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Palimpsestos Escrituras y Reescrituras D
Palimpsestos Escrituras y Reescrituras D
ISBN 978-987-1907-26-7
1. Estudios Culturales. I. Ábrego, M. Beatriz II. Coronado Schwindt, Gisela, ed. lit.
CDD 306
Gerardo Rodríguez
Índice
BURGHINI, JULIA
Doctrinas gramaticales transmitidas en el ars de barbarismis et
metaplasmis de Consencio (s.V) pág.035
CARRERAS, ELVIO
Amistad y diálogo en San Agustín pág.055
CASTRO, DOLORES
Secundum voluntatem Dei: Isidoro de Sevilla y la recepción de las
Sententiae en el concilio de París (829) pág.063
CORONADO-SCHWINDT, GISELA
Jaén: ciudad real e imaginaria a través de la Crónica de los Hechos del
Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo (siglo XV) pág.071
D’ANGELO, IRENE
Una cuestión de principios: La ficción mentirosa de las Narrativas
Verdaderas de Luciano de Samósata pág.079
DEVIA, CECILIA
Galicia post irmandiña: de la comunidad sublevada al control de los
Reyes Católicos pág.085
DISALVO, SANTIAGO
Los cantos marianos del Códice de Las Huelgas de Burgos: tradición
e innovación en la lírica monacal hispánica. pág.095
DOMÍNGUEZ, MARTA
El libro de arena de Jorge L. Borges: reescrituras pág.105
DOMÍNGUEZ, MARTA
El dragón: un símbolo de la literatura fantástica. A propósito de
El libro de los seres imaginarios de J. L. Borges y M. Guerrero pág.117
FORCINITI, MARTÍN
Fenomenología de la ilusión: el caso del phántasma sofístico pág.125
GÓMEZ, S. M. VIVIANA
De África a Europa: arco, poder y simbolismo de las acciones del
héroe en la antigüedad oriental y clásica pág.133
JARQUE, NICOLÁS
Acá no hay gorgonas ni arpías ni centauros. Marcial y la mitología pág.149
MARRÓN, GABRIELA
¿Existe la literatura latina? pág.175
MONTI, GABRIELA
La lectura como ejercicio físico pág.191
MORALES, LAURA
¿La técnica como campo épico?
Tradición y presente, literatura y filosofía pág.197
MORIN, ALEJANDRO
No hay peste más eficaz: los pecadores ocultos según el comentario
de Guido de Baysio al c. Nolite del Decreto de Graciano pág.205
NASIF, MÓNICA
Variaciones de un motivo caballeresco: Gandalás y sus continuadores pág.213
NEYRA, ANDREA
Los animales y la penitencia: responsabilidad y reparación
frente al pecado pág.221
NEYRA, ANDREA
La Vita Burchardi: la construcción de un relato sobre el obispo Burchard
y su ciudad pág.237
OBRIST, KATIA
Tragedia y kίνησις. Relaciones entre el ámbito doméstico y la
subjetividad femenina en Traquinias pág.245
ORSANIC, LUCÍA
Si es homo... Sobre el problema del bautismo de monstruos en los
manuales para párrocos y los tratados de embriología sagrada pág.255
PANATERI, DANIEL
La tortura judicial en las Siete Partidas de Alfonso X, el Sabio
(un análisis sobre el prólogo al trigésimo título) pág.267
PANATERI, DANIEL
La verdad como objeto en disputa. Producción historiográfica y
legislativa alfonsí como paradigmas de la construcción textual
de la objetividad, procedimientos y alcances pág.277
RODONI, ALEJANDRA
El himno a Deméter de Calímaco: ritual y tradición hímnica pág.285
RODRÍGUEZ, GERARDO
¿Cómo se construye la historia carolingia?
Historia(s) y tradiciones(s) en la primera mitad del siglo noveno pág.295
SABATTINI, LUCIANO
Los ojos de Odiseo, según el Prólogo del Áyax de Sófocles pág.305
I. Introducción
1
El autor indica, además, que la pérdida de 8000 atenienses, hacia el año 454, los que defendiendo
Egipto sucumbieron frente a los persas, fue otro motivo que se sumó a la iniciativa de Pericles.
2
Sobre este tema, cf. Goldhill, 1994: 59.
3
En otras ocasiones se utiliza el nombre de Erecteo, cf. Loraux, 1981b: 28-29. Para la discusión de la
época en que esta creencia se genera, cf. Rosivach, 1987: 297, y la opinión de Shapiro, 1998: 130-133.
la ciudadanía (Plu. Per. 37)4. Como una ironía del destino, Pericles tuvo que lidiar
con su propia ley.
Nuestro análisis se centra en las figuras de dos mujeres, una histórica y otra
legendaria, que se vinculan de manera controvertida con la ley de Pericles y la
autoctonía. Aspasia, por un lado, con su doble condición de extranjera y mujer,
marginada por la norma de su esposo que desvaloriza su matrimonio y no otorga
legitimidad a su hijo, jamás podría haber sido reconocida por su actividad en la pólis.
Sin embargo, Platón, en Menéxeno, desafiando las convenciones, atribuye a Aspasia
la composición de discursos fúnebres. Por otro lado, Creusa, en el Ion de Eurípides,
encarna a la única descendiente de los autóctonos erecteidas capaz de otorgar
legitimidad a su oikos. Mientras el mito acentúa el carácter masculino, Eurípides, en
su obra, centra la continuidad de los autóctonos en un personaje femenino. Y esto se
intensifica porque, como señala Loraux (1981b: 223), la casa de Creusa, en la obra,
se confunde con la ciudad5.
Examinaremos inicialmente, dentro de los límites de esta presentación, el
tratamiento de la figura de Aspasia en el Menéxeno de Platón. Esta obra, cuya fecha
de redacción se ubica entre el 387/386 debido a que se menciona la paz de Antálcidas
(244b-245c)6 firmada en el año 387 (Clavaud, 2010: 158-161), es cronológicamente
posterior al Ion de Eurípides7. Proponemos abordar el texto platónico en primer lugar
y luego retomar la tragedia euripidea, si bien es anterior, con el objeto de reconocer
aspectos significativos y poderosamente conflictivos de la autoctonía que no están
reflejados en el tratamiento platónico y sí se manifiestan en la tragedia. Pensamos
que la selección de Platón está enfocada en el valor ético políticos de los relatos.
4
El hijo de Pericles y Aspasia obtuvo la ciudadanía, pues como se lee en este pasaje fue uno de los
generales condenados a muerte por su desempeño en la batalla de las Arginusas.
5
Esta autora indica la equivalencia de domoi y polis en los versos 1056-1060 de la tragedia.
6
Uno de los anacronismos de la obra consiste en hacer hablar a Aspasia y a Sócrates de
acontecimientos que sucedieron después de su muerte, cf. Kahn, 1963: 220-222.
7
Los investigadores sitúan esta tragedia en la etapa tardía de la producción de Eurípides, Zacharia
(2003: 3-4) la ubica puntualmente en el año 412..
8
Incluso Pericles, en su discurso fúnebre, cuando aconseja a las mujeres no dar que hablar, ni para
bien ni para mal, está indicando algo similar al silencio, cf. Th. 2,45,2.
Marginación y territorio… ║ 13
oratoria política, que era un terreno masculino. Los poetas cómicos han sido
portavoces de críticas descalificadoras de la figura de Aspasia. En el caso de
Aristófanes, que la trata de prostituta (Ach. 524-530)9, las acusaciones se vinculan
con un ataque directo a la política de Pericles10.
Sócrates, en Menéxeno, no hace una presentación ofensiva de su persona ni
tampoco, creemos, menosprecia su arte, como interpreta, de alguna manera, Clavaud
(2010: 88-92). Este autor sostiene que, dado que Platón critica la elocuencia política
y la de aparato por ser mera adulación, Aspasia, aquí, encarnaría a ambas y por tanto
cargaría con el mismo juicio. Pensamos que Platón está dando testimonio de la
relación efectiva entre Sócrates y Aspasia, y ello, además, resulta funcional a la
circunstancia y al tema del diálogo. Su figura explícitamente remite a la de Pericles,
cuando se indica que el discurso fúnebre que Sócrates relatará, ella lo ha compuesto
con restos del que le confeccionó al estratega (236a-b). Y es este epitafio11 el que
opera como trasfondo de la obra.
Resulta paradójico que Aspasia se haga cargo de un discurso institucional que
es un elogio de la ciudad de Atenas y de sus conquistas12. De una ciudad que, por ser
extranjera y mujer, la margina de la posibilidad de expresarse públicamente sobre
cuestiones del estado. Estimamos que, en todo caso, Aspasia ha enseñado tanto a
Pericles como a Sócrates un modelo a seguir y un estilo, pero los contenidos deben
imputarse a sus autores, pues el de Pericles es central a su política imperialista y el de
Platón (Sócrates), una reacción al de éste. Profundizando en topoi que aluden a lazos
ancestrales y familiares, el filósofo polemiza con el discurso del estratega.
La oración fúnebre de Platón resulta conflictiva por sus ironías, anacronismos y
omisiones; algunos autores (Clavaud, 2010: 83) interpretan esto como la expresión
del rechazo que Platón sentía por la retórica. En Gorgias (464e-465a) la considera
como un arte que manipula el discurso en vistas a la adulación. Glenn (1994: 191)
sostiene que Aspasia, como maestra, puede haber enseñado sobre el potencial peligro
de la retórica, pero también sobre su utilidad. El filósofo cristalizaría, en Menéxeno,
una retórica filosófica procurando activar valores morales en los atenienses, ya que,
como dice en Gorgias, el orador honesto hará sus discursos “…con el pensamiento
puesto siempre en que la justicia nazca en las almas de sus conciudadanos y
desaparezca la injusticia… en que se arraigue en ellas toda virtud y salga el vicio”
(Pl. Grg. 504d-e)13. Él reconoce el potencial político de la retórica pública, es el tipo
de discurso que necesita la pólis para ser orientada hacia la virtud14.
La figura femenina de Aspasia como autora del discurso le permite a Platón,
además, intensificar las imágenes familiares que expresan el vínculo de los
ciudadanos con su ciudad, confrontando con el epitafio de Pericles. Pues, aunque la
autoctonía es un tópico común a las oraciones fúnebres, el estratega no lo menciona,
9
Loraux (2001:34) indica que en Atenas el ataque político se disimula bajo ataques sexuales.
10
También fue acusada de impiedad por el poeta cómico Hermipo, cf. Plu. Per. 32.
11
El epitafio de Pericles fue recogido por Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso.
12
Sobre la oración fúnebre como institución ateniense, cf. Loraux, 1981a: 4-10.
13
Para todas las fuentes del presente trabajo se han utilizado las traducciones al castellano de la
editorial Gredos.
14
Una muestra de esto, como lo indica Salkever (1993: 135), lo constituye el hecho de que mientras
en el discurso de Pericles dominan los términos de grandeza, gloria y acción, en el de Platón resaltan
los de “cuidado”, “virtud” “justicia” y “libertad”, específicamente en la sección exhortativa del
epitafio, cuando invita a la ciudad a ejercer el cuidado de todos los atenienses (248d-249c).
14 ║ Ábrego, María Beatriz
quizás porque recordar el mito apunta a valorizar a los ancestros y él, en vistas de
que su discurso es pronunciado en el primer año de la guerra del Peloponeso, está
más interesado en reforzar sus aspiraciones imperiales.
El mito de la autoctonía afianza el sentimiento de posesión y de pertenencia a
un territorio. En el epitafio de Menéxeno, Sócrates, manifiesta que los autóctonos
“…habitaban y vivían realmente en una patria, criados no como los otros por una
madrastra, sino por la tierra madre en la que habitaban, y ahora, después de muertos,
yacen en los lugares familiares de la que los dio a luz…” (Pl. Mx. 237b-c). En este
pasaje se observa que, por oposición al “otro”, al extranjero, se genera el sentimiento
de pertenencia; y que la imagen de la madre tierra promueve igualdad y solidaridad
dentro de la comunidad. La unidad se impone a partir de la diferencia. Es central al
elogio el noble origen, y los lazos de parentesco expresan la relación entre la ciudad
y el ciudadano15. Sin duda, resulta provocador que Platón sugiera a la extranjera, que
sufre las consecuencias de la marginación política, como la compositora del discurso.
Platón volverá a apelar al fuerte sentimiento de cohesión que incita la creencia
en la autoctonía en la República (414d-e). Bajo otras circunstancias, propondrá un
mito de origen ctónico para establecer los vínculos de los ciudadanos con su estado
ideal; de esta manera las generaciones posteriores pensarán en su país como una
comunidad de hermanos, y lo defenderán de ataques extranjeros. Brisson estima que
este tipo de mitos, son útiles en los dominios de la ética y la política donde
constituyen, tanto para el filósofo, como para el legislador, un instrumento de
persuasión que “…est destiné à modeler ou à modifier de façon plus ou moins
spectaculaire le comportement de l’âme de ceux qui lui prêtent l’oreille” (Brisson,
1982: 171). Cuando finaliza el diálogo, se califica como “bello discurso” (249e 4) a
la oración fúnebre expuesta, porque, creemos, que se entiende como un discurso
disparador o estimulador de la práctica de la virtud. Menéxeno desconfía de que haya
sido Aspasia su autora, entonces Sócrates insiste “…si no me crees, acompáñame y
la oirás hablar en persona” (249d 3). Hay, en Platón, un reconocimiento de la
retórica, según los lineamientos propuestos en Gorgias. Aspasia, como maestra de
retórica de Sócrates, ha proporcionado conciencia de su poder persuasivo en la
comunidad. Platón (Sócrates) ha seguido el formato aprendido desde Aspasia pero lo
completa en función de sus propios intereses.
15
Esto se intensifica sobre el final del epitafio, donde se sostiene que la ciudad “…respecto a los
muertos ocupa el lugar de heredero y de hijo; respecto a los hijos, el de padre, y respecto a los padres
de éstos, el de tutor, dedicando todo su cuidado en todo momento a todos” (Pl. Mx. 249b-c).
Marginación y territorio… ║ 15
afirma: “Wherever snakes are mentioned in the play, they reinforce the theme of
autochthonism and symbolize the earthly, primitive part of man’s nature”. Según este
autor, la autoctonía y, sobre todo, las imágenes que se asocian a ella, como las
serpientes, gigantes y monstruos mencionados o aludidos en la obra, reflejan el
primitivismo terrestre en conexión con formas salvajes de existencia y presentes en
la naturaleza humana. Incluso las representaciones del templo que describen, en el
párodos, los sirvientes, tienen que ver con hazañas violentas que traen al mundo
orden y civilización19. Eurípides pretende reflejar la ambigüedad de la autoctonía
(que era motivo de orgullo para los atenienses ya que les confiere un origen noble) a
través de estas descripciones, que recuerdan su asociación con aspectos más
lúgubres. Creusa misma se vincula con esas fuerzas cuando planea la mortal
venganza contra Ion, al que cree hijo de Juto. Justamente, el veneno que utilizará
corresponde a una de las dos gotas de sangre de las serpientes de Gorgona, que
recibió su ancestro Erictonio de Atenea y que ella ha heredado de su padre Erecteo.
Los elementos que permiten el reconocimiento entre madre e hijo son,
precisamente, una mantilla, en la que está bordada la Gorgona con sus serpientes, y,
además, las serpientes de oro que Creusa había heredado de su padre Erecteo, y éste
de Erictonio.20 Estos medios de la anagnórisis repiten el nacimiento de Erictonio el
primer autóctono. A través de sus palabras, Creusa conecta a su hijo con sus
ancestros, y dice: “Ya no somos estériles, ya no sin hijos; mi casa se ha trocado en
hogar, mi tierra ya tiene dueño. Rejuvenece Erecteo y la casa nacida de la tierra ya
no tiene la mirada sombría como la noche...” (1463-1466). El reconocimiento del
excluido es puesto en paralelo con el renacer de Erecteo. Como única descendiente
de los Erecteidas, Creusa tiene como dote la autoctonía, y su casa “la casa nacida de
la tierra” es la ciudad, por eso es ella “…une femme donneuse de légitimité, qui
reconnaît l’enfant et lui transmet la terre et le pouvoir sur Athènes” (Loraux, 1981b:
202). Lo paradójico es que la legitimidad en Atenas proviene de los varones, y
Eurípides, quebrando las reglas de la ciudadanía ateniense, hace de esta mujer la
única que puede otorgarla no sólo a Ion sino a toda su posteridad. Pero ella sola no
puede resolver la cuestión, necesita de la intervención divina, y es Atenea, patrona de
Atenas, quien, cerrando el cuadro cívico, explica todo.
Para finalizar, queremos señalar que mientras en Platón podríamos considerar
una valoración positiva de la autoctonía, en tanto es una creencia que provoca
cohesión en la comunidad, en el Ion de Eurípides la autoctonía incluye rasgos
sombríos, crímenes, violación, marginación. Además, la afirmación de Juto de que
“la tierra no pare hijos” socava la creencia misma, contrastando con la convicción de
Creusa de que su hijo da continuidad a la estirpe “nacida de la tierra” (1463-1466).
Ambos autores han presentado el tema de la autoctonía vinculado a figuras
femeninas para polemizar, de alguna manera, con las representaciones cívicas
establecidas y reflejar sus ambigüedades. Ahora bien, dado que Ion es anterior
cronológicamente al Menéxeno, que Platón no haya recuperado otros matices
19
También los tapices con los que Ion hace una tienda (1141-1145) contienen este tipo de imágenes.
Con respecto a la figura de Cécrope, rey autóctono mitad hombre mitad serpiente, que se representa
allí, dice Mastronarde (2003:305): “… his physical appearance and the presence of his daughters also
call to mind the earthly animal nature and the spirit of rebellion…which linger in the blood of the
Atenians and of Ion himself.”
20
Otro de los elementos de la anagnórisis es la rama de olivo que identifica a Atenea (1433-1435).
Marginación y territorio… ║ 17
Bibliografía
Brisson, L. (1982) Platon, les mots et les mythes, Paris, La Découverte.
Clavaud, R. (2010) Le ‘Ménexène’ de Platon et la rhétorique de son temps, Paris, Les Belles Lettres.
Eurípides (1995) Tragedias II, Madrid, Gredos. Introducción, traducción y notas de Ion por J. Calvo
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Foucault, M. (2003) “Coraje y verdad”, en: Abraham, T., El último Foucault, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana.
Glenn, Ch. (1994) “Sex, Lies, and Manuscript: Refiguring Aspasia in the History of Rhetoric”, en:
College Composition and Communication 15.2 pp.180-199.
Goldhill, S. (1994) Reading Greek Tragedy, Cambridge, Cambridge University Press.
Kahn, Ch (1963) “Plato’s funeral oration: the motive of the Menexenus”, en: Classical Philology 58,
pp. 220- 34.
Loraux, N. (1981a) L’invention d’Athènes, Paris, Mouton Éditeur.
—— (1981b) Les enfants d’ Athéna, Paris, Maspero.
—— (2001) “Aspasie, l’étrangère, l’intellectuelel”, en: Clio 13, pp.17-42.
—— (2007) Nacido de la tierra, Buenos Aires, El cuenco de plata.
Mastronarde, D. (2003) “Iconography and Imagery in Euripides’Ion”, en: Mossman, J. (ed.) Oxford
Readings in Classical Studies, Oxford, Oxford University Press.
Platón (1992) Diálogos II, Madrid. Gredos. Introducción, traducción y notas de Gorgias por J.
Calonge, y de Menéxeno por E. Acosta Méndez.
Salkever, S. (1993) “Sócrates’Aspasian Oration: The Play of Philosophy and Politics in Plato’s
Menexenus”, en: The American Political Science Review 87.1, pp.133-143.
Rosivach, V. (1987) “Autochthony and the Athenians”, en: The Classical Quarterly NS 37.2, pp.294-
336.
Shapiro, A. (1998) “Autochthony and the Visual Arts in fifth- century Athens”, en: Boedeker &
Raaflaub, K. (eds.) Democracy, Empire, and the Arts in Fifth Century Athens, Cambridge, pp.
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Stewart, A. (1995) “Imag(in)ing the Other: Amazons and Ethnicity in Fifth-Century Athens”, en:
Poetics Today 16.4, pp. 571-597.
Zacharia, K. (2003) Converging truths:Euripides’ Ion and the Athenian quest for self- definition,
Leiden, Brill.
21
Cf. nota 14. Esta finalidad para los discursos se indica en Pl. Grg. 504d-e.
El discurso cultural del refranero castellano como palimpsesto del
discurso literario de los siglos XIV y XV
debe ser anterior a 1458, fecha de la muerte de Santillana, pero la publicación es del
año 1508 y procede de la imprenta sevillana Jacobo Cromberger. Se destaca porque
es la más extensa de las recopiladas en Castilla en el siglo XV, porque es la primera
impresa y por la reelaboración cortesana y artística de las paremias que la componen
(Bizzarri, 2004: 119-120).
Pero aún hay una sobreescritura más, ya que la favorable recepción del
refranero del Marqués en el siglo XVI da lugar a varias ediciones, entre ellas una
adaptación glosada con sentido moral, impresa por Francisco Fernández de Córdoba,
en Valladolid, en 1541, en la que resulta evidente que la brecha entre el saber culto y
el popular hace necesaria la explicación del sentido y la resignificación del
pragmatismo vital de los refranes. (Bizzarri, 2001: 158).
Este proceso de escritura y reescritura de unas mismas paremias me induce a
proponer en este trabajo una lectura del refranero castellano en tanto discurso
cultural, que funciona como palimpsesto del discurso literario de los siglos XIV y
XV. En el siglo XV no sólo Santillana compila su colección, sino que se publican
dos obras que emplean los proverbios como materia artística, el Arcipreste de
Talavera o Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo (Sevilla:1498) y La Celestina
de Fernando de Rojas (Comedia, Burgos: 1499 – Tragicomedia, Sevilla: 1502?). Se
podrá aducir que el interés por aquellas formas naturales del lenguaje es propio de
los autores y del horizonte de expectativas3 de los destinatarios de ese período; por lo
que, yendo atrás en el tiempo, relevaré también los refranes recurrentes en una obra
representativa del siglo XIV, el Libro de buen amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
(Ms. T, Toledo: 1330 – Ms. S, Salamanca: 1343 – Ms. G: 1389). Por último, para
cerrar el círculo y tener una proyección de la pervivencia del refranero en el siglo
XVI, que es cuando se imprime la compilación del Marqués, revisaré la glosa de
1541 a los Refranes que dizen las viejas tras el fuego .4
Si bien los refranes son expresiones estratificadas de la lengua, ya su primitiva
formulación y transmisión oral les confiere cierta movilidad y variación, y esta
impronta es acogida en el discurso literario que suele reformularlos artísticamente,
por lo que resulta interesante observar el contexto, la función y las técnicas de
estilización o de inserción de las paremias en el seno de la literatura.
La paremia que Santillana ingresa con el enunciado: “Un alma sola ni canta ni
llora” (Nº 700, p. 108)5, aparece en La Celestina con una formulación semejante:
“Una alma sola ni canta ni llora” (A. VII, C. 2, p. 390)6. Se la emplea en la escena
nocturna en casa de Areúsa, cuando Celestina intenta persuadir a la joven de que
acepte a Pármeno como su amante y que al mismo tiempo conserve los favores que
3
Según Jauss (1991: 30), para el receptor medieval la experiencia estética no deviene del carácter
particular de cada obra sino de la expectativa de intertextualidad, pues lo que proporciona placer es la
percepción de “la variación de un modelo fundamental, siempre repetida y diferente”. En el caso de
los proverbios, el juego se entabla a partir de un repertorio compartido, que el enunciador manipula
libremente suscitando la cooperación de un destinatario competente.
4
El presente trabajo se inserta en el marco del proyecto de investigación “Didactismo en la literatura
española medieval: sentencias y refranes en la obra del Marqués de Santillana”, dirigido por la Dra.
Alicia Ramadori; dicho proyecto se desarrolla en el Centro de Estudios Medievales y Literatura
Comparada del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur y ha sido
acreditado en el Programa de Incentivos por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNS.
5
Cito por la edición de Bizzarri (1995).
6
Sigo la edición de Russell (2008); uso las abreviaturas “A.” para “Auto” y “C.” para “Cena”.
El discurso cultural del refranero castellano… ║ 21
dice recibir del “amigo” soldado; para ello, la alcahueta argumenta a favor de la
conveniencia del número mayor en detrimento del menor y autentica su discurso
enhebrando proverbios, técnica propia de la escritura, que consiste en insertar una
seguidilla de refranes con un hilo vertebrador, en este caso doctrinal (Bizzarri, 2004:
45). La paremia citada ya formaba parte del parlamento en el texto de la Comedia y
en la adición de la Tragicomedia se refuerza la argumentación con otros refranes, de
los cuales tres coinciden con los recopilados por el Marqués.
Celestina. […] Nunca uno me agradó, nunca en uno puse toda mi afición.
Más pueden dos, y más quatro, y más dan y más tienen y más ay en que
escoger. […] Una alma sola ni canta ni llora; […] una golondrina no
hace verano; […] ¿Qué quieres, hija, de este número de uno? Más
inconvenientes te diré dél que año tengo a cuestas. Ten siquiera dos, que
es compañía loable, y tal qual es éste. Como tienes dos orejas, dos pies y
dos manos […] Y si más quisieres, mejor te irá; que mientra más moros,
más ganancia. Que honrra sin provecho, no es sino como anillo en el
dedo. […] (A. VII, C. 2ª, p. 390-391)7
En el Libro de buen amor también se usa el refrán, que aparece identificado
como tal por la voz autoral y presenta una variante: “Una fabla lo dize que vos digo
agora,/ que ‘una ave sola nin bien canta nin bien llora’” (c. 111ab, p. 38)8. El
contexto de inserción es el de las primeras aventuras amorosas del Arcipreste y las
coplas citadas son la apertura del episodio con la panadera Cruz, luego del cortejo
fallido a la dueña cuerda. Argumentativamente, la paremia cumple la función de
autorizar y justificar la conquista amorosa como propia del orden natural, ya que
tanto los hombres como los animales “quieren aver conpanía con las fenbras”. Lo
que resulta difícil es precisar si la variante incorporada por Juan Ruiz refleja el
enunciado tal como se lo usaba en su tiempo o si se trata de una reelaboración
literaria, ya para adaptarlo al contexto en función de marcar la analogía entre las
tendencias de todas las criaturas sexuadas de la creación, ya para ajustar la medida de
las sílabas a la versificación de la cuaderna vía.
En lo que respecta a la glosa de 1541 a los Refranes que dizen las viejas tras el
fuego, adopta la forma: “Una alma sola ni canta ni llora” y añade el comentario: “La
soledad en calma a los pensamientos sin dexarlos asentar de espacio en cosa de
cimiento” (Nº 685, p. 214)9. La explicación es un tanto confusa, aunque parece
indicar que la soledad no favorece los pensamientos edificantes.
Al situar la paremia en los diferentes contextos literarios de inserción, se puede
rastrear cómo la forma desnuda fijada en el refranero se ha aplicado con distintas
funciones. De este modo, en La Celestina apuntalaba la filosofía pragmática de
prevalencia del número mayor por sobre el uno, para persuadir sobre la conveniencia
de que una prostituta tuviera más de un amante; en el Libro de buen amor cimentaba
7
De la seguidilla de refranes, cito sólo los que, con leves variantes, también recoge Santillana: “Una
golondrina no faze verano” (Nº 701, p. 108), “Mientras mas moros mas ganancia” (Nº 450, p. 97) y
“Onrra syn provecho, anillo en el dedo” (Nº 509, p. 100). Reproduzco fielmente las pautas de la
edición de Russel, por lo que la bastardilla identifica las adiciones a la Comedia, que al ser ampliada
pasa a constituir la Tragicomedia.
8
Cito por la edición de Blecua (2003)
9
Sigo la edición de Bizzarri (2001).
22 ║ André de Ubach, Carmen del Pilar
10
Cito por la edición de González Muela (1970).
El discurso cultural del refranero castellano… ║ 23
humana. Es de notar que la forma y el sentido que han prevalecido, aún hasta
nuestros días, son los que registra Fernando de Rojas.
Un proverbio que presenta acusadas variantes es el que Santillana ingresa
como “Suelas y vino andan camino” (Nº 657, p. 106), que La Celestina reconoce
como tradicional, varía y somete a un proceso de sedimentación, propio de la puesta
por escrito, que consiste en agregar una coda que amplía el final de la paremia con
una referencia que desentraña su código (Bizzarri, 2004: 47-48): “… como dizen:
‘pan y vino anda camino, que no moço garrido’” (A. IV, C. 5, p. 326). El refrán
corresponde a una adición de la Tragicomedia y es usado por la alcahueta inserto en
un enhebrado, en el marco del primer encuentro con Melibea. Aduciendo su vejez y
su estado de necesidad, Celestina le ha vendido el hilado hechizado en el auto
anterior y, envalentonada por la buena predisposición de la joven y por hallarse a
solas con ella, despliega sus estrategias discursivas en busca de la oportunidad de
transmitirle el verdadero motivo de su visita, que no es otro que interceder por el
enamorado Calisto. Comienza adulando a Melibea, no por su caridad sino por su
elocuencia, y autoriza sus dichos con la cita bíblica “no solo de pan viviremos”
(Mateo, 4, 4), para luego introducir la intención oculta de su venida; declara que no
es un apremio propio sino ajeno, se demora en una evocación de su pobreza en
viudez -a pesar de la cual nunca le faltó “una blanca para pan y un quarto para vino”-
, manifiesta su afición a la bebida y termina elogiando la compañía del hombre para
encaminar la conversación hacia el punto que le interesa.
Celestina. […] Jamás me acosté sin comer una tostada en vino y dos
dozenas de sorvos, por amor de la madre, tras cada sopa. Agora, como
todo cuelga de mí, en un jarro malpegado me lo traen, que no cabe dos
açumbres. Seys vezes al día tengo de salir por mi pecado, con mis canas
a cuestas, a le henchir a la taverna. Mas no muera yo de muerte, hasta
que me vea con un cuero o tinagica de mis puertas adentro. Que en mi
ánima, no ay otra provisión; que, como dizen: “pan y vino anda camino,
que no moço garrido”. Assí que, donde no hay varón, todo bien fallesce:
con mal está el huso quando la barva no anda de suso. Ha venido esto,
señora, por lo que dezía de las agenas necesidades y no mías. (A. IV, C.
5, p. 325-326)
Con un hábil manejo de la argumentación, Celestina ha transitado desde la
necesidad propia de pan y de vino, a la necesidad femenina de varón y de allí a la
necesidad ajena de seducir a Melibea. La reformulación de la paremia -“pan y vino
anda camino…”- se adecua al contexto de enunciación, centrado en el campo
semántico del pan y el vino, mientras que la coda -“que no moço garrido”- sugiere
sutilmente los logros que puede alcanzar la alcahueta pese su vejez, en contrapunto
con la inoperancia de Calisto pese a su juventud y su belleza.
El Libro de amor introduce una variante aún más audaz, también aplicando la
técnica de sedimentación, adaptando el refrán al contexto y, sin embargo, declarando
su matriz experiencial: “Agora se prueba / que pan e vino juega que non camisa
nueva” (cc. 983-84, p. 241). La paremia aparece en el episodio de las serranas,
durante la aventura del Arcipreste con Gadea de Riofrío y es enunciada en discurso
directo por el narrador-protagonista. La vaqueriza ha reaccionado con violencia al
trato cortés del caminante extraviado, pero enseguida muda de intención y le brinda
24 ║ André de Ubach, Carmen del Pilar
11
Vasvari (1983: 301-302) considera el Libro de buen amor como una “creación polisémica
connotativa” y estudia en algunos episodios el uso de eufemismos y disfemismos estables, de palabras
equívocas con un sentido primario denotativo decente y un sentido secundario connotativo licencioso
y de vocablos que no tienen una connotación fija preestablecida pero que un contexto determinado y a
través de “juegos metafóricos inusitados” se cargan de un sentido equívoco nuevo. Señala que este
último grupo es “el más numeroso, efímero y de mayor interés literario” y que el tipo de juego
metafórico que aplica se encuentra en especial en los refranes, “pues Juan Ruiz es singularmente
diestro en manipular y pervertir la autoridad popular del refrán y en entretejerlo inextricablemente con
el texto, dándole un nuevo sentido cómico y equívoco a través de una reinterpretación metafórica de la
palabra clave del sintagma”. En la misma línea, Blecua (2003: 241 y 533) en nota a la copla 983b
interpreta el nuevo sentido jocoso del refrán: “El pan y el vino estimulan el apetito sexual más que el
camisón nuevo de la mujer” y en nota suplementaria relaciona con la variante conocida “Pan y vino
andan camino, que no mozo ardido, o garrido” y explica el procedimiento de metaforización: “El
verbo jugar estaría aquí en el mismo aspecto de ‘hacer andar’, y parece claro que sigue manteniendo
la acepción sexual de las estrofas anteriores”.
El discurso cultural del refranero castellano… ║ 25
Bibliografía
Bizzarri, H. (2004) El refranero castellano en la Edad Media, Madrid, Ediciones del Laberinto.
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crítica de la literatura española: Primer suplemento por Alan Deyermond, Barcelona, Crítica,
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panadera’”, en: Nueva Revista de Filología Hispánica, 32.2, pp. 299-324.
“Si quieres saber la verdad sobre esto, debes oír algunas antiguas
historias”: discurso profético y juegos con la verdad en Troilo y
Criseida
1
Véanse las estrofas exordiales (I, 1-6), en que se explicita que el móvil para la escritura es el propio
dolor del narrador ante la partida de su amada, como queda patente en la tercera estrofa: “Per che
volendo per la tua partita, / Piú greve a me che morte e più noiosa, / Scriver qual fosse la dolente vita /
Di Troilo, da poi che l’amorosa / Criseida da Troia sen fu gita, / E come pria gli fosse grazïosa; / A te
convienmi per grazia venire, / S’io vo’ poter la mia ‘mpresa fornire.” Las citas del Filostrato se
realizan según la ed. de Griffin y Myrick (1928).
“Si quieres saber la verdad sobre esto… ║ 29
2
Clogan (1964) llama la atención sobre el hecho de que numerosos pasajes de Troilus delatan el uso
de manuscritos glosados y comentados de la principal fuente clásica, la Tebaida de Estacio. Para un
panorama de la variedad de fuentes antiguas y medievales a partir de las que Chaucer compone sus
amplificaciones tebanas, cf. Battles (2006).
3
Sigo la traducción de Troilo y Criseida de Ana Sáez Hidalgo (2001); remito a los versos en el texto
en inglés medio según la edición de Benson (1987).
30 ║ Balestrini, María Cristina
puesto al tanto, al igual que a sus otros hermanos, de lo que él había averiguado por
sus propios medios. En relación con el sueño, es el narrador el que aun antes de
relatarlo nos devela su sentido: “e in sogno vide il periglioso / Fallo di quella che ‘l
facea languire” (VII, 23); luego, es Troilo mismo quien descifra su simbolismo sin
mediaciones, simplemente recordando el valor emblemático del jabalí ha adquirido
para la descendencia de Meleagro: “Questo cinghiar ch’io vidi è Diomede” (VII, 27),
aunque Pándaro pone en entredicho la interpretación (VII, 41) y lo hace dudar (VII,
48). La falta de respuesta por parte de Criseida a las cartas de Troilo lo hace volver a
sus ideas previas: “e fugli raffermata / L’openïon del sogno suo non sano” (VII, 76).
El discurso de Casandra nada agrega respecto del sueño, ni incluye referencia alguna
a la historia tebana, limitándose su intervención a un fallido intento de persuadir a su
hermano de que Criseida no es digna de su amor por ser de condición social más baja
(VII, 87). Esto da lugar a una encendida defensa de Criseida por parte de Troiolo,
que inserta en su argumentación interesantes consideraciones sobre la verdadera
nobleza y sobre las dignidades de los reyes5. Tratándola de malediciente, de pazza y
de falsaria (VII, 89, 90, 101), Troilo echa a su hermana de su casa y nunca más
vuelven a encontrarse.
Chaucer construye parcialmente su caracterización de Casandra a partir del
modelo que le ofrece el Roman de Troie (Nolan, 1992: 230); a pesar del apego a esta
fuente, empero, el discurso de la profetisa es reelaborado desde una perspectiva
particular en que se desataca un rasgo fundamental: en Troilus el discurso de
Casandra exhibe un carácter fuertemente libresco que lo distingue frente a sus
fuentes (hay cuatro referencias a “los libros” a lo largo de su parlamento)6. A
diferencia del adivino Calcas, a quien vemos aplicar los procedimientos propios de
su oficio (observa los cielos, calcula, interpreta agüeros) y también recibir la
inspiración divina7, la hermana de Troilo tiene un conocimiento “estrictamente
racional, fáctico, de los traicioneros vaivenes de la Fortuna” (Nolan, 1992: 228) que,
sin embargo, no sirve para dotar a sus palabras de eficacia8. El discurso de Casandra
carece de fuerza performativa. Los personajes de Chaucer conocen las historias
porque las han leído (y manejan las mismas fuentes disponibles para los receptores
de Troilus del siglo XIV), pero a pesar de esta posibilidad de aprender del pasado no
llegan a construir una conciencia que les permita modificar su presente o su futuro
(Battles, 2004: 118). Este hecho queda plasmado en la actitud de la propia Casandra,
que no hace ningún esfuerzo por persuadir a Troilo sobre la veracidad de sus
conclusiones. No hace nada para cambiar el curso de la acción, y muestra, en
cambio, una especie de aceptación estoica de las desgracias que están por aquejar
tanto a su hermano como a su pueblo9. Por otra parte sus palabras, aunque
5
Estas ideas, en cuyo análisis no me detendré en esta oportunidad, se exponen en VII, 94-100.
6
Ver pp. 238-240; v. 1463, v. 1478, v. 1481, v. 1511 (donde emplea la designación “gestes olde”).
7
En el Libro I se nos dice que Calcante “sabía con certeza, gracias a la respuesta de su dios, […] Febo
o Apolo Délfico, que Troya sería destruida” (p. 47; v. 69-70). En el Libro IV: “Apolo me lo ha dicho
con toda certeza, también lo he hallado en la astronomía, echando suerte y por los augurios” (p. 168;
vv.114-16).
8
Las palabras de Calcante, en cambio, resultan completamente convincentes en virtud de un diseño
retórico riguroso; cf. Beal (2010).
9
Nolan (1992: 230) destaca que Casandra sonríe al proferir su discurso (cf. Troilo, p. 238; v. 1458),
mostrando desapego hacia las consecuencias de su anuncio, a diferencia del pesar que muestra en el
Roman de Troie. También Wetherbee (1984: 132) destaca la actitud del personaje: “[Cassandre's]
32 ║ Balestrini, María Cristina
descalificadas por Troilo, generan para el lector que conoce la maldición que pende
sobre la profetisa una sensación de inevitabilidad, reforzada por la mirada teleológica
impuesta sobre la historia y por la sujeción indiferenciada (de los personajes y de la
ciudad) a la lógica caprichosa de la Fortuna:
Fortuna, que rige el cambio de las cosas, según le ha encomendado la
providencia y disposición del excelso Júpiter, para que los reinos se
transmitan de un pueblo a otro, o cuando se les derribe, comenzó día tras
día a arrancarle las plumas brillantes a Troya, hasta que quedó desnuda
de alegría (p. 241; vv. 1541-47).
La introducción en este punto del relato de la figura de Casandra, que algunos
críticos han considerado innecesaria o poco relevante10, intensifica esa percepción. A
la vez, constituye una muestra más de la relación cooperativa que Chaucer va
construyendo a lo largo de Troilo y Criseida con sus lectores. A diferencia de los
discursos proféticos tradicionales, que al anticipar también sellan interpretaciones,
instalando la necesidad de que los hechos sigan un curso preestablecido al
acomodarse a sus dichos, las palabras de Casandra crean por un momento una zona
gris: aunque el receptor sabe que ni Troilo ni Troya podrán escapar de su destino,
transitoriamente, en la brecha existente entre la perspectiva del lector y la de los
personajes que no le creen, queda abierto un espacio para la especulación sobre
posibles desarrollos alternativos de la historia. Estas alternativas, no obstante, pueden
existir únicamente en los planos de la hipótesis (o del deseo), no de la realidad: se
trata de una apelación a que lector considere la carga semántica latente en la historia,
potencial que quizá no pueda actualizarse por completo en la presentación narrativa
de los hechos, pero que sí puede actualizarse en la imaginación del receptor.
Asimismo, la introducción del discurso de Casandra, con sus reverberaciones
históricas es también una muestra de la novedosa manera en que Chaucer se
posiciona frente a sus precedentes literarios. Uno de ellos, por la materia misma de
Troilo y Criseida, es la tradición del roman antique, en la que también se inserta de
manera innovadora (superadora, quizá) el texto de Boccaccio. En consonancia con
las técnicas compositivas aplicadas a lo largo del tiempo por los autores de romans,
Chaucer explota aquellos pasajes que sus fuentes dejan incompletos u oscuros11; el
experimento literario en Troilo y Criseida va más allá, al incorporar una dimensión
filosófica que suele ser ajena a dicha tradición, y que abre el sentido hacia
consideraciones que abarcan problemas tales como el destino y la fortuna de
individuos y de colectividades, el discurrir del tiempo y sus efectos sobre el saber
heredado y sobre los textos que lo transmiten, y la percepción de la historia y de su
relación con el presente. Paul Strohm lo sintetiza de la siguiente forma:
view of the events with which she deals is neither comic nor tragic, and the effect of her detachment is
to enhance the impression of inevitability which her summary conveys”.
10
Por ejemplo Waswo (1983: 19), quien minimiza la importancia del pasaje: “ In narrative terms, the
poet, avoiding conclusive dramatized conflicts, has resorted repeatedly to summaries and reports of
his sources, conflations and confusions of time periods, and digressions of dubious relevance
(Cassandra's summary of Statius). These shifts have been regarded as the oversympathetic narrator's
efforts to postpone the inevitable”.
11
Para un análisis exhaustivo de la relación con la tradición del roman antique, cf. Nolan (1992).
“Si quieres saber la verdad sobre esto… ║ 33
Troilus is about the past and present, about anachronism, about the
inevitability of linguistic and aesthetic change, about the ephemereality
of the Now and the ceaseless slide of written work into what it was or
will have been (2000: 96).
Detrás de estas preocupaciones, claro está, se siente la presencia del gran
referente literario en lengua vernácula, la Comedia de Dante, que ha abierto para sus
descendientes nuevas perspectivas en cuanto a los alcances filosóficos del amor y
también del lenguaje y su relación con la verdad. Chaucer, sin embargo, no intenta en
sus textos seguir los pasos de Dante en la búsqueda de trascendencia12 -al contrario,
sus textos suelen requerir del receptor una conciencia del carácter netamente
histórico, variable y contingente de las opciones que ejerce frente a la poesía. Pero
indudablemente, el florentino ha significado para Chaucer un modelo para proponer
en su propia obra una reflexión sobre la compleja relación entre la palabra poética y
la verdad, o las verdades, que surgen del acto de lectura. El construir el personaje de
Casandra como intérprete de textos antiguos más que como profetisa propiamente
dicha pone en escena esta problemática, y parece llevar a la conclusión de que en
Troilo y Criseida la lectura, quizá por su carácter situacional y por presuponer una
interacción individual (y en definitiva, limitada) con el lenguaje, no garantiza la
aprehensión de una única verdad, ni la posesión de medios privilegiados para
alcanzarla.
Bibliografía
Battles, Dominique (2004) The Medieval Tradition of Thebes. History and Narrative in the OF
‘Roman de Thèbes’, Boccaccio, Chaucer and Lydgate, New York & London, Routledge.
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Deliberative Oratory”, en: Chaucer Review 44.4, pp. 440-460.
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Italian Trecento, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 115-139.
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Strohm, Paul, (2000) Theory and the Pre-Modern Text, Minneapolis & London, University of
Minnesota Press.
12
Cf. Boitani (1983) y Fyler (2007, esp. 128-130). Nancy Reale (1992), por su parte, destaca la
importancia de la mediación de Boccaccio en la manera en que Chaucer resuelve poéticamente ciertos
problemas originariamente planteados por Dante.
34 ║ Balestrini, María Cristina
Waswo, Richard (1983) “The Narrator of Troilus and Criseyde”, en: English Literary History 50.1,
pp. 1-25.
Wetherbee, Winthrop (1984) Chaucer and the Poets: An Essay on Troilus and Criseyde, Ithaca,
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Windeatt, Barry (1989) “Classical and Medieval Elements in Chaucer’s Troilus”, en: Piero Boitani
(ed.), The European Tragedy of Troilus, Oxford, Clarendon Press.
Doctrinas gramaticales transmitidas en el ars de barbarismis et
metaplasmis de Consencio (s.V)1
Burghini, Julia
UNC / CONICET
juliburghini@gmail.com
Como sostiene Fögen (1997-1998, 175), los autores de las artes grammaticae
parecen haber sido conscientes, en general, de su compromiso con la tradición y de
su falta de originalidad: no perseguían ampliaciones teóricas ni intentos originales.
Sin embargo, cuando se apartaban de la concepción usual de un fenómeno
determinado, lo resaltaban con énfasis, lo cual demuestra que eran también
conscientes de su originalidad en algún punto2.
En comparación con otros gramáticos, resulta llamativo en Consencio el modo
en que a menudo se distancia de las apreciaciones habituales, emitiendo juicios
propios sobre puntos controvertidos de la tradición gramatical3. Este distanciamiento
de la communis doctrina se plasma, por lo general, en la exposición de una doctrina
anónima, que seguidamente critica. Por otro lado, Consencio transmite además
doctrinas gramaticales atribuidas nominalmente a otros gramáticos.
Las dificultades que plantea la delimitación de la doctrina gramatical
transmitida en las citas, –i.e., gramáticos citados (por su nombre o anónimamente) en
otros gramáticos–, podrían mitigarse con un estudio sistemático a partir del cual
aislar las diferentes tipologías textuales, es decir, los patrones léxicos y sintácticos.
1
Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “Los gramáticos latinos tardíos como fuente
para el conocimiento de la tradición gramatical greco-latina”, a cargo del Profesor Doctor Javier Uría
(Universidad de Zaragoza), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de
España (Referencia FFI2011-30203-C02-02).
2
Esto no quiere decir, con todo, que las gramáticas latinas eran homogéneas, sino que manifestaban
grandes diferencias entre sí con respecto al contenido, la estructura, la clasificación, la terminología y
la doctrina (Codoñer, 2000). Baratin (1994) observa, además de las diferencias en el tratamiento de
detalle en las distintas artes, diferencias en la elección de temas, en la organización y en la
distribución de cada conjunto. Por tanto, el ars no parece tener una estructura interna uniforme.
3
V. gr.: Consent. ars 2,14: quantum ego sentio; ars 8,22: sed mihi non ita uidetur; ars 13,13-15: quod
cum alii negent ... nos quid sentiamus explicabimus; ars 14,21-22: hoc ego... non satis probo, etc.
4
De acuerdo con Barwick (1922), Diomedes y Consencio no utilizaron la gramática de Donato, sino
su fuente, y posiblemente una primera versión de la gramática de Donato. Sin embargo, Buffa Giolito,
(2003: 57) nos informa que algunos autores sostienen que la fuente del de barbarismis et metaplasmis
y del de scandendis uersibus fue Palemón, a través de un intermediario, probablemente Terencio
Escauro. Con todo, aún no se ha podido establecer cuál fue la fuente principal de su gramática.
5
Cf. Consent. GL 5, 351,9-11: ablatiuum casum Graeci non habent. denique hunc Varro interdum
sextum, interdum Latinum appellat, quem rectissime usus nostri sermonis inuenit, quoniam plurimum
a datiuo differt; Consent. GL 5, 357,18-23: item Graeca neutra quae e littera correpta terminantur, ut
ab hoc schemate. haec enim liberum est nobis et ad nostram regulam declinare, ut horum schematum
his et ab his schematibus, et in contrarium ducere, quia nostra non sunt, ut schematorum schematis
declinemus, sicut plerumque et in Cicerone et in Varrone legimus. No incluimos la transmisión de la
doctrina de Varrón en nuestro análisis porque no presenta características tipológicas pertinentes para
este trabajo: en el primer caso cumple la función “terminológica”, i.e., describe qué nombre recibe el
fenómeno tratado (vide infra); en el segundo, indica en qué autores se encuentra el fenómeno.
Doctrinas gramaticales… ║ 37
fac, ante imperat, quam id fiat; sed hic tamen qui dicit fac properat, ut ait
Celsus; ille etiam morari sinit, qui dicit facito. itaque ut praeteriti
temporis triplex forma est, sic in hoc futuri duplicem dicunt.
2. Palaemon
GL 5, 375,6-10: coniunctiuus modus currit per omnia tempora. sed
quaecumque sunt optatiui uerba, eadem et coniunctiui sunt, ut ait
Palaemon; at quae coniunctiui, non eadem et optatiui. dicimus enim cum
fecero, cum legero; non dicimus utinam fecero, utinam legero.
3. Pansa
GL 5, 378,20-27: ita ergo quod unum atque idem uerbum in aliis atque
aliis temporibus nunc passiui declinationem habet, nunc actiui, inaequale
appellatur. item est per tempora in declinatione defectus, cum, ut
significationem temporis expleamus, uerbum, ut ait Pansa, alterius
generis subrogamus, ut est adfert et ferit. in his enim dissimili uoce
significationem praeteriti temporis declarabimus. dicimus enim adfert
attulit; item dicimus ferit percussit praeterito perfecto. tale est sum fui
ero.
4. Probus
GL 5, 366,14-22: quaedam uero absolutum habent intellectum, ut sitit
esurit satiatur, neque opus est eius modi adiectione, quid esuriat, aut quid
sitiat, aut quo satur sit. quaedam talia sunt, ut patientia uel ex uoluntate
uel contra uoluntatem euenisse uideatur: ex uoluntate, ut doceor ditor;
contra uoluntatem, ut uror secor. quaedam uero talia sunt, ut neutrum
horum, sicut Probus uir doctissimus adnotat, admittant, ut est algeo
aestuo. ‘neque enim’, inquit, ‘Latine dicitur, uolens aut inuitus quis
aestuat aut alget, cum hoc ex necessitate pro qualitate temporis euenire
uideatur’.
b) Doctrinas gramaticales identificadas: de barbarismis et metaplasmis, de
scandendis uersibus
1. Celsus
ars, 8,1-7: hoc, ut ait uir doctus Celsus, commode fit, ubi eadem littera
tollitur, quae et exprimitur, quale est «multa quoque et bello passus»,
incommodius, ubi alia tollitur, quale est «Karthago Italiam», pessime, ubi
ei, quae tollitur, accedit et consonans, quale est «multum ille et terris
iactatus et alto». haec tamen obseruatio, sicut idem adfirmat, in nostram
linguam cadit, non etiam in Graecorum.
2. Asper
ars, 29,12-15: nam si multil facias, episynaliphe erit secundum Asperum,
qui dicit ex duabus syllabis unam fieri, sicut tanton ex tantone, secundum
me autem paragoge est ut magis pro mage.
38 ║ Burghini, Julia
10
Este problema no afecta, en principio, a las citas en estilo directo.
11
Uría Varela-Gutiérrez González (2012): “es típica del discurso indirecto la reproducción de
contenidos, más que de palabras: lo que los teóricos llaman citación de re frente a la citación de
dicto”. Véase también Uría Varela-Gutiérrez González (2011: 59-60): “At the least faithful, most
disloyal extreme we have indirect quotations, which were long ago described as referentially opaque,
inasmuch as they do not always allow the so-called de dicto interpretation, but only a de re
interpretation, as in the classical example Oedipus said that his mother was beautiful. This implies
that indirect quotations may suffer from interference from the reporter’s speech and the quoted
speech”.
12
Se encuentran generalmente en oraciones relativas con el verbo dicere, del tipo Consent. GL 5,
374,12-13: modus autem est quem Graeci ἔγ σ ν dicunt, conuersio scilicet et transfiguratio eius
syllabae quae ultima in uerbo est. Cf. Consent. GL 5, 353,30: nunc igitur de regulis, quas Graeci
canones appellant.
40 ║ Burghini, Julia
etc. Como veremos, en algunas ocasiones es posible “rastrear” las doctrinas de otros
autores, pero en otras, es una tarea imposible, bien porque el corpus es inabarcable,
bien porque es inexistente.
Como patrones generales, observamos que es más frecuente el tipo de
transmisión en oratio obliqua (aunque también se manifiestan mediante oratio quasi
obliqua) con un sujeto explícito (multi, plerique, quidam), y con preferencia del
verbo dico por sobre aio seguido de oración de infinitivo con acusativo. Parece
existir una distinción (al menos para Consencio) en el uso de un verbo por otro,
relacionado quizás con el contenido de la doctrina y su adhesión y/o crítica, como
vimos anteriormente. Utiliza también el verbo inquiunt en una ocasión, que por su
naturaleza “insertada” indica sin duda la literalidad de la cita gramatical13. El hecho
de que se encuentre en plural nos lleva a pensar que recoge la doctrina de un
gramático que a su vez recoge la de otro, sin citar a ninguno de los dos (o más).
Las citas anónimas del tipo multi, quidam, etc., tienen como finalidad la
introducción de un asunto, muchas veces en disputa, con el que Consencio disiente o
critica ya porque es erróneo, ya porque es inexacto, y agrega, acto seguido, su
explicación y resolución de la cuestión. De las numerosas citas de este tipo,
presentaremos sólo tres (debido a que el corpus es demasiado extenso para esta
exposición) y las analizaremos seguidamente:
1) ars, 1,10-2,1: barbarismus est, ut quidam uolunt, una pars orationis
uitiosa in communi sermone. haec definitio separat metaplasmum eo,
quod fieri barbarismum dixi in communi sermone, quoniam, si in
poemate pars aliqua orationis uitiosa sit, metaplasmum dicunt. item
barbarismus est, ut quidam definiunt, dictio uitiosa enuntiatione
corrupta. hoc ideo enuntiationem habet in reprehensione, quoniam haec
definitio ad tempora et accentus tantum pertinet, id est prosodias. item
barbarismus est dictio aliqua sui parte uitiosa. hoc ad adiectionem et
detractionem et inmutationem et transmutationem litterarum syllabarum
accentuum temporum adspirationumque pertinet.
Como notamos supra, es usual encontrar pasajes casi idénticos en numerosas
gramáticas latinas, por lo cual no podemos inferir que Consencio cite en este pasaje a
Donato sólo porque exponga una definición idéntica a la presentada por aquél –cf.
Don. Mai. 653, 1 H barbarismus est una pars orationis uitiosa in communi sermone–
: Consencio pudo haberla tomado de Donato, o de la fuente de éste. Como sostiene
Holtz (1981: 84), el hecho de que ni Diomedes ni Consencio mencionen a Donato no
prueba nada ni en un sentido ni en el otro: la costumbre más habitual de la época era
no citar la fuente principal, y Consencio hace lo mismo: bajo las vagas palabras que
utiliza para hablar de los artígrafos que lo precedieron, disimula una única fuente
principal, cuya identidad calla cuidadosamente.
13
Cf. Consent. GL 5, 343,24-344,1: ergo duo genera naturalia seu principalia sunt, masculinum et
femininum. tertium genus est quod neutrum uocant, quod quia in his tantum rebus dicitur, quae
animales non sunt, artificale quidam putant. non enim hoc, inquiunt, habet natura, sed uenit ex arte.
alii uero et hoc naturale genus recte putant. quod enim natura masculinum itemque femininum non sit,
id dicunt neutrum esse natura. ita ergo tria genera primum natura constituit. hanc secuta ars, partim
rationi alicui seruiens, generum fere numerum retinuit, naturali tamen rerum discretione sublata. nam
quicquid per naturam sexui non adsignatur, neutrum haberi oporteret.
Doctrinas gramaticales… ║ 41
14
Cf. Diom. GL 1, 451,22-33: barbarismus est dictio uitiosa. est autem definitio generalis et
specialis. sed quoniam dictio et contexta oratio et una pars eius intellegitur, et quia consuetudo hunc
tantum barbarismum appellat qui fit in una parte orationis, aptius tamen hac utemur definitione
[barbarismus est contra Romani sermonis legem aut scripta aut pronuntiata uitiose dictio],
barbarismus est enuntiatione uel scripto una pars orationis corrupta ac per hoc non Latina. sed hoc
uitium in soluta oratione nomen suum retinet, ceterum apud poetas metaplasmus uocatur, soloecismus
autem schema. barbarismus est barbaros lexis, id est barbara dictio. sed hoc uitium inter se differt,
quod barbarismus in Latina dictione fit, barbaros autem lexis tota peregrina dictio. barbarismus fit
modis principalibus quattuor, adiectione detractione mutatione transmutatione. Nótese que la
definición [barbarismus est contra Romani sermonis legem aut scripta aut pronuntiata uitiose dictio]
ha sido consignada entre corchetes por Keil, considerándola una glosa insertada erróneamente, ya que
el autor utiliza nuevamente dictio, cuando precisamente está señalando la ambigüedad de dicho
término. Damner (2001: 241) demuestra que toda la definición viene de Escauro, a través de Audaz
[cf. Avdax GL 7,361,14], y que Carisio atestigua que ha ingresado al manual de Cominiano [cf. Char.
349,18-23 B]. Mediante un análisis de las modificaciones insertadas por Carisio (¿o Cominiano?, es
imposible determinarlo), Damner (2001: 240ss.), establece que Diomedes no tuvo acceso al texto
original (el de Audaz), sino que se encontró ante un texto que intentó componer debido a su falta de
sentido. También se encuentra una definición similar en Sacerd. GL 6, 451, 4: Barbarismus est uitiosa
dictio unius uerbi, qui fit modis octo.
15
De hecho, esta distinción ya se encuentra en Quint. Inst. 1,5,6: Interim uitium quod fit in singulis
uerbis sit barbarismus. Occurrat mihi forsan aliquis: quid hic promisso tanti operis dignum? aut quis
hoc nescit, alios barbarismos scribendo fieri, alios loquendo (quia quod male scribitur male etiam dici
necesse est, quae uitiose dixeris non utique et scripto peccant), illud prius adiectione detractione
inmutatione transmutatione, hoc secundum diuisione complexione adspiratione sono contineri?.
42 ║ Burghini, Julia
16
Cf. Sacerd. GL 6, 466,4-5: hyperbaton est oratio non seruans ordinem mox, sed postea. huius
species sunt IIII, parenthesis hysterologia synchysis <tmesis>; sin embargo, cabe advertir que
Sacerdote también menciona la tmesis en la primera sección, después de algunos fenómenos (algunos
de los cuales luego trata como metaplasmos, como la síncopa, la sinéresis, la sinalefa) y antes del
solecismo: Sacerd. GL 6, 449,7: de tmesi. tmesis, hoc est intercisio, sic fit, cum in medio unius uerbi
alterum interponitur, ut est «septem conpacta trioni»: positum est uerbum conpacta inter
septemtriones.
17
Cf. Don. Mai. 670,6 H: hyperbaton est transcensio quaedam uerborum ordinem turbans, cuius
species sunt quinque: hysterologia, anastrophe, parenthesis, tmesis, synchysis. (…) Don. Mai. 671,3-6
H: tmesis est unius conpositi aut simplicis uerbi sectio, una dictione uel pluribus interiectis, ut
«septem subiecta trioni» pro septemtrioni et «saxo cere comminuit brum» et «Massili portabant
iuuenes ad litora tanas», hoc est cerebrum et Massilitanas. Diom. GL 1,460,23-26: hyperbaton est in
eodem sensu perlonga dictionis dilatio et transgressio quaedam uerbo rum ordinem turbans. sed hic
tropus generalis est. huius enim species sunt quinque, anastrophe, diacope uel, ut quidam, tmesis,
dialysis siue parenthesis, synchysis, hysterologia. (…) Diom. GL 1,460,30-33: diacope est siue tmesis
diductio conpositae dictionis interposito extrinsecus uerbo, ut «septem subiecta trioni», cum iungi
debeat septemtrioni.
