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EL AFAN Y LA ANSIEDAD

Tema de predicación COMFAM Domingo 15 de Abril 2012

Mat 6:25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber;
ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido?
Mat 6:26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Mat 6:27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Mat 6:28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no
trabajan ni hilan;
Mat 6:29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria (G) se vistió así como uno de ellos.
Mat 6:30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará
mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
Mat 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Mat 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas.
Mat 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mat 6:34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
cada día su propio mal.

Jesús en estos versículos trata la manera cómo desarrollamos nuestra vida cristiana en público, porque todo el tiempo
no lo dedicamos a cultivar su espiritualidad, sino que también lo dedicamos a los negocios de este mundo y hay
problemas que le afectan, siendo el principal de ellos la mundanalidad.

Lo primero que hemos de hacer es examinar las palabras que usa Jesús y sobre todo la expresión “no os afanéis”. Si
la comparamos con el uso en aquel tiempo se verá que afanarse tenía el sentido de estar ansioso o preocuparse. Por
eso, tanto el nombre como el verbo se puede traducir indistintamente por: “no estéis ansiosos”, “no os angustiéis”,
“no os preocupéis” a lo que añade, “por vuestra vida”, (comida o vestido) o estar ansiosos por lo que vamos a
comer, beber y cubrirnos, así como lo que nos deparará el futuro, no debe constituir una fuente de angustia. En
realidad, la palabra que empleó Jesús es muy interesante: indica algo que divide, separa o distrae; es la situación de
la mente dividida en secciones o compartimentos y que no funciona como un todo.

Una persona afanada, es alguien que corre de un lado para otro, esta dividido, hace muchas cosas, pero al final del
cuento no hace ninguna o simplemente todo le fracasa. Alguien afanado descuida su relación con Dios, su relación
con sus semejantes y su ministerio. Una vida afanosa se convierte en un estilo de vida vertiginosa, acelerada que
termina en algo que se cataloga como “La enfermedad del siglo”, LA ANSIEDAD.

¿Que es la ansiedad?

La ansiedad es una respuesta automática que se produce en nuestro cerebro ante el reconocimiento de un peligro
inminente. Son preocupación y tensión crónicas aún cuando nada parece provocarlas. El padecer ansiedad significa
anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el
trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en afrontar
el día puede provocar ansiedad.

a) Síntomas de la ansiedad subjetivos:

Preocupación, Inseguridad, Miedo o temor, Aprensión, Pensamientos negativos (inferioridad, incapacidad),


Anticipación de peligro o amenaza, Dificultad de concentración, Dificultad para la toma de decisiones, Sensación de
desorganización o pérdida de control sobre el ambiente.

b) Síntomas motores u observables.

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Hiperactividad, parálisis, movimientos torpes o desorganizados, tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal,
conductas de evitación.

c) Síntomas fisiológicos o corporales.

Cardiovasculares: Palpitaciones, pulso rápido, tensión arterial alta, accesos de calor.

Respiratorios: Sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y superficial, opresión torácica.

Gastrointestinales: Náuseas, vómitos, diarrea, aerofagia, molestias digestivas.

Genitourinarios: Micciones frecuentes, enuresis, eyaculación precoz, frigidez, impotencia.

Neuromusculares: Tensión muscular, temblor, hormigueo, dolor de cabeza tensional, fatiga excesiva.

Neurovegetativos: Sequedad de boca, sudoración excesiva, mareos

Como podemos ver, LA ANSIEDAD nos lleva a cuadros de enfermedad muy pesados.

La ansiedad es incompatible con nuestra posición como hijos de Dios. Un “gentil”, o pagano, tiene mucha
razón para sentir ansiedad en cuanto a la vida y el sustento para la vida (v. 32). La ansiedad es una
característica propia del incrédulo. La ansiedad de parte de un hijo de Dios es indecorosa, deshonra a su
Padre celestial, pues indicaría que su Dios no quiere o no puede proveer para sus necesidades. La ansiedad
por las necesidades de mañana es inoportuna, pues carga hoy con las cargas que se deben guardar para
mañana (v. 34). Produce una doble carga que aplasta. Jesús no quiere decir con esto que el creyente debe
descuidar por completo las provisiones para su vida y su familia. Debe trabajar diligentemente y hacer
planes para el futuro, sí; pero también debe reconocer que su Señor es el dueño del futuro. Provee
alimento para las aves, pero no lo echa en el nido.

