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el porcentaje de
agua en nuestro cuerpo casi alcanza las dos terceras partes. Está presente en los tejidos
corporales y en los órganos vitales. Es un elemento fundamental para procesos corporales
vitales. Sin beber agua no podríamos sobrevivir más allá de tres o cuatro días.
El agua es esencial para el desarrollo de procesos orgánicos como la digestión, así como en
la absorción y eliminación de desechos. Además, estructura el sistema circulatorio y
distribuye nutrientes hacia todo el cuerpo a través de la sangre. Otros de los
principales beneficios del agua para nuestro organismo son: mantiene la temperatura
somática al eliminar el calor sobrante con su salida en forma de transpiración y vapor a
través de la piel, alivia la fatiga, evita dolores de cabeza o reduce los riesgos de problemas
cardíacos.
A día de hoy, hay muchas zonas del mundo que no disponen de agua potable y
saneamiento de la que sus habitantes puedan hacer uso. Esto es de sobra conocido, pero
queda patente el 19 de noviembre, fecha en la que cada año se celebra el Día Mundial del
Saneamiento, que busca crear conciencia sobre los 4200 millones de personas que
carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.
Además, en el año 2025, a los problemas ya existentes en el agua se le van a añadir los
ocasionados por la crisis climática, y por ello se espera que más de la mitad de la
población del mundo viva en zonas de escasez de agua.
Así, que ya sea porque la escasez del agua es ya visible en muchas partes del planeta, o
porque pueda serlo en un futuro cercano en otras muchas, debemos interiorizar la
importancia del agua en nuestras vidas y cuidarla para que podamos disfrutar de este bien
tan preciado el mayor tiempo posible. Porque la ausencia de la misma puede desatar
además de problemas de salud, también diplomáticos y migratorios en un mundo ya
complejo como el actual.
Porque, aunque el agua cubre gran parte de la Tierra, solo el 2,53% es agua dulce, y,
además, 2/3 de esta agua dulce está congelada en glaciares o en lugares con nieves
perpetuas, y su uso por tanto es muy limitado.
En promedio, los seres vivos contienen un 70% de agua en su composición. Hay quienes
tiene más que otros, por ejemplo los vegetales suelen tener más de este líquido que los
animales, pero esto nos sirve para afirmar que es un recurso insustituible para todos los
seres vivos; no sólo porque debemos consumirla para mantener la salud, sino por su
intervención en todos los aspectos que contribuyen a sostenernos en el planeta. Es por
esta razón que es un componente para establecer el índice de desarrollo de un país o
sociedad.
No sólo esto, sino que la utilizamos en actividades cotidianas como la higiene personal y
del entorno, preparación de alimentos, entre otras.
De aquí la importancia de consumir agua a lo largo del día, para reponer los líquidos que
se pierden diariamente por la sudoración y respiración.
El acceso al agua potable es uno de los indicadores económicos sociales por excelencia,
pues esto puede determinar en gran medida el estado de salud de un grupo social,
además de indicar los niveles de productividad y bienestar.
Nuestra sociedad requiere agua para poder mantener y crear el crecimiento económico,
pues gracias a su disponibilidad podemos realizar actividades como la pesca, producción
de bienes, transporte, industria y hasta turismo.
El agua supone todo un lujo que empezamos a disfrutar partir de 1909 que es cuando
llegó el preciado líquido a los primeros hogares españoles.
Captación de agua
En primer lugar, necesitamos una fuente de agua de la que abastecernos. Normalmente
las posibilidades son tres:
Potabilización
Estas aguas son sometidas a un proceso de potabilización consistente en eliminar
cualquier presencia de sustancias tóxicas como el cromo, el plomo o el zinc, así como
algas, arenas, bacterias o cualquier presencia de virus.
El agua se potabiliza en las plantas potabilizadoras, aunque técnicamente se conocen
como Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP). El proceso no es idéntico en todos
los casos, pues depende de diferentes factores. Así, por ejemplo, si el agua procede de un
río o un lago superficial, es preciso separar ciertos componentes del agua natural, además
de limpiar las impurezas, filtrar y desinfectar con cloro u ozono.
Una vez potabilizada, se almacena en depósitos que suelen estar ubicados en puntos
elevados. Así, se aprovecha esta altura para distribuir el agua por acción de la gravedad y
sin que sea preciso, por lo tanto, recurrir al bombeo.