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Libro 1

Un a un relato contado en primera persona un solo tiempo, nos


narra la historia sencilla sobre una mujer que soporta el
escarnio voraz de una sociedad que trata la homosexualidad
con brutal xenofobia, y ella tolera con doloroso heroísmo, y por
eso ella lo enfrenta escondida viviendo el ludibrio sola,
soportando a través del amor a su pareja y solidaridad de sus
amigos.

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Libro 1
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Capítulo 1
Mi nombre es Lidia. Cuando era una adolescente sentía que era tal como las demás
un poquito rebelde, muy soñadora, con altibajos en la escuela, y ya desde entonces
la eterna necesidad de la mujer de sentir seguridad y protección, de aquel entonces
mi eterna amiga Laura, cómplice de desventuras, la fiel y eterna discreción que
acompañaba la malicia y la inocencia, aún recuerdo ese día cuando le decía con
tono alegre, que Víctor me había llegado, ella se sonrojaba de envidia, pues era el
chavo mas guapo del grupo, y me trataba como una reina, bueno a lo mejor ella no
tenía al súper galán, pero si tenía un pretendiente, Daniel, que la rondaba, pero ella
se hacía la remolona y abría de tender un cerco de hielo para él, en aquel momento
ella y yo vivíamos para el hoy y el ahora, esta sensación de cotidiana comodidad
hacia imperceptible los cambios, y cuando se hacían evidentes, era demasiado
tarde, por eso recuerdo esas tardes con un poco de nostalgia, Víctor, Laura y yo
solíamos hacer la tarea, como siempre en mi sala que era la mas grande, siempre
en el mismo orden Víctor a mi izquierda y Laura a mi derecha, como los son muchas
cosas Víctor era mi novio por mucho uno de los que mas quise, pero era bien menso,
constantemente lo corregíamos, sin embargo, para ser hombre no iba mal en la
escuela, en cambio Laura, bueno para decirlo rápido llevaba las mejores notas, así,
trabajando, ese día se abre la puerta de la entrada, y entra un chico alto, guapo,
fuerte, con una sonrisa de ángel y una mirada de ternura, nunca podré olvidar la
cara de Laura, y supongo no muy diferente a la mía, lo supongo porque no reaccioné
hasta que Víctor dijo en tono indignado.

-¿Qué pasó?

Y pues ni modo de decirle a mi novio que estaba derritiéndome por Roberto, así se
llamaba, no me quedó mas que sonreír despreocupada minimizando el evento,
además, aun cuando Víctor no estuviera, con apenas diez y seis tener contacto con
uno de veintidós era simplemente impensable, muy a su pesar Víctor como todo un
caballero ese día y lo siguientes continuaba asistiendo para hacer los deberes sin
hacer mas ruido que el necesario, regalándome la confianza que de nada merecía,
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aunque era evidente que a Laura y a mí nos encantaban las visitas que con mas
frecuencia nos asía Roberto, visitas que a Víctor le parecían del todo innecesarias,
en este punto, debo aclarar que para mi Víctor no era solo mi novio, era en verdad,
mí novio, la persona con la que caminaba por horas en la lluvia, el corazón que
podría oír toda una tarde, el hombro para llorar cuando mi mamá llegaba de malas,
y como dije, él no fue el primero, pero si el mas grande, comparado con Laura y sub
estimando mi relación, ella solo era mi íntima, de muchas formas en ese momento,
como lo es hoy, su comprensión de mí, está incluso por encima de la mía, y de
muchas formas solapó el perverso libertinaje que me tomaba para con Roberto,
excusándome con Víctor cada que algún desliz se me escapaba, e incluso se
atribuía la culpa, y en mas de una ocasión buscó la forma de recompensar la gentil
paciencia de David buscándonos tiempo para retozar alejándose y dándonos la
privacidad discreta que toda pareja necesita, como lo fue ese día, en que despedía
a Víctor en la puerta, no era raro que acariciara mi pelo mientras me besaba,
recuerdo que en particular y a diferencia de otras ocasiones a lo lejos se oía una
canción de esas toda romántica, él, con ese estúpido de aire galán de cine, me invitó
a bailar en la terraza, me sentía ridícula, pero me encantaba ese tipo de tonterías,
mientras me dejaba llevar por el ritmo él me miraba con ternura, esa no sería la
primera vez que lo hiciéramos, pero ese día había un olor, o un color, o un
sentimiento, no podría definirlo, lo que se, es que Víctor me tomó de la cintura, el
solía hacerlo, pero fue diferente, sentí que lo hacía con fuerza, no me lastimaba
pero me dominaba, recargó su cabeza en mi hombro, y besó mi cuello, algo
realmente extraño pasó, mi espalda se enderezó pero no hubo tiempo de hacer
nada porque me atajo con otro beso y otro mas, me sentí tensa pero no nerviosa,
sabía que algo pasaba, fue cuando me di cuenta que mi suéter estaba mas arriba
de lo normal, pero no quería notarlo, entre la satisfacción y alegría mezclada con la
incertidumbre del miedo, oí que su respiración se agitaba, en ese momento me dejó
ver sus ojos, pletóricos de ansiedad, se acercó lentamente a mis labios mientras yo
me abandonaba para él, apenas sentí su aliento cuando, Laura que salía de la casa
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apareció con una carcajada retumbante, al vernos parados viéndola con una mirada
asesina se limitó a excusarse con aquella famosa frase idiota.

-¿Interrumpí algo?

Mas tarde le conté a Laura con lujo de detalle lo que pasó, y ella oía con atención,
mientras abría los ojos y movía la cabeza, lo mismo que yo ella se odió por aparecer
en ese momento, lo que no le conté, fueron las consecuencias, a partir de ese día
trataba de lograr que Víctor me volviera a mirar con esa ansiedad, que me tomara
de la cintura pero no sucedió, también estaba el problema de no saber con precisión
que buscaba, en ocasiones me llegué a decir que lo que buscara ya lo tenía, pero
mi cuerpo como autómata seguía buscando, pero nada cambió, en cambio cada día
mis faldas me parecían infinitamente largas, mis pantalones guangos sin importar
que me cortaran la circulación en las piernas, para empeorar las cosas, por alguna
razón cuando Roberto llegaba, discretamente mi falda se alzaba, los botones de mi
blusa se abrían y mi vista se pegaba a el robusto pecho de Roberto, me daba cuanta
de sobra que yo ya no era yo, que Victo despertó primero mi feminidad, después a
la mujer.

A la luz de mi errático comportamiento, para mi agrado mi novio me celaba, sin


sofocarme, pero de cerca, se mantenía en rondas constantes invitándome a salir
básicamente a pasear, cuando podía y tenía dinero al cine e incluso a comer, este
sábado como tenía que ser quedamos para salir, mi mamá fue no se con precisión
donde pero no estaba, y mi hermano los fines de semana los dedicaba a sus
tropelías, si bien no se alejaba demasiado, entraba y salía de la casa con sus
amigos, y con un -…no tardo- se hacía humo, el caso es que no por mucho, pero
me dejaron sola esperando a Víctor, ahí en los departamentos donde vivía siempre
dejaban la puerta del zaguán abierta, y la puerta de mi departamento siempre
cerrada no requería llave pues no serraba bien, tenía truco, y no tenía nada de raro
que Víctor se apareciera en mi sala sin avisar, así mientras me terminaba de arreglar
oí que tocaba a la puerta, me pareció extraño que Víctor tocara, pero igual fui a
recibir a mi amor, abrí sin ver quién era y le dije que todavía no terminaba de
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vestirme que me esperara en la sala, al oír esa vos gruesa que me saludó me dejó
con UUUPS en la puerta, era Roberto por un segundo se me desvió la mirada a sus
caderas, mientras le decía que no estaba mi hermano, él sonrió con esa mueca que
me ponía loca, casi me parecía imposible dejar de mirar esos brazos, me dijo que
ya se iba, pero le dije que ya no tardaba mi hermano, no vi nada de malo en dejarlo
pasar e invitarle una bebida, él sonrió mientras pasábamos a la cocina, ya ahí
platicábamos de la música que le gustaba, y de algunas otras trivialidades, ese día
traía una minifalda de mezclilla deslavada, y blusa blanca de botones; al abrir la
azucarera me di cuenta que no había volteé y le dije con inocencia que el traste
estaba vació, él contestó ignorante que si no había mas, recordé que efectivamente
él era una visita y no tenía forma de saber que el azúcar estaba en el anaquel mas
alto, así que me reprendí, y con un pequeño banco subí y me estiré cual larga soy
obviamente al hacerlo mi falda se subió, y aunque no lo vi pude sentir su mirada en
mis caderas, por un segundo me sentí insegura pero fingí no poder alcanzarlo para
estirarme y subir un poco mas la falda, finalmente mientras bajaba con el bote entre
los senos me sentí un poco mareada, él se paró rápidamente y me abrazó de tal
manera que quedamos frente a frente, fue cuando vi lo que buscaba en Víctor, esa
mirada anhelante, primitiva, tal vez yo me ofrecí o tal vez él lo tomó, así llego mi
primer beso erótico, tan ansioso y lleno de vida, me permitió sentir ese vano placer
de saberse deseada, sentía sus manos incoherentes manosearme en forma sucia,
mientras me dejaba llevar, podía oír mi corazón tan fuerte, y mi respiración entre
cortada, veía sus ojos penetrándome, mientras sus manos inquietas alzaban mi
falda, me perdía en él, así sigiloso y casi sin sentir llegó a mi intimidad, al sentirlo
dentro de mí me desvanecía y me perdía lentamente en sus manos, por mas que
mi mente decía basta, mi cuerpo decía mas, no sabía que quería, me sentí
dominada y al mismo tiempo me entregué, finalmente él sonrió me parece que
triunfante, sin retirarme la vista de los ojos se quitó pantalón y trusa sin mayor pudor,
para la niña que nunca había visto uno, era enorme, mi asombro era tal que me
inmovilizaba, con la misma insolencia, me alzo la falda y me bajo el calzón, de frente
a mi sin perder la mirada a los ojos, me tomó de la cintura manteniendo mi falda
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arriba me sentó en la mesa con las nalgas descubiertas, y con alarde de dominio
me ordenó, “abre”, yo no terminaba de entender, y él lo comprendió, así que me
tomó de las rodillas y con suavidad me abrió las piernas, mis ojos casi se salían de
sus órbitas, abrí un poco mas las piernas, ligeramente se acomodó, para ese
momento mi corazón ya se salía de mi pecho, y con firmeza, me tomó de los
hombros y me miró con ternura, de alguna manera estaba pidiendo permiso, yo en
realidad no sabía qué hacer, fue ese el único momento en este capítulo que me
detuve a cavilar, pero como casi todo lo que hacemos a los diez y seis, solo y sin
pensar damos el siguiente paso, sonreí y simplemente abrí mas las piernas, ahí sin
saber encontré lo que buscaba, de un golpe empujo asía adentro, y todo se
ralentizó, dentro de mi claramente sentía lentamente su contorno hundiéndose, y
apoco un ligero dolor, y se terminó, una sombra pasó frente a mí y me lo arrebató,
en algún momento Víctor entró, empezó a golpear a Roberto que yacía en el suelo,
yo me asusté como nunca, gritaba el nombre de uno y de otro, pero nada pasaba
solo se oían blasfemias y golpes, en una fracción de cordura Víctor alzo la cabeza
y me vio directo a los ojos, y pude ver la ira, furia, odio, violencia, pero por sobre
todo vi un profundo dolor.
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Capítulo 2
Mi siguiente recuerdo, es que sollozaba en la sala, con mi calzón en las manos,
mientras recordaba una y otra vez esa última mirada de Víctor, me sentía
angustiada de saber que mi amor, mi pareja, mi novio, se fue, como no sabía qué
hacer, llamé a la única persona en el mundo que me ayudaría sin juzgarme, a la voz
de, “hacia el amor con Roberto cuando Víctor se apareció”, y sin mas preguntas
Laura me dijo que la alcanzara en el parque de la escuela, apenas la vi me abrace
a ella y rompí en llanto, no recuerdo haber llorado tan profunda y amargamente en
toda mi vida, Laura trataba de consolarme, con los clásico, “ya pasó”, “tranquila”,
que todos sabemos que esas cosas nunca han funcionado, lo que si me tranquilizó
fue platicarle lo que pasó ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿con quién?, y ¿a qué Hora?,
mientras su rostro pasaba del pálido cenizo a al rojo carmín, ella escuchaba, entre
el asombro y la incredulidad, me veía como a un extraterrestre, parecía que avía
descubierto que yo no era yo, así entre sollozos ella me miraba taciturna, y tal vez
espantada, yo solo podía mirar el suelo pues la vergüenza me hacía presa, ese día
mientras le contaba cambió mi vida, sabía que nunca mas seria la niña, y que era
muy joven para ser la mujer, su cabeza mas fría que la mía empezó a pensar en lo
que a mí no se me había ocurrido, y ¿si estaba embarazada?, ¿y si mi hermano le
decía a mi mamá?, ¿y si..?, ¿y si…?, ¿y si…?. Entre dudas llego la noche y en lo
que vale un poco de paz.

Al día siguiente sabía yo que tendría que afrontarlo, y lo hice, entre la vergüenza de
mis actos, y la clara sospecha de que ya todos lo sabían, lo miré a los ojos y lo
saludé con apenas un “hola”, el no me respondió, en ese momento me dolió su
silencio, pero al trascurso de los días y las semanas me acostumbré, además me di
cuenta de lo que perdí, no solo guardó silencio por lo que hice, tal vez en un acto
machista, se ufanó de tener varias novias y de ser el quien me avía botado, en
aquellos días para mi fue una cachetada con guante blanco, pero que salvaba mi
honor, y rescataba mi dignidad, nunca sabré si lo hizo con fines egoístas, para mí
siempre será un caballero, dista mucho del querido Roberto, que dicen que
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presumió hasta que se hartó, mi hermano le dejó de hablar porque Roberto era
adicto a ese tipo de mentiras, claro que debo ser justa un par de beses me fue a
buscar a la escuela, y el primer mes me hablo al menos una vez a la semana, que
porque quería ser mi novio, en serio, finalmente Laura quien asumió una actitud mas
bien pasiva, como tratando de restar importancia, pero no indiferente, pues nunca
me dejó sola ni aun cuando tuve que enfrentar a Víctor, no podría siquiera suspirar
sin que ella estuviera ahí, no la culpo pero solo me decía frases como “ya pasará”
o “te acostumbraras”, y tanto como era posible se salía del tema, en aquel entonces
un poco por no estar con Lidia la mujer del drama y un poco por que Daniel abría
de romper el cerco, dejamos de hacer la tarea juntas, y aun así estaba al pendiente
de mí, me llamaba desde la cafetería o a la salida del cine solo para saber que
estaba bien y mas de una vez la hice correr y dejar plantado a Daniel solo para
verme llorar, si, lo sé, abusé de una amistad.

Una noche mientras hacia la tarea, sola, tratando de mitigar la depresión me hablo
Laura, con voz más bien apesadumbrada me dijo que al fin Daniel se había salido
con la suya y ya eran novios, a la obligada pregunta, ¿y entonces por qué tan triste?,
ella se vio esquiva, pero al calor de mis impertinentes preguntas al fin cedió, “es que
no lo quiero”, la explicación de esa incongruencia era todavía mas confusa, así que
es de entenderse que tan solo dos horas de teléfono no fueron suficientes, en la
escuela, la casa, biblioteca y cualquier lugar donde nos encontráramos solas
regresábamos al tema, entre largas horas de debate ella fingía tener una relación,
que realmente no importaba que al final no lo quisiera, debo admitir que hasta cierto
punto decía la verdad, ella era feliz con él, hacían una bonita pareja, pero sin que él
se diera cuanta ella trataba de no festejar eso, salía tan poco con él, cómo le fuera
posible, y racionaba tanto como se pudieran los besos, no la puedo culpar para mi,
aunque simpático, tampoco me convencía el chico y no lo podía ver como novio,
me di cuenta que a ciertos chicos no se les da ser novios, pero son muy agradables
de amigos, sí entendía que ella se sentía atrapada pues por un lado no era su tipo
y por otro lado supongo estaba sintiendo las mismas necesidades que yo, a poco
me di cuenta que la relación entre Laura y Daniel, era similar a la de Víctor conmigo,
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lo que simplemente significaba que Laura lo quería y mucho, sin embargo algo
estaba trunco, incompleto, dentro de mi pensaba que era lo mismo que avía fallado
con Víctor, me sentía asustada con Laura, y trataba discretamente de decírselo,
pero ella parecía cada vez mas renuente al tema.

Una tarde busqué a Laura como lo hacía todos los días, pero no la encontré, yo
sabía que lo mas seguro es que estuviera con Daniel, pero ese día no me buscó,
eso era raro, finalmente con algo de preocupación pero sin mas cuidado espere al
siguiente día, para verla en la escuela, y sí, llego a la hora de siempre, y como
siempre fue directo asía a mi, pero no me saludo de frente, llevaba la cabeza baja,
procurando que el pelo cubriera su rostro, obvio, algo andaba mal, y con el profesor
a tan solo unos metros de la entrada la tomé de la mano y de un jalón la saque del
aula, decidí por su bien mejor no entrara a clase, y furtivas, pero sin rumbo salimos
del plantel, mi primera intención fue llevarla a un lugar tranquilo y platicar, pero
ahogada en la desesperación sin poder hablar, con ligero movimientos de la cabeza
me indico que no quería, sin destino ni palabras avanzamos a la deriva, pero sin
morbo, y desesperada tenía que encontrar respuestas, consiente de sobra que era
presionarla, buscando un principio me detuve ligeramente y le tome del brazo
buscando sus ojos.

-¿Qué pasó?

Sin perder el paso sonrió con dolor, mientras se acomodaba el pelo negando una y
otra vez.

No me preguntes nada, solo no te vayas, quédate junto a mí.

Por un rato los pasos sin sentido convertían ese silencio de triste a deprimente, que
podría decir si ella no podía hablar, es verdad que la curiosidad me mataba, pero
consiente que abriría una profunda herida, ¿cómo preguntar?, sin mas ella redujo
su paso y se quedó quieta, callada, con la cabeza baja, me acerqué y le acaricié el
pelo, mientras recargaba su cabeza sobre mí hombro, fue cuando rompió en llanto,
mientras me abrazaba, fue la primera vez que pude tocar la esencia mas pura de la
tristeza.
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-¿Que te pasa?, por favor dime.

En medio de las lágrimas mientras me estrujaba sujetándose a mi buscando


salvarse, en entorpecidos sollozos repetía una y otra vez.

-Me hizo daño…, me lastimó…, me duele…, me duele mucho.

La alejé un poco mientras la sujetaba de las mejillas y para verla de frente, sus ojos
encendidos en rojo, escurrían esas lagrimas quebrantadas en dolor.

-Estamos solas, cálmate, por favor cálmate.

Mis ojos clavados a ella restauraron el precario orden, y le dieron la fuerza y


seguridad suficiente para controlarse y en entorpecidos gemidos al fin hablar

-El…, él quería hacerme el amor… ¡pero soy virgen Lidia!… y no quería…, él no


puede ser…, el…, el…, él no es el indicado..., ¿me entiendes?... así que hace unos
días empezó a decirme que por atrás…, yo no quería…, porque…, porque…, está
mal…, y ayer… ayer.