La ansiedad es una contradicción total a la fe, a la confianza en Dios. Para un cristiano, estar afanado por las cosas de
esta vida, es una conducta pecaminosa y carnal, resultado de la incredulidad, desconfianza y duda hacia la
providencia, carácter y promesas de Dios. Es el fracaso al que estamos enfrentados por nuestra imposibilidad de ver
las cosas desde la misma perspectiva del Creador.

La ansiedad es una evidencia de la falta de fe: Mat 6:30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se
echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
¿Por qué el hombre de poca fe permite que las cosas lo dominen y lo abrumen? La respuesta a esta pregunta es que,
por su 'poca fe', la persona no piensa, ese es el verdadero problema. Fe, según la enseñanza de nuestro Señor en este
párrafo, es primordialmente pensar; y el problema básico del hombre de poca fe es que no piensa y mucho menos
actúa, y esto es por una gran ignorancia de la escritura y el ejercicio de la sabiduría y el amor al aplicarla; permite
que las circunstancias lo intimiden. Esta es la verdadera dificultad en la vida. La vida viene con un garrote en la
mano, nos golpea en la cabeza, y por nuestra falta de fe nos volvemos incapaces de pensar, nos sentimos impotentes
y derrotados. La forma de evitarlo, según nuestro Señor, es pensar. Debemos dedicar más tiempo al estudio de las
lecciones de nuestro Señor, en observación, deducción y aplicación. La Biblia está llena de lógica, y nunca debemos
pensar en la fe como algo puramente místico. No nos limitemos a estar sentados en un sillón a esperar que nos
sucedan cosas maravillosas. Decimos “Señor: naci pa' tamal, que del cielo me caigan las hojas”. Esto no es fe
cristiana. La fe cristiana es esencialmente pensar, actuar y creer.

El problema, en la mayoría de los casos, radica en que las personas no quieren pensar. En lugar de pensar, se sientan
a preguntarse, ¿Qué me va a suceder? ¿A dónde voy a ir a dar? , ¿Qué voy a hacer? Esto no es pensar; es derrota, es
rendirse. Nuestro Señor en este pasaje nos incita a pensar, y a pensar de una forma cristiana. Esta es la esencia misma
de la fe. Fe, si lo prefieren, podía definirse así: Es el hombre que insiste en pensar cuando todo parece confabularse
para intimidarlo y derrotarlo en un sentido intelectual. El problema de la persona de poca fe es que, en lugar de
controlar su propio pensamiento, ese pensamiento está controlado por otra cosa, y, como suele decirse, va dando
vueltas en círculos. Esta es la esencia de la preocupación.
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Podríamos decir que se trata de creyentes que sólo tienen fe salvadora, pero que no han avanzado en su vida cristiana
porque se preocupan más por las cosas del mundo que de profundizar su relación personal con Dios y extender la fe
a la totalidad de la vida. El objetivo ha de ser siempre una fe mayor y no quedarnos estancados en la fe que nos llevó
a la salvación del alma, sino que la verdadera fe abarca la vida entera del hombre completo.

Muchas veces nos conformamos con venir un rato a la Iglesia, “cumplir con Dios”, “no quedar mal con los pastores”,
“no verme muy pecaminoso”, eso es ser hombre de poca fe, no hay entrega, no hay compromiso, no hay pasión
por Dios, no existe el servicio y edificación del cuerpo de Cristo; solo una rutina “religiosa”, eso es como venir
a pedir a la Iglesia: Déme 5 pesos de Jesús, no mas, mas mucho me empacha. No me hable de compromiso, no
tengo tiempo, estoy muy ocupado, tengo demasiados problemas que resolver; por eso, con 5 pesos de Jesús me
es suficiente, no me de mas. Solo envuélvame el pedacito de Jesús con un papel de regalo con letreritos de
buenos deseos, para que la cosa parezca buena.

En el antiguo testamento, cuando alguien presentaba un sacrificio a Dios, tenia que hacerlo con un animalito: un
cordero sin mancha, ni defecto, el mejor animal, el más cuidado, lo mejor del ganado. Cuando el pueblo de Dios se
volvió religioso y rutinario, le presentaban animales defectuosos, corrientes, enfermos o baratos. Jesús nos lo
muestra en la siguiente escritura:

Mat 21:12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el
templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
Mat 21:13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho
cueva de ladrones.

