Está en la página 1de 34

ORDIA PRIMA

Revista de Estudios Clásicos

Vol. 10 2011

Editor General
GUSTAVO VENECIANO , Universidad Nacional de Córdoba

Co-editores
JULIÁN AUBRIT , Universidad Nacional de Córdoba
JULIA BURGHINI , Universidad Nacional de Córdoba
GUILLERMO DE SANTIS , Universidad Nacional de Córdoba – CONICET
MARCOS CARMIGNANI , Universidad Nacional de Córdoba – CONICET
GUADALUPE ERRO, Universidad Nacional de Córdoba
FABIÁN MIÉ, Universidad Nacional de Córdoba – CONICET

Colaboración
Carina Meynet, Universidad Nacional de Córdoba
Amparo Agüero Solís, Universidad Nacional de Córdoba
Pablo Llanos, Universidad Nacional de Córdoba

ISSN 1666-7743
COMITÉ CIENTÍFICO
Santiago Barbero, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Alessandro Barchiesi, Università degli Studi di Siena, Italia
Alain Billault, Université Paris-Sorbonne (Paris IV), France
Paul Cartledge, Clare College, University of Cambridge, United Kingdom
Elisabetta Cattanei, Università degli Studi di Cagliari, Italia
Pablo Cavallero, Universidad de Buenos Aires, Argentina
Mireille Corbier, Directrice de L’Année épigraphique, France
Paula da Cunha Corrêa, Universidade de Sâo Paulo, Brasil
Stavros Frangoulidis, University of Crete, Greece
Michael Gagarin, University of Texas, USA
Simon Goldhill, King’s College, University of Cambridge, United Kingdom
Joan Gómez Pallarès, Universitat Autónoma de Barcelona, España
Luca Graverini, Università degli Studi di Siena, Italia
Philip Hardie, Trinity College, University of Cambridge, United Kingdom
Stephen J. Harrison, Corpus Christi College, Oxford University, United Kingdom
Karl-J. Hölkeskamp, Universität zu Köln, Deutschland
David Konstan, Brown University, USA
Maurizio Migliori, Università degli Studi di Macerata, Italia
Alba Romano, Universidad de Buenos Aires, Argentina
† Luigi E. Rossi, Sapienza, Università di Roma, Italia
María Isabel Santa Cruz, Universidad de Buenos Aires, Argentina
Richard Seaford, University of Exeter, United Kingdom
Heinrich von Staden, Institute for Advanced Study, Princeton, USA
Oliver Taplin, Magdalen College, Oxford University, United Kingdom
Alejandro G. Vigo, Universidad de Navarra, España
Francisco Villar, Universidad de Salamanca, España

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta revista puede ser reproducida por cualquier
proceso o técnica ni traducida sin el expreso consentimiento de los editores (All rights reserved. No
portion of this journal may be reproduced by any process or technique nor translated without the formal
consent of the editors).
Los índices y abstracts de ORDIA PRIMA están catalogados en l’Année Philologique. ORDIA
PRIMA está catalogada también en Latindex, folio 12539, sitio web: www.latindex.org. ORDIA
PRIMA fue evaluada por el CAICYT (Consejo Argentino de Información Científica y Técnica)
como revista de Nivel 1.
ORDIA PRIMA cuenta con el aval institucional y académico de la Escuela de Letras de la Facultad
de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Contenidos
Editorial 7

Resúmenes 9

Artículos

Murgatroyd, Paul
Homer’s Odyssey as a Graphic Novel 19

Bruchmüller, Ulrike
How to Establish the Best State, and the Authenticity
of Plato’s Seventh Letter 43

Palpacelli, Lucia
Il “probabile” nella scienza fisica di Aristotele 67

Gianneschi, Horacio
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (I) 93

Fermani, Arianna
L’errore, il falso e le scienze in Aristotele 123

Lisi, Francisco
Transmisión y recreación: La traducción
de los textos filosóficos clásicos 159

Santorelli, Biagio
Il tiranno e il rombo, la vestale e l’evangelista:
interpretazioni della Satira 4 di Giovenale 187
Reseñas bibliográficas

Marcos, G. E. y M. E. Díaz (eds.), El surgimiento de la phantasía


en la Grecia Clásica. Parecer y aparecer en Protágoras,
Platón y Aristóteles (Florencia Gravina) 215

Webb, R., Ekphrasis, Imagination and Persuasion in Ancient


Rhetorical Theory and Practice (Ivana Chialva) 221

Tesoriero, C. (ed.), Oxford Readings in Classical Studies.


Lucan (Ana Clara Sisul) 226

Vannini, G., Petronii Arbitri ‘Satyricon’ 100-115


(Stephen J. Harrison) 229

Guía para colaboradores 233


Aristóteles o el ente no solamente
no es un género (i)

Horacio Gianneschi
UNSAM, UNIPE

I. La expresión literal de la tesis central

Como bien se ha frecuentemente señalado, Aristóteles probablemente


resumía su oposición a la concepción platónico-académica del ente
con la fórmula “el ente no es un género”.1 No obstante la importancia
fundamental de la tesis expresada en ella,2 no en muchos lugares del
corpus aristotelicum se encuentra de manera literal esta proposición.
Además del locus classicissimus, sc. Segundos analíticos II 7, 92 b 14: οὐ…
γένος τὸ ὄν, la aserción de que τὸ ὄν, al igual que τὸ ἕν, no constituye
un γένος se encuentra literalmente expresada en otros tres lugares, todos
ellos de la Metafísica, o cuatro, si se estima que el libro Κ es auténtico.3
Podríamos incluir aquí otros dos pasajes del corpus, sc. Tópicos IV 1,
121 a 10-19 y 6, 127 a 28-34, en los cuales, si bien la literal negación de
que el ente y el uno constituyen géneros no aparece, la misma resulta
inmediatamente a partir de que se extraen consecuencias inaceptables
para el caso de la aceptación de la tesis que efectivamente los postula
como tales, la cual, en cambio, sí aparece allí literalmente asertada. De
ser generosos, podríamos engrosar la lista con un texto más si admitimos
que cuando en Met. Α 9 (cf. 992 b 9-13) se dice que, en ciertos casos, es
imposible que τὸ καθόλου sea un γένος, se incluye, entre esos «ciertos
casos», al ente.4 Esta parca realidad textual, como destacaremos, se ve
__________________
1 Cf., entre otros, Heidegger, 19902, pp. 37 s. y 43; Aubenque, 19662, p. 227 (cf.
idem, 1964, p. 9); Moreau, 1977, p. 594; Berti, 1981, pp. 234 s.
2 Cf. Oñate y Zubía, 2001, p. 39; Calvo Martínez, 1994, n. 20, p. 144; Zingano,
2010, p. 45.
3 Β 3, 998 b 22; Η 6, 1045 b 5-6; Ι 2, 1053 b 22-24; Κ 1, 1059 b 33-34.
4 Vid., a favor, Alejandro de Afrodisias, In Met., 123, 15 - 126, 37, esp. 126, 25-35;

ORDIA PRIMA 10 (2011) 93-122


94 Horacio Gianneschi

mitigada, sin embargo, por las varias maneras que tiene Aristóteles de
aseverar o de implicar esta misma tesis, tesis que, en nuestra opinión, él
mismo habría mantenido durante toda su carrera.5
Antes de detenernos en los principales argumentos esgrimidos por
el Estagirita para sostener la imposibilidad de que el ente sea un género
y en las diversas formas de afirmar o de implicar esta imposibilidad, es

__________________
Ross, 1966(1924)a, p. 209; Tricot, 1991(1966)a, n. 3, pp. 99 s.; Décarie, 19722, p. 90;
Reale, 1993c, p. 95; Viano, 2002(1974), n. 1, p. 226; Berti, 1979a, pp. 92 s. y 96 con n.
26; idem, 2004(1977), pp. 337 s.; Sefrin-Weis, 2002, pp. 123-126; Brancacci, 2009, n.
18, p. 90; Zanatta, 2009a, n. 212, pp. 463-465, esp. p. 465. Cf. Colle, 1912, pp. 163-165,
esp. 164 s.; Carlini, 1928, n. 2, p. 51.
5 Hay intérpretes que opinan lo contrario, lo que los ha llevado a elaborar una
estrategia interpretativa ‘genética’ que distingue diversos estadios de la evolución
intelectual del Estagirita a este respecto. Cf., entre otros, Elders, 1961; idem, 1962; idem,
1972; Dhondt, 1961; Rutten, 1992. No discutiremos aquí esta posición. Tampoco
discutiremos directamente, dicho sea de paso, la línea interpretativa que, en un marco
que tiende a ver las investigaciones llevadas a cabo por Ar. en Met. como plenamente
adecuadas a los cánones epistemológicos establecidos en los Seg. an., en particular
como conformes con el “criterio de homogeneidad”, termina ciñendo la ciencia que
estudia el ente en cuanto ente al estudio de la ousía, entendida ésta como el género
primero del ser del cual los demás géneros categoriales dependen y como el auténtico
género del cual se ocupa dicha ciencia, mientras que los demás géneros categoriales
constituirían, entre otros, los atributos que por sí le pertenecen a ese género. Para no
extendernos en indicaciones bibliográficas, trabajos recientes en esta línea son, p. ej.:
Bolton, 1996(1995) y 2001(1994); Code, 1996 (cf. idem, 1997). Una posición aún
más restringida respecto del tema del que se ocupa la metafísica aristotélica, que
tampoco enfrentaremos en sus detalles, es la adoptada por aquellos innumerables
intérpretes que consideran que el mismo termina por estar constituido únicamente por
el τιμιώτατον γένος, i. e. por las ousíai inmutables suprasensibles (χωριστὰ καὶ ἀκίνητα).
El más extremista de ellos, sc. Merlan, bajo supuestos interpretativos explícitamente
asumidos como neoplatónicos, ha incluso intentado defender ‒a nuestro juicio,
injustificadamente‒ la equiparación de la expresión τὸ ὂν ᾗ ὄν con el género de lo
divino (i. e. el de las ousíai inmóviles suprasensibles), no sólo en el libro Κ, como lo
había asentado ya Muskens (1947), sino en todos los textos en los que dicha expresión
aparece. Y haciendo aún más compleja Merlan su interpretación (a tal punto que cabría
cuestionarse ‒cf., p. ej., Stevenson, 1975, pp. 46 s. y n. 33, p. 50‒ su compatibilidad con lo
referido hasta aquí), considera que el “ente en cuanto ente” es el ente «completamente
indeterminado», que «sólo es y no es algo», que es un «elemento» ‒cercano al Uno
académico‒ que, junto con el no-ente como el otro elemento, «mora en todo lo que
es» (cf. Merlan, 19602, pp. 1-5, 160-220 y 228-231; idem, 1957, 1959 y 1968).
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 95

preciso recordar que el ente (y lo mismo ocurre con el uno) no solamente


no puede constituir un género en la concepción de Aristóteles, sino que
tampoco puede constituir, o formar parte de, una definición o un propio,
ni ser un accidente, es decir, no puede ser, o formar parte de, ninguno
de los tradicionalmente –aunque no aristotélicamente, por cierto–
llamados “predicables”. Por lo demás, tampoco pueden el ente y el uno
ser, o formar parte de, diferencias o especies de un género.

