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EJECUCIÓN CIVIL
Materiales para curso de Derecho Procesal Civil: Recursos y ejecución•
Escuela de Derecho, Universidad de Valparaíso
Prof. CLAUDIO MENESES PACHECO*

SUMARIO: I. Nociones generales sobre la ejecución civil. II. Procedimientos ejecutivos. III. Principales
modelos de procedimientos ejecutivos. IV. Requisitos de la acción ejecutiva. V. Juicio ejecutivo en las
obligaciones de dar: arts. 434-529 CPC. VI. Gestiones preparatorias de la vía ejecutiva. VII. Cuaderno
principal o ejecutivo en el juicio ejecutivo. VIII. Cuaderno de apremio en el juicio ejecutivo. IX. Cuaderno de
tercerías en el juicio ejecutivo. X. Ejecución de resoluciones judiciales.

I. NOCIONES GENERALES SOBRE LA EJECUCIÓN CIVIL

1. La ejecución civil ha sido definida como “aquella actividad con la cual los órganos
judiciales tratan de poner en existencia coactivamente un resultado práctico equivalente a
aquel que habría debido producir otro sujeto, en cumplimiento de una obligación jurídica”
(LIEBMAN)1.


Este es un apunte con propósitos exclusivamente didácticos, destinado a los alumnos del curso que formaron parte del
curso de Derecho Procesal Civil: Recursos y Ejecución, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, año
2010. Se ciñe estrictamente al programa del ramo y, por tanto, no es un trabajo teórico. Constituye, asimismo, un texto en
proceso de revisión para una ulterior publicación, por lo que no es susceptible de ser citado o reproducido fuera de la
referida Escuela.
*
Abogado Universidad Adolfo Ibáñez, Profesor de Derecho Procesal, Universidad de Valparaíso y Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. Magíster en Investigación Jurídica y Doctor (c) en Derecho,
Universidad de los Andes, Chile. Abogado del Estudio Jurídico Manríquez, Benavides, Mackay y Cía.
Correos electrónicos: claudio.meneses@uv.cl, cmeneses@mbmack.cl.
1
Las explicaciones contenidas en el texto han tenido como base los siguientes trabajos fundamentales:
CALAMANDREI, PIERO, El procedimiento monitorio, trad. S. Sentís Melendo, Ejea, Buenos Aires, 1953;
CARNELUTTI, FRANCESCO, Sistema de Derecho Procesal Civil, trad. N. Alcalá-Zamora y Castillo, y S. Sentís
Melendo, Uteha, Buenos Aires, 1944, vol. II; CARRERAS, JORGE, El embargo de bienes, Bosch, Barcelona,
1957; COLOMBO CAMPBELL, JUAN, “El título ejecutivo”, en AA.VV., El juicio ejecutivo. Panorama actual,
dir. R. Nahum, Santiago, 1995, pp. 1-37; CORDÓN MORENO, FAUSTINO, El proceso de ejecución, Aranzadi,
Navarra, 2002; CORTEZ MATCOVICH, GONZALO, “Consideraciones sobre el mérito ejecutivo de la factura (A
propósito de la Ley 19.983, que regula la transferencia y otorga mérito ejecutivo a la copia de la factura)”, en
Revista de Derecho, Universidad de Concepción, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Concepción, N°
214, 2003, pp. 23-57; DE LA OLIVA SANTOS, ANDRÉS; DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, IGNACIO y, VEGAS TORRES,
JAIME, Derecho Procesal Civil. Ejecución forzosa. Procesos especiales, Editorial Universitaria Ramón
Alerce, 3ª edic., Madrid, 2005; ESPINOSA FUENTES, RAÚL, Manual de procedimiento civil. El juicio ejecutivo,
Editorial Jurídica de Chile, 11ª edic., Santiago, 2006; FUEYO LANERI, FERNANDO, “Las astreintes (o pena
conminatoria privada y judicial) (o medio indirecto de obtener del deudor la ejecución en naturaleza)”, en
Instituciones de Derecho Civil moderno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1990, pp. 497-534; del mismo
autor, Cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1992;
GOLDSCHMIDT, JAMES, Derecho Procesal Civil, trad. L. Prieto Castro, Editorial Labor, Barcelona, 1936;
LIEBMAN, ENRICO TULLIO, Manual de Derecho Procesal Civil, trad. S. Sentís Melendo, Ejea, Buenos Aires,
1980; MARINONI, LUIZ GUILHERME, “As sentenças que dependem de execuçao”, en Revista de Direito
Processual Civil, Curitiba, 2006, Nº39, pp. 77-100; NAVARRETE VILLEGAS, LUIS GONZALO, Embargo,
tercerías y realización de bienes, Editorial Jurídica de Chile, 2ª edic., Santiago, 2004; NELLE, ANDREAS,
Anspruch, Titel und Vollstreckung im internationalen Rechtsverkehr, Mohr Siebeck, Tübingen, 2000;
MONSÁLVEZ MÜLLER, Reconocimiento y ejecución en Chile de sentencia extranjeras, Editorial Jurídica
Conosur, 2ª edic., Santiago, 2000; ORELLANA TORRES, FERNANDO, Procedimiento ejecutivo por obligaciones
2

Como se aprecia, la ejecución civil es una materia que se relaciona con el cumplimiento
forzado de una obligación. En lo medular, consiste en un mecanismo procesal de agresión a
la esfera patrimonial del deudor, basado en la existencia de un título ejecutivo que autoriza
la realización de actividades coercitivas tendientes a lograr la satisfacción de un crédito.
Opera, en consecuencia, frente a la ausencia de cumplimiento voluntario de una prestación.
2. No constituye, por lo mismo, un momento de discusión, sino de actuación. “Actuar en
lugar de discutir”, como se destaca en la doctrina alemana (NELLE).
En la ejecución civil no se aspira a la declaración de un derecho cuya existencia sea
controvertida o dudosa, sino al cumplimiento de una obligación preestablecida y a la
actuación de un derecho previamente reconocido por el ordenamiento jurídico, tomando
acreedor y deudor los respectivos roles procesales de ejecutante y ejecutado. Estas últimas
denominaciones no deben conducir a equívocos, en especial, lo referido al rol del acreedor:
éste es el titular del crédito que solicita la tutela ejecutiva, y en cuanto tal, toma el papel de
ejecutante; pero en rigor, la ejecución en sí misma siempre es realizada por el Estado a
través de los órganos de ejecución.
Sobre el punto, la jurisprudencia chilena ha indicado “que de acuerdo a los principios
generales del Derecho Procesal, los procedimientos ejecutivos son aquellos que tienen por
objeto obtener el cumplimiento de un derecho que ha sido reconocido o declarado en una
sentencia anterior, o que conste en un título al que la ley da el mismo valor que a una
sentencia con autoridad de cosa juzgada; y que los procedimientos declarativos, tanto los

de dar, Librotecnia, Santiago, 2005; ORTELLS RAMOS, MANUEL Y OTROS, Derecho Procesal Civil, Thomson-
Aranzadi, 7ª edic., Navarra, 2007; PÉREZ RAGONE, ÁLVARO, “El acceso a la tutela ejecutiva del crédito:
reflexiones sobre la ejecución inmediata de sentencia, el proceso monitorio y los tribunales de ejecución
desde el proceso civil comparado europeo”, AA.VV, Justicia civil y comercial: una reforma pendiente. Bases
para el diseño de la reforma procesal civil, Santiago, 2006, pp. 493-519; del mismo autor, “En torno al
procedimiento monitorio desde el Derecho Procesal comparado europeo: caracterización, elementos
esenciales y accidentales”, en Revista de Derecho, Universidad Austral de Chile, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales, Valdivia, 2006, vol. 19, n°1, pp. 205-235; del mismo autor, “La tutela inhibitoria como
técnica procesal civil de aplicación de los principios de prevención y precaución”, en Revista de Derecho,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Facultad de Derecho, Valparaíso, 2007, N°28, 1º sem., pp.
207-234; del mismo autor, “Deber de transparencia patrimonial y efectividad de la ejecución: corolario del
imperativo de cooperación procesal”, en AA.VV., La reforma procesal civil en Chile. Análisis critico del
Anteproyecto de Código Procesal Civil, edit. J. Carrasco, Cuadernos de Extensión Jurídica, Universidad de
los Andes, Facultad de Derecho, 2009, N°16, pp. 223-234; PÉREZ RAGONE, ÁLVARO, y SILVA ÁLVAREZ,
OSCAR, “El imperativo de transparencia patrimonial del deudor como requisito funcional para una ejecución
civil eficiente”, en Ius et Praxis, Universidad de Talca, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Talca, 2009,
vol. 15, n°2, pp. 79-115; QUEZADA MELÉNDEZ, JOSÉ, Proceso ejecutivo, Librotecnia, Santiago, 2009;
ROMERO SEGUEL, ALEJANDRO, “Algunas cuestiones sobre juicio ejecutivo”, Cuadernos Jurídicos,
Universidad Adolfo Ibañez, Facultad de Derecho, Viña del Mar, 2000; del mismo autor, “La tutela cautelar en
el proceso civil chileno”, RDJ, t. 98, 2001, pp. 35-67; del mismo autor, Curso de Derecho Procesal Civil,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2006; SERRA DOMÍNGUEZ, MANUEL, “Juicio ejecutivo”, en Estudios de
Derecho Procesal, Ariel, Barcelona, 1969, pp. 517-537; TAVOLARI OLIVEROS, RAÚL, “Embargo y
enajenación forzada”, en El proceso en acción, Libromar, Santiago, 2000, pp. 19-45; del mismo autor, “Del
título ejecutivo (¿Es posible pedir la quiebra de una asociación o cuentas en participación?)”, en El proceso en
acción, Libromar, Santiago, 2000, pp. 49-85; VERDE, GIOVANNI, “Attualità del principio ‘nulla executio sine
titulo’”, en Rivista di Diritto Processuale, Cedam, Padova, 1999, N°4, pp. 967-974. También hemos
considerado nuestros trabajos: a) “La ejecución provisional en el proceso civil chileno”, en Revista Chilena de
Derecho, 2009, vol. 36, N°1, pp. 21-50; b) “Título ejecutivo extrajudicial y documento público”, en AA.VV.,
Derecho Procesal contemporáneo. Ponencias de las XXII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal,
coord. R. Tavolari, Editorial Jurídica de Chile, PuntoLex, Thomson Reuters, Santiago, 2010, pp. 1184-1201.
3

juicios ordinarios como los sumarios, tienen por objeto obtener el reconocimiento o la
declaración de un derecho del cual se ha privado a su titular o se le ha desconocido”2.
3. Según un sector de la doctrina española, los elementos distintivos de la ejecución civil
son: 1) la coerción, 2) la sustitución y, 3) la intromisión en el patrimonio del deudor
(CARRERAS, DE LA OLIVA).
La coerción, se refiere a la utilización de la fuerza por parte de órganos estatales (los
órganos de ejecución) sometida a normas jurídicas; desde el punto del vista del tribunal, se
relaciona con la potestad de imperio, que constituye el corolario de la prohibición de la
autotutela como medio de resolución de conflictos. La sustitución consiste en el reemplazo
de la voluntad del deudor por el poder público, en especial, por la intervención de los
órganos jurisdiccionales. La intromisión en el patrimonio del deudor es la injerencia en la
esfera patrimonial del sujeto pasivo de una obligación, con la finalidad de obtener el
cumplimiento de ésta.
En el Derecho chileno, estas nociones se pueden relacionar con el llamado derecho de
prenda general, también conocido como “responsabilidad patrimonial del deudor” (FUEYO),
establecido en el art. 2465 CC.

II. PROCEDIMIENTOS EJECUTIVOS

1. La ejecución civil se canaliza a través de instrumentos jurídicos llamados procedimientos


ejecutivos.
Es necesario tener presente que, se discute en doctrina sobre el necesario carácter
jurisdiccional de los procedimientos ejecutivos. En España, por ejemplo, se sostiene que la
ejecución debe ser jurisdiccional. Un sector de la doctrina extranjera, por otro lado, se ha
pronunciado por la tesis no jurisdiccional, aceptando la posibilidad de que la ejecución civil
sea dirigida por órganos que carecen del carácter de tribunal, aunque aceptando el derecho
de reclamar ante la jurisdicción los posibles vicios y/o ilegalidades cometidas en la agresión
patrimonial (PÉREZ RAGONE).
El Derecho francés es un buen ejemplo de lo último, donde encontramos “oficiales de
ejecución” o “alguaciles de ejecución”, que podemos caracterizar como ministros de fe
encargados de la ejecución de las obligaciones.
Hacemos notar lo anterior, porque la eficacia del sistema jurisdiccional es menor que en
aquellos modelos que optan por una ejecución no jurisdiccional.
2. En la ejecución regulada por el CPC rige la jurisdiccionalidad. Nuestro análisis, por lo
mismo, partirá de la base de la situación vigente en estos momentos en Chile, sin perjuicio
de dejar constancia que en el Proyecto CPC se ha planteado una solución diversa, de
connotación no jurisdiccional, con intervención de los llamados “oficiales de ejecución”.

III. PRINCIPALES MODELOS DE PROCEDIMIENTOS EJECUTIVOS

Se pueden distinguir distintos tipos de procedimientos ejecutivos, principalmente en


atención a la existencia o ausencia de fase de conocimiento. Nos concentramos, por lo ya
dicho, en la tesis jurisdiccional de la ejecución, y distinguimos tres principales
modalidades: 1) procedimiento de ejecución en sentido estricto, 2) procedimiento

2
C. Ap. Pedro Aguirre Cerda 3 octubre 1984, RDJ, t. 81, sec. 2ª, p. 119, parte transcrita en c. 5º, p. 120. En
similares términos C. Ap. Santiago 12 julio 1990, RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 146, en especial c. 4º, p. 147.
4

ejecutivo-sumario o con fase sumaria de conocimiento, 3) procedimiento ejecutivo-


declarativo o con fase de cognición (ROMERO)3.

1. Procedimiento de ejecución en sentido estricto


Procedimiento que se concentra únicamente en conseguir la ejecución civil, sin contemplar
fase de conocimiento y sin posibilidad de defensa por parte del ejecutado. El ejecutado sólo
puede formular su oposición a la ejecución en un juicio posterior, mediante el ejercicio de
acciones. Se rige por el principio solve et repete, lo que equivale a decir que primero es
necesario pagar, para quedar luego en condiciones de reclamar jurisdiccionalmente contra
la ejecución.
En Chile, este modelo de ejecución está contemplado en el procedimiento sobre realización
de prenda del DL Nº 776 de 1925, y en el de realización de prendas de valores mobiliarios a
favor de los bancos (art. 6º Ley N°4.287 de 1928). Debemos señalar que estos
procedimientos ejecutivos han sido objeto de reparos de constitucionalidad por la doctrina y
la jurisprudencia4.

2. Procedimiento ejecutivo-sumario o con fase sumaria de conocimiento


Procedimiento que contempla una etapa de conocimiento reducida, pudiendo el ejecutado
promover su defensa en términos muy acotados (oposición a la ejecución) dentro del
mismo expediente ejecutivo. Existe, entonces, etapa de conocimiento, pero ésta es muy
breve y exigua, contemplándose tan sólo un número limitado de excepciones para el
ejecutado.
Un ejemplo de esta modalidad lo hallamos en el procedimiento especial hipotecario de la
Ley General de Bancos (arts. 103-111, DFL N° 3 de 1997, que fija el texto refundido,
coordinado y sistematizado de la Ley General de Bancos).

3. Procedimiento ejecutivo-declarativo o con fase de conocimiento


Procedimiento que supone una amplia discusión sobre el derecho deducido en juicio,
pudiendo el ejecutado oponer una variada gama de excepciones en contra de la ejecución.
Es el modelo del juicio ejecutivo ordinario del título I del Libro III CPC.
En relación con lo anterior, es necesario precisar que en el CPC existen dos grandes
procedimientos ejecutivos: por un lado, el juicio ejecutivo del Libro III CPC, y por otro, el
llamado procedimiento “incidental” de ejecución regulado por los arts. 233-241 CPC.
Ambos cuadran con la noción de juicio ejecutivo con fase de conocimiento, siendo
notablemente más marcada esta característica en el juicio ejecutivo regulado en el Libro III
CPC.

3
En nuestro país existen tres interesantes estudios sobre las características de los procedimientos ejecutivos
en el Derecho chileno, los que destacamos como textos de profundización: WIEGAND FRODDEN, ENRIQUE, “El
concepto de procedimiento ejecutivo en nuestra legislación”, en Anales de la Universidad Católica de
Valparaíso, Valparaíso, 1955, N°2, pp. 15-80; PEREIRA ANABALÓN, HUGO, “La fase de conocimiento en el
juicio ejecutivo”, en AA.VV., Juicio ejecutivo. Panorama actual, Conosur, Santiago, 1995, pp. 39-66;
ROMERO SEGUEL, ALEJANDRO, “Algunas cuestiones sobre juicio ejecutivo”, Cuadernos Jurídicos,
Universidad Adolfo Ibañez, Facultad de Derecho, Viña del Mar, 2000.
4
Cfr. CONCHA GUTIÉRREZ, CARLOS, “Garantía constitucional del debido proceso: derogación del D.L. 776 de
1925 sobre realización de prenda. Apuntes para una actuación judicial”, Revista Chilena de Derecho, 1986,
vol. 13, N°1, pp. 39-50; PEREIRA ANABALÓN, H., “La fase de conocimiento…”, cit., p. 41; sentencia CS. 13
agosto 2008, causa “Banco Santander Chile con Recabarren Hewitt”, rol N° 2490-2007.
5

Continuando con lo previamente señalado, debe tenerse presente que la jurisprudencia ha


señalado, comparando estos dos procedimientos, que el de ejecución “incidental” tiene un
carácter más simplificado que el juicio ejecutivo del Libro III CPC5.

IV. REQUISITOS DE LA ACCIÓN EJECUTIVA

Todo procedimiento ejecutivo se inicia mediante el ejercicio de una acción ejecutiva, la que
debe ser ejercida por medio de una demanda ejecutiva en la que es necesario acompañar el
título ejecutivo. Son, pues, tres nociones indisolublemente relacionadas: acción ejecutiva,
demanda ejecutiva y título ejecutivo. Como veremos, esta vinculación está contemplada en
el art. 434 CPC, en relación con el art. 441 CPC.
La acción ejecutiva puede ser definida como un derecho subjetivo público a una concreta
tutela jurisdiccional, cuyo objeto es obtener un resultado equivalente al que habría logrado
un acreedor frente al cumplimiento cabal y oportuno de una obligación por parte del deudor
(DE LA OLIVA, en España; LIEBMAN, en la doctrina italiana).
Para que una acción ejecutiva sea acogida deben cumplirse tres requisitos fundamentales:
1) título ejecutivo; 2) obligación líquida y actualmente exigible; 3) ausencia de prescripción
extintiva.

1. Primer requisito: título ejecutivo


A. Concepto
“Documento que deja constancia fidedigna de una obligación líquida y actualmente
exigible, al que la ley otorga la fuerza suficiente para exigir la garantía jurisdiccional del
embargo” (TAVOLARI).
“Título ejecutivo es aquel que da cuenta de un derecho indubitado al cual la ley otorga la
suficiencia necesaria para exigir el cumplimiento forzado de una obligación de dar, hacer o
no hacer, obligación que además debe tener las características de ser líquida y actualmente
exigible y de no hallarse prescrita” (C. Ap. San Miguel 1º octubre 1996)6.
Es un presupuesto esencial de la ejecución civil: “nulla executio sine titulo”. No puede
iniciarse un procedimiento ejecutivo sin la presencia de un título ejecutivo, donde se
encuentre determinada en forma clara la obligación de cuyo cumplimiento forzado se trata.
Así lo ha señalado la jurisprudencia chilena7.

