o se le ha desconocido”2.
3. Según un sector de la doctrina española, los elementos distintivos de la ejecución civil
son: 1) la coerción, 2) la sustitución y, 3) la intromisión en el patrimonio del deudor
(CARRERAS, DE LA OLIVA).
La coerción, se refiere a la utilización de la fuerza por parte de órganos estatales (los
órganos de ejecución) sometida a normas jurídicas; desde el punto del vista del tribunal, se
relaciona con la potestad de imperio, que constituye el corolario de la prohibición de la
autotutela como medio de resolución de conflictos. La sustitución consiste en el reemplazo
de la voluntad del deudor por el poder público, en especial, por la intervención de los
órganos jurisdiccionales. La intromisión en el patrimonio del deudor es la injerencia en la
esfera patrimonial del sujeto pasivo de una obligación, con la finalidad de obtener el
cumplimiento de ésta.
En el Derecho chileno, estas nociones se pueden relacionar con el llamado derecho de
prenda general, también conocido como “responsabilidad patrimonial del deudor” (FUEYO),
establecido en el art. 2465 CC.
2
C. Ap. Pedro Aguirre Cerda 3 octubre 1984, RDJ, t. 81, sec. 2ª, p. 119, parte transcrita en c. 5º, p. 120. En
similares términos C. Ap. Santiago 12 julio 1990, RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 146, en especial c. 4º, p. 147.
4
3
En nuestro país existen tres interesantes estudios sobre las características de los procedimientos ejecutivos
en el Derecho chileno, los que destacamos como textos de profundización: WIEGAND FRODDEN, ENRIQUE, “El
concepto de procedimiento ejecutivo en nuestra legislación”, en Anales de la Universidad Católica de
Valparaíso, Valparaíso, 1955, N°2, pp. 15-80; PEREIRA ANABALÓN, HUGO, “La fase de conocimiento en el
juicio ejecutivo”, en AA.VV., Juicio ejecutivo. Panorama actual, Conosur, Santiago, 1995, pp. 39-66;
ROMERO SEGUEL, ALEJANDRO, “Algunas cuestiones sobre juicio ejecutivo”, Cuadernos Jurídicos,
Universidad Adolfo Ibañez, Facultad de Derecho, Viña del Mar, 2000.
4
Cfr. CONCHA GUTIÉRREZ, CARLOS, “Garantía constitucional del debido proceso: derogación del D.L. 776 de
1925 sobre realización de prenda. Apuntes para una actuación judicial”, Revista Chilena de Derecho, 1986,
vol. 13, N°1, pp. 39-50; PEREIRA ANABALÓN, H., “La fase de conocimiento…”, cit., p. 41; sentencia CS. 13
agosto 2008, causa “Banco Santander Chile con Recabarren Hewitt”, rol N° 2490-2007.
5
Todo procedimiento ejecutivo se inicia mediante el ejercicio de una acción ejecutiva, la que
debe ser ejercida por medio de una demanda ejecutiva en la que es necesario acompañar el
título ejecutivo. Son, pues, tres nociones indisolublemente relacionadas: acción ejecutiva,
demanda ejecutiva y título ejecutivo. Como veremos, esta vinculación está contemplada en
el art. 434 CPC, en relación con el art. 441 CPC.
La acción ejecutiva puede ser definida como un derecho subjetivo público a una concreta
tutela jurisdiccional, cuyo objeto es obtener un resultado equivalente al que habría logrado
un acreedor frente al cumplimiento cabal y oportuno de una obligación por parte del deudor
(DE LA OLIVA, en España; LIEBMAN, en la doctrina italiana).
Para que una acción ejecutiva sea acogida deben cumplirse tres requisitos fundamentales:
1) título ejecutivo; 2) obligación líquida y actualmente exigible; 3) ausencia de prescripción
extintiva.
5
CS. 1º octubre 1997, RDJ, t. 94, sec. 3ª, p. 156.
6
Cfr. sentencia de apelación de C. Ap. San Miguel 1º octubre 1996, mantenida por sentencia de CS. 11 agosto
1997, que rechazó un recurso de casación en el fondo deducido en contra de la primera: RDJ, t. 94, sec. 1ª, p.
64, en especial la parte transcrita correspondiente al c. 1º del fallo de apelación, p. 64.
7
C. Ap. Punta Arenas 6 enero 1990, RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 10; C. Ap. Santiago 17 junio 1994, RDJ, t. 91, sec.
2ª, p. 63.
6
atribuye ese mérito y que, por supuesto, pueden contener negocios jurídicos (la transacción,
por ejemplo) o referirse a ellos”8.
Un sector minoritario, encabezado por el procesalista italiano LIEBMAN, ha postulado el
carácter de acto o negocio de esta figura jurídica: se trata, según él, de “actos que la ley
reconoce necesarios y al mismo tiempo suficientes para legitimar la demanda con la cual se
promueve la ejecución”.
Hay una postura intermedia, para la cual es necesario considerar tanto los aspectos
sustantivos como documentales del título ejecutivo (DE LA OLIVA, en España; COLOMBO,
en Chile). Básicamente se sostiene, en este sentido, que el título ejecutivo no es
únicamente una entidad documental, sino que además presenta un determinado contenido,
compuesto por actos a los cuales asigna eficacia suficiente para permitir la ejecución
forzada.
Pensamos, que es más acertado hablar de una combinación entre lo documental y lo
sustantivo, que fue lo que en realidad expuso LIEBMAN. Como en todo documento, hay que
considerar lo externo y lo intrínseco, sin que podamos quedarnos únicamente con el aspecto
formal. De modo que, si bien el título ejecutivo es en sí mismo un documento, no podemos
decir que sea una entidad vacía, por el contrario, debe tener un determinado contenido que
habilite legítimamente el inicio de un procedimiento ejecutivo9.
En suma, el título ejecutivo es un documento con determinadas exigencias de forma y
mérito, tal como seguiremos explicando a continuación.
8
CS. 27 junio 1966, RDJ, t. 63, sec. 1ª, p. 232, en especial c. 8º, p. 234.
9
Otro planteamiento interesante, en un sentido parecido, puede verse en VERGARA VERGARA, RENÉ,
“Consideraciones sobre el problema de la unidad o multiplicidad del título ejecutivo”, en Revista de Derecho,
Universidad de Concepción, año 1983, pp. 51-56.
7
10
CS. 26 octubre 1921, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 467; CS. 9 enero 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 853; CS. 3 agosto
1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 211.
11
C. Ap. Santiago 21 diciembre 1925, RDJ, t. 23, sec. 2ª, p. 42.
12
CS. 31 marzo 1933, RDJ, t. 30, sec. 1ª, p. 286.
13
Por ejemplo: CS. 27 agosto 1913, RDJ, t. 12, sec. 1ª, p. 10; CS. 26 octubre 1921, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 467;
C. Ap. Santiago 22 julio 1930, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 300; CS. 14 diciembre 1935, RDJ, t. 33, sec. 1ª, p. 139;
CS. 21 octubre 1937, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 122; CS. 29 agosto 1944, RDJ, t. 42, sec. 1ª, p. 278; C. Ap.
Concepción 17 agosto 1979, RDJ, t. 76, sec. 2ª, p. 270; CS. 26 enero 2004, RDJ, t. 101, sec. 1ª, p. 14, en
especial c. 13º, p. 17.
8
títulos. Si la ley, única que puede otorgar mérito ejecutivo a un documento, no lo permitió,
o mejor, no contempló esta posibilidad, ha sido porque un solo documento mercantil podría
convertirse en un número infinito de títulos ejecutivos, tantos cuantas copias autorizadas se
lograren”14.
14
CS. 17 junio 2003, RDJ, t. 100, sec. 1ª, p. 93, parte transcrita en c. 4º, p. 94; en el mismo sentido, CS. 28
septiembre 1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 181; en contra, C. Ap. Santiago 1º diciembre 1995, RDJ, t. 92, sec. 2ª,
p. 147.
15
CS. 10 octubre 2006, GJ, N°316, p. 136; en igual sentido, C. Ap. Concepción 14 julio 1967, RDJ, t. 64, sec.
2ª, p. 33.
16
CS. 8 enero 1966, RDJ, t. 63, sec. 1ª, p. 32; en el mismo sentido, CS. 16 septiembre 1971, RDJ, t. 68, sec.
1ª, p. 280; CS. 9 de marzo 1961, RDJ, t. 58, sec. 1ª, p. 29.