Al comprenderlo la abracé tan fuerte como pude para protegerla, y salvarla, ya no


la dejé hablar porque hoy como lo fue ese día, quedo claro lo que había pasado.

Nos tomó horas y las suelas de diez zapatillas pero al fin se pudo calmar un poco,
y aunque en un larguísimo camino, llegamos a pie a mi casa, era difícil imaginar con
precisión lo que sintió y lo que pasó, pero mas allá del ardor que le impedía sentarse
bien, podía ver su alma rasgada, le preparé un te, por algunos minutos ella se quedó
sola en el sofá mientras yo la veía de lejos y recordaba a Roberto, y esa sensación
entre el miedo y placer frustrada por el dolor de la pérdida, y aun así no podría
percibir el total de lo que ella sufría, me encontré desolada, por no poder
comprender sus emociones, ¿como ayudarla si no sabía por lo que estaba
pasando?, le di él té y me senté junto a ella, mientras recargaba suavemente su
cabeza en mi hombro, me tomó de la mano, podía vislumbrar sus lágrimas sin
verlas, la tristeza nos invadía, mientras lentamente dejaba caer su cabeza sobre mi
regazo, yo le acariciaba el pelo, una sensación de vació me invadió, dejando tan
solo la depresión, sin saber de dónde, vi una lágrima que caía en su pelo y que
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lentamente escurrió sobre su barbilla, y me di cuenta que venía de lo mas profundo


de mí, ella se levantó mientras me miraba con lástima, en medio de mi frustración
le toque la mejilla y ella correspondió recargándola con suavidad en mi mano, no sé
cómo, solo sucedió, ella acerco su mirada a la mía, oía su respiración en la mía,
sentí su aliento, sus labios, su lengua, y me dejé llevar a lo mas profundo de un
beso tierno y sensual, así, recibí mi segundo beso erótico
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Capítulo 3
El placer simplemente me domino y me atuve a las sensaciones, que se alargaron
por segundos infinitos, perdida en un cálido momento de placer que junto con la
confortable complacencia de la ternura una erótica sensación de entrega me
dominaba sin remedio ni escape, pero aquella sutil caricia en mi mejilla lentamente
me trajo a la realidad y de repente de un instante a otro, me encontré en mi sala
besando a mi amiga, y la realidad se me vino encima, brinque del sofá caminando
asía atrás tropezando con la mesa de centro y cayendo de espaldas patalee
ligeramente alejándome de aquella visión terrorífica, Laura por un segundo me miró
incrédula mientras sacudía la cabeza y trataba de acercarse, pero mi terror pudo
mas y comprendiendo que ese no era el momento quiso decir algo, pero terminó
por desistir y sin mas tomo su pequeño bolso y se dispuso a salir, comprendí que
no podía dejarlo así que teníamos que resolverlo, y me pare tan rápido como me
caí, pero por mas llegue tarde y tan solo vi cerrarse la puerta, por un momento me
quede congelada tratando de asimilar los eventos, y mecánicamente empecé a
recoger los restos de té, las tazas, mientras trtaba de bloquear las sensaciones que
se repetían en un ciclo una y otra vez, así en medio de una cotidiana rutina trate de
encontrar algún sentido a lo que paso, y lo cierto es que sin mucho afán trate de
comunicarme con Laura, y si como lo supuse no estaba en su casa, en medio del
vilo se fue la tarde y buena parte de la noche y no pude reconciliarme con los
eventos, solo logre un poco de tranquilidad hasta que tomé valor y decidí
enfrentarme a los hechos, y a partir de ahí empezar a decidir que hacer.

Como casi todas las mañanas el frio me ganaba y me hacía tiritar pero
definitivamente era mejor que traer cargando cientos de trapos a medio día cuando
ya no hacia frio, llegue temprano y decidí esperar a Laura en mi pupitre que obvio
estaba junto al mío, por algunos minutos incluso pensé que no llegaría pero en
realdad y por acuerdo tácito siempre entraba yo primero, y sabiendo que no tardaría
repase mi diatriba, pensando en enfrentarla y primero entender por qué me besó, y
después, si se podía, evitar que sucediera de nuevo, justo me resignaba a perder a
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mi amiga cuando la vi entrar nerviosa y cabizbaja, en un destello egoísta sentí la


satisfacción de una batalla ganada, pero apenas me tubo al alcance sentí su voz en
medio de un inaudible susurro.

-Ahí viene Daniel.

¡Cierto!, lo había olvidado, en mi pequeño mundo, deje del lado el tema principal, y
simplemente no hubo tiempo para reflexionar, súbitamente a espaldas de Laura
Daniel asomó la mirada, y aplique la regla siempre válida de que el tercero estorba,
así que con la mirada taciturna de Laura, y la sonrisa festiva de Daniel tome mi
suéter y salí a fuera del aula para ver si el cielo seguía azul, y cuando me alejaba
escuché las primeras palabras de Laura, que lejos de ser sinceras le daban la bien
venida, mientras salía los miré al trabes de los vitrales transparentes del aula que
no me dejaron lugar a duda, Laura y habría de cortar con Daniel, mientras la mirada
de él caía, y a regañadientes protestaba por la apelando la decisión de Laura,
mientras y en los pocos minutos mi mente dio un paso atrás, recordando en que
momento me enamoré de Victor, talvez fue esa primera cita, donde un chico peinado
y perfumado a la asfixia tocó a mi puerta, pudo ser esa extrema cortesía que me
aduló todo el día, o esa cara de orangután nervioso que repitió una y otra vez tan
solo para verme reír, o la canción melosa y cursi que cantó a coro con el vagabundo,
o tal vez, quizá, al despedirse en la puerta de casa ese beso en la mejilla que me
llevó a las estrellas, los recuerdos por mas felices no eran ya mas que eso,
recuerdos, que se mesclaron con la triste resignación de Daniel que salía del aula
al tiempo que entraba el profesor, la mirada solemne y lejana de Laura dejaron en
claro que no era momento o lugar para hablar, peor aún, apenas el tiempo de clase
terminó, Laura solo se enfrasco en sí misma y repitió para mi en un monótono ciclo
cada gesto y palabra que Daniel Hizo, y como ella se tuvo que sostener firme para
que el entendiera que su decisión era irrevocable.

El tiempo asía delante empezó a transcurrir lento, y a pesar de las negativas


inflexibles de Laura, Daniel continuó asechándola repitiendo en público y privado
que ella debía de tener, “otro”, ambas aprendimos a ignorar aquellas pullas y lo
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empezamos a ver con lástima, y quizá tomarlo mas en serio debió ser un acierto
que no tuvimos, y este día Laura que siempre tenía algo de último momento se
regresó, ella sabía perfectamente que eso me exasperaba, por esa razón hice lo de
siempre y me dirigí al transporte, saliendo por la puerta principal del colegio, pero
inconsciente miraba hacia atrás dando el beneficio de la duda, suplicando porque
Laura saliera y me alcanzara, en ese momento a un paso de la puerta abierta de
súbito sentí un intenso dolor en mi muñeca, al mirar al frente vi a Daniel
sujetándome, respirando fuerte y profundo, sus ojos hinchados y rojos me indicaron
que había llorado.

-¡¿Quién es?!

Grito desencajado, el miedo y la sorpresa me obligaron a dar un paso atrás, pero al


instante sentí mas presión y dolor en la muñeca.

-¿Qué?

Dije tímidamente al tiempo que luchaba por soltarme casi suplicando, Daniel
iracundo levantó lentamente la mano libre mientras apretaba con todas sus fuerzas
mi adolorida muñeca.

-¡¿Con quién anda?!, ¡¿Quién es él?!

En ese momento tras de él vi a Victor que tan solo se detuvo un momento, y me


miró con compasión, en medio de sus ojos vi un reproche, que comparaba mi
fidelidad con la de Laura, y que por afinidad debía ser la misma, y al dolor físico
ahora sumaba la vergüenza por él escarnio, y en medio de un sollozo ahogado
buscando salvar al menos la dignidad de mi amiga respondí la verdad.

-No hay otro…, no hay nadie.

El alzó la mano libre empuñándola mientras apretaba las mandíbulas, al tiempo que
yo sumisa, buscando misericordia bajaba la cabeza preparándome al golpe
inminente, pero no sucedió, lentamente sentí mi muñeca liberarse, poco apoco el
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dolor cedía, al tiempo que regresaba la mirada al sorprendido Daniel que me miraba
fijamente, asustado ya sin odio casi me soltó al tiempo que negaba con la cabeza.

-Eres tú.

Y no sé qué pasó, tan solo recuerdo mis pasos perdidos sin rumbo lentos y torpes,
recuerdo el parque y una solitaria banca, comprendí que estaba sentada y por la sal
en mis labios, llorando, pero sin gemidos ni dolor, miraba el suelo que entre arenisca
y concreto dibujaban un distorsionado sendero, entonces de la nada en mi periferia
visual aparecieron unas zapatillas adornados con una espantosa y gigantesca flor
rosa, y me hablaron.

-¿Estas bien?

Al levantar la vista me encontré con la mirada de Laura, que me sonreía con tristeza,
sentí como retiraba mi mano de mi muñeca y ambas bajamos la vista.

-Me duele.

Dije con la voz cortada, mientras me cubría de nuevo con la mano, lentamente laura
se sentó en cuclillas frente a mientras me acariciaba con suavidad mi muñeca.

-Parece que te va a dejar marca.

A través de las lágrimas pude vislumbrar la borrosa imagen de Laura, que


lentamente pasaba una y otra vez su mano sobre mi lastimado brazo, la paradójica
calma triste que en su momento parecía incongruente me serenó, sin darme cuenta
cuando, mi mano libre sutil y con ternura acariciaba su mejilla, entonces no sé
porque sonreí, mientras me erguía un poco, me sentí acogida, y por alguna razón
feliz, no fue hasta entonces que lo entendí, y al fin me comprendí, mi yo y lo que
quería, y me deje ser, y lo hice, sin pensar, sin mediar, espontaneo y dulce, de
improviso simplemente y lo dije.

-¿Quieres ser mi novia?


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Capítulo 4
Por un eterno instante Laura en una diáfana mirada serena y calma, lentamente
dibujó una sutil sonrisa, y dudando, con miedo en un susurro se entregó a mí.

-Si.

Mientras nos mirábamos pensé que era una broma, que no era cierto, estaba
sentada viendo a mi… ¿novia?, no me asqueaba la idea, pero era confuso, de hecho
todos mis sentimientos estaban cruzados, me sentí extraña, irreal, pero finalmente
y a pesar de todo me sentía feliz, una felicidad pletórica y transparente, ella igual
que yo me miraba distante tal vez preguntándose ¿qué hacer?, aun sollozando no
podría distinguir con fidelidad, pero si podría ver su rostro hurgando mi mirada,
encontrando mi verdad, y cada vez más cerca, de sorpresa, con arrebato me dio un
beso ligero en la boca, me sentí extrañada, todavía dudaba de lo que era correcto,
pero estaba ya ahí, lista para empezar, en un paso de fe, dejé de masajear mi brazo
y fue esa la primera vez que tomé la iniciativa, acaricié su mejilla y me acerqué a
sus labios, y le di un beso, nacido de mí, en mi corazón, yo simplemente me
entregué a ella, esperando que me recibiera, en su alma hizo un espacio para mí,
me cobijó, y permitió que me quedara, sin condiciones, sin preguntas, ella solo se
desvaneció en mis manos me permitió abrasarla y llenarme de ella, se entregó a mí,
me entregué a ella y las dos nos recibimos, así nos embarcamos en ese remolino
de ternura rosa, fue algo que solo puedo describir como mágico; sucedió, estaba
hecho, no habría vuelta atrás, no porque no pudiéramos, sino porque no queríamos,
ya éramos oficialmente lesbianas.

Las siguientes horas nos quedamos en la banca platicando sobre nuestro


sentimientos, las dos teníamos miedo, no estábamos frente a un noviazgo común,
nos unía algo inusual, deliberamos inconclusamente sobre la vida, lo correcto, lo
importante y el amor, como siempre o mas bien como nunca, platicamos asta
reconocernos, tal vez sería mejor decir, nos encontramos, no solo platicamos como
“amigas” es mas no solo platicamos como pareja, fue un encuentro de necesidades
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cumplidas, de odios y hasta placeres; ese fue no solo un día difícil fue el día mas
complicado y hermoso que había vivido, pero eso como lo es la vida, terminó, muy
a mi pesar, pero ella y yo necesitábamos estar solas para pensar.

Una vez mas hoy tendría que enfrentar los hechos de mi vida al ir a la escuela, pero
esta vez no estaría sola, como nunca, tendría el apoyo de mi “amiga”, y mi novia,
yo sabía que era radical lo que hacía, mas allá del bien y el mal, con paso sólido
pero sin prisa mientras revisaba mi mochila, confrontaba mis sentimientos que aún
eran una confusión, mientras aunque de lejos me pareció ver a Laura, platicando,
tal vez discutiendo con alguien, que no podría decir quién era, pues estaba de
espaldas, ya mas cerca por la mochila me di cuenta que era Daniel y efectivamente
Laura, sin mas espaviento pero en tono serio vi que discutían, Laura si me vio
aproximarme y cuanto mas cerca menos activa era en la discusión, Daniel que aún
se encontraba de espaldas seguía hablando apasionadamente, cuando estuve
suficientemente cerca para escuchar alcancé a oír esa última sentencia,

-Pero si yo me di cuenta -gritó en susurros siseando las palabras empuñando el aire


frente a ella -piénsalo, solo es cuestión de tiempo.

al decirlo se dio la vuelta y se tropezó con migo, al verme me amenazó con una
mirada de asombro, ira y tristeza, después simplemente me empujó para hacerme
a un lado he irse, pero la sentencia era de lo mas cierta, y me dejaba desarmada
ante la realidad, no por miedo de ser reprochada por mis actos, temía mas bien a la
segregación, tenía por cierto que la desaprobación social, nos abrían de aislar, pero
la otra opción era tal vez mas dolorosa, pues de callar mi amor era aceptación tácita
de tener un amor sucio, hasta entonces no habría cavilado en mí contexto, en
perspectiva mediata tan solo me liberé del inculcado pudor social, que me impedía
aceptarme, y dejar de disimular mi relación como una amistad, pero me encontré
con la otra realidad ¿cómo podría tomar la decisión?, ¿era gritar mi condición
sexual?, o, ¿seguir enmascarándola?, en medio de mi remolino moral se alcanzó a
oír lejanamente la voz tímida de mi eterna salvadora.

-El prometió que no se lo diría a nadie.


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Me sentí triste, mi ser sabía que era lo mejor, mi conciencia en cambio me vía
arrinconada separada de la verdad, traicionada por mí, solo me quede ahí
esperando como siempre un abrazo de Laura.

Hoy como cada mañana llegaremos a la escuela, y en medio de salones, amigos y


maestros, seremos observadas pero no juzgadas pues serán víctimas de la
amoralidad de la ignorancia, la gente desechará el gesto de amor mas íntimo y
pérfido en pos de la feminidad, y en un hueco de duda seremos naturales y siempre
las mismas, porque no cambiamos somos las que conocieron, pero por más, no las
que concibieron, nuestra realidad ofensiva a la sociedad nos negara un beso, una
mirada, aun un simple abrazo, seremos las que fuimos, las que en medio de la
noche cuando niñas soportaron la soledad de la oscuridad tomadas de las manos,
las confidentes de mil travesuras, las celestinas, las celadoras, seremos
simplemente las amigas, con cada mirada nos encontraremos y de apoco nos
daremos cuenta que la virilidad, y su violencia, no nos unió solo despertó ese
sentimiento, que traiciona ese régimen social que me impide besarla, en oposición
no tardamos en confrontar la realidad natural e inevitable, los chicos nos invitaban
a salir, pero no me causaba conflicto el ser femenina, y aun mas, ser mujer, y pensar
que Laura también lo era, y poco a poco aprendimos a disfrutar de ambas cosas y
las salidas en pareja se hacían un acto cotidiano, cierto, me volvía loca el pensar
que Laura saliera sola no importa si fuera hombre o mujer, y claro, apenas algún
chico insinuara lejanamente que quería estar a solas aparecían terribles dolores de
estómago, musculares, de cabeza, y nos convertimos en hipocondriacas crónicas,
las evasivas inherentes a la edad a poco alejaban a el pretendiente, y daba el turno
al siguiente, y en medio, ese pequeño espacio, donde inmersas en el flujo de la vida,
una mirada casual envuelta en lascivia nos recordaba a quien nos debíamos, y nos
llamaba a ese primer instinto, que en la intimidad manipulaba sigiloso, y al través de
sentir ese ligero roce sobre el hombro que bajaba a la mano y sobrepasaba la
amistad, o la blusa transparente de Laura, o esa “salida” en falso llena de malicia
que toca insinuante, me hacían sentir avergonzada, pero repetía en eco al insolente
Roberto, que lastimaba, con su dominio obsceno, y que con todo, mas allá de mi
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deseo, me seguía excitando; pero el peso del pudor social me abatía, me parecía
que aun trascendiendo mi condición, solo el pensarlo era impropio, y sometía los
deseos a pequeños instantes, que se daban con mas facilidad a puerta cerrada en
la discreción de mi sala, así llegamos a ese instante, en realidad era temprano, y
para mal, de esos días en los que había poco o nada de deberes escolares, quizá
por la nostalgia del primer día nos gustaba sentarnos en el suelo frente a frente, y
no era raro que entre el cotilleo de la escuela nos heredáramos en un beso
esporádico, algunas veces tan solo el mirarnos lo hacía posible y me convencía de
un amor franco; ese día en especial sentí la necesidad como otras tantas veces de
tocar su pelo, mientras ella se dejaba acariciar yo al tacto dibujaba su figura en mi
mente, sentía la delicada belleza de amar, cerré los ojos para dejarme invadir por
su presencia, mis manos se sintieron libres y efímeras recorrieron su pelo, sus
mejillas y al final una frágil sonrisa, y la perene sensación de plenitud me invadió,
pero a diferencia en ese hoy, con la calma de cronos llego el momento, mis ojos se
deslizaron y discretamente pude ver como su senos cambiaban, al verle a los ojos
sonrojada bajó la vista , sin mas recato bajó las manos, y pude ver por primera vez
aun con el corpiño sus pezones firmes, me sentí avergonzada, pero no podía dejar
de mirar, sin pensar me cubrí el pecho con el suéter, en un impuso tímido acerqué
mi mano para poder sentirlos, pero ella en un acto reflejo se cubrió, la actitud primero
me sorprendió, y después sentí cuartada mi potestad sobre ella y su cuerpo, y la
miré con disgusto y repuse con enfado.

-¿Yo tampoco soy la indicada?

