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Capítulo 9

Las promesas éticas contemporáneas99

Felicidad a la carta

Eugenio Yáñez R.

Introducción

No es necesario ser filósofo, sociólogo o historiador, para percatarse de que la


filosofía lucha por sobrevivir. En los colegios, en las universidades, en el foro
público, ella intenta mantenerse a flote, navegando entre Escila y Caribdis tratando
de sortear las violentas marejadas posmodernas y de posverdad que amenazan con
arrasar con todo atisbo de reflexión filosófica. La UNESCO constataba en el 2009
que en los últimos tiempos la filosofía ha estado a menudo amenazada, hasta
desaparecer total y simplemente de los programas de enseñanza secundaria de
ciertos países (…). Una tendencia mundial ha buscado reducir, incluso suprimir, a
la filosofía de la enseñanza básica, media y superior, así como de la vida cultural y
social de muchas naciones. La existencia misma de la filosofía en la sociedad está
en peligro100 .

La filosofía y más aún, filosofar se ha convertido en una actividad prescindible, pues


nuestro mundo se mueve en torno a parámetros como el poder económico y político,
bajo el primado de la utilidad, del individualismo y el imperio del progreso técnico.

99 Parte de estas reflexiones han sido publicadas en otras partes


100 UNESCO, Enseñanza de la Filosofía en América Latina y el Caribe, 2009, página 54. Ver también,
La filosofía, una escuela de la Libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la
situación actual y las perspectivas para el futuro, 2007
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Dicho de otro modo, la racionalidad técnica ha desplegado todo su poderío,
extendiendo sus tentáculos a prácticamente todas las áreas del conocimiento, de
tal modo que ya no necesitamos una “ciencia del espíritu”. Si antes la palabra
filosofía la escribíamos así: φιλοσοφία ahora la escribimos así: “01100110 01101001
01101100 01101111 01110011 01101111 01100110 01101001 01100001” (sistema
binario).
Sin embargo, una de las disciplinas filosóficas que se mantiene a flote es la ética.
Ella conserva aún, aunque algo ajados, sus viejos títulos de nobleza, negándose
terminantemente a que le pongan la lápida posmoderna. Afortunadamente se ha ido
creando una cierta conciencia de que una serie de problemas económicos, políticos,
ambientales, empresariales, médicos y científicos, tienen su raíz en la falta de ética,
y, en consecuencia, se necesita de ella. A propósito de los escándalos financieros
(crisis subprime, escándalo de emisiones de Volkswagen, escándalo contable
de WorldCom, engaño contable de Enron, Esquema Ponzi de Madoff,
corrupción en Petrobras, el llamado caso Papeles de Panamá, Caso
Obredecht, Caso La Polar en Chile, y un largo etc.) se produjo una suerte de
revival ético. Se levantaron muchas voces clamando por más de ética en los
negocios. No obstante, parece que pese a los ríos de tinta clamando por más
honestidad, transparencia, justicia, fair play, no se advierten cambios
sustantivos. Pero no solo se reclama por más ética en los negocios, también
en otros importantes ámbitos como el político. La corrupción política es
universal, involucrando desde presidentes hacia abajo. No es extraño,
entonces, que la imagen y prestigio de los políticos esté por los suelos. Pese
a los clamores por más honestidad, mayor transparencia, más laboriosidad y
menos corrupción en la vida política tampoco se advierte un cambio
fundmental. Otra área que reclama urgentemente de una regulación ética a
nivel global son las redes sociales, invadidas por las fake news. Aunque son
muchos los que han rasgado vestiduras, las redes en su anonimato parecen
no escuchar estas voces que claman en el desierto. El campo de la medicina
o de la investigación científica tampoco está exento de una necesaria
regulación ética. No todo lo que es técnicamente posible, es moralmente

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admisible. Sobre la necesidad de comportarse éticamente en nuestra vida
personal y cotidiana también se ha escrito profusamente. Una obra
emblemática en este sentido, un auténtico best seller es Ética para Amador de
Fernando Savater (1991), con traducciones a más de siete idiomas y más de
cuarenta ediciones. No obstante, ¿qué tan leído fue por los adolescentes, a
quienes estaba dedicado?101

Ahora bien, ¿es suficiente constatar este renacer ético para mirar el futuro de la
humanidad con optimismo. En la actualidad existe una multiplicidad de ofertas
“éticas” presentes en el “mercado de las ideas” y que podríamos denominar como
éticas posmodernas, que, dicho sea de paso, distan mucho de estar fundadas en el
bien y en la ley moral natural, y que solemos llamar ética de la virtud, o sea, aquella
que exige el ejercicio de las virtudes para alcanzar cierta plenitud o perfección.
Entre la multiplicidad de éticas presentes quisiéramos llamar la atención
sobre la “ética indolora”, la “ética práctica”, la “ética del discurso”, y la “ética
transhumanista”, que en los últimos años se ha abierto camino a pasos
agigantados.

I.- Las éticas contemporáneas o postmodernas

Suele designarse como éticas contemporáneas aquellas corrientes filosóficas


dedicadas a la reflexión moral que se han desarrollado durante la segunda mitad
del siglo XX hasta nuestros días, caracterizadas por sus múltiples y disímiles
planteamientos. Carlos Massini-Correas siguiendo a Gordon Graham postula que

101 No lo sabemos con certeza, y no es fácil saberlo. Solo sé que en el año 2019 visité varias
librerías en Madrid, grandes y pequeñas, con venta de libros nuevos y usados. Pregunté a los
encargados si recordaban haber vendido el libro de Savater a adolescentes. Ninguno
recordaba haberlo hecho, si a muchos adultos, que veían en esta obra una herramienta
pedagógica que pudiera orientar a sus rebeldes hijos. En contraste pregunté por Harry Potter.
Todos los vendedores recordaban las “hordas” de adolescentes (también muchos adultos),
haciendo cola para comprar cada una de las nuevas entregas de la saga. Algo parecido
sucedió con la saga de El Señor de los Anillos y Juego de Tronos. Dicho sea de paso, me
parece muy bien que los adolescentes lean estos libros, en donde hay muchas enseñanzas
morales y ejemplos heroicos, en un mundo como el nuestro tan necesitado de héroes.
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se pueden distinguir ocho modelos en la ética actual: “egoístas, hedonistas,
naturalistas (o de la virtud), existencialista, kantiana, utilitarista, contractualista y
religiosa”102 Sin desconocer la utilidad de estas distinciones, en líneas muy
generales podemos afirmar que en la actualidad hay un cierto primado de las éticas
que podríamos llamar “relativistas” o subjetivistas, herederas de la ética utilitarista,
cuyos máximos representantes fueron John Stuart Mill (1836 – 1873) y Jeremy
Bentham (1784 - 1832). Las llamamos relativistas, porque para estas éticas el bien,
a diferencia de la llamada ética clásica, es relativo al periodo histórico en que se
vive, al lugar donde se habita, a la cultura que se respira. Pueden ser llamadas
también “subjetivistas”, porque la maldad o bondad de una acción dependerá de la
conciencia del sujeto, es decir, no existen las acciones buenas o malas en sí
mismas, dado que la bondad o maldad de una acción será atribuida por el sujeto
que juzga. De este modo, mentir, por ejemplo, puede ser una acción mala y buena
a la vez, dependiendo de las circunstancias o de la intención. De este modo, el bien
en sí mismo deja de ser el fundamento de la ética y es reemplazado, verbi gracia,
por la capacidad de sentir placer, por el bienestar individual, por las emociones o
por el consenso. En este contexto el filósofo/sociólogo polaco/británico Zigmunt
Bauman afirma que “como resultado de que la era moderna haya llegado a su etapa
autocrítica, autodenigrante y, en muchos sentidos, autodesmanteladora (proceso
que el concepto de ‘posmodernidad’ pretende abordar y transmitir), los diversos
caminos que antes seguían las teorías éticas (aunque no las preocupaciones
morales de los tiempos modernos) acabaron por volverse cada vez más una especie
de callejón sin salida, aunque también abrían la posibilidad de una comprensión
radicalmente novedosa de los fenómenos morales”103 Dicho de otro modo, cuando
la autonomía del sujeto se abre paso y se abandonan los viejos atavismos del
pasado que esclavizaban nuestra conciencia, como la religión, surgen nuevas éticas
o nuevas formas de moralidad. Bauman agrega que, en la época posmoderna, “la
ética se denigra o se considera una de las restricciones típicas de la modernidad,
cuyas cadenas finalmente han sido rotas y echadas al basurero de la historia; los

102 Carlos Massini-Correas, Alternativas a la Ética Contemporánea. Constructivismo y Realismo


Ético. RIALP, Madrid 2019.
103 Zigmunt Bauman, La ética Posmoderna, Ediciones siglo XXI, Madrid, 2009, pág. VIII

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grilletes antes considerados necesarios son ahora claramente superfluos: una
ilusión sin la cual pueden vivir perfectamente el hombre y la mujer actuales”104.
Una de las características de las éticas pos modernas sería el rechazo a la forma
clásica de abordar los hechos morales, y no en dejar de lados las preocupaciones
morales. “Los grandes problemas éticos —derechos humanos, justicia social,
equilibrio entre la cooperación pacífica y la autoafirmación— no han perdido
vigencia; únicamente es necesario verlos y abordarlos de manera novedosa”105.
Para Bauman, “el código ético a prueba de tontos —con fundamentos universales
e inamovibles— nunca se encontrará y, después de habernos quemado los dedos
con demasiada frecuencia, ahora sabemos lo que no sabíamos entonces, cuando
nos embarcamos en ese viaje de exploración: que una moral no aporética, no
ambivalente, una ética universal y con ‘fundamentos objetivos’ es una imposibilidad
práctica, quizás incluso un oxímoron, una contradicción”106

