Está en la página 1de 80

DE.

^4#^ /
BAZtLAlRL

LOS LAICOS
TAMB1LN SONt
ic/LesiA
86
NIHIL OBSTAT
OCTAVA PARTE:
JOSÉ MÁS BAYÉS, censor LA IGLESIA EN SU ORGANIZACIÓN

LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA


MONSEÑOR LOUIS-MARIE DE BAZELAIRE

IMPRIMATUR
t RAMÓN, Obispo de Vrgel
Seo de Urgel, 26 de marzo de 1960

,v v 2^a
Mons. LOUIS-MARIE DE BAZELAIRE

LOS LAICOS
TAMBIÉN SON IGLESIA

La ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO EN EL SIGLO XX


«YO SÉ - YO CREO» reúne el más selecto grupo de escritores
especializados, bajo la dirección de DANIEL - ROPS,
de la Academia Francesa.
Título de la obra original:
LES LAlCS AUSSI SONT L'ÉGUSK

PRÓLOGO
I

YO SOY LA IGLESIA

Versión española El chinito


de
Yo no conozco a este niño. Ni siquiera me ha sido revelado su nom-
J. RUIZ OALONJA bre. Pero su grito ha llegado hasta nosotros, desde la lejana China, a
través del telón de bambú. Se dirigía una mañana a la iglesia, al cate-
cismo. ¡Ay! La iglesia había sido devastada durante la noche; el sacer-
dote, encarcelado, las religiosas, dispersadas. El chinito no sabía nada
de todo eso... Y se acerca a la iglesia.
Unos hombres de imTada dura salen de ena, con e\ arma en la mano.
— ¿Qué haces aquí? ¿Adonde vas?
— Al catecismo.
— Ya no hay catecismo.
— Pero yo quiero ver al misionero.
. Depósito legal: B. 4440- l%<> — Ya no hay misionero; está en la cárcel.
— Entonces quiero ir a la iglesia.
Núm. de registro: 1991 - W) — Ya no hay iglesia...
El niño, asustado, se calla. Pero de repente brota de sus labios una
frase sublime:
— ¿Ya no hay iglesia? Pero... yo soy bautizado. Yo soy la
Iglesia...
¿Comprendía este chinito cristiano la profundidad de las palabras
que pronunciaba? Confusamente, sin duda... Pero en esta frase hay un
rasgo de fuego cuyo origen está más allá de la inteligencia humana y
que se ilumina con rayos del Espíritu Santo. Este grito de niño es una
) EDITORIAL CASAL I VALL - ANI >OKUA, 1%» llamada.
A miles de kilómetros, otro grito, el de un joven jocista, le hace eco.
RESERVADOS TODOS LOS DliUKí JIOS
8 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

El joven trabajador jocista


PRIMERA PARTE
De éste, tampoco sé ya su nombre. Pero, ¡qué importa! porque no
es único. Hay legión. ¡Cuántos jocistas han tenido los mismos gestos, LOS LAICOS Y LA IGLESIA
pronunciado las mismas palabras, afirmado la misma fe!
Era una tarde, en un café de suburbio. ¿Cómo, entre camaradas, la
conversación había venido a parar a hablar de la Iglesia, del Papa, de
los «curas»? No hay que buscar demasiado lejos las causas y las oca-
CAPITULO PRIMERO
siones. Hay asuntos que aparecen por sí mismos. El hecho es éste. Crí-
ticas y calumnias llevaban buena marcha. Nuestro jocisla se sentía muy
incómodo. Pero, ¿qué hacer? Primero duda. Reflexiona. No sabe bien LA HORA DE LOS LAICOS
cómo intervenir ni qué responder. Quizá tiene también algo de miedo...
«Lo que el alma es al cuerpo, eso son los cristianos en el mundo.»
Pero al fin el rubor sube a su frente. Se levanta, golpea sobre la mesa
Esta frase, sacada de la Epístola de Diognetes, no es de hoy. Refleja el
y grita: «¡Basta ya! ¡No insultéis más a la Iglesia! Porque la Iglesia...
pensamiento de las primeras generaciones cristianas. Ee siempre verda-
¡es mi madre...!
dera: lo es todavía en nuestro tiempo.
El chinito, el joven jocista, todo es uno. Se hallan hermanados a tra-
¿Por qué?
vés de la distancia y de la diversidad de razas. Ambos, hijos de la
Porque asistimos al nacimiento de un mundo nuevo: mundo del
Iglesia, ambos con una misma madre, ambos pertenecientes a la misma
trabajo, mundo de la era atómica. Llámesele como se quiera, nace. Ha
familia espiritual.
nacido. Crece. Deja tras de sí la civilización venida a desembocar a las
La llamada de su grito, de su gesto, ¿la escucharemos nosotros? orillas del siglo xx.
¿Sabremos, sobre sus huellas, penetrar en el misterio do la Iglesia? ¿Des- ¿Qué será este mundo? ¿Cristiano o pagano?
cubrir la Iglesia a partir de los seglares y descubrir a los .seglares a partir A la Iglesia toca responder... Pero la Iglesia ¿es solamente el papa,
de la Iglesia? ¿Ver en qué intimidad de ser y de acción se sitúa el pues- los obispos, los sacerdotes? ¿Los laicos cristianos no tendrán nada que
to de los cristianos en la Iglesia? ¿Discernir, entre todas las gracias, la decir ni nada que hacer?
que confiere a los hijos de Dios su responsabilidad de bautizados en el Al contrario, todo nos muestra que ha llegado la hora del seglar.
seno de la Iglesia?
¿Qué son, en definitiva, los seglares en la Iglesia? ¿Le pertenecen
desde fuera, como miembros agregados a una sociedad que vive con su
La llamada del mundo
vida propia, a su lado, y de la cual pueden separarse a su voluntad?
¿O le pertenecen desde dentro? ¿Sólo están en la Iglesia, o más bien
Abandonado a sí mismo, el mundo nuevo se inclina hacia el mate-
son de la Iglesia? O mejor aún, ¿son Iglesia, viviendo de ella como el
rialismo. A medida que las poblaciones hasta hoy apartadas del movi-
hijo de su madre, pero haciéndola vivir también con la irradiación de
miento de la vida social despiertan a la conciencia de sus derechos y de
su fe, de su caridad, haciéndola crecer de generación hasta el día de
su libertad, acuden al umbral de este mundo nuevo, pero no encuentran
la consumación general en que Cristo lo será todo en todos?
en él a la Iglesia. «Se puede decir—afirmaba monseñor Cardjin en el
Tal es la cuestión. Tal es el asunto de este librito.
primer Congreso Internacional del apostolado seglar — que por un
LA HORA DE LOS LAICOS 11
10 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
buscando ayuda y refugio contra las incursiones de los señores rapaces.
Escuelas u hospitales, desmonte de los bosques, preparación de las cru-
pagano que se convierte cada año, hay más de cincuenta que nacen
zadas, lucha contra los bárbaros, todas las actividades humanas llevaban
en el paganismo.»
la señal de la Iglesia: eran en su mayoría obra de los clérigos.
Este nuevo mundo se construye en el sentido de la técnica. Los va- Ese tiempo ha pasado. La Igles;a no pretende volver a él. Así como
lores humanos que ensalza son de orden científico o práctico. Las gene- se introdujo entre los bárbaros para convertirlos y llevarlos a Cristo,
raciones que suben al asalto del porvenir son sensibles ante todo a los deja hoy que los seglares releven a los clérigos en muchas empresas cari-
descubrimientos que aseguran el dominio del hombre sobre la materia. tativas y sociales. La Acción Católica ha salido de esta perspectiva nueva.
¿Se quiere hacer pasar una corriente espiritual a través de estas búsque- Uno tras otro, los papas de este siglo han presentido la urgencia de una
das temporales? Hace falta la intervención de un creyente que sea al nueva política de evangelización. La Igles'a no renuncia ciertamente a las
mismo tiempo un profesional, sabio o técnico; sólo él tiene verdadera- funciones preferentes del sacerdocio, sino que asocia a los fieles de una
mente prestigio y conquista la opinión. Los seglares se encuentran en manera más estrecha a su acción apostólica.
primera fila para espiritualizar las experiencias modernas. Ya el santo papa Pío X lo había intuido. A un grupo de cardenales
A despecho de las apariencias, el mundo de hoy espera este esfuerzo que le rodeaban, formuló súbitamente esta pregunta:
de espiritualización. La técnica no resuelve todos los problemas. Es defi- «—¿Qué es hoy lo más necesario para la salvación de la sociedad?
ciente de cara a la miseria moral y a las preguntas a que vienen a desem- — Levantar escuelas —dijo uno.
bocar aquéllos a quienes la vida engaña. Para remediar esta carencia — No.
no basta recurrir a una predicación externa. La apologética tradicional — Multiplicar las iglesias — dijo otro.
parece pasada de moda a los ojos de los jóvenes, enamorados de aviones
— No.
y de pilas atómicas. Aspiran confusamente a una espiritualidad que res-
— Activar el reclutamiento de sacerdotes — propuso un tercero.
ponda a sus necesidades personales y les ayude a situarse en su puesto de
— ¡No, no! — replicó finalmente san Pío X. Lo que al presente es
hombres en la sociedad actual. No es de fuera como se convertirá
más necesario, es tener en cada parroquia un grupo de seglares ilustra-
el mundo: la primera condición es estar dentro. I ,os laicos se hallan
dos, virtuosos, resueltos y verdaderamente apóstoles.»
en él a pie firme. A ellos toca obrar, A ellos, si son cristianos, promover
Lo que san Pío X había adivinado, sus sucesores lo han repetido con
una civilización adaptada a las exigencias del evangelio. «La santifica-
una insistencia crecente. Bajo su pluma o en sus labios, las declaraciones
ción del profano», como dice Maritain, tal es la llamada secreta de un
se multiplican. Se ha hecho un grueso volumen de los discursos o exhor-
mundo descuartizado entre la presión sociológica de los medios y el mis-
taciones que se han sucedido desde hace una treintena de años. Todas
terioso instinto que empuja a toda alma a elevarse por enc:ma de la
estas afirmaciones se resumen en la frase de Pío X a un militante cris-
materia. La torre de Babel moderna pide acabarse en las alturas. Los que
tiano: «Toda la espernaza de la Iglesia son los santos laicos».
la construyen no evitarán el vértigo final más que si su mirada se dirige
hacia el cielo en vez de inclinarse sobre los abismos cavados por sus Desde la Encíclica Quadragesitno anno, en 1931, el papa Pío XI
manos. Únicamente los cristianos, en la masa ele los trabajadores absor- dejaba entrever, en un texto hecho clásico, los desarrollos de la Acción
bidos por la conquista de la tierra, pueden descubrir el sentido de este Católica.
inmenso esfuerzo y hacer de él un homenaje al Señor. «Para devolver a Cristo estas diversas clases de hombres que han renegado de él,
•s preciso ante todo reclutar y formar, en su seno mismo, auxiliares de la Iglesia
que comprendan su mentalidad, sus aspiraciones, que sepan hablar a su corazón en
La llamada de la Iglesia un espíritu de fraternal caridad. Los primeros apóstoles, los apóstoles inmediatos de los
obreros serán obreros, los apóstoles del mundo industrial y comercial serán industriales
Es exactamente además el deseo de la Iglesia. En tiempo de la cris- y comerciantes.»
tiandad medieval, ella aparecía a la cabeza de la civilización naciente.
Sus jefes, sus leyes, sus instituciones dirigían la marcha de la sociedad. El «papa de la Acción Católica» no cesó de recordar a los fieles sus
Defensor civitatis, el obispo manejaba los asuntos temporales y espiri- responsabilidades en la Iglesia y de invitarles a tomar conciencia de ellas,
tuales. Alrededor de los monasterios, se agrupaba el pueblo de los campos,
12 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LA HORA DE LOS LAICOS 13

En 1935, escribiendo al cardenal Van Roey, arzobispo de Malinas, a


propósito del próximo congreso de la J. O. C , declara que la Asociación La llamada de los laicos
de la Juventud Obrera Cristiana «es una forma auténtica de la Acción
Católica, apropiada al tiempo presente». Dirigiéndose el mismo año al Los laicos de hoy han comprendido esta llamada. Se entiende, los
episcopado del Brasil, vuelve una vez más sobre la importancia de la que han reflexionado sobre las dimensiones de su catolicismo, sobre las
Acción Católica y afirma: «Creemos probar así claramente en qué exigencias de su bautismo y de su confirmación. Tienen conciencia de
estima Nos tenemos la colaboración que los laicos pueden aportar a la una gracia que les concierne y que ellos han de hacer fructificar.
jerarquía, no solamente para defender la verdad y la moral cristianas Ya ha pasado la hora en que el filósofo Leroy decía con un humor
contra los ataques de que están amenazadas por todas partes, sino tam- hoy superado: «los simples fieles no tienen más papel que el de los
bién para convertirse ellos mismos, bajo la dirección de sus pastores, en corderos de la Candelaria: se les bendice y se les esquila».
valientes auxiliares, en vistas a hacer progresar cada vez más la religión Uno recuerda la anécdota relatada por el cardenal Gasquet. Un
y la sociedad.» recién convertido preguntaba a un sacerdote católico cuál era la posición
En la Encíclica Divini Rcdeniptorís, en 1937, su acento no es menos del laico en la Iglesia: «La posición del laico en la Iglesia, respondió el
persuasivo: sacerdote, es doble. Se pone de rodillas ante el altar: ésta es su primera
«Nos dirigimos nuestra invitación paternal a nuestros queridísimos hijos del laicado, posición. Se sienta ante el pulpito: ésta es su segunda posición». A lo
que militan en las filas de esta Acción Católica que nos es tan cara y que Nos hemos cual el cardenal añadía con malicia: «Olvidaba una tercera: pone la
llamado, en otra ocasión, "una ayuda particularmente providencial" a la obra de la mano en su cartera...»
Iglesia, en estas circunstancias tan difíciles.» Esta divertida caricatura ya no responde ciertamente a la verdad.
Heredero del pensamiento de su predecesor, el papa Pío XII no sólo Basta releer la conferenc:a pronunciada por M. A. GALICHON, del Comité
ha perseverado en la afirmación de los principios de la Acción Cató- nacional de la A. C. I., en el Congreso Nacional de la Unión de las
lica, sino que ha sacado de ellos continuamente aplicaciones prácticas Obras en 1956, sobre La llamada de los laicos. Se ve en ella como los
en todos los dominios de la actividad humana. Sea que se dirija a profe- mismo laicos piden participar más activamente en la vida de la Iglesia.
sores, a sabios, a ingenieros, a médicos, tanto como a empleados de Sus testimonios son concordantes:
tranvías o a plantadores de tabaco, el Soberano Pontífice tuvo la preo- «Yo me acuerdo — escribe uno de ellos — de haber discutido con un militante
cupación de mostrarles cómo, por su misma profesión, pueden contribuir obrero que hallaba inadmisible la presión moral ejercida por el clero parroquial con
al reinado del Cristo en el mundo. ocasión de una procesión o de una ceremonia religiosa. El cura solo había decidido
El fondo de su pensamiento está resumido en estos términos: y toda la parroquia debía obedecer. Y me decía este militante: "yo no quiero dejarme
enrolar". La evolución del laicado es hoy tal que su papel en la Iglesia, en el cuerpo
«Los fieles, y más particularmente los seglares, se encuentran en las primeras filas de místico, le aparece cada vez más claramente. Los militantes saben cuál es su respon-
la vida de la Iglesia. Por ellos, la Iglesia es el principio vital de la Sociedad humana» I . sabilidad, conocen el mandato que les ha sido confiado, creen en la gracia de su
acción. Saben que su vida militante debe ser sostenida con un cuidado de todos los
Y en una frase más rica aún de sentido y más iluminadora sobre el
instantes, saben que si relajan su vida religiosa, de ello dependerá toda su acción.»
puesto y el papel de los laicos en la Iglesia, añadía:
«Ellos, por consiguiente, ellos sobre todo, deben tener una conciencia cada vez Lo que quieren es que su fe se alimente en las fuentes de la palabra
más clara, no solamente de pertenecer a la Iglesia, sino de ser Iglesia, es decir, la de Dios por medio de una predicación estimulante y adaptada; que se
comunidad de los fieles en la tierra bajo la dirección de un Jefe común, el Papa, y de convierta en una fe adulta y que les ayude a juzgar cristianamente los
los obispos en comunión con él.» hombres, las cosas, los acontecimientos, a obrar según los designios
del Señor.
La llamada de la Iglesia a los laicos, por medio de la voz del sobe-
rano pontífice, no podía ser más clara ni más apremiante, «Quisiéramos — dice un militante del África del Norte — que la palabra de Dios
fuese no sólo enseñanza, sino confrorttamiento de nuestra fe con los problemas de hoy,
los que nosotros vivimos.»
L Alocución al Consistorio secreto <Je 18 de febrero de 194<j,
14 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LA HORA DE LOS LAICOS 15

Y otro: laicos, que comparta nuestras iniciativas, que nos aporte soluciones a los problemas
temporales, cuando su papel, su misión sacerdotal es ayudarnos a ver el plan de Dios
«En mi opinión la necesidad esencial del laico de hoy, sumergido en un mundo y a permanecerle fieles, dejándonos nuestras responsabilidades de laicos en cuanto a
descristianizado, que vive en estructuras sociales que escapan casi siempre a toda in- las iniciativas, a las técnicas puramente temporales que debemos emplear.»
fluencia religiosa, es tener una fe adulta, hacerle vivir su cristianismo en su plena
dimensión apostólica.»
Al ver levantarse esta cosecha de militantes conscientes de sus obliga-
ciones frente a la Iglesia y al mundo, ¿cómo no concluir que si los clé-
No quieren ser ya espectadores pasivos en el culto público que la rigos conservan un papel indispensable y, en ciertos aspectos, primordial,
Iglesia rinde a Dios. Desean ser, en su fila, actores en el drama litúr- la Iglesia no puede vivir y desarrollarse sin la aportación creciente de los
gico que se cumple a sus ojos. No asistir mas a la misa, con los brazos laicos?
cruzados, esperando que «haya acabado». Seguir en un misal las ora- Es la hora de los laicos.
ciones de la Iglesia. Mejor, leer u oir leer en alta voz algunas de estas
oraciones o pasajes de la sagrada Escritura. No contentarse ya con cele-
brar un aniversario histórico, sino vivir cada domingo el misterio pascual
que en él se renueva. Cantar con el pueblo de Dios himnos y cantos litúr-
gicos. Asumir verdaderas responsabilidades cuando sostienen, como pa-
drino, a un niño sobre las fuentes bautismales. Comprometerse, por me-
dio del consentimiento matrimonial, en el sacramento del matrimonio
con sus exigencias y la esperanza de una grac'a que santifique toda la
vida familiar. Otros tantos signos de voluntad de los laicos de pertenecer a
la Iglesia no como miembros inertes e inactivos, sino como hijos al
servicio de su Madre.
Quieren también tener su parte en el movimiento de evangelízación
que levanta a la Iglesia en la obra actual. El espíritu misionero no es
ya para ellos privilegio exclusivo del clero. Les corresponde en la medi-
dida que las circunstancias les permiten hacer conocer el mensaje del
Evangelio y trabajar para el advenimiento del Reino de Dios.
Quieren introducir en el dominio temporal, que es su dominio pro-
pio, las ideas cristianas que pueden transformar las instituciones, ayudar
al triunfo de la justicia y de la caridad entre los hombres. Esperan ser
sostenidos espiritualmente por el sacerdote en esta tarea, que es tarea
de laicos cristianos, sin que el sacerdote supla sus responsabilidades.