B. Características del título ejecutivo


a. Es un documento
La doctrina mayoritaria, nacional y extranjera, estima que el título ejecutivo tiene
naturaleza documental; no es un acto jurídico, sino un documento (TAVOLARI, en Chile;
CARNELUTTI, en Italia; entre muchos otros). También existe jurisprudencia en este sentido:
“la ley no ha dado mérito ejecutivo a los negocios jurídicos, sino a documentos a los cuales

5
CS. 1º octubre 1997, RDJ, t. 94, sec. 3ª, p. 156.
6
Cfr. sentencia de apelación de C. Ap. San Miguel 1º octubre 1996, mantenida por sentencia de CS. 11 agosto
1997, que rechazó un recurso de casación en el fondo deducido en contra de la primera: RDJ, t. 94, sec. 1ª, p.
64, en especial la parte transcrita correspondiente al c. 1º del fallo de apelación, p. 64.
7
C. Ap. Punta Arenas 6 enero 1990, RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 10; C. Ap. Santiago 17 junio 1994, RDJ, t. 91, sec.
2ª, p. 63.
6

atribuye ese mérito y que, por supuesto, pueden contener negocios jurídicos (la transacción,
por ejemplo) o referirse a ellos”8.
Un sector minoritario, encabezado por el procesalista italiano LIEBMAN, ha postulado el
carácter de acto o negocio de esta figura jurídica: se trata, según él, de “actos que la ley
reconoce necesarios y al mismo tiempo suficientes para legitimar la demanda con la cual se
promueve la ejecución”.
Hay una postura intermedia, para la cual es necesario considerar tanto los aspectos
sustantivos como documentales del título ejecutivo (DE LA OLIVA, en España; COLOMBO,
en Chile). Básicamente se sostiene, en este sentido, que el título ejecutivo no es
únicamente una entidad documental, sino que además presenta un determinado contenido,
compuesto por actos a los cuales asigna eficacia suficiente para permitir la ejecución
forzada.
Pensamos, que es más acertado hablar de una combinación entre lo documental y lo
sustantivo, que fue lo que en realidad expuso LIEBMAN. Como en todo documento, hay que
considerar lo externo y lo intrínseco, sin que podamos quedarnos únicamente con el aspecto
formal. De modo que, si bien el título ejecutivo es en sí mismo un documento, no podemos
decir que sea una entidad vacía, por el contrario, debe tener un determinado contenido que
habilite legítimamente el inicio de un procedimiento ejecutivo9.
En suma, el título ejecutivo es un documento con determinadas exigencias de forma y
mérito, tal como seguiremos explicando a continuación.

b.Con exigencias formales que aseguren su autenticidad: el título ejecutivo como


documento público
Estimamos que, el título ejecutivo no puede ser cualquier documento, en rigor, debe tratarse
de un documento público, para así dotar a la ejecución civil de las seguridades necesarias
(esta idea ya estaba en GOLDSCHMIDT, entre otros autores).
Como hemos dicho en otro lugar (MENESES), para balancear adecuadamente los dos polos
en tensión existente en toda ejecución civil (intereses del acreedor y del deudor), es
necesario tomar resguardos, uno de los cuales atañe a la autenticidad del título, de manera
tal, que el tribunal no se enfrente a la necesidad de efectuar mayores análisis acerca de la
existencia o inexistencia de la obligación, procediendo a actuar luego del estudio del título
que habilita la ejecución forzada.
La autenticidad intrínseca del documento público, es una buena respuesta a la necesidad
predicha. Por lo mismo, consideramos fundamental que todos los títulos sean
confeccionados, autorizados o certificados por ministros de fe pública. Sólo así se asegura,
en correcta medida, la eficacia formal del documento llamado título ejecutivo y, ante todo,
se legitima la ejecución civil.

8
CS. 27 junio 1966, RDJ, t. 63, sec. 1ª, p. 232, en especial c. 8º, p. 234.
9
Otro planteamiento interesante, en un sentido parecido, puede verse en VERGARA VERGARA, RENÉ,
“Consideraciones sobre el problema de la unidad o multiplicidad del título ejecutivo”, en Revista de Derecho,
Universidad de Concepción, año 1983, pp. 51-56.
7

c. Con determinado contenido


Según adelantábamos, este documento no puede tener cualquier contenido. Éste debe
comprender específicamente una obligación líquida (o más en general, determinada o
determinable) y actualmente exigible. Existe jurisprudencia en este sentido10.
Para el caso de los títulos extrajudiciales, podemos decir que además, es necesaria la
voluntad de asumir la obligación de parte del deudor. En tal sentido, TAVOLARI expresa que
“el título debe provenir del deudor”, requiriéndose que la persona del deudor esté
determinada pues -en su opinión-, resulta inimaginable la presencia de títulos ejecutivos
cuyo deudor no esté categóricamente precisado. Al respecto, la jurisprudencia ha señalado
que “es indispensable para que proceda la ejecución que del título resulte alguna obligación
contra persona determinada y que esta persona se haya obligado personalmente”11;
asimismo, se ha resuelto que “el título ejecutivo tiene que ser constitutivo de una obligación
determinada y relativo a una persona también determinada”12.
En fin, también es necesario que la situación jurídica pasiva de la obligación no se
encuentre extinguida, en especial, con motivo de la prescripción liberatoria. El mismo
TAVOLARI, aludiendo a este tópico, señala que es indispensable que en el título no conste
que la obligación está extinguida.

d. Regido por la legalidad y tipicidad


La legalidad indica que sólo la ley puede establecer títulos ejecutivos, sin que puedan
hacerlo las partes en ejercicio de la autonomía de la voluntad, u otros poderes públicos en
ejercicio de sus potestades.
La tipicidad, complementaria de la legalidad, exige que para poder hablar de título
ejecutivo es indispensable que el respectivo documento y el contenido de éste, sean
subsumibles en alguno de los supuestos legales expresamente previstos, así lo ha señalado
la doctrina española (ORTELLS). En otros términos, no basta con que exista una ley que
disponga que un determinado documento tenga el carácter de título ejecutivo; es necesario
–además- que el elemento que se invoca como título se ajuste rigurosamente a esa
disposición legal.
En Chile, esta característica aparece recogida en el art. 434 nº 7 CPC, donde se alude a
cualquiera otro título a que “las leyes” den fuerza ejecutiva.
La jurisprudencia lo ha enfatizado en varias ocasiones13. Particularmente interesante es una
sentencia del año 2003, por la cual la Corte Suprema dio aplicación –correctamente en
nuestra opinión - a las dos notas antes indicadas, a propósito de la imposibilidad de invocar
como títulos ejecutivos las fotocopias de un pagaré: “El artículo 434 N°4 del Código de
Procedimiento Civil otorga mérito ejecutivo a los pagarés protestados por falta de pago
siempre que concurran, además, las otras condiciones que allí se establecen, pero no
concede dicho mérito a las fotocopias o copias autorizadas de ellos, como sucede con otros

10
CS. 26 octubre 1921, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 467; CS. 9 enero 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 853; CS. 3 agosto
1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 211.
11
C. Ap. Santiago 21 diciembre 1925, RDJ, t. 23, sec. 2ª, p. 42.
12
CS. 31 marzo 1933, RDJ, t. 30, sec. 1ª, p. 286.
13
Por ejemplo: CS. 27 agosto 1913, RDJ, t. 12, sec. 1ª, p. 10; CS. 26 octubre 1921, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 467;
C. Ap. Santiago 22 julio 1930, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 300; CS. 14 diciembre 1935, RDJ, t. 33, sec. 1ª, p. 139;
CS. 21 octubre 1937, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 122; CS. 29 agosto 1944, RDJ, t. 42, sec. 1ª, p. 278; C. Ap.
Concepción 17 agosto 1979, RDJ, t. 76, sec. 2ª, p. 270; CS. 26 enero 2004, RDJ, t. 101, sec. 1ª, p. 14, en
especial c. 13º, p. 17.
8

títulos. Si la ley, única que puede otorgar mérito ejecutivo a un documento, no lo permitió,
o mejor, no contempló esta posibilidad, ha sido porque un solo documento mercantil podría
convertirse en un número infinito de títulos ejecutivos, tantos cuantas copias autorizadas se
lograren”14.

e. Debe ser autosuficiente


Como primera cuestión, señalemos que, por lo expuesto antes, la suficiencia o mérito
ejecutivo del título debe estar señalada por la ley. Es, en efecto, la ley la que determina la
fuerza de estos documentos, al punto que muchos autores y alguna jurisprudencia nacional,
han estimado que aquí se produciría una situación de prueba “legal” (CARNELUTTI) o
“privilegiada” (CS. 10 octubre 2006)15.
Aclarado lo anterior, queda pendiente resolver una interrogante sobre la cual no existe
consenso entre los autores y tribunales chilenos, referida a la autosuficiencia del título, o
como lo ha calificado alguna jurisprudencia, la “autarquía” del título.
Una solución, consiste en exigir la referida autosuficiencia o autarquía, de modo tal que el
título debe bastarse a sí mismo, siendo jurídicamente improcedente la complementación de
títulos con otros antecedentes. Como indica una sentencia de la Corte Suprema de 1966: “el
título debe bastarse a sí mismo. Por consiguiente, no es tal, por su vaguedad y porque no
contiene determinadamente una obligación de dar, el acuerdo tomado en un juicio arbitral
que tiene por aprobadas unas cuentas ‘con las observaciones y aclaraciones que constan a
fs. 59 y demás piezas de autos’”16.
Esta es la solución que compartimos, la cual puede apoyarse en dos argumentos de texto.
Primero, el art. 434 CPC, que en su enunciado exige que se haga valer “alguno de los
siguientes títulos”, lo que nos permite entender que siempre debe tratarse de un solo
documento ejecutivo. El segundo es el art. 438 CPC, cuyo numeral 3º se refiere a la
“liquidez” de la obligación, agregando lo siguiente en el inc. 2º: “se entenderá cantidad
líquida, no sólo la que actualmente tenga esta calidad, sino también la que pueda liquidarse
mediante simples operaciones aritméticas con sólo los datos que el mismo título ejecutivo
suministre”. Aquí es donde vemos la autarquía: “que el mismo título ejecutivo suministre”,
sin que quepa aceptar otro elemento complementario.
Pero existe una segunda opinión, ahora expresada por un fallo de la Corte Suprema del año
2000: “la complementación o integración de títulos ejecutivos no la prohíbe la ley, la que
no exige que todos los requisitos que deban dar mérito ejecutivo a un título deben constar
en él, exigencia que haría perder finalidad y eficacia jurídica, en ese ámbito, a instituciones
reconocidas en nuestra legislación, como por ejemplo, las hipotecas constituidas para
garantizar obligaciones de terceros o las otorgadas antes de los contratos a que acceden y
que permite el art. 2413 del Código Civil o el de aquellas hipotecas que contienen la

14
CS. 17 junio 2003, RDJ, t. 100, sec. 1ª, p. 93, parte transcrita en c. 4º, p. 94; en el mismo sentido, CS. 28
septiembre 1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 181; en contra, C. Ap. Santiago 1º diciembre 1995, RDJ, t. 92, sec. 2ª,
p. 147.
15
CS. 10 octubre 2006, GJ, N°316, p. 136; en igual sentido, C. Ap. Concepción 14 julio 1967, RDJ, t. 64, sec.
2ª, p. 33.
16
CS. 8 enero 1966, RDJ, t. 63, sec. 1ª, p. 32; en el mismo sentido, CS. 16 septiembre 1971, RDJ, t. 68, sec.
1ª, p. 280; CS. 9 de marzo 1961, RDJ, t. 58, sec. 1ª, p. 29.
C. Ap. Concepción 17 agosto 1979, RDJ, t. 76, sec. 2ª, p. 270; CS. 28 diciembre 1915, RDJ, t. 13, sec. 1ª, p.
559; CS. 27 junio 1966, RDJ, t. 63, sec 1ª, p. 232.
9

cláusula ‘de garantía general hipotecaria’ ya aceptada en la doctrina y jurisprudencia de


nuestros tribunales de justicia”17.
Pensamos, que esta última jurisprudencia desatiende otras dos notas esenciales de los
títulos ejecutivos, como son la legalidad y tipicidad, conforme a las cuales el razonamiento
habría de ser precisamente el inverso: como la ley no permite la complementación de
títulos, ella no procede. Por lo mismo, desde nuestro punto de vista, la integración o
yuxtaposición de títulos únicamente sería procedente en aquellas puntuales y expresas
situaciones previstas por el legislador.

C. Clasificación
a. Según la sede en que son creados: título ejecutivo judicial y título ejecutivo extrajudicial
Títulos ejecutivos judiciales: son aquellos creados en el marco de un proceso jurisdiccional,
ya sea por medio de una sentencia judicial firme (art. 434 n°1 CPC), o por medio de un
acuerdo celebrado por los litigantes dentro de un juicio (avenimiento) y que consta en un
acta de avenimiento (art.434 n° 3 CPC).
Títulos ejecutivos extrajudiciales: son aquellos creados fuera de un proceso jurisdiccional, a
los cuales la ley les reconoce fuerza ejecutiva equivalente a una sentencia firme (art. 434
nsº 2, 4 y 6 CPC). Es el caso, por ejemplo, de una escritura pública de transacción que
contempla obligaciones de pagar sumas de dinero, o de un pagaré con firmas autorizadas
notarialmente.

b. Según el cumplimiento de las exigencias para que tenga fuerza ejecutiva: títulos
ejecutivos perfectos y títulos ejecutivos imperfectos
Títulos ejecutivos perfectos: son aquellos que cumplen todas las exigencias legales para
tener fuerza ejecutiva desde el mismo momento en que son creados (art. 434 nºs 1, 2, 3 y 4
inc. 2º). Por ejemplo: sentencia definitiva de condena firme; escritura pública de
transacción que contempla obligaciones de pagar sumas de dinero; pagaré con firmas
autorizadas notarialmente.
Títulos ejecutivos imperfectos: son aquellos que no cumplen todas las exigencias para tener
fuerza ejecutiva desde el momento en que son creados y que, por lo mismo, requieren de
una gestión preparatoria que los constituya o perfeccione (art. 434 n° 4, 5 y 6 CPC, en
relación con art. 435 y 436 CPC). Por ejemplo: un instrumento privado que contiene una
obligación actualmente exigible con acción no prescrita, necesita de una gestión
preparatoria de reconocimiento de firma. En el caso de la confesión judicial (art. 434 n°5-
435 CPC), la gestión preparatoria, en realidad, constituye un título inexistente previamente.
En relación con la última clasificación, la jurisprudencia ha indicado lo siguiente: “los
títulos ejecutivos pueden ser perfectos o imperfectos. Los primeros son aquellos que
revisten plena eficacia desde su nacimiento, sin que requieran de ninguna formalidad para
que la acción ejecutiva que de ellos emana pueda ejercitarse, como ocurre con una
sentencia firme. Son imperfectos o incompletos aquellos títulos que no bastan por sí solos
para iniciar la ejecución, sino que necesitan de una gestión previa llamada ‘preparatoria de
la vía ejecutiva’, cuyo objeto es precisamente constituir o completar alguno de los
requisitos que faltan al título para que tenga mérito ejecutivo, como sucede con los
instrumentos privados o la confesión judicial”18.

17
CS. 27 diciembre 2000, RDJ, t. 97, sec. 1ª, p. 241, parte transcrita en c. 7º, pp. 243 y 244.
18
C. Ap. Valparaíso 29 octubre 1963, RDJ, t. 60, sec. 2ª, p. 130.
10

D. Títulos ejecutivos en particular (art. 434 CPC)


Destacamos los siguientes casos:
a. Sentencia definitiva o interlocutoria firme: art. 434 n°1 CPC en relación con los arts.
174 y 175 CPC
Primero: no obstante la amplitud de la disposición, en estricto sentido debe entendérsela
acotada a la sentencia definitiva firme de condena en la cual consta una obligación líquida y
actualmente exigible. Por tanto, no se comprenden en esta norma las sentencias meramente
declarativas ni las constitutivas. Así lo ha entendido la jurisprudencia19.
Segundo: respecto a la sentencia interlocutoria firme, sólo podemos considerar
comprendidas en la disposición a las del primer tipo o clase, vale decir, las que fallan
incidentes estableciendo derechos permanentes y correlativamente obligaciones líquidas y
actualmente exigibles. Por ejemplo, la sentencia interlocutoria que tasa las costas a favor de
una parte. No queda comprendida, por tanto, la sentencia interlocutoria de la segunda clase.
Tercero: ¿qué ocurre con las sentencias que causan ejecutoria? La doctrina y jurisprudencia
mayoritarias entienden que constituyen título ejecutivo, por aplicación del art. 434 n° 7
CPC en relación con el art. 231 inc. 1º CPC20. Por nuestro lado, según hemos explicado en
otro trabajo (MENESES), esta situación daría lugar más bien a una hipótesis de ejecución
provisional.
Cuarto: ¿qué ocurre con la sentencia definitiva dictada por un juez árbitro? Esta sentencia
constituye título ejecutivo en virtud del art. 434 nº 1 CPC; sin embargo, como el juez
árbitro no tiene facultad de imperio, la ejecución compete a la justicia ordinaria: art. 635
inc. 3º CPC.
Quinto: ¿en qué situación están las sentencias extranjeras? En Chile la sentencia extranjera
tiene fuerza ejecutiva únicamente en la medida que se haya cumplido previamente con el
procedimiento de exequatur (arts. 242-251 CPC).
Sexto: ¿qué ocurre con la sentencia condenatoria pronunciada contra el Fisco de Chile? Es
pertinente una modalidad especial de ejecución, regulada en el art. 752 CPC. Contra el
Fisco, el mecanismo de ejecución civil no es compulsivo; una vez ejecutoriada la sentencia,
el tribunal remite un oficio al Ministerio que corresponde, el cual, dentro de los 60 días
siguientes a la recepción del oficio, debe dictar un decreto ordenando el pago.

b. Copia autorizada de escritura pública: art. 434 nº 2 CPC


El título es la copia autorizada de escritura pública, pues el original se encuentra en el
protocolo del notario.
No obstante la amplitud de la norma, debe entenderse que se refiere únicamente a aquella
que contiene una obligación líquida, actualmente exigible, y cuya acción ejecutiva no esté
prescrita. Por ejemplo, una escritura pública en que consta una transacción con una
obligación de pagar una suma de dinero.

19
Por ejemplo: CS. 9 enero 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 853; CS. 3 agosto 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 211.
20
C. Ap. Concepción 22 mayo 1914, GT, Nº 246, p. 664; en igual sentido: CS. 16 diciembre 1919, RDJ, t.
18, sec. 1ª, p. 288; C. Ap. Valdivia 24 noviembre 1932, RDJ, t. 34, sec. 2ª, p. 65; CS. 11 abril 1966, RDJ, t.
63, sec. 1ª, p. 136.
11

c. Acta de avenimiento pasada ante tribunal competente: art. 434 nº 3 CPC


Primero: el título es el “acta” de avenimiento. El avenimiento consiste en un acuerdo de
voluntades logrado por los litigantes a través del cual se pone término total o parcial a un
proceso, constituye una forma de autocomposición bilateral e intraprocesal.
Segundo: el acta de avenimiento debe ser pasada ante tribunal competente y autorizada por
un ministro de fe o por dos testigos de actuación.
Tercero: respecto al significado de “pasada ante tribunal competente”, los autores estiman
que debe haber una resolución del tribunal que aprueba el avenimiento (COLOMBO). Ahora
bien, hay que entender que el tribunal debe velar por la validez formal, sin que esté llamado
a hacer un análisis del mérito del acuerdo.
Cuarto: cuando se alude a un ministro de fe, el Código se está refiriendo al secretario del
tribunal; y en la parte que alude a los dos testigos de actuación, está referida al caso de los
árbitros arbitradores, porque ellos pueden actuar sin ministro de fe (art. 640 CPC).

d. Instrumento privado reconocido judicialmente o mandado a tener por reconocido: art.


