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EXPRESO CORTADO

SUEÑOS
Gilberto Medina Casillas

Hablar de sueños es una tarea multifacética, representan expresiones


del alma; imaginerías diversas tomadas de los archivos de la memoria;
premoniciones emboscadas en rincones significantes; excreciones de
basura psíquica; o refulgentes bendiciones. Aún en el siglo XIX el
soñar era un misterio indescifrable, hoy lo sigue siendo, pero Freud y
sus huestes pretenden interpretar su simbología, usando las
autocomplacientes herramientas del psicoanálisis.

Vayamos al principio, a la fisiología del sueño, esa tercera parte de


cada día en la que el ‘músculo duerme y la ambición descansa’.

De modo resumido asumimos que dormimos para poder estar


despiertos por el día y que, precisamente porque estamos despiertos y
activos durante el día necesitamos dormir. El sueño es una necesidad
básica del organismo y su satisfacción nos permite la supervivencia.

Aunque aún estamos muy lejos de obtener respuestas claras respecto


a este fenómeno, parece que el sueño no REM (o no MOR en
español: movimientos oculares rápidos) tendría una función
relacionada con la reparación de tejidos corporales y conservación y
recuperación de energía, mientras que durante el sueño REM
( movimientos oculares rápidos) predominarían los procesos de
reparación cerebral (reorganización neuronal, consolidación y
almacenamiento de recuerdos relevantes y eliminación y olvido de los
que no lo son). De este modo podríamos explicar que cuando un
organismo está aprendiendo algo, aumente durante su sueño la fase
REM y que, por otro lado, cuando está sometido a un fuerte desgaste
físico aumente la fase no REM.

Así, pues, vayamos a las manifestaciones oníricas, las cuales suceden


mientras se duerme. Los sueños son un tipo de relato. Una
experiencia que tiene principio y fin, ambos difusos, pero que se puede
contar. Los sueños son como historietas ora claras, ora disparatadas,
ora incongruentes o incluso muy oscuras.

Les caracteriza una lógica deformada que permite manifestaciones


extrañas, cambios de tiempo y escenarios, aparentemente, sin ton ni
son. La libertad onírica es incontenible, los sueños se mueven solos,
como sucedidos de los que el soñador solamente observa, sin control
alguno, Algunas veces recordamos el sueño al despertar, pero más
frecuentemente, aunque creemos haber soñado ‘algo’, no podemos
asirlo como recuerdo. Nos da la idea que ha pasado desapercibido.

En la historia y en los libros de las religiones, se mencionan sueños


premonitorios, mismos que anuncian bendiciones o calamidades, para
el sujeto que ha soñado y eventualmente para su comunidad. Entre
muchos otros, podemos poner de ejemplo el reiterativo sueño del
Faraón egipcio en tiempos de los hijos de Jacob, el de las vacas
gordas y las vacas flacas, que José interpreta correctamente como
periodos de abundancia y de escasez, respectivamente.

El hinduismo habla que la existencia humana y del mundo en todas


sus manifestaciones, es un sueño de Brahma.
Los aborígenes australianos afirman que vivimos el tiempo de sueño.
Cito: “Y el Hombre, caminando sobre la tierra, vio todas las obras de la
Creación. Escuchó el canto de los pájaros al amanecer y vio el rojo sol
del atardecer y… comenzó también a soñar. El Hombre soñó con
compartir la música de los pájaros al amanecer, la danza del emú y el
ocre rojo de la puesta de sol. Pero soñó también con la risa de los
niños y el Hombre comprendió entonces el Sueño.

Así que continuó soñando con todas las cosas que se habían soñado
antes. Soñó con las tranquilas aguas profundas, con las olas y la
arena mojada, con las rocas y el cielo abierto, con los árboles y el cielo
nocturno y con las llanuras de hierba amarilla. Y el Hombre supo que,
con el Sueño, todas las criaturas estaban espiritualmente hermanadas
y que él debía proteger su Soñar. Y soñó con cómo contaría este
Secreto a sus hijos que aún no habían nacido.

Entonces el Gran Espíritu Creador de la Vida supo que, al fin, el


Secreto del Soñar estaba a salvo y, cansado del Sueño de la
Creación, se retiró bajo la Tierra para descansar. Así que, desde
entonces, cuando los espíritus de todas las criaturas se cansan de
Soñar, se unen al Gran Espíritu Creador de la Vida bajo la Tierra. Esta
es la razón por la que la Tierra es sagrada y el hombre debe ser su
protector”.

Termino esta entrega, que pretende ser un aguijón en la consciencia


del lector, con unos versos de Antonio Machado:

Ayer soñé que veía


a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.

Y remato con el anonadante fragmento final del soliloquio de


Segismundo, en la obra ‘La vida es sueño’ de Pedro Calderón de la
Barca:

¿Qué es la vida? Un frenesí.


¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

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