C. Ap. Concepción 17 agosto 1979, RDJ, t. 76, sec. 2ª, p. 270; CS. 28 diciembre 1915, RDJ, t. 13, sec. 1ª, p.
559; CS. 27 junio 1966, RDJ, t. 63, sec 1ª, p. 232.
9
C. Clasificación
a. Según la sede en que son creados: título ejecutivo judicial y título ejecutivo extrajudicial
Títulos ejecutivos judiciales: son aquellos creados en el marco de un proceso jurisdiccional,
ya sea por medio de una sentencia judicial firme (art. 434 n°1 CPC), o por medio de un
acuerdo celebrado por los litigantes dentro de un juicio (avenimiento) y que consta en un
acta de avenimiento (art.434 n° 3 CPC).
Títulos ejecutivos extrajudiciales: son aquellos creados fuera de un proceso jurisdiccional, a
los cuales la ley les reconoce fuerza ejecutiva equivalente a una sentencia firme (art. 434
nsº 2, 4 y 6 CPC). Es el caso, por ejemplo, de una escritura pública de transacción que
contempla obligaciones de pagar sumas de dinero, o de un pagaré con firmas autorizadas
notarialmente.
b. Según el cumplimiento de las exigencias para que tenga fuerza ejecutiva: títulos
ejecutivos perfectos y títulos ejecutivos imperfectos
Títulos ejecutivos perfectos: son aquellos que cumplen todas las exigencias legales para
tener fuerza ejecutiva desde el mismo momento en que son creados (art. 434 nºs 1, 2, 3 y 4
inc. 2º). Por ejemplo: sentencia definitiva de condena firme; escritura pública de
transacción que contempla obligaciones de pagar sumas de dinero; pagaré con firmas
autorizadas notarialmente.
Títulos ejecutivos imperfectos: son aquellos que no cumplen todas las exigencias para tener
fuerza ejecutiva desde el momento en que son creados y que, por lo mismo, requieren de
una gestión preparatoria que los constituya o perfeccione (art. 434 n° 4, 5 y 6 CPC, en
relación con art. 435 y 436 CPC). Por ejemplo: un instrumento privado que contiene una
obligación actualmente exigible con acción no prescrita, necesita de una gestión
preparatoria de reconocimiento de firma. En el caso de la confesión judicial (art. 434 n°5-
435 CPC), la gestión preparatoria, en realidad, constituye un título inexistente previamente.
En relación con la última clasificación, la jurisprudencia ha indicado lo siguiente: “los
títulos ejecutivos pueden ser perfectos o imperfectos. Los primeros son aquellos que
revisten plena eficacia desde su nacimiento, sin que requieran de ninguna formalidad para
que la acción ejecutiva que de ellos emana pueda ejercitarse, como ocurre con una
sentencia firme. Son imperfectos o incompletos aquellos títulos que no bastan por sí solos
para iniciar la ejecución, sino que necesitan de una gestión previa llamada ‘preparatoria de
la vía ejecutiva’, cuyo objeto es precisamente constituir o completar alguno de los
requisitos que faltan al título para que tenga mérito ejecutivo, como sucede con los
instrumentos privados o la confesión judicial”18.
17
CS. 27 diciembre 2000, RDJ, t. 97, sec. 1ª, p. 241, parte transcrita en c. 7º, pp. 243 y 244.
18
C. Ap. Valparaíso 29 octubre 1963, RDJ, t. 60, sec. 2ª, p. 130.
10
19
Por ejemplo: CS. 9 enero 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 853; CS. 3 agosto 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 211.
20
C. Ap. Concepción 22 mayo 1914, GT, Nº 246, p. 664; en igual sentido: CS. 16 diciembre 1919, RDJ, t.
18, sec. 1ª, p. 288; C. Ap. Valdivia 24 noviembre 1932, RDJ, t. 34, sec. 2ª, p. 65; CS. 11 abril 1966, RDJ, t.
63, sec. 1ª, p. 136.
11
21
Es pertinente respecto a la diferencia entre la confesión en juicio y confesión como diligencia preparatoria
de la ejecución: C. Ap. Temuco 5 mayo 1938, GT, Nº 106, p. 456; CS. 12 enero 1938, RDJ, t. 35, sec 1ª, p.
386.
22
CS. 22 agosto 1919, RDJ, t. 17, sec. 1ª, p. 433; CS. 14 julio 1930, RDJ, t. 28, sec. 1ª, p. 139.
13
Para efectos de la ejecución civil, constituye obligación de dar, toda aquella cuya prestación
consiste en la entrega de una cosa, siendo el prototipo de la ejecución civil en Chile, aquella
en que se debe una especie o cuerpo cierto o una suma de dinero.
El juicio ejecutivo en las obligaciones de dar se encuentra regulado en el titulo I del
libro III, arts. 434-529 CPC. Se distingue del procedimiento ejecutivo en las obligaciones
de hacer y no hacer, los que se encuentran regulados conjuntamente en el título II del Libro
III, arts. 530- 544 CPC. Cabe señalar que, en la anterior regulación, subyace el conocido
criterio del CC, en orden a asignar mayor relevancia a las obligaciones de dar, en
comparación a la importancia que se asigna a las obligaciones de hacer y no hacer.
El juicio ejecutivo en las obligaciones de dar, origina durante su tramitación, por regla
general, los llamados cuadernos ejecutivo o principal y de apremio, pudiendo,
eventualmente, formarse un tercer cuaderno denominado, cuaderno de tercerías.
A modo de breve adelanto respecto de lo que se expresará más adelante, en el cuaderno
ejecutivo o principal, se ubica la eventual fase de conocimiento del juicio ejecutivo, la que
no se presentará en caso que el ejecutado no se oponga a la ejecución, por cuanto, en tal
supuesto, no existirá discusión entre ejecutante y ejecutado. El cuaderno de apremio
contiene la ejecución propiamente tal, concentrando todos los actos procesales
encaminados a obtener el cumplimiento coactivo de la obligación de dar. Ambos cuadernos
14
reciben tramitación paralela, existiendo, en todo caso, algunos ámbitos de conexión entre
uno y otro.
En el cuaderno de tercerías, por su parte, se llevará adelante el procedimiento establecido
por la ley para que terceros puedan hacer valer sus pretensiones en el juicio ejecutivo en
relación con la cosa embargada o con el pago de sus créditos.
23
CS. 29 julio 1941, GT, 1941, Nº 19, p. 73.
24
C. Ap. La Serena , 6 octubre 1911, GT, Nº 1113, p. 656; C. Ap. Concepción, 7 abril 1916, GT, Nº 241, p.
1034; GT: año 1916 sent. 241; año 1912, sent. 626; año 1906, sent. 1064.
25
C. Ap La Serena 6 octubre 1911, GT, Nº 1.113, p. 656; C. Ap. Santiago 3 noviembre 1987, RDJ, t. 84, sec.
2ª, p. 124; CS. 2 junio 1942, RDJ, t.42, sec 1ª, p. 474.
26
C. Ap Santiago 26 marzo 1908, RDJ, t. 5, sec. 2ª, p. 59; C. Ap. Concepción 7 septiembre 1933, GT, Nº
101, p. 352; CS. 8 septiembre 1937, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 5; CS. 24 enero 1985, RDJ, t. 82, sec. 1ª, p. 4.
15
27
CS. 29 diciembre 2008, www.microjuris.com, cita: MJCH_MJJ19144 | ROL: 5274-07, fecha última
consulta: 25 febrero de 2011, C. Ap. Concepción 6 septiembre 1945, GT, Nº 65, p. 336; CS. 18 junio 1951,
RDJ, t. 48, sec. 1ª, p. 193; C. Ap. La Serena 13 octubre 1953, RDJ, t. 50, sec. 2ª, p. 108; CS. 3 noviembre
1959, RDJ, t. 56, sec. 1ª, p. 373.
28
C. Ap Talca 11 octubre 1910, GT, nº 1036, p. 668; C. Ap. Valparaíso, 26 abril 1912, GT, Nº 184, p. 267;
CS. 15 abril 1920, RDJ, t. 18, sec. 1ª, p. 440.
29
C. Ap. La Serena 13 octubre 1953, RDJ, t. 50, sec. 2ª, p. 108; CS. 26 mayo 2009, www.microjuris.com,
cita: ROL: 2245-08, MJJ20427, fecha última consulta: 25 febrero 2011.
16
E. Notificación del titulo ejecutivo a los herederos del deudor (art.1377 CC)
Esta gestión preparatoria se traduce en notificar a los herederos del deudor, el o los títulos
ejecutivos que se pretenden hacer valer en un juicio ejecutivo. Con la gestión se obtendrá
30
C. Ap. Concepción 22 mayo 1914, GT, Nº 236, p. 648.
31
C. Ap. Valdivia, 7 julio 1934, RDJ, t. 31, sec. 2, p. 78.
32
CS. 25 agosto 1917, RDJ, t. 15, sec 1ª, p. 113.