434 nº 4 CPC
Primero: el documento que constituye título ejecutivo, no obstante la amplitud de la norma,
es aquél que contiene una obligación líquida y actualmente exigible.
Segundo: debe relacionarse esta materia con la gestión preparatoria de la vía ejecutiva de
reconocimiento de firma (art. 435 CPC), por cuanto, para constituir título ejecutivo estos
instrumentos requieren de una gestión preparatoria.
Tercero: ¿Es lo mismo un reconocimiento de firma en la gestión preparatoria de
reconocimiento de firma que, aquella producida en el marco de un juicio declarativo? La
interpretación predominante entiende que para estar frente a este título ejecutivo se requiere
una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, no siendo suficiente que el documento privado
haya sido reconocido o mandado a tener por reconocido en un juicio declarativo por
aplicación del art. 346 CPC. La razón: el reconocimiento que se verifica en un juicio
declarativo está llamado a producir efectos probatorios y no ejecutivos.
Cuarto: ¿cuál es la situación de las letras de cambio, pagarés y cheques?
En esta norma distinguimos tres hipótesis:
Primera hipótesis: letra de cambio, pagaré o cheque como títulos perfectos.
Constituye título ejecutivo perfecto la letra de cambio, pagaré o cheque respecto del
obligado cuya firma aparece autorizada por un notario. Estos documentos no necesitan ser
reconocidos judicialmente ni mandados a tener por reconocidos.
Segunda hipótesis: letra de cambio, pagaré o cheque protestados y notificados
judicialmente sin que se alegue tacha de falsedad de la firma por parte del obligado en ese
acto o dentro de tercero día.
Se necesita la gestión preparatoria de notificación judicial del protesto de la letra de
cambio, pagaré o cheque (art. 434 nº 4 CPC); el título se perfecciona si en el acto de la
notificación o dentro de tercero día, no se alega la falsedad de la firma.
Tercera hipótesis: letra de cambio o pagaré, protestados personalmente por falta de pago,
respecto del aceptante de la letra de cambio y suscriptor del pagaré.
El título se perfecciona una vez que el notario efectúa el protesto personalmente por falta
de pago, sin que el aceptante de la letra de cambio o suscriptor del pagaré haya opuesto
tacha de falsedad a su firma.
12

e. Confesión judicial: art. 434 nº 5 CPC


El título ejecutivo se perfecciona en virtud de la gestión preparatoria de la vía ejecutiva
confesión judicial. A través de la gestión, un deudor reconoce una deuda líquida y
actualmente exigible: art. 435 nº 5 CPC.
¿La Confesión judicial como título ejecutivo es igual a la confesión como medio de prueba?
La interpretación mayoritaria entiende que para estar frente a este título ejecutivo se
requiere una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, no siendo suficiente para el
perfeccionamiento de este título ejecutivo que la confesión se haya producido como prueba
en un juicio declarativo21.

2. Segundo requisito: obligación líquida y actualmente exigible (arts. 437 y 439


CPC)
La obligación es líquida cuando está perfectamente determinada en su especie o en su
género y cantidad.
Si se trata de una obligación de dar, el objeto debe estar determinado ya sea en su especie, o
en su género y cantidad. Si se trata de una obligación de hacer, la obligación debe ser
determinada. Si se trata de una obligación de no hacer, la obligación debe ser convertible,
de modo que sea susceptible de destruirse lo hecho en contravención a la obligación.
En lo que respecta a las obligaciones de dar, se aplica el art. 438 CPC, entendiendo la ley
por obligación líquida los casos siguientes:
Art. 438 n°1: cuando la ejecución recae sobre la especie o cuerpo cierto que se deba y que
existe en poder del deudor. En este caso, está perfectamente determinada la especie o
cuerpo cierto.
Art. 438 n°2: cuando la ejecución recae sobre el valor de la especie debida y que no exista
en poder del deudor, la liquidez de la obligación se obtiene mediante la avaluación
efectuada por un perito que nombrará el tribunal. Una vez que se determina el valor de la
especie o cuerpo cierto, la obligación se entiende líquida. Esta materia se relaciona con la
gestión preparatoria de la vía ejecutiva denominada avaluación pericial, señalada en el
mismo precepto.
Art. 438 n°3: cuando la ejecución recae sobre una cantidad líquida de dinero o de un género
determinado, la liquidez se obtiene mediante una avaluación pericial antes indicada.
El art. 438 inc. 2º CPC entiende por cantidad líquida, no sólo la que actualmente tiene esa
calidad, sino también la que pueda liquidarse mediante simples operaciones aritméticas con
sólo los datos que el mismo título ejecutivo suministre.
Respecto de obligaciones de dinero en moneda extranjera, el art. 438 CPC señala que no es
necesaria la gestión preparatoria de la vía ejecutiva de avaluación, debiendo fijar su
equivalente en moneda nacional cumpliendo con las normas de la Ley N°18.010 de 1981.
Que la obligación sea actualmente exigible, quiere decir que pueda cumplirse, es decir, que
no esté sujeta a alguna modalidad, como la condición, el plazo o el modo. La interpretación
predominante entiende que la obligación debe ser exigible al momento de presentarse la
demanda ejecutiva22.

21
Es pertinente respecto a la diferencia entre la confesión en juicio y confesión como diligencia preparatoria
de la ejecución: C. Ap. Temuco 5 mayo 1938, GT, Nº 106, p. 456; CS. 12 enero 1938, RDJ, t. 35, sec 1ª, p.
386.
22
CS. 22 agosto 1919, RDJ, t. 17, sec. 1ª, p. 433; CS. 14 julio 1930, RDJ, t. 28, sec. 1ª, p. 139.
13

3. Tercer requisito: ausencia de prescripción extintiva (art. 442 CPC)


El plazo de prescripción extintiva es de 3 años contados desde que la obligación se haya
hecho exigible. Si la acción ejecutiva está prescrita, el tribunal debe denegar la ejecución
declarando de oficio la prescripción de la acción ejecutiva, constituyendo esto último, una
excepción a lo dispuesto por el art. 2493 CC. El pronunciamiento del tribunal es in limine.
Ahora bien, la prescripción también se contempla dentro del catálogo de excepciones que
puede oponer el ejecutado (art. 464 nº 17 CPC).
Hay títulos que tienen un plazo de prescripción distinto. Es el caso de las letras de cambio y
pagarés, por ejemplo, que de acuerdo al art. 98 Ley N°18.092 prescriben en 1 año contado
desde el vencimiento del documento. En nuestra opinión, dado el carácter excepcional del
art. 442 CPC, no cabrían una interpretación extensiva y, por ende, el tribunal no estaría
autorizado para declarar de oficio este tipo de prescripción.
Declarada la prescripción, el título pierde su merito ejecutivo, sin embargo, como la acción
ordinaria prescribe en 5 años, el art. 2515 CC permite ejercitar acciones ordinarias
relacionadas con la obligación en cuestión, en cuyo caso, corresponderá aplicar las reglas
del juicio sumario (art. 670 nº 7 CPC).
¿Qué sentido tiene la segunda parte del art. 442 CPC? Podría estimarse que no obstante
haber prescrito la acción ejecutiva, el acreedor podría instar por procurarse un título
ejecutivo nuevo a través de una gestión preparatoria de la vía ejecutiva.
Pensamos que lo anterior es improcedente, pues entendemos que las gestiones preparatorias
no se aplican a los casos de títulos cuyas acciones se encuentran prescritas. Lo contrario
podría crear un incentivo a los acreedores negligentes, quienes podrían subsanar sus
descuidos por esta vía. La norma no puede sino tener el siguiente sentido: deja a salvo el
derecho de los acreedores que dispongan de otros títulos, para iniciar la respectiva
ejecución civil.

V. JUICIO EJECUTIVO EN LAS OBLIGACIONES DE DAR ARTS. 434-529


CPC

Para efectos de la ejecución civil, constituye obligación de dar, toda aquella cuya prestación
consiste en la entrega de una cosa, siendo el prototipo de la ejecución civil en Chile, aquella
en que se debe una especie o cuerpo cierto o una suma de dinero.
El juicio ejecutivo en las obligaciones de dar se encuentra regulado en el titulo I del
libro III, arts. 434-529 CPC. Se distingue del procedimiento ejecutivo en las obligaciones
de hacer y no hacer, los que se encuentran regulados conjuntamente en el título II del Libro
III, arts. 530- 544 CPC. Cabe señalar que, en la anterior regulación, subyace el conocido
criterio del CC, en orden a asignar mayor relevancia a las obligaciones de dar, en
comparación a la importancia que se asigna a las obligaciones de hacer y no hacer.
El juicio ejecutivo en las obligaciones de dar, origina durante su tramitación, por regla
general, los llamados cuadernos ejecutivo o principal y de apremio, pudiendo,
eventualmente, formarse un tercer cuaderno denominado, cuaderno de tercerías.
A modo de breve adelanto respecto de lo que se expresará más adelante, en el cuaderno
ejecutivo o principal, se ubica la eventual fase de conocimiento del juicio ejecutivo, la que
no se presentará en caso que el ejecutado no se oponga a la ejecución, por cuanto, en tal
supuesto, no existirá discusión entre ejecutante y ejecutado. El cuaderno de apremio
contiene la ejecución propiamente tal, concentrando todos los actos procesales
encaminados a obtener el cumplimiento coactivo de la obligación de dar. Ambos cuadernos
14

reciben tramitación paralela, existiendo, en todo caso, algunos ámbitos de conexión entre
uno y otro.
En el cuaderno de tercerías, por su parte, se llevará adelante el procedimiento establecido
por la ley para que terceros puedan hacer valer sus pretensiones en el juicio ejecutivo en
relación con la cosa embargada o con el pago de sus créditos.

VI. GESTIONES PREPARATORIAS DE LA VÍA EJECUTIVA

1. Concepto y naturaleza jurídica


Son procedimientos destinados a crear o completar títulos ejecutivos imperfectos. Respecto
a su naturaleza jurídica, la opinión mayoritaria estima que se trata de un procedimiento
contencioso en el cual no cabe discusión, debiendo el deudor reservar su defensa para el
juicio ejecutivo respectivo23. En nuestra opinión, el razonamiento anterior permite a las
partes formular el incidente de nulidad procesal24.

2. ¿Las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva forman parte del juicio


ejecutivo?
La doctrina y jurisprudencia están divididas. Quienes estiman que las gestiones precitadas
forman parte del juicio ejecutivo, argumentan señalando que el art. 443 nº 1 inc. 2º CPC,
que regula el mandamiento de ejecución y embargo, permite que el requerimiento de pago
se practique por cédula en aquellos casos en que el deudor previamente había sido
notificado personalmente o con arreglo al art. 44 con motivo de una gestión preparatoria;
asimismo, se basan en el art. 178 del COT, para concluir su posición, pues, éste señala que
si un juicio se inició por gestión preparatoria de la vía ejecutiva, la demanda ejecutiva debe
entablarse ante el mismo tribunal que conoció de la gestión25.
Por su parte, quienes defienden la opinión contraria, argumentan señalando que, en virtud
del art. 434 CPC, el juicio ejecutivo comienza con la demanda ejecutiva, a lo que hay que
agregar que, por disposición del art. 465 CPC, la gestión preparatoria de la vía ejecutiva no
produce prórroga de competencia respecto a un juicio ejecutivo posterior26.

3. Principales gestiones preparatorias de la vía ejecutiva


A. Reconocimiento de firma puesto en instrumento privado (arts. 434 nº 4 y 435 CPC)
Mediante esta gestión preparatoria de la vía ejecutiva, el acreedor solicita al tribunal que se
cite al deudor a la presencia judicial para que reconozca su firma estampada en un
instrumento privado, bajo apercibimiento consistente en que, si no concurre o bien, si
concurre y da respuestas evasivas, se dará por reconocida la firma.
Situaciones que pueden producirse:
Que el deudor concurra y reconozca la firma: En esta hipótesis queda preparada la vía
ejecutiva

23
CS. 29 julio 1941, GT, 1941, Nº 19, p. 73.
24
C. Ap. La Serena , 6 octubre 1911, GT, Nº 1113, p. 656; C. Ap. Concepción, 7 abril 1916, GT, Nº 241, p.
1034; GT: año 1916 sent. 241; año 1912, sent. 626; año 1906, sent. 1064.
25
C. Ap La Serena 6 octubre 1911, GT, Nº 1.113, p. 656; C. Ap. Santiago 3 noviembre 1987, RDJ, t. 84, sec.
2ª, p. 124; CS. 2 junio 1942, RDJ, t.42, sec 1ª, p. 474.
26
C. Ap Santiago 26 marzo 1908, RDJ, t. 5, sec. 2ª, p. 59; C. Ap. Concepción 7 septiembre 1933, GT, Nº
101, p. 352; CS. 8 septiembre 1937, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 5; CS. 24 enero 1985, RDJ, t. 82, sec. 1ª, p. 4.
15

El deudor citado no comparece: En tal caso, se hace efectivo el apercibimiento y el


acreedor debe solicitar al tribunal que se tenga por reconocida la firma, la resolución que se
pronuncie tendrá por reconocida la firma, constituyendo, según la opinión dominante, una
sentencia interlocutoria de la segunda clase27. Estimamos que, para que quede preparada la
vía ejecutiva es necesario que la resolución adquiera firmeza28, con todo existe
jurisprudencia en contrario, la cual estima que no es necesario que la resolución adquiera
firmeza, pues si se interpone recurso de apelación contra la resolución, éste será concedido
en el solo efecto devolutivo.
El deudor concurre y da respuestas evasivas: El acreedor debe proceder de la misma
manera señalada en el caso anterior.
El deudor comparece y niega la firma: No queda preparada la vía ejecutiva, al acreedor sólo
queda la opción de iniciar un juicio declarativo.
El deudor concurre y tacha de falsa la firma: La opinión mayoritaria sostiene que fracasa la
gestión preparatoria, por lo que al acreedor sólo queda la opción de iniciar un juicio
declarativo.

B. Confesión de deuda (arts. 434 Nº 5 y 435 CPC)


Mediante esta gestión preparatoria de la vía ejecutiva, el acreedor solicita al tribunal que se
cite al deudor a la presencia judicial para que reconozca una deuda, bajo apercibimiento
consistente en que, si no concurre o bien, si concurre y da respuestas evasivas, se lo dará
por confeso de la deuda.
Respecto de las situaciones que pueden producirse, se aplican las mismas reglas analizadas
a propósito de la gestión preparatoria de la vía ejecutiva anterior, las cuales reiteramos con
algunas particularidades:
El deudor citado concurre y confiesa: queda preparada la vía ejecutiva.
El deudor citado no concurre: en tal caso se hace efectivo el apercibimiento y el acreedor
debe solicitar al tribunal que se tenga por confeso al deudor. Es necesario que se dicte una
resolución por medio de la cual se tiene por reconocida la firma, cuya naturaleza según la
opinión predominante, es la de una sentencia interlocutoria de la segunda clase29. Al igual
que en el caso anterior, estimamos que, para que quede preparada la vía ejecutiva es
necesario que la resolución adquiera firmeza, siendo pertinentes similares comentarios que
los ya formulados.
El deudor comparece y da respuestas evasivas: se aplica la misma solución que la vista en
la gestión preparatoria de la vía ejecutiva anterior.
Según la doctrina chilena y la jurisprudencia cabe distinguir distintos tipos de confesión
judicial (ESPINOSA):
Confesión pura y simple: en este caso el deudor concurre y reconoce la deuda sin que
realice ningún añadido. Esta confesión es indivisible y su efecto consiste en que queda
preparada la vía ejecutiva.

27
CS. 29 diciembre 2008, www.microjuris.com, cita: MJCH_MJJ19144 | ROL: 5274-07, fecha última
consulta: 25 febrero de 2011, C. Ap. Concepción 6 septiembre 1945, GT, Nº 65, p. 336; CS. 18 junio 1951,
RDJ, t. 48, sec. 1ª, p. 193; C. Ap. La Serena 13 octubre 1953, RDJ, t. 50, sec. 2ª, p. 108; CS. 3 noviembre
1959, RDJ, t. 56, sec. 1ª, p. 373.
28
C. Ap Talca 11 octubre 1910, GT, nº 1036, p. 668; C. Ap. Valparaíso, 26 abril 1912, GT, Nº 184, p. 267;
CS. 15 abril 1920, RDJ, t. 18, sec. 1ª, p. 440.
29
C. Ap. La Serena 13 octubre 1953, RDJ, t. 50, sec. 2ª, p. 108; CS. 26 mayo 2009, www.microjuris.com,
cita: ROL: 2245-08, MJJ20427, fecha última consulta: 25 febrero 2011.
16

Confesión calificada30: es aquella en que el deudor junto con confesar, modifica la


calificación jurídica del hecho. Ejemplo: “recibí una suma de dinero pero no como mutuo,
sino como donación”. La jurisprudencia aplicando el art. 401 CPC, entiende que esta
confesión es indivisible. Fracasa la gestión preparatoria de la vía ejecutiva, porque no se
puede dividir la confesión a favor del acreedor.
Confesión compleja: es aquella en que el deudor confiesa, pero agrega un hecho nuevo,
desligado (confesión inconexa) o vinculado al hecho principal (confesión conexa).
La confesión compleja conexa: es indivisible, salvo que se pruebe la falsedad del hecho
agregado (art. 401 CPC)31. Como de acuerdo al art. 1698 CC, se deberá acreditar el pago o
demostrar la falsedad, se frustra la gestión preparatoria, por cuanto, para ello deberá
iniciarse un procedimiento declarativo.
La confesión compleja inconexa: se rige por lo dispuesto en el art. 401 CPC, el cual permite
la división de la confesión en perjuicio del confesante, quedando por tanto, preparada la vía
ejecutiva32.

C. Avaluación pericial: (art. 438 Nº 2 y 3 CPC)


La gestión preparatoria en estudio, permite obtener que la obligación adquiera el carácter de
líquida. Procede en dos casos:
Caso del art. 438 nº 2 CPC: cuando la ejecución recae sobre el valor de una especie o
cuerpo cierto debida que no se encuentra en poder del deudor.
Caso del art. 438 nº 3 CPC: cuando la ejecución recae sobre una cantidad de un género
determinado.
El monto de la deuda se determinará a través de peritos los cuales son nombrados por el
tribunal. La vía ejecutiva queda preparada una vez que se cuenta con el informe del perito
en el cual consta el valor de la obligación. En virtud del art. 440 CPC las partes tienen el
derecho de pedir que la avaluación aumente o disminuya, pudiendo además el ejecutado
reclamar del exceso de avalúo oponiendo la excepción del art. 464 nº 8 CPC.

D. Notificación judicial de protesto de letra de cambio, pagare o cheque: (art. 434 nº 4


CPC)
Tratándose de estos títulos de crédito, los casos en que puede quedar preparada la vía
ejecutiva son:
Si efectuada la notificación no se tacha de falsa la firma en ese acto o dentro de 3º día.
Si tachada de falsa la firma se prueba la autenticidad de la misma (art. 111 Ley Nº18.092).
Si el obligado al pago de estos documentos, durante la gestión preparatoria de la vía
ejecutiva tacha de falsa la firma, ésta se tramita en forma de incidente correspondiéndole al
acreedor probar que la firma es auténtica. Si se prueba que la firma es autentica, queda
preparada la vía ejecutiva una vez que la resolución que falla el incidente adquiere firmeza.

E. Notificación del titulo ejecutivo a los herederos del deudor (art.1377 CC)
Esta gestión preparatoria se traduce en notificar a los herederos del deudor, el o los títulos
ejecutivos que se pretenden hacer valer en un juicio ejecutivo. Con la gestión se obtendrá

30
C. Ap. Concepción 22 mayo 1914, GT, Nº 236, p. 648.
31
C. Ap. Valdivia, 7 julio 1934, RDJ, t. 31, sec. 2, p. 78.
32
CS. 25 agosto 1917, RDJ, t. 15, sec 1ª, p. 113.
17

claridad y precisión en torno a la persona del deudor, lo que a juicio de TAVOLARI,


cristaliza uno de los requisitos implícitos de los títulos ejecutivos, cual es, la determinación
del acreedor y deudor.
En lo tocante a la tramitación, el art. 1377 CC, dispone que el acreedor debe notificar el
título ejecutivo a los herederos, y sólo una vez que transcurran 8 días desde la notificación,
queda habilitado para iniciar un juicio ejecutivo contra ellos.