«Nosotros estamos — dice un militante — en un mundo descristianizado en que lo


temporal ha perdido sus relaciones de dependencia a Dios. Por esto también la apor-
tación, el sostén del sacerdote es lo más necesario en cierto sentido y lo más difícil.
Lo más necesario, porque el compromiso temporal es "vaciador" desde el punto
de vista espiritual y pide constantemente una reflexión sobre las intenciones, los fines
que persigue uno mismo y con los otros, volviendo a situarlos en el plan de Dios.
Esfuerzo de reflexión en el que el sacerdote puede ayudarnos mucho.
Pero también lo más difícil, pues corremos el peligro de pedir al sacerdote lo que
él no puede darnos, pedirle que ocupe nuestro lugar en nuestras responsabilidades de
¿QUÉ ES UN LAICO? 17

mas", no admitir que las lágrimas sean necesarias y bienechoras, ni que


el sufrimiento sea providencial; es no admtir ningún misterio. Es no
remitir en absoluto a un juez sentado más allá de la vida el cuidado de
saciar a los que tienen hambre, dar de beber a los que tienen sed, reparar
las injusticias y consolar a los que lloran; es librar la batalla al mal en
nombre de la justicia»1.
Oponer laico a cristiano es evidentemente prejuzgar el problema. Pos;-
ción a priori que no puede servir de base a una definición objetiva.
Igualmente, si se separa la noción de laico de la realidad de la Iglesia.
CAPITULO II Abrid el diccionario Larousse. Hallaréis en él esta definición: «Laico,
que no pertenece a la Iglesia». Pero justamente nosotros buscamos las re-
laciones del laico con la Iglesia. No puede comenzarse por separarlos.
¿QUÉ ES UN LAICO?
«La distinción que existe entre sacerdote y laico saca su sentido de sus
relaciones recíprocas en la Iglesia. Es decir, que el término «laico» como
el de «cristiano» es verdaderamente un térm'no específicamente de Iglesia,
Es la hora de los laicos, hemos dicho... pero que expresa alguna cosa más» 2 .
Pero de fijo, ¿qué es un laico?
Es esta «alguna cosa más», lo que tratamos de precisar.
Pregunta, al parecer, superflua... Todo el mundo emplea la palabra
de una manera corriente.
Pero precisamente, ahí está la cuestión.
Las palabras tienen un extraño destino. Se las utiliza en sentidos dife- El origen de la palabra laico
rentes. Se acaba por no comprenderías ya, porque los mismos vocablos *
responden a ideas diversas que, entrechocándose, crean la confusión. Volvamos al origen.
Tanto que, bajo la influencia de las circunstancias y de la costumbre, los Laico viene de Aocó? pueblo, y en el griego bíblico es opuesto a
significados evolucionan poco a poco y, por derivaciones sucesivas, lle- Ta £0V7] y designa exactamente el pueblo de Dios distinto de las naciones
gan a verdaderos contrasentidos. paganas (los Goim). Así, como hace notar el padre CONGAR, «nuestra
Así pasa con la palabra — substantivo o adjetivo — laico. palabra "laico" se relaciona con una palabra que, en el lenguaje judío,
luego cristiano, designaba propiamente el pueblo consagrado por opo-
s:ción a los pueblos profanos: matiz que estuvo presente en los espíritus,
Las acepciones que debemos apartar por lo menos donde se expresaban en griego, durante los cuatro primeros
siglos o incluso más»:l.
Apartemos en seguida — y sin insistir en ello — ciertas acepciones de Esto nos ayuda a no aceptar la palabra en un sentido peyorativo.
la palabra laico, manifiestamente extrañas a nuestro propósito. «Plugo a Dios — dice Santiago en el primer concilio — reclutar su Aaó?
Por ejemplo, esta palabra tiene su lugar en un vocabulario agresivo. hasta entre los Í9VT¡.» (Hechos 15, 14). En adelante los creyentes, hijos
Laico será sinónimo de antirreligioso, de anticristiano, de anticlerical. Se de la luz, venidos de todas las lenguas y de todas las tribus, se oponen,
hablará de una moral laica o sin Dios. Se hablará de una mentalidad no a otras naciones como tales, sino a todos los que, judíos o gentiles,
laica para significar la preocupación de explicarlo todo sin recurrir al permanecen obstinadamente en las tin'eblas rehusando creer. Todo miem-
misterio o a la autoridad de Dios. Así LAVISSE escribía: «Ser laico..., es
no aceptar ninguna ignorancia. Es creer que la vida vale la pena de ser
1. Afínales de la ¡eunesse laíque, 1902.
vivida, amar esta vida, rehusar la definición de la tierra "valle de lágri- 2. V. PORTIER, Apostolat des laics, en «Masses Ouvriéres», feb. 1958.
3. Y. CONGAR, laions pour une théologie du laícat, pág. 19.
4
18 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA ¿QUÉ ES UN LAICO? 19

bro de la nueva comunidad, santificado por la fe y el bautismo, podrá


pues llamarse «laico».
Pero desde los comienzos esta comunidad está organizada. A fines del U n análisis descriptivo
siglo i, Clemente de Roma distingue en ella los laicos de los clérigos,
sacerdotes o levitas. Busquemos un camino más positivo. Y procedamos por sucesivas
aproximaciones.
«Al gran sacerdote le han sido confiadas funciones particulares; a los sacerdotes Se puede primero dar un análisis descriptivo del laico. Es lo que
se les han señalado lugares especiales; incumben a los levitas servicios propios; los hace J. FOLLIET en el artículo citado.
laicos están sujetos por preceptos particulares a los laicos.»
«¿Qué es un laico?...
Al princip:o y a mediados del siglo ni, abundan los testimonios que Es, primeramente, un cristiano, es decir, según el pequeño catecismo, un hombre
consagran esta distinción desdo cnlonccs clásica. que habiendo sido bautizado, cree las verdades de la religión de Cristo y practica los
deberes que ella impone...
Pero pronto, a partir de mediados del siglo in, con el desarrollo del
Por medio del bautismo, muerto, sepultado y resucitado con Cristo, el cristiano
monaquismo, nos hallamos frente a tres términos que designan tres con- ha entrado en la Iglesia, convirtiéndose en ciudadano del pueblo de Dios. Ciudadano
diciones o estados de vida diferentes: laicos, clérigos, monjes o religiosos. del pueblo de Dios, el laico se inserta normalmente >en la comunidad de base, en la
célula primera del pueblo, en la parroquia... El laico es el hombre de la parroquia—y
las parroquias hacen la Iglesia, y las parroquias hacen, como decía Péguy, la cris-
Una definición negativa tiandad...
Soldado de Dios, el laico se inserta normalmente en las comunidades de lucha
y de apostolado que militan bajo el control de la jerarquía, es decir en los organismos
Se ha intentado a menudo definir al laico por oposición al clérigo de acción católica. El laico es el hombre de la acción católica.-»
o al religioso. Es una manera negativa. El laico es aquél que no es ni
clérigo ni religioso. Como dice graciosamente J. FOLLIET: Pero es necesario prec'sar más aún. El laico vive habitualrnenle en el
mundo.
«El laico es aquel que permanece en el crisol de la Iglesia cuando, por una desti-
lación espiritual, los sacerdotes, los clérigos, los religiosos y las religiosas, elementos «Un laico es un seglar, un hombre que vive en el siglo que pasa, por oposición a
más volátiles, han emprendido su vuelo hacia lo alto; o la muchedumbre que queda la eternidad que no pasa, en el mundo, por oposición siempre a lo eterno...
una vez separados los estados mayores, los cuadros, las armas especializadas y los El laico es, pues, el hombre del siglo. El religioso contemplativo vive fuera del
cuerpos de voluntarios; legión de reclutas, coríable y curvable a voluntad, cuyo primer siglo — en la eternidad. El religioso activo no tiene contactos con el siglo más que en
deber consiste en ejecutar las órdenes sin titubeo ni murmuración» 1. la exacta medida en que su actividad se los impone. El sacerdote diocesano es, a su
manera, secular, pero su sacerdocio, su misión espiritual, su carácter separado le ordenan
De una manera más jurídica, aunque negativa, apoyándose en tomar constantemente un retroceso en relación al siglo. El laico se sitúa en el siglo
el Derecho Canónico, se define la distinción del clérigo y del laico por y es preciso que sea de él plenamente — como si no lo fuera...
relación con la tonsura. Lo que hace al clérigo es la tonsura; pues la Hombre del siglo y del mundo, el laico es, por consiguiente, el hombre de lo tem-
poral. Es incluso, en definitiva, su función esencial en la Iglesia...
tonsura separa al clérigo del resto de la Iglesia, lo pone aparte dentro de Por intermedio de la Historia, Dios le confía una porción del mundo, más o menos
la Iglesia. Se entra en la clerecía por medio de la tonsura. El laico es importante, desde el campo del labriego y de la cuneta del caminero hasta el imperio
aquél que no es tonsurado. del soberano o las palabras de la tribu para el poeta, con la misión de hacer volver
Esta definición, cómoda en ciertos aspectos, nos dice lo que no es el a él esta criatura salida de él, poniendo sobre ella la huella espiritual de la persona,
laico, y no lo que es. Por esto es insuficiente. Por lo demás los religiosos creada a imagen de Dios y divinizada por la adopción divina. Imagen de Dios divi-
no sacerdotes no son necesariamente tonsurados y sin embargo no son nizada, el hombre, por medio de su acción, diviniza el medio humano y, al mismo
laicos. tiempo, espiritualiza la materia de la cual es conciencia, voz y poder reflejado.»

¿Es posible, a partir de estos elementos, descubrir los rasgos esen-


1, J. FOLLIET, Qu'est-ce qu'un ¡cuque?, en «Ecclesia», abril 1956. ciales que nos den una verdadera definición del laico?
20 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA ¿QUÉ ES UN LAICO? 21

en relación al punto de vista decisivo según el cual el pueblo de Dios entero está en
marcha hacia su tierra prometida» 1.
Ensayo de una definición teológica
Para abreviar, se podría dec'r aproximadamente: los sacerdotes y los
La condición del sacerdote o del clérigo se define por el servicio del religiosos son los hombres de lo sagrado. Los laicos son los hombre*
altar y por el serv¡c:o religioso del pueblo cristiano. La tonsura que le de lo «profano por salvar».
separa del pueblo le dedica a una función sagrada, a un oficio que le
confía la Iglesia. La condición del monje o del religioso está definida no
propiamente como una función, sino como un estado de vida; consiste, a Una definición reciente
fin de no vivir para el mundo y según el mundo, en vivir lo máximo
para Dios y según Dios, es decir, dejar tanto como sea posible la vida Esta definición fundada sobre la distinción de los dominios de lo
del mundo para llevar la vida del Reino que no es de este mundo. sagrado y de lo profano, ¿es completamente satisfactoria?
Clérigos y monjes son hombres entregados a lo sagrado: viven tanto En un artículo reciente, el abate V. PORTIER prefiere fundar la distin-
como es posible en el mundo divino. Los laicos en las cosas terres- ción entre sacerdotes y laicos en la de sus «poderes» en la Iglesia.
tres. Miembros del pueblo de Dios, los laicos, como los clérigos y los
«Por ser cabeza y porque todo viene de él, Cristo tiene todo poder: "Todo poder
monjes, por estado y do forma d: recta, están ordenados a las realidades
me ha sido dado por el Padre". Él es rey del mundo. El apostolado es, pues, parti-
celestes. Unos y otros son, por su bautismo y su inserción en la Iglesia, cipación en el poder de Cristo sobre el mundo salvado por él, y no puede ejercerse
herederos del Reino celestial y el fin último de todos es la posesión del sino en relación con su poder de jefe.
Reino. Pero ellos están ordenados a este fin de una manera distinta. Los Así, no hay ningún miembro que pueda trabajar para su salvación personal, ningún
primeros tienden a él sobre todo por medio de su compromiso en las miembro que pueda, como apóstol, trabajar para la salvación del mundo, sin obrar
realidades espirituales. Los laicos se santifican en la vida del siglo. Son en relación vital con Cristo que dirige dando la vida, que da la vida dirigiendo,
llamados también a hacer la obra de Dios. Pero ellos la hacen en el mun- y por tanto, sin participar de diversas maneras, como veremos, de su poder de jefe» -.
do. Comprometidos en las realidades temporales por estado y por deber, Pero esta participación no es la misma para todos:
han de hacer la obra de Dios, en tanto que también debe hacerse en y «Los obispos colegialmente unidos al papa, vicario de Jesucristo, los sacerdotes
por la obra del mundo. unidos colegialmente a sus obispos, pero éstos en "orden derivado", tienen una res-
El padre CONGAR ha reunido felizmente las semejanzas y las diferen- ponsabilidad propia. Sus poderes y ministerios son poderes y ministerios jerárquicos.
cias que caracterizan la vida de los laicos por comparación con la de En efecto, entre los miembros del cuerpo místico, Cristo ha escogido algunos
los sacerdotes y de los religiosos. para que fuesen, en su Iglesia, los representantes de su poder soberano en relación
con los otros miembros.
«Para la plenitud de su obra según el plan del Dios vivo, la Iglesia debe contar con Por tanto, si sacerdotes y fieles son miembros unos y otros del cuerpo místico,
laicos, es decir, fieles que hagan la obra del mundo, que alcancen su último fin que participan de los poderes del "Jefe", del hecho de que en la Iglesia — cuerpo
estando dedicados a la obra del mundo. Esto les es esencial. Es necesario que algunos místico hecho sociedad humano-divina — sólo los sacerdotes representan su poder
estén, en la Iglesia, dedicados directamente a la obra del Reino de Dios y que estén, supremo de soberano, resulta que los otros miembros no pueden ejercer sus poderes
por causa de esto, exentos de la obra del mundo. Tal es la condición de los monjes espirituales propios, salidos del poder de Cristo, sino en relación con los poderes
y de los sacerdotes. Así en Israel, los levitas no habían recibido lote en el reparto jerárquicos.
de la tierra. Pero la misión total de la Iglesia, correspondiendo al plan de Dios, Se trata del poder sacerdotal: el sacerdote sacrifica; los fieles—no solamente asis-
quiere que el reino del Señor se prepare en y por esta creacTón, a la terminación de tentes, sino participantes — ofrecen el sacrificio. Se trata del poder profético: el sacerdote
la cual el hombre debe cooperar. Por tanto, el plan de Dios y la misión de la Iglesia enseña con autoridad; los fieles enseñan, pero con referencia a esta enseñanza, para
reclaman la existencia de fieles laicos. Les falta un laicado que, en su conjunto, traducir a su manera el mensaje evangélico y particularmente la doctrina social de
tenga por vocación glorificar a Dios sin ahorrar un compromiso en la obra del mundo.
La relación de los laicos al único fin último es quizá menos inmediata, en todo caso 1. Y. CONGAR, op. cit., págs. 38-39.
menos exclusiva, que la de los clérigos y de los monjes. Pero es en un sentido secundario 2. V. PORTIER, Apostolot des leñes, en «Masses Ouvrieres», en. 1958, no 137, p. 46.
¿QUÉ ES UN LAIOO? 23
22 IOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

la Iglesia, trabajando también, a su manera, en la elaboración. Se trata del poder


pastoral: el sacerdote tiene poder de dirigir una comunidad cristiana; el padre y la
madre de familia, ya lo hemos visto, ejercen un poder espiritual análogo en relación Conclusión
a sus hijos» *.

De ello se sigue: Sin poder entrar aquí en la discusión de estas diversas opiniones,
constatemos que una y otra — y es esto lo que nos importa — dan a la
k 1. Que no hay apostolado auténtico sin relación con la jerarquía: luz algunas ideas fundamentales:
«El cristiano, esté donde esté y haga lo que haga, compromete no solamente su
cristianismo, sino la Iglesia, bajo el ángulo espiritual de sus actos, pues ser cristiano — El laico cristiano no está solamente en la Iglesia, sino que es da
es esencialmente -ser miembro de la Iglesia, y ser miembro de la Iglesia es estar unido la Iglesia, por recibir de ella, en el bautismo, la vida que le regenera
a la jerarquía. No hay ningún apostolado que pueda desarrollarse sin participar de la espiritualmente.
Iglesia y por lo tanto sin relación de seglar a jerarquía» 2.
— Mejor aún, él es la Iglesia, a título de miembro unido a la jerar-
2. Que el apostolado del laico no se reduce al dom;nio temporal, quía y que vive de la vida de la Iglesia.
sino que se extiende a todos los dominios donde se ejerce la misión de la
Iglesia: Él ha de construir la Iglesia, trabajando en su fila y según sus posi-
«Sea cual fuere su estado de vida, el sacerdote no es sacerdote porque obraría bilidades en el advenim'ento del Reino de Dios y en el crecimiento del
en un dominio eclesial; el laico no es laico porque obraría en un dominio temporal. cuerpo místico de Cristo.
Sea cual fuere su estado de vida, uno y otro son sacerdote y laico porque con
Cristo, en la Iglesia, para trabajar en la salvación del mundo, participan, aunque Lo veremos mejor cuando habremos estudiado a la vez la naturaleza
diíeTCEitemttrte, dt\ poAti rrásmo da Cristo, y estos podeits dt Va Veteara— Vas d t Vos y la misión de la Iglesia.
sacerdotes — se extienden a todo y en todas- partes, ora se ejerzan en el sentido de
lo "sagrado" ora en el de lo "eclesial", ora en el de lo profano "particular", ora en
el de lo profano "público".
El apostolado de la Iglesia es el apostolado de la jerarquía y de los laicos, de los
sacerdotes y de los fieles que obran en la perspectiva única del Reino. Pero en esta
acción apostólica, el sacerdote es sacerdote porque ejerce en ella poderes espirituales
jerárquicos, el laico es laico porque ejerce en ella responsabilidades apostólicas propias,
distintas de las del sacerdocio, si bien establecidas en relación con los poderes jerár-
quicos, con el apostolado jerárquico» 3 .

Se llega así a esta definición:


«El laico es un cristiano que no sólo participa, como todos los miembros de la
Iglesia cualesquiera que sean, de todas las riquezas de la vida eclesial, sino que — y esto
es lo que le constituye laico — pone en obra en todo y por todo los poderes propios
que detenta de Cristo, cabeza del cuerpo místico, ejerciéndolos en relación necesaria
con los poderes brotados del sacramento del Orden, poderes que detenta la jerarquía
como representante en su Iglesia del poder soberano de Cristo» 4.

1. Id., ns 137, pág. 53.


2. Id., ne 138, pág. 80.
3. Id., ne 138, págs. 82-83.
4. Id., ne 138, pág. 85.
# ¿QUÉ ES LA IGLESIA? 25

ridas para contarla en el dominio de lo espiritual puro. De ahí esas


críticas pérfidas o esos intensos ataques cuando ella escapa de estas es-
trechas fronteras y desciende a la arena de los oonflictos mundiales. Su
voz, respetada cuando se mantiene en el recuerdo de las verdades evan-
gélicas, parece ultrapasar sus derechos cuando se aventura a juzgar pro-
blemas que apasionan la opinión pública. Parece bien que llame a los
hombres al sentido de la oración y del culto divino; irrita verla condenar
4 proced'mientos injustos en materia económica o social. Y cuántos hom-
bres, colocados de cara a Cristo y a la Iglesia, no pueden estarse de
proclamar: «¡Cristo, sí; Iglesia, no!».
¿De dónde viene esta oposición? Evidentemente de un desconoci-
CAPITULO III
miento de la Iglesia.
La Iglesia es un misterio...
¿QUÉ ES LA IGLESIA? * Así como en el umbral de una mezquita uno deja sus babuchas para
pisar el suelo sagrado, así deben abandonarse los prejuicios al penetrar
en el conocimiento de la Iglesia y dejarse envolver por la luz miste-
riosa cuya fuente ella es.
I

EL MISTERIO DE LA IGLESIA
El designio de Dios

Esta luz viene de lo alto. Viene de Dios que nos revela en las Escri-
¿Cómo determinar el lugar y el papel de los laicos en la Iglesia sin
turas su designio sobre el mundo y sobre el hombre. El designio de Dios
tener de la Iglesia una concepción auténtica?
es un designio de amor. Basta leer la epístola de san Pablo a los Efesios:
Pues, los que hablan de >rt Iglesia — para ensalzarla o para atacarla —
el designio del Señor aparece en ella en toques fulgurantes.
¿saben bien qué es la Iglesia?
La juzgan desde fuera. Periodistas, novel'stas, hombres políticos coin- «Bendito sea el Dios y Padre de nuestros señor Jesucristo que, en Cristo, nos
ciden en una perspectiva puramente humana. Por lo menos muchos de ha colmado para los cielos de todas las bendiciones espirituales. ¿No ñas había esco-
ellos. gido en él desde antes de la fundación del mundo, para que la caridad nos hiciera
santos e irreprochables a sus ojos? ¿No nos había predestinado, en su benévolo
¿Cómo perciben la Iglesia? querer, a ser hiios adoptivos por medio de Jesucristo, a la loanza de la gracia res-
A sus ojos, lo que aparece de Ja Iglesia es su carácter orgánico, estruc- plandeciente con que él nos ha favorecido en el Amado?
turado, jerárquico. La Iglesia es para ellos ante todo una sociedad que En él, por su sangre, nosotros hallamos la redención, el perdón de nuestras
tiene sus jefes y sus adheridos — una sociedad con finalidad religiosa, faltas: don de la riqueza de su gracia, que ha esparcido en profusión sobre nosotros con
pero implantada en el medio humano—, una sociedad :nternacional, fuer- la plenitud de la sabiduría y de la inteligencia. Y esto, revelándonos el Misterio de su
temente centralizada, que tiene su sede en Roma, una sociedad de origen voluntad que en su benevolencia había guardado en sí mismo desde muchísimo tiempo,
modesto, que se ha hinchado en el curso de la historia, ha tenido su para realizarlo una vez cumplidos los tiempos: a saber, reunir todas las cosas en
Cristo, todo lo que existe en los cielos y sobre la tierra» (Efesios 1, 3-10).
apogeo en los siglos de cristiandad, y que encuentra hoy en todos los
terrenos sociedades rivales, ávidas de expulsarla de sus posiciones adqui- Dios, en su amor, quiere darse. Darse es atraer el hombre a él, a
fin de comunicarle las riquezas de la grac'a acá y de la gloria en el
1. Para más detalles sobre este capítulo, véase, en esta misma colección, el opúsculo más allá. Su amor es una llamada. Como se ha escrito:
Tvn 48, La Iglesia y su misterio.
¿QUÉ ES LA IGLESIA? 27
26 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