Solo eso fue suficiente no sé si ofendida o avergonzada pero tomó sus cosas y se
dispuso a la puerta, mientras molesta yo suplicaba con pretextos y disculpas, me di
cuenta que ella abría tomado ya la decisión así que callé mi frustración, me senté
con la infantil altivez de la adolescencia y la deje salir, mientras oía sus pasos en la
escalera, el enojo me impedía todo razonamiento, así mientras el vilo me carcomía,
la sensación impertinente de, "si hubiera", me invadía, y con un segundo delante
del otro el tiempo se fue, al ver el reloj me di cuenta que habría pasado mas de una
hora, suficiente para que ella llegara a su casa, tarde o temprano tendría que
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suceder así que tomé el auricular y marque su número, su hermana me dijo que no
había llegado, aunque impropio primero pensé estaba con alguien mas, después
supuse que me la negaron, me desesperaba la idea de no saber qué pasaba, sin
mas arremetí a la calle, pensando que tal vez estuviera en el parque, ¡sí!, aquel
dueño de nuestras confidencias, así divagando en el me di cuenta del absurdo,
entendí que algo en mi estaba cambiando, que ella también necesariamente estaba
en la misma fase, y que las cosas sucederían, solo era darle espacio, la busqué
hasta que me convencí que simplemente no estaba ahí, regresé a la casa
renegando de mi suerte, apenas di vuelta a la esquina vi la luz encendida de la casa,
me di cuenta primero que ya era tarde, y segundo que mi hermano ya había llegado,
en el silencio de la penumbra no era posible abrir la puerta sin un sonoro escándalo,
al entrar la luz de la estancia apagada hizo notorio que la luz de mi cuarto se
apagaba, solo para rematar mi hermano otra vez estaba esculcando mis cosas,
realmente enfadada corrí y arremetí con furia para abatir la puerta, mientras en
reflejo sin pensar encendía la luz.

-¡¿Qué carajos crees que buscas…?!

Al hacerlo me encontré de lleno los ojos de Laura, mirándome sesgados


adormilados y con una sonrisa pícara.

-Tu hermano va a llegar hasta tarde con tu mamá, ya me encargué...

Sorprendida de inmediato no pude reaccionar, pero, sí, claro que comprendí.

-Ya…, eso explica porque estas desnuda…


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Capítulo 5
Asta ese día logre completar de mi la ansiedad de ser joven, me llené con la vida y
me entregué, en un acto rebelde, erótico, obsceno y solitario, ese día crecí un poco
mas, tome de Laura mis actos, y sentí en ella mi vida, caminé por primera vez el
recorrido completo del placer, yo sé que por ser el primero, también fue el mas
satisfactorio, deje de pensar y me limité a ser, a sentir, fue ese día que comprendí
que la virginidad era parte del crecer, solo hasta entonces me preocupé por ella, y
comprendí, ese que en su momento me pareció el concepto bizarro de “la persona
indicada”, sabía que para ella, yo, era esa persona pero no era el tiempo, y me
alegré que Roberto no la tomara, pues sin pensar sé la abría dado, como fue, a
Laura, que la tomó sin miramientos a cambio como nadie hasta entonces, se dio
solo a mí, solo para mí.

En un acto que calificaría de heroico, enfrenté como siempre las consecuencias,


invadida por sentimientos de culpa y nostalgia, sentía las pesadas miradas del
mundo como me acusaban, no solo era el hecho etéreo de amar a una mujer,
también era la afrenta social por la virtud perdida, los destellos del recuerdo lo
mismo me entusiasmaban que me laceraban, solo tomé calma cuando pude llorar
en el hombro de Laura, que bien comprendía que para mi ella si fue la indicada, y
que a pesar de sentir el reproche del mundo, seguiríamos siendo una sola y lo
reafirmaríamos, pues como tiene que ser no fue la única solo fue la primera, y al pie
de las semas el sexo pasaba a cotidiano, diluyendo con lentitud el sentimiento de
escarnio y dejando tan solo lo que en realidad fue, un día maravilloso, llevando con
el avista aquella sentencia de Daniel, claro nuestro comportamiento siempre fue
femenino, que ocultaba con dignidad nuestra condición.

A pie de los meses el círculo pequeño de amigos se redujo aun más, cierto que no
dejamos de convivir, los íntimos eran por tanto los más inquietos por “esas miradas”,
que para bien eran de Laura, pero no estaban dirigidas a mi, si no a Daniel, los
amigos de sobra estaban enterados de aquel altercado entre ellos, pero claro las
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miradas no solo llevaban la nostalgia de un viejo amor, se daban cuenta que


además me miraba a mi, y no con amor sino con recelo, quizás con celos, en aquel
entonces Laura tubo la oportunidad de hablar con el “a solas” y le agradeció que no
hubiera dicho nada, y aunque fue una plática dura, el devoto a su palabra
simplemente seguía sosteniéndola, lo cierto es que estos eran los cotilleos que
rondaban con mas frecuencia, pero abría algunas miradas discretas que en un casi
eran desapercibidas, y que siempre abrían la herida, Víctor que en el mejor de los
casos, durante meses, solo se limitaba a verme de lejos al pasar junto a mi, sin
prestarme mas atención que a una basura, era simplemente insoportable, no
recuerdo cuantas veces llegué deprimida a casa, aun peor no podía hablar con mi
mejor amiga por que ella era mi novia, yo sabia que ella se daba cuenta y sabia lo
mal que me ponía ese silencio, me imagino lo que fue para ella saber que mi amor,
mi gran amor, estaba partido entre dos personas, al final del día era un consuelo
para mi saber que al menos una de ellas me hablaba.

Al llegar a la escuela para mi era siempre mejor hacerlo temprano, así tomaba
asiento rápidamente y me integraba al salón, naturalmente no me exponía a
encontrarme con Víctor, no era extraño que Laura me esperara en la parada del
transporte para llegar juntas a la escuela, me gustó pensar que me comportaba
como la adolescente normal que simulaba ser, platicábamos igual del último disco
de nuestros artistas, o de la moda, de repente sin querer una mirada o una leve
caricia, que en bien de la discreción no iba a mas, la llegada caótica de los alumnos
nos permitía confundirnos, lo común era simplemente llegar al salón y acurrucarse
en el pupitre, pero como excepción, no sé porque razón un día especialmente frio
estábamos en el pasillo, ese círculo reducido de compañeros, y claro Laura,
platicando de algún tema intrascendente, mientras esperábamos la clase, entre
risas que al natural explotaban sin motivo, de la nada, encontré esa mirada nerviosa
de Raúl tratando de huir de la mía, como no comprendí de inmediato que pasó, miré
a Laura, y ella trataba igual que el de esquivar mi mirada, pensé que se trataba del
impertinente Daniel, al voltear a mi espalda vi solo a Paulina, en su actitud familiar
de pedante y altives, me pareció exagerado el misterio solo por ella, asta que lo vi,
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Metros atrás con la mirada caída taciturno, apareció Víctor, sentí la tristeza habitual
al verlo, siempre con ese ruego hacía mis adentros, “háblame”, mientras, callada lo
veía pasar, como muy pocos días, me volteo y me vio directo a los ojos, su mirada
con pena me indicaba que quería acercarse, sabía con certeza que ese era el día,
con franca alevosía me puse al paso, disminuyó su velocidad mientras él sesgado
agachaba la cabeza, me sentía triunfante, finalmente se detuvo junto a mi, con los
ojos cerrados respirando tranquilo, me dejó el consuelo de poder decirlo, y sé que
me escuchó.

-Perdóname.

levantó la vista, y pude verlo anhelante y triste, en algún momento pensé que lo
haría, pero tan solo siguió su camino, se metió al aula dándome la espalda, al entrar
saludó a todos, incluyendo a Paulina, que lo veía con una sonrisa, su mirada
cristalina y tierna reflejaban alegría, mientras su mano bajo asta tomar con
discreción la de Víctor, así lo supe, ella estaba enamorada, no podía reaccionar mi
mirada enrojecida fija en la pareja apenas parpadeaba, caminé lentamente mientras
escuchaba en eco las palabras, quería que me viera, que me hablara, saber que no
era tan mala como me sentía, necesitaba perdón, me di cuenta finalmente que él no
voltearía, no podía mas, no quería mas, y corrí, a tropezones y empujando cuanto
objeto encontré, en un turbio remolino podía ver a mi periferia en una borrosa
vorágine de dolor que me perseguía y que sin importar cuán rápido avanzara no
podía alejar, finalmente sofocada, por fuerza me detuve, jadeante entre lágrimas
gritaba sin sentido mi pena, y en un apenas, a lo lejos la pude oír, la voz de Laura
que me llamaba, al verla me afiance a ella abrazándola mientras sollozante y
entrecortada gritaba tan fuerte como mis pulmones lo permitieron.

-¿Por qué no me perdona?, ¿por qué no me habla?

Y me permitió llorar mi sufrimiento en sus brazos, por eso, al pie de los años, Laura
se consolidó como mi mejor amiga, mi confidente y mi amante, ella nunca tubo el
valor de intervenir entre Víctor y yo, aun preguntando directamente siempre contestó
evasiva, él, poco a poco tomó su vida, tubo varias novias y a cada una de ellas las
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conocí y las admire, alguna asta me caía bien, pero invariablemente el las dejaba,
cada una pasó de un amor intenso a convertirse en una buena amiga, menos yo,
para mí él se fue convirtiendo en mi pasado, y finalmente en olvido.

Lo que tenia que ser fue, los compañeros uno a la ves se habrían de enterar de
nuestra sexualidad, siempre esperé que alguien me viniera a reclamar me acusara
y condenara a la hoguera, pero después de años de conocernos hasta a mí me
sonó estúpido, públicamente sin embargo nos pareció necesario ocultarlo, las
personas nuevas, o fuera del circulo nunca lo sabrían, disfruté aun con todo de un
amor vello lleno de sorpresas he inquietudes, los chicos pco a poco se fueron
alejando, un poco por sentirse fuera de lugar al estar con alguna de nosotras, y un
poco porque simplemente probaron suerte y no la tuvieron.

Así, el tiempo y la vida lentamente se llevaron mi pubertad, y con ella terminé un


grado, y fue el tiempo de entrar a la universidad, de elegir un sueño, nos dimos
cuenta que el cielo era el límite y era el momento de volar para alcanzarlo, Laura
siempre viviendo tan cerca como pudiera del límite, y mas valiente que yo, decidió
convertirse en bióloga, y salvar a cada una de las especies en extinción, yo mas
discreta quería manejar teclados y trabarme en el reto de cambiar el mundo viendo
una pantalla, en aquel entonces me metí en una carrera nueva y naciente,
informática, carrera para hombres, los exámenes, las universidades, los maestros,
todos tenían que opinar sobre nuestros sueños, pero ella y yo teníamos una novia
que nos apoyaba incondicionalmente, y ella vería que encontráramos el camino al
cielo.

Una nueva escuela, nuevos amigos, nuevas tareas, nuevas vidas, y con ella los
cambios, Laura y su moda, como odie esa blusa de manta casi transparente, los
pantalones de mezclilla deslavados perpetuamente sucios, que entonaban con
aquellos raídos mocasín café, y el pelo tan corto y desalineado, no me vi en la
vergüenza de presentarla como mi novia, pero de tener que hacerlo lo hubiera
hecho con orgullo, supimos entender que aun ahí las reglas sociales también eran
un yugo, pero ya no tendríamos la incesante presión de el “círculo de amigos”, al
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contrario, poco o nada sabríamos de nuestros compañeros, por eso, en un acuerdo


tácito decidimos que habríamos de hablarnos al menos una ves al día, nunca hubo
tarea o examen mas importante que esa llamada, algunas veces cinco minutos,
algunas otras fueron horas, y así conocí íntimamente a sus mejores amigos, visité
su escuela, la que conocí a cada rincón, y por supuesto, cada semana, al menos un
día, encontrábamos el tiempo para nosotras, para caminar bajo la lluvia tomadas de
la mano, para tomar un café y platicar asta que nos corrieran, y como todas las
parejas, para vernos a los ojos y con la misma pación de la primera vez seducirnos.

Con todos los cambios y aun a costa de nuestros sueños vivimos con la otra nuestra
alegría y nuestra tristeza, y logramos al través del tiempo una identidad empática
que sobre pasó por mucho nuestras diferencias, y sentíamos con la misma
intensidad que la otra cada pena y cada triunfo, y por eso no teníamos mayor
prioridad que nuestra pareja, atendiendo al mínimo susurro, y ahí, viviendo la
plenitud sucedió, en apenas en un murmullo la palabra “ven”, dejábamos al
pendiente todo y salíamos corriendo para atender el llamado, ese día la encontré
en el pasto sentada, sus lagrimas secas me dolían, sus ojos teñidos de rojo
cansados, apenas parpadeaban, me paré junto a ella, no me vio pero bien sabia
que estaba ahí, estiró ligera su mano y la tomé, podía sentir esa leve sonrisa llena
de pena, suave como la brisa sentí su humedecida mejilla acariciando el dorso de
mi mano, me senté en silencio junto a ella para ver el atardecer, se acurruco en mi
hombro, y cansada sin fuerzas, al fin su voz enronquecida por el llanto me lo dijo.

-Me gané la beca.

Y así la vida que la trajo a mí, se la llevó.


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Capítulo 6
Un día abrí los ojos, y mi vida era un recuerdo lejano y triste, al reconocerme me
encontré en otro mundo, para los de ahí, venía de lejos, era ese mi primer día del
futuro, me sentí sola, pero para entonces aprendí a ser única, a ser una entre
hombres, a caminar a su velocidad y enfrentar la vida ya sin miedo, con gente nueva
a mi cargo, otra vez, como siempre en mi vida, sin creer lo que había hecho, ¡yo!,
¿directora de programación?, sentía una mescla obscura entre orgullo y miedo,
mientras caminó tras el gerente regional, en medio de escritorios y ruido, de lejos
se oían sofocados los rumores carroñeros prestos a la podredumbre, maliciosos
auguraban mi fin antes de empezar, “es muy joven”, “es mucho departamento para
una niña”, “no va a poder”, quizá porque me gustaba, a lo lejos en medio de
insolencias lo escuché una vez mas, “es la princesa de roca”, pude verlo sínico y
ocioso despreocupado y pedante de mezclilla y camisa blanca desabotonada, era
de pensar como sabía él mi pseudónimo, a su lado de tés blanca, de mirada joven,
muy formal, enmarcando su mirada perdida en unos lentes cuadrados de vinilo
negro, y un ridículo peinado de príncipe, “alguien”, que llamó mi atención, para bien,
de a poco o nada les dirigí una mirada, entre vanas explicaciones de logística
funcional, el recibimiento en realidad en ningún momento buscó integrarme, pues el
augurio de mi salida era a todas voces una sentencia, y por eso no se hicieron
presentaciones formales, convirtiéndolo en un simple paseo por las oficinas, el
hombre, mi jefe ,notoriamente molesto por mi asenso, ofrecía una y otra vez su
“apoyo incondicional” siempre entre risueños halagos que brindaban promociones,
a través de obscenos servicios cortesanos, pero a pesar de la ausencia de Laura
no habría cambiado mis gustos sexuales, así el recorrido, que debió ser de horas,
donde conocería mano a mano a cada trabajador, se hizo en minutos, y terminó sin
mas preámbulo en la de sobra crecida oficina, que en adelante reconocería como
mía, aun así, en realidad ese día, no trabajé, pasé horas revisando los pendientes
de mi antecesor, y verificando que se quedó, y que se fue, era de esperar encontrar
documentos truncos, papeles polvorientos, y cajones atestados de otra vida, en mis
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prisas, y en medio de incesantes estornudos, una baratija de plástico, que


obviamente era para mujer, salto e indecentemente se metió en mi entrepierna, con
algo de vergüenza lo extraje, al hacerlo me percaté de esa emblemática
configuración de colores, que con excepción de un par de tonos se asemejaba a lo
que en el mundo homosexual conocíamos como el arcoíris, al reconocerlo una
compulsiva sonrisa se me escapó mientras rotaba con curiosidad la baratija, era
terrible el pensar que mi silla solo habría de ser para un hombre o una lesbiana,
abstraída mientras la contemplaba, del limbo, una voz me regresó a la realidad.

-Me la regaló una amiga -noté que era aquella, la gafotas de noble peinado, siempre
con la mirada fría y sin demostrar mayor emoción la dejé en el escritorio, y seguí a
lo mío - me llamo Nelly.

dijo nerviosa mientras recargada en la puerta me sonreía empática, yo lejana casi


la ignoré, pero ella finalmente entró a la oficina en un disimulado vaivén
acercándose a mí, y como en un descuido lentamente estiró la mano y recogió la
baratija de colores, después me miró y sin mas recato extendió la mano y me la
ofreció, yo que lo vi venir me sentí ridícula y casi ofendida, pero, mas por respeto y
educación tomé su mano con solemne parsimonia.

-Lidia.

Repliqué con arrogancia, retomando rápidamente y con indiferencia mis tareas,


haciendo a un lado con altives la escaramuza por intimar que la pequeña cuatro
ojos hacía, y que a pesar de mi notable desinterés ella insistía como si yo tuviera
alguna necesidad de conocerla.

-Estuve a cargo de tu oficina hasta ayer.

Mientras yo seguía acomodando cosas, desenfadada volteé y la vi, al notar que


llamó mi atención sonrió mas que feliz, triunfante, de ahí para adelante una pseudo
plática, donde con esa simple mirada abrí el grifo de la verborrea, aunque y a pesar
que contestaba a monosílabos entablamos una charla informal, ahí me enteré de
los insulsos cotilleos de la oficina, junto con algunos detalles que me parecieron
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interesantes, ella como yo entró a prueba un año, y ya había cumplido tres, poco
mas grande que yo tenía veintinueve, casi mi edad, veintiocho, cuando por fin se
fue, me di cuenta que ella quería conocerme, empezando por ser mi amiga, la tenaz
insistencia y la baratija de colores deslizó en un destello la sospecha, y quizá de
alguna forma igual que mi pseudónimo se llegó a enterar de mi condición.

Lo siguiente después de encontrar los baños fue presentarme por iniciativa propia,
primero al personal bajo mi cargo, y después buscar a los diferentes departamentos,
así descubrí que la pequeña Nelly como la jefa de operativos, en esencia era la
responsable directa de montar los proyectos y hacerlos funcionales, una y otra vez
y sin preguntar las personas casi me dieron sus condolencias, pues era yo la que
tendría que trabajar a la par con ella, y muy a pesar de su aspecto era una especia
de opresiva dictadora que no sabía perder, y que terminaba cada proyecto en
tiempo y forma, literalmente, a cualquier precio, y, como es natural ella tenía un
contramaestre, Rene, de carácter sencillo, confiable, inteligente y hábil, aquel
desvergonzado de camisa blanca y mezclilla, que sin ningún pudor divulgó mí
seudónimo, me caía bien, sin embargo de manera sínica e irrespetuosa siempre se
dirigía a mí como “princesa”, y que a pesar de mi inconformidad aprendí a aceptar,
así por razones de logística en el trabajo la convivencia con Nelly y Rene se convirtió
en cotidiana, y en poco tiempo nos integramos los tres, a medida que me acoplaba
al puesto, respaldada por la fuerza natural del equipo nos convertimos en la punta
de lanza para todo proyecto, donde a ciegas cada que se terminaba uno se nos
asignaba otro siempre mas difícil que él anterior, en consecuencia eso me llevaba
siempre a convivir mas con Nelly y claro con Rene, otra consecuencia inherente,
que en realidad en su momento no valoré, llegó a la mañana siguiente, junto con mi
delicioso café, la llamada de Nelly, que a partir de ese día se convirtió en habitual,
sin importar que estuviera agotada por la instalación que terminó a las tres de la
mañana, enferma en cama, o en sitio tiranizando a su gente, ella encontraba el
tiempo y puntualmente me hablaba, si, de hecho lo encontraba chocante, pero una
mañana sentí un curioso vacío, y me encontré apaciblemente disfrutando mi café
sin mas molestia que el monótono sisear de una impresora, la opresiva sensación
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de que algo faltaba me obligó a mirar mi reloj y noté que tenía diez minutos de
retraso mi llamada, entré en pánico, y a punto de llamar a la policía para que sacara
a los perros de caza y buscar a Nelly, sonó el enojoso chirrido del teléfono, y me di
cuenta, me gustara o no, me encariñé con la aburrida y exasperante cuatro ojos

Nunca acepte la payasada de ir al baño las dos, pero todo lo demás lo hacíamos
como buenas compañeras juntas, donde a pesar de la presión y los horarios,
prácticamente desde el primer día, Nelly y yo nos hacíamos un espacio, y siempre
cumplíamos cabalmente con la hora de la comida, si era el caso y Rene estaba se
nos juntaba, así religiosamente a las cuatro de la tarde, si no se decía otra cosa,
nos encontrábamos en punto en el checador del vestíbulo, a mas de un año donde
la convivencia se convirtió en cotidiana, ya no había sorpresas en nuestra relación,
y los pequeños retrasos eran siempre omitidos como parte de la jornada, por eso
ese día al notar que Nelly ya tenía casi quince minutos y no llegaba no me extrañó,
pero sin dejar de ver los elevadores esperaba inquieta el cintilar del tañido de la
campanilla que avisaba el inminente descenso de otro grupo de pasajeros, y si,
mesclada entre ellos vi a Nelly que al solo verme sonrió y con paso rápido enfiló al
checador, donde yo la esperaba, apenas se emparejó a mi selló su tarjeta, indolente
y sin mirarme parecía lejana.