II.- Una “ética indolora” para Narcisos en tiempos de opulencia

La expresión “ética indolora” fue acuñada por el sociólogo y filósofo francés Gilles
Lipovetsky en su libro El Crepúsculo del Deber. La Ética Indolora de los Nuevos
Tiempos Democráticos107 publicada en el año 1992. En este libro alude a una forma
de entender la ética como una actividad privada, individual, frívola y narcisista. A
cada generación le gusta reconocerse y encontrar su identidad en una gran figura
mitológica o legendaria, que reinterpreta en función de los problemas del momento:
Edipo como emblema universal, Prometeo, Fausto o Sísifo como espejos de la
condición moderna. Hoy Narciso es (…) el símbolo de nuestro tiempo108. Según
Lipovetsky en el principio la moral era Dios (…) Dios es el alfa y omega de la
moral109. Esta forma de vivir la moral dio paso a una ética que no nos causa dolor

104 Idem., pág. IX


105 Idem, pág. X
106 Idem, pág. XIX
107 También aborda el tema en sus obras La era del vacío (1983) y La felicidad paradójica, (2006).
108 Lipovetsky, Gilles, La Era del Vacío, Editorial Anagrama, Barcelona, Octava edición, 2010, pág.

49
109 Lipovetsky, Gilles, El Crepúsculo del deber, ref. dada, pág. 21.

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ni mayores preocupaciones, que exalta la libertad y la autonomía, pero que no
desconoce el deber. La cultura narcisista no obedece a un egoísmo descarnado
totalmente despreocupado de su entorno, sino que lo entiende de modo
individualista. Lipovetsky postula que no han desaparecido los imperativos éticos,
como la lucha contra la corrupción y la violencia, la protección del medio ambiente,
las acciones humanitarias a favor de los más pobres, las acciones generosas de
músicos famosos (Michael Jackson, Bono), o los multimillonarios donando parte de
su fortuna para fines benéficos. La ética ha cambiado de eje. Estas encomiables
acciones altruistas, no tienen como fundamento el bien o el amor de benevolencia,
sino la empatía, propia de esta época de la pos-moralidad. El éxtasis solidario, es
en consecuencia, superficial y coyuntural, pues la ética indolora es una ética sin
responsabilidades, sin obligaciones, sin sanciones, sin reparaciones, sin esfuerzos,
sin renuncias y solo exige al individuo tener buena conciencia, de modo que se
conmueva ante la desgracia ajena, pero sin exagerar demasiado. Esta ética con
rasgos psicopáticos (no hay culpa, no hay remordimiento, no hay arrepentimiento)
es un traje hecho a la medida para este Prometeo narcisista, que no es indiferente
ante la miseria humana, pero no la dramatiza. La indignación ante la imagen de un
inmigrante salvadoreño y su hija de dos años ahogados en el Rio Bravo mientras
trataban de cruzar la frontera, es rápidamente olvidada gracias a la película de
acción que viene después de las noticias. El sufrimiento ajeno exhibido diariamente
a través de los medios de comunicación resulta insoportable, no porque el dolor
humano lacera la conciencia moral, sino porque es una agresión a nuestra propia
calidad de vida. Estamos, entonces, ante una moral de la opulencia, en la época de
la pos-moral y del pos deber, porque elimina los valores y deberes incondicionales
o absolutos del pasado y proclama el derecho sagrado del individuo a la autonomía
y a la felicidad a su modo. Nuestras acciones morales se han liberado de los últimos
resabios opresores como los deberes, los mandamientos o las obligaciones de
carácter absoluto. Los individuos están conscientes de su autonomía moral y por lo
tanto no están dispuestos a ceder un ápice de su libertad, entendida como ausencia
de coacción, y tampoco hacen un esfuerzo por alcanzar y/o defender sus ideales
morales. Se acabaron las utopías, nos volvimos pragmáticos. El individualismo

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campea en la búsqueda de la buena vida (no la vida buena), cuyo único límite es
una cierta tolerancia La época del pos deber solo admite una moralidad minimalista.

Este derecho intocable a la felicidad a la carta no es, sin embargo, una patente
de corso para hacer lo que el individuo quiera, sin ningún tipo de regulación
jurídica. La sociedad posmoderna no elimina del todo leyes que castigan por
ejemplo el uso de drogas y el narcotráfico, la corrupción, la evasión de impuestos,
la protección de menores, el robo, los asesinatos, etc.). La posmodernidad no
sinónimo de caos social, pero tampoco presenta un proyecto de la vida buena.
No existe una tal vida buena, no existen valores más importantes que otros, todos
tiene el mismo rango, lo único que interesa, es que no interfieran con la libertad
individual del otro o más bien no obstaculice la necesaria búsqueda del placer y
la autonomía del resto. En esta perspectiva, por ejemplo, cuando una mujer
aborta, no daña a ningún tercero, y abortar es una muestra de su derecho a ser
feliz.
En la ética indolora no se habla de virtudes, solo del respeto por la libertad del
otro. La libertad, entendida como ausencia de coacción y autonomía son valores
supremos. El rol principal de las leyes no es prohibir, sino cautelar la mayor
cantidad de libertad posible. Algunos deberes mínimos son necesarios no para
restringir la autonomía, sino por el contrario para ampliarla. Se entiende,
entonces, porque esta ética, promueve directa o indirectamente el consumismo,
el hedonismo. En virtud de lo dicho, se puede colegir que la ética indolora está
atravesada por la ambivalencia, es decir, por un lado, prescribe una suerte de
manual de las buenas costumbres, como, por ejemplo, hacer deportes, comer
saludablemente, ir al Gym regularmente para cuidar la figura, mantenerse joven,
delgado y soltero, preocuparse siempre del outfit, etc. Pero, por otro lado,
promueve el placer y la buena vida, sin ningún tipo de cuitas de conciencia, vale
decir, sin responsabilidad moral, exalta el consumo y el verse bien, por sobre
cualquier valor espiritual.

La ética indolora, nos propone un catálogo de “deberes morales mínimos” y de


“permisos morales máximos”. Dentro de los deberes se cuentan entre otros: a) no

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discriminar ningún estilo de vida. Todos son válidos; b) ser altruista, por ejemplo, no
faltar a ningún evento de beneficencia; c) participar en todo tipo de marchas contra
cualquier tipo de causa humanitaria, como el derecho de los animales, de las
minorías sexuales, étnicas, raciales, etc.; d) ser ecologista, o sea, preocuparse por
el medio ambiente; e) ser vegetariano, vegano o climatariano; f) participar en alguna
maratón por la una vida saludable; g) luchar contra la violencia, siempre y cuando
no altere mi calidad de vida; h) ser animalista. Luchar por el derecho de los animales.
Dentro de la abultada lista de permisos se cuentan: a) practicar el sexo libre (parejas
abiertas, swinger, menage a trois, etc,); b) fumar, pero de manera responsable, vale
decir, en los sectores habilitados fumadores; c) beber moderadamente, no para no
emborracharnos, sino para mantener la figura; d) ser infiel, pero sólo si me asiste la
convicción de que terminó el amor; e) aborto libre, como método de planificación
familiar, si obstruye mis planes de independencia o si interfiere en mis propios
intereses; f) consumo recreativo de drogas blandas; g) Carpe diem a la carta; h)
mentir, si es por una buena causa individual; i) no olvidar que el dinero aunque no
haga la felicidad, ayuda mucho; j) ser exitoso, aunque él éxito tiene su precio, es un
precio que vale la pena pagar, y se debe conseguir de cualquier modo; h) buscar el
poder, como si nos estuviésemos buscando a nosotros mismos; i) Probar todo y de
todo, porque lo importante es haber actuado en conciencia; j) buscar algún tipo de
religión, que nos ayude a tranquilizar nuestras conciencias y darme una energía
cósmica. El principio que opera detrás de estos catálogos algo pueriles, es mantener
una neutralidad valórica, pues no existe una vida mejor que otra, tan válida como
forma de vida es la de un ladrón, como la de un sacrificado padre de familia. Como
ya lo profetizara el famoso tango cambalache escrito por Enrique Santos Discépolo
en 1934:

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor


Ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador
Todo es igual, nada es mejor
Lo mismo un burro que un gran profesor

167
No hay aplazados, ni escalafón
Los inmorales nos han igualado
Si uno vive en la impostura
Y otro roba en su ambición
Da lo mismo que si es cura
Colchonero, rey de bastos
Caradura o polizón

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril


El que no llora, no mama, y el que no afana es un gil
Dale no más, dale que va
Que allá en el horno se vamos a encontrar
No pienses más, siéntate a un lado
Que a nadie importa si naciste honrado
Que es lo mismo el que labura

Noche y día como un buey


Que el que vive de los otros
Que el que mata o el que cura
O esta fuera de la ley

Evaluación crítica

El estilo de vida saludable, el cuidado del cuerpo, la preocupación por el medio


ambiente, manifestarse contra la violencia y la discriminación, las causas
humanitarias son aspectos rescatables sin duda de esta forma de vivir la moralidad,
sin embargo, la ética indolora en esencia lo que persigue no es “el” bien personal o
común, sino más bien el bienestar material y emocional de cada individuo. Es decir,

168
se orienta a la búsqueda individualista de realización personal, sin los otros y a
veces, a pesar de los otros. No pretende erradicar el mal, solo combatirlo siempre y
cuando ello no nos cause dolor o mucho esfuerzo. La viga maestra de esta ética del
pos deber es la autonomía individual, con vicios privados y virtudes públicas
según la ya clásica fábula de las abejas de Mandeville. En consecuencia, cede
a la tentación e ilusión de que la felicidad se alcanza solo con el esfuerzo individual.
Felicidad reducida al carpe diem, para lo cual se requiere de una libertad
prácticamente sin límites y una buena cantidad de dinero, pues el placer o el
bienestar material no es gratis. Como no existe una verdad, sino cada uno tiene la
suya, cualquier forma de vida es válida, y, en consecuencia, no existe una
preocupación por ser mejores personas o por mejorar al otro si fuese necesario. No
existe la vida buena. Esta pos moral es fácil vivirla en los países opulentos, en los
países ricos, pues consumir, llevar una vida placentera, como la que se nos
describe, cuesta dinero, no es gratis. Ha sido la experiencia la que se ha encargado
de decirnos que los resultados no han sido los esperados, sino por el contrario,
estos países hiper desarrollados en lo económico, muestran altas tasas de
depresión, de suicidios, de soledad, de estrés, de violencia. La principal víctima ha
sido la familia.