— El hombre, en el origen, despreció el don divino. El pecado entró


«La historia del mundo es ante todo y por encima de todo esta búsqueda de Dios,
decidida por Dios solo, alimentada por él, y conducida por él a su término. La
en el mundo por la falta de Adán. Quedó rota la intimidad divina y la
fuente eterna que apaga toda sed n o ha sido hecha para el ciervo, sino el ciervo para espada de fuego del Ángel prohibió la entrada en el Paraíso perdido.
ella; éste no existe sino para buscarla, y el bosque y la montaña y la tierra y el — Pero Dios es fiel. No abandona a su criatura. Una promesa miste-
cielo "ño existen más que para ejercer su búsqueda, llevarla e iluminarla» 1 . riosa se cierne sobre el porvenir de la humanidad...
— Y he aquí a Abraham. Desde el fondo de Caldea, donde este
Este don de Dios, esta llamada de Dios se hace en dos planes: hombre justo guarda sus rebaños, Dios le llama: «Sal de tu país, de tu
— el plan de la Creación. familia, de la casa de tu padre, marcha hacia el lugar que te indicaré.
Dios al crear al hombre lo crea a su imagen, dándole inteligencia y Yo haré de ti un gran pueblo». (Génesis 12, 1).
libertad, a fin de que el hombre se vuelva libremente hacia él y le haga Es la primera alianza. Dios ha escogido un pueblo, que será su
homenaje de su ser y de la naturaleza que le rodea. Llamado a hacer pueblo, aquél a quien confia sus promesas. Desde ahora su solicitud
obra de hombre y de hombre libre, le corresponde, por su trabajo y su le seguirá en el curso de las peripecias de su historia. No faltarán las
iniciativa propia, suscitar las estructuras económicas y sociales que cons- dificultades. El pueblo «de dura cerviz» olvida la misericordia de Yahvé
tituyen una civilización. La historia profunda del mundo es la historia de y se vuelve hacia los ídolos. Dios envía a los profetas para anunciar los
estos esfuerzos sucesivos de la humanidad para administrar las riquezas castigos inminentes. Y Yahvé azota con duros golpes: invasiones, ruinas,
naturales puestas a su disposición por el Creador. El progreso en el deportaciones, exilios... Pero está la misericordia al lado de la justicia.
orden temporal es el resultado de estos esfuerzos y la voluntad de D'os Si el pueblo se arrepiente, la sonrisa de Yahvé le devuelve la confianza.
es que el progreso sirva para orientar al hombre hacia su fin último, A través de estas alternativas incesantes, se dibuja la imagen del Mesías.
que es hallar la felicidad en su amor. Vendrá un día — el día de Yahvé — en que la salvación de los judíos será
— el plan de la R edención. asegurada por la venida del Ungido del Señor, el Mesías. Pero, ¿quién
Pero el hombre, porque es libre, si es capaz de bien, también es será?
capaz de mal. De hecho, el hombre ha pecado. En lugar de volverse hacia
Dios, se ha vuelto contra él. No obstante el amor de Dios triunfa del — Será el mismo Hijo de Dios, el Verbo encarnado, descendido del
mal y del pecado. Al plan de la creación se ha unido el plan de la cielo al seno de una humilde Virgen. Dios y hombre por la unión de sus
Redención, por medio de la cual Dios emprend:ó la obra de la liberación dos naturalezas en la unidad de su persona, él es el mediador entre
del hombre. La historia de la salvación es la historia de esas etapas Dios y la humanidad. Él es el sacerdote del único sacerdocio, que repara
sucesivas de Dios para revelarse al hombre y para llamarle a él. Este el pecado de los hombres por el ofrecimiento de su propia carne y que
«retorno» del hombre, Dios ha querido que se hiciera en Cristo y por reconcilia la raza humana con Dios por el sacrificio de su sangre. Envia-
Cristo. El Hijo de Dios hecho hombre es ¡a salvación. Él recapitula do por su Padre, él inaugura los tiempos nuevos, la etapa definitiva del
en sí el mundo entero. Por él se realiza el des'gnio de Dios. Pero este Reino, comenzando ya acá abajo. En el centro de la historia, él es el
designio de Dios «de reunir toda la humanidad en Cristo», decidida Salvador del pasado, del presente y del porvenir.
aun antes de la creación del mundo, no se cumplirá definitivamente más — Pero Dios no se contentó con salvar a los hombres enviándoles
que al fin de los siglos, en la consumación general. a su Hijo para rescatarlos por medio de su muerte en la cruz. Quiso que
gozasen de la vida misma y de la santidad de Cristo, que en él parti-
cipasen de la vida, de la sant'dad de Dios por medio de la concesión
Las etapas de la Historia sagrada de la gracia en los signos sensibles y eficaces que son los sacramentos,
gestos de Cristo. Además, no le bastó prever medios de santificación para
La historia de las etapas que conducen a la humanidad a su fin últ'mo cada hombre en particular. Quiso que estuvieran unidos juntos alrededor
es una Historia sagrada. de Cristo en una comunidad espiritual. Es la Iglesia. La Iglesia, Re'no
de Dios. La Iglesia, cuerpo místico de Cristo. La Iglesia, esposa mís-
1. A. CHAVASSE, J. FRISQUE, H. DENIS, R. GARNIER: Église et Apostolat, Caster- tica de Cristo. La Iglesia, comunidad de los fieles unidos entre sí y con
man, pág. 5.
28 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA ¿QUÉ ES LA IGLESIA? 29

el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. «Como tú, Padre, estás en mí y hombres a su comunión. A este título, ella goza de poderes que le han
yo en ti, que sean también ellos uno en nosotros.» (Juan 17, 21). La Igle- s:do confiados por Cristo para la enseñanza, la santificación y el go-
sia, plenitud de Cristo (Colosenses 2, 9; Efesios 1, 22-23). bierno de los fieles. La Iglesia, realidad espiritual que existe en depen-
— Estamos ya en los últimos tiempos, porque la salvación está asegu- dencia de un acto de Dios, es, en cierto sentido anterior a sus miembros.
rada. Ya no hay que esperar más revelación. Es el tiempo de la Iglesia t No es producto de sus miembros. Ella los constituye como miembros.
militante. Pero es aún un tiempo de preparación para el fin último, el Ella los «hace» en Cristo. Ella existe antes que ellos y los engendra
retorno glorioso de Cristo, la resurrección general, el advenimiento de la , a la vida espiritual. Es la Madre de los vivos que constituye la asamblea
Jerusalén celestial que canta el Apocalipsis, en quo el Hijo entregará de los fieles, Societats fidelium.
todas las cosas entre las manos de su Padre, a fin de que todas las cosas — Pero por otra parte, ella es comunión, comunidad. Comunión de
sean consumadas en la unidad. Entonces se liará oír una voz: «He aquí los hombres con Dios y todos unos con otros en Cristo. Es la colec-
la mansión de Dios con los hombres. Él tendrá su mansión con ellos; tividad de los que son «en Jesucristo». Es el pueblo de Dios en la Nueva
ellos serán su pueblo y 61, Dios con ellos, será su Dios. Él enjugará Alianza. Mucho mejor, es el cuerpo místico de Cristo. A este título, la
toda lágrima de sus ojos: ya no habrá muerte; ya no habrá llanto, grito Iglesia «está hecha» por sus miembros; existe por los fieles que la cons-
ni pena, pues el antiguo mundo se ha ido» (Apocalipsis 21, 3-4), tituyen, como un pueblo está hecho por sus ciudadanos, un cuerpo por
...Y el designio de Dios se habrá cumplido. sus miembros.

La Iglesia-Sociedad
II
La Iglesia, porque es un pueblo, pero un pueblo organizado, una
NATURALEZA DE LA IGLESIA Institución, una Sociedad, tiene su estructura, sus cuadros, sus jefes. Todos
los elementos esenciales de su constitución íntima le han sido dados por
Jesús: «Tú eres Pedro y sobre esta.p'edra edificaré mi Iglesia...» Una,
Salida de Cristo, llamada a vivir de Cristo, destinada a la gloria de porque ha sido querida por Cristo para reunir a todos los fieles bajo
Cristo, ¿qué es pues la Iglesia? una autoridad visible; santa, porque ha sido provista de los medios de
Igles:a, Ecclesia, quiere decir: asamblea, reunión. gracia y de salvación; católica, porque se extiende, en sus perspectivas
Según el designio de amor de Dios, se puede pues, definirla: la misioneras, hasta los confines del mundo en el espacio y en el tiempo;
reunión de todos los hijos de Dios en Cristo apostólica, porque ha llegado a nosotros a partir de Cristo a través de
Reunión: es su cara exterior. los apóstoles y sus sucesores; romana, porque san Pedro, el jefe de la
Unión a Cristo: es su alma interior. Iglesia naciente, fue obispo de Roma y porque después de él sus suce-
Dos aspectos complementarios que evitaremos cuidadosamente di- sores en la sede de Roma son la columna sobre la cual se apoya la
sociar. Iglesia. Tal es la Iglesia.
Gracias a una estructura bien equilibrada, la Iglesia docente, el papa
y los obispos, y la Iglesia discente, los fieles, se. armonizan en una com-
— Los dos aspectos de la Iglesia plementariedad de las funciones que les aseguran unidad, duración y esta-
bilidad. Cada uno tiene su puesto y su papel en la Iglesia. Papa, obispos,
Efectivamente, desde que se trata de profundizar en la naturaleza sacerdotes, religiosos, laicos, todos contribuyen a la edificación del Cuerpo
de la Iglesia, nos hallamos frente a estos dos aspectos: de Cristo. Son su cara humana. Manifiestan al exterior esta sociedad
— Por una parte, ella es sociedad, asamblea organizada de fieles en visible, organizada, en que la jerarquía y los fieles forman un todo cohe-
Cristo, conjuntp de medios que el Señor ha dispuesto para llevar Jos rente. En razón de esta estructura, la Iglesia dispone de ciertos poderes
30 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA 31
¿QUÉ ES LA IGLESIA?

que ejerce la jerarquía para promover el bien espiritual de los fieles, y Apóstol declara: «Por numerosos que seamos, no formaremos más que
que comunica parcialmente a los otros ministros sagrados. Poderes de un sólo cuerpo en Cristo» (Romanos 12, 5).
magisterio o poder doctrinal, destinados a transmitir con fidelidad el Esta analogía de la Iglesia y del cuerpo, tan luminosamente descrita
mensaje de Cristo. Poderes de santificación por medio de los cuales por san Pablo, ha sido profundizada en el curso de los siglos por los
la Iglesia pone a dispos'ción de los fieles esos medios de gracia que Padres y los teólogos. Ha encontrado una fórmula particularmente feliz
son los sacramentos. Poderes de regencia o de gobierno o de jurisdic- en la encíclica Mystici Corporís (29 junio 1943). Es aquí donde hay que
ción, que permiten a la Iglesia dirigir a los fieles por los caminos de la ir a buscar en su explanación doctrinal esta doctrina del cuerpo místico
justicia y de la caridad. tan cara al pensamiento cristiano de nuestros días.
A esta concepción se limitan muchos al hablar de la Igles:a. Por ser Como dice desde el princ'pio Pío XII: «Para definir, para describir
una cara humana, este aspecto de la Iglesia no carece de defectos. Porque esta verdadera Iglesia de Jesucristo — la que es santa, católica, apostó-
la Iglesia está formada de pecadores, lleva su huella en sus rasgos. Pero lica, romana — no se puede encontrar nada más bello, más excelente,
juzgarla únicamente por su cara humana es error e injusticia. Para juz- nada en fin más divino que esta expresión que la designa como el cuerpo
garla objetivamente, no hay que mirarla desde el exterior; hay que verla místico de Jesucristo» \
por el interior, Pero, ¿cómo? Él muestra como Cristo es la fuente misma de la Iglesia, porque
la fundó predicando el evangelio, sufriendo y muriendo en la cruz,
enviando del cielo el Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pen-
tecostés.
La Iglesia, cuerpo místico de Cristo Así Cristo es la cabeza de la Iglesia, «de donde el cuerpo entero,
por el engranaje de los ligamentos y junturas, saca alimento y cohesión
Pascal dijo: «Dios habla bien acerca de Dios». Se podría también para realizar el crecimiento deseado de Dios» (Colosenscs 2, 19). Cabeza
decir: «Sólo Dios habla bien acerca de Dios; pues sólo él conoce estas de la Iglesia en virtud de su preminencia y del gobierno que ejerce en
profundidades inaccesibles a los hombres y donde sólo penetra el Espí- ella, visiblemente por medio del pontífice de Roma, invisiblemente por
ritu de Dios {Romanos 11, 33). Y asimismo podría decirse: «Sólo la medio de la gracia, él comunica la vida al cuerpo entero. Él tiene la ple-
Iglesia habla bien acerca de la Iglesia». nitud del ser y de él, como de una fuente infinita, fluj'en en los miem-
Y así, ella ha hablado de sí misma desde el origen por la voz de los bros las riquezas de la vida divina. Volvemos s'empre a la doctrina de
apóstoles y, en nuestros días, habla aún por la voz de sus pastores. san Pablo.
Nadie mejor que san Pablo ha revelado la realidad profunda de «En él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, el mundo visible y el
la Iglesia. La ha resumido en una frase que es la definición nr'sma invisible, tronos, dominaciones, potestades. Todo ha sido creado por él y para él:
de la Iglesia. «Cristo es la Cabeza del cuerpo que es la Iglesia» (Co- Él es anterior a todo y todo subsiste en él. Pues él es también la cabeza del cuerpo,
losenses 1, 18). Verdadero pueblo de Dios reunido por Cristo resu- de la Iglesia. Es efectivamente principio, primogénito de los muertos, a fin de
ejercer en todo la primacía; pues plugo a Dios hacer habitar en él toda la plenitud
citado, la Iglesia és de tal modo una con él que es el «Cuerpo de Cristo».
y por él, que ha restablecido la paz en la sangre de su cruz, reconciliar todo lo
El Apóstol desarrolló esta idea en la primera epístola a los Corintios que existe en la tierra y en los cielos» (Colosenses 1, 16-20).
(1 Corintios 12, 12-27) y en la epístola a los Romanos (Romanos 12, 4).
Dirigiéndose a los fieles de Corinto, san Pablo les explica que el cuerpo Él infunde la fe en las almas por medio de la luz del evangelio. Él
no se compone de un miembro único, sino de varios miembros cada las purifica por medio del agua salvadora del bautismo. Él las alimenta
uno de los cuales tiene una función especial y cuyo conjunto organizado con su carne sagrada en la Eucaristía. En él están toda gracia y verdad.
constituye la unidad del cuerpo. Y concluye: «Así vosotros sois el cuer- Por él circula a través de los miembros del cuerpo místico una misma
po de Cristo, y cada uno de vosotros, por su parte, es uno de sus vida, que es la suya. Y la Igles:a puede decir como decía san Pablo:
miembros» (/ Corintias 12, 27). «Ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí» (Gálatas 2, 20).
La misma idea hallamos en la epístola a los Romanos, a quienes el 1. Pío XII, encícl. Mystici Corporis.
32 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
¿QUÉ ES LA IGLESIA? 33
San Pablo decía simplemente: la Iglesia es el cuerpo de Cristo. La
tradición ha añadido otra palabra. Dice: Cuerpo místico. Hay varias puesto que reside entero en la Cabeza, entero en el cuerpo, entero en cada uno de
razones para emplear esta palabra y el papa lo explica: sus miembros» 1.
«Mas de una razón, por otro lado, nos hace emplear esta palabra; pues gracias
a ella el cuerpo social que es la Iglesia, cuya cabeza y jefe es Cristo, puede ser Dos frases célebres
distinguido de su cuerpo físico que, nacido de la Virgen María, está sentado ahora
a la diestra del Padre y está oculto bajo los velos cucarísticos; puede ser distinguido La conclusión podría sustentarse en estas dos frases citadas a me-
asimismo, lo cual es de gran importancia a causa de errores actuales, de cualquier nudo:
cuerpo natural, sea físico, sea moral» *. —La de Bossuet: «La Iglesia es Jesucristo extendido y comunicado».
En un cuerpo físico vivo, las células que lo componen no tienen ni — La de santa Juana de Arco, tan emocionante, en el curso de su
personalidad ni libertad. En la Iglesia, los miembros, aún estando íntima- proceso: «De Jesucristo y de la Iglesia, es mi opinión que todo, es uno,
mente unidos los unos a los otros, gozan absolutamente de su personali- y que no hay que hacer de ello ninguna dificultad».
dad y tienden libremente a su fin, que es a la vez su felicidad y la gloria
de Dios. Por otra paite, el principio de unidad de un cuerpo moral es
exterior: la reunión de hombres para un fin común. La intimidad de los
crist'anos entre ellos y con Cristo, por efecto de la vida divina que los
anima, es al contrario vital. III
Esta doctrina del cuerpo místico es pues muy conforme a la natura-
leza de la Iglesia. LA MISIÓN DE LA IGLESIA
«Como Cuerpo ella prolonga a Cristo de forma visible, pero como cuerpo místico,
no se reduce a lo que de ella se ve: místico significa en efecto misterioso, que oculta
una realidad invisible y divina. También todo lo que nosotros vemos de la Iglesia: la La Iglesia, esposa y madre
jerarquía, los simples fieles, las ceremonias litúrgicas, etc.. tiene por sentido manifestar
otra cosa que está oculta: Jesucristo que comunica la vida divina a los hombres, los La misión de la Igles:a fluye del designio de Dios.
hombres que participan de esta vida» 2. Este designio, como hemos visto, es recapitular el mundo en Jesu-
De este cuerpo, cuya cabeza es Cristo, el alma es el Espíritu Santo. cristo.
Apoyándose también en san Pablo y en la tradición, Pío XII desarrolla Por medio de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se realiza progre-
esta idea: sivamente esta restauración universal en Cristo. La mis;ón de la Iglesia
es construir el cuerpo de Cristo, hacer de la humanidad la familia de
«Si consideramos atentamente este principio divino de vida y de fuerza dado por
Cristo en tanto que constituye la fuente misma de todo don y de toda gracia creada,
Dios.
comprendemos fácilmente que éste no es otra cosa que el Espíritu Santo, que procede En el hermoso discurso que pronunció en el II Congreso mundial para
del Padre y del Hijo y que se llama especialmente el Espíritu de Cristo o el Espíritu el apostolado de los laicos, en octubre de 1957, su excelencia monseñor
del Hijo» B. Montini, arzobispo de Milán, expuso con fuego y autoridad qué es «la
misión de la Iglesia».
Este Espíritu es principio de unidad, de amor y de santidad:
«A este Espíritu de Cristo como a un principio invisible hay que atribuir que «Está por entero contenida en una simple proposición: la misión de la Iglesia es
continuar a Cristo...
todas las partes del cuerpo están unidas, tanto entre ellas como con su noble Cabeza,
Todo el mundo admite que la misión de Cristo, y por consiguiente la de la Iglesia
que la continúa, está ligada a una idea de salvación, es decir, de cambio para mejorar
las condiciones humanas.
1. Ibid.
2. Colección Baumgartner, L'Église, histoíre du salut, Lethielleux, pág. 238. ¿Pero qué salvación? ¿Qué cambio? Y obtenidos ¿cómo? Decimos que la salva-
3. Encícl. Mystici Corporis.
I. Ibid.

3
34 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
¿QUÉ ES LA IGLESIA? 35

ción traída por Cristo es el reino de Dios, es decir su religión: es decir las rela- bemos de recordar las grandes líneas de la misión de la Iglesia en
ciones que ha establecido entre el Padre celestial y la humanidad, con todas las general.
consecuencias que de ello se desprenden.
La misión cristiana es esencialmente religiosa. No es' directamente ni política, ni La misión doctrinal de la Iglesia
social, ni económica...
La misión de la Iglesia consiste en prolongar en el mundo la vida de Cristo y
en hacer participar a la humanidad de sus misterios: lu encarnación y la redención. Cristo vino a anunciar la «Buena Nueva», el evangelio. Vino a
La misión de la Iglesia, pues, no es otra cosa que establecer una comunión de vida con revelar a su Padre y hacer conocer su designio de amor. La revelación
él y, como consecuencia, una comunión fraternal entre los hombres. La misión de la es el misterio de la vida divina, de un Dios personal y vivo, en quien el
Iglesia es engendrar la Iglesia, hacerla vivir, propinarla, hacerla fructificar en las Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se conocen y se aman eternamente. La
obras propias de la fe, de la gracia, del evangelio. Cuino un árbol vivo, la Iglesia se revelación es la voluntad del Padre de reunir en su Hijo único a todos
hace a sí misma, saca sus ramos, nntduru sus frutos. "Yo soy la viña, vosotros sois los hombres, sus hijos, voluntad que se realiza por la encarnación del
los sarmientos", dijo Jesús» (Juan 1S. 4) '.
Verbo y por su obra redentora realizada en el Calvario y que hallará
Esposa y madre; tal nos parece la Iglesia en esta perspectiva de su cumplimiento definitivo en la consumación final.
edificación de la familia de Dios. Esta revelación, traída al mundo por Cristo, ha sido confiada por
Esposa de Cristo, recibe de el el Espíritu y la gracia de que vive él a la custodia de la Iglesia, que prolonga su pensamiento y su acción.
ella m'smn y que la santifican. Como él es la verdad, ella es la verdad. Ella debe extenderla, comuni-
Madre de los hombres, ella es la Madre universal, cuyo amor se carla. El Espíritu Santo, enviado a los apóstoles en el origen de la
extiende a iodos los hombres para comunicarles la vida divina. Iglesia, la asiste con su luz y hace infalible, en las condiciones requeri-
La Iglesia es madre porque nos engendra a la vida por medio de la das, la Iglesia docente, el Magisterio, el papa y los obispos unidos al
predicación de la fe, por medio del bautismo y los sacramentos. papa. El Credo que resume la enseñanza de la Iglesia es en cierto modo
La Iglesia es madre porque alimenta a sus hijos. Les da por alimento la carta doctrinal a que se adhiere todo cristiano.
el cuerpo de Cristo en la Eucaristía y la palabra de Dios en la Sagrada Monseñor Montini, estudiando cual es el fundamento de la misión de
Escritura. la Iglesia, precisa diciendo:
La Iglesia es madre porque educa a sus hijos por medio de su acción
«Se caracteriza por la identidad de la misión de Cristo con la de la Iglesia y por
pastoral en el ejercicio de su autoridad legislativa y judicial.
la prolongación de esta identidad de Cristo y de la Iglesia, es decir, por la inves-
Reconocemos los tres poderes ya citados: poder de enseñanza, poder tidura que recibe el apóstol para continuar, garantizar, ejercer la misión de Cristo.
de santificación, poder de regencia. Son la base de su misión doctrinal, Dos caracteres que debemos retener bien nosotros y que podemos traducir en dos pala-
de su mis'ón santifacadora, de su misión pastoral y apostólica. bras fundamentales para quien quiera comprender la misión de la Iglesia y participar
Así se hace la edificación del cuerpo de Cristo. Pero la Iglesia no lo en ella: la ortodoxia y el mandato.
hace sin nosotros. Nosotros hemos de cooperar. La Iglesia es a la vez la La ortodoxia exige que la misión de la Iglesia fluya perfectamente de su verdadera
que engendra y la que nosotros engendramos. Es lo que hacía notar ya fuente y que se conserve celosamente el patrimonio doctrinal y sacramental de Cristo,
san Agustín: «la Iglesia lo es todo a la vez para ella misma: la madre el depositum de que habla san Pablo, que un ministro del evangelio debe guardar
y los hijos; pues el conjunto de todos los que componen la Iglesia lleva fielmente (/ Timoteo 6, 20)...
Es preciso que nosotros nos hagamos de la ortodoxia una idea diferente de la
el nombre de madre, y cada uno de sus miembros recibe el nombre de
opinión corriente, que ve en ella un yugo para el que la sufre y un látigo para el que
hijo». la detenta. Para nosotros, al contrario, debe ser la pasión por la verdad, tal como
Hay en ella el papel de la madre. Y hay el papel de los hijos. Pero Cristo nos la ha revelado y la Iglesia nos la enseña; debe ser la prueba de nuestra
se imbrican el uno en el otro, porque su objeto es el mismo: el adveni- prudencia y de nuestra humildad, capaz de acoger y de transmitir los dones superiores
miento del reino de Dios en el mundo. Antes de distinguirlos, pro- de Dios; debe ser la seguridad de nuestro espíritu, que se apoya no sobre la arena
movediza de opiniones humanas y de eclecticismos arbitrarios, sino sobre la roca de
1. Monseñor MONTINI, La Mistión de l'Église, «Documentaron Catholique», 22 de la palabra divina; ella debe ser el aguijón que nos empuje a la búsqueda y a la acción
diciembre de 1957, Col. 1.622 y 1.627.
36 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA ¿QUÉ ES LA IGLESIA? 37