18
Consent. ars, 10,17-24: nunc iam quibus modis barbarismus fiat tempestiuius proferemus. in quo
equidem non imitabor eos scriptores, qui exempla huius modi uitiorum de auctoritate lectionum dare
uoluerunt, quo factum est, ut eorum uitiorum confusione paene iam nemo intellegat, quid barbarismus
sit, quid metaplasmus. nam plerumque alii atque alii, interdum idem ipsi, et ad metaplasmum et ad
barbarismum isdem lectionis utuntur exemplis eoque cuncta confundunt.
19
Basta mencionar el ejemplo de barbarismo de adición de tiempo Italiam fato profugus [Verg. Aen. I,
2] presentado por Donato, que luego también lo utiliza (esta vez, correctamente) como ejemplo de
‘éctasis’ en la sección sobre los metaplasmos.
20
Cf. Diom. GL 1,453,2: sunt praeterea pronuntiationis quaedam uitia, quae non nulli barbarismos
putant, iotacismi labdacismi myotacismi hiatus conlisiones et omnia quae plus aequo minusue
sonantia ab eruditis auribus respuuntur. haec uitia praelocuti controuersiam de nomine pertinacibus
relinquimus. iotacismi sunt cum i littera supra iustum decorem in distinctionibus extenditur.
labdacismi similiter, si lucem prima syllaba uel almam nimium plene pronuntiemus. myotacismi
quoque sunt cum in fine partis orationis inuenitur m littera et incipiat sequens a uocali quae non sit
Doctrinas gramaticales… ║ 43
Conclusión
loco consonantis posita. haec enim scribitur quidem, non autem enuntiatur, ut «quousque tandem
abutere». tunc autem pronuntiamus m litteram, cum sequitur uocalis loco consonantis posita, ut est
«cum Iuno aeternum s(eruans) s(ub) p(ectore) u(ulnus)». distinctio quoque, quae separat uerba, ut est
«dum conderet urbem / inferretque d(eos) L(atio)». quae pronuntiatio seruanda, ne sit barbarismus,
non in scriptura sed in sermone, si enuntiata fuerit. Es interesante el hecho de que Diomedes, que
seguramente sigue a Donato, se separe de él en la consideración de esos defectos como de
pronunciación y no como “malae compositiones”, tal como hace Donato. También los comentaristas
de Donato ofrecen su punto de vista: para Pompeyo, iotacismo y lambdacismo son barbarismos,
mientras que el mitacismo es un solecismo: Pomp. GL 5, 288, 7: potes enim ex definitione illa
superiore colligere hoc ipsum. quid diximus esse barbarismum? uitium factum in una parte orationis.
quid diximus esse soloecismum? uitium factum in contextu partium orationis. ergo iotacismus in
barbarismo erit: nam Titius in una parte orationis est factum uitium. ergo labdacismus in barbarismo
erit: nam Catullus uel Lucius in una parte est orationis. quando autem dico hominem amicum, non est
una pars orationis, sed duae; ergo soloecismus est. También Servio ofrece un punto de vista similar:
Serv. GL, 4,445,24: ut diximus, uitiis nomen inponere nullatenus potuerunt; definitionem tamen
intuentes possumus ita defendere. nam si barbarismus est uitium factum in una parte orationis, tantum
non erit barbarismis adplicandus iotacismus et labdacismus, qui in singulis fiunt partibus orationis;
ceterum myotacismus hiatus et collisiones, quoniam non numquam in una parte orationis possunt
effici. de qua re se a nomine abstinuit.
44 ║ Burghini, Julia
Bibliografía
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El origen de la intervención de terceros facilitadores
(Castilla, siglos XIV y XV)
Carbó, Laura
Universidad Nacional del Sur
lauramcarbo@yahoo.com.ar
Pérez, Claudia
Consejo de Contadores Pcia. Bs. As.
cpestudio@yahoo.com.ar
1
La escuela de Harvard ha difundido el modelo de mediación que tendría como meta llegar al
acuerdo, a la satisfacción de los intereses de las partes. Luego han surgido otros modelos, como el
transformativo, en el que el objetivo es lograr modificar la relación entre las partes, no importa si
llegan al acuerdo o no, importa la adquisición de habilidades de tratamiento de conflictos(modelo de
Bush y Folger). El modelo circular-narrativo (Sara Cobb) es una combinatoria de ambos, tiene como
objetivo fomentar la reflexión y lograr el acuerdo aunque ésta no sea la meta fundamental; para este
modelo las causas del conflicto se retroalimentan creando un efecto circular y la tarea fundamental del
mediador es mejorar las relaciones, cuidando la narrativa de las conversaciones (Suárez, 1997: 58-63;
Diez et al, 1999: 25 y 26; Cobb, 2004: 294-310; Manuera Gómez, 2007: 85-106).
2
“…que el Conde de Fox habia muy gran placer de intervenir en la paz é concordia que se hiciese
entre su merced é los Reyes de Aragón é Navarra…”. Crónica del rey don Juan II, (Rosell, 1953:
481).
3
Por ejemplo en 1374 se produce la intervención del conde don Sancho, hermano de Enrique II, para
mediar en una pendencia entre sus vasallos y los del Infante don Juan, su sobrino, “...con intención de
componer la questión, é por asegurar la gente, de manera que non rescibiesen mal ninguno”. Esta
El origen de la intervención de terceros… ║ 47
mediación termina trágicamente con la muerte de don Sancho. Adiciones a las notas de la Crónica de
Enrique II, (Rosell, 1953: 57).
4
En otro ejemplo de1406, en las cortes de Toledo, el Infante don Fernando hace de mediador entre el
rey Enrique III y los procuradores de las villas, en función de negociar el presupuesto y la cantidad de
hombres que llevarían a la guerra contra los musulmanes, tarea seguramente preestablecida para el
segundo en la cadena hereditaria, al momento de proponer un aumento de la carga impositiva, que
usualmente conlleva un desgaste político considerable. Adiciones a las notas de la Crónica de Rey
don Enrique III, (Rosell, 1953: 216).
En otro ejemplo el Condestable don Álvaro de Luna oficia de mediador para la reconciliación del rey
Juan II y su hijo el Príncipe de Asturias que se efectiviza en 1451: el relato manifiesta una confianza
formidable en el poder del encuentro conciliador. “… tovo manera…el Príncipe se viniesse á ver é á
fablar con el Rey su padre, é que troxiese consigo á los dos hermanos Marqués é Maestre [Marqués de
Villena don Juan Pacheco y su hermano, el Maestre de Calatrava, don Pero Girón], teniendose por
creido, como la razon lo requeria, que veyendose padre é fijo cara por cara; caavia muchos días que
non se avian visto, non podria ser salvo que, mediante la gracia de Dios… ellos se acordassen en
concordia é buen amor. E por consiguiente los dos hermanos viniessen á lo bueno, é se moderasen por
alguna manera en sus fechos, é desistiessen de meter al Príncipe en tales golfos de turbaciones contra
el Rey su padre, como muchas veces lo avian puesto, é lo ponían”. La reconciliación se efectúa en
Tordesillas, escenario neutral custodiado por el Arzobispo de Toledo, don Alfonso Carrillo y la paz es
juramentada en santo ritual frente al Cuerpo de Cristo. (Flores, 1784: 231-235).
5
Por parte de Enrique llegan a París procuradores y Don Alfonso, más tarde, se presenta a explicar la
situación por sí mismo a la corte gala “… á esto responderian ellos delante el Rey de Francia, non asi
como delante juez, mas como delante amigo del Rey de Castilla, su Señor, porque viese é oyese que lo
que el Rey de Castilla hiciera, lo fisiera con razon y con derecho”. Los embajadores exponen una
larga lista de razones por las cuales el rey castellano le había tomado al Conde las tierras de Asturias y
“el Rey de Francia mandó á los de su Consejo que viesen lo que en este caso él debía facer”. Los
procuradores de Enrique III introducen un planteo muy ordenado de la situación: respaldan la posición
castellana con una serie de hechos históricos irrefutables, bosquejan desde la voluntad testamentaria
de Juan I, hasta los últimos y desequilibrantes hechos de armas protagonizadas por Alfonso. Por su
parte, el “Conde non ponia escusas ningunas que pareciesen razonables, salvo que decia que lo que
hiciera fuera con miedo que avia de algunos de los privados del Rey”. El rey francés, ya en una
función más arbitral que mediadora, y estrechamente alineado con los intereses propios involucrados,
proclama resguardar el pacto con el Rey de Castilla y proponer un lapso más largo de tiempo para las
tratativas, oferta que no es aceptada por los embajadores enriqueños. Ante la postura de negociación
48 ║ Carbó, L. & Pérez, C.
dura de Enrique III, la mediación se concentraría en proteger al Conde don Alfonso siempre y cuando
decidiera prestar obediencia. Si no se subordinaba al poderío real, el francés le quitaría toda
protección y enviaría cartas a sus vasallos para que eviten socorrer a Alfonso con naves, vituallas, etc.
Crónica del rey don Enrique III, (Rosell, 1953: 234-237).
6
“La Reyna y el Príncipe é con ellos la Reyna de Portogal, que estaban aposentados en el Monasterio
de Santa Maria de las Dueñas, veyendo de cada dia las cosas ir de mal en peor, pensaron si se podria
dar alguna forma de concordia, é para esto enviaron suplicar al Rey que enviase á ellos á Don Lope de
Barrientos, Obispo de Segovia, é que hablarian con él, para que si Dios pluguiese, los escándalos y
males que estaban comenzados se atajasen”, Crónica del rey don Juan II, (Rosell, 1953: 585).
7
Idem, “El Rey habido sobre ello su Consejo, rogó al dicho Obispo que volviese a las Reynas é al
Príncipe é les dixese de su parte que á él placia que los hechos y debates se pusiesen en sus manos;
pero antes queria saber qué eran las cosas que el Rey de Navarra y el Infante demandaban, para que
sobre aquellos él oviese su Consejo, y entonceveria las cosas que ellos demandaban, para que si
fuesen justas é honestas, la Reyna y el Príncipe las pudiesen determinar”.
El origen de la intervención de terceros… ║ 49
labor contempla la situación de ambas partes, de modo que el terreno común y las
áreas de intereses compartidos pueden explorarse a fondo. A veces el mediador es un
agente de la realidad, realidad que se encuentra momentáneamente tergiversada por
la visión parcial de las partes (Acland, 1993: 58-59). Pero a nuestro propósito, que es
dilucidar quién origina la mediación, las fuentes son poco claras. Por momentos
parecería que es el cuerpo mediador (en alianza con la parte en disputa con el rey
castellano) y otras veces parecería que la convocatoria es liderada por el rey, en su
afán por dar solución rápida a un dilatado conflicto de intereses.
Por último mencionaremos la mediación que se inicia a partir una persona u
órgano de mayor jerarquía. Las más frecuentes son las de los legados papales, que
actuaron como mediadores en la obtención de una paz justa que neutralizase los
procesos conflictivos. Los pensadores medievales en sus distintas líneas de
concepción del poder temporal y espiritual, sostenían que ambos poderes,
monárquico y papal, se manifestaban en forma interdependiente; se compartía la idea
de que debían colaborar entre sí, debido a la unidad de su origen y al hecho de que
eran unos mismos los súbditos de ambos (García y García, 1987: 51-52). El prestigio
del poder espiritual admitido universalmente, facultaba al Papa o a los obispos, según
la importancia del caso, a intervenir en la esfera temporal, aduciendo el atropello de
algún valor ético o por razón de pecado implícito en la actuación del príncipe. El
legado papal era el representante de la persona misma del papa, encargado de
misiones importantes o particularmente solemnes, de carácter religioso, político o
financiero, y ostentaba poderes extendidos en materia de jurisdicción y de concesión
de beneficios. La Santa Sede distinguía entre sus facultados para misiones fuera de
los límites de la corte pontificia a los “legati a latere”, de rango máximo, de los
simples “legati missi”, cada vez menos frecuentes hasta su desaparición hacia 1460,
porque sus funciones fueron tomadas por los “nuncii” (Ladero Quesada, 2005: 62).
Para ejemplificar esta variable hemos seleccionado una de las intervenciones
de los legados papales en el enfrentamiento entre Castilla y Aragón en la guerra de
los “dos Pedros”. La conflagración se había iniciado por causas8 en su mayoría
económicas, que se amalgamaron con el apoyo político que cada uno de los
monarcas prestó a los nobles rebeldes al reino vecino (Ferrer i Mallol, 1987). Luego
del primer año de iniciada la guerra, el papa Inocencio VI (1352-1362) ofrece su
mediación para intentar acercar a los monarcas enfrentados. El legado designado fue
el cardenal Guillaume de la Jugée9, quien ya había actuado durante las graves
8
Se mencionan como instancias de fricción el control de los pastos del sistema ibérico, la dependencia
de las encomiendas aragonesas de Santiago y Calatrava respecto a las casas castellanas, los problemas
fronterizos entre Valencia y Murcia y la colaboración de la marina castellana en la guerra que
enfrentaba a Génova y Barcelona (Ferrer i Mallol, 1987: 445-508; Martín, 2001: 162-163;) Este
último aspecto actúa como el desencadenante, la armada castellana siempre aliada a los genoveses
para organizar un poder estable en el Mediterráneo, oficia de elemento de oposición ante los catalanes
que habían rivalizado con los genoveses por el predominio en este mismo espacio (Manzano Moreno,
2010: 575). Así es como la guerra se inicia con un incidente marítimo: la escalada del conflicto se
desata por un hecho de piratería, Francés Perellós toma dos embarcaciones castellanas en San Lúcar
de Barrameda. Las embarcaciones en cuestión ni siquiera eran castellanas, sino genovesas, pero
produjo igualmente, como contrapartida, el envío de un escuadrón castellano a las costas aragonesas
(Villalon 2008: 159).
9
Hijo de una hermana del papa Clemente VI, nombrado cardenal en 1342, del Título Santa María in
Cosmedin, luego Cardenal de Saint Clement. La legación a España tiene como objetivo tratar las
50 ║ Carbó, L. & Pérez, C.
desavenencias entre Pedro I y su esposa, Blanca de Borbón, aunque su gestión sólo retrasa por un
tiempo la guerra civil que se cernía sobre Castilla. (Du Chesne, 1660: 513).
10
“… llegó ý el cardenal don Guillen legado que enbio el papa Ynosçencio en Castilla, lo vno por el
fecho de la rreyna doña Blanca su muger del rrey, e lo al por guerra que era entre el rrey e los suyos e
por poner en este fecho algund buen remedio. E luego que el cardenal don Guillen llego al rey en el
rreal, ante que otras cosas començasse de fablar e tractar, rrogo al rey de partes del papa que le
pluguiese que non fuesse mas preso don Pedro Barroso, doctor en leyes, obispo de Siguença…”. El
legado tenía una cartera de actividades encaminadas a mediar en varios frentes de un conflicto
multifacético. La problemática conyugal del rey, sus luchas con sus hermanastros Trastámara y la
reclusión indudablemente política del obispo de Sigüenza, gestión ésta que parece ser una cláusula
importante para dar inicio a las tratativas. El enviado logró su objetivo parcialmente, efectivamente el
obispo fue liberado y el legado levantó el entredicho. Lacónicamente el cronista advierte que la
mediación no tuvo eco en los otros aspectos tratados, cuestión que no desvincula al cardenal de su
misión. “Et suelto el Obispo de Sigüenza, el Legado tiró el entredicho que estaba puesto por esta
razón. Otrosí el Cardenal Guillen Legado del Papa fabló con el Rey por traer los fechos á buena
concordia entre él é la Reyna Doña Blanca su mujer, é por la facer librar de prisión, ca estaba en
Sigüenza presa…é non pudo librar cosa ninguna de ello. Otrosi fabló el Cardenal con el Rey en los
fechos de entre él, é la Reyna María su madre, é entre el conde Don Enrique, é el Maestre Don
Fadrique sus hermanos, é los otros Caballeros que eran con ellos: é por muchas vegadas trató entre
ellos; pero non los pudo concordar, ca non quiso el Rey. Así eran los fechos tan dañados, que aunque
estaba el Cardenal con el Rey, la guerra non cesaba en aquellos días, antes era mas crua”. (López de
Ayala, 1994-1997: 224 y 225).
11
El cronista relata:”E el cardenal don Guillen legado del papa fazia su poder por venir e ponerlos en
tregua… E desque vio que non pudo acabar paz entre ellos, trato treguas por vn año. En anssy se fizo
e luego firmaron treguas e se pregonaron en las çibdades de los dichos rreyes…”, (López de Ayala,
1994-1997: 258 y 260).
Asimismo la crónica catalana de Pedro de Aragón corrobora: “Estando en dicha ciudad (Zaragoza), el
mes de febrero del propio año (1357), enviónos el papa Santo como legado un cardenal llamado
Guillermo, para tratar la paz y concordia entre Nos y el rey de Castilla, así como compete a su
dignidad apostólica, al cual recibimos Nos con el honor que requería, el día nueve del mes de Febrero,
que fue el mismo que entró en dicha ciudad; y despues de habernos referido las causas de su legacion,
se separó de Nos y marchó a ver al Rey de Castilla para hacerle saber cuales eran los negocios por los
que el padre Santo le enviara, a fin de tratar la paz y concordia y acabar dicha guerra, de la cual
hablamos mucho Nos a dicho cardenal, por cuanto procedía de injusticia y revelaba una mala
intencion; mas despues que dicho cardenal habló y refirió su objeto al rey de Castilla, no quiso este
concordarse en adoptar ningun partido razonable, antes lleno de gran malicia y soberbia dirijióse con
su gente hacia Tarazona en el mes de Abril y sitió dicha ciudad, la cual esta encomendada á En
Miguel de Gurrea, caballero de Aragón…” (Bofarull y de Brocá, 1850: 335).
12
Los representantes de Castilla eran Juan Fernández de Hinestrosa, camarero mayor y Juan Alonso
de Benavidez, justicia mayor, e Iñigo López de Horozco. Por Aragón se presentan, Pedro de Ejérica,
don Bernardo de Cabrera y Alvar García de Albornoz . (Zurita, 1668: 280)
El origen de la intervención de terceros… ║ 51
prórroga (Ferrer i Mallol, 2005: 369). Se acordó que el legado asumiría el control de
las villas y fortalezas tomadas por ambos contrincantes y sus aliados. Los tratadores
tendrían un lapso considerable de tiempo, hasta la Navidad de 1357, para negociar
las condiciones del acuerdo definitivo, ya sea la totalidad de los seis negociadores
designados, o cuatro de ellos.
En estos convulsionados reinos la presencia papal era casi una embajada
permanente; si bien fracasaron en algunas oportunidades, su trabajo de mediación
incansable logró arreglos intermedios como lo advertimos en el ejemplo
mencionado: el cardenal solicita las treguas, que siempre representan un canal
abierto para futuras negociaciones. El enfriamiento de la situación en momentos de
grave escalada del conflicto no es objetivo nada desdeñable para la intervención del
eclesiástico. No sólo representa un eje de comunicación fluido sino que asegura que
se ponga el acento en las oportunidades del futuro, sin estancarse infructuosamente
en los problemas del pasado. El resultado de la mediación Jugée ha sido el cese de
las hostilidades por un año, aunque lamentablemente se reiniciarán los
enfrentamientos antes de que termine la tregua. Se podría conjeturar que el mediador
actuó en un plano superficial, el de las posiciones de las partes, aquellas posturas que
afloraron en las conversaciones, pero como no se pudo solucionar las necesidades
profundas, el conflicto continuó. La guerra de los dos Pedros fue indudablemente un
conflicto de relación y como los monarcas estimaban que el estado era un bien
patrimonial de la corona, todos los hechos, confrontaciones, despliegue de efectivos,
y hasta las mismas negociaciones para la paz, se vieron afectadas por esta
concepción de la cosa pública como cuestión personal del príncipe. Los lazos
familiares, los profundos conflictos parentales, teñirían de fanatismo y terror el
escenario de las negociaciones de paz, que tendrán una efectividad limitada, por el
impredecible accionar y sentir de los reyes.
A través de la mención de los ejemplos de intervención mediadora, que no
llega a ser descripción por las exigencias de la síntesis, creemos legítimo considerar a
la convocatoria del mediador como una estrategia planificada para tratar de ayudar a
formular acuerdos en pos de resolver los problemas concomitantes, salvaguardar las
relaciones y prever necesidades futuras. El mediador no puede considerarse como un
agente externo al problema, es un actor implicado o influido por problemática a
tratar. Lejos de ser un facilitador neutral, está ampliamente interesado en la
obtención de la paz, por sus propios intereses en juego, ya sean de carácter familiar o
institucional. Una vez convocados, los mediadores aplican eficazmente una política
de prestigio, elemento intrínseco de las relaciones medievales, para dar solución
eficiente a las disputas y a su vez, para conseguir un lugar de privilegio en el
concierto de las decisiones de gobierno. Dos son pilares que sostienen la política de
prestigio del mediador, el ceremonial diplomático, que rodea su intervención y que
logra casi instantáneamente un efecto pacificador, y eventualmente, el poder de
despliegue militar que apoya las directrices de su consejo (no olvidemos que la
resolución en estos escenarios es casi siempre precedida por situaciones de violencia
y que generalmente será necesario la imposición y sostenimiento de la paz también
por la fuerza, aunque parezca una paradoja).
Estamos en presencia de un juego de poder, partes en conflicto que bregan por
obtener sus intereses, y la mediación, recurso que invoca la racionalidad de las
propuestas, es en definitiva un resorte impuesto en el escenario de la negociación por
52 ║ Carbó, L. & Pérez, C.
la parte más poderosa. Ya sea desde la convocatoria del mediador por las partes o por
sugerencia de un ente superior, se necesita de la legitimidad que da el poder para dar
curso a la conciliación. Entonces, el origen de la intervención del medidor, que viene
a aplicar razonabilidad a la contienda, debería ser considerada como imposición por
la parte más poderosa, o al menos, respuesta y proceso que, aunque de participación
voluntaria, ha sido concienzudamente pautado de antemano por las fuerzas que
buscan el equilibrio. Luego, en el proceso dilatado de la resolución de las disputas, la
mediación seguirá su curso en pos de la resolución consensuada, con el despliegue de
múltiples recursos ensayados una y otra vez, pero el inicio de la gestión está una vez
más relacionado con la decisión de los poderosos, que orientados hacia la
consecución de la paz y la permanencia de un statu quo que los beneficia, buscan dar
un sello de sensatez a la mesa de las negociaciones. ¿Se trata verdaderamente de la
búsqueda del consenso? ¿O tendríamos que suponer que es un escalón más en el
camino de la obtención de un poder unívoco y absoluto, inmerso en un cambio de
paradigma, ahora más relacionado con la legitimidad de las acciones políticas que
con el ejercicio de la guerra?
Fuentes citadas
Bofarull y de Brocá, Antonio de, trad. (1850) Crónica del rey de Aragón don Pedro IV, El
Ceremonioso, ó, del Punyalet. Versión catalano-española. Barcelona, Imprenta de Alberto
Fresas.
Du Chesne, F. (1660) Histoire de tous les cardinauxfrançois de naissance, Paris, Livre II.
Flores, Josef Miguel de, ed. (1784) Crónica de don Álvaro de Luna, Madrid, Imprenta de don Antonio
de Sancha.
López de Ayala, Pero (1994-1997) Crónica del Rey don Pedro y del Rey Don Enrique, su hermano,
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Rosell, Cayetano, ed. (1953) Crónicas de los Reyes de Castilla, BAE, Madrid, Atlas.
Zurita, Jerónimo, ed. (1668) Los cinco libros postreros de la primera parte de los Anales de la
Corona de Aragón. T.II, Zaragoza, Herederos de Pedro Lanaja y Lamarca Impresores.
Amistad y diálogo en San Agustín
Carreras, Elvio
Universidad Nacional de Córdoba
elviocarreras@hotmail.com
Introducción
San Agustín fue para la iglesia occidental la fuerza que recogió todas las
preocupaciones eclesiales y teológicas de su tiempo, determinando su mundo.
El estudio de su vida, obras y pensamiento será siempre una fuente inagotable
de inspiración para el mundo occidental, que debe al santo de Hipona una no
pequeña parte de estos rasgos definitorios.
Nuestra propuesta de investigación se enmarca en la indagación de las fuentes
filosóficas de Agustín en llamados los Diálogos de Casiciaco, profundizando en
aquellos pasajes que se refieren a lo que siempre cautivó al “Aguila de Hipona”: los
amigos.
Intentaremos mostrar desde estas fuentes filosóficas, el itinerario esquemático
no sólo del planteo filosófico-teológico supuesto, sino la triple relación que funda
una verdadera amistad: Dios-diálogo- amigo.
Estos supuestos antropo-teológicos vinculan a San Agustín con una tradición
viva; toda su perspectiva apuntara a concentrar su experiencia pasada, cuando era
pagano, y una nueva vida en la fe que posibilitará enfocar toda su vida hacia su
creador.
1
San Agustín, Confesiones, cap. IX , I: 348.
2
San Agustín, Confesiones, cap. IX , I.
3
San Agustín, Confesiones, cap. IX , III.
4
Cf. San Agustín, Contra Académicos, 1,V, XV: 914.
Amistad y diálogo en San Agustín ║ 57
Agustín consideraba a su madre como una sabia, firme como una roca, que
siempre estaba presente entre sus amigos dando consejo y, a la vez, sometida a la
amorosa mano de Dios.
“Vivíamos en Vos en santa hermandad recibida la gracia del bautismo;
así nos cuidó y regaló como si fuera madre de todos, así nos sirvió como
si de todos fuera hija”.5
Tenemos un particular interés por la actividad especulativa de San Agustín en
sus dos manifestaciones y que fuera la matriz de las obras de Casiciaco: el monólogo
y el diálogo, el soliloquio y el coloquio:
“Lo que hice en mis letras, que ya os servían, atestíguanlo los diálogos,
salidos de las discusiones con amigos presentes y conmigo mismo a solas
delante de Vos; y atestíguanlo igualmente las cartas que escribía
Nebridio ausente”.6
El monólogo y el diálogo se completan en San Agustín. Se dedica a la
investigación y a la enseñanza7; medita y habla, escucha al maestro interior
fundamento de todo logos. Aquí, en Casiciaco, según los agustinólogos, comienza un
hecho singularmente importante: el bautismo y la consagración de las artes liberales,
que entonces comenzaron a ser siervas de Cristo. La pedagogía medieval recogerá el
espíritu del ideal agustiniano de Casiciaco. Las disciplinas humanas son vistas, ante
todo, como una escala de ascensión o una propedéutica de la contemplación de Dios.
Los rápidos frutos conseguidos por San Agustín indican que era un gran
maestro, pues así lo demuestra con visible satisfacción Romaniano, su gran amigo,
pintándole el cambio espiritual de su hijo: “filius tuus coepit jam philosophari” (“tu
hijo ya ha comenzado a filosofar”)8.
Era fruto de la habilidad pedagógica del maestro que, apartándose de
formalismos didácticos imperantes en la enseñanza superior de su tiempo, no se
contentó con enseñar la habilidad en el uso de la palabra para el ágora y el foro, sino,
ante todo, atendía a la verdad o falsedad de la doctrina.
De este propósito pedagógico nacen los diálogos de Casiciaco, en que se
resume una labor intensa de meditación y magisterio.
Sobre muy diversos temas surgirán los diálogos, y un estenógrafo se encargaba
de tomarlos por escrito. Los que se conservan fueron escritos en el año 386, desde el
10 de noviembre hasta el 23, según el siguiente y probable orden: 10 de noviembre,
primera disputa sobre la duda académica9; 11 de noviembre, segunda disputa sobre el
último tema10; 13 de noviembre, cumpleaños de Agustín, disputa sobre “la vida
feliz” (De Beata Vita);11 14 de noviembre, disputa sobre el mismo tema12; el día 15,
5
San Agustín, Confesiones, cap. IX. IX: 370.
6
San Agustín, Confesiones, cap. IX. IX: 354.
7
Me permito remitir a un trabajo de mi autoría titulado “La Enseñanza de la Filosofía a la luz de la
Propedéutica Agustiniana”; presentado en las 1as Jornadas Nacionales Interdisciplinarias de
Investigación y Educación, Bahía Blanca. Ed. Salesiana 2006 (p. 258).
8
San Agustín, Contra Académicos, I , III , 32: 923.
9
San Agustín, Contra Académicos, I, 5,11.
10
San Agustín, Contra Académicos, I, 11, 16.
11
San Agustín, De Beata Vita, N 7, 16.
12
San Agustín, De Beata Vita, 7, 16.
58 ║ Carreras, Elvio
13
San Agustín, De Beata Vita, N 23, 36.
14
San Agustín, De Ordine, I, 6, 2.
15
San Agustín, De Ordine, I, 27, 33.
16
San Agustín, De Ordine, III, 1, 7.
17
San Agustín, De Ordine, II, 25, 30.
18
San Agustín, De Ordine, II, 1, 10.
19
Cicerón, Diputas Tusculanas, 11, 5,13.
20
San Agustín, Contra Académicos, II , III , 9.
21
San Agustín, Contra Académicos, III, XX, 43.
Amistad y diálogo en San Agustín ║ 59
(1995: 33); “es un proyecto de monacato laico, que muestra la tendencia de estos
espíritus a la soledad y al retiro del claustro, en búsqueda de la fuerza común
interior.”
No hay ocasión en la que Agustín no recuerde a sus amigos; tal vez será porque
lleva siempre en su memoria la impronta del dolor por aquel amigo que perdió
siendo muy joven y que con tanto sentimiento lo relatara en el libro de las
Confesiones:
“En aquellos años, en el tiempo en que por vez primera abrí cátedra en la
ciudad natal, adquirí un amigo, en quien amé con exceso por discípulo
mío, de mi misma edad y hallarnos ambos en la flor de la edad. Mas
entonces no era tan amigo como lo fue después, aunque tampoco después
lo fue tanto como lo exige la verdadera amistad, puesto que no hay
amistad verdadera sino en aquellas a quienes tu aglutinas entre si por
medio de la caridad derramada en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos ha sido dado.”25
La muerte de aquel amigo se vuelve presente en el fondo de su alma cuando
muere su amada madre. Su dolor fue infinito, pues no deja de llorar por aquel bien
perdido en el pasado; él siente ese dolor vivo por perder a aquella mujer que
muriendo cada día le daba vida eterna a su hijo: “¡Qué distinto esto del desesperado
dolor que doce años antes, había experimentado ante la muerte de un amigo de la
infancia!”26.
Agustín cerró los ojos de su madre estando presente Adeodato y sus más
queridos amigos.
Es claro hasta ahora que la amistad vista desde San Agustín es una filosofía
donde se incardinan tres aspectos fundamentales; el amor a Dios (su causa), el
diálogo como nexo aglutinante y la amistad como fruto del amor fundante entre Dios
y el amigo. Estos rasgos son definitorios en la personalidad del santo doctor porque
el fin último de la amistad humana reside en la caridad; es decir, sin Dios no habría
amistad posible o, dicho más precisamente, Dios hace posible el diálogo y, a través
de éste, la amistad.
Evidentemente Agustín mira a la amistad desde la fe. Esa mirada le permite
encontrar la mediación divina que no aleja de ningún modo la razón, pues la supone
desde un orden dialéctico. Esto último debe entenderse a la luz de Platón y Cicerón -
grandes maestros de la amistad- de quienes, dicho sea de paso, creemos que nuestro
autor nunca se alejó.
Es evidente la propensión a la amistad que tiene Agustín. Jamás quiso estar
solo y rara vez vivió un momento de su vida sin amigos27 o familiares cerca de él. No
encontramos a otro pensador de los primeros siglos de la Iglesia tan interesado en la
naturaleza de las relaciones humanas como él; así lo demuestra este texto:
“Había un montón de detalles por parte de mis amigos que me hacían
más cautivadora su compañía: charlar y reír juntos, prestarnos atenciones
25
San Agustín, Confesiones, VI, 7.
26
San Agustín, Confesiones, I. 9, 15.
27
Ciertamente la influencia de San Agustín sobre los amigos es muy importante. San Posidio,
discípulo suyo, después obispo de Calama en Numidia (387), y también fundador de una
congregación monástica, escribió una biografía de su admirado amigo.
Amistad y diálogo en San Agustín ║ 61
unos a otros, leer en común un libro de estilo ameno, bromear unos con
otros dentro de los márgenes de la estima y respeto mutuos, discutir a
veces, pero sin acritud, como cuando se discute consigo mismo. Incluso
esta misma diferencia de pareceres, que, por lo demás, era un fenómeno
muy aislado, era la salsa con que aderezábamos muchos acuerdos.
Instruirnos mutuamente en algún tema, sentir nostalgia de los ausentes,
acogerlos con alegría a la vuelta; estos gestos y otras actitudes por el
estilo, que proceden del corazón de los que se aman y se ven
correspondidos, y que hallan su expresión en la boca, la lengua, los ojos
y otros mil ademanes de extrema simpatía, eran el modo de incentivo que
iban fundiendo nuestras almas y de muchos que se hacían una sola.”28
Él amaba a sus amigos; quería amar y ser amado; en una palabra: amor mutuo,
reciprocidad en el amor, tal es la definición que Agustín da de la amistad humana; la
medida de la verdadera amistad no hay que buscarla en el logro temporal, sino en el
amor desinteresado, que se funda en similares caracteres, ideas, intereses y
compromisos.
Agustín busca el fundamento de la fidelidad y la perseverancia entre los
amigos en Dios y en Cristo. Agustín había llegado a convencerse que la definición
ciceroniana de la amistad tenía cierta semejanza con el cristianismo y que era un
camino en que se podían realizar la amistad humana y la divina. El fundamento
primero y último de la amistad tiene que ser de origen divino, su realización, lo
humano.
En efecto, Agustín le da a la amistad un amplio y profundo sentido religioso:
“Podemos considerar a otro como amigo, si nos atrevemos a abrirle todo nuestro
interior”29.
La interioridad y la verdad son hitos muy importantes en el camino de la
amistad, porque la verdad ilumina a todo hombre en este mundo y sólo desde esta
Verdad, que es interior en cada amigo, se puede entender la amistad como camino.30
Consideraciones finales
28
San Agustín, Confesiones, VI, X, 13.
29
San Agustín, Confesiones, I , cap. I , 5.
30
Aquí no podemos extendernos más sobre la relación entre amistad e interioridad que se manifiesta
en los diálogos Casiciaco; baste indicar que la doctrina de la interioridad ya se encuentra presente en
estas obras y que se sugiere que interioridad, verdad y amistad se fundan en Dios. El diálogo más
particularmente, es entendido por Agustín como método filosófico por excelencia, al modo de Platón
y Cicerón. Lo propio de la filosofía sería precisamente el diálogo, que lleva a la felicidad y desde ella
a su creador.
62 ║ Carreras, Elvio
Bibliografía
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San Agustín (1957) Obras, tomo III, Madrid, BAC.
San Agustín (1968) Las Confesiones, Madrid, BAC.
Arendt, Hannah (2001) El concepto de Amor de San Agustín, Madrid, Encuentro.
Guzzo, A. Agostino (1945) Studiar Filosofía, Florencia, Trota.
Sciacca, Michele F. (1995) San Agustín, Barcelona, Miracle.
31
Vida de San Agustín escrita por San Posidio (Tomo I, cap. XXXI: 413).
Secundum voluntatem Dei: Isidoro de Sevilla y la recepción de las
Sententiae en el concilio de París (829)
Castro, Dolores
Universidad de Buenos Aires
dolorescastro@gmail.com
Introducción
1
A propósito del recorrido de la obra isidoriana más allá de la península, J. Fontaine (2002: 287)
señala: “su obra fue acogida en plano de igualdad con los más grandes de la patrística «clásica», y
sobrevivió en Europa por medio de la multiplicación de ejemplares de sus obras principales”.
2
Las citas de las Sententiae serán estudiadas a partir de las actas conciliares de París, editadas en el
corpus documental Monumenta Germaniae Historica (1908). En puntuales ocasiones, se seguirá la
edición crítica de las Sententiae a cargo de P. Cazier (1998) y en menor medida la edición de Roca
Meliá (1971).
3
En torno a la datación de las Sententiae, Cazier (1994) ha propuesto como fecha aproximada el año
633, situándolas en el período final de la vida de su autor, el obispo Isidoro de Sevilla (ca. 556- 636).
Uno de los motivos de tal sugerencia consistió en la reunión del IV concilio de Toledo en cuyas actas
se observa un claro paralelo entre algunos de sus cánones y la obra del Sevillano, así como también
una coincidencia en el planteo de ciertos temas e interrogantes.
4
Cf. Congar, 1968: 281-282.
5
De Jong M., 2003: 1263: “Le synode de Paris est devenu le locus classicus d´ un dualisme émergeant
du pouvoir séculier et de l´ autorité épiscopale, chacun étant le chef suprême dans sa propre sphère de
compétence, les évêques étant simplement un peu plus «suprêmes» que le souverain”.
6
Morrisson, 1964: 42: While maintaining that the prerogatives of the king in ecclesiastical affairs
were limited «by divine authority», and that Louis had transgressed those limits on diverse occasions,
the synod wished to enlist royal power primarily in its own service. (...) [The king] was to realize that
he had no jurisdictional authority over the priesthood, but rather, that God had given priests power to
judge kings”.
Secundum voluntatem Dei ║ 65
7
En referencia a Isidoro de Sevilla, en las actas conciliares aparecen: “ut enim Isidorus exponit...”,
“dicta Isidori manifestant...”, “ut Isidorus in libro sententiarum scribit...”.
8
Las sentencias citadas corresponden a Sent. III, 49, 1 y Sent. III, 48, 7. “Isidorus: qui recte utitur
regni potestate ita se praestare omnibus debet, ut, quanto magis honoris celsitudine claret, tanto
semetipsum mente humiliet, praeponens sibi exemplum humilitatis David, qui de suis meritis non
tumuit, sed humiliter sese deiciens dixit: vilis incedam et vilis apparebo ante Deum, qui elegit me.
Item Isidorus: qui intra saeculum bene temporaliter imperat sine fine in perpetuum regnat et de gloria
saeculi huius ad aeternam transmeat gloriam; qui vero prave regnum exercent post vestem fulgentem
et lumina lapillorum nudi et miseri ad inferna torquendi descendunt” (MGH, Conc. II, p. 651).
9
Sent. III 48, 6.
66 ║ Castro, Dolores
la palabra rey constituía un nombre que debía ser adjudicado sólo a quien obrase con
rectitud. Caso contrario, cuando el obrar coincidía con el pecado, el nombre podía ser
despojado de la persona pues ya no se adecuaba a la realidad que debía representar10.
En rigor, la preocupación por la adecuación de los nombres había sido característica
del Sevillano quién precisamente era conocido en la época carolingia11 por ser autor
de las Etimologías, obra en la que el obispo se proponía indagar acerca de la
compleja relación entre lenguaje, pensamiento y realidad12.
Ahora bien, la idea del rey ejerciendo un ministerio divino suponía también
referirse a la relación que lo unía con los hombres de Iglesia, encargados de la
enseñanza espiritual y de la predicación de la doctrina. En este punto, la voz de
Isidoro vuelve a ser evocada en la sección “Quid sit proprie ministerium regis”.
Nuevamente, las citas corresponden al libro tercero de las Sententiae,
específicamente a la sección titulada De disciplina principum in ecclesia13. La
delimitación de aquello que era propio del rey en tanto ministro de Dios, es decir, de
las atribuciones de los príncipes dentro de la ecclesia, constituía una de las
constantes que, habiendo preocupado a Isidoro y al clero visigodo, se proyectaba con
fuerza en el siglo IX.
Con la renuncia definitiva al arrianismo y la aceptación del credo niceno, el
reino visigodo se constituyó, hacia fines del siglo VI, en parte integrante de la
ecclesia. Aún así, los años subsiguientes del reino -una vez desaparecido de la escena
el rey Recaredo- estuvieron atravesados por agudas tensiones entre el rey, el clero y
la nobleza, siendo esta última protagonista de intrincadas conspiraciones en torno al
trono real14. Los esfuerzos de Isidoro (quien había seguido a su hermano Leandro en
la silla episcopal de Sevilla en torno al año 600) por mantener la unidad del reino se
plasmaron tanto en sus obras como en su participación en el IV concilio de Toledo.
Se advertía allí una pregunta que pasaría a las generaciones posteriores sin perder
actualidad: ¿cómo se podía garantizar y mantener el orden dispuesto y deseado por
Dios? Desde esta perspectiva, el ejercicio del ministerio divino implicaba para el rey
(y para los príncipes seculares en general) la defensa y la protección del reino,
10
“Reges a recte agendo vocati sunt, ideoque recte agendo regis nomen tenetur, peccando amittitur”
(MGH, Conc. II, p. 651).
11
En el período carolingio, numerosas obras fueron adjudicadas a la autoría isidoriana, siendo la más
importante, la célebre colección Pseudoisidoriana. Cf. Cortese, E., 1995.
12
A propósito de esta cuestión, Isidoro recoge un interrogante que, en rigor, hundía sus raíces en la
generación anterior a Platón: la adecuación de los nombres o, en otras palabras, la relación que existe
entre los planos ontológico, gnoseológico y del lógos. La pregunta fundamental, en qué medida el
lenguaje interviene en el conocimiento de las cosas que son, fue tratada por Platón en su diálogo
Crátilo, retomada luego en el Sofista.
13
Sent. III 51. En actas conciliares: “Isidorus: principes saeculi nonnumquam intra ecclesiam
potestatis adeptae culmina tenent, ut per eandem potestatem disciplinam ecclesiasticam muniant.
Ceterum intra ecclesiam potestates necessariae non essent, nisi ut, quod non praevalet sacerdos
efficere per doctrinae sermonem, potestas hoc imperet per disciplinae terrorem. Sepe per regnum
terrenum caeleste regnum proficit, ut qui intra ecclesiam positi contra fidem et disciplinam ecclesiae
agunt, rigore principum conterantur, ipsamque disciplinam, quam ecclesiae utilitas exercere non
praevalet, cervicibus superborum potestas principalis imponat et, ut venerationem mereatur, virtutem
potestas inperciat. Cognoscant principes saeculi Deo debere se reddere rationem propter ecclesiam,
quam a Christo tuendam suscipiunt. Nam sive augeatur pax et disciplina ecclesiae per fideles
principes sive solvatur, ille ab eis rationem exiget, qui eorum potestati suam ecclesiam credidit”
(MGH, Conc. II, p. 651).
14
Cf. Barbero A., Loring M., 2005: 346-371.
Secundum voluntatem Dei ║ 67
15
De Jong, 2009: 36: “The huge claims for the effectiveness of this penance already indicate that
Louis´s reputation as a Christian emperor was enhanced, rather than diminished. By this penance, the
Frankish emperor became the equal of a formidable Roman predecessor: Theodosius I, whose public
penitence in 391 made him a particularly exemplary ruler”.
16
De Jong, 2009: 40: “In June 829, at the council of Paris, the bishops did not spare themselves; their
failures and transgressions, and those of the clergy, were listed first, followed by a second section
devoted to `kings, princes and the general populace´”.
17
“Quod, quando pravi iudices populo Dei praeferuntur, ad delictum illius pertineat, a quo
constituuntur, dicta Isidori manifestant, quibus ait: Ad delictum pertinet principum, qui pravos iudices
contra voluntatem Dei populis fidelibus praeferunt. Nam sicut populi delictum est, quando principes
mali sunt, sic principis est peccatum, quando iudices iniqui existunt. Bonus iudex, sicut nocere civibus
nescit, ita prodesse omnibus novit. Aliis enim prestat censuram iustitiae, alios bonitate iudicii sine
personarum acceptione suscipit. Non infirmat iustitiam avaritae flamma nec studet auferre alteri quod
cupiat sibi. Boni iudices iustitiam ad solam obtinendam salutem aeternam suscipiunt nec eam
numeribus acceptis distribuunt, ut, dum de iusto iudicio temporalia lucra non appetunt, praemio
aeterno ditentur” (MGH, Conc. II, p. 654).
68 ║ Castro, Dolores
individual, esto es, al servicio de la ecclesia pues a un auténtico líder del pueblo de
Dios le correspondía actuar en función de las necesidades generales del reino. En la
medida en que aquellos que gobernaban en el siglo y en el tiempo eran considerados
ministros de Cristo, se establecía un vínculo que los convertía en autoridades
privilegiadas puesto que ellos habían sido los elegidos de Dios para ejercer el
gobierno. No obstante, en el orden establecido por la divinidad, los gobernadores
temporales no fueron los únicos investidos de tal poder. Los hombres de Iglesia, en
especial el cuerpo episcopal, constituían los guardianes espirituales del reino,
siempre observando los modos cristianos adecuados, incluso también la conducta de
reyes, príncipes y gobernadores en general. Ahora bien, si evocar la autoridad de
Isidoro abría la posibilidad para los obispos de instituirse como garantes de un orden,
al mismo tiempo, situarse dentro de las Sententiae le permitía al rey salvaguardar su
posición, pues era el propio Isidoro quien había afirmado en aquella obra que cuando
un rey malo era, en efecto, enviado, esto se debía al crimen del pueblo18.
18
Cf. Sent. III 48,11.
19
Para tal fin también se acudía a otros autores cristianos tales como Orígenes, Gregorio Magno,
Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona.
20
“Regale ministerium specialiter est populum Dei gubernare et regere cum equitate et iustitia et, ut
pacem et concordiam habeant, studere. Ipse enim debet primo defensor esse ecclesiarum et servorum
Dei, viduarum, orfanorum ceterorumque pauperum necnon et omnium indigentium” (MGH, Conc. II,
p. 651).
21
Entre sus funciones principales se encontraban: supervisar la instrucción moral e intelectual del
clero, predicar, enseñar, combatir paganos y herejes, presidir las cortes eclesiásticas, organizar y
Secundum voluntatem Dei ║ 69
Conclusiones
Hemos advertido hasta aquí que las intervenciones de Isidoro de Sevilla en las
actas conciliares de París se hallaban principalmente vinculadas a los cánones
destinados a delinear y caracterizar la figura real y sus atribuciones. De las
Sententiae se desprendían las normas de conducta que, adjudicadas a reyes, príncipes
y funcionarios temporales, buscaban establecer una sociedad organizada e integrada
enteramente por servidores de Dios. En este sentido, los fragmentos de aquella obra
venían pues a reforzar la definición del buen ejercicio del ministerio divino,
necesario tanto para controlar las instancias inferiores del reino así como para
alcanzar eventualmente la realización del reino de Dios en la tierra.
Asimismo, la apropiación de los enunciados del obispo de Sevilla, así como la
incorporación de otras voces de autoridad en el discurso, representaba para los
obispos reunidos en el concilio de París refugiarse bajo la tradición y erigirse ellos
mismos como defensores de la fe. La intervención de aquellas voces constituía una
operación que, junto con la cita explícita del texto bíblico, constituía una de los
principales medios generadores de legitimidad. En efecto, a esa imperiosa necesidad
presidir la liturgia, encargarse del cuidado de pobres, viudas y huérfanos, administrar las tierras de su
iglesia, entre otras. Además, debían controlar a los clérigos que formaban parte de la diócesis y
asegurar el encuadramiento de sus fieles. Cf. Noble, T., 2008: 249-275.
22
Cf. Congar, 1968: 138-151.
23
“Primum igitur, quod universalis sancta Dei ecclesia unum corpus manifeste esse credatur eiusque
caput Christus, apostolicis oraculis adprobamus. Unde Paulus: Vos autem estis, inquit, corpus Christi
et membra de membro; itemque: Sicut enim in uno corpore multa membra habemus, omnia autem
membra non eundem actum habent, ita multi unum corpus sumus in Christo” (MGH, Conc. II, p.
610).
70 ║ Castro, Dolores
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Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo (siglo XV)
Coronado-Schwindt, Gisela
Universidad Nacional del Sur
giselacoronado85@yahoo.com.ar
Miguel Lucas de Iranzo (siglo XV) (De Mata Carriazo, 1940). Según algunos
autores, la ciudad de Jaén y sus alrededores, durante esta época, no tuvo gran
desarrollo económico y poblacional, debido en parte por “(…) los periódicos
sobresaltos fronterizos, saqueos y destrucciones (…) por parte de los nazaríes”
(Alcázar Hernández, 2007: 192) y por la inestabilidad política sufrida en el reino de
Castilla, siendo el territorio de Jaén un espacio de disputa política.
El dar una respuesta al interrogante ¿qué es la ciudad? ha llevado a una densa
bibliografía con diversos matices, dependiendo de la elección de fuentes y espacios
de cada autor. No es objetivo de este trabajo exponer un estado de la cuestión del
tema (Asenjo González, 2005: 415-453), sino destacar aquellas concepciones que
nos sirvan para entender a la ciudad del Occidente medieval desde una óptica
diferente a la trabajada en los últimos años.
Nos interesa destacar a la ciudad medieval más allá de su aspecto material:
“(…) los muros no tienen sólo una dimensión material y coincidimos en que las
murallas son, efectivamente, un fenómeno técnico, militar, económico, social,
político, jurídico, simbólico e ideológico” (Guglielmi, 2011: 60). Se puede concebir a
la ciudad como un “(…) organismo vivo en simbiosis con las evoluciones políticas,
económicas, sociales y culturales del entorno demográfico y geográfico” (Jehel et al.,
1999: 166).
Para un detalle de lo trabajado sobre la ciudad medieval en los últimos años
remitimos al artículo de Nilda Gugliemi (Guglielmi, 2011: 18-54), quien propone
una evolución cronológica del fenómeno urbano medieval, sintetizando las
principales orientaciones investigativas, obras más representativas y sus
metodologías de trabajo.
Otra forma interesante de percibir a la ciudad medieval es como una “apuesta
de poder”; el espacio urbano en su dimensión social constituye una apuesta de poder
y de legitimación a ciertos poderes. Como veremos más adelante, la ciudad de Jaén
fue un elemento importante en la legitimación y realce de un personaje de nueva
alcurnia.
El tema de la ciudad en la Edad Media conlleva una limitación ya que es difícil
trazar un límite entre la ciudad real y la ciudad ideal/imaginaria. Se evidencia un
contraste entre “(…) la realidad material y las idealizadas representaciones artísticas
o literarias que sobre ellas se construyen a lo largo de los siglos” (Fernández Mitre,
2010: 25). Durante ésta época, el espacio urbano no fue percibido de la misma
manera, la multiplicidad de imágenes y ambigüedades se acumularon y transmitieron
a lo del tiempo (Fernández Mitre, 2010: 32).
Un aporte interesante a este trabajo son los estudios sociológicos de la cultura
al considera a la ciudad como una construcción social e histórica ya que expresa los
múltiples aspectos de la vida social y trasmite sus significaciones en el tiempo.
Asimismo, este enfoque propone leer a la ciudad como si fuera un texto (Margulis,
2009: 87) pues, además de sus funciones como espacio urbano, también comunica:
“(…) podemos leer e interpretar en ella numerosas huellas que van
dejando la acción prolongada de sus habitantes, las construcciones de
sentido que va imprimiendo la dinámica social, que se manifiesta como
una escritura colectiva que es descifrable en sus edificaciones, en sus
calles, en la circulación, en los comportamientos” (Margulis, 2009: 87).
Jaén: “ciudad imaginaria”… ║ 73
La ciudad puede ser comparada con la lengua ya que ambas son construidas
por múltiples hablantes- orales y escritos- en el devenir de un proceso histórico y
reflejan a la cultura, en tanto mundo de significaciones compartidas. El habla, en el
caso de la ciudad, se iguala con las prácticas, comportamientos, acciones,
transformaciones, etc., que van erigiendo el espacio urbano. En este trabajo, la
ciudad de Jaén es construida y re-construida a través de la escritura de una crónica y
las idealizaciones que de ella se realizan.
Como expresamos anteriormente, la historiografía actual esta marcada por la
renovación teórica-metodológica que propiciaron los debates historiográficos durante
la segunda mitad del siglo XX y la influencia de la corriente postmodernista que ha
obligando a la disciplina histórica a un replanteamiento de sus métodos y categorías.
Este conjunto de epistemologías y metodologías instalaron la necesidad de acercarse
a los documentos como textos, dejando de considerarlos como simples fuentes
neutras, desde una perspectiva intencional o ideológica.
En este contexto, la historiografía medieval obtuvo un interés especial por
parte de los historiadores, apartando los prejuicios que conllevaban considerar a los
textos históricos medievales como documentos poco fiables. Es en este punto donde
las crónicas medievales recibieron especial atención ya que comenzaron a ser
analizadas “(…) como una realidad coherente en sí misma, tanto histórica como
literaria, que precisa de unas condiciones específicas para su compresión y que, por
tanto, no pueden ser analizadas basándose exclusivamente en nuestra rígida
mentalidad racional” (Aurell, 2006: 810); gracias a estos planteos pasaron a ser
reflexionadas como textos con múltiples significaciones, siendo necesario un análisis
desde una perspectiva interdisciplinar.
Estas tendencias pretenden alejarse de una lectura racionalista y positivista de
las crónicas, buscando dar una interpretación que tenga en cuenta sus simbologías,
mitos, sus medias verdades y silencios.
Una postura historiográfica interesante es la planteada por Gabrielle M.
Spiegel, quien ha incorporado al análisis de la historiografía medieval las
herramientas teóricas del giro lingüístico (Ríos Saloma, 2009: 113), subrayando la
importancia del lenguaje performativo al momento de analizar y reflexionar los
textos medievales (Spiegel, 1999: XVIII). Les asigna a las crónicas medievales una
“lógica social”, según la cual “(…) los textos históricos son al mismo tiempo
producto de una sociedad y agentes de esa misma sociedad– tienen una función
pasiva y otra activa” (Aurell, 2006: 821). De aquí la importancia de la dimensión
contextual de los textos históricos ya que estos se articulan según el contexto donde
nacen, siendo necesario contextualizar el pasado (Spiegel, 1999: 3-28).
Teniendo en cuanta lo anteriormente expuesto, es interesante plantear a nuestra
crónica como producto de una sociedad (castellana del siglo XV) y como agente de
ésta.
El Renacimiento tuvo un interés especial en las historias urbanas y con ello
generó una difusión del género historiográfico de las laudes civitatis, discursos “(…)
puestos al servicio de un ideal de ciudades a las que se les otorgó un papel
importante en la historia y en la formación del Estado”. Estas alabanzas presentaban
modelos, representaciones ideales de ciudades y sus sociedades, con sus virtudes
temporales y espirituales. Esta literatura fue el vector de la proyección de un ideal,
74 ║ Coronado-Schwindt, Gisela
que no por ello carece de fuerza creadora en beneficio de la imagen que la ciudad
medieval deseaba para su posterioridad.
Estos discursos de alabanza hicieron uso de los modelos clásicos de Roma y
Atenas : “De las ciudades, Roma fue el referente que mayores reflexiones poéticas
generó durante la literatura occidental (…) cuyo acervo contiene expresiones en
lengua latina, en las neolatinas y sajonas, en un extenso período que atraviesa, en
principio, la Antigüedad tardía, el Medioevo y el Renacimiento” .
En el ámbito hispánico, la identidad urbana estaba fuertemente unida al mundo
clásico ya que utilizaban sus modelos para contraponerlos al mundo islámico que
representaba lo “bárbaro”, de allí la importancia de los autores de elaborar las
historias urbanas sobre la base de la cultura grecoromana.
Estas historias fueron redactadas con claros objetivos: solicitar privilegios o
reafirmarlos y justificar la preminencias de las ciudades en el terreno político y
fiscal. Sin embargo, puede observarse en otras obras de carácter distintos un uso de
la imagen de la ciudad con otros propósitos. Este es el caso de la crónica de los
Hechos del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo del siglo XV.
Esta crónica relata los acontecimientos que transcurren desde el momento en
que Miguel Lucas es investido en el cargo de Contestable de Castilla por el rey
Enrique IV el 25 de marzo de 1458, hasta fines de diciembre de 1471, dos años antes
de su violenta muerte en la iglesia Mayor de Jaén.
Esta fuente despertó, y aún hoy en día lo sigue haciendo, grandes interrogantes
(García, 2009: LI). Uno de ellos es su autoría ya que no se da a conocer en el texto su
autor (García, 2009: LI). Existe un acuerdo entre los estudios de esta crónica en que
hubo de pertenecer al estrecho grupo de parientes o vasallos del condestable, dada la
gran cantidad de datos y su minuciosidad, al mismo tiempo que el punto de vista
tiene un carácter cercano e inmediato a los hechos narrados. Lo que si queda claro,
según Michel García, es la intención del cronista de dar a conocer todo aquello que
pueda servir a la alabanza de la figura del Condestable (García, 2009: LXVI) y a la
legitimación de su posición y función. Para ello utiliza ciertos tópicos que les son de
utilidad: uno de ellos es enaltecer a la ciudad de Jaén al compararla con ciudades
legendarias como son Roma y Atenas.
En la primera parte de la obra, se expone la situación que acontecía en Jaén
antes de la llegada del Condestable y la bendición que fue para la ciudad, hasta tal
punto de compararlo con una figura importante para el mundo cristiano, como es el
rey Salomón:
“No porque en aquella çibdad de Jahén no ovo sienpre muchos buenos
caualleros e escuderos e onbres sabidores de guerra; tanto que en los
romances e refrenes antiguos sienpre la llemaron “Jahén, Jahén, la
guerrera”. Pero pareçe ser que por sus pecados, o no sé por qué permisión
de Dios, con estos desastres e vencimientos los moros se avíen contra
ellos tanto atreuido, y ellos avían venido en tanto descaymiento, que no
es cosa de poderse creer; y verdaderamente se podía decir que la dicha
çibdad era fecha miserable por tantas desuenturas. Y fué bienaventurada
por la venida, industria e socorro del dicho señor Condestable.
Y como el dicho señor en todos sus fechos touiese entera, derecha y
verdadera entençión en el serviçio de Dios y del rey nuestro señor, y en
pro y bien de la patria; y como touiese el yngenio muy agudo y sotil, y
Jaén: “ciudad imaginaria”… ║ 75
Consideraciones finales
Bibliografía
Primaria
de Mata Carriazo, Juan (1940), Hechos del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo (Crónica del
siglo XV), Madrid, Espasa-Calpe.
Secundaria
Alcázar Hernández, Eva María (2007) “La ciudad fronteriza y su territorio: Jaén en la Baja Edad
Media”, en: La ciudad medieval y su influencia, Logroño, Instituto de Estudio Riojanos, pp.
181-203.
Asenjo González, María (2005), “Las ciudades medievales castellanas. Balance y perspectivas de su
desarrollo historiográfico (1990-2004)”, en: En la España Medieval, nº 28, 415-453.
Aurell, Jaume (2006), “El nuevo medievalismo y la interpretación de los textos históricos”, en:
Hispania, Revista Española de Historia, nº 224, pp. 809-832.
Duby, Georges & Lardreau,Guy (1988), Diálogo sobre la Historia, Madrid, Alianza.
Fernández Mitre, Emilio (2010), La ciudad cristiana del Occidente medieval, Madrid, Actas.
Florio, Rubén (2007), “Las Elegías sobre Roma de Hildeberto de Lavardin y la Tradición de las
Ruinas Romanas”, en: Stvdi Medievali, Spoleto, Centro Italiano di Studi Sull´alto Medievo, pp.
205-228.
García, Michel (2009), Hechos del Contestable Don Miguel Lucas de Iranzo (Crónica del siglo XV),
España, Universidad de Granada.
Guglielmi, Nilda (2011), “La ciudad medieval”, en: Revista Electrónica de Fuentes y Archivos,
Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, año 2, nº 2, pp. 18-54.
Guglielmi, Nilda (2011), La sociedad burguesa. Diccionario histórico del Occidente medieval, Mar
del Plata, Eudem.