17
F. Notificación al tercer poseedor de la finca hipotecada (art. 758 y 759 del CPC)
La presente gestión preparatoria, se traduce en notificar al poseedor de un bien raíz
hipotecado, que no tiene la calidad de deudor personal, en la obligación que se caucionó
con la hipoteca.
En lo que a la tramitación respecta, de acuerdo al art. 758 CPC, el tercer poseedor de la
finca hipotecada, una vez notificado cuenta con 10 días para pagar la deuda o hacer
abandono de la finca a favor del acreedor hipotecario, el cual procederá a su realización. En
caso que el tercer poseedor de la finca hipotecada no realice ninguna de las 2 actuaciones
señaladas, el acreedor cuenta con el art. 759 CPC, que le permite entablar una acción de
desposeimiento contra aquél, privándolo del bien raíz para hacerse pago de su acreencia.
1. Noción general
Es aquél en el cual ubicamos la fase de conocimiento del juicio ejecutivo. En este cuaderno,
por tanto, es donde puede tener lugar la discusión entre ejecutante y ejecutado, la que sólo
se presentará si el ejecutado se opone a la ejecución, pues en caso contrario, bastará el
mandamiento de ejecución y embargo para que el acreedor persiga la realización de los
bienes embargados en miras a obtener la satisfacción de su crédito.
2. Demanda ejecutiva
La demanda ejecutiva debe cumplir con los requisitos del art. 254 CPC, resultando
fundamental acompañar el título ejecutivo al momento de presentación de la misma (arts.
434 y 441 CPC). Es característico de la demanda ejecutiva que la petición que se formula al
tribunal se redacte conforme a la frase de estilo cuyo tenor transcribimos a continuación:
“que se despache mandamiento de ejecución y embargo y que se ordene seguir adelante la
ejecución hasta hacerse pago íntegro de la deuda con sus reajustes, intereses y las costas”.
Respecto del título ejecutivo que es necesario acompañar a la demanda, constituye
jurisprudencia reiterada la exigencia de acompañar el documento original, el que además,
debe contener en dicha oportunidad todos y cada uno de los requisitos necesarios para que
sea procedente la ejecución civil33.
Una vez presentada la demanda, el tribunal, procediendo de manera in limine, efectuará un
examen de fundabilidad de la misma, sin audiencia ni notificación del ejecutado, emitiendo
un pronunciamiento que, a juicio de la jurisprudencia, es de mérito y no de mero trámite
(art. 441 CPC)34.
Si se contienen en el título ejecutivo todos los requisitos de la acción ejecutiva, el tribunal
dictará una resolución proveyendo la demanda ejecutiva cuyo contenido literal será:
“despáchese”, lo que será expresión unívoca de que la demanda ejecutiva presentada ha
sido acogida, en caso contrario el tribunal denegará la ejecución, resolución que por su
naturaleza de sentencia interlocutoria producirá cosa juzgada.
La naturaleza jurídica de la resolución que provee la demanda ejecutiva, es la de una
sentencia interlocutoria de la segunda clase35, opinión, que si bien es mayoritaria, no es
unánime, por cuanto autores, como PEREIRA ANABALÓN han asignado la naturaleza jurídica
de sentencia definitiva a esta resolución, por cuanto, en su concepto, resuelve la cuestión o
asunto que es objeto del juicio, poniendo fin a la instancia en el caso de no existir oposición
a la ejecución. (art. 472 CPC).
Cabe observar que, si el tribunal acoge a la demanda ejecutiva, y por tanto, dicta la
resolución cuyo contenido es “despáchese”, estaremos en presencia de un acto procesal
complejo, pues, en seguida, el mismo tribunal que accedió a la demanda ejecutiva deberá
dictar una segunda resolución denominada “mandamiento de ejecución y embargo” la cual
encabeza el cuaderno de apremio, permitiendo la ejecución propiamente tal.
33
C. Ap. Santiago 5 junio 1918, RDJ, t. 16, sec. 1ª, p. 330; CS. 17 junio 2003, RDJ, t. 100, sec. 1ª, p. 93; CS.
28 septiembre 1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 181; C. Ap. Punta Arenas 6 enero 1990, RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 10;
C. Ap. Santiago 17 junio 1994, RDJ, t. 91, sec. 2ª, p. 63.
34
CS. 6 noviembre 1931, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 148; C. Ap. La Serena 14 enero 1960, RDJ, t. 57, sec. 2ª, p.1.
35
CS. 8 noviembre 1958, RDJ, t. 55, sec. 2ª, p. 299; C. Ap. Santiago, 29 noviembre 1958, RDJ, t. 55, sec. 2ª,
p. 111; CS. 19 agosto 1960, RDJ, t. 57, sec. 1ª, p. 207.
19
Sobre las vías de impugnación, debemos consignar que, en el caso que el tribunal acoja la
demanda ejecutiva, el ejecutado sólo podrá impugnar la resolución oponiendo una o más
excepciones de las contempladas en el art. 464 CPC. Por su parte, contra la resolución que
deniega la ejecución el ejecutante podrá interponer tanto un recurso de apelación (art. 441
CPC) como un recurso de casación en la forma (art. 766 CPC).
3. Requerimiento de pago
Si el tribunal acoge la demanda ejecutiva, un ministro de fe (receptor) procederá a practicar
el denomindado “requerimiento de pago”, el cual consiste en la notificación al ejecutado de
la demanda ejecutiva y su proveído y además, en la intimación a éste para que pague la
deuda. Es por tanto, una actuación judicial que practica un receptor con un doble fin: por un
lado, notificar la demanda ejecutiva y su proveído, y por otro, intimar al deudor para
realizar el pago. Ambas finalidades del requerimiento deben cumplirse en un solo acto,
existiendo al respecto tres maneras diferentes para practicarlo, lo que es de vital
importancia, en especial por lo referente al emplazamiento del ejecutado, pues, una vez
practicado el requerimiento comenzarán a computarse los días con que cuenta el ejecutado
para ejercer su derecho de oposición a la ejecución.
Una primera manera de practicar el requerimiento de pago, lo constituye el requerimiento
personal, debiendo ceñirse el requirente al art. 40 CPC sobre notificación personal, con la
única restricción de no practicar el requerimiento en lugares de acceso público.
La segunda modalidad que puede asumir el requerimiento, es la notificación personal
subsidiaria, debiendo estar el requirente al art. 44 CPC, con el único agregado de dejar el
receptor a disposición del deudor la llamada “cédula de espera”, por medio de la cual éste
último es citado por el primero para ser requerirlo de pago en un día, hora y lugar que
indica en la misma36. En caso que el ejecutado no concurra a la citación en la fecha que
indicó el receptor, se entenderá requerido en rebeldía, procediéndose de inmediato a la
traba del embargo.
En último término, el requerimiento de pago puede practicarse por cédula o por estado
diario, lo que es procedente respecto del deudor notificado personalmente o según el art. 44
CPC con motivo de una gestión anterior, gestión que a entender de la jurisprudencia, se
traduce únicamente en una gestión preparatoria de la vía ejecutiva37.
36
Sobre el requerimiento ficto, es interesante la sentencia C. Ap. Santiago 18 mayo 2004, GJ, Nº 287, p. 127.
37
CS. 2 junio 1942, RDJ, t. 42, sec. 1ª, p. 474; C. Ap. Talca 7 agosto 1906, GT, 1906, Nº 641, p. 1043; C.
Ap. Talca 11 octubre 1910, GT, Nº 984, p. 563.
20
b. Formalidades
La oposición debe formularse por escrito, y será declarada admisible si, además de cumplir
con los requisitos generales a todo escrito: se oponen todas las excepciones en el mismo
libelo, indicando con claridad y precisión los hechos en que se fundan las excepciones y los
medios de prueba de que se valdrá el ejecutado (art. 465 CPC). Al tenor del texto legal, los
medios de prueba debiesen singularizarse uno a uno, sin perjuicio de ello, en la práctica
forense se admite una designación genérica.