en las líneas que entonces no pueden perderse en la duda o extraviarse en el error; comunica la fuente de purificación y de vida que son los sacramentos.
debe ser amor — y no pretexto para polémicas — para aquellos a quienes nosotros Del nacimiento a la muerte, el fiel encuentra en su camino, y sobre todo
queremos llamar a la salvación cristiana. en las grandes épocas de su existencia, esta fuente de vida en Cristo.
Y con la ortodoxia, el mandato
Puede lavarse en ella; puede saciar su sed. Arrancarse del pecado, volver
La ortodoxia mira el contenido del patrimonio por transmitir; el mandato a la
capacidad de transmitirlo. La misión de la Iglesia no parte de sí misma, no se orga-
a encontrar la amistad divina, tal es el efecto de la solicitud de la Iglesia
niza de sí misma. Debe recibir una jurisdicción y un poder inicial, que durarán a por el pecador, a quien ella presenta los gestos de Cristo, signos eficaces
continuación y se transmitirán, por medio del sacramento del orden y la jurisdicción de la gracia.
eclesiástica... Es cierto que, en la Iglesia de Dios, todo cristiano, que lia recibido en La Iglesia pone a nuestro alcance los poderes de santificación, los
el bautismo la capacidad de participar de los dones divinos y del culto divino, que poderes de orden, por medio de aquellos que poseen ei sacerdocio jerár-
ha recibido el regale sacerdotium, puede y debe asociarse u la acción apostólica de la quico : obispos, sacerdotes. Uno de los últimos actos de Nuestro Señor, la
Iglesia; pero una tal acción debe estar sometida a una disciplina flue exige ser expedida tarde del Jueves Santo, víspera de su muerte, fue el de instituir el sacer-
de forma tanto más precisa por aquel que ha recibido también el mandato de defenderla docio para prolongar la v.'rtud del sacrificio eucarístico. La Iglesia recogió
y de promoverla, cuanto que esta disciplina mira sobre todo a la santificación y la
cuidadosamente la voluntad de Cristo y ha enviado sus representantes
dirección del cuerpo eclesiástico y do cada fiol»1.
por toda la tierra para hacer manar el agua de la gracia sobre las fuentes
de los hombres llamados a la salvación. Esta participación en el sacer-
La minión Hnnlificadora de la Iglesia docio del Supremo Sacerdote constituye el sacerdocio jerárquico o minis-
terlal y corresponde propiamente a los ministros consagrados de la Igle-
Sólo Dios es santo. El hombre es pecador. El pecado separó al hom- sia. Pero, como veremos mejor más adelante, todos los fieles, por su bau-
bre de D:os. Cristo vino para reparar el pecado. Reparar el pecado, sólo tismo, que los agrega a Cristo, participan en cierto modo de su sacerdocio.
podía hacerlo Cristo, Hijo eterno del Padre. Sólo él podía reparar
la ofensa hecha a la santidad de su Padre por la multitud innumerable La misión pastoral de la Iglesia
de las faltas de los hombres desde el origen del pecado en Adán.
Sólo él podía ganar para los hombres la reconciliación con Dios, el
Cristo no es solamente la Verdad y la Vida. Es también el Camino,
retorno a la amistad divina, el favor inconmensurable de ser en adelante
el camino que seguir. En otros términos, es el Buen Pastor, el que conoce
los hijos adoptivos de Dios.
sus ovejas y las conduce al redil. La Iglesia, continuando a Cristo, tiene
Cristo realizó esta reparación, esta restaurac'ón del hombre en el
la misión de regir el pueblo de Dios y conducirlo a los pastos eternos.
orden sobrenatural, por medio de su sacrificio en la cruz. Nos rescató
Para asumir sú misión pastoral, la Iglesia recibió lo que se llama poder
sin nosotros. Pero no quiere salvarnos sin nosotros: quiere nuestra coope-
de jurisdicción, es decir, el poder de gobernar y de admürstrar los fieles,
ración a nuestra propia salvación. ¿Cómo responder al ofrecimiento del
haciendo leyes (función legislativa), aplicándolas a los casos particulares
perdón? ¿Cómo salir del estado de pecado?
(función jurídica), velando porque sean observadas, aunque sea impo-
Cristo dio los medios a su Iglesia.
niendo sanciones (función penal).
Glorificar a Dios, adorarle, darle gracias, pedirle perdón, atraer sus
Esta jurisdicción corresponde de derecho al papa en la Igles'a univer-
gracias, la Iglesia lo hace por orden de Jesús, en nombre de todos los
sal, a los obispos en su respectiva diócesis. La jurisdicción episcopal está
cristianos. El sacrificio eucarístico, que renueva el sacrificio del Calvario,
subordinada a la del papa, único que tiene la jurisdicción suprema, y
es la ún'ca ofrenda digna del Señor, pues es la ofrenda misma de Cristo
puede ser comunicada parcialmente a los sacerdotes que dependen del
en el altar por el ministro de la Iglesia. Sacrificio de alabanza, sacrificio
obispo.
pacificador, en que la Iglesia, unida a su cabeza, reúne en un mismo
La autoridad pastoral se ejerce esencialmente en el plano religioso.
culto público a todos sus hijos dispersos.
Pero en virtud de su misión espiritual, puede ejercerse en ciertos casos
Pero estos hijos tienen necesidad de ser purificados. La Iglesia les
en el plano de las actividades profanas. Al lado de lo que se llama el
1. Id., col. 1.624 - 1.625- poder directo de la Iglesia, hay un poder indirecto en razón de la inci-
38 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA ¿QUÉ ES LA IGLESIA? 39

dencia de principios morales en los problemas temporales. Como escribió La evangelización de las tierras lejanas ha sido hecha sobre todo por
LEÓN XIII en la encíclica lmmortale Dei: los «misioneros» pertenecientes a institutos relig'osos o a sociedades de
«En los asuntos humanos, todo lo que es sagrado a cualquier titulo, todo lo que sacerdotes misioneros. La sagrada congregación de la Propagación de la
concierne a la salvación de las almas y al culto de Dios, seu por su naturaleza, sea Fe, bajo la autoridad del papa, se aplica a la organización y al desarro-
que deba ser considerado como tal en razón de hi ciuisn con que se relaciona, todo llo de las comunidades locales para constituir vicaríados o prefecturas
esto depende del poder y del juicio de la Iglesia.» apostólicas. Cuando el clero indígena y la población cristiana son bas-
Esta autoridad de la Iglesia, que no se ejerce sino en los límites de- tante numerosos, se instituye la jerarquía propiamente dicha y se estable-
seados por el Salvador para asegurar el fin último ele las almas, pide la cen diócesis. En su encíclica Fidel donum, el papa Pío XII ha insistido
obediencia de los fieles. Obcdicnciu inspirada por la fe en la acción del sobre la necesidad de vocaciones sacerdotales en estos países que nacen a
Espíritu Santo, que preside la vida y lu actividad de la Igles'a. la influencia de la Iglesia y ha llamado a la cristiandad entera a volverse
hada su evangelización.
Pues es toda la Iglesia la que está «en estado de misión». Es toda la
La turco miaionora <l<- lu IKICRMI Iglesia la que debe ser misionera. Trátese de comarcas lejanas o de su-
burbios obreros de nuestras grandes ciudades, por todas partes hay al-
Cristo había anunciado a sus apóstoles, miles de subir al cielo, que mas que están lejos de Cristo. A las parroquias, a los sacerdotes, a los
recibirían el Espíritu Sanio y les había pedido que fueran sus testigos laicos corresponde inclinarse hacia ellas y aportarles la luz. Nadie está
hasta los extremos de la tierra. Había presentado el reino de Dios bajo dispensado, cada uno en su nivel, del deber misionero: es una de las
la imagen de un árbol destinado a crecer y n cubrir el mundo con su obligaciones contraídas en el bautismo.
ramaje. Desde el origen, los apóstoles y sus sucesores se señalaron por El mundo actual espera de la Iglesia la estrella que iluminará su
esta voluntad de aportar el mensaje evangélico a todos los pueblos y de camino...
construir en ellos la Iglesia. La vida misionera de la Iglesia es este es-
fuerzo constante para plantar la cruz donde es desconocida. A medida
que se abrieron nuevas comarcas a la exploración humana, la siguió la
evangelización cristiana. Penetrando en las regiones lejanas de todos los
continentes, los misioneros enviados por la Iglesia llevaron la salvación
por Cristo y constituyeron comunidades locales que fueron los centros de
irradiación cristiana.
La obra misionera es, pues, cristianizar los pueblos que nunca tuvie-
ron contactos con la Iglesia.
Pero en sentido derivado se habla hoy de actividad misionera para
designar el trabajo de recristianización de las regiones otrora cristianas
que, bajo la influencia de las coyunturas actuales, se han descristianizado
y en cierto modo han vuelto a convertirse en paganas. E incluso en el
interior de las parroquias, hay personas o sectores de vida que escapan
totalmente a la influencia de la Iglesia. Es así como la clase obrera, en
los grandes centros urbanos o en las regiones rurales, se ha desarrollado
fuera de la Iglesia. Un «muro» les separa a menudo: muro de ignorancia,
de indiferencia, de prejuicios, a veces de desprecio. Ser misionero es en-
tonces para la Iglesia alcanzar estos medios o estas personas para hacerles
ver el verdadero rostro de Cristo.
EL PUEBLO DE DIOS 41

Abraham obedece. A los setenta y cinco años, con su mujer Sara, su


sobrino Lot, sus bienes, sus rebaños, todo su haber, se pone en camino
hacia el país de Canaán. Se abre la ruptura entre dos países, dos civili-
SEGUNDA PARTE zaciones, dos religiones. De antemano, Abraham, fiel a la promesa de
Yahvé, es promovido a jefe de un pueblo nuevo e innumerable.
Yahvé también será fiel a su elección. Y renovará su promesa:
LOS LAICOS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA
«Levanta los ojos al cielo y enumera las estrellas si puedes enumerarlas»; y le dice:
"Tal será tu posteridad". Abraham creyó a Yahvé, y le fue reputado por justicia:»1.

CAPITULO PRIMERO Cada vez que Yahvé habla a Abraham, es para anunciarle el pueblo
que va a reunir. En la promesa divina se alza ya, más allá del pueblo
EL PUEBLO DE DIOS judío, salido de Abraham, el pueblo cristiano, salido de Jesucristo. A
través del pueblo judío, escogido y llamado en Abraham, aparece la
Iglesia, también ella elegida de Dios, llamada por Dios en Jesucristo.
La promesa de Yahvé va acompañada de una Alianza, sellada en un
Cristo fundí') la Iglesia. Es la Iglesia de la Nueva Alianza. Pero
sacrificio cuyo signo para las generaciones por venir será la circuncisión.
ella fue preparada por el pueblo de la Antigua Alianza.
Esta alianza, fundada en la misericordia divina, garantizada por las pro-
La historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento es una
mesas divinas, aceptada en la fe por Abraham, «el Padre de los creyen-
prefiguración de la Iglesia. Es, si así puede decirse, la Iglesia antes de la
Iglesia. tes», es figura y anticipación de la Nueva Alianza, sellada por la sangre
de Cristo. Ella hace la unidad del pueblo de Dios, como la Nueva Alian-
za hará la unidad de la Iglesia, cuyos miembros todos son el Cuerpo de
Anuncio y promesa del pueblo de Dios
Cristo.
La historia del pueblo de Dios empieza con Abraham. «Abram volvió el rostro contra el suelo y Dios le habló así: "He aquí mi alianza
Después de la falta de Adán, la familia cristiana quedó asolada. El contigo: tú te convertirás en padre de una multitud de pueblos. No te llamarás ya
pecado entró en el mundo y produjo en él los frutos amargos de la rebe- Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues te hago padre de una multitud de
lión, del odio, de la división. pueblos. Te haré extremadamente fecundo, de ti haré pueblos y de ti saldrán reyes.
Pero D o s es amor. Él quiere salvar la humanidad angustiada. Va a Instituiré mi alianza entre Yo y tú, y tu raza después de ti, de generación en gene-
empezar a reuniría constituyendo un pueblo en medio de ella. Este pueblo ración, una alianza perpetua, para ser tu Dios y el de tu raza después de ti»2.
pasará por unas experiencias que son las etapas de su subida hacia la
Iglesia. El éxodo, la realeza, el exilio: otras tantas situaciones que esbo-
zan un aspecto esencial de la Iglesia de Cristo.
Abraham será el tronco del pueblo escogido y el antepasado de Cristo. La realización de la Alianza
Alrededor del año 1850, venido de Ur de Caldea, Abraham se había es-
tablecido en Harán. Yahvé le dirigió la palabra: Según la promesa de Yahvé, la descendencia de Abraham se multi-
«Deja tu país, tu parentela y la casa de tu padre por el país que yo te indicaré. plica. Llevada a Egipto como consecuencia del hambre, allí prospera al
Yo haré de ti un gran pueblo, te bendiciré, magnificaré tu nombre, que servirá de principio y llena el país. Pero reducida a una semiservidumbre por los
bendición:»1.
1. Génesis 15, 5 - 6
1. Génesis 12, 1-2 2. Génesis 17, 3 - 7 .
42 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL PUEBLO DE DIOS 43

egipcios, celosos de esta prosperidad, corre el peligro de ser víctima de Y cuando se hayan cumplido tus días y tú duermas con tus padres, mantendré tras
la idolatría pagana que la rodea. Dios decide intervenir y arrancar a Is- ti el linaje salido de tus entrañas y afirmaré su realeza... Tu casa y tu realeza subsistirán
para siempre ante mí, tu trono será consolidado para siempre»1.
rael de Egipto. Es Moisés, es el éxodo, es la marcha por el desierto, es la
purificación en la prueba que forja la fe, es la revelación del Sinaí, es
la promesa renovada y la alianza contraída en el fuego y el trueno, es la El reino de David se convierte así en el «tipo» de la Iglesia. Como
introducción en la Tierra prometida... dice san Agustín: «El Reino judío es una profecía». Anuncia la Iglesia
porque se instala bajo la protección divina y da su unidad al pueblo de
Realidades misteriosas y figuras proféticas a la vez. El éxodo no es
Dios, como la Iglesia, por la acción divina, reunirá a los fieles en su seno.
solamente un acontecimiento del pasado. Se realiza en cada etapa de la
Anuncia sobre todo la Iglesia porque el reino de Israel está destinado
historia de la Iglesia. Un pueblo en marcha, esto es la Iglesia. Hasta que
a salvaguardar la fe de los judíos y su docilidad a los mandamientos de
todas las familias de la tierra no estarán reunidas y bendecidas en la pos-
Dios, como la Iglesia será la guardiana de la fe en Cristo y de la obe-
teridad de Abraham, es decir, en Cristo y en la Iglesia, el pueblo de
diencia a la acción del Espíritu Santo en las almas.
Dios deberá dejar sin cesar la servidumbre del Egipto idólatra, marchar
en la prueba de la fe para conquistar la Tierra prometida. Hasta el re-
torno de Cristo, la Iglesia está siempre en el desierto...
El mensaje de los profetas '

El pueblo y sus reyes no son siempre fieles a la alianza; se apartan de


Dios y adoran a los ídolos. El castigo de Dios es la división del Reino en
El reino de David reino del Norte (Israel) y reino del Sur (Judá). Pero Dios no abandona
entretanto a su pueblo. Le envía profetas, hombres inspirados, que ha-
La conquista de la Tierra prometida es factor de unidad. Para defen- blan en nombre de Dios y recuerdan incesantemente a los desviados las
derse contra los enemigos exteriores, para resistir las solicitudes de los condiciones de la alianza. Su misión esencial es proclamar esta verdad
cultos idolátricos, el pueblo hebreo siente la necesidad de una cohesión incuestionable: Yahvé es el Dios de Israel, Israel es el pueblo elegido
cada vez más estrecha alrededor de un jefe. Después de la época de los por Yahvé. Es alternativamente una llamada a la fidelidad o al arrepen-
jueces, llega la realeza. timiento y una amenaza de castigo por abandono de la ley del Señor.
De todos estos reyes, el que domina la historia es David. Humana- Toda la historia de Israel y de Judá, desde el siglo xi al ix, está jalo-
mente, no es más que un reyezuelo, cuyo poder no es sino fragilidad al nada por la intervención de los profetas. A través de los oráculos de
lado de los grandes imperios orientales. Pero su nombre permanece. Se Yahvé, de quien son mensajeros, se desarrolla una doble perspectiva.
ilumina de una luz que crece con el curso de los siglos. Su gloria es sobre
todo haber sido el antepasado de Cristo. Jesús será llamado hijo de Da-
vid. En la anunciación, el arcángel Gabriel dirá a María: «Se le llamará Las peripecias históricas del pueblo de Dios
Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David su padre» \
Así, él es la figura del Mesías. En la persona de Cristo se realizan plena- El pueblo de Dios es un pueblo escogido; no es como los demás pue-
mente las promesas hechas a David. blos; no puede tener la misma política que ellos; está entre las manos del
Señor; debe apoyarse en la confianza en Dios y rehusar las alianzas con
«Así habla Yahvé: Soy yo quien te ha tomado de los pastos, detrás de las el extranjero. Lo que Yahvé pide a su pueblo es que sea fiel a su ley:
ovejas, para ser jefe de mi pueblo Israel. Yo he estado contigo en todas tus empresas,
yo he suprimido ante ti a todos tus enemigos. Yo te daré un renombre igual al de «¿De qué me sirven, vuestros innumerables sacrificios? —dice Yahvé—. Estoy has-
los más grandes de la tierra... Yahvé te hará grande. Yahvé te construirá una casa. tiado de los holocaustos de carneros y de la grasa de los terneros. Apartad de mi vista

1. Lvcas 1, 32. } 2 Scimuel 7, 8 ss.


44 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL PUEBLO DE DIOS 45

vuestra malignidad. Dejad de hacer el mal. Aprended a hacer el bien. Buscad lo recto. «Ensancha el espacio de tus tiendas, y extiende sin temor tus pabellones, alarga tus
Socorred al oprimido. Sed justos con el huérfano. Defended a la viuda..- Si vuestros cuerdas y afianza tus estacas! Pues te extenderás a diestra y siniestra, y tu raza
pecados llegan a ser como escarlata, quedarán blancos como la nieve; si llegan a ser poseerá las naciones y los tuyos poblarán las ciudades abandonadas» 1 .
rojos como la púrpura, quedarán como la lana. Si os decidís a obedecer, comeréis los
productos de la tierra. Pero si os obstináis en la rebelión, la espada os comerá a La llamada de Yahvé se hace cada vez más amplia:
vosotros. La boca de Yahvé ha hablado...» 1 .
«He aquí que hago de ti un testigo ante los demás pueblos, un jefe y un maestro
para las naciones. He aquí que llamarás a una nación que tú no conoces y los des-
A pesar de las advertenc'as de los profetas que se suceden en las horas conocidos correrán hacia ti por causa de Yahvé, tu Dios, y del santo de Israel, que
más trágicas de la historia del pueblo elegido, éste se deja arrastrar hacia te habrá glorificado»2.
el paganismo y la licencia moral. Entonces llegan la toma de Jerusalén, «Saldrá un retoño del tronco de Jesé, de sus raíces se elevará una flor; sobre él
las deportaciones de 597, de 586, de 581, el destierro... Pero un «pequeño descansa el espíritu de Yahvé, Espíritu de sabiduría y de entendimiento, Espíritu de
resto» permanece fiel a Yahvé. Es la esperanza del porvenir, destinado consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de piedad y de temor de Yahvé»3.
a realizar el Reino donde Dios residirá con amor y donde los hombres
vivirán en paz. Es un niño, pero llamado a los más altos destrnos:
Dios transforma el corazón de su pueblo desterrado. El retorno está «Pues ha nacido entre nosotros un niño, se nos ha dado un hijo, que lleva en
próximo y el profeta Ezequiel lo anuncia en términos apremiantes: sus hombros el imperio, y se le ha dado este nombre: el Consejero, el Admirable,
Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la Paz. Su imperio se extiende en una paz
«Las naciones sabrán que yo soy Yahvé — oráculo del Señor Yahvé — cuando haré infinita, se establecerá y se afianzará sobre el trono de David, y su realeza en la equidad
estallar mi santidad, por causa vuestra, a vuestros ojos. Entonces, os sacaré de todas y la justicia»4.
las naciones y os tecogeré de los países extranjeros y os conduciré a vuestro país.
Extenderé sobre vosotros una agua pura y seréis purificados; yo os purificaré de todas El Mesías aparece como el servidor de Yahvé, el Rey de Israel, la Luz
vuestras manchas y de todos vuestros ídolos. Y yo os daré un corazón nuevo, meteré de las Naciones.
en vosotros un espíritu nuevo, sacaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré
un corazón de carne. Introduciré mi espíritu en vosotros y haré que caminéis según mis «Islas, oídme, atended, pueblos distantes! Yahvé me ha llamado en el vientre de
leyes y que observéis y sigáis mis costumbres. Habitaréis el país que he dado a vues- mi madre, en su seno ha pronunciado mi nombre, hace de mi boca una espada aguda,
tros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios»2. me ha ocultado bajo la sombra de su mano, ha hecho de mí una flecha afilada, me
ha encerrado en su carcaj. Me ha dicho: "Tú eres mi servidor, Israel, en quien yo
A medida que pasan los años, se ensanchan los horizontes. Las dimen- me glorificaré... Poco es que seas mi servidor para levantar las tribus de Jacob y
siones espirituales del pueblo de Dios se extienden. Se afirma la idea de convertir los supervivientes de Israel. *Yo haré de ti la Luz de las Naciones para que
la salvación universal. En contacto con los paganos, el nacionalismo judío mi salvación alcance a los extremos de la tierra» 5 .
se hiende y el pensamiento se eleva poco a poco hacia la extensión del Los judíos verán en el Mesías durante mucho tiempo un rey temporal
mensaje divino a todo el universo. Jerusalén levantada de entre sus ruinas destinado a devolver al pueblo su prosperidad material y su realeza sobre
es el símbolo de un movimiento misionero que ha de ganar los otros las demás naciones. Poco a poco se purifican sus conceptos, sin dejar
pueblos. de ser atraídos hacia el bien de orden temporal. El rey que presidirá los
destinos del Reino será según el corazón de Dios, pero también verda-
La promesa del Mesías dero hijo de David y príncipe de Israel. Será el pastor de las ovejas de
Yahvé.
Si Dios está a la cabeza del Reino, aparece un personaje cuyos rasgos
se van fijando poco a poco, el Mesías, el Ungido del Señor, que ejerce la
realeza recibida de Yahvé. 1. Isaías 54, 2 - 3.
2. Id. 55, 4-5.
3. Id. 11, 1-2.
1. Isaías, 1, 11 ss. 4. Id. 9, 5-6.
2. Ezequiel 36, 23 - 28. 5. Id. 49, 1-6.
46 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL PUEBLO DE DIOS 47