Jehel, Georges & Racinet, Philippe (1999), La ciudad medieval. Del Occidente cristiano al Oriente
musulmán (siglos V-XV), Barcelona, Omega.
Jaén: “ciudad imaginaria”… ║ 77
Navarro, Andrea Mariana (2007-2008), “Pasado y antigüedad clásica en los discursos sobre ciudades.
Las laudes en la historiografía andaluza”, en: Temas Medievales, nº 15-16, pp. 201-239.
Ríos Saloma, Martín (2009), “De la Historia de las mentalidades a la Historia cultural. Notas sobre el
desarrollo de la historiografía en la segunda mitad del siglo XX” en: Estudios de Historia
Moderna y Contemporánea, nº 37, México, pp. 97-137.
Spiegel, Gabrielle (1999), The Past as Text. The Theory and Practice of Medieval Historiography,
Baltimore.
Una cuestión de principios: La ficción mentirosa de las Narrativas
Verdaderas de Luciano de Samósata
D’Angelo, Irene
Universidad Nacional del Sur
irenedangelo@live.com.ar
2
Las características que Luciano adjudica a las NV no sólo se pueden aplicar a esta obra sino a otras
donde la originalidad, la mixtura y su cuidadoso trabajo de la palabra y del texto son constantes a lo
largo de su producción.
3
Versión en griego extraída de Perseus Digital Library online.
4
Seguimos en la traducción de las NV a (Mestre, et al., 2007). El subrayado es nuestro.
Una cuestión de principios… ║ 81
Lo insólito de su tema
La elegancia de su planteamiento
Con esta frase se nos da un adelanto del argumento y el primer paso hacia lo
que se planteará en el §4 acerca de las historias fabulosas a ser relatadas. Sabemos,
5
Luciano, Narrativas Verdaderas, §2.
6
En A quien dijo: Eres un Prometeo en tus discursos, párrafo 3, Luciano afirma: “Desde luego
alguien podría consolarme diciendo que no me comparó a Prometeo en esos aspectos, sino más bien
elogiando el factor novedoso ( α νου γ ν), sin imitar un modelo ya existente”. En Zeuxis, §1:
“Pues bien, lo más importante de su elogio era algo en lo que todos insistían, lo inusitado de mis
escritos y su gran originalidad ( έν ν οὖσαν α πο ν ἐν αὐ νν ω σ όν)” Traducción de
Navarro González. La negrita es nuestra.
7
πο έσ ως del verbo πο ί , que significa “lo que está debajo” o “lo que subyace”; como
sustantivo se puede traducir como “la base”, “el tema”, “el fundamento”
8
Traducción de Navarro González.
9
En cuanto a la originalidad desatinada, remitirse a Eres un Prometeo…, §4, donde se ve reflejado
esto en el ejemplo que da él mismo sobre el camello negro y el hombre bicolor.
82 ║ D’Angelo, Irene
como lectores, que son mentiras, pero lejos están de ser convincentes ya que son
narraciones hiperbólicamente fabulosas. Por lo tanto, continúa el juego de
contradicciones que comenzó en el título, donde Narrativas Verdaderas hace
referencia, por un lado, al ámbito de la ficción, γ α, término calificado con un
adjetivo que indica la veracidad de su contenido, ἀ 10
. Supongamos por un
instante que la importancia no radica en estas contradicciones, sino en la declaración
de principios que realiza luego cuando Luciano admite abiertamente que va a mentir
y que esa es la única cosa cierta que está diciendo. Los lectores avezados entienden
el pacto de lectura; se dejan engañar por estas mentiras “convincentes” sabiendo que
al final del texto no han sido más que estrategias de distendimiento.
10
“El término γ α no conduce a ninguna realidad extratextual, a no ser de la tradición literaria de
Las Narrativas en sí misma, en tanto entendemos por γ α ‘historia sin verdad’, según la define
Polibio (I. 14.6). Ofrece, por tanto, el carácter intransitivo propio del texto de ficción, es decir, un
discurso que gira sobre sí mismo y no sale de su propia esfera; no se refiere a la naturaleza
inmodificable de su forma sino a la índole ficcional de su objeto y determina una función paradojal de
pseudo-referencia o de denotación sin denotado” (Cabrero, 2006: 75).
11
NV, §3. La negrita es nuestra.
12
Ibid. §1.
Una cuestión de principios… ║ 83
ῖ ο ς ἐν υγ νον ας α ῶς π σ ν αὐ οῖς
Por ello, es necesario que los lectores no crean en mis palabras.
Los lectores, τοὺς ἐντυγχάνοντας, son denominados a partir del participio del
verbo ἐν υγ νω que significa “encontrarse con”. Georgiadou y Larmour (1998)
hallan esta expresión sólo en Polibio y asocian este verbo con un significado
metafórico al interpretar que los lectores van a “encontrarse con” las mentiras en su
narración, pero no ahondan en esto. El verbo también expresa la idea de “conversar
con” o “interactuar con” (alguien) o “encontrarse con los libros” id est, “leer”,
acepciones todas ellas pertenecientes a Platón13. Por lo tanto se conserva la idea del
diálogo platónico en la que se interactúa o se dialoga con alguien pero en este caso se
da a través de la mediación de la lectura. Al “dialogar” con el lector, Luciano no lo
subestima ni lo engaña.
En cuanto a la narración, el problema principal que se le presenta es que no ha
vivido ni visto cosas dignas de ser mencionadas (por lo aburridas o comunes) y por
lo tanto, si quiere escribir y pasar a la posteridad y más aún, si desea redactar
literatura de distensión, deberá, necesariamente, inventar historias. La solución
propuesta para este problema es declarar abiertamente que va a mentir por oposición
a otros autores que mintieron y no lo admitieron. La clara voluntad expresada en esta
confesión sugiere una preocupación de tipo ético-intelectual hacia los receptores del
texto.
Lo testimonial es, entonces, lo que pasa a tener suma importancia en este
planteo. Lo visto, vivido y oído es garantía de lo verdadero, por oposición a lo
imaginado. Así, Ctesias, escribe “cosas que ni él mismo había visto ni había oído
contar a nadie digno de crédito” ( ἰ α αὐ σο ἐ ῆς ἀναγνώσ ως φαν ῖσ α
ἔ ον). Del mismo modo, el narrador escribirá sobre lo que no ha visto ni
experimentado ni oído contar a otros (γ φω οίνυν π ὧν ἶ ον ἔπα ον
πα ᾽ ἄ ων ἐπυ ό ν).14
Siguiendo esta lógica de “lo que no se ha visto, no existe”, no reprocha, sin
embargo, a sus predecesores la invención de fantasías que no han experimentado en
carne propia, sino la falta de sinceridad al pretender que se trataban de relatos
verídicos, siendo que éstos atentaban contra la verosimilitud de manera
extremadamente evidente. Él también, en el cuarto parágrafo, “deseoso de
vanagloria” ( νο ο ίας) hará lo suyo en las NV pero “con mayor honradez” o mucho
más sensatamente ( ὐγνω ονέσ ον) puesto que dirá la verdad al decir que miente
( ν ν γὰ οῦ ο ἀ σω έγων ὅ ο α ). Con esto pretende evitar la
acusación de los demás ( ῶν ἄ ων α γο ίαν), lo cual es significativo puesto que,
el término utilizado, α γο ίαν, tiene las dos acepciones de “acusación” y “cargo”.
Quizás podamos relacionar estos significados con lo penal y judicial. Mentir, llegaría
a ser, para Luciano, un atentado contra la ley. No sólo niega la existencia actual de
las aventuras que narrará sino que también rechaza su posibilidad futura: “ni en
absoluto existe y, aún más, ni puede llegar a producirse” (ἔ ὲ ὅ ως ν ων
13
Según el diccionario Middle Lidell se da esta acepción en Platón:
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=e%29ntugxa%2Fnontes&la=greek&can=e%29ntugxa%
2Fnontes0&prior=oi(#lexicon
14
Georgiadou (1998: 58) analiza las implicaciones de lo testimonial tanto en la literatura como en la
historia. Dice: “In Hist. 29, Lucian ridicules a Corinthian historian who never left his home city, but
managed in spite of this to claim that his work rested upon ἀυ ο α”.
84 ║ D’Angelo, Irene
Bibliografía
Fuentes
Luciano de Samósata, (1992) “Al que dijo: Eres un Prometeo en tus discursos” en Obras, Tomo IV,
[Trad. De Navarro González, José Luis], Madrid, Gredos.
Luciano de Samósata, (1992) “Zeuxis o Antíoco” en Obras, Tomo III, [Trad. De Navarro González,
José Luis], Madrid, Gredos.
Luciano de Samósata (2007) “Relatos Verídicos” en Obras, Volumen IV, [Trad. y notas de Mestre,
Francesca y Pilar Gómez], Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 10-11.
Luciano de Samósata, Verae Historiae [Perseus Digital Library], 02/10/2011. http://www.perseus.
tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A2008.01.0431%3Asection%3D1
Luciano de Samósata, Zeuxis [Perseus Digital Library], 02/10/2011. http://www.perseus.
tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus:text:2008.01.0515
Luciano de Samósata, Prometeus es in verbis [Perseus Digital Library], 02/10/2011. http://www.
perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3atext%3a2008.01.0522
Bibliografía crítica
Cabrero, María del Carmen (2006) Elogio de la mentira. Sobre las Narrativas Verdaderas de Luciano
de Samósata, Bahía Blanca, EdiUNS.
Cassin, Barbara (2008) El efecto sofístico, [Trad. Horacio Pons], Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica.
Georgiadou, A. & Larmour, D. (1998), Lucian’s Science Fiction Novel ‘True Stories’, Leiden, Brill.
Galicia post irmandiña: de la comunidad sublevada al control de los
Reyes Católicos
Devia, Cecilia
Universidad de Buenos Aires
cecidevia@yahoo.com.ar
Formación de hermandades
sino institucional, por la acción de los Reyes Católicos. Para Barros, la justicia popular irmandiña
preanuncia a la justicia pública que implantarán los Reyes Católicos y remarca el fracaso histórico de
la justicia señorial y la impotencia de la justicia real en la Baja Edad Media ibérica (Barros, 1990:
237).
Galicia post irmandiña… ║ 87
2
La llamada “farsa de Ávila”, llevada a cabo el 5 de junio de 1465, es una clara muestra de la función
simbólica que puede asumir la violencia. En este acto ritual, los nobles opositores destituyen en
imagen a Enrique IV, representado para este fin por un muñeco, y juran lealtad al infante Alfonso, su
hermano por parte de padre.
3
“... e como quiera que vosotros administrando justicia e proçediendo contra los malfechores, avedes
çercado las tales fortalesas e avedes proçedido contra los tales malfechores, e avedes derribado las
dichas fortalesas, pero deçides que algunas de las dichas fortaleças se han revelado e revelan, e han
continuado e continuan en recepta e reçeptan los dichos malfechores, e me embiastes suplicar e pedir
por merced que, acatando que vosotros proçedistes con sello de justiçia, asi en el derribar de las dichas
fortalesas que derribastes, como en el proçeder que proçedistes contra los maflechores, que aprovase e
confirmase e oviese por bien fecho todo lo que fesistes en esta parte, segund e por la forma e manera
que en ello proçedisteis e yo tovelo por bien e quiero e mando e me plase de aprovar e apruevo por la
presente el derribamiento de aquellas fortalesas que vosotros derribasteis, de las cuales se fasian robos
e muertes e fuerças e otros males e daños, e eran receptadoras de los malfechores e defensores dellos e
de los omes criminosos, e asimismo quales quier otras cosas que por via de justiçia avedes fecho e
proçedido, e lo loo e apruevo e he por bien fecho, e por esta mi carta mando a quales quier alcaides de
quales quier fortalesas de dicho regno que estan çercadas e se çercaran por causa de las muertes e
robos e fuerças e otros males e daño que dellas se han hecho e fasian, que luego las den e entreguen a
los alcaldes e diputados de la Santa Hermandad del dicho regno o la persona o personas que ellos
nombraren para ello. E yo, por la presente, les alço e suelto e quito, una e dos e tres veses, qualquier
pleito e omenaje que por las dichas fortalesas tengan fecho a mi o a cualquier persona en cualquier
88 ║ Devia, Cecilia
y, como se verá más adelante, la mayoría de los nobles debe doblegarse ante ella,
hasta el punto de tener que abandonar Galicia durante un largo período de tiempo.
En cuanto a la Santa Hermandad que llega a Galicia en 1480 como instrumento
ejecutor de la voluntad de los Reyes Católicos, también parece tener como principal
objetivo la pacificación del reino4, pero aparentemente no tendría una presencia tan
fuerte como la de 1467-1469, ya que la documentación muestra que el poder real
busca comprometer a todo el resto de la comunidad en ese esfuerzo, sin darle el
protagonismo que tuvo la Santa Irmandade5.
Si bien previamente a la formación de la Santa Irmandade hubo llamamientos
de Enrique IV hacia la constitución de este tipo de asociaciones, su verdadero origen
se da en el seno de la comunidad, mientras que la de los Reyes Católicos será una
institución puramente regia. Se puede decir que, durante la guerra civil que enfrentó
a Enrique IV con un nutrido grupo de la nobleza, hubo intentos de manipulación por
las dos partes: el rey utilizó a la Santa Irmandade y ésta utilizó al rey. La hermandad
gallega sostuvo siempre que actuaba en nombre del monarca, pero queda claro que lo
hacía aprovechando el vacío de poder ocasionado por la débil y lejana presencia
regia en la región. Por otra parte cuando, ante la muerte inesperada del infante
Alfonso, entronizado como su oponente por la nobleza díscola, y el posterior pacto
de Toros de Guisando, Enrique no necesita más el apoyo de la irmandade, no duda
en restarle el suyo, lo que deja vía libre a los nobles gallegos para recuperar sus
posiciones.
En cuanto a la institución de los Reyes Católicos, Joseph Pérez (1992: 22-24)
sostiene que “se trata de crear un instrumento eficaz al servicio exclusivo del
Estado”, a la vez que destaca que su presencia como “organismo al mismo tiempo
policial y judicial” fue más fuerte al principio del reinado de Fernando e Isabel –que
es el período que aquí se trata- momento en el cual colaboró con el control de los
nobles y con la guerra de Granada, recobrando posteriormente “durante más de un
siglo, su función primitiva, la de una guardia rural eficaz, temida y respetada”.
Derrocamiento de fortalezas
manera, e los do por libres e quitos del a ellos e a sus linajes, para agora e para siempre jamas, e que
non fagan ende al por alguna manera so pena de la mi merçed e de caer por ello en mal caso e de
perder los cuerpos e quanto han”, Carta de fecha 6 de julio de 1467 (citado en López Carreira, 1991:
97-98).
4
“Y luego en este tiempo vino a Galicia el arcediano de Carnoces con cartas firmadas del Rey don
Fernando y la Reina doña Isabel con sus capítulos hechos para poner alcaldes de Hermandad en todo
el Reino de Galicia, dándoles varas pintadas de verde y colorado, y azul, y amarillo, para que
persiguiesen los malhechores que andaban por el Reino quebrando los caminos, para los prender, y
después asaetarlos. El arzobispo y los caballeros lo tuvieron por bueno, unos más que otros. El conde
de Camiña catándose de lo que después acaeció altamente decía y mandaba decir que todos los
malfechores se fuesen para él, y muchos juntó consigo pensando que todo el otro no sería nada. Mas
dende seis o siete meses vino don Fernando de Acuña por Vice Rey...” (Aponte, 1945: 143).
5
En la Provisión... los Reyes Católicos mandan a los alcaldes u otros, cualquiera sea su estado o
condición, en todo el reino de Galicia, e igualmente a las Hermandades de dicho reino, que cada vez
que sean requeridas por Acuña o les sea por él mandado, se junten y vayan con él con sus armas y
caballos para tomar, cercar y derribar las fortalezas y casas fuertes desde donde se cometan daños,
dándole toda la ayuda que necesite, todo ello bajo las penas que impongan los reyes (citado en
Villares, 2000: 245-247).
Galicia post irmandiña… ║ 89
6
Tema principal de nuestra tesis de licenciatura y de una tesis de doctorado actualmente en
elaboración, ambas bajo la dirección del Dr. Carlos Astarita.
7
“... Sepades que a mi es fecha relaçion que algunas personas, pospuesto el themor de Dios e de la mi
justiçia e non curando de las penas en que por ello han caido e incurrido, han fecho muchos robos e
muertes e fuerças e otros crimines e delitos en este dicho regno, los quales se han acogido e reçetado
en algunos castillos e fortalesas deste dicho regno e dellas muchos y muchas veses, perseverando en
su mal proposito, han salido a continuar en sus robos e fuerças e muertes en grande deserviçio de Dios
e mio e menosprecio de la mi justicia e total destruiçion dese dicho mi regno e como quiera que
vosotros administrando justicia e proçediendo contra los malfechores, avedes çercado las tales
fortalesas e avedes proçedido contra los tales malfechores, e avedes derribado las dichas fortalesas...”,
Carta de fecha 6 de julio de 1467, (citado en López Carreira, 1991: 97-98).
8
“Lope Sánchez con mucha compaña vino luego a Altamira y luego hizo en ella una torre con tres
cubos de cal y canto buena, excepto que era apretada, dejó por Alcaide de ella a García Pérez de
Castela, y luego de allí a pocos días envió a Lope do Cabo con algunos escuderos y peones con lo
necesario para Cira, donde otra noche se fueron, ningún temor tenían a lanza y a escudo con una
palancota fuerte que hicieron en la delantera. También envió presto el arzobispo sobre ellos
combatiéndolos bravamente pero poco aprovechó, porque dieron a Esteban Junqueira una gran
cantinada en que lo sacaron sobrazado y otros fueron heridos, y algunos muertos y los de dentro se
fortalecieron muy bien de manera que no tenían temor a nadie y así hicieron la fortaleza de nuevo y
luego envió Lope Sánchez a levantar la fortaleza de Mens, con que sojuzgaba a Malpica y otras
jurisdicciones. Entretanto juntó el patriarca que aun era arzobispo su gente, y fué a levantar la
fortaleza de Vimianzo que también yacía derrotada, y era del conde Lope Sánchez en medio de su
tierra...” (Aponte, 1945: 87-88).
9
“Logo en este tiempo se levantó la Hermandad que todos los villanos se levantaron contra sus
señores, en que derrocaron cuantas fortalezas había en Galicia, excepto la fortaleza de Pambre...”
(Aponte, 1945: 119).
10
“... y al tiempo que salió de la prisión [el conde de Camiña], el arzobispo le tenía tomado al Padrón
[...] y también de las fortalezas que tenía hechas el conde de Camiña le había tomado la Trinidad y
Santa María del Alba, y le había levantado otra fortaleza dicha Castrican nas barbas de Sotomayor, y
había feito dos torres afortalezadas na ponte…” (Aponte, 1945: 132).
90 ║ Devia, Cecilia
11
“Mas dende seis o siete meses vino don Fernando de Acuña por Vice Rey, y no paró hasta llegar a
Santiago, trayendo consigo trescientas lanzas, todos a la jineta, y castellanos, y dijo al arzobispo que
luego le entregase la Iglesia mayor con todas las otras fortalezas de su Estado [...] y que le entregasen
luego las fortalezas nuevas para derrocarlas, y así derrocaron al conde de Camiña a Cotobade, a Santa
María del Alba, a la Trinidad, y Tebray Castro Maceira, y no sé si la Picaraña estaba ya derribada, y
dejáronle a Sotomayor, Fornelos y Salvatierra; los criados muy malfechores, unos fueron a buscar su
vida, los que no se fueron prendíanlos, y luego los asaeteaban, mas de los otros que no eran tan
malfechores, tenía el conde de Camiña doce o trece...” (Aponte, 1945: 143-144).
12
“El qual falló aquel reyno tiranizado por diversas partes, e la tierra sin toda justiçia, llena de
ladrones e robadores. El qual se ovo tan sabiamente que en todas las cosas puso horden e peso y
medida en todo aquel reyno, e fizo justiçia de más de trezientos malhechores, e derribó quarenta y
çinco fortalezas muy grandes. E tovo çercado ocho meses al mariscal Pero Pardo en la Peña Fouseria,
que era una fortaleza muy grande e muy fuerte, donde le mataron muchos hombres e fueron asaz
muertos de los que en ella estavan; e a la fin el mariscal se le dió con çiertas condiçiones, e derribó la
fortaleza...” (Valera, 1927, Capítulo XXXV).
13
Provisión... (citado en Villares, 2000: 245-247).
14
Portela Pazos (1957: 57-59) consigna algunos destinos: el arzobispo de Compostela, Alonso de
Fonseca, se habría retirado a Monçón, villa portuguesa fronteriza con Galicia. El conde de Lemos,
Galicia post irmandiña… ║ 91
Pedro Álvarez de Osorio, huyó a Pontevedra, siendo, según el cronista Alonso de Palencia, uno de los
nobles más tenazmente perseguido por la irmandade. Álvaro Pérez de Sotomayor se refugió en Tuy.
Pedro Álvarez de Sotomayor se estableció en Portugal, en donde casó muy ventajosamente con Teresa
de Tábora. Sancho Ulloa y Diego de Andrade se dirigieron hacia Castilla, pero en el camino fueron
tomados prisioneros por la condesa de Ribadavia.
15
Ese es el caso de Gómez Pérez das Mariñas y Lope Sánchez de Moscoso, o el de Suero Gómez de
Sotomayor, quien se escondió con un solo criado bajo el amparo de campesinos (Portela Pazos, 1957:
57-59).
16
“El qual falló aquel reyno tiranizado por diversas partes, e la tierra sin toda justiçia, llena de
ladrones e robadores. El qual se ovo tan sabiamente que en todas las cosas puso horden e peso y
medida en todo aquel reyno, e fizo justiçia de más de trezientos malhechores, e derribó quarenta y
çinco fortalezas muy grandes...” (Valera, 1927, Cap. XXXV).
17
Aunque hay que hacer notar que en ocasiones los Reyes Católicos pusieron plazos muy perentorios
para que algunos nobles abandonaran Galicia. Es el caso del conde de Altamira: “Los Reyes
mandaron al señor Diego de Andrada y al conde don Sancho que se fuesen con ellos a Castilla, y al
conde de Altamira por ser grueso y pesado, de piedad le mandaban quedar, más sucedió que un día
acabando de comer llegó un abad o prior; aborrecióse y díjole: Frade irse han os hospedes, e
comeremos o galo. Fuese el fraile a quejarse al rey y luego le mandaron que se fuese a Castilla dentro
de corto término so pena de morte y ansí lo hizo...” (Aponte, 1945: 102-104).
92 ║ Devia, Cecilia
Conclusiones
18
“Y cuando el Rey don Pedro entró en Santiago un Caballero que se llamaba Fernán Pérez
Churruchao en la Porta Faxeira mató un Arzobispo, y un Deán por mandato del Rey don Pedro, y todo
se levantó por lo que hizo el Arzobispo Frey Berenguel; y después de muerto el Rey don Pedro, vino
el duque de Alencastre, yerno de este Rey a Galicia trayendo consigo a su mujer doña Constanza, hija
del Rey don Pedro, estos Churruchaos lo metieron en Santiago y ayudáronle a meter en Orense y Tuy;
y después de esto en la era de 1430 poco más o menos otro señor de esta sangre [...] Y porque eran tan
poderosos antes que reinase el Rey don Pedro hanse de contar estos Caballeros con los antiguos,
aunque no sean tanto como los más antiguos...” (Aponte, 1945: 47-48).
19
“Y estando así poderoso [el conde de Camiña] entró don Fernando de Acuña por vice Rey de
Galicia y con él a pie unas trescientas lanzas, y entró en Santiago, y el arzobispo se puso contra él con
todos los suyos, y encerróse en la iglesia mayor; mas don Fernando envió por todos los grandes del
reino para que le ayudasen [...] Desde que vino don Fernando de Acuña levantósele la tierra de
Abeancos donde estaban al pie de cuatrocientos peones, y en un Castro se juntaron doce o trece de a
caballo y veinte, o veinticinco peones, y allí peleó con ellos y venciólos, firió de ellos, mas no osó
matar alguno, y en este lance cayó el caballo con él, y quebróle un brazo, y libróse por esto...”
(Aponte, 1945: 101-102).
20
“Y estando así el conde don Pedro apoderado en todas estas tierras vino a Galicia don Ladrón de
Guevara con una flota de naves, trayendo carta de los Reyes Católicos, para que todos les ayudasen a
tomar los lugares que no obedecían al Rey, y luego el arzobispo y el conde don Sancho se concertaron
con él que viese sobre Pontevedra, y que le ayudarían, y así todos se juntaron sobre Pontevedra, el
arzobispo, y el conde de Monterrey muy poderosos, y otros hombres muy principales, y don Ladrón
requirió al señor Diego de Andrada, y al conde de Altamira que le ayudasen, y el señor Diego de
Andrada, como vasallo leal obedeció, aunque por otra parte le pesaba por ser el conde don Pedro su
amigo, y el conde de Altamira aunque era hermano de armas del conde don Pedro hubo de ir contra él,
y por no se fiar en los otros ayúntose al señor Diego de Andrada, y así todos estos juntos fueron al
cerco de Pontevedra, que la tenía el conde de Camiña...” (Aponte, 1945: 125-127).
21
Provisión... (citado en Villares, 2000: 245-247).
Galicia post irmandiña… ║ 93
Bibliografía
Primaria
22
En un trabajo anterior postulamos la existencia de tres fases para comprender la rebelión irmandiña:
en un primer momento, los señores representan el caos, con el despliegue de una violencia
aparentemente descontrolada entre ellos y contra la comunidad. Ante esta situación extrema, la
comunidad, encarnada en la Santa Irmandade, trata de restablecer el orden ejerciendo una violencia
antiseñorial controlada. En un tercer momento, los señores se unen y se organizan para vencer a los
irmandiños. Paralelamente hay indicios de que la comunidad empieza a agrietarse. La rebelión es
derrotada, básicamente debido a la superioridad militar del bando señorial, ahora unido (Devia, 2009:
95).
23
Según se puede hacer extensión de lo que indican sobre esto las Ordenanzas de Castronuño (Puyol y
Alonso, 1913).
24
Relatando la caída de una de las torres arzobispales de Santiago, un testigo del Pleito Tabeira-
Fonseca dice haber visto “cortar a oficiais pedreiros por baixo e a viu poñer sobre estacas e poñer unos
odres vellos e poñerles lume para que ardesen e a viu derrocar polo pé e cair” (citado por López
Carreira, 1991: 50).
25
“Por el robo más insignificante, por más ligero delito perpetrado en cualquier parte de aquel
territorio, persíguese al culpable hasta Aragón y hasta Portugal, y una vez preso, llévanle á los
montecillos señalados para las ejecuciones, donde han de atarle en lo alto de un madero. Antes acuden
de las aldeas vecinas y de las chozas en que viven por los montes y extraviadas soledades los guardas
de las colmenas, que son el mayor recurso de aquellos rústicos; hablan familiarmente con el reo,
comen todos juntos cual en regocijado festín y se alegran con el vino, tenido por suave y excelente.
Acabado el banquete, atan al infeliz, y diestros cuadrilleros disparan contra él unas veinte saetas. Al
que le atraviesa el corazón tiénesele por merecedor del premio; pero el que las clava fuera del pecho
paga como multa el próximo banquete y queda inhabilitado para tomar parte en los sucesivos.
Inmediatamente después, jueces nombrados por la junta de rústicos declaran los motivos de la
sentencia por la que aquel desdichado, ya exánime, ha merecido tan cruel pena…” (Palencia, 1904, I:
522-524).
94 ║ Devia, Cecilia
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para que, si es preciso, derribe fortalezas, desencastille iglesias y destierre rebeldes, Año
1480, en Fernández Vega, Laura, La Real Audiencia de Galicia, Coruña, 1983, vol. III, citado
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Los cantos marianos del Códice de Las Huelgas de Burgos: tradición
e innovación en la lírica monacal hispánica
Disalvo, Santiago
UNLP / CONICET
sadisalvo@yahoo.com
1
De manera similar, al menos en algunos aspectos, ocurre con la cantiga 330, afín en tópicos, retórica
y métrica a las secuencias victorinas y a las de Las Huelgas, excepto por la presencia del estribillo.
También hemos visto que la cantiga IIIª de las Fiestas recuerda, en poesía y música, al himno 56 de
Las Huelgas (Rossi y Disalvo, 2008).
2
Aspecto este muy discutido aún: “Sea como fuere, lo que puede afirmarse con certeza es que Hu es,
con mucho, el mayor manuscrito conservado de su tipo más importante que ha seguido depositado
hasta el día de hoy en el mismo lugar para el que fue escrito” (Bell, 2004: 41). En cuanto a su “autor”
o compilador-enmendador, el nombre que aparece en los folios, Joannes Roderici o Johan Rodrigues,
ha dado lugar a muchas elucubraciones, entre las cuales, acaso la más curiosa, está aquella que
identifica tal nombre con Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (Filgueira Valverde, 1995: “¿Johannes
Roderici, Juan Ruiz? Posible obra musical del Arcipreste en el ‘codex’ de Las Huelgas”, BRAH,
CXCII), conclusión muy poco fundamentada, según Bell y, por lo tanto, refutable (2004: 35).
Los cantos marianos del Códice de Las Huelgas… ║ 97
3
En cuanto a la libertad de la que gozaban las monjas, debido a su condición noble, afirma Alonso
Álvarez: “A diferencia de Francia, donde resultaba muy difícil abandonar el estado monjil, las dueñas
castellanas transitaban continuamente entre el claustro y el mundo. […] Madres e hijas se visitaban en
sus respectivos retiros monásticos y recibían también en ellos a sus parientes, femeninos o
masculinos, al rey. Esta situación fue incluso oficialmente reconocida por el abad de Cîteaux Enrique,
que autorizó a las damas de Las Huelgas a salir del monasterio cuando fuera necesario y a recibir
visitantes dentro de los muros de éste” (Alonso Álvarez, 2009: 346)
98 ║ Disalvo, Santiago
Bibliografía
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Los cantos marianos del Códice de Las Huelgas… ║ 103
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El dragón: un símbolo de la literatura fantástica. A propósito de El
libro de los seres imaginarios de J. L. Borges y M. Guerrero1
Domínguez, Marta
Universidad Nacional del Sur
mdominguez@uns.edu.ar
muchos textos. Como me resulta imposible comparar todos los animales por las
dimensiones que tomaría este trabajo y habiendo estudiado previamente la serpiente,
me voy a limitar en esta ocasión al dragón.
Las preguntas que me hice al comenzar esta investigación fueron: ¿Qué lectura
podemos hacer en el siglo XX de esta reescritura de los antiguos bestiarios? y ¿qué
concepción de la literatura ilustran los bestiarios y, en particular, el bestiario de
Borges? Evidentemente lo que subyace en el fondo de la escritura de este bestiario es
la idea de Jung de un inconsciente colectivo- vieja traducción del concepto del anima
mundi- que se expresa a través de los símbolos, muy conveniente para la concepción
borgeana del mundo como sueño colectivo. Esto ya es un cambio importante en el
contexto de lectura que modifica la concepción de un bestiario en el siglo XX. Jorge
Luis Borges y Margarita Guerrero escriben el Manual de zoología fantástica que
pretende ser, tal y como Borges lo expresa en el prólogo, la primera obra en su
género. El Islam y la Cábala, la literatura china, la epopeya babilónica, los clásicos
griegos y latinos, la Edad Media y el Renacimiento son algunas de las fuentes de que
se sirven los autores (curiosamente están excluidos los Cronistas de Indias) en su
descriptivo recorrido por el bestiario de la imaginación que reúne al Minotauro, la
Sirena, la Quimera, el Dragón, el Basilisco, el Cancerbero, el Ave Fénix, el Grifo, el
Golem, el Simurg, entre otros; seres que se metamorfosean en algunos casos, para
representar lo fantástico en el sentido más atávico, aprovechándose del cuento
literario (leyendas, libros sagrados, fábulas).
Los animales soñados por Kakfa, por C. S. Lewis y por Poe, tal vez son como
arquetipos jungianos relacionados con símbolos sexuales, o como la metáfora del
mundo superior de Parménides, donde el universo es producto de un sueño, y las
metáforas de la imaginación ancestral, lo religioso y lo mágico conforman el
conjunto del desarrollo del texto. En 1967 se modifica su título como El libro de los
seres imaginarios, en la que amplía el Manual bajo este nuevo rótulo. Se incrementa
en treinta y cuatro textos más, por la inclusión de nuevos seres no zoomórficos: el
doble, las hadas, y otros.
Según ha investigado Martha Paley de Francescato (1977), es posible que no
sea la antología de Borges la primera en castellano. Comenta que John Ashton, Peter
Lum y Joseph Wood Krutch habían publicado pocos años antes, obras similares en
inglés. El escritor peruano José Durand, con un propósito similar al de Borges,
publica en 1950: Ocaso de Sirenas, Manatíes en el siglo XVI, libro en el que se
evidencia, a través de los cronistas españoles de dicho siglo, la alucinación y sorpresa
de éstos ante la apasionante visión que les ofrecía no solo la geografía americana,
sino su extraordinaria cosmogonía. Pero, dado el prestigio internacional de un
escritor con respecto al otro, será la antología de Borges la que alcance mayor
resonancia e influjo en obras posteriores.
Lo cierto es que, a partir de esta fecha, comienzan a prodigarse los bestiarios
latino-americanos que, o bien recopilan a la manera de Borges testimonios remotos
sobre seres fantásticos, o bien adoptan el mundo animal -sea fingido o real- como
soporte y vehículo de idearios sobre el amor, las relaciones sociales o la condición
humana. Entre los autores que recibieron la influencia borgeana en la confección de
7
Louis Charbonneau-Lassay. 1996. El bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y
en la Edad Media, Barcelona, Edit. José J. De Olañeta.
El dragón: un símbolo de la literatura fantástica ║ 107
De dragones
Como decíamos, los autores se ocupan del dragón en tres artículos, de los
cuales el primero “El dragón” (L., 617-618) sirve de introducción general a los dos
siguientes: “El dragón chino” (L., 619-620) y “El dragón en occidente” (L., 621-622),
en los que se intenta circunscribir su representación a cada una de estas culturas. En
el primero se generaliza respecto a este monstruo, señalando cómo se conforma en la
imaginación de los hombres: “[...] con cabeza de caballo, cola de serpiente, grandes
alas laterales y cuatro garras cada una provista de cuatro uñas.” (L., 617) aunque
tiene la capacidad de asumir muchas formas, puede ser invisible y volverse visible a
los hombres. De alguna manera parece que en las literaturas orientales la imagen del
dragón se asocia a los cambios climáticos de las estaciones y así comenta: “En la
primavera sube a los cielos; en el otoño se sumerge en la profundidad de las
aguas.”(L., 617). Y agrega:
La ciencia distingue diversos géneros. El Dragón Celestial lleva en el
lomo los palacios de las divinidades, e impide que éstos caigan sobre la
tierra; el Dragón Divino produce los vientos y las lluvias, para bien de la
humanidad; el Dragón Terrestre determina el curso de los arroyos y los
ríos; el Dragón Subterráneo cuida los tesoros vedados a los hombres.
Comparando el bestiario borgeano con El bestiario de Cristo de Charbonneau-
Lassay (1997: 395), sobre este pasaje hallé que registra la misma clasificación:
Los letrados religiosos de la China dividieron los dragones secundarios
en cuatro familias: 1) Los dragones que suben a los cielos; 2) los
dragones espíritus; 3) los dragones terrestres, que no pueden subir a los
cielos; y 4) los dragones subterráneos, que guardan los tesoros ocultos y
las materias valiosas que hay debajo de la tierra.
Pero parece que, según menciona Charbonneau-Lassay, él mismo se ha
inspirado para la elaboración de este capítulo en una obra de Henri Doré: Recherches
sur les superstitions en Chine8, a quien Borges cita también en ocasión de otro
artículo. Es probable que ambos, Charbonneau-Lassay y Borges, bebieran de la
8
Henri Doré, Recherches sur les superstitions en Chine. No he podido obtener los restantes datos
bibliográficos, pero probablemente a él se refiere Borges sin mencionarlo cuando le comenta a María
Esther Vázquez hablando de este tema: “Hay un libro en el que se reúnen tradiciones y leyendas
chinas donde se encuentran ejemplos muy interesantes” (Vázquez, 1984:143).
El dragón: un símbolo de la literatura fantástica ║ 109
misma fuente, porque coinciden en destacar el poder engendrador del dragón en los
primeros emperadores chinos y las virtudes medicinales de las distintas partes de su
cuerpo9.
Retornando al artículo de Borges y Guerrero, ellos citan la importancia de los
dragones para los budistas y para los chinos: “El pueblo chino cree en los dragones
más que en otras deidades porque los ve con tanta frecuencia en las cambiantes
nubes.” (L., 617). Es probable que este pasaje puede explicarse por una de las fuentes
que Borges consulta para la configuración del simbolismo de los animales en China y
es la Anthologie Raissonnée de la Littérature Chinoise de G. Margouliès (1948:
121), que en su capítulo “Allégories et Apologues” incluye un texto de Han Yu: “Le
dragon et le nuage” que comienza diciendo: “El humo que exhala el dragón se vuelve
nube. Es evidente que la nube no tiene más virtudes sobrenaturales que las del
dragón.”. Pero, por la cita que hace Charbonneau-Lassay de Henri Doré, tal vez lo ha
tomado también de este último:
Los buenos chinos ven un poco por todas partes la imagen sagrada del
dragón, en las lianas que se entrelazan en los troncos de los árboles
desmedrados, en la espuma que borbotea bajo las cascadas, en las nubes
que se estiran y deshacen empujadas por el viento, en la bruma que sale
por la mañana de los estanques en los que florecen los lotos en el vaho
que sale en invierno de las narices de los caballos, en el humo de los
incendios, en el de las piras fúnebres, en el vapor de la olla o del cuenco
de arroz [...]10.
A continuación, Borges y Guerrero dan una segunda descripción más vinculada
al aspecto mágico astrológico: cuando dicen que el dragón rige las montañas y se
vincula a la geomancia. Posteriormente hablan de los dragones de mar, los describen
y destacan el efecto que causan sobre el clima (L., 618). Finalizan con un sesgo
irónico: “Son inmortales y pueden comunicarse entre sí a pesar de las distancias que
los separan y sin necesidad de palabras. En el tercer mes hacen su informe anual a los
cielos superiores.” (L., 618).
En el segundo artículo “El Dragón Chino” aparece la mención de un texto de
Sseu-ma-Ts´ien11, en el que se compara al dragón con Lao Tse y comentan:
El Dragón Chino, el Lung, es uno de los cuatro animales mágicos (Los
otros son el unicornio, el fénix, y la tortuga). En el mejor de los casos el
Dragón Occidental es aterrador, y en el peor ridículo; el Lung de las
tradiciones, en cambio, tiene divinidad y es como un ángel que fuera
también león. (L., 619)
9
Mi opinión particular es que tal vez los chinos habían descubierto los huesos de los grandes
dinosaurios y que presupusieron que esos eran dragones, incluso se han descubierto recientemente
algunos especímenes que poseen alas con plumas, pero al no encontrar estos grandes animales vivos
se elaboró un mito: el del dragón celestial, que además servía para explicar los cambios climáticos
naturales.
10
La cita al pie dice: “Henri Doré, Recherches sur la superstitions en Chine, passim.” (citado por
Charbonneau-Lassay, 1997: 394).
11
No encontré este pasaje citado, pero sí datos sobre Sseu-ma Ts´ien, “[...] produce el primer gran
historiador general y metódico de China, Sseu-ma Ts´ien quien deja en sus Memorias Históricas, un
conjunto perfectamente bien concebido de la historia de China[...]” en G. Margouliès, (1948: 64).
110 ║ Domínguez, Marta
12
Cf. Charbonneau- Lassay, 1997: 396.
El dragón: un símbolo de la literatura fantástica ║ 111
muertos por la serpiente –el pecado- con su propia sangre. Según René Guenón el
dragón sólo es diabólico para los occidentales, porque para las creencias del
lamaísmo y del budismo es emblema de la Vida y el Verbo divino, pero en esta
controversia Charbonneau-Lassay afirma que Doré en ningún momento lo describe
de este modo, pero lo disculpa porque, según él, Doré se ocupa de las supersticiones
y no de la alta teología china. Aquí vemos que tanto el capítulo de Charbonneau-
Lassay como los artículos de Borges son un comentario del texto de Doré, por lo que
intenté hallar el texto de Henri Doré, infructuosamente hasta el momento, para
descartar una lectura directa del mismo en el caso de los animales de origen chino.
Borges y Guerrero citan un aspecto curioso de las leyendas germánicas porque
en ellas el dragón es quien custodia objetos preciosos. Como ejemplo relatan un
episodio de la Gesta de Beowulf (siglo VIII) en el que se trata de un dragón que es
guardián de un tesoro durante trescientos años, hasta que éste comienza a asolar el
reino y muere a manos de Beowulf. En este artículo parece que resumieron a
Charbonneau-Lassay (o quizás a Doré) en su parágrafo IV: “El “Dragón del umbral”
(1997: 396) y agregaron el ejemplo que conocían de Beowulf.
En el parágrafo final, los autores evalúan la distancia entre esta concepción y
su inclusión en un tratado científico: la Historia Animalium de Conrad Gesner (siglo
XVI), lo que demuestra que la gente creía en ellos, y destacan que es un prejuicio
moderno considerar la puerilidad de los dragones, aunque quizás su desgaste actual
se deba a su abundancia en los cuentos de hadas.
Es importante esta mención de Conrad Gesner, como la de Ulises Aldrovandi,
con su Historia de serpientes y dragones, porque a partir del Renacimiento se
describen y pintan los animales con realismo. Estos, como Guillaume Rondelet, son
los primeros que en el siglo XVI representan a los animales en forma realista,
revelando así el interés de la ciencia por un nuevo objetivo (Cazzaniga, 2000: 4).
Los autores lo comparan con el león en el que creemos como realidad y como
símbolo, con el minotauro en el que creemos como símbolo y no como realidad, pero
en el dragón ya no creemos ni como realidad ni como símbolo. Sin embargo,
coincidiendo nuevamente con Charbonneau-Lassay, dicen que para la Revelación de
San Juan, que ha contaminado toda la representación, se habla dos veces del dragón
como serpiente: “La vieja serpiente que es el Diablo y es Satanás” (L., 622) y
también citan a San Agustín que a la inversa define al diablo así: “[...] es león y
dragón; león por el ímpetu, dragón por la insidia”. En todos los casos el símbolo
tiene una lectura positiva y una negativa, como vemos en El Bestiario de Cristo
quien marca los dos aspectos, y así ambos recibieron no sólo la lectura que lo vincula
al origen, sino también al mal como se prefirió en la literatura cristiana.
Finaliza el artículo con la mención de Jung13: “Jung observa que en el dragón
está la serpiente y el pájaro, los elementos de la tierra y el aire.”(L., 622), con lo que
retornamos a la conexión de los animales con los cuatro elementos, además de
explicar analógicamente lo desconocido –dragón- por lo conocido –serpiente más
pájaro-.
Más adelante en el caso de la “La madre de las tortugas” dirá: “Hay quien
afirma que este reptil, madre de todas las tortugas estaba hecho de agua y de fuego;
13
Cf. Carl G. Jung, 1962. (La 1º edición en castellano es de 1953, pero seguramente Borges conocería
el original en alemán). Además Borges cita Psicología y alquimia (Zurich, 1944) en “El Unicornio”
(L., 703).
El dragón: un símbolo de la literatura fantástica ║ 113
otros le atribuyen una sustancia harto menos común: la luz de las estrellas que
forman la constelación de Sagitario” (L., 660). En muchas ocasiones, como vemos,
los animales sirven para explicar los signos astrológicos.
Entre dragón y serpiente está “La Peluda de Ferté-Bernard” (L., 681) semejante
al dragón porque lanza llamas, tiene tamaño de toro, cabeza y cola de serpiente y
podía matar a las personas y los animales. Parece una leyenda popular porque
finalmente la matan, y a partir de este acontecimiento se producen una serie de
festejos que se repiten a través del tiempo, en un proceso habitual para la
consolidación de las leyendas folklóricas.
Entre bestia y pez está el dragón que se describe en La légende dorée (Lyon,
1518), y que, mediante el mecanismo de la cita textual, que usan con frecuencia,
Borges y Guerrero reproducen bajo el título “El hijo de Leviatán” (M., 88) “[...] y
había sido engendrado por Leviatán, cruelísima serpiente de agua, y por una bestia
que se llama Onagro,[...] (L., 646)14.
En “El Kraken” (M., 95) se define así a este animal: “[...] es una especie
escandinava del zaratán y del dragón de mar o culebra de mar de los árabes” (L.,
653), Borges agrega: “[...] magnificación del pulpo”, lo que nos revela que
probablemente se refiere al calamar gigante. Para clarificar estos enigmas nos
resultan muy útiles las clases que Borges dictara en 1966, en especial la nº 7 (Borges,
profesor, 2001: 105-121) donde comenta temas que reaparecen en los artículos de El
libro de los seres imaginarios en particular la pantera y ballena con su variante el
zaratán.
Ahora, en este caso, podemos cruzar la información porque en “El Zaratán”
(M., 151-153) se repite el episodio de los hombres que se suben a una isla y hacen
fuego y finalmente la isla se hunde y los arrastra (L., 711-712).
Allí leemos citas textuales de dos estudiosos árabes: la primera de Al-Yahiz,
zoólogo musulmán de principios del siglo IX, que escribió un Libro de los animales,
quien lo apoda Zaratán, y la segunda de Al-Qazwiní (Maravillas de la creación), que
lo llama Tortuga (Malaxecheverría, 1996). A estas se agrega una cita de la
Navegación de San Brandán, donde el santo lo llama Jasconye y lo describe como un
gran pez, “[...] que día y noche trata de morderse la cola, pero como es tan largo no
puede”, para finalizar con la referencia al bestiario anglosajón del Códice de Exeter.
Allí se lo denomina ballena “astuta en el mal”, según la cita de Borges y Guerrero,
de ahí que significa el Diablo y el Mal como reaparecerá diez siglos después en
Moby Dick.
Lo curioso es que un intento de cruzar las referencias ya estaba presente en El
Libro porque cuando termina la cita de la Navegación de San Brandán aparece una
nota a pie de página: “Véase el artículo El Uroboros, pág. 707.” (L., 712), que ya he
estudiado en un artículo anterior (Domínguez, 2006a).
La presencia del dragón se expande sobre todo el bestiario a tal punto que hasta
el unicornio tiene rasgos del dragón por sus escamas, así se lo describe en “El
Unicornio chino” (M., 147-148). Denominado también K´i-lin, dice que, según
cuenta Soothill: “Cuando la madre de Confucio lo llevaba en el vientre, los espíritus
de los cinco planetas le trajeron un animal “[...] que tenía la forma de una vaca,
escamas de dragón y en la frente un cuerno”.” (L., 705). Esto, como emblema de
poder, significaba que, sin tener corona, sería más poderoso que un rey.
14
Onagro o asnus africanus es un asno salvaje de Palestina. Cf.: Charbonneau-Lassay, 1997: 237 y ss.
114 ║ Domínguez, Marta
No quiero finalizar sin destacar el tono irónico que tiene este bestiario, como
observamos en los comentarios con los que clausuran los artículos en que describen
dragones, porque allí se marca el distanciamiento entre la lectura de los bestiarios
anteriores, realizada por los autores, y la escritura de este bestiario del siglo XX.
En síntesis, este recorrido por algunas de las fuentes utilizadas por Borges y
Guerrero pone de manifiesto que para ellos el dragón se vuelve el símbolo por
antonomasia de la capacidad imaginativa de los hombres: así su presencia constante
en oriente y occidente lo determina como símbolo de la propia literatura fantástica
que, como las cosmogonías y las mitologías, está en el origen de las diversas
filosofías y religiones.
Bibliografía
Fuentes
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F.C.E.
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completas en colaboración, Buenos Aires, Emecé, pp. 568-714.
Borges, Jorge Luis (1996) Obras Completas, Buenos Aires, Emecé.
Borges, profesor. Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires (2001) Buenos Aires,
Emecé.
Charbonneau-Lassay, Louis (1997) El bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y
en la Edad Media, Barcelona, Edit. José J. De Olañeta, tomos I y II.
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14 de diciembre de 2004 organizado por el Centro de Estudios Medievales y de Literatura
Comparada de la Universidad Nacional del Sur. (inédita)
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Borges y M. Guerrero” en Actas del V encuentro internacional sobre teorías y prácticas
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Yanina, y Rígano, Mariela E. (Coords), Los desafíos de la investigación en Ciencias Humanas.
Actas de las II Jornadas de Jóvenes Investigadores en Ciencias Humanas, Bahía Blanca,
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CD-Rom.
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Tucumán, pp. 465-475.
El dragón: un símbolo de la literatura fantástica ║ 115
Domínguez, Marta (2011) “Sobre sátira: el fantástico humorístico”, exposición en las I Jornadas
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Mendoza, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, del 25 al 27 de
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Genette, Gerard (1989) Palimpsestos. La literatura en segundo grado, Madrid, Taurus.
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Mignolo, Walter (1988) "Jorge Luis Borges (1899-1986)", en Historia y Crítica de la Literatura
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Vázquez, María Ester (1996) Borges, esplendor y derrota, Barcelona, Tusquets editores.
El libro de arena de Jorge L. Borges: reescrituras1
Domínguez, Marta
Universidad Nacional del Sur
mdominguez@uns.edu.ar
El libro de arena (1975)2 está compuesto por un epílogo y por una serie de
trece relatos, que parecen resumir todas las posibilidades de lo fantástico,
culminando en el cuento homónimo. Podemos describir algunos de ellos, pero lo que
es seguro es que todos son reescrituras de Wells, de Kipling, de Kafka, de Lovecraft,
de Poe, de Swift pero sobre todo de sí mismo: de su obra anterior. Por este carácter el
texto se presenta favorable para un estudio desde la teoría transtextual de Gerard
Genette (1989), que es nuestro enfoque metodológico3. Así este trabajo se estructura
en los siguientes niveles: 1- el paratexto; 2- el architexto; y 3- el autotexto, nivel no
desarrollado por Genette4. Otro límite que me he impuesto es analizar sólo aquellos
relatos que parecen apuntar a esta hipótesis central de ver la representación –
mimesis- como un procedimiento más de la literatura fantástica5.
En suma intentaremos demostrar que esta colección no sólo tematiza e
hiperboliza Ficciones (Riera, 2005: 225), sino que sintetiza e invierte desde Historia
1
Este trabajo se enmarca en el PGI: “La sátira en la literatura argentina: Fantasía e ironía en tres
autores argentinos: Jorge L. Borges, Adolfo Bioy Casares y Ezequiel Martínez Estrada”, (2008-2011),
bajo mi dirección y está totalmente financiado por la Universidad Nacional del Sur.
2
(Borges, 1996). Cito por nº de pág. M.S.D.
3
El método que se empleará entonces es el análisis propuesto por Gérard Genette (Genette, 1982) en
Palimpsestes: La littérature au second degré, que consiste en el análisis de las relaciones que puede
establecer un texto con el paratexto – paratextual -, con el género, el discurso y el modo – architextual
-, con la crítica – metatextual -, con otros textos de otros autores – intertextual -, para llegar a
determinar la parodia – hipertextual -. Hay traducción al español (Genette, 1989).
4
Nivel no desarrollado por Genette pero que su teoría, que él mismo define como un “estructuralismo
abierto”, ha previsto para estudios futuros. No obstante ya Lucien Dällenbach (1976:257) había
estudiado la relación del texto parodiado con otros textos del mismo autor, en una textualidad
autárquica o autotextualidad.
5
Al mismo tiempo destacaré ocasionalmente el fantástico humorístico (Domínguez, 2011, inédito)
porque su presencia es constante en la obra de Borges: la ironía tiñe permanentemente su visión.
1. El paratexto
6
Dictada en la Universidad de Belgrano, y que fuera recopilada en Borges oral (Borges, 1977: 20-21).
7
Sobre este mismo tema vuelve además en Siete noches (Borges, O.C., III: 269) cuando diserta sobre
“La Cábala”.
8
Efectivamente Curtius en el capítulo XVI: “El libro como símbolo” discurre sobre los mismos
tópicos y afirma que la Ilíada y la Odisea son los libros sagrados del paganismo (Curtius, 1955, I:
431).
9
Esta es una invención romántica, que garantiza la identidad lingüístico-cultural de un determinado
grupo que, en el caso de las literaturas menores, como es la argentina, juega un papel simbólico
fundamental.
10
Ya estudiado en Shakespeare (Curtius, 1955: I, 478).
11
Borges comenta pormenorizadamente este libro en “La pesadilla” correspondiente a Siete noches
(O. C., III: 222). Sobre la influencia de John William Dunne en Borges: cf. (Camuratti, 2005:186).
12
Cf. Siete noches (O.C., III: 234).
El Libro de Arena de Jorge L. Borges║ 119
2. El architexto
13
Cf. Curtius denomina a Las mil y una noches “el libro del tiempo” (Curtius, 1955, I: 481).
14
A la que sólo tienen acceso los poetas dentro de la concepción del simbolismo hermético.
15
Dado que en El Aleph, por ejemplo “Emma Zunz” e “Historia del guerrero y la cautiva”
responderían a la impronta realista, mientras que “El informe de Brodie” es fantástico dentro de la
colección homónima.
16
Recordemos que Borges (O.C., II, 399) en el prólogo a El informe de Brodie, define la
literatura como un sueño dirigido, porque el autor hace soñar al lector, y siempre ha querido,
en su rol de profesor, que sus estudiantes perciban la literatura como una forma de felicidad
por la felicidad que proporciona el arte en sí mismo (Borges, O.C., III: 258). (Con respecto a
sus ideas sobre el arte como sueño, cf. Siete noches (O. C., III, 221)
120 ║ Domínguez, Marta
3. El autotexto
¿Podemos entonces leer El libro de arena, como una obra de cierre y homenaje
a las colecciones anteriores? Parecería que sí. Es fácil coincidir con Riera (Riera,
2006: 223) para quien el Libro de arena tematiza e hiperboliza Ficciones, porque
como podemos ver “El Zahir” reaparece en él24 y también “Tlön, Uqbar, Orbis
Tertius”25 y “La biblioteca de Babel” y así podemos cotejar varios relatos; también
podemos restablecer la conexión con la Historia universal de la infamia (1935) y con
El informe de Brodie (1970), por lo tanto, se me presenta como un caso más de
autotextualidad.
Mi percepción se ve corroborada por el efecto de una serie de estrategias ya
señaladas por Riera26, que convierten a esta colección en una síntesis de toda su
escritura, hasta con la inclusión del monstruo innominado que se presenta en “There
Are More Things”27.
Conclusión
22
Cf. Camuratti (2005:159-161) destaca la imposibilidad de observar un objeto bidimensional como el
disco de una sola cara, en nuestro mundo tridimensional. Es esta visión de la geometría euclidiana lo
que vuelve misterioso al objeto, pero está implícita la analogía con el libro de arena -un objeto de la
cuarta dimensión- introducido en nuestro mundo.
23
Evito mencionar la cuarta dimensión sobre la que Borges ya había escrito un ensayo en la revista El
Hogar.
24
(Forero, 2007: 161) compara este objeto con el zahir del cuento homónimo: aquella moneda
argentina de 20 centavos acuñada en 1929, cuya propiedad es transformar al que lo observa o lo
posee. La finalidad del zahir es negar el mundo, eliminarlo de la mente del sujeto, su poder sobre la
memoria, la conciencia y la imaginación se incrementa con el transcurso de los días porque invierte el
mecanismo del olvido y atenúa la intensidad de las percepciones de los demás objetos.
25
Para Ricardo González Vigil, (González Vigil, 1979: 67) es evidente la conexión de este relato con
“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” (Sur, Mayo de 1940, Ficciones, 1944) porque comparten el mismo
género utópico en su variante de ciencia ficción.
26
“[…] la repetición de secuencias de un relato al otro, la recurrencia de signos, pistas o claves
hermenéuticas que generan una bifurcación de la lectura; el tratamiento de obras ficcionales como si
fueran reales, procedimiento por medio del cual se asigna autoridad filosófica o filológica a
argumentos que contestan sus propias premisas: la ficcionalización de personas reales; procedimientos
todos que involucran los parámetros interpretativos más básicos como los verdaderos “personajes” de
Borges.” (Riera, 2005: 225).
27
Digno de figurar en El Libro de los seres imaginarios (1967), pero a la vez superándolo porque
estaría mucho más allá de los monstruos naturales y de los monstruos inventados por los hombres
también. Es imprescindible ver la conexión autotextual de este relato con El libro de los seres
imaginarios pero rescatando la distancia que va de un relato de terror sugerido por el suspenso, a la
descripción de los animales fantásticos en el marco de un bestiario del siglo XX, como ya analizara en
otra ocasión (Domínguez, 2006: 465-466).
122 ║ Domínguez, Marta
No obstante parece que el hilo que eslabona todos estos relatos de El libro de
arena es la autobiografía, que se presenta abiertamente como un género parodiado en
muchos de ellos y a la vez permanece como la materia que los sustenta aun cuando
asuman formalmente el aspecto de otros géneros: ficción científica o anti-utopía en
“Utopía de un hombre que está cansado”, el encuentro erótico en “Ulrica”, un relato
policial en el que se comete un asesinato político en “Avelino Arredondo”, entre
otros.
Podría incluso llegar a denominarlos como géneros travestidos28 porque cada
relato admite más de una lectura architextual dado que hay superposición de géneros
parodiados (Domínguez, 1996: 141).
Pero ¿cuáles son las presuposiciones que gobiernan la crítica intertextual de
Borges? Para Riera (2005: 219) “[…] Borges es el origen de la intertextualidad.”,
con lo que es imposible no coincidir, pero también otros escritores como Ezequiel
Martínez Estrada y Leopoldo Marechal la practican sistemáticamente, lo que me
hace suponer que hay un marco de lecturas y experiencias comunes en estos
escritores29.
Bibliografía
Fuentes
Bibliografía crítica
Borges, Jorge Luis y Osvaldo Ferrari (1999) Reencuentros. Diálogos inéditos. Buenos Aires, Edit.
Sudamericana.
Camurati, Mireya (2005) Los raros de Borges, Buenos Aires, Corregidor.
Curtius, Ernst R. (1955) Literatura europea y Edad Media Latina, México, FCE, I, pp. 423-489.
Dällenbach, Lucien (1976) “Intertexte et autotexte”, en: Poétique, nº 27, pp. 257-281.
Domínguez, Marta S. (1996) “La tos y otros entretenimientos: una lectura paródica”, en: Actas del
Segundo Congreso Internacional sobre vida y obra de Ezequiel Martínez Estrada, Bahía
Blanca, Fundación Ezequiel Martínez Estrada, pp. l36 - l4l.
Domínguez, Marta S. (2006) “El Libro de los Seres Imaginarios a la luz del bestiario flaubertiano”,
en: Hispanismo: Discursos culturales, identidad y memoria, VII Congreso Nacional de
Hispanistas, Tucumán, IILAC - Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de
Tucumán, pp. 465-475.
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Blanca, Editorial de la Universidad Nacional del Sur (Ediuns).
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Actas de las IV Jornadas de Investigación en Humanidades, Bahía Blanca, Departamento de
Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, del 29 al 31 de agosto de 2011, en prensa.
Domínguez, Marta (2011) “Sobre sátira: el fantástico humorístico”, exposición en las I Jornadas
temáticas de literatura argentina contemporánea: el humor en la literatura argentina,
28
Como ya hiciera en ocasión de estudiar La tos y otros entretenimientos (1957), la colección de
cuentos de Ezequiel Martínez Estrada.
29
Habría que buscar cuál es el origen de esta práctica y creo que la misma no sólo está en la lectura de
los clásicos de la antigüedad sino en la llegada y difusión de la Biblioteca de Autores Españoles
(BAE), a Buenos Aires, a principios del siglo XX.