III. La inmoralidad de la “ética práctica”

Esta expresión (ética práctica) que parece ser una tautología, corresponde al título
del libro de Peter Singer publicado el año 1980. Este filósofo australiano pretende
llamar la atención sobre los problemas concretos, evitando, según él, las inútiles
abstracciones, propias también de la ética clásica. Los temas que realmente
importan, nos dirá, no son problemas académicos que se encuentran en las teorías
abstractas de filósofos que se mantienen alejados del mundo real publicando
artículos en revistas eruditas110 , sino temas prácticos como el trato a las minorías

Singer, Peter, Repensar la vida y la muerte, El derrumbe de nuestra ética tradicional, Paidos,
110

Barcelona, 1997, pág. 17.


169
étnicas, la igualdad para las mujeres, el uso de animales como alimento o
investigación, la conservación del medio ambiente, el aborto, la eutanasia, y la
obligación de los ricos de ayudar a los pobres111. Singer irrumpe en la escena
académica como el profeta que nos anuncia la nueva “verdad”, a saber: la ética
tradicional o ética de la virtud ha muerto, pues el añejo y sesgado principio (religioso)
que la sostuvo con vida, a saber: la santidad de la vida humana, no sólo es
inaplicable en la actualidad, sino más aún, es inmoral. La ética clásica se habría
derrumbado al no responder a los nuevos problemas y desafíos de nuestra época.
Más aún, la farsa en que la ética tradicional se ha convertido es también una
tragedia que se repite incesantemente, con pequeñas variaciones, en las unidades
de cuidados intensivos de todo el mundo, nos dice Singer112. Y agrega que pensar
que la vida humana es sagrada no va más allá de ser un sesgo religioso, impuesto
desde la irrupción del cristianismo. Durante los siglos de la dominación cristiana del
pensamiento europeo, las actitudes éticas basadas en estas doctrinas se hicieron
parte de la incuestionable ortodoxia moral de la civilización europea113, cuyos frutos
fueron entre otros la negación de los derechos reproductivos y el derecho a una
muerte digna. Su “ética práctica”, para estos nuevos tiempos, se apoya en una
nueva antropología, cuyo rasgo más distintivo es la afirmación de que no todos los
seres humanos son personas, pues nuestra pertenencia a la especie homo sapiens
no nos garantiza esta condición. Singer define a la persona como un ser
actualmente racional y consciente de sí mismo114 , con conciencia de su propia
existencia en el tiempo y con capacidad para tener necesidades y planes para el
futuro115. En consecuencia, aquellos “animales humanos” (para utilizar su lenguaje),
o sea, aquellos seres humanos que no son conscientes de sí mismos, que no
pueden defender sus intereses, manifestar sus deseos, proyectarse en el futuro, o
son incapaces de establecer relaciones significativas, como un embrión o una
persona en estado vegetal, no tienen garantizado su derecho a la vida. Más aún,

111 Singer, Peter, Ética Práctica, Cambridge University Press, Gran Bretaña 1995, pág. 1
112 Singer, Peter, Repensar la vida y la muerte, El derrumbe de nuestra ética tradicional, ref. dada,
pág. 17.
113 Ética Práctica, ref. dada, pág. 111.
114 Ética Práctica, ref. dada, pág. 109
115 Repensar la vida y la muerte, ref. dada, pág.213.

170
poseen menos valor que una “persona no humana”, como, por ejemplo, un cerdo
adulto, o según él la “tan ridiculizada gallina”. De allí se entienden afirmaciones
suyas como “prefiero investigar con un embrión humano sobrante que con una
cobaya”, o “(es lo mismo) matar a un caracol o a un bebé de un día”, ya que “ni los
caracoles ni los bebés son capaces de tener (…) deseos”. Singer postula “no dar
más valor a la vida del feto que a la vida del animal no humano dado un nivel similar
de racionalidad, conciencia de sí mismo, conocimiento, capacidad de sentir. En el
caso que el feto sienta dolor y tenga algún grado de conciencia (no de sí mismo),
“los serios intereses de una mujer normalmente tendrán mayor peso que los
intereses rudimentarios de un feto incluso consciente116”. Descarta, además, de
plano cualquier aporte a la resolución de los problemas morales actuales
provenientes de la “vieja ética”, la “ética tradicional”, la “ética convencional”, la “ética
de la santidad de la vida”, la “ética occidental”117 como el las llama, pues el criterio
de moralidad de los actos humanos no puede ser el bien, sino la capacidad de sentir
dolor o placer. La bondad o maldad de una acción depende de la cantidad de placer
que proporciona y la cantidad de sufrimiento que evita. “La fuente de la ética está
en nuestra capacidad de sentir simpatía o compasión por otros seres sensibles y de
razonar sobre esa situación, de comprender que los demás tienen deseos,
necesidades e intereses que son tan importantes para ellos como los nuestros para
nosotros”118. Su ética no está centrada en la idea del bien, o en las virtudes que
deben orientar la vida humana, sino en la compasión, el placer y el dolor, por ende,
es menester refundar la ética y grabar en piedra sus nuevos cinco mandamientos,
que reemplazan a los cinco “antiguos” propios de una ética de las virtudes.

a) Primer Mandamiento:

Mandamiento antiguo: “toda vida humana tiene el mismo valor”. Singer postula que
en la actualidad nadie puede sostener seriamente que toda vida humana tiene el
mismo valor. Según él los argumentos de quienes defienden esta tesis como “los

116 Idem.
117Cfr.Repensar la vida y la muerte, ref. dada, en especial el cap. 9.
118 Entrevista realizada a Singer por Javier Sampedro, El País, 11 de mayo de 2002.

171
papas, los teólogos, los especialistas en ética y algunos médicos”, no pasa de ser
una “retórica que fluye (…) fácilmente de (sus) plumas y sus bocas”119 ,. Tomar en
serio este mandamiento es un absurdo en cambio, “el nuevo mandamiento permite
reconocer abiertamente que la vida sin conciencia no vale la pena en absoluto”120.
En consecuencia, su nuevo mandamiento es: “reconocer que el valor de la vida
humana varía”.

b) Segundo Mandamiento:

Mandamiento antiguo: “nunca poner fin intencionalmente a una vida humana


inocente”. Singer rechaza este mandamiento pues según él, es “demasiado
absolutista como para tener en cuenta todas las circunstancias que pueden
plantearse”121 Según él sería moralmente licito poner fin a la vida un inocente,
porque el fin, si justifica el medio. En virtud de ello, el mandamiento nuevo que
propone es: “responsabilizarse de las consecuencias de tus decisiones”. Así como
el primer argumento tiende a justificar el aborto, este se orienta a la justificación de
la eutanasia.

c) Tercer Mandamiento

Antiguo mandamiento: “nunca te quites la vida e intenta evitar siempre que otros se
quiten la suya”. Para Singer este mandamiento no es más que un prejuicio católico,
que ha condenado el suicidio durante casi dos mil años, por considerarlo un pecado.
Distingue entre poner fin a la vida de una persona, a poner fin a un ser que no es
persona, como aquellos que no tienen conciencia de sí mismos. Matar a una
persona contra su voluntad es una injusticia mucho más grave que matar a un ser
que no es persona. Si queremos traducir esto en términos de derechos, entonces
es razonable decir que sólo una persona tiene derecho a vivir122. Mandamiento
nuevo: “respeta el deseo de morir o vivir de una persona”.

119 Repensar la vida y la muerte, ref. dada, pág. 188.


120 Idem.
121 Ibidem, pág. 190.
122 Ibidem, pág. 195.

172
d) Cuarto Mandamiento:

Mandamiento antiguo: “creced y multiplicaos”. Este es otro de los prejuicios


religiosos de una ética que no ha logrado despojarse de esta nefasta tutela.
Mandamiento nuevo: “traer niños al mundo sólo si son deseados”. En este caso
Singer entrega un argumento netamente utilitarista, pues según él es poco ético
fomentar más nacimientos” dado que si continúa el aumento de la población como
hasta ahora la gente que vive en los países en vías de desarrollo no podrá llevar un
tipo de vida como el nuestro123. Propone, entonces, la eliminación de los hijos no
deseados, aunque sean sanos.

