Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CUESTIONES" DECLARABLES DE
OFICIO Y COSA JUZGADA '")
t'I Publicado en Diálogo con la !1Ir¡sprlldl'nCin, :\10 36, Setiembre 2001, p. 31 Y SS., en comen·
tario a la Sentencia de Casación N° 21·98/Huaura, del 20 de marzo del 2000.
101
Eugenia Ariano Deho
102
PrescnpciÓll, «cuestiones" declarables de ofiCIO} CO$<1 juzgada _____
103
Eugenia Ariano Oeho
104
PrescnpClón, «cuestiones» declarables de ofiCIo y cosa Jllzgadd - - - -
"que tenga interés en ella»: art. 1152). Y cualquier momento, era efectiva-
mente cualquier momento: al contestar la demanda, o más allá, en segunda
instancia, incluso (tema discutido y discutible) ante la Corte Suprema, o sea,
en buena cuenta hasta que el proceso no hubiera concluido.
Es así que recién en 1977 sobrevino la primera «gran revolución» en el
tratamiento procesal de nuestra «excepción»: en efecto, mediante D.L. 21773,
se colocó a la prescripción en la lista de «excepciones» (art. 312 nueva re-
dacción, las que perdieron el calificativo de «dilatorias», que quedó sólo en
el epígrafe) y se le dio a todas las excepciones un tratamiento incidental
autónomo: se podían interponer en escrito aparte, dentro de los cinco días
de notificada la demanda, sustanciándose como los incidentes, sin interrum-
pir la tramitación del principal. Ergo, las tradicionales «dilatorias» dejaron,
desde 1977, de ser «dilatorias», pues su interposición, en argentinísima ins-
piración8 , no «interrumpía» el ('principal» (o sea que debía de todas mane-
ras contestarse la demanda). Todo ello en aras de la celeridad procesal a fin
de evitar el uso «dilatorio» de las «dilatorias» ...
Sin embargo, igualmente, se estableció que una vez vencido el plazo de
cinco días podían ser propuestas dentro del principal, sin dar lugar a inci-
dente y debían resolverse en la sentencia (así el arto 318, redacción D.L.
21773). Ello significa que si no se planteaban separadamente (dentro del
plazo de cinco días de notificada la demanda) no había preclusión alguna: lo
único que no se lograba era un pronunciamiento previo a la sentencia sobre
las excepciones planteadas, por lo cual el demandado tenía que padecer
todo el proceso (¡que era el ordinario!. .. ). Además hay que tener en cuenta
que conforme al art. 1103 del viejo Código (que quedó invariado) en segun-
da instancia podían «las partes deducir excepciones no alegadas en primera
instancia». Ergo, absolutamente ninguna prec!usión ni en primera ni en
segunda instancia ( ... quedaba la duda sobre la posibilidad de planteamiento
ante la Corte Suprema). .
Le siguió el D. Leg. 127 de 1981, que confirmando a nuestra prescrip-
ción como «excepción», así como la tramitación «autónoma», agregó que
«en ningún caso se podrá deducir excepciones ante la Corte Suprema» (art.
318, nuevo texto), y le dedicó unas palabras particulares a nuestra excep-
ción. Es así que en consonancia con el arí. 1153 del Código civil en ese
momento vigente los legisladores se sintieron en la necesidad de establecer
que «la excepción de prescripción [podía] ser deducida en cualquier estado
de la causa» (art. 318). Además se estableció que en el supuesto en que se
hubiera planteado (incidentalmente) la excepción de prescripción el juez
podía «reservar su resolución para la sentencia». Ese tratamiento diferencia-
do de neo-excepción «procesal» de prescripción ponía en evidencia que algo
había en ella que la diferenciaba de las demás.
El Código Procesal Civil y Comercial de la Nación argentino de 1968 fue el que «in-
auguró» a nivel latinoamericano el que las «excepciones de previo y especial pronun-
ciamiento» no suspendieran el plazo para contestar la demanda (art. 346), todo ello,
como siempre, en aras de la celeridad y economía procesal...