El Libro de Arena de Jorge L. Borges║ 123
Forciniti, Martín
UBA / CONICET
forci@hotmail.com
1
Las siguientes son las apariciones que he registrado: Prot. 356d; Crat. 386e; Phd. 81d; Symp. 179d;
R. 382a, 510a, 516b, 532c, 584a, 598b y 599a.
2
Esta segunda acepción es reconstruida por Notomi (1999: 257-258) también a partir de Tht. 190a1-5,
206d2 y Phlb. 382e2-3.
3
Todas las traducciones del griego corresponden a Cordero et. al. (1988); cuando lo he considerado
conveniente las he modificado levemente, siguiendo la edición de Burnet (1979).
4
Sigo aquí la puntuación propuesta por Cordero (1988: 385-386) que adjudica esta última oración al
Extranjero y no a Teeteto.
Fenomenología de la ilusión║ 127
nombre que esa imagen toma del modelo (decimos de una imagen de Sócrates: “es
Sócrates”), sólo se dice una verdad parcial. La imagen “es” y “no es” el modelo. Es
“semejante” (eoikós), pero no es “lo mismo” (tautón)5 que él; es en suma “lo
diferente” (héteron), aún a pesar de que modelo e imagen son “homónimos”, como
afirma el Extranjero en Sph. 234b7.
Existen dos tipos de imágenes: el ícono (eikón) y el fantasma (phántasma).
Ambas son producidas mediante la mímesis, una especie del género de la producción
(poíesis). El ícono es una imagen que se produce según las “proporciones del
modelo” (paradeígmatos summetrías, Sph. 235d7-8), ofreciendo así las
“proporciones verdaderas de las cosas bellas” (tôn kalôn alethinén summetrían, Sph.
235e6-7) y preocupándose por “las proporciones reales” (tàs oúsas summetrías, Sph.
236a5). Son llamados “eikónes” justamente porque son “semejantes” (eikós). Por su
parte, en el phántasma no se manifiesta ninguna preocupación por lo verdadero, sino
que es producido con proporciones “que parecerán ser bellas” (tás doxoúsas eînai
kalás, Sph. 236a5-6) y así “a causa de ser visto desde un punto de vista no bello” (diá
tén ouk ek kaloû théan eoikénai, Sph. 236b4-5) “aparece como semejante, sin serlo”
(phaínetai mén, éoike dé oú, Sph. 236b7). En estas citas se advierte que el phántasma
“aparece” (phaínomai) y genera un “parecer” (dokéo); en principio ambos son
perceptuales (ya que en este punto del diálogo se habla de imágenes visuales), pero
en virtud de la ya referida ambigüedad de ambos verbos, su aplicación se extenderá
posteriormente a las “imágenes habladas” del sofista, cuya naturaleza no es
meramente sensorial.
Detengámonos en algunos elementos de estas definiciones. En primer lugar, los
diferentes usos del adjetivo “bello”. Recordemos que para Platón lo bello se equipara
lo bueno y a lo verdadero de manera que el análisis que sigue no debe ser entendido
solamente desde un punto de vista estético, también ético y sobre todo,
epistemológico. Como afirma Casertano (1991: 128), el modelo u objeto real
paradigmático es llamado “bello”, en virtud de sus proporciones; también es
considerado “bello” el punto de vista desde el cual se percibe la semejanza entre
modelo e ícono (Notomi, 1999: 149-150); finalmente, el phántasma utiliza
proporciones que “parecerán ser bellas”, es decir, se vale una apariencia superficial
de belleza para simular una semejanza con el modelo que no posee, produciendo una
distorsión en la perspectiva del espectador (Dixsaut, 2000: 296-298). Se pone en
juego aquí una diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo: por un lado, el objeto
paradigmático es objetivamente bello; el eikón también lo es, pues es una buena
copia, objetivamente (“verdaderamente”) semejante a su modelo; y un espectador
que puede percibir la belleza y semejanza objetivas entre modelo e ícono se
encuentra en un punto de vista objetivamente bello. Por el contrario, el phántasma no
reproduce verdaderamente la belleza objetiva del modelo, es decir, no replica sus
“proporciones reales”, su estructura interna, sino que imita su aparecer bello, el
efecto placentero que lo bello genera en los espectadores. De manera que el
espectador que resulte engañado por esa mala copia se encontrará en un punto de
vista no bello. En suma, el phántasma produce una apariencia subjetiva falsa de
belleza y de semejanza en virtud de dos condiciones: el punto de vista no
5
Es por esto que Dixsaut (2000: 279-280) afirma que el peligro de la imagen, en el delgado equilibrio
que establece entre alteridad y semejanza, radica en una perversión del género de lo Mismo,
transformándolo de autorreferencial en relacional.
128 ║ Forciniti, Martín
Extr. - ¿Y qué? ¿No supondremos acaso (...) que los jóvenes, que están
aún lejos (éti pórro) de la verdad de las cosas (tôn pragmáton tês
aletheías), quedaran hechizados (goeteúein) con discursos (lógois) que
entran por los oídos, cuando se les mostraran imágenes habladas
(deiknúntas eídola legómena) de todas las cosas, de modo que hicieran
(poieîn) que ellos opinen (dokeîn) que lo dicho (légesthai) es verdadero
(alethê) y que el que habla (légonta) es el más sabio de todos en todo
(sophótaton pánton hápanta)? (...) ¿Y no será necesario, Teeteto, que la
mayoría de los oyentes de entonces, una vez transcurrido un tiempo
adecuado y alcanzada cierta edad, al lanzarse hacia los entes (oûsi) más
de cerca (eggúthen), y al verse obligados por las experiencias a entablar
un contacto diáfano con los entes (ónton), deban cambiar las opiniones
(dóxas) recibidas entonces, al punto de parecerles (phaínesthai) que lo
grande era pequeño, que lo fácil era difícil, y que todos los fantasmas en
los discursos (tá en toîs lógois phantásmata) han sido derrocados en la
práctica, por los hechos sucedidos? (tôn en taîs práxesin érgon) (Sph.
234c2-e2).
Fenomenología de la ilusión║ 129
6
En este caso la dóxa es considerada, como en los diálogos medios, no en virtud de su génesis, sino
en función del tipo de conocimiento que otorga, contraponiéndola a la epistéme. Para tornar coherente
este uso con la definición que hemos venido utilizando, debemos suponer que se trata de una
afirmación o negación silenciosa, producto de un proceso de diálogo no preciso ni cuidadoso, sino
superficial.
Fenomenología de la ilusión║ 131
Bibliografía
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De África a Europa: arco, poder y simbolismo de las acciones del
héroe en la antigüedad oriental y clásica
Gómez, Viviana
Universidad Nacional del Sur
vivig@surlan.com.ar
1
Cf. Froidefond (1971); Futre Pinheiro (1995); Burstein (1996); Serrano Delgado (1998); Hornung,
(2001); Galán (2001); Derroches Noblecourt (2006) y Parra Ortíz (2011).
2
Amenofis II séptimo soberano de la dinastía XVIII y un destacado representante de la ideología
imperial egipcia, reinó entre 1438 y 1412 a.C.
promocionar y legitimar las acciones de un rey héroe, modelo digno de ser admirado,
temido, respetado y recordado en el tiempo.
Revisando la producción textual e iconográfica de Amenofis II, advertimos que
la estela fue uno de los soportes predilectos de los escribas reales, ya que la piedra
garantizaba la perdurabilidad de lo expresado, venciendo el paso del tiempo y
posibilitando la difusión del mensaje a futuras generaciones. Las estelas de Giza9,
Amada10, Menfis11 y Karnak12, testimonian las capacidades y destrezas del dinasta,
su superioridad cualitativa respecto a egipcios y extranjeros, su habilidad
incomparable en el manejo del instrumental bélico, promocionando una imagen “sin
igual”, “sin rival”, “heroica”.
La estela de Giza, refiere la formación del príncipe en el Kap, contenido que
sorprende puesto que la idea de enseñar a un futuro rey iba contra la tradición que lo
consideraba “experto desde su concepción”. Análogamente, advertimos una
referencia textual e iconográfica de la etapa de instrucción del heredero en una
escena de la tumba de Min13: el hijo real está recibiendo una clase de adiestramiento
en el manejo del arco14; el entrenador, corrigiendo la posición del príncipe le
aconseja: “¡Tira tu arco hacia las orejas! Fortifica tus brazos… oh príncipe
Amenofis. Debes actuar con tu fuerza y tu valor” (Bresciani, 2001: 156)15.
Sin embargo, resulta lógico que tanto el esciba como el instructor hayan
difundido esta información, ya que en la época había madurado la idea de que todo
buen gobernante debía superar a su antecesor en el trono, perfeccionando el “oficio
de la monarquía”; por ende, nada mejor que dejar a la posteridad constancia textual y
visual de que Amenofis había cumplido satisfactoriamente este propósito que
demandaba dedicación y esfuerzo16.
9
La estela de Giza, de piedra caliza, fue elevada en un pequeño templo erigido para el culto a Ra-
Harakhty, al nordeste de la esfinge.
10
Se trata de una estela de 3 m. de alto y 2 m. de ancho, con inscripciones jeroglíficas pintadas e
iconografía, sita en la pared oriental trasera del templo de Amada - en Nubia-, dedicado a Amón Ra y
Ra Harakhty.
11
La estela de Menfis, de granito rosa y aproximadamente 3 m. de altura, fue hallada en el techo de la
cámara funeraria del príncipe libio Sheshonq de la dinastía XXII, por ende habría sido reutilizada.
12
Estela de granito rosado de unos 3 m. de altura por 2,10 m. de ancho, con inscripciones e imágenes,
descubierta en la cara sur del pilono VIII del Templo de Karnak.
13
Tumba tebana del Alcalde de Tinis y Supervisor de los profetas de Onuris (TT 109), que se
desempeñó como instructor de arquería en el Kap durante el reinado de Amenofis II. La escena que
plasma la clase de adiestramiento con el arco puede encontrarse en: (M. Seco Álvarez, 2000: 175;
Bresciani, 2001: 157; Biblioteca Egipto, 2006: 131).
14
Es interesante notar que las escenas del Imperio que muestran el entrenamiento real representan
frecuentemente al príncipe aprendiendo a disparar el arco y la flecha bajo el directo tutelaje de una
divinidad con características marciales -Montu, Horus o Seth-, como metáfora de la dirección y el
apoyo divino que tenía el rey.
15
Tensar el arco compuesto, elaborado con madera, cuerno de animal y tendones, exigía un gran
esfuerzo, por lo cual los arqueros principiantes realizaban distintos ejercicios ideados expresamente
para desarrollar los músculos de los brazos; luego los instructores les enseñaban la posición correcta,
la tensión que había que dar a la cuerda del arco y como calcular el alcance del tiro por su ángulo de
salida.
16
Acerca de la formación del futuro rey, la estela de Giza refiere ciertas renuncias por parte del
príncipe cuando proclama: “Está lleno de ansia de bravura, lleno de júbilo en la fuerza, siendo aún un
joven lleno de amor, sin conocimientos. Sin haber llegado aún el momento de hacer la labor de
Montu, ignora las necesidades del cuerpo y gusta de la bravura…” (Serrano Delgado, 1993: 159-160).
136 ║ Gómez, Viviana
dedos de grosor con su flecha, la cual la había atravesado y salía por detrás tres palmos, con el fin de
que los que estaban con él alabaran la firmeza de sus brazos (fortalecidos) con valentía y victoria”
(Galán, 2002: 115).
19
Este bloque de granito rosa, actualmente en el Museo de Arte de Lúxor, podría haber formado parte
de una gran puerta dedicada al tema de la victoria, junto con otro bloque que permanece en el Museo
de El Cairo y que contiene la escena del abatimiento de los enemigos. La escena de arquería de
Amenofis ha sido reproducida en (Schultz, R. et al 1997: 161; Bresciani, 2001: 157).
20
Maat encerraría el concepto de “orden justo”, establecido en el universo por los dioses a partir del
momento de la creación y permanentemente amenazado por Isfet, el caos.
138 ║ Gómez, Viviana
21
Dicha exhibición aparece también testimoniada en la estela de Karnak, pero se encuentra muy
fragmentada: “Su majestad alcanzó Qadesh…se hizo (que tomaran el juramento de lealtad…)
(Cuando su majestad estaba disparando a una) diana de cobre en frente de ellos…)” (Galán, 2002:
162).
22
Los pretendientes son presentados de manera colectiva; de los 108 sólo catorce se destacan de la
masa anónima por su nombre y patronímico, y entre éstos sólo cuatro tienen un papel activo: Leodes,
Antínoo, Eurímaco y Anfínomo; la intención del poeta pudo haber sido la de utilizar sus palabras para
remarcar la perversidad de sus conductas, que atentaban contra el antiguo orden.
De África a Europa: arco, poder y simbolismo…║ 139
lucha cuerpo a cuerpo definía la ética guerrera23. Sin embargo, este episodio adquiere
una significación especial si lo abordamos desde la óptica de la egiptología.
Es cierto que la realeza egipcia presenta características que están ausentes en la
figura del basileus, pero teniendo en cuenta que desde mediados del II milenio a.C.
están testimoniados los contactos e intercambios entre Egipto y el Egeo24, es factible
que en el campo de las letras las inscripciones orientales dejaran su huella en la épica
homérica. Si bien la escritura jeroglífica no era de fácil acceso no hay que olvidar la
importancia de la “oralidad”, cuyos ecos trascienden espacio y tiempo; además, hay
que tener presente que el poeta épico griego no se servía de la escritura para
componer sus obras sino de su “memoria”, que almacenaba componentes narrativos
heredados. En el caso de la Odisea, es importante destacar que al tratarse de un
poema tan extenso no puede excluírse la idea de que su autor utilizara además notas
o listas escritas de temas y episodios (Easterling et al., 1990: 59), que podrían
contener elementos del repertorio simbólico egipcio.
A semejanza del faraón en su Imperio, advertimos que Odiseo asume la misión
de poner fin a la situación caótica generada en su reino y restablecer el orden en sus
dominios; para ello, debe enfrentar a las fuerzas antagónicas personificadas en los
numerosos pretendientes y sirvientes desleales de su oikos.
El escenario elegido por el poeta como campo de batalla fue el palacio del
basileus, en una de cuyas salas se atesoraba una antigua pertenencia: el arco25, que
emerge como instrumento que alude al pasado heroico de Odiseo26, asociado al
“orden perdido” (Bermejo Barrera et al., 1996: 391).
23
Respecto del arco, (Reboreda Morillo, 1995: 28) señala: “era considerado el arma de los cobardes,
de aquellos que solían poner en práctica la táctica de la emboscada, que lanzaban las flechas
agazapados con la finalidad de sorprender a su enemigo sin ni siquiera ofrecerle la posibilidad de
reaccionar en su defensa si el arquero acertaba el blanco”; y en cuanto a las tácticas de enfrentamiento,
la mencionada especialista afirma: “… los enfrentamientos “cuerpo a cuerpo” eran monopolio de los
aristoi; mientras que la lucha a distancia, estaba a a cargo de la “masa anónima”, de quien no se
cantaban hazañas porque sus nombres no eran relevantes” (1998: 97). Por lo tanto, como expresara
(Vilariño Rodríguez, 2010: 269), “en el mundo griego siempre hubo arqueros y honderos, pero el
estado hoplita los ignoró hasta que Persia mostró su eficacia”.
24
Durante los reinados de Hatshepsut, Tutthmosis III y Amenofis II, en las tumbas tebanas fueron
representados productos que evidencian contactos entre Egipto y el Egeo; la lista topográfica de Kom
el-Hetan de Amenofis III, aludiría a una ruta de intercambio utilizada desde el reinado de Tuthmosis
III hasta Akhenaton; y desde el período amarniano hasta fines de la dinastía XIX, el intercambio de
bienes de lujo y de subsistencia entre ambas regiones alcanzaría su apogeo. Con la contratación de
mercenarios jonios y carios por Psamético I, a mediados del siglo VII a.C., encontramos a los griegos
asentados en Egipto, incorporándose al ejército local y recibiendo parcelas de tierra como pago de sus
servicios. También hay que tener en cuenta la presencia de viajeros de la zona del Egeo durante este
período y, en estrecha relación a los contactos, la importancia que adquiere en la sociedad saíta la
profesión de “intérprete”. Acerca de los antiguos contactos entre Egipto y el Egeo consultar: (M.
Austin, 1970; R. Merrilles, 1972; V. Hankey, 1981; R. Merrilles, 1986; Waschsmann, S., 1987; A.
Sherratt et al., 1991; N. Grimal, 1995; A. Daneri Rodrigo, 2001; Gestoso Singer, G., 2008; V.
Toscano Rivera, 2008).
25
El arco había sido un regalo de Apolo a Eurito, que luego heredaría su hijo Ifito; éste entregó el arco
a Odiseo a modo de presente –recibiendo a cambio una lanza y una espada- sellando un pacto de
hospitalidad. Debido a ello, se ha difundido la idea de que el arco de Odiseo era símbolo de
hospitalidad y, por ende, la mejor herramienta para enfrentar a los pretendientes cuyas acciones eran
opuestas a las normas de la hospitalidad.
26
Si bien en la Ilíada Odiseo no se destacó como un profesional en el uso del arco, en la Odisea el
héroe alude a su destreza con el mismo: “… deleznable no soy en certamen alguno de hombres, pues
140 ║ Gómez, Viviana
conozco el manejo del arco pulido y sabría derribar el primero a un varón de la hueste adversaria
disparando una flecha, por muchos amigos que en torno procuraran cubrirle lanzándome en contra las
suyas” (VIII: 214-218); la destreza del basileus con el arco sería además confirmada por Antínoo: “…
bien veo que nos va a ser difícil combar este arco. Entre todos los que estamos aquí no hay ni uno de
cierto que sea como fue en otros tiempos Ulises; lo vi con mis ojos y, aunque niño pequeño yo
entonces, aún guardo el recuerdo” (XXI: 91-95).
27
El certamen consistía en tensar la cuerda del arco y ensartar con un solo disparo las cabezas de doce
hachas de doble filo. La forma exacta de colocación de las hachas ha sido un tema controvertido; las
teorías más representativas fueron sintetizadas y expresadas gráficamente por (Bermejo Barrera, 1996:
396-397).
28
Acerca del escenario en el que se llevaría a cabo el certamen del arco –en el mégaron o en el patio-
consultar: (Manuel Fernández Galiano, 1986).
29
A semejanza de Amenofis, la imagen de Odiseo es la un hombre entendido y experto en arcos:
“daba vueltas el arco por doquier, observándolo a un lado y a otro, no hubiese la polilla en su ausencia
comido los cuernos” (XXI: 393-95); observando esta conducta, uno de los pretendientes declaraba:
“Un taimado es el huésped y ducho con el arco” (XXI: 97); finalmente, el héroe demuestra su destreza
al tensar el arco sin realizar esfuerzo alguno: “… levantando en sus manos el arco lo vio por entero…
su gran arco tendió; por su diestra probada la cuerda, resonó claro y bien como pío de golondrina”
(XXI: 405-411). A continuación, la prueba de la puntería sería hábilmente superada por Odiseo:
“Tomó luego la aguda saeta que a mano tenía… Fijóla contra el codo del arco, tiró de la cuerda y las
muescas y… apuntando bien derecho, la flecha lanzó; no marró en uno solo de los aros de las hachas;
el asta con punta de bronce traspasándolos todos afuera salió” (XXI: 416-423).
30
La figura del basileus de Ítaca se caracterizaba por su areté, es decir, por su fuerza, valentía y
virilidad, complementada por la métis, entendida como astucia o sagacidad que reforzaba la virtud
heroica.
31
Mientras que Amenofis a la hora de tensar y disparar el arco pone de manifiesto ante su audiencia
las características del dios guerrero Montu, Odiseo parece asumir frente a los pretendientes las
virtudes de Apolo, que en el presente contexto literario están asociadas a la guerra –arco y flecha- y a
la música –arco como lira-.
32
Las palabras puestas en boca de Eurímaco, dirigidas al resto de los pretendientes, anticipan al lector
el enfrentamiento de Odiseo y una multitud: “Este hombre, ¡oh amigos!, no habrá de dar tregua a sus
manos formidables; cogidos en ellas el arco y la aljaba, seguirá en ese umbral disparando hasta haber
acabado con la vida de todos: pensemos por tanto en la lucha, las espadas sacad, oponed como
escudos las mesas a sus flechas mortales, mantengámonos firmes y unidos contra él…” (XXII: 70-76).
De África a Europa: arco, poder y simbolismo…║ 141
triunfo sobre la fuerza numérica de los oponentes, quienes a diferencia del héroe no
contaban con la protección de Atenea33.
Finalmente, reconocemos que la matanza de los pretendientes fue consumada
utilizándose además otras armas -lanzas y espadas que aparecen en escena cuando
Odiseo había arrojado certeramente todas las flechas-, pero es innegable que el arco
fue un instrumento medular en las acciones reales contra los enemigos34,
permitiéndole al héroe reasumir y revelar su identidad ante los perversos, y al
basileus iniciar la tarea de restauración del orden en Ítaca, recuperando su poder y su
status de padre y esposo.
A modo de conclusión
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33
Al respecto, en la Odisea leemos: “Respirando coraje en el porche se alzaban los cuatro y los otros
allá en el salón: eran muchos y buenos. Vino al lado de aquéllos Atenea, retoño de Zeus…” (XXII:
2003-205). Es inevitable establecer un nuevo parangón entre el rey de Egipto, que cuenta con la
protección de Amón, y el basileus, que es favorecido por la diosa Atenea al dejar sin efecto los
disparos de lanzas efectuados por los pretendientes. Cabe mencionar que en la Ilíada se informa que
Odiseo era uno de los favoritos de esta deidad, gozando de su asistencia.
34
El tratamiento delicado que recibe el arco por parte del héroe, quien luego de disparar todas las
flechas se detiene a ubicar el arma prolijamente junto a un muro, encontrándose aún en medio de la
lucha, a nuestro entender contribuye a enfatizar el vínculo héroe-arco y la importancia de este
instrumento en las acciones del basileus: “… en tanto duraron las flechas, seguía haciendo blancos y
matando uno por uno en su casa a los fieros galanes. Ya sus cuerpos formaban montón, más he aquí
que, tirando sin cesar, le faltaron las flechas al rey; y él entonces dio descanso a su arco dejándolo allá,
junto al quicio de la sólida estancia, apoyado en el muro brillante” (XXII: 116-121).
142 ║ Gómez, Viviana
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Lecturas en torno a La Chanson de Roland y Gaston Paris
Épica, novela, película; cantar de gesta, narrativa, cine bélico: tal es la cadena
que, grosso modo, suele establecerse a propósito de las sucesivas codificaciones de
identidades colectivas. En esa serie de medios de amplio alcance, en sus diversos
contextos, los héroes de cada época, sus paradigmas y sus valores, son recreados y
alterados, por lo general, en función del nuevo modelo de representación o de ciertas
variables de contexto que influyen en la reelaboración de la historia.
En los avatares que esas supervivencias conllevan, Roland (para los franceses)
o Roldán (para los hispanos) u Orlando (para los italianos), posee un itinerario
coherente a la vez que dispar: controvertido a lo largo de la historia de sus lecturas.
Como se sabe, el héroe de La Chanson de Roland (circa s. XI), reaparece: en Italia:
en el Orlando inamorato (1476-1594) de Boiardo; luego, en el Orlando furioso
(1516-1532) de Ariosto; también en España, el siglo siguiente (1624), en el libro
XXIV de El Bernardo o Victoria de Roncesvalles, de Bernardo de Balbuena; y más
tarde en Francia, en Le Cor, de Alfred de Vigny, y en el “Mariage de Roland”
incluido en La Légende des siècles, de Victor Hugo. Por supuesto, estos son solo
algunos de los textos que retoman a Roland, y cada una de sus recreaciones opera
sobre la configuración del héroe, que muta de guerrero a enamorado (de La Chanson
a Boiardo), de enamorado a loco (de Boiardo a Ariosto), de hombre valeroso y héroe
ante los sarracenos a derrotado frente a los vascos o asturianos (de La Chanson a El
Bernardo…), de protagonista épico medieval a numen exaltado y fundido con la
naturaleza (de La Chanson a Le cor), de combatiente de enemigos a púgil en un
desafío entre compatriotas (de La Chanson a La légende des siècles).
En cuanto al cine, pocas han sido las adaptaciones de La Chanson de Roland;
incluso a pesar del espectacular potencial audiovisual del texto –enfrentamientos y
ejecuciones casi naturalistas; estructuración del combate en series paralelas que se
desgranan en episodios sucesivos de tensiones y clímax; diversas focalizaciones del
relato a partir de las cuales se entrevé el final y la tragedia; problemáticas como la
y fiereza, casi animales. Así se dice de Roldán en el cantar: “Quant Rollant veit que
la Bataille serat,/ plus se fait fiers que leon ne leupart” (vv. 1110-1111) . Roland, en
esa secuencia crucial, dispone del cuerpo militar en función del valor y lo lleva a
batalla a pesar del consejo de Oliveros. Es, tal vez, una extenuación de los principios
del valor –que conlleva, por extenuar el paradigma, a la falta de sensatez del héroe,
remarcada por el narrador en la subrayada atribución de esa virtud a Oliveros.
Incluso, luego, es cuestionado por la figura de Oliveros: “Si vous sonnez le cor, ce ne
sera pas un acte de bravoure” (v. 1710). Oliveros, el razonable, el sensato, se resigna
a la lucha y a ella se aferra, movido por la honra y argumentando la falta de valentía
de Roldán al querer tocar el cuerno ahora, cuando es tarde, acusándolo
iracundamente de ligereza y desmerecimientos afines. En este punto y en ese sentido,
Roland, como héroe nacional o figura comunitaria, es problemático. El estudio
semántico de Foulet subraya explícitamente lo que a veces implícitamente y a veces
no tanto, según hemos citado, se dice o se pone en juego en el cantar. Lukács decía
que “el héroe épico, en tanto dueño de su destino, no se halla en soledad, puesto que
este destino lo conecta de manera indisoluble con la comunidad cuyo destino se
cristaliza en el suyo propio” (2010:62). La contradicción está a la vista, en relación a
lo que planteaba Gaston Paris, ya que el héroe dispone de su tropa y actúa de manera
que pone en riesgo a su propia comunidad a partir de su tozuda desmesura trágica.
De manera que bajo estas perspectivas, las hipótesis de Paris son tan
fundacionales como polémicas. Las contradicciones entre su lectura y las posteriores,
incluso entre su lectura y lo que el texto pone en juego, no son menores, y las
operaciones críticas del filólogo al respecto son menos la descripción objetiva de una
documentación que el entramado de hipótesis que sostienen un programa teórico y de
investigación institucional en un contexto determinado: la Francia post-napoleónica,
en el contexto de la guerra Franco-Prusiana, que es a la vez marco y demanda de las
hipótesis trabajadas por el filólogo, en relaciones complejas, lejos de los supuestos
estatismos de lo que se configura como lo dado.
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UNS / CONICET
nicolasjarque@gmail.com
1
Clausen rescribe partes de ese texto de un modo más simple y claro en Kenney, E. J. y Clausen, W.
V. (1982: 182).
2
En Catulo 95 tenemos una idea del trabajoso proceso de escritura que requería la poesía docta.
3
El traductor es Juan de Arjona. El catedrático Pere-Enric Barreda de la universidad de Barcelona
reeditó la traducción de Juan de Arjona en 1996 y se puede encontrar en: http://www.uv.es/~lemir
/Textos/Teba_Intr.html .
4
Marcial, Epigramas, 5.84.
5
Lejavitzer Lapoujade (2000: 24, nota 75) explica que mientras que duraba el festejo de las Saturnales
se podía usar síntesis todo el día, incluso para salir afuera.
6
Marcial, Epigramas, 14.1.1-6.
7
Virgilio, Bucólicas, 6.1-5.
8
Epigramas, 14.1:'Sunt apinae tricaeque et si quid vilius istis.' / Quis nescit? vel quis tam manifesta
negat? / Sed quid agam potius madidis, Saturne, diebus, / Quos tibi pro caelo filius ipse dedit? / Vis
scribam Thebas Troiamve malasve Mycenas?
Acá no hay gorgonas ni harpías ni centauros…║ 151
15
Vessey (1972) y Roberts (1989) señalan que Estacio introduce elementos de la mitología en sus
textos para conferirle una dimensión trascendental a los acontecimientos reales.
16
Epigramas: 6.29; 6.68; 9.76; 9.86; 10.50; 10.53; 11.69; 12.52.
17
Epigramas: 5.55; 6.13; 7.15; 7.50.
18
Epigramas: 4.75; 7.74; 8.46; 9.39; 9.51; 9.56.
19
Epigramas: 4.25; 4.57.
20
Epigramas: 4.44.
21
Epigramas: 9.61.
22
Epigramas: 6.21.
Acá no hay gorgonas ni harpías ni centauros…║ 153
La impresión que nos deja ese libro es que los relatos mitológicos quedan
minimizados por los espectáculos.
Creo que ver el asunto desde otros poetas y escritores ayuda a entender mejor
las decisiones que toma Marcial con respecto a la mitología. Las aves de Aristófanes
puede ser una opción interesante, también algunos textos de Luciano de Samosata -el
lector incluirá sus opciones, por supuesto-. Luciano cuenta que un día, de casualidad,
pasó por la zona del Erídano, un lugar importante para los estudiosos de la mitología,
porque fue ahí -según se dice- donde cayó Faetonte manejando el carro dorado del
sol. A Luciano le interesaba el río por ese mito, especialmente por la descripción de
las hermanas de Faetonte. El relato dice que, convertidas en plantas de álamo,
lloraban la desgracia de su hermano derramando lágrimas compuestas por una
variedad de oro que se conoce como electro23. Luciano esperaba llegar a la orilla del
Erídano, extender su túnica abajo de los álamos y llenarla de pepitas de electro como
quien extiende la remera para juntar frutos de piquillín. Habló con la gente del lugar
para tener una idea más exacta de la ubicación de los álamos, pero nadie sabía nada.
La gente no conocía la historia de las lágrimas de oro y no tenía idea quién era
Faetonte, nombre que sonaba extraño. Un poco confundido, Luciano subió a un
barco y les preguntó a los remeros. Sus interlocutores no le entendían. De hecho
parecía como si les causara gracia lo que les decía; así que Luciano tuvo que empezar
de cero y contarles todo el mito. Entonces los remeros le preguntaron a Luciano:
¿vos crees que si brotara oro de los árboles nosotros estaríamos remando todo el día
por dos óbolos?
Con esa pregunta Luciano aterriza drásticamente en un paisaje muy distinto al
de los relatos mitológicos. Y en ese paisaje aprende algo para su propia escritura. Yo
escribo cosas simples y sin mitología -dice Luciano- no sea cosa que a los lectores
les pase como cuando sumergimos algo en el agua, donde las cosas se distorsionan y
parecen más grandes de lo que en realidad son24.
Luciano hubiera entendido algo de lo que aprendió en su viaje al Erídano
leyendo el epigrama 10.4 de Marcial: Vos que leés a Edipo y a Thyestes, el de los
eclipses, o sobre Cólquidas y Escilas, ¿qué leés sino monstruosidades? ¿qué te
importa Hilas, Partenopeo o Atis? ¿o el Hermafrodita que odia a sus aguas amantes?
Acá no hay gorgonas ni arpías ni centauros. Si no querés conocer tus costumbres ni
lo que te rodea, ni conocerte a vos mismo -dice Marcial- entonces leéte las Aitia de
Calímaco25.
Bibliografía
Barchiessi, A. (2005) “The Search for the Perfect Book: A PS to the New Posidippus” en: Gutzwiller,
K. The New Posidippus: A Hellenistic Poetry Book, pp. Oxford, pp. 320-342.
23
También ámbar y oro blanco. Es una aleación de oro y un metal blanco como plata, paladio, o
níquel.
24
Luciano, Ámbar o los Cisnes.
25
Qui legis Oedipoden caligantemque Thyesten, / Colchidas et Scyllas, quid nisi monstra legis? /
Quid tibi raptus Hylas, quid Parthenopaeus et Attis, / Quid tibi dormitor proderit Endymion? /
Exutusve puer pinnis labentibus? aut qui / Odit amatrices Hermaphroditus aquas? / Quid te vana
iuvant miserae ludibria chartae? / Hoc lege, quod possit dicere vita 'Meum est.' / Non hic Centauros,
non Gorgonas Harpyiasque / Invenies: hominem pagina nostra sapit. / Sed non vis, Mamurra, tuos
cognoscere mores / Nec te scire: legas Aetia Callimachi.
154 ║ Jarque, Nicolás
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Recontextualizando la conversión forzada de la comunidad judía de
Clermont en 576 d.C.
1
Texto tomado de la edición de Reydellet (1998).
2
Ibid., V, V, 66.
3
Ibid., V, V, 28-98.
4
Nótese que la práctica se realiza en oposición a varias normas conciliares que estipulaban un período
de catecumenado para asegurar una conversión sincera del individuo.
en un suave aroma5. A ello sigue una fiesta llena de gratas fragancias e impregnada
de luz6. La armonía retorna. Una ciudad, una fe7.
Como veremos, el relato de Venancio Fortunato no es el único y presenta
divergencias, paradójicamente, con el de su informante, Gregorio de Tours. Luego de
pasar revista a las diferencias entre ambos autores, intentaremos, a lo largo de esta
breve presentación, contextualizar los hechos acaecidos en Clermont, estableciendo
comparaciones con contextos y temporalidades cercanos.
Dos trabajos fundamentales para analizar la problemática son, sin dudas, los de
Walter Goffart y Marc Reydellet8. Según ambos autores, la cronología de las fuentes
que refieren a la conversión de los judíos de Clermont presenta una particularidad.
Gregorio de Tours, al enterarse de lo ocurrido, pide a Venancio que escriba un
poema en honor a Avito. El obispo de Clermont, es necesario no perderlo de vista,
había sido tutor de Gregorio. El poeta, en apenas dos días y fiándose de la
información brindada por el obispo, escribe las líneas que hemos analizado9. Ahora
bien, Gregorio también narra el suceso, pero lo hace algunos años más tarde, en el
marco de una obra mayor10. Los relatos, como veremos en breve, difieren en algunos
aspectos centrales11.
El encadenamiento de hechos presentado por Venancio Fortunato, del que ya
hemos anticipado lo esencial, es el siguiente: 1) El día de la Ascención los cristianos,
espontáneamente, destruyen la sinagoga. 2) El obispo Avito, quien no es señalado
5
Ibid., V, V, 103-104. Para Parkes (1961:334) la referencia representaba el testimonio más antiguo de
la luego difundida leyenda medieval sobre el olor judío. El autor, de hecho, desliza la sospecha de que
en Venancio no se tratara de una mera metáfora. No obstante, en Maximino ya aparece una referencia
similar al olor judío (Contra Iudaeos, IV, 18-19.). Reydellet (1992:375-376), en cambio, vincula la
temática del olor a referencias bíblicas (Gen. 27:27; Ex. 5:21; Cor. 2:15), de modo que el poeta estaría
afirmando la pérdida del carácter espiritual del pueblo judío, así como había sucedido con Esaú en
beneficio de Jacobo. Nos parece importante remarcar, de todos modos, que –más allá de las
intenciones de Venancio– su auditorio pudo haber realizado una lectura del tópico en términos
concretos. Brennan (1985:328) considera que la mención de Venancio sobre el olor puede ser una
referencia oblicua al aceite rancio lanzado al neoconverso (véase infra). Sobre el derrotero del topos
del olor judío, véase a González Salinero (2000:154).
6
Venancio Fortunato, Carmina, V, V, 105-122.
7
El valor del concepto de unidad en la obra de Venancio, sobre todo vinculada a la praxis episcopal,
es bien remarcado por Roberts (2009:48-53).
8
Goffart (1989a); Reydellet (1992). Véase también Blumenkranz (1960:140-141); Brennan (1985);
Claude (1991); Kelly (1997) y Rose (2002). Para Brennan la expulsión se relacionaba –aquí el autor
se acerca a Bachrach– con el apoyo judío al opositor de Avito al momento de asumir el cargo
episcopal, Eufrasio. En el caso de Kelly, la autora considera, de modo atinado, que los judíos no
representan una preocupación en Gregorio de Tours y son utilizados, simplemente, para explicitar el
rol del obispo. Si bien acordamos con la autora, creemos, junto al resto de los especialistas, que más
allá de los intereses primarios del hombre de Tours, en su discurso se reflejan no solo hechos
históricos sino también su posición frente al fenómeno judío.
9
Venancio Fortunato, Carmina, V, Va, I-II.
10
Se trata de Libri historiarum X (LH desde aquí), de datación compleja. Trabajaremos a partir de la
edición de Krusch – Levison (1951). Sobre la datación véase Krusch-Levison (1951:XXI-XXII).
11
Como bien señala Rose (2002:313) estaríamos ante una especie de doble edición de Gregorio, en
primer lugar, al seleccionar la información otorgada a Venancio; en segundo término, al construir,
años después, su propio relato.
Recontextualizando la conversión forzada…║ 157
como el responsable, hace su aparición con un discurso que apela a elementos típicos
de la polémica entre cristianos y judíos12, ofreciendo, como vimos, la oportunidad de
convertirse o abandonar la urbe. 3) Los judíos hacen caso omiso y se atrincheran en
una casa. 4) Ante la presión de la multitud cristiana, armada, los judíos envían
mensajeros comunicando el deseo de abrazar el cristianismo, afirmando que, de ser
asesinados por la muchedumbre, el obispo perdería a sus nuevos conversos. Son
bautizados y todo el pueblo celebra.
El poema se encuentra cruzado por adjetivaciones violentas, habituales en la
literatura aduersus Iudaeos. Así, los judíos son presentados como una turba impía13,
rebeldes14 y de oscuro corazón15. Oprimidos por las sombras, no pueden ver con
claridad16 y, a pesar de su antigüedad, no han aprendido nada17. El discurso que
Venancio pone en boca del obispo, adquiere una tonalidad aún más violenta cuando
insiste en su propuesta: Redde, colone, locum, tua duc contagia tecum, aut ea sit
sedes, si tenet una fides18. Paradójicamente, el poema insiste en la amabilidad de
Avito, haciendo hincapié en la suavidad de la prédica19. De hecho, una parte del
discurso apunta en tal dirección: Vis hic nulla premit, quo uis te collige liber: aut
meus esto sequax aut tuus ito fugax20. Evidentemente, más allá de la sugerencia
discursiva, el poema da a entender que el escenario no era precisamente el de una
elección libre.
Ahora bien, el relato de Gregorio de Tours presenta algunas divergencias. En
primer lugar, comienza tiempo antes, en la Pascua21, a partir de la provocación de un
judío. En plena procesión unus Iudaeorum arroja oleum foetidum sobre un
neoconverso que provenía del judaísmo22. La muchedumbre reacciona
inmediatamente e intenta lapidar al perpetrador del ataque. El obispo, sin embargo,
se interpone23. Días más tarde, durante el día de la Ascención –este es, como hemos
12
Venancio Fortunato, Carmina, V, V, 35-70. El obispo apela, en el marco de un registro cargado de
violencia, a tópicos habituales como la incapacidad judía, asociada a falta de claridad intelectual y a
terquedad, de comprender el plan divino y la trinidad. Argumenta, además, a partir de referencias a
figuras veterotestamentarias, recurriendo a Abraham, Lot, David y los profetas, quienes ya
testimoniaban, según afirma, el advenimiento de Cristo.
13
Venancio Fortunato, Carmina, V, V, 20: impía turba.
14
Ibid., V, V, 33: rebelles.
15
Ibid., V, V, 26.
16
Ibid.
17
Ibid., V, V, 35. En la misma línea son asimilados a una cohorte: Iudaea cohors.
18
Ibid., V, V, 69-70. Nótese la virulencia de vocablos como colonus y contagium. Es interesante
trazar una comparación con Gregorio Magno, quien en Ep. IX, 196, incluye a los judíos en la
categoría de habitatores¸ en un gesto discursivo que, frente al peligro longobardo, los agrupa junto a
la población cristiana. No obstante, el mismo Gregorio, ante la posesión de esclavos cristianos por
parte de judíos en el orbe merovingio, nomina a los judíos como hostes. Gregorio Magno, Registrum
epistularum, IX, 214 [Julio, 599]. Edición de Norberg (1982). Sobre Gregorio y la utilización de
diversos calificativos frente a los judíos, Laham Cohen (2008).
19
Ibid., V, V, 71-72.
20
Ibid., V, V, 67-68.
21
Moorhead (2011) toma este caso, junto a otros contemporáneos para enfatizar la ya conocida
turbulencia interreligiosa que se registraba en el período pascual. En oposición, Rose (2002), trazando
paralelismos con la conversión forzada de los judíos de Mahón, considera que la triada Pascua,
Ascensión, Pentecostés, es un constructo literario que tiene por objetivo insertar el suceso en el plan
de salvación divino.
22
Gregorio de Tours, LH, V, 11, p. 205, 12-14.
23
Ibid., p. 205, 14-15.
158 ║ Laham Cohen, Rodrigo
24
Ibid., p. 205, 15-18.
25
Ibid., p. 206, 1-6.
26
Ibid., p. 206, 4-5. Similares palabras en Venancio Fortunato, Carmina, V, V, 55-56: Sit, rogo, grex
unus, pastor ut unus adest.
27
Gregorio de Tours, LH, p. 206, 6-16.
28
Ibid., p. 206, 16-17. En cuanto a la utilización del verbo reddo se han sugerido diversas hipótesis.
Goffart (1989a:313) ensaya una explicación, verosímil pero sin apoyatura heurística como el mismo
autor reconoce. Se trataría, dice, de una parte de la comunidad judía proveniente de Marsella, con solo
algunos años en Clermont y un mayor grado de observancia religiosa, por lo que aún no se habrían
integrado completamente a los judíos “vernáculos” de Clermont. Si bien la explicación es ingeniosa y
nos recuerda a la división, a partir de la rica evidencia epigráfica, de la judería romana en sinagogas
que involucraban a grupos como vernáculos, hebreos, etc., las herramientas que poseemos para
esclarecer tal posición son escasas. Sobre la judería romana, en general, véase a Cappelletti (2006).
29
Gregorio Magno envía una carta, hacia el 591, donde repudia las conversiones forzadas llevadas a
cabo en Marsella y en Arles. Comerciantes judíos habían comunicado al obispo la situación. Gregorio
Magno, Registrum, I, 45 [junio, 591].
30
Gregorio de Tours, LH, p. 205, 5-10
31
Ibid., p. 205, 13-14.
Recontextualizando la conversión forzada…║ 159
32
Salo Wittmayer Baron fue de los primeros historiadores modernos en bregar por una visión más
equilibrada de la realidad judía medieval. Véase Baron (1961, original publicado en 1928) Sobre el
derrotero del ideario de Baron véase Engel (2006). Interesante, asimismo, es la posición de Myers,
quien recuerda que si bien Baron optó por destruir la concepción lacrimosa del judaísmo medieval,
operó indirectamente para construir una historia judía moderna lacrimosa (Myers, 1997: Introducción,
VII-XI).
33
Autores como Zunz y Graetz también enfatizaban, sobre todo para la Edad Media, los aspectos
negativos de la realidad judía. En general, véase Skinner (2003)
34
Obras pioneras y de gran impacto en tal línea son, para la Antigüedad Tardía, Marcel Simon (1964,
primera edición 1948) y, para el Alto Medioevo, Bernhard Blumenkranz (1960). Ambas, de todos
modos, se muestran equilibradas, si bien Blumenkranz tiende a ir demasiado lejos en la mirada
optimista, tal como el mismo Simon sugirió en el post-scriptum del Verus Israel (1964).
35
Bachrach (1973; 1977). En efecto el autor sostiene, sin apoyatura heurística, que los judíos habían
impulsado a Eufrasio, opositor de Avito al momento de la elección, por lo cual este habría tomado
revancha años más tarde (1977:55-56). En realidad, como señala Kelly (1997:112) se trata de una
lectura errónea de LH, IV, 35 donde el rol de los judíos es simplemente el de vender a Eufrasio los
objetos de lujo que este envío al rey con el objeto de obtener la cátedra de Clermont.
36
Rutgers (2009: 124-125). Es de hacer notar que, en trabajos previos (1992; 1995), Rutgers se acerca
bastante a lo que el mismo considera corriente optimista. En los últimos trabajos parece haber
reconsiderado el análisis, alcanzando un punto intermedio.
37
La visión de Jonathan Elukin (2007) sobre la interacción entre judíos y cristianos, es, a nuestro
entender, adecuada y equilibrada, escapando a modelos estáticos.
38
Ferreol habría muerto en 581 d.C. Blumenkranz (1963:131-132) dató la escritura de la Vita Ferreoli
hacia el siglo VIII.
160 ║ Laham Cohen, Rodrigo
convertirlos, tal como dice la fuente, a fuerza de oración e insistencia39. Sin embargo,
en este caso ya hemos avanzado al siglo VII, temporalidad aún más compleja por una
serie de posiciones radicales impulsadas tanto por el Imperio romano de Oriente
como por los diversos monarcas de la Hispania visigoda40. Según Fredegario, otra
fuente de la cual se suele dudar, Dagoberto también habría aceptado la orden de
Heraclio de convertir forzosamente a los judíos41.
No es necesario, sin embargo, adelantarnos en el tiempo. Las iteradas
prohibiciones presentes en el Código Teodosiano reprimiendo la usurpación o
destrucción de sinagogas y estipulando, incluso, resarcimiento para la parte afectada,
manifiestan la existencia de ataques a las casas de culto judías a lo largo los siglos IV
y V42. El mismo cuerpo legislativo, por su parte, prohibía la erección de nuevas
edificios cultuales judíos43.
Memorable es la discusión entre Ambrosio de Milán y Teodosio en relación a
la destrucción de la sinagoga de Calínico44. Mahón, Roma, Rávena y Orleans, entre
otras ciudades occidentales, también fueron testigo de destrucciones o usurpaciones
de sinagogas entre el V y el VI45. En tiempo de Justiniano, la Novella 37 de Africana
Ecclesia estipuló, para el África reconquistada, la reconversión de las casas de culto
judías en iglesias46. De hecho, el mismo relato del obispo de Tours, como veremos en
breve, menciona la conversión forzada de un número indeterminado de judíos por
orden de Chilperico. Incluso en tiempos de Gregorio Magno, hombre moderado y
siempre atento a la normativa, varias sinagogas de la Península Itálica fueron
ocupadas, a pesar de la oposición explícita del obispo de Roma47.
Evidentemente, si nos limitáramos a analizar esta apretada y reducida
selección, podríamos concluir, en línea con la vertiente lacrimosa, que los judíos de
la Antigüedad Tardía y el Temprano Medioevo vivieron en un horizonte plenamente
hostil. A ello podríamos sumar la monocorde y virulenta iteración de tópicos
antijudíos en la mayoría de los tratados de los hombres de Iglesia del período48.
39
La evidencia se encuentra en la también anónima Vita Sulpitii. Véase la edición de Krusch
(1902:374-375),
40
La bibliografía sobre el judaísmo en tiempos visigodos, así como también en relación al Imperio
romano de Oriente, es ingente. Para tener una idea general, véase Gil (1977); Garcia Iglesias (1978);
Garcia Moreno (1993); Sharf (1995); Cordero Navarro (2000).
41
Fredegario, Crónica, IV, 65. Sobre el valor de la crónica, véase la introducción de Devillers y
Meyers (2001). También Goffart (1989b:319-355)
42
Principalmente C. TH., XVI. 8-9 Una buena compilación, con traducción francesa a partir de la
edición de Mommsen en Rougé-Delmaire (2005). La traducción al inglés y el análisis de cada norma
referida al judaísmo en Linder (1987). Para una visión general de la problemática, Linder (2006).
43
C. TH. XVI, 8.25.
44
Ambrosio de Milán, Ep. 40.
45
La sinagoga de Mahón habría sido víctima de un ataque en el 418. En Roma, los años 388 y 509-
511 habrían visto destrucciones de sinagogas mientras que la casa de culto judía de Rávena habría
sido atacada hacia el 519-520. La de Orleans, por su parte, habría sido destruida antes del 585.
46
Entre otros, Irmischer (1988); Rabello (2006)
47
Gregorio Magno, Registrum, I, 34 [marzo, 591 – sinagoga de Terracina]; II, 45 [agosto, 592 –
sinagoga de Terracina]; IX, 196 [julio, 599 – sinagoga de Cagliari]; VIII, 25 [junio, 598 – sinagogas
de Palermo]; IX, 38 [octubre, 598 – sinagogas de Palermo].
48
Sobre la literatura aduersus Iudaeos, existen infinidad de obras y debates que escapan al objetivo de
este trabajo. Las líneas del debate han discurrido entre los trabajos de Harnack (1883); Williams
(1935); Simon (1964, primera edición 1948); Blumenkranz (1963) Ruether (1974); Taylor (1991),
Recontextualizando la conversión forzada…║ 161
Pero existen algunos hechos que ponen en tela de juicio tal perspectiva. El
primero, tan simple como ineludible, es la continuidad del asentamiento judío en la
mayoría de las regiones de Europa Occidental. Continúan, incluso, las erecciones de
nuevas sinagogas en contraste a la explícita prohibición imperial49. La sinagoga de
Bova Marina, en el sur de Italia, cuyos restos arqueológicos fueron hallados en 1985,
habría sido erigida en el IV sufriendo, incluso, un proceso de monumentalización en
pleno siglo VI50. Aún en la Galia visigoda fue hallado un epitafio escrito en hebreo,
datado a fines del siglo VI, en una región donde, según la legislación, ya no existían
judíos51.
Así, si bien Ambrosio logró que ni los cristianos ni el Estado pagasen los
costos de reconstrucción de la sinagoga, el emperador reforzó la protección, cuanto
menos legal, a las casas de culto judías52. Teodorico, fiel a la ley romana, dispuso la
utilización de fondos públicos para la reconstrucción de la sinagoga53 mientras que
Gregorio, en el cierre de la Antigüedad Tardía, sugirió la devolución de las sinagogas
usurpadas o, cuando ello no era posible, el resarcimiento y posterior reubicación de
estas54.
El panorama, así, gana complejidad. Evidentemente existían, tal como afirmó
Goffart (1989a:317), paroxismos de celo, en los cuales el clero local o, incluso,
sectores de la población cristiana, hostilizaban abiertamente a los judíos. No
obstante, tales hechos no responden a una práctica sistemática. Después de todo,
encontramos judíos reclamando a Teodosio, a Teodorico y a Gregorio Magno.
Incluso, tal como afirma Gregorio de Tours, los judíos adularon al rey Gontrán con el
objetivo, según narra el propio rey en el relato del obispo, de ser beneficiarios de una
erogación real para reconstruir la recientemente destruida sinagoga de Orleans. El
rey niega la petición pero en ninguna parte afirma que la casa de culto no pueda ser
reconstruida. A partir de tal marco, es pertinente volver a la Clermont del 576 con el
fin de resituar las potenciales razones e implicancias del conflicto.
solo para citar una reducidísima selección. Buenas compilaciones e introducciones a la problemática
en Judant (1969); González Salinero (2000); Carleton Paget (2010).
49
La evidencia en Palestina es abrumadora, sobre todo en la zona de la Galilea. Entre otras obras,
véase Hachlili (1989); Levine (2005).
50
Costamagna (1991 y 2003).
51
Noy (1993:263 = JIWE I, n. 189).
52
Reenviamos nuevamente a la legislación sobre sinagogas en el Código Teodosiano. Sobre todo C.
TH. XVI, 8.9 del año 393 d.C.
53
Tal como consta en la Crónica del Anónimo valesiano, XIV, 81-82.
54
Ver nota n.47.
162 ║ Laham Cohen, Rodrigo
la praxis frente al problema judío. Cierto es que existe una coincidencia en el registro
utilizado para referirse al judaísmo. La apelación a topoi antijudíos no varía en
cualidad sino en cantidad, pero siempre están presentes, incluso en hombres de
Iglesia moderados como Gregorio Magno. No obstante, tras las palabras, se observan
diferentes actitudes. El Nuevo Testamento, tal como señala Stroumsa, podía ser leído
tanto en clave erística como irénica55. Las condiciones sociales, políticas y
demográficas, a su vez, variaban. Así, la virulencia desplegada por Juán Crisóstomo
en la Antioquía del siglo IV, poco se acerca a la suauitas que emana de Gregorio
Magno a fines del VI, si bien ambos –insistimos– apelan a tópicos como ser la
vinculación entre judíos y el diablo, su perfidia, incredulidad, irracionalidad, etc.
En el caso aquí presentado, creemos observar con claridad una diferencia de
tonalidad entre Venancio y Gregorio. Como ya hemos señalado, Venancio hace un
mayor despliegue de tópicos antijudíos y, de hecho, alcanza cotas de virulencia que
no se observan en su amigo de Tours. Así, el judío es presentado como extranjero,
oloroso y asociado a la enfermedad. Si bien en el pasaje de Gregorio de Tours los
judíos también son puestos a elegir entre convertirse o exiliarse, el discurso no se
presenta tan agresivo ni cargado de tópicos antijudíos como el observado en el poeta.
Recordemos, también, que se elide del relato la presión de las armas y se apela a la
intervención divina que muta el parecer de los hebreos.
En la misma línea, otras referencias a judíos en los Libri historiarum los
presentan desde un punto de vista relativamente neutral56. Si bien nunca aparecen
ponderados positivamente, el obispo se encuentra lejos de los niveles de virulencia
antijudía observados en Venancio. En este sentido Gregorio de Tours se acerca a su
homónimo de Roma, al menos en el discurso observable en el Registrum
epistularum57. Si bien, a priori, tal comparación puede parecer descabellada dado
que Gregorio Magno criticó en reiteradas ocasiones la usurpación o expropiación de
sinagogas, el registro utilizado por ambos hombres es similar. Cierto es que apelan al
repertorio de tópicos antijudíos, pero ninguno alcanza cotas de violencia discursiva
similares a las de Venancio. Aunque el hombre de Tours celebra el éxito de Avito –
no olvidemos, su tutor58– el obispo de Clermont no aparece vinculado a la
destrucción de la sinagoga y sus palabras no ostentan la agresividad que había
reseñado Venancio. En el relato gregoriano, además, la disputa nace por la
55
Stroumsa (1993).
56
Los judíos no ocupan cumplen un rol central, evidentemente, en la obra de Gregorio de Tours.
Apenas aparecen y, en general, su figura sirve para reafirmar la identidad cristiana. Algunas de las
menciones a judíos en los Libri historiarium que no se mencionan en esta breve presentación, son los
siguientes: Un obispo pierde la vista y, permaneciendo en la basílica de San Martín, alcanza una cura
parcial. No satisfecho, apela a un médico judío, perdiendo por completo la visión (V, 6, p. 203, 11-
28); Dos judíos, junto a dos cristianos, los cuatro prestamistas, son asesinados por hombres de su
principal deudor, el noble Iniuriosus (VII, 23, p. 343-344); Los judíos de Clermont tenían una buena
relación con el obispo Cautinus por los precios que este, descrito como ambicioso, pagaba por sus
mercancías (IV, 12, p. 144, 2-5). Es de hacer notar, no obstante, que Cautinus es presentado por
Gregorio como un hombre corrupto y vicioso, por lo que su buen vínculo con los judíos representa, en
algún modo, otra falta.
57
No es este el espacio para analizar la obra gregoriana, pero debe enfatizarse que su praxis,
registrada en el Registrum no impidió que el discurso antijudío permeara obras como los Moralia, las
Homiliae in Evangelia y las Homiliae in Hiezechihelem.
58
Hecho que probablemente haya operados sobre la visión del obispo. Tal parcialidad ya había sido
sugerida por Claude (1991:138).
Recontextualizando la conversión forzada…║ 163
(Una) conclusión
59
Bien enfatizado por Claude (1991:147), quien, en una línea similar a la aquí expuesta, encuadra el
relato de Gregorio de Tours en el perfil esbozado por autores como Agustín, Gregorio Magno e
Isidoro de Sevilla, los cuales rechazaban la violencia y promocionaban la prédica como herramienta
de conversión.
60
Así comprendido por Goffart (1989:300-306), interpretación con la que acordamos. Narra Gregorio
de Tours que Priscus, judío allegado a la corte que había rechazado la conversión forzada, es
asesinado por un neoconverso, hecho que lleva luego a la venganza de la familia del asesinado, en un
ciclo de muertes vinculado al desorden. Brennan (1985:322), en oposición, considera que la
conversión ordenada por Chilperico es el único suceso celebrado por el obispo de Tours. No obstante,
el pasaje en cuestión (LH, VI, 17) resulta en una simple narración del acto, sin palabras o epítetos que
celebren la acción. Por tal motivo, nos acercamos a la interpretación de Goffart.
61
Bien iluminado por Heinzelmann (2001:41-76; 181-191).
62
En Gregorio, explícita condena a las conversiones forzadas llevadas a cabo en la Galia en Ep. I, 45
[junio, 591]. En Isidoro, la crítica se observa en Historia Gothorum, 60 cuando narra como Sisebuto
había convertido a los judíos con celo pero sin inteligencia. Explícitamente se opone al concepto de
conversión forzada en Sententiae, II, 2, 4.
164 ║ Laham Cohen, Rodrigo
Bibliografía
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63
Evidentemente, se trata del aspecto más difícil de aprehender. Mucho se ha hipotetizado y poco se
conoce efectivamente sobre las relaciones cotidianas entre judíos y cristianos a lo largo de la
Antigüedad Tardía y el Alto Medioevo. Por una limitación espacial, no será este el lugar para tratar la
temática. Baste aclarar que la imagen que dejan tanto la iteración de cánones y normas intentando
limitar los contactos entre ambas comunidades, como la continua utilización de tópicos antijudíos en
la parénesis cristiana, parecen connotar una coexistencia pacífica solo alterada por situaciones
particulares de tensión, muchas de ellas motorizadas por el clero. Conocer el impacto del discurso
antijudío en la población es otra área problemática de difícil resolución.
64
Para una introducción a la temática, Cohen (1999).
65
Moreira (2000:101) sostiene, sin demasiado sustento empírico ni teórico, que Gregorio de Tours no
convirtió a los judíos de Tours dado el pequeño tamaño de la comunidad local.
Recontextualizando la conversión forzada…║ 165
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166 ║ Laham Cohen, Rodrigo
recurso al juramento estaba ampliamente difundido en el mundo bizantino tanto en el ámbito privado
cuanto en el público, especialmente como forma de asegurar un acuerdo, pacto o promesa respecto de
una acción o conducta futura. Ahora bien, no resulta descabellado considerar que al mencionar esta
recta acción se está aludiendo indirectamente a la prohibición de no jurar mencionada en Mateo 5, 33-
37, Mateo 23, 16-22 y en Santiago 5, 12, pasajes a los que, curiosamente, Festugière en su edición no
alude. De este modo, lo “destacable” del α ό ω α radica, en este caso, en la perfecta adecuación de
la conducta a un precepto evangélico. Por otra parte, de particular interés es el hecho de que la recta
acción a la que aquí se hace referencia no es un hecho puntual y concreto, sino una actitud sostenida a
lo largo de la vida. Con respecto a la prohibición neotestamentaria no es ocioso agregar que las
discusiones teológicas en Bizancio respecto de ella parecen haberse inclinado por condenar los
juramentos “superfluos” y algunas formas de juramento en particular y no la acción de jurar en sí (cf.
Burgmann 1991: 1509). De hecho, que el juramento es un elemento ampliamente presente en el
mundo bizantino se manifiesta en los mismos escritos del neapolitano.
6
Cf. Uthemann (1996: 878).
7
Todas las citas corresponden al número de capítulo y línea de la edición Festugière 1974.
8
Skeb (1999a: 347).
9
Kazhdan & Patterson Sevcenco (1991: 1059).