E) Quinto Mandamiento

Mandamiento antiguo: “considera cualquier vida humana siempre más valiosa que
cualquier vida no humana”. Este Mandamiento es según Singer, la expresión más
cruel del especismo, que es un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses
de los miembros de nuestra propia especie y en contra de los de otras. Nuevo
Mandamiento: “no discriminar por razón de la especie”. En este último nuevo
mandamiento Singer reafirma sus juicios sobre la superioridad intelectual y moral
de los animales, como un perro o un cerdo, en comparación a un niño con retraso
cognitivo. Este juicio es para él una obviedad, que sólo la arrogancia humana puede
impedir que lo veamos124. La novedad de Singer consiste en aportar argumentos
éticos: cuando la muerte de un niño discapacitado conduce al nacimiento de otro
niño con mayores perspectivas de tener una vida feliz, la cantidad de felicidad total
será mayor si se mata al niño discapacitado (…) Por lo tanto, si matar a un niño
hemofílico no tiene efectos perjudiciales para otros, según la versión total estaría
bien matar al niño125 .

Evaluación crítica

123 Ibidem, pág. 196.


124 Ibidem, pág. 199.
125 Ética Práctica, ref., dada, pág. 230.

173
Coincidimos con Singer en la necesidad de que los filósofos abandonen sus torres
de marfil y se preocupen por los problemas reales del mundo. No dudamos de sus
buenas intenciones y de querer legar a las generaciones futuras un mundo mejor.
Claramente lo que para Singer es un mundo mejor, no lo es para los que adherimos
a la ética clásica. Nuestro gran desacuerdo con este filósofo, comienza en su
concepción del hombre, y por extensión en su visión de la moral, que conduce a
una sociedad donde no tienen cabida los más vulnerables. Sabemos que un error
al principio, termina siendo un gran error al final.
La ética singeriana presupone un sesgo antropológico, pues rebaja al ser humano
a una cierta animalidad, denomina al ser humano “animal humano” y por otra
hominiza al animal al otorgarle moralidad y derechos (inherentes a su naturaleza
animal). Se refiere a los animales como “personas no humanas”. De este modo, la
esencia de la humanidad estaría dada por la sensibilidad, o posibilidad de sentir
dolor o placer. Así, nuestra naturaleza es esencialmente “sintiente”, no racional. Al
reducir al hombre a la vida sensitiva y vegetativa, éste ya no es más un ser
eminentemente moral, sino básicamente un ser sentiente, que al igual que los
animales, por naturaleza busca el placer y evita el dolor. Singer reduce al hombre
a su conciencia. Ser persona “no significa ‘ser alguien’ que por su naturaleza está
preparado para encontrarse en ocasiones en determinados estados específicos de
la persona, esto es, en estados de autoconciencia, de recuerdo y de un interés
consciente de su propia vida, sino que ‘ser persona’ consiste sólo en la actualización
de dichos estados. Los bebés, por tanto, no son personas. Los retrasados mentales
no lo son, y tampoco los que duermen”126 Dicho de otro modo, la persona no es
alguien, no es un ser que subsiste por sí mismo, sino más bien un conjunto de
accidentes, que le permiten ser, en la medida que es capaz de realizar “actos
psicológicos cognoscitivos de proyección en el futuro”.
Paradójicamente su justificación moral para eliminar a un inocente se basa en
dos argumentos opuestos. Para justificar el aborto y el infanticidio, nos dice que los
seres humanos no son personas, luego no son dignos, y por lo tanto pueden ser

126Robert Spaemann, Límites acerca de la dimensión ética del actuar. Ediciones internacionales
universitarias, Madrid, 2003, pág. 416
174
eliminados, por su propio interés, o por el interés de terceros (de los padres que no
quieren soportar esa pesada carga, o el interés de un futuro hermano que puede
nacer sano). Pero para justificar la eutanasia, argumenta que los seres humanos si
son personas, por lo tanto, son sujetos autónomos, capaces de auto determinarse,
con intereses y deseos que el Estado no puede desconocer.
Según él uno de sus grandes aportes ha sido demostrar el error de sacralizar la
vida, y considerar que ella es un bien en sí misma. Este desenmascaramiento se
traduce, sin embargo, en una desvalorización de la vida humana, pues él considera
valiosa sólo aquella vida que es útil. En este contexto, la vida humana tiene un
carácter esencialmente instrumental, pues carece de valor en sí misma.
Precisamente uno de los argumentos de nuestro autor para proponer la eliminación
de niños discapacitados, es que éstos deberían dejar espacio para aquellos que
hayan nacido normales y tengan por consiguiente una mayor capacidad de disfrutar
la vida. El “pecado original” de los discapacitados no es sólo no poder gozar de la
vida, sino ser una carga demasiada pesada, ya sea para los padres, parientes o el
Estado. Nadie está moralmente obligado a soportar esa carga. La actitud ética es
en consecuencia eliminar al inútil, pues esa acción optimiza la condición humana,
es decir, crea un mundo mejor. En este paraíso singeriano, no existe cabida para la
solidaridad con los más débiles o discapacitados. Incluso el ethos médico no se
proyecta en el servicio a la vida y/o acompañamiento del paciente (en casos de
pacientes terminales), sino en la exigencia de poner fin a su vida, bajo el lema “no
vale la pena que sigas viviendo”. En la sociedad soñada por Singer no hay espacio
para los desvalidos, para los enfermos graves, para la precariedad o la inutilidad.
Esta especie de Neo-República platónica o mito Nietzscheano de la voluntad de
poder no acepta la fragilidad humana. Nos cuesta aceptar una ética que excluye a
los discapacitados, que no solidariza con los más débiles, o que reduce a las
personas a su conciencia. Difícil comprender también una ética que predica la
compasión para los animales, pero no para los seres humanos127.

127Recordemos que cuando nuestro autor defiende la muerte de los recién nacidos exige “dejar a un
lado los sentimientos basados en la apariencia pequeña, desvalida y, a veces, atractiva de los niños
(…). Si podemos dejar a un lado los aspectos emocionalmente conmovedores pero estrictamente
175
En síntesis, el valor de la vida humana está dado por la capacidad de disfrutar de
ella. El fin último del hombre es el sentirse bien, evitando el dolor, por ello el deber
moral en la perspectiva utilitaria de Singer es optimizar el placer y minimizar el dolor,
aumentar la cantidad de sentimientos agradables y disminuir los desagradables. En
esta lógica, eliminar de la sociedad a todos aquellos seres que no cooperan a la
optimización del placer, es una actitud moral. El absurdo sufrimiento debe ser
erradicado de la sociedad a toda costa. Tributario de su empirismo radical, de su
pragmatismo moral y de su materialismo antropológico, su ética práctica, deviene
“táctica”, pues se estructura a partir de un cálculo utilitario. Como en el ajedrez,
aquel que tiene mayor fuerza, si realiza las jugadas adecuadas (bien calculadas), y
si evita cualquier emoción128 sin sucumbir a la presión ambiente, se impondrá
siempre al más débil.
Cuesta armonizar sus postulados respecto del valor de la vida humana en su etapa
inicial o terminal, con su defensa de los niños pobres en África. En una de sus
últimas obras The life you can save: acting now to end world poverty (2009)129,
aboga por la eliminación de la pobreza a través de la filantropía. Sensu stricto, y
aplicando sus propios criterios, sería más eficaz la eliminación de esos niños,
llegado el momento de la pérdida de “conciencia”, único aspecto que garantiza el
derecho a la vida. Para los casos complicados, es decir, aquellos en que algunos
de los rasgos de la personalidad están presentes (recién nacidos o niños con
malformaciones), Singer da prioridad a los intereses de los padres o adultos, o el
Estado, bajo el argumento de la reemplazabilidad. Nos cuesta entender como una
moral como la descrita, posee tantos adherentes. ¡Mea culpa!, ¡mea culpa!

IV.- La ilusión de una Ética del Discurso

sin pertinencia alguna que surgen de matar un bebé, veremos que los motivos para no matar
personas no se aplican a los recién nacidos”. Ética Práctica, ref. dada, pág. 211.
128 Dice Singer: Si podemos dejar de lado aspectos emocionalmente conmovedores, pero

estrictamente sin pertinencia alguna que surgen al matar a un bebé, veremos que los motivos para
no matar personas no se aplican a los recién nacidos. Los aspectos conmovedores a los que se
refiere Singer son, por ejemplo, la apariencia pequeña, desvalida y, a veces, atractiva de los niños.
Citado en Ética Practica, ref. dada, pág. 211.
129 Estas ideas se encuentran prefiguradas en su libro One World, Yale University Press, New

Haven, 2002
176
Esta ética del discurso (llamada también “dialógica” o del “consenso”) recibe su
nombre en razón de que con ella se intenta fundamentar la ética en las
argumentaciones. La especificidad de esta propuesta consiste en que las
cuestiones éticas son llevadas al ámbito de una teoría de la argumentación, pues
sólo en tal ámbito se puede dar cuenta del punto de vista moral. La ética discursiva
plantea que las normas morales sólo pueden considerarse justificadas si ellas
satisfacen el criterio del “principio de universalización”. En este contexto, las normas
son considerarse válidas cuando son admitidas y reconocidas por todos los
afectados por estas normas, vale decir, cuando sus consecuencias pueden ser
queridas realmente por todos los involucrados porque satisfacen intereses
universalizables. Esta forma de concebir la ética es un intento de fundamentar
argumentativamente un principio que sirva de presupuesto inevitable de toda
argumentación. Desde esta perspectiva, la ética pasa de subjetiva a intersubjetiva.
Esto significa que para que las normas morales sean aplicables a una comunidad
deben ser previamente aprobadas a través de múltiples procesos discursivos
mediante el diálogo. Ya no es el sujeto aislado el que actúa sin considerar a los
otros actores alrededor, sino son los propios miembros de la comunidad los que
orientan su acción por valores comunes y, por ende, manifiestan sus acuerdos a
través de normas que pueden ser cumplidas o ignoradas

