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* Art. 585 (Ex: 604).- [Cosas muebles].

- Muebles son las que pueden


transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose por sí mismas, como los
animales (que por eso se llaman semovientes), sea que sólo se muevan por una
fuerza externa, como las cosas inanimadas.
Exceptúanse las que, siendo muebles por naturaleza, se reputan inmuebles por su
destino, según el artículo 588. Para efectos de lo previsto en este Código, las
especies animales y vegetales serán consideradas conforme a lo determinado en
este artículo, sin perjuicio de las limitaciones y del resguardo, protección y
bienestar animal que reconocen las leyes especiales.
* Art. 588 (Ex: 607).- [Inmuebles por destinación].- Se reputan inmuebles,
aunque por su naturaleza no lo sean, las cosas que están permanentemente
destinadas al uso, cultivo y beneficio de un inmueble, sin embargo de que puedan
separarse sin detrimento. Tales son, por ejemplo: Las losas de un pavimento; Los
tubos de las cañerías; Los utensilios de labranza o minería, y los animales
actualmente destinados al cultivo o beneficio de una finca, con tal que hayan sido
puestos en ella por el dueño de la finca;
Los abonos existentes en ella, y destinados por el dueño de la finca a mejorarla;
Las prensas, calderas, cubas, alambiques, toneles y máquinas que forman parte
de un establecimiento industrial adherente al suelo, y que pertenecen al dueño de
éste; Los animales que se guardan en conejeras, pajareras, estanques, colmenas,
y cualesquiera otros vivares, con tal que éstos adhieran al suelo, o sean parte del
suelo mismo, o de un edificio.
Art. 624 (Ex: 643).- [Clases de animales].- Se llaman animales bravíos o salvajes
los que viven naturalmente libres e independientes del hombre, como las fieras y
los peces; domésticos, los que pertenecen a especies que viven ordinariamente
bajo la dependencia del hombre, como las gallinas, las ovejas; y domesticados los
que, sin embargo de ser bravíos por su naturaleza, se han acostumbrado a la
domesticidad, y reconocen, en cierto modo, el imperio del hombre. Estos últimos,
mientras conservan la costumbre de volver al amparo o dependencia del hombre,
siguen la regla de los animales domésticos; y perdiendo esta costumbre, vuelven a
la clase de los animales bravíos.
Art. 635 (Ex: 654).- [Derechos sobre los animales bravíos].- Los animales
bravíos pertenecen al dueño de las jaulas, pajareras, conejeras, colmenas,
estanques o corrales en que estuvieren encerrados; pero luego que recobran su
libertad natural, puede cualquier persona apoderarse de ellos y hacerlos suyos,
con tal que actualmente no vaya el dueño en seguimiento de ellos, teniéndolos a
la vista, y que no se contravenga al artículo 625.
Art. 639 (Ex: 658).- [Dominio de los animales domésticos].- Los animales
domésticos están sujetos a dominio.
Conserva el dueño este dominio sobre los animales domésticos fugitivos, aún
cuando hayan entrado en tierras ajenas, salvo en cuanto las ordenanzas que
establecieren lo contrario.
Art. 802 (Ex: 820).- [Usufructo de ganados o rebaños].- El usufructuario de
ganados o rebaños está obligado a reponer los animales que mueren o se
pierden, pero sólo con el incremento natural de los mismos ganados o rebaños;
salvo que la muerte o pérdida fueren imputables a hecho o culpa suyos, pues, en
este caso, deberá indemnizar al propietario. Si el ganado o rebaño perece en todo
o en gran parte, por efecto de una epidemia u otro caso fortuito, el usufructuario no
estará obligado a reponer los animales perdidos, y cumplirá con entregar los
despojos que hayan podido salvarse.
Art. 2226 (Ex: 2253).- [Responsabilidad por hechos de animales].- El dueño de
un animal es responsable de los daños causados por éste, aún después que se
haya suelto o extraviado; salvo que la soltura, extravío o daño no puedan
imputarse a culpa del dueño o del dependiente encargado de la guarda o servicio
del animal. Lo que se dice del dueño se aplica a toda persona que se sirva de un
animal ajeno; salva su acción contra el dueño, si el daño ha sobrevenido por una
calidad o vicio del animal, que el dueño con mediano cuidado o prudencia debió
conocer o prever, y de que no le dio conocimiento.

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