F. Notificación al tercer poseedor de la finca hipotecada (art. 758 y 759 del CPC)
La presente gestión preparatoria, se traduce en notificar al poseedor de un bien raíz
hipotecado, que no tiene la calidad de deudor personal, en la obligación que se caucionó
con la hipoteca.
En lo que a la tramitación respecta, de acuerdo al art. 758 CPC, el tercer poseedor de la
finca hipotecada, una vez notificado cuenta con 10 días para pagar la deuda o hacer
abandono de la finca a favor del acreedor hipotecario, el cual procederá a su realización. En
caso que el tercer poseedor de la finca hipotecada no realice ninguna de las 2 actuaciones
señaladas, el acreedor cuenta con el art. 759 CPC, que le permite entablar una acción de
desposeimiento contra aquél, privándolo del bien raíz para hacerse pago de su acreencia.

G. Notificación judicial de copia de factura (Ley Nº19.983)


A partir de la Ley Nº19.983 de 15 de diciembre de 2004, es posible que la factura, bajo
ciertos requisitos y condiciones, tenga mérito ejecutivo, para tal efecto, la citada ley exige
la práctica de una gestión preparatoria de la vía ejecutiva. En lo procedimental, la gestión
consiste en la notificación judicial de la factura al deudor.
Según el art. 4º de la predicha ley, queda preparada la vía ejecutiva dándose uno cualquiera
de los siguientes casos:
Si notificado judicialmente el deudor de la factura, no la tacha de falsa dentro de 3º día.
Si tachada de falsa la factura, la tramitación incidental a que se da lugar, culmina por
resolución judicial firme que rechaza la tacha.

H. Validación de sentencia extranjera (arts. 242-251 CPC)


Parte de la doctrina inscribe dentro de este parágrafo como gestión preparatoria de la vía
ejecutiva el procedimiento de exequatur, regulado en los arts. 242-251 CPC. Aquél consiste
en un procedimiento judicial cuyo conocimiento corresponde a la Corte Suprema y que
tiene por objeto autorizar la ejecución en Chile de una sentencia dictada por un tribunal
extranjero, de manera que, sin este procedimiento, una sentencia como la referida no puede
ejecutarse en el país. En este caso, la vía ejecutiva sólo queda preparada una vez que la
Corte Suprema dicta una sentencia favorable autorizando la ejecución.
Con todo, no todas las opiniones son concordantes, pues, existen posturas que sostienen
que el exequatur no es una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, sino un procedimiento
autónomo cuyo objeto apunta a resolver si una sentencia extranjera se ajusta o no a los
parámetros legales nacionales, entendiendo, en todo caso, que lo que se ejecuta en nuestro
país, no es la sentencia dictada por un tribunal extranjero, sino la sentencia chilena de
exequatur, siguiendo los cauces pertinentes a que da lugar el art. 434 nº 1 CPC.
18

VII. CUADERNO PRINCIPAL O EJECUTIVO EN EL JUICIO EJECUTIVO

1. Noción general
Es aquél en el cual ubicamos la fase de conocimiento del juicio ejecutivo. En este cuaderno,
por tanto, es donde puede tener lugar la discusión entre ejecutante y ejecutado, la que sólo
se presentará si el ejecutado se opone a la ejecución, pues en caso contrario, bastará el
mandamiento de ejecución y embargo para que el acreedor persiga la realización de los
bienes embargados en miras a obtener la satisfacción de su crédito.

2. Demanda ejecutiva
La demanda ejecutiva debe cumplir con los requisitos del art. 254 CPC, resultando
fundamental acompañar el título ejecutivo al momento de presentación de la misma (arts.
434 y 441 CPC). Es característico de la demanda ejecutiva que la petición que se formula al
tribunal se redacte conforme a la frase de estilo cuyo tenor transcribimos a continuación:
“que se despache mandamiento de ejecución y embargo y que se ordene seguir adelante la
ejecución hasta hacerse pago íntegro de la deuda con sus reajustes, intereses y las costas”.
Respecto del título ejecutivo que es necesario acompañar a la demanda, constituye
jurisprudencia reiterada la exigencia de acompañar el documento original, el que además,
debe contener en dicha oportunidad todos y cada uno de los requisitos necesarios para que
sea procedente la ejecución civil33.
Una vez presentada la demanda, el tribunal, procediendo de manera in limine, efectuará un
examen de fundabilidad de la misma, sin audiencia ni notificación del ejecutado, emitiendo
un pronunciamiento que, a juicio de la jurisprudencia, es de mérito y no de mero trámite
(art. 441 CPC)34.
Si se contienen en el título ejecutivo todos los requisitos de la acción ejecutiva, el tribunal
dictará una resolución proveyendo la demanda ejecutiva cuyo contenido literal será:
“despáchese”, lo que será expresión unívoca de que la demanda ejecutiva presentada ha
sido acogida, en caso contrario el tribunal denegará la ejecución, resolución que por su
naturaleza de sentencia interlocutoria producirá cosa juzgada.
La naturaleza jurídica de la resolución que provee la demanda ejecutiva, es la de una
sentencia interlocutoria de la segunda clase35, opinión, que si bien es mayoritaria, no es
unánime, por cuanto autores, como PEREIRA ANABALÓN han asignado la naturaleza jurídica
de sentencia definitiva a esta resolución, por cuanto, en su concepto, resuelve la cuestión o
asunto que es objeto del juicio, poniendo fin a la instancia en el caso de no existir oposición
a la ejecución. (art. 472 CPC).
Cabe observar que, si el tribunal acoge a la demanda ejecutiva, y por tanto, dicta la
resolución cuyo contenido es “despáchese”, estaremos en presencia de un acto procesal
complejo, pues, en seguida, el mismo tribunal que accedió a la demanda ejecutiva deberá
dictar una segunda resolución denominada “mandamiento de ejecución y embargo” la cual
encabeza el cuaderno de apremio, permitiendo la ejecución propiamente tal.

33
C. Ap. Santiago 5 junio 1918, RDJ, t. 16, sec. 1ª, p. 330; CS. 17 junio 2003, RDJ, t. 100, sec. 1ª, p. 93; CS.
28 septiembre 1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 181; C. Ap. Punta Arenas 6 enero 1990, RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 10;
C. Ap. Santiago 17 junio 1994, RDJ, t. 91, sec. 2ª, p. 63.
34
CS. 6 noviembre 1931, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 148; C. Ap. La Serena 14 enero 1960, RDJ, t. 57, sec. 2ª, p.1.
35
CS. 8 noviembre 1958, RDJ, t. 55, sec. 2ª, p. 299; C. Ap. Santiago, 29 noviembre 1958, RDJ, t. 55, sec. 2ª,
p. 111; CS. 19 agosto 1960, RDJ, t. 57, sec. 1ª, p. 207.
19

Sobre las vías de impugnación, debemos consignar que, en el caso que el tribunal acoja la
demanda ejecutiva, el ejecutado sólo podrá impugnar la resolución oponiendo una o más
excepciones de las contempladas en el art. 464 CPC. Por su parte, contra la resolución que
deniega la ejecución el ejecutante podrá interponer tanto un recurso de apelación (art. 441
CPC) como un recurso de casación en la forma (art. 766 CPC).

3. Requerimiento de pago
Si el tribunal acoge la demanda ejecutiva, un ministro de fe (receptor) procederá a practicar
el denomindado “requerimiento de pago”, el cual consiste en la notificación al ejecutado de
la demanda ejecutiva y su proveído y además, en la intimación a éste para que pague la
deuda. Es por tanto, una actuación judicial que practica un receptor con un doble fin: por un
lado, notificar la demanda ejecutiva y su proveído, y por otro, intimar al deudor para
realizar el pago. Ambas finalidades del requerimiento deben cumplirse en un solo acto,
existiendo al respecto tres maneras diferentes para practicarlo, lo que es de vital
importancia, en especial por lo referente al emplazamiento del ejecutado, pues, una vez
practicado el requerimiento comenzarán a computarse los días con que cuenta el ejecutado
para ejercer su derecho de oposición a la ejecución.
Una primera manera de practicar el requerimiento de pago, lo constituye el requerimiento
personal, debiendo ceñirse el requirente al art. 40 CPC sobre notificación personal, con la
única restricción de no practicar el requerimiento en lugares de acceso público.
La segunda modalidad que puede asumir el requerimiento, es la notificación personal
subsidiaria, debiendo estar el requirente al art. 44 CPC, con el único agregado de dejar el
receptor a disposición del deudor la llamada “cédula de espera”, por medio de la cual éste
último es citado por el primero para ser requerirlo de pago en un día, hora y lugar que
indica en la misma36. En caso que el ejecutado no concurra a la citación en la fecha que
indicó el receptor, se entenderá requerido en rebeldía, procediéndose de inmediato a la
traba del embargo.
En último término, el requerimiento de pago puede practicarse por cédula o por estado
diario, lo que es procedente respecto del deudor notificado personalmente o según el art. 44
CPC con motivo de una gestión anterior, gestión que a entender de la jurisprudencia, se
traduce únicamente en una gestión preparatoria de la vía ejecutiva37.

4. Actitudes que puede adoptar el ejecutado una vez requerido de pago


El ejecutado, una vez requerido de pago puede adoptar diferentes actitudes, cada una de las
cuales, tiene importantes consecuencias jurídicas.
A. Paga la deuda respectiva y las costas de la causa
Esta actitud del ejecutado pone fin al juicio ejecutivo (arts. 446 y 490 CPC).

B. El ejecutado guarda una actitud de silencio


Puede ocurrir que el ejecutado una vez requerido de pago y dentro del término de
emplazamiento guarde una actitud de silencio, y por tanto, no ejecuta acto jurídico alguno.
En tal caso, por disposición legal se omite la sentencia en el juicio ejecutivo y bastará el
mandamiento de ejecución y embargo para que el acreedor pueda perseguir la realización

36
Sobre el requerimiento ficto, es interesante la sentencia C. Ap. Santiago 18 mayo 2004, GJ, Nº 287, p. 127.
37
CS. 2 junio 1942, RDJ, t. 42, sec. 1ª, p. 474; C. Ap. Talca 7 agosto 1906, GT, 1906, Nº 641, p. 1043; C.
Ap. Talca 11 octubre 1910, GT, Nº 984, p. 563.
20

de los bienes embargados y el pago de su crédito. Esta solución legislativa, resulta


coherente con un modelo de ejecución en sentido estricto al no plantearse discusión alguna
entre ejecutante y ejecutado (ROMERO).

C. El ejecutado se opone a la ejecución


El ejecutado durante el término de emplazamiento puede oponerse a la ejecución oponiendo
una o más de las excepciones del art. 464 CPC; dicha oposición, en cuanto a su naturaleza
jurídica, constituye un acto de impugnación a la resolución que despacha la ejecución.
a. Oportunidad
La oposición debe formularse dentro del término de emplazamiento, el cual puede estar
constituido por 4 días, 8 u 8 más todos aquellos que correspondan para su cómputo según la
tabla de emplazamiento.
Todos términos se cuentan desde el requerimiento de pago, teniendo el carácter de hábiles,
fatales, y variables según el lugar en que el ejecutado fue requerido de pago en relación al
lugar de asiento del tribunal (art. 459 y 460 CPC).

b. Formalidades
La oposición debe formularse por escrito, y será declarada admisible si, además de cumplir
con los requisitos generales a todo escrito: se oponen todas las excepciones en el mismo
libelo, indicando con claridad y precisión los hechos en que se fundan las excepciones y los
medios de prueba de que se valdrá el ejecutado (art. 465 CPC). Al tenor del texto legal, los
medios de prueba debiesen singularizarse uno a uno, sin perjuicio de ello, en la práctica
forense se admite una designación genérica.
Esclarecido que la oposición a la ejecución se cristaliza oponiendo alguna o algunas de las
excepciones previstas en el art. 464 CPC, debemos observar que sólo cabe oponer las
excepciones allí sancionadas, entre las cuales se comprenden tanto excepciones dilatorias
como perentorias. Son excepciones dilatorias las excepciones 1ª a 4ª del art. 464 CPC y el
beneficio de excusión contemplado en la excepción 5ª. Constituyen excepciones perentorias
las excepciones 6ª a la 18ª y la caducidad de la fianza regulado en la excepción 5ª del citado
artículo. Al respecto destacamos las siguientes excepciones:
Incompetencia del tribunal (art. 464 nº 1 CPC)
Esta excepción es comprensiva tanto de la incompetencia absoluta como de la relativa.
Según el art. 465 CPC, no es obstativo para oponer esta excepción el hecho de haber
intervenido el ejecutado en una gestión preparatoria anterior al juicio ejecutivo, de lo que
cabe concluir que la gestión preparatoria de la vía ejecutiva no produce prórroga de
competencia.
En cuanto a la tramitación, esta excepción puede ser resuelta de inmediato o puede dejarse
su resolución para la sentencia definitiva. El análisis de las demás excepciones que es
posible oponer, demuestra que ésta es la única que por ley puede ser resuelta de inmediato.
Litis pendencia ante tribunal competente, siempre que el juicio que le da origen
haya sido promovido por el acreedor, sea por vía de demanda o de reconvención (art. 464
n°3 CPC)
Constituye una exigencia legal que el proceso respecto del cual existe litis pendencia haya
sido iniciado por el acreedor, exigencia que descansa en la pretensión de evitar que el
deudor utilice la oposición a la ejecución como instrumento entorpecedor de la ejecución.
Para que exista litis pendencia, debe concurrir triple identidad entre dos procesos, lo que
implica que, en este caso, por tratarse de un procedimiento ejecutivo, debiese existir otro
21

juicio ejecutivo paralelo entre ejecutante y ejecutado, sin embargo, se advierte que, por
aludir la presente excepción a la reconvención, el procedimiento respecto del cual existe
triple identidad puede ser, tanto uno ejecutivo como otro declarativo.
Falsedad del título (art. 464 n° 6 CPC)
Esta es una excepción por la cual se reclama la falta de autenticidad de un documento.
Nulidad de la obligación (art. 464 n° 14 CPC)
Que entre las excepciones enumeradas en el art. 464 CPC se contemple la nulidad de la
obligación, permite sostener el carácter de procedimiento ejecutivo con fase de
conocimiento que prevé la legislación en el libro III CPC.

c. Tramitación
En lo tocante a la tramitación de la oposición a la ejecución: una vez que se opone el
ejecutado, el tribunal confiere traslado al ejecutante para que dentro de 4 días exponga lo
que juzgue oportuno. Una vez vencido el plazo el tribunal debe hacer un examen de
admisibilidad de la oposición a la ejecución, el cual es formal, por cuanto el accionar del
tribunal se restringe únicamente a analizar si se opuso alguna de las excepciones del 464
CPC y si éstas fueron opuestas en tiempo y forma.
Si el tribunal estima inadmisibles las excepciones, según el art. 466 CPC, el juez debe
dictar desde luego sentencia definitiva, sin embargo, en rigor, el proceder del juez debe
encaminarse y limitarse a declarar inadmisible la oposición a la ejecución y junto con ello,
ordenar que se siga adelante con la ejecución.

d. Admisibilidad de las excepciones opuestas y posibilidad de recepción de la causa a


prueba
Si el tribunal estima admisible la oposición y no considera necesario recibir prueba, debe
dictar de inmediato sentencia definitiva, por el contrario, si estima admisible la oposición
pero considera necesario recibir pruebas, debe recibirse la causa a prueba. En ambos casos
la resolución que se dicte tiene naturaleza jurídica de sentencia interlocutoria de la segunda
clase (art. 466 CPC).
Recibida la causa a prueba, se deberán probar las afirmaciones de hecho efectuadas por el
ejecutado en la oposición a la ejecución y aquellas que formuló el ejecutante al responder la
oposición a la ejecución. Lo anterior, se explica por cuanto, la oposición del ejecutado y la
respuesta a la oposición del ejecutante son las que conforman la controversia.
El término probatorio ordinario previsto para este procedimiento se compone de 10 días, los
cuales son ampliables hasta por 10 días más siempre que sea solicitado por el ejecutante. Es
posible que por acuerdo de ambas partes se concedan términos extraordinarios por el
tiempo que ambos designen (art. 468 CPC).
La prueba en el procedimiento ejecutivo se ciñe, en cuanto a su rendición, a las mismas
reglas previstas para el juicio ordinario (art. 469 CPC). Con todo, como lo ha señalado
reiteradamente la jurisprudencia, en este caso el onus probandi corresponde al ejecutado,
pues ya existe una presunción a favor del ejecutante, la cual viene dada por la presentación
del título ejecutivo38.

38
C. Ap. Concepción 14 julio 1967, RDJ, t. 64, sec. 2ª, p. 33.
22

e. Término para formular observaciones a la prueba, citación para oír sentencia y


dictación de sentencia definitiva
Una vez vencido el término probatorio, a virtud del art. 469 CPC las partes dispondrán de
un término probatorio de 6 días para formular observaciones a la prueba, vencido este
plazo, háyanse o no presentado escritos y sin nuevo trámite, el tribunal citará a las partes a
oír sentencia (art. 469 CPC).
La sentencia definitiva, que solo tiene lugar en el caso de oposición a la ejecución por parte
del ejecutado, debe ser dictada en el plazo de 10 días contados desde que el pleito quede
concluso. La sentencia girará en torno a resolver si se acoge o no la oposición a la
ejecución.
En cuanto a su contenido, la sentencia definitiva puede ser por un lado estimatoria o
absolutoria de las excepciones, o por otro, desestimatoria o condenatoria.
Sentencia estimatoria o absolutoria, es aquella sentencia definitiva en la cual se acogen
todas o algunas de las excepciones opuestas por el ejecutado.
Existe jurisprudencia que entiende a la sentencia estimatoria como aquella que absuelve al
ejecutado, lo que no es correcto, por cuanto la sentencia no se pronuncia sobre la demanda
ejecutiva, sino sobre la oposición a la ejecución39. Es menester señalar que el
pronunciamiento de esta sentencia a favor del ejecutado conlleva la correlativa condena en
costas al ejecutante, y que si se admiten sólo en parte una o más excepciones, se
distribuirán las costas proporcionalmente entre las partes, pero podrán imponerse todas
ellas al ejecutado cuando en concepto del tribunal haya motivo fundado (art. 471 CPC).
Sentencia desestimatoria o condenatoria: Es aquella sentencia que rechaza todas las
excepciones opuestas por el ejecutado. El pronunciamiento de esta sentencia conlleva la
condena en costas al ejecutado (art. 471 CPC).
La sentencia desestimatoria se clasifica a su vez, en atención a los bienes que han sido
objeto de embargo, en sentencia de pago o sentencia de remate, distinción cuya relevancia
práctica radica en el régimen jurídico del recurso de apelación, lo que será analizado en el
punto siguiente.
Sentencia de pago, es aquella sentencia que ordena seguir adelante la ejecución haciendo
entrega al ejecutante de la suma de dinero o de la especie o cuerpo cierto debida. Se
pronuncia cada vez que el embargo previo a esta sentencia, ha recaído sobre dinero o sobre
la especie o cuerpo cierto debida.
Sentencia de remate, es aquella sentencia que ordena seguir adelante con la ejecución a
objeto que se realicen los bienes embargados y se pague al acreedor con el producto de la
subasta. Se dictará esta sentencia, cada vez que el embargo recaiga sobre bienes distintos
del dinero o de la especie o cuerpo cierto debida.
En cuanto a la geografía del CPC, cabe observar que se reservan distintas disposiciones
para tratar la sentencia de pago y de remate, así entre otras, el art. 475 CPC, trata sobre la
sentencia de pago y, el art. 481 CPC, versa sobre la sentencia de remate.