105
Eugenia Anano Deho
Poco después sobrevino el Código Civil de 1984 el que -si bien con-
firmando la no declarabllidad de oficio de la prescripción (art. 1992) - bajo
la premisa de que «la excepción de prescripción se rige por las reglas del
Código Procesal, y que de las normas que suscite el que sea deducida, no
son de competencia del ordenamiento sustantivo,,9 suprimió la regla conte-
nida en el art. 1153 del código que derogaba, o sea el que la prescripción
pudiera oponerse en «cualquier estado de la causa», Como consecuencia, la
suerte de nuestra «excepción» quedó librada a lo que regulara el Código
procesaL Ciertamente no se pensó que de allí a poco sobrevendría la segun-
da "gran revolución» procesaL.
y así llegamos al CPC de 1993 que (re)colocó entre las excepciones a
nuestra prescripción. Pero a diferencia del crc derogado (conforme al D.
Leg. 127) no se le dedicó ni media palabra para diferenciarla de las demás
«excepciones». Como consecuencia, nuestra prescripción de ser una excep-
ción «privilegiadísima» ---en cuanto podía ser opuesta «en cualquier estado
de la causa»- terminó reducida (rectius, degradada) a ser tratada de la
misma forma que las demás. Triste historia. Es así que hoy nuestra prescrip-
ción debe preclusivamente ser planteada ünica y exclusivamente en el mo-
mento que le indicó la ley procesapo, y nunca más ... {realmente nunca más)l1 ,
quedando de esa manera envuelta en ese "frenesí punitivo»12 en contra de
las partes que animó a nuestro legislador de 1993 (redius, de 1991-92), el
106
_ _ _ _ Prescripción, «cuestiones" declarables de oficio y cosa juzgada - - - -
que teniendo por (ilusoria) meta lograr que las partes se comportaran bajo
los cánones de la lealtad, probidad y buena fe, no encontró mejor solución
que constreñirlas a alegar todo lo que tuvieran que alegar en sus actos
"postulatorios», y, en particular, al demandado que interpusiera todas sus
excepciones de una buena vez, a fin de eliminar su uso «malicioso»l3.
3.- Pero allí no queda todo. Lo más grave es que la operación de
"procesalización» de la prescripción es que siendo equiparada en su trata-
miento procesal a las demás su estimación determina que se declare «nulo
todo lo actuado y concluido el proceso» (art. 451 inc. St con la consecuencia
que el proceso concluye con una mera absolutio ab instan tia y la res in iudicium
deducta queda -aparentemente-- sin juzgamiento.
De allí que cuando nuestra sentencia dice que «la prescripción sólo
extingue la acción, más no el derecho, de modo que declarada en otro pro--
ceso, concluye la acción que le dio origen, no pudiendo servir de base para
declarar la improcedencia de una nueva demanda, mucho menos de oficio»,
en cierta medida podría, a la luz de nuestro derecho positivo, tener algo de
razón, si es que por «acción» entendemos lo que entiende el autor de la
fórmula del art. 1989 del Código Civil, vale decir, como «derecho a la juris-
dicción, esto es, como derecho a provocar la actividad del órgano jurisdic-
cional del Estado»14 siendo este derecho -y no <<la acción corno pretensión
que, como tal está incorporada indesligablernente a un derecho subjetivo y
dependiente de él>,l,_ el que «prescribe» (o sea el que se extingue por el
transcurso del plazo), naturalmente a condición de que en el proceso se
plantee la respectiva excepción que es la que enerva y neutraliza la «acción
incoada» (siempre como derecho a la jurisdicción). Ergo, planteada la excep-
ción de prescripción y declarada fundada ésta, lo que se extingue es la
acción (como derecl10 a la jurisdicción, o sea al proceso), dando lugar sim-
plemente a la muerte del proceso activado, que al «enervar y neutralizar» el
derecho al proceso provoca que se desmorone cual castillo de naipes todo
lo actuado, que es exactamente lo que ocurre según el art. 451 inc. 5 CPC
cuando se declara fundada nuestra excepción.