II. Los Tópicos: el ente no solamente no es un género


Es justamente a propósito del estudio de los llamados “predicables”
que los Tópicos excluyen una a una todas estas hipótesis. Cabe observar,
de entrada, que aquí, en los Tópicos, es en virtud de la sola tesis aristotélica
–cuya importancia en la ontología del Estagirita fuera oportunamente
destacada por G. Reale6– según la cual el ente y el uno son determinaciones
absolutamente universales (ἐστι καθόλου μάλιστα πάντων), en el
sentido preciso de que se dan en –o pertenecen a– todas las cosas (πᾶσιν
ὑπάρχει), de que se dicen o se predican de absolutamente todas las cosas
que son (κατὰ πάντων ἁπλῶς, o κατὰ πάντων τῶν ὄντων, κατηγορεῖται
o λέγεται), de que acompañan o siguen a todas las cosas (παντὶ ἕπεται o
ἀκολουθεῖ),7 combinada ella en cada caso con las respectivas nociones o
caracterizaciones de ‘género’, ‘definición’, ‘propio’, ‘accidente’, ‘diferencia’,
‘especie’, que resulta la imposibilidad de que los mismos constituyan
géneros, definiciones, propios, etc. Veamos las argumentaciones en
contra de cada una de estas hipótesis.
Comencemos por la diferencia (διαφορά). Siendo que es menester
que la diferencia se diga de menos cosas que aquellas de las que se dice
el género diferenciado por ella,8 si se considera el ente o el uno –cada
uno de los cuales precisamente es un caso de lo que acompaña a todas las
__________________
6 Cf. Reale, 1964, pp. 289 s.; idem, 1997, p. 109.
7 Cf. Tóp. IV 1, 121 a 17-18; 121 b 5-7; 6, 127 a 26-28; 127 a 33-34; V 2, 130 b 17;
Met. Β 3, 998 b 21; 4, 1001 a 21-22; 1001 a 33 - b 1; 1001 b 6; Ι 2, 1053 b 20-21. Cf. Λ 4,
1070 b 8; también Κ 1, 1059 b 28-29; 1059 b 31; 2, 1060 b 4-5; 3, 1061 a 8.
8 Cf. Tóp. IV 1, 121 b 11-14; 2, 123 a 6-7; 6, 128 a 22-23. Cf. también VI 6, 144 a
28-31. Pensamos que esta regla se aplica bajo el supuesto de que el género del que se
96 Horacio Gianneschi

cosas (τὸ πᾶσιν ἑπόμενον)– como diferencia de un género, se caería en el


absurdo consistente en que la diferencia se diría de un número igual o
mayor de cosas que el de aquellas de las que se dice el género en que la
diferencia opera como tal. En efecto, si el género en cuestión es, como
la diferencia postulada, también de lo que acompaña a todas las cosas,
esa diferencia se dirá del mismo número de cosas que el de aquellas de
las que se dice el género; y si, en cambio, el género en cuestión no es de
lo que acompaña a todas las cosas, la postulada diferencia se dirá de un
número mayor de cosas que el de aquellas de las que se dice el género.
(Cf. Tóp. IV 6, 127 a 34-389). En definitiva, una diferencia tal no operaría
como aquello para lo cual es postulada, es decir, no obraría precisamente
como diferencia, pues así como es preciso que el género separe (χωρίζειν)
las cosas incluidas en él de las incluidas en otros géneros, es necesario
que la diferencia separe de lo que está en el mismo género, y está claro
que lo que se da en todas las cosas (τὸ πᾶσιν ὑπάρχον) no puede cumplir
con ello en ninguna de las dos posibilidades, es decir, ni en el caso de que
el género en el seno del cual esa diferencia pretenda separar sea, también
él, de lo que se da en todas las cosas, ni, menos aun, en el caso de que tal
género no sea de lo que se da en todas las cosas. Y no sería imposible, pero
sí sería vano (μάταιον), precisamente porque no separarían de nada en el
seno del género en cuestión, el añadido, con la intención de que formen

__________________
trata es el género más alto posible que puede ser dividido por una misma diferencia.
La aclaración cabe, nos parece, pues no es posible que una misma diferencia sea la
diferencia de géneros diversos (para tomar un ej. de Ar., la diferencia bípedo no puede
ser la diferencia del género conocimiento), salvo que se trate de géneros subordinados
entre sí (para tomar un ej. similar a uno de Boecio –cf. Zanatta, 2007(1989), pp. 448
s.–, la diferencia herbívoro, o carnívoro, es una diferencia del género animal pedestre y
también del género animal, al que se encuentra subordinado) o que se trate de géneros
no subordinados entre sí pero subordinados a un género común (ej. de este último
caso, dado por el mismo Ar., es la diferencia bípedo, que es una diferencia de los géneros
animal pedestre y animal alado, pero lo es porque estos dos géneros están suborinados
a un género común a ambos, sc. el género animal, al cual resulta también diferenciarlo)
(cf. Tóp. VI 6, 144 b 12-30 y Cat. 3, 1 b 15-24). Por lo demás, ha de tenerse siempre
presente que el género no se predica de la diferencia sino de aquellas cosas de las que
se predica la diferencia, sc. de las especies y de los individuos (cf. VI 6, 144 a 31 - b 2;
Cat. 5, 3 a 21-28 y b 1-9).
9 Sobre este pasaje, cf. Trendelenburg, 1979(1846), p. 67.
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 97

parte de una diferencia, del ente o del uno como atributos predicables
de un término que por sí mismo opera ya como una diferencia de un
género. (Cf. Tóp. VI 3, 140 a 23-32).
Algo semejante a lo que acabamos de decir sucede tanto con
la pretensión de que determinaciones o atributos universalísimos
como el uno o el ente se conviertan en el propio (ἴδιον) de algo o en
la parte incluyente –en cuanto precisamente predicados absolutamente
universales– de la/s otra/s parte/s que pudiere/n integrar el propio de
algo, como con la pretensión de que se conviertan en la definición (ὅρος)
o en la parte incluyente de la/s otra/s parte/s que pudieren integrar la
definición de algo. En efecto, así como la función de la definición es
separar (χωρίζειν) lo definido de lo demás, también la función del propio
es separar algo de lo demás –o bien de todo lo demás (si se trata del ἴδιον
καθ᾿αὑτό), o bien de algo preciso (si se trata del ἴδιον πρὸς ἕτερον)10–,
mientras que algo que se da en todas las cosas (τι… ὃ πᾶσιν ὑπάρχει) es
justamente lo que no separa de ciertas cosas (τὸ μὴ χωρίζον ἀπό τινων). De

__________________
10 Cf. Tóp. V 1, donde Ar. distingue el propio καθ᾿αὑτό del πρὸς ἕτερον, además de
distinguir el propio ἀεί del ποτέ. Este capítulo inicial del libro dedicado a la tópica del
ἴδιον, por otra parte, permanece mudo respecto de la distinción establecida en Tóp. I 4
entre un sentido amplio de ἴδιον, que abarca tanto la definición como el propio en sentido
estricto o fuerte del término, y este último sentido; y cabe notar que, entre los lugares
del propio expuestos en el libro V, algunos exigen que la noción de propio sea tomada
en su sentido fuerte, otros exigen que sea tomada en su sentido amplio o débil, mientras
que la mayoría de estos lugares permanece indiferente a que ἴδιον sea tomado en uno u
otro de estos dos sentidos (cf. Brunschwig, 2007, pp. 138 s. y 143). En cuanto a estos
últimos dos sentidos, parece claro que, en el τόπος de V 2 que estamos considerando,
ἴδιον está tomado en su sentido fuerte, pues es puesto a la par de la definición, no como
si la abarcara, y comparado con ella. En cuanto a los sentidos de ἴδιον distinguidos en V
1, ya mencionados, el final de este mismo cap. limita de entrada lo que sigue de la tópica
del ἴδιον a la tópica del ἴδιον καθ᾿αὑτό y del ἀεὶ ἴδιον, remitiendo la tópica del propio πρὸς
ἕτερον a la tópica del accidente (129 a 32-35). La razón por la que Ar. remite la tópica
del propio πρὸς ἕτερον a la tópica del accidente es, nos parece, el hecho de que para que
A sea un propio de B relativamente a C es condición suficiente que A sea un accidente
de B y no lo sea de C (cf., a este respecto, las diversas opiniones de Zadro, 1974, p. 438;
Brunschwig, 2007, p. 141; Tricot, 1997(1950), p. 169). Conforme con la limitación
referida, parece, entonces, que, en el τόπος de V 2 que estamos aquí abordando, el ἴδιον
al que se hace referencia no puede ser otro que el καθ᾿αὑτό y el ἀεί, respecto de los cuales,
dicho sea de paso, los intérpretes discrepan a la hora de o bien terminar identificándolos
98 Horacio Gianneschi

modo que es imposible que el ente o el uno, en cuanto que se dan en todas
las cosas, constituyan ellos mismos la definición o el propio de algo, y,
más que imposible, es más bien inútil (ἀχρεῖον) que el ente o el uno sean
la parte común (κοινόν), es decir, la que se da en, la que se predica de,
todas las demás partes que conjuntamente pudieren constituir el propio
o la definición de algo. (Cf. Tóp. V 2, 130 b 11-22, donde Aristóteles
considera explícitamente el caso del uno, pero obviamente corresponde
el mismo tratamiento para el caso del ente, y donde no aborda más que
por comparación la hipótesis de la definición, pues el libro en cuestión,
como es sabido, es el que trata de la tópica del propio11).12
Entre los llamados “predicables”, resta aún, antes de adentrarnos en
las hipótesis de que el ente pudiera ser una especie o un género, eliminar
la posibilidad de que el ente sea un accidente (συμβεβηκός), tal como este
último es definido en los Tópicos, a saber, como lo que no es «ni definición,
ni propio, ni género, pero se da en la cosa (μήτε ὅρος μήτε ἴδιον μήτε γένος,
ὑπάρχει δὲ τῷ πράγματι)» (I 5, 102 b 4-5), o bien –lo que constituye para
Aristóteles una mejor determinación que la anterior, pues se basta a sí
misma para darlo a conocer por sí, sin necesidad de conocer previamente
qué es la definición, el propio y el género13– como «lo que puede darse o
no darse en una y la misma cosa, cualquiera fuere ésta (ὃ ἐνδέχεται ὑπάρχειν
ὁτῳοῦν ἑνὶ καὶ τῷ αὐτῷ καὶ μὴ ὑπάρχειν)» (102 b 6-714). No obstante no