Esclarecido que la oposición a la ejecución se cristaliza oponiendo alguna o algunas de las
excepciones previstas en el art. 464 CPC, debemos observar que sólo cabe oponer las
excepciones allí sancionadas, entre las cuales se comprenden tanto excepciones dilatorias
como perentorias. Son excepciones dilatorias las excepciones 1ª a 4ª del art. 464 CPC y el
beneficio de excusión contemplado en la excepción 5ª. Constituyen excepciones perentorias
las excepciones 6ª a la 18ª y la caducidad de la fianza regulado en la excepción 5ª del citado
artículo. Al respecto destacamos las siguientes excepciones:
Incompetencia del tribunal (art. 464 nº 1 CPC)
Esta excepción es comprensiva tanto de la incompetencia absoluta como de la relativa.
Según el art. 465 CPC, no es obstativo para oponer esta excepción el hecho de haber
intervenido el ejecutado en una gestión preparatoria anterior al juicio ejecutivo, de lo que
cabe concluir que la gestión preparatoria de la vía ejecutiva no produce prórroga de
competencia.
En cuanto a la tramitación, esta excepción puede ser resuelta de inmediato o puede dejarse
su resolución para la sentencia definitiva. El análisis de las demás excepciones que es
posible oponer, demuestra que ésta es la única que por ley puede ser resuelta de inmediato.
Litis pendencia ante tribunal competente, siempre que el juicio que le da origen
haya sido promovido por el acreedor, sea por vía de demanda o de reconvención (art. 464
n°3 CPC)
Constituye una exigencia legal que el proceso respecto del cual existe litis pendencia haya
sido iniciado por el acreedor, exigencia que descansa en la pretensión de evitar que el
deudor utilice la oposición a la ejecución como instrumento entorpecedor de la ejecución.
Para que exista litis pendencia, debe concurrir triple identidad entre dos procesos, lo que
implica que, en este caso, por tratarse de un procedimiento ejecutivo, debiese existir otro
21
juicio ejecutivo paralelo entre ejecutante y ejecutado, sin embargo, se advierte que, por
aludir la presente excepción a la reconvención, el procedimiento respecto del cual existe
triple identidad puede ser, tanto uno ejecutivo como otro declarativo.
Falsedad del título (art. 464 n° 6 CPC)
Esta es una excepción por la cual se reclama la falta de autenticidad de un documento.
Nulidad de la obligación (art. 464 n° 14 CPC)
Que entre las excepciones enumeradas en el art. 464 CPC se contemple la nulidad de la
obligación, permite sostener el carácter de procedimiento ejecutivo con fase de
conocimiento que prevé la legislación en el libro III CPC.
c. Tramitación
En lo tocante a la tramitación de la oposición a la ejecución: una vez que se opone el
ejecutado, el tribunal confiere traslado al ejecutante para que dentro de 4 días exponga lo
que juzgue oportuno. Una vez vencido el plazo el tribunal debe hacer un examen de
admisibilidad de la oposición a la ejecución, el cual es formal, por cuanto el accionar del
tribunal se restringe únicamente a analizar si se opuso alguna de las excepciones del 464
CPC y si éstas fueron opuestas en tiempo y forma.
Si el tribunal estima inadmisibles las excepciones, según el art. 466 CPC, el juez debe
dictar desde luego sentencia definitiva, sin embargo, en rigor, el proceder del juez debe
encaminarse y limitarse a declarar inadmisible la oposición a la ejecución y junto con ello,
ordenar que se siga adelante con la ejecución.
38
C. Ap. Concepción 14 julio 1967, RDJ, t. 64, sec. 2ª, p. 33.
22
39
CS. 17 abril 1986, RDJ, t. 83, sec. 1ª, p. 32.
23
g. Cosa juzgada.
La sentencia definitiva, una vez firme, produce cosa juzgada tanto respecto a otros juicios
ejecutivos como en lo tocante a otros juicios ordinarios, efecto que es común para las partes
del juicio ejecutivo primigenio.
En relación a la res iudicata, estudiaremos a continuación, en los puntos h e i, dos figuras
tradicionalmente entendidas como excepciones a la cosa juzgada: la renovación de la
acción ejecutiva y la reserva de acciones y excepciones (art. 478 CPC).
exclusivamente a aspectos formales, los que, una vez interpuesta la nueva demanda,
resultan subsanados, sin que se excepcione, por tanto, el efecto de la sentencia definitiva a
la que hemos aludido en éste párrafo, que en doctrina denominan “sentencia absolutoria de
la instancia”(ROMERO)40.
Comentamos, respecto de los casos que habilitan la renovación de la acción ejecutiva, lo
siguiente: respecto de la incompetencia del tribunal, el que es alusiva tanto a la
competencia absoluta como a la relativa; respecto de la incapacidad del ejecutante, el que
no obstante el tenor de la ley, se incluyen dentro de la causal a la falta de personería y
representación legal (art. 464 nº 2 CPC)41; en lo que toca a la falta de oportunidad en la
ejecución, es dable observar que no se contempla en el catálogo de excepciones del art. 464
CPC, y que doctrina y jurisprudencia señalan que comprende todos los casos en que la
ejecución no ha sido posible por razones de tiempo, lugar u otro elemento42, tales como, la
excepción de litispendencia, el beneficio de excusión, la prórroga de plazo o concesión de
esperas y, en determinadas ocasiones, la excepción del art. 464 nº 7 CPC, todos defectos
que por ser formales y, susceptibles de enmendarse, habilitan la renovación de la acción
ejecutiva (arts. 464 nº 3, 5 y 11 CPC).
40
C. Ap. Santiago 18 marzo 2009, GJ, Nº 345, p. 159.
41
C. Ap. Talca. 7 enero 1922, GT, Nº 161, p. 630.
42
CS. 14 julio 1921, GT, Nº 13, p. 46.
25
días del traslado que confiere el tribunal una vez que el ejecutado presentó su escrito de
oposición a la ejecución, sin que sea necesario expresar motivos.
La resolución que resuelve el desistimiento de la demanda ejecutiva, cuya naturaleza
jurídica es una sentencia interlocutoria de la primera clase, en cuanto a su contenido
accederá al desistimiento solicitado y a la vez, a la reserva. La doctrina en forma unánime
comprende que el tribunal debe resolver accediendo a la petición del ejecutante, es decir,
debe aceptar el desistimiento y acceder a la reserva (QUEZADA Y ESPINOSA)43.
En lo que atañe a los efectos del desistimiento de la demanda ejecutiva y reserva de
derechos, debe consignarse que, por expresa disposición de la ley, el ejecutante perderá el
derecho a entablar una nueva acción ejecutiva, quedando ipso facto sin valor el embargo y
las demás resoluciones dictadas, debiendo el ejecutante responder por los perjuicios
causados con la demanda, sin perjuicio de lo que se resuelva en el juicio ordinario, sin que
en todo caso, se exija de parte de la ley un plazo perentorio dentro del cual debe ejercerse la
acción en un proceso declarativo (art. 467 CPC).
La reserva de acciones que puede realizar el ejecutado en forma exclusiva durante
el procedimiento ejecutivo
Es aquella que debe formular el ejecutado en el mismo escrito donde opone alguna o
algunas de las excepciones previstas en el art. 464 CPC oponiéndose a la ejecución, en
dicha oportunidad, el ejecutado realizará reserva de sus derechos para un juicio ordinario y,
solicitará que se niegue el pago al acreedor mientras no caucione las resultas del juicio,
ambas cuestiones fundamentadas en un único motivo: no tener los medios para justificar la
excepción por medio de la cual se opuso a la ejecución dentro del término de prueba (art.
473 CPC).
El tribunal resolverá dictando sentencia de pago o de remate accediendo a la reserva y
caución pedidas, siguiendo adelante la ejecución.
Una vez dictada la resolución que acoge la reserva del ejecutado, se producirán como
efectos: respecto del ejecutante, el que sólo continuará la ejecución en la medida que éste
rinda la caución pedida; y respecto del ejecutado, el que dentro del término de 15 días
hábiles y fatales, computados desde la notificación de la sentencia definitiva de pago o de
remate, debe presentar su demanda en juicio ordinario, formulando como pretensión
aquello que en el procedimiento ejecutivo opuso como excepción, cuestión que de no ser
cumplida, implicará que se procederá a ejecutar la sentencia sin caución previa, y si ésta se
había otorgado, quedando ipso facto cancelada (arts. 473 y 474 CPC)
Reserva común a ambas partes
Por último, la ley autoriza a realizar reserva de acciones o excepciones a ambas partes del
procedimiento ejecutivo hasta antes de la dictación de la sentencia definitiva de única o
primera instancia (art. 478 CPC). Si las acciones y excepciones se refieren a la existencia
de la obligación misma, deberán existir motivos calificados para fundar la reserva de
acciones o excepciones, los que deberán hacerse valer expresamente, por el contrario, si las
acciones y excepciones no se refieren a la existencia de la obligación misma, se prescindirá
de la exigencia de existir motivos calificados debiendo el tribunal, en todo caso, acceder a
la reserva.