Entonces ¿es correcto el razonamiento de nuestra sentencia? ¿Declara-
da fundada en un proceso la excepción de prescripción, dado que el dere-
cho sigue vivo y saludable, se puede ejercitar otra «acción» (siempre como
derecho a la jurisdicción)? Pues decididamente no. Pero sigamos profundi-
zando.
" Así MOI>ROY GAlVEZ, op. ult. cit., p. 21, para quien «el tratamiento que el nuevo Código
le concede a las excepciones elimina su uso malicioso. Incluso todo el sistema de costos,
costas y multas que para su trámite se regula, desalienta el uso irregular en provecho
de una lealtad y buena fe procesal necesaria para el nuevo modelo de proceso que el
Código aspira».
VIDAl RAMIREZ, op. CIt., p. 60.
"
lbidern, p. 99.
J07
Eugenia Ariano Deho
" Tal como lo evidencia TR01Sl «parece casi una ironía de la suerte el hecho que un
instituto destinado, según la opinión dominante, a garantizar la certeza del derecho sea
él mismo fuente de profundas incertidumbres: cada aspecto significativo suyo -inhe-
rente sea a la naturaleza jurídica, sea a la estructura, sea a la función- es controver-
tido, desde la calificación hasta el fundamento, desde el objeto hasta el contenido,
desde los efectos hasta la operatividad de éstos»: l..J¡ prescr11.wne come procedimenlo, ES!,
Napo!.i, 1980, pp. 12-13.
ASÍ, CUEVA GARC1A, IndagaCIOnes heréticas en lomo a la prescripCIón extmtlva, en 11,15 el
ventas, 1\:0 21, p. 91 Y ss.
CCEV,\ GARUA, op. cit., p. 106.
rb,dem.
108
Prescripción, «cuestiones» declarables de ofiCIo y cosa juzgada _____
entendido que lo que estaba en juego con ella era una «condición de la
acción,,; la chiovendianísima «voluntad de la lcy,,20, o sea una cuestión
procesal, cuya estimación -según escribía el profesor MO:-':ROY GALVEZ-
'" As; MO:'>,I~oY GALVEZ, Apuntes pam un es/wilo sobr~ la ~_,,;epC/ón, en Temas de proceso CIVil,
Lima, 1987, p. 169. Ahora, por lo que atañe a lo que faltaría en el caso de la prescripción
parece que nuestro condi/or legis ha cambiado idea pues en Su posterior estudio UlS
excepcIOnes en el Código Procesal CÚlIl perllano, cit., p. 19-20, se señilla que "lo que en el
fondo se alega es la ausencia de mlcrés pam ohmr, es decir de necesidad de tutela
juridica en el demandante, dado que el derecho le concedió un pla,<Q para que exija la
satisfacción de su pretensión, se presume que vencido éste, ha desaparecido el interés
en satisfacer jurídicamente su pretensión, por lo que el demandado está en aptitud de
pedirle al juez tal declaración»,
Cabe señalar que a CHIOVE~DA nunca se le ocurrió considerar a la prescripción (ganada
y excepcionada) como un supuesto de carencia de «voluntad de la ley». Para CHIOVE~[)A
la acción eril el derecho (potestath'o) a obtener una sentencia favorable, y para ello
debían darse tres condiciones' a) la existencia de un derecho (<<la primera condición
para que el juez puedil afirmar existente una voluntad concreta de la ley que garantice