10
Razón por la cual las Iglesias copta y etíope festejan su día el 11 de noviembre, mientras que la
Iglesia ortodoxa lo festeja el 12 de noviembre.
11
Los especialistas suelen oscilar respecto de las fechas de inicio del patriarcado de Juan, tanto cuanto
de las de su muerte. Compárese, por ejemplo, Baldwin (1991: 1213), Skeb (1999a: 347) y Uthemann
(1996: 878).
12
Cf. Usener (1907).
13
Migne, Patrologia latina 73, 337-384.
Los κατορθώματα de Juan el Limosnero…║ 169
14
Cf. Leonardi & Riccardi & Zarri (2000: 1353).
15
Cf. XXXIX 2. Esta expresión también se encuentra en el título mismo de otra hagiografía de
Leoncio: “Vida y conducta del abbá Simeón, apodado ‘loco’ por causa de Cristo, escrita por Leoncio,
el piadosísimo obispo de Neápolis en la isla de Chipre”. Cf. Cavallero & Fernández & Lastra Sheridan
(2009).
16
Cf. Gelzer (1893: 176).
17
El diccionario de Lampe dedica casi dos columnas a este vocablo. La lista es nutrida. Allí se
distingue, en primer lugar, un sentido activo y un sentido pasivo. Dentro del sentido pasivo el
α ω α se utiliza como: 1. éxito: de la Iglesia en el mundo; 2. triunfo, logro, obra: en la esfera
moral o espiritual; de los mártires; de la Iglesia; hazaña del ascetismo; de una obra de Cristo o de
Dios; de la santificación a través del bautismo; 3. en un sentido más general: en plural, buenas obras;
como opuesto a α α α (ya en el estoicismo), π α σ α α y π α α; 4. perfección, virtud:
de Cristo; virtud como cualidad; de otras virtudes individuales. 5. crédito, mérito. Por su parte, en
sentido activo se indican los siguientes significados: 1. ordenación o ejercicio correcto; 2. perfección,
consumación; establecimiento. Cf. (Lampe A patristic Greek lexicon, pp. 735-736). Por su parte el
léxico de griego en los períodos romano y bizantino de Sophocles lo señala como sinónimo de
ἀν αγ α. Cf. (Sophocles, E. A. Greek lexicon of the Roman and Byzantine periods, p. 654).
18
Cf. Rosser (2001: 222).
170 ║ Lastra Sheridan, Julio César
hecho de que algunas “rectas acciones y deliciosas historias” del santo no han sido
puestas por escrito en las versiones de los mencionados Juan y Sofronio (cf. Prólogo
54-61). Como declara el mismo título de la obra, su intención es completar “lo que
falta de la vida” ( ἰς ὰ π να οῦ ου ) del Limosnero.
Estas dos primeras ocurrencias del término en el texto resultan significativas,
ya que ponen en evidencia el papel que desempeñan los α ο ώ α α en la totalidad
de la narración. La relevancia de los α ο ώ α α, por tanto, queda constatada por
el hecho mismo de que su explicitación a lo largo de la obra está directamente ligada
con el propósito que persigue Leoncio, ya que aquí, en el prólogo, el obispo de
Neápolis se encuentra explicitando el objetivo (σ οπ ς) de su escrito, que radica en
el hecho de que la narración de la vida de Juan sirva como algo provechoso
(ὠφέ α) y como imitación ( ί σ ς) para todos, a la vez que sea instrumento para
glorificar a la Trinidad (cf. Prólogo 5-10).
Tan importante es esta finalidad para el relato que en el capítulo decimosexto
Leoncio manifiesta su preocupación por no querer, al pasar de episodio en episodio,
apartarse del discurso ( γος) acerca de los α ο ώ α α del Limosnero (cf. XVI
19-20). Y en el capítulo siguiente (cf. XVII 1) insiste en la importancia de no pasar
por alto lo realizado por el patriarca de Alejandría y procura no distraer su relato de
este propósito.
Su hagiografía es, por tanto, una etopeya que reúne las rectas acciones que el
santo ha realizado a lo largo de su vida, por las cuales es digno de memoria y
merecedor de una vita. La función de Leoncio en tanto narrador es transmitir un
discurso conformado a partir de la ilación de los diversos α ο ώ α α, que son la
materia de composición a la vez que el elemento vertebrador de la γ σ ς. Así, por
ejemplo, a modo de enlace entre dos apartados, afirma al final del capítulo undécimo:
“Y tras escribir esta recta acción del piadoso como digna de memoria, llevemos el
discurso a otra de él” (XI 85-86).
Mas no sólo justifica Leoncio la redacción de su hagiografía abogando que
escribe “las rectas acciones y deliciosas historias” omitidas por Juan y Sofronio, sino
que, lo más importante, él mismo se pronuncia como testigo ocular de la mayoría de
las “excelsas acciones rectas” del Limosnero y, con respecto al resto de sus obras,
aclara que las anotó a partir de lo que le contaron algunos hombres de confianza, que
pertenecían al milieu del patriarca y que lo hicieron bajo juramento (cf. Prólogo 94-
97)19.
Asimismo asegura haber estado tras la muerte del Limosnero en Alejandría,
donde tuvo la oportunidad de escuchar gran parte de los episodios que redacta en su
hagiografía de parte de un tal Menas (cf. Prólogo 120 ss.), quien fuera ecónomo de la
iglesia alejandrina durante el patriarcado de Juan. Dado que Menas había tenido un
trato frecuente con el Limosnero, estaba en condiciones de comentarle las rectas
acciones que observó con sus propios ojos (αὐ όπ ς, Prólogo 176-178). Así es que
Menas invita a su propia casa a Leoncio y le narra estas historias. Por otra parte,
según Leoncio, Menas le presentó testigos todavía vivientes (cf. Prólogo 192) de los
hechos que relataba. Sobre esta cuestión vuelve cerca del final de su escrito, donde
19
Si, como dice el mismo Leoncio, él llegó a Alejandría después de la muerte de Juan, es probable
que, al referirse al propio testimonio ocular de las obras de Juan, esté indicando el contacto personal
que probablemente haya tenido en Chipre con él, quizás debido al regreso del Limosnero a su patria
antes de su muerte.
Los κατορθώματα de Juan el Limosnero…║ 171
aclara que hasta ahí llega lo relatado por Menas y que los episodios descriptos a
continuación o bien los indagó él mismo, o bien los escuchó de parte de otros, dignos
de confianza, que se encontraban con vida durante el tiempo de gestación de la obra
(cf. LII 1-5). Así las cosas, el obispo de Neápolis declara haber anotado palabra por
palabra aquello de lo que se anotició en dicha conversación (cf. prólogo 195).
Por otra parte, interesante resulta el hecho de que, si bien Menas relató a
Leoncio acerca de la ordenación episcopal de Juan el Limosnero, nada nos informa
acerca de ello Leoncio en su vita. A fin de justificar esta carencia, esgrime que en
torno a esta cuestión ya se han pronunciado los biógrafos anteriores a él, es decir,
Juan Mosco y Sofronio, y aboga que es, por tanto, superfluo incluirlo en su escrito,
ya que afirma que una abundancia discursiva puede ser tan nociva para los oyentes
como el exceso de alimento para el cuerpo (cf. I 1-14). De aquí que la hagiografía del
obispo de Neápolis se inicie con la figura de Juan ya siendo obispo.
Al narrar en el capítulo inaugural de su hagiografía el primer episodio de la
vida de Juan, Leoncio afirma que el Limosnero “manifestó a todos esta primera recta
acción y premio del combate” (I 16-17). La primera recta acción de Juan consiste en
dar la orden a sus asistentes de inscribir a todos los que él llama sus “ σπό α ”.
Dado que sus asistentes no entendían a quiénes se refería, toma de nuevo la palabra
el patriarca y les dice: “A quienes vosotros llamáis mendigos y pordioseros, a éstos
yo los proclamo patronos y forjadores, pues ellos realmente y ellos solos pueden
forjarnos y regalarnos el Reino de los Cielos”. Una vez que se hubo realizado lo
ordenado por el patriarca, él encomendó que cada día se les proveyera a los
mendigos lo necesario. Y Leoncio aclara que eran más de siete millares y medio (cf.
I 17-38), lo cual señala la gran generosidad y disposición a la limosna del patriarca.
Acto seguido, el obispo de Neápolis comienza el capítulo segundo afirmando
que “es justo no perder de vista esta recta acción suya, que es buena” (II 1). Más
adelante insistirá de nuevo Leoncio sobre esta idea de no omitir ninguno de los
α ο ώ α α, al expresar retóricamente: “¡Vamos! no dejemos de escribir también
esta recta acción suya que es ajustada a la virtud” (XXXIX 2-4). Leoncio procura,
así, no excluir ninguna de las rectas acciones del Limosnero.
Su segundo α ω α consiste en haber impuesto, mediante un documento
público, que se eliminaran los distintos tipos de pesa existentes en la ciudad y que en
todas las transacciones de compra y venta se utilizara una misma balanza, a los
efectos de impedir que se cometieran injusticias.
A partir de estos dos primeros episodios ya es posible distinguir que los
α ο ώ α α tienen una directa vinculación con principios evangélicos como son el
cuidado de los más necesitados y la búsqueda de la justicia social. Esto mismo
destaca Leoncio cuando señala que Juan guardaba “la recta acción a partir de los
santos Evangelios” (XIX 1-2).
La narración de Leoncio pone también en evidencia que el Limosnero es lo que
podríamos llamar un “hombre de acción” más que de letras, cuando, por ejemplo,
aclara que Juan era “inexperto en la ingeniosidad sofística y retórica” (XXXVII 6) y
comenta que cierta vez un grupo de teodosianos (cf. XXXVII) buscaban burlarse de
él por “considerarlo nulo como a un inculto” (XXXVII 4-6), mas al final de su
confrontación ellos terminaron “impactados por la sabiduría no elaborada del justo”
(XXXVII 39). A su vez, Leoncio, evocando 1 Corintios 1, 17, comenta que el
Limosnero “tenía también conocimiento de las divinas escrituras, recitándolas de
172 ║ Lastra Sheridan, Julio César
20
Cf. Cavallero & Fernández & Lastra Sheridan (2009): 147:8 (singular); 168:3 (plural); 170:6
(plural).
21
Cf. Déroche (1995: 180-181 y 266-267).
22
Vida de Simeón el loco 147: 5 ss.
Los κατορθώματα de Juan el Limosnero…║ 173
de este modo es que el Limosnero mismo es glorificado, a su vez, por Dios (cf. LVII
33-35). Los α ο ώ α α, por tanto, no son meras acciones virtuosas en el marco de
situaciones cotidianas, sino que tienen una orientación netamente religiosa. El cariz
trascendente de las acciones queda constatado en un pasaje donde Leoncio asegura
que, al no soportar el Limosnero que en su vida temporal cesasen sus rectas acciones
piadosas y dignas de elogio (cf. LVII 36), las lleva a cabo también después de su
vida, con lo que Leoncio se refiere a un milagro que Juan inició estando vivo, pero
concluyó una vez muerto. Leoncio narra que una mujer había cometido un pecado
tan grave, que no podía confesarlo. Ella se acerca a Juan pidiéndole que le perdone
su pecado, sin poder expresarlo. Dada su negación a manifestarlo, el Limosnero le
propone que lo escriba, jurando que nadie lo leería. Una vez que hubo muerto Juan,
la mujer cree que el escrito había sido encontrado y leído por otros, mas cuando va
en busca de él, advierte que lo que había escrito se había borrado.
Reseñar las distintas ocurrencias del término α ω α en la Vida de Juan el
Limosnero evidencia su presencia e importancia en la obra. Notable es el hecho de
que la estructura narrativa está al servicio de la progresiva concatenación de los
α ο ώ α α, de manera que el producto final se caracteriza por ser una
composición de distintas anécdotas que constituyen la vida del santo como un plexo
de actitudes y acciones virtuosas dignas de memoria, las cuales se hallan en
correspondencia con la vida evangélica, sea como realizaciones personales de un
precepto (no jurar, no dejarse tentar), sea como acciones intrínsecamente orientadas
al prójimo. En este último caso el eje de las rectas acciones es la misericordia, tanto
en su dimensión material, a través de la dispensación de limosna, cuanto en su
dimensión espiritual, como es la mediación en el perdón de los pecados ajenos y la
consiguiente reconciliación con Dios. Las rectas acciones poseen, asimismo, una
fuerte repercusión social, no sólo en cuanto se orientan a la concreción de la justicia
evangélica en la vida comunitaria, sino también en cuanto ejemplos para el
aprendizaje y la edificación en la fe de los demás.
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174 ║ Lastra Sheridan, Julio César
Estudios
1
Este trabajo, desarrollado en el marco de mis actividades como becaria postdoctoral del CONICET,
ha sido posible gracias a un subsidio para investigación otorgado por la ANPCyT, PICT 2007 nº 1525,
y a otro de la SGCyT de la Universidad Nacional del Sur, PGI 24/I 175, ambos dirigidos por el Dr.
Rubén Florio.
2
Cf. Goldberg, 2007: 15: “By the early first century b.C. the Romans had a literature. And they knew
it”.
178 ║ Marrón, Gabriela Andrea
simbólica y arbitraria como la del año 476, pero la diferencia reside en que fue
establecida por los mismos romanos de la república temprana, que –como Rojas–
necesitaron construir una historia literaria para acompañar el surgimiento de su
reciente identidad cívica.
How this idea of literature took hold among the Romans and how
individual works acquired positions of privilege in an emerging canon
are specially important questions for the study of early texts because they
became ‘literature’ only in retrospect as readers preserved them,
established their value and made them part of an emerging civic identity
(Goldberg, 2007: 15).
Los habitantes del lacio poseían una historia cultural rica y compleja, cuyo
manejo de la escritura, organización social e influencias griegas se remontan mucho
antes del siglo III a.C. (Kenney & Clausen, 1989 [1982]: 71-79). Cuando aquel
liberto griego, llamado Livio Andronico, comenzó a traducir, adaptar y producir
obras griegas para los ludi romani, tuvo que contar con actores dotados de la
habilidad necesaria para recitar y cantar en escena textos latinos estructuralmente
complejos (Liv. 7, 2). Por lo tanto, para datar los inicios de la literatura romana, el
año 240 a.C. resulta una fecha, a la vez, demasiado tardía y demasiado temprana: lo
que Livio Andronico y sus sucesores crearon para los ludi romani no fue
exactamente “literatura”. Los textos de esas obras no circulaban libremente,
pertenecían a las compañías teatrales que los encargaban y representaban:
Rome was heir not to [the] Attic model of civic theatre but to the later,
commercial model of the Hellenistic world, when plays were the property
of self-contained, professional companies who performed for hire,
bringing their own scripts, costumes, masks and music from city to city
through the Greek, and eventually the Roman, world (Goldberg, 2007:
17).
La escritura de las obras latinas pudo haber comenzado alrededor del año 240
a.C., pero su lectura sistemática tuvo lugar mucho tiempo después. Ni siquiera en el
año 160 a.C., cuando, según Suetonio, Crates de Malos estimuló a los romanos a
realizar un acercamiento crítico reflexivo hacia su propia literatura, se pensaba aún
en esos textos dramáticos como literarios. El objeto de estudio propuesto era la épica
latina, escrita entre la segunda mitad del siglo III a.C. y la primera mitad del siglo II
a.C.: la Odisea de Andronico y, fundamentalmente, el Bellum Punicum de Nevio y
los Annales de Ennio3. Sólo después del 141 a.C., personas ajenas al mundo
profesional del teatro se interesaron por las obras originalmente representadas,
fijaron los textos que hasta entonces habían circulado internamente en las compañías,
y los transformaron en los libros que los romanos educados llegaron a conocer:
The process by which plays like the Phormio became ‘literature’
therefore significantly postdates their creation, and this fact has a serious
3
Cf. Suet. Rhet. 1, 2; y Goldberg, 2007: 23: “It took Crates to show the Romans that they already
possessed the elements of a national literature, and however impressive the epics of Naevius and
Ennius were to their original audiences, it required editors working after Crates’ example to edit and
preserve their books for posterity.”
¿Existe la literatura latina? ║ 179
consequence for the story we tell about how Romans acquired their
literature (Goldberg, 2007: 19).
La literatura del período republicano temprano no fue sólo producto del
momento en que esos textos comenzaron a circular, a mediados de la República, sino
también de los años cercanos al comienzo del Imperio, cuando esas obras empezaron
a ser sistemáticamente recolectadas, estudiadas y canonizadas, con la consecuente
asignación de nuevos usos sociales y artísticos: esa “literatura”, retrospectivamente
creada, brindó a la clase alta romana otra herramienta más para definir y mantener su
posición social.
Como señala Susan Braund (2001: 38), la expresión “literatura latina” suele dar
lugar a una arbitraria serie de inclusiones y exclusiones. Existen, en principio, dos
posibles acercamientos a este problema: 1) pensar la categoría “literatura latina”
como una suerte de recipiente abstracto donde incluir determinadas obras que
comparten ciertos rasgos comunes; 2) considerar la categoría “literatura latina” como
el resultado de un proceso de construcción histórico, estrechamente vinculado con el
modo en que quienes lo han utilizado segmentaron el continuum de textos y prácticas
culturales romanas, jerarquizando determinados rasgos compartidos y relegando
otros. Esta segunda opción, que reconoce la impronta de las ciencias cognitivas en el
estudio de la literatura4, resulta indudablemente más interesante que la primera,
puesto que permitiría explicar, por ejemplo, por qué la fabula praetextata nunca
llegó a ser considerada literatura por los romanos, mientras que la sátira sí lo fue5; o
bien, por qué seguimos aceptando, actualmente, que el tratado Sobre la Agricultura
de Catón forma parte de la literatura latina, pero nadie afirmaría que el libro
Agricultura General, de Gabriel Alonso Herrera, integra la literatura española.
Una de las principales dificultades que se presentan, al intentar realizar un
acercamiento crítico al estudio de la literatura latina, consiste en la naturaleza diversa
del amplio espectro de obras que tradicionalmente incluye. En la introducción a su
Historia de la Literatura Romana, von Albrecht se ocupa del tema, pero lo hace en
términos casi más confusos que el problema mismo:
La literatura antigua no sólo comprende la poesía y la narrativa, sino
también la oratoria y los escritos históricos o filosóficos: la prosa de arte,
por tanto, en el sentido más amplio de la palabra. Además se consideran
también, en principio, las obras de carácter práctico –las que tratan de
agricultura, derecho, arte militar, agricultura, etc. Dado que la frontera
entre epístolas elaboradas artísticamente y cartas escritas sin intenciones
literarias es extremadamente fluida, sería igualmente totalmente
arbitrario excluir, por prejuicio, de la historia literaria las comunicaciones
4
Sobre el tema, cf. Stockwell, 2002; Gavins & Steen, 2003; y Gavins, 2007.
5
Cf. Goldberg, 2007: 23-24: “Despite distinguished practitioners, however, and well-defined role on
the cultural scene, praetextatae never became ‘literature’. (…) Their lack of Greek origin denied the,
the cultural authority of tragedy and comedy”. El estatus social de Lucilio, en cambio, permitió mayor
libertad a sus experimentaciones poéticas, cf. Goldberg, 2007: 26-27.
180 ║ Marrón, Gabriela Andrea
más personales, como las cartas de Cicerón a Ático (von Albrecht, 1997
[1994]: 23).
Sería arbitrario excluir de la historia literaria, por prejuicio, las cartas de
Cicerón a Ático, ¿pero no es también una decisión arbitraria incluirlas?, o bien,
reformulando la pregunta, ¿no es arbitrario continuar incluyéndolas actualmente? La
respuesta tiene matices en los que von Albrecht no repara, entre otras razones, por
partir de una definición de “literatura moderna” que carece de rigurosidad teórica:
Los límites entre ‘bellas letras’ y literatura práctica están, pues, menos
marcados que en la literatura moderna: también los textos ‘prácticos’
buscan a menudo en cierta medida la belleza literaria, y tampoco las
‘bellas letras’ tienen que avergonzarse, según el punto de vista romano,
de perseguir una utilidad práctica. (…) La mayoría de las generaciones
precedentes a la nuestra leía por lo general a los autores latinos no tanto
para obtener un placer estético, como más bien por sus contenidos (von
Albrecht, 1997 [1994]: 23).
Cualquier texto puede leerse buscando experimentar “placer estético” o solo
con fines “prácticos”. La literatura no tiene que ver con una cualidad o un conjunto
de rasgos compartidos por determinados tipos de obras, ni tampoco con el carácter
ficcional o histórico de un texto, sino con las diferentes formas en que las personas, a
lo largo del tiempo, se han relacionado con la palabra escrita. Eso explica, por
ejemplo, que la narrativa histórica romana haya surgido a fines del siglo III a.C.,
cuando Fabio Pictor y Cincio Alimento comenzaron a escribir, no en latín, sino en
griego, sobre el desarrollo de las Guerras Púnicas:
Greek was the natural choice since it offered stylistic precedents and
historiographic conventions that were easier to adopt tan to replace
(Goldberg, 2007: 21).
Posteriormente, las obras en prosa de Catón fijaron un precedente para la
narrativa latina, por eso, cuando Postumio Albino escribió luego acerca de la historia
romana en griego, tanto Catón, como Polibio cuestionaron sus resultados. Todo
indica que, a diferencia de Fabio Pictor y Cincio Alimento, Postumio escribió en un
contexto donde ya podía elegir entre ambas lenguas, pero optó por la que había
dejado de ser correcta, pese a las convenciones genéricas (Goldberg, 2007: 22).
Eppur si muove…
Bibliografía
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Stockwell, P. (2002) Cognitive Poetics. An introduction, London, Routledge.
Patrimonio medieval en las colecciones públicas de Buenos Aires: el
caso de una Virgen con Niño en el museo de Arte Español Enrique
Larreta
Introducción
1
En este rumbo Laura Malosetti Costa (2001) abrió el camino con su tesis doctoral, donde se ocupó
de estudiar el incipiente ambiente plástico del Buenos Aires finisecular, siguiéndole luego el estudio
de María Isabel Baldasarre (2006) centrado ya específicamente en el coleccionismo y consumo
artístico en Buenos Aires. Diana Weschler dedicó varios trabajos al estudio de la inscripción del
proyecto moderno en la Argentina mientras que Talía Bermejo (2008) dedicó su tesis doctoral al
coleccionismo de arte argentino entre 1930 y 1960. A estos trabajos debe sumarse otros de carácter
colectivos y que, desde distintas perspectivas dentro del campo de las ciencias sociales, han tocado el
tema del consumo y coleccionismos de producciones visuales que, como su nombre indica, no se
limita solamente a los objetos que recaen dentro de la tradición historiográfica del arte sino también a
aquellos más efímeros y de fronteras menos precisas.
2
El único catálogo que da cuenta de las obras medievales tanto en colecciones públicas como privadas
de la Argentina, aunque limitado sólo a las obras de origen español, es el de Francisco Corti (1990).
3
El museo de Arte español Enrique Larreta era antiguamente la casa particular del escritor Enrique
Rodríguez Larreta, quien formó una notable colección de obras artísticas y de mobiliario, en su
mayoría de procedencia española. Parte de su colección debe contextualizarse en el proceso de
creación de su novela La Gloria de Don Ramiro. La novela transcurre en el último tercio del siglo
XVI. principalmente en las ciudades de Ávila y Toledo y culmina en Lima en 1605. Su proyecto
original era escribir sobre los pintores del Renacimiento y la ciudad de Lima pero recorriendo los
caminos de España, especialmente Ávila, fue dejando de lado aquel proyecto para comenzar a idear
los personajes y ambientes de la novela que le daría fama, a la vez que fue encontrando piezas para su
colección. El mismo Enrique Larreta narra estos y otros hechos en su autobiografía (Larreta, 1939).
4
Debemos aclarar que el mismo museo posee otra talla en madera del mismo tema, catalogada como
de origen navarrés y correspondiente a los siglos XIII-XIV, N° de inventario 421.
5
Francisco Corti en el Catálogo Razonado de Arte Medieval español en la Argentina (1990: 54) dice
que la obra fue adquirida en 1962 por Enrique Larreta. Difícilmente esto pudo haber sido así ya que
Larreta falleció en 1961. La fecha de 1962, según figura en el legajo de la obra, pertenece al año de
ingreso al museo y no al de su compra que, como dijimos ya, se desconoce.
6
“Se entiende por repinte toda intervención, total o parcial, realizada con la sola intención de
disimular u ocultar daños existentes en la policromía, imitando o transformándola; normalmente no
respeta los límites de la laguna y no suele tener intención de cambiar o actualizar la decoración del
objeto” (García Ramos & Ruiz de Arcaute Martínez, 2001: 650).
7
Si bien esta intervención no ha sido documentada parece ser confirmada por Ignacio Zuberbühler,
nieto del escritor, quien recuerda que la Virgen tenía una nariz “aguileña”. (Comunicación personal, 4
de junio del 2012)
Patrimonio medieval en las colecciones públicas…║ 185
La Sedes Sapientiae
gran parte de Europa. Esta tipología sufrió cambios notables en las centurias siguientes, conforme se
fue adaptando al estilo gótico. Acerca de este tema es insoslayable el trabajo de Ilene Forsyth (1972:
4).
13
El primero en apoyar esta atribución fue Louis Bréhier (1924: 209-210), seguido por otros
especialistas que también vieron en ella el prototipo de la escultura posterior (Mâle, 1924:286; Hubert,
1938: 137: Beutler, 1964: 30).
14
Se trata de un estilo muy difundido principalmente en el noreste español. Se caracteriza por la
posición del Niño que apoya uno o ambos pies contra el regazo maternos, rompiendo así con la
frontalidad. Además, María porta una capa con cuerdas con su correspondiente fiador que cae en
forma triangular. Clara Fernandez Ladreda (1988: 141-219) dio el nombre a dicho estilo, aunque otros
autores (Randall, 1954) ya lo habían identificado haciendo uso de otras denominaciones.
15
Sobre las tallas mencionadas ver Fernandez-Ladreda (1988: 219-245).
Patrimonio medieval en las colecciones públicas…║ 187
tal manera que el pie izquierdo apoya sobre la rodilla respectiva de María, como si
estuviese colocado no exactamente sobre las rodillas sino más hacia el interior de su
regazo. Una disposición semejante del Niño se ve con claridad en la Virgen de
Enériz, en la de San Martin de Unx, y en menor medida, en la de Besolla. Este
detalle tiene su origen, aparentemente, en la Vigen de Olaz Subiza, de donde derivan
todas las tallas nombradas.16
Si bien las características hasta aquí mencionadas son menos frecuentes que
las que caracterizan, por ejemplo, al estilo vasco-navarro-riojano, las encontramos en
otros ejemplares. Sin embargo, otros detalles de esta obra no son comparables a
ninguno de los ejemplares por nosotros conocidos. La forma en que el manto de
María pasa por sobre su hombro derecho formando una concavidad de donde emerge
la diestra de la Virgen, es una característica muy común en las Vírgenes sedentes y
también en algunas vírgenes de pie, como la Virgen Blanca de León. Si observamos
cualquier ejemplo al azar vemos que la fórmula es más o menos idéntica en todos los
casos, variando solo en la calidad artística y plástica de tal motivo. Así lo vemos, por
ejemplo, en otros dos ejemplares de vírgenes sedentes españolas que se encuentran
en el Museo Nacional de Bellas Artes17. En todas estas pueden existir variantes en lo
que respecta a la forma de terciar el manto en la parte inferior, es decir cómo este se
pliega sobre las piernas de la Virgen, o bien en el hecho de que lleven o no fiador,
pero el modo en que aquel se acomoda sobre el hombro y antebrazo de la Virgen es
muy semejante en la enorme mayoría de los ejemplares. En la Virgen del Museo
Larreta, por el contrario, si bien se mantiene la concavidad del manto de donde
emerge la diestra de María, se le agrega una variante que enriquece el juego plástico
ya que este cae ladeando el antebrazo derecho formando un hondo pliegue curvo
entre el torso y el brazo de la Virgen. Repetimos que este detalle es muy poco usado
en las tallas de este tipo y, de hecho, no conocemos ningún otro caso.
Otro aspecto llamativo de la talla es la representación de los pies calzados del
Niño. Correspondiendo con la representación de la imagen infantil y sin sujetarse a
las normas del decoro que recaen sobre su madre, los pies del niño, en prácticamente
todas las tallas románicas y posteriores, están siempre descalzos.
Aún hay otras particularidades, aunque quizás menos evidentes, como la parte
superior del vestido de María y el modo en que ésta sujeta al niño por el hombro y
brazo. En los casos en los que la Virgen se representa, como aquí, portando una capa
sin cuerdas, la parte superior del vestido no se muestra completamente liso sino que
habitualmente se acude a la representación de pliegues y arrugas que se forman por
la presión del cinto. En este caso, sin embargo, el vestido es completamente liso a
pesar de llevar un ceñidor. Contrasta así con la túnica del Niño que en esta zona
presenta rítmicos pliegues verticales. Por lo general, las ropas del Niño tienden a
imitar las de su madre y ésta obra no es excepción ya que las prendas de ambas
figuras repiten los mismos detalles en el escote y cinto, por eso lo esperable hubiese
16
Es posible que en el caso de la Virgen de Olaz Subiza, la posición algo elevada del niño con
respecto al regazo de la madre haya sido una solución intermedia entre la posición del Niño en la
Roncesvalles que en vista lateral con respecto al espectador, apoya el pie derecho sobre la rodilla de
su madre, y la posición tradicional, sentado sobre la rodilla izquierda.
17
Se trata de una Virgen y Niño, de la región de Álava, del siglo XIV que se encuentra actualmente en
exposición y otra Virgen y Niño de procedencia española, también del siglo XIV que se guarda en el
depósito.
188 ║ Montemurro, María Laura
sido que los mismos pliegues de la túnica del niño apareciesen también en la de
María.
La pose de las manos de la Virgen se encuentra representada de forma más o
menos semejante en otras tallas, por ejemplo, en un grupo directamente relacionado
con el estilo vasco-navarro-riojano: la Virgen de Azagra, la Virgen de de Olite y la
Virgen de la O en la Parroquia de San Pedro de la Rúa, Estella.18 Todas estas se
caracterizan por presentar la mano derecha proyectada hacia arriba, sosteniendo el
atributo, y la izquierda sujetando al Niño por el hombro. Sin embargo, los
paralelismos no son exactos. En todos estos casos la mano izquierda de la Virgen se
posa, como dijimos, sobre el hombro izquierdo del Niño, pero en el caso de la Virgen
del Museo Larreta, María cubre con su mano el antebrazo del niño, siendo éste un
detalle muy poco frecuente.
Estas particularidades presentadas por la talla en cuestión hacen difícil
asociarla a un estilo regional determinado. Lo que observamos son rasgos comunes a
muchas tallas e incluso diferentes regiones pero que, salvo los detalles compartidos
con los ejemplares de los estilos mencionados, no son exclusivos a ningún tipo
estilístico definido perjudicando la tarea de contextualizar la obra. Al mismo tiempo,
las peculiaridades que ésta presenta nos permiten hacer las siguientes deducciones.
Por un lado es evidente a simple vista que, aunque no se guardan documentos
que lo avalen, la escultura fue sometida a lo largo de su historia a repintes y
probables restauraciones algo invasivas. Esto se comprueba en ciertas zonas en que
se observan lagunas en la pintura, pudiéndose ver otra capa debajo. Además de esto,
es evidente el uso de escayola o alguna masilla que generalmente se utiliza para
corregir deterioros en la madera, muchas veces producidos por insectos. Este
material no fue debidamente lijado dando como resultado una superficie irregular,
notable especialmente en la zona del pecho de María. Es una posibilidad que el uso
de este material haya desdibujado en alguna medida el tallado original, motivo por el
cual la imagen no presenta los pliegues del vestido ya mencionados.
Por último debemos considerar el hecho de que esta talla no es una obra de
primera línea. Si bien los rasgos de las fisonomías están bien logrados y presentan
cierta calidad, la falta de terminación y la uniformidad en algunos detalles como la
mano izquierda del niño o el cabello de la Virgen, así como la simplicidad de los
pliegues, tanto del velo como de los vestidos, delatan un origen rural. Es posible que
se deba a este tipo de factura el hecho de que el niño presente un tamaño un poco
menor al que hubiese sido deseable, dando como resultado una ubicación algo
anómala sobre el regazo materno. Este mismo hecho podría explicar entonces por
qué la mano de María lo sujeta por el hombro y brazo en lugar de hacerlo solamente
por el hombro, como es habitual: simplemente, el tamaño del Niño es demasiado
pequeño.
Conclusiones
18
Acerca de estas tallas ver Fernandez Ladreda (1988: 168-174).
Patrimonio medieval en las colecciones públicas…║ 189
develar varias particularidades. Algunas características tales como los pliegues del
velo o la posición del niño se hallan también en otros ejemplares que pertenecen a
grupos estilísticos definidos. Esto no significa que necesariamente exista una relación
directa entre las tallas, pero abre una vía para investigaciones futuras.
Si acordamos con que ésta no es una obra de primera línea, se debe considerar
la posibilidad de que se trate de una obra retardataria, ya que los ejemplares
populares son en general posteriores a las obras de calidad.19 De ser así,
probablemente su ejecución no esté demasiado alejada del periodo de mayor
expansión de los estilos mencionados, pero sí lo suficiente como para que fuese
posible cierto desapego con respecto a los modelos y obras de primer orden. Esto
habría permitido al artesano tomarse ciertas libertades tales como una forma
diferente de plegar el manto de María y, quizás, hasta representar los pies calzados
del niño.
Es posible que la atribución de la talla a Castilla sea correcta, si bien vaga e
imprecisa, debido a la extensión de esta región. No sólo llegó allí la influencia del
tipo-vasco-navarro riojano sino que su vecindad con la Merindad de Estella, donde
habíamos ubicado algunas tallas con características semejantes, hace plausible dicho
origen.
Lamentablemente, ante las circunstancias que rodean a la obra y en las
instancias aún tempranas de su estudio, lo expuesto aquí no pasa de ser meras
hipótesis, quedando a la espera de nuevos argumentos que avalen o contradigan lo
hasta aquí dicho.
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19
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Imagen 1
La lectura como ejercicio físico
Monti, Gabriela
Universidad Nacional del Sur
montigabriela@live.com.ar
¿Qué soportes tenía la escritura en Roma? ¿Quiénes podían leer rollos? ¿Qué
movimientos físicos implicaba la lectura?
Cuando nos detenemos puntualmente en la lectura de textos, encontramos que
sus distintas características (textos extensos o breves, anotaciones caseras, de índole
comercial o jurídica, graffitis, epitafios) y su soporte (el rollo de papiro o pequeñas
hojas construidas con el mismo material, las tablillas de madera y de arcilla, las
paredes, las lápidas) generaban distintos tipos de lectores. No todos leían de la misma
manera ni todos podían leer todo, ya que existían distintas competencias que se
desarrollaban según el nivel de aprendizaje que cada individuo había logrado
alcanzar. Puntualmente, no nos proponemos indagar acerca del porcentaje de
personas que podían leer y escribir, cuestión que no tiene respuesta cierta, sino
interrogarnos, antes de ocuparnos del cuerpo del lector, acerca de quiénes leían
podían leer rollos, pues “hasta los siglos II y III d.C. ‘leer un libro’ significaba
normalmente ‘leer un rollo’ ” (G. Cavallo, 2011: 107). Tal como señala F. Kenyon
(1932: 78) al hablar del nacimiento de la literatura latina, debemos suponer que el
hábito de la lectura de un rollo no era una práctica extendida, pues el nivel de
educación que requería y en el que se ejercitaba este tipo de práctica estaba
confinado al nivel social más alto.1 La educación de un niño podía llevarse a cabo a
través del sistema formal (en la escuela) o informal (en la casa). En relación al
primero, mientras que a la escuela primaria el niño ingresaba a los siete años y
permanecía allí hasta los once o doce, la escuela secundaria se extendía hasta la edad
en la que los niños recibían la toga viril (a los quince años generalmente) para pasar a
los estudios superiores, que duraban hasta los veinte años aproximadamente. En la
escuela primaria se aprendía básicamente a leer, a escribir y a realizar cálculos. Al
nivel escolar siguiente no llegaba la misma cantidad de niños y niñas que habían
podido alcanzar el primero: “la sociedad romana fue siempre una sociedad
aristocrática, y los estudios superiores formaban parte de los privilegios de la elite”
(Marrou, 1955: 336). La escuela secundaria estaba destinada al estudio gramatical de
la lengua y a la explicación de los poetas. Este era el nivel en el que se atendían las
dificultades propias de la lectura (Marrou, 1955: 325-342). El último nivel de
enseñanza, la escuela superior, estaba destinada al arte de la oratoria. Sin embargo,
como señalamos anteriormente, la escuela no era el único camino para aprender a
leer y a escribir. Para los más privilegiados existía la figura del tutor privado que
educaba a los niños de la casa. Estos tutores eran generalmente esclavos (Harris,
1983: 95) que habían sido instruidos en la lectura y en la escritura por sus dueños, en
la medida en que estas competencias fueran necesarias para el trabajo.2 Más allá de
los distintos tipos de lectores según el grado de escolarización formal o informal que
adquirieran, el lector de libros literarios poseía un “alto grado de dominio técnico y
cognoscitivo” (G. Cavallo, 2011: 107) pues debía poner en juego distintas
habilidades relacionadas no solo con el oído y la vista sino también con la postura,
con las manos, con la respiración, con la voz. Todo el cuerpo del lector entraba en
movimiento antes, durante y después de la lectura. ¿En qué sentido leer era un
1
Citroni (1995: 4) señala que esta es la razón que permitiría afirmar que la principal destinataria del
texto literario era la elite social debido a la limitada existencia de un público de literatura. No
obstante, la tarea de esclavos y libertos, profesionales de la lectura, que leían a sus amos como parte
de su trabajo, era una situación extendida para la elite.
2
Este tutor solía ser un esclavo griego.
La lectura como ejercicio físico ║ 193
“ejercicio físico”? ¿Qué partes del cuerpo estaban involucradas en los distintos
momentos de la lectura? ¿Qué consecuencias físicas conllevaba el acto de leer? Para
reflexionar sobre ello es necesario revisar las prácticas de lectura que aparecen
representadas en distintos autores del período.
Leer un uolumen no era una tarea ni cómoda ni sencilla. El lector, que leía de
pie o sentado, en voz alta, solo o frente a un auditorio, tomaba el rollo con la mano
derecha, desde el espacio superior en blanco, y lo iba desenrollando con la izquierda
de modo tal que, una vez finalizada la lectura, todo el rollo quedaba envuelto en esta
última (G. Cavallo, 2011: 107).3 El largo del rollo podía variar y solía ajustarse a la
conveniencia o costumbre. El texto se organizaba en columnas y se calcula que, en
su forma más extendida, cada una de las dos columnas tenía entre 25 y 45 líneas, y
cada línea entre 18 y 25 letras. También había papiros que constaban de tres
columnas con aproximadamente entre 75 y 135 líneas cada una. Mientras que un
modesto rollo podía tener 3 metros de largo, el más extenso llegaba a los 15 metros.4
Esto hacía que la superficie escribible variara entre los 0,65 m2 y los 5,3 m2 (J.
Sickle, 1980: 6). El largo del rollo determinaba su peso. A propósito de ello, Plinio el
Joven relata el caso de Verginius Rufus, quien, a los 83 años, mientras leía de pie un
papiro de gran tamaño, se había trastabillado como consecuencia del tamaño del
mismo (Epistulae, II, I, 5).
Mientras que la voz transformaba en sonido lo que el lector repasaba con la
vista, ese sonido era escuchado por él mismo y, en el caso de lecturas compartidas,
por su auditorio. No obstante, antes de la reproducción sonora, el ojo debía llevar a
cabo distintas acciones. En relación a la escritura, hasta el siglo I d.C. las palabras
estaban separadas por puntos (interpuncta). A partir del siglo II se impuso la scripto
continua, es decir, la escritura sin la mediación de espacios ni de signos entre
palabras. Esto hacía que el lector no solo tuviera que sortear las dificultades del tipo
de letra empleado por el copista, sino también reconocer el inicio y el final de cada
palabra, establecer las pausas, leer expresivamente, adecuar la entonación (Cavallo
2011: 110-111). Se supone que, en el caso de las lecturas frente a un auditorio, el
lector conocía el texto de modo tal de asegurarse poder leerlo. “Leer era producir” en
la medida en que la página de papiro era absolutamente neutral, ya fuera por la
ausencia de signos de puntuación que marcaran las pausas lógicas, sintácticas o de
respiración, por la ausencia de espacios en blanco y de letras mayúsculas, por la
scripto continua. Esto hacía que el lector debiera realizar un gran esfuerzo ocular. El
ojo reconoce distintas longitudes dentro del campo visual: en lo que se denomina
“visión aguda” el ojo distingue detalladamente el contorno de cada letra; en un
campo más amplio, llamado “visión parafovea”, percibe 15 caracteres a la derecha a
partir del punto de fijación de la vista y el área de “visión periférica” permite el
reconocimiento de características muy gruesas del texto. Las últimas dos “visiones”
son las que le permiten al lector anticiparse con la vista a aquello que está
pronunciando (S. Pérez Cortés, 2010: 121- 122). La ausencia de los signos de ayuda
reconocibles para estas dos últimas áreas del ojo hacía que la tarea del lector
resultara más compleja, pues mientras reproducía en sonidos lo que ya había
3
El título del texto no constaba en el inicio del rollo sino en el final (Kenyon, 1932: 58).
4
El tamaño promedio de un texto literario griego era entre 6 y 9 metros (Sickle, 1980: 7). También
podía suceder que un texto necesitara de varios volumina tal como lo refiere Ovidio acerca de su
Metamorfosis en Tristia, III, 18-19 (Kenney, 1989: 32).
194 ║ Monti, Gabriela
repasado con la vista y retenido brevemente en su memoria, debía mirar las palabras
que seguían en el texto de modo de haberlas identificado. A propósito de ello,
Quintiliano en Institutiones oratoriae, I, 1, 34 señala:
Pues el mirar hacia la derecha adelante (in dextrum), que todos
aconsejan, y ver de antemano lo que sigue (providere), no tiene que ver
solo con la manera de entender, sino que también es cuestión de práctica
experiencia, pues uno mientras está mirando lo que sigue, ha de estar
diciendo lo anterior, y lo que es más dificultoso, tiene que dividir la
atención de su mente en las dos cosas (dividenda intentio animi), de
modo que una cosa haga la voz, otras lo, ( ut aliud voce aliud oculis
agatur) (Quintiliano, 2000: 37)
El lector era una intérprete cuya voz era casi el único medio del que disponía
para construir el sentido del texto. A través de la entonación, de la modulación, de la
cadencia, debía dotar al texto de significado. Este esfuerzo por adaptar la voz a un
texto y que el mismo se transformara en un sonido “exitoso” era percibido por el
auditorio5 y también era objeto de reflexión de distintos escritores. Plutarco (1962:
256, 130 b-c), en consonancia con el modelo estoico y la teoría pneumática, define la
“voz” como un movimiento de la respiración, como el pasaje del aire desde el
interior del cuerpo, donde es distribuido a través de las venas y arterias, hacia el
exterior. Por estas razones recomienda familiarizarse con el hábito de leer o hablar en
voz alta (ἀναγ γνώσ ον ας ἢ ἀναφωνοῦν ας). El ejercicio vocálico, entonces, que
generaba el aumento del calor, una mayor fluidez de la sangre, la limpieza de las
venas y la dilatación de las arterias era una actividad relacionada con la medicina en
tanto generaba un mejoramiento físico (E. Cagnatt, 2002: 294). También Séneca en
Epistulae, LXXXIV, 2 (1957: 121) alude a la función reparadora de la lectura,
señalando que no es recomendable estar dedicado solo a la escritura o a la lectura
exclusivamente, ya que mientras la primera afloja las fuerzas del lector hasta
agotarlas (constristabit vires et exhauriet), la segunda genera cierta relajación
(solvet). Así, la lectura era entendida como una actividad que procuraba el bienestar
del lector en la medida en que generaba distintos movimientos del cuerpo y purgaba
los órganos mientras que, al mismo tiempo, le brindaba descanso. Quintiliano en
Institutiones Oratoriae X, 1, 18-22 establece una analogía entre el proceso de leer y
el proceso digestivo: “Así como masticamos los alimentos y los tragamos casi
reducidos a líquido para que con mayor facilidad sean digeridos, así pasa la lectura a
la memoria y a nuestra reserva de modelos imitables, no cruda, sino ablandada en la
repetición insistente y como triturada”. Más allá de la metáfora, la analogía resulta un
disparador para pensar la lectura como alimento para el cuerpo, con una función vital
y sanadora. En relación a ello, Celsio, médico del siglo I, autor de De Medicina,
señala que leer sirve para curar los males digestivos (Si quis vero stomacho laborat,
legere clare debet I, 8) y también los males intestinales (At si laxius intestinum
dolore consuevit, quod colum nominant, cum id nihil nisi genus inflationis sit, id
agendum est, ut concoquat aliquis; ut lectione aliisque generibus exerceatur, I, 7)6
En tanto leer demandaba un considerable esfuerzo físico, por la postura, por el
esfuerzo del ojo y de la voz, la lectura era una actividad que requería cierto tipo de
5
Así lo advierte Plinio el Joven en Epistulae, V, 17, 3-5.
6
W. G. Spencer, Ed.
La lectura como ejercicio físico ║ 195
Bibliografía
Apuleyo (2003) La metamorfosis o El asno de oro, introducción, texto latino, traducción y notas de
Juan Martos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
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clásica, Madrid, Gredos, T II, pp. 15- 47.
196 ║ Monti, Gabriela
Morales, Laura
Universidad Nacional del Sur
lmorales@uns.edu.ar
1
Este trabajo se inscribe dentro de los siguientes proyectos de investigación subsidiados: “Literatura e
Historia en la épica latina de la tardía antigüedad y la alta edad media”, PICT 2007 - FONCyT Nº
01525 y “Rupturas y Continuidades de la Épica”, Código 24/I175. Secretaria General de Ciencia y
Técnica - Universidad Nacional del Sur.
Presente y tradición
Retomamos las preguntas que mueven nuestro pensar desde la tradición clásica
y la tardo-antigua: ¿Cuál es el papel que juega la técnica en la relación entre
naturaleza y seres humanos? ¿Es posible salirse del repliegue de uno mismo, de una
estética centrada en el yo, en tanto ya no es viable centrarla en la dimensión
cósmica?
Tal cual entienden estas tradiciones la felicidad, su logro implica un camino
jalonado de renunciamientos a lo que el común de la gente entiende como bienes,
entre los cuales ocupan un lugar de privilegios los elaborados por las tecnologías de
producción. Sin embargo, poetas y filósofos cultores de escuelas que propician este
desprendimiento, han tenido variadas opiniones sobre los legados de la técnica y las
relaciones entre cultura, naturaleza y ser humano.
En este sentido es muy interesante el aporte teórico de Hadot (2008: 91-98), a
través de lo que ha denominado la actitud prometeica del mundo. Actitud que ha
consistido en revelar los secretos de la naturaleza a fin de dominarla en beneficio
humano. Por ello nuestro autor recurre a la figura de Prometeo, benefactor o creador
de la humanidad –según distintas versiones del mito– al haber legado el dominio de
los elementos –el fuego–, patrimonio hasta entonces divino.
Esta visión, en que la naturaleza es forzada a entregar sus secretos, no nace en
Bacon como lo considera el canon historiográfico de la filosofía; en los griegos se
acuña con una de las expresiones de la tecné: la mekhané, en tanto esta produce
movimientos contra natura (Hadot, 2008: 94).
Esta actitud atenta y desnaturalizadora de la técnica es parte del debate
filosófico: Séneca polemiza con Posidonio, cuando este sostiene que las artes han
sido invento de la filosofía. ¿Qué ha variado, desde los tiempos del estoicismo
medio, a los del preceptor del emperador? El lujo, expresión consagrada de los
bienes apreciados por la legalidad de las convenciones humanas, es producto de ese
avance tecnológico y, por ello, no puede ser la técnica una expresión de la ratio:
Quid ais? philosophia homines docuit habere clavem et seram? Quid
aliud erat avaritiae signum dare? Philosophia haec cum tanto
habitantium periculo imminentia tecta suspendit? Parum enim erat
fortuitis tegi et sine arte et sine difficultate naturale invenire sibi aliquod
receptaculum.
Mihi crede, felix illud saeculum ante architectos fuit, ante tectores. Ista
nata sunt iam nascente luxuria, in quadratum tigna decidere et serra per
designata currente certa manu trabem scindere; nam primi cuneis
scindebant fissile lignum2. (Ep. 90, 8 y 9)
Cita aquí Séneca a Virgilio (Geog. I, 144), haciendo una torsión al texto del
mantuano, pues este escribe dichos versos para dar cuenta del modo en que el
hombre ha vencido la resistencia que ejerce la naturaleza. Sin embargo, para Séneca
la técnica es expresión de la sagacidad y no de la sabiduría humana. En este sentido
se apoya en la tradición cínica cuando recrimina a Lucilio:
Quomodo, oro te, convenit ut et Diogenen mireris et Daedalum? Uter ex
his sapiens tibi videtur? qui serram commentus est, an ille qui, cum
vidisset puerum cava manu bibentem aquam, fregit protinus exemptum e
2
El subrayado es nuestro.
¿La técnica como campo épico? ║ 201
Bibliografía
Foucault, M. (1992) Hermenéutica del sujeto. Madrid: La Piqueta.
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caminos divergentes en la experiencia de hacer filosofía en la escuela” en IVº Colóquio
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Virgilio (1956) Opera. London: Oxford University Press. Edición de F. Hirtzel.
Virgilio (1940) Aeneidos. Torino: Paravia. Edición de R. Sabbadini. Liber Quartus.
No hay peste más eficaz: los pecadores ocultos según el comentario de
Guido de Baysio al c. Nolite del Decreto de Graciano
Morin, Alejandro
UBA / UNC / CONICET
alemorin@fibertel.com.ar
1
El texto citado de Guido de Baysio corresponde a Rosarium decretorum, Venecia, 1481.
Subsidiariamente se empleó la edición de Lyon, 1497.
Nuestro punto de partida, entonces, viene dado por la referencia de Josué 15:63
que, cerrando la larga lista de ciudades que pertenecerán al término de la tribu de los
hijos de Judá, aclara que “Iebuseum autem habitatorem Hierusalem non potuerunt
filii Iuda delere habitavitque Iebuseus cum filiis Iuda in Hierusalem usque in
praesentem diem”. El marco que da el Libro de Josué es el de una narración
histórica, aquella que relata el cumplimiento de la Promesa, la ocupación de
Palestina por los hebreos.
Una primera transformación de la historia bíblica la encontramos en la
interpretación figural que Orígenes avanza de esta referencia a la cohabitación de
jebuseos e israelitas. Esta lectura tipológica, característica de la exégesis de
Orígenes2, no necesita (más bien todo lo contrario) negarle factualidad histórica al
hecho narrado en Josué. Pero en este caso, la interpretación figural se asienta en la
negación de una lectura literal de este episodio del Antiguo Testamento a partir de la
referencia al “hasta hoy” que antes nombramos, la cual, según Orígenes, siempre ha
de concebirse en el texto bíblico como una remisión a la eternidad. Pero el hecho de
que en el s. III ni siquiera los hijos de Judá habitan Jerusalem aparece para Orígenes
como el argumento decisivo para ensayar una necesaria lectura tipológica. Y ésta se
desarrollará conectando la historia de Josué 15 con la parábola de la cizaña y el trigo
de Mateo 133.
Los “jebuseos” que no han podido ser expulsados de la Iglesia y que se
asimilan a la cizaña que no se ha de separar del trigo hasta la mies, son identificados
con los pecadores conculcantes, “qui indigni audiunt verbum Dei et, cum audierint,
neque ut infideles discedunt, neque permanent ut fideles, sed percepta mysteriorum
notitia et fidei nostrae secretioribus perscrutatis conversi postmodum impugnant nos
et contradictionibus suis corda nostra dirumpunt, conculcantes verbi dominici
margaritas et ornamenta fidei maculantes”. Es decir, pecadores “qui ignobilem et
degenerem vitam ducunt, qui et fide et actibus et omni conversatione sua perversi
sunt”, y de los cuales la Iglesia no podrá purificarse y con quienes habrán de convivir
los justos en su seno mientras esté sobre la tierra. La razón para esta cohabitación
obligada de justos y pecadores, cuya figuración dan los jebuseos, se capta en la
asimilación con la cizaña: “ita etiam super his dici potest”, aclara Orígenes, “in
quibus vel dubia vel occulta peccata sunt”. Como en toda interpretación figural, es el
Nuevo Testamento el que revela la esencia de la referencia veterotestamentaria, el
factor que perfecciona el sentido que en la sola littera de la Ley queda opacado por
la factualidad de su historia. Y la luz que arroja el Evangelio en este caso inscribe la
lectura de los jebuseos en el registro del pecado oculto.
Ahora bien, en la misma homilía, Orígenes genera una variante de esta lectura
tipológica que identifica a los jebuseos, no con los pecadores ocultos con los que los
justos deberán resignarse a convivir, sino con los malos pensamientos que todo buen
cristiano debe resignarse a experimentar en su alma, dada la imposibilidad de
desterrarlos por completo4.
2
Cf. Daniélou (1958: 182-220).
3
“nos intelligamus haec spiritualiter assumentes Evangelii parabolam, quae dicit de zizaniis”. El
texto citado de Orígenes corresponde a la edición de Homélies sur Josué, París: Du Cerf, 1960.
4
“non puto cuiquam tantum in corde puritatis evenire, ut numquam adversae cogitationis contagione
maculetur, certum est etiam Iebusaeos habitare cum filiis Iuda in Hierusalem”.
No hay peste más eficaz: los pecadores ocultos… ║ 207
5
Cf. Bainton (1932).
6
Cf. Bryant(1993).
7
Oldrado de Ponte, Consilia et quaestiones, Basilea, 1481.
208 ║ Morin, Alejandro
8
Cf. Vodola (1986: 28-30). El dictum recuerda que el texto paulino de I Corintios 5 no habla de evitar
a quien es pecador sino a quien “nominatur” como tal, Decretum Gratiani, Roma, 1582.
9
Para el contexto de C. 11, cf. Balbi (1990) y Winroth (2000).
10
“Arg. de quaestionem ubi unus interfectus est ab uno de tribus, si dubitatur à quo: quod ratione
dubitationis omnes debeant promoueri: quia ratione dubitationis vitiosa & superflua tolerantur. 13 q.
2 non aestimemus. extra de sepul. factis simile. 14 q. 5 denique & sanctius est impunitum, &c. ff. de
poe. absentem. arg. contra de pae. dist. 5 si quis vero ff. ad l. Aqui. ita vulneratus 6. quae 2 si tantum
& c. placuit. Item est hic arg. quod ratione connexionis permittitur, quod alias non licet. sic 81 dist.
tantis. & c. cum omnibus & ff. de mi. denique. & l. verum & l. etiam. & quid iuris fit de hoc, in
quaestionibus notaui. B.”.
11
“Boni a malis numquam in hac uita penitus possunt separari”. Esta causa 23 es de una importancia
fundamental en el desarrollo jurídico occidental por cuanto funciona como la base legal que avala la
idea de persecución justa.
No hay peste más eficaz: los pecadores ocultos… ║ 209
12
Cf. gl. ad v. Ut zizania: “i. occultos peccatores. Io”.
13
“ne forte eradicantes zizania eradicemus simul cum ipsis etiam triticum”.
14
“Ab executione sententiae appellari non potest, nisi forte executor sententiae modum iudicationis
excedat”.
210 ║ Morin, Alejandro
15
Sobre el concepto y los límites del discurso de la tolerancia en el mundo medieval, cf. Bejczy
(1997). Cf. también Condorelli (1960) y Nederman (2000).
16
“iebuseos hoc verbum tenetur collectiue”.
17
Consolatio Philosophiae (Liber 3, 4).
18
“Unde Boetius. nulla pestis efficacior est ad nocendum quam familiaris inimicus. argu. C. de dolo.
l. lata. unde, Non est deterior hostis, quam fictus amicus. Non odium grauius, quam simulatus amor,
unde illud etiam. Mus in pera, &c. argu. 13, q. 1 § item praecepit. simi. est. 12 q. 1. certe. Ioan.”
19
“quam, iuxta vulgare proverbium, mus in pera, serpens in gremio, et ignis in sinu suis consueverunt
hospitibus exhibere”, Corpus Iuris Canonici, Graz, 1958. A su vez, cabe notar el comentario de Juan
de Andrea ad X 5, 6, 13 explica este proverbio remitiendo a la cita de Boecio, In quinque decretalium
libros novella commentaria, Venecia, 1581 (edición de Stephan Kuttner, Turín, Bottega d’Erasmo,
1963).
No hay peste más eficaz: los pecadores ocultos… ║ 211
Bibliografía citada
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of the Sixteenth Century”, en Church History 1, 2, pp. 67-89
Balbi, Raffaele (1990) La sentenza ingiusta nel Decretum di Graziano, Nápoles, Ed. Jovene.
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au XVe siècle”, en Micrologus, 14.
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Pennsylvania State University Press.
Vodola, Elisabeth (1986) Excommunication in the Middle Ages, Berkeley, University of California
Press.
Winroth, Anders (2000) The making of Gratian’s Decretum, Cambridge University Press.
20
Cf. Moore (1989).
21
Cf. Chiffoleau (2006).
Variaciones de un motivo caballeresco:
Gandalás y sus continuadores
Nasif, Mónica
Universidad Católica Argentina
monicanasif@yahoo.com.ar
1
En la mitología celta aparecen los gigantes llamados Fomoré, habitantes primigenios de la isla de Irlanada.
5
Epaminón contribuirá con su magia a la muerte del rey Garadel y a la recuperación del trono para
Cirongilio. (De Vargas, 2004: 414-419)
6
La niña se perderá en un momento de descuido del gigante y de la nodriza, será rescatada por unos pastores
que la cuidarán y la convertirán en una pastora de gran belleza, característica que producirá una serie de
sinsabores a varios pastores y también, al mismo Claridiano. (De la Sierra, 2003: 210-211).
218 ║ Nasif, Mónica
diré del hablar de lenguas sino que parecía toda su vida averse criado
adonde cada una d’ellas se hablava (De la Sierra, 2003: 73).
A la edad de catorce años, Claridiano recibirá la orden de caballería de manos
del rey Delfo. El joven demuestra un temperamento que provoca desconcierto por ser
desmedido; sin embargo, esto lo ayudará a la hora de enfrentar y vencer al gigante
Geredeón Brandembul, ya que éste no conforme con la isla de Arginaria, pretende ir
sobre la Trapobana:
El gigante no depende de agentes externos para anticiparse o saber los
designios del enemigo, por ello puede decidir rápidamente qué hacer y hacia dónde
ir; contrariamente a Gandalás, como ya se ha comprobado; felizmente una
advertencia proveniente del exterior logra cambiar su destino.
Finalmente, Claridiano combatirá contra el gigante venciéndolo; pero antes
debe enfrentarse a otros gigantes, a los cuales derrota. A pesar de su condición,
Geredeón previene a Claridiano y lo insta a que traiga a otros caballeros que lo
ayuden en la batalla; pues confía en su poder ilimitado. El joven caballero responde
con animoso sentimiento, desmereciendo la conducta del gigante. Lejanos están los
gigantes del Mont Saint Michele y Famongomadán quienes, de alguna forma son
“desposeídos”, pero de sus costumbres crueles y sanguinarias, no de sus territorios.
Ambos conservan la esencia casi demoníaca que detentaban estos personajes a través
de prácticas que tuvieran que ver con sacrificios humanos. Por otro lado, su
condición les permite combatir, es decir, no necesitan de un valedor.