__________________
(Zadro, 1974, pp. 436-38), o bien no (Brunschwig, 2007, pp. 137 s.). Ahora bien, en
cualquier caso, puesto que el ente y el uno, en cuanto predicados universalísimos, son
incapaces de cumplir con la función general de separar, de distinguir, no podrían ellos
constituir ninguno de los tipos de ἴδιον distinguidos por Ar. en I 4 (cf. también I 5, 102 a
18-30 y 102 b 20-26) y en V 1. Esto es, la argumentación del pasaje de V 2 que estamos
considerando es válida independientemente de cuál de ellos se trate.
11 Aunque, como hemos recordado en la nota anterior, hay τόποι del libro V que
exigen que el ἴδιον en cuestión sea tomado en su sentido amplio o débil, que abarca
tanto el propio en sentido estricto como la definición.
12 Respecto de este pasaje, cf. Zadro, 1974, pp. 443-446 y Stevens, 2000, pp. 170 s.
En lo concerniente al propio, cf. la comparación entre el ente y un propio como ‘impar’
respecto del número en Seg. an. II 13, 96 a 24-32 (vid. sobre ese pasaje Stevens, loc. cit.
en esta nota).
13 Cf. Tóp. I 1, 102 b 10-14.
14 Cf. Tóp. IV 1, 120 b 34-35: … συμβεβηκὸς ἐλέγομεν ὃ ἐνδέχεται ὑπάρχειν τινὶ
καὶ μή.
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 99

ser considerado el caso del ente o del uno en la exposición de la tópica


del accidente, la caracterización de este último como lo que puede o no
darse en una y la misma cosa parece excluir de entrada la posibilidad de
que el ente y el uno sean accidentes, puesto que el ente no puede no
darse en aquello en lo que se da sin que aquello en lo que se da deje de
ser aquello en lo que puede o no darse el ente. Puede verse, por lo demás,
que en Segundos analíticos II 13 Aristóteles ubica τὸ ὄν (96 a 28) «entre
lo que siempre se da en cada cosa», τῶν… ὑπαρχόντων ἀεὶ ἑκαστῷ (96
a 24). Y análogamente debe pensarse que ocurre con el uno: no puede
dejar de darse en ese algo uno en lo que se da sin que deje precisamente
de ser uno ese algo en lo que puede o no puede darse lo uno.15
Aristóteles también se detiene en el supuesto de que se le asigne
un género al ente o al uno, es decir, en el caso de que se pretenda de
alguno de éstos que constituya una especie (εἶδος) de un género. Es
evidente que si bien las especies participan (μετέχειν) de sus géneros, en
el sentido aristotélicamente preciso de que ellas admiten los enunciados
explicativos o definiciones (λόγοι) de sus géneros, por el contrario, los
géneros no participan de sus especies, es decir, ellos no admiten los
enunciados explicativos o definiciones de sus especies. Ahora bien, en
caso de asignársele un género al ente o al uno, sucedería precisamente
que el género participaría de su especie, sea ésta el ente o el uno,
pues, como éstos se predican de todas las cosas que son (κατὰ πάντων…
τῶν ὄντων… κατηγορεῖται), también sus enunciados explicativos o
definiciones se predican de todas las cosas que son. (Cf. IV 1, 121 a 10-
19). Ha de observarse que, en este pasaje, el género que se le asigna
al ente o al uno podría, por hipótesis, al parecer, ser cualquier género,
o, mejor, cualquier supuesto género, en el cual pretendidamente esté
incluido (τεθέν) el ente o el uno. Por tanto, la hipótesis del τόπος en el
que acabamos de reparar no parece descartar que el hipotético género
que se le asigne al ente sea el uno y el hipotético género que se le asigne
al uno sea el ente.16 Si esto es así, al descartar este texto la posibilidad

__________________
15 Cf., para el caso de que el ente no puede ser un accidente, Stevens, 2000, p. 171.
16 Cf. Zadro, 1974, p. 417, n. 6, quien considera que en la alternativa inicial ἀνάγκη
- ἐνδέχεται del τόπος en cuestión (cf. 121 a 10-11), el ἐνδέχεται refiere justamente a
la posibilidad a la que ahora estamos aludiendo. Cf. también ibidem, p. 418, n. 10.
100 Horacio Gianneschi

de que el ente y el uno sean especies de un género, cualquiera fuere éste,


niega también, consecuentemente, que el ente y el uno puedan pensarse
como especie y género uno del otro. La observación no es menor, pues,
como bien ha destacado P. Aubenque a este respecto, la mostración de la
imposibilidad de que haya un género del ente no entraña la mostración
de la imposibilidad de que el ente constituya él mismo un género (y lo
mismo, por supuesto, debe decirse del uno).17 En cualquier caso, sea de
esta observación nuestra lo que fuere, lo cierto es que unas líneas más
adelante, en el mismo capítulo, se elimina concretamente la posibilidad
de pensar el uno y el ente como género o especie uno respecto del otro.18
La argumentación es la siguiente: como el género se dice siempre de
más cosas que aquellas de las que se dice su especie,19 de entre las cosas
que acompañan a todas las cosas (τῶν πᾶσιν ἑπομένων), es decir, de entre
las que se predican de todas, tales como el ente y el uno, no pueden
ofrecerse una como especie y otra como género, puesto que se dicen del
mismo número de cosas. (Cf. Tóp. IV 1, 121 b 4-8).
Con estos dos últimos τόποι nos deslizamos ya hacia lo que aquí más
nos interesa, es decir, hacia el examen de las razones esgrimidas por
Aristóteles para establecer la tesis de que el ente, como el uno, no puede
constituir un género. Diversos argumentos proporciona para establecer
esta tesis fundamental de su filosofía. Continuaremos ocupándonos de
los principales.
En estrecha relación con los dos τόποι anteriores,20 uno de Tópicos IV
6 establece que el ente no puede ser un género, pues si lo fuese, en virtud
__________________
Aubenque, 19662, pp. 227 s. y Sainati, 1968, p. 106, por el contrario, interpretan que
este pasaje considera solamente la hipótesis de que el ente o el uno fueran tomados
como especificaciones de terceros géneros, más universales que ellos.
17 Aubenque, 19662, p. 228.
18 Es curioso el hecho de que a Aubenque se le haya escapado, al parecer, que
ya en los Tópicos, en otros pasajes, Ar. había abordado explícitamente la tesis de que
el ente y el uno no pueden constituir géneros. Este hecho ha sido oportunamente
destacado por Sainati, 1968, p. 106, quien, por su parte, descuida, sin embargo, y
también curiosamente, el pasaje que nosotros tenemos en cuenta a continuación. No
olvidan ese pasaje, entre otros, Berti 2004(1977), p. 266; Stevens, 2000, p. 169, como
tampoco Zadro, 1974, p. 418, n. 10.
19 Cf. Tóp. IV 1, 121 b 3-4; IV 6, 127 a 34. Vid. también 121 b 11-14 (texto aludido
ya supra) y VI 6 144 a 28-31.
20 Zadro, 1974, n. 3, p. 433, señala esta vinculación. Cf. también Berti, 2004(1977),
p. 266.
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 101

de que se predica de todas las cosas, debería ser género de todas las cosas
(πάντων… γένος), y entonces también del uno, el cual –en virtud de que
el género no se predica de otra cosa que de sus especies21– sería así una
de sus especies, lo que, como acabamos de ver, es imposible debido a
que es preciso que la especie se predique de menos cosas que aquellas
de las que se predica el género, lo que, en efecto, no podría suceder en el
supuesto presente a causa de que el uno también se predica de todas las
cosas (Cf. 127 a 27-3422). Con este último argumento, además de insistir
nuevamente Aristóteles en torno a la imposibilidad de que el ente sea un
género que tuviera como una de sus especies al uno y –cabría agregar, pues
el razonamiento sería idéntico– de que el uno sea el género que tuviera
al ente como una de sus especies, explicita su rechazo a la posibilidad de
que un πᾶσιν ὑπάρχον –o πᾶσιν ἑπόμενον o πᾶσιν ἀκολουθοῦν–, como el
ente (o como el uno, o, en realidad, incluso como cualquiera que pueda
imaginarse por hipótesis que pudiere tener a éstos como especies), se
constituya en un único summum genus, en un género de todas las cosas,
en un πὰντων γένος. Por si cupieran dudas, en Acerca de las refutaciones
sofísticas 11 encontramos la aserción que constituye exactamente la otra
cara de este mismo rechazo de un πὰντων γένος. En efecto, en 172 a 13-
14, leemos: οὔτε… ἐστιν ἅπαντα [= τὰ ὄντα, 172 a 15] ἐν ἑνί τινι γένει…
Todavía en los Tópicos, en el tratamiento del ὅρος, encontramos una
mención –que no por su fugacidad deja de tener la importancia que
tiene– de una razón fundamental de por qué ninguno de los «predicados
universalísimos», para utilizar la expresión de V. Sainati,23 puede ser un
género de aquellas cosas de las que cada uno de ellos se predica, es decir,
de todas las cosas. La razón es que la función de todo género es separar
(χωρίζειν) las cosas incluidas en él de aquellas incluidas en otros géneros,
mientras que lo que se da en todas las cosas no separa absolutamente de
nada (τὸ… πᾶσιν ὑπάρχον ἁπλως ἀπ᾿οὐδενὸς χωρίζει) (Cf. VI 3, 140 a 24-

__________________
21 127 a 29-30: κατ᾿οὐδενὸς γὰρ τὸ γένος ἀλλ᾿ἢ κατὰ τῶν εἰδῶν κατηγορεῖται. Está
claro que el género también se predica de los individuos incluidos en sus diferentes
especies, pero ello manifiestamente no entra en juego en el objetivo que persigue el
argumento, pues es evidente que el uno es algo que se predica.
22 Cf. sobre este pasaje: Trendelenburg, 1979(1846), p. 67.
23 Cf. Sainati, 1968, pp. 105 ss.
102 Horacio Gianneschi

29). Para decirlo con el mismo V. Sainati: el mérito de este texto reside en
la apelación explícita al «reconocido carácter discriminante del género»
o «principio de la necesaria regionalidad de los géneros, por máximos o
categoriales que sean».24

iii. El argumento principal de Metafísica: diversas


valoraciones y su valoración contextual
Sobre la base de los Tópicos, Met. Β 3, en el transcurso del desarrollo
de la séptima aporía, reemprenderá un nuevo intento de mostrar la
inadmisibilidad de géneros universalísimos, tales como el ente o el uno.
Cabe aclarar que aquí, a diferencia de en los Tópicos, Aristóteles ya no apela
en forma directa en su argumentación a la tesis de la universidad absoluta
del ente o del uno, sino que argumenta en contra de los que, aceptando
también esta tesis de que el ente y el uno κατὰ πάντων μάλιστα λέγεται
τῶν ὄντων (998 b 21), igualmente, o, mejor, justamente por aceptarla,
postulan el ente o el uno como el género de todos los entes (cf. 998 b 17-
21). He aquí el pasaje, al cual la mayoría de los intérpretes apela a la hora
de presentar un argumento aristotélico en defensa del establecimiento de
la tesis de que el ente, como el uno, no puede ser un género:

«Pero no es posible que sean un único género de los entes (τῶν ὄντων
ἕν… γένος) ni el uno ni el ente. En efecto, por un lado, es necesario
que las diferencias de cada género sean (εἶναι) y que cada una de ellas
sea una (μίαν εἶναι); pero, por otro, no es posible ni que las especies
del género ni que el género sin sus especies (τὸ γένος ἄνευ τῶν αὐτοῦ
εἰδῶν) se prediquen de las diferencias propias, de modo que si el uno
o el ente son géneros, ninguna diferencia será una ni ente» (Β 3, 998
b 22-27; cf. Κ 1, 1059 b 31-34).25

__________________
24Sainati, 1968, p. 107. Cf. Berti, 2004(1977), p. 266.
25 Este pasaje constituye el principal argumento aristotélico en Met., y para
algunos el único, en defensa de la tesis “el ente (o el uno) no es un género”. Para algunos
intérpretes, sin embargo, esta misma tesis se demuestra, además, siempre desde el
punto de vista de Ar., por otra vía, muy diferente. Se trata de un argumento que habría
tenido su origen en la Academia partiendo de la premisa general según la cual no hay
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 103