Los dos filósofos más representativos de la ética del discurso son Jürgen Habermas
(1929) y Karl-Otto Apel (1922-2017). Aunque ambos difieren en la fundamentación
de esta ética, en líneas generales coinciden en lo esencial. La obra más
emblemática de Habermas sobre este tema es “Teoría de la Acción Comunicativa”
publicada en 1987. A diferencia de la ética clásica, este filósofo alemán postula que
la ética no debe ya ocuparse de contenidos o de principios, sino de indagar en las
condiciones de racionalidad, o sea, la ética ya no debe ocuparse de la teoría sino
del discurso práctico. Habermas reinterpreta el famoso imperativo categórico de
Kant: "en lugar de proponer a todos los demás como válidas una máxima que quiero
que opere como ley universal, tengo que presentarla a la consideración de los otros
a fin de comprobar discursivamente su aspiración de universalidad. El peso se

177
traslada, pues, desde aquello que cada uno puede querer sin contradicción alguna
como ley general, a lo que todos de común acuerdo quieren reconocer como norma
universal”130. De este modo, este neo imperativo categórico se convierte en la norma
del consenso.
En el caso de Apel su obra más importante en este tema es Teoría de la Verdad y
Ética del Discurso. Él postula que el discurso argumentativo es la vía de
fundamentación concreta de las normas consensuadas. Atendiendo a este
postulado, se le llamará también ética del consenso. Desde esta perspectiva, las
normas éticas, a diferencia de la ética clásica, no se deben basar en una supuesta
ley natural, sino que deben ser el resultado de una cooperación y el consenso de
todos aquellos miembros de la sociedad que puedan crear discursos
argumentativos. "Todos los seres capaces de comunicación lingüística deben ser
reconocidos como personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son
interlocutores virtuales, y la justificación ilimitada del pensamiento no puede
renunciar a ningún interlocutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la
discusión"131 Cuando argumentamos, entonces, política o éticamente la finalidad
intrínseca del argumento es consensuar principios de validez general. De lo que se
trata, dicho en sencillo, es ponerse de acuerdo en lo fundamental. En palabras de
Habermas "una norma únicamente puede aspirar a tener validez cuando todas las
personas a las que afecta consiguen ponerse de acuerdo en cuanto participantes
de un discurso práctico (o pueden ponerse de acuerdo) en que dicha norma es
válida."132 Esta forma de concebir la ética considera que el principio que ellos llaman
de “universalidad”, opera como norma de argumentación, posibilitando el acuerdo
en los discursos considerando de modo igual a todos los participantes, como
expresión de una voluntad conjunta real. Siguiendo a Habermas133 digamos que la
fundamentación de la ética discursiva exige: a) la presencia de un principio
generalizador que actúe como regla de argumentación; b) la identificación de

130 Jürgen Habermas, Teoría de la Acción Comunicativa, 1991, p.88


131 Karl-Otto Apel, Teoría de la verdad y ética del discurso. Editorial Paidós, Barcelona, 1985, p.38
132 Habermas, 1991, p.117
133 Idem., p.121)

178
presupuestos de la argumentación en general inevitables y de contenido normativo;
c) la representación explícita de las reglas del discurso;
En virtud de lo dicho se colige que este tipo de fundamentar la ética no puede partir
de una visión abstracta o ahistórica, de la moral. Ella requiere de un contexto
determinado.

Evaluación crítica

Reconocemos el intento de esta ética por responder a los intereses de las grandes
mayorías, las cuales de modo responsable deberían establecer sus propias normas,
como fruto del diálogo comunitario. A nuestro juicio, esta ética deposita una
confianza desmedida en la capacidad de la mayoría de dialogar prudente, justa y
responsablemente. De hecho, en las sociedades pluralistas donde conviven muy
diferentes corrientes políticas, diversas religiones y culturas, no es precisamente el
diálogo racional el que prima. No desconocemos el valor del diálogo, por el
contrario, pero la experiencia, que es magistra vitae, indica que es muy difícil de
llevarlo a cabo con las condiciones que presupone la ética del discurso. Esta ética
tampoco descansa en la idea de bien descubierto por la ley moral natural, porque el
bien es fruto del consenso. En este sentido, las mayorías siempre tienen la razón.
No hay espacio para la verdad, como adaequatio rei et intellectus.

Se le puede criticar también a esta ética, la ilusión de la igualdad, pues supone que
todos los que participan del diálogo están en la misma posición. Pero esta igualdad
ideal (casi) no existe en la práctica, pues lo propio de la discusión política es
precisamente la asimetría del poder. Las decisiones políticas y también económicas,
dos dimensiones fundamentales de la vida humana, no se caracterizan
precisamente por la posición de igualdad. Es la propia experiencia la que nos indica
que no existe la “situación ideal del habla”, o sea, aquella situación en que cada
participante está en las mismas condiciones para aportar consejos, normas,
sugerencias, o críticas, en una determinada discusión. Es decir, esta ética parte de
un supuesto falso. Por último, es también criticable la confianza depositada en el
consenso, que parece ser la panacea que soluciona todos los problemas. Aparte de

179
los problemas metodológicos involucrados en su obtención, no se clarifica como se
aplicaría. Tal como comentábamos más arriba, en sociedad pluriformes, con
vivencias culturales muy diferentes, es muy difícil alcanzar un “consenso ético”.

V.-. El mesianismo de la a ética transhumanista

La ciencia actual, especialmente aquellas disciplinas vinculadas a la medicina, a la


biología, a las neurociencias, a la ingeniería genética, a la nanotecnología, e incluso
a la computación, nos ofrece la oportunidad de “potenciar” (enhancement) o
“mejorar” (improvement) ostensiblemente la especie humana, vale decir, “producir”
seres humanos más inteligentes, físicamente perfectos y emocionalmente estables.
Según los transhumanistas promotores de este nuevo paradigma denominado in
genere “Postulado Tecnológico”, esta meta no es un espejismo, ni una utopía, sino
una realidad no muy lejana, pues se están desarrollando todos los instrumentos y
tecnologías necesarias para ir avanzando desde el “hombre transicional”
(“transitional human”), a un hombre “post humano” (“post human”) que representaría
la máxima perfección. Algunos de sus representantes como el movimiento Avatar
2045, creen que en esta fecha sería posible alcanzar dicha meta134, otros, como
Simon Young cree que necesitamos unos 70 años más.
¿Si el desarrollo científico y tecnológico permite alcanzar dicha perfección, puede
existir alguna razón para no hacerlo? ¿Es razonable prohibir u oponerse al
mejoramiento de nuestra condición humana, cuyos frutos no son solo individuales,
sino también de carácter social, político y económico? ¿No es acaso un acto
genuino de libertad y de justicia aspirar a una nueva especie humana perfecta?
El llamado transhumanismo135 propone la utilización de la medicina (más allá de los
usos terapéuticos tradicionales), la biología, la nano tecnología, la ingeniería

We believe that before 2045 an artificial body will be created that will not only surpass the existing
134

body in terms of functionality, but will achieve perfection of form and be no less attractive than the
human body. People will make independent decisions about the extension of their lives and the
possibilities for personal development in a new body after the resources of the biological body have
been exhausted. Citado de: International Manifesto of the "2045" Strategic Social Initiative

135 Es la traducción de transhuman, que a su vez es la forma abreviada de transitional human.


180
genética, y la computación con el fin de potenciar y/o mejorar nuestras capacidades
físicas, intelectuales y emocionales. Nick Bostrom136 uno de sus fundadores lo
define como un “movimiento intelectual y cultural que afirma la posibilidad y el deseo
de mejorar, en modo fundamental, la condición humana a través de la razón
aplicada, especialmente por medio del desarrollo y la larga puesta a disposición de
tecnologías para eliminar el envejecimiento y potenciar grandemente las
capacidades humanas intelectuales, físicas y psicológicas”137. Más breve es la
definición de Simon Young, pero no menos profunda en su pretensión: “la idea de
la superación de las limitaciones humanas a través de la razón, la ciencia y la
tecnología”.138 No es difícil darse cuenta del carácter mesiánico del
transhumanismo. En su declaración de principios se lee: “la humanidad será
transformada de modo radical por la tecnología del futuro. Prevemos la posibilidad
de proyectar la condición humana de modo que se evite el proceso de
envejecimiento ahora inevitable; se superen las limitaciones del entendimiento
humano (y del artificial); se supere un perfil psicológico sometido y dictado por las
circunstancias más que por la voluntad individual; se elimine nuestra cautividad en
el planeta tierra y el sufrimiento en general” (N° 1)139.
La aplicación de los postulados transhumanistas se puede proyectar básicamente
en cuatro áreas: a) generación de hijos perfectos, b) aumento del rendimiento físico,
c) control de las emociones y d) prolongación de la vida, y al límite la inmortalidad.