«Pondré a la cabeza de mis ovejas un pastor que las apacentará, mi servidor David: y prepara la venida del Salvador. Para hacer entrar a Israel en el verda-
él las apacentará y será para ellas un pastor. Yo, Yalivé, seré su Dios y mi servidor
dero sentido de su misión, Dios se sirve de imágenes concretas sacadas
David será príncipe en medio de ellas»1.
de la vida corriente, al alcance de todos. Son los temas que, meditados
por generaciones, anuncian la Iglesia y disponen para ella los espíritus.
Los salmos cantan con ansia las promesas divinas:
Tres temas dominan en que se afirma el sentido de la comunidad de
«He hecho una alianza con mi elegido, he jurado a David, siervo mío: Para siempre
vida y de amor que caracteriza la Iglesia.
jamás he fundado tu linaje, y te he edificado un trono de generación en generación»2.
El tema del rebaño
Pero en los últimos capítulos de Isaías que constituyen el «Libro de
la Consolación», se dibuja otro aspecto del Ungido del Señor. El «Servi- Yahvé es el pastor de Israel, él le conduce como a su rebaño. Él lo
dor de Yahvé» es el justo que sufre, que expía por los demás e intercede reúne, lo guarda, lo defiende. Tiene para él toda la solicitud del amor.
en su favor. Salmos y profetas explotan de buen grado este tema, particularmente
expresivo en una civilización de pastores.
«Él ha crecido ante nosotros como un retoño, como una raíz en tierra árida, sin
belleza ni esplendor, como hemos visto, y sin amable apariencia, objeto de desprecio «Así habla el Señor Yahvé. He aquí que cuidaré yo mismo de mi rebaño y lo
y desecho de los hombres, varón de dolores y que conoce el sufrímiendo, como aquellos reconoceré.
ante los cuales uno se cubre la faz, ha sido despreciado y afrentado. Él soportó nuestros Como un pastor pasa revista a su rebaño cuando está en medio de las ovejas
sufrimientos y cargó con nuestros dolores, y nosotros lo consideramos un castigado, dispersas, así yo las revistaré. Yo las apartaré de todos los lugares en que se hubieren
herido por Dios y humillado. Ha sido llagado por causa de nuestros pecados, despe- dispersado el día de niebla y de tinieblas. Yo las haré dejar los pueblos en que estu-
dazado por causa de nuestras maldades. El castigo que nos devuelve la paz cae sobre vieren, y las recogeré de países extranjeros y las conduciré a su tierra. Yo las apa-
él y gracias a sus llagas somos curados... Después de las pruebas de su alma, verá centaré en las montañas de Israel, en los arroyos y en todos los lugares habitados
la luz y será saciado. Por medio de sus sufrimientos mí Servidor justificará las multi- del país. Las apacentaré en buenos pastos y en las altas montañas de Israel tendrán
tudes cargando él mismo con sus faltas 3. su dehesa. Allí descansará en un buen pasto y se saciarán con los abundantes pastos
de los montes de Israel. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las haré descansar.
La tradición cristiana ha visto en este servidor de Yahvé la imagen Oráculo del Señor Yahvé. Yo buscaré la que se haya perdido, yo devolveré la que se
anticipada de Jesucristo, que realizó plenamente la profecía y se la apli- haya extraviado, yo cuidaré la que se haya herido, yo sanaré la que se halle enferma.
có a sí mismo. Todo el drama de la Redención es evocado en términos Velaré por las que estén gordas y fuertes. Yo apacentaré con justicia»1.
emocionantes que preparan los espíritus para comprender las etapas de
la vida, de la pasión, de la muerte, de la resurrección del Salvador del El tema de la esposa
mundo.
Así como un hombre escoge a su prometida y la hace su esposa en
una fidelidad sin cambio, así Dios ha escogido a Israel... Él es fiel a sus
Las imágenes bíblicas del pueblo de Dios promesas. Pero su esposa no responde siempre a-la solicitud de su cora-
zón. Esposa ligera, inconstante, se aparta de la alianza concluida con
La hstioria religiosa de la humanidad está orientada hacia la realiza- Yahvé, despreca su amor, se vuelve hacia otros dioses. Sin cesar Yahvé
ción del designio de amor de Dios, hacia el advenimiento de Cristo y la trata de volverla a él. Amenaza de castigos, pruebas múltiples, llamadas
fundación de la Iglesia. En toques sucesivos, el Señor enseña, a su pueblo al arrepentimiento, misericordia; todos los medios son empleados para
fijar el corazón de esta esposa infiel. Finalmente, el amor triunfa sobre
la fragilidad. A través de estas perspectivas, se presiente la nueva alianza
1. Ezequiel 34, 23 - 24.
2. Salmos 89.
3. Isaías 53, 2, 4 ss. 1. Ezequiel 34, 11 - 16.
48 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL PUEBLO DE DIOS 49

que consagrará la salvación de la esposa y la estabilizará en la fidelidad. «Vuélvete, Señor^de-Jos Ejércitos, Se6or de los ejércitos, conviértenos a ti,
En el horizonte de los siglos aparece la unión de Jesús y de su Iglesia. mira desde el cielo y atieñdí; Muéstranos tu rostro y seremos sal-
visita esta vifía: protégela, vos!» 1 ,
«Yo cerraré su salida con espinas, obstruiré su camino para que no encuentre más la que plantó tu diestra...
sus senderos. Perseguirá sus amantes y no los alcanzará, los buscará y no los encon-
trará, entonces ella dirá: "Volveré con mi primer marido; pues yo era más feliz antes Efectivamente, está próximo el tiempo en que el Hijo de Dios vendrá
que ahora". Por esto la acariciaré, la llevaré al desierto y hablaré a su corazón... a plantar la viña de su Padre, aquélla de que dirá: «Yo soy la verdadera
Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré con justicia y con equidad, con
vid y mi Padre es el viñador... Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.
ternura y con amor; te desposaré conmigo en la fidelidad, y tú conocerás a Yahvé:»1.
Quien está mvdo conmigo y yo con él, da muchos frutos» =.

1. Salmos 80.
El tema de la viña 2. Juan 15, 1 - 5.

Es particularmente emotivo este tema sacado de la vida agrícola de


Israel, donde el cultivo de la viña es un cultivo de elección. El viñador
cultiva su viña con amor; la rodea de cuidados durante todo el año,
espera de ella frutos sabrosos y la promesa de un vino generoso. La viña
es su tesoro. Israel es para Yahvé una viña que ama con ternura. Pero
demasiado a menudo en el curso de la historia, la viña no produce sino
frutos amargos. También el viñador celestial la arranca de su suelo, y es
el exilio... Pero vendrá el Hijo de Dios a la tierra y entonces será una
viña nueva, de racimos suculentos.
Nadie ha descrito la historia de la viña mejor que Isaías:
i
«Cantaré a mi amado el canto de su amor por su viña. Mi amado tenía una viña
sobre un collado fértil. La cercó, la despedregó, plantó en ella moscatel. Levantó en
medio una torre, cavó en ella un lagar y esperó sus uvas, pero las dio silvestres.
Y ahora, habitantes de Jerusalén y gente de Judá, juzgad, os lo ruego, entre mi vifía y
yo. ¿Qué podía hacer por mi viña que no haya hecho? Yo esperaba de ella uvas,
¿por qué solamente me las ha dado agraces? Pues voy a enseñaros lo que voy a hacer
con mi vifía: quitarle el vallado para que la talen, derribar el muro para que la
pisoteen; que sea saqueada, y no más podada ni cultivada; sobre ella brotarán sólo
zarzas y espinas! Yo prohibiré a las nubes que lluevan en ella. Pues bien, la viña de
Yahvé Sabaot es la casa de Israel y las gentes de Judá son su planta escogida. Esperaba
de ella la inocencia y da sangre, justicia y da gritos de espanto»2.

Pero el clamor del arrepent'miento brota también periódicamente del


pueblo de Dios. Tomando la imagen de la viña, el salmista hace su lla-
mada a la misericordia:

1. Oseas 2, 8 ss.
2. Isaías 5, 1-7.

4
LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS 51

mente en la luz de pascua y toma el vuelo en Pentecostés, por la efusión


del Espíritu Santo.
Desde su nacimiento, la Iglesia comienza su papel misionero. Apenas
salida del Cenáculo en que se manifestó el Espíritu, san Pedro se dirige
a la muchedumbre. Bajo la inspiración que le ha sido comunicada, su
palabra, comprendida por todos a pesar de la diversidad de las lenguas,
trastorna al auditorio. Tocados en el corazón por el anuncio de Cristo
muerto y resucitado, tres mil de entre ellos piden el bautismo y se unen
a los discípulos.
Es el punto de partida de las primeras comunidades cristianas.

CAPITULO II
La primera comunidad de Jerusalén
LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS
¿Cómo se constituyeron estas primeras comunidades cristianas?
L a que conocemos tal vez mejor es la de Jerusalén. Su historiador es
San Juan Paulisla había anunciado: «¡El Reino de Dios está próxi- san Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Algunos rasgos bien marcados
m o ! » H e aquí llegada la hora de fundar el Reino: es la obra de la vida
nos hacen entrever la vida de la comunidad.
pública de Jesús. Til Reino es el reino de Dios en el mundo. Él inaugura
las nuevas relaciones que unen desde ahora a Dios y a los hombres. Reino «Y se mostraban perseverantes en las instrucciones de los apóstoles, fieles a la
de ternura, de justicia, de perdón, de misericord'a, expresa la actitud de comunión fraternal, a la fracción del pan y a las oraciones»1.
un padre para con sus hijos. Se entra en él por la fe y el bautismo. La
carta del Reino son ¡as Bienaventuranzas. La vida en el Reino es una Se ponen a continuación de relieve los aspectos esenciales de la vida
vida de caridad. Desde la primera proclamación del evangelio, es patente en la Iglesia.
que un estrecho vínculo une el Reino con Jesús que lo anuncia. Donde 1. La autoridad de los apóstoles es en ella incontestable. La tienen
está Jesús allí está el reino. Con él viene el Reino, con él el Reino ha del propio Jesús- Han sido constituidos sus testigos. Su papel es ante todo
llegado. Él lo es todo en el Reino: es a la vez el mensajero, el germen predicar, anunciar el mensaje del Señor. Lo que dan a conocer es propia-
vivo, la fuerza conquistadora, la riqueza, la recompensa... mente la muerte y la resurrección de Cristo: estas dos cosas son la señal
El Reino debe crecer, extenderse, cubrir la superficie del globo. Es el de la intervención divina; revelan el plan de amor por el cual Dios ase-
grano de mostaza que se convierte en un gran árbol, el fermento que gura la salvación del mundo; son el punto de confluencia de las profecías
hace crecer la pasta. Este tiempo de crecimiento es la fase terrestre del que jalonaron el Antiguo Testamento; son la garantía del porvenir glo-
Reino, pero el Reino que se desarrolla acá abajo en la sombra y el es- rioso en que, en la consumación de los siglos, la humanidad rescatada
fuerzo está destinado a la gloria. Debe aparecer en el último día, cuan- alcanzará su fin último.
do Cristo volverá sobre las nubes para juzgar a los vivos y a los muer- 2. Entre los Doce, Pedro está en primer plano. Éi. toma la iniciativa
tos e introducirlos en la gloria junto al Padre. Esta subida del Reino de completar el número de los apóstoles. El primer discurso después de
hacia su fin se realiza en una comunidad: la Iglesia, que prolonga la Pentecostés es pronunciado por él. Se le ve juzgar el caso de Ananías y
acción de Cristo y encarna concretamente el Reino. Fundada por Jesús, Safira. Su palabra cura al paralítico de la Puerta Hermosa. Desde el
que reúne alrededor de sí un grupo de discípulos, escoge de entre ellos
principio la Iglesia se nos aparece con una jerarquía claramente distin-
sus apóstoles, da a Pedro la primacía sobre sus hermanos; engendra
guida.
en el dolor de la pasión y de la muerte de Cristo, ella surge triunfal-

1. Hechos, 2, 42.
52 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS 53
/
3. Pero no es menos subrayada la comunidad de los fieles. Pablo a los Corintios nos hacen asistir a la vida de esta comunidad. No
se la puede comprender más que situando esta comunidad cristiana en el
«Todos los creyentes vivían unidos y lo ponían todo en común; vendían bienes
y propiedades y se repartían la ganancia entre ellos según ¡as necesidades de cada uno»1.
contexto de la vida de Conato.
Admirablemente situada en el istmo que separa el mar Egeo del mar
En ninguna otra época la comunidad cristiana ha estado formada por Jónico, era, al decir de Cicerón, «la luz de toda Grecia». Ciudad comer-
elementos tan unidos, soldados por la caridad fraternal y el desinterés. cial, villa de arte, villa de lujo, villa de placeres, ésta era la Corinto de
Todos los fieles componen la comunidad y todos los fieles tienen el espí- fines del siglo i. Era la ciudad más poblada de Grecia: 200 000 hombres
ritu de la comunidad. Hay verdaderamente entre ellos una vida de co- libres, 400 000 esclavos... Una población mezclada: griegos, romanos, ju-
munidad. díos, orientales. La vida era allí frivola y disoluta: soldados, marineros,
4. La unidad les viene de que están unidos en la oración a Cristo comerciantes, especuladores llevaban una existencia alegre y gastaban a
Jesús y de que participan de la fracción del pan en la mesa eucarística, veces sumas enormes. «Vivir a la corintiana» era sinónimo de vivir en el
fuente de unidad. libertinaje.
No debía de ser fácil hacer penetrar el espíritu del evangelio en este
«Todos los días, con un mismo corazón, frecuentaban asiduamente el Templo y,
ambiente entregado a las costumbres paganas.
partiendo el pan en sus casas, tomaban su alimento con alegría y simplicidad de
corazón; alababan a Dios y tenían el favor de todo el pueblo»2.
Cuando san Pablo llegó a Corintio, procedente de Atenas, el año 51,
se puso a predicar en la sinagoga. Hubo algunas conversiones resonantes,
Su caridad, su unión, su desinterés llevaban un testimonio. Era un como la de Crispo, el jefe de la sinagoga; de ahí la cólera de los judíos.
testimonio colectivo, un testimonio de la Iglesia. El apóstol se refugió entonces en la casa de un derto Tito Justo, «hom-
5. La unión con Cristo, la oración en su nombre, tal es el funda- bre temeroso de Dios». Poco a poco acudieron los paganos.
mento de la primera comunidad cristiana. Los fieles se aman como her-
«Una noche, en una visión, el Señor dijo a Pablo: "No temas, sigue predicando,
manos. Unidos a Cristo, están unidos entre ellos. No forman sino una
no te calles. Yo estoy contigo. Nadie pondrá la mano sobre ti para maltratarte, porque
familia, la de Dios. En estos principios de la Iglesia no se hace ninguna tengo en esta ciudad un pueblo numeroso» 1.
distinción, ninguna oposición. Todos forman parte de la Iglesia.
«La multitud de los creyentes no tenía más que un corazón y un alma; nadie lla- Los meses pasan. Los judíos acusan a Pablo ante el tribunal del pro-
maba suyo aquello que le pertenecía, sino que entre ellos todo era común» 3 . curador Galión, que rehusa tomar partido. Pero ante la insurrección de
los judíos, cuya oposición es cada vez mayor, san Pablo acaba por zarpar
Este cuadro idílico no será ya verdadero más allá de un cierto perío- hacia Siria. Dejaba una comunidad numerosa y viva. ¿De quiénes estaba
do; pero pinta la vida cristiana tal como la había enseñado Jesús en el compuesta? De judíos, pero sobre todo de paganos convertidos. Algunos
Sermón de la montaña. Permanece como ideal hacia el cual la Iglesia no notables, algunos doctos, algunos ricos: Erasto, el tesorero de la ciudad;
dejará de tender, por ser el modelo que Cristo, en las fuentes de la Crispo, el ant:guo jefe de la sinagoga; pero la mayoría eran de baja con-
vida cristiana, quiso poner a nuestros ojos. dición, esclavos o libertos, pequeños comerciantes.

«Asimismo, hermanos, considerad vuestra vocación. No hay entre vosotros muchos


La Iglesia de Corinto sabios según la naturaleza ni muchos poderosos ni muchos nobles»2.

Una de las comunidades primitivas que conocemos asimismo bien es Entre esta multitud reunida para la oración, había asimismo mujeres
la de Corinto. Los Hechos de los Apóstoles y las dos epístolas de san y también ellas debían de ser bastante numerosas.

1. Hechos 2, 44 - 45.
2. Id., 2, 4 6 - 4 7 . 1. Hechos 18, 9 - 10.
3. Id., 4, 22. 2. 1 Corintios 1, 26.
LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS 55
54 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

Todos estos miembros están unidos por la fe en Cristo, el bautismo


y la participación en la cena del Señor, pero su conversión es de fecha La Iglesia de los Mártires
reciente. A través de las dos cartas a los Corintios, se adivinan sus reac-
ciones. Toman gran parte en la vida de su Iglesia naciente: los carismas La Iglesia de los primeros siglos fue la Iglesia de los mártires. Mártir
con que les gratifica el Espíritu Santo, animan sus reuniones de oración. significa testigo. Testigos de Cristo por la oración, por la penitencia, por
Pero continúan «carnales», son aún susceptibles, celosos, presuntuosos; el apostolado de la palabra, los fieles fueron sobre todo testigos por su
aspiran a una libertad sin vigilancia, no quieren aceptar plenamente la sangre. Si fueron perseguidos fue porque representaban el catolicismo
autoridad del Apóstol, discuten de todo, multiplican las intrigas; lo que naciente, porque encarnaban la religión de Cristo, porque figuraban la
es peor, no han perdido toda la grosería de sus costumbres; hay entre Iglesia, cuya estructura amenazaba los cimientos de los templos paganos.
ellos un incestuoso que escandaliza y contra el cual no reaccionan sino «Completando en su carne lo que faltaba aún a la Pasión de Jesús, según
débilmente. En resumen, lo mejor y lo peor se encuentra mezclado en la frase de san Pablo, estos héroes de los primeros tiempos dieron a su
este conjunto disparatado llegado de diversos horizontes sociales y reli- creencia el sello de la oblación voluntaria, sin la cual ninguna verdad
giosos. triunfa acá abajo»1. Llevados a la muerte porque eran cristianos, se iden-
Y no obstante, es a ellos a quienes san Pablo lega los primeros bos- tificaron por medio de su sacrificio con la Iglesia, que les había dado a
quejos de su doctrina sobre el cuerpo místico. A ellos enseña la unidad luz a la fe en Cristo. Su sangre, mezclada a la del Salvador, es el tes-
en el Espíritu Santo que les inspira. timon;o de su fidelidad.
Al lado de grandes obispos como san Ignacio de Antioquía, san Po-
«Hay, ciertamente, diversidad de dones espirituales, pero uno mismo es el Espíritu; licarpo de Esmirna, laicos, hombres y mujeres pertenecientes a'todas las
diversidad de ministerios, pero uno mismo es el Señor; diversidad de operaciones, pero
clases de la sociedad, desde el alto palriciado hasta las familias más hu-
uno mismo es Dios que obra todo en todos* 1 .
mildes, dan el mismo testimonio. En su voz, en sus súplicas, en sus
oraciones, se oye la voz de la Ig!es;a. San Juan, en el Apocalipsis, con-
Así todos los fieles son miembros de un mismo cuerpo, que es templaba con admiración a «los que han venido de la gran tribulación
Cristo. Sean los que fueren los dones recibidos y las funciones ejercidas, y que han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cor-
no son extraños los unos a los otros. No han recibido sino un Espíritu dero», venidos de todas las naciones, de todas las tribus, de todos los
y no forman más que un solo cuerpo. pueblos y de todas las lenguas. Tales son los mártires: heraldos de
«Todos en efecto hemos sido bautizados en un solo Espíritu para no formar más
Cristo y de la Iglesia.
que un solo cuerpo. Judíos o griegos, esclavos u hombres libres, todos hemos bebido
del mismo Espíritu» 2 .
Los mártires de Lyon
Y termina:
He aquí los mártires de Lyon, a fines del siglo H. Entre ellos el diácono de Vicnne,
«Así vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno de vosotros por su parte es Sanctus, cuya muerte en unión con Cristo nos relata Eusebio.
uno de sus miembros»3. «Su miserable cuerpo atestiguaba los tormentos sufridos; no era más que llaga y
contusión; todo él dislocado, había perdido exteriormente la forma humana. Pero en
él sufría Cristo que le glorificaba grandemente reduciendo el diablo a la impotencia,
¿Se podía afirmar de una manera más clara no solamente que los fie-
mostrando para ejemplo de los demás que no hay ni temor allí donde está el amor
les están en el cuerpo de Cristo, es decir, en la Iglesia, sino que ellos del Padre, ni sufrimiento allí donde está la gloria de Cristo»2.
son la Iglesia?

1. / Corintios 12, 4 - 6 . 1. DANIEL - ROPS, L'Église des Apotres et des Martyrs, t. I, pág. 233.
2. Id., 12, 13. 2. EUSEBIO, Hist, ecl., V, i, 22 - 23.
3. Id., 12, 27.
56 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS 57
Y Pontico, un muchacho de quince afios, que resiste hasta el final, a pesar de su
juventud. He aquí también en Cartago, en 203, a Vibia Perpetua, de noble linaje, y a Felicia
Y sobre todo Blandina, la virgen heroica que aceptaba sin desfallecer los peores dad, la esclava, las dos reunidas en un mismo calabozo con Revocato, Saturnino, Se-
suplicios. Suspendida primero de un poste, fue después expuesta a las bestias. cúndulo y pronto Saturo, que les había guiado a la fe cristiana en el curso del cate-
«Al verla así como crucificada, los cristianos habían creído entonces ver en ella a cumenado. La delicadeza, la firmeza y la perseverancia en la fe se reúnen en Perpetua,
Cristo crucificado por ellos, crucificado para convencer a los creyentes de que cual- esa joven de veintidós años, que no pueden torcer ni las lágrimas de su padre. Ayu-
quiera que hubiera sufrido por la gloria de Cristo, viviría eternamente con el Dios dada por visiones y sueños misteriosos, con los que Dios le hace entrever el martirio
vivo»1. y la reconforta interiormente, se prepara para el suplicio. En el anfiteatro se la encierra
Las fieras, hartas sin duda, la desdeñaron. No le fueron ahorrados ni el látigo ni en una red y junto con Felicidad se la expone en la arena. Una vaca furiosa lanzada
las parrillas. Se la puso por fin en una red para ser expuesta a un toro. Fue lanzada contra ellas las derriba, pero no las mata. Al levantarse, Perpetua se da cuenta de que
al aire varias veces por el animal. «Pero ella no sentía ya nada de ¡o que le pasaba su vestido se ha desgarrado de un lado.
en su esperanza y su búsqueda de los bienes de la fe, en sus plegarias a Cristo.» «En seguida lo recoge para cubrir sus piernas, pensando más en el pudor que en
Respiraba aún. y fue degollada. el dolor. Después busca un alfiler y anuda sus cabellos, que se habían desatado. Pues
una mártir no debe llevar los cabellos sueltos en su pasión, para no tener el aspecto
de estar de luto en su gloria»1.
Los mártires de Roma
Después, advirtiendo que su compañera está caída en el suelo, se le aproxima y la
ayuda a levantarse. El populacho tuvo un movimiento de piedad e hizo salir a las víc-
He aquí, en Roma, entre muchos otros mártires, a una noble patricia, santa Ce-
timas de la arena. No fue más que un instante. Las vuelven a traer y perecen bajo la
cilia, quien, habiendo convertido a su marido Valeriano, llegado también él a mártir,
espada.
muere con la cabeza medio partida por dos sablazos torpemente asestados. Su historia,
sin duda un poco novelada por su historiógrafo, deja por lo menos aparecer la valentía Algunos días antes Perpetua, que estaba encinta, había puesto al mundo una hijita.
de esta alma generosa, la firmeza de su fe, y su amor de una virginidad milagrosa- En los dolores del parto gemía. El carcelero se burlaba: «¡Cómo te lamentas ahora!
mente respetada por Valeriano. ¿Qué vas a hacer frente a las bestias?» Y ella dio esta admirable respuesta: «Ahora
soy yo quien sufre. Pero allí habrá otro en mí; él sufrirá por mí, porque yo también
debo sufrir por él».
Los mártires de Cartago
Se podrían citar otros muchos casos de mártires. Pero la frase de
He aquí en Cartago los mártires escilitanos en 180- De sus afirmaciones se des-
prende una impresión de serenidad en la prueba, de alegría en el sufrimiento, de valor
Perpetua es una luz que nos hace comprender el sentido y la gracia del
en la fe, de esperanza en este reino de los cielos donde los introduce el martirio. Eran martirio. Obispos, sacerdotes, laicos, todos se sienten unidos a Cristo.
doce, entre ellos cinco mujeres, humildes, obscuros, de modesta condición. Las actas Pertenecen a Cristo; no son sino uno con Cristo; sufren con él: rei-
del proceso parecen reflejar el eco del interrogatorio. narán con él. ¿Cómo expresar de una manera más concreta su unión a
«El procónsul Saturnino leyó su sentencia en la tablilla: Esperato, Natzalo, C¡- Cristo en la Iglesia? Nacidos de Cristo en la Iglesia, ellos dan a luz para
tino, Donata, Vestía, Secunda y todos los demás han confesado que vivían según las la Iglesia a nuevos miembros. El grito profético de Tertuliano permanece
prácticas cristianas. Se les ha ofrecido volver a entrar en la religión romana. Han rehu- verdadero. Sanguis martyrum, semen christianarum. La sangre de los
sado con obstinación. Les condenamos, pues, a morir bajo la espada. mártires es semilla de cristianos.
Esperato. — Damos gracias a Dios.
Natzalo. — Si hoy somos mártires, iremos al cíelo. Gracias a Dios.
El procónsul Saturnino hizo proclamar por el heraldo:
1. Passio Perpetuce , XX, 2.
Yo ordeno conducir al suplicio a Esperato, Natzalo, Citinio, Veturio, Félix, Aqui-
lino, Letancio, Januaria, Generosa, Vestía, Donata, Secunda
Todos dijeron: Gracias a Dios.
Así recibieron todos juntos la corona del martirio. Y están en el Reino con el Pa-
dre, el Hijo y el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.»