El pasaje no presenta grandes problemas textuales.26 La lectura de la


variada literatura dedicada al Estagirita, sin embargo, pone de manifiesto
que sus intérpretes no siempre están de acuerdo en cuanto al valor y al
alcance o implicancias de esta argumentación.27 En cuanto al valor de la
misma, los hay desde quien considera que este argumento del maestro
macedonio anticipa el descubrimiento de G. Cantor, alcanzado en 1908,
__________________
Idea de las cosas en las que hay anterior y posterior (E. E. I 8, 1218 a 1-8; cf. E. N. I 6, 1096
a 17-23), pero que, traspuesto, i. e. partiendo esta vez de la premisa general según la
cual no hay género común a aquellas cosas en las que hay anterior y posterior, el mismo
Ar. comparte (cf. Pol. III 1, 1275 a 34-38; De an. II 3, 414 b 20-32). Aplicado al ente, y
también al uno, el mismo aparecería en Met. Β 3, 999 a 6-14, también en el marco del
desarrollo de la aporía séptima. No obstante la extrema concisión de Ar. en este lugar,
habida cuenta del contexto (en el que se trata de mostrar la imposibilidad de un género
supremo, o al menos la inanidad de un tal género, que no sería nada aparte de sus
especies), el argumento se aplicaría, según algunos exégetas (Cf. Colle, 1922, p. 249;
Tricot, 1991(1966)a, n. 1, pp. 143 s.; Aubenque, 19662, pp. 237 s.; idem, 2009(1991),
pp. 385 s.; De Muralt, 1985(1963), p. 61; Berti, 1975, pp. 264 s.; 1979a, pp. 103 s.;
Robin, 1963(1908), pp. 622-624 ‒cf. pp. 155-165‒), al caso del ente y del uno: en el
conjunto de todas las cosas hay anterior y posterior (o, mejor y peor, que no son otra
cosa que una de las diversas formas de anterior y posterior); por consiguiente, no
puede haber un género de todas las cosas. Sea lo que fuere de la interpretación de este
“argumento por lo anterior y lo posterior” y de su aplicación al ente o al uno, lo cierto
es que el mismo no parece constituir el principal argumento por el que Ar. establece su
tesis filosófica fundamental de que el ente y el uno no son géneros.
26 Excepción hecha de algunas diferencias de puntuación, que, en este caso, a
nuestro juicio, no podrían ser las generadoras de alternativas de interpretación, Bekker
(su ed.), Schwegler (1847a, pp. 53 s.), Bonitz (1848, p. 47) y von Christ (1895, p.
49) han editado exactamente el mismo texto de este pasaje de Met. Β 3, el cual, por lo
demás, como puede verse en los respectivos aparatos críticos, no presenta variantes
significativas y, por tanto, problemas textuales serios. Ross (1966(1924)a) y Jaeger
(1973(1957), pp. 47 s.), a quienes seguimos aquí, editan también el mismo texto, con
la salvedad de que en la línea 22 optan por la variante οὐχ οἷόν τε δὲ τῶν ὄντων ἓν εἶναι
γένος οὔτε τὸ ἓν οὔτε τὸ ὄν, que no difiere significativamente de la adopatada por los
editores anteriormente mencionados, a saber: οὐχ οἷόν τε δὲ τῶν ὄντων οὔτε τὸ ἓν οὔτε
τὸ ὂν εἶναι γένος.
27 Sobre este pasaje de Met. Β 3, cf., entre otros, Alejandro de Afrodisias, In Met.
205, 2 - 207, 6; Tomás de Aquino, In Met., L. III, l. VIII, n° 433, pp. 121 s.; Schwegler,
1847c, pp. 130 s.; Robin, 1963(1908), pp. 137-140, con n. 164 de pp. 140 s., y pp. 193-
195; Colle, 1922, pp. 239-242; Ross, 1966(1924)a, p. 235; Heidegger, 20042, pp. 151
s. y 289 s.; idem, 19902, pp. 35-38; Bocheński, 1951, pp. 34 s.; Tricot, 1991(1966)a, n.
2 de pp. 140 s.; Apostle, 19792, n. 9, p. 276; Aubenque, 19662, pp. 229-236, esp. 229-
231; Loux, 1973, pp. 225-229; Lowe, 1977, pp. 44-55; Berti, 1979a, pp. 98 s.; 1987, pp.
104 Horacio Gianneschi

de que no puede existir una clase capaz de abarcar a todas las clases (es
el caso de I. M. Bocheński28), hasta quienes niegan que el mismo tenga
siquiera eficacia en cuanto a lo que en su contexto pretende demostrar
(es el caso, p. ej., de Alejandro de Afrodisias, de L. Robin, M. J. Loux, J.
Barnes y, más recientemente, de C. Shields29), o, incluso, hasta quien,
considerando viciado, desde el punto de vista aristotélico, el argumento,
cree que «no hay duda de que el argumento presenta la opinión de algún
filósofo, probablemente académico, pero no ciertamente de Aristóteles»
(es el caso de M. Zanatta30). Entre quienes rehúsan la eficacia de este
__________________
108 s.; 2004(1990)b, pp. 592 s.; 1999, pp. 473 s.; 2001, pp. 189-193; 2010(2002), pp.
465-470; 2003, pp. 109-117; 2009, pp. 121-126; Shields, 1999, pp. 247-260; Madigan,
1999, pp. 73-75; M. Wilson, 2000, pp. 136-143; Oñate y Zubía, 2001, pp. 43 s. y n. 73
expuesta en p. 110; Aguirre Santos, 2007, pp. 230-232; Bell, 2004, pp. 54-56; Lewis,
2004, pp. 13 ss.; Zanatta, 2009a, pp. 570 s.; Zingano, 2010, pp. 31-61. Puede verse
también, aunque menos detalladamente, Carlini, 1928, n. 1, p. 79; Reale, 19946, p.
66; Moreau, 1962, pp. 82 s.; Sainati, 1968, pp. 107 s.; Zucchi, 20002, p. 163; Viano,
2002(1974), p. 32; De Muralt, 1996, pp. 46 s.; Halper, 2009, pp. 249, 254 y 397.
28 Cf. Bocheński, 1951, pp. 34 s. Esta consideración de Bocheński ‒así como su
propia reconstrucción de la prueba aportada por Ar. en Met. Β 3, 998 b 22-27, de la
cual precisamente la hace derivar‒ ha sido criticada por Lowe, 1977, pp. 44-55, esp. pp.
44-46 y 53-55, quien la juzga como básicamente anacrónica y alejada del texto y de las
intenciones de Ar. en el pasaje en cuestión.
29 Podría también incluirse en esta lista a J. C. Wilson (cf. 1926, vol. II, esp.
pp. 698-705). De entre los mencionados, nos referiremos en adelante a Shieds
fundamentalmente en el texto principal, mientras que en notas aludiremos a Alejandro
de Afrodisias, Robin y Loux. Por su parte, Barnes ha calificado, en 19932, p. 215,
de «a short, bad, argument» al presentado por Ar. en este pasaje de Met. Β 3. Y en
1996(1995), p. 72, escribe respecto de este pasaje: «Aristotle’s argument in Book Beta
may seem less than compelling; but he also has another reason for denying that entities
form a kind or that (in the traditional phrase) “being is a genus”. The reasons turns on
the thought that “things are said to be in various ways” –on the thought that the verb
“be” (or “exist”) is homonymous». De su lado, Loux, 1973, si bien presenta algunos
cuestionamientos al argumento aristotélico del aludido pasaje Met. Β 3 (cf. pp. 225-
229), fundamentalmente por estar apoyado en algo tan «abstruso» (p. 230) como la
premisa que establece la imposibilidad de que un género se predique de sus diferencias,
proporciona, en reemplazo, un argumento que presenta como propio y que, en su
opinión, probaría más directamente, menos abstrusamente, la tesis de que el ente no
es un género (pp. 229-231). Bien mirado, nos parece, el argumento que Loux presenta
como suyo no es otro que el que el mismo Ar. propone en Tóp. VI 3, 140 a 24-29.
30 Zanatta, 2009a, pp. 570 s.
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 105

argumento, merece una atención especial C. Shields, en la medida en


que niega, además, más en general, la eficacia de cualquier argumento
aristotélico, o de intérpretes del Estagirita, que tenga la pretensión de
concluir que el ente es un πολλαχῶς λεγόμενον.31 Todos estos argumentos
fallan, según Shields, sencillamente porque la doctrina aristotélica que
establece que el ente es un πολλαχῶς λεγόμενον es falsa.32 Como para
Shields la tesis aristotélica de que el ente es un πολλαχῶς λεγόμενον (=
homónimo = no sinónimo) implica la tesis del Estagirita de que el ente no
es un género,33 una de las maneras más importantes para este intérprete
de negar la defendibilidad de la tesis de que el ente es un πολλαχῶς
λεγόμενον es justamente, modus tollendo tollens mediante, negar la
defendibilidad de la tesis de que el ente no es un género, lo que equivale
a afirmar que el ente, en definitiva, es efectivamente un género.34 Y para
ello Shields dedica un extenso examen al pasaje de Met. Β 3 que hemos
citado, que para él, como para la mayoría de los intérpretes, contiene el
más técnico y, por ello, el más atendible de los argumentos desarrollados
por Aristóteles para mostrar que el ente no es un género. Y la conclusión
de su examen, como veremos, es precisamente que Aristóteles no logra
establecer que el ente no puede ser un género, lo que le es suficiente para
decir que Aristóteles no establece la homonimia del ente.
Dicho esto, retornemos ahora a nuestro texto de Met. Β 3 y
examinémoslo. Tanto la estructura argumental –de naturaleza típicamente

__________________
31 Shields, 1999, pp. 220-267.
32 Ibidem, p. 266. Loux, 1973, pp. 232-239, también defiende la falsedad de esta
tesis, aunque, por otro lado, sostiene la verdad de la tesis de que el ente no es un género
(pp. 225-231).
33 Shields, 1999, p. 224. Más adelante destacaremos que esta implicación no es
unánimemente aceptada.
34 No podemos detenernos aquí a considerar íntegramente la peculiar interpretación
de Shields en virtud de la cual ninguna consideración defendible de la multivocidad
del ente emergería de los escritos de Ar. Recientemente, Ward, 2008, pp. 103-136,
ha argumentado en contra de la posición de Shields y a favor de la consistencia y la
defendibilidad, a partir de los mismos textos aristotélicos, de la tesis de que el ser es un
πολλαχῶς λεγόμενον. Cf. también la reseña de Berti del libro de Shields en cuestión (1999,
esp. pp. 470-475), así como su 2010(2002), 467-470 y su 2003, pp. 109 ss. Asimismo,
puede verse Lewis, 2004, pp. 1-36, esp. pp. 8 ss., Bell, 2004, pp. 54 ss. y Zingano, 2010,
pp. 58 ss.
106 Horacio Gianneschi

refutativa35 y que, en este caso, intenta bloquear una posición adoptada por
los platónicos– como el sentido general del mismo no parecen presentar
complicaciones mayores, a no ser porque, por un lado, no se explicitan
allí ni las razones de la imposibilidad de que las especies de un género se
prediquen de sus propias diferencias ni las de la imposibilidad de que un
género –«sin sus especies» dice el texto y habrá que ver qué cosa esto
significa– se predique de sus propias diferencias, y, por otro lado, no se
advierte con claridad el rol que desempeña en el hilo de la argumentación
la proposición que establece la primera de estas imposibilidades.
En cuanto a esta última cuestión, ya W. D. Ross ha correctamente
observado que la proposición que establece la imposibilidad de que
las especies de un género se prediquen de sus propias diferencias es
irrelevante respecto de lo que Aristóteles quiere demostrar en el presente
pasaje de Met. Β 3, por lo que no son aquí de interés las razones de esta
imposibilidad.36 En efecto, no está en juego aquí ninguna pretensión de
que el ente o el uno sean especies. Por lo tanto, lo más probable es que
esta proposición esté junto a la que establece la imposibilidad de que
los géneros se prediquen de sus propias diferencias sólo por razones de
completud.37 Esta última proposición, en cambio, sí es absolutamente
pertinente en la argumentación del pasaje, pues en él está en juego
puntualmente la pretensión de que el ente o el uno sean el género de
todos los entes. Lo que en esta proposición no parece del todo claro es
qué significa que el género «sin sus especies» no puede predicarse de
sus diferencias. Cabe tal vez entender que esta precisión, a diferencia
de las dos implausibles posibilidades de interpretarla propuestas por
Alejandro,38 significa simplemente que es imposible que el género,