un bien al actor es, naturalmente, ésta: que él, con base al conocim.iento realizado,
cor1Sldere eXistente tlll vo/¡mllld,,); b) legitimación para obrar (<<para que el juez estime la
demanda, no basta que considere existente el derecho, sino que es necesario que con-
sidere que éste corresponde precisamente a aquel que lo hace valer y contra aquel
contra quien es hecho valer»); y, e) el interés para obrar (<<el intc.-és para obrar consiste
en esto: que sin la intervención de los órganos jurisdiccionales, el acto.- suf.-iria un daño
injusto») (cfr. en lnslltuciones de Derecho Procesal OVIl, 1, Editorial Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1948, n, 38, pp, 182-189). Siendo la acción el derecho a la sentencia
favorable, la excepción (en general) era el derecho (también potestativo) de «impugnar
la acción>" "de anular la acción»: «en este sentido es un "contraderecho", no en el
sentido que el demandado oponiendo la excepción pida algo más o distinto de la
desestimación de la demanda (.. ,) con la excepción en sentido propio se obtiene la
desestimación aún cuando la acción esté antes de la excepción viva y eficaz, efficax sil:
o sea se obtiene la desestimación a través de la anulación de la acción operada en el
proceso por la misma sentencia de desestimación»; y ello ocurre en los supuestos de
prescripción, de compensación, de retención, de incapacidad, de vicios del consenti-
miento, de lesión, etc. En tilles casos "el juez a falta de excepción debe estimar la
demanda, porque la acción, hasta que no le plazca al demandado valerse de su derecho
de impugnarla, existe y la demanda es fundada (.,.) la sentencia que condena a p<lgar
una deuda a la cual se podría haber opuesto, y no fue opuesta, la prescripción, no es
para nada injusta, aún cuando el juez haya conocido que la prescripción se había
verificado» (Sulla .eccezione», (1927), en Saggl di dmllo processuale ClVlle, al cuidado de
PRora PISA:>-JI, 1, Giuffre, Milano, 1993, p. 151 Y 153). Oc donde resulta muy claro que
en el pensamiento chiovendiano la ~excepción» era el derecho (potestativo) de «anular»
la acción (como derecho a obtener la sentencia favorable) que correspondía al deman-
dado. De no ejercitarse ese derecho (y si se daban las condiciones de la acción, o sea
de estimación de la demanda) la demanda era fundada. Sobre el pensamiento
chiovendiano en matcria y el concepto de excepción, cir. CAPPELLETTI, Nuo¡'1 jllltl KlIm'dici
ed ecceZlOm nel gludl2lo di rmvlO, en Rimstll tnmestrale di diritto e procedl/ra ""de, 1959, p.
1610 Y ss., especialmente. p. 1611-1612; E.F, RICé!, l/limite del/'lIttimla di parte ne! gmdizlo
di rmvio, en RIVl5/a di dintto processlwle. 1960, p. 99 Y ss., especialmente, p 104-106;
CAR.'1ELL:TTI, Un lap511s el'idenle7, en Ril'is/a di dmtlo processuale, 196(), p. 447 Yss,; LIE6MA:>i,
¡nlorno al mpporll Ira a::wne ed ecce::lOne, en Rwisla dI dmtto processlwle, 1960, p. 449 Y ss.;