43
En sentido diverso, entendiendo que el tribunal no tiene el deber de formular un pronunciamiento expreso
de la reserva, bastando sólo el pronunciamiento del desistimiento: CS. 29 marzo 2009, www.microjuris.com,
cita: ROL: 3849-05, MJJ9470, fecha última consulta: 25 febrero 2011.
26
1. Noción general
Constituye una fase del juicio ejecutivo compuesto por todos los actos procesales
encaminados a obtener el embargo, y en su caso, la realización de los bienes del ejecutado y
el pago del crédito al ejecutante. Normativamente, el objeto del cuaderno de apremio se
encuentra previsto en el art. 458 CPC.
Forma un cuaderno separado del ejecutivo, y es donde tiene lugar la ejecución propiamente
tal, tramitándose ambos de manera autónoma, sin perjuicio de existir entre ellos, en
determinados casos, interrelación. En efecto, el cuaderno de apremio se tramita con
independencia del cuaderno principal hasta que se produce la traba del embargo, pues, una
vez que éste se traba, debe esperarse, al menos, a la dictación de la sentencia definitiva en
el cuaderno principal para proseguir (arts. 472, 475 y 481 CPC).
44
CS. 6 noviembre 1915, RDJ, t. 13, sec. 1ª, p. 381; CS. 1 octubre 1928, RDJ, t. 26, sex. 1ª, p. 626; CS. 6
agosto 1953, RDJ, t. 50, sec. 1ª, p. 269.
45
CS. 8 junio 1920, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 111; CS. 12 julio 1922, GT, Nº 6, p. 17; CS. 16 abril 1928, RDJ, t.
26, sec. 1ª, p. 147; CS. 20 diciembre 1930, RDJ, t. 28, sec. 1ª, p. 240.
46
CS. 6 septiembre 1932, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 639; CS. 12 septiembre 1935, RDJ, t. 33, sec. 1ª, p. 9; CS. 13
septiembre 1937, RDJ, t. 34, sec. 1ª, p. 387; CS. 6 diciembre 1939, RDJ, t. 37, sec. 1ª, p. 478.
27
A. Concepto
Entendemos al mandamiento de ejecución y embargo como aquella sentencia interlocutoria
de la segunda clase que autoriza a requerir de pago al deudor y a embargar bienes
suficientes en caso que no pague, lo anterior, con miras a obtener la realización de los
bienes embargados en su caso, y el pago de la deuda al acreedor.
3. El embargo
A. Concepto y finalidad
Forma parte de este cuaderno, de la misma manera que la resolución que tratamos en los
puntos anteriores, el embargo mismo, el cual, en una mirada tradicional es concebido como
una actuación judicial, practicada por un ministro de fe, que consiste en tomar uno o más
bienes del deudor poniéndolos en poder de un depositario, para asegurar con ellos el pago
de la deuda; con todo, preferimos el concepto que en nuestro medio ha acuñado
NAVARRETE, para quien, el embargo, es aquella actividad procesal compleja llevada a cabo
en el proceso de ejecución enderezada a elegir los bienes del ejecutado que deben sujetarse
a la ejecución y a afectarlos concretamente a ella, con el fin de realizar posteriormente los
que sean necesarios, para pagar al ejecutante, o bien, si se ha afectado dinero o la cosa
específica que se debe, llevar a cabo el pago de inmediato al acreedor. Entendemos que este
último concepto es preferible al destacar el carácter de actividad compleja del embargo,
propio del proceso de ejecución, y a la vez, porque destaca una finalidad marcadamente
ejecutiva del embargo, de persecución en definitiva, del pago del crédito al acreedor.
28
47
CS. 3 agosto 1962, RDJ, t. 59, sec. 1ª, p. 281; CS. 4 junio 1969, RDJ, t. 66, sec. 1ª, p. 65; C. Ap.
Concepción 7 agosto 1940, GT, Nº 127, p. 537.
29
5. El reembargo
El análisis relativo a la procedencia o no del reembargo, lejos del pacifismo actual, estuvo
lleno de dudas y oscuridad, éste se presentará toda vez que un mismo bien sea objeto de dos
o más embargos en procesos ejecutivos distintos (art. 528 CPC). En efecto, durante la
primera mitad del siglo XX, se discutió arduamente en Chile respecto de la validez del
reembargo, y si éste presentaba más ventajas que desventajas y viceversa, la duda giraba en
torno a la factibilidad de que un bien embargado en un juicio ejecutivo fuese nuevamente
embargado en otro juicio ejecutivo posterior. La doctrina y jurisprudencia era vacilante y
contradictoria, trasluciendo argumentos a favor o en contra de una u otra postura. Sin
embargo, tras la reforma al CPC, efectuada por la Ley Nº7760 de 5 de febrero de 1944,
especialmente a su art. 528, la doctrina y jurisprudencia se ha uniformado en torno a la
30
procedencia del reembargo al verificarse determinados requisitos que la misma ley procesal
contempla48.
Profundizando el punto anterior, podemos señalar que el embargo sobre un bien ya
embargado no constituye privilegio ni vuelve inembargable al bien, y que, no obstante que
el reembargo supone siempre diversas ejecuciones y, por ende, distintos acreedores-
ejecutantes, no sucede lo mismo con el depositario, pues siempre existirá tan sólo uno,
aquél de la primera ejecución, el cual se mantendrá en su cargo independiente del número
de ejecuciones y embargos que se traben respecto de los bienes ya embargados (arts. 1618
CC y 445 CPC).
Constituye un problema típico del reembargo, decidir en torno a si en la segunda o en otras
ejecuciones distintas a la primera (en el caso de haber más de dos ejecuciones) puede el
ejecutante obtener el remate del bien embargado. Una interpretación, consultada por el
problema, se inclina por la negativa, pues estiman que, el art. 528 del CPC, que se refiere al
caso de un segundo acreedor que entabla una demanda ejecutiva en un tribunal distinto del
que conoce de la primera ejecución, contempla una vía especial para satisfacer el crédito
del segundo o posterior ejecutante, la que consiste en la petición de dirigir oficio al tribunal
que conoce de la primera ejecución para que se retenga de los bienes realizados (en dicha
primera ejecución), la cuota que proporcionalmente corresponde al segundo o posterior
acreedor; por su parte, respecto del mismo problema, una segunda interpretación, entiende
que el mecanismo especial para satisfacer el crédito al ejecutante del art. 528 inc. 1º CPC
resulta facultativo para éste, y que por tanto, no impide el remate del bien reembargado en
una ejecución distinta de la primera. Observamos, que estas dificultades pueden ser
evitadas por los acreedores distintos del de la primera ejecución interponiendo las
respectivas tercerías de prelación y de pago.
Otro caso que presenta dificultad en torno al reembargo, y que sólo tiene lugar en la medida
que se acepte el remate de un bien reembargado en una segunda o posterior ejecución,
consiste en determinar si, a la luz del art. 1464 nº 3 CC, se necesita en la segunda o
posterior ejecución la autorización del otro u otros tribunales que conocen de las anteriores
ejecuciones, prevaleciendo en nuestro medio la solución consistente, en que es necesaria la
autorización del o los anteriores jueces que conocen de las ejecuciones, por disponerlo
expresamente la norma ya citada49.
48
C. Ap. Talca 9 enero 1904, RDJ, t. 1, sec. 2ª, 513; C. Ap. Santiago, 23 julio 1997, RDJ, t. 94, sec. 2ª, p. 89;
C. Ap. Valdivia 16 noviembre 1957, RDJ, t. 55, sec. 1ª, p. 99; CS. 31 agosto 1982, RDJ, t. 79, sec. 1ª, p. 110;
C. Ap. Santiago, 13 abril 1950, RDJ, t. 47, sec. 2ª, p. 68.
49
CS. 3 agosto 1962, RDJ, t. 59, sec. 1ª, p. 281; C. del Trabajo Concepción, 7 mayo 1965, RDJ, t. 62, sec. 3ª,
p. 57.
31
caso, señalarse específicamente los bienes distintos de los ya embargados a los cuales se va
a extender el embargo. Constituirá siempre justo motivo para que el juzgador acceda a la
petición de ampliación del embargo, el hecho que éste haya recaído sobre bienes difíciles
de realizar, o que en la ejecución ya iniciada, se hayan interpuesto una o más tercerías sobre
los bienes embargados. La ley dispone explícitamente, que si se pide la ampliación del
embargo después de dictada la sentencia definitiva, no es necesario que se dicte una nueva
sentencia para entender que los bienes agregados al embargo también están comprendidos
dentro de los bienes a realizar (art. 456 CPC).