__________________
35 En cuanto tal, Zingano (2010, pp. 52 ss.) la ha comparado, en los precisos
límites que admite una comparación tal, con la refutación aristotélica de la negación
del principio de no contradicción.
36 Las razones por las cuales las especies no pueden predicarse de sus propias
diferencias son proporcionadas justamente en el τόπος que sigue inmediatamente a
aquel en el que se dan las razones por las cuales el género no puede predicarse de sus
propias diferencias. Cf. Tóp. VI 6, 144 b 4-11.
37 Ross, 1966(1924)a, p. 235.
38 En su comentario ad loc., Alejandro proponía dos interpretaciones diferentes
de las palabras ἢ τὸ γένος ἄνευ τῶν εἰδῶν. Nótese, de paso, que Alejandro lee τῶν εἰδῶν,
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 107

«considerado aparte de sus especies» –como proponía leer la expresión


G. Colle39–, o «en ausencia de sus especies» –como traduce C. Shields40–,
o incluso «en vez de predicarse de sus especies» –como ha interpretado
E. Berti41–, se predique de sus diferencias. Es decir, la cláusula en cuestión
parece, sin más, enfatizar que es el género, de suyo, lo que no se predica
de las diferencias. Y el énfasis parece estar justificado porque si, como se
dice inmediatamente antes, «las especies del género» no se predican de
las propias diferencias, es muy posible que ya por ello mismo el género
tampoco se predique de sus diferencias, ya que de manera subrepticia
traería consigo sus especies. La cláusula evitaría esta posibilidad.42
Es sabido que cada género se predica de sus especies, pero ¿cuáles
son las razones por las cuales es imposible que un género se predique de
sus propias diferencias? Sin estas razones, parece naufragar el sentido y
la eficacia del argumento de Met. Β 3. Pero antes de abocarnos a ellas, es
pertinente, y posible ahora, una vez hechas las necesarias observaciones
anteriores, presentar la estructura argumental de nuestro pasaje. La
misma es, creemos, sustancialmente la siguiente: (1) El ente y el uno
son géneros (éste es el supuesto o pretensión). (2) Es necesario que cada

__________________
sin el αὐτοῦ, aunque usa la expresión completa al proporcionar una de las posibilidades
de interpretarla. He aquí su comentario: τὸ δὲ ἢ τὸ γένος ἄνευ τῶν εἰδῶν ἤτοι ἴσον ἐστὶ
τῷ ἢ τὸ γένος ἄλλου τινὸς χωρὶς τῶν αὐτοῦ εἰδῶν κατηγορεῖσθαι, ἢ τὸ γένος τῶν διαφορῶν
κατηγορεῖσθαι, μὴ λαμβανομένων τῶν διαφορῶν ὡς εἰδῶν ἤδη καὶ συναμφοτέρων. (In
Met. 206, 9-12). Alejandro adopta la segunda interpretación (cf. 205, 28-30). Bonitz
(1849, pp. 151 s.) y Robin (cf. 1963(1908), pp. 139, 192 s. y esp. n. 1643), entre otros,
siguen el mismo camino que Alejandro. Para una crítica de estas dos posibilidades
propuestas por Alejandro, cf. Colle, 1922, pp. 241 s. En cuanto a la alternativa adoptada
por Alejandro, cf. Zingano, 2010, p. 42, n. 2.
39 Colle, 1922, pp. 240-242. Así también interpreta (n. 2 de pp. 140 s.) y traduce (p.
141: «pris à part des ses espèces») Tricot en 1991(1966)a. Esta misma interpretación
de la expresión se encuentra, entre otros, también en Reale, 19946, p. 66; Lowe, 1977,
p. 44 y n. 6 de p. 45; Zucchi, 20002, p. 163; M. Wilson, 2000, p. 137; Aguirre Santos,
2007, p. 230; Zingano, 2010, pp. 41 s. Cf. Tomás de Aquino, In Met., L. III, l. VIII, n°
433, p. 121, quien equipara aquí genus sine speciebus y genus per se sumptum.
40 Cf. Shields, 1999, pp. 247 s. y 251.
41 Berti, 2001, p. 190; 2010(2002), p. 465 y 2003, p. 111. Cf. también, idem, 2009,
p. 123.
42 Así: Zingano, 2010, p. 42.
108 Horacio Gianneschi

diferencia de un género sea y sea una. De (1) y de (2), se deriva (3), sc.
que cada diferencia del género ‘ente’ y del género ‘uno’ será ente y una.
De (3) resulta (4), sc. que el género ‘ente’ y el género ‘uno’ se predicarán
de sus diferencias. Pero (5) es imposible que un género se predique de
sus propias diferencias, proposición que implica que (4) no es verdadera
–y que entonces tampoco lo será (3), que era la proposición de la que
se derivaba (4)–. Consecuentemente –como la proposición (3), por
la argumentación anterior, resulta ser falsa y ella se deducía de (1) y
de (2)–, o bien (1) o bien (2) será una proposición falsa, o ambas lo
serán. Pero (2) es verdadera (es más, es necesario que lo sea). Por tanto,
la proposición (1), es decir, la que establece que el ente y el uno son
géneros, es falsa.
Como se ve, es clave en esta argumentación, cuya conclusión es que ni
el ente ni el uno pueden ser el summum genus, la proposición (5), la cual
introduce el principio de la imposibilidad de que un género se predique
de sus propias diferencias. Las razones de tal imposibilidad, presentada
en nuestro pasaje de Met. Β 3 como inmediatamente resultante de las
nociones mismas de género y diferencia, se encuentran, como la gran
mayoría de los intérpretes admite, en Tópicos VI 6, 144 a 31 - b 3:

«<Mirar>, a su vez, si el género se predica de la diferencia; parece, en


efecto, que el género se predica, no de la diferencia, sino de aquellas
cosas de las que <se predica> la diferencia; por ejemplo, el animal
<se predica> del hombre, del buey y de todos los demás animales
pedestres, pero no de la diferencia misma, que se dice de la especie.
En efecto, si el animal se predicara de cada una de las diferencias,
muchos animales (πολλὰ ζῷα) se predicarían de la especie, pues las
diferencias se predican de la especie. Además, todas las diferencias
serán o especies o individuos, si ellas son precisamente animales,
pues cada uno de los animales es o una especie o un individuo».

Supongamos que la diferencia entre el hombre, por un lado, y el buey


y todos los demás animales terrestres, por el otro, sea el hecho de ser
‘racional’ (o, si quisiéramos ser más justos con Aristóteles, el estar dotado
de λόγος). Aristóteles sostiene que el género ‘animal’ no puede ser
predicado de la diferencia ‘racional’, es decir, es imposible decir “racional
es animal”. Y esto es imposible por dos razones, de las cuales una primera es
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 109

que si el animal se predicase de cada una de sus diferencias –en este caso,
de la diferencia ‘racional’–, muchos animales se predicarían de la especie
–en este caso, de la especie ‘hombre’–, pues las diferencias –en este caso, la
diferencia ‘racional’– se predican de la especie –en este caso, de la especie
‘hombre’. Esta primera razón no es inmediatamente clara. En particular,
no está claro ni qué quiere decir Aristóteles con la frase «muchos animales
se predicarían de la especie» ni por qué esto no debería ocurrir o, lo que
es lo mismo, por qué esto es considerado absurdo por Aristóteles. Y esta
falta de claridad ha hecho surgir una variedad enorme de posturas frente
a este peculiar locus del corpus.43
Según C. Shields, si la diferencia, por ejemplo bípedo (o terrestre o
acuático), fuese un animal, es decir, si fuese legítimo afirmar “bípedo
es un animal”, la noción de ‘animal’ empleada en esta aserción tendría
un significado diverso, ciertamente no estándar, de la empleada en las
afirmaciones “Calias es un animal” o “el hombre es un animal”. Por
consiguiente, puesto que tanto de la especie como del individuo se
predica legítimamente la diferencia,44 ‘hombre’ y ‘Calias’ recibirían
también el predicado ‘animal’ con el significado que el mismo tiene
cuando se predica de ‘bípedo’, y, de este modo, «muchos animales» se
predicarían de la misma especie y de los mismos individuos que caen
bajo ella. Y, distributivamente, si se predicara ‘animal’ de cada una de sus
varias diferencias, ‘animal’ tendría en cada una de dichas predicaciones
diversos significados –siempre no estándares, inventados, postulados–
y, así, de cada especie (y de los individuos que caen bajo ella) se
predicará más de un sentido del término ‘animal’. En definitiva, el género
‘animal’ no se predicaría sinónimamente de las diferentes especies y
de los individuos que caen bajo él, lo cual, según Aristóteles, no puede

__________________
43 Cf. las diferentes interpretaciones de Waitz, 1846, p. 500; Robin, 1963(1908),
p. 139, con n. 164 y pp. 193-195; Ross, 1966(1924)a, p. 235; Tricot, 1997(1950), nn.
3-5 de p. 250 y 1991(1966)a, p. 141, n. 2, que proviene de p. 140; Aubenque, 19662,
pp. 229-231; Loux, 1973, pp. 226-229; Zadro, 1974, p. 485; Shields, 1999, pp. 252-256;
Madigan, 1999, pp. 74 s.; M. Wilson, 2000, pp. 138 ss.; Bell, 2004, pp. 54-56; Lewis,
2004, pp. 13-18; Aguirre Santos, 2007, p. 231; Brunschwig, 2007, n. 1, pp. 227 s.;
Zingano, 2010, pp. 50 s. Vid. también Berti, lugares citados infra, en n. 48.
44 Cf. Cat. 5, 3 b 1-2; 3 b 6-7 (cf. 3 a 25-28). Cf. Tóp. VI 6, 144 a 32-36.
110 Horacio Gianneschi

ocurrirle a ningún género.45 Y en esto, en que el género sería homónimo,


un πολλαχῶς λεγόμενον, precisamente consistiría el absurdo al que se
llegaría, según la interpretación de Shields, de aceptarse que el género
se predique de sus propias diferencias. Ahora bien, así entendido este
primer argumento, su puesta al servicio de la demostración de la tesis de
que el ente no es un género resulta, siempre según Shields, objetable y,
por tanto, tal demostración no logra, en realidad, su cometido. Ello sería
así, a ojos de Shields, en la medida en que mediante el argumento en
cuestión se intenta demostrar que el ente no es un género, es decir, bajo
ciertas condiciones, que es homónimo, que es un πολλαχῶς λεγόμενον,
sobre la base de que, si fuese un género y se predicase de las diferencias,
sería un homónimo, un πολλαχῶς λεγόμενον, lo que Aristóteles debe, en
cambio, excluir, negando así su propia tesis.46
Independientemente de si esta objeción que Shields pretende que
esté dirigida a Aristóteles sea o no válida,47 lo cierto es que, si lo fuera, la
misma tendría el defecto de dirigirse no a lo que Aristóteles efectivamente
sostiene, sino a lo que Shields le hace decir a Aristóteles sobre la base
de conjeturar que el absurdo en el que está pensado el de Estagira en
esta primera razón del texto de Tópicos que estamos abordando sería
el consistente en que el género se convertiría en un homónimo, en un
πολλαχῶς λεγόμενον.