Del mismo modo en que el gigante va humanizándose progresivamente, es
curioso hacer la siguiente observación, sin bien no se relaciona estrictamente con el
personaje en cuestión, y es la progresiva agresividad e incontinencia verbal que el
joven caballero adopta en la situación previa al combate, la cual podría ser
considerada como directamente proporcional a la pérdida de “reacción” y poder que
el gigante demandante sufre. Este movimiento va desencadenándose con variantes en
los tres ejemplos que se han analizado. La primera oportunidad que Galaor tiene con
el gigante es en el castillo con los hombres que vigilan la fortaleza:
−Dezid a Albadán que está aquí un cavallero de Gandalaz, que viene a se
combatir con él, y si allá tarda, que ni salirá hombre ni entre que le yo no
mate si puedo.
Los hombres se rieron y dixeron:
−Este rencor durará poco, porque o tú fuirás o perderás la cabeça.
(Rodríguez de Montalvo, 2004: 344)
Galaor no responde a las palabras de sus burladores y espera la llegada del
gigante. Este se prepara para el combate, ya que ha sido avisado de la llegada del
joven; cuando se produce su aparición, todos quedan enmudecidos.
El caballero novel teme ante la aparición del gigante-guerrero; sin embargo,
debe cumplir con la promesa hecha a Gandalás; pero no hay conducta desmedida ni
soberbia exagerada frente al combate.
Cirongilio ha llegado a la Ínsula Serpentina y habiendo podido liberar a los
caballeros prisioneros de Astromidar, entre ellos Epaminón y Antandro, se enfrenta
al gigante, quien luego de exclamar su sorpresa ante el atrevimiento del joven
caballero, se dirige soberbiamente a él:
Variaciones de un motivo caballeresco… ║ 219
E diziendo esto se fue para don Cirongilio, que delante todos venía; el
cual no siendo punto perezoso, rogando aquellos cavalleros que no
moviessen de un lugar si por los peones no era acometido−porque él
pensava mediante Dios abaxar e inclinar la sobervia de aquel tan cruel
jayán−, le salió a rescebir. E sin le dezir palabra por la grande ira y enojo
que contra el jayán tenía por la malvada costumbre que allí mantenía,
llegándose a él, con su buena espada le dio un golpe por cima del escudo
que, puesto que fuerte y de muy limpio azero era, […] (De Vargas, 2004:
56)
El caballero no emite palabra alguna, no habrá ninguna manifestación de
soberbia, su ira se demostrará a través del combate; por el contario sólo expresará su
triunfo luego de la muerte de Astromidar, a quien le ha cortado la cabeza:
−Cabeça de aquel sobervio y endiablado gigante, allá irás donde te darán
el pago y galardón que tus infernales e diabólicas obras merescieron, y
aquellos que tú tuviste por amigos te darán más crueles tormentos que tus
enemigos han passado por tu gran sobervia. (De Vargas, 2004: 57)
Cirongilio hace referencia a la condenación eterna que sufrirá el gigante por su
conducta, no debe olvidarse que el joven se había educado con Epaminón quien
había recibido el bautismo, al igual que todos sus vasallos. La conducta del caballero
es equilibrada y austera, no hay exabruptos y no existe mención alguna de temor .
Contrariamente, Claridiano demuestra una conducta que no es muy distinta de
aquella del gigante Geredeón, con la única diferencia de que el caballero defiende la
razón del rey Delfo y de su mentor Galtenor; pero cayendo frecuentemente en una ira
desmedida que inclusive, apena al rey Delfo, pues ataca al mensajero del gigante :
Y sin más dezir, lo asió de los cabeçones y, sin ser parte para se defender,
lo lançó por una finestra, dando con él en las losas que delante de las
puertas de palacio estavan, haziéndolo mil pieças.(De la Sierra, 2003:
149) .
Obsérvese que la obra es de la segunda mitad del siglo XVI, hacia finales del
siglo y este detalle no es menor a la hora de examinar este curioso comportamiento
que, en obras anteriores, hasta podría ser adjudicado a un caballero que no respetara
los códigos cortesanos; y que en el cual podría vislumbrarse un antecedente del
mismo Segismundo7. ¿Hombre y fiera juntos? El hombre se da cuenta de que hay un
mundo de pasiones que no puede someter; a pesar de su cuidada educación,
Claridiano no es capaz de controlarse, olvidando su ascendencia y su formación.
Tal vez en el desarrollo de este trabajo pudo comprobarse que los límites se
van desdibujando, que no hay casilleros estancos, que la bestia puede ser
humanizada; y que el hombre es factible de bestializarse.
Se observaron que son varios los procesos que van produciéndose en estos
personajes y en sus defensores:
En primer lugar entre los gigantes pueden esbozarse las siguientes categorías:
7
Recuérdese la escena de Segismundo al arrojar al criado y las palabras de Astolfo: “Pues medid con
más espacio/vuestras acciones severas,/que lo que hay de hombres a fieras,/hay desde un monte a
palacio.” (De la Barca, 1985: 51).
220 ║ Nasif, Mónica
:: Guerreros.
:: Salvajes.
:: Señores feudales.
:: Magos.
En segundo lugar, de acuerdo a las diferentes reacciones previas al combate, el
caballero ofrece una perspectiva no muy distinta de la conducta que puede llegar a
manifestar el gigante, como ya se ha visto.
En conclusión, las variantes que presentan los personajes estudiados son
muestra de las distintas facetas que ofrece el género de las caballerías a la hora de
abordar su estudio y análisis.
Bibliografía
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Calderón de la Barca (1985) La vida es sueño. Buenos Aires: Kapelusz.
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Pedro de la Sierra (2003) Espejo de príncipes y caballeros (segunda parte), Alacalá de Henares: Centro de
Estudios Cervantinos.
La Vita Burchardi: la construcción de un relato sobre el obispo
Burchard y su ciudad
La Vita Burchardi episcopi1 es el documento que nos hace llegar los datos
biográficos del obispo Burchard de Worms, quien ocupó la silla episcopal entre los
años 1000-1025 y fue el compilador del renombrado Decretum –una colección
canónica que, gracias a su gran extensión e influencia, se convirtió en la más
importante y difundida en el período que va desde su redacción (1008-1012) hasta la
aparición de las obras homónimas de Ivo de Chartres y Graciano.
La Vita habría sido escrita por Ebbo o Eberhard -un canónigo de la ciudad, que
llegó a ser obispo de Konstanz entre los años 1034 y 1046-,2 quien poco después del
fallecimiento del obispo, entristecido, decidió dar a conocer los detalles de la vida de
aquel con un tono ejemplificador con el fin de incentivar a los canónigos de la ciudad
a imitarla, haciéndolo aparecer como un hombre recto, absolutamente involucrado
con lograr el bienestar espiritual de la Iglesia.3 En efecto, recuerda, apelando a la
conocida imagen del pastor y su rebaño, que bajo el mando de Burchard todos se
sentían protegidos de los males: Illos autem fluctuantes seculi turbines diversasque
adversitatum incursiones aerisque terrores, quos vivente beato patrono nostro
rarissimos sensimus, promerentibus peccatis nostris jam quasi cotidianos vel
momentaneos sustinemus. Illius namque piis orationibus dum vixit apud Deum
adjuti, a periculis omnibus quasi muro muniti fuimus. Postquam autem ejus
benedicta praesentia orbati sumus, quo secundum vocem Dominicam extincto
pastore, quasi oves sine offensaculo positi, sumus dispersi et pene ad nihilum
redacti. (Waitz, 1880: 510 A/B)
Los datos biográficos y el panorama de la Worms medieval pueden
completarse con las crónicas editadas por Heinrich Boos y las Regesta Imperii de J.
F. Böhmer.4 No obstante, en esa oportunidad, solamente haremos referencia a
aquellos que destaquen el compromiso de Burchard con su Iglesia y ciudad,
convirtiéndolo en una figura de referencia.
1
La Vita Burchardi episcopi aparece reproducida en el Prólogo al Decretum de Burchard von
Worms. Waitz (ed.), “Vita Burchardi”, en: Burchardus wormaciensis episcopus, Decretum, en: J. P.
MIGNE, Patrologiae Latinae, Tomus CXL, Paris, Migne Editorem, 1880, pp. 507-536. Se puede
consultar una traducción al inglés en: W. L. NORTH, “The Life of Burchard Bishop of Worms,
1025.” (Translated from the edition of G. Waitz in MGH SS 4, (Hannover, 1841), 830-46), en:
Internet Medieval Source Book, 1998. http://fordham.edu/halsall/source/1025burchard-vita.html
(Consultado: 30/09/01). También existe una traducción al alemán: Karl BÖRSCHINGER, Wormatia
Sacra. Beiträge zur Geschichte des ehemaligen Bistums Worms. Aus Anlass der Feier der 900.
Wiederkehr des Todestages des Bischofs Burchard, Worms, Festausschuss, 1925.
2
Ebbo habría llegado a ser obispo de Konstanz. En algunas listas de obispos aparece bajo el nombre
Eberhard I. von Kyburg-Dillingen. A él estaría dedicado uno de los códices del Decretum, para ser
más precisos el de Konstanz, que presuntamente fue escrito durante su episcopado y hoy se encuentra
en la Universitätsbibliothek Freiburg im Breigau. (Hoffmann & Pokorny, 1991: 129-130).
3
La vida piadosa y despojada de Burchard es destacada a lo largo de su biografía: Adhuc enim non
sum oblitus, quomodo quodam confabulationis tempore multum de praedicti viri virtutibus me
interrogasti; et cum illius studia sancta et morum honestatem tibi retulissem, etiam quanta stabilitate
in Christi operibus, in Scripturis sanctis, in jejuniis et vigiliis et orationibus permansisset, fateor, non
sine lacrimis tibi exposui, necnon quomodo seculares turbines diversasque adversitates et aeris
terrores orationis constantia saepissime compescuerit, narravi, et ita jucundissimum duximus diem.
(Waitz, 1880: 508 C/509 A).
4
Boos (1893); (1886); (1897); Böhmer (1982); (1956); (1971). Por otro lado, la bibliografía actual
corrobora la información brindada por las fuentes, si bien con algunas correcciones: Bautz (1990);
Kaiser & Kerner (1983: 946-950); Bulst (1957: 29); Bönnen (2000); Hartmann (2000); Müller,
Pinhert & Seeboth (2001); Haarländer (1996: 117-158); (2000); Stephanie Couè (1997: 26-40; 172-
176; v. Schulte & Weigand (1876: 563-564).
La Vita Buchardi: la construcción de un relato… ║ 223
11
Noverit autem dignitas tua, quod non pro superbia aliqua haec sunt composita, sed, Deo teste, ad
evitandam ociositatem cordisque desidiam, et maxime ob suae beatae vitae memoriam, ut, cum sua
legantur gesta piissima, obstruantur ora contra illum loquentium iniqua. (Waitz, 1880: 507 B/C).
Ebbo califica su trabajo como opusculum varias veces a lo largo del prólogo, lo que es señal de
humildad. Asimismo, se defiende frente a ciertas posibles críticas de personas envidiosas –tal como
hiciera Burchard oportunamente: Sed multis affectum meum impedientibus, usque modo differebam.
Verum inter haec multa maximum mihi fuit hoc impedimentum, quod quae excogitavi in palam
promere dubitavi. Ipse enim nosti, quam perniciosi sunt homines moderni, quam pleni diversarum
cogitationum. Quid si aliquis, invidia stimulante, videns haec dicta, his verbis vituperando me
confundat, scilicet magnam esse audaciam, quod ego pauper et stultus prudentibus viris propono
meas propositiunculas, nudo et sitibundo ingenio vix compactas? (Waitz, 1880: 508 A/B).
12
Kerner (1969: II, 2) expone en una tabla las variaciones del nombre Burchard y su forma corta
Buggo en las distintas fuentes que transmiten el Decretum o que hablan del obispo. Señala que la
forma Burchard es la más utilizada en la literatura sobre él, debido a que es también la más frecuente
en los documentos.
13
Aunque se sabe que también se educó en la abadía Benedictina Laubach (Lobbes) en Flandes, lugar
al que no se hace referencia en la Vita. Ver nota Nº 6, que indica bibliografía sobre los datos
biográficos de Burchard von Worms.
14
Sobre Willigis de Mainz hemos escrito un breve resumen presentado como comunicación en la
Presentación del Estado Actual de las Investigaciones del año 2005: Neyra (2006, 80-82).
15
Et ita rebus ecclesiasticis secundum regulam canonicam rite ordinatis, praedia et mancipia multa,
quae vel traditione parentum vel donativo regio acquisierat, huic ecclesiae in proprium contulerat.
(Waitz, 1880: 511 D / 512 A).
16
Otto III fue rey de Alemania entre 983 y el 24 de enero del año 1002 (fecha de su muerte). A partir
del 21 de Mayo del año 996 fue también emperador (Körntgen, 2002: 39-46).
17
Dicha institución cumplió un papel de creciente importancia bajo el reinado de Otto III: las tareas
de los capellanes se vieron extendidas y buena parte de sus miembros fueron convertidos en obispos
como forma de establecer un contrapeso frente a los poderes seculares siguiendo una tendencia
inaugurada por Otto I. En efecto, “Bekanntlich war es ein Grundzug seiner Politik, dass er die
Bischöfe gegen die Herzöge zu stärken suchte, um in ihnen ein wirkungvolles Gegengewicht gegen
die von starken Sonderinteressen bestimmen Stammesherzöge zu gewinnen. Otto III. hat diese Politik
seines Grossvaters anscheinend fortgesetzt.” (Fleckenstein, 1966: 112). Por esta razón, este emperador
es caracterizado por Fleckenstein a la vez como renovador y continuador de las políticas de su abuelo.
“Er ist nicht nur ein Neuerer, sondern auch ein Fortsetzer der ottonischer Politik gewesen…”
(Fleckenstein, 1966: 116). Otto III. entró en relación directa con los religiosos con el objetivo de ganar
adeptos, por ejemplo donándoles propiedades; Burchard obtuvo así tierras en Hessen, su lugar de
origen. “Welches Gewicht der König ihr beimaß, das sieht man daran, daß er selbst –was vorher nie
direkt überliefert ist- mit einzelnen Geistlichen in Verbindung trat, um sie für seinen Dienst in
Sohlingen für den Kleriker Burchard, den nachmals hochberühmten Bischof von Worms, ausgestellte
La Vita Buchardi: la construcción de un relato… ║ 225
dirige a Worms -que a partir del siglo IV era sede obispal y fue uno de los centros de
la política franca especialmente en época carolingia.23 Allí se entristece al encontrar
la ciudad desierta y devastada a causa de los muros destruidos por las invasiones
húngaras,24 el acecho de animales salvajes25 y el ataque de ladrones que sometían a la
población, que retorna a la vida intramuros una vez que estuvo restaurada.26
Así, en la Vita el obispo se convierte en una especie de salvador, que defiende
su sede de todos los males, entre los que se encuentran algunos miembros de la
Kirchberg eingewilligt zu haben. Es müßte damals der Tag der Weihe in Heiligenstadt, wo sich ein
Hof des Mainzer Erzbistums befand, festgesetzt worden sein. Eine Teilnahme des Erzkanzlers an der
Gnesener Fahrt und den Synoden zu Magdeburg und Quedlinburg ist aber nicht zu erweisen. So wäre
die Möglichkeit zu erwägen, daß Willigis von Mainz nach Heiligenstadt gekommen, dort mit dem
Kaiser zu dem festgesetzten Termin zusammengetroffen ist und in dessen Beisein die Weihe
vollzogen hat. Damit würde die für den 7. April sicher bezeugte Abreise Ottos von Quedlinburg
übereinstimmen.”
23
Consultar Bönnen (2000), para más datos acerca de la ciudad, de su topografía y de la impronta del
arte románico. Sobre la ocupación continua de la ciudad, ver: Grünewald (2000: 107-110).
24
Regino de Prüm, que habla de los miedos escatológicos en su Libri duo de synodalibus causis et
disciplinis ecclesiasticis, no parece considerar de ese modo las invasiones húngaras: “Regino von
Prüm hat im Vorwort seines Sendhandbuchs auch das Vorkommen von bis dahin unerhörten
Verbrechen als Zeichen des nahen Weltendes gedeutet: in seiner Chronik findet sich allerdings eine
eschatologische Deutung der Ungarneinfälle nicht… Diese Rede von den “gefährlichen” Zeiten ist
sicherlich angeregt durch den Bibelvers 2. Tim. 3,1, wo davon gesprochen wird, `dass in den letzten
Tagen´ `gefährliche Zeiten´ kommen werden.” (Hartmann, 2008: 31). Aún casi dos siglos después, el
cronista Helmold von Bosau (1120-1177) hablaba de la destrucción causada por las invasiones de los
húngaros: Itaque regnante Conrado orta est Ungarorum gravis irruptio, qui non solum nostram
Saxoniam aliasque cis Renum provincias, verum etiam trans Renum Lotharingiam et Franciam
demoliti sunt. Tunc incensis ecclesiis cruces a barbaris truncatae et ludibrio habitae, sacerdotes ante
altaria trucidati, clerus vulgo mixtus aut interfectus aut in captivitatem ductus. (Helmoldi, 1937: 19).
25
El lobo es individualizado y recurrente tanto en la Vita Burchardi como en la obra Bischof
Buchardt. Probablemente esto se deba a su contenido simbólico además de su presencia imperiosa. El
lobo es, de acuerdo con las épocas y regiones geográficas, un animal de luz o de sombras. Aquí es
nombrado posiblemente no sólo por su presencia física real en la ciudad, sino también para simbolizar
la devastación y desolación. De acuerdo con Charbonneau-Lassay (1997: 313): “Es el propio Salvador
el que, en su parábola del buen pastor, designa al lobo como enemigo de su rebaño espiritual…”
26
Burchardus… sibi commissum episcopatum visitavit, Wormaciamque venit, quam destructam ac
pene desolatam invenit. Nam non usui hominum, sed ferarum et maxime luporum latibulis aptissima
erat. Planities enim valli et destructio muri latronibus et feris facillimum praebebat introitum. G.
(Waitz, 1880: 515 A/B). “B. Hatte bei seinem Amtsantritt die entfestigte Stadt in einem desolaten
Zustand vorgefunden, von Fehden erfüllt, von einem Teil des cives verlassen und von den
Parteigängern Ottos verunsichert.” (Kaiser & Kerner, 1983: 948). Al contrario de lo que puede leerse
en la fuente, Mathilde Grünewald ha publicado un artículo sobre la residencia continua en la ciudad,
en el que aclara que la situación en que se encontraba al ser consagrado Burchard distaba de la
descrita allí: “Als Bischof Burchard vor 1000 Jahren in die Stadt Worms einzog, fand er keine öde,
verwahrloste, heruntergekommene Stadt vor, wie sein Biograph weismachen will, und natürlich auch
kein Dorf. Städtische Strukturen… hatten sich seit bald drei Jahrhunderten wieder entwickelt, seit
Bischofssitz und Königspfalz etabliert waren. Bischofskirche, Mauern, Strassen, öffentliche Gebäude
und eine verlässliche Verwaltung machten vor 1000 Jahren eine Stadt aus.” (Grünewald, 2000: 107-
110). En cambio, Bönnen (2000, 2001; )ha resaltado en diversos artículos la falta de proyectos
edilicios en Worms antes de la consagración de Burchard, exaltando así su laboriosa promoción de los
mismos. Por consiguiente, es evidente la necesidad de consultar fuentes diversas (escritas y
arqueológicas) y/o trabajos que recurran a ambas y que no se sitúen unilateralmente con respecto a su
utilización.
La Vita Buchardi: la construcción de un relato… ║ 227
dinastía salia, como el duque Otto von Kärnten (978-85; 995- 1004)27 y su hijo
Konrad (1004- 1011).28 Durante la vigencia de un acuerdo de paz entre el duque Otto
y el obispo, este último se encaminó en un viaje hacia Italia por órdenes del
emperador Otto III, donde llegaron las noticias del fallecimiento de éste. El viaje de
regreso a través de la ciudad de Lucca es aprovechado por el biógrafo Ebbo para
contar un episodio que revela la actitud pacífica y mediadora de Burchard: los
habitantes locales se mostraron belicosos, pero el obispo envió a su mejor caballero
(Thietmar) con la orden de resolver la situación sin que corriera sangre; éste y sus
hombres desconocieron dicha orden; como consecuencia, Thietmar fue reprendido y
Burchard, con lágrimas en sus ojos, decidió enviar algunos denarios en
compensación.29
La vuelta a casa inició un período de cambios: La muerte de Otto III sin
herederos generó la competencia entre varios candidatos.30 Heinrich von Bayern ya
se encontraba en Worms y prometió a Burchard y al arzobispo de Mainz cumplir con
sus pedidos si éstos lo apoyaban para ser coronado, lo que aconteció en Mainz el 7 de
Junio del año 1002.31 La elección habilitó la resolución final del conflicto con el
duque Otto von Kärnten, que debió abandonar su burgo aledaño a la iglesia St.
Rupert en Worms a cambio de otras propiedades. La reutilización del material de la
fortificación –destruida el mismo día de la partida del duque- para construir el
monasterio St. Paulus se transformó en un símbolo de libertad formulada en la
inscripción ecclesiam ob libertatem civitatis,32 convirtiendo una “casa de guerra” en
una “Iglesia de Cristo”.33 La reutilización de los materiales del caído castillo es señal
del poder episcopal fortalecido frente a la retirada de una familia noble poderosa en
27
Otto pertenecía al linaje de los Salier y aspiró al trono luego de la muerte de Otto III. Worms era el
centro político-religioso de su dominio. (Seibert, 1999: 688-689).
28
Las fechas indican el período en el que portaron el título de Duque de Carintia.
29
Nostri insequentes, tot in ea fuga peremerunt ac truncaverunt, quot consequi potuerunt. Ex hac
caede episcopus venerabilis e. Burchardus turbatus, lacrimas fudit et Thiemarum multum pro hac re
arguit, tandemque non paucos denarios quasi pro expiatione civibus remisit. (Waitz, 1880: 517 C).
30
Otto III murió inesperadamente y sin haber logrado concretar su matrimonio tras años de
negociaciones por una novia bizantina, razón por la cual no tenía sucesores. Los candidatos al trono
eran Heinrich IV, duque de Bayern, Ekkehard I, marqués de Meißen y Hermann II, duque de
Schwaben (Körntgen, 2002: 46-47). En la obra de teatro Bischof Burchardt también se nombra a Otto
von Kärnten como candidato (Roess, 1925).
31
Heinrich provenía de la línea de los otones por ser hijo del hermano de Otto I. Asumió como
emperador el 14 de Febrero de 1014; reinó hasta su muerte el 13 de Julio del 1024. Como bien se ha
dicho, “In Mainz ließ er sich am 7. Juni 1002 von Erzbischof Willigis zum König krönen, nachdem er
offensichtlich vor allem den ober- und mittelrheinischen Bischöfen weitreichende Unterstützung
gegen die Machtansprüche des Schwabenherzogs und anderer weltlicher Herren versprochen hatte.”
(Körntgen, 2002: 47).
32
Dos documentos conectados con la colegiata St. Paulus sobreviven hasta hoy. Ambos datan del 29
de junio de 1016 y en ellos se definen derechos de los canónigos, pero se trataría de falsificaciones.
“`Bischof Burchard (1000-1025) – Tausend Jahre Romanik in Worms.´Austellung im Museum der
Stadt Worms vom 11.3 – 1. 10. 2000.” (Bönnen, 2000: 49-50).
33
His modis vir Dei domum belligeram mutaverat in Christi ecclesiam, et quae erat domus
contentionis facta est domus reconciliationis, in qua Deo nostro laudes et gratiarum actiones die
noctuque solvuntur. (Waitz, 1880: 518 C). Bönnen (2001). La retirada de los Salier (salos) –lograda
con el apoyo del nuevo rey- es indicada asimismo por el cronista Thietmar de Meseburg como una
liberación para la ciudad, por lo que sería la Iglesia la que guiaría sus posibilidades de desarrollo en
adelante (Bönnen, 2000: 330).
228 ║ Neyra, Andrea Vanina
34
A la vez, la construcción del monasterio se convierte en fomento para el clero regular como forma
de extender su influencia y contrarrestar –con el incentivo a la vida conventual- el peso del monasterio
de Lorsch, que competía a nivel económico con Worms (Bönnen, 2000: 28).
35
“Neben der erneuten Umwallung bzw. Ummauerung der Stadt befestigte Burchard auch den
höhergelegenen Bereich um den Dom und sein bauliches Umfeld… eine Massnahme, die wohl vor
allem gegen die Salier und ihre Herrschaft gerichtet war.” (Bönnen, 2000: 14).
36
En pie continúan la Catedral St. Peter, la colegiata Paulustift, la Iglesia dedicada a San Martín, la
colegiata Andreasstift –hoy museo-, la Magnuskirche (reformada en tiempos de Burchard), y algunos
sectores del muro.
37
El lugar había sido iniciado como espacio de oración y retiro –lo que enfatiza el desprecio del
mundo demostrado por el obispo en reiteradas ocasiones a lo largo de su Vita: In cujus medietate
collis pulcherrimus consistit, ad quem vir Dei se transferri praecepit; et quia mundanos tumultus
devitare voluit, arboribus fruticibusque succissis, collem explanavit; ibique primum fecit oratorium,
deinde aliis officinis peractis, cellam egregiam construxit. Illic se post concilia regiaque colloquia et
post curam synodalem diversosque mundi strepitus receperat; ibique, totis viribus in obsequio Dei
studebat. Eodem quippe tempore in collectario canonum in hac cella non modicum laboravit. (Waitz,
1880: 518 D / 519 B).
38
Este espacio funcionaba como lugar de reunión no sólo religiosa, sino también social y cultural.
39
Praeterea vero vir Dei a piis laboribus non cessans, ecclesiam sancti Petri ad sedem, quia ultra
modum exigua fuerat, deposuit, ponensque fundamentum, consignavit mirae magnitudinis
monasterium, quod quidem magna celeritate paucis annis pene ad perfectionem perduxit, ut non
videretur aedificando constructum esse, sed quasi exoptando subito ibi constitisse. (Waitz, 1880: 519
B).
40
La estadía se produjo en ocasión de un viaje con el ejército hacia Burgundia en 1018, que llevó al
emperador hacia el Este de Europa. Eodem tempore, Heinricus imperator cum exercitu in Burgundiam
ire disposuit, et eo itinere Wormatiam venit. Cum autem egregium illud monasterium pene peractum
vidisset, episcopum, ut se praesente consecraretur, assiduis rogationibus petivit. Cumque vir Dei
multum reniteretur, tandem imperatoris voluntati quasi coactus consensit.” (Waitz, 1880: 522 B).
41
El relato está escrito en primera persona, citando las palabras del obispo. (Waitz, 1880: 522 B / 524
B).
42
Monasterium enim in honorem sancti Martini consignavit. Sed muro ex parte peracto, regalis
crebrositate serviminis et maxime assidua infirmitate necnon variis adversitatibus impeditus, proh
La Vita Buchardi: la construcción de un relato… ║ 229
dolor! peragere non potuit; et ita illud monasterium quasi semifactum usque hodie remansit. G.
(Waitz, 1880: 532 A / B).
43
Burchard se vio afectado por una parálisis y posteriormente por disentería. De acuerdo con Ebbo,
predijo su muerte justo antes de ser atacado por esta última enfermedad: Deinde accepta licentia cum
abiret, regem se non visurum, multis audientibus quasi joculando praedixit. Cumque Wormaciam
venisset, dysenteria morbo ultra modum comprimebatur. (Waitz, 1880: 533 A).
44
Konrad II era nieto de Otto von Kärnten e hijo de Heinrich von Speyer. Fue criado por Burchard
como si fuera un hijo adoptado y luego se convirtió en rey y emperador. Subió al trono real en
septiembre de 1024 y como emperador fue nombrado en 1027. Los detalles de su elección pueden
consultarse en Körntgen (2002). Sobre la infancia de Konrad y su relación con el obispo wormaciense,
la Vita comenta lo siguiente: Unde et contigit, ut idem vir Dei hoc genus hominum omnibus vitae suae
diebus exosum habuisset et quasi ecclesiae Dei invasores omnes respuisset; uno tantummodo juvene
excepto, quem parentes caeterique cognati, quia pacificus erat et innocentiam vitae diligebat,
indignando respuerunt. Hunc vir Dei venerabilis ad se vocatum, Dei timorem pariter et amorem
docuit et quasi adoptivum nutrivit. (Waitz, 1880: 516 B).
45
Su fortaleza y felicidad se mantienen durante la estadía de Konrad y los tres días en los que el
obispo lo acompaña a Tribur: Inter haec verba ad consuetam conversus consolationem, oratorium
intravit et januam post se clausit, ibique diem integrum in oratione permansit. Cum sero autem factum
esset, more solito discipulos convocari praecepit, laudibusque vespertinis peractis, cum laetitia est
regressus, nobisque omnibus Dei gratia repraesentatus est validus. Ita quippe omne spacium quod rex
nobiscum fuerat, quasi impetratis induciis, validus erat. (Waitz, 1880: 532 C). Ya hemos mencionado
que, luego de esta breve recuperación, el obispo predijo su muerte.
46
No obstante los frecuentes encuentros con los altos niveles de la política, los contactos, la cercanía y
la influencia detentada entre ellos que permitió una ampliación de los bienes detentados por la iglesia
wormaciense, la Vita tiene cierto sesgo anti-principal y anti-real, que Stephanie Couè vincula con el
desprecio de lo mundano que caracterizaría la vida del obispo (Couè, 1997: 36-38). La ampliación de
los bienes de la iglesia es resumida en la siguiente cita: “Burchard konnte durch Intervention bei
Kaiser Otto III. Zudem die Konsolidierung eines grösseren Güterkomplexes an der Lahn um Weilburg
sowie im Gebiet von Boppard erreichen. Im Mai 1011 erfolgte die Übergabe grösserer
Herrschaftsrechte in der Rheinebene und rechts des Neckars durch König Heinrich II. An die
Wormser Kirche.” (Bönnen, 2000: 24).
47
Tunc principes qui aderant intrantes, thesaurarium et cameram, ubi pecuniam putabant
reconditam, diligenter angulos omnes perscrutati sunt, et tandem scrinia librorum voluminibus plena
spe pecuniae subvertentes, vano fortunae labore illusi sunt. Nam praeter thesaurum ecclesiasticum
nec aurum nec argentum ibi invenerunt, exceptis tribus tantum denariis, quos vir sanctus in
wantonesuo reliquit, quando alios pauperibus erogavit. (Waitz, 1880: 534 A/B).
48
Habuit autem servus Dei quoddam scrinium, quod nullus nostrum aliquando apertum vidit. Hujus
quidem clavem sorori commisit, ut quicquid invenisset, in dilectionem et memoriam vitae suae
230 ║ Neyra, Andrea Vanina
habuisset. Quae statim post obitum fratris, quibusdam convocatis ex nostris, dicta illius narravit et
tunc scrinium aperuit. Invenimus autem in eo cilicium hirsutissimum et catenam ferream ex una parte
quasi ex usu contritam. Quod ut vidimus, primum, contra Dei famulum servum dei nos saepe nos
negligenter deliquisse, tunsis pectoribus communiter doluimus. (Waitz, 1880: 534 C). “Mit beiden
Episoden bezweckte der Autor nicht mehr und nicht weniger als die exemplarische Illustrierung
dessen, dass Burchard die Weltverachtung, die er seien Kanonikern predigte, auch selbst praktisch
gelebt habe.” (Couè,1997: 36).
49
Omne quoque praedium quod acquisierat ecclesiae cui praeerat cum auxilio fratris in proprium
contulerat. (Waitz, 1880: 521 B).
50
Dichas estrategias –especialmente las relacionadas con la lucha contra la superstitio- es el objeto de
estudio del proyecto doctoral El Corrector sive medicus de Burchard de Worms: una visión acerca de
las supersticiones en la Europa medieval, dirigido por el Dr. Hugo Andrés Zurutuza.
51
Fransen & Kölzer (1992); Waitz (1880).
52
La Lex familiae Wormatiensis ecclesiae es la otra obra de Burchard von Worms dedicada al
derecho, esta vez secular. Su nombre alemán es Hofrecht. Se trata de un texto redactado hacia el final
de la vida del obispo, aproximadamente entre los años 1023 y 1025, y fue transmitido por el maestro
de la escuela catedralicia conocido como Herrmann en 1116, cuando la incluyó en un cartulario.
(Dilcher, 2001: 141). El biógrafo Ebbo no hace mención particular de este escrito.
53
Worms cuenta hoy con una calle que lleva el nombre de Georg Richard Roess.
La Vita Buchardi: la construcción de un relato… ║ 231
54
Actualmente, el Nibelungenlied constituye uno de los núcleos culturales-turísticos más destacados -
junto con las figuras de Burchard von Worms y Martín Lutero, además de las áreas vinculadas, por un
lado, con el arte románico y, por otro, con la presencia judía.
55
Illert, 1925.
56
“Die in diesen Tagen dankbaren Gedenkens wieder lebendig gewordene Erinnerung an Bischof
Burchard, den wunderbaren heiligen Mann, der aus den Trümmern der königlichen Stadt die
bischöfliche schuf und den Grund legte, auf dem die hochberühmte Stadt des Mittelalters groß und
Stara sich entfalten conté und auch unser nenes Worms noch ruht –diese Erinnerung weckt tausend
andere Erinnerungen an jenes Worms, das unter dem Kreuz aufwuchs und als Stadt der vielen Kirchen
und Kapellen sich zu dem Gleichnis einer Gottesstadt formte.” (Illert, 1925:1).
57
“Wer aber kann ermessen, was er für die Stadt Worms selbst war? Die Stadt verdankte ihm die
Wiederherstellung ihrer Befestigung. Sie wurde durch ihn wieder das, was Städte damals waren…”
(Börschinger, 1925: 4).
58
“Eine der lichtvollsten Gestalten ist Bischof Burchard I. von Worms. Von ihm sagt man mit Recht,
daß in einer Zeit, wo die Kirche verweltlicht wurde, er die Welt zu verkirchlichen suchte.” Karl
BÖRSCHINGER, “Einleitung”, en: Wormatia Sacra. Beiträge zur Geschichte des ehemaligen
Bistums Worms. Aus Anlass der Feier der 900. Wiederkehr des Todestages des Bischofs Burchard,
Worms, Festausschuss, 1925, p. 3. Los términos verweltlichen y verkirchlichen son intraducibles al
español. La idea general sería destacar que, en un tiempo en el que la Iglesia se vio “mundanizada”,
Burchard habría logrado hacer del mundo un lugar más vinculado con lo eclesiástico.
59
Desde el comienzo Burchard se presenta como un hombre que reiteradamente debe llamar a
mantener la paz y la calma: “Friede! Wer lärmt allhier so durch den frühen Tag? Zum Frieden rufe
ich, der Herr der Stadt.” Georg Richard ROESS, Bischof Buchardt. Schauspiel in fünf Aufzügen,
Worms, 1925, p. 5.
60
“Was machtet ihr doch aus der alten Stadt? Der Römerstadt, der Pfalz des grossen Karl, der
Karolinger und der Niebelungen des Frankenreiches erster Königspfalz.” (Roess, 1925: 6). Es
232 ║ Neyra, Andrea Vanina
del día, pero los ciudadanos creen contar con la ayuda de Burchard, su salvador
enviado por Dios.61 Parte de la solución es la construcción del muro, que ahuyenta
las preocupaciones.62
Tal como en el relato hagiográfico, el énfasis en la situación dramática de
Worms63 repercute en el enaltecimiento de la figura episcopal, que intenta
incansablemente recuperar el espacio para hacerlo habitable y establecer las reglas de
convivencia64 resumidas en el lema: “Ordnung und Sicherheit, Freiheit und Recht!”65
El burgo del duque Otto no es solamente un ámbito en el que los ladrones
encontrarían refugio, sino que está siempre enmarcado en una atmósfera de odio,
salvajismo, injusticia, incredulidad,66 paganismo y hechicería.67 Es claramente la
contracara de la Worms deseada por la Iglesia cristiana.
El rol de mediador y pacificador de Burchard se evidencia también en la
contienda por el trono entre Hermann von Schwaben y Heinrich von Bayern, de la
que sale victorioso este último por el apoyo –entre otros- del obispo wormaciense, a
cambio del cual éste recibe el burgo de su adversario Otto. En la escena, un discurso
de Burchard refleja el ambiente de los 1920s en torno a la historia alemana: “Ob
Schwaben, Bayern, Sachsen oder Franken, Deutsche seid ihr, ein Volk vor einem
Gott.”68 El futuro rey Heinrich le agradece describiéndolo como embajador de la paz,
liberador y constructor de la ciudad.69
interesante ver como se establece una línea que va desde el pasado romano, pasando por el carolingio
y remite a la épica del Cantar de los Nibelungos.
61
“Gott ist mit uns, er sendet uns den Retter” (Roess, 1925: 9).
62
“Die Mauer steigt und meine Sorge sinkt.” (Roess, 1925: 14).
63
Burchard comienza un diálogo con los ciudadanos de la siguiente manera: “Als ich durch Kaisers
Wille und durch Gottes Gnade bestiegen diesen Stuhl nach Hildebald, da fand ich diese Stadt, die sich
einst Königin der Königinnen nannte, und aller Kaiser Herberge und Fürsten Hof verbrannt, verfallen,
verödet vor. Nicht froher Menschen Wohnung mehr, nein wilder Wölfe Grube, durch des eignen
Stadtherrn Schande. Schmach und Schuld, der sie zu einer Mödergrubte machte, zur Räuberherberge
und Diebesburg.” Los ciudadanos asienten, replicando: So ist´s. So ist´s. So fandest du dein Worms.”
Y Burchard continúa: “Durch ewige Fehden fürchterlich, durchtobt vom Bruderkriege Tag und Nacht,
geschwärtzt vom Brand, befleckt vom Blut, das war die Stadt, drin ich den Stuhl bestieg.” (Roess,
1925: 15)
64
“Dafür verleih ich ein nenes Hofrecht euch, dass euch im Hofgericht der Hofherr sprechen sollen
als seinen Hofgenossen, damit sie frei auf ihren Hufen sitzen. Vom Sterbefall und Stückteil aber befrei
ich euch und vor der Eisen- und Kesselprobe.” (Roess, 1925: 16) Aquí, el texto conocido en alemán
como Hofrecht y en latín como Lex familiae Wormatiensis ecclesiae aparece mencionado
anacrónicamente. La acción que se desarrolla se centra en el conflicto con Otto von Kärnten, que tuvo
su resolución con la salida del duque de la ciudad alrededor del año 1002. La Lex habría sido
redactada entre 1023 y 1025.
65
Roess, 1925: 16.
66
En una visita de Burchard a Otto von Kärnten con motivo de informarle de la muerte del Papa
Gregorio V, el duque le pregunta al obispo qué busca en la “casa de los injustos”, y el segundo la
califica como “casa de la incredulidad”. (Roess, 1925: 23)
67
Gerberga, la hija del duque Otto, es quien se ve envuelta en creencias y prácticas supersticiosas en
todas sus apariciones importantes. Es responsable de la muerte de Herike, el maestro de obras de la
catedral: se trata de una venganza porque Herike no le corresponde en su amor, ya que está
involucrado sentimentalmente con Mathilde, la hermana de Burchard. Una vez fallecido el maestro de
obras y desatada la consagración de Mathilde como abadesa del convento Marienmünster, Gerberga
parece retornar de la muerte para vengarse nuevamente. (Roess, 1925).
68
(Roess, 1925: 28).
69
Las palabras de Heinrich son: “Heil dir und Dank, Bischof von Worms, du Friedensbote, Befreier
und Erbauer dieser Stadt.” (Roess, 1925: 30).
La Vita Buchardi: la construcción de un relato… ║ 233
Palabras finales
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70
“Vergib ihr, Herr, sie weiss nicht, was sie tut…” (Roess (1925: 53) remite a Lc 23,34: “Padre,
perdónalos, no saben lo que hacen.”
234 ║ Neyra, Andrea Vanina
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Los animales y la penitencia:
responsabilidad y reparación frente al pecado
1
Michel Pastoreau y Peter Dinzelbacher son algunos de los autores más reconocidos que le han
dedicado algunas de sus páginas a temáticas vinculadas con el mundo animal desde la historia
cultural, tanto en los aspectos simbólicos como en los jurídicos (Dinzelbacher, 2006; Pastoreau,
2006).
género del que tomamos dos exponentes- son catálogos de pecados a los que se le
prescribe una pena tasada, además de que especifican las reglas que deben regir todo
el proceso penitencial.
En esta oportunidad nos proponemos continuar aquella línea planteada
inicialmente que había detectado, a modo general, el tratamiento dado a los animales
y su responsabilidad frente al pecado en el penitencial de Burchard. A modo de
resumen, hallamos dos facetas bajo las que se muestran los animales: por un lado,
pasiva, puesto que los hombres fornican con ellos, se alimentan de su carne, los
roban, los utilizan como parte integrante de prácticas mágicas y supersticiones, es
decir, son objeto de faltas humanas; por otro, activa, como sujeto que comete
acciones pecaminosas y/o criminales.2
Dentro de la segunda categoría de animales, que es la de menor peso
cuantitativo en la obra burchardeana, son dos los capítulos pertinentes, cuya
característica distintiva es la mención de un castigo a modo de reparación contra los
animales que, o bien matan a un hombre, o bien comen su sangre o cadáver. Se trata
justamente de los que suscitaron el interés por continuar la indagación y establecer
una comparación entre los pasajes de Burchard y la fuente que proveyó los textos: el
Penitencial de Teodoro. Éste es uno de los tres penitenciales reconocidos por
Burchard entre sus fuentes, si bien las investigaciones han demostrado que también
hizo uso de otros penitenciales que estimó conveniente no mencionar porque estarían
faltos de autoridad (Burchard, 1992: 202v-203r; Hoffmann y Pokorny, 1991; Austin,
2009; Körntgen, 2006; Hartmann, 2009). También Regino de Prüm -el autor del
documento que sirvió de mayor inspiración para el obispo wormaciense- planteaba
en su Libri duo de synodalibus causis et disciplinis ecclesiasticis que el Penitencial
de Teodoro era uno de los dos a elegir (el otro era el Penitencial de Beda) cuando los
obispos trabajaran por reconocer las condiciones y realidades de las parroquias
(McNeill y Gamer, 1990: p. 179; Hartmann, 2008: p. 217).
El texto data de la segunda mitad del siglo VII (668-690). Si bien su título
refiere a Teodoro de Tarsus, arzobispo de Canterbury, el penitencial no profesaría ser
un resultado directo de su trabajo: más bien se trata de un compendio de respuestas
del arzobispo a Eoda, un presbítero, editado por un escriba bajo el pseudónimo de
Discipulus Umbrensium. Más allá de las discusiones acerca de la identidad del
mismo, se trataba de alguien familiarizado con la disciplina penitencial irlandesa y
galesa (McNeill y Gamer, 1990: p. 180). Ha sobrevivido en unos 40 manuscritos, un
tercio de los cuales datan de los siglos IX y X, señal de la continuidad de la
popularidad de la obra en tiempos posteriores a su redacción (Hartmann, 2008:73ff).
Nuestro punto de partida, el Corrector, contiene dos capítulos (86 y 87) que
refieren a crímenes cometidos por animales junto con las reparaciones
correspondientes. Están rodeados de cánones referidos al consumo de alimentos
ilícitos, en los que se reiteran las citas de animales.
El canon 86 plantea la posibilidad de que las abejas mataran a un hombre:
«CAP. 86.—De apibus, si occiderint hominem. (Ex eodem) Apes si occidunt
hominem, ipsae quoque occidi festinentur, mel tamen manducetur” (Burchard, 1992:
213). El 87, por su parte, recorre una serie de potenciales circunstancias que
involucran a cerdos y gallinas:
2
En un artículo hemos trabajado sobre los distintos elementos que intervienen en la configuración del
pecado en la obra de Burchard (Neyra, 2010).
Los animales y la penitencia… ║ 239
3
La miel tiene un status ambiguo en la cultura cristiana altomedieval: es uno de los alimentos citados
recurrentemente a lo largo del penitencial como prohibido durante el período de ayuno (Pearson,
1997; Weiss Adamson, 2004). Éste y los demás alimentos que deben evitarse en dicha circunstancia
se encuentran enumerados en el capítulo 9 del Corrector: el vino, la miel, la cerveza de miel, la carne,
la grasa, el queso, los huevos, y todo pez grasoso (Burchard, 1992: 203).
4
Estimamos que este descarte de las intralia se debe al contacto directo con la sangre humana.
“Practically all parts of the animal were eaten, from ears, snout, and tail to tongue, liver, spleen, and
stomach. The head was often served on a platter as a festive dish, and ears and feet were turned into
jellies. Bladder, stomach, and intestines were popular casings for sausages, headcheese, or imitation
dishes, such as giant eggs for example.” (Weiss Adamson, 2004: 34).
5
Bajo tales reservas, no se rechaza el uso de la carne. Cabe recordar que las condiciones alimenticias
durante la Edad Media no hacían recomendable el descarte de los alimentos, dadas las dificultades
para garantizar una nutrición adecuada. En efecto, la carne tiene un rol central en la alimentación del
laicado cristiano. Weiss Adamson opina que “… the fasting laws of the church, rather than turn the
faithful into vegetarians, served to confirm meat´s central role.” (Weiss Adamson, 2004: 195).
6
Esto se condice con las recomendaciones bíblicas de matar a los animales homicidas (Ex 21,28).
240 ║ Neyra, Andrea Vanina
las gallinas ni la de los cerdos que comieran sangre humana. Nada se dice acerca de
las intralia, así como tampoco de la muerte inmediata de los animales, que es una
condición necesaria para el consumo de acuerdo con Burchard. En ambos
penitenciales se prescribe la maceración de la carne de los animales que se
alimentaran de un cadáver. Sin embargo, el de Teodoro no se explaya sobre el
posible caso de cerdos que asesinaran a un hombre.
En síntesis, observamos que el penitencial inspirador de Teodoro no es copiado
de manera mecánica. Burchard no sólo modifica algunos términos y la formulación,
sino que agrega algunos elementos. Efectivamente, la última parte del capítulo 87 -
aquella que se refiere al asesinato cometido por los cerdos- aparece por primera vez
formulada en el penitencial del wormaciense (Hoffmann y Pokorny, 1991: 236). Se
trata de uno de los varios cánones (completos o en alguna de sus partes) que
demuestran que el obispo, pese a sus declaraciones iniciales de haber simplemente
compilado cánones, introduce elementos nuevos bajo el manto de la tradición al
incluirlos en pasajes que adjudica a textos autoritativos (Neyra, 2011).
Si bien el Penitencial de Teodoro es explícito en el castigo mortífero en
vinculación con las abejas que asesinaran a un hombre, la idea del castigo al animal
no aparece de manera tan evidente: notamos mayor insistencia en garantizar la
ingesta de la carne o la miel bajo ciertas condiciones. Por otra parte, en Burchard es
recurrente la mención de términos relativos a la reparación animal bajo la forma de la
muerte: occidi festinentur, occidantur, interficiantur, sepeliantur. Esto se condice
con las investigaciones de Michel Pastoreau, quien en particular se ha dedicado a los
juicios tardomedievales y modernos contra animales domésticos que cometieron un
crimen individualmente (infanticidio u homicidio): las sentencias pueden incluir “...
la horca (caso más frecuente), el estrangulamiento (poco frecuente), la decapitación
(sobre todo para los bovinos), el ahogamiento o el entierro” (Pastoreau, 2006: 43). La
muerte seguida del enterramiento es uno de los castigos que continúan poniéndose en
práctica en tiempos posteriores a los del obispo de Worms. Existen otras
continuidades: por ejemplo, la preponderancia en la presencia de cerdos en los
tribunales judiciales, que en la obra de Burchard se manifiesta en la cita repetida de
aquéllos por sobre la de otras bestias.7 No obstante, es necesario aclarar que
Dinzelbacher caracteriza los juicios contra animales como una construcción
autóctona bajomedieval (Dinzelbacher, 2006). Aquí simplemente señalamos algunas
características del tratamiento dado a los animales como victimarios en algunos
exponentes del género penitencial sin pretender proponer una continuidad absoluta
con las prácticas descritas por el historiador austríaco. Ciertamente, profundizar la
indagación en base a textos de los siglos XI al XIII sería altamente recomendable con
el objetivo de establecer similitudes y divergencias en torno a la mirada cristiana
sobre la responsabilidad animal frente al crimen.
Retomando la línea en base a nuestro recorte actual, la prescripción de penas
contra seres que no tienen conciencia de las consecuencias de sus acciones demuestra
7
Las razones que señala Pastoreau incluyen: la abundancia de cerdos (explicada en buena medida
porque se alimentan fácilmente de aquello que encuentran en su camino; consumen de lo inmundus,
incluso las heces o se comen unos a otros en ausencia de alimento) (Harris, 2008: 81-82); el tránsito
vagabundo por los espacios compartidos con los hombres; el parentesco con estos últimos, que, por
ejemplo, los convierte en objeto de prácticas médicas destinadas a conocer la anatomía del cuerpo
humano por medio de la disección del cerdo. (Pastoureau, 2006: 44-45).
Los animales y la penitencia… ║ 241
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8
Dinzelbacher cita el trabajo de J. Salisbury para explicar la aparición en escena de los procesos
contra animales. La tesis central de Salisbury afirma que desde el siglo XII cada vez más se
establecían analogías entre animales y hombres, a diferencia de la Antigüedad y la temprana Edad
Media, cuando su separación era acentuada. Un cambio de mentalidad y sensibilidad se produce
especialmente a partir de la recesión y la crisis de la Baja Edad Media, que lleva a una nueva actitud
formalizada que debía influir en la conducta de los animales, a la vez que se procuraba encontrar a los
culpables de situaciones difíciles y/o conflictivas. De este modo, los animales se constituyeron en
sujetos con responsabilidad moral. (Dinzelbacher, 2006: 152-156).
Los animales y la penitencia… ║ 243
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Tragedia y kίνησις. Relaciones entre el ámbito doméstico y la
subjetividad femenina en Traquinias
Obrist, Katia
Universidad de Buenos Aires
katiaobrist@hotmail.com
1
Cf. Padel (1990:336-365).
foucaultianos no está opuesto al poder sino más bien dentro de él, es su producto y
contribuye a su dominación.2
En el marco de estos pensamientos, nuestro propósito es reflexionar sobre la
espacialidad en Traquinias,3 a los efectos de reconstruir la función simbólica del
ámbito doméstico, oculto tras una fachada palaciega en el espacio escénico. Creemos
que la puerta en el centro de la skené es un objeto escénico fundamental en tanto
imagen de ambigüedad y vacilación,4 y parte integral del espacio escénico que nos
aproxima al ámbito interior.5
Sostendremos la existencia de una conexión implícita entre el ámbito
doméstico y el mundo subjetivo de Deyanira, ya que su interior no se caracteriza por
el estatismo; por el contrario, participa de un proceso de transformación.6 Del mismo
modo, el tratamiento del recinto privado atenderá a su carácter dinámico, y se
centrará en el modo de utilización del espacio mediante los movimientos de salida y
entrada de Deyanira por la puerta central.
Con el vínculo propuesto procuramos ponderar el carácter kinésico de la
tragedia griega, pues el movimiento es un asunto que le concierne en diversos
niveles. Un ejemplo son las entradas y salidas de los actores, que hacen avanzar la
acción; también podemos añadir la peripéteia, que Aristóteles caracteriza en función
de su dinamismo al definirla como una metabolé (Poet. 1454a 20). Además, tales
desplazamientos visibles son análogos a una movilidad interna y no visible de las
pasiones de los personajes pues, en la tragedia, el páthos (Poet. 1452b 10), que agita
internamente a los espectadores, es la culminación de un proceso en el que ellos
experimentan las voluntades de los personajes como movimientos interiores que no
ven pero que infieren de los discursos, los desplazamientos de los actores en el
escenario y la danza del coro.7
El mejor modo de ingresar a Traquinias es mediante los ámbitos a los que
pertenecen los protagonistas. Los especialistas subrayan la presencia de rasgos más
civilizados, asociados al de Deyanira, y valores más rudos, vinculados a figuras
monstruosas de un pasado mítico, relacionados con Heracles.8
El contacto entre ambos mundos se convierte en el motor de la acción y el
factor decisivo para que los destinos de los protagonistas se encaminen hacia la
ruina.9 Estos dominios que se excluyen mutuamente, al entrar en conexión, inician un
proceso de desintegración de la esfera de lo civilizado. Las fuerzas primitivas que
combatió Heracles reaparecen bajo una nueva forma: Aqueloo, Neso, la Hidra de
Lerna y la Noche perviven en un mundo caracterizado por la oscuridad, la pasión y la
violencia destructiva. A este campo se incorpora Eros como una nueva fuerza que
seduce10 a Heracles y que se materializa en el manto, “hechizo de amor” cuya
2
Zeitlin (1990:63-96).
3
Los pasajes citados en este trabajo siguen la edición de Lloyd-Jones & Wilson (1990). Las
traducciones son personales.
4
Padel (1990:355); Bachelard (2000:261).
5
Cf. Zeitlin (1990:76).
6
Cf. Padel (1992:111).
7
Cf. Idem (1992:65-67).
8
Cf. Segal (1998:26-29).
9
Cf. Bowra (1952:116).
10
ν, v. 355.
Tragedia y kίνησις… ║ 247
pócima inflama11 el cuerpo del héroe de una manera equivalente a la que lo hizo
arder12 antes su pasión por Yole (Segal, 1998:29-39). Este mundo bestial estuvo
refugiado en secreto, por años, en el interior del hogar13 y al resguardo de la luz y el
calor.14 Pero también estuvo guardado en el interior de Deyanira, pues, según sus
palabras, ella recordó “los preceptos”15 que el centauro le “enseñó”16 “como la
imborrable escritura de una tablilla de bronce”.17
Esta presencia del mundo subhumano dentro de la casa y en la mente de
Deyanira nos invita a pensar el hogar como metáfora del mundo subjetivo de la
protagonista. Tal suposición se refuerza si consideramos la oscuridad que define a
ambas cavidades18 y la presencia de una fuerza exterior que las ha invadido para
provocar la destrucción.19 También, por las salidas de Deyanira al exterior del
palacio, que están acompañadas de una exteriorización de los pensamientos y los
sentimientos interiores. En este sentido Zeitlin (1990:76) considera que, en la medida
en que establece una dialéctica con el dominio de lo público, ese ámbito privado se
integra al universo trágico pues, al ritmo que se hace visible para la audiencia, de un
modo progresivo devela aquello que permanecía encubierto. Las observaciones de
Zeitlin sugieren que el ámbito doméstico está vinculado a aspectos trágicos
medulares, que consideramos de carácter cognitivo y asociamos principalmente con
la anagnórisis.
Con el propósito de examinar, en la relación entre la anagnórisis de la que
participa Deyanira20 y su materialización en el palacio, los modos en que el espacio
escénico contribuye en la transmisión de sentidos, reflexionaremos sobre los
significados que promueve la construcción discursiva del espacio doméstico para,
finalmente, atender a vocablos correspondientes al campo semántico del
conocimiento-pensamiento enunciados por Deyanira y observar en ellos cómo los
movimientos de egreso del interior doméstico traen aparejados cambios relacionados
con la esfera de comprensión del mundo que la circunda.
11
ἔ α ν, v. 1082.
12
ἐν αν α , v. 368.
13
υ νον, v. 556; ο ς […] ἦν / […] ἐγ ῃ νον α ῶς, vv. 578-579; ἐν υ οῖς, v. 686.
14
ἀπυ ον ἀ ῖν ς ’ ἀ / ῆς ἄ ον, vv. 685-686.
15
σ ῶν, v. 682.
16
π οὐ α ο, v. 681.
17
α ῆς ὅπως ύσν π ον ἐ ου γ αφ ν, v. 683.
18
Como trataremos en detalle más adelante, la mente de Deyanira está gobernada por las emociones.
Y, tanto la locura como una intensa pasión “blackens innards” (Padel, 1992:73).
19
Cf. Padel (1992:106).
20
Sobre los procesos de reconocimiento de Heracles y de Hilo, que exceden los propósitos de este
trabajo, puede consultarse Segal (1998:47-55), y Wohl (1998:3-16), respectivamente.
21
Cf. Obrist (2009:173-188).
22
Cf. Filinich (2007:16).
248 ║ Obrist, Katia
23
Cf. Kerbrat Orecchioni (1984:66).
24
Cf. Gambon (2009:9-30).
25
Cf. Wohl (1998:xxi).
26
Nos referimos a los vv. 329-496.
27
Centralmente, los vv. 531-632.
28
Nos referimos a los vv. 663-815. Asimismo, Ley (1994:37-38) observa en Deyanira tres estados
mentales y emotivos claramente diferentes que, a diferencia de nuestra propuesta, los relaciona
principalmente con las “reapariciones” de Licas desde la puerta central.
Tragedia y kίνησις… ║ 249
29
οὐ γὰ οἶ ', v. 22.
30
ἐ π π γ έν , v. 24.
31
οὐ ς οἶ , v. 41.
32
οἶ α, v. 67.
33
Cf. vv. 49-53 y 120-121.
34
Cf. León (2002:64).
35
φ ον ῖν οἶ ν όν , v. 313.
36
Τί ' οἶ ' ἐγώ;, v. 314; Οὐ οἶ α, v. 317.
37
ἴπ', ὦ α ν', ἀ ' ἡ ν ἐ σαυ ῆς· ἐπ / α υ φο ο ἰ ένα σέ γ' ς ἶ, vv. 320-321.
38
οὐ ἀπ γνώ ς, v. 389.
39
Cf. vv. 437 y ss.
40
Οὐ γὰ γυνα ο ς όγους ἐ ῖς α , / οὐ ' ς οὐ ο ἀν ώπων ὅ / αί ν πέφυ ν
οὐ οῖς αὐ οῖς ἀ ί. (vv. 438-440).
250 ║ Obrist, Katia
41
Entre los engaños de Deyanira no debemos incluir, de ninguna manera, alguna intención consciente
de matar a Heracles con el manto mortal, pero sí el clima de secreto que acompaña la puesta en
práctica de este recurso, que presentamos antes.
42
ἀν ώ ων ῶ α, v. 494.
43
Nos referimos a los vv. 531-535.
44
Cf. vv. 536-553.
45
Vv. 554-581.
46
Cf. vv. 582-587.
47
Ἦ ος, φί α , α ' οἶ ον ὁ ένος ο ῖ / αῖς αἰ α ώ ο ς πα σ ν ὡς ἐπ' ἐ ό ῳ, / ῆ ος υ αῖος
ἦ ον ὡς ᾶς ᾳ, / ὰ ὲν φ σουσα σν ν σ ν, / ὰ ' ο α π σ ω συγ α ο ου έν .
/ Κό ν γ , οἶ α ' οὐ έ ', ἀ ' ἐ υγ έν ν, / πα σ έ γ α , […] (vv. 531-537).
48
Esta relación entre los espacios está remarcada proxémicamente por el cruce de la puerta y por la
huella que deja el desplazamiento del actor, que se convierte en una toma de posesión del territorio
(Pavis, 1997:20).
Tragedia y kίνησις… ║ 251
49
Además de οἶ α , mencionado en el v. 536, Deyanira afirma sus pensamientos con otras
expresiones que comienzan a eliminar la forma negativa: “Y yo sé que no puedo enojarme con aquél
que ha recaído muchas veces en este mal” (Ἐγ ὲ υ οῦσ α ὲν οὐ ἐπίσ α α / νοσοῦν ίνῳ
πο ὰ νόσῳ, vv. 543-544). En este contexto, también encontramos “Habiendo reflexionado
esto, amigas, […] impregné esta túnica” (Τοῦ ' ἐννο σασ', ὦ φί α , […] / ῶνα όν ' ἔ α α […],
vv. 578-580); “Y si con filtros y hechizos puedo aventajar a esta joven ante Heracles, para eso tal
acción está pensada (Φί ο ς ' ἐ ν πως ν ' π α ώ α / ν παῖ α α έ ο σ οῖς ἐφ'
Ἡ α ῖ, / ν α ο γον […], vv. 584-586).