109
Eugenia Ariano Deho
110
Prescripción, «cuestiones" declilrables de oficio y cosa juzgada - _ __
111
Eugenia Anano Deho
V. por todos LARENz, Derecho Cwil. Parte General, Edersa, Madrid, 1978, p. 312 Y ss.
El supuesto más parecido es el de la compensación. Como sabemos el arto 1288 del CC
señala que «Por la compensaóón se extinguen las obligaciones reóprocas ..., hasta donde
alcancen, desde que hayan sido opuestas la UM a la olm». Ergo, la compensación, cumo
fenómeno extintivo, no se verifica automáticamente (ipso jUre) sino cuando medie opo-
sición de un crédito al otro ( o sea ope exceptwnis). Así señala FERRERO (RAÚL) que' «la
compensación automática ha sido desechada por el código vigente, al considerarse que
la ley no tiene por qué imponer la extinción por compensación de créditos que no se
reclaman; ya que, por último, al interesado puede convenirle la subsistencia de su
crédito. Lo lógico resulta que la compensación opere sólo por voluntad de parte, es
decir, que tenga carácter facultativo. Ello implica que se precisa de la manifestación de
voluntad de al menos uno de los acreedores para que ella opere!>: Curso de derecllo de
las obligaciones, 3' ed., Grijley, Lima, 2000, p. 311. Ahora, PROTO PISA"I individualiza
otros supuestos semejantes a la prescripción: "el efecto extinóón de derecho por pres-
Cripción es un efecto que no se logra automáticamente (... ), sino que es un efecto que
se produce ex arto 2938 c.e. solu tras la mtermediación necesaria del ejercicio del poder
sustanóal reservado al obligado de atribuir relevanóa al hecho extintivo prescripción,
de forma en nada dishnta de cómo el efecto extinción de la relación de trabajo o
resolución del contrato ex art. 1456 e.e. se logra no automáticamente al verificarse el
hecho justa causa o jlL~tificado motivo o blen incumphmiento deducido en la clausula
112
Prescripción, «cuestiones" declarables de oficio y cosa Juzgada
sino sólo frente al ejercicio de! poder sustancial reservado al empleador de despedir o
bien a la otra parte del contrato de valerse de la cláusula resolutoria expresa. Y lo
mismo hay que decir para la extinción o impedimento del derecho tras la verificación
del hecho transcurso del plazo previsto bajo pena de caducidad cuando estemos en
materia no sustraída a la disponibilidad de las partes (ar\. 2969 c.c.); o bien de extinción
de la obligación por compensación ex art. 1242 cc. también, y finalmente, se piense a
la anulabilidad del contrato hecha valer por la parte obligada que no haya aún cum-
plido: también aquí e! efecto extinción o impedimento de la obligación incumplida no
se logra automáticamente por la incapacidad, el dolo, el error o la violencia sino que
se verifica sólo tras el ejercicio del poder, reservado a la parte interesada, de atribuir
relevancia jurídica a tales hechos extintivos o impeditivos», Appunti slll/a tllte/a c.d.
constitutiva (e sulle teOllc}¡e di prod!l~lOne degli effelll sostanzlOli), en Rwista di diritto
prOcessllale, 1991, p. p. 75.
El CC vigente ha suprimido la disposición contenida en e! arl. 1152 del CC de 1936 que
establecía que podían oponer 1", prescripcíón «los acreedores del deudor y cualquiera
que tenga interés en ella, aunque el deudor no la oponga o la renuncie". La supresión
es obra de la Comisión Revisora del Código Civil, pues en el proyecto de VIDAL RA.\iIREZ
si estaba (dr. al respecto, /.i¡ prescripCión y la cadUCidad, cit., p. 110 Y ss., para quien «el
hecho de que el Código Civil no haya mantenido la norma del Art. 1152 del de 1936
o no haya acogido la que propusimos, no significa que no estén legitimados para
oponer la prescripción además de! propio prescribiente, sus sucesores, sean a titulo
universal o a título particular. (... ) pueden también invocarla los terceros que tengan un
legítimo interés en que ella produzca sus efectos»: p. lll).
«Excepción» en su cabal sentido, es decir, tal como lo señala FABBRINI, como «la activi-
dad mediante la cual el demandado determina una ampliación de la quaestlO faell,
haciendo necesario que el juez examine y califique jurídicamente otros hechos además
de aquél constitutivo alegado por el actor, haciendo depender el contenido de su de-
cisión en el sentido que, cuando estos hechos resulten existentes, deba declarar impe-
dido, modificado o extinguido e! efecto jurídico que el actor pretendia ver tutelado, con
la consiguiente desestimación en el fondo de la demanda» L'eecezlOne di merito nello
svolglmento del processo di eogmzlOne, en Sentti gH~ridiCl, 1, Giuffré, Milano, 1989, p. 353.
Así COLESANTI, Eccezlone, cit., p. 196, nota 83, para quien «ello significa que el efecto
extintivo de la prescripción misma se reconduce a un supuesto de hecho lfattlspeCle]
complejo, del cual la carga de la excepción representa uno de los hechos constitutivos:
faltando la integral realización de tal complejo supuesto de hecho, p. ej., porque no fue
opuesta la excepción, no puede realizarse tampoco el efecto jurídico correspondiente.