-¿Ya checaste tú?

La pregunta a quemarropa me pareció fría, e impropia, pues de nunca ella se abría


preocupado por mí en eso.

-¿Qué?

Contesté al tiempo que miraba mi entorno sospechando que le hablaba a alguien


mas.

-Si, bueno, entonces vámonos.

La respuesta incongruente evidenciaba que algo andaba mal, pero la verdad, aun
no éramos tan íntimas que me importara y me sintiera con derecho a preguntar.

-Si, bien, no, no he checado.


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Ella sonrió nerviosa, y pasiva se hizo a un lado flanqueando el paso para que yo
checara, las cosas de si raras se tornaron todavía mas bizarras, pues apenas checar
y sin traspasar el umbral de salida Nelly se liberaba y empezaba el acostumbrado
cotilleo, donde mientras ella se despedazaba la garganta en una exasperante
diatriba, yo contestaba a monosílabos, y me enteraba de la vida mas íntima de cada
trabajador, fue cambiado por un estridente silencio, caminando con la vista baja y
abstraída parecía que no diría nada.

-¿Nelly? -dije mientras caminando me agaché ligeramente buscando sus ojos -¿A
dónde quieres que vallamos a comer?

Al decirlo, volteó lentamente mientras ampliaba una sonrisa, y su mirada chispeante


llena de vida regresó.

-¡Vamos a salir!

No estaba bien clara, pero la afirmación en algún momento pareció una pregunta, y
confundida pensando que hablaba de la comida miré la puerta de cristal que en ese
momento abatía una secretaria.

-Si, por eso te pregunté que, ¿a dónde quieres comer?

-¡No! -respondió sorprendida y alegre -tu y yo.

-Si, claro que vamos a salir, pero ¿a dónde?

-¡No!, quiero decir, que vamos a salir mañana.

Por un instante desubicada me perdí, y recapitulé un poco, me di cuenta de que era


viernes, y claro al día siguiente sería sábado, y los sábados para ella era casi normal
trabajar, y para mí era casi normal descansar.

-Yo mañana no tengo trabajo.

-¡No!, claro, por eso -gritó exasperada, regresando inmediatamente a su sonrisa


traviesa-vamos a un día de chicas.

-¿Día de chicas?
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Respondí desubicada, tratando de comprender las palabras.

-¡Si!, tu y yo, sin trabajo, sin llamadas, sin jefe, ¡sin diagramas!

Ella me miró desbordante y con una melosa alegría que me revolvió el estómago.

-Yo… -dije tomando aire -no… -respondí titubeando mientras buscaba alguna
excusa -tengo cosas que hacer.

-Yo también -respondió con sarcasmo mientras cerraba los ojos con altivez -pero
nos lo merecemos.

Nerviosa y sintiéndome acorralada bajé la cabeza y levanté las manos.

-Si, bueno, tal vez, pero…

En ese momento Nelly lanzó un gemido que mas bien me espantó, y me detuvo,
por un segundo perpleja la miré rastreándola preocupada pensando que estaba
lastimada.

-¡Bien! -gritó dando un pequeño salto atrás -yo te recojo mañana -yo abrí los ojos
sorprendida mientras tomaba aire poniendo las manos al frente tratando de
contenerla -¿a las nueve está bien?

-¿Las nueve?

Repetí sorprendida, y tratando de recordar en que momento había aceptado.

-¡Bien! -repitió sonriendo -deja regreso a la oficina para acabar algunos pendientes,
¿no te importa comer sola hoy verdad?

De nuevo quise detenerla, pero de nuevo, no pude, y me quedé callada, su alegría


infantil me arroyó, y en realidad de todas formas no tenía nada que hacer el sábado,
salvo la limpieza de la casa, y sin mas me dejó parada a medio vestíbulo mirando a
mis adentros, sospechando seriamente que había sido víctima de una estafa.
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Capítulo 7
No recuerdo con fidelidad, solo tengo presente la plácida sensación de la aplacible
alegría, se con fe que algún susurro del ayer se deslizó en mis sueños, y como
siempre, me abandonaba a él, pero distante un impertinente rechinido, que en lo
lejos parecía mi nombre, por fuerza me despertó, interrumpiendo la tibia sensación
de serenidad de mi almohada, con la parsimonia de la pereza parpadee y sumida
en el sopor del letargo lentamente voltee a la ventana, el brillo segador del sol sobre
las cortinas me trajeron a la realidad, y un poco asustada, pero todavía aturdirá
lentamente miré el reloj, me di cuenta que ya era tarde, el despertador había fallado
de nuevo, la situación prevista no era nueva, así que con calma me senté en la orilla
de la cama, y de nuevo el exasperante silbido siseo, pero ahora consiente la forma
y fondo eran el mismo, y pude discernir las palabras.

-Lidia ábreme soy Nelly.

Soñolienta todavía, me preocupé, ¿qué hacia ella aquí?, cierto, ella de sobra sabia
donde vivía, pero al igual conocía mis teléfonos de contacto, era extraño, y fue
cuando me empecé a preocupar.

-Ya voy.

Mas bien frustrada y de malas corrí a la puerta, y atrás pies y entre tropezones abrí,
apenas hacerlo vi la adusta cara de Nelly disgustada,

-¿!Que te pasa!? -arremetió con disgusto -¡te dije a las nueve!

Confusa la miré desorientada.

-¿Las nueve?

Nelly por un instante me miró sorprendida, y cerró los ojos disgustada.

-¿Dia de chicas?

Y si, en algún momento recordé que el día anterior fui invitada a el evento que ella
describió como, “día de chicas”, y que de alguna bizarra manera yo accedí, y le
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había dicho que, “si”, de malas y todavía con el letargo del ensueño le miré con
desgana, y con el mismo fastidio la tomé de la muñeca, y con un ligero tirón la metí
al interior de la casa, al parecer había desayunado perico porque se desato en una
irritante verborrea entre reclamos y acusaciones sobre la puntualidad, donde me
recriminó por la falta de seriedad en los compromisos, yo por mi parte, haciendo
acopio de paciencia, reitere tantas veces como pude mis sentidas disculpas, así
finalmente, mientras ella sin perder el paso continuaba con la retahíla de
improperios me metí al baño y abrí la regadera y a pesar de la puerta cerrada podía
oír como ella lentamente abría y cerraba cajones y puertas recorría la intimidad de
mi cuarto y minuciosamente revisaba a detalle de cuanto encontró, la idea de ser
auscultada sin mas permiso, cierto, me molesto, pero de alguna manera paradójica
lo aprobé, y me tomé algunos minutos de mas en acicalarme, pero al salir hice
evidente mi enfado, medio vestida salí del baño, húmeda como rata y muerta de
frio, cerré con hosquedad evidente las puertas del armario mientras sin atención
revisaba que mis cajones verificando que estuvieran cerrados, ahí con asombro lo
note mi cama estaba tendida, y casi en el minucioso orden que lo hacía yo, peor, la
ropa sucia en el sesto para lavar, y hasta los cosméticos en su lugar, si, claro que
me molestó, y no sé, de verdad, no sé porque no la corrí a patadas de mi casa,
apreté ligeramente las mandíbulas y tomé aire contando lentamente a diez.

-¡Ya vámonos!

Gritó eufórica, mirándome con parsimonia, su desencajada actitud por alguna razón
me causo gracia, y la miré directo a los ojos, quise gritarle y de una vez por todas
córrerla.

-Me voy a vestir.

Le dije deletreando silaba por silaba, ella quizá finalmente comprendió mi disgusto
pues bajó la cabeza y lentamente caminó hacia tras y se salió en medio de una
distante mueca, así cuando la sentí ya en la sala, busqué sin prisa algo de ropa,
maquillaje y peinarme, pero, una vez mas sesgados ligeros rumores se trasminaban
a la puerta, y casi pude verla escudriñando la cocina, la estancia, el comedor, y
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cuanto objeto encontrara al alcance, la verdad según recuerdo no me tardé, menos


si un duende cuatro ojos escudriñaba sin pudor mi casa, cierto que aun molesta abrí
la puerta del cuarto pensando que la encontraría hurgando en alguno de mis
cajones, pero no, cuando la encontré estaba absorta y callada, mirando con
detenimiento una de mis fotos, y ahí estaba ella, en el andel para subir al avión,
como odié esa blusa de manta casi transparente, los pantalones de mezclilla
deslavados perpetuamente sucios, que entonaban con aquellos raídos mocasín
café, y el pelo tan corto y desalineado flotando al viento, viéndome, despidiéndose,
pero con esa sonrisa que hacía posible todo, y que ame cada día con mas fuerza
que él anterior

-¿Quién es?

Solo tomé la foto y la puse en su lugar y enfadada, mientras ella dio un respingo
caminado ligeramente atrás.

-Una amiga.

De nuevo y casi a empujones la saque de mi casa, y apresurándola so pretexto que


no tenía desayuno, y desperté una vez mas al monstro de la verborrea, donde ya
en la calle menos enojada, entre sermones sobre la salud y el trabajo me llevó a
desayunar una exquisita comida de conejo, en abundante verde, sin mas grasa que
la de un poco de aderezo, y mientras a mis adentros retumbaba el crujir de las
insípidas verduras, a través de una insulsa retórica, de alguna manera estúpida le
permití que me enredar en su plática, y de apoco me vi alegando sobre hombres
sexis y mujeres fáciles, pero asumiéndonos en exclusión del pedestre rubro,
alabamos sin pudor las bíceps, pectorales y glúteos de los mas sensuales galanes
de la farándula, mientras carcomíamos la reputación de las vánales artistas que se
decían su pareja, las risas acompasadas de la infantil futilidad de la plática llevaron
al escuálido mesero a una constante mirada que aparte iguales era de indiferencia
y desaprobación, pero que hizo de la meriendo un delicioso placer, finalmente
discutiendo sin énfasis quien debía pagar la cuenta se acordó que cada quien
pagara su consumo, de ahí y al salir sin rumbo supuse erróneamente que habría
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acabado el día de chicas, dispuesta a caminar a mi casa, pues en realidad no estaba


mas lejos que unas pocas calles quise despedirme y mirando de frente a le sonreí
complacida.

-Bien.

Dije con calma mientras me encordaba mi pequeño bolso al hombro.

-Sí, bien… -repitió tras de mi mientras me miraba con malicia -ahora si vamos a
nuestro día de chicas.

-¿He?

Sus ojos brillando en felicidad apenas y notaron mi disgusto, y en desenfadado


gesto tomó rumbo obligándome a seguirla, con un parloteo incesante que ahogo
una y otra vez mis protestas, obligándome a seguirla tal fuera un perro faldero, y de
alguna esotérica forma, de repente, me vi bajando del auto siguiéndola a tras pies
rumbo a una exclusiva tienda de ropa, sí, Nelly y yo fuimos de compras, y me obligó
a ponerme uno a uno cincuenta mudas en diferentes estilos, así entre vestidos con
amplios escotes, minifaldas que apenas cubrían lo necesario, pantalones
bombachos, y calzado que iba de cómodas zapatillas a estridentes tacones de
aguja, empecé a ver a Nelly como una amiga real, y despertó a la niña, que mil años
a tras simplemente vivía el momento, y en improvisados arrebatos escogíamos ropa
igual y nos la poníamos mientras nos saludábamos en el espejo, o en una
pantomima paradas frente a frente hacíamos el reflejo de la otra, intercambiando
prendas al azar entre espontaneas risas, en algún momento me sonrojó la mirada
de las vendedoras, que seriamente reprobaban ese comportamiento infantil, pero,
amén de que finalmente pagaríamos, omitimos con descarada altives la incordia de
las petulantes brujas que nos atendían, así casi un año de salario y mil cajas
después nuestros pies decidieron que querían comer, mientras caminábamos
lentamente al merendero, sesgada a su periferia la vi en perspectiva, no habría
podido hasta entonces reflexionarlo de alguna manera la nigromante cuatro ojos
logro hacerme sentir aceptada, no por ella, si no por mí, revivió el gusto de sentirme
femenina, y por un día ser tan solo una mujer enfáticamente normal, así divagando
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en medio del exasperante cotilleo una vez mas me vi suavemente arrastrada a un


restaurant, donde podría elegir entre pasto para vacas o borregos, sí, era, para
variar, un comedor vegano, pero tenía tanta hambre que era eso o morir, ya
sentadas y con mas confianza, ahora como partícipe, al mismo tiempo devorábamos
las desabridas hiervas y el buen nombre de cada secretaria, deduciendo
malévolamente con quien o quienes tendrían amoríos, platicábamos entre comillas
un poco de nuestras vidas, obvio aun no estábamos listas para los secretos íntimos,
así que revele mesuradamente lo menos tratando de obtener lo mas, con el
estómago menos vacío y entre soeces comentarios sobre las toscas invitaciones de
aquellos que por logística llamábamos compañeros de trabajo, pagamos cada una
nuestra factura en el merendero, al vernos en la puerta de salida, pensé que ahora
si, era el fin, que cada una tomaría rumbo a su casa, y por un segundo mirándonos
de frente a punto de despedirnos le miré con nostalgia, pero como es ella de un
salto intempestivo fingió ver de reojo la cartelera de un cine próximo, y con autoridad
propia rosando mi hombro con un ligero toque me hizo seguirla, casi en la taquilla,
mirando de fijo la guía de horarios un gesto de desprecio volteo a verme y en una
especie de reclamo hablando mas bien para si

-No está la que yo quiero ver.

-¿Cual querías ver?

Al verla de frente tras ella, a lo lejos vi un parque, y en él una banca metálica


enarbolada de rebuscadas florituras, ¿quién sabe?, tal vez dijo algo mas, no lo sé,
quizá fue solo el parque, o la ligera brisa que con suavidad mecía el estúpido
peinado de príncipe que entorpecía la chispeante mirada de Nelly, un recuerdo
solitario regresó a mí, y tal como ya lo había hecho diez mil veces ese día, sonreí.

-¿Quieres ir al parque?

Supongo que mi vista anhelante me delató, y con justicia sospeché que al solo tomar
asiento me arroyarían los recuerdos, y no podría contenerme, quise contestar,
incluso tomé aire, pero antes de poder decir, NO, simplemente se encaminó
haciéndome seguirla, como siempre arrastrándome tras ella, mientras describía con
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detalle aquel viaje juvenil que hizo a la playa, lleno de insipientes travesuras
adolescentes, ese fue el inicio de una larga charla que se prolongaría por horas,
donde sin profundizar revelamos a la otra la vida puberta, hablando en complicidad,
del primer beso, el primer amor, de el odioso hermano, que por lo visto todas
tenemos, dejando un espacio que apenas era una fisura, para la intimidad, y
permitimos a la otra el silencio para contener esa pequeña lágrima al recuerdo,
mientras con la parsimonia del tiempo minuto por minuto sin darnos cuenta se
fueron las horas y lentamente nos invadió la tarde, así, de reojo Nelly fue la primera
en darse cuenta que un farol prendió al pardear el cielo, y con aquella des afanada
sonrisa que casi envidio me miró de lejos, en un momento en el que, tal vez, fue
una pausa de duda.

-Vamos a mi casa.

Para entonces la lección ya había sido aprendida, no había forma, ninguna forma,
de decir “no”, así que tan solo la miré resignada, y como siempre al decir lo hacía,
y si, de un segundo a otro me vi bajando del auto en su aparcamiento mientras ella
buscaba las llaves de la puerta, ya en su casa y sin mas preámbulo en medio de
burdos comentarios sexuales sobre la forma de las botellas ella sacó un par de
bebidas ligeramente armonizadas de alcohol, fue suficiente para continuar en
nuestra “fiesta femenina”, con miras a convertirla en pi jamada, ella como yo vivía
sola, pero a su diferencia traté por todos los medios de ser discreta, sus fotos y
recuerdos eran simples y familiares, y poco a poco en medio de mordaces
comentarios pasamos el primer impacto en medio de sonoras carcajadas de
cinismo, me acomode en su ambiente, y cuando tomé conciencia me encontré sin
zapatillas tirada en la alfombra de la sala, y contestábamos el test de una revista,
donde me titule como la reina de la inconformidad pasiva, haciendo mérito a mi
seudónimo, y al contrario Nelly enarboló la corona del caudillo revolucionario, la
frívola experiencia nos divirtió y continuamos en la tarea, leyendo las notas amarillas
de las mas rutilantes estrellas de la farándula, mientras nos devorábamos con la
mirada a los galanes mas guapos, que posaban semi desnudos en vanas poses
altivas, leímos horóscopos, desvirtuando palabra apalabra cada uno de sus
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incomprensibles pronósticos, así divagando entre temas ella rememoraba su primer


día en la oficina, en que recordaba aquellas primeras palabras del Sr. Vargas,
mientras en parodia, se contoneaba de un lado a otro imitando su gran vientre, y sin
pudor le veía las nalgas a la secretarias, hablando sin recato de cuán lejos podrían
llegar si tan solo fueran "amables", y lo que empezó como una sonrisa discreta se
convertiría rápidamente en grandes y altisonantes risotadas, y fue en medio de las
ultimas arcadas de las convulsas carcajadas que vi aquella diáfana mirada que me
atrapó, me forzó a entenderlo y me di cuenta que en ese momento, simplemente
estaba a plenitud llena, sin apenas notarlo nuestra pi jamada se convirtió en
trasnochada, y a pesar del café los ojos me pesaban, Nelly quizá ya tendría sueño
como yo, pues se veía cansada, así que decidimos hacer algo mas pasivo, y con un
ligero jalón en el hombro me llevó a su cuarto, e igual que antes busqué la
discreción, concentrándome solo en ella sin hacer evidente mi curiosidad, de un
entrepaño al interior del closet extrajo su “botiquín”, y con una seña me indicó que
me sentara en la cama, ya ahí lo abrió, dentro de él se entrelazaban pinturas y
baratijas, ensortijado entre bisutería de fantasía un viejo cepillo de madera
sobresalía y con cuidado religioso lo desenredó, y con una sonrisa pícara me miró
y se abalanzó sobre mí, con delicadeza tomó mi pelo y mientras coqueteaba con el
me miró con malicia y simplemente comentó.