__________________
45 Cf. Cat. 5, 3 a 33 - b 9. Para el caso de la predicación del género respecto de
la especie, cf. Tóp. II 2, 109 b 6-7; IV 3, 123 a 28-29; 6, 127 b 6-7; cf. también VII 4,
154 a 16-18. Para el caso de la predicación del género respecto de los individuos que
caen bajo él, cf. los pasajes anteriores conjuntamente con los siguientes: IV 1, 120 b 19-
20; 121 a 25-26; 121 a 28-30 [recordando siempre que en este pasaje μετέχειν tiene el
sentido aristotélicamente preciso al que ya hemos aludido (cf. Tóp. IV 1, 121 a 11-12)];
121 a 37-39; 2, 122 b 9-10.
46 Cf. Shields, 1999, pp. 252-256 y 259 s. Hemos explicitado algunos aspectos
de su posición y sobre todo hemos aportado, en las dos notas anteriores, textos
aristotélicos a los que oportunamente, creemos, puede apelarse a la hora de sustentar
las correspondientes afirmaciones.
47 En realidad, la argumentación supuestamente aristotélica que objeta Shields
tiene una estructura lógica impecable. Cf., a este respecto, Lewis, 2004, p. 14, n. 34; cf.
también Bell, 2004, p. 55, n. 54.
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 111

La dirección de explicación más apropiada de esta primera razón de


nuestro texto de Tópicos, así como también de la segunda, estrechamente
vinculada a la primera, es, a nuestro entender, la que ha sido emprendida
fundamentalmente por E. Berti,48 y la misma consiste en lo siguiente.49 Si
el género ‘animal’ pudiese predicarse de su diferencia ‘racional’, entonces
lo racional sería un animal, es decir, un caso particular del género ‘animal’.
En ese caso, el género ‘animal’ entraría en la definición de ‘racional’, de
manera que lo racional sería definido como un animal con otra particular
diferencia (de la cual, a su vez, se predicaría también el género ‘animal’
y el mismo proceso continuaría ad infinitum, no dejando ninguna de las
sucesivas particulares diferencias de ser también ellas animales). Ahora
bien, puesto que el género y la diferencia deben ambos predicarse de
la especie ‘hombre’, no menos de dos ‘animales’ serían predicados de
la misma especie, a saber, el género ‘animal’ y la diferencia ‘animal’ (es
decir, la diferencia ‘racional’, entendida ella misma como un animal,
y cuya particular diferencia también sería una diferencia ‘animal’, y así
sucesivamente), entonces, como dice Aristóteles, «muchos animales»,
esto es, tantos cuantas fueren las sucesivas diferencias de las cuales
por hipótesis se predicare el género ‘animal’. Pero, de este modo, de las
especies se predicarían solamente géneros, por lo que no quedaría nada

__________________
48 Cf. Berti, 1979a, pp. 98 s.; 1999, pp. 473 s.; pero, más desarrolladamente, idem,
2001, pp. 190-192; 2010(2002), pp. 466-470; 2003, pp. 111-117 (en los dos últimos
lugares señalados, el aristotelista italiano analiza varias interpretaciones de esta pimera
razón del texto en cuestión, entre ellas las de Waitz, Ross, Tricot, Zadro, Shields,
Madigan y M. Wilson). Puede verse también idem, 2009, pp. 123-125. Una dirección
similar de interpretación de esta primera razón, puede verse en Loux, 1973, pp. 227
s., quien, no obstante, considera necesario hacer algunas revisiones y especificaciones
no sólo a la presentación de la razón en cuestión sino también a la formulación de la
tesis que esa razón pretente fundar, terminando por considerar a la tesis, que, como
vimos, es premisa fundamental del argumento de Met. Β 3 que establece que el ente no
es un género, como abstrusa y, por tanto, dificultando, en definitiva, la comprensión
de este último (pp. 228-230). A Loux, con algunos matices propios y valorizando
contextualmente de manera positiva tanto la razón en cuestión cuanto la tesis fundada
por ella, sigue Bell, 2004, pp. 55 s.
49 La presentamos aquí con algunas modificaciones de detalle, las cuales tal vez
no constituyen más que explicitaciones de la posición de Berti, pero que, de cualquier
manera, consideramos convenientes.
112 Horacio Gianneschi

capaz de distinguir una especie de otra en el interior del mismo género. En


otras palabras, si el género se predicase de las diferencias, las diferencias
mismas devendrían, en definitiva, géneros y perderían, así, su función
propia, que es, como nosotros ya lo hemos recordado, la de χωρίζειν, la
de separar, o distinguir, entre sí las especies de un mismo género.
La segunda razón aportada por el texto, vinculada a la anterior, por
la cual es imposible que el género se predique de sus diferencias, es que
sus diferencias serían, en realidad, o especies o individuos. En el ejemplo
en cuestión, si el género ‘animal’ fuese predicado de sus diferencias, las
diferencias, por ser precisamente animales, deberían ser o especies de
animales o animales individuales, pues todo lo que es un animal o es
una especie del género ‘animal’ o es un animal individual.50 Y en esto
consiste el absurdo, pues si las diferencias fuesen especies o individuos,
ellas mismas no podrían predicarse de las especies y, por tanto, también
de este modo, perderían ellas la función de distinguir las especies unas
de otras.51

__________________
50 Cf. Tóp. IV 2, 122 b 18-24, esp. 20-23: οὐ δοκεῖ δὲ μετέχειν ἡ διαφορὰ τοῦ
γένους· πᾶν γᾶρ τὸ μετέχον τοῦ γένους ἢ εἶδος ἢ ἄτομόν ἐστιν, ἡ δὲ διαφορὰ οὔτε εἶδος
οὔτε ἄτομόν ἐστιν. δῆλον οὖν ὅτι οὐ μετέχει τοῦ γένους ἡ διαφορά. Naturalmente, aquí
μετέχειν tiene el sentido aristotélicamente preciso al que ya hemos aludido (cf. Tóp. IV
1, 121 a 11-12).
51 Cf. Berti, 1979a, 98 s. (aquí el autor parece considerar esta segunda razón
como absorbiendo completamete a la primera); 2001, p. 192 (aquí el autor parece
considerar esta segunda razón como incluida en la primera) y 2003, pp. 113 s. y 116 s.
(aquí, en cambio, parece considerar la segunda razón como vinculada a la primera, pero
no incluida en ella, por lo que su explicación de la primera difiere en detalles respecto
de su explicación de la misma en 2001). Puede verse también idem, 2009, pp. 125 s. Cf.
también Waitz, 1846, p. 500; Ross, 1966(1924)a, p. 235; Tricot, 1997(1950), n. 6, pp.
250 s. y 1991(1966)a, p. 141, n. 2, proveniente de p. 140; Aubenque, 19662, pp. 230
s. (quien parece considerar la segunda razón como incluida en la primera); Madigan,
1999, p. 74; Brunschwig, 2007, n. 2, p. 228. Cf., por lo demás, Robin, 1963(1908),
pp. 139 s., con n. 164, y pp. 193-195, donde declara inválida toda la argumentación
aristotélica que sustenta la imposibilidad de que un género se predique de sus
diferencias (por tanto, las dos razones del pasaje de Tópicos que hemos considerado),
lo que acarrea, naturalmente, su declaración de invalidez del argumento de Met. B 3
que utiliza como premisa clave esa proposición para derivar la imposibilidad de que
el ente o el uno sean géneros de todo lo que es. Lo que a tal efecto hace Robin es citar
un ejemplo que probaría, según él, precisamente la posibilidad de que un género sea
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 113

Si es correcta la presente interpretación de estas dos razones por las


cuales no es posible que un género se predique de sus propias diferencias,
lo que, a nuestro entender, precisamente se infringiría, según cada una de
ellas, al transgredirse dicha imposibilidad, serían, respectivamente, cada
uno de los dos principios erigidos en los dos primeros τόποι que abordan
la problemática de la διαφορά en los Tópicos, sc.: el que establece que «la
diferencia no es género de nada (οὐδενὸς… ἡ διαφορὰ γένος ἐστίν)» (IV
2, 122 b 15), en el sentido de que la diferencia no puede constituirse en
el género de ninguna definición en la que ella misma pretenda operar

__________________
predicado de sus diferencias. El ejemplo es ‘animal sanguíneo’, que puede ser predicado
tanto de ‘vivíparo’ como de ‘ovíparo’ (cf. De gen. anim. II 1, 732 b 8-9). Ahora bien, a
esto se podría replicar, como lo ha hecho Berti (1979a, n. 39, p. 99), que ‘vivíparo’
y ‘ovíparo’ no expresan solamente diferencias, sino también aspectos comunes a los
animales dotados de sangre; de modo que queda por ver si este mismo género podría
predicarse de términos que expresen solamente la diferencia entre sus especies. Por
su parte, Shields, así como ha criticado la primera razón, estima (1999, pp. 252-254)
que esta segunda no es una buena razón para sostener con suficiente generalidad el
principio de la imposibilidad de que un género se predique de sus diferencias –en
particular, no es extensible para este intérprete su aplicabilidad al caso de los postulados
géneros ‘ente’ y ‘uno’– y, por tanto, resulta finalmente inconducente para sustentar, vía
argumento de Met. Β 3, que el ser no es un género. El intérprete sostiene –a nuestro
juicio, sin fundamento– que esta segunda razón solamente compele para casos en que
el género de que se trate sea, como el género ‘animal’, un género que se predica de cosas
pertenecientes a la categoría privilegiada de la ousía. Loux, 1973, ni siquiera considera
la segunda razón. Bell, 2004, p. 54, estima que al caso del ser solamente es aplicable
la primera de las dos razones aportadas por el texto de Tópicos; en efecto, escribe:
«Argument (2) does not seem to apply when the genus in question is being. It might
seem implausible to maintain that the differentiae of animal are themselves species of
animal or individual animals, but there is no obvious implausibility in maintaining
that the differentiae of being are themselves beings». Nosotros creemos, por nuestra
parte, que es preciso hacer las distinciones correspondientes para el caso. Así, a nuestro
entender, el argumento es totalmente aplicable para el caso de que se suponga que
el ente es un género. Una cosa, en efecto, es que las diferencias del género ente sean
ellas mismas seres (lo que no sólo es implausible, sino que resulta imposible para Ar.,
y sobre la base de esta imposibilidad se desarrolla el argumento de Met. Β 3) y otra
muy distinta es que las diferencias del ente sean ellas mismas seres (lo que no sólo es
plausible, sino que es necesario que así ocurra, según Ar., por ser el ente un predicado
universalísimo, si bien estas diferencias no serán diferencias de un género, es decir,
diferencias productoras de especies del género ente).
114 Horacio Gianneschi

como diferencia, y el que establece que «la diferencia no es ni especie ni


individuo (ἡ… διαφορὰ οὔτε εἶδος οὔτε ἄτομόν ἐστιν)» (IV 2, 122 b 20-
21), la contravención de cualquiera de los cuales deriva evidentemente
en la imposibilidad de que lo postulado como diferencia se constituya
justamente en una diferencia y cumpla, así, con su función de separar
entre sí especies de un mismo género.
Puede verse que lo que está en juego en la argumentación aristotélica
es la esencia misma de la definición: sólo hay verdadera definición si
la diferencia es necesariamente exterior al género; si se quiere que la
diferencia sea principio de especificación resulta indispensable que no
sea ella misma ni el género a especificar, ni una especie ni un individuo.
El género no se predica de las diferencias, sino de las especies o de los
individuos, de las cuales y de los cuales también se predican las diferencias.
En otros términos, como oportunamente lo ha expresado Alejandro en
su comentario al pasaje de Tópicos VI 6 que hemos considerado, y cuya
expresión muchos intérpretes recuerdan,52 el género se divide no en
diferencias, sino mediante diferencias (οὐκ εἰς διαφορὰς…, ἀλλὰ διαφοραῖς).53
Lo que muchos intérpretes parecen no recordar es que Alejandro, al
utilizar ese dativo instrumental, no estaba haciendo otra cosa con este
preciso comentario que seguir la misma letra de Tópicos VI 6, unas líneas
antes del pasaje al que nos referíamos: πᾶν γὰρ γένος ταῖς ἀντιδιῃρημέναις
διαφοραῖς διαιρεῖται (Tóp. VI 6, 143 a 36 - b1).
A partir de todo este examen del pasaje de Met. Β 3 puede verificarse,
valoración contextual mediante, que a través de ese argumento
(complementado con el pasaje de Tóp. VI 6 considerado) Aristóteles no
parece pretender desarrollar una objeción, dirigida contra la tesis que
postule el uno o el ente como el género de todos los seres, que ostente,
como sostenía Alejandro, un carácter exclusivamente dialéctico, en el
sentido de estar motivada por una mera intención de discutir,54 sino que