En definitiva, la sentencia que condena al pago de una deuda prescrita si la prescrip-
ción no fue opuesta, es una sentencia justa por el solo hecho que no subsiste un hecho
extintivo del derecho de crédito, y ella nO es para nada creativa ex noUQ de ninguna
relación». Sobre ello ver (todas) las acertadas reflexiones de TROI51, /.i¡ prescrIZJone come
procedlmenlo, eit. En contra, por todos, GRASSO, l.a prommáa d'uffino. 1. /.i¡ prmwncw di
mento, Giuffrc, Milano, 1967, p. 292 Y ss., para quien «la prescripción produce sus efectos
en el momento mismo en el cual se cumple el periodo de inacción prescrito» (p. 294).
113
Eugenia Ariano Deho
114
Prcscnpción, «cuestiones» declarables de oficio y cosa Juzgada _____
Resulta interesante observar que la prescripción se mencione por última. Ello me re-
cuerda la explicación que daba LEO:>J BARA:>JDIARÁN de la norma del art. 1152 del CC del
36: «la razón de-la regla a que se contrae el número 1153 estriba en que si el deman-
dado no interpone desde el comienzo la excepción, es porque confía en otros medios
de defensa; pero ello no quiere decir que haya renunciado a la prescripción e_o); de
modo que antes de la sentencia definitiva cabe alegar la prescripción»; Curso de! acto
¡uridico, l' ed., Lima, 1983, p. 89.
Así, MONROY GALVEZ, Apuntes para un estudzo de la excepción, cit., p. 102-103.
Así, también, MO;-';ROY GALVEZ, Las excepCIOnes en e! Códzgo Procesal CIVil peruano, cit., p.
21.
TRO!SI, La pre5cnzIOne come procedimento, cit., p. 72-73.
Cfr. en FERRERO (AuGcsro), op. nt., p. 171.
Probablemente la mayor demostración de que la prescripción es fenómeno sustancial
y no procesal esté en el arl. 2099 del CC que establece que "la prescripción extintiva
de 13s acciones personales se rige por la ley que regula la obligación que va a extinguir-
se»: ergo, la ley aplicable es la de la relación sustancial, y no la lex jon, como m:urriría
si fuera un fenómeno procesal (lo propio ocurre en el art. 2091 CC). Lo evidenciaba ya
HElr>.:ITZ, 1 [imili oggettzvi del/a cosa giudicata, Cedam, Padova, 1937, p. 218, nota 4.
Una de las razones que se adujo para suprimir la disposición del arl. 1153 del CC de
1936 {aparte del de ser una norma procesal: ver nota 9} fue para que no quedara duda
sobre ~que la prescripción se puede hacer valer tanto en vía de acción como de excep-
ción»: así VIDA!. RA\.iIREZ, La prescnpoón y la caducidad, cit., p. 115. Cabe señalar que las
dudas no se disipan con el silencio sino con claras disposiciones normativas. Para mí,
nI/l/a quaesllo, que la prescripción pueda perfeccionarse como se suele decir, en «vía de
115
Eugenia Ariano Deho
acción» (aunque, en verdad, me parece de lo más inútil), o sea planteando una deman-
da meramente declarativa de la verificación del evento extintivo, en donde la propia
interposición de la demanda perfecciona la prescripción. Tampoco, nullll quaestio, que
la prescripción pueda perfeccionarse extrajudicialmente con un acto que manifieste esa
intención del sujeto interesado de perfeccionar el evento extintivo (v. TR01S!, op. cit., p.