-Déjalo en mis manos.

Y si, cual si fuera experta lo peinó y lo alisó entre ligeros jalones mientras en suave
tono materno me distraía platicando como se debe cuidar el cabello, al sentir la
serena placidez del contacto, me relajé, y llegó a mí de nuevo ese sentimiento de
armonía, y esa frívola sensación de tener de regreso mi vida, me sentía bien,
acogida, aceptada y limpia, y me entregué a ella, sentí sus manos recorrerme, y
como mechón a mechón tejían en mi con un amor casi parental, prendía colguijes y
adornos mientras enhebraba los pequeños hilos en mí cabeza, finalmente saco un
espejo pequeño, mientras sonreía con orgullo me mostraba su obra, y lo vi, aquella
peineta, sus colores en arcoíris me despertaron a la realidad, ella lo sabía, me
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utilizaba, y todo aquel día era una perversa broma, ahí estaba balanceándose a mi
izquierda, haciendo evidente su burla, no podía creerlo, no podía ser.

-Lidia, ¿que pasó?, ¿no te gusta?

Una desesperada rabia me invadió, incrédula y todavía pensando que estaba mal
me levanté y corrí al espejo del tocador, al verme frente a él me sentí humillada, me
quité despacio la peineta empuñándola al punto de dolor, mientras ella me miraba
impávida, no sé en qué momento sucedió, tan solo sentí el intenso ardor en la palma
de mi mano, mientras Nelly agachada se dolía, por un segundo se quedó quieta sin
moverse, en el fondo un suspiro ligero fue creciendo mientras lentamente se tocó la
mejilla sollozando, con la mano aun en la cara alzó la vista y me miró entre lágrimas.

-¿Por qué?

Sus ojos en desconcierto, me lo dijeron, y comprendí, me di cuenta del error, ella ni


siquiera sabía que existiera el arcoíris, tiré la peineta a sus pies, como nunca en mi
vida estaba asustada, no supe que hacer, y en mi desesperación lo arruine mas, la
hice a un lado empujándola pasando a tropezones a su costado, y en medio de las
súplicas de la atormentada Nelly tomé mis cosas y me fui, al salir me golpeo con
odio el aire frio de la madrugada, y me detuve, la culpa, el miedo, la duda, en una
vorágine de dolor me invadió y cometí el ultimo error, que fue por mucho el mas
grande, me fui, y me odie, me sentí sucia, me pregunté mil veces por aquella
peineta, ¿sería en realidad una burla?, ¿qué quería de mí?, ¿por qué ese día?, ¿por
qué ella?, ¿por qué yo?, estaba sofocada, apenas y respiraba, me gustó ser parte
de su vida, ver su sonrisa, y su incesante perorata, me hizo como hace muchos
años no lo era, feliz.

Cuando desperté a la realidad, me encontré sentada en el parque, ahí donde la


tarde anterior Nelly y yo nos hicimos amigas, pero desorientada y taciturna se
empalmaban recuerdos confusos, supongo que tome un taxi, o algo así, y llegue a
mi casa, supongo que no dormí, porque estaba muy cansada, supongo que no me
bañé, porque tenía la misma ropa del día anterior, y mas allá de la suciedad
apestaba, divagando trate de reorganizarme y mi primer impulso fue regresar a
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casa, me levanté y caminé, pero en mi confusa realidad no lo hice y avance pero


sin sentido ni fin, y con la única meta de alejarme de la verdad, pase casi todo el día
divagando en la calle, escuchando la sinrazón de mis sentimientos, atrapada en lo
que quiero y en lo que soy, quizá solo fue el puro instinto de sentirme protegida, y
por eso en la penumbra de la tarde llegué a mi casa abatida, me sentía sola y
angustiada, y al fin lo hice, lentamente me senté y sobre el piso frio me hice un
novillo y llore, llore y llore por horas, y eso en la paradoja de sentimientos me
restableció, y me levanté, adolorida y fría, mareada, y con los ojos abotagados, ya
sin lágrimas, noté que la luz de mi contestadora en un exasperante flas rojo
parpadeaba, era Nelly, uno a uno palabra por palabra los escuché, y como pasabas
de la incesante súplica de una explicación, a la reverencial necesidad por el perdón,
donde cada mensaje me hundía en el légamo putrefacto de la culpa, en sumisa
penitencia oí, todos, hasta el mas difícil, el último.

-Me siento sola, te necesito, necesito una amiga, por favor, por favor…, por favor…,
háblame.

No sabía que hacer, pero no podía llorar mas, y me tomé una pausa, tenía que salir
del obscuro limbo donde me encontraba, y si, había lo que en su momento me
pareció una solución, y lo hice, corrí hacia ella, suspire buscando el valor, mientras
derramaba la última lagrima que aún tenía tomé el auricular, y digité el teléfono al
dial, mientras escuchaba el monótono chasquear de los timbres en las teclas, y
después apenas como en un lejano suspiro se escuchaban los tonos en el auricular
solicitando al interlocutor.

-Si bueno.

-¿Laura?
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Capítulo 8
Mucho más tranquila aunque desvelada me presenté a trabajar al día siguiente, un
poco mas entristecida pensando que la siempre puntual primera llamada no llegaría,
atendía como es de mi las asistencias de mis subordinados y compañeros, pero por
mas tiempo que lo dejé el timbre, simplemente no sonó, y mientras me debatía si
debía seguir esperando o simplemente llamar, acudí a la pragmática joven que se
había hecho con la jefatura de un departamento, y encontré la respuesta, finalmente
Nelly y yo en algún momento tendríamos que hablar, éramos cada una demasiado
responsables para eludir el deber, y ella me forzaba en un duelo de poder, esperaba
que yo me rindiera, y si obvio, lo hice, le hablé, determinada a soportar insultos y
agravios, y ser tan condescendiente que tendría que perdonarme, y si, después del
vilo en la espera mientras se oían varios tonos en el auricular, se escuchó.

-Lidia.

Apenas la escuché discreta cerré la puerta de mi despacho con pasador, al principio


dura y cortante, me pareció escucharme en ella, y comprendí, lo asimilé, y decidí
atacar, no podía y no me daría por vencida.

- ¿Por qué no me has llamado hoy?

-Si -contestó entrecortada haciendo una pausa ofensiva -tal vez tengo trabajo mas
importante que una llamada -si me lo gané, pero me dolió -además yo esperaba tu
llamada mucho antes.

-Perdóname.

Solté sin preámbulo, y claro, intenté seguir y presentar las ya muy caviladas
disculpas, repasando una y otra vez mentalmente, lo quería decir, y no pude.

-Como sea -agregó indiferente, omitiendo del todo la petición - ¿ya tienes el pre
proyecto del sistema del S1?

Por un décimo de segundo pensé que no me habría escuchado, y quise repetir la


solicitud, pero solo al pensarlo lo vislumbré, ella si había oído y con claridad, no me
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perdonaría, el comprenderlo me dejó parada en el filo del precipicio, era insistir y


tomar la calle sin salida donde ella no indultaría, o seguir adelante y probar suerte
con el destino.

-Si -contesté con tristeza -el diseño te lo mandé el viernes está en el correo

Ahora era su turno, un largo silencio se extendió al punto en que pensé que me
cortaría, pero decidí que no soltaría la llamada, hasta que ella lo hiciera.

-Dame tiempo -su voz lenta respondió en un susurro, deletreando las silabas
entrecortadas por un gemido -estoy abriendo el correo.

Mensaje entendido, y como me lo solicitó, dejaría que el futuro me alcanzara, así


mientras coordinábamos agendas e itinerarios, supuse optimista que ella finalmente
atendería a mis súplicas y quizá llegaría la absolución.

Ya en la tarde, Indecisa entre esperarla, o no, para nuestra cita diaria en la catarsis
de la comida, soporté en el checador tanto como la prudencia dictaba, y muy a mi
pesar al ser evidente que no llegaría, y siempre viendo atrás sobre mi hombro decidí
tomar rumbo al lugar preferido por ella y por logística a partir de ese día y hasta que
ella me eximiera llamaría, el de siempre, a pesar de ser el mismo camino ese día
fue en especial mas largo que de costumbre, todavía con pesadez pues tenía sueño,
me senté esperando que de alguna manera mágica simplemente apareciera la
absolución, en mi interior deseaba con afán que ella se presentara sin mas rencor
que no haberla esperado, y finalmente tener de regreso a la que ya consideraba
amiga, que por poco que fuera era mi apoyo, el mas grande, entristecida y
amargada apenas y comí, ese día me sentí por primera vez en muchos años sola,
y con tiempo de sobra guiada solo por el impulso envuelta por el morbo de la
curiosidad, y con el deseo sordo de verla, subí un piso mas, al abrirse las puertas
del elevador un ligero pero desagradable olor a sudor me retrasó, lo primero a la
vista eran los técnicos, hombres robustos y fornidos, que en medio de chanzas en
un lenguaje soez derramaban improperios sexuales sobre sus imaginarias
conquistas, y que al solo verme en una hipócrita mesura cambiaron el tono,
suavizando las obscenidades y cambiando a discretas locuciones igualmente
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sexuales, pero en doble sentido, por un instante quise regresar a mi piso, pero
quería verla, y alcé la vista en altives, soportando con estoica paciencia las miradas
inundadas en lascivia, de hecho conocía las instalaciones casi desde el primer día,
pero solo había estado ahí un par de veces, y avanzando con timidez me acerqué
a la oficina donde con certeza debía estar Nelly, y si, a lo lejos, una voz femenina,
casi la única del piso, apenas se escucha en el barullo, sintiéndome fuera de lugar,
caminé en ese mar de testosterona, para acercarme a ella, pero sesgada a su visión
de lejos su oficina que parecía una gigantesca pecera, pues cerrada del todo
arrinconada en una esquina las paredes eran grandes vitrales que para todo
instante permitían ver el interior, ahí estaba, sentada, discutía con René "algo", me
detuve por un instante pensando si era oportuno interrumpirla, en ese momento noté
que ella sentada masticaba mansamente mientras con paciencia escucha las
notaciones que le instruía a su jefe de cuadrillas, y recorriendo la vista noté un
montón de platos desechables con la comida de conejo que Nelly acostumbraba, y
comprendí que ella no tenía hambre, y que probablemente esos platos serian su
“bajilla” en adelante, aun parada la contemplaba, y la admiré, sobria y sin perder el
garbo, igual giraba una orden, que daba las gracias, sin ser mas que ellos, pero sin
permitirles considerarla menos, autoritaria y sencilla, decidía y resolvía con la misma
ligereza, por primera vez vi a Nelly como era, no a la compañera, ni a la mujer, sino
a la persona, me sentí feliz, y comprendí, ese no era el día, ni el lugar,
probablemente ella nunca supo que estuve ahí, decidí que si yo merecía su perdón
lo tomaría, y si no, lo aceptaría.

Al día siguiente como siempre llegué a mi oficina, sin mas pena ni prisa,
inmediatamente como me es habitual fui a encender la computadora mientras
preparaba el café, y fue ese tedioso gorgoteo que me despertó a la obscura realidad,
contemplando por primera vez el teléfono silencioso, sabiendo que no volvería a
sonar por las mañanas, ahí sin mas de la nada se oye el zumbido opaco de las
impresoras que en protocolo de inicio se preparaban a comenzar el día, y me di
cuenta, estoy sola, como nunca sentí el vacío en mi vida, pero no quiero y no voy a
caer, y no lo hice, tomé la poca dignidad que me quedaba, disolví azúcar en el café
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y organicé mentalmente las prioridades administrativas, viendo de frente al futuro,


mientras agitaba con letargo el café hojeaba distraída organizando por prioridad
algunos papeles, justo cuando ya resignada tomaba impulso para empezar el día,
sonó el teléfono, ¡no podía creerlo!, y miré el reloj, sí, era el último segundo del
último minuto, levanté el auricular y como sin darle importancia saludé,

-Sistemas.

¡Y si!, era ella, era Nelly.

-¿¡Lidia!?

-¡Si!, dime.

-¿El protocolo de adscripción?, te lo pedí ayer.

La fría y natural forma de Nelly lejos de enojo y dolo me hicieron entender que
seguíamos siendo al menos compañeras, de sobra era un paso hacia adelante, no
podía, y no fingí mi felicidad.

-Nelly -enredada en la espiral de emociones me bloqué y perdí el paso, y solo lo


dejé salir -pensé que no llamarías.

Un lúgubre silencio se extendió en lo que me parecieron horas, y varias veces


intenté sin éxito hablar, pero las palabras me asfixiaban y no podía, a tras pies
buscando aire logré tan solo un leve suspiro que se ahogó, y fue que ella mas ruda
que yo avanzó.

-Lidia, el protocolo.

Finalmente respiré, su voz en neutro mesurada y sin pasión, dieron el


reconocimiento tácito de dolor y tristeza, pero las palabras lejanas e indolentes la
mantenían alejada, tendiendo un frio cerco, como frágil consuelo, al menos no me
había abandonado, y como el día anterior me estaba pidiendo tiempo, y sí, claro
que sí, le daría todo el tiempo que me pidiera, solo necesitaba sentirla cerca, ella lo
sabía, y por eso mi primera llamada estaría hay cada mañana, y quizás en algún
lugar del futuro fuera perdonada.
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Esporádico pero necesario algunas veces teníamos que visitar a los clientes para
"resolver sus quejas", hasta ese día era la costumbre que Nelly me acompañara,
mas que como simple integrante de la comitiva, fungía de mediadora, ella era
socialmente la parte mas activa, dejando a Rene y a mí el paso libre a la parte
técnica, vale decir que a pesar de mantener el grupo junto casi en todo momento la
convivencia para con Rene se limitaba exclusivamente a trabajo, y aunque
esporádicamente lo podía sorprender mirándome con un dejo de concupiscencia
nunca fue para tomarlo a mas, ya habría pasado una semana desde el “incidente”,
y pese a las discretas puyas donde yo me hacia la inocente buscando a Nelly y su
indulgencia, así abríamos caído en un macabro juego donde nos éramos
indiferentes, pero que de nada me gustaba, por eso cuando llego el memorándum
con la “orden” de la visita obligada a un cliente casi salto de alegría, pues eso
obligaba a los departamentos técnicos, ósea el de Nelly y el mío, justo a eso, a
pasar todo un día conviviendo hombro a hombro, por ser las jefas cada una de
nuestras secciones nos era obligatorio asistir juntas, pero la alegría se convirtió en
una triste decepción al enterarme que Nelly estaría en una instalación, donde su
presencia era imponderable, sí, yo también sospecho que eso fue, mentira, en fin
en representación iría otra persona, y como era de esperarse ella asignó a René,
solo comprenderlo me sentó mal, sabía que se avecinaban problemas pues la casi
nula convivencia con el me ponía de frente a una persona que solo empezando por
el sexo, era diametral y opuesta a mí, y sí, el primer gran obstáculo fue el transporte,
según apuntó Nelly, las oficinas donde estaríamos no aceptaban mas que un
automóvil, pues por razones de espacio a las “visitas” solo se le podría asignar un
espacio para estacionamiento, y yo esperaba que Nelly al menos en eso me
ayudara pero ella con el mas humillante desdén alzo los hombros y simplemente
comentó al margen.

-Yo ni siquiera voy a ir, ponte de acuerdo con Rene.

La chocante respuesta me hizo entender que era parte de mi castigo, y aunque


furiosa tomé aire y conté a diez, y solicité que Rene bajara a mi oficina para “afinar
detalles”, y bien, al menos me permitió quedarme con la dignidad de mi puesto, y si,
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él se presentó ya por la tarde, apestando a gimnasio barato, cintilando como becerro


las herramientas que colgaban a la cintura, con un overol manchado de cualquier
cantidad de sustancias todas negruzcas y grasosas, en ese momento contar a cien
no sería suficiente, pero con estoica paciencia apreté los dientes repitiendo a mis
adentros que me lo merecía, y una vez mas soporté la condena, mi furiosa mirada
lo detuvo en la puerta al vilo de que dijera algo, pero enrocada me detuve sin saber
si gritar y mandarlo a bañar, o simplemente atender a la logística del día siguiente.

- ¿Qué me llamaste?

Preguntó el finalmente buscando destrabarme, sus palabras inquisitivas, pero sin


presión me trajeron de regreso, y con algo de sorna negué ligeramente mientras le
miraba de frente.

- ¡Si! -contesté a traspiés negando ligeramente -mañana hay que ir a visita.

En una mueca de entusiasmo, él sonrió con descaro, mientras alzaba la barbilla la


desalineada figura envuelta por la asquerosa vida del trabajo físico, enfatizando un
pectoral robusto y musculoso pectoral, develaban una desbordaba virilidad
enmarcada por aquella sínica arrogancia, que por un instante me desconcentraron,
y sin que nos diéramos cuenta, sobre todo yo, algo pasó.

-Si me aviso Nelly.

Su voz de si varonil se escuchó dominante, y me di cuenta, sucedió lo que en otrora


fuera imposible, me gustó.

- ¿Te dijo que solo hay un espacio para el automóvil?

Su sonrisa indiferente que a cada minuto me dio la respuesta mucho antes que su
voz.

-Si -respondió dando un respingo haciendo la cabeza atrás -claro que sí.

-Bien -respondí con petulancia - ¿dónde vives? -pregunté mientras le estiraba la


mano con una pluma y papel para que escribiera -llego a las ocho a recogerte.
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El me miró desconcertado sin siquiera hacer el intento de tomar lo que le ofrecía, y


negó suavemente con la cabeza, al tiempo que daba un paso atrás.

-Mañana después de la visita tengo que alcanzar a Nelly y entregar las bobinas, las
están cargando en la unidad ahora mismo.

No había mucho por entender, el caso es que como jefe de brigadas se encargaba
de la distribución de los insumos, y si, algunas veces a fin de que estuvieran a
tiempo en la locación se le asignaba alguno de los vejestorios que a base de
escandalosos rechinidos y explosiones movían materiales, sí, obvio, Nelly al ataque.

-Supongo que son órdenes, ¿verdad?

Al día siguiente como de si lo era muy puntual, y justo cuando terminaba de dar el
ultimo retoque al maquillaje, se oyó el estridente sonido de un claxon, que en una
bizarra combinación entre el rasgar del gis al pizarrón y el genocidio de mil gatos,
anunciaba para todo el vecindario que Rene había llegado a recogerme, con la
lección aprendida después de la visita de Nelly quede invitada a no dejar pasar a
nadie, así que bajé de inmediato apenas oírlo, y abrí la puerta dando una última
mirada al espejo, pues aun cuando este cliente no era de los mas importantes el
protocolo exigía que llevara mis mejores galas, en contra de mis mas puritanas
costumbres lo primero a la vista era una escotada blusa de licra azul, combinada
sobriamente con el traje sastre gris de saco corto, si, entallado, con una falda que
solo por estar arriba de la rodilla se define como mini, el conjunto en general así
coordinado era por axioma formal, pero sin darme cuenta era algo atrevido y en
consecuencia también encajaba en el rubro de sensual, al salir Rene antes que los
buenos días me regaló una mirada envuelta en la lubricidad inherente a la
naturaleza del hombre, se clavó en mi busto y con un movimiento sistemático de
ojos lentamente bajó la vista cayendo primero a mis caderas y finalmente mis
piernas, en realidad no sé si fue la ropa, pero en una nota mental me prometí que
jamás volvería a confiar en los gustos de Nelly, sobre todo para el vestuario.