__________________
52 Cf., p. ej., Tricot, 1991(1966)a, n. 2, p. 141; idem, 1997(1950), n. 3, p. 250;
Sainati, 1968, p. 108; Aubenque, 19662, p. 230; Berti, 2009, p. 124.
53 Alejandro de Afrodisias, In Top., 402, 1-2: οὐκ εἰς διαφορὰς δὲ τὰ γένη διαιρεῖται,
ἀλλὰ διαφοραῖς.
54 Cf. Alejandro de Afrodisias, In Met. 206, 12-13: δοκεῖ δέ μοι ἡ ἐπιχείρησις
λογικωτέρα εἶναι, ὥσπερ οὖν καὶ αἱ πλεῖσται τῶν λεγομένων ὑπ᾿αὐτοῦ. Está claro que
esta observación de Alejandro alcanza a todo el argumento aristotélico de Met. Β 3
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 115

la misma parece expresar una profunda convicción del Estagirita, ligada


a toda su concepción de la definición y, entonces, podría decirse, con E.
Berti, de toda su filosofía. En efecto, los razonamientos de Aristóteles
que hemos recientemente analizado se fundan, en última instancia, en
la doctrina de la definición de una especie por medio del género y de la
diferencia, donde el género expresa lo que cada especie tiene en común
con todas las otras especies del mismo género, y la diferencia expresa lo
que distingue cada especie de todas las otras, siempre del mismo género.
Si el género se predicase de la diferencia, la definición sólo indicaría los
aspectos comunes de la especie, perdiendo precisamente lo que permite
distinguirla de las otras. Y esta doctrina no solamente era compartida
por Aristóteles, para quien ella refleja la estructura de lo que es, sino que
probablemente era compartida también en la Academia, en el seno de la
cual ha surgido la doctrina de la definición expuesta en los Tópicos.55 Es
por ello que para Aristóteles esta doctrina no sólo parece tener un valor
de verdad, sino también, y sobre todo, el valor de una objeción interna al
mismo platonismo.56

__________________
que nosotros estamos considerando. Es difícil, no obstante, saber hasta dónde, hasta
qué argumentos aristotélicos del libro Β, se extendería esta opinión de Alejandro. Cf.,
empero, ibidem, 210, 20-21 y sus observaciones conclusivas del libro en 236, 26-9.
Las dos objeciones que proporciona Alejandro al argumento aristotélico que aquí nos
ocupa (objeciones que atacan la tesis que establece la imposibilidad de que un género
se predique de sus propias diferencias; cf. 206, 13 ss.) resultan fácilmente rebatibles.
Para una adecuada refutación de las mismas, cf. Zingano, 2010, pp. 46 s. Puede verse
también Movia, 2007, pp. LV s.
55 Pueden verse interesantes observaciones respecto de esta doctrina compartida
en Lowe, 1977, esp. pp. 46-49.
56 Cf., con algunas diferencias de matices, pero básicamente en la dirección que
pretendemos señalar: Lowe, 1977, pp. 44-55, esp. pp. 45 s., n. 8 de p. 46, y pp. 55 s.;
Berti, 1979a, pp. 98 s.; 1999, pp. 473 s.; 2001, p. 192; 2009, pp. 121 y 125 s.; 2003, pp.
110 y 117; 2004, pp. 66 s.; Madigan, 1999, pp. 74 s. Zingano, 2010, ha ido, con mucha
claridad, en esta misma dirección de interpretación.
116 Horacio Gianneschi

Referencias bibliográficas
Aguirre Santos, J., 2007. La aporía en Aristóteles. Libros Β y Κ 12 de la
Metafísica, 1ª ed. Madrid, Dykinson.
Alejandro de Afrodisias, In Met., 1891. In Aristotelis Metaphysica
commentaria, ed. Hayduck, Berlin, Reimer.
———, In Top., 1891. In Aristotelis Topicorum libros octo commentaria, ed.
Wallies, Berlin, Reimer.
Apostle, H. G., 19792. Aristotle’s Metaphysics ‒ Translated with Commentaries
and Glossary, 1ª ed., Bloomington, Indiana University Press, 1966 (2ª
ed., Des Moines, The Peripatetics Press, 1979).
Aubenque, P., 19662. Le problème de l’être chez Aristote - Essai sur la problématique
aristotélicienne, 1ª ed., Paris, Presses Universitaires de France, 1962 (2ª
ed., 1966).
———, 1964. «Sens et structure de la métaphysique aristotelicienne»,
Bulletin de la Société Française de Philosophie 58, pp. 1-50.
———, 2009(1991). «La question de l’ontothéologie chez Aristote et Hegel»,
en P. Aubenque, Problèmes aristotéliciens I: Philosophie théorique, 1ª ed.,
Paris, Vrin, 2009, pp. 373-386. [Publicado originariamente en T. De
Koninck y G. Planty-Bonjour (dirs.), La question de Dieu selon Aristote
et Hegel, 1ª ed., Paris, Presses Universitaires de France, 1991, pp. 259-
284].
Barnes, J., 19932. Aristotle. Posterior Analytics - Translated with a Commentary,
1ª ed., New York, Oxford University Press, 1975 (2ª ed., 1993).
———, 1996(1995). «Metaphysics», en Jonathan Barnes (ed.), The Cambridge
Companion to Aristotle, 1ª ed., New York, Cambridge University Press,
1995 (reimpr., 1996), pp. 66-108.
Bekker, I., Aristotelis Opera edidit Academia Regia Borussica. Volumen primum
- Volumen alterum, 1ª ed., Berlin, G. Reimer, 1831 (2ª ed., al cuidado de
O. Gigon, Berlin, De Gruyter, 1960).
Bell, I., 2004. Metaphysics as an Aristotelian Science, 1ª ed., Sankt Augustin,
Academia Verlag.
Berti, E., 1975. «Priorità logica e priorità ontologica fra i generi di sostanza in
Aristotele», en E. Berti, Studi aristotelici, L’Aquila, Japadre, pp. 261-273.
———, 2004(1977). Aristotele: Dalla dialettica alla filosofia prima - Con saggi
integrativi, 1ª ed. –sin los ensayos–, Padova, CEDAM, 1977 (1ª ed. –con
los ensayos–, Milano, Bompiani, 2004).
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 117

———, 1979a. «Le problème de la substantialité de l’être et de l’un dans la


Métaphysique», en Pierre Aubenque (ed.), Études sur la Métaphysique
d’Aristote. Actes du VIe symposium aristotelicum, Paris, Vrin, pp. 89-129.
———, 1981. «Origine et originalitè de la métaphysique aristotélicienne»,
Archiv für Geschichte der Philosophie 63, pp. 227-252.
———, 1987. Contraddizione e dialettica negli antichi e nei moderni, 1ª ed.,
Palermo, L’Epos.
———, 2004(1990)b. «L’uno ed i molti nella Metafisica di Aristotele», en
Aristotele: Dalla dialettica alla filosofia prima - Con saggi integrativi, 1ª ed.
–sin los ensayos–, Padova, CEDAM, 1977 (1ª ed. –con los ensayos–,
Milano, Bompiani, 2004), pp. 588-615. [Publicado originariamente en
V. Melchiorre (ed.), L’uno e molti, Milano, Vita e Pensiero, 1990, pp. 155-
180].
———, 1999. Reseña de: C. Shields, Order in Multiplicity… (cit. infra),
Elenchos XX, Fascicolo 2, pp. 465-475.
———, 2001. «Multiplicity and Unity of Being in Aristotle», Proceedings of
the Aristotelian Society 101 (2), pp. 185-207.
———, 2010(2002). «Being and Essence in Contemporary Interpretations of
Aristotle», en Nuovi studi aristotelici. Vol. IV/2: L’influenza di Aristotele.
Età moderna e contemporanea, Brescia, Morcelliana, 2010, pp. 459-
484. [Publicado originariamente en A. Bottani et al. (eds.) Individuals,
Essence and Identity - Themes of Analytic Metaphysics, Dordrecht-Boston-
London, 2002, pp. 79-107].
———, 2003. «L’essere e l’uno in Metaph. Β», en V. Celluprica (ed.), Il libro
Β della Metafisica di Aristotele - Atti del Colloquio Roma, 30 novembre - 1
dicembre 2000, Napoli, Bibliopolis, pp. 103-126.
———, 2004. «Diferencia entre la concepción platónica y la concepción
aristotélica del ser», en J. Araos San Martín (ed.), Amor a la sabiduría
- Estudios de metafísica y ética en homenaje al Profesor Juan de Dios Vial
Larraín, 1ª ed., Santiago de Chile, Ediciones Universitad Católica de
Chile, pp. 59-73.
———, 2009. «Aporiai 6-7», en M. Crubellier y A. Laks (eds.), Aristotle’s
Metaphysics Beta - XVI Symposium Aristotelicum (Lille, 20-24, August
2002), Oxford, Oxford University Press, pp. 105-133.
Bocheński, I. M., 1951 = Ancient Formal Logic, 1ª ed., Amsterdam, North-
Holland Publishing Company.
118 Horacio Gianneschi

Bolton, R., 2001(1994) = «Aristotle’s Conception of Metaphysics as a


Science», en T. Scaltsas, D. Charles y M. L. Gill, Unity, Identity, and
Explanation in Aristotle’s Metaphysics, 1ª ed., Oxford, Oxford University
Press, 1994 (reimpr., New York, 2001), pp. 321-354.
———, 1996(1995). «Science and the Science of Substance in Aristotle’s
Metaphysics Ζ», en Frank A. Lewis y Robert Bolton (eds.), Form, Matter
and Mixture in Aristotle, 1ª ed., Oxford, Blackwell, 1996, pp. 231-280.
[Publicado originariamente en Pacific Philosophical Quarterly 76, 1995,
pp. 419-469].
Bonitz, H., 1848 y 1849. Aristotelis Metaphysica recognovit et enarravit, 2 vols.,
1ª ed., Bonn, Marcus, 1848 y 1849.
Brancacci, A., 2009. «La filosofia prima in Metaphysica Α», en R. Loredana
Cardullo (ed.), Il libro Alpha della Metaphysica di Aristotele tra
storiografia e teoria - Atti del Convegno Nazionale (Catania, 16-18 gennaio
2008), Catania, CUECM, pp. 77-96.
Brunschwig, J., 2002(1967). Aristote. Topiques. Tome I: Livres I-IV - Texte
établi et traduit, 1ª ed., Paris, Les Belles Lettres, 1967 (2ª ed., 2002).
———, 2007. Aristote. Topiques. Tome II: Livres V-VIII - Texte établi et traduit,
1ª ed., Paris, Les Belles Lettres.
Bywater, I., Aristotelis ethica nicomachea - Recognovit brevique adnotatione critica
instrvxit, 1ª ed., Oxford, Oxford University Press, 1894 (reimpr., s. d.).
Calvo Martínez, T., 1994. Aristóteles. Metafísica - Introducción, traducción y
notas, 1ª ed., Madrid, Gredos.
Carlini, A., 1928. Aristotele. La Metafisica - Traduzione e commento, 1ª ed.,
Bari, Laterza.
Code, A., 1996. «Owen on the Development of Aristotle’s Metaphysics»,
en W. Wians (ed.), Aristotle’s Philosophical Development - Problems and
Prospects, Lanham, Rowman & Littlefield Publishers, pp. 303-325.
———, 1997. «Aristotle’s Metaphysics as a Science of Principles», Revue
Internationale de Philosophie 51, 1997/3, nº 201, pp. 357-378.
Colle, G., 1912. La Métaphysyque. Livre Ier - Traduction et commentaire, 1ª
ed., Louvain-Paris, Institut Supérieur de Philosophie de l’Université de
Louvain - Librairie Félix Alcan.
———, 1922. La Métaphysyque. Livres II et III - Traduction et commentaire, 1ª
ed., Louvain - Paris, Institut Supérieur de Philosophie de l’Université de
Louvain - Librairie Félix Alcan.
Décarie, V., 19722. L’objet de la métaphysique selon Aristote, 1ª ed., Montréal -
Paris, Institut d’Études Médiévales - Vrin, 1961 (2ª ed., 1972).
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 119