1. Id., V, i, 41.
A TRAVÉS DE LA HISTORIA 59

«Pasada la época apostólica, en que la designación se hace desde


arriba, por los apóstoles, luego por los "hombres apostólicos" (los que
los apóstoles habían instituido), el nombramiento de los obispos fue
objeto de una elección en que el clero y el pueblo tenían su parte. La
del clero, más bien de designación formal; la del pueblo, más bien de
aprobación y consentimiento, todo ello supervisado por los obispos y
el metropolitano, que obraban como reguladores»'.
El sufragio del pueblo es menos una designación, un nombramiento
CAPITULO III propiamente dicho en el sentido moderno de la palabra, que un buen
testimonio, una aprobación, un consentimiento en el más digno, que a
A TRAVÉS DE LA HISTORIA menudo las circunstancias habrán señalado. Es significativo un texto de
Hipólito de Roma:

Evidentemente, no es posible, en los límites de este pequeño volumen, «Que se ordene como obispo al que ha sido escogido por todo el pueblo. Cuando
seguir paso a paso el desarrollo de la actividad de los laicos en la vida se habrá pronunciado su nombre y habrá sido aceptado por todos, el pueblo se
de la Iglesia desde su origen hasta nuestros días. Incluso una pintura a reunirá con el colegio de los sacerdotes y los obispos que están presentes el domingo.
grandes pinceladas nos llevaría muy lejos. Trátese del aspecto intelec- Con el consentimiento de todos, éstos le impondrán las manos...» 2 .
tual o moral, sea filosófico y teológico, del aspecto litúrgico o canónico,
del aspecto apostólico o administrativo, encontraríamos laicos en el cruce Poco a poco la intromisión del poder temporal cambió el aspecto de
de todos los caminos. Tan cierto es que la Iglesia no puede vivir y ensan- las cosas. Los príncipes cristianos usurparon en provecho propio el dere-
charse sin la aportación de los fieles, que son sus miembros. cho de los laicos y lo tranformador en derecho de nombramiento. Fue la
Es forzoso, pues, escoger. época de «la Iglesia del poder de los laicos».3. Los grandes señores feu-
A título de ejemplos, quizá porque son más visibles y más sugestivos, dales nombraban ellos mismos más de la mitad de los obispados. Fue
quisiéramos esbozar esta participación de los laicos en la vida de la Igle- precisa la lucha y la reforma de Gregorio VII para detener este abuso.
sia en algunas manifestaciones exteriores de esta vida, como son las elec- Progresivamente, la Iglesia volvió a tomar en sus manos el nombramien-
ciones episcopales, los concilios, los beneficios eclesiásticos y la adminis- to de los obispos que se le había escapado; se dirigió entonces a eliminar
tración temporal de la Iglesia. toda ingerencia de los clérigos y de los laicos, a hacer de ello objeto
Nos vienen a las manos tan pronto la llamada de la jerarquía a los exclusivo de un derecho pontificio, salvo admitir en algunos concorda-
laicos, como la intrusión de éstos en las cosas de la Iglesia, tan pronto la tos un arreglo de este derecho en provecho de la autoridad civil.
colaboración como el conflicto entre los diversos miembros de la Iglesia.
Otras tantas pruebas de que los unos y los otros se sienten solidarios en «Casi no es más que en Oriente, donde la Iglesia se siente más que en Occidente
la misión de la Iglesia, libre de fijar los límites de sus derechos respecti- como comunidad y como pueblo, a menudo hasta de nacionalidad, donde existe una
vos, a través del flujo y el refflujo de la historia, bajo la moción del cierta participación de los laicos en la designación de los obispos: así, entre los mel-
Espíritu Santo. quitas hasta 1920, entre los sirios aún hoy, un derecho de presentación a modo de
terna en que intervienen laicos notables. León XIII admitió igualmente para los armenios
la intervención del pueblo para recomendar un candidato. Pero un documento de
Pío IX a propósito de los mismos armenios muestra la gran preocupación de la Iglesia
El papel de los laicos en las elecciones episcopales
1. Y. CONGAR, Jalons pour une théologie du Icacat, pág. 331, nota.
En los primeros siglos del cristianismo, se constata que los laicos tie- 2. Trad. Apost., 2.
nen una cierta parte en el nombramiento de los obispos. Como nota jus- 3. Cf. Histoire de l'Église, de A, FICHE y V. MARTIN, t. VII. L'Bglise au pouvoir
des ¡cuques, por E. AMANN,
tamente el padre CONGAR:
60 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA A TRAVÉS DE LA HISTORIA 61

y de la Santa Sede de que esta participación de los laicos no se convierta en una cues- sejo y sin el sufragio del pueblo (sirve consensu plebis), según mi opinión
tión de estructura, de derecho constitucional^1. personal!»\ Esto no significa que el pueblo tenga derecho de consul-
ta en todas las materias y sobre todo que tenga derecho de decisión. Se
Dos cosas interesa hacer notar: queda más bien en el estadio de informacón y de consentimiento. En las
Por una parte, la eliminación de la intervención de los clérigos y de cuestiones dogmáticas del bautismo, son los obispos quienes han de
los laicos es el resultado de coyunturas históricas: la necesidad de repri- decidir. Pero, por ejemplo, a propósito de los «.lapsi», es decir de los
mir o de prevenir abusos. Espontáneamente la Iglesia tenía tendencia a apóstatas arrepentidos, el obispo debe saber la opinión de los fieles res-
interesar a toda la comunidad en las manifestaciones de su vida propia, pecto al reintegro de los culpables a la comunidad.
a unir al principio jerárquico (plano de estructura) el del consentimiento En los grandes concilios del siglo iv, se señala la presencia de los lai-
comunitario (plano de la vida). cos y sobre todo del emperador. Pero ¿cuál es su papel? En el concilio
Por otra parte, la intervención del clero y de los laicos jamás ha sido de Nicea de 325, se ve tomar parte en la discusión a Anastasio, aún diá-
considerada como un poder jerárquxo, un poder de regencia propiamen- como tan sólo; por su parte los arríanos debieron de hacer intervenir filó-
mente dicho. Permanece en el plano de la vida, como expresión de la sofos laicos. El emperador asistió al concilio. Pero en las decisiones los
unidad que ata a todos los miembros de la Iglesia y los hace participar laicos no tuvieron la palabra. Los obispos y los representantes de los
de su vida como comunidad. obispos ausentes tomaron parte solos en la votación. Ellos solos son
los que constituyen la autoridad dogmática y canónica.
«Ni un solo texto antiguo (Hipólito, Cipriano) nos muestra otra cosa que una desig-
A medida que la Iglesia se extiende, los concilios se multiplican, así
nación del más digno, en que colabora todo el pueblo, y una colación de poderes sa-
grados, en que interviene sólo el episcopado. No hay, ni ha habido nunca, poder de
como los sínodos particulares: en Roma, en España, en Galia, en los
regencia en materia eclesiástica entre los laicos; nada que determine o condicione la países anglosajones, para no hablar más que de Occidente. La mayoría
estructura sacramental y jerárquica de la Iglesia»2. de las veces se adirrten laicos. Pero se precisa su papel. El obispo de
Lyon, en el concilio de Epaona de 517, declara: «Permitimos a los laicos
asistir al concilio, a fin de que todo lo que debe ser regulado por los
obispos, pueda el pueblo conocerlo». Asimismo, el IV Concilio de To-
ledo de 633 afirma que la presencia de los laicos se expl'ca para que
El papel de los laicos en los concilios ellos hagan conocer los abusos. En los concilios francos y germanos, los
laicos, después de la lectura de los cánones, respondían a coro: ¡Amén!
Es una cuestión delicada, porque hay concilios y concilios, y la parte Información, aprobación, publicidad: son siempre los mismos aspectos
de los laicos en ellos no fue siempre similar. Se comprueba bastante de los laicos en la vida de la Iglesia. No son jueces en la fe. Pero perte-
fácilmente que la presencia de los laicos en las asambleas conciliares no necen a la Iglesia, toman parte en su vida y deben promoverla por su
era excepcional. Pero importa definir cuál era su puesto. libre consentimiento y la difusión de sus ordenanzas o de sus directrices
En los concilios provinciales africanos de los primeros siglos, halla- doctrinales y canónicas.
mos entre los obispos, princpalmente en san Cipriano, la voluntad de
asociar a los laicos a los trabajos del concilio. Escribe a sus sacerdo-
tes y diáconos que su deseo es «estudiar en común (con ellos) lo que
El papel de los principes en la Iglesia
pide el gobierno de la Iglesia y, después de haberlo examinado todos
juntos, decidir sobre ellos exactamente... habiéndome hecho una regla,
desde el principio de mi episcopado, de no decidir nada sin vuestro con- Entre los laicos, a juicio de la historia, algunos tienen una importancia
particular: reyes, príncipes, emperadores.

1. Y. CONGAR, id., pág. 332.


2. Id., pág. 333. 1. San Cipriano, Ep. XIV, 1, 2, 4, citado por Y. CONOAR, pág. 335,
62 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA A TRAVÉS DE LA HISTORIA 63

En nuestros días ya no se plantea la cuestión como en la edad media, En un t'empo de cristiandad, en que la ciudad humana estaba íntima-
en el tiempo de la crist:andad. Pero nos interesa en la medida en que, mente mezclada con la ciudad de Dios o de la Iglesia, la autoridad del
como consecuencia de las circunstancias, vemos la influencia que los lai- príncipe se ejercía sobre la una y sobre la otra. Sin confundir los dos
cos ejercieron en otro tiempo en el gobierno de la Iglesia. poderes, se hacía de ellos dos potencias de la misma realidad social, apli-
Lo que daba al emperador — tanto a Constantino como a Carlo- cadas a procurar el mismo (y único) bien. Había en esta concepción un
magno — su prestigio a los ojos del pueblo, era su carácter sagrado. Este peligro interior que no dejó de aparecer cuando se rompió el equilibrio
carácter debía de acentuarse aún en la ceremonia de la consagración que, entre estos dos poderes y cuando se disgregó la misma noción de cristian-
por los mismos ritos de la liturgia, se emparentaba con la consagración dad.
episcopal y la ordenación sacerdotal. A través de los abusos se desprende con todo la idea de que los
En una época en que Iglesia y Sociedad temporal estaban unidas en el representantes de la autoridad temporal, sin poseer el poder propiamente
concepto de cristiandad, en que eran consideradas como los dos lados de dicho en el gobierno de la Iglesia, pueden y deben aportar a ella una
un mismo cuerpo, no nos extrañemos de los privilegios o las prerroga- cierta actividad: actividad por devoción, por servicio, por tomar a cargo
tivas concedidas al emperador. responsabilidades temporales en un sentido cristiano.
Un príncipe como Carlomagno rige verdaderamente el pueblo de
Dios; reúne los concilios, promulga cánones, decretos litúrgicos, hace de
sus capitulares verdaderos documentos de la Iglesia. El pueblo, los cléri- El papel de los laicos en la administración de la Iglesia
gos, los señores, lo encontraban natural. Por otra parte, se reconocían
límites a este derecho de los príncipes: lo que atañía al derecho divino o
Se habla mucho hoy de confiar a los laicos las cuestiones de orden
al dogma no entraba en sus dominios.
administrativo o jurídico que se encuentran en la vida de la Iglesia, al
Pero era fácil pasar las fronteras. Y esto llegó, notablemente después nivel de la parroquia o de la diócesis. Para librar a los sacerdotes de
del gran cisma que había sembrado el desorden en la cristiandad. Se ha- preocupaciones temporales, se propone que recaigan en un consejo parro-
blaba de reforma. ¿No era deber de los príncipes proveer a ella? Litur- quial o diocesano de laicos.
gia, culto, pred-'cación, reclutamiento y disciplina de las órdenes religio-
La idea no es nueva. Desde los siglos n i y iv, vemos en África una
sas : otras tantas cosas eclesiásticas en que se inmiscuyeron poco a poco.
instit' ción administrativa, formada por laicos y subordinada al obispo.
Los hechos crearon un nuevo derecho, o más bien una nueva teoría en
Lo< séniores laici, de que hablan muchos textos, cooperaban con los clé-
virtud de la cual, en caso de deficiencia de la autoridad eclesiástica, el
rig JS en la gestión del patrimonio eclesiástico y en la administración de
príncipe podía obrar en el dominio de la Iglesia y viceversa. Confusión
la justicia y eran probablemente elegidos por el pueblo. Esta organización
lamentable, que debía pesar en las relaciones de la Iglesia y los Estados.
no debió de sobrevivir mucho tiempo. Y se ve en los siglos siguientes una
Ciertos escritores llegaron hasta asimilar al soberano a la orden sacer- tendencia a retirar de los laicos la administración de los bienes eclesiás-
dotal en virtud de su consagración. Y los doctores parisinos del siglo xv ticos y a confiarla a clérigos.
lo encarecieron. Uno de ellos, Jean Juvenal des Ursins, escribía a Car- Vemos, no obstante, constituirse y continuar hasta la edad moderna
los VII: «Vos no sois simplemente persona laica, sino prelado eclesiás- el sistema de propiedad o de patronato de un laico sobre una Iglesia, con
tico, el primero en vuestro reino después del papa, el brazo derecho de la todo lo que implica esta propiedad. El sistema, por otra parte, se re-
Iglesia». La Iglesia, tuvo que reaccionar, recordar que el emperador es veló como catastrófico, pues ponía al párroco en dependencia de la auto-
hijo de la Iglesia, no prelado a su cabeza, pues los príncipes no pensaban ridad de los laicos y conducía a una sujeción perjudicial para los inte-
sino que eran casi papas en sus tierras. Se comprende que la Iglesia tuvo reses espirituales. Hasta aplicado de una manera más liberal, como en los
mucho que hacer con los reformadores del siglo xvi que proclamaban Estados Unidos en el siglo xvm y principios del xix, este sistema se
el jus reformandi exercitium relígionis, es decir, el derecho del príncipe prestaba a muchos inconvenientes. Un grupo de laicos se arrogaba el
de regular la forma de doctrina y de religión en sus Estados. derecho de nombrar su párroco y lo financiaba; pero regulaba también
Aquí puede verse la consiguiente exageración de un pensamiento justo, el alquiler de los bancos, el uso de la Iglesia y de sus locales. Algunos
64 ft LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

pretendían incluso extender el sistema a la designación de obispos. En


Suiza, en los siglos xvn y xvm, había igualmente parroquias cuyas ove-
jas nombraban su párroco.
El error de estas diversas instituciones era transferir al laico el poder
jerárquico que, en definitiva, corresponde en la Iglesia al papa y a los
obispos. Por esto los papas rehusaron la constitución civil del clero en
la Revolución francesa y las Asociaciones del culto en 1906. Al contra-
rio, la Iglesia ha aceptado las nuevas asociaciones diocesanas, por ha-
berse salvaguardado en ellas el principio jerárquico. Por otra parte, el
Derecho Canónico de 1917 abre ampliamente la puerta a los laicos en
diversos casos de administración temporal eclesiástica. Una reglamenta-
ción detallada precisa su participación en la gestión de ciertas institucio- I CAPITULO IV
nes de la Iglesia: hospitales, orfelinatos, etc., o en la administración de
los bienes del edificio en una parroquia. Estos derechos de los laicos están
sometidos a la vigilancia eclesiástica, pero por tratarse de lo temporal, FIGURAS DE SANTOS Y DE CRISTIANOS LAICOS
los fieles están muy en su sitio. Si a veces el papel de los laicos se limita
a poner una firma al pie de los registros que les presenta su cura, no se
puede culpar de ello a la Iglesia, que, en su legislación, les había ofre- La historia no revela solamente la multitud anónima cuya influencia
cido una acción más importante. se hace sentir en la Iglesia. Ella hace surgir del pasado personalidades
que marcan su tiempo y que explican su clima espiritual o político. Así
como hablamos del siglo de Periclcs, de Alejandro, de Luis XIV para
significar la cumbre del arte, la aparición del poder conquistador, la ma-
jestad real, se hablará del siglo de Carlomagno o del siglo de san Luis
para expresar el papel predominante de estos hombres en el esplendor
de la Iglesia en su época. Ciertamente que su acción ha sido diversa: no
por ello es menos incontestable. Al lado de los obispos y los papas ele-
vados a los altares, al lado de religiosos misioneros o fundadores de
Órdenes, una progenie de laicos, simples cristianos o santos auténticos,
jalona la historia de la Iglesia. Recibiendo de su Madre la fuente de sus
méritos, los verdaderos hijos de la Iglesia hacen recaer sobre ella el re-
nombre de sus virtudes. Obran por ella y obran sobre ella, porque en
definitiva le pertenecen y porque su destino es llamado a confundirse con
el suyo.
Sin pretender trazar un cuadro de conjunto, ¿no podemos considerar
algunas de estas figuras cuyos rasgos se destacan en la trama histórica
de su tiempo?