Asi, con poca fe, nuestra ofrenda a Dios es como la de Caín:

Gén 4:3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.
Gén 4:4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová
con agrado a Abel y a su ofrenda;
Gén 4:5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y
decayó su semblante.

No hagamos eso, el mundo esta lleno de hombres con la marca de Caín en su rostro. Los Caines modernos son
hombres y mujeres que murmuran, critican, dividen, siembran desaliento.

Cuando nuestra vida se vuelve llena de afanes y ansiedad, nos convertimos en hombres de poca fe, dudamos de Dios
y no queremos ser guiados por El, y así nuestra relación con Dios se vuelve árida y fría. En la parábola del
sembrador nos habla de lo que le sucede al hombre afanado:

Mat 13:22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y
el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

Cual es la consecuencia de una vida afanada: ansiedad, de donde proviene la ansiedad: de la poca fe; cual es su
consecuencia: una vida infructuosa, o sea sin frutos, un árbol seco, cuyos frutos se marchitan.

¿Cual es el antídoto contra una vida afanosa y en ansiedad?


El versículo clave, esta en Mateo 6:33. Jesús subraya el principio que sirve para orientar la vida diaria y el
servicio del súbdito del reino. La preocupación, o prioridad, número uno debe ser el “buscar el reino de
Dios.” El mandato del Rey, la voluntad de Dios para todo súbdito del reino, es que busque el reino. Esta
búsqueda debe ser continua, pues el imperativo está en tiempo presente, indicando acción repetida y
continua. Debe ser una búsqueda celosa, pues el verbo en griego ( G2212) significa “desear con una pasión,
perseguir con celo, procurar de corazón. La búsqueda debe ser concentrada en el reino de Dios. En
contraste, los gentiles concentraban su búsqueda en las cosas de esta vida (v.6:32). La búsqueda debe ser
prioritaria, la tarea número uno en la vida del creyente. Después de hacer una lista de todas las
prioridades, es necesario decidir cual es la número uno, y mantener el orden en todas las áreas de su vida.

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La promesa del Rey (y todas estas cosas os serán añadidas, v. 6:33) es el antídoto para eliminar y evitar la
ansiedad. Nuestra parte: someternos incondicionalmente al reinado de Cristo y buscar su voluntad. La
parte de Dios: proveer todo lo que sea esencial para que nosotros cumplamos su voluntad. El siervo puede
gozarse de provisiones abundantes, o soportar provisiones mínimas, pero serán en todo momento
suficientes (ver Flp 4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Flp 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. )
Dios no promete proveer “todas las cosas”, ni “todo lo que deseamos”, sino “todas estas cosas”. “Estas
cosas” se refiere concretamente a las cosas recién mencionadas: comida y ropa.

Jesús emplea un silogismo para grabar este mensaje en la mente de los discípulos: (1) Dios provee para
aves y lirios; (2) el hombre vale mucho más que ellos (vv. 25b, 26b, 30b); (3) por lo tanto, Dios proveerá
para los hombres. Segundo, la ansiedad no es fructífera, pues no produce resultados positivos. Por más
que uno se afane, no puede añadir a su estatura un codo (v. 27). Un codo es la distancia de la punta de
los dedos al codo, o sea, aproximadamente medio metro. Algunos opinan que se refiere a añadir años a la
vida.

Probablemente muchos tengamos las prioridades de nuestras vidas mal orientadas, Dios no está en primer
lugar, no le hemos deseado con pasión, no le hemos buscado con celo, ni lo hemos procurado de corazón.

Este es el tiempo de decidirse por El, romper la esclavitud del afán, pedirle sabiduría, que en nuestro
corazón ponga la voluntad, el querer como el hacer.

Podemos parafrasear las palabras de nuestro Señor así: si quieres buscar algo, si quieres afanarte por algo, afánate
por tu condición espiritual, por tu proximidad con Dios y por tu relación con Él. Si buscas esto primero, la
preocupación desaparecerá; éste es el resultado. Esta gran preocupación acerca de tu relación con Dios eliminará las
preocupaciones menores acerca de la comida y el vestir.

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