221 Y s.). Tal como lo señala PROTO PiSANl --en vía general- «la excepción en sentido
estricto es el poder procesal a través del cual se hacen valer en juicio la relevancia
jurídica de un hecho modificativo, impeditivo o extintivo subo~dinada al ejercicio de
un poder sustancial de parte: poder sustancUlI que puede ser ejercitado contemporáneamenle
con el poder procesal de excepClón o bien puede ser ejercilado ya antes del proceso, en cuyo caso
a trat'és de la excepción se hará valer el acto extrajudicial de ejerCIcio del poder sUslanclal y la
relevancIa JurídIca del relalivo hecho modif1cativo, impedItIVO o extmtIVO»: Appunti sulla C.d.
/utela coslituliua, cit., p. 73, nota 19 (cursivos míos).
Así A¡';A MARtA ARRARTE señala que «atendiendo a las consecuencias prácticas de [la
institución de la cosa juzgadal en nuestro sistema procesal, es imprescindible reconocer
que existen situaciones límite, tal vez excepcionales, pero que al pronunciarse sobre 1..
forma también acaban con la posibilidad de intentar nuevamente, de manera válida,
una pretensión, en nuestra opinión en estos casos debemos concluir que ha precluido
toda posibilidad de intentarlo nuevamente, operando el carácter de cosa juzgada ma-
terial, sobre la decisión que concluyó el proceso en forma defirutiva, tal es el caso de
las resoluciones que declaran la caducidad o prescripción ... »: Apuntes sobre los alcances
de la autoridad de cosa Juzgada en el proceso c¡ud, en PrOceso & ]ustiCla. Remsta de Derecho
Procesal, revista editada por la Asociación Civil Taller de Derecho, N°l, 2001, p. 14. He
aqlÚ todo el problema: pronunciarse sobre la prescripción o la caducidad no es pronun-
ciarse sobre «aspectos formale~ de la relación procesal».
116
Prescripción, «cuestiones" declarables de oficio y cosa juzgada _ _ __
5.- Pero, al decir esto surge un nuevo problema: ¿de dónde se infiere
que terminado un proceso «con una decisión sobre el fondo» no se pueda,
con éxito, volver a plantear la misma demanda? Si en el segundo proceso
no se plantea formalmente la «excepción de cosa juzgada» y de lo actuaov
se establece que hay un pronunciamiento previo que adquirió la calidad de
cosa juzgada, ¿puede el juez tenerlo en cuenta «de oficio», es decir sin una
específica instancia de parte? En el moderno y «científico» Código Procesal
Civil no se dice nada. En cambio, en el viejo y «pre-científico» Código de
Procedimientos Civiles había un artículo del cual se infería que la existencia
de cosa juzgada podía ser apreciada de oficio: el art. 1085 en cuyo inciso 12°
se establecía que era nula la resolución que se pronunciaba en contra de otra
que pasó en autoridad de cosa juzgada (el D.L. 21773 le agregó el «pleito
acabado»). Ergo, si la resolución (sentencia o auto) que se pronunciaba en
contra de otra ya firme era (radicalmente) nula, la existencia de esa primera
resolución podía apreciarse de oficio, aún cuando no se hubiera planteado
(siempre formalmente) la respectiva excepción, pues no se podía considerar
que el juez, a sabiendas, pudiera pronunciar una sentencia (o auto) ya an-
ticipadamente condenada a su nulidad.