Por el contrario, la reducción del embargo, consiste en liberar del embargo determinados
bienes por ser éste excesivo para el pago de la deuda y las costas al acreedor, petición que
formulada por el ejecutado se tramita como incidente. Esta figura se desprende, en cuanto
consagración normativa, del art. 447 CPC parte final, sin perjuicio que ha recibido un
tratamiento de amplia consagración de parte de la doctrina y la jurisprudencia50.
La sustitución del embargo, consiste en el derecho que tiene el ejecutado de reemplazar el
bien embargado por dinero suficiente para pagar la deuda y las costas, el cual procede
siempre, salvo si el embargo se ha trabado sobre la especie o cuerpo cierto que se debe. El
ejecutado podrá pedir la sustitución en cualquier estado del juicio, debiendo consignar una
cantidad suficiente para el pago de la deuda y las costas (art. 457 CPC).
Finalizando, el ejecutado podrá obtener el alzamiento del embargo siempre y cuando pague
la deuda y las costas del proceso, cabe observar, que si el procedimiento ejecutivo termina
por una vía distinta del pago de la deuda y las costas, como por ejemplo, por abandono de
procedimiento, también se producirá el alzamiento del embargo (art. 490 CPC).
50
CS. 20 Junio 1940, RDJ, t. 38, sec. 1ª, p. 137.
32
plazo, poniendo en conocimiento de las partes el resultado de su pericia, con citación. Si las
partes impugnan, de la impugnación de cada parte se conferirá traslado a la otra, de modo
que una vez transcurridos los plazos, el tribunal resolverá sobre ellas, pudiendo decidir por
una de las siguientes tres posibles opciones que se le presentan, a saber: aprobar la tasación
efectuada por el perito; mandar que la tasación sea rectificada por el mismo o por otro
perito; o fijar directamente el justiprecio del bien raíz.
e. Remate, citación acreedores hipotecarios (arts. 485,492, 494, 495, 497 y 498 CPC; 2428
CC)
El remate del bien raíz, se realizará ante el tribunal que conoce del procedimiento ejecutivo,
interviniendo en él el juez y el secretario respectivo, en éste, sólo pueden participar los
postores que han rendido caución suficiente, la cual está destinada a asegurar que se pague
el precio y se suscriba la escritura definitiva de compraventa del bien raíz en el tiempo que
corresponda.
La propiedad se transferirá al mejor postor, y una vez subastada será necesario extender y
suscribir un acta de remate (art. 495 CPC), lo que tiene importancia, sobretodo respecto de
cierta jurisprudencia que afirma que, sólo extendida y suscrita el acta de remate se entiende
verificado éste.
34
que el tribunal designe; y por último, el ejecutante puede solicitar que se le entreguen los
bienes embargados en prenda pretoria, caso en el cual, el ejecutado mismo puede solicitar
que se disponga un nuevo remate, el que se realizará sin un tope mínimo para las posturas.
Respecto de la prenda pretoria, conviene tener presente que ésta consiste en una anticresis
judicial regulada en los arts. 2435 y 2445 CC, y que se traduce en una actuación judicial
mediante la cual se le entregan al acreedor los bienes embargados para que se pague con
sus frutos. (arts. 499 y 500 CPC).
Los fondos que se obtengan de la realización de los bienes deberán ser depositados en la
cuenta corriente del tribunal, siendo necesario, previo al pago, la liquidación del crédito, la
que una vez confeccionada, autorizará efectuar el pago al acreedor (arts. 509-512 CPC).
1. Noción general
Constituye tercería, el procedimiento al que debe sujetarse un tercero para comparecer en
un juicio formulando pretensiones.
En el Libro I del CPC, arts. 22 a 24 CPC, se contemplan normas generales sobre tercerías.
Tratándose del juicio ejecutivo, en el Libro III CPC, arts. 518 a 529 CPC, se contienen
normas especiales sobre los terceros.
Consultada por la aplicación de estas normas en el juicio ejecutivo, la doctrina y
jurisprudencia predominantes sostienen que en el juicio ejecutivo se aplican sólo las
tercerías de los arts. 518 a 529 CPC, arguyendo sobretodo, en base al tenor literal del art.
518 CPC, el que se estima, sería demostrativo de taxatividad51. De esta postura seremos
adherentes y conforme a ella dirigiremos el estudio de este acápite.
51
C. Ap. Valdivia, 29 diciembre 1932, RDJ, t. 34, sec. 3ª, p. 22; CS. 13 marzo 1951, RDJ, t. 48, sec. 1ª, p.
57; CS. 9 diciembre 1971, RDJ, t. 68, sec. 1ª, p. 785; CS. 29 abril 1982, RDJ, t. 79, sec. 1ª, pp. 29 y 38; C.
Ap. Santiago 6 junio 1945, RDJ, t. 42, sec. 2ª, p. 54; C. Ap. Valparaíso 31 mayo 1960, RDJ, t. 58, sec. 2ª, p.
47.
36
indiciaria la naturaleza incidental de las tercerías el constatar que, algunas de ellas, una vez
tramitadas, pueden paralizar el procedimiento de apremio, efecto que es propio de un
incidente de previo y especial pronunciamiento.
En lo tocante a la importancia práctica de considerar a la tercería como juicio autónomo o
como un incidente, señalamos a modo de ejemplo y principalmente que, respecto de la
notificación de la tercería, se planteará el inconveniente de determinar si deberá practicarse
por el estado diario o personalmente; asimismo, resultará borrascoso determinar la
naturaleza de la resolución que falla la tercería, pudiendo tratarse según se estime, de una
sentencia interlocutoria, o una sentencia definitiva.
52
C. Ap. Santiago 4 enero 1994, RDJ, t. 91, sec. 2ª, p. 1; C. Ap. Santiago 1 octubre 1953, RDJ, t. 50, sec. 2ª,
p. 96; CS. 20 abril 1910, RDJ, t. 9, sec. 1ª, p. 174; C. Ap. Talca 19 junio 1951, RDJ, t. 48, sec. 2ª, p. 36.
37
B. Tercería de posesión
La segunda tercería que se relaciona con los bienes embargados es la tercería de posesión,
la que tendrá lugar toda vez que un tercero, por vía incidental, advenga al juicio ejecutivo
pretendiendo obtener que se alce el embargo respecto de ciertos bienes, en razón del
respeto que merece la posesión que ejercía sobre los mismos al momento de la traba. No
debemos olvidar, que en nuestro Derecho el poseedor se reputa dueño (art. 700 CC).
Esta tercería, que se dirige contra el ejecutante y el ejecutado, podrá interponerse desde la
traba misma del embargo, y hasta antes de que el bien haya sido rematado o adjudicado al
subastador. Una vez interpuesta, se tramitará conforme a las reglas de los incidentes, lo que
en todo caso, no suspenderá la tramitación del cuaderno principal, produciéndose, en
general, idéntico efecto en el cuaderno de apremio, el cual sólo suspenderá su curso en la
medida que se acompañen antecedentes que constituyan a lo menos presunción grave de la
posesión que se invoca (art. 522 CPP).
La operatoria de esta tercería, cuyo petitorio apunta a conseguir la excusión de ciertos
bienes del embargo, es simple, pues, el tercerista invoca la posesión que ejercía respecto de
éstos, para que una vez reconocida, opere subsecuentemente la presunción de dominio.
53
C. Ap. Concepción 10 noviembre 1973, RDJ, t. 70, sec. 1ª, p. 64; CS. 7 agosto 1947, RDJ, t. 45, sec. 1ª, p.
144.
38
B. Tercería de pago
La tercería de pago, tendrá lugar en todos aquellos casos en que un extraño advenga a un
procedimiento ejecutivo pretendiendo el derecho de concurrir conjuntamente con el
ejecutante al pago, a falta de otros bienes del deudor. Su objeto, por tanto, consiste en
reclamar el pago de un crédito que consta en un título ejecutivo que no goza de preferencia,
en todos aquellos casos en que el deudor no cuente con otros bienes que los embargados
para efectuar el pago de los créditos a los acreedores - ejecutante y tercerista-, concurriendo
este último conjuntamente con el ejecutante al pago de su crédito, una vez que se obtiene el
producto de la realización de los bienes embargados (arts. 518 nº 4 y 527 CPC).
Esta tercería, que se tramitará de acuerdo a las reglas de los incidentes, puede interponerse
desde el momento del embargo hasta aquél en que se verifica el pago del ejecutante.