50
Cf. Smyth (1984:421).
51
ΔΗ. Οὕ ως ἔ γ' ἡ πίσ ς, ὡς ὲν ο ῖν / ἔν σ , π ί ᾳ ' οὐ π οσω ί σ πω. / ΧΟ. Ἀ '
ἰ ένα ῶσαν, ὡς οὐ ' ἰ ο ῖς / ἔ ν ἔ ο ς ν γνῶ α, π ω έν . (vv. 590-593).
52
ἰ ένα , v. 392.
53
π ω έν , v. 593.
54
ο ῖν, v. 590.
55
Οὐ οἶ '· ἀ υ ῶ ' ἰ φαν σο α α / α ν έγ' ἐ π ασ' ἀπ' ἐ πί ος α ῆς, vv. 666-667.
56
Ὥσ ' οὐ ἔ ω α να ποῖ γνώ ς πέσω, v. 705.
252 ║ Obrist, Katia
percepción visual que, como gran parte de los vocablos relacionados con la visión,
admite el sentido de un ver intelectual: “Veo que he llevado a cabo una terrible
acción”.57 Entiende que Neso la engañó para matar a Heracles, que lo había herido
mortalmente,58 y dice:
Y yo demasiado tarde, cuando ya no (me) vale, llego a la comprensión.
Pues yo sola, si no me engaño en (mi) impresión, desdichada, (lo)
destruiré, pues sé que la flecha que disparó dañó incluso a un dios, a
Quirón, y que destruye todas las bestias que toca. Y este negro veneno de
sangre, que ha atravesado las heridas de este [= el centauro], ¿cómo no va
a matar también a este [= Heracles]?59
Los vocablos vinculados a la comprensión se acumulan60 y, sin segundas
intenciones, Deyanira emplea el verbo οἶ α que representa la absoluta certeza del
valor cognoscitivo de la mirada y refiere a una visión intelectual que va más allá de
las pruebas empíricas que en principio la hicieron posible.
Las noticias que en boca de Hilo comprueban su sospecha. Deyanira se retira
en silencio. El proceso de comprensión culmina pues reconoce la fuerza mortal del
filtro y las oscuras intenciones del centauro, y advierte su estatus de instrumento para
mediar entre Neso y Heracles.61
Su necesidad de conocer y el intento de participar en el sistema que la oprime
son una irrupción en el mundo de los hombres. Al colocarse como agente de la
relación de intercambio agonística contra Yole para ganar a Heracles, sólo puede
salir derrotada.62 La posibilidad de elaborar una subjetividad femenina a través de los
modelos masculinos termina no teniendo cabida; más bien, denuncia las fallas de tal
intento, reafirma la alteridad de las mujeres, y refuerza el sistema de su sujeción y la
forma institucionalizada de resistencia a ese sistema.
A modo de conclusión
57
ὁ ῶ ' ἔ ' ἔ γον ν ν ἐ γασ έν ν., v. 706.
58
Cf. vv. 707-710.
59
[…] ὧν ἐγ σ ον, / ὅ ' οὐ έ ' ἀ ῖ, ν σ ν ἄ νυ α . / Μόν γὰ αὐ όν, ἴ
υσ σο α / γνώ ς, ἐγ σ νος ἐ αποφ ῶ· / ν γὰ α όν ' ἄ α ον οἶ α α όν, /
Χ ί ωνα π ναν α, ὦνπ ν ίγῃ / φ ί ὰ π ν α νώ α '· ἐ ὲ οῦ ' ὅ / σφαγῶν ν
ἰ ς α α ος έ ας / πῶς οὐ ῖ α όν ; […] (vv. 710-718).
60
Asimismo, Jebb (1962:110) señala la reiterada mención del pronombre ὅ en los vv. 716-718
como una marca que pone el acento en el argumento inductivo del razonamiento.
61
Cf. Ormand (1999:51).
62
Cf. Idem (1999:38).
Tragedia y kίνησις… ║ 253
Bibliografía
Ediciones críticas
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Filinich, M.I., (2007) Enunciación, Buenos Aires, Eudeba.
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Bahía Blanca, Universidad Nacional del Sur, pp. 63-69.
Ley, G., (1984) “Performance Studies and Greek Tragedy”, en Eranos 92, pp. 29-45.
Obrist, K., (2009) “La enunciación del espacio en Traquinias. Construcción y aniquilamiento del
ámbito doméstico”, en Circe 13, pp. 173-188.
63
No pretendemos negar la posibilidad de análisis, por parte de los espectadores, del mundo interior
de Heracles u otros personajes, pero sí sostener que la riqueza interior de Deyanira supera
notablemente la de aquellos.
254 ║ Obrist, Katia
Ormand, K., (1999) “Male homosocial desires in the Trachiniae”, Exchange and the Maiden.
Marriage in Sophoclean tragedy, Austin, University of Texas Press, pp. 36-59.
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Smyth, H. W. (1984) Greek Grammar, Cambridge (MA): Harvard University Press.
Si es homo… sobre el problema del bautismo de monstruos en los
manuales para párrocos y los tratados de embriología sagrada
Orsanic, Lucía
Universidad Católica Argentina
luciaorsanic@yahoo.com.ar
Palabras preliminares
acaso esto sea lo más significativo— práctico, vale decir, qué hacer frente al
nacimiento de un monstruo, cómo actuar, qué palabras pronunciar. Si la literatura
trató sobre partos monstruosos y seres teratológicos —principalmente como
antagonistas del principio heroico—, en la realidad histórica el nacimiento de seres
que se desvían de los parámetros de la normalidad establecida conlleva el problema
repetido de su posibilidad para recibir o no el bautismo cristiano e indica los pasos a
seguir, como ejemplo de casos extremos que deberá tratar el párroco.
1
Sin embargo, aunque Aristóteles fue en la Antigüedad y continuó siendo en la Edad Media el
referente primero para el tratamiento del tema, se siguió creyendo en la existencia de monstruos más
relacionados con lo maravilloso que con lo científico. Prueba de ello es la atracción que suscita el
universo teratológico y que, en las diversas artes, encuentra una vía para desarrollarse, tanto en el
nivel plástico cuanto en el textual. Llegado el periodo de Conquista, el imaginario de lo monstruoso se
trasladará al mundo americano, en tanto éste representa la nueva figura de lo desconocido; y se
recuperarán los tratados de la Antigüedad y el Medioevo para comprobar la humanidad o no que
poseen los nativos americanos. A esto ha de sumarse el imaginario de los libros de caballerías que
tenían los conquistadores en su representación mental, y que contribuyó a pensar América como un
nuevo espacio exótico, propenso para el desarrollo de lo monstruoso. Para el imaginario monstruoso
americano, vid América mágica (Magasich, Jorge y Beer, Jean-Marc de; 2001).
Si es homo… Sobre el problema del bautismo… ║ 257
algunos casos en los que, además de la falta de similitud con sus padres, la
Naturaleza puede desviarse aun más de la norma: los hijos que no se parecen a sus
padres pueden nacer con exceso o falta de algún órgano, vale decir, con dos cabezas
o con un solo ojo, por ejemplo. La monstruosidad aristotélica comienza cuando el
principio femenino somete al masculino, si éste se muestra débil o no puede
imponerse por alguna razón. Todos los cambios que puedan producirse fuera del
parámetro de la normalidad de la Naturaleza, devendrían a partir de este punto.
Especialmente, hay una idea de Aristóteles que luego será retomada por el
cristianismo medieval: la Naturaleza no se equivoca ni actúa en ninguna oportunidad
azarosamente. Por el contrario, hay ciertos casos en que los seres se desvían del
comportamiento habitual que les correspondería por naturaleza; sin embargo, son
excepciones que no implican un cuestionamiento al orden del universo. Por otra
parte, en la Naturalis historia Plinio lleva a cabo una obra monumental compuesta
por treinta y seis volúmenes, donde realiza un estudio sistemático de la diversidad de
la Naturaleza sobre la base de textos anteriores. De ahí, que las razas monstruosas no
quebrantan para el romano ninguna ley natural sino que, por el contrario, dan cuenta
de la inmensa variedad de la Naturaleza, según se ve en su descripción de seres
divergentes en cuanto a los rasgos físicos y a las lenguas que hablan, así como
también en lo que respecta a climas, regiones geográficas, animales y plantas propios
de cada lugar. Plinio privilegia la existencia de las razas monstruosas en la periferia
oriental2 y explica la razón para que los lugares que pertenecen a estas zonas
geográficas —especialmente Etiopía, Libia y la India— concentren la
monstruosidad. La causa que da cuenta de este fenómeno es el sol, ya que cuando el
calor solar se manifiesta más fuertemente la diversidad humana alcanza su estado de
mayor plenitud y se plasma en los seres más extraños. La Naturaleza racional
planteada por Aristóteles queda así muy alejada de la de Plinio, que adopta rasgos
cuasi divinos, en su poder creador y diversificador.
Ambos autores serán tomados como punto de partida para las re-
interpretaciones medievales, que se servirán de ellos a fin de explicar la
funcionalidad del monstruo en la Creación de Dios. La existencia del elemento
monstruoso se transforma, para el hombre del Medioevo, en un problema de carácter
estético-teológico, que explicarán, a su tiempo, San Agustín y San Isidoro de Sevilla.
La dificultad estética parte del concepto de belleza y armonía con los cuales se
concibe la Creación, sumados a la identificación pulchrum/ bonum. La armonía se
percibe en todos los órdenes del universo como la justa proporción de los elementos
que hacen a un todo; así, la unidad será bella en tanto y en cuanto sus partes sean
proporcionadas y armónicas en sí mismas y con el resto de los componentes. Lo
monstruoso quiebra ambos principios, vale decir, no se caracteriza por la belleza sino
por la fealdad —unida a la idea del mal, si se contempla la asociación entre la belleza
2
El concepto de periferia varía de acuerdo con la perspectiva del narrador. Mientras que el mundo
oriental resulta elemento periférico —y por tanto, representación de otredad— para el hombre de
Occidente, exactamente lo mismo, pero en la situación inversa, ocurrirá con los narradores orientales,
para quienes es Occidente motivo de construcción del imaginario exótico. Massimo Izzi se refiere a
tres zonas geográficas para la construcción mítica: Europa, los países árabes y la China, y sostiene al
respecto: “Al ocuparse estos libros de territorios más alejados y menos conocidos, los rumores más
inverosímiles podían tomar cuerpo tranquilamente, sin miedo a que los desmintiesen” (Izzi, 1996: 6-
7).
258 ║ Orsanic, Lucía
física y la moral— ni representa armonía alguna un ser con dos cabezas o dos pares
de brazos o un solo ojo. Por otra parte, el conflicto teológico no resulta menor. Si el
hombre fue creado imago Dei, el monstruo no representa la belleza divina, ni física
ni moralmente, porque además tiende al mal. Sin embargo, el monstruo no puede ser
considerado como un error de la Creación, pues si Dios es artífice de todo lo creado,
no sería posible contemplar error alguno en su obra. Así como la Naturaleza
aristotélica no se equivoca, tampoco puede hacerlo el Dios cristiano. San Agustín
aborda con más detenimiento el tema de lo monstruoso en el Liber XVI de De
civitate Dei, aunque también hay otros textos donde se refiere en menor medida a los
monstruos3. Insiste en que, sin embargo, todos ellos
por más extraña que sea su forma, o el color del cuerpo o movimiento,
sonido o voz, cualquier virtud, cualquier parte o cualquier calidad de
naturaleza que tenga, no puede dudar todo el que fuese fiel cristiano que
desciende y trae su origen de aquel primer hombre […]. Porque Dios es
el criador de todas las cosas; Él sabe dónde y cuándo conviene o
convino criar algún ser, y sabe con qué conveniencia o diversidad de
partes ha de componer la hermosura de este Universo; pero el que no
puede alcanzarlo todo, oféndese en viendo una sola parte, como si fuese
falsedad, por ignorar la correspondencia y conveniencia que tiene y a qué
fin se refiere. Aquí vemos que nacen algunos hombres con más de cinco
dedos en las manos y en los pies, y aunque ésta es una diferencia más
ligera que aquélla, con todo, Dios nos libre que haya alguno tan idiota
que piense que erró el Criador en el número de los dedos del hombre,
aunque no sepa por qué lo hizo (Agustín De Hipona, Ciudad de Dios,
XVI, viii: 434-435. El subrayado es nuestro).
Agustín enfatiza que todos los hombres creados descienden de Adán, pese a la
diversidad que sus cuerpos puedan comportar, y en consecuencia, les atribuye
también a las razas monstruosas la racionalidad y la mortalidad, tal como a todos los
hombres, criaturas de Dios. Afirma que fue la voluntad de Dios crear también seres
de naturaleza monstruosa, dado que contribuyen a la hermosura del universo como
un todo, de modo tal que el obispo de Hipona recuperaría así las premisas plinianas
de la diversidad. No obstante, termina el capítulo con un razonamiento circular, que
no acaba de definir la real existencia de los monstruos: “Para concluir con tiento y
cautamente esta cuestión: o lo que nos escriben de algunas naciones no es cierto, o si
lo es, no son hombres, o si son hombres, sin duda que descienden de Adán” (Agustín
De Hipona, Ciudad de Dios, XVI, viii: 435).
Por otra parte, San Isidoro de Sevilla también se detiene en el tópico de lo
monstruoso, en el Liber XI, “De homine et portentibus” y el Liber XII, “De
animalibus”, de sus Etimologiae. San Isidoro llega a los textos de Aristóteles a partir
del enciclopedista romano Varrón, vale decir, lo hace indirectamente, así como
3
En el Enchiridion, considera los monstruos a propósito de la resurrección. Afirma que, en el final de
los tiempos, también los monstruos resucitarán del modo más perfecto, tal como el resto de los
hombres, y cobrarán un aspecto hermoso, dejando atrás su monstruosidad (I, 8). Además, hay un
sermón que suele atribuírsele al santo, aunque para otros críticos modernos sea considerado como un
texto apócrifo, donde Agustín afirma haber visto directamente seres monstruosos cuando oficiaba
como obispo en Hipona, y debió trasladarse a Etiopía (Sermo 37).
Si es homo… Sobre el problema del bautismo… ║ 259
también retoma las ideas agustinianas sobre el tema. Pero se opone a la definición de
Varrón, quien llama “portentos a los nacidos contra la ley de la naturaleza, porque se
hacen por voluntad divina” (Isidoro De Sevilla, Etimologías, XI, iii: 279), mientras
que para él el portento no es, en realidad, algo contra la naturaleza en sí misma sino
contra la naturaleza conocida.
Ya entrado el siglo XVI —en consonancia con los partos monstruosos que
tienen lugar en los libros de caballerías4 y que repercuten en obras de otros géneros,
4
De este modo, se dice en el Amadís de Gaula sobre el Endriago: “[El gigante Bandaguido] fue
casado con una giganta mansa de buena condición; y tanto cuanto el marido con su maldad de enojo y
crueza fazía a los christianos matándolos y destruyéndolos, ella con piadad los reparava cada que
podía. En esta dueña ovo Bandaguido una fija que, después que en talle de doncella fue llegada, tanto
la natura la ornó y acreçentó en hermosura que en gran parte del mundo otra mujer de su grandeza ni
sangre que su igual fuesse no se podía hallar. […] Tomó por remedio postrimero amar de amor feo y
muy desleal a su padre; assí que muchas vezes, siendo levantada la madre de cabe su marido, la hija
veniendo allí, lo abraçava y besava. El padre luego al comienço aquello tomava con aquel amor que
de padre a fija se devía, pero la muy gran continuación y la gran hermosura demasiada suya, y la muy
poca conçiencia y virtud del padre dieron causa que sentido por él a qué tirava el pensamiento de la
fija que aquel malo y feo deseo Della oviesse efecto. […]. Deste pecado tan feo y yerro tan grande se
causó luego otro mayor […]. Que siendo este malaventurado padre en el amor de su hija encendido y
ella assí mesmo en el suyo, porque más sin empacho el su mal desseo pudiesen gozar, pensaron de
matar aquella noble dueña, su mujer dél y madre Della. Seyendo el gigante avisado de sus falsos
ídolos, en quien adorava, que si con su fija casasse, sería engendrado una tal cosa en ella la más brava
y fuerte que en el mundo se podría fallar, y poniéndolo por obra, aquella malaventuraza fija que su
madre más que a sí mesma amava, andando por una huerta con ella hablando, fingiendo la fija ver en
un pozo una cosa estraña y llamando a la madre que lo viese, diole de las manos, y echándola a lo
hondo, en poco spacio ahogada fue. […]. Y luego esse día [el gigante] públicamente ante todos tomó
por mujer a su fija Bandaguida, en la cual aquella malaventuraza noche fue engendrado una animalia
por ordenanza de los diablos en quien ella y su padre y marido creían, de la forma que aquí oiréis.
Tenía el cuerpo y el rostro cubierto de pelo, y encima havía conchas superpuestas unas sobre otras, tan
fuertes que ninguna arma las podía passar, y las piernas y pies eran muy gruesos y rezios. Y encima de
los hombros havía alas tan grandes que fasta los pies le cubrían, y no de péndolas, mas de un cuero
negro como la pez, luciente, velloso, tan fuerte que ninguna arma las podía empeçer, con las cuales se
cubría como lo fiziesse un hombre con un escudo. Y debajo dellas le salían braços muy fuertes assí
como de león, todos cubiertos de conchas más menudas que las del cuerpo; y las manos havía de
fechura de águila con cinco dedos; y las uñas tan fuertes y tan grandes que en el mundo podía ser cosa
tan fuerte que entre ellas entrasse, que luego no fuesse desfecha. Dientes tenía dos en cada una de las
quixadas, tan fuertes y tan largos, que de la boca un codo le salían; y los ojos grandes y redondos, muy
bermejos como brasas […]. La fuerça grande del pecado del gigante y de su fija causó que en él
entrasse el enemigo malo, que mucho en su fuerça y crudeza acreçienta” (Amadís de Gaula, Libro III,
LXXIII: 693-695. El subrayado es nuestro). Por otra parte, el Gran Patagón del Primaleón se
describe de este modo: “Mas todo es nada [comparado] con vn hombre que agora ay entre ellos, que
se llama Patagón. Y este Patagón dizen que lo engendró vn animal que ay en aquellas montañas, que
es el más dessemejado que ay en el mundo, saluo que tiene mucho entendimiento y es muy amigo de
las mugeres. E dizen que ouo que auer con vna de aquellas patagonas, que ansí las llamamos nosotros
por saluajes, e que aquel animal engendró en ella aquel fijo; y esto tiénenlo por muy cierto, según
salió desemejado, que tiene la cara como de can, e las orejas tan grandes que le llegan fasta los
hombros, y los dientes muy agudos e grandes, que le salen fuera de la boca retuertos, e los pies de
manera de cieruo. E corre tan ligero que no ay quien lo pueda alcanzar, y algunos que lo han visto
dizen de él marauillas, y él anda de contino por los montes caçanzo, e trae dos leones de traýlla, e trae
260 ║ Orsanic, Lucía
vn arco en sus manos con saetas muy agudas con que fiere. E desde que este Patagón se crió en
aquellas montañas, faze mucho daño, que sale a lo llano e no falla hombre de acá de los nuestros que
no mata, por manera que los hombres no son seguros, e por aquella parte dexan de fazer sus lauores
por él. E algunas vezes nos auemos juntado muchos por lo matar, e tanto auemos fecho como nada,
antes él nos a fecho gran daño. E trae vn cuerno a su cuello, e tañiéndolo vienen muchos de aquellos
patagones a le ayudar, e faze gran daño que non temen sus vidas. Por manera que ansí lo auemos
dexado fasta que Dios, que es poderoso, lo quite del mundo, que mucho nos sería menester la su
muerte” (Libro segundo del emperador Palmerín, CXXXIII: 321-322. El subrayado es nuestro).
Claramente, la imagen que predomina en estos casos es diabólica, o bien porque el monstruo encarna
al demonio, o bien porque su nacimiento ha sido propiciado por aquél.
5
Su autor era un cirujano francés que “suscitó la ira de la Facultad de Medicina, y una auténtica
querella por atentado contra las buenas costumbres, que acabó ante el Parlamento. […] [Estaban ante]
la osadía de un cirujano escritor —y desconocedor del latín—, debieron reprocharle el haber
expresado en francés lo que sólo el latín podía vehicular sin escándalo” (Malaxecheverría apud Paré,
Monstruos y prodigios: 13).
6
Vale incluir en este apartado una de las reflexiones de Vladimir Acosta, en La humanidad
prodigiosa, que podrá resultarnos una suerte de síntesis del imaginario teratológico. El autor establece
tres momentos en la concepción monstruosa medieval. Primero, sobre la base tradicional del mundo
clásico, se interpreta al monstruo como advertencia o signo de la Providencia, son los llamados
monstruos internos. En un segundo periodo, el monstruo es visto como algo extraño pero
generalmente inofensivo, dada su lejanía; por ello mismo se transforman en monstruos externos.
Finalmente, en los últimos siglos del Medioevo, de acuerdo con una época marcada por los conflictos
sociales y las luchas religiosas y políticas, el monstruo se carga de maldad y, por ello, se vincula con
el demonio (Acosta, 1996: I, 24-25).
Si es homo… Sobre el problema del bautismo… ║ 261
7
Para el corpus seleccionado, vid bibliografía primaria, al final del trabajo.
8
Como parte de las adiciones del Abate Dinouart, mientras que las cartas de opinión están escritas en
romance, a continuación se detallan en latín: “Resolución de la Universidad de Lovayna, tocante al
bautismo de monstruos. Casus positio”, “Resolutio medicorum”, “Resolutio jurisperitorum”
(Embriología Sagrada o Tratado de las Obligaciones…: 424-427).
262 ║ Orsanic, Lucía
los religiosos, cabe destacar que los principales receptores de estos textos eran
quienes se desempeñaban en los hospitales, y no los que cumplían sus funciones
ordinarias en las iglesias. Son los que reciben al niño naciente —curas de hospitales
y comadres— quienes deben tener los saberes necesarios para actuar en estos casos,
denominados extremos, para la administración del sacramento del bautismo9. “En
1227 el Sínodo de Censores acordó que los párrocos instruirían a mujeres laicas para
que aprendieran a administrar bien el bautismo de urgencia” (Carmona-González y
Sainz-Puente, 2009: 15), que se contemplaba básicamente en los siguientes casos: los
recién nacidos en riesgo de muerte inminente, las malposiciones, los fetos abortivos
vivos o las dudas sobre su vitalidad y los recién nacidos con malformaciones. Estos
últimos son los que se agrupan bajo el nombre de monstruos , aun bien entrado el
siglo XIX, y muchas de las respuestas que se daban en la Edad Media para la
generación monstruosa perviven en el imaginario pseudocientífico de este tipo de
obras.
El segundo punto de análisis está puesto en el cómo llevar a cabo este
particular bautismo. Si bien hay gran parte de disertación en las obras del género que
aquí tratamos, todas apuntan a una acción puntual, si se quiere, instructiva, donde se
especifiquen con claridad los pasos a seguir para bautizar monstruos. Dos de las
obras que tomamos dentro del corpus de trabajo coinciden en hablar de distintos
tipos de monstruos, en vistas a la identificación de aquel que pueda ser bautizado. El
tratado de Riesco-Le Grand afirma la existencia de tres circunstancias posibles para
el bautismo de monstruos:
Primera: monstruos que tienen su origen en la mezcla de la naturaleza
humana, con la de las bestias; los cuales según nuestra opinión no pueden
existir10. Segunda: monstruos por esceso, como cuando tienen dos
cabezas cuatro brazos, etc. Tercera: monstruos por defecto como cuando
nacen sin cabeza, brazos, etc. (Tratado de Embriología Sagrada: 321).
Del mismo modo, Bernardo Sala, Benedictino de Montserrat, afirma en otra
obra:
Todos los monstruos humanos pueden dividirse en tres clases. A la
primera pertenecen aquellos que constando de dos cuerpos perfectamente
distintos, solo están unidos por alguna parte de su cuerpo, como por las
espaldas, por el vientre, etc. A la segunda los que tienen duplicados uno ó
más miembros, y a la tercera los que en sus partes principales ó no tienen
figura humana ó son en alguna de ellas parecidos á las bestias
(Memorandum litúrgico-teológico para uso de los párrocos y demás
ministros sagrados: 391).
9
En algunos casos de aborto natural, señala Le-Grand: “Tengan esto presente los facultativos,
matronas y demás personas que se hallen al lado de una mujer que ha abortado para no echar sin
examen, los pedazos de sangre, porque en ellos vá confundido un ser racional capaz de la gracia
bautismal” (Tratado de Embriología Sagrada: 315-316. El subrayado es nuestro).
10
Estos son los monstruos que Marín Pina denomina “híbridos”, vale decir aquellos que están
compuestos por la mezcla, ya de distintos reinos (vegetal-humano, vegetal-animal, humano-animal)
ya de elementos diferentes de un mismo reino (por ejemplo, distintos animales) (Marín Pina, 1993).
Si es homo… Sobre el problema del bautismo… ║ 263
El análisis de los casos que se proponen nos lleva al tercer punto de análisis, el
de las fórmulas utilizadas para bautizar. El bautismo que tiene lugar ante el
nacimiento del monstruo suele ser sub conditione, vale decir que, de algún modo, se
bautiza por si acaso fuera humano racional y mereciera ser sujeto bautismal. La duda
frente al peligro de muerte del recién nacido, y sobre todo la escasez de tiempo de
estos casos, generaron una serie de formulismos que se repiten en las distintas obras
de un modo más o menos similar.
La regla general supone que si el recién nacido no tiene forma de hombre no
sea bautizado, pero frente a la duda se emplea la fórmula condicional: Si tu es homo,
ego te baptizo (o su equivalente en lengua romance, que también se halla entre las
fórmulas prescriptas con un añadido que contempla el verbo ‘vivir’: Si vives y eres
hombre yo te bautizo, etc.). En cambio, cuando no se está seguro si el monstruo es
uno o muchos sujetos (por ejemplo, un monstruo de dos cabezas) se dirá: Ego vos
baptizo, etc. a cada una de las partes por separado o bien: Si eres otro hombre y si
vives yo te bautizo, etc. Otras veces, por ejemplo si dos posibles sujetos están unidos
por un mismo pecho pero presentan dos cabezas, se dirá a la segunda, luego de haber
bautizado la primera: Si non es baptizatus, ego te baptizo, etc11. Una vez más, como
herencia de la teratología medieval, interesa qué parte del recién nacido es humana y
qué parte es monstruosa, dando prioridad a la cabeza humana como señal inherente
de bautismo, puesto que conlleva la parte racional; en el caso inverso, se apelará
también a un bautismo sub conditione12.
Hemos dicho que muchas de estas obras pasan no solo por los avatares de las
traducciones sino también por adiciones, correcciones, enmiendas y demás. Del
corpus que comparamos hasta aquí, es notable el caso de la Embriología Sagrada de
Cangiamila, que del italiano se trasvasa al francés y del francés al castellano.
Precisamente en ese último estadio es donde el Abate Dinouart introduce la cuestión
del bautismo del monstruo, en francés, y luego asimismo se traduce al castellano con
esta incorporación. Entre las adiciones de Dinouart se incluyen:
1. Un tratado de los Ahogados, distinto del que hay en la Obra [de
Cangiamila], con una lámina. 2. Reflexiones de M. Simon sobre la
Operación cesárea en mugeres vivas. 3. Consulta presentada á algunos
Doctores de Teología sobre la práctica de la Operación cesárea, sobre los
casos en que es lícito practicarla, y si la madre debe sujetarse á ella. 4.
Respuesta á esta consulta. 5. Sobre el bautismo de los monstruos; lo que
debe seguirse en la práctica. Decisión de algunos Médicos, de la
11
La abreviatura etc. equivale siempre al ablativo In nomine Patrii et Filii et Spirictu Sanctu.
12
La cabeza es, entonces, parte decisiva en el ritual bautismal, en cuanto símbolo. Así lo explica
Dinouart: “Si el monstruo solamente tiene cabeza humana, y los demás miembros son de irracional, lo
que ha sucedido varias veces, es probable que tiene un alma racional; sin embargo no se le debe
bautizar sino baxo de condicion. Lo mismo se observará, si el cuerpo es de hombre, y la cabeza de
bruto. Quando un monstruo tiene figura semejante á la humana, aunque sus miembros sean por su
deformidad los más horrorosos, aun quando le faltáre alguna parte, si tiene cabeza, debe ser bautizado.
Muchas veces se han visto niños sin cabeza; en tal caso, aunque el monstruo tenga todas las partes del
cuerpo humano, no se le bautice sino baxo de condicion. No ponemos en el número de los Acéfalos á
los monstruos que tienen cabeza, pero sin ojos, sin narices, &tc.” (Embriología Sagrada ó Tratado de
la obligación…: 190).
264 ║ Orsanic, Lucía
4. Conclusiones
Bibliografía
Bibliografía Primaria
Agustín de Hipona (1963). “La ciudad de Dios”, en Obras completas, Vol. XVI-XVII. Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, Edición de Fr. José Morán, pp. 59-1728.
Embriología Sagrada, ó Tratado de la obligación que tienen los Curas, Confesores, Médicos,
Comadres, y otras personas, de cooperar á la salvación de los Niños que aun no han nacido,
de los que nacen al parecer muertos, de los abortivos, de los monstruos, &tc. Contiene varias
prevenciones muy oportunas para las urgencias espirituales y corporales que suelen ocurrir,
así á las madres como á sus frutos. Va inserto un tratado sobre el modo de restituir las
funciones vitales á los Ahogados. Con algunas láminas concernientes á varios asuntos. Obra
compuesta en Italiano por don Francisco Cangiamila, Canónigo Magistral de Monreal,
reducida á compendio, y puesta en Francés con varias adiciones y notas sumamente útiles y
curiosas por Mr. El Abate Dinouart, Canónigo de la Colegial de San Benito de París; y
traducida del Francés al Castellano por el doctor don Joaquín Castellot, Capellán doctoral de
Si es homo… Sobre el problema del bautismo… ║ 265
Bibliografía Secundaria
Panateri, Daniel
UBA / CONICET
danypana@gmail.com
Introducción
El universo literario alfonsí, dentro del cual es posible ubicar su obra jurídica
sin problemas, constituye una clave de acceso a sí mismo, lo cual genera un
problema para el tratamiento de cada una de las obras de Alfonso. En otras palabras,
cuando se realiza un planteo dentro de los márgenes de este universo se comienza
por la coherencia y la pretensión unificadora de su proyecto político (muchas veces
con solo esto se constituye más de un trabajo) y se deja de lado no solo cualquier
posible explicación de su intencionalidad más allá del famoso doble deseo (Martin,
1997: 107) sino también el propio proceso de escritura. En este sentido, nuestra
intención es, fundamentalmente, realizar un análisis que de muestras del
procedimiento específico de escritura y argumentación del Sabio rey1. Asimismo,
intentaremos entender el carácter primero de su legislación en torno a la tortura para
la Castilla del siglo XIII. Para llevar adelante esta propuesta, analizaremos el
prefacio al título XXX de la VII Partida, De los tormentos. Nuestra premisa esencial,
que hace las veces de marco conceptual, nos hace partir desde el punto de considerar
a los prólogos alfonsíes como una parte esencial de su escritura, ya que, como
explica Cano Aguilar, “en el prólogo es donde la ideología del escritor se muestra de
manera más explícita” (1989: 79). Asimismo, este punto de referencia no convierte al
prólogo en un texto sin forma y que se amolda al deseo del autor sino que, al
contrario, se rige a través de patrones y modos específicos de escritura que, a su vez,
1
Usaremos la persona de Alfonso X para referirnos a un trabajo autoral que, en realidad, debería
indicarse como grupal y, más aún, de su grupo de trabajo relacionado con la escuela de traductores de
Toledo y servidores de la Corte.
quaestio resultó una acción no solo coherente, sino necesaria desde el punto de vista
de una monarquía unificadora. Sobre esto último, el historiador italiano Mario
Sbriccoli, planteó con brillantez (1998) que para el siglo XIII se da el surgimiento de
un orden penal público como afirmación esencial del poder soberano; el cual tiene
como función primordial generar la visibilidad del castigo y, como consecuencia
lógica, prevención.
Por todo lo ya dicho, el texto que presentaremos deberá entenderse en el
contexto de un siglo de reformas en lo concerniente a los criterios sociales de la
credibilidad, las formas de constitución del espacio judicial, la figura del juez y los
modos de argumentación. En este sentido, debemos afirmar, siguiendo el trabajo de
Marta Madero, que los procedimientos judiciales movilizan saberes,
representaciones, etc. los cuales comparten con otros regímenes de prácticas, desde
la jerarquización de los sentidos a las figuras del discurso o los criterios del
conocimiento (2004: 15). A su vez, debemos agregar que estas formas nuevas de
saberes y representaciones se despliegan según modos y lógicas que le son propias y
específicas, las cuales, vale aclarar, no se sitúan dentro de los márgenes ocupados por
las evidencias del mundo sensible. De esta manera, “producen” verdades que se
apoyan, en realidad, en operaciones intelectuales.
Resulta innegable el nivel material, y brutal, del instituto estudiado. Sin
embargo, desde el imaginario medieval, no sería más que la herramienta concreta
con la cual construir, por medio de la confesión, una evidencia plausible de ser
aceptada en el contexto de esta lógica jurídica específica de verdad.
En palabras de Baxandall, se trata, en relación al lenguaje jurídico, de
simplificar y volver manejable una experiencia material (1989). De este modo, la
opacidad de “lo real” genera el puntapié para organizar, desde el paradigma jurídico,
modelos de comprensión y enunciación que organizan la posibilidad de la “verdad”.
Esto representa la institucionalización de los hechos. Así, la institución termina por
arrancar una verdad que ella misma formula (Cf. Thomas, 1996). La tortura es el
modo más brutal y, a la vez, más patente de esta lógica de “las verdades de los
hechos”.
En este sentido, en el espacio judicial, el creer verdadero tiene un modo plural
ya que todo depende de la creencia del juez, la cual está fundada en la credibilidad de
los testigos y de los imputados (Madero, 2004: 16). Será entonces la artificialidad la
que imponga el criterio de pertinencia de las pruebas.
La noción medieval del saber escondido, usada hasta el hartazgo por Alfonso X
(en especial con la lógica del libro escondido), encuentra su correlato en el necesario
develamiento, que se juega, a nivel micro, sobre una verdad concreta (hecho
delictivo) que debe salir a la luz para ser juzgado y penado. También, a nivel macro
se juega la lógica de la ley y su compilación, ordenamiento e imposición, como la
recuperación del Liber en su sentido material. Es decir, la pérdida del objeto libro
que contiene la ley, como se especifica en Espéculo, es la causa, aparente, de la
necesidad de la obra jurídica alfonsí. De nuevo, la introducción de
“encubiertamente”, “saber” -en su doble lógica, negativa y positiva-, “probar”, etc.,
no solo plantea la introducción del instituto concreto de la tortura como un elemento
más del panorama general de construcción de la verdad jurídica, sino que, además, es
coherente con la causa motor detrás del principio legitimador de la escritura jurídica,
recuperar lo perdido, el libro de la ley.
270 ║ Panateri, Daniel
En este sentido, la realidad foral debe ser desdeñada, ya que representa como
un espejo quebrado el recuerdo de una ley original, pues el entendimiento no es sino
uno (Madero, 2004: 18). Nuevamente, el principio legitimador es la unidad. En este
caso particular, la ratio, común a toda instancia normativa y que, a la vez, debe ser
develada. Esta misma opinión es la propia de la actividad glosadora.
Partidas ofrece un marco de pensamiento, un método que debe organizar el
conocimiento independientemente del objeto del proceso, como el resultado de una
serie de distinciones sucesivas de orden lógico. Allí reside su eficacia: en las
imágenes textuales que ofrece en el camino de plantear una representación de la
justicia (Cf. Madero, 2004; 1996).
4
Prefacio al Título XXX (De los tormentos) de la VII Partida. (Fuente: Las Siete Partidas del sabio
Rey don Alfonso el nono, nuevamente glosadas por el licenciado Gregorio López, Edición de
Salamanca, 1555 por Andrea de Portonariis. Reproducción anastática del Boletín Oficial del Estado,
1974).
La tortura judicial en las Siete Partidas… ║ 271
8
“Cometen los omes a fazer grandes yerros”.
9
En este sentido, referimos al juego especular del rey autor/actor que se teje entre los elementos y el
principio legitimador
La tortura judicial en las Siete Partidas… ║ 273
como un manual de inquisidores (no en sentido moderno) que servirá para actuar en
cada proceso judicial que incluya el tormento. En resumen, el prólogo resulta una
sutil construcción verbal que plantea en varios niveles simultáneos una serie de
tópicos, argumentos y recursos que llevan derecho a una significación particular: la
construcción del argumento político como fuente final de veracidad y objetividad. De
este modo, el saber del rey conlleva a la decisión de adoptar aquello que es bueno
(determinado por la objetividad de los hechos) y ponerlo en acción, a partir de ese
momento y para el futuro. Es el rey, autor y actor, el motor de la acción y es él
mismo, y sus productos textuales, lo único necesario para que lo dicho tome la fuerza
necesaria como para instaurarse sin posibilidad de enmienda o queja. En definitiva,
la eficacia enunciativa residirá no en lo que se dice, sino en el marco enunciativo. Es
decir, será el lugar el que habilite la veracidad del contenido. Asimismo, el marco no
suprimirá al contenido, sino que se le superpondrá y lo difuminará para reordenar la
importancia desde lo qué se dice hacia quién lo dice.
10
No hay mejor manera de explicarla que a través de la lectura de: (Madero, 1996)
274 ║ Panateri, Daniel
Bibliografía
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11
La mayor parte de los especialistas está de acuerdo en que esta fecha es la de la primera
promulgación, excepción sea hecha de Joseph O’Callaghan que considera que como Partidas retoma,
desarrolla y reescribe, el Espéculo, que se encontraba en vigencia desde el siglo XIII, es también obra
promulgada. Pero nadie sigue hoy por hoy esta línea de pensamiento. Sobre la discusión, Cf. (García
Gallo, 1976(a), 1976(b), 1984; Pérez Martin, 1992; O’Callaghan, 1985; Craddock, 1981; Iglesia
Ferreirós, 1986; Montanos Ferrín, 1999, entre otros).
12
Esta idea parte de nuestro trabajo doctoral en torno a los procesos de resemantización de la glosa de
López sobre el texto original de Alfonso. Al respecto, podemos citar: (Panateri, 2012(a) y 2012(b)
La tortura judicial en las Siete Partidas… ║ 275
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La verdad como objeto en disputa. Producción historiográfica y
legislativa alfonsí como paradigmas de la construcción textual de la
objetividad, procedimientos y alcances
Panateri, Daniel
UBA / CONICET
danypana@gmail.com
Introducción
El objetivo principal del siguiente comunicado será estudiar las maneras en las
que las formas de relato historiográfico y jurídico encontraron el modo de crear (o
recrear) la verdad. Para el primer caso, se analizará la Estoria de España1 (=EE) y,
para el segundo, las Siete Partidas2 (=P), ambas obras del Rey Sabio3. De algún
modo, los largos años de reinado de este particular monarca estuvieron marcados por
una fuerza política inicial que poco a poco fue dando muestras de escasez para
terminar prácticamente desapareciendo tras los sucesos de Lerma y la reclusión en
Sevilla por el asedio de su hijo don Sancho y la nobleza levantisca4. Asimismo, esos
1
La edición que se utilizará será: Primera Crónica General de España. Ed. Ramón Menéndez Pidal,
actualizada por Diego Catalán. Ed. Gredos, Madrid, 1977
2
Las Siete Partidas del sabio Rey don Alfonso el nono, nuevamente glosadas por el licenciado
Gregorio López, edición de Salamanca, 1555 por Andrea Portonaris, (reproducción del Boletín Oficial
del Estado, 1974).
3
Usaremos la persona de Alfonso X para referirnos a un trabajo autoral que, en realidad, debería
indicarse como grupal. Del modo en que lo planteó María Rosa Lida de Malkiel. Extraigo esta
referencia de Rico, Francisco, Alfonso el Sabio y la ‘General estoria’: tres lecciones. Ariel,
Barcelona, 1984.
4
Para tener presente las relaciones entre obras intelectuales y política material, en particular haciendo
foco sobre los años de decaimiento, debe verse: Martínez, H. Salvador Alfonso X, the Learned. A
biography, Netherlands: Brill, 2010. La edición en castellano es una versión previa: Alfonso X, El
Sabio: 1252-1284. Además, cabría sumar a estas que se concentran en las razones del destronamiento
las de: Ballesteros Beretta, Antonio y Rodriguez Llopis, Miguel Alfonso X el Sabio. Barcelona: El
años fueron de prolífico y profuso trabajo intelectual, que nunca cesó, que corría a la
par de estas aspiraciones políticas alfonsíes5. Teniendo en cuenta todo lo dicho, se
buscará en las respectivas obras la forma textual en la que la verdad apareció narrada.
A sabiendas de lo disímil de estos formatos no se espera encontrar una estructura
narrativa unificada, pero se parte de pensar a la obra del Sabio rey como un universo
en sí mismo donde todo apuntaba un mismo objetivo6.
Albir, 1984 y la de O’Callaghan, Joseph The Learned King: The Reign of Alfonso X of Castile,
Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 1993.
5
Como se demuestra en las constantes reescrituras de sus obras, en particular la jurídica (al menos tres
reescrituras de la Primera Partida) y la historiográfica. Al respecto de la cronología de las obras de
Alfonso puede verse: García Gallo, Alfonso “Nuevas observaciones sobre la obra legislativa de
Alfonso X”, en AHDE, 46, 1976, “El Libro de las Leyes de Alfonso el Sabio. Del Espéculo a las
Partidas”, en AHDE, 46, 1976, y “La obra legislativa de Alfonso X. Hechos e hipótesis”, en AHDE,
54, 1984; Pérez Martin, Antonio “La obra legislativa alfonsina y puesto que en ella ocupan las Siete
Partidas”, en Glossae. Revista de Historia del Derecho Europeo, 3, 1992; O’Callaghan, Joseph
“Sobre la promulgación del Espéculo y del Fuero Real”, en Estudios en homenaje a Don Claudio
Sánchez Albornoz en sus 90 años, M. Carlé, H. Grassotti & G. Orduna (eds.), Buenos Aires: Instituto
de Historia de España, 1985; Craddock, Jerry “La cronología de las obras legislativas de Alfonso X el
Sabio”, en AHDE, 51, 1981, “El Setenario: última e inconclusa refundición alfonsina de la
primera Partida”, AHDE, 56, 1986, p. 441-466, The Legislative Works of Alfonso X, “el Sabio” A
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Espéculo”, en AHDE, 52, 1986; Montanos Ferrín, Emma España en la configuración histórico-
jurídica de Europa, Roma: Il Cigno Galileo Galilei, 1999; Martin, Geroges “Alphonse X ou la science
politique (Septénaire, 1-11)”, Cahiers de linguistique hispanique médiévale, 18-19, 1993-1994, p. 79-
100 y 20, 1995, p. 7-33, De nuevo sobre la fecha del Setenario, e-Spania, 2 diciembre 2006 y
Linehan, Peter “Pseudo-historia y pseudo-liturgia en la obra alfonsina”, inEspaña y Europa : un
pasado jurídico común, Murcia : Instituto de Derecho Común, 1986, p. 259-274 (p. 264 y 266). Entre
otros.
6
Esto se puede certificar con Funes que destaca la comunicación y unicidad de la producción alfonsí
como un todo, donde historiografía y producción legislativa parecen apuntar en un solo sentido, el
proyecto político-cultural alfonsí en sus vertientes, tanto interior como exterior. Para ello, véase:
Leonardo Funes, “Dos versiones antagónicas de la historia y de la ley: una visión de la historiografía
castellana de Alfonso X al Canciller Ayala”, en Teoría y práctica de la historiografía hispánica
medieval, ed. Aengus Ward, pp. 8-31 y, también de su autoría, “La crónica como hecho ideológico: el
caso de la Estoria de España de Alfonso X”. En, A Journal of Medieval Hispanic Languages,
Literatures & Cultures, ISSN 0193-3892, Vol. 32, Nº 3, 2004 (Ejemplar dedicado a: The Historian's
Craft in Medieval Iberia), pags. 69-90, Sin disminuir la precisión con la que este autor utiliza esta
idea, el que primero versa sobre ella es José Antonio Maravall, “Del régimen feudal al régimen
corporativo en el pensamiento de Alfonso X”, Boletín de la Real Academia de la Historia, 157: 213-
68. 1965
La verdad como objeto en disputa… ║ 279
terreno13. Inés Fernández Ordoñez explica que este pasaje se encuentra en profunda
consonancia con los textos jurídicos que apuntaban a una superposición entre
Alfonso y Cristo (Fernández Ordoñez, 1997: 250).
Si bien es cierto que la EE es en sí misma una legitimación de las aspiraciones
imperiales, es posible encontrar en los modelos narrativos ya estudiados más arriba
que a través de ellos14 se desentraña la práctica misma de esta forma narrativa y son,
de alguna manera, independientes de intencionalidades específicas de los agentes de
la escritura. Por todo lo expuesto, la EE busca plantear un consenso en el reino para
poder, partiendo de este apoyo local, impulsarse con más fuerza hacia el exterior.
Este consenso se pretende a través de la difusión de la dimensión histórica y
necesaria de los actos del rey. Al objetivo de imponer normas de conducta social que
generasen las condiciones necesarias para el establecimiento de un nuevo orden
socio-político se le superpuso, entonces, un proceso relativamente autónomo que
explica cómo la obra siguió siendo redactada tras la Conjuración de Lerma en 1271-
72 y también explica cómo a pesar de la muerte en 1284 del rey Sabio la EE
continuaba con vida en una versión crítica que aún poseía sus elementos más “duros”
en lo que refiere al intento de legitimar la candidatura imperial. Rico determina que:
El proceso a través del cual Alfonso parte de una densa trama de referencias
(clásicas, bíblicas, medievales) y llega a una comprensión global de la realidad,
diacrónica y sincrónicamente, supone una articulación de un sistema de prosa y unas
pautas de estilo cuyo genial acierto se aprecia sin más que reparar en su vigencia
durante dos siglos largos (Rico, 1984: 153).
Para concluir, se puede asentar que la actividad historiográfica alfonsí se debe
entender como la fundación de un nuevo universo de hechos historiables (Funes,
1997: 82).
Las características generales de este trabajo imposibilitan un estudio in extenso
de las verdades judiciales, por lo cual sólo se planteará el proceso a través del cual
las Partidas reconocen una modalidad específica de creencia: la fama15.
Esta cuestión abarca a quien testimonia, desde dos aspectos. Por un lado, la
veracidad agustiniana (interior), de la cual no se ocupará este trabajo16, y la fama
hominis quoad alios (exterior) que sí será de importancia para los fines presentes.
13
Más abajo aclararemos esta afirmación que no se desprende únicamente de ese pasaje.
14
Entre otro los procedimientos son: anécdota, fazaña, exemplum, leyenda, etc.
15
Por lo demás, este tema resulta apasionante y enorme. Todo esto hace que nos sea imposible
desarrollarlo mejor. Sin embargo, para lograr una aprehensión más profunda sobre la cuestión, se
puede recomendar: Marta Madero, Las verdades de los hechos. Proceso, juez y testimonios en la
Castilla del siglo XIII. Ediciones Universidad de Salamanca, 2004.
16
Aunque excede presentar aquí lo que San Agustín plantea para esta cuestión, se pretende dejar por
sentado un marco que posibilite el estudio futuro de la cuestión. San Agustín, entonces, expondrá dos
formas de mentira. Por un lado la falsa significatio que cum voluntate fallendi (Contra mendacium
XII). Por otro lado, Qui mentitur contra id quod animo sentit loquitur, voluntate fallendi (Enchiridion
VII). Estas propuestas diversas habilitan dos planos distintos de verdad. Mientras uno es puramente
lógico, por ello lingüístico, el otro implica una relación metafísica entre el alma y la palabra. Al
respecto ver: Casagrande, C. y Vecchio, S. Les Péchés de la langue, París, 1991. Para brindar un
acercamiento más profundo a cuál podría haber sido la concepción del siglo XIII se puede presentar la
interpretación que Santo Tomás expone de la mentira. Para él, de nuevo, al igual que en la segunda de
Agustín, aparece con mayor fuerza el problema de la contradicción entre espíritu y lenguaje. Summa
Theologiae, IIa, IIae. q. 89.
282 ║ Panateri, Daniel
P VII, 6, 1 define: “fama es el buen estado del ome que biue derechamente, e
según ley, e buenas costumbres (…)”17. En este sentido, una de las maneras de
evaluar a la fama es la del peso de la autoridad. Así mismo, esta fama debe ser
refrendada a través de argumentos que comporten formas específicas que puedan ser
identificadas por la esfera que las evalúa. De otro modo, la fama cae en “vana vox
populi”. Por supuesto que esta creencia de las cosas fundada en la fama es sensible
de errar. Así, Partidas distingue la creencia a partir de si es sensorial o propia del
saber. En este sentido, “La creencia está destinada a ofrecer, [...], un suplemento a la
afirmación para el caso en que las pruebas visuales sean imposibles” (Madero, 2004:
66). De este postulado, aparece el “saber”, que se define como “todo proceso
cognitivo, y no solamente la certeza transmitida por la vista” (Madero, 2004: 67).
Conclusiones
Las obras alfonsíes demuestran por un lado una gran riqueza textual, en
especial por sus fuentes, aunque en la mayoría de los casos no se especifiquen, y, por
el otro lado, una gran unicidad, que se refleja en la posibilidad de convalidar
argumentos de un espacio desde el otro. Este estudio resulta una breve muestra de
esta posibilidad.
Los mundos historiográfico y jurídico son diametralmente opuestos. Sin
embargo, por un lado se tiene un relato, construido desde una disciplina del saber,
que desde su escritura utiliza formas y figuras de otros formatos (ficcionales) para
establecer un supuesto de verdad (histórica). Mientras que por el otro, se posee un
modelo de comprensión de la realidad que funciona a partir de una enunciación
específica y que, por lo tanto, organiza las posibilidades de la verdad.
Después de lo que vimos podemos afirmar, tratando de entender el universo
cultural que produjo las obras alfonsíes, que la experiencia no es “el origen de
nuestra explicación” (Scott, 1994: 382). En este sentido, la construcción de la fama
desde su sentido argumental no difiere del método “filológico” o “etimológico”. Lo
que se puede ver es que las maneras de narrar la historia, con sus recursos
específicos, contribuyen, dentro del universo cultural en el que escribe Alfonso, a
plantear como posible aquello que describe. Del otro lado, la condición de fama y su
relación con el saber, más allá de haber visto o no la cosa (debe recordarse que se
habla de un testigo en un proceso judicial), expresan un condicionamiento de la
realidad a partir del modo de su manifestación. De algún modo, la credibilidad de las
cosas depende muy en última instancia de lo real. Ya que, por el contrario, es el lugar
y el sujeto de la enunciación lo que funda su condición de cierto.
17
En este mismo punto, la glosa de Gregorio López, correspondiente a la edición que se eligió para
este trabajo, aclara este punto reforzando la proposición Alfonsina con otra de autoridad jurídica
superlativa, la de Baldo de Ubaldis, In Quartum et Quintum Cod. Lib. Commentaria, Venecia, 1599.
Este gran comentarista y jurista italiano decía: Fama est testimonium vulgi sui dicti ratio rationem non
reddentis, sed opinantis.
La verdad como objeto en disputa… ║ 283
Bibliografía
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reciente del modelo historiográfico alfonsí”. Incipit, 17, pp. 249, 253.
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El Himno a Deméter de Calímaco: ritual y tradición hímnica
Rodoni, Alejandra
Universidad Nacional del Sur
rodoniwolf@hotmail.com
1
Sigo aquí la línea crítica abierta por Cameron (1995), quien intenta superar la visión de la crítica
tradicional de la literatura helenística como obra erudita separada de la realidad de su tiempo, y que
reduce los Himnos, especialmente los denominados “miméticos”, a meras ficciones literarias de un
“supuesto” ritual.
2
Bremer (1981: 212).
3
Furley (1995: 29).
4
Por ejemplo, Bulloch (1984). Heyworth considera que la parte narrativa de los Himnos 5 y 6
examinan la relación entre hombre y dios en forma crítica (2004: 153). Entre la crítica reciente,
rescata (sin problematizarla) la dimensión religiosa de los Himnos de Calímaco I. Petrovic, en
particular en el Himno 2 (Petrovic, 2011: 285).
2.1 Invocación
del himno en la que se establece contacto con la divinidad, sobre todo a través de su
nombramiento. La precisión de este acto es importante, no sólo para no ofender a un
poder sensible, sino también para establecer qué aspecto de ese poder se desea
invocar. En el Himno VI la identidad de la diosa invocada es establecida ya en el
verso 2: ’Δ α , έγα αῖ , πο υ όφ που υ έ ν .’9, en tanto que los epítetos
πο υ όφ που υ έ ν evocan el aspecto divino que se busca atraer en favor
propio. Lo que se busca conseguir en favor de la comunidad mediante este ritual, y a
su vez mediante el himno, es la fertilidad de la tierra y la abundancia de las cosechas,
que forman parte de la esfera de poder de la diosa.
9
“Deméter, salud, dispensadora de alimentos, que produces abundantes cosechas”.
10
El tema de esta γ σ ς es el mismo tema de la γ σ ς del antecedente literario más importante
de este Himno, el Himno Homérico a Deméter.
11
Kowalzig (2007: 29).
12
“No, no digamos lo que trajo lágrimas a Deo”, v. 17.
288 ║ Rodoni, Alejandra
propia del carácter religioso del himno y de la relación que pretende entablar con la
divinidad: quizá el efecto buscado sea no provocar la pena de la diosa con el
recuerdo de su antiguo dolor, y evitar consecuencias no deseadas, ya que esa pena
fue causa de que la diosa ocultara las semillas e imperara el hambre sobre la tierra13.
Es mejor evocar los beneficios que otorgó a la humanidad: ον, ὡς πο ί σσ ν
α ό α έ α ῶ ·/ ον, ὡς α αν α ὰ γ α α π α/ἀσ α ων
ἀπέ ο α ἐν όας πα ῆσα ,/ νί α Τ π ό ος ἀγα ὰν ἐ σ ο έ ναν·14
He aquí presente el rasgo de ὐφ α característico del rasgo de “alabanza” del
himno: evitar lo que podría tener un efecto perjudicial, y mencionar sólo lo que sólo
puede ser auspicioso.
A continuación, y como ejemplo de lo que no debe ser hecho, y entre lo que es
“mejor” contar, se presenta otra γ σ ς: el relato mítico del castigo de Erisictón, en
apariencia (porque hay una laguna en el texto) “para evitar la insolencia”, “ ον,
ὡς ( να αί ς π ασίας ἀ έ α )” v. 22. La inclusión de este mito en el Himno
tendría como base brindar un relato de “elevación moral” para las celebrantes del
ritual: “a warning that ὓ ς against Demeter ends in disaster, an illustration of the
goddess’s power”15, un ejemplo de blasfemia activa en el pasado mítico
contrapuesto a la piedad activa del presente ritual16.
Es importante la mención en el mito de la sacerdotisa Nicipa, en la cual se
transforma Deméter para detener a Erisictón: constituye un enlace más entre pasado
mítico y presente ritual, ya que la sacerdotisa que asiste al ritual presente evoca en sí
a todas las sacerdotisas pasadas, y por lo tanto, también a la diosa misma.
El castigo de Erisictón – hambre y sed insaciables – implica no sólo la ruina
económica de su casa, tiene también consecuencias sociales: ya no le es posible
participar de los eventos de su entorno, ni certámenes, ni banquetes, ni bodas, ni
festines. Permanece oculto a los ojos de los demás, hasta que consumida toda su
hacienda, se convierte en un mendigo que implora migajas en las encrucijadas,
proscrito de su casa y de su ciudad. Es el reverso del presente: el impío que se ha
automarginado de la sociedad frente a las celebrantes que, integradas en ella, esperan
conseguir un beneficio para la comunidad.
El final de la historia de Erisictón no es contado. En lugar de ello, se cierra el
relato con la máxima que sigue: “Δ α , ῆνος ἐ ν φί ος, ὅς ο ἀπ ς,/ ἴ
' ὁ ό ο ος· ἐ ο α ογ ί ον ς ἐ οί.”17. Esta omisión es interpretada de
diversas maneras. Una de ellas sostiene que la abrupta detención del narrador, junto
con el precepto citado, constituyen una estrategia del poeta, que de esa forma nos
deja “pensando” en el final omitido del relato sobre Erisictón, y evita que nos
13
Himno Homérico a Deméter, vv. 305-312.
14
“Mejor, (digamos) cómo dio a las ciudades leyes aceptables; mejor, cómo la primera cortó la caña y
las sagradas gavillas de espigas y las lanzó a los bueyes para que las pisoteen, cuando Triptolemo
aprendía el útil arte”. (vv. 18-21)
15
Hopkinson, (1984: 5).
16
Cf. Burnett (1985: 11). Sin embargo otros, como Bulloch (1984: 220-225); Heyworth (2004: 153-
156) lo ven como ejemplo de una crisis en la percepción religiosa, especialmente por la forma que
toma el relato.
17
“Deméter, que no sea amigo mío aquel que te sea odioso, ni comparta mi techo: para mí son malos
vecinos tus enemigos”, vs. 116-117.
El Himno a Démeter de Calímaco… ║ 289
2.3 Plegaria
Una vez “concluido” el relato del castigo de Erisictón, se vuelve al ritual con
una exhortación a las participantes a invocar a la diosa con las mismas palabras del
verso 2:
πα ν αί, α ἐπ φ έγ ασ , οῖσα ·
‘Δ α , έγα αῖ , πο υ όφ που υ έ ν .’19
Esta exhortación inicia la parte final del himno, la plegaria ( ὐ ). Una vez
asegurada la atención de la diosa, y luego de haber procurado adecuadamente
complacerla mediante la alabanza, las celebrantes vuelven su atención al final del
Himno para la formulación precisa de la plegaria, que expresará el deseo o el pedido
de ayuda para la comunidad. En su forma más común la plegaria final apela a la
divinidad para que confiera protección, bienestar, prosperidad, paz, etc. a la
comunidad de adoradores.
18
Bulloch (1984: 222): quien considera que “It is an old trick, this one, but very effective.”
19
“Doncellas y madres, aclamad: “Deméter, salve, dispensadora de alimentos, que produces
abundantes cosechas” (vv. 118-119).
290 ║ Rodoni, Alejandra
La plegaria es el clímax del Himno: las dos secciones previas llevan hacia
ella, asegurando la buena voluntad divina y preparando el terreno para esta petición
final a la deidad. El concepto clave de esta sección y de toda la composición es ς,
una palabra con doble significado, correspondiente a los dos lados de la relación
involucrada en el culto: por un lado expresa la actitud de adoración agradecida del
participante en el culto, y por otro la gracia y el favor del dios ganados con esa
adoración. Ambos lados se complementan, y esta palabra expresa en forma única la
relación de placer y buena voluntad recíproca que el cantor de himnos trata de
establecer con el dios. Por ello es de uso típico en los himnos, casi un término
técnico20. En el Himno a Deméter aparece en el saludo de las oficiantes (vv. 2 y 119)
y en su cierre, en que se formula el pedido final para la comunidad:
αῖ , , α ν σ ω πό ν ἔν ' ὁ ονοίᾳ
ἔν ' ὐ π ίᾳ, φέ ' ἀγ ό νόσ α π ν α· 135
φέ όας, φέ ᾶ α, φέ σ υν, οἶσ σ όν,
φέ α ἰ ναν, ν' ὃς ἄ οσ ῆνος ἀ σῃ.