- ¿Una foto dura mas?


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47

Boquiabierto tomó conciencia de su actitud, y de inmediato buscó centrarse, y bajó


la cabeza apenado, y en adelante en esporádicamente se limitó a mirarme cuando
pensaba que no me daba cuenta, así guardando tanto como pude la vertical, me
subí en el vejestorio mas sucio y mal oliente que he visto, abarrotado hasta el techo
con toda clase de herramientas y materiales, que lo mismo apestaban a orines y
grasa, y que reservaba un pequeño espacio apenas suficiente para el pasajero,
ósea yo, tan solo cerré los ojos y pensé hacia mis adentros, “¿dónde estás Nelly?”,
a lo largo del camino él intentó ser tan condescendiente como fuera posible, me dejó
abrir las ventanas incluso las traseras, poner la estación de radio de mi preferencia,
gritarle en todos los tonos para indicarle la velocidad, el carril, el color de la luz, y
asta en qué momento prender la direccional, a cambio me contuve y no dije nada
sobre el basurero con ruedas, y permití que en ojeadas discretas y rápidas me viera
las piernas, al llegar ambos nos sentimos aliviados de pasar la primera prueba del
día, me bajé, y al hacerlo tuve que esquivar toda clase de puntiagudos y filosos
instrumentos y me retorcí como gusano en sal, y aunque él pensó que no lo percibí,
le dio una última y fugas revisión a mis nalgas, finalmente libertada del asquero-
movil volteé a mi entorno y me di cuenta que en el estacionamiento había de sobra
lugares, comprendí, y cerré los puños mientras siseaba letra a letra, Nelly, pero
como lo prometí, sin importar cuan dura fuera, habría de soportar la penitencia, así
que respire hondo, y con resignación miré a Rene indicándole que se apresurara, y
después de pasar la exacerbada seguridad, y una exasperante espera de casi dos
minutos, donde escanearon minuciosamente nuestras credenciales nos recibía el
gerente general, y claro después de las presentaciones de rigor, era llenarse de
paciencia y escuchar al cliente, que a través de una larga perorata punto a punto
nos exponía con detenimiento las quejas de los usuarios, yo por ser por definición
la cara de la empresa y a falta del tacto de Rene, tomé las riendas, y con la mas
hipócrita de mis sonrisas, recurrí a las enseñanzas de Nelly, resolviendo con una
seguridad tan falsa como mi comprensión, y hablé para el cliente dando testimonio
de que cada queja seria atendida, lista a ofrecerle la luna si eso lo hacía feliz, pero
siendo sincera es justo donde Nelly me hizo mas falta, René que prácticamente
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48

había hecho la instalación de los sistemas con sus manos, sería mi guía durante el
día, ¡todo un día hombro con hombro junto a él!, así poco a poco la mañana se hizo
tarde, entre reclamos que iban desde dóciles comentarios a verdaderos ataques de
ira por parte de los usuarios, abusaron de mi tolerancia reiterando en todos los tonos
el mismo recurrente, “señorita no funciona”, “no entra”, “no carga”, y que mas de
una vez fue tan solo la obtusa estupidez del usuario, y las pullas empáticas de,
Rene, que en referencia a mi seudónimo apremiaba mi atención con diminutivos
punzantes, repitiendo al agotamiento “princesa” y “princesita”, me pasé rechinando
dientes renegando y maldiciendo en toda la gama de las armónicas a Nelly, aunque
debo reconocer la tozuda tenacidad de René que hizo cuanto pudo para reprimirse
y mantener su vista lo mas pulcra posible, así basada únicamente en la férrea
disciplina que me había llevado ahí, tomando notas y coordinándome con Rene la
mayor parte de los problemas se habían solucionado, y casi al finalizar el día, las
zapatillas altas y el estrés en combinación con la falta de comida y la sobra de café
me habían llevado al límite, estaba fastidiada, y sucedió, en algún momento de
calma, concentrada de pie a un monitor veía las oscilantes imágenes de una
subrutina que en un movimiento hipnótico lentamente develaban cada pequeña
anomalía, en un acto natural, cansada y dolida, encorve mi espalda hacia atrás, la
licra de por si ceñida entallo mis senos, y hasta entonces lo sentí, Rene, que sin
ningún recato me contemplaba, pero ya sin morbo, en un pasivo anhelo furtivo me
estrechó, y me asusté, volteé y lo vi en un reclamo sutil indignada por el indeseado
acoso, pero al verle de frente me sonrió, lo comprendí como un acto libre de toda
pasión, tal si fuera embelesado por la euforia de un bello amanecer, aun así, me
sentí invadida en mi intimidad, cohibida bajé la cabeza y llena de pudor estiré cuanto
pude el pequeño saco y me cubrí, sucedió entonces lo impensable, por un efímero
segundo, él, despertó a la mujer, y fue que lo vi como hombre, para él por cotidiano
el evento no mantuvo relevancia mas allá de un suspiro, de todas formas ya tenía
rato que René había terminado, y por supuesto debía reportarse con Nelly, no me
sorprendió que con una sobria templanza se acercó para pedir disculpas y retirarse,
embriagada por el chispazo del momento estuve tentada a rogarle, pues no traía
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coche, pero el solo recordar la flemática carcacha, me hizo reconsiderar y con pesar
preferí, el transporte público.

Ya tarde, poco menos que a la hora de salida, cansada y con hambre, llegué a la
oficina, me senté unos segundos mientras recordaba con nostalgia la sensación
juvenil del deseo, que por mas obsceno era limpio y genuino, empalmando
imágenes de presente y del furtivo pasado, pero en el fondo un repiquetear
telefónico me regresó de aquella bella ensoñación, con una sonrisa espontánea y
sin la certeza contesté apostando a no equivocarme.

-Si Nelly.

Al auricular se oyó un jadeo de incredulidad y quizá una pequeña risa.

- ¡Lidia!, ya llegaste.

El tono irónico y cruel de la aseveración casi me hace reír, pero además de que
estaba reamente enfadada con ella necesitaba tiempo para asimilar, y busqué
ordenar mis sentimientos.

-Si apenas, ¿tú crees?

- ¡¿Y cómo te fue?!

Una vez mas pausé un poco, contestando con la indiferencia de lo cotidiano, pero
con la temible sospecha del acecho.

- ¡Bien!, todo bien, ¿por?

-No, yo pensé que les haría falta.

Maldita Nelly.

-Si en realidad un poco, ya sabes que a mí no se me da eso de las relaciones a


clientes.

De nuevo en lo bajo se oyó lo que me pareció una risilla.

-Hay perdón es que estamos por terminar en CATUSA, y faltan muchísimos detalles.

- ¿CATUSA?, ¿qué no se entrega en dos meses?


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- ¡Si!, ¿tú crees?, solo dos meses.

Todo sería creíble si no fuera porque ella habría hecho mas en menos tiempo.

-Si, ya veo por eso tenías a las unidades de servicio ocupadas.

- ¿Las unidades de servicio?, la única que salió hoy fue la mas nueva, la tres, la
suya.

Si, ¿porque no?, debía darle crédito, ella sabe bien como fastidiar cuando tiene que
hacerlo.

-Fue la cinco, ¡nos asignaron la cinco!, un vejestorio que apenas y se movía.

- ¡¿La cinco?! -grito en un suspiro de preocupación que casi parecía sincero -si -
agregó mientras en el fondo se oía el tenue movimiento de hojas -ya veo, parece
que la “secretaria” se equivocó en la orden.

Pequeña bruja.

-Si -contesté silbando entre las silabas -que mal -agregué en medio un atragantado
ataque de ira -y será que, ¿también se equivocó en los espacios de
estacionamiento?

- ¿Cómo?

Respondió sin emoción, buscando parecer sorprendida.

-Había lugar de sobra en el estacionamiento, hubiera podido llevar mi automóvil

- ¿Y porque no lo llevaste?

- ¡Porque me dijiste que solo se había asignado un lugar!, ¡que no había mas
espacio!

-Si bueno -dijo sin espabilo mientras en el fondo se oía esa maldita risilla -quizá te
confundiste -agregaba con indiferencia -en CATUSA solo nos asignaron un lugar y
eso fue lo que le dije Rene.

Apreté los dientes respirando con fuerza y cerré los puños, habría sobrepasado el
límite y desbordó, tome aire enrarecida por la rabia, alce el puño cerrado a la altura
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del pecho temblando de ira, solté las mandíbulas y tome aire, y apunto de gritar sin
querer levanté la vista, y vi mi imagen en el cristal que limitaba la oficina,
encolerizada con el puño en alto al borde de las lágrimas, y lo recordé, me vi en el
cuarto de Nelly, apunto de repetir el error que me llevó a perderla, y no lo haría, no
de nuevo, y no lo hice, bajé la mano y respiré, varias veces con calma.

-Tienes razón -dije en voz baja, sin soltar los puños que me enterraban las uñas al
punto de dolor -quizá no te entendí.

Todavía temblando de rabia, pero soportando al límite, lo sentí, algo hizo click, en
un destello del fondo, una suave luz se encendió, y en medio de un violento silencio,
escuché el armonioso sonido de la lenta respiración de Nelly, y lo supe, finalmente
el perdón venía en camino.

-Sí, bien -respondió en una pesada parquedad -quizá no me supe explicar.

Y Nelly, mí Nelly regresó, que aún al principio lejana y fría, daba vueltas al tema
como preguntando sin querer saber, y de apoco, seria pero curiosa quería cuantos
detalles le diera, divirtiéndose pero sin dolo, de cada altibajo, sonriendo a mi
vergüenza y lamentando mi dolor, al colgar quise creer que ella al fin me perdonaría,
pero irremediablemente, sin querer mi cabeza regresaba a la peineta, recordando
los colores que inocentes descubrían mi ofensa y su sufrimiento, y por un largo y
extenuante rato mi mente se perdió en un limbo donde una vorágine de sentimientos
se enhebraban entre dudas y miedo, pero con fe ciega en la pequeña trol, de la
nada una vez mas mis taciturnos pensamientos fueron interrumpidos, René sin mas
se apareció en mi puerta, con esa sonrisa socarrona y distraída

- ¿Que hay?

Preguntó en ese tono indiferente que siempre me pareció mas bien una chanza.

-Nada, aquí trabajando, ¿llegando de CATUSA?

-Si -contestó bajando una pesada caja de herramientas, mientras estiraba a mí un


fajo de documentos- vengo a ver lo de la bitácora.
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-¿Bitácora?

-Si -replicó distraído mientras sobreponía los papeles en el escritorio -cuando vamos
con Nelly ella me la pide, no sé si la quieras tu o se la doy a ella.

-Hum buena pregunta -respondí mordiéndome el labio de lado, pensando que lo


correcto sería que ella la recibiera, pero la curiosidad pudo mas -déjala yo lo veo
con ella.

Su varonil y pícara sonrisa me vieron con suspicacia mientras asentía con la cabeza,
y al tiempo que alzaba los hombros recogía su pesada caja de herramientas y
simplemente se dispuso a la salida, al irse mientras contemplaba la puerta un
recuerdo anárquico regresó a mí, el ánima de la pequeña Lidia en un fantasmal
susurro me habló al oído, trayendo a la vida una reminiscencia del pasado, donde
en un evento que por infantil no debía considerarlo como error, pues invadida de
juventud me equivoqué, y purgué con el silencio de aquel que fue mi gran amor, que
ahora volvía en la forma de Rene, reanudando de nuevo aquella súplica que a mis
adentros repetí hasta el último día que lo vi.

-Háblame.
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Capítulo 9
Aun antes de terminar la universidad me envolvió esa inútil y viril necesidad del
poder, mas a diferencia de aquellos, para mí la competencia fue un refugio a mí
pena, siempre en todas partes tuve amigos, amigas y hasta novias, pero lenta
inexorable la soledad se fue convirtiendo en mi compañera, y el sentimiento de
triunfo un pobre substituto de felicidad, el sentir una mano limpia que simplemente
se acerca, si mas compromiso que amistad, era tan solo un difuso recuerdo, y fue
cuando la diáfana sonrisa de una pequeña duende cuatro ojos me abdujo, y me
cambió, ella me regaló sin pedir, pero soez e infantil me equivoque, como fue sería
de nuevo, y la perdí, dejando como único paliativo la férrea disciplina, así
concentrarme en el trabajo era para mí lo cotidiano, por eso en el comedor donde
por la sentimental logística me aferre a un sentimiento de contacto día a día la
esperaba, en la ilusa fantasía de comer juntas, pero evadiendo mi triste realidad me
sumía en una tediosa rutina dejando enfriar los insípidos platillos mientras absorta
en la esquizoide monotonía de la compilación anodina de observaciones, al pie de
página me perdía olvidando por minutos que no departía mas con la otrora amiga,
y quizás por eso no noté ese sutil dulce aroma floral, fue ese movimiento osco de la
silla que por fuerza me hizo voltear, encontré obscurecida por la tristeza la mirada
de Nelly, necia supuse que era una visita esporádica, silenciosa tomó asiento junto
a mí, incrédula la veía, y comprendí que ella quería decir algo, por un largo tiempo
la contemplé encontrando en ella el sentimiento perdido de amistad, y ese solo
hecho, el tenerla sentada a mi lado era simbólicamente sinónimo de perdón

-Lidia… te necesito.

Tras una breve pausa, solitaria inicio un monólogo, casi como hablando para sí, me
narro su historia, ella a mi diferencia, habría tenido amigos, tantos como gente
conoció, no se privó de eventos y fiestas, pero igual a mi enajenada por la
computación decidió sin pensar, dedicación y trabajo dejaron de ser palabras bellas
en un discurso, sin realmente proponérselo un día despertó en otra ciudad, sola y
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en un mundo nuevo con diez veces más trabajo que el que jamás hizo, adormilada
por el cansancio pero decidida a no fracasar, en algún momento sin ser de verdad
ella, tomó decisiones y reprendió subordinados, tal cual su puesto lo exigía, eso la
convirtió en líder, pero una mirada al pasado le recordó quien era, y quiso regresar
a la inquieta niña social, pero ella ya se avía ido, dejó tras de sí una mujer madura,
lista a tomar sin mas el poder, pero sola, los compañeros de trabajo por demás le
daban respeto, pero no mas una invitación a la fiesta, el cine o una comida, viviendo
el sesgado interés de los hombres, pero acotado únicamente a lo sexual, sintiendo
el peso de ser única, casi al borde de una ataque de ansiedad, le avisaron que ahora
tenía la responsabilidad también de administrar “programación de sistemas”, poco
importó que el puesto fuera temporal, el trabajo se convirtió en día y noche, con esa
inmensa vacuidad cada vez mas acentuada, a lo lejos la única salida seria
derrotarse y salir, una renuncia, pero fue el tiempo de un nuevo jefe, “la princesa de
piedra”, de su edad y atractiva, una mujer estricta para sí y para los demás, de
carácter, pero solidaria, a su igual, ella era una líder, resaltando del todo, ella no le
debía respeto pues jerárquicamente ocupaban el mismo lugar y por sobre todo con
la certeza de lograr empatía, pues era mujer, Nelly entonces mas que a su
predecesor vio la luz al final del túnel, al conocerla, inflexible y arrogante, apenas
en su llegada cosechó triunfos, renovó y transformó el departamento, como ella, se
convirtió en una maquina sincronizada, y la envidió, pero escondido en sus ojos
sintió un profundo dolor, Nelly buscó y encontró la forma de penetrar esa coraza de
carácter y temple, y acudió a la única forma que ella conocía, extender su mano, así
con los ojos cerrados tomó aire y dio un paso de fe, y en una forzada, “tarde de
chicas”, la conquistó, pero la princesa aun guardaba su dolor, y sin saber cómo ella
lo despertó, y llena de una amarga violencia se fue, y una vez mas la dejó sola,
enojada y frustrada, hizo oídos sordos a las llamadas furtivas de la princesa, cruel
por la furia y sabiéndola antisocial, la hizo ir a un evento, que era eminentemente
social y que siendo de trabajo no podría eludir, la princesa una vez mas hizo acopio
de fuerza y cumplió cabal, al final del día se dio cuenta que ella necesitaba a la
princesa, y que la princesa siempre sería aun sin ella, altiva no quiso pedir mas a la
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princesa y de nuevo pensó en huir, regresar a su origen, y ser una entre muchos,
pero la suerte fortuita las unió en el comedor, tan solo verla pudo sentir su inmenso
dolor, ya no había deuda entre ellas, y el poderoso placer de no derrotarse regresó,
y una vez mas Nelly tomó aire y dio un paso de fe.

Sonrojada hasta las orejas y conmovida escuché cada palabra, anonadada por el
increíble relato que ni de lejos supuse, era de sobra intenso, era ya el momento de
continuar, y por primera vez me abrí, y la dejé entrar de lleno a mi vida, pero ese
era su momento, requería de ser escuchada y lo hice, pero los escasos minutos que
aún quedaban para la comida no eran por mucho suficientes, y nos hicimos de algún
pretexto que nos sirvió para no regresar a la oficina y continuar la frustrada tarde de
chicas hasta el amanecer, de este día en fuga fue que realmente nació nuestra
amistad, finalmente convenimos, y en una promesa del corazón, lo juramos, yo
nunca jamás por ningún motivo la dejaría sola y ella nunca mas me sofocaría,
finalmente en la opacidad de la somnolencia en mi último recuerdo antes de caer
dormida, me di cuenta de una triste realidad, yo no hice nada, al llegar a el que
ahora era mi departamento encontré la mesa servida, y solo continúe el trabajo de
Nelly.

Al día siguiente con resaca y medio despiertas nos presentamos a trabajar, y como
nos quedamos en su casa ella me presto algo de ropa, que abrumadoramente
incómoda distaba mucho de mi estilo, y justo eso tomó por nosotras la decisión,
debíamos tener nuestra tarde de chicas, pero consensual, planeada y en forma, así
ese fin de semana, ya bañada peinada y acicalada, con una blusa ligera blanca,
jeans y la bolsa en la puerta, escuche primero el timbre del departamento, y después
ese altisonante chirrido, que en tono casi de súplica suspiraba tras la puerta.

-Soy Nelly.

No sé porque, pero aquello casi me pareció gracioso, y justo así abrí la puerta,
alegre y divertida, y ahí parada con gran sonrisa, pero infantil, parecía una niña
traviesa, que me veía.

-Llegas tarde.
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Me vio indiferente y levantando con un par de dedos las gafas, y alzo los hombros,
mientras negaba con la cabeza.

- ¿Ya nos vamos?

Con desconfianza, pero en acopio tomé aire y con la vista al techo, lo dije rápido
para no pensar.

- ¿No quieres que desayunemos aquí?

Ella abrió los ojos y la boca asombrada mirando de lado quizá buscando en el fondo
alguna trampa para duendes, asombrada pero intrépida me aventó con una mano y
sin mas se introdujo a el interior.

- ¿Puedo pasar?, ¿en verdad?