Carlomagno

Grande entre los grandes aparece Carlomagno. Héroe de la historia


y de la leyenda, de quien la verdad y la fábula tejen inolvidables reía-
* *
66 * LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA FIGURAS DE SANTOS Y DE CRISTIANOS LAICOS 67 v

tos, él domina los tiempos bárbaros en que se inserta aún plenamente. Gran caudillo guerrero y gran organizador, luchará a la vez por la
¡Qué hombre! Aureus Carolus, dirá el obispo Jonás de Orleáns. extensión de su imperio, la paz cristiana en el mundo, la expansión de
«Tenía el resplandor del oro.» La imaginación popular aumentó su esta- la Iglesia. «Me corresponde a mí — dice —, con la ayuda de la divina
tura; hizo de él el coloso «de la barba florída» i que ha inmortalizado la misericordia, defender eá todos los lugares la santa Iglesia por medio
Chanson de Roland. Dejemos la exageración. Pero a través de las des- de las armas.» Es un ideal de soldado cristiano; le fue toda su vida mag-
cripciones de sus biógrafos, adivinamos un hombre sólido, enérgico, níficamente fiel. Su consagración en Navidad del año 800 por el papa
hasta brutal, que refleja cualidades y defectos de una civilización aún León II no era solamente un triunfo personal; establecía en él el impe-
por refinar. Una salud magnífica. Un temperamento de hierro, que no rio de occidente y hacía de él el defensor y el heraldo de la Iglesia. Bajo
gastan ni los placeres de la caza ni los combates de la guerra. Un apetito su cetro, el "emperador y el hijo de la Iglesia estaban indisolublemente
proporcionado a ello. Un gusto muy vivo por los ejercicios físicos: na- unidos.
tación, caza, juegos violentos. Una inteligencia pronta a la acción, audaz Se adivina que esto no dejaba de tener inconvenientes. El papa, que
en sus proyectos, mesurada en la realización, abierta a todos los pro- había tenido que huir de Roma para escapar de sus adversarios, había
blemas de su época, ávida de intervenir en todos los terrenos. vuelto bajo la protección de Carlomagno. ¿Cómo podía no sentirse en
¿Y como cristiano?... No lo juzguemos a la escala de nuestros valo- dependencia respecto a él? En cuanto a los obispos, a pesar y tal vez por
res rutinarios. Nadie pensaría en ratificar el juicio de la Universidad de causa de la pretensión pregonada por el emperador «de fortificar la
París, que, hacia el siglo xvn, lo había canonizado y había hecho Iglesia en el interior en el conocimiento de la fe católica..., de velar por-
de «San Carlomagno» su patrón. que, cada uno según sus dones, sus fuerzas y su situación, se aplique al
En el dominio de la moral privada, habría demasiado que decir... santo servicio de Dios», no tenían facilidad para ajercer libremente los
Como dice con frases veladas uno de sus historiadores modernos, «un deberes de su cargo. El monje de San Gall que fue uno de los mejores
temperamento que el sexto y el noveno mandamientos son insuficientes cronistas de Carlomagno, creyó hacerle un gran cumplido llamándole «el
para tener a raya» \ Añadidle una mezcla de delicadeza, de equidad y de piadoso vigilante de los obispos». Como dice Daniel-Rops, ¡son cariños
crueldad a veces feroz en la represión de los rebeldes. Es un hombre de que matan!
la edad media: en él chocan los contrastes, objetos tan pronto de admi- Hemos dicho en el capítulo precedente con qué seguridad y autori-
ración como de reprobación. dad intervenía en los concilios y promulgaba decretos que atañían a la
Al lado de estas deficiencias, de estas insuficiencias, la más alta con- disciplina eclesiástica. Confusión de lo espiritual y de lo temporal, eviden-
cepción'que pueda darse de su misión en su reino y en la Iglesia. temente. Confusión lamentable si la hubo, pero también testimonio. Car-
lomagno no podía actuar a cada instante en la Iglesia sino porque tenía
«Hacer vivir a los suyos en perfecta avenencia, establecer entre los hombres la con- conciencia de formar parte de ella; para él los intereses del cristianismo
cordia pacis, luchar por encima de todo contra los males que asolan la tierra, el y los de su propio poder, con toda la buena fe, se identificaban. No
hambre, la crueldad, la injusticia, tal es el ideal de este terrible soberano, ningún año intervenía en la Iglesia desde fuera, si puede decirse, sino desde dentro.
de cuyo reinado pasó quizá sin guerra: este ideal corresponde bien a una vocación A sus ojos, su misión no era solamente la de un emperador, sino de un
cristiana. Y la certeza, arraigada en el alma de este hombre de «sostener el lugar de
cristiano. Él la cumplía a menudo más como emperador que como cris-
Dios en la tierra, de tener por tarea la exaltación de su Ley», acaba de hacer de este
ideal una suprema exigencia. Personalmente cristiano aproximativo, tallado a hachazos
tiano, pero su último gesto, esa señal de la cruz que probaba de hacer con
en la rugosa madera germánica, Carlos es, en el plano de la historia, un testigo de una mano entorpecida por la agonía, arroja luz sobre toda su vida.
Dios como Salomón, como Constantino, como Justiniano, y, a pesar de sus faltas,
tenderá a una política auténticamente cristiana»2.
San Luis

1. DANIEL-ROPS, VÉglise des temps barbares, pág. 468.


Y he aquí un santo laico auténtico, un rey de Francia, Luis IX, hijo
2. Id., pág. 470. de Blanca de Castilla, san Luis. Soberano, dueño de un reino, hombre de
68 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA FIGURAS DE SANTOS Y DE CRISTIANOS LAICOS 69

guerra en su día, como Carlomagno, ¡pero qué diferente! Un santo de Cuando los monjes hubieron partido me llamó a solas, me hizo sentar a sus pies
leyenda verdadera. Un santo cuyas palabras y obras, en el curso de su y me dijo: "¿Cómo me dijisteis aquello ayer?" Y yo le dije que lo decía aún. Y él
juventud y de su vida, son dignas de las fioretti. me dijo: "Habláis como atolondrado y como loco; pues no hay lepra más fea que
estar en pecado mortal, porque el alma que está en pecado mortal es parecida al dia-
«A los ojos de la posteridad, sigue siendo no sólo el mejor tipo de hombre tal blo; por esto no puede haber una lepra tan fea»1.
como lo concibió la Edad Media, sino una de estas figuras que no pasan, que son, a
lo largo de los tiempos, los fiadores de la grandeza humana. No se podría hablar de él Pero de todas las virtudes de que le alabaron sus biógrafos, la que
sino con un sentimiento de respeto mezclado de afecto»1. nos interesa aquí sobre todo es su ded'cación a la causa de Dios y de la
Iglesia. Dijo un día ante Damiette una frase admirable que nos muestra
Hay que leer la historia de san Luis del señor de Joinville para cono- cómo se consideraba servidor de la Iglesia y cómo todos los cristianos
cer, si no los hechos y gestas del buen rey — un poco noveladas—, su encuentran en ella su unidad. «Amigos y fieles míos, seremos invencibles
fisonomía moral. Todo en él es simpático. Físicamente, a los veinte años si somos inseparables en nuestra caridad; yo no soy el rey de Francia,
era muy hermoso. Toda la vida conservará este atractivo que le valió el yo no soy la santa Iglesia; sois vosotros, en tanto que sois todos el rey
afecto de sus subditos. Pero era mayor aún el valor de sus virtudes. quienes sois la santa Iglesia».
«A este encanto físico innegable, el joven rey añadía otros dones más excepcionales, Al servicio de la Iglesia, el santo rey lo estuvo sobre todo en el curso
procedentes de su formación intelectual y moral» 2 . de las cruzadas en que tomó parte. ¿Cómo podía ser de otro modo?
De su madre había recibido mucho: la piedad, el horror al pecado, «Había pensado siempre que los negocios de Dios le concernían directamente. Era
el rey de la Catedral; con el mismo corazón, sería también el rey de la Cruzada, Por
el sentido de la justicia y el honor, el amor a los pobres, la fidelidad a él la gran aventura iba a recobrar una dignidad, una santidad de intención y de con-
sus deberes de soberano. Tal como había sido educado, así permanecerá ducta que desgraciadamente había dejado perder desde hacía tiempo. Y si las Cruzadas
hasta el fin. Lo que domina su existencia, lo que explica su unidad, es de San Luis debían sellarse con un fracaso, por lo menos dieron a Dios lo que este
su fe. Vivió toda su vida bajo la mirada de Dios. Joinville nos da el tes- verdadero cristiano había sofíado siempre aportarle: el testimonio de sangre»-.
tamento espiritual que el rey moribundo dirigió a su hijo Felipe: las pri- Estas dos cruzadas — la 7s y la 8^ —, una en Egipto, la otra en Túnez, se sellaron,
meras frases transmiten el fondo de su pensamiento y el secreto de su en efecto, por el fracaso. Hecho prisionero en la primera y liberado mediante el pago
vida. de un pesado rescate, el rey debía morir en la segunda. Pero tanto en una como en
otra, resplandecen estas virtudes magnánimas en que, en contraste con las mezquin-
«Hijo mío, la primera cosa que te enseño es que pongas tu corazón en amar a dades o los celos de los señores, aparece todo el desinterés de San Luis.
Dios; pues sin esto nadie puede salvarse.
Su muerte nos ha sido relatada por Joinville. Es la muerte de un caballero sin
Guárdate de hacer nada que desagrade a Dios, a saber, el pecado mortal; al con-
miedo y sin tacha que pone su alma en las manos de Dios y que, después de haber
trario, deberás soportar toda suerte de villanías, de tormentos, antes que cometer un
trabajado por el bien de su reino y de la Iglesia, deja la tierra en la pobreza y la
pecado mortal» 3 .
desnudez, como el Hijo de Dios. «Después, el santo rey se hizo acostar en un lecho
Ser fiel a Dios, a su conciencia, a sus responsabilidades reales, a la de- cubierto de ceniza, y puso sus manos en el pecho y, mirando al cielo, entregó su
fensa de la santa Iglesia, he aquí" todo san Luis. Es conocida la anécdota espíritu a nuestro Creador a la misma hora en que el hijo de Dios murió en la cruz»3.
contada por Joinville. El rey había reunido a su alrededor a varios mon-
jes y, dirigiéndose al senescal, le dijo: Santa Juana de Arco
«Así os pregunto, ¿qué preferís, ser leproso o haber hecho un pecado mortal?
Y yo, que nunca le mentí, le repuse que preferiría haber cometido treinta que ser
La vida de santa Juana de Arco es un misterio. No se explica sino por
leproso. una misión providencial venida de lo alto, por una vocación divina que
trajo, día a día, a la humilde joven la luz y la fuerza interior para estar
1. DANIEL-ROPS, L'Eglise de la cathédrale et de la croisade, pág. 366.
2. H. BORDEAUX, Vie, mort et survie de Saint Louis, pág. 143. 1. Id., pág. 2S.
3. JEAN, SIRE DE JOINVILLE, L'histoire édifiante et merveilleu.se de la vie du Saint 2. DANIEL-ROPS, L'Eglise de la cathédrale et de la croisade, pág. 588.
ROÍ Louis, ed. J. Desforges, pág. 358. 3. JOINVILLE..., pág. 363.
FIGURAS DE SANTOS Y DE CRISTIANOS LAICOS 71
70 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
«Devolved a la doncella enviada por Dios, el rey del cielo, las llaves de todas las
a la altura de los designios de Dios respecto a ella. ¿Cómo comprender buenas villas que habéis tomado y violado en Francia. Pues ella ha venido aquí a re-
clamar por Dios toda la sangre y derecho real y ofrece hacer la paz si queréis hacerle
de otro modo que una pequeña campesina de quince años pudiera fran- razón, marchándoos de Francia y pagando al rey lo que le debéis»1.
quear las etapas de una epopeya semejante?
Ella misma nos reveló el secreto de este misterio. Ella misma nos re- Lo que ella demostró ser a lo largo de toda su heroica carrera, hija de
veló las fuentes de su misión y el fin a que tendía. ¿Las fuentes de su Dios e hija de la Iglesia, lo manifiesta mejor aún durante su proceso. Y sin
misión? Fueron la asistencia de estas voces que comenzó a oir a la edad embargo, es un tribunal eclesiástico; son clérigos los que la interrogan y
de trece años y cuya procedencia sobrenatural ella jamás negó. San Mi- la acusan; los preside un obispo. ¿Será rechazada por la Iglesia? Ella no
guel, santa Catalina, santa Margarita son sus protectores y sus consejeros. lo cree. Apela al papa. Apela a la Iglesia de Roma. Sus afirmaciones se
multiplican, se repiten; son la profesión reproducida sin cesar de su fe
«Esta voz me decía, dos o tres veces por semana, que era preciso que partiera y
cristiana y de su pertenencia a la Iglesia.
que viniera a Francia, y que mi padre no supiera nada de mi partida. La voz me decía
que viniera a Francia, y yo no podía quedarme donde estaba. Esta voz me decía también «En cuanto a la Iglesia, la amo y quisiera sostenerla con todo mi poder para nues-
que yo levantaría el sitio puesto ante la ciudad de Orleáns... tra fe cristiana, y no es a mí a quien podría apartarse de ir a la iglesia y de oir la
P. — ¿Oyes a menudo esta voz? misa...
Juana. — No hay día que no la oiga, y hasta la necesito. — Mi opinión es que Nuestro Señor y la Iglesia todo es uno, y de ello no debe
P. — ¿Qué has pedido? hacerse ninguna dificultad...
Juana. — Pues no he pedido a esta voz otra recompensa final fuera de la salvación — Llevadme al papa, yo le responderé...
de mi alma... — Me refiero a Dios, cuyo mandamiento seguiré siempre, y al papa...
P. — ¿La voz viene de Dios? —- ¡Llevadme al rapa! ¡La Iglesia es él!
Juana. — Yo creo firmemente, tan firmemente como creo en la fe cristiana y en que —• Yo me someto a la Iglesia y ruego a san Miguel que me aconseje»1.
Dios nos rescató de las penas del infierno, que esta voz viene de Dios y por su orden.
P. — ¿Era una voz de ángel la que te hablaba, voz de santo, de santa, o de Dios Condenada a ser quemada en la plaza del Mercado Viejo de Rouen,
sin intermediario? lanza una llamada a Dios, a Jesús, a los santos, a la Iglesia.
Juana. — Es la voz de santa Catalina y de santa Margarita y sus figuras están coro-
nadas de bellas coronas muy ricamente y muy preciosamente»1. «¡Jesús, Jesús!
¡No, yo no soy hereje ni cismática!
Esta pastora tan pura, tan franca, tan valerosa, tan humilde en su fe, ¡Oh, Virgen María!...
¡ San Miguel! ¡ Santa Catalina!
no dejó de creer nunca en su misión, que era la de salvar el reino, echar ¡ San Miguel! ¡ San Miguel!
a los ingleses y hacer coronar al rey en Reims. Cuando se le pregunta ¡ Jesús!
por qué ha sido elegida ella antes que otra, responde simplemente: «Plu- Mis voces son realmente de Dios... ¡Todo lo que yo he hecho, lo he hecho por orden
go a Dios hacerlo así para echar fuera a los enemigos del rey de Francia». de Dios!...
Y cuando Juan de Luxemburgo viene a verla, enferma sobre su jergón, ¡Mis voces no me han engañado!...
y le propone negociar su rescate, ella replica vivamente: «Yo sé que los Las revelaciones que he tenido venían de Dios...
ingleses me harán morir, creyendo así poseer el reino de Francia. Pero ¡Jesús!... ¡Jesús!...
aunque hubiera cien mil Godones más, no tendrán el reino». ¡Jesús!...»3.
El milagro fue que guardó, hasta en medio de los soldados, no sólo La Iglesia, al poner a Juana de Arco en la fila de los santos canoni-
la más exquisita pureza, sino el sentido cristiano de la guerra, del cual zados, ha apelado al juicio de los hombres y al juicio de Dios. Ha reco-
nuestro tiempo, por desgracia, parece cada vez más desprovisto. Antes de nocido en Juana a una hija auténtica de la Iglesia.
emprender el combate contra los ingleses, les envía un mensaje que suena
alto y claro con un acento mesurado y clemente. 1. La chevauchée de Jeanne a"Are, por el padre DONCOEUR, págs. 88-89.
2. MARIE GASQUET, Sainte Jeanne d'Arc, passim.
3. Id., págs. 207-208.
1. DANIEL-ROPS, Mystiuues de Trance, pág. 96.
72 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA FIGURAS DE SANTOS Y DE CRISTIANOS LAICOS 73

me dirijo para obtenerte. Abre mi corazón, Señor; entra en esta plaza rebelde que los
vicios han ocupado» 1 .
Pascal
Jesucristo: se encuentra su nombre o su recuerdo a lo largo de la co-
Pascal no es un santo. Pero es un creyente, un alma de fuego, un mís- rrespondencia de Pascal o en sus Pensamientos. Ahora bien, Jesucristo es
tico, en el sentido amplio. Que tuvo una inclinación por Port-Royal, que también la Iglesia. Quizá se citan menos los textos en que Pascal afirma
sufrió su influencia, que polemizó con los jesuítas, que desembocó, por la su fe dentro de la Iglesia y se reconoce en ellos. Escribe a Mademoiselle
discusión sobre la gracia, en una corriente peligrosa, sea. «Pero Pascal no de Roannez:
está enteramente en esta corriente peligrosa que debía ensombrecer Port-
Royal. No es Port-Royal entero... Hay en Pascal otra cosa que com- «Yo leía luego el capítulo XIII de san Marcos pensando escribiros, y os diré qué
pensa lo que su inquietud tiene de áspero y excesivo: precisamente lo he encontrado en él. Jesucristo hace un gran discurso a sus apóstoles sobre su última
venida; y, como todo lo que pasa a la Iglesia pasa también a cada cristiano en par-
que hace de él un místico es el amor, es la certeza de la gloria que éste ticular, es cierto que todo este capítulo predice tan bien el estado de cada persona que,
acarrea»1. al convertirse, destruye el hombre viejo en ella, como el estado del universo entero,
La grandeza de Pascal está en su alma, en su «corazón», en su fe en que será destruido para dejar sitio a nuevos cielos y a una nueva tierra, como dice la
Jesucristo. Es conocido este memorial de la noche de fuego (23 de noviem- Escritura»2.
bre de 1654) que llevaba siempre consigo como un talismán.
Y en otra carta:
«Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, «Es la Iglesia la que merece, con Jesucristo que le es inseparable, la conversión de
no de los filósofos y de los sabios. los que no están en la verdad; y son en seguida estas personas convertidas las que
Certidumbre. Certidumbre. Sentimiento. Gozo. Paz. socorren a la madre que les ha liberado. Yo alabo de todo mi corazón el pequeño celo
Dios de Jesucristo... que he reconocido en vuestra carta por la unión con el papa. El cuerpo no vive sin la
Gozo. Gozo. Gozo. Lágrimas de gozo... cabeza, y no pertenece a Jesucristo. Yo no sé si hay en la Iglesia personas más afectas
Jesucristo. a esta unidad del cuerpo que aquellas que llamáis vuestras. Sabemos que todas las vir-
Jesucristo. tudes, el martirio, las austeridades y todas las buenas obras son inútiles fuera de la
Yo me separé de él: huí de él, renuncié a él, le crucifiqué. Iglesia y de la comunión con el jefe de la Iglesia que es el papa. Yo no me separaré
No se conserva sino por los caminos enseñados en el Evangelio. jamás de su comunión, o por lo menos ruego a Dios que me haga esta gracia, sin la
Renuncia total y dulce. cual estaría perdido para siempre»3.
Sumisión total a Jesucristo y a mi director.
Eternamente en gozo por un día de ejercicio en la tierra.
Vuelve a ello en los Pensamientos:
Non obliviscar sermones tuos. Amén»2.
— La historia de la Iglesia debe ser llamada propiamente la historia de la verdad.
— Es agradable estar en un bajel batido por la tormenta cuando uno está seguro
Esta llama que abrasa su corazón, continúa ardiendo durante toda su de que no perecerá. Las persecuciones que acosan a la Iglesia son de esta naturaleza.
vida y en muchos de sus escritos. Ella envuelve su «oración para pedir a — La Iglesia enseña y Dios inspira, uno y otra infaliblemente 4.
Dios el buen uso de las enfermedades».
Es cierto que tiene ideas erróneas sobre el papa y que no reconoció
«¿A quién clamaré, Señor, a quién recurriré, sino a Ti? Todo lo que no es Dios su infalibilidad personal, si bien le concede que es el primero y que tiene
no puede llenar mi espera. Es a Dios mismo a quien yo busco; a Ti solo, Dios ralo, «poder de insinuar en todo el cuerpo, porque tiene la rama principal,

\ 1. Id., pág. 215.


2. BLAISE PASCAL, Pensées et opuscules, ed. Brunschvicg, pá. 209.
1. DANIEL-ROPS, Mystiques de France, págs 210-211. 3. Id., págs. 218-219.
2. Id., págs. 214-215. 4. Id., págs. 858, 859, 881.
FIGURAS DE SANTOS Y DE CRISTIANOS LAICOS 75
74 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
comunicó a toda Francia. ¿Cómo explicar este desarrollo sino viendo en su origen el
alma ferviente de Ozanam y la efervescencia interior que le hacía triunfar de su natural
que se insinúa en todo». Pero la cuestión era todavía libremente debatida
timidez? Este entusiasmo generoso fue lo que le aseguró el crédito de que gozaba ante
y el Concilio Vaticano no se había celebrado. sus oyentes cuando ocupó en la Sorbona la cátedra de literaturas comparadas.
El hecho es que la influencia de Pascal no ha dejado de crecer «Tiene el fuego sagrado — dirá Sarcey —. Hay una tal convicción interior en este
hasta nuestros días. ¡Cuántas almas han hallado por él la luz, han descu- hombre que, sin arte, a pesar de todos sus defectos, os convence, os emociona. Tiene
bierto a Jesucristo, se han reconciliado con la Iglesia! Esta gran obra de una imaginación tierna y soñadora, y encuentra admirables expresiones, llenas de me-
apologética que quedó inacabada es una fuente a la cual muchos cris- lancolía y casi poéticas. Al escucharle, se siente que acuden las lágrimas a los ojos»1.
tianos van a beber una renovación de fervor. A pesar de sus imprudencias Con la misma intrepidez y la misma generosidad, expuso sus ideas sociales y tomó
o sus errores, Pascal queda como testigo de Dios, defensor del evan- parte en las controversias que dividían a los católicos franceses. Defensor de los po-
gelio y de la Iglesia. bres y defensor de la Iglesia, no tenía otra ambición que asegurar «la salvación de la
religión y de la patria». «Presentar la Iglesia a la democracia y mantener o conducir
esta democracia por los caminos trazados por la Iglesia, tal era la finalidad de Ozanam
Ozanam publicista»2. No siempre fue comprendido y su alma fue martirizada a veces por los
embates de la política. Pero permaneció siempre por encima de las críticas y de las insi-
En la época contemporánea, ¡cuántos laicos cristianos merecerían ser nuaciones pérfidas. «Estoy más asido a la ortodoxia cristiana que a la misma vida»,
citados! Montalembert, Falioux, Foisset, L. Veuillot, Albert de Mun, La decía. A los que le reprochaban demasiada compasión o tolerancia respecto a ciertas
Tour du Pin, Léon Harmel, Brunetiére, R. Bazin, Claudel y tantos otros, doctrinas o ciertos adversarios, se esforzaba en responder, según la frase de Lacordaire,
para no hablar más que de los muertos. Nunca tal vez como desde hace por «la imitación conmovedora de Nuestro Señor, que no rompió la cafía torcida, que
no apagó la lámpara aún humeante».
un siglo ha visto la Iglesia en Francia tantos escritores y hombres de
acción católicos. En el plano de las artes, de la literatura, de las ciencias, Y el más bello elogio que mereció fue el que le concedió más tarde san Pío X :
de la vida social y de la apologética, su testimonio es singularmente eficaz «No tengo deseo más ardiente que de ver la Sociedad de San Vicente de Paúl llevar
hasta los confines del mundo el espíritu y la vida de Ozanam, que es la vida del gran
y conmovedor. En esta defensa de la Iglesia, en el esfuerzo por la irradia- apóstol de la caridad, san Vicente de Paúl, la cual es a su vez la vida del divino
ción de su pensamiento y de su vida, se descubre el afecto de hijo por su Salvador.»
Madre, la dedicación a una causa de la cual se sienten solidarios.
Uno de ellos fue Ozanam. No el más grande, sin duda. Pero ya que la Obra que
1. G. GOYAN, Oznnatn, pág 101.
fundó subsiste siempre, ¿no merece un lugar aparte? Su vida, su obra, su acción tienen 2. Id., pág. 135.
valor de símbolo. Frédéric Ozanam no es un convertido. Salido de una familia pro-
fundamente cristiana, desde su juventud está ya comprometido en el combate por la
libertad de la Iglesia. A los dieciocho años, siendo estudiante en Lyon, se alza contra
el saint-simonismo reinante y publica un folleto que le vale la aprobación de Lamar-
tine y de Chateaubriand. Venido a París a proseguir sus estudios en la Sorbona, se
convierte, con Bailly de Surgy, en el centro de un grupo de jóvenes católicos, reunidos
en una conferencia de historia en que el cristianismo tiene un lugar preponderante.
Pero la gloria de Ozanam son las conferencias de San Vicente de Paúl. Un poco
saturados de discusiones y controversias, Ozanam, Lallier, Lamarche, Devaux, Bailly y
algunos otros deciden entregarse «al gran problema social de la mejora de las clases
trabajadoras* y al «ejercicio, por así decirlo, manual de la caridad». Eran siete en la
primera reunión. Ozanam era su alma. Su fin era sencillo, eminentemente evangélico:
ir a los pobres, socorrerlos materialmente, y más allá de la miseria de los cuerpos,
llegar a la miseria moral y, suavemente, abrir las almas a la luz de la fe, a la espe-
ranza cristiana.
Este fin era sin duda según los designios de Dios. De la primera conferencia nacie-
ron, bajo el patronazgo de San Vicente de Paúl,, un número creciente y pronto una
multitud de conferencias en París y su provincia. El impulso dado por Ozanam se
LA MUJER EN LA IGLESIA 77

o cual frase de san Pablo que, tomada fuera de su contexto, parece ha-
cer de la mujer una «menor» en la Iglesia.
«Quiero que lo sepáis: la cabeza de todo hombre es Cristo; la cabeza de la mu-
jer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios... El hombre no debe cubrirse \a ca
beza, pues es la imagen y el reflejo de Dios; en cuanto a la mujer es el reflejo del
hombre. No es el hombre ciertamente quien ha sido sacado de la mujer, sino la mujer
del hombre; el hombre no ha sido creado para la mujer, sino la mujer para el hombre.
He aquí por qué la mujer debe llevar en la cabeza una sefíal de su sujeción, por respeto
a los ángeles»1.