α ί ο , ί σ , έγα ίο σα ων.21
Esta constituye la plegaria final, y por tanto, la finalidad del himno, donde
convergen los elementos anteriores de la composición. El pedido está íntimamente
relacionado con la finalidad del rito celebrado en honor de Deméter: conseguir la
fertilidad para la comunidad.
El Himno, como ya hemos dicho, comienza con una alusión a la procesión del
α ος. Se trataría de un himno de tipo “procesional” (π οσ α), himnos
habituales desde el comienzo del período arcaico, y muy populares en el período
helenístico, del que se conservan inscripciones que registran victorias ganadas por
poetas en festivales en Delfos, Tespias, Lebadea, etc22. Evidencia una serie de rasgos
que sugerirían la posibilidad de la performance en relación con el ritual a que refiere:
el uso del imperativo y la segunda persona del plural, junto con el vocativo, para
dirigirse a las celebrantes en la exhortación inicial “Τῶ α ω α όν ος
ἐπ φ έγ ασ , γυναῖ ς·”23, y en la prohibición ritual que sigue:
ν α ον α όν α α α ασ ῖσ , έ α ο ,
' ἀπ ῶ έγ ος ' ό ν αὐγ σσ σ
παῖς ὲ γυνὰ ' α α ο αί αν, 5
20
Furley y Bremer (2001: I, 61-62)
21
“Salud, diosa, y guarda esta ciudad en concordia y en prosperidad, y en los campos trae toda clase
de cosas agradables. Alimenta los bueyes, danos frutos, danos la espiga, trae cosecha, alimenta
también la paz, para que coseche aquél que aró. Séme propicia, oh invocada tres veces, muy poderosa
entre las diosas” (vv. 134-138).
22
Furley y Bremer (2001: 29).
23
“Al volver el cesto, mujeres, invocad”, v.1.
El Himno a Démeter de Calímaco… ║ 291
24
“No iniciadas, contemplaréis al cesto que vuelve en tierra, y no miraréis desde el techo ni desde
arriba, ni el niño, ni la mujer aunque haya soltado su cabello, ni cuando en ayunas escupimos con las
bocas resecas” (vv. 3-6)
25
“Vírgenes y madres, invocad” (v. 118).
26
Hopkinson (1984: 89).
27
“Y como cuatro caballos de blanca crin llevan el canasto, así la gran diosa que reina a lo lejos
llegará trayéndonos blanca primavera, blanco verano, invierno y otoño, y nos protegerá hasta el otro
año. Como recorremos la ciudad descalzas y con el pelo suelto, así tendremos siempre sanos los pies y
las cabezas. Y como las portadoras del cesto llevan las cestas llenas de oro, así nosotras obtendremos
oro en abundancia. Que las no iniciadas acompañen (al cesto) hasta el Pritaneo de la ciudad, y que las
iniciadas sigan juntas hasta (el templo de) la diosa, las que sean menores de sesenta años. Pero las que
están pesadas, la que tiende las manos a Ilitía y la que tiene un dolor, así será suficiente como las
rodillas les basten. A éstas Deo les dará todo en gran abundancia, como si también hubieran llegado al
templo” (vv. 120-133).
292 ║ Rodoni, Alejandra
una especie de magia, encauzan ese poder en su favor para conseguir el efecto
deseado28. En este caso, la prosperidad y la fertilidad.
Podemos incluir dentro de esta técnica el uso de la primera persona en el
Himno, que incluye al hablante dentro de las celebrantes del ritual. Así en el verso 6:
“ ' ὅ ' ἀφ' α α έων σ ο ων π ω ς ἄπασ ο .”29 en la exhortación del verso
17: “ αῦ α έγω ς υον ἄγαγ Δ οῖ”30, en la reflexión final sobre la
historia de Erisictón (vv. 116-117, ya citados) y en los versos 120-133, citados arriba,
en que se “autodescribe” el ritual. Esto nos lleva al problema del hablante: ¿quién
habla aquí? ¿El poeta? ¿Una celebrante? ¿Una ficción de la celebrante? La posición
de la crítica tradicional es que es una mera ficción de Calímaco para un evento
totalmente ficticio que simula un ritual: esto incluye a este Himno en el grupo
denominado “mimético”31. Sin embargo, la mimesis es un rasgo temprano de la
literatura griega, ya presente en la Ilíada, y analizado por Platón en República32. En
el Himno, el poeta hace hablar a una de las celebrantes: no podemos precisar si el
poema fue escrito para ser interpretado por una de ellas o por un miembro de un coro
que “interpretara” un grupo de celebrantes, o por el poeta mismo guiando al coro.
Eso sucedería naturalmente en un coro arcaico o clásico, así, por ejemplo, en el
Parthenio de Alcmán33, en que el hablante es una de las muchachas que integran el
coro celebrante del rito. Nada impide que esto sucediera en la época helenística, en
que se seguían celebrando festivales públicos, con poemas interpretados por coros,
por cantantes solistas34 o inclusive por los mismos poetas. Por otro lado, la mimesis
es un rasgo peculiar de los himnos: en lo que denominan “mimetic poetics of Greek
hymns” Furley y Bremer citan como ejemplo el Himno de los Curetes de
Palaikastro, en que los Curetes describen la performance de su propio himno35,
seguramente con el propósito religioso antes mencionado.
4. Conclusión
28
Burnett (1985: 7s.)
29
“Ni cuando en ayunas escupimos desde las bocas resecas”.
30
“No, no digamos aquello que trajo lágrimas a Deo”.
31
Así sostienen, entre otros, Hopkinson (1984: 3-43); Bruss (2004: 49-66); Depew, (2004: 117-135);
Heyworth (2004: 139-159), etc. En contra de esta posición Cameron (1995: 24-103). Para una
profundización del problema del hablante en Calímaco, aunque en relación con los epigramas, ver
Tueller (2004: 298-315).
32
Tueller (2004: 298-299)
33
Burnett (1985: 5-6)
34
Ver, por ejemplo, el Idilio 15 de Teócrito en que una cantante interpreta un himno en honor de
Adonis en palacio, frente a una multitud.
35
Furley y Bremer (2001: 17).
36
Depew (2004: 117-135).
El Himno a Démeter de Calímaco… ║ 293
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¿Cómo se construye la historia carolingia? Historia(s) y tradición(es)
en la primera mitad del siglo noveno
Rodríguez, Gerardo
UNMP / CONICET
gerodri@sinectis.com.ar
1
Stone (2012: 47).
2
Goffart (1988); McKitterick (1990b); Althoff et al. (2002); Martínez Pizarro (1989) desarrollan
ampliamente estas cuestiones inherentes a las fuentes, subrayando la evidencia narrativa y los
estereotipos retóricos presentes en esta “literatura narrativa”. Cf. Coumert (2007).
3
Pallarés-Burke (2005: 119-120).
4
Burdiel (1989: 4). Cf. Funes (2008: 242).
5
Cf. McKitterick (2006); Tyler and Balzaretti (2006).
6
Nelson (1994: 72); Innes and McKitterick (1994: 207-209).
7
Ermoldus Nigellus (1932) (en adelante Ermoldo).
8
Astronomus (1995) (en adelante Astrónomo).
9
Thegan (1995) (en adelante Thegan).
10
Nithardus (1926) (en adelante Nitardo).
11
Garipzanov (2008: 1-41).
12
Ermoldo (IV, vv.267-282). Por su parte, Astrónomo (c.21-22) se refiere a la importancia de la
tradición imperial romana en la corte carolingia, tradición que sobrevive pese a la creciente
cristianización del Imperio
13
Karolus Magnus et Leo papa (1881: 366-79).
¿Cómo se construye la historia carolingia?… ║ 297
14
Alcuini Epistolae (1895: 174).
15
Semmler (1990: 125-146).
16
Morsel (2004: 273-286).
17
Spiegel (1999: XVIII) subraya la importancia del lenguaje performativo al momento de analizar y
considerar los textos medievales. Más adelante (3-28), fundamenta y ejemplifica la relación existente
entre “realidad”, “contexto”, “estructura social” y el marco analítico elaborado por los historiadores,
relación que necesariamente habla de textos y se expresa a través de textos. Cf. Berkhofer (1997).
18
Depreux (2002: 51-61); McKitterick (2008: 345-372) se refiere “libros reales” al referirse a la vasta
cantidad de manuscritos que se producen, copian o guardan en la corte o ámbitos cercanos a ella. Cf.
Heidecker (2000); Goetz (2000).
19
Rodríguez (2009: 197-219); (2011a: 113-143); (2011b: 233-246).
20
de Jong (2009: 59) se refiere a la obra de estos autores como “narrativas de la novena centuria” en
tanto Noble (2009) los considera genéricamente “biógrafos”.
298 ║ Rodríguez, Gerardo
dentro del mundo franco, tienen una función social21, dado que conforman una
determinada visión del mundo, muchas veces asociada a uno de los bandos en pugna,
en la cual enfatizan las cuestiones inherentes a la ligazón entre religión, política y
sociedad.
Por ello, estos autores pueden ser considerados como verdaderos
“intelectuales” al servicio de una causa, “intelectuales” que recurren al uso y la
difusión de la escritura en su búsqueda por establecer criterios de verdad. Al
respecto, Chris Wickham afirma que la relación entre “intelectuales” y política que
se establece en el siglo noveno no se dará nuevamente hasta la revolución francesa22.
En este sentido, Matthias Becher sostiene que los Anales carolingios pueden ser
considerados como una versión semioficial de la historia, el basamento sobre el que
se desarrollan las demás narrativas del período23. Una idea similar es la propuesta por
Rosamond McKitterick quien habla de la ilusión del poder real que transmiten24.
Cada uno de estos autores presenta particularidades en cuanto a sus prácticas
escriturarias. El Astrónomo y Thegan recurren a una gran variedad de textos para
escribir sus biografías, aunque no siempre sea posible establecer filiaciones con
precisión, más allá de las más simples y evidentes25.
También brindan datos concretos de la realidad. El Astrónomo da información
precisa sobre la creciente influencia de los miles en la fragmentación del reino a poco
de la muerte de Luis y la necesidad de recaudar tributos para mantenerlos –cosa que
no ocurría en tiempos de Carlomagno-26, o bien Nitardo se refiere al establecimiento
de Aquisgrán como sede prima de Francia hacia el 843-84427.
Numerosos testimonios dan cuenta sobre la transmisión de algunos hechos
históricos por la tradición oral. Cuando Thegan se refiere a la información que posee
relativa a la ascendencia de Carlomagno, menciona junto a los relatos históricos lo
que había aprendido de la boca de su propio padre28.
También es Thegan quién nos informa sobre el rechazo que Luis siente por los
clásicos paganos que había aprendido en su juventud, en especial aquellos poemas de
autores clásicos de la Antigüedad romana, cuyo contenido no estaba en armonía con
la ética cristiana29.
21
Tomo y adapto la noción de “función social de la prosa” elaborada por Spiegel (1993). Para esta
autora, el recurrir a la prosa como medio para escribir historia en los siglos XII y XIII constituye una
operación de tipo ideológico, de parte de un grupo de la élite, que pretende o reclama su propia
legitimidad histórica, de allí que reemplacen al latín por la lengua vulgar. Cf. Rodríguez de la Peña,
(2008); Martínez Sopena y Rodríguez (2011).
22
Wickham (2009: 411) afirma que la importancia política de este grupo se observa en sus obras y
textos justificatorios o laudatorios, en las excusas, en la promoción de determinados personajes.
23
Becher (1993: 21-77).
24
McKitterick (2000b): 1-20).
25
Airlie (2007: 72). McKitterick (2006: 63-89) estudia la importancia de las versiones “D” y
particularmente “E” de los Annales regni francorum en Thegan y Astrónomo. Cf. Innes and
McKitterick (1994: 216) subrayan la importancia de la transmisión y la reescritura de la historia en el
siglo IX y recurren para ello al análisis divergente que sobre la crisis de 830 plantean el Astrónomo y
Nitardo.
26
Astrónomo (c.7).
27
Nitardo (IV, c.1).
28
Thegan (c.1): “sicut paterno relatu didicimus et multe testantur historie”.
29
Thegan (c.19).
¿Cómo se construye la historia carolingia?… ║ 299
30
Depreux (1997).
31
Cf. Le Jan (1998). Thegan (c.2) precisa, por ejemplo, la importancia de estos lazos nobiliarios en
todo lo referente a la legitimación y sucesión de Carlomagno a partir de su matrimonio con
Hildegarda; Thegan (c.25-26) se refiere al casamiento de Luis con Judith, proveniente de un noble
linaje de Baviera.
32
McKitterick (2000a: 164, 169); Astrónomo (c.7).
33
Astrónomo (c.3).
34
Noble (2007: 8-36).
35
Thegan (c.43, c.50) en los cuáles identifica claramente a este arzobispo como cabeza de una facción
nobiliaria y lo responsabiliza de la inestabilidad institucional de de la década del treinta. Incluso en
Thegan (c.43) se refiere a él como “hombre cruel”.
36
Thegan (c.46).
37
Magnou-Nortier (1999: 625) se refiere al “régimen episcopaliano”. Astrónomo (c.51) considera a
Ebón impulsor de la pena pública impuesta a Luis en 833. Thegan (c.47) se refiere a Otgario y
Rigardo como “perfidus”. Cf. Rouche (1992: 341-367).
38
Magnou-Nortier (1999: 335) considera que esta pena es la forma de aplacar la cólera de Dios, tal
como se expresa en la penitencia impuesta a Judith, acusada de adulterio por sus enemigos. Cf.
Thegan (c.36), Astrónomo (c.44) y Nitardo (I, c.2). Para Luis, esta penitencia (tonsura y exilio) tuvo
por finalidad “mitigar la discoria” en palabras de Thegan (c.24).
39
Magnou-Nortier (1999: 640) considera la penitencia impuesta a Luis como “el primer proceso de
tipo stalinista de la historia de Occidente”. Cf. de Jong (1992: 29-52); (2009).
300 ║ Rodríguez, Gerardo
puede entenderse como el estudio de una fórmula pura y perfecta sino que debe
considerar los encuadres de producción, recepción, contenido, tiempo y espacio que
le sirven de marco de referencia, en este caso, la producción histórica y literaria de la
“renovación cultural carolingia”, caracterizada por los fuertes lazos que vinculan la
épica40 y la teología41 con la historia.
Jean Batany afirma que el proyecto ideológico-político que se evidencia en
Ermoldo y que subyace en los fundamentos de la “propaganda carolingia” del siglo
IX, derivó, con el devenir del tiempo, en el “mito carolingio” del siglo XII42.
Esta construcción del “mito carolingio” supuso reapropiaciones,
resignificaciones, omisiones, silencios, interpolaciones, agregados. Y así como
ciertos personajes se convirtieron en fundantes, otros, en cambio, fueron
caracterizados negativamente.
Así, por ejemplo, se vulgarizó la imagen de Luis a partir de un desfase en la
tónica de la imagen: el segundo emperador carolingio, cuyos atributos de carácter
Astrónomo había tratado de hacer aparecer bajo una luz positiva43, se convertía, en
contraste con el dinámico Carlos, cada vez más en “Luis el Piadoso”, en el
demasiado bondadoso y débil epígono44, que sigue viviendo como tal en el uso
idiomático del francés y en la conciencia histórica hasta el día de hoy.
Al respecto Courtney Booker se pregunta si a partir de estas y otras fuentes
podemos saber qué pensaron los hombres de aquella época acerca de estos momentos
de crisis social y política; cuáles son los códigos interpretativos que permiten leer y
otorgar significado a los acontecimientos. En general, los historiadores han visto
habitualmente la penitencia a Luis en 833 como el evento que marca el principio del
fin de la dinastía carolingia. Sin embargo, este autor sostiene que las narrativas del
noveno siglo revelan una conexión estrecha entre historiografía y las convenciones
genéricas de comedia y la tragedia45 y que son los escritores de los siglos posteriores
los que construyen el drama del 833, para contar una historia más grande de fe, de
traición, de conveniencia política y declive46.
Sin duda, dar respuesta a las preguntas de C. Booker implica reconstruir las
construcciones y tensiones que aparecen veladas, sugeridas en los textos. Es
necesario, pues, seguir las pistas, las claves que estos autores plantean; implica
reconstruir, a partir de indicios, los proyectos y las proyecciones ideológicas de los
historiadores carolingios de la novena centuria.
40
Morrisey (1997: 73). Se refiere a esta ligazón entre poesía e historia como “espacio poético,
reflexión política” (71-123).
41
McKitterick (1990a: 10).
42
Cf. (Batany, 1982: 313-340).
43
Astrónomo (Prólogo).
44
Nitardo (Prólogo) le dedica en texto a Carlos y le advierte que preste atención en “los tiempos
terribles de su piadoso padre”, acusado de ser el causante de las divisiones internas, inclusive
familiares (Nitardo, I, c.3) y de ser incapaz para gobernar, incapacidad que ve reflejada en la actitud
pasiva que asume ante los hechos (Nitardo, I, c.5).
45
Booker (2009a: 103-128).
46
Booker (2009b). Este autor considera que las Historiae de Nitardo, ignoradas en gran parte de la
Edad Media y sólo de interés para los eruditos, se convirtieron en los siglos XVII y XVIII en el texto
para interpretar el pasado carolingio y, por ende, para mirar negativamente a Luis.
¿Cómo se construye la historia carolingia?… ║ 301
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Los ojos de Odiseo, según el Prólogo del Áyax de Sófocles
Sabattini, Luciano
Universidad Nacional del Sur
lucianosabattini@yahoo.com.ar
Introducción
Los conceptos de υ y ἐγώ, que han sufrido grandes cambios entre los
periodos arcaico y clásico, proporcionan claves fundamentales para la comprensión
de la cultura griega. En el presente trabajo analizaremos qué implicaciones tienen
estos cambios en la tragedia y en Sófocles, en particular el Prólogo de su Áyax (vv.
1-133). Para proponer respuestas a esta cuestión, consideraremos la visión que tiene
el personaje de Odiseo (vv. 91-117), (teniendo en cuenta que el π ος trágico que
configura el conocimiento y la moral de los actores es el mirar, el ὁ ᾶν)1, para
después desarrollar la relación del Odiseo del Áyax con el concepto de alteridad2.
1
En un trabajo anterior (Sabattini, 2010) hemos demostrado esta hipótesis.
2
Este concepto, que luego desarrollaremos, está tomadο de la antropología histórica de J.-P. Vernant
(1996, 2001) y de la filosofía de E. Lévinas (2002).
3
Havelock (1963:197-198); Reale (2001:277-284).
4
Snell (1953:8-9); Bremmer (1983:14-18); Reale (2001:278).
5
Sullivan (1999:161).
6
Cf. ibid. Vernant, por su parte, sitúa los orígenes de esta concepción en los magos que, rechazando la
idea tradicional de la υ , “se esforzaron por acercar, recurriendo a sus prácticas de concentración y
de purificación del aliento, esa alma dispersa por todas las partes del cuerpo para hacer posible, desde
el momento en que aparece aislada y unificada, separarla del cuerpo a voluntad a fin de que pueda
desplazarse al más allá.” (Vernant, 2001:218)
7
Reale (2001:280). Vernant muestra que la υ socrática no denota el yo psicológico: “El alma
inmortal no es traducción de la psicología singular del hombre, sino más bien de la aspiración del
sujeto individual a fundirse en el todo, a reintegrarse en el orden cósmico general.” (Vernant,
2001:219)
8
Vernant (2001:219).
9
Vernant (2001:207)
10
Dodds (2010:29).
11
Snell (1953:8-9); Havelock (1963:200); Vernant (2001:215); Dodds (2010:28-30). Estas son las
“ego souls” de las que habla Bremmer (1983:53-63).
12
Dodds (2010:29-30).
13
Nestle (1975:43-44). El vocablo griego es α σ ς, empleado por Aristóteles, p. ej., en Poet.
1449b 28.
14
Nestle (1975:44); Dodds (2010:40-41).
Los ojos de Odiseo según el Prólogo del Ayax… ║ 307
15
Snell (1953:43-46); Nestle (1975:44); Vernant (2001:214-215).
16
Vernant (2001:215).
17
Definimos π ος como “aquello que alguien experimenta, sea bueno o malo”, que se encuadra en la
acepción general “lo que ocurre a una persona o cosa”. Cf. LSJ, p. 1285.
18
Cf. p. ej. Phaed. 115c 6.
19
Segal (1995:17).
20
“Canto”.
21
“Lamento”.
22
“¡Ay de mí!”.
23
“Pienso”, “creo”, “deseo”, “espero”, “temo”, “sospecho”.
24
Il. 16.752. “Ímpetu de león”.
25
Il. 21.252. “Ímpetu de águila”.
26
Sullivan (1999:161, 179). Cf. p. ej. Aj. 1270, donde el uso de υ es similar al de Il. 9.322.
27
Sullivan (1999:161, 179-180). Cf. Ph. 712, donde el uso de υ en vocativo resulta significativo.
308 ║ Sabattini, Luciano
Por su parte, ἐγώ continúa designando un agente conocedor y actor28, pero sus
disposiciones psicológicas (entre ellas υ ) se manifiestan, la mayoría de las veces,
explícitamente distintas de él29. En conclusión, hay un yo gramatical distinto del yo
psicológico (como en Homero), pero ambos se vinculan a través del π ος (como en
la lírica) y de la personificación (como en la tragedia en general).
El Prólogo del Áyax (vv. 1-133) crea una imagen del “gran escenario del
mundo”30. Entonces, ¿cuáles son las implicaciones de la evolución del concepto de
ἐγώ en esta escena que reviste, por sí misma, gran importancia dentro de la obra y
cuyo carácter trágico intentaremos determinar a raíz de estas consideraciones?
28
“Oedipus, Antigone, and Ajax are (...) conceived as ‘acting’ men; they act in accord with definite
ideas of their own” (Snell, 1953:109). Asimismo, la conducta de los personajes que intervienen en el
Prólogo se explica por la interpretación que cada uno hace del mundo (Sabattini, 2010).
29
Sullivan (1999:215). Excepción hecha de Ph. 712.
30
Ringer (1998:32).
31
Αἴσ σ ς ὰ ῶν ων en palabras de Aristóteles; cf. Metaph. 980a 22-26. En el Prólogo,
π ος y αἴσ σ ς se vincularían en significado.
32
Snell (1953:109); Sabattini (2010). Kaufmann (1978:326-327) esboza que la Atenea de Sófocles
tiene una moral diferente a la homérica, pero no llega a profundizar sobre esta cuestión.
33
Cf. Aj. 91-133, 1316-1401, (Sabattini, 2010).
34
Cf. Aj. 21-33, 38-65.
35
Aj. 23. “Que dudan”.
36
Aj. 13. “Que ha visto, que conoce”.
37
Aj. 1. “Que siempre mira”.
38
Sabattini (2010).
39
Aj. 91-117.
40
Sabattini (2010).
Los ojos de Odiseo según el Prólogo del Ayax… ║ 309
Odiseo teme ver lo que saldrá de la tienda del Telamoníada. ¿Qué es lo que
espera ver? No a Áyax: si éste estuviera cuerdo, el itacense no le temería41. Él espera,
en realidad, encontrarse con algo horrible, terrible (γο γ ν, adjetivo del que proviene
el nombre Γο γώ)42. Podemos comparar esta escena con lo que sucede en la Odisea,
cuando el héroe huye de las puertas del Hades antes de que Perséfona le envíe la
cabeza de Gorgona (Γο γ ν φα ν)43. En el Áyax, Odiseo no puede huir. Atenea
lo obliga a tener la aterradora visión.
41
Aj. 82.
42
Si bien en el Prólogo este vocablo no aparece, traduce perfectamente el sentido de aquello que
Odiseo espera ver.
43
Od. 11.632-640.
44
“Educando”.
45
“Receptor”, “sufriente”.
46
Vernant (1981:141-156; 1996:103-104).
47
Vernant, (1996:103); Segal (1999:131).
48
Aj. 82. “No pensante”.
49
Vernant (1996:104).
50
Segal (1995:16-19); Ringer (1998:31-37).
51
Aj. 87.
52
Sabattini (2010).
53
La frontalidad, tal como Vernant (1996:103-104) la define, consiste en la única visualización
posible de lo monstruoso, en la que se corre el riesgo de quedar atrapado en su campo de fascinación.
310 ║ Sabattini, Luciano
Tras retirarse Áyax, Atenea pregunta: “¿ves, Odiseo, qué tan grande es el poder
de los dioses?”54. Y el héroe, cuando vuelve a su ἐγώ, responde: “veo, pues, que nada
somos cuantos vivimos sino imágenes y una sombra vana”55. Odiseo reconsidera el
mundo desde su condición de “mortal que ha visto como los inmortales”, y en su
discurso equipara al mundo de los vivos con el de los muertos; la expresión ούφ
σ está en singular. Es en efecto una visión del Hades en tanto un todo oscuro e
indiferenciado, una visión divina que en realidad es una visión de la nada, o en tanto
condición de los mortales considerados desde la divinidad.
Odiseo y la alteridad
54
Aj. 118.
55
Aj. 125-126. “Sombra vana” es traducción de “ ούφ σ ”.
56
Vernant (2001:215-218).
57
Vernant (2001:215-216).
58
Dodds (2010:29-30).
59
Cf. Lévinas (2002:60).
60
Aj. 125-126.
61
Aj. 1316-1401.
62
Aj. 121-124.
63
Aj. 127-133. Cf. Vernant (2001:218-219).
64
Aj. 450. En esta escena se trastocan los ἐγώ a tal punto, que podemos pensar que Odiseo ha visto a
la misma Atenea. Atenea misma dice en Aj. 1 “ἀ ν, ὦ παῖ Λα ου, ο σ π ῖ ν ν’ ἐ ῶν
π σα ώ νον”. Respecto del verbo σ α , Snell dice: “ σ α means: to have a
particular look in one’s eyes. (…) Homer’s σ α , refers not so much to the function of the eye as
Los ojos de Odiseo según el Prólogo del Ayax… ║ 311
constituye su objeto (¿quién puede ser más Otro para él que alguno de ellos?). En sus
rostros, Odiseo ha visto al Otro, pero simultáneamente, a sí mismo y al más allá en su
dimensión aterradora; ha sido todos ellos a la vez65. Se trata de un trastocamiento de
los ἐγώ que intervienen en la escena; en Odiseo, particularmente, se reconoce como
propio lo del Otro (su destino). Lo Otro deja de ser absolutamente Otro como en el
punto de vista del griego homérico-lírico, sino que pasa a ser Otro con relación al
ἐγώ (en este caso una relación de oposición) que se desdibujó en la visión
proporcionada por Atenea y al que se volvió, pero con una nueva experiencia
asimilada. Esto es lo que lleva a Odiseo a hacer al Mismo y al Otro partes de una
totalidad, una comunidad de género que los engloba a Odiseo y a Áyax66 como
mortales, como partes de esa ούφ σ . La alteridad, por tanto, se anula.
En efecto, a Odiseo sólo le queda, a partir de la identificación con lo mortal,
sentir compasión (ἔ ος67) por ese Otro deshonrado por su sociedad y odiado por sus
dioses, y a partir de la alteridad68 con lo inmortal, sentir temor (φ ος69): emerge en
él el ideal de la σωφ οσύν del culto cívico70; tal es la enseñanza moral que Atenea
le imparte71. Después del trastocamiento total del σ ος, el φ ονῶν72 se hace
σώφ ων73. Respetando las diferencias entre dioses y hombres y actuando sin
to its gleam as noticed by someone else. The verb is used of the Gorgon whose glance incites terror
[Il. 11.36-37, donde se usa el participio ο ν ], and of the raging boar whose eyes radiate fire:
πῦ ’ φ α οῖσ ο ώς. It denotes an ‘expressive signal’ or ‘gesture’ of the eyes. (…) Of the
eagle it may be said that ύ α ον σ α , he looks very sharply; but whereas in English the
adjective would characterize the function and capacity of the visual organ, Homer has in mind the
beams of the eagle's eye, beams which are as penetrating as the rays of the sun which are also called
‘sharp’ by Homer; like a pointed weapon they cut through everything in their path. σ α is also
used with an external object; in such a case the present would mean: ‘his glance rests upon
something’, and the aorist: ‘his glance falls on an object’, ‘it turns toward something’, ‘he casts his
glance on someone’. (…) To sum up, then, the Homeric σ α does not designate the proper
objective of sight, the special function of the eye which is to transmit certain sense impressions to the
human perception.” (Snell, 1953:2-3). Estas referencias nos permiten vincular γο γῶπ ς con
σ α , y afirmar que hay una relación entre Gorgona y Atenea en esta obra de Sófocles.
65
Vernant (1996:105-106). “El acceso a los seres, en la medida en que se refiere a la visión, domina
estos seres, ejerce sobre ellos un poder. La cosa es dato, se ofrece a mí. Me mantengo en el Mismo
accediendo a ella.” (Lévinas, 2002:207). Es interesante constatar que la visión como acceso a los seres
en Lévinas, al igual que todo conocimiento objetivo, está marcada “por el modo en que el ser
cognoscente ha abordado lo Real. Reconocer la verdad como develamiento [significado que engloba
el término griego ἀ α] es conectarla al horizonte del que la devela. Platón, que identifica
conocimiento y visión, insiste, en el mito de la yunta de Fedro, en el movimiento del alma que
contempla la verdad y en la relatividad de lo verdadero con relación a esta carrera. El ser develado es
con relación a nosotros y no α ’ αὐ .” (Lévinas, 2002:87-88).
66
Lévinas (2002:62, 207). La totalidad en Lévinas se opone a la idea de lo infinito, a la cual se llega
relacionándonos con el Otro absolutamente considerado.
67
Aristóteles, Poet. 1456b 1.
68
No se trata de una posesión dionisíaca (Vernant, 1973:320), porque no hay una posesión-alteridad
que nunca llega a ser comunión, sino en una comunión que supone al mismo tiempo una contigüidad
y una alteridad, deviniendo en esta última cuando se vuelve al ἐγώ porque lo contrario constituiría
ὕ ς.
69
Aristóteles, Poet. 1456b 1.
70
Vernant (1973:319).
71
Aj. 127-133.
72
“Pensante”.
73
Aj. 132. “Moderado”, “prudente”, “obediente”. Cf. Winnington-Ingram (1998:12).
312 ║ Sabattini, Luciano
soberbia, más allá de sus talentos o posesiones, “ocupando (…) su puesto dentro de
los límites que le son asignados”74, será amado por los dioses y no se convertirá, o
eso espera, en juguete de los mismos. Así obra Odiseo al final de la tragedia, cuando
ordena el entierro de su acérrimo adversario (orden por la que el coro le llama
σοφ ς75).
Pero detrás de esta asimilación del culto cívico se esconde un egoísmo76: frente
a la anulación de la alteridad de Áyax, Odiseo se preocupa por sí mismo. ¿Acaso esa
visión no puede ser una ilusión como la que Atenea le hizo ver a Áyax? Si no es así,
¿por qué Atenea es invisible para Odiseo77 pero es visible para Áyax78? Odiseo
también puede ser engañado por Atenea (de hecho, lo es); quizá sea en realidad un
buey o Áyax mismo. Partiendo de esa alteridad devenida en identificación que
conduce a la σωφ οσύν al mismo tiempo que al egoísmo, el ἐγώ asimila esa
experiencia del mundo.
Coincidimos con Konstan cuando afirma que en el Odiseo del Áyax está
construido un modelo de espectador aristotélico, y cuando sostiene que éste concibe
a su enemigo como ὅ ο ος, igual en prudencia, valor y vulnerabilidad ante los
dioses79. El π ος (aquí el ὁ ᾶν), se moraliza80. Sin embargo, esta identificación
totalizante subyuga al Otro a un Mismo, y por ende, ella misma deviene dominio.
Dominio de las pasiones por parte del σοφ ς Odiseo81, dominio del destino del Otro
(Áyax)82 en nombre de la delimitación cognoscente-conocido (Odiseo-Áyax)83,
74
Vernant (1973:319).
75
Aj. 1374.
76
Aj. 121-124, 1367. “La metafísica [que es capaz de aprehender la idea de lo infinito, al contrario que
la ontología, que aprehende la totalidad] no consiste por lo tanto en incluirse sobre el “para sí” del yo,
para buscar en él el terreno sólido de una aproximación absoluta al ser. En el “conócete a ti mismo” no
se logra su última etapa. No porque el “conócete a ti mismo” sea limitado o de mala fe, sino porque,
por sí mismo, sólo es libertad, es decir, arbitrario e injustificado y, en este sentido, odioso; es yo,
egoísmo.” (Lévinas, 2002:111). Las palabras de Odiseo en 1364-1367 aluden a un egoísmo, porque
hace alusión a una apariencia de la justicia, propia de lo que Dodds (Dodds, 2010:30-31) llamaba
“cultura de vergüenza” (Aj. 1362-1363) y a un “para sí” ( αυ ) (Aj. 1364-1367). Pero al mismo
tiempo alude a una identificación muy estrecha con Áyax (1365-1366, donde Agamenón dice “Ἦ
παν ’ ὅ ο α”, que resulta significativo en este contexto y relevante para el caso de Odiseo y Áyax
específicamente porque identifica φ ο con ἐ ο ).
77
Aj. 15.
78
Aj. 91-117.
79
Konstan (2000:130). La identificación a que alude Vernant (1973:333) corresponde a la unificación
de todos los mortales en la sombra vana: “La persona no tiene que ver con el individuo singular en lo
que posee de irreemplazable y único, ni tampoco con el hombre en lo que le distingue del resto de la
naturaleza, en lo que supone de específicamente humano; está orientada, por el contrario, hacia la
búsqueda de una coincidencia, de una fusión de los particulares con el todo”. Pero la identificación de
Áyax y Odiseo corresponde a la neutralización del Otro de la que habla Lévinas (2002:67): “La
neutralización del Otro, que llega a ser tema u objeto -que aparece, es decir, que se coloca en la
claridad- es precisamente su reducción al Mismo.”.
80
Paglialunga (2002:80); Sabattini (2010).
81
Aj. 1374.
82
Aj. 1316-1373. Cf. especialmente 1368.
83
Aj. 91-117. Lévinas (2002:72) sostiene que el comienzo de esta delimitación está en Sócrates. Pero
nosotros podemos situar aquí el inicio de la misma. La delimitación está claramente marcada en
Atenea como mediadora, que con frecuencia alude a esta función (con respecto a Áyax, en Aj. 51-52,
59-60, 69-70, 83, 85; con respecto a Odiseo, en Aj. 11-13, 36-37, 66-67). Áyax confirma este rol en el
v. 92, y Odiseo hace lo propio en los vv. 34-35. Lévinas ve en la mediación una característica de la
Los ojos de Odiseo según el Prólogo del Ayax… ║ 313
dominio a partir de una nueva moral que se impone frente a la antigua (Áyax, que
logró conocer la nueva moral84, prefiere suicidarse antes que adoptarla como patrón
de conducta, por su fidelidad a la “recta ley”85, mientras que Odiseo la aceptó y
vivió) y frente a los líderes de esa moral antigua (como Agamenón86).
Conclusiones
El ἐγώ caracterizado en el Prólogo del Áyax se configura a través del ver, que
hace de π ος vinculante entre el yo sujeto y el yo psicológico. La visión que recibe
Odiseo fue una experiencia de alteridad que tiene diversos momentos: a)
trastocamiento del ἐγώ, b) anulación de la alteridad con Áyax (por quien siente
compasión) y refuerzo de la misma con Atenea (por quien siente temor), c)
emergencia del ideal de la σωφ οσύν en oposición a la sociedad del οἶ α
conjuntamente con un egoísmo, d) dominio de sí en la consideración de su propio
destino y de la situación posterior. Durante la visión, su ἐγώ se perdió de la escena,
para luego volver, con un nuevo conocimiento que lo configura (al considerar su
destino) y, por tanto, con un nuevo patrón de conducta que aplica al final de la
tragedia.
Por último, ¿en qué reside el carácter trágico del Prólogo? ¿En que la πα α
del ideal de σωφ οσύν se constituye como mi π ος sólo a través de la inalcanzable
visión divina? ¿O en que, después de haber tenido la mirada de los dioses, vuelvo a
ser mortal (el mismo pero distinto) y emerge en mí una moral de σωφ οσύν que me
aparta de la sociedad del οἶ α? ¿O en mi sentimiento de que los dioses pueden
engañarme siempre, si así lo quieren? ¿Soy Odiseo? ¿Soy Áyax? ¿O un buey al que
un loco tortura en su tienda de campaña? El ἐγώ sufre al saberse posible marioneta
de los dioses. Entonces, Sófocles, nos exhorta a que seamos ante todo σώφ ον ς87.
Pero la σωφ οσύν , ideal humano de la π ς, resulta compatible con el ἦ ος de las
reses88.
Bibliografía
Bremmer, Jan (1983) The early Greek concept of the soul, Princeton, Princeton University Press.
Dodds, E. R. (2010) Los griegos y lo irracional (Araujo, M., trad.), Madrid, Alianza.
filosofía occidental, con la que se le quita al Otro, al ser absoluto, su resistencia, anulando su alteridad.
“Conocer ontológicamente es sorprender, en el ente afrontado, aquello por lo que él no es este ente,
este extraño, sino aquello por lo que se traiciona de alguna manera, se entrega, se da al horizonte en el
que se pierde y aparece, admite, llega a ser concepto. Conocer viene a ser aprehender el ser a partir de
nada, o llevarlo a la nada, quitarle su alteridad. Este resultado se obtiene desde el primer rayo de luz.
Iluminar es quitar al ser su resistencia, porque la luz abre un horizonte y vacía el espacio: entrega el
ser a partir de la nada. La mediación (característica de la filosofía occidental) sólo tiene sentido si se
limita a reducir distancias.” (Lévinas, 2002:67-68).
84
Aj. 677-684.
85
Aj. 350.
86
Aj. 1316-1373.
87
Mediante el discurso de Atenea en Aj. 127-133.
88
La dicotomía “ideal de σωφ οσύν – ideal homérico” es una de las contradicciones de la π ς
(Segal, 1995:17) reflejadas en la tragedia. Se trata de una dualidad que tiene consecuencias en el
ámbito político pero también en el religioso.
314 ║ Sabattini, Luciano
Sanchez, Ayelén
Universidad Nacional del Sur
ayelen_sanchez@hotmail.com
Introducción
1
Este trabajo es un resultado parcial de las investigaciones que desarrollamos en el marco del
Proyecto de Grupo de Investigación: “La sátira en la literatura argentina: Fantasía e ironía en Jorge L.
Borges, Adolfo Bioy Casares y Ezequiel Martínez Estrada” (2008-2011), totalmente financiado por la
Universidad Nacional del Sur.
Lenguaje y olvido
(Borges, 1997:24). Resulta llamativo que este aspecto se vea también ejemplificado
por el filósofo alemán, de forma similar: “Del mismo modo que es cierto que una
hoja no es igual a otra, también es cierto que el concepto hoja se ha formado al
abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las notas
distintivas”.
Lenguaje y falsedad
La subjetividad de Funes
conciencia. Pero como hemos visto en los desarrollos filosóficos expuestos, los actos
de síntesis que posibilitan el conocimiento de objetos, son los mismos que operan
para conformar la unidad de conciencia, dando lugar a la identidad personal. Sin esta
estructura funcional cognitiva, podemos entonces preguntarnos: ¿cómo podría Funes
encontrar cimientos para fundar un yo? Incapaz de reconocer la identidad del perro
de las cinco de la tarde, ¿cómo podría afirmar su propia mismidad? La subjetividad
de Funes se nos presenta, a la luz de este análisis, como una subjetividad
fragmentada en los infinitos instantes de tiempo que constituyen el devenir de su
conciencia. Así, si extremamos la hipótesis borgeana de la memoria absoluta, y su
consecuente imposibilidad de conceptualización, nos encontramos con un Funes
diferente asociado a cada momento de su existencia, experimentándose a sí mismo en
múltiples estados, cada uno de ellos, infinitamente diferente del que le precedió,
infinitamente diferente del Funes que está siendo ahora, y que por lo tanto, ni merece
llevar el mismo nombre. Podemos imaginar así, que el tiempo para Funes es una
especie de pesadilla, que le depara a la vuelta del instante presente, otro Funes, otro
yo completamente extraño y diferente.
Conclusión
Bibliografía
Borges, Jorge Luis (1997) “Funes el memorioso”, en: Ficciones, Madrid, Alianza.
Kant, I. (1978) Crítica de la razón Pura, Ediciones Alfaguara S.A.
Mateos, Zulma (1995) “Raíces filosóficas en la Obra de Jorge Luis Borges”, en: Iberomanía, N. 41.
pp. 68-78.
Nietzsche, Friedrich (1970) “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, en: Obras Completas,
vol. I, Buenos Aires, Ediciones Prestigio, pp. 543-556.
Zavadivker, Nicolás (2008) “Borges y la metafísica”, en: A Parte Rei, V. 58, pp. 3-8.
La vejez femenina en las Odas de Horacio
Santarelli, Lucía
Universidad Nacional del Sur
luciasantarelli@hotmail.com
Starnone, Agustina
Universidad Nacional del Sur
starnoneam@gmail.com
Introducción
Quinto Horacio Flaco es uno de los más destacados poetas latinos. Su obra
comprende un amplio abanico de tipologías textuales, estructuras métricas, temas de
interés e influencias filosófico-literarias.
En este trabajo proponemos analizar cómo muestra Horacio la imagen de la
vejez en sus Odas. Sobre todo, la vejez femenina en comparación a la masculina.
Seleccionamos para tal fin las odas 1.25; 3.10 y 4.13.
Los hombres parecen, desde la perspectiva horaciana, aceptar la vejez como un
pasaje natural en la vida, como un simple cambio de funciones: dejan de disfrutar de
los goces pretendidos por la juventud (el amor, el vino, las danzas) y llega el
momento del descanso, el sosiego, los deleites y la virtud.
Por otro lado, la mujer es poseedora en su juventud de los siguientes atributos:
belleza, poder y crueldad. Una tríada que se invierte en su edad postrera. Pierde su
belleza y poder para ser fea y denigrada. Ya no es cruel con sus pretendientes sino
que todos son crueles con ella.
Finalmente, la hipótesis es que en esta nueva etapa de su vida pasa de ser un
objeto deseable a un sujeto deseante. Este rol, que no le corresponde y que subvierte
el orden preestablecido socialmente, la transforma en “monstrum”.
La vejez en la latinidad
La vejez, según Horacio, tiene rasgos comunes tanto para los hombres como
para las mujeres. Estos giran en torno a la degradación física. En ambos casos, las
canas, las arrugas, la decoloración de piel y dientes y el debilitamiento corporal son
signos del paso del tiempo.
También hay algunos rasgos físicos que son propios de cada género, como
podemos ver en el caso de Ligurino y luego, en el de Galatea:
Cuando el vello naciente venga a castigar tu presunción, cuando vuelen
de tu cabeza esos cabellos que ahora te caen sobre los hombros, y ese
color purpúreo, que aventaja al de las rosas de Libia, desaparezca,
Ligurino, bajo una espesa barba, cuantas veces te mires al espejo tan otro
del que fuiste, exclamarás: «¡Ah, ¿por qué no pensé de joven como
ahora?; ¿por qué con estos pensamientos no vuelve la frescura a mis
mejillas?» (O.4.10)1
¡Oh dioses, si alguno de vosotros oye mis lamentos, permitid que vague
con el cuerpo desnudo entre fieros leones, y que mi hermosura sirva de
alimento a los tigres antes que las secas arrugas ajen mis sonrosadas
mejillas, y pierda mi cuerpo el vigor y la frescura juvenil! (O.3.27)
En general, este desgaste producido por la vejez se siente como un anticipo de
la consabida llegada de la muerte: “Cuán fugaces, ¡ay! Póstumo, Póstumo, resbalan
los años, sin que nuestra piedad alcance a detener las arrugas de la presurosa vejez ni
el rigor implacable de la muerte”. (O.2.14).
La conciencia de esa proximidad con el fin inevitable es la que provoca en
Horacio una reflexión sobre el tema y su conclusión acerca de la fugacidad de la vida
y, como única solución, el aprovechamiento de los goces que uno puede permitirse
en la juventud. Esta invitación al carpe diem está muy presente en sus odas. Sobre
todo, porque esa juventud es fugaz y el tiempo pasa implacable antes de que
podamos advertirlo.
1
Todas las citas del trabajo pertenecen al mismo volumen traducido por Germán Salinas.
La vejez femenina en las Odas de Horacio ║ 323
Vejez masculina
Vejez femenina
Entonces los ardientes deseos del amor, que suele enfurecer a las madres
de los potros, abrasando tus llagadas entrañas, te arrancarán hondos
gemidos… (O.1.25).
Esa enfermedad o enajenamiento que provocaba en sus amantes ahora le ulcera
su propio hígado. Por todas las noches que dejó a la intemperie a sus pretendientes,
otras tantas sufrirá ella solitaria, víctima del deseo, ese viento que la invade.
En esta oda puede apreciarse claramente la inversión de la que hablábamos.
Lidia perderá con los años sus encantos, es decir, su belleza. Entonces, ya no será
cruel con sus amantes sino que será ella la despreciada. Asimismo, ya no poseerá el
poder de la seducción sino que será la víctima del deseo.
Esta libido que la invade le vale la comparación con una yegua en celo,
representa la animalización del deseo femenino cuando no está al servicio de la
satisfacción masculina.
Al dejar de ser el objeto de deseo, lugar asignado por la sociedad, para ser
sujeto deseante, se convierte como señala Simone de Beauvoir (1970) en un
monstrum. La monstruosidad femenina está signada por una lascivia insaciable que
contradice el orden masculino establecido, por el cual la sexualidad femenina es sólo
una vía para el goce del hombre. Esta lascivia es más desproporcionada aún por la
fealdad de la “vieja” y sus intentos vanos de seguir seduciendo.
Los dioses, Lice, oyeron mis votos; me oyeron, Lice: estás vieja;
pretendes, sin embargo, parecer hermosa; jugueteas y bebes sin pudor, y
con la voz trémula de la embriaguez llamas a Cupido, que sordo a tus
quejas reposa sobre las frescas y encarnadas mejillas de Quía, hábil en
pulsar el laúd.(…)
Ni la púrpura de Cos, ni las piedras preciosas te volverán aquellos días
que el tiempo volador sepultara una vez en los fastos pasados.
¿Qué fue de tu belleza, las rosas de tu cutis y la nobleza de tu andar?
¿Qué te queda de aquella otra Lice, que me inspiraba <que exhalaba>
tanto amor, me enajenaba de mí mismo, y era, por las gracias insinuantes
de su lindo rostro, la que después de Cínara me hacía más feliz? Pero el
destino, que concedió a Cínara pocos años de vida, conservó la de Lice
hasta igualar en su edad a la decrépita corneja, para que la fogosa
juventud contemplase <los ardientes jóvenes pudieran ver>,
prorrumpiendo en risas insolentes, una antorcha reducida a blancas
cenizas. (O.4.13).
La mirada del poeta se concentra en la fealdad que radica en la decrepitud
física y, al mismo tiempo, el comportamiento impúdico de Lice acrecienta la
repulsión y el rechazo de los pretendientes. No sólo se propone ocultar los signos de
su deterioro con adornos vanos, sino que se embriaga e inicia, entre danzas y cantos,
una invitación al encuentro erótico.
Desde la perspectiva de Horacio, esta actitud está completamente fuera de
lugar para la mujer mayor, lo cual la deja en ridículo, en contraste con la belleza de
las mujeres más jóvenes. El lugar de la vieja no son las fiestas y celebraciones, ni la
solicitud amorosa, sino la labor del tejido. Es decir, que la mujer con la vejez pierde
su derecho a exhibirse públicamente con intenciones de conquista y ser deseada. Más
326 ║ Santarelli, L. & Starnone, A.
Conclusión
Bibliografía
De Beauvoir, Simone (1970) La vejez, Buenos Aires, Sudamericana.
Horacio, Quinto Flaco (1924) trad. Salinas Germán, Obras completas de Horacio: Odas y epodos,
Madrid, Editorial Librería de los sucesores de Hernando.
López-Cañete Quiles, Daniel (2001) “Dos notas a Horacio, Carmen 4.13”, en: Habis, España,
Universidad de Sevilla, Nº 32, pp. 217-221.
Russotto, Márgara (2002) “Dulce María Loynaz o De la silenciosa catástrofe”, en: La otredad en la
mirada: VI Coloquio de Literatura Caribeña: Caracas 22-24 Mayo 2000, Venezuela, Fondo
Editorial de Humanidades y Educación de la Universidad Central.
El silencioso inventario de la Biblioteca del Antiguo Colegio de Santa
Catalina de la Compañía de Jesús de Córdoba. Estudio bibliográfico
del Fondo filosófico
Suárez, Marcela
UBA / CONICET
malesu@arnet.com.ar
1
Cf. Huarte Morón (1955); Chevalier (1976); Hernández González (1998).
2
En Murcia la Dra. María Victoria Játiva Millares ha dedicado su investigación al estudio de la
Biblioteca Jesuítica del Colegio de San Esteban, a partir de la realización de un catálogo concordado
en base a la información ofrecida por el inventario del fondo bibliográfico de dicha institución. Tal
como la autora sostiene (p. 263), “la identificación de los libros de la biblioteca de Murcia nos ha
permitido conocer los intereses teológicos, científicos, literarios, lingüísticos y culturales en general
de los miembros de la Compañía. Además a través de ellos podemos recomponer las directrices
pedagógicas implantadas en el colegio.” Su tesis doctoral puede ser leída en Internet
(http://www.tesisenred.net/TDR-1105107-122610/index_cs.html). Otra tesis, aún en preparación,
vinculada con el estudio de las bibliotecas institucionales es la de Miguel Ángel Sánchez Herrador
("La biblioteca del colegio de la Encarnación de los jesuitas de Montilla"), dirigida por el Dr. Julián
Solana Pujalte. La particularidad de esta investigación radica en el hecho de que los ejemplares
supérstites han podido ser analizados, lo cual permite aportar información sobre la vida del colegio y la
biblioteca (lecturas y anotaciones en los impresos, donaciones a la biblioteca, adquisiciones, servicio a la
docencia y otras).
El Dr. Julián Solana Pujalte, profesor titular de Filología Latina de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Córdoba (España) se ha dedicado arduamente al estudio de las bibliotecas jesuíticas,
y ha manifestado especial interés por las secciones de Gramática, Miscelánea y Varia erudición de la
biblioteca del Colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús de Córdoba, fundado en 1554.
3
Cf. Vergara (2009: 375).
El silencioso inventario de la Biblioteca del… ║ 331
propone un método individual de formalizar los índices de modo que se ejecuten con
uniformidad.4 Como se busca la mayor claridad posible y trata de evitarse toda clase
de confusiones, los comisionados siguen la normativa y dividen los libros en
impresos y manuscritos confeccionando de este modo dos tipos de inventarios. En el
caso de los inventarios de manuscritos deben copiarse los dos primeros renglones y
los dos últimos e incluir el número de folios. En cuanto a los inventarios de impresos,
se recoge el apellido del autor, el nombre propio entre paréntesis, título, lugar y año
de edición. En dichos inventarios no falta información relacionada con el formato,
encuadernación y número de tomos.
Al referirse al conocimiento de la riqueza bibliográfica de la Compañía, dice
García Gómez (García Gómez, 2010: 20): “Los inventarios de sus bibliotecas,
posibles, deseados Testigos de la memoria cultural, ideológica y espiritual de sus
fundaciones pueden ayudarnos en su búsqueda.”
El colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús, fundado en 1554, se
encuentra en el s. XVI a la cabeza de los andaluces junto con el de Sevilla, no solo
por el número y la formación de sus profesores, sino también por la cantidad de
alumnos que asistían.5
La biblioteca de este colegio está considerada una de las más importantes en
España al momento en que se produce la expulsión por orden de Carlos III en 1767.
En efecto, según su tamaño, las bibliotecas jesuíticas se clasifican en tres tipos:
grandes (con más de 6000 volúmenes); medianas (entre 2000 y 6000 volúmenes) y
pequeñas (con apenas 2000 volúmenes).6 De acuerdo con el inventario, la biblioteca
del Colegio de Santa Catalina se ubica dentro del grupo de las librerías grandes, pues
en el momento de la expulsión cuenta con 6854 obras y 10213 volúmenes.7 Su fondo
bibliográfico, ignorado por los estudiosos que se han ocupado de las bibliotecas
jesuíticas españolas, ha comenzado a ser estudiado por investigadores españoles y
argentinos. Para ello la fuente consultada ha sido el “Índice Original de los libros y
Papeles impresos de la Biblioteca que fue de los Regulares expulsos” (1773), legajo
manuscrito que se conserva en la Biblioteca Diocesana de Córdoba. Se trata del
inventario que concluyeron y firmaron en recto del último folio el 18 de enero de
1773 Pedro José González y Juan Moreno y Risques, comisionados del obispo y de
la Real Junta Municipal, de acuerdo con la real Cédula de 6 de mayo de 1772 de
Carlos III que ordenaba levantar con todo detalle un inventario de los libros y
papeles de los jesuitas. Los folios [3] y [4] ofrecen en una “Advertencia”
4
Acerca de las disposiciones, cf. Vergara (2009: 376 ss); Martínez Tornero (2010: 111-114).
5
En 1591 el colegio cuenta con 66 jesuitas: 22 eran sacerdotes, 26 hermanos escolares y 18 hermanos
coadjutores. De entre ellos 7 se dedicaban a la docencia y eran maestros. El interés por un profesorado
de calidad no se daba en otros colegios andaluces de la Compañía. De hecho, en el colegio de Sevilla
de los 11 profesores, 6 eran maestros. Cf. Solana Pujalte (2007a: 118).
6
Entre las librerías grandes se encuentran la del Colegio Imperial de Madrid (con 30000 volúmenes
aproximadamente), la del Colegio de San Pablo de Granada (con 29483 volúmenes), la del Colegio de
Salamanca (con 12000 volúmenes) y la del Colegio de Alcalá de Henares (con 11000). Dentro de las
medianas se destacan la del colegio de Monterrey de Galicia (con 5984 volúmenes) y la del Colegio
de Montilla de Córdoba (con 3834 volúmenes). En cuanto a las bibliotecas pequeñas, basten dos
ejemplos: la del colegio de Albacete con 545 títulos y 810 volúmenes, y la del colegio de Tudela con
1014 títulos. Cf. Solana Pujalte (2007a: 122-123).
7
Como sólo se anotan los libros de los que se aportan datos constantes a lo largo de todo el Índice, es
de suponer que el número real era notablemente superior.
332 ║ Suárez, M. & Sánchez, L. A.
8
Ver Anexo 1.
9
Ver Anexo 2.
10
Ver Anexo 3.
11
Sobre la noción de “duplicados” cf. Solana Pujalte (2007b).
12
La Ratio Studiorum divide la enseñanza de la filosofía de la siguiente manera: el primer año del
trienio se dedica a la dialéctica y a la lógica aristotélicas; el segundo, a la física también aristotélica y
a la matemática basada en Euclides; el tercero, a la metafísica y a la ética del estagirita. Cf. O’Neil –
Domínguez (2001: 1430).
El silencioso inventario de la Biblioteca del… ║ 333
13
Hasta el momento se consultó el Catálogo colectivo del patrimonio bibliográfico español disponible
en www.mcu.es/ccpb
334 ║ Suárez, M. & Sánchez, L. A.
explícita por parte del copista, podemos contabilizar una incuestionable mayoría de
títulos en latín, de aproximadamente el 82%, seguido por un 10% de títulos en
castellano. Muy por debajo le siguen cuatro obras en italiano, tres en griego (una de
ellas en versión bilingüe griego-latín), dos en francés y una en portugués, que en
conjunto apenas superan el 2% del total. En cuanto a los formatos hallamos una
distribución de las preferencias por el tamaño 4º, con el 40%, y por el tamaño folio,
con más del 34%. Le siguen el tamaño 8º con aproximadamente un 20% y muy por
debajo el 12º con un 3%. A diferencia de lo que ocurre en otras materias
mencionadas en el catálogo, no hemos encontrado registros de libros de filosofía con
formato 16º.
En cuanto a los lugares de edición, aproximadamente un 60% de los libros
proviene de imprentas extranjeras, mientras que el 40% lo hace de imprentas
españolas. Entre los principales lugares de impresión del extranjero podemos
consignar Lyon con 46 obras, Venecia con 34, París con 31, Basilea con 13, Roma y
Amberes con 11 respectivamente, Lisboa, Frankfurt y Colonia con 6 cada una, entre
otras ciudades. Entre las imprentas españolas, claramente lideran el número de títulos
editados las ciudades de Alcalá de Henares con 35, Salamanca con 21 y Madrid con
19, seguidas muy por debajo por Sevilla con 9 títulos, Zaragoza con 6, Valencia con
5, Barcelona y Valladolid con 3 cada una, Granada y Burgos con 2, entre otras. Cabe
destacar la presencia de un libro editado en México, en 1719, titulado “Florilegio
Medicinal” de Juan de Steynefer, único ejemplo de libro filosófico editado fuera del
territorio europeo.
A manera de conclusión
Bibliografía
Chevalier, M. (1976) Lectura y Lectores en la España de los siglos XVI y XVII, Madrid, Turner.
García Gómez, M. (2010) Testigos de la memoria. Los inventarios de las Bibliotecas de la Compañía
de Jesús en la expulsión de 1767, Alicante, Universidad de Alicante.
Hernández González, M.I. (1998) “Suma de inventarios de bibliotecas del siglo XVI”, en: López
Vidriero, M. L.-Cátedra, P. (dir.), El libro antiguo español IV. Coleccionismo y Bibliotecas
(siglos XV-XVIII), Salamanca y Madrid, Sociedad Española de Historia del libro &
Universidad de Salamanca & Patrimonio Nacional, pp. 375-446.
Huarte Morón, F. (1955) “Las bibliotecas particulares españolas en la Edad Moderna”, Revista de
archivos, bibliotecas y museos 61.2, pp. 555-576.
El silencioso inventario de la Biblioteca del… ║ 335
Martínez Tornero, C. (2010) Carlos III y los bienes de los jesuitas. La gestión de las temporalidades
por la monarquía borbónica (1767-1815), Alicante, Universidad de Alicante.
Mateo Ripoll, V. (2002) La cultura de las letras. Estudio de una biblioteca eclesiástica en la Edad
Moderna, Alicante, Universidad de Alicante.
O’Neil, C. - Domínguez, J. (2001) Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma, Institutum
Historicum; Madrid, Universidad Pontificia Comillas.
Solana Pujalte, J. (2007a) “El fondo del siglo XVI de la Biblioteca del Antiguo Colegio de Santa
Catalina de la Compañía de Jesús de Córdoba”, en: Archivum historicum Societatis Iesu 76,
151, January-June, pp. 113-137.
Solana Pujalte, J. (2007b) “Obras gramaticales de autores jesuitas en la Antigua Biblioteca del
Colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús en Córdoba”, en: Soto Artuñedo, W. (Ed.),
Los jesuitas en Andalucía. Estudios conmemorativos del 450 aniversario de la fundación de la
Provincia Bética, Granada, Universidad de Granada, pp. 355-385.
Vergara, J. (2009) “El proceso de inventario y expropiación de la biblioteca de los jesuitas de
Pamplona en tiempos de la expulsión (1767)”, en: Hernández Palomo, J., Rey Fajardo, J.
(coords.), Sevilla y América en la Historia de la Compañía de Jesús, Córdoba, Caja Sur
Publicaciones.
336 ║ Suárez, M. & Sánchez, L. A.
ANEXO 1
El silencioso inventario de la Biblioteca del… ║ 337
ANEXO 2
Diferencia de F mayúscula
Franci Fortuni
Diferencia de P mayúscula
Plutarchi Petri
de Pluche
338 ║ Suárez, M. & Sánchez, L. A.
Eugubini Eliani
ANEXO 3