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LA ORACIÓN

En gramática, este término se refiere a la palabra o al conjunto de


palabras con autonomía sintáctica. Esto quiere decir que se trata de una
unidad de sentido que expresa una coherencia gramatical completa. La
oración es el constituyente sintáctico más pequeño posible que puede
expresar una proposición lógica.

Al aparecer por escrito, las oraciones se encuentran delimitadas por la


presencia de un punto. Por lo tanto, el punto supone el final de la oración.
En el lenguaje oral, las oraciones pueden separarse de acuerdo a las pausas
y el descenso de la voz.

Las oraciones pueden clasificarse en dos grandes grupos, según la actitud


del hablante y según su estructura sintáctica.

De acuerdo a la actitud del hablante, la oración puede


ser enunciativa (“Jorge llegó a las cinco en punto”), exclamativa (“¡No
lo puedo creer!”), interrogativa (“¿Qué dijiste?”), imperativa (“Vete de
aquí ahora mismo”), dubitativa (“Tal vez llegue hasta el final de la
cuestión”) o desiderativa (“Ojalá mi padre consiga el empleo”).

Respecto a la estructura sintáctica, una oración puede ser atributiva,


predicativa, transitiva, intransitiva, activa, pasiva, reflexiva, recíproca, o
pasiva refleja.

La clasificación de las oraciones no se agota en estos grupos. De acuerdo


a los núcleos verbales, por ejemplo, puede hablarse de
oraciones simples, complejas o compuestas.

ORACIONES ENCONTRADAS EN ALGUNOS PÁRRAFOS


DEL CUENTO TODO UN HOMBRE DE JUAN BOSCH:

Primer párrafo:

1. Yeyo va a explicar su caso.

2. Tiene gestos parcos y voz sin importancia.


3. La gente se asombra de verle tan humilde.

4. Es de cuerpo mediano, de manos gruesas y cortas, de ojos dulces.

5. La verdad es que parece avergonzado de la importancia que le da el


público.

6. El juez le mira con fijeza y la gente se agolpa y se pone de pie.

7. Yeyo está contando su caso con una tranquilidad desconcertante.

Segundo párrafo:

1. Lo malo estuvo en que Vicente Rosa abusó de su fama de guapo.

2. En la gallera nadie se atrevía a cobrarle si perdía, y cuando entraba en


una pulpería el pulpero rogaba a Dios que se fuera pronto.

3. Lo mismo si estaba una hora que si estaba diez bebiendo, decía


tranquilamente que le apuntaran lo que fuera y nunca se acordaba de la
deuda.

4. En las fiestas le quitaba a los hombres las parejas sin decir palabra…

5. Un hombre sangrudo, lo que se dice sangrudo.

Tercer párrafo:

1. Descontando todos los circunloquios de la tramoya judicial, el caso


puede sintetizarse así:

2. Vicente Rosa, con su fama de guapo y sus ojos atravesados, estaba un


día dándose tragos en la pulpería de Apolonio Torres, y allí mismo,
sentado sobre una pila de aparejos, fumaba pacíficamente su cachimbo
Yeyo Ramírez.

3. Por dos veces estuvo Vicente mirándole con sorna.

4. Yeyo, tranquilo, indiferente, le devolvía las miradas.

5. Parece que Vicente perdió los estribos.


6. Ordenó un trago de cuatro dedos y se dirigió con él hacia Yeyo.

Cuarto párrafo:

1. Vicente Rosa hizo ademán de irle arriba, pero se le echaron encima los
demás y lo contuvieron.

2. Tenía los ojos fulgurantes como candelas y soplaba como animal.

Quinto párrafo:

1. Y en efecto, llegó gente.

2. Al ver la brega Eleodora se detuvo un instante, pero en seguida alzó la


voz para pedir media libra de azúcar y un centavo de jabón, y esa voz,
que parecía un canto de ruiseñor, aplacó la reyerta.

3. Fue un toque mágico.

4. Vicente Rosa abrió la boca y desendureció los ojos.

5. La muchacha, cortada, se volvió a Yeyo.

6. Había percibido el ambiente de violenta admiración que había estallado


a su presencia y parecía avergonzada.

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