Y algo más adelante:


CAPITULO V
«Como en todas las iglesias de los santos, que las mujeres callen en las reuniones;
no les está permitido tomar la palabra; que se mantengan sumisas, como dice la misma
LA MUJER EN LA IGLESIA Ley» 2.

Y se recuerda también, con una cierta ironía, las discusiones de la


Cuando se habla de los laicos en la Iglesia, se piensa en seguida en edad media sobre el alma de las mujeres. Partiendo de una interpreta-
los hombres. Pero, ¿cuál es el lugar de las mujeres en la Iglesia? ción de un pretendido texto del Concilio de Macón de 585, se trataba de
¿La Iglesia ha elevado a la mujer o la ha rebajado? saber ¡si las mujeres tienen alma! En realidad se trataba en el origen
En cada civilización, la situación de la mujer es diferente. En general de una controversia gramatical y no teológica, a saber, si el término
es inferior a la del hombre. homo podía ser atribuido a la mujer... Pero bastaba esto para que se
creara la opinión de que un concilio había puesto en duda la existencia
«La mujer judía es respetada en la familia, admitida en los consejos de la ciudad de un alma humana en la mujer.
e interviene, como Miriam, la hermana de Moisés, Débora, la liberadora de su país, Mirando de cerca se advierte al contrar'o que la Iglesia, sin caer en
Judit o Ester, hasta en la historia nacional. Es la mujer griega tan pronto levantada
un feminismo excesivo que tiende —como en ciertas sociedades marxis-
a los honores de la iniciación en los cultos de Cibeles y de Artemisa, como rebajada
hasta no parecer ya digna de respeto. Es la mujer romana, matrona y sirviente, alter-
tas — a nivelar toda diferencia entre los dos sexos, fue, desde las primeras
nativamente venerada y despreciada. Es la mujer de las tribus galas y germanas, instru- horas del cristianismo, acogedora para la mujer.
mento de placer y sufridora del dolor de un egoísmo tiránico. Es la mujer china o la Se comprenderá mejor estudiando lo que la Iglesia p:ensa de la mu-
mujer hindú, tan poco compañera del hombre que parece menos formar parte de la jer, lo que hace por la mujer y lo que la mujer puede hacer por la Iglesia.
familia que de su mobiliario. Es la mujer musulmana, bestia de carga o triste reclusa
del harén. Es la mujer salvaje de los pueblos primitivos del África central o de Aus-
tralia, las orillas del Amazonas o las llanuras heladas de Alaska, y la mujer civili-
zada de las viejas naciones de Occidente...»1.
Lo que la Iglesia piensa de la mujer-
Para situar a la mujer en la humanidad, la Iglesia se funda en el dog-
Frente a estas concepciones tan distintas y desiguales, ¿qué piensa la ma de la Creación y en el dogma de la Redención. Al contarnos los orí-
Iglesia? genes de la humanidad, el Génesis nos enseña, a su manera, que la mujer
Ciertos cristianos tendrían quizá tendencia a subestimar a la mujer.
Piensan en Eva, por quien el pecado entró en el mundo. Recuerdan tal es una persona y que tiene una función en la sociedad.
La mujer es una persona igual que lo es el hombre, porque, como él,

I. VALENSIN, Le christianistne e( la femme, en t» reseña de la Semaine Sociale eje 1. 1 Corintios 11, 3-10.
Nancy, 1927, pág. 157, 2. Id., 14, 33, 34.
78 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA % LA MUJER EN LA IGLESIA 79

está dotada de inteligencia y libertad. Los derechos de la persona humana, único, se reunieron en la cabeza de la Virgen María, Madre de Dios.
los pose de manera inalienable. Nadie debe considerar a la mujer como Es lo que canta Péguy:
un medio, un instrumento al servicio del hombre. La mujer es, como el
hombre, ante todo para sí misma, a fin de que siendo plenamente ella «Escucha, hijo mío, te lo voy a explicar, escúchame bien.
misma, sea para Dios. Voy a explicarte por qué,
Su función, la Escritura nos la define con una palabra: ella es la cómo, en qué,
compañera del hombre, adjutorium simile sibi. Ni la cosa del hombre, la Virgen María es una criatura única, rara,
de una rareza infinita,
ni su esclava. Esposa y madre, participará de los derechos y de los de- entre todas eminente,
beres del esposo y del padre. Y si el hombre es la cabeza de la mujer, única entre todas las criaturas...
como dice san Pablo, es sin detrimento de los derechos esenciales de la A todas las criaturas falta algo,
mujer. no sólo que no son el Creador,
Dios, su creador
«Así, rechazando a la vez la igualdad absoluta de que el paganismo moderno qui-
(esto está en el orden,
siera hacer un ideal, y la sujeción servil, de que el paganismo antiguo hizo una ley,
es el orden mismo
el cristianismo, fiel a las lecciones del viejo relato del Génesis, nos ensena que la mujer
que no sean su propio Creador).
establecida por el Creador en la dignidad inalienable de cada persona humana, tiene,
Pero además les falta siempre alguna cosa.
por la voluntad sapientísima del mismo Creador, como función natural, completar al
A las que son carnales, les falta precisamente ser puras,
hombre, ayudarle, haciéndose su compañera» 1 .
ya lo sabemos,
La caída original hirió a la mujer que, en la historia, lleva la res- pero a las que son puras, les falta precisamente ser carnales.
ponsabilidad del pecado. «Por la mujer — dice el Eclesiástico — comenzó Debemos saberlo.
el pecado, por su causa moriremos todos» 2. Pero a la hora de la Reden- Y a ella, al contrario, no le falta nada,
ción la mujer es rehabilitada en María, la nueva Eva. En ella se levantó sino únicamente ser Dios mismo,
la maldición que pesaba sobre Eva caída. Los Padres gustan de esta apro- ser su Creador.
(Pero eso es el orden.)
ximación y este contraste entre la. primera y la nueva Eva.
Pues siendo carnal es pura.
Rehabilitada en María, la naturaleza de la mujer es también trans- Pero siendo pura, es también carnal.
formada. Y es así como no sólo es una mujer única entre todas las mujeres,
«Antes, en efecto, la mujer parecía hasta tal punto asociada al hombre que, sin él, sino que es una criatura única entre todas las criaturas.
se la juzgaba un ser disminuido. Pero he aquí que aquella que es puesta por encima Literalmente la primera después de Dios. Después del Creador.
de todas las mujeres, y a la cual los mismos hombres rendirán homenaje, es una virgen. Inmediatamente después.
Los hombres aprenderán así a apreciar en sus compañeras no sólo la utilidad de la La que se encuentra al descender, inmediatamente después que se desciende de Dios
función, sino también y sobre todo la dignidad de la persona. Es en la persona donde en la jerarquía celestial...»
se encuentran las razones supremas de la exaltación de la mujer. En adelante será pre-
ciso no apreciarla exclusivamente como esposa y como madre. Como virgen, ella es, Lo que la Iglesia ha hecho por la mujer
desde el punto de vista de sus responsabilidades morales y de su destino religioso, la
igual del hombre» 3 . En el curso de su historia, la Iglesia ha hecho surgir tipos de huma-
nidad femenina que son su honor y el honor de la mujer.
Virginidad, maternidad, son los dos florones con que la Iglesia adorna Véase la virgen cristiana, que es la gloria por excelencia de todos los
la corona de la mujer cristiana y que milagrosamente, como un modelo siglos de la historia de la Iglesia. Vírgenes y a menudo mártires, son le-
gión. Aquéllas cuyo nombre es conmemorado en el canon de ia misa:
1. A. VALENSIN, íd., pág. 152, Felicidad, Águeda, Lucia, Inés. Las que, jalonando la historia, proyectan
2. Eclesiástico 25, 33. un reflejo de pureza sobre épocas bárbaras o guerreras; santa Genoveva,
3. VALENSIN, id., pág. 155,
santa Catalina de Siena, santa Juana de Arco. Las que, en nuestros días,
80 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
81
LA MUJER EN LA IGLESIA

aportan un soplo refrescante sobre una sociedad enferma y materializada:


Si el hombre es la cabeza de la mujer, no es en el sentido de una auto-
santa Bernadette, santa Teresa de Lisieux.
ridad sin límites, sino para asegurar la armonía de la familia. Los de-
Véase la esposa cristiana, que, más respetada y más amada, porque
rechos del marido y de la mujer son esencialmente iguales y san Pablo
es más fiel, es la gracia del hogar y la fuente de su dicha. Se piensa en
no teme afirmarlo categóricamente:
santa Clotilde, cuya prudencia y bondad conquistaron el corazón de Clo-
doveo y le condujeron a la fe cristiana. Se piensa en Margarita de Pro- «Que el marido cumpla su deber hacia su mujer, e igual la mujer hacia su marido.
venza, cuyo nombre hizo gravar san Luis en su anillo nupcial y conti- La mujer no puede disponer de su cuerpo: es de su marido. El marido no puede dis-
nuación del nombre de Dios y de Francia, y que mostrando este anillo poner más de su cuerpo: es de su mujer»2.
decía: «Fuera de este anillo no hay amor». Pero la solicitud de la Iglesia se ha extendido también a las vír-
Véase la madre cristiana, cuyas oraciones o lágrimas aseguran a sus genes cristianas. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, notablemente
hijos la fidelidad o la conversión. Es santa Ménica, que esperaba en el desde la época en que san Ambrosio agrupa en Milán a vírgenes y viu-
llanto y las súplicas el retorno a Dios del futuro san Agustín y que me- das en una especie de corporación espiritual, se da una floración acre-
reció oírse decir por el obispo a quien confiaba sus angustias: «No es po- centada sin cesar de órdenes e institutos religiosos. Monjas contemplati-
sible que el hijo de tales lágrimas se pierda». Es Blanca de Castilla, ma- vas, religiosas hospitalarias, hermanas de la enseñanza, misioneras, ¿cuán-
dre de san Luis, a quien se atribuye la célebre frase: «Preferiría ver al tas son?... Todas sienten sobre ellas la protección de la Iglesia, de la cual
rey muerto antes que culpable de un pecado mortal». Más cerca de nos- ellas son mensajeras. En el siglo ni, Metodio de Olimpo, en el Banquete
otros está la madre de san Juan Bosco, mamá Margarita, que, la tarde de las d'ez Vírgenes, ponía en escena a las vírgenes consagradas que pro-
de la ordenación sacerdotal de su hijo, le predecía: «Acuérdate de lo que clamaban por turno los méritos de la virginidad.
te digo, hijo mío: comenzar a decir la misa es comenzar a sufrir».
Véase la viuda cristiana, a quien ya san Pablo daba tan juiciosos con- Antífona
sejos y a quien quería ver consagrada a la orac'ón y a las obras de mi-
Yo me conservo pura para ti y, con la lámpara encendida en la mano,
sericordia. Cuando san Agustín escribe a Proba, cuando san Jerónimo marcho. Esposo mío, a tu encuentro.
hace el panegírico de Paula o de Fabiola, se adivina a qué altura de vida
espiritual y a qué autoridad habían llegado estas almas, apartadas del Salmo I
mundo y dadas a Dios. ¡Y cómo no evocar la figura de santa Juana de
Desde lo alto del cielo, oh vírgenes,
Chantal, cuya viudez, bajo la égida de san Francisco de Sales, la con-
ha resonado una voz que despierta a los muertos:
dujo a fundar la orden de la Visitación! Id juntas al encuentro del Esposo,
Pues la influencia de la Iglesia no se limita a las personas, se extien- con vuestros vestidos blancos, y las lámparas en la mano,
de a las instituciones. Ante todo a la institución del matrimonio. El sa- hacia la parte de Levante.
cramento es en adelante garantía de unidad, de fidelidad y de indisolu- Despertaos, antes de que el Rey haya franqueado su umbral.
bilidad. La tolerancia de la antigua ley mosaica referente al divorcio es
Antífona
definitivamente abolida; la mujer está desde ahora protegida contra las
inconstancias de un marido caprichoso, brutal o voluble. El amor y el Yo me conservo pura para ti y, con la lámpara encendida en la mano,
respeto mutuo constituirán la carta del matrimonio cristiano. marcho, Esposo mío, a tu encuentro.

Salmo II
«Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo ha amado a la Iglesia y se ha
entregado por ella, a fin de santificarla purificándola con el baño de agua que acom- He huido de la pobre dicha de los hombres,
paña una palabra... Los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo... de la vida de placer, del amor insensato;
Que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo y que la mujer respete a busco refugio en tus brazos que aportan la vida,
su marido» 1 . deseo contemplar sin fin tu belleza, ¡oh Bienaventurado!

1. Efesios 5, 25, 33. 2. 1 Corintios 7, 3, 4.


LA MUJER EN LA IGLESIA 83
82 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

sus mejores colaboradoras y que cita en varias epístolas; otras que aun
Antífona
saluda especialmente en su Carta a los Romanos: Febe, María, Junia,
Yo me conservo pura para ti y, con la lámpara encendida en la mano, Pérsida, Trifosa, Trifena, la madre de Rufino, Julia...
marcho, Esposo mío, a tu encuentro Pronto, el testimonio de la sangre. Hemos recordado ya el martirio
de las vírgenes que cayeron víctimas de las persecuciones durante los tres
Salmo m primeros siglos de la era cristiana. Basta seguir en el calendario romano
He abandonado el lecho de la.s uniones humanas y sus casas, la lista de las que honra la liturgia, para constatar que este testimonio
por ti, el más rico de los reyes, no fue excepcional. Es el testimonio de muchos siglos de heroísmo en la
y he venido con mí vestido inmaculado, firmeza de la fe.
para franquear el umbral de las moradas bienaventuradas El testimonio de la vida: es el de las vírgenes y mujeres, obscuras o
y quedarme en ellas comino... ilustres, que han tejido poco a poco el vestido de la Iglesia y le han
dado esta contextura sólida de donde ha salido la cristiandad. Algunas
Este cántico de las vírgenes no ha dejado de cantarse jamás en la emergen de la historia. ¡Pero cuántas han trabajado en la Iglesia cono-
Iglesia. Expresa la esperan/a tic las almas que lo han dejado todo para cidas solamente por aquéllos a quienes han beneficiado con el resplandor
seguir el Cordero divino. ¿No se hacen oir los últimos ecos de este cán- de su fe y de su caridad! «La esposa cristiana, la madre de familia cris-
tico en la reciente encíclica «Sacra Virginitas», en que el papa Pío XII tiana, fue y sigue siendo la auxiliar de la Iglesia, como lo fue la reina
ha recordado al mundo, sepultado en las olas de la voluptuosidad, la cristiana»1.
eterna belleza de una virg;nidad consagrada al Señor? Testimonio de la acción en política. No puede negarse: en el dominio
de la política y de las relaciones entre Estados, reinas y princesas cristia-
Lo que la mujer ha hecho por la Iglesia nas tuvieron a menudo una influencia profunda. Al trabajar por la con-
versión de Clodoveo, santa Clotilde preparó el destino de la Francia
católica, hija mayor de la Iglesia. Gracias a santa Radegunda, la civi-
Si la mujer, en el curso de la historia, ha recibido mucho de la Igle- zación merovingia conoce un humanismo cristiano y gracias a santa
sia, también le ha devuelto mucho. Al ver desarrollarse el apostolado fe- Batilde se desarrolla el monacato. No es solamente en Francia. Dom-
menino en los más variados dominios, uno se da cuenta de que las mu- browska, al casarse en el siglo XI con el duque pagano Mieczislas, pre-
jeres forman parte integrante de la Iglesia y cooperan a veces tan eficaz- para la conversación de Polonia. La condesa Matilde, en el siglo xi, ase-
mente como los hombres a la expansión de la Iglesia. gura su apoyo a san Gregorio VII y le permite cumplir la obra magnífica
Las vemos en acción desde el origen del cristianismo. Ellas intervie- de su pontificado. Santa Eduvigis, en el siglo xiv, termina la conver-
nen en la vida de Jesús. Un poco a la sombra en los días ordinarios, sión de Lituania. En este mismo siglo xiv, una virgen italiana, santa
están presentes en los momentos trágicos o gloriosos de la historia de Catalina de Siena, y una viuda sueca, santa Brígida, colaboraron con sus
Jesús. Estas santas mujeres nos las hacen conocer los evangelios. Alrede- enérgicas amonestaciones al retorno a Roma de los papas de Aviñón.
dor de la Virgen María, Marta y María de Betania, María de Magdala, Son otras tantas victorias gloriosas y pacíficas en honor de la mujer
María, madre de Santiago y de Juan, Salomé y la madre de los hijos del cristiana.
Zebedeo. A ellas, por lo menos a tres de ellas, estaba reservado constatar Testimonio del apostolado propiamente dicho. Y en todos los planos.
que Cristo había resucitado y llevar la noticia a los Apóstoles. Así las Por la oración y la vida monástica, enjambres de almas generosas han
mujeres están en la partida de la Iglesia para conquista espiritual del atraído sobre la Iglesia las gracias del Señor. Es, por ejemplo, a la inicia-
mundo. La tradición no se interrumpirá. En todos los obradores del apos- tiva de una religiosa de Lieja, santa Juliana de Mont-Cornillon, que de-
tolado hallamos el testimonio de la virgen o de la mujer cristiana.
Testimonio de la fe: entre las primeras cristianas convertidas por los
1. G. GOYAN, Ce que la femme a fait pour le christianisrrie, en la reseca <Je Ja
apóstoles y que aportan a la Iglesia naciente el auxilio de su ayuda mate- Semaine Sociale de Nancy, 1927, pág. 173,
rial y de un celo intrépido, san Pablo nombra a varias: Lidia, cuya
hospitalidad acepta en Filipos; Priscila y Aquila, que se contaron entre
LA MUJER EN LA IGLESIA 85
84 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
Pues sobre todo desde la fundación de la Acción Católica y el desarrollo
bemos en parte la celebración de la fiesta del Corpus. Y si el culto al de las obras sociales y cívicas, la Iglesia se dirige a todas las mujeres
Sagrado Corazón se ha convertido en una escuela de amor de Dios, ¿no cristianas. A todas ellas pide testimonio de la vida, de la caridad, del
lo debemos a santa Gertrudis en el siglo xn y a santa Margarita en apostolado.
el siglo xvn? Ya en 1904, san Pío X escribía a monseñor Delamare, obispo de Pé-
«Se podría hacer todo un libro con todo lo que debe nuestra piedad litúrgica, lo rigueux:
que debe nuestra devoción cotidiana a iniciativas femeninas, a iniciativas de mujeres que «Decid bien a todas nuestras cristianas de Francia, tan valientes también, cuánto
se apartaron de la vida y de su tiempo encerrándose en sus claustros, y que, por su
les recomienda el papa la acción social. No basta que se encierren en las obras de be-
vida interior en el fondo de estos claustros, inscribieron su nombre en la historia de
neficencia propiamente dichas, donde siempre se nota la separación de los rangos y la
nuestras almas»1.
altura del que da y la inferioridad del que recibe... No, yo les pido que vayan al pue-
Si las ursulinas, fundadas cu el siglo xvi por santa Ángela de Me- blo, y le hablen, y les presten servicio en una verdadera confraternidad cristiana, según
rici, constituyen la primera congregación destinada a la educación de las el propio espíritu evangélico»1.
muchachas, ¡cuántas otras congregaciones se han establecido después En 1925, el cardenal Gasparri escribía en nombre de su santidad
con el mismo fin! No es un libro lo que se necesitaría para darlas a co- Pío XI a la Escuela Normal Social y precisaba el alcance de las llamadas
nocer, sino una biblioteca... del cristianismo a las mujeres de nuestro tiempo:
Y lo mismo en el domin'o de la caridad y de la b en eficiencia. En esto
sobre todo se siente uno impotente para esbozar una lista. Según «No puede sino aplaudirse este movimiento tan generoso y cuyas organizadoras son
las circunstancias y los designios de Dios, nacen las órdenes hospitalarias, tan conscientes de las necesidades espirituales de una gran parte de la sociedad femenina
crecen, se esparcen por Francia, alcanzan los lejanos países. Pues es contemporánea.
también honor de la Iglesia y, en la Iglesia, de las religiosas misioneras, No se trata, sin duda, y vosotras lo habéis comprendido bien, de lanzar a las mu-
jeres en la lucha de los partidos políticos, antes bien formar para una acción social
ser arrancadas a millares del amor del suelo natal para ir a llevar a los
más precisa, más específica para el apostolado, que la Unión Femenina Cívica y Social
pueblos paganos el beneficio del evangelio1 y el remedio a las miserias ha creado a este efecto, y que el santo padre felicita por sus generosas intenciones
físicas y morales. Ni tan siquiera el martirio las asusta. Y todas pueden hacia el bien común» 2 .
decir, como una franciscana misionera, la madre María Herminia, al
obispo que le proponía huir de la persecución: Muy recientemente en fin — 29 de septiembre de 1957—, en el
«Excelencia, por amor de Dios, no nos impidáis morir con vos. Si nuestro valor XIV Congreso internacional de la Unión Mundial de las Organizaciones
es demasiado débil para resistir a la crueldad de los verdugos, creed que Dios, que nos Femeninas católicas (U.M.O.F.C.), su santidad Pío XII trazaba a las
envía la prueba, nos dará también la fuerza de sallir de ella victoriosas. No tememos mujeres cristianas el programa de su trabajo apostólico. Después de
la muerte ni los tormentos con que nos amenaza la rabia del virrey, hemos venido aquí haber planteado el problema de la promoción de la mujer, el papa les
para ejercer la caridad y derramar, si hace falta, nuestra sangre por el amor de