136 Bostrom es un filósofo sueco. En 1998 cofundó, junto con David Pearce, la Asociación
Transhumanista Mundial. En 2004 cofundó, junto a James Hughes, el Institute for Ethics and
Emerging Technologies. En el 2005 fue nombrado Director del Future of Humanity Institute de
Oxford. Otros representantes del Transhumanismo son David Pearce, J. Harris, R. Naan, G. Stock,
J. Savulescu.
137 Cfr. The transhumanist declaration, 2002: “The intellectual and cultural movement that affirms the

possibility and desirability of fundamentally improving the human condition through applied reason,
especially by developing and making widely available technologies to eliminate aging and greatly
enhance human intellectual, physical, and psychological capacities”.
Cf.www.transhumanism.org/index.php/WTA/declaration.

138 Simón Young, Designer evolution: A transhumanist manifesto, New York 2006, p. 15: “The belief
in overcoming human limitations through reason, science, and technology”.

139Humanity stands to be profoundly affected by science and technology in the future. We envision
the possibility of broadening human potential by overcoming aging, cognitive shortcomings,
involuntary suffering, and our confinement to planet Earth. Dicha declaración de principios data de
1998.
181
Desde la perspectiva transhumanista es un deber moral potenciar y/o mejorar las
capacidades físicas, intelectuales y emocionales del hombre, eliminando así de la
faz de la tierra todos aquellos aspectos indeseados de la existencia humana, como
la enfermedad, el sufrimiento e incluso la mortalidad. Según este nuevo paradigma
que niega la naturaleza humana140, se trata de crear seres humanos
superinteligentes, vigorosos físicamente, dotados de bienestar emocional
permanente mediante el control de los centros de placer. Estos seres perfectos, por
extensión serán capaces de organizar una sociedad perfecta, vale decir, sin
enfermedades, sin pobreza, sin delincuencia, sin violencia, lo que demostraría,
según ellos, su impronta social y ética. En síntesis, el transhumanismo propone la
superación de la frágil y precaria condición humana, mediante el incremento de las
capacidades físicas, emocionales e intelectuales, dando paso de este modo a una
nueva especie humana, llamada “posthumana”. En el lenguaje de Nietzsche los
transhumanistas buscan transitar del hombre al superhombre, aunque no se
consideren herederos de su pensamiento. Bostrom en su artículo “una historia del
pensamiento transhumanista” postula que las semejanzas con el filósofo alemán
son sólo superficiales y que ellos tienen tanta o más similitud con Mills”141

Como vemos, los beneficios de estos avances no sólo se restringirían al ámbito de


la salud, sino también al económico, político y social. Con otras palabras, la ciencia
y tecnología tendrían en sus manos un poder cuasi divino, que le permitiría mejorar
la frágil y precaria condición humana, construyendo de este modo, un “mundo feliz”
(Huxley), en el cual ya no estaríamos sometidos a la incertidumbre de la
procreación, pues podríamos diseñar y producir hijos perfectos. Tampoco

140 Widow y Jensen afirman acertadamente que los transhumanistas grosso modo si poseen un
concepto de naturaleza humana. Cfr. José Luis Widow, Steve Jensen, Transhumanismo, mejoras y
naturaleza humana. En Angelicum 2(2104), Pp. 325-357
141 What Nietzsche had in mind,however, was not technological transformation but a kind of soaring

personal growth and cultural refinement in exceptional individuals (who he thought would have to
overcome the life sapping “slave morality” of Christianity). Despite some surface level similarities with
the Nietzschean vision, transhumanism with its enlightenment roots, its emphasis on individual
liberties, and its humanistic concern for the welfare of all humans (and other sentient beings) probably
has as much or more in common with Nietzsche‟s contemporary the English liberal thinker and
utilitarian John Stuart Mill”. N. Bostrom, “A history of transhumanist thought” (2005)

182
estaríamos expuestos a caducidad de los sentidos, porque podremos potenciarlos
a nuestro antojo, ni sometidos a los vaivenes de nuestras emociones, dado que
podremos estimular nuestros centros de placer cada vez que queramos. ¡Pero la
promesa es mayor! No seríamos esclavos del paso del tiempo, porque podríamos
evitar el envejecimiento. Así lo afirma Bostrom: “será posible utilizar terapias del tipo
genético y otros métodos biológicos para bloquear el proceso del envejecimiento y
estimular el rejuvenecimiento y la reparación de los tejidos en forma indefinida y es
posible que una tarea de este tipo solo pueda ser llevada a cabo por la
nanotecnología”142. Dicho con palabras de Raymond Kurzweil (inventor, experto en
Inteligencia Artificial) "la nanotecnología nos permitirá reconstruir radicalmente y
extender a nuestros cuerpos con la ayuda de nanobots, que son "máquinas
microscópicas robóticas más pequeños que las células que nadarán en nuestra
sangre para reparar errores en el ADN, combatir patógenos y expander la
inteligencias. Llegados a este punto, los seres humanos podrán vivir para
siempre"143. Aquella película del año 1966 llamada “El Viaje Fantástico” ya no sería
una ficción. Más aún, podríamos alcanzar una existencia post biológica144. “Si
podemos realizar un escaneo de la matriz sináptica de un individuo y reproducirla
dentro de una computadora, entonces será posible emigrar desde nuestro cuerpo
biológico a un substrato puramente digital. Entonces, estando seguros que tenemos
varias copias de nuestra matriz sináptica, realmente podremos disfrutar de períodos
de vida ilimitados. Sin duda lo anteriormente mencionado requiere del uso de una
Nanotecnología ya madura, pero hay también otras formas menos extremas de
fusionar la mente humana con la computadora y hoy día se están desarrollando
interfases del tipo neuro/chip. Esta tecnología está en sus pasos iniciales y en el
futuro podremos conectarnos en forma directa al ciberespacio”145. Llegará,

142 Nick Bostrom, op. Cit.


143 Citado de http://www.transhumanism.org/index.php/th/print/560/. Algunas obras de Kurzweil
son: La era de las máquinas inteligentes (1987-1988); La Singularidad está cerca, cuando los
hombres trasciendan la biología (2005); The Age of Spiritual Machines (1998);
144 En julio de 2014 se estrenó una película llamada Trascendence: identidad virtual, que aborda este

tema
145 Idem

183
entonces, el momento en que no será necesario buscar el Shangri-La o fuente de
la eterna juventud, bastará con el “enhancement” adecuado.

Así las cosas, dada la magnitud de la promesa, pareciera ser una constatación casi
banal, admitir la obligación moral de mejorar nuestra condición, si la ciencia y la
tecnología lo permiten. Así lo expresan de hecho los mismos transhumanistas: “la
formulación de políticas debe ser guiada por una visión responsable e incluso moral,
tomando en serio a la vez oportunidades y riesgos, respetando la autonomía y los
derechos individuales, y mostrando solidaridad y preocupación por los intereses y
la dignidad de todas las personas alrededor del mundo. También debemos
considerar nuestras responsabilidades morales para con las generaciones que
existirán en el futuro” (Declaración de Principios Transhumanistas N° 6)146.
¿Cuáles son los fundamentos filosóficos que sustentan esta visión del hombre y de
la sociedad? En la declaración de principios transhumanistas se lee: “La humanidad
será transformada de modo radical por la tecnología del futuro. Prevemos la
posibilidad de proyectar la condición humana de modo que se evite el proceso de
envejecimiento ahora inevitable; se superen las limitaciones del entendimiento
humano (y del artificial); se supere un perfil psicológico sometido y dictado por las
circunstancias más que por la voluntad individual; se elimine nuestra cautividad en
el planeta tierra y el sufrimiento en general” (N° 1)147. ¿Qué filósofos sirven de
sustento a las ideas transhumanistas?
a) La utopía platónica
Los transhumanistas afirman que los fines del transhumanismo son éticos, sociales
y políticos. La idea de una sociedad perfecta, libre de las cadenas de la debilidad y
la precariedad nos recuerda La República de Platón. Recordemos que este filósofo
griego, llamado “el Divino” creía en una “raza superior” (Mito de los metales) y en

146 “Policy making ought to be guided by responsible and inclusive moral vision, taking seriously both
opportunities and risks, respecting autonomy and individual rights, and showing solidarity with and
concern for the interests and dignity of all people around the globe. We must also consider our moral
responsibilities towards generations that will exist in the future”. La traducción es nuestra
147 Humanity stands to be profoundly affected by science and technology in the future. We envision

the possibility of broadening human potential by overcoming aging, cognitive shortcomings,


involuntary suffering, and our confinement to planet Earth. Dicha declaración de principios data de
1998.
184
coherencia postulaba que los mejores soldados solo podían engendrar con las
mujeres “más aptas”, y proponía también la eugenesia, a modo de control de
calidad. Los transhumanistas sueñan con una sociedad perfecta al estilo de la
República platónica.
b) La Mettrie (1709- 1751)
La concepción del hombre como una máquina perfecta se encuentra ya en Julien
Offray de la Mettrie, en su obra “El Hombre Máquina” de 1748. La Mettrie lleva su
teoría materialista al ser humano, al cual considera una y única substancia material
diversamente modificada. En consecuencia, la diferencia entre el hombre y el animal
es de grado, y no de esencia. Si el hombre se halla dotado de lenguaje, no debe
verse en ello más que un simple accidente de la materia, y no un carácter esencial.
Allí donde la filosofía clásica habla de la esencia y de finalidad, La Mettrie no admite
más que accidentes de la materia. Su monismo materialista se proyecta en el
hombre en una unidad de lo físico y de lo moral. El único principio que gobierna lo
humano el cuerpo sensible. Para los transhumanistas el hombre post humano, el
cyborg, será una máquina perfecta.

