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Hace un millón de años, los únicos ruidos importantes eran los naturales, como los de los volcanes o los de
las tormentas. En otra época, el hombre trabajaba en el campo, rodeado de tranquilidad y simplicidad.
Después comenzó a idear todo tipo de objetos para mejorar su calidad de vida y sus placeres. Para
fabricarlos, concibió máquinas, unas más ruidosas que otras. Pero esto tuvo sus consecuencias.
De forma natural, el hombre pierde una parte de su capacidad auditiva al envejecer. La exposición
reiterada a niveles sonoros altos agrava esta sordera.
Desde el año 1963, el ruido está reconocido como una causa de enfermedad ocupacional. La legislación
ha promulgado leyes en lo que concierne al ruido cotidiano y, sobre todo, al ruido en el lugar de trabajo.
Un nivel sonoro superior a 80 dB(A) durante una jornada de trabajo puede causar pérdidas auditivas. Por
lo tanto, protegerse ha pasado a ser una obligación.
En 1939, un estadounidense fabricó el primer protector auditivo. Se trataba de un tapón poroso de látex
impregnado de vaselina para facilitar tanto la inserción como la extracción.
En 1954, un tal Knighf desarrolló un tapón preformado para reducir los ruidos violentos.
En 1992, Cotral Lab. comenzó a fabricar protecciones auditivas a medida. Durante 18 años, el laboratorio
ha fabricado manualmente tapones moldeados de silicona. Con un proceso optimizado y un enfoque de
calidad en las consultas, en 2007 ya había un millón de personas equipadas.
Siempre preocupados por ofrecer productos de gran rendimiento, se realizaron mediciones para
determinar la eficacia de sus protectores. Por desgracia, los resultados no superaron el 75 %. Por más
que los ingenieros investigaran, probaran y se devanaran los sesos, todo era inútil. Hubo que reinventar la
protección auditiva.
En 2008, Alain Kusi, del Instituto Nacional Francés de Investigación y Seguridad realizó una
revisión bibliográfica con la que demostró que los protectores a medida evidenciaban
diferencias de eficacia de 7 dB en promedio en comparación con los valores certificados.
Teniendo como referencia el promedio de su atenuación, un estudio de Hearing ProTech
demostró que el índice de eficacia de las protecciones a medida solo era del 70 %.
El protector a medida podía presumir de ser el más fiable, sin embargo, ¿puede alguien estar
satisfecho con una eficacia del 70 % o 75 %?
Han sido necesarios muchos años de perfeccionamiento y de investigaciones para dominar a
la perfección esta nueva tecnología de fabricación aditiva, también llamada fabricación 3D.
En el 010, se fabricaron las primeras protecciones auditivas a medida —modelo Micra de
Cotral Lab— de forma totalmente digital. Esta nueva tecnología, una vez dominada a la
perfección, permitió mejorar la eficacia del 75 % al 84 %.
Con la fabricación digital, cada etapa se puede reproducir de forma exacta. El proceso
requirió varios años de perfeccionamiento. La impresión se escanea en 3 dimensiones para
volver a trabajar con ella después digitalmente. Esta etapa es minuciosa y prolongada; es
aquí donde se aplican los parámetros que permitirán obtener una eficacia perfecta y una
comodidad óptima. El corazón del conocimiento de Cotral Lab.