f. Recursos contra la sentencia definitiva


Contra la sentencia definitiva dictada en el procedimiento ejecutivo procede recurso de
apelación, cuestión de gran relevancia, sobretodo en lo relativo a los efectos en que se
concede el precitado recurso. Para el estudio de esta materia, se debe distinguir según si la

39
CS. 17 abril 1986, RDJ, t. 83, sec. 1ª, p. 32.
23

sentencia apelada se trate de una sentencia estimatoria o absolutoria de las excepciones, o


una sentencia desestimatoria o condenatoria de las mismas.
Si la sentencia apelada es estimatoria de las excepciones, el apelante será el ejecutante, por
cuanto él es el agraviado por la resolución judicial, la que una vez impugnada dará lugar a
que el tribunal conceda el recurso de apelación en ambos efectos (art. 194 nº 1 y 195 CPC).
Si la sentencia apelada es desestimatoria de las excepciones, el apelante será el ejecutado, y
en este caso la apelación contra la sentencia desestimatoria se concederá en el solo efecto
devolutivo (art. 194 nº 1, 475, 481, 509, 510, 511 y 512 CPC). No obstante que la apelación
se concede en el sólo efecto devolutivo, por lo que continúa el juicio en el cuaderno de
apremio, una vez que el ejecutante intente obtener el pago, por regla general, deberá rendir
caución de las resultas del recurso.
Profundizando lo anterior, cabe tener presente, en relación al recurso de apelación contra la
sentencia definitiva, el disímil efecto que se producirá según si se impugna una sentencia de
pago o una sentencia de remate, en efecto: tratándose de un recurso de apelación contra una
sentencia de pago donde el embargo recae sobre dinero, la ejecución continuará, debiendo
entregarse la suma de dinero que corresponda al ejecutante, siempre que éste otorgue una
caución suficiente (art. 475 CPC); en el caso que el embargo recaiga sobre la especie o
cuerpo cierto, sólo deberá entregarse la cosa al ejecutante una vez que la sentencia
definitiva adquiera firmeza (art. 512 CPC); por su parte, si se ha interpuesto recurso de
apelación contra la sentencia de remate, la ejecución podrá seguir adelante, subastándose
los objetos embargados, pero consignándose el producto de la subasta en la cuenta corriente
del tribunal, no procediéndose, en todo caso, a efectuar el pago al ejecutante mientras no se
caucionen las resultas del recurso (arts. 481, 509, 510 y 511 CPC).
Contra la sentencia definitiva dictada en el procedimiento ejecutivo también es procedente
la impugnación a través del recurso de casación, rigiendo las reglas generales en cuanto su
tramitación, lo que implica que: la interposición del recurso no suspenderá la ejecución de
la sentencia impugnada, sin que exista para la parte vencida, la posibilidad de exigir
rendición de fianza de resultas para la ejecución del fallo (art. 773 CPC).

g. Cosa juzgada.
La sentencia definitiva, una vez firme, produce cosa juzgada tanto respecto a otros juicios
ejecutivos como en lo tocante a otros juicios ordinarios, efecto que es común para las partes
del juicio ejecutivo primigenio.
En relación a la res iudicata, estudiaremos a continuación, en los puntos h e i, dos figuras
tradicionalmente entendidas como excepciones a la cosa juzgada: la renovación de la
acción ejecutiva y la reserva de acciones y excepciones (art. 478 CPC).

h. La renovación de la acción ejecutiva


La renovación de la acción ejecutiva, tratada en el art. 477 CPC, consiste en un derecho que
obra a favor del ejecutante, el cual lo habilita para deducir una nueva acción ejecutiva, no
obstante haberse acogido anteriormente, por sentencia firme, la oposición a la ejecución de
parte del ejecutado fundado en alguna de las siguientes excepciones: incompetencia del
tribunal, incapacidad del ejecutante, ineptitud del libelo o falta de oportunidad en la
ejecución.
Tradicionalmente, se ha sostenido que constituye una excepción a la cosa juzgada, sin
embargo, estimamos que ello no es correcto, por cuanto, en estos casos, en la sentencia no
se contiene un pronunciamiento respecto al fondo del asunto, sino uno que atinge
24

exclusivamente a aspectos formales, los que, una vez interpuesta la nueva demanda,
resultan subsanados, sin que se excepcione, por tanto, el efecto de la sentencia definitiva a
la que hemos aludido en éste párrafo, que en doctrina denominan “sentencia absolutoria de
la instancia”(ROMERO)40.
Comentamos, respecto de los casos que habilitan la renovación de la acción ejecutiva, lo
siguiente: respecto de la incompetencia del tribunal, el que es alusiva tanto a la
competencia absoluta como a la relativa; respecto de la incapacidad del ejecutante, el que
no obstante el tenor de la ley, se incluyen dentro de la causal a la falta de personería y
representación legal (art. 464 nº 2 CPC)41; en lo que toca a la falta de oportunidad en la
ejecución, es dable observar que no se contempla en el catálogo de excepciones del art. 464
CPC, y que doctrina y jurisprudencia señalan que comprende todos los casos en que la
ejecución no ha sido posible por razones de tiempo, lugar u otro elemento42, tales como, la
excepción de litispendencia, el beneficio de excusión, la prórroga de plazo o concesión de
esperas y, en determinadas ocasiones, la excepción del art. 464 nº 7 CPC, todos defectos
que por ser formales y, susceptibles de enmendarse, habilitan la renovación de la acción
ejecutiva (arts. 464 nº 3, 5 y 11 CPC).

i. Reserva de acciones y excepciones


La reserva de acciones y excepciones de que tratan los arts. 467, 473, 474 y 478 CPC,
constituyen un instrumento procesal a disposición de ambas partes del juicio en comentario,
para obtener que la sentencia dictada en el procedimiento ejecutivo no alcance autoridad de
cosa juzgada en relación a un juicio declarativo posterior. Existiendo reserva de acciones o
excepciones en el juicio ejecutivo, respecto del juicio declarativo, la sentencia ejecutiva
sólo estará revestida de cosa juzgada formal.
La literatura jurídica nacional ha explicado tradicionalmente que la reserva de acciones y
excepciones, se justifica en la necesidad de resguardar el derecho de la parte de discutir el
objeto del pleito en un juicio de lato conocimiento posterior. Sin embargo, estimamos que
ello no es del todo correcto, pues, una solución así solo se justifica en aquellos sistemas de
ejecución propiamente tal o de ejecución con fase sumaria de conocimiento donde debiese
operar incluso ipso iure. Si en nuestro sistema, la reserva de acciones y excepciones opera
previa petición de las partes, es por la estructura de ejecución con fase de cognición de
nuestro procedimiento ejecutivo, guardando el art. 478 CPC, plena consonancia con la
estructura del mismo.
Profundizando el estudio de la reserva de acciones y excepciones, podemos distinguir
aquella que puede realizar el ejecutante en forma exclusiva, luego la que puede realizar el
ejecutado también en forma única, culminando con el estudio de la reserva que es común a
ambas partes.
La reserva de acciones que puede realizar el ejecutante en forma exclusiva durante
el procedimiento ejecutivo
Consiste en la posibilidad que tiene el acreedor-ejecutante de desistirse de la demanda
ejecutiva reservándose el derecho de entablar una acción ordinaria sobre los mismos puntos
que han sido materia de la reserva, debiendo ejercerse esta facultad dentro del término de 4

40
C. Ap. Santiago 18 marzo 2009, GJ, Nº 345, p. 159.
41
C. Ap. Talca. 7 enero 1922, GT, Nº 161, p. 630.
42
CS. 14 julio 1921, GT, Nº 13, p. 46.
25

días del traslado que confiere el tribunal una vez que el ejecutado presentó su escrito de
oposición a la ejecución, sin que sea necesario expresar motivos.
La resolución que resuelve el desistimiento de la demanda ejecutiva, cuya naturaleza
jurídica es una sentencia interlocutoria de la primera clase, en cuanto a su contenido
accederá al desistimiento solicitado y a la vez, a la reserva. La doctrina en forma unánime
comprende que el tribunal debe resolver accediendo a la petición del ejecutante, es decir,
debe aceptar el desistimiento y acceder a la reserva (QUEZADA Y ESPINOSA)43.
En lo que atañe a los efectos del desistimiento de la demanda ejecutiva y reserva de
derechos, debe consignarse que, por expresa disposición de la ley, el ejecutante perderá el
derecho a entablar una nueva acción ejecutiva, quedando ipso facto sin valor el embargo y
las demás resoluciones dictadas, debiendo el ejecutante responder por los perjuicios
causados con la demanda, sin perjuicio de lo que se resuelva en el juicio ordinario, sin que
en todo caso, se exija de parte de la ley un plazo perentorio dentro del cual debe ejercerse la
acción en un proceso declarativo (art. 467 CPC).
La reserva de acciones que puede realizar el ejecutado en forma exclusiva durante
el procedimiento ejecutivo
Es aquella que debe formular el ejecutado en el mismo escrito donde opone alguna o
algunas de las excepciones previstas en el art. 464 CPC oponiéndose a la ejecución, en
dicha oportunidad, el ejecutado realizará reserva de sus derechos para un juicio ordinario y,
solicitará que se niegue el pago al acreedor mientras no caucione las resultas del juicio,
ambas cuestiones fundamentadas en un único motivo: no tener los medios para justificar la
excepción por medio de la cual se opuso a la ejecución dentro del término de prueba (art.
473 CPC).
El tribunal resolverá dictando sentencia de pago o de remate accediendo a la reserva y
caución pedidas, siguiendo adelante la ejecución.
Una vez dictada la resolución que acoge la reserva del ejecutado, se producirán como
efectos: respecto del ejecutante, el que sólo continuará la ejecución en la medida que éste
rinda la caución pedida; y respecto del ejecutado, el que dentro del término de 15 días
hábiles y fatales, computados desde la notificación de la sentencia definitiva de pago o de
remate, debe presentar su demanda en juicio ordinario, formulando como pretensión
aquello que en el procedimiento ejecutivo opuso como excepción, cuestión que de no ser
cumplida, implicará que se procederá a ejecutar la sentencia sin caución previa, y si ésta se
había otorgado, quedando ipso facto cancelada (arts. 473 y 474 CPC)
Reserva común a ambas partes
Por último, la ley autoriza a realizar reserva de acciones o excepciones a ambas partes del
procedimiento ejecutivo hasta antes de la dictación de la sentencia definitiva de única o
primera instancia (art. 478 CPC). Si las acciones y excepciones se refieren a la existencia
de la obligación misma, deberán existir motivos calificados para fundar la reserva de
acciones o excepciones, los que deberán hacerse valer expresamente, por el contrario, si las
acciones y excepciones no se refieren a la existencia de la obligación misma, se prescindirá
de la exigencia de existir motivos calificados debiendo el tribunal, en todo caso, acceder a
la reserva.

43
En sentido diverso, entendiendo que el tribunal no tiene el deber de formular un pronunciamiento expreso
de la reserva, bastando sólo el pronunciamiento del desistimiento: CS. 29 marzo 2009, www.microjuris.com,
cita: ROL: 3849-05, MJJ9470, fecha última consulta: 25 febrero 2011.
26

En cuanto a la oportunidad para formular la reserva de acciones o excepciones, ésta debe


pedirse antes de dictarse la sentencia definitiva en el juicio ejecutivo, resolución que, según
la opinión mayoritaria de la doctrina, se refiere a la sentencia definitiva de primera
instancia44.
En lo que se refiere a la resolución del tribunal, el contenido de la misma a la luz del art.
478 CPC, no resulta claro, sin embargo, se comprende por la doctrina y jurisprudencia, que
el tribunal debe dictar sentencia definitiva y pronunciarse sobre la reserva45.
Existe jurisprudencia que ha señalado que, el tribunal al dictar sentencia definitiva y
pronunciarse sobre la reserva no debe incurrir en decisiones contradictorias, por ejemplo: si
el ejecutante formuló la reserva, y el tribunal accede a ella, entonces debe acoger la
oposición a la ejecución del ejecutado, por otro lado, si el ejecutado formuló la reserva y el
tribunal accede a ella, entonces debe rechazar la oposición. Desde otra perspectiva, si el
ejecutado formuló la reserva, y el tribunal está por acceder a la oposición, entonces debe
rechazar la reserva46. Esta jurisprudencia es importante, por cuanto, si la sentencia contiene
decisiones contradictorias configura una causal de casación en la forma (art. 768 nº 7 CPC).
Admitida por el tribunal la reserva, la parte que la solicito deberá interponer dentro del
plazo de 15 días la demanda respectiva en un procedimiento declarativo, cuestión que si no
se cumple, provocará que la demanda no se admitirá posteriormente (art. 478 CPC).

VIII. CUADERNO DE APREMIO EN EL JUICIO EJECUTIVO

1. Noción general
Constituye una fase del juicio ejecutivo compuesto por todos los actos procesales
encaminados a obtener el embargo, y en su caso, la realización de los bienes del ejecutado y
el pago del crédito al ejecutante. Normativamente, el objeto del cuaderno de apremio se
encuentra previsto en el art. 458 CPC.
Forma un cuaderno separado del ejecutivo, y es donde tiene lugar la ejecución propiamente
tal, tramitándose ambos de manera autónoma, sin perjuicio de existir entre ellos, en
determinados casos, interrelación. En efecto, el cuaderno de apremio se tramita con
independencia del cuaderno principal hasta que se produce la traba del embargo, pues, una
vez que éste se traba, debe esperarse, al menos, a la dictación de la sentencia definitiva en
el cuaderno principal para proseguir (arts. 472, 475 y 481 CPC).

2. Mandamiento de ejecución y embargo


El primer acto procesal que encontramos en el cuaderno de apremio del juicio ejecutivo es
el mandamiento de ejecución y embargo, resolución que se dicta sólo una vez que el
tribunal ha acogido la demanda ejecutiva a través de una resolución anterior cuyo contenido
es “despáchese”. Como se señaló, la precitada resolución tiene un carácter complejo pues,
por un lado accede a la ejecución, y por la otra, permite proceder compulsivamente contra
el ejecutado.

44
CS. 6 noviembre 1915, RDJ, t. 13, sec. 1ª, p. 381; CS. 1 octubre 1928, RDJ, t. 26, sex. 1ª, p. 626; CS. 6
agosto 1953, RDJ, t. 50, sec. 1ª, p. 269.
45
CS. 8 junio 1920, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 111; CS. 12 julio 1922, GT, Nº 6, p. 17; CS. 16 abril 1928, RDJ, t.
26, sec. 1ª, p. 147; CS. 20 diciembre 1930, RDJ, t. 28, sec. 1ª, p. 240.
46
CS. 6 septiembre 1932, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 639; CS. 12 septiembre 1935, RDJ, t. 33, sec. 1ª, p. 9; CS. 13
septiembre 1937, RDJ, t. 34, sec. 1ª, p. 387; CS. 6 diciembre 1939, RDJ, t. 37, sec. 1ª, p. 478.
27

A. Concepto
Entendemos al mandamiento de ejecución y embargo como aquella sentencia interlocutoria
de la segunda clase que autoriza a requerir de pago al deudor y a embargar bienes
suficientes en caso que no pague, lo anterior, con miras a obtener la realización de los
bienes embargados en su caso, y el pago de la deuda al acreedor.

B. Elementos del mandamiento de ejecución y embargo


En cuanto al contenido del mandamiento de ejecución y embargo, y atendiendo al art. 443
CPC, es posible distinguir tres tipos de elementos en esta resolución: elementos esenciales,
elementos de la naturaleza y aquellos accidentales (art. 443 CPC).
Elementos esenciales, son aquellas menciones o elementos que debe contener la resolución
para que sea válida, comprendiendo: la orden de requerir de pago al deudor y la de
embargar bienes suficientes del deudor en caso que no pague (art. 443 nº 1 y 2 CPC).
Elementos de la naturaleza, son aquellas menciones o elementos que puede contener la
resolución, y que si no las contiene, las determina supletoriamente la ley, constituyendo
menciones de la naturaleza: la designación de depositario provisional y de bienes para
practicar la traba del embargo (arts. 443 nº 3 CPC).
Una vez trabado el embargo, las cosas embargadas quedan en poder de un depositario,
calidad que puede revestir el acreedor, el deudor o un tercero, y que si el mandamiento de
ejecución y embargo nada dice, por disposición de la ley, será el propio deudor.
Por su parte, si el acreedor indicó en su demanda ejecutiva bienes para la traba del
embargo, el mandamiento de ejecución y embargo contendrá la designación de ellos, pero
si el acreedor, en su demanda ejecutiva nada señaló, el embargo se trabará sobre los bienes
que corresponda según la regulación legal prevista en los arts. 444, 447, 448 y 449 CPC,
siendo de especial interés este último artículo, por establecer un orden de prelación respecto
de los bienes que se embargarán por el ministro de fe.
Elementos accidentales, son aquellas menciones que sólo tendrán lugar en la medida que
estén expresamente consignadas en la resolución, de manera que, si la resolución no las
contiene, no serán suplidas por la ley. Por ejemplo, la mención de valerse de la fuerza
pública para proceder a la traba del embargo (art. 443 inc. final CPC).

3. El embargo
A. Concepto y finalidad
Forma parte de este cuaderno, de la misma manera que la resolución que tratamos en los
puntos anteriores, el embargo mismo, el cual, en una mirada tradicional es concebido como
una actuación judicial, practicada por un ministro de fe, que consiste en tomar uno o más
bienes del deudor poniéndolos en poder de un depositario, para asegurar con ellos el pago
de la deuda; con todo, preferimos el concepto que en nuestro medio ha acuñado
NAVARRETE, para quien, el embargo, es aquella actividad procesal compleja llevada a cabo
en el proceso de ejecución enderezada a elegir los bienes del ejecutado que deben sujetarse
a la ejecución y a afectarlos concretamente a ella, con el fin de realizar posteriormente los
que sean necesarios, para pagar al ejecutante, o bien, si se ha afectado dinero o la cosa
específica que se debe, llevar a cabo el pago de inmediato al acreedor. Entendemos que este
último concepto es preferible al destacar el carácter de actividad compleja del embargo,
propio del proceso de ejecución, y a la vez, porque destaca una finalidad marcadamente
ejecutiva del embargo, de persecución en definitiva, del pago del crédito al acreedor.
28

El embargo, busca cristalizar y hacer efectiva la responsabilidad patrimonial universal del


deudor llamado también derecho de prenda o garantía general regulado en el art. 2465 CC,
razonamiento que se explica al tener presente que si bien, en virtud de dicha norma, el
acreedor-ejecutante podrá perseguir el cumplimiento forzado de una obligación sobre todos
los bienes que contenga el patrimonio del deudor, presentes o futuros, sólo se determinarán
concretamente que bienes quedan afectos a la ejecución forzada una vez que se traba el
embargo respectivo.
B. Bienes embargables
Los bienes del ejecutado que son susceptibles de ser embargados, son sólo aquellos bienes
embargables que pertenecen al deudor, siempre y cuando reúnan además, las características
revestir un contenido patrimonial y ser enajenables. En el evento que se embarguen bienes
que no son del deudor, el embargo no es nulo, pero se abre la posibilidad de la interposición
de una tercería de dominio o de posesión que excluya ciertas cosas del embargo. Por otra
parte, se podrá reclamar la nulidad del embargo toda vez que al bien embargado le falte su
carácter patrimonial, o revista la característica de inalienable, por ejemplo; si se embargan
derechos de familia, como el de alimentos, o alguno de los bienes a que se refiere el art.
1464 CC.
Mención aparte merecen los bienes inembargables, pues, la ley debe declararlo
expresamente, tal como se manifiesta en los arts. 1618 CC y 445 CPC, lo que se explica por
razones de orden público y también, en la necesidad de dotar de un carácter humanitario al
procedimiento ejecutivo, con todo, el embargo de bienes inembargables no anula el
embargo, sino que legitima al ejecutado para promover el incidente de exclusión de
embargo previsto y regulado en el art. 519 inc. 2º CPC.