Si la tercería es acogida, se deberá distribuir entre los acreedores la cantidad embargada o el
producto de la subasta, según sea el caso, en proporción al monto de sus créditos ejecutivos
(art. 527 CPC).
La intervención de este tercero, no provocará la suspensión de la tramitación del cuaderno
principal, como tampoco aquella que corresponda al cuaderno de apremio, sin perjuicio que
impedirá la realización del pago al ejecutante.
Además de esta tercería, debe consignarse que el segundo acreedor, para obtener el pago de
su crédito, puede optar por una vía procesal distinta a la tercería de pago, la que se traduce
en ejercer su derecho a iniciar un segundo juicio ejecutivo ante el tribunal que sea
competente de conformidad a las reglas generales, solicitando allí que se dirija un oficio al
tribunal que conoce de la primera ejecución, para que retenga de los bienes realizados la
cuota que proporcionalmente corresponda a dicho ejecutante (art. 528 CPC).
Para el acápite final de esta obra, y luego de haber analizado los diferentes títulos ejecutivos
que pueden autorizar una ejecución civil, hemos reservado el estudio de aquella ejecución a
que da lugar el más importante título ejecutivo judicial, las resoluciones judiciales. La
regulación de esta materia, se contiene en el Título XIX, Libro I, arts. 231 y siguientes del
CPC, lugar donde se hace la distinción, para efectos de su ejecución, entre aquellas
resoluciones judiciales dictadas por los tribunales chilenos, y aquellas que fueron
pronunciadas por los tribunales extranjeros, distinción a la que adscribiremos con el objeto
de desarrollar su tratamiento.
ejecución residual para los demás tipos de resoluciones judiciales que puedan requerir
ejecución (arts. 231, 238, 434 nº 1 y 113 COT),
La jurisprudencia ha reiterado que, cuando hablamos de ejecución, necesariamente nos
referimos a sentencias de condena54.
En doctrina, se ha distinguido, en relación a este tema, entre ejecución impropia y ejecución
provisional. La primera, se refiere a todos aquellos actos administrativos u otros actos
jurídicos que son necesarios realizar para obtener el cumplimiento de una sentencia
constitutiva o meramente declarativa firme, por su parte, la ejecución provisional se refiere
al cumplimiento compulsivo de una resolución judicial que aun no se encuentra firme,
siendo el basamento de este última el deseo de una tutela judicial efectiva, la cual a través
de la ejecución civil potencia el fallo de primera instancia. A diferencia de la Ley de
Enjuiciamiento Civil española, en nuestro CPC no se contempla, sin perjuicio ello,
encontramos un caso de ejecución provisional en el art. 691 CPC, referido al juicio
sumario, sin perjuicio de que existen casos en que es posible obtener el cumplimiento de
ciertas resoluciones que causan ejecutoria (art. 231 CPC).
Siempre analizando la ejecución de las resoluciones judiciales pronunciadas por tribunales
chilenos, podemos señalar, que ésta se puede llevar adelante a través de 4 tipos de
procedimientos distintos: el procedimiento ejecutivo, el incidental, un procedimiento
residual, o a través de procedimientos especiales, como por ejemplo, el contemplado en el
art. 752 CPC. En los números siguientes, analizaremos la ejecución civil de las resoluciones
judiciales a través de los 3 primeros tipos de procedimientos ejecutivos mencionados.
A. Procedimiento ejecutivo
El ejecutante, podrá iniciar, con el fin de obtener el cumplimiento forzado de una sentencia
firme, sea definitiva o interlocutoria, un procedimiento ejecutivo, según lo autoriza el art.
434 nº 1 CPC. En este procedimiento, se debe tener presente que, el ejecutado no podrá
oponer como excepción alguna que pudo haber opuesto en un procedimiento declarativo
anterior, cuestión del todo coherente con la preclusión y la cosa juzgada (art. 237 CPC).
54
C. Ap. Santiago 21 diciembre 1925, RDJ, t. 23, sec. 2ª, p. 42; CS. 3 agosto 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 211;
CS. 10 julio 1974, RDJ, t. 71, sec. 1ª, p. 108; CS. 9 enero 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 853.
40
siempre además, que la ejecución de ésta haga necesario iniciar un nuevo procedimiento, la
parte vencedora del juicio interesada en la ejecución de la resolución, no tiene la
obligación, sino sólo un derecho optativo para valerse del procedimiento incidental de
ejecución en miras a la obtención de dicho fin, siendo la otra alternativa, instar por el
cumplimiento iniciando un juicio ejecutivo ante el tribunal que sea competente según las
reglas generales, en los términos vistos en el punto anterior (art. 232 CPC).
Una vez presentada por la parte vencedora la solicitud de iniciar un procedimiento de
ejecución incidental, el tribunal deberá examinar si se cumplen o no los presupuestos para
acceder o denegar la solicitud. Si se reúnen los presupuestos, el tribunal deberá acceder a la
ejecución ordenando su cumplimiento con citación. Observamos que la resolución de estilo
que dicta el tribunal accediendo a la petición, llevará por contenido “como se pide, con
citación”.
La anterior resolución deberá notificarse por cédula al apoderado de la parte vencida y, en
caso que se exija el cumplimiento de la sentencia contra un tercero, ésta deberá ser personal
(art. 233 CPC). Observamos que la notificación al tercero, se explica desde la óptica del
llamado efecto reflejo de la sentencia, es decir, aquél caso, en que una sentencia genera
efectos no sólo para las partes, sino también para sujetos que no fueron parte de la relación
procesal.
b. Oposición a la ejecución
Una vez notificada la parte, o el tercero, éstos tendrán derecho a oponerse a la ejecución
(art. 234 CPC) siendo distinto, en parte, el régimen legal de la oposición en uno y otro caso,
En efecto, la parte vencida, podrá oponerse a la ejecución, la cual se tramitará en forma
incidental, oponiendo dentro de tercero día, una o más de las 10 excepciones que se
contemplan en el art. 234 CPC. Éstas, para ser admitidas a tramitación, deberán fundarse
en hechos ocurridos con posterioridad a la dictación de la sentencia, como por ejemplo, el
pago, o una concesión de plazo; además, deberán fundarse en antecedentes escritos, salvo la
pérdida de la cosa debida y la imposibilidad absoluta de la ejecución, pues en estos casos,
se exige que las excepciones estén revestidas de fundamento plausible, idéntica exigencia
que se formula para la excepción de falta oportunidad en la ejecución.
En lo que atinge al tercero, éste podrá oponerse a la ejecución, la cual se tramitará como
incidente, dentro del plazo de 10 días, oponiendo todas las excepciones previstas en el art.
234 inc. 1º CPC, sin perjuicio, de poder oponer una excepción que no rige para la parte
vencida: la excepción de no empecerle la sentencia (art. 234 inc. 2º CPC). ROMERO,
comprende que esta excepción sólo tiene sentido si el tercero que la opone invoca la
infracción de un litis consorcio necesario pasivo, en virtud del cual, éste debió haber sido
emplazado.
Existe jurisprudencia que entiende que, no debe aplicarse al tercero una de las exigencias
previstas en el art. 234 inc. 1º CPC, cual es, que la excepción debe fundarse en hechos
acaecidos con posterioridad a la sentencia de cuyo cumplimiento se trata55.
Una vez estudiado, lo que podemos denominar, la fase de conocimiento de la ejecución
incidental, corresponde que centremos nuestro análisis en lo constitutivo de ejecución
propiamente tal, cuestión que está prevista en el art. 235 CPC.
55
CS. 19 noviembre 1968, RDJ, t. 65, sec. 1ª, p. 350.
41
Cabe advertir, que la corriente jurisprudencial predominante, estima que esta norma sólo es
aplicable a la responsabilidad civil contractual56.
B. Procedimiento de exequatur
Si bien, parte de la doctrina ha concebido a este procedimiento como una gestión
preparatoria de la vía ejecutiva consistente en la validación de una sentencia extranjera, la
doctrina predominante lo comprende de manera diversa, estimando a éste como un
procedimiento autónomo, cuyo objeto apunta a resolver si una sentencia extranjera se ajusta
o no a los parámetros legales nacionales (MONSÁLVEZ), debiendo entenderse, en todo caso,
que lo que se ejecuta en nuestro país, no es la sentencia dictada por un tribunal extranjero,
56
CS. 1 junio 1954, RDJ, t. 51, sec. 1ª, p. 216; C. Ap. Concepción 23 julio 1993, RDJ, t. 90, sec. 2ª, p. 91; CS.
