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“…El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con
sus pasiones y deseos.” (Gálatas 5:22-24 RVR1960)
El verdadero creyente manifestará en su vida diaria, el fruto del Espíritu. Una serie de atributos del
carácter personal, que reflejarán virtudes que sólo el Espíritu de Dios puede producir en la vida de
una persona que se rinde totalmente a Cristo Jesús.
El fruto del espíritu, es el conjunto de esas nueve virtudes, que evidencian el carácter de Cristo
operando transformación en las actitudes y la conducta de una persona: Amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Cuando confiesas a Jesús como Señor de tu vida y eres lleno del Espíritu Santo, el carácter de
Cristo empieza a manifestarse en ti, trayendo transformación desde tres áreas diferentes:
a) Cómo estamos constituidos internamente (amor, gozo, paz). El amor la fuerza poderosa
que nos mueve, el gozo es la expresión que manifiesta nuestra esperanza, y la paz es el
resultado de saber que estamos a cuentas con Dios.
b) Cómo nos comportamos con los demás (paciencia, benignidad, bondad). La paciencia nos
ayuda a soportar no solo las circunstancias contrarias, sino a las personas difíciles. La
benignidad nos conduce a hacer el bien a los que nos rodean, sin medir si lo merecen o no.
Y la bondad, expresión del carácter de Dios en nosotros, puede fluir hacia los demás en
buenas intenciones, actitudes y acciones.
c) Cómo manifestamos hacia el exterior, el dominio que Dios tiene sobre nosotros (fe,
mansedumbre, templanza). Nuestra fe muestra la confianza que tenemos en Dios, nuestra
mansedumbre manifiesta el dominio que Dios tiene de nosotros, y la templanza muestra
que Él nos fortalece para dominar nuestra naturaleza caída.
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