Resignada y asintiendo me hice a un lado, permitiendo que tomara el control y


revisara escrupulosamente y a sus anchas cada rincón del pequeño departamento,
al principio despacio e intrigada pasó a la sala, deteniéndose al centro y
volteándome a ver con una diáfana sonrisa de felicidad.

-O si quieres podemos ir a tu restaurant para vacas.

Con perversidad lentamente se mordió el labio y negó con suavidad, despacio y


siseando los sonidos contestó.

-No.

Ambas por primera vez como niñas nos hicimos cómplices en una travesura, y
asentí con la cabeza, mientras extendía las manos y le invitaba ser simplemente
Nelly.

-Bien –dije con parsimonia –para desayuno tengo un par de ingredientes que quizá
te gusten -agregué mientras me daba la vuelta y me dirigía a la cocina, y
extendiendo las manos en presentación le mostraba la mesa llena de viandas –cero
calorías, aderezos, aceite de olivo, lechuga, zanahoria, calabazas, pollo
deshebrado, embutidos bajos en sal y colesterol, y uf, todo lo que necesitemos.
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Nelly primero abrió la boca entre el asombro y la fascinación, mirando aquella


horrible comida, tal fuera una niña en la dulcería, después con lentitud, rodeo la
pequeña mesa del desayunador, y empezó por tomar la lechuga y levantando las
gafas la revisó con cuidado.

- ¡Si!

Gritó en medio de una sonrisa, al tiempo que tomaba un cuchillo, lista a preparar
alguna de sus insípidas recetas.

- ¡Hey!

Asentí mientras le tomaba de la mano y le hacía aun lado.

- ¿Qué?

-Es mi cocina, mis ingredientes y mi casa, y tu como una bella invitada vas a tomar
asiento en la sala mientras platicamos los chismes de la oficina.

Lejos de ofenderse, sonrió con empatía y alzando una cejan levantó las manos, y al
tiempo que dejaba el cuchillo sobre la mesa caminaba hacia atrás en tono de
sarcástica duda, ya sola en la cocina, tomé el cuchillo y sin mas me dispuse a
cocinar, esperando la chillante perorata de Nelly, que asombrosamente nunca llegó,
discreta pero incisiva, mientras guisaba me asomé de reojo, ahí podía verle por el
espejo malévolamente acomodado para el momento, de ahí pude ver como ella
discreta se movía sigilosa, recorriendo con estudiada mesura rosaba las delineadas
esquinas y manijas de los muebles y los bordes de la sillas, deteniéndose
puntualmente a examinar con celo las figurillas de cerámica, que en un placer
culpable me encantaba coleccionar, junto a un lado una pequeña repisa con algunas
fotografías, que en reflejo ilustraban la intimidad de mi vida, la foto de mi madre que
plácidamente acunaba a mi sobrino, mi hermano que en un forzado abrazo me
sujetaba mientras me embarraba pastel en la fiesta de cumpleaños, la seria y feliz
joven Lidia que con un mal puesto birrete orgullosamente sujetaba su diploma de
graduación, finalmente con malicia, en una emblemática pose expuesta y apartada
resaltaba al frente una que se distinguía como evidente lejos de la intimidad de la
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familia, justo como lo planee ella la tomó, y supe que el momento había llegado,
apagué el fuego en la estufa y solté los cucharones de cocina, mientras ella con
delicadeza se la acercaba para examinarla con escrupuloso detalle, parada tras ella
la veía, en una suave caricia rosaba con los dedos el sinuoso marco, por su
formación atenta a su entorno antes de sentirme me sabia mirándola, y sin voltear
preguntó al viento.

-Me dijiste que era tu amiga, ¿verdad? -bajé la cabeza con vergüenza, y cerré los
ojos tratando de ocultar el secreto que se me iba en la mirada -no es tu amiga,
¿cierto? -acarició de nuevo la foto volteando a mis ojos tratando de encontrar la
respuesta en la mirada de frente - ¿es tu hermana?, es muy bonita –y alcé la cabeza,
ya no había después, como fue planeado, Nelly descubría mi verdad, era mi turno
para dejarla entrar - ¡ya se!, ¿es tu prim…?

- Novia…- lo dije de frente, y como debió ser desde el principio, orgullosa -era mi
novia.

Callada y atónita me veía, al parecer sin respirar, sin querer dio un paso a tras
mientras alternativamente me miraba regresando la vista a la foto, sin creerlo
pareció asustada, aunque debí suponerlo, no podía saberlo, esa mirada me dolió, y
claro ella lo percibió, pero al igual que yo no estaba dispuesta perderme de nuevo,
y de la nada regresó la pequeña guerrera, retomó y se acercó dando dos pasos al
frente.

- ¿Novia?

Replicó atónita, pero ya sin miedo, me enfrentó, y con la incredulidad de lo


imposible, me presionó con la mirada, suspicaz pero dispuesta a escuchar la verdad
me sonrió.

-Hace mil años -respondí atragantando una lágrima, pero ya sin detenerme –cuando
éramos solo unas niñas.

-Y, ¿ella? -dijo boquiabierta a traspiés - ¿fue la única?


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Esa pregunta en especial, de muchas formas la esperaba, y conocía la respuesta,


pero nunca me costó tanto trabajo.

-No, pero fue la primera, y por mucho la mas grande.

Lo pude sentir, y casi lo hizo, pero no retrocedió, se mantuvo, ni un paso atrás, ni


una duda, siguió ahí, adelante y sin parar, regresó por un instante la vista a la
fotografía, y con minuciosa curiosidad rastreo cada matiz, y lo descubrió, lejano
sesgado y tenue pero ahí estaba.

- ¿Esta triste? -replicó con suspicacia acercando la foto un poco a la vista - ¿Por
qué?

Fue cuando en un vacuo sentimiento se deslizo la primera lagrima.

- Ese día … dejamos de…

Crecer juntas, de ser una, de …

- ¿Ser novias?

-Ser novias

Asentí con la cabeza, mientras en un heroico esfuerzo cerraba la puerta a la


siguiente lágrima, ella me sostuvo la mirada en un indefinido pero profundo
sentimiento, y con una lenta sobriedad volteó a la ventana abierta y por minutos
eternos miró asía afuera, pero no huyo, no se fue, no me acusó, ni me reclamó,
finalmente a lo lejos oí un difuso suspiro, casi como un sollozó, y en su voz con
venia dio un paso, vasado únicamente en la fe, me regaló a la que de hecho sería
mi mas grande amiga.

- ¿El desayuno se prepara solo?

A partes iguales entre una profunda tristeza y la extasiaste felicidad, robóticamente


me limpie la mejilla y avancé, y sin sentir, con adormecimiento del dolor caminé a la
cocina, y mecánicamente encendí el fuego, que en su errática flama me llevó al
pasado donde en una suave brisa el enmarañado pelo de Laura se mecía mientras
me alzaba la mano y se iba de mí, y como un difuso fantasma de entre la sombra
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de mis lágrimas, pude sentir como la ahora única amiga me contemplaba, ahí estaba
junto a mí la pequeña bruja, parada en el umbral de la cocina viéndome.

- ¡Hay! -renegó entre espavientos mientras se acercaba -en verdad que no sabes
cocinar.

Sin mas esfuerzo que un sutil empujón, me hizo a un lado mientras al mismo tiempo
bajaba la flama y buscaba uno y otro ingrediente, que con un grácil toque vaciaba
sobre el sartén, mientras yo la veía ligeramente mareada, me secaba los
abotagados ojos, de súbito mientras al parecer se pensaba que condimento mas
poner, se detuvo, y volteó a verme, frente a frente y sin mas opción que con la
verdad a la vista, me abrazó, y llego la catarsis, me liberté, abrí mi corazón sin
parámetro, y le entregue mi alma, ese día fue tan, para decir lo menos,
trascendente, por inverosímil que pareciera por primera vez reconocí en voz alta a
Laura, y aunque sin detalle, conté mi historia, y por primera vez alguien mas lloró
mi pena, Nelly escuchó atenta y amiga, ese día lo dedicamos egoístamente a mí.

Al tiempo Nelly se “acostumbró” a la idea, al principio le ganaba un poco el pudor y


le daba pena, incluso miedo las manifestaciones mas sencillas de la feminidad,
tomarme la mano o abrasarme, se convirtió en un pagano símbolo homosexual, por
mas que le dijera en todos los tonos, “soy yo, no he cambiado”, y que terminaba
respondiendo a sus preguntas que iban de lo impertinente a lo obsceno, pero en
medio de la vorágine existía ese pequeño rincón de paz, donde me acurrucaba
plácidamente a la sombra de mi amiga, la mas fiel y bella que tuve, en ese momento
por convención supuse que ella abría comprendido los paradigmas de la relaciones
inherentes a ser mujer, y aunque ilimitada nuestra relación se atuvo a la amistad,
aunque no cumplió con su promesa pues algunas veces me sofocó hasta casi
asfixiarme, en cambio yo atenida a mi palabra, no pude nunca dejarla sola; lo cierto
es que en realidad ella no lo consultó, y en acuerdo tácito fuera de nuestra
privacidad mi pasado era tan normal como el de ella.

Con el tiempo lo extraordinario no solo se convirtió en lo ordinario sino en lo


cotidiano, y la simbiótica alianza entre Nelly y yo nos llevó a la rutina donde ambas
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éramos parte del contexto de la otra, y simplemente no entenderíamos el entorno


sin la natural convivencia, en general era difícil, pero cuando se daba ella y yo
salíamos juntas, y a veces, ¿porque no?, salíamos a tomar un receso de lo habitual
y nos íbamos de copas, vale decir yo tomaba muchísimo menos que ella, aunque
también vale decir que nunca fui tan social como cuando estaba con ella, por eso
ese día en particular ya era tarde y de hecho sabía que Nelly no tardaba en salir,
pero de verdad no tenía ganas mas que de descansar pues había sido un día
especialmente difícil, con todo y conociendo a Nelly si ella no estaba cansada me
arrastraría a alguna de sus impertinentes locuras, y mas bien por la tozuda
necesidad de mantener mi palabra no podía dejarla sola, así, unos minutos después
de la salida yo terminaba los pocos pendientes que se resolvieran sin personal, por
suerte para mí la pequeña en aquel entonces en un remolón secreto me eludía al
punto de picar mi curiosidad, y sospechaba con claridad que ese secreto usaba
pantalón, pero que al menos hasta ese día era un misterio, mientras trataba de
descifrar, analizando y apostando quien podría ser el susodicho, a lo lejos, entre
escritorios y mamparas, noté movimiento, creyéndome sola me asomé buscando
con tiente la fuente de una escurridiza sombra, sigilosa me deslice a la entrada del
piso, junto a los elevadores, ahí vi a una joven, bella y de buen porte, aunque en
ropa informal, que en algún momento me pareció mas que juvenil infantil, en colorida
mezclilla entrecruzaba tonos pastel con imágenes de corazones y barquillos de
nieve, sin embargo la imagen en conjunto, debo reconocer, le daban un aspecto
hermoso, pero lo cierto es que no encajaba con el ambiente de la empresa, dispersa
con las manos en las bolsas de la ajustada chaqueta leía los carteles de
“emergencia”.

-Disculpa ¿buscas a alguien?, ya se fueron todos

Notables sus ojos verde agua voltearon destilando inocencia, y con una sonrisa
empática me respondió con una alegría exasperante.

-Espero a René Díaz.


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Por un segundo como sin comprender las palabras titubee, la perturbadora imagen
de esta niña besándose con rene me golpeo, pero ya hecha para soportar no perdí
la vertical y tomé hacia adelante, contesté un poco con enfado, pero en un genuino
afán de ayudar.

-No … -insistí al tiempo que negaba -su oficina está en el siguiente piso.

Ella me miró disgustada y seria y con voz encaprichada asintió mirando el elevador.

- ¡Él me dijo que lo esperara aquí!

Sin ninguna razón francamente disgustada, la miré de fijo con seriedad, mientras
trataba de comprender, en ese instante espontáneamente me sonrió, y me di
cuenta, estaba prohibido tener a personas esperando en la planta baja, punto de
acceso al edificio, y subir al piso donde Nelly era, para decir lo mínimo, peligroso,
donde lo menos es que se exponía a el soez ambiente rustico de los técnicos, y que
podría inclusos ir a roses físicos, aun así, no la quería ahí, su presencia me
exasperó, pero la situación era imponderable, así que baje la guardia tratando de
mantener mi línea dura.

-Sí bien -contesté con petulancia -mira si quieres al fondo debe haber unas bancas
para la espera.

Ella bajó la cabeza avergonzada y volteo a los elevadores y asintió, y retrocediendo


un par de pasos buscó lentamente los bancos de referencia, en tanto yo encrespada
me metí en la oficina, eso para mí mal solo empeoró la situación, diagonal a mi
ventana desde casi cualquier punto de mi oficina se podría ver con claridad las
bancas y la estúpida niña, que cruzada de brazos ausente del todo miraba al vacío,
yo disgustada arrebataba documentos y azotaba los cajones, sin dejar de mirar una
y otra vez a la insoportable belleza de aquella mocosa, sin mas sonidos que el
zumbido de los balastros de las luminarias dejaron el espacio al timbre natural de
los elevadores que de inmediato me alertó, y me contuvo, desafortunadamente por
la posición de los elevadores no pude ver las puertas, pero con claridad vi a la niña,
que con paso rápido se levantó dirigiéndose a las puertas de los elevadores, al igual
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que ella salté con un respingo y corrí a a la puerta de mi oficina, desde ahí solo vi a
Rene y a la chiquilla que platicaban con indiferencia, aunque muy de lejos solo pude
oír susurros, pero en lenguaje corporal vi la absoluta confianza entre ambos, intuí
sin mas pruebas que debía ser una relación muy cercana, un sentimiento de
impotencia me empezó a invadir, no podía soportar la escena, así que molesta me
aleje de la puerta y regresé a mi cotidiano cierre administrativo donde acomodaba
en gavetas clasificando en meticuloso orden los pasivos documentos, justo
levantaba mi bolso para retirarme oí el timbre del elevador de nuevo, y en un acto
reflejo corrí a alcanzarlo, cerrando con premura la puerta de mi oficina, esquivando
los escritorios y estanterías vi a lo lejos como Rene y la estúpida infanta abordaban,
sé que pude gritar que esperaran, pero no lo hice, y solo alcance a ver las puertas
cerrarse, llena de rabia y desesperación pulsé los botones solicitando el elevador, y
sorpresivamente se abrieron las puertas en el elevador contiguo, por un segundo lo
dudé, y fue que me di cuenta que algo no estaba bien, mi comportamiento ya rayaba
en lo infantil, pero no había mucho tiempo para dudar, un ligero timbre sonó de
nuevo, y las puertas empezaron a cerrarse, y el efímero suspiro que duró mi cordura
se acabó, me introduje y presione con furia los botones buscando llegar lo mas
rápido que se pudiera al estacionamiento, el vilo de la pesada secuencia numérica
en retroceso me pareció duraba años, pero que finalmente llego a su fin, y en una
autómata sobriedad abrió las puertas, la tétrica penumbra de los luminarios y el
incesante zumbido de los balastros me recibieron, al descender avancé con lentitud,
mientras buscaba en la vacuidad la mínima señal, y si, a lo lejos se escuchó la risa
coqueta y los pasos lentos acompasados de dos personas, mas bien a tientas seguí
el rastro de la voz rasposa de Rene que al igual que ella se oía reír, y los vi, a lo
lejos y diagonal, con lerda calma avanzaban sin prisa, ella feliz brin coteaba,
prácticamente colgada de su brazo, el erguido caminaba serio, los veía apenas en
la oscuridad, sigilosa yo los observaba en una etérea sensación de ebriedad, donde
no podía sentirme, espontáneamente ella de la nada lo soltó y el siguió el camino,
habían llegado a el automóvil, con parsimonia él abrió la puerta primero para ella, y
en un rabiosos recuerdo que me golpeo, lo vi haciendo lo mismo pero para mí, la
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chatarra que tenía por automóvil, para decir lo menos, era igual a el asqueromovil,
pero ella en un acto de alevosa coquetería se detuvo y antes de introducirse le
acomodó el cuello de la camisa, inocuo y sutil pero muy efectivo, él se sonrojó dando
un paso atrás, y tomándole la mano negando suavemente con la cabeza, la empujo
adentro, apreté la mandíbula los puños y la respiración, era evidente que él no la
deseaba, ya fuera de mi envuelta en furia avance para alcanzarlos y quitarle de
encima a la pequeña zorra, pero no llegué, antes de siquiera verme ambos se
subieron al automóvil, en mi desesperación yo me imaginé corriendo tras ellos, pero
no, solo había dado un par de breves pasos, cuando oí el pasador de la puerta
cerrarse y fue hasta entonces que realmente avancé, apresuré el paso en un
frustrante intento por alcanzarlos y detenerlos, pero aún a distancia no lo logré y
simplemente los vi alejarse, podría oír mi corazón y mi respiración agitada, necia
seguí caminando donde estuvieron, creando la falsa realidad de existencia y de
haberlos detenido, finalmente jadeando derrotada mi cuerpo temblando en ira, fue
que lo vi, junto a mí un parabrisas me lo mostro, pude ver a Lidia enardecida bufando
rabia, desaliñada y embravecida como una adolecente a mitad de una rabieta, y lo
comprendí, no regresarían, los había perdido, y peor, solo entenderlo frustrada
libremente solté a llorar, nunca en mi vida habría sucedido y ese día por primera vez
lo sentí, estaba celosa.
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Capítulo 10
Muy lejos de sentirme confundida, me divirtió la idea, cierto que para sobre pasar
esa dominante sensación de fracaso pasaron varios días, también esta el absurdo
donde nunca pensé que René o cualquiera de la oficina tuvieran vida social,
sobrepasando las puertas de la salida, imposibilitada para hablar de ello con Nelly
por razones obvias, tuve que eludirle la mirada por algunos días, pero ¿cómo se
esconde un sentimiento a una mujer?, y mas si es tu amiga, tuve que fingir y
pretextar un problema familiar, claro Nelly simplemente no se lo creyó, pero decidió
“no sofocarme”, mas difícil fue callar mi ira frente a René, que atónito recibía
respuestas sarcásticas e irónicas, aun siendo hombre estaba por demás evidente
mi frustración, el al igual que Nelly, decidió no preguntar, claro, algún día se me
había de pasar, en medio de esta desgastante situación las cosas empeoraron, la
hormona de la envidia se disparó cuando el pelmazo lerdo de contabilidad, en un
sin querer, con una sutil sonrisa de complicidad para con Nelly se descubrió como
el secreto con pantalón, si, pretendía a Nelly, empuñando las manos enterrándome
las uñas a punto de dolor aceptaba de mala gana las cancelaciones de Nelly, donde
en vidriosas mentiras se excusaba con el exceso de trabajo, para salir furtivamente
con “José”, me repetía en diferentes tonos a mis adentros “ella merece una vida”,
pero de poco le serbia a mi maltratado ego, finalmente y a base de aleatorios
desplantes de ira, que simplemente no podía controlar constantemente confrontaba
a Nelly, y fue donde finalmente ella reconoció su naciente relación con el nerd, y
claro el cortejo, dentro del mal formado triangulo sentimental, en oxímoron, el solo
saberlo me dio una precoz pero sólida tranquilidad, de hecho llegamos al punto
donde me gustaba oírla, sus “aventuras” que iban de lo trágico a lo cómico, a lo
dramático, pues si bien cierto, él no tenía mas compromisos, recién había terminado
una relación, como es de esperar, Nelly, como toda mujer, tendría que explorar el
terreno, y se tomó su tiempo, mas cuando la gracia mas notable de él se limitaba a
ser “buena persona”, nunca ubiqué a la chica rival, y ni falta que hacía, pero Nelly
sí que la tenía entre cejas, y mas de una ocasión llego a verla, y aunque en general
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la separación fue en buenos términos , Nelly se sentía la espuria, y como


consecuencia ella negaba dementemente ser su novia, pero en discreto testimonio
que solo me lo confió a mi reveló que mas de una vez los besos y caricias pasaron
a niveles escandalosamente íntimos; así de apoco en medio del tórrido romance de
Nelly, y las explicaciones de Rene, que excusaba la relación con la chiquilla como
el amor infantil de una pequeña desubicada, y encumbrada en la estabilidad de mi
vida poco o nada me parecía ya importante, cierto que Nelly para mí era ya
indispensable, no solo por compartir mi dolor, también porque lo mismo yo
compartía su sentir, una simbiosis de necesidades y un cariño que me recordaba
incesante la felicidad pasada, pero convencida que ella tendría el derecho de decidir
qué y a quien quería, me negaba en auto censura el derecho de reclamo.