De Muralt, A., 1985(1963) = «Comment dire l’être? - Le problème de l’être et


de ses significations chez Aristote», en Comment dire l’être? - L’invention
du discours métaphysique chez Aristote, 1ª ed., Paris, Vrin, 1985, pp. 11-
64. [Publicado originariamente en Studia philosophica XXIII, 1963, pp.
109-162].
———, 1996. «Genèse et structure de la métaphysique aristotélicienne»,
Revue de Philosophie Ancienne 14, p. 7-60.
Dhondt, U., 1961. «Science surprême et ontologie chez Aristote», Revue
Philosophique de Louvain 59, pp. 5-30.
Elders, L., 1961. Aristotle’s Theory of the One - A Commentary on Book X of the
Metaphysics, 1ª ed., Assen, Van Gorcum & Comp.
———, 1962. «Aristote et l’objet de la Métaphysique», Revue Philosophique
de Louvain, Tome 60 (Troisième série, Nº 66), pp. 165-183.
———, 1972. Aristotle’s Theology - A Commentary on Book Λ of the Metaphysics,
1ª ed., Assen, Van Gorcum & Comp.
Grote, G., 1872a y 1872b = Aristotle, 2 vols., ed. de A. Bain y G. Croom
Robertson, 1ª ed., John Murray, London.
Halper, E., 2009. One and Many in Aristotle’s Metaphysics - Books Alpha -
Delta, 1ª ed., Las Vegas, Parmenides Publishing.
Heidegger, M., 19902. Metaphysik Θ 1-3 - Von Wesen und Wirklichkeit der
Kraft (Sommersemester 1931), ed. de Heinrich Hüni, 1ª ed., Frakfurt
am Main, Vittorio Klostermann, 1981 (2ª ed. revisada, 1990).
———, 20042. Die Grundbegriffe der antiken Philosophie (Sommersemester,
1926), ed. Franz-Karl Blust, 1ª ed., Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, 1993 (2ª ed., 2004).
Jaeger, W., 1973(1957). Aristotelis Metaphysica - Recognovit brevique
adnotatione critica instrvxit, 1ª ed., Oxford, Clarendon Press, 1957 (4ª
reimpr., 1973).
Lewis, F. A., 2004. «Aristotle on the Homonymy of Being», Philosophy and
Phenomenological Research LXVIII/1, pp. 1-36.
Louis, P., Aristote. De la génération des animaux - Texte établi et traduit, 1ª ed.,
Paris, Les Belles Lettres, 1961 (2ª ed., 2002).
Loux, M. J., 1973. «Aristotle on Transcendentals», Phronesis 18, pp. 225-239.
Lowe, M. F., 1977. «Aristotle on Being and One», Archiv für Geschichte der
Philosophie 59, pp. 44-55.
Merlan, Ph., 19602. From Platonism to Neoplatonism, 1ª ed., The Hague,
Martinus Nijhoff, 1953 (2ª ed. revisada, 1960).
120 Horacio Gianneschi

———, 1957. «Metaphysik: Name und Gegenstand», The Journal of Hellenistic


Studies, pp. 87-92.
———, 1959. «Ὄν ᾗ ὄν und πρώτη οὐσία: Postskript zu einer Besprechung»,
Philosophische Rundschau VII, pp. 148-153.
———, 1968. «On the terms ‘Metaphysics’ and ‘Being-qua-being’», The
Monist 52, Nº 2, pp. 174-194.
Minio-Paluello, L., Aristotelis categoriae et liber de interpretatione - Recognovit
brevique adnotatione critica instrvxit, 1ª ed., Oxford, Oxford University
Press, 1949 (6ª reimpr., 1980).
Moreau, J., 1962. Aristote et son école, 1ª ed., Paris, Presses Universitaires de
France.
———, 1977. «Remarques sur l’ontologie aristotelicienne», Revue
Philosophique de Louvain 75, pp. 577-611.
Movia, G., 2007. «Introduzione» a G. Movia (ed.), Alessandro di Afrodisia.
Commentario alla Metafisica di Aristotele ‒ Testo greco a fronte, Milano,
Bompiani.
Muskens, G. L., 1947. «De ente qua ens metaphysicae aristoteleae objecto»,
Mnemosyne 3ª ser., XIII, pp. 130-140.
Oñate y Zubía, T., 2001. Para leer la Metafísica de Aristóteles en el siglo XXI
- Análisis crítico hermenéutico de los 14 lógoi de Filosofía Primera, 1ª ed.,
Madrid, Dykinson.
Reale, G., 1964. «L’imposibilità di intendere univocamente l’essere e la
“tavola” dei significati di esso secondo Aristotele», Rivista di Filosofia
neo-scolastica 56, pp. 289-326.
———, 19946. Il concetto di “Filosofia Prima” e l’unità della Metafisica di
Aristotele, 1ª ed., Milano, Vita e Pensiero, 1961 (6ª ed., con el agregado
de dos ensayos sobre los conceptos de potencia y acto y tres ensayos
integradores, 1994).
———, 1993a, 1993b y 1993c. Aristotele. Metafisica - Saggio introduttivo, testo
greco con traduzione a fronte e commentario, 1ª ed. (mayor renovada), en
tres volúmenes, Milano, Vita e Pensiero.
———, 1997. Guida alla lectura della “Metafisica” di Aristotele, 1ª ed., Laterza,
Roma.
Robin, L., 1963(1908). La théorie platonicienne des ideés et des nombres d´après
Aristote - Étude historique et critique, 1ª ed., Paris, Alcan, 1908 (reimpr.,
Georg Olms Verlagsbuchhandlung, Hildescheim, 1963).
Aristóteles o el ente no solamente no es un género (i) 121

Ross, W. D., 1966(1924)a y 1966(1924)b = Aristotle’s Metaphysics - A Revised


Text with Introduction and Commentary, 2 vols., 1ª ed., Oxford, Clarendon
Press, 1924 (4ª reimpr., 1966).
———, 1965(1949). Aristotle’s Prior and Posterior Analytics - A Revised Text
with Introduction and Commentary, 1ª ed., Oxford University Press,
London, 1949 (2ª reimpr. con correcciones, 1965).
———, Aristotelis Politica - Recognovit brevique adnotatione critica instrvxit, 1ª
ed., Oxford, Oxford University Press, 1957 (5ª reimpr., 1978).
———, Aristotelis topica et sophistici elenchi - Recensvit brevique adnotatione
critica instrvxit, 1ª ed., Oxford, Oxford University Press, 1958 (9ª impr.
con correcciones, 1991).
———, Aristotle. De anima - Edited, with Introduction and Commentary, 1ª ed.,
Oxford, Oxford University Press, 1961
Rutten, C., 1992. «La stylométrie et la question de “Métaphysique” Κ»,
Revue de Philosophique de Louvain 90, pp. 486-496.
Sainati, V., 1968. Storia dell’Organon arisotelico. Vol. I: Dai Topici al De
interpretatione, 1ª ed., Firenze, Felice Le Monnier.
Schwegler, A., 1847a, 1847b, 1847c y 1848. Die Metaphysik des Aristoteles -
Grundtext, Übersetzung und Commentar, 4 vols., 1ª ed., Tübingen, L. Fr.
Fues, 1847-1848 (reimpr., Frankfurt/Main, Minerva GmbH, 1968).
Sefrin-Weis, H., 2002. Homogeneity in Aristotle’s Metaphysics (Dissertation),
Universtity of Pittsburgh.
Shields, C., 1999. Order in Multiplicity - Homonymy in the Philosophy of
Aristotle, 1ª ed., Oxford, Clarendon Press.
Stevens, A., 2000. L’ontologie d’Aristote au carrefour du logique et du réel, 1ª ed.,
Paris, Vrin.
Stevenson, J. G., 1975. «Being qua Being», Apeiron IX, Nº 2, pp. 42-50.
Tarán, L., 1978. «Speusippus and Aristotle on Homonymy and Synonymy»,
Hermes 106, pp. 73-99.
Tomás de Aquino, In Met. 1964. In duodecim libros Metaphysicorum Aristotelis
expositio, ed. y estudio de R. M. Spiazzi, Torino-Roma, Marietti.
Trendelenburg, A., 1979(1846). Geschichte der Kategorienlehre, 1ª ed., 2
vols., Berlin, G. Bethge, 1846 (reimpr., Hildesheim - New York, Georg
Olms, 1979).
Tricot, J., 1997(1950). Aristote. Organon: V. Les topiques - Traduction nouvelle
et notes, 1ª ed., Paris, Vrin, 1950 (reimpr., 1997).
122 Horacio Gianneschi

———, 1991(1966)a y 1991(1966)b = Aristote. La Métaphysique - Nouvelle


édition entièrement refondue, avec commentaire, 2 vols., 1ª ed., Paris, Vrin,
1966 (reimpr., 1991).
Viano, C. A., 2002(1974). La Metafisica di Aristotele, 1ª ed., Torino, UTET,
1974 (2ª reimpr., 2002).
Von Christ, W., 1895. Aristotelis Metaphysica recognovit (Nova impressio
correctior), 1ª ed., Leipzig, Teubner.
Waitz, T., 1846. Aristotelis Organon graece - Pars posterior: Analytica posteriora,
Topica, Leipzig, Lipsiae, Svmtibvs Hahnii.
Walzer, R. R. y Mingay, M. 1991. Aristotelis ethica evdemia - Recensvervnt
brevique adnotatione critica instrvxervnt, 1ª ed., New York, Oxford
University Press.
Ward, J. K., 2008. Aristotle on Homonymy - Dialectic and Science, 1ª ed., New
York, Cambridge University Press.
Wilson, J. C., 1926. Statement and Inference ‒ With Other Philosophical Papers,
2 vols., ed. de A. S. L. Farquharson, 1ª ed., Oxford, Oxford University
Press.
Wilson, M., 2000. Aristotle’s Theory of the Unity of Science, Toronto, University
of Toronto Press.
Zadro, A., 1974. Aristotele. I Topici - Traduzione, introduzione e commento, 1ª
ed., Napoli, Loffredo.
Zanatta, M., 2007(1989). Aristotele. Categorie (Testo greco a fronte) -
Introduzione, traduzione e commento, 1ª ed., Milano, Rizzoli, 1989
(reimpr., 2007).
———, 2009a y 2009b. Aristotele. Metafisica - Introduzione, traduzione e note
(testo greco a fronte), 2 vols., 1ª ed., Milano, Rizzoli.
Zingano, M., 2010. «Aristóteles y la prueba de que el ser no es un género
(Metafísica III 3)», Diánoia LV, N° 65, pp. 41-65.
Zucchi, H., 20002. Aristóteles. Metafísica - Traducción directa del griego,
Exposiciones sistemáticas e Índices, 1ª ed., Buenos Aires, Sudamericana,
1978 (2ª ed. enteramente revisada, 2000).

También podría gustarte