27 mayo 1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 139; CS. 24 enero 2002, RDJ, t. 99, sec. 1ª, p. 23; en sentido contrario:
C. Ap. Santiago 7 enero 1997, RDJ, t. 94, sec. 2ª, p. 3; CS. 13 diciembre 2000, RDJ, t. 97, sec. 3ª, p. 185.
43
sino la sentencia chilena de exequatur, siguiendo los cauces pertinentes a que da lugar el
art. 434 nº 1 CPC.
a. Necesidad del exequatur
Toda resolución judicial pronunciada por tribunales extranjeros requiere para su ejecución
en Chile de la observancia del exequatur, cualquiera que sea la clase de tribunal desde
donde emana la resolución judicial, y cualquiera que sea la naturaleza del negocio en que
hubiere recaído.
Sin embargo, autorizadas opiniones en doctrina, estiman que las resoluciones pronunciadas
por tribunales extranjeros en negocios no contenciosos escapan a la exigencia del exequátur
cuando éstas constituyen meras formalidades tendientes a dar validez a un acto o contrato,
siendo que, lo que se invocará en nuestro país sólo será dicho acto o contrato y no la
resolución extranjera en cuanto tal.
b. Tramitación
Será demandante en este proceso de reconocimiento, quien presente una demanda de
exequatur ante la Corte Suprema, siendo el demandado, aquél contra quien se presenta la
referida demanda (art. 247 CPC). Respecto de la legitimación para ser demandante,
entendemos que puede serlo cualquier persona interesada en el reconocimiento de la
sentencia extranjera en Chile, independiente del contenido de la misma y de la
circunstancia que ésta le resulte favorable o no.
La demanda de exequatur debe cumplir con todos los requisitos del art. 254 CPC, la cual en
su parte petitoria deberá hacer alusión al reconocimiento de una sentencia pronunciada por
un tribunal extranjero, siendo además imperativa la exigencia de acompañar a la demanda
la sentencia extranjera cuya eficacia se pretende en Chile, en una copia legalizada, y en su
caso, traducida. Observamos que, si se trata de una sentencia arbitral, será necesario que se
acredite la autenticidad y eficacia de la misma con una certificación emanada del tribunal
superior ordinario del país respectivo (arts. 246, 247 y 347 CPC).
La tramitación del exequatur, será diversa según si la sentencia que se pretende hacer valer,
recayó en un asunto contencioso o no contencioso (arts. 248 y 249 CPC).
Sentencia extranjera que resolvió un asunto contencioso
Tratándose de un asunto contencioso, la tramitación tendrá lugar de la manera que sigue: la
parte interesada en obtener de la Corte Suprema el correspondiente exequatur para poder
cumplir en Chile una sentencia pronunciada por un tribunal extranjero, presentará su
demanda adjuntando una copia legalizada de la sentencia. El tribunal, una vez examinados
los requisitos formales, conferirá traslado a la parte contra quien se pretende ejecutar la
sentencia extranjera en Chile, debiendo ser notificada personalmente.
La persona contra quien se pretende ejecutar la sentencia extranjera en Chile, podrá
exponer lo que estime conveniente durante un término de emplazamiento compuesto por
igual número de días que el emplazamiento para contestar demandas en el juicio ordinario
de mayor cuantía. En especial, el demandado podrá alegar el incumplimiento de ciertos
requisitos formales en la presentación del actor y la no configuración de los criterios para
permitir el cumplimiento de la sentencia extranjera en Chile, que analizaremos mas
adelante.
Una vez que la contraparte contesta, o en su rebeldía, pasarán los antecedentes al fiscal
judicial de la Corte Suprema, para su vista. La razón de esta exigencia radica en que se
entiende existir un interés público comprometido, pues, se insta a reconocer en Chile una
soberanía extranjera.
44
En caso que el tribunal lo estime necesario, podrá recibir la causa a prueba, aplicándose al
respecto las normas establecidas para los incidentes.
Una vez vencido el término probatorio, en nuestra práctica forense, el tribunal dictará el
decreto autos en relación, por lo que, sólo después de la vista de la causa el tribunal
resolverá acogiendo o denegando el exequatur (248, 250, 258 y 259 CPC).
Sentencia extranjera dictada en el marco de un asunto judicial no contencioso
Si se trata de instar por el reconocimiento de una resolución judicial dictada en el marco de
un asunto judicial no contencioso, en virtud del art. 249 CPC, el tribunal resolverá con sólo
la audiencia del fiscal judicial, pudiendo el tribunal, si lo estima necesario, abrir un término
de prueba antes de resolver, el cual se tramitará según las reglas de forma y tiempo que
rigen para los incidentes (arts. 249 y 250 CPC.).
En síntesis, la tramitación del exequatur en negocios voluntarios consta, o puede constar, de
los siguientes trámites: la solicitud de exequatur, la vista del fiscal judicial, una etapa de
prueba, si el tribunal lo estima necesario, la dictación del decreto autos en relación,
culminando en definitiva, por una sentencia que acogerá o denegará el exequátur
Criterios exigidos por el CPC para que una resolución judicial extranjera pueda
cumplirse en Chile
Para que una resolución judicial dictada por un tribunal extranjero pueda cumplirse en
Chile, ésta deberá dar cumplimiento a tres criterios básicos que se expresan en nuestro CPC
según un orden de prelación, y que determinarán tanto, si la resolución se podrá ejecutar o
no, como en qué medida.
En primer término, nuestro CPC, dispone que la sentencia extranjera tendrá en Chile,
aquella fuerza ejecutiva que le confieran los tratados internacionales respectivos,
procediéndose para conseguir su ejecución, de acuerdo a lo que dispone la ley procesal
chilena, salvo que ésta aparezca modificada por los tratados internacionales respectivos
(art. 242 CPC).
Un segundo criterio, y que procede en defecto del anterior, consiste en la reciprocidad, que
es aquél en virtud del cual la sentencia extranjera tendrá en Chile, la misma fuerza ejecutiva
que, en aquél Estado tengan las sentencias dictadas en Chile (arts. 243 y 244 CPC).
En el caso que no puedan aplicarse los criterios anteriores, regirá el criterio de la
regularidad internacional, en virtud del cual, la sentencia extranjera tendrá en Chile el
mismo valor que una sentencia chilena, en la medida que dé cumplimiento a las
circunstancias que expresa el art. 245 CPC, cuestiones mas bien formales, y que por ende,
no obligan a un examen de la legalidad de fondo del fallo extranjero.
Las circunstancias previstas en el art. 245 CPC, consisten, en primer término, en que las
resoluciones extranjeras no deben contener nada contrario a las leyes de la república.
Cuestión que ha sido entendida por la doctrina, como nada contrario a normas de Derecho
Público, y a normas de orden público de Derecho Privado.
En segundo lugar, se exige que las resoluciones extranjeras no se opongan a la jurisdicción
nacional, lo que quiere decir que, no deben versar sobre una materia que debió ser conocida
por tribunales chilenos.
En tercer término, se exige que la sentencia extranjera haya sido fruto de un debido
proceso, lo que en términos legales se traduce en que “la parte en contra de la cual se
invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de la acción. Con todo, podrá ella
probar que, por otros motivos, estuvo impedida de hacer valer sus medios de defensa”.
Por último, para que se pueda cumplir una sentencia extranjera en Chile, ésta debe estar
ejecutoriada de acuerdo a las leyes del país en que hayan sido pronunciadas (art. 245 CPC).
45
C. La sentencia de exequatur
La sentencia de exequatur, es una sentencia definitiva, porque pone fin a la instancia
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto principal del pleito. Esta sentencia
podrá acoger la demanda de exequatur, caso en el cual reconocerá la autoridad y eficacia de
la sentencia extranjera en Chile, revelando su carácter constitutivo.
En este caso, la sentencia extranjera constituye un título ejecutivo, aplicándose para su
ejecución, las normas que contenga el tratado internacional respectivo, sin embargo, si no
existe un tratado internacional aplicable, o si este existe pero no contempla un
procedimiento para la ejecución de la resolución extranjera, se aplicarán para tal efecto, las
normas de procedimiento chilenas, siendo competente para conocer de la ejecución aquél
tribunal a quien habría correspondido conocer del negocio en primera o en única instancia
si el juicio se hubiera promovido en Chile (art. 251 CPC).
Si la sentencia de exequatur rechazar la demanda, quiere decir que se habrá denegado el
reconocimiento de la autoridad y eficacia de la sentencia extranjera en Chile, produciendo
esta resolución la autoridad de cosa juzgada y, la correlativa excepción de cosa juzgada.