4. Fases del embargo


Señalado ya el carácter de actividad procesal compleja del embargo, y asimismo, los bienes
embargables, conviene analizar las diversas fases de éste que, llevadas a cabo en el proceso
de ejecución permitirán elegir y afectar concretamente los bienes del ejecutado que
quedarán sujetos a la ejecución civil. En relación con lo dicho, distinguiremos 3 grandes
fases constitutivas del embargo: en primer lugar, la búsqueda y selección de bienes del
ejecutado, luego, la traba o afectación misma de bienes del deudor, analizando en último
término, las garantías de la traba de bienes.
Debemos reconocer que, lo que se expondrá, es sin perjuicio del criterio jurisprudencial que
acota la concepción del embargo tan sólo a la fase de traba o afectación misma de los
bienes del deudor47.
A. Búsqueda y selección de bienes
La búsqueda y selección de bienes en el sistema del CPC chileno, se traduce en una
actividad cuya iniciativa corresponde al ejecutante, la cual debe ser desarrollada por sus
propios medios, sin que existan instrumentos procesales que impongan al deudor-ejecutado
el deber de transparentar su patrimonio, a diferencia de lo que acontece en el Derecho
comparado.
En lo estrictamente referido a la selección de bienes, debemos señalar que ésta puede correr
por cuenta del ejecutante, del ejecutado o de un ministro de fe, según el orden y reglas que
señalamos a continuación: el ejecutante, quien cuenta con la predilección de la ley, podrá

47
CS. 3 agosto 1962, RDJ, t. 59, sec. 1ª, p. 281; CS. 4 junio 1969, RDJ, t. 66, sec. 1ª, p. 65; C. Ap.
Concepción 7 agosto 1940, GT, Nº 127, p. 537.
29

seleccionar los bienes a embargar en la demanda ejecutiva misma, o en el acto de la traba


del embargo; si el ejecutante no selecciona los bienes, la elección corresponderá entonces al
ejecutado, quien tan sólo en la traba del embargo mismo podrá efectuar la selección. Por
último, y a modo de clausura, si ambas partes no determinan los bienes que será afectados
por el embargo, perderán su opción, quedando radicada la facultad de seleccionar los bienes
en un ministro de fe, quien deberá hacerlo en el acto mismo de la traba del embargo
respetando el orden de prelación dispuesto en el art. 449 CPC, embargando dinero, otros
bienes muebles, bienes raíces o salarios y pensiones (arts. 443 inc. 4º, 447, 448 y 449 CPC).

B. Traba o afectación de bienes


La traba o afectación de bienes, constituye el acto por medio del cual un ministro de fe,
quien en la práctica forense es un receptor, toma uno o más bienes del deudor, y los entrega
real o simbólicamente al depositario. Cabe agregar que, esta diligencia requiere que se
extienda un acta, en la cual se consignará el lugar, día y hora de la traba, singularizando los
bienes embargados, la que deberá ser suscrita por el ministro de fe que practicó la
diligencia y por el depositario o las partes que hayan concurrido a la traba y deseen firmar,
la que una vez suscrita, perfeccionará la afectación de los bienes (art. 450 CPC).
El embargo una vez perfeccionado, priva al deudor de la administración de sus bienes, la
que desde aquél momento será de cargo del depositario, como asimismo, despoja al deudor-
ejecutado de la libre disposición de sus bienes (arts. 479 CPC y 1464 CC).

C. Garantías de la traba de bienes


Por garantía de la traba de bienes, comprendemos el conjunto de medidas encaminadas a
asegurar la traba o afectación de los bienes embargados. Destacamos en este trabajo,
principalmente dos medidas: la entrega de los bienes embargados al depositario y, la
conveniencia de practicar una inscripción conservatoria en el caso del embargo que recae
sobre bienes raíces.
Respecto de la entrega de bienes al depositario, ésta constituye un depósito judicial o
secuestro regulado en los arts. 2249-2257 CC, en virtud de los cuales el depositario asume
la obligación de custodia material y jurídica de los bienes embargados, cuestión que
constituye una garantía de la traba de los bienes, lo que se dilucida claramente si se tienen
presente las responsabilidades y sanciones que puede sufrir el depositario si no ejecuta
correctamente su cometido. Por su parte, la conveniencia de practicar una inscripción
conservatoria respecto del embargo que recae sobre bienes raíces, radica en que sólo así
éste será oponible a terceros (art. 453 CPC).

5. El reembargo
El análisis relativo a la procedencia o no del reembargo, lejos del pacifismo actual, estuvo
lleno de dudas y oscuridad, éste se presentará toda vez que un mismo bien sea objeto de dos
o más embargos en procesos ejecutivos distintos (art. 528 CPC). En efecto, durante la
primera mitad del siglo XX, se discutió arduamente en Chile respecto de la validez del
reembargo, y si éste presentaba más ventajas que desventajas y viceversa, la duda giraba en
torno a la factibilidad de que un bien embargado en un juicio ejecutivo fuese nuevamente
embargado en otro juicio ejecutivo posterior. La doctrina y jurisprudencia era vacilante y
contradictoria, trasluciendo argumentos a favor o en contra de una u otra postura. Sin
embargo, tras la reforma al CPC, efectuada por la Ley Nº7760 de 5 de febrero de 1944,
especialmente a su art. 528, la doctrina y jurisprudencia se ha uniformado en torno a la
30

procedencia del reembargo al verificarse determinados requisitos que la misma ley procesal
contempla48.
Profundizando el punto anterior, podemos señalar que el embargo sobre un bien ya
embargado no constituye privilegio ni vuelve inembargable al bien, y que, no obstante que
el reembargo supone siempre diversas ejecuciones y, por ende, distintos acreedores-
ejecutantes, no sucede lo mismo con el depositario, pues siempre existirá tan sólo uno,
aquél de la primera ejecución, el cual se mantendrá en su cargo independiente del número
de ejecuciones y embargos que se traben respecto de los bienes ya embargados (arts. 1618
CC y 445 CPC).
Constituye un problema típico del reembargo, decidir en torno a si en la segunda o en otras
ejecuciones distintas a la primera (en el caso de haber más de dos ejecuciones) puede el
ejecutante obtener el remate del bien embargado. Una interpretación, consultada por el
problema, se inclina por la negativa, pues estiman que, el art. 528 del CPC, que se refiere al
caso de un segundo acreedor que entabla una demanda ejecutiva en un tribunal distinto del
que conoce de la primera ejecución, contempla una vía especial para satisfacer el crédito
del segundo o posterior ejecutante, la que consiste en la petición de dirigir oficio al tribunal
que conoce de la primera ejecución para que se retenga de los bienes realizados (en dicha
primera ejecución), la cuota que proporcionalmente corresponde al segundo o posterior
acreedor; por su parte, respecto del mismo problema, una segunda interpretación, entiende
que el mecanismo especial para satisfacer el crédito al ejecutante del art. 528 inc. 1º CPC
resulta facultativo para éste, y que por tanto, no impide el remate del bien reembargado en
una ejecución distinta de la primera. Observamos, que estas dificultades pueden ser
evitadas por los acreedores distintos del de la primera ejecución interponiendo las
respectivas tercerías de prelación y de pago.
Otro caso que presenta dificultad en torno al reembargo, y que sólo tiene lugar en la medida
que se acepte el remate de un bien reembargado en una segunda o posterior ejecución,
consiste en determinar si, a la luz del art. 1464 nº 3 CC, se necesita en la segunda o
posterior ejecución la autorización del otro u otros tribunales que conocen de las anteriores
ejecuciones, prevaleciendo en nuestro medio la solución consistente, en que es necesaria la
autorización del o los anteriores jueces que conocen de las ejecuciones, por disponerlo
expresamente la norma ya citada49.

6. Ampliación, reducción, sustitución y alzamiento del embargo


Perfeccionado el embargo, existe la posibilidad que éste sea ampliado, reducido, o que la
cosa embargada sea sustituida por otra, sin perjuicio de la posibilidad que el embargo sea
alzado, todas cuestiones que analizaremos a continuación:
La ampliación del embargo, consiste en la petición que formula el ejecutante al tribunal, de
extender el embargo a otros bienes distintos de los que ya han sido embargados, cuestión
que se tramita como incidente, y que puede ser planteada en cualquier estado del juicio, a la
que se accederá sólo en el caso de existir justo motivo para temer que los bienes
embargados no alcancen para pagar la deuda y las costas al ejecutante, debiendo, en todo

48
C. Ap. Talca 9 enero 1904, RDJ, t. 1, sec. 2ª, 513; C. Ap. Santiago, 23 julio 1997, RDJ, t. 94, sec. 2ª, p. 89;
C. Ap. Valdivia 16 noviembre 1957, RDJ, t. 55, sec. 1ª, p. 99; CS. 31 agosto 1982, RDJ, t. 79, sec. 1ª, p. 110;
C. Ap. Santiago, 13 abril 1950, RDJ, t. 47, sec. 2ª, p. 68.
49
CS. 3 agosto 1962, RDJ, t. 59, sec. 1ª, p. 281; C. del Trabajo Concepción, 7 mayo 1965, RDJ, t. 62, sec. 3ª,
p. 57.
31

caso, señalarse específicamente los bienes distintos de los ya embargados a los cuales se va
a extender el embargo. Constituirá siempre justo motivo para que el juzgador acceda a la
petición de ampliación del embargo, el hecho que éste haya recaído sobre bienes difíciles
de realizar, o que en la ejecución ya iniciada, se hayan interpuesto una o más tercerías sobre
los bienes embargados. La ley dispone explícitamente, que si se pide la ampliación del
embargo después de dictada la sentencia definitiva, no es necesario que se dicte una nueva
sentencia para entender que los bienes agregados al embargo también están comprendidos
dentro de los bienes a realizar (art. 456 CPC).
Por el contrario, la reducción del embargo, consiste en liberar del embargo determinados
bienes por ser éste excesivo para el pago de la deuda y las costas al acreedor, petición que
formulada por el ejecutado se tramita como incidente. Esta figura se desprende, en cuanto
consagración normativa, del art. 447 CPC parte final, sin perjuicio que ha recibido un
tratamiento de amplia consagración de parte de la doctrina y la jurisprudencia50.
La sustitución del embargo, consiste en el derecho que tiene el ejecutado de reemplazar el
bien embargado por dinero suficiente para pagar la deuda y las costas, el cual procede
siempre, salvo si el embargo se ha trabado sobre la especie o cuerpo cierto que se debe. El
ejecutado podrá pedir la sustitución en cualquier estado del juicio, debiendo consignar una
cantidad suficiente para el pago de la deuda y las costas (art. 457 CPC).
Finalizando, el ejecutado podrá obtener el alzamiento del embargo siempre y cuando pague
la deuda y las costas del proceso, cabe observar, que si el procedimiento ejecutivo termina
por una vía distinta del pago de la deuda y las costas, como por ejemplo, por abandono de
procedimiento, también se producirá el alzamiento del embargo (art. 490 CPC).

7. Retiro de especies y realización de los bienes embargados


Una vez embargados los bienes, no podrá decretarse el retiro de las especies sino
transcurridos 10 días desde la fecha de la traba de embargo, a menos que el juez, por
resolución fundada, ordene una cuestión distinta (art. 455 CPC).
Una vez practicados los actos procesales anteriores, será posible la realización de los bienes
del deudor, los que consisten en un conjunto de actos destinados a convertir en dinero cosas
embargadas previamente en un juicio ejecutivo, con la finalidad de efectuar el pago de su
crédito al acreedor-ejecutante.
A. Enajenación forzada, naturaleza jurídica
La transformación de los bienes en dinero se realizará a través de la enajenación forzada,
cuyo producto deberá ser depositado en la cuenta corriente del tribunal, con los cuales se
realizará el pago al acreedor.
La realización de bienes del deudor sólo tiene lugar en la medida en que estemos frente a
una sentencia de remate, pues, tratándose de una sentencia de pago, se procederá
directamente a solucionar el crédito del ejecutante. En efecto, una vez que se notifica al
ejecutado la sentencia de remate dictada en el cuaderno principal, el procedimiento de
apremio continuará hasta que se consigne el producto de la enajenación forzada en la
cuenta corriente del tribunal, siendo necesario para realizar el pago al acreedor, en todo
caso, que la sentencia contra el ejecutado se encuentre firme y ejecutoriada (arts. 481 y 509
CPC).
Un problema que plantea la enajenación forzada radica en precisar su naturaleza jurídica,
punto en que son pertinentes 3 doctrinas que postulan, cada una, una posición diferente,

50
CS. 20 Junio 1940, RDJ, t. 38, sec. 1ª, p. 137.
32

cuestión que adquiere especial relevancia a la hora de la determinación de la normativa


aplicable a la enajenación.
Una primera doctrina, comprende a este tipo de enajenación como una compraventa
forzada, es decir, la entiende como un acto jurídico de Derecho Privado, con tan sólo una
variación: la intervención del juez como vendedor en lugar del deudor. La jurisprudencia
chilena es proclive a esta teoría, basando su argumentación sobretodo en los arts. 495 y 497
CPC. En cuanto a las normas aplicables, evidentemente esta postura entiende que deben ser
aquellas relativas a la compraventa del CC.
Por su parte, TAVOLARI comprende a la enajenación forzada como expresión del poder
coactivo del Estado, la que por tanto, debe quedar sometida íntegramente a normas de
Derecho Público.
NAVARRETE, por último, propone una posición intermedia, al concebir a la enajenación
forzada como un acto procesal propio del procedimiento ejecutivo, que en esa faz, se rige
por el Derecho Público, sin perjuicio de aceptar que, las normas que rigen la enajenación
forzada admitan la aplicación supletoria de aquellas que prevé el Derecho Civil en materia
de actos jurídicos.

B. Enajenación forzada de bienes muebles, tramitación


La enajenación forzada propiamente tal, se diferenciará en cuanto a su tramitación, según si
los bienes embargados tienen la calidad de muebles o inmuebles. En efecto, si los bienes
embargados tienen la calidad de muebles, la realización forzada podrá realizarse según 3
modalidades, debiendo distinguir respectivamente: Si los bienes están sujetos a corrupción,
son susceptibles de próximo deterioro o si su conservación es difícil o dispendiosa; si los
bienes muebles embargados consisten en efectos de comercio realizables en el acto; o si los
bienes embargados, son bienes muebles distintos de los anteriores; casos según los cuales la
realización podrá practicarla, el depositario directamente, previa autorización judicial y sin
necesidad de tasación previa; un corredor designado en la forma que prescribe el art. 414
CPC; o por último, un martillero público nombrado por el juez, respectivamente (arts. 482,
483 y 484 CPC).

C. Enajenación forzada de bienes inmuebles, tramitación


Por su parte, si lo bienes embargados tienen el carácter de bienes inmuebles, para su
enajenación será pertinente el art. 485 CPC, requiriéndose, en lo medular y sin perjuicio de
lo que señalaremos a continuación, de la práctica de una tasación y un remate llevado
adelante por el tribunal.
En cuanto a las etapas que comprende un remate válido, distinguiremos: a) tasación del
bien raíz, b) bases para el remate (o bases para la subasta), c) fijación de día y hora para el
remate, d) publicación de avisos, e) remate. Todas cuestiones que analizaremos en el
mismo orden a continuación:

a. Tasación del bien raíz (arts. 486 y 487 CPC)


La tasación del bien raíz se determinará, en principio, a partir de lo que disponga el
certificado de avalúo fiscal de la finca a enajenar que deberá acompañar con citación el
ejecutante, sin embargo, no se determinará de esta manera si: dentro del plazo de citación el
ejecutado ejercita su derecho absoluto de pedir al tribunal que conoce de la causa, que el
bien raíz a enajenar, sea tasado por un perito, pues, en tal caso, se deberá designar un perito
según lo dispone el art. 414 CPC, el cual avaluará el bien raíz dentro de un determinado
33

plazo, poniendo en conocimiento de las partes el resultado de su pericia, con citación. Si las
partes impugnan, de la impugnación de cada parte se conferirá traslado a la otra, de modo
que una vez transcurridos los plazos, el tribunal resolverá sobre ellas, pudiendo decidir por
una de las siguientes tres posibles opciones que se le presentan, a saber: aprobar la tasación
efectuada por el perito; mandar que la tasación sea rectificada por el mismo o por otro
perito; o fijar directamente el justiprecio del bien raíz.

b. Bases para el remate (arts. 491, 493 y 494 CPC)


Son aquellas en que se especifican las condiciones en las cuales se llevará adelante la
enajenación forzada del bien raíz. Como por ejemplo, el precio del bien raíz, la fecha para
el pago del precio, el mínimo de posturas, las cauciones que deberán rendir los postores, la
fecha de entrega del bien raíz, etc.
En principio ejecutante y ejecutado pueden acordar las bases para el remate libremente. Sin
embargo, si no hay acuerdo las bases para el remate las propondrá el ejecutante por escrito,
con citación al ejecutado, a lo cual el tribunal resolverá aprobando las bases para la subasta,
con citación al ejecutado, por lo que el ejecutado tendrá 3 días para oponerse a las bases
para el remate, tiempo que, una vez transcurrido, con o sin la respuesta del ejecutado,
permitirá al tribunal resolver de plano, buscando procurar que las bases para el remate
permitan la mayor facilidad y el mejor resultado de la enajenación (art. 491 CPC).
No obstante lo anterior, por disposición de la ley, toda base para el remate debe disponer
que: el precio de la finca debe ser pagado al contado, no pudiendo ser el mínimo de las
posturas inferior a 2/3 de la tasación del bien raíz, sin perjuicio de señalar que, la caución a
rendir por los postores, debe ser equivalente al 10% del valor del bien raíz.

c. Fijación del día y hora para el remate (art. 488 CPC)


Esta etapa tendrá lugar una vez fijadas las bases para el remate, no obstante el tenor del art.
488 CPC, y será el juzgador quien, a través de una resolución fijará el día y hora para el
remate.

d. Publicación de avisos. (art. 489 CPC)


El remate deberá ser anunciado por medio de avisos los que son redactados por el secretario
del tribunal, publicándose éstos, en un diario de la comuna en que tenga su asiento el
tribunal por un número de veces no inferior a 4, debiendo publicarse el primero con un
mínimo de anticipación de 15 días corridos antes de la fecha fijada para el remate.

e. Remate, citación acreedores hipotecarios (arts. 485,492, 494, 495, 497 y 498 CPC; 2428
CC)
El remate del bien raíz, se realizará ante el tribunal que conoce del procedimiento ejecutivo,
interviniendo en él el juez y el secretario respectivo, en éste, sólo pueden participar los
postores que han rendido caución suficiente, la cual está destinada a asegurar que se pague
el precio y se suscriba la escritura definitiva de compraventa del bien raíz en el tiempo que
corresponda.
La propiedad se transferirá al mejor postor, y una vez subastada será necesario extender y
suscribir un acta de remate (art. 495 CPC), lo que tiene importancia, sobretodo respecto de
cierta jurisprudencia que afirma que, sólo extendida y suscrita el acta de remate se entiende
verificado éste.
34