c) La huella de Nietzsche
En el lenguaje de Nietzsche los transhumanistas buscan transitar del hombre al
superhombre, aunque no se consideren herederos directos de su pensamiento, co
mo ya hemos mencionado más arriba148. Sin desconocer las diferencias, nos parece
que las coincidencias son más que superficiales. El transhumanismo postula que el
hombre debe superarse de modo autónomo, por sus propias fuerzas. El
posthumano es el Übermensch. Imposible no encontrar coincidencias con estas
frases del filósofo alemán: “el hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el
superhombre: una cuerda sobre un abismo. Un peligroso ir más allá, un peligroso

148 What Nietzsche had in mind,however, was not technological transformation but a kind of soaring
personal growth and cultural refinement in exceptional individuals (who he thought would have to
overcome the life sapping “slave morality” of Christianity). Despite some surface level similarities with
the Nietzschean vision, transhumanism with its enlightenment roots, its emphasis on individual
liberties, and its humanistic concern for the welfare of all humans (and other sentient beings) probably
has as much or more in common with Nietzsche‟s contemporary the English liberal thinker and
utilitarian John Stuart Mill”. Nick Bostrom, “A History of Transhumanist Thought” (2005)

185
detenerse, un peligroso vacilar y un peligroso estar de pie. Lo más grande del
hombre es que es un puente y no una meta. Lo que debemos amar en el hombre
es que consiste en un tránsito y un ocaso (Prologo de Así Habló Zarathustra). A
mayor abundancia: “yo predico el superhombre. Yo os anuncio al superhombre. El
hombre es algo que debe ser superado. ¿Quién de vosotros ha hecho algo para
superarle? (…) ¿Qué es el mono para el hombre? Un motivo de risa, o una dolorosa
vergüenza. Pues lo mismo es el hombre para el superhombre. Una irrisión o una
afrentosa vergüenza”. (Prólogo de Así Habló Zarathustra)

d) Sintonía con Hume (1711-1776): la negación de la naturaleza humana

Como es sabido David Hume creía que no existe algo así como “la esencia” de las
cosas, no existen seres substanciales, en consecuencia, el hombre es un conjunto
de accidentes. Los transhumanistas al igual que Hume rechazan la existencia de
una naturaleza humana. Según Bostrom el paradigma tradicional “parte de la base
de que la ‘condición humana’ básicamente es siempre constante. Los procesos
tecnológicos pueden ser mejorados, la riqueza puede ser incrementada y
redistribuida, nuevas herramientas pueden ser desarrolladas, la cultura puede
cambiar, inclusive a veces drásticamente, pero la naturaleza humana siempre sigue
siendo la misma. (Este) paradigma anteriormente mencionado ya no puede ser
considerado verdadero, estrictamente nunca lo fue”149 En la lógica transhumanista
el ser humano es cambiante. En este contexto, Raymond Kurzweil afirma que “la
oposición a la tecnología de los humanistas fundamentalistas y de los naturalistas
fundamentalistas -de que no debemos hacer cambios a la naturaleza o a los seres
humanos- es directamente contraria a la naturaleza del ser humano, porque somos
la especie que va más allá de nuestras limitaciones… Y creo que es una escuela de
pensamiento bastante destructiva. Podemos ver que miles de niños quedaron
ciegos debido a la oposición del arroz genéticamente modificado. La oposición a los
organismos genéticamente modificados es sólo una pantalla, una oposición a la idea

149 Op. Cit.


186
de cambiar la naturaleza. La naturaleza y la condición humana natural generan
mucho sufrimiento, tenemos intención de superar eso, de dejarlo atrás.”150 El ser
humano es en esta perspectiva una serie de “accidentes” biológicos, psicológicos,
emocionales, materiales modificables a través de la tecnología.
e) La impronta antropológica e histórica de Karl Marx (1818-1883)
En el transhumanismo hay un claro sesgo materialista, como lo había en Marx. El
hombre es una compleja estructura “material”, y por ende el hombre post humano,
al igual que en Marx, será un ser cuyas necesidades serán básicamente biológicas.
Pero, además, para el transhumanismo ya estamos transitando hacia el
posthumanismo, esto es una constatación que obedece a una “ley de la historia”
cuyo telos es ineluctablemente avanzar hacia una sociedad posthumana.

f) El sueño cartesiano (1596-1650)


El dualismo cuerpo mente, o sea, la res cogitans y res extensa de René Descartes,
está muy presente en los transhumanistas. Dicho analógicamente, la mente es el
software y el cuerpo el hardware. “Si podemos realizar un escaneo de la matriz
sináptica de un individuo y reproducirla dentro de una computadora, entonces será
posible emigrar desde nuestro cuerpo biológico a un substrato puramente digital.
Entonces, estando seguros que tenemos varias copias de nuestra matriz sináptica,
realmente podremos disfrutar de períodos de vida ilimitados. Sin duda lo
anteriormente mencionado requiere del uso de una Nanotecnología ya madura,
pero hay también otras formas menos extremas de fusionar la mente humana con
la computadora y hoy día se están desarrollando interfases del tipo neuro/chip. Esta
tecnología está en sus pasos iniciales y en el futuro podremos conectarnos en forma
directa al ciberespacio”151. Los transhumanistas radicalizan la dualidad mente
cuerpo. El hombre no es una unidad entre dos substancias, sino básicamente su
mente o cerebro. El cuerpo es solo aquella “estructura” que sostiene a la mente y
que debe ser permanentemente mejorada a través de la técnica.

150 Citado en: www. http://identidadgeek.com/ray-kurzweil-la-singularidad-transhumanismo-y-


mas/2009/09/
151 Idem

187
Debemos también mencionar la idea cartesiana del hombre como una máquina
perfecta, o como una “máquina de supervivencia”, según la expresión de Dawkins152

g) El utilitarismo de Mill (1806-1873)


Como señalábamos Bostrom reconoce la influencia de Mill. En efecto, los
transhumanistas se basan en una ética utilitarista. El hombre es una estructura
funcional, y precisamente su valor radica en el ejercicio de estas funciones. Lo
bueno es lo útil. Las principales tesis utilitaristas están recogidas y aggiornadas en
las tesis transhumanistas.

Evaluación critica
Si el fin es bueno y los medios también, no existirían aparentemente objeciones
morales para realizar una determinada acción y sería legítimo utilizar nuestra
libertad con el fin de alcanzar cierta superación o simplemente la perfección.
Concedo que el fin de los transhumanistas es bueno, aunque esta afirmación
requeriría de una mayor indagación. ¿Significa esto, entonces, que la investigación
científica no debería tener límites y la aplicación de las nuevas tecnologías al
hombre tampoco? ¿Por qué habría que impedir que la ciencia nos permita de
manera inocua controlar, por ejemplo, nuestras emociones? ¿Quién podría negar
los beneficios de controlar por ejemplo, nuestros impulsos? Según Bostrom los
actuales fármacos aún presentan problemas colaterales, pero en el corto plazo, al
contrario de los “narcóticos que producen un caos en la química cerebral, causando
un corto período de euforia seguido de un período de depresión, estas nuevas
drogas de uso clínico tienen una alta especificidad en cuanto a la actuación sobre
un neurotransmisor determinado o algún subtipo de receptor, evitando los efectos
negativos sobre la conciencia del sujeto; él o ella no se sentirán drogados y ayudará
a mantener constante un alto nivel anímico sin provocar adicción”153. En este mismo
contexto los transhumanistas están desarrollando las “píldoras de la personalidad”.
“Estas nuevas drogas, con el apoyo de la terapia genética, pueden modificar la

152 Véase Richard Dawkins, El gen egoísta, 13a Edición, Editorial Salvat, Barcelona 2010, pág. 27 y
ss.
153 Nick, Bostrom, op. Cit.
188
personalidad y ayudar a superar la timidez, eliminar los celos (Kramer [1994],
incrementar la creatividad y aumentar la capacidad emocional. Piense en todo el
sermoneo, abstinencia y autodisciplina que tenemos que pasar para intentar templar
nuestra personalidad. Dentro de no mucho tiempo será posible obtener los mismos
objetivos en forma completa solamente ingiriendo una píldora a diario”154. Bostrom
afirma a favor de la investigación científica sin límites, porque según él hace muchos
años atrás la administración de anestesia en los partos era considerada antinatural,
y en la actualidad es normal. Esto demuestra, según él, que no deben existir límites
a la investigación pues hemos ido avanzando de una mentalidad retrograda a una
progresista.
No se trata de evitar el progreso científico, sino de tener claros ciertos límites, que,
de no respetarse, dicho progreso se vuelve contra el hombre. Si no se establecen
claramente los límites, se corre el riesgo de que estos descubrimientos sean
utilizados para promover la eugenesia, es decir, para determinar la selección de
individuos sanos y enfermos, o para establecer una especie de valor de la existencia
humana en virtud de las características genéticas. De este modo, estaríamos en
presencia de una especie de dictadura sumamente peligrosa que, además contaría
con toda la información de nuestra constitución genética. “Saber es poder” y, por
tanto, conocer nuestras características quiere decir, en cierto sentido, apoderarse
de cada uno de nosotros. Una mala utilización de la información genética constituye
una verdadera amenaza para el hombre. Deshumaniza en vez de humanizar.
¿Cuáles serían estos límites? Algunos de ellos serían: a) el respeto a la vida de la
persona humana. No se puede obtener un bien, mediante un mal; b) el respeto a la
dignidad de la persona humana. Cualquier intervención debe respetar dicha
dignidad; c) el respeto a la integridad de la persona humana (física, psicológica,
emocional). Se debe considerar que el cuerpo humano no es un simple objeto del
que se pueda disponer arbitrariamente; d) el respeto a la libertad de la persona
humana. No debe obligarse a nadie a someterse a mejoramientos o terapias sin su
consentimiento.