Sin sentir una verdadera necesidad, pero siempre placentera la plática mordaz con
Nelly que igual destruía la reputación de una secretaria que encumbra la solides de
un gerente, nos distraía al final del que siempre era un pesado día, ella bien sabía
que poco o nada quería saber de José, pero siempre mujer, dispuesta me
encantaba oír sus devenires, pues en ellos abría la ilusión y la sensación de futuro,
empujadas por la vida ella platicaba su sentimientos queriendo que los compartiera,
nada raro era siempre la infortunada la aparición del que para ella representaba
amor, ella siempre feliz de ser la dama de un sueño, sonreía sin ocultar ese
sentimiento entre la felicidad y placer, era entonces cuando, con el criterio siempre
válido de que una pareja solo son dos, permitía que ellos salieran de la oficina y aun
bajar antes que yo, y no ser el tercero incómodo, ese día a pesar de mi tranquila
lentitud, que me permitió acomodar todo tal cual si fuera mi último día, me dio tiempo
de sobra para alcanzarlos en el estacionamiento, de lejos como una sombra me
movía ligera, mientras entrelazaban la mirada para darse en un beso, yo envidiaba
esas caricias que casi podía sentir mías, hasta ese día mi vida era simple y
completa, creía que aun sin Nelly me consideraría llena, y no tendría la necesidad
de compañía, y fue el tortuoso proceso de cambiar a la compañera por amiga, el
principio de mi nueva soledad, en eterna pugna, ser quien fui, y era, se debatía
quien soy, y como en otrora fue Laura, envidiosa sentía siempre la necesidad de
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tenerla para mí, y no saberla compartida, enviciada por la necesidad de amar, o


quizá un lamento de soledad, sentir que lo poco que me pertenecía tendría que ser
compartido, Nelly era en cambio natural, tener y ser amiga y novia, compartir su
sentir, y su ser para los demás, en un suspiro de añoranza quise arrebatar lo que
sentía mío, pero el comprender que una persona no es posesión me contuvo,
mientras aislada esperaba una palabra lejana dirigida a mí, soportando por primera
vez la envidia de no tener lo que sentía merecer, entristecida por mi arrogancia, me
erguí tan solo para recoger lo poco que me quedó de dignidad y sin orgullo me fui,
sola.

Y transcurrió el tiempo, a lo lejos no recuerdo si fueron solo días o pasaron años,


donde en vilo denso, vi crecer el taciturno amor de Nelly, enhebrando con
parsimonia el hilo de nuestra amistad, y lo mismo que yo en una tozuda necesidad
de no dejarme sola, me anteponía a José lo ameritara o no, y fue un viernes que
apenas saludarla en mi llamada matutina, sentí en Nelly una inusual distancia, no
era enojo, ni tristeza, pero no fue hasta la comida que pudimos hablar con una
relativa libertad.

-Ya, bien, ósea, ¿ayer él te habló a la una de la madrugada?, ¿y por eso estas así?

- ¿Así como?

-Pareces robot, caminas por inercia -reclame con indolente ira, mientras la apuntaba
con el índice -solo ve lo que pediste.

Rematé con desdén mientras señalaba su plato.

-¿Qué tiene de malo?

Respondió minimizando y con desdén.

- ¿Hamburguesa y doble de papas fritas?

- ¡Tenía hambre!

Por un segundo se hizo la luz y pensé que sabía lo que sucedía, y asombrada
reclamé con espontanea felicidad.
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- ¿¡Estas embarazada!?

- ¿Qué?... no… no… ¡no digas estupideces!

Enfadada le mire pon un minuto forzándola a retraerse mientras ella con una dócil
solemnidad embarraba un par de papas con aderezo para lentamente comerlas.

- ¿Y bien?

Pregunté mientras tomaba un cuchillo y con sínica alevosía cortaba un pedazo de


su hamburguesa, pero lejos de ser ofensivo me miró con una media sonrisa de
agradecimiento.

-Y bien, ¿qué?

Respondió lentamente observando su plato perdiendo la mirada en un limbo de


tristeza.

- ¿Qué te pasa?

Insistí mientras jalaba su plato y vaciaba el resto de papas a mi plato, y finalmente


fue que ella reaccionó, y sorprendida, pero sin hacer nada negó con la cabeza, y
mientras yo le regresaba su plato, por un instante, ella pareció perderse en un
pensamiento, pero con un pequeño salto pareció reconectar haciendo a un lado la
grasosa hamburguesa, llamando a la mesera.

- No sé -contesto distraída haciendo la seña al aire pidiendo la cuenta,


regresándome la vista de inmediato y con una densa tristeza lo dijo sin mas
preámbulo directo y sin miramientos - ¿qué vas a hacer este sábado?

Extraordinario Nelly después de meses de tan solo ser su amiga, quería tener una
“tarde de chicas”, y después de una breve deliberación, donde en verdad la pereza
me obligaba a preferir mi casa me convenció bajo la coacción de ser ella la que
requería de ser cobijada con ternura y paciencia, y esta vez me toco ir a su casa,
así con tres toques discretos, el sábado en punto de las nueve de la madrugada
llamaba a la puerta, y escuché como en lejanos murmullos se acercaba, y en un
fantasmal cambio en las siluetas que se dibujaban tras la puerta pude adivinar su
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presencia, y con una imitación casi creíble de inocencia salude a la mirilla, ella
pesada, y lenta abrió la puerta, en verdad sorprendida, la encontré con las gafas de
lado el pelo enmarañado semivestida con algunas prendas que tan solo cubrían
estrictamente lo necesario, mi expresión que debió ser de asombro por un segundo
me detuvo, mientras ella extrañada se auto examinaba con desdén, y abría
ligeramente los brazos me miró con desprecio al tiempo que sacudía la cabeza.

- ¿Qué?

Yo sonreí con malicia y grité al aire con cinismo.

- ¿¡José estás aquí!?

Entendiendo el sarcasmo en pose de fastidio y de malas me dio una negativa con


la cabeza al tiempo que me tomaba de la muñeca y me hacía pasar.

- ¡Que simpática!, bien sabes que estoy sola.

Fue ahí donde lo extraño se convirtió en bizarro, sentí primero un ligero aroma
etílico, que inconfundiblemente venía de ella, y que ya dentro pude constatar mi
acierto al ver una botella prácticamente vacía de wiski, en medio de ropa que iba de
accesorios como bufandas y mascadas a prendas íntimas, entrelazados a dispersos
pañuelos desechables usados, por un instante la miré con ternura esperando
encontrar, alguna respuesta, después levanté la botella sonriendo con
desaprobación.

-Nelly…

-No fastidies, eso es de anoche

Reclamó con indiferencia, al tiempo que trataba de arrebatármela, en ese momento


con razón supuse que cualquier cosa que pasara no me lo diría, así que opte por el
plan “B”

- ¡Báñate!, apestas a tugurio, y por lo que mas quieras, ¡vístete!


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Con un robótico fastidio se agachó y con desgano levantó una pantufla y


rápidamente se sentó en el sillón para calzarla, ciertamente hasta ese momento no
había notado que solo llevaba puesta una.

-Si mamá.

Replicó enfadada mientras daba media vuelta y buscaba un poco de ropa y los
accesorios de baño, en tanto yo mirando encontré que el desastre iba mas allá de
la sala, y como un agente del mal esparcía los tentáculos a la cocina, la recamara
la estancia, y aunque sin poder constatarlo estaba segura que al baño, y, en fin,
todas las habitaciones estaban, para decir lo menos, hechas un desastre,
rápidamente con algo de recelo asee un poco la sala y la recámara, encontrando a
mi paso tangible evidencia de una profunda depresión, si hay alguien que por fuerza
tendría que saber que pasaba seria yo, y si, obvio, por eso estaba ahí, pero como
siempre fue en mí, preferí que ella lo dijera y no se sintiera forzada, y justo cuando
empezaba a retirar los rancios vestigios de lo que me pareció una pizza oi que ella
salía de lo que me pareció un larguísimo pero al parecer relajante baño, mas fresca,
pero aun con el lúgubre paño de tristeza, me sonrió en una breve mueca al ver que
su casa regresaba a el cotidiano orden, pero en un gesto de mal gusto no hizo por
agradecer, lentamente se aproximó a el pequeño tocador, donde mecánicamente
se acicaló mientras en breves miradas me veía entrar y salir a la cocina.

-Déjalo ya -remilgó mientras cejaba con lentitud el pequeño fleco de su frente -


mañana viene el aseo.

Por un instante la miré con disgusto mientras sostenía una bolsa repleta de
purulenta comida chatarra.

-No -replique al tiempo que cerraba la bolsa anudando las esquinas -ya casi termino
-rematé mientras buscaba un trapo - ¿A dónde vamos a ir?

Por un breve instante me miró en el reflejo del espejo, y con indiferencia negó
lentamente.
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-No sé -dijo mientras buscaba a tientas sobre la mesilla del tocador los odiosos
lentes cuadrados -talvez… -replicó lentamente mientras limpiaba las gafas -no debí
invitarte a venir.

Si, claro, me ofendió, y por venir de cualquier otra persona lo hubiera tomado mal,
pero no de ella, nunca de ella, así que solté trapos y bolsas, con estudiada
parsimonia me acerqué, y me senté recargándome en la mesilla del tocador, y ya
viéndola de frente y a los ojos le pregunté con una media sonrisa de ufano triunfo.

-¿Quieres quedarte sola?

Ella se ilumino en una triste sonrisa y sacudiendo la cabeza en una ahogada lágrima
alcanzo a replicar.

-NO.

Y regresó, mi Nelly, regresó, y en un brinco estallo en una exasperante perorata,


donde renegando de los ponzoñosos vegetales transgénicos termino de asear la
cocina mientras extraía un montón de vegetales, los mescló en un licuado, y sin mas
los consumió casi en su totalidad de dos enormes tragos, según ella en su dicho
servirían de desintoxicante a esa horrible comida, y que en vanos intentos trató de
hacerme consumir, continuó en un repentino frenesí, y sin perder el paso en su
clásica comida digna para una vaca, al pesar platicamos como siempre, que por
más cómoda la conversación intrascendente, donde en efímeras notas
recapitulamos con mórbido detalle los cotilleos de la oficina, afilando la perspicacia,
abusando de nuestra malévola indiscreción, descubriendo los mas picantes
secretos de nuestros compañeros, eso nos llevó a un frívolo desfile de modas, que
sin mas guardarropa que el de Nelly, tuve que vestir la incómoda y muy estridente
ropa de ella, pero que sin más gloria era aplaudido simbólicamente, entre gestos
vanos modelamos desde la más abrigadora chamarra hasta la ropa mas descarada
y sensual, que de hecho no dejaba nada, absolutamente nada, a la imaginación, y
fue cuando en una malévola sonrisa nos dimos cuenta, y en un ataque de vanidad
nos pareció que el maquillaje podría reparar el fino trabajo del tiempo, y como fuera
en nuestra primera cita, nos sentamos cara a cara mientras mirábamos con
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detenimiento lo que parecía irremediable, yo empecé entre rímel, maquillaje, labial,


colorete, sombra, y cuanto color se me atravesó hice mi voluntad, pero la venganza
con lentes me miró con perversidad y aprovechó cada pequeña imperfección para
decorarla, finalmente ella se alejó sin perder un segundo mi rostro a su vista, con
esa media sonrisa orgullosa y depravada se levantó y me contempló, y en un reflejo
de satisfaccion suspiró lentamente y se volteó a su pequeña mesilla que hasta
entonces vislumbré solo fungía de tocador, y después de escarbar un par de veces
en un pequeño alhajero lo extrajo en dos dedos.

-Dale otra oportunidad -dijo meciendo con suavidad la peineta, que por sus colores
debía ser mas mía que de Nelly -ham -agregó con vergüenza -¿si me acerco me
golpearás de nuevo?

La pregunta me hizo sonreír con sorpresa, pero con orgullo, y me sentí feliz, y con
media sonrisa en un ademan de acopio se acercó a mi desenredando con cuidado
la peineta, al momento en un respingo hacia atrás levanté la mano y en tono serio
contesté con parsimonia.

-Si -suspiré con calma, pero inmediatamente sonreí -yo me la pongo.

Y mientras con cuidado y sin prisa me alisaba el pelo, sin perder la vista al espejo
me ponía la baratija ella me miró con una extraña lejanía, y lo vi en su mirada, ya
estaba lista y lo diría, solo tenía que oírla, y eso hicimos

-Quiere sexo.

Sorprendida, y dicho entre líneas, comprendí que hablaba de José, con una sonora
carcajada despiadada me burlé de ella.

- ¿Qué?

Ella lentamente se sonrojó, abriendo la boca incrédula y tratando de minimizar


respondió a traspiés.

-Que él quiere sexo.


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Insistió con vergüenza, dando rodeos en un murmullo apenas audible,


desconcertada ante la inesperadamente muy pudorosa Nelly.

- ¿No te has acostado con él?

Ella abría y cerraba los ojos mientras negaba con la cabeza y buscaba las palabras
contestando en un absurdo tartamudeo.

-Bueno es que… -decía al tiempo que alzaba las manos -tú lo has visto… no es
precisamente guapo… -dijo sentándose a la orilla de la cama -además, que tal que
no le gusta…, o…, o…, solo me busca para una noche…, y…, y…, que voy a hacer
con un hijo y sola.

Si, las absurdas escusas rayaron en lo estúpido, así que inmediatamente concluí lo
obvio, había algo mas, pero por su elección ese no era el momento, así que nos
iríamos con calma, en su lugar, pero mal puesta solté la peineta, y la miré por un
segundo.

-Bien -dije tranquila -esas preguntas las haremos cuando lleguemos ahí -y concluí
con una breve sonrisa -mientras vamos a esperar que el tiempo nos alcance.

Lentamente con una discreta sonrisa bajo la cabeza, y vi una pequeña lágrima, que
en un retorcido camino a través de la mejilla se acumuló en su barbilla, y como en
un golpe que viene de atrás se descolgó en un largo hilo, que al romper arrancó un
dolor profundo y triste, su gélida indiferencia me golpeo en la mano, sin saber cómo
en algún momento me abracé a ella buscando protegerla, pero paradójico y a pesar
de sentirlo, no pude llorar, he hice lo único que sentí podría confortarla, la cubrí con
mi cuerpo apretándola tan fuerte como mis brazos lo permitieron, durante algunos
minutos guardamos silencio, pues poco habría por decir, y el bizarro concepto de
“el indicado” regresó, pese a que ya para entonces me era claro, no comprendía
porque él no habría de serlo, un descanso y mucha paciencia nos trajo al tiempo la
calma, y pude sentir como ella en un confortable sopor retomaba y cejaban sus
lágrimas, y aun así no podía soltarle, pues al parecer era mi cercanía lo único que
la contenían, y fue hasta que lentamente su respiración calma y tibia bajaron el ritmo
Libro 1
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que lívidamente aflojé un poco, ahí en lo mas íntimo del momento ella bajo su mano
y con delicadeza se afianzó a la mía, y el universo se tomó una pausa, en un minuto
eterno sentimos de la otra el regaló de la infranqueable promesa incondicional de
fidelidad, con los botos renovados me deje sentir la extasiante felicidad, que terminó
con un frente a frente en una mirada cómplice, así en un suspiro mientras cavilaba
vi entre trebejos y escombros del pasado una pila de discos en CD, y con la malicia
de una niña me levanté de un brinco y con el movimiento mecánico de la memoria
muscular, me acerqué descubriendo con agrado que en verdad Nelly tenía una
inmensa y maravillosa colección de arcaica música que iba de suaves ritmos
románticos e instrumentales hasta el mas bizarro y estridente rock, no fue difícil
encontrar varios de los que eran mas bien a mi gusto, seleccioné uno y encendí el
vejestorio plateado que en destellos de luz verdosa encendió un display, vale decir,
Nelly había sabido cuidar el aparato y desde la primera nota destelló un fino sonido
limpio a distorsiones, dispersa en la silueta del pasado por un momento perdí mi
atención a Nelly, y no fue hasta que en reflejo del espejo encontré su mirada que
me sonreía en una diáfana felicidad, y fue que regreso a nosotros esa intensa
inquietud de la vida, suspiramos por tiempos mejores, escuchando la música, en
medio de aquellos artistas que quizás ya no existieran mas que en la torcida
memoria de dos jovencitas en el pasado, igual gritamos al anhelo de la mas
romántica melodía, que coreamos los estridentes sonidos asíncronos de algo similar
a la música, y fue el tiempo de aquella que sin gloria llegó y se fue, entonando en
su original canto me obliga a callar, y vivirme en la sombra del recuerdo con la
misma tristeza eufórica que llenaba, al verme Nelly en un sollozo se tomaba mi
mano.

- ¿Laura?

Apenas asentí con la cabeza se dispuso a quitarla, pero con una melancólica
sonrisa y una mirada severa basto para comprender que siempre sería mejor vivir
con mis recuerdos que huir de ellos, y llego mi turno, me abrazó, enlazando a mí su
ser, y confortándome alivio el peso del dolor, y sentí la absurda seguridad de
sentirme protegida, y acompañada, y lo que fue volvería ser, el recuerdo de Laura
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tiernamente acunada en mi regazo llegó a mi hoy, y entonces lo comprendí, sabia


porque estaba ahí, sorprendida exhale en un espasmo y la alejé un poco, y
rápidamente la tomé de los hombros, y ella completamente dueña de sus actos, con
la mirada al frente, en un tono raso y severo lo dijo sin titubear.

- ¿Quieres ser mi novia?

Me sentí intangible, asustada, al fin confrontada a la pregunta que no quise hacer,


y por fuerza debía contestar, cobarde bajé la mirada, pensé, incomprensible de mí,
sería que ella al fin era mía, nunca mas la tendría que compartir, e igual que fue,
seriamos una, me acerque pues tenía que tocar y sentir mi sentir, no bastaba saber
que soy, quería saber que quiero, como fue, hoy, la respuesta seria por amor, al ver
esa dulce mirada cristalina, limpia, sonreí pues la encontré, Nelly lo sabía, siempre
lo supo, yo solo tenía que decirlo y lo hice.

-No.

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