Para efectos de la inscripción conservatoria, el art. 497 CPC ha prescrito la necesidad de


extender una escritura pública definitiva de compraventa, la cual deberá ser suscrita por el
subastador y el juez en representación del ejecutado, debiendo insertarse en la misma todos
los “antecedentes necesarios” de la enajenación, por exigirlo expresamente el art. 495 CPC,
los que a nuestro juicio son: individualizar el proceso, las bases para la subasta y el acta de
remate.
Citación a los acreedores hipotecarios:
En los arts. 492 CPC y 2428 CC, tiene lugar una regulación que apunta a conseguir la
extinción del derecho real de hipoteca que grava un bien raíz que será objeto de una
enajenación forzada, y que se ha venido en denominar “purga de la hipoteca”.
Para la operatividad de este instrumento legal, por tanto, deberá existir un bien raíz que será
objeto de una enajenación forzada, el cual se encuentra hipotecado a favor de uno o más
acreedores distintos del ejecutante, todos los cuales gozan de un derecho de persecución
respecto del inmueble a enajenar que, de no mediar la purga de la hipoteca, afectaría al
tercero adquirente del bien raíz enajenado forzadamente.
Para que se extinga la hipoteca y, consecuencialmente, el derecho de persecución de los
acreedores hipotecarios distintos del ejecutante, según el art. 2428 CC, es necesario que
éstos sean citados (notificados) personalmente al juicio, a objeto que hagan valer sus
derechos, debiendo transcurrir entre la notificación y el remate un término de
emplazamiento, tiempo durante el cual los acreedores hipotecarios distintos del ejecutante
podrán o no ejercitar sus prerrogativas. Se ha entendido que el término de emplazamiento a
que se refiere esta norma, es el que corresponde a los arts. 258 y 259 del CPC. Cumplidos
estos requisitos se extinguen las hipotecas, sin que por tanto, el subastador adquiera un bien
raíz gravado con hipoteca.
El art. 492 CPC, contempla una regla especial referida a la ejecución llevada a adelante por
un acreedor hipotecario de grado posterior en contra de su deudor personal que posee el
inmueble el cual, es sacado a remate por el primero, y que discurre en torno a los derechos
de los acreedores hipotecarios de grado preferente. En este caso, para que opere la purga de
la hipoteca, los acreedores hipotecarios de grado preferente deberán ser citados,
transcurriendo un término de emplazamiento entre la citación y el remate en los mismos
términos antes señalados, con la sola diferencia, respecto de lo ya analizado, consistente en
que éstos, dentro de dicho término podrán ejercer un derecho optativo que no se contempla
para los acreedores a que se refiere el art. 2428 CC, pues podrán: solicitar obtener el pago
de su crédito con el producto de la subasta del bien raíz a enajenar o, siempre que sus
créditos aun no estén devengados, podrán optar por conservar su hipoteca en el bien raíz
que se enajenará.
Remate al cual no se presentan postores
Si el día y hora del remate no se presentan postores, el acreedor podrá ejercer un
derecho optativo: pedir que se le adjudique el bien raíz embargado por los 2/3 de la tasación
o solicitar la realización de un segundo remate, caso en el cual, solicitará al tribunal que
reduzca el avalúo aprobado, resolviendo éste prudencialmente, con el sólo límite de no
reducir el avalúo en más de un 1/3 del antes aprobado, fijándose en este caso por el tribunal
un nuevo día y hora para la realización del segundo remate.
Si en el día y hora fijado para el segundo remate tampoco se presentan postores, el acreedor
tendrá el derecho a inclinarse por una de las siguientes tres opciones: en primer término,
puede pedir que se le adjudique el bien raíz embargado por los dos tercios de la tasación; en
segundo lugar, puede pedir que el bien raíz nuevamente sea sacado a remate por el precio
35

que el tribunal designe; y por último, el ejecutante puede solicitar que se le entreguen los
bienes embargados en prenda pretoria, caso en el cual, el ejecutado mismo puede solicitar
que se disponga un nuevo remate, el que se realizará sin un tope mínimo para las posturas.
Respecto de la prenda pretoria, conviene tener presente que ésta consiste en una anticresis
judicial regulada en los arts. 2435 y 2445 CC, y que se traduce en una actuación judicial
mediante la cual se le entregan al acreedor los bienes embargados para que se pague con
sus frutos. (arts. 499 y 500 CPC).
Los fondos que se obtengan de la realización de los bienes deberán ser depositados en la
cuenta corriente del tribunal, siendo necesario, previo al pago, la liquidación del crédito, la
que una vez confeccionada, autorizará efectuar el pago al acreedor (arts. 509-512 CPC).

IX. CUADERNO DE TERCERÍAS EN EL JUICIO EJECUTIVO

1. Noción general
Constituye tercería, el procedimiento al que debe sujetarse un tercero para comparecer en
un juicio formulando pretensiones.
En el Libro I del CPC, arts. 22 a 24 CPC, se contemplan normas generales sobre tercerías.
Tratándose del juicio ejecutivo, en el Libro III CPC, arts. 518 a 529 CPC, se contienen
normas especiales sobre los terceros.
Consultada por la aplicación de estas normas en el juicio ejecutivo, la doctrina y
jurisprudencia predominantes sostienen que en el juicio ejecutivo se aplican sólo las
tercerías de los arts. 518 a 529 CPC, arguyendo sobretodo, en base al tenor literal del art.
518 CPC, el que se estima, sería demostrativo de taxatividad51. De esta postura seremos
adherentes y conforme a ella dirigiremos el estudio de este acápite.

2. Naturaleza jurídica de las tercerías


Reseñado lo anterior, hacemos presente que existe divergencia en cuanto a la intelección de
la naturaleza jurídica de las tercerías, comprendiendo una primera doctrina que éstas
constituyen un proceso autónomo, y otra, que éstas tan sólo son un incidente que se
promueve dentro del juicio ejecutivo, cuestión que tiene importantes consecuencias
prácticas. Nuestra jurisprudencia, frente a esta problemática está dividida.
Respecto de los argumentos de una y otra doctrina, debemos consignar que aquellos que
entienden a las tercerías como un proceso autónomo, distinto del proceso ejecutivo, se
basan en los arts. 521 y 523 CPC, por cuanto, el primero de ellos dispone que se aplican a
las tercerías de dominio los trámites del juicio ordinario pero sin escritos de réplica y
dúplica, agregando por su parte el segundo artículo, que la tercería de dominio debe
contener las enunciaciones del artículo 254 CPC, es decir, de la demanda regulada en el
Libro II sobre juicio ordinario; por último, sostienen que la pretensión de una tercería de
dominio es completamente distinta de aquella que se plantea en el procedimiento ejecutivo.
Los partidarios de la segunda doctrina, es decir, aquellos que sostienen que las tercerías
tienen naturaleza jurídica de incidente, argumentan su posición basándose en que las
tercerías de prelación y de pago por ejemplo, se tramitan como incidentes; siendo además

51
C. Ap. Valdivia, 29 diciembre 1932, RDJ, t. 34, sec. 3ª, p. 22; CS. 13 marzo 1951, RDJ, t. 48, sec. 1ª, p.
57; CS. 9 diciembre 1971, RDJ, t. 68, sec. 1ª, p. 785; CS. 29 abril 1982, RDJ, t. 79, sec. 1ª, pp. 29 y 38; C.
Ap. Santiago 6 junio 1945, RDJ, t. 42, sec. 2ª, p. 54; C. Ap. Valparaíso 31 mayo 1960, RDJ, t. 58, sec. 2ª, p.
47.
36

indiciaria la naturaleza incidental de las tercerías el constatar que, algunas de ellas, una vez
tramitadas, pueden paralizar el procedimiento de apremio, efecto que es propio de un
incidente de previo y especial pronunciamiento.
En lo tocante a la importancia práctica de considerar a la tercería como juicio autónomo o
como un incidente, señalamos a modo de ejemplo y principalmente que, respecto de la
notificación de la tercería, se planteará el inconveniente de determinar si deberá practicarse
por el estado diario o personalmente; asimismo, resultará borrascoso determinar la
naturaleza de la resolución que falla la tercería, pudiendo tratarse según se estime, de una
sentencia interlocutoria, o una sentencia definitiva.

3. Tercerías que se relacionan con los bienes embargados


Para comenzar a estudiar cada una de las tercerías en particular, conviene asimilar que,
éstas las agruparemos para su estudio en dos clases o categorías: por un lado, aquellas que
se relacionan con los bienes embargados, y por otro, aquellas que se relacionan con los
créditos ejecutivos.
De las tercerías contempladas en el art. 518 CPC, se relacionan con los bienes embargados,
la tercería de dominio y la tercería de posesión, sirviendo ambas como instrumentos
procesales en virtud de los cuales un tercero puede formular una pretensión de exclusión de
determinados bienes de un embargo, invocando para tal efecto, su calidad de titular del
derecho de dominio de los bienes embargados o, en su caso, aduciendo su calidad de
poseedor de los mismos. Doctrina y jurisprudencia entienden que estas tercerías pueden
formularse desde que se traba el embargo sobre un bien, hasta antes de la enajenación
forzada del mismo, interpretación que, en todo caso, resulta ajustada al tenor literal del
precepto del art. 518 nº 1 y 2 CPC52. Después de la enajenación forzada, el dueño o
poseedor de los bienes, sólo podría ejercer respecto de los mismos, las acciones
reivindicatorias o posesorias que correspondan según el caso.
A. Tercería de dominio
Entendemos por tercería de dominio, aquella que tiene lugar cuado un tercero extraño a la
ejecución interviene alegando dominio sobre los bienes embargados. En este caso, el
tercero aparece formulando una pretensión excluyente respecto de aquella planteada por las
partes directas del juicio ejecutivo, pues solicita el reconocimiento de su dominio sobre un
bien embargado y el alzamiento del mismo.
La tercería es una demanda que se formula contra el ejecutante y ejecutado, por existir un
caso de litis consorcio necesario, la cual, para que se le de curso, debe contener todas las
enunciaciones exigidas por el art. 254 CPC. El petitorio de la misma consistirá en que se
excluyan bienes del embargo invocando para ello su dominio. El tribunal competente, será
el mismo tribunal que conoce del juicio ejecutivo.
En lo relativo a su tramitación, cabe observar que se seguirá el juicio en ramo separado,
contra el ejecutante y ejecutado, rigiendo los trámites del juicio ordinario, pero sin los
escritos de réplica y duplica (art. 521 CPC).
En cuanto al efecto que provoca la interposición de una tercería en los restantes cuadernos
del procedimiento ejecutivo, debe consignarse que, en caso alguno suspenderá la
tramitación del cuaderno principal, pues, la tercería apunta contra el embargo, cuestión que
no es de tramitación del cuaderno ejecutivo, sino del de apremio (art. 522 CPC). Por lo que

52
C. Ap. Santiago 4 enero 1994, RDJ, t. 91, sec. 2ª, p. 1; C. Ap. Santiago 1 octubre 1953, RDJ, t. 50, sec. 2ª,
p. 96; CS. 20 abril 1910, RDJ, t. 9, sec. 1ª, p. 174; C. Ap. Talca 19 junio 1951, RDJ, t. 48, sec. 2ª, p. 36.
37

toca al efecto que provoca la interposición de una tercería en el cuaderno de apremio,


debemos decir que éste, por regla general no verá suspendida su tramitación, salvo el caso
en que la tercería se apoye en un instrumento público otorgado con anterioridad a la fecha
de la presentación de la demanda ejecutiva. En los demás casos, el remate se llevará a cabo,
entendiéndose que la subasta recaerá sobre los derechos que el deudor tenga o pretenda
tener sobre la cosa embargada.

B. Tercería de posesión
La segunda tercería que se relaciona con los bienes embargados es la tercería de posesión,
la que tendrá lugar toda vez que un tercero, por vía incidental, advenga al juicio ejecutivo
pretendiendo obtener que se alce el embargo respecto de ciertos bienes, en razón del
respeto que merece la posesión que ejercía sobre los mismos al momento de la traba. No
debemos olvidar, que en nuestro Derecho el poseedor se reputa dueño (art. 700 CC).
Esta tercería, que se dirige contra el ejecutante y el ejecutado, podrá interponerse desde la
traba misma del embargo, y hasta antes de que el bien haya sido rematado o adjudicado al
subastador. Una vez interpuesta, se tramitará conforme a las reglas de los incidentes, lo que
en todo caso, no suspenderá la tramitación del cuaderno principal, produciéndose, en
general, idéntico efecto en el cuaderno de apremio, el cual sólo suspenderá su curso en la
medida que se acompañen antecedentes que constituyan a lo menos presunción grave de la
posesión que se invoca (art. 522 CPP).
La operatoria de esta tercería, cuyo petitorio apunta a conseguir la excusión de ciertos
bienes del embargo, es simple, pues, el tercerista invoca la posesión que ejercía respecto de
éstos, para que una vez reconocida, opere subsecuentemente la presunción de dominio.

4. Tercerías relacionadas con los créditos ejecutivos


De las tercerías contempladas en el art. 518 CPC, ya hemos estudiado aquellas que se
relacionan con los bienes embargados, corresponde pues, comenzar a examinar aquellas
que se relacionan directamente con los créditos ejecutivos: las tercerías de prelación y de
pago, cuyo común denominador estriba en que un tercero interviene en el proceso
formulando la pretensión de hacerse pago con los bienes embargados, o en su caso, con el
producto de la subasta, con preferencia o en igualdad de grado, que el ejecutante. La
jurisprudencia, basada en el art. 527 CPC, ha estimado que, en ambos casos, el tercero
deberá invocar, para formular su pretensión, un título ejecutivo53.
A. Tercería de prelación
La tercería de prelación, es aquella en que un tercero interviene en un procedimiento
ejecutivo, alegando una preferencia para ser pagado con el producto de la realización de los
bienes embargados (art. 518 CPC). Su objeto por tanto, consiste en reclamar el pago
preferente de un crédito ejecutivo que se invoca.
Esta tercería, que se dirige contra el ejecutante y el ejecutado, que se basa en un título
ejecutivo y en una preferencia que tiene el tercerista respecto del ejecutante, podrá
interponerse desde que se inicia la ejecución, hasta el momento en que se haga el pago al
ejecutante, pues, posteriormente, no existirá pago en el cual ser preferido.
Una vez interpuesta, se tramitará conforme a las reglas de los incidentes, lo que en todo
caso, no suspenderá la tramitación del cuaderno principal, ni tampoco provocará la

53
C. Ap. Concepción 10 noviembre 1973, RDJ, t. 70, sec. 1ª, p. 64; CS. 7 agosto 1947, RDJ, t. 45, sec. 1ª, p.
144.
38

suspensión de la tramitación del cuaderno de apremio, sin perjuicio que impedirá la


realización del pago al ejecutante (art. 525 CPC), en otras palabras, el procedimiento de
apremio proseguirá su curso hasta la completa realización de los bienes embargados y, una
vez verificado el remate, el tribunal ordenará consignar su producto hasta que recaiga
sentencia firme en la tercería.

B. Tercería de pago
La tercería de pago, tendrá lugar en todos aquellos casos en que un extraño advenga a un
procedimiento ejecutivo pretendiendo el derecho de concurrir conjuntamente con el
ejecutante al pago, a falta de otros bienes del deudor. Su objeto, por tanto, consiste en
reclamar el pago de un crédito que consta en un título ejecutivo que no goza de preferencia,
en todos aquellos casos en que el deudor no cuente con otros bienes que los embargados
para efectuar el pago de los créditos a los acreedores - ejecutante y tercerista-, concurriendo
este último conjuntamente con el ejecutante al pago de su crédito, una vez que se obtiene el
producto de la realización de los bienes embargados (arts. 518 nº 4 y 527 CPC).
Esta tercería, que se tramitará de acuerdo a las reglas de los incidentes, puede interponerse
desde el momento del embargo hasta aquél en que se verifica el pago del ejecutante.
Si la tercería es acogida, se deberá distribuir entre los acreedores la cantidad embargada o el
producto de la subasta, según sea el caso, en proporción al monto de sus créditos ejecutivos
(art. 527 CPC).
La intervención de este tercero, no provocará la suspensión de la tramitación del cuaderno
principal, como tampoco aquella que corresponda al cuaderno de apremio, sin perjuicio que
impedirá la realización del pago al ejecutante.
Además de esta tercería, debe consignarse que el segundo acreedor, para obtener el pago de
su crédito, puede optar por una vía procesal distinta a la tercería de pago, la que se traduce
en ejercer su derecho a iniciar un segundo juicio ejecutivo ante el tribunal que sea
competente de conformidad a las reglas generales, solicitando allí que se dirija un oficio al
tribunal que conoce de la primera ejecución, para que retenga de los bienes realizados la
cuota que proporcionalmente corresponda a dicho ejecutante (art. 528 CPC).

X. EJECUCIÓN DE RESOLUCIONES JUDICIALES

Para el acápite final de esta obra, y luego de haber analizado los diferentes títulos ejecutivos
que pueden autorizar una ejecución civil, hemos reservado el estudio de aquella ejecución a
que da lugar el más importante título ejecutivo judicial, las resoluciones judiciales. La
regulación de esta materia, se contiene en el Título XIX, Libro I, arts. 231 y siguientes del
CPC, lugar donde se hace la distinción, para efectos de su ejecución, entre aquellas
resoluciones judiciales dictadas por los tribunales chilenos, y aquellas que fueron
pronunciadas por los tribunales extranjeros, distinción a la que adscribiremos con el objeto
de desarrollar su tratamiento.

1. Ejecución de las resoluciones judiciales dictadas por los tribunales chilenos


La regulación de la ejecución de las resoluciones judiciales dictadas por los tribunales
chilenos, se concentra principalmente en aquella que atinge a las sentencias definitivas
firmes de condena, sentencias interlocutorias firmes de condena y sentencias definitivas o
interlocutorias de condena que causan ejecutoria, contemplándose, un procedimiento de
39

ejecución residual para los demás tipos de resoluciones judiciales que puedan requerir
ejecución (arts. 231, 238, 434 nº 1 y 113 COT),
La jurisprudencia ha reiterado que, cuando hablamos de ejecución, necesariamente nos
referimos a sentencias de condena54.
En doctrina, se ha distinguido, en relación a este tema, entre ejecución impropia y ejecución
provisional. La primera, se refiere a todos aquellos actos administrativos u otros actos
jurídicos que son necesarios realizar para obtener el cumplimiento de una sentencia
constitutiva o meramente declarativa firme, por su parte, la ejecución provisional se refiere
al cumplimiento compulsivo de una resolución judicial que aun no se encuentra firme,
siendo el basamento de este última el deseo de una tutela judicial efectiva, la cual a través
de la ejecución civil potencia el fallo de primera instancia. A diferencia de la Ley de
Enjuiciamiento Civil española, en nuestro CPC no se contempla, sin perjuicio ello,
encontramos un caso de ejecución provisional en el art. 691 CPC, referido al juicio
sumario, sin perjuicio de que existen casos en que es posible obtener el cumplimiento de
ciertas resoluciones que causan ejecutoria (art. 231 CPC).
Siempre analizando la ejecución de las resoluciones judiciales pronunciadas por tribunales
chilenos, podemos señalar, que ésta se puede llevar adelante a través de 4 tipos de
procedimientos distintos: el procedimiento ejecutivo, el incidental, un procedimiento
residual, o a través de procedimientos especiales, como por ejemplo, el contemplado en el
art. 752 CPC. En los números siguientes, analizaremos la ejecución civil de las resoluciones
judiciales a través de los 3 primeros tipos de procedimientos ejecutivos mencionados.
A. Procedimiento ejecutivo
El ejecutante, podrá iniciar, con el fin de obtener el cumplimiento forzado de una sentencia
firme, sea definitiva o interlocutoria, un procedimiento ejecutivo, según lo autoriza el art.
434 nº 1 CPC. En este procedimiento, se debe tener presente que, el ejecutado no podrá
oponer como excepción alguna que pudo haber opuesto en un procedimiento declarativo
anterior, cuestión del todo coherente con la preclusión y la cosa juzgada (art. 237 CPC).