Hoy en vano buscaríamos una norma corno la del art. 1085 del viejo
código. Pero definitivamente debemos considerar que el juez sí se puede
pronunciar (rectius, tener en cuenta) de oficio (o sea, no necesariamente al
resolver la «típica» excepción de cosa juzgada) sobre la existencia de la reso-
lución con autoridad de cosa juzgada 42 • Y ello, en primer lugar, porque tene-
mos una norma constitucional que establece la «prohibición de revivir proce-
sos fenecidos con resolución ejecutoriada» (art. 139 inc. 13), norma que, por
su ubicación sistemática, tiene como destinatario al órgano jurisdiccional43 ; y,
Así, L!EBMA~, Sul/a nlevabilitit d'ufficio del/'eccez/One dI cosa gil/dimta, en Efficacia ed autoritil
della sentenUl (ed altn seritt! s¡dla cosa giudica/a), Giuffre, Milano, 1962, p. 173-177; ID.,
Manua/ de derecho procesal cIVil, Ejea, Buenos Aires, 1980, p. 609-611. En contra,
MONTELEONE, Diritto processuale cim'/e, 2' ed., Cedam, Padova, p. 538 para quien si «exis-
te una sentencia pasada en cosa juzgada sobre un determinado objeto y entre determi-
nadas partes, sucesivamente se instaura otro proceso sobre el mismo objeto y entre las
mismas partes, en el cual se pretende reponer en discusión lo ya decidido definitiva e
inmutablemente, en la esperanza de superarla. En este caso el juez no puede considerar
de oficio la cosa juzgada precedente, sino sólo la parte interesada tiene la facultad
jurídica de excepcionar la existencia: exceptio rei illdicatae». Como fuere el tema es harto
polémico y adquiere, entre nosotros, particular importancia porque el demandado se
encuentra más que limitado en la proposición de la excepción de cosa juzgada, pues si,
en primer grado, se le pasa el plazo para proponer la excepción, ya que ni aún querien-
do hacer valer la decisión anterior (firme e inmutable) no puede proponerla nunca más.
Así dice MO:-.JfERO ARocA que «Si la cosa juzgada es uno de los elementos esenciales de
la jurisdicción y si la vinculación que nace de ella se refiere fundamentalmente a los
órganos jurisdiccionales, pues es a éstos a los que afecta el principio non bis in idem y
su consecuencia el aspecto prejudicial, la conclusión lógica es que los efectos de la cosa
juzgada deban ser tenidos en cuenta de oficio por el juzgador, por cuanto debería ser
tratada como lm verdadero presupuesto procesal»: Derecho JurisdiccIOnal. Il. El proceso
CIVIl, 7" ed., Tirant lo blanch, Valencia, 1997, p. 366.
117
Eugenia Ariano Ocho
Señala LIEBMAN, Manual de derecho procesal ciVIl, cit., p. 610, que «la litispendencia debe
ser puesta de relieve también de oficio en cualquier estado y grado del proceso; pero
lo excepción de litispendencia es solamente una anticipación de la excepción de cosa
juzgada. Sería extraño que la segunda no fuera señalable de oficio, cuando la primera
lo es por expresa disposición de la ley».
Distinto es el camino trazado por el Código brasileño que en su art. 267 §3 ---de clara
impronta liebmaniana- establece que el juez conoce de oficio, en cualquier estado y
grado del proceso y hasta que no se pronuncie sentencia de fondo, sobre la existencia
de cosa juzgada. llay que anotar que dicho código ha igualmente precisado que cuando
el proceso concluye por existir «perención, litIspendenCIa o casa Juzgada» la demanda no
puede ser replanteada (art. 268). De igual forma la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil
española (LEC 2000) ha establecido en su arto 222.1 que «La cosa juzgada de las sen-
tencias firmes, sean estimatorias o desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un
ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico al del proceso en que aquella se produjo».
Comentando tal norma señala MONTERO AROCA que «La cosa juzgada no puede impedir
la iniciación de un nuevo pleito, pues la fuer:ra de la misma no puede determinarse a
priori, pero sí se opone que se dicte un nuevo fallo sobre el fondo (... ). Esta función
negativa, pues, no obliga a que en el segundo proceso se resuelva con el mismo con-
tenido can que se resolvió el primero, sino que impone al tribunal no resolver»; El
nuel'O proaso OVIl, Tirant lo blanch, Valencia, 2000, p. S·B.
118
PrescnpClón, «cuestiones» declarables de oficio y cosa juzgada _ _ __
119
Eugenia Ariano Deho
Cierto que en nuestro ordenamiento es difícil ubicar resoluciones de este tipo, pues
desconocemos la figura de las «sentencias no definitiva» o "parciales» sobre cuestiones
de fondo, como en el derecho italiano, las que sobreviven, en su efIcacia, a la extinCIón
del proceso.
120