154 Idem.
189
Las dudas provienen de la utilización de los medios. Las críticas no son pocas. Entre
dichos críticos podemos mencionar a Francis Fukuyama, para quién el
transhumanismo representa “una de las ideas más peligrosas del mundo”155, al
vulnerar el principio de igualdad fundamento de toda sociedad democrática. Se
suma también a las críticas Habermas156, no solo por la eliminación del principio de
igualdad entre los hombres, sino además, porque anularía la autonomía moral de la
persona. Se le puede criticar también al transhumanismo sus premisas
antropológicas y sus consecuencias éticas, que como no es el caso desarrollar acá,
simplemente las mencionamos: a) Reducir la naturaleza humana a la naturaleza
biológica. Este sesgo materialista, es un reduccionismo neuronal, pues somos a la
postre sólo redes neuronales; b) Reducir también la persona a su mente o cerebro.
Para decirlo en términos cartesianos, no somos más que res cogitans. La
racionalidad se confunde con la dignidad ontológica; c) identifican la perfección
física e intelectual, con la felicidad. Algunas consecuencias éticas de estas premisas
es la eliminación eugenésica de aquellos seres humanos considerados imperfectos;
d) el transhumanismo se fundamenta en una ética utilitaria, yh en consecuencia, en
una equivocada idea del bien moral, como, por ejemplo, promover una práctica
eugenésica; e) Perseguir fines equivocados, como la pretensión de crear una raza
perfecta; f) perseguir un fin estético o un falso concepto de felicidad; g) Desconocer
el carácter ético de toda investigación científica. El primer criterio moral, que debe
guiar toda investigación, es el respeto al ser humano sobre el que se realiza la
investigación. No todo lo técnicamente posible, es moralmente admisible.
La promesa transhumanista es mesiánica. Nos ofrecen un futuro paradisiaco, en
donde la ciencia ha suplantado a Dios, la tecnología es su iglesia y nosotros su
comunidad. En su manual de Bioética Hugo Tristam Engelhardt no deja lugar a
dudas: “en el futuro nuestra capacidad de forzar y manipular la naturaleza humana

Véase Francis Fukuyama, “Transhumanism”, en Foreing Policy Magazine special report: The
155

World’s Most Dangerous Ideas, September/October 2004. Véase también: Our Posthuman Future:
Consequences of the Biotechnology Revolution, New York: Farrar, Straus and Giroux; 2002.

Véase Jürgen Habermas, Die Zukunft der menschlichen Natur. Auf dem Weg zu einer liberalen
156

Eugenik?, Suhrkamp taschenbuch wissenschaft, Frankfurt a.M. 2001.

190
para alcanzar las metas establecidas de las personas, irá en aumento. Cuando
desarrollemos la capacidad de intervenir mediante la ingeniería genética no sólo en
las células somáticas, sino también en las genéticas, seremos capaces de dar forma
y crear nuestra naturaleza humana a imagen y semejanza de los objetivos elegidos
por las personas. Si no hay nada de sagrado en la naturaleza humana (y ningún
argumento puramente secular podría demostrar que sea sagrado), no hay ninguna
razón por la cual, por razones adecuadas y con la debida precaución, no deba ser
cambiada radicalmente”157
En el paradigma transhumanista la felicidad, sólo se puede alcanzar eliminando
todas las imperfecciones humanas, como la enfermedad, el sufrimiento, el
envejecimiento o el deterioro de nuestras facultades o capacidad física. No
obstante, la simple experiencia nos enseña que el hombre a pesar de sus carencias,
de sus imperfecciones, a pesar de la enfermedad, o del dolor puede ser feliz. El
hombre no es un problema a resolver, sino un profundo misterio a profundizar,
misterio que no le es dado a la ciencia develar. Mejorar la condición humana no
implica mejorar a la “persona”, pues ésta no se reduce a su naturaleza biológica. La
supone y la exige para sus propias operaciones, pero no agota su personalidad. En
consecuencia, un ser perfecto en el orden biológico, intelectual o emocional, no
necesariamente lo será en el orden moral. Así como existen súper héroes dotados
de súper poderes, también existen villanos, provistos de los mismos poderes. Si
creemos que el hombre es libre, nada ni nadie puede garantizar que la inteligencia
humana se utilice sólo para el bien. Ejemplos de lo contario abundan en la historia.
El bien de la persona, no se identifica con el bien de un aspecto de su persona, por
muy importante que sea, como su ADN o su cerebro. El “mejoramiento” de la parte,
no garantiza el bien del todo. El enhancement no garantiza la armonía y paz social.
Pensar que él nos conduce al paraíso terrenal es ceder nuevamente ante la
tentación racionalista del progreso ilimitado. Nos parece, en consecuencia, que no
existe necesariamente una especie de “imperativo categórico” que nos obligue a
mejorar la condición humana, en los términos que acá hemos descrito.

157 Véase Manuale de Bioetica (1991), Milano, P. 429 (falta cita completa)
191
Cabe mencionar, además, que el transhumanismo confunde el bien de la parte, con
el bien del todo. El bien de la persona, no se identifica con el bien de una parte de
la persona. El “mejoramiento” de la parte, no garantiza el bien del todo. Podríamos
encontrar una terapia que haga mucho más inteligente a las futuras generaciones.
Aun así, si creemos que el hombre es libre, nada ni nadie puede garantizar que la
inteligencia humana se utilice sólo para el bien. Ejemplos de lo contario abundan en
la historia. Allí donde hay un héroe, generalmente hay también un villano, tan
inteligente y fuerte como él. El Postulado tecnológico no distingue entre potenciar
y “reparar” o “restituir”, ni realiza ningún tipo de disquisición moral.
Digamos por último con el Estagirita que toda ayuda innecesaria es una mala ayuda.
O para decirlo con Andrew (o Uno): “prefiero morir como humano, que vivir toda la
humanidad como máquina”158 O el lamento del victimario, cuya dramática
experiencia es el mejor mentís para la ilusión trans- y posthumanista:
“El tiempo es un abismo profundo como mil noches.
Los siglos van y vienen. No poder envejecer es terrible.
La muerte no es lo peor, hay cosas más terribles que la muerte.
Se imagina usted vivir durante siglos
experimentando todos los días las mismas banalidades”

Nosferatu, El vampiro159

Reflexiones finales

De lo expresado en estas páginas podemos colegir que tenemos una buena noticia:
todavía en la sociedad existe una preocupación moral, lo cual implica que la ética
no ha desaparecido, solo ha cambiado. Pero tenemos dos malas noticias: pese a

158 Frase dicha por el “robot” Andrew en la película El Hombre Bicentenario. La película se estrenó
en 1999 y está basada en el cuento homónimo de Isaac Asimov y en la novela basada en el mismo
El hombre positrónico del mismo Asimov y Robert Silverberg.
159 En esta película dirigida por Werner Herzog el año 1979, por vez primera se muestra un Drácula

“humanizado”, víctima de su propio destino.


192
esta preocupación ética no se advierte un cambio sustancial en la práctica. Sigue
siendo un discurso, más que una práctica. La otra noticia, peor aún, nos informa
que el remedio, o sea, las éticas posmodernas, es peor que la enfermedad. Quizá
por ello el paciente sigue en la UCI.

Ante este complejo panorama, se impone la pregunta: ¿qué hacer para volver a una
ética de las virtudes? El regreso a esta ética requiere del trabajo de la inteligencia
y la voluntad. Hay que regresar al Aquinate y a Tomás de Aquino y no a los gurúes
de moda. No es posible una vida buena sin el ejercicio de estas virtudes, pues
recordando al doctor Angélico, la persona humana anhela (en la esperanza) la
plenitud definitiva de su ser en la vida eterna. Ser virtuoso desde una perspectiva
tomista significa que el hombre es verdadero, tanto en su sentido natural como
sobrenatural, pues la virtud es, como enseña Tomás de Aquino, ultimum potentiae,
o sea, lo máximo a que puede aspirar el hombre, vale decir, la realización de sus
posibilidades humanas tanto en el aspecto natural y sobrenatural. El hombre
virtuoso es en consecuencia, aquel que realiza el bien obedeciendo a sus
inclinaciones más profundas.

Tanto la ética indolora, la ética práctica de Singer, la ética del discurso y la ética
transhumanista constituyen un fiel reflejo de las sociedades democráticas liberales.
Democracias vacías, sin valores, donde la verdad ya no es una exigencia de su
propio funcionamiento, sino más bien un obstáculo. Democracias que se han
convertido según la expresión de san Juan Pablo II en una especie de totalitarismos
encubiertos. Si bien es cierto que cada una de las éticas acá descritas tiene sus
propias particularidades, coinciden en soslayar la necesidad del bien y desconocer
la ley moral natural. Las éticas acá descritas promueven una “buena vida”, pero no
la “vida buena”.

193

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