B. Procedimiento incidental de ejecución


En segundo término, es posible que el ejecutante utilice para obtener el cumplimiento de
una sentencia de condena el procedimiento incidental, regulado por tres normas
fundamentales: los arts. 233, 234 y 235 CPC.
Consiste en un procedimiento de ejecución de sentencias de condena, que opera sólo a falta
de un procedimiento de ejecución especial, que puede iniciarse ante el mismo tribunal que
dictó la resolución en primera o única instancia, y que se tramitará en el mismo expediente
donde tal resolución fue dictada.
a. Fase de conocimiento en la ejecución incidental: solicitud de parte
Para tales efectos, deberá presentarse por la parte vencedora, una solicitud escrita de
ejecución dentro del plazo de 1 año computado desde que la ejecución se hizo exigible, ante
el mismo tribunal que dictó la sentencia en primera o única instancia, y en el mismo
expediente, sin que pueda ordenarse por el tribunal el cumplimiento de la sentencia de
oficio.
Cabe observar que, si se trata de obtener el cumplimiento forzado de una sentencia
definitiva, siempre que nos encontremos en el plazo de 1 año señalado precedentemente, y

54
C. Ap. Santiago 21 diciembre 1925, RDJ, t. 23, sec. 2ª, p. 42; CS. 3 agosto 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 211;
CS. 10 julio 1974, RDJ, t. 71, sec. 1ª, p. 108; CS. 9 enero 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 853.
40

siempre además, que la ejecución de ésta haga necesario iniciar un nuevo procedimiento, la
parte vencedora del juicio interesada en la ejecución de la resolución, no tiene la
obligación, sino sólo un derecho optativo para valerse del procedimiento incidental de
ejecución en miras a la obtención de dicho fin, siendo la otra alternativa, instar por el
cumplimiento iniciando un juicio ejecutivo ante el tribunal que sea competente según las
reglas generales, en los términos vistos en el punto anterior (art. 232 CPC).
Una vez presentada por la parte vencedora la solicitud de iniciar un procedimiento de
ejecución incidental, el tribunal deberá examinar si se cumplen o no los presupuestos para
acceder o denegar la solicitud. Si se reúnen los presupuestos, el tribunal deberá acceder a la
ejecución ordenando su cumplimiento con citación. Observamos que la resolución de estilo
que dicta el tribunal accediendo a la petición, llevará por contenido “como se pide, con
citación”.
La anterior resolución deberá notificarse por cédula al apoderado de la parte vencida y, en
caso que se exija el cumplimiento de la sentencia contra un tercero, ésta deberá ser personal
(art. 233 CPC). Observamos que la notificación al tercero, se explica desde la óptica del
llamado efecto reflejo de la sentencia, es decir, aquél caso, en que una sentencia genera
efectos no sólo para las partes, sino también para sujetos que no fueron parte de la relación
procesal.

b. Oposición a la ejecución
Una vez notificada la parte, o el tercero, éstos tendrán derecho a oponerse a la ejecución
(art. 234 CPC) siendo distinto, en parte, el régimen legal de la oposición en uno y otro caso,
En efecto, la parte vencida, podrá oponerse a la ejecución, la cual se tramitará en forma
incidental, oponiendo dentro de tercero día, una o más de las 10 excepciones que se
contemplan en el art. 234 CPC. Éstas, para ser admitidas a tramitación, deberán fundarse
en hechos ocurridos con posterioridad a la dictación de la sentencia, como por ejemplo, el
pago, o una concesión de plazo; además, deberán fundarse en antecedentes escritos, salvo la
pérdida de la cosa debida y la imposibilidad absoluta de la ejecución, pues en estos casos,
se exige que las excepciones estén revestidas de fundamento plausible, idéntica exigencia
que se formula para la excepción de falta oportunidad en la ejecución.
En lo que atinge al tercero, éste podrá oponerse a la ejecución, la cual se tramitará como
incidente, dentro del plazo de 10 días, oponiendo todas las excepciones previstas en el art.
234 inc. 1º CPC, sin perjuicio, de poder oponer una excepción que no rige para la parte
vencida: la excepción de no empecerle la sentencia (art. 234 inc. 2º CPC). ROMERO,
comprende que esta excepción sólo tiene sentido si el tercero que la opone invoca la
infracción de un litis consorcio necesario pasivo, en virtud del cual, éste debió haber sido
emplazado.
Existe jurisprudencia que entiende que, no debe aplicarse al tercero una de las exigencias
previstas en el art. 234 inc. 1º CPC, cual es, que la excepción debe fundarse en hechos
acaecidos con posterioridad a la sentencia de cuyo cumplimiento se trata55.
Una vez estudiado, lo que podemos denominar, la fase de conocimiento de la ejecución
incidental, corresponde que centremos nuestro análisis en lo constitutivo de ejecución
propiamente tal, cuestión que está prevista en el art. 235 CPC.

55
CS. 19 noviembre 1968, RDJ, t. 65, sec. 1ª, p. 350.
41

c. Ejecución propiamente tal


En primer término, consignamos que procederá a ejecutarse la sentencia cuyo
cumplimiento se solicitó a través de la ejecución incidental, toda vez que la parte vencida o
el tercero, debidamente notificados, no se opusieron a la ejecución o, si se opusieron a la
misma, ésta fue rechazada por sentencia de primera o segunda instancia.
Siendo procedente la ejecución de la sentencia, ésta se cumplirá según lo determinan las
reglas previstas en los numerales 1º a 6º del art. 235 CPC, que en lo medular, coinciden con
las medidas de ejecución reguladas a propósito del procedimiento de apremio en el juicio
ejecutivo de las obligaciones de dar, salvo en lo que concierne al mandamiento de
ejecución y embargo y al requerimiento de pago, que no están contemplados en el art. 235
CPC, haciendo excepción también a dichas reglas, el que, según lo dispone el mismo
artículo precitado, en caso que existan medidas precautorias, no se procederá al embargo de
bienes.
De las medidas de ejecución propiamente tal que contempla el art. 235 CPC, tan sólo nos
referiremos, a sus numerales 3º y 6º.
Ejecución de la sentencia que manda a pagar una suma de dinero (art. 235 nº 3
CPC)
El numeral 3º del art. 235 CPC, referido a la sentencia que manda a pagar una suma de
dinero, señala que ésta se cumplirá, en el caso de existir retensión de fondos u otras
medidas precautorias, ordenando hacer pago al acreedor, o disponiendo la realización de los
bienes cautelados para un posterior pago al acreedor - ejecutante. Para TAVOLARI, éste
constituye el único caso de enajenación forzada que no tiene al embargo como antecedente
previo. PEREIRA, en cambio, señala que en este caso, si existe embargo, pues la cautela se
convierte en embargo ejecutivo.
Por su parte, en caso de no existir retensión de fondos u otras medidas precautorias con el
objeto de hacer pago al ejecutante, se procederá a embargar y a enajenar bienes de la parte
vencida según las reglas del procedimiento de apremio del juicio ejecutivo en las
obligaciones de dar, sin necesidad de requerimiento de pago, notificándose por cédula el
embargo mismo y la resolución que lo ordena.
Ejecución de una sentencia de condena genérica (art. 235 nº 6 CPC)
El numeral 6º del art. 235 CPC, se refiere a la sentencia de condena genérica. Su razón de
ser radica, en que el CPC permite que, en un juicio declarativo, a petición del demandante,
las partes restrinjan una controversia tan sólo a la determinación de la existencia o no de la
obligación de la contraparte, de devolver frutos o indemnizar perjuicios. Postergándose, en
tal caso, el debate de la especie y monto de los frutos o perjuicios a devolver o a
indemnizar, para la etapa de la ejecución civil, tramitada según las reglas del procedimiento
incidental de ejecución o para otro juicio diverso, siempre y cuando, el demandado sea
condenado a la devolución o indemnización (art. 173 inc. 2 CPC).
Si lo que se pretende por el actor, es ejecutar la resolución de condena genérica, deberá
presentar una demanda en el mismo escrito en que pide el cumplimiento del fallo señalando
el monto de los frutos y perjuicios a devolver o a indemnizar, la cual recibirá tramitación
incidental.
El ejecutado, una vez notificado, podrá oponerse al cumplimiento del fallo, cuestión que
también se tramitará como incidente, el cual se substanciará conjuntamente con la demanda
del actor, resolviéndose todo en una misma y única sentencia.
42

Cabe advertir, que la corriente jurisprudencial predominante, estima que esta norma sólo es
aplicable a la responsabilidad civil contractual56.

C. Procedimiento residual de ejecución


Finalizando el estudio de los procedimientos para ejecutar las resoluciones dictadas por los
tribunales chilenos, analizaremos el procedimiento residual de ejecución, contemplado en el
art. 238 CPC, el cual, como su nombre lo adelanta, se aplica sólo en defecto de los otros
procedimientos de ejecución de resoluciones judiciales.
En caso de recibir aplicación, la ley ordena al juzgador decretar todas las medidas
conducentes para obtener el cumplimiento de la resolución judicial, permitiéndose incluso
la imposición de multas de hasta un máximo de 1 UTM para tal efecto, sin perjuicio de
estar también facultado para imponer arrestos de hasta 2 meses, pudiendo repetir el apremio
en el evento de reticencia a cumplir la resolución judicial.
A propósito de esta figura, nos referiremos a los llamados astreintes o astricción, los cuales
son instrumentos jurídicos ideados por la jurisprudencia francesa para obtener el
cumplimiento forzado de las obligaciones, y que consisten en multas aplicadas al deudor
recalcitrante que incumple sus obligaciones, con el objeto de obtener que éste cumpla
prontamente con las prestaciones a que se ha obligado. En base a lo señalado, y
reconociendo que éstos no se encuentran recogidos en el CPC chileno, podemos observar
que en el procedimiento del art. 238 CPC, existe de alguna manera inserta la ratio que
motiva a los astreintes. Si bien, el tratamiento de esta figura en Chile es exigua, sin
perjuicio del gran aporte de FUEYO, no ocurre lo mismo en países de Europa continental, en
donde se la ha mirado con buenos ojos, sobretodo considerando su grado de eficacia.

2. Ejecución de las resoluciones judiciales dictadas por los tribunales extranjeros


Culminado el estudio de la ejecución de las resoluciones judiciales dictadas por los
tribunales chilenos, es hora que nuestra preocupación se centre en el estudio de la ejecución
de las resoluciones judiciales dictadas por tribunales extranjeros, cuestión que se encuentra
regulada en los arts. 242-251 CPC.
A. Naturaleza jurídica de la sentencia extranjera
Respecto de la sentencia extranjera, a la cual ya nos hemos referido en este trabajo,
puntualizaremos en primer lugar, su naturaleza jurídica, la cual concebimos como un
equivalente jurisdiccional, que sin embargo, para tener autoridad y eficacia en Chile deberá
someterse a un juicio de reconocimiento o exequatur.

B. Procedimiento de exequatur
Si bien, parte de la doctrina ha concebido a este procedimiento como una gestión
preparatoria de la vía ejecutiva consistente en la validación de una sentencia extranjera, la
doctrina predominante lo comprende de manera diversa, estimando a éste como un
procedimiento autónomo, cuyo objeto apunta a resolver si una sentencia extranjera se ajusta
o no a los parámetros legales nacionales (MONSÁLVEZ), debiendo entenderse, en todo caso,
que lo que se ejecuta en nuestro país, no es la sentencia dictada por un tribunal extranjero,

56
CS. 1 junio 1954, RDJ, t. 51, sec. 1ª, p. 216; C. Ap. Concepción 23 julio 1993, RDJ, t. 90, sec. 2ª, p. 91; CS.
27 mayo 1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 139; CS. 24 enero 2002, RDJ, t. 99, sec. 1ª, p. 23; en sentido contrario:
C. Ap. Santiago 7 enero 1997, RDJ, t. 94, sec. 2ª, p. 3; CS. 13 diciembre 2000, RDJ, t. 97, sec. 3ª, p. 185.
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sino la sentencia chilena de exequatur, siguiendo los cauces pertinentes a que da lugar el
art. 434 nº 1 CPC.
a. Necesidad del exequatur
Toda resolución judicial pronunciada por tribunales extranjeros requiere para su ejecución
en Chile de la observancia del exequatur, cualquiera que sea la clase de tribunal desde
donde emana la resolución judicial, y cualquiera que sea la naturaleza del negocio en que
hubiere recaído.
Sin embargo, autorizadas opiniones en doctrina, estiman que las resoluciones pronunciadas
por tribunales extranjeros en negocios no contenciosos escapan a la exigencia del exequátur
cuando éstas constituyen meras formalidades tendientes a dar validez a un acto o contrato,
siendo que, lo que se invocará en nuestro país sólo será dicho acto o contrato y no la
resolución extranjera en cuanto tal.

b. Tramitación
Será demandante en este proceso de reconocimiento, quien presente una demanda de
exequatur ante la Corte Suprema, siendo el demandado, aquél contra quien se presenta la
referida demanda (art. 247 CPC). Respecto de la legitimación para ser demandante,
entendemos que puede serlo cualquier persona interesada en el reconocimiento de la
sentencia extranjera en Chile, independiente del contenido de la misma y de la
circunstancia que ésta le resulte favorable o no.
La demanda de exequatur debe cumplir con todos los requisitos del art. 254 CPC, la cual en
su parte petitoria deberá hacer alusión al reconocimiento de una sentencia pronunciada por
un tribunal extranjero, siendo además imperativa la exigencia de acompañar a la demanda
la sentencia extranjera cuya eficacia se pretende en Chile, en una copia legalizada, y en su
caso, traducida. Observamos que, si se trata de una sentencia arbitral, será necesario que se
acredite la autenticidad y eficacia de la misma con una certificación emanada del tribunal
superior ordinario del país respectivo (arts. 246, 247 y 347 CPC).
La tramitación del exequatur, será diversa según si la sentencia que se pretende hacer valer,
recayó en un asunto contencioso o no contencioso (arts. 248 y 249 CPC).
Sentencia extranjera que resolvió un asunto contencioso
Tratándose de un asunto contencioso, la tramitación tendrá lugar de la manera que sigue: la
parte interesada en obtener de la Corte Suprema el correspondiente exequatur para poder
cumplir en Chile una sentencia pronunciada por un tribunal extranjero, presentará su
demanda adjuntando una copia legalizada de la sentencia. El tribunal, una vez examinados
los requisitos formales, conferirá traslado a la parte contra quien se pretende ejecutar la
sentencia extranjera en Chile, debiendo ser notificada personalmente.
La persona contra quien se pretende ejecutar la sentencia extranjera en Chile, podrá
exponer lo que estime conveniente durante un término de emplazamiento compuesto por
igual número de días que el emplazamiento para contestar demandas en el juicio ordinario
de mayor cuantía. En especial, el demandado podrá alegar el incumplimiento de ciertos
requisitos formales en la presentación del actor y la no configuración de los criterios para
permitir el cumplimiento de la sentencia extranjera en Chile, que analizaremos mas
adelante.
Una vez que la contraparte contesta, o en su rebeldía, pasarán los antecedentes al fiscal
judicial de la Corte Suprema, para su vista. La razón de esta exigencia radica en que se
entiende existir un interés público comprometido, pues, se insta a reconocer en Chile una
soberanía extranjera.
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En caso que el tribunal lo estime necesario, podrá recibir la causa a prueba, aplicándose al
respecto las normas establecidas para los incidentes.
Una vez vencido el término probatorio, en nuestra práctica forense, el tribunal dictará el
decreto autos en relación, por lo que, sólo después de la vista de la causa el tribunal
resolverá acogiendo o denegando el exequatur (248, 250, 258 y 259 CPC).
Sentencia extranjera dictada en el marco de un asunto judicial no contencioso
Si se trata de instar por el reconocimiento de una resolución judicial dictada en el marco de
un asunto judicial no contencioso, en virtud del art. 249 CPC, el tribunal resolverá con sólo
la audiencia del fiscal judicial, pudiendo el tribunal, si lo estima necesario, abrir un término
de prueba antes de resolver, el cual se tramitará según las reglas de forma y tiempo que
rigen para los incidentes (arts. 249 y 250 CPC.).
En síntesis, la tramitación del exequatur en negocios voluntarios consta, o puede constar, de
los siguientes trámites: la solicitud de exequatur, la vista del fiscal judicial, una etapa de
prueba, si el tribunal lo estima necesario, la dictación del decreto autos en relación,
culminando en definitiva, por una sentencia que acogerá o denegará el exequátur
Criterios exigidos por el CPC para que una resolución judicial extranjera pueda
cumplirse en Chile
Para que una resolución judicial dictada por un tribunal extranjero pueda cumplirse en
Chile, ésta deberá dar cumplimiento a tres criterios básicos que se expresan en nuestro CPC
según un orden de prelación, y que determinarán tanto, si la resolución se podrá ejecutar o
no, como en qué medida.
En primer término, nuestro CPC, dispone que la sentencia extranjera tendrá en Chile,
aquella fuerza ejecutiva que le confieran los tratados internacionales respectivos,
procediéndose para conseguir su ejecución, de acuerdo a lo que dispone la ley procesal
chilena, salvo que ésta aparezca modificada por los tratados internacionales respectivos
(art. 242 CPC).
Un segundo criterio, y que procede en defecto del anterior, consiste en la reciprocidad, que
es aquél en virtud del cual la sentencia extranjera tendrá en Chile, la misma fuerza ejecutiva
que, en aquél Estado tengan las sentencias dictadas en Chile (arts. 243 y 244 CPC).
En el caso que no puedan aplicarse los criterios anteriores, regirá el criterio de la
regularidad internacional, en virtud del cual, la sentencia extranjera tendrá en Chile el
mismo valor que una sentencia chilena, en la medida que dé cumplimiento a las
circunstancias que expresa el art. 245 CPC, cuestiones mas bien formales, y que por ende,
no obligan a un examen de la legalidad de fondo del fallo extranjero.
Las circunstancias previstas en el art. 245 CPC, consisten, en primer término, en que las
resoluciones extranjeras no deben contener nada contrario a las leyes de la república.
Cuestión que ha sido entendida por la doctrina, como nada contrario a normas de Derecho
Público, y a normas de orden público de Derecho Privado.
En segundo lugar, se exige que las resoluciones extranjeras no se opongan a la jurisdicción
nacional, lo que quiere decir que, no deben versar sobre una materia que debió ser conocida
por tribunales chilenos.
En tercer término, se exige que la sentencia extranjera haya sido fruto de un debido
proceso, lo que en términos legales se traduce en que “la parte en contra de la cual se
invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de la acción. Con todo, podrá ella
probar que, por otros motivos, estuvo impedida de hacer valer sus medios de defensa”.
Por último, para que se pueda cumplir una sentencia extranjera en Chile, ésta debe estar
ejecutoriada de acuerdo a las leyes del país en que hayan sido pronunciadas (art. 245 CPC).
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C. La sentencia de exequatur
La sentencia de exequatur, es una sentencia definitiva, porque pone fin a la instancia
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto principal del pleito. Esta sentencia
podrá acoger la demanda de exequatur, caso en el cual reconocerá la autoridad y eficacia de
la sentencia extranjera en Chile, revelando su carácter constitutivo.
En este caso, la sentencia extranjera constituye un título ejecutivo, aplicándose para su
ejecución, las normas que contenga el tratado internacional respectivo, sin embargo, si no
existe un tratado internacional aplicable, o si este existe pero no contempla un
procedimiento para la ejecución de la resolución extranjera, se aplicarán para tal efecto, las
normas de procedimiento chilenas, siendo competente para conocer de la ejecución aquél
tribunal a quien habría correspondido conocer del negocio en primera o en única instancia
si el juicio se hubiera promovido en Chile (art. 251 CPC).
Si la sentencia de exequatur rechazar la demanda, quiere decir que se habrá denegado el
reconocimiento de la autoridad y eficacia de la sentencia extranjera en Chile, produciendo
esta resolución la autoridad de cosa juzgada y, la correlativa excepción de cosa juzgada.

D. Ejecución de los autos y decretos dictados por un tribunal extranjero


Para los autos y decretos dictados por un tribunal el extranjero, y que deban cumplirse en
Chile, se contempla en el art. 76 CPC, un especial procedimiento para su ejecución, lo que
se materializará a través de exhortos internacionales o cartas rogatorias.
Si se trata de exhortos de tribunales extranjeros que ordenan practicar una diligencia en
Chile, se deberá seguir, en general, el siguiente conducto: el exhorto deberá ser dirigido al
funcionario respectivo por conducto de la Corte Suprema chilena, la cual lo remitirá al
Ministerio de Relaciones Exteriores para dar curso al exhorto ante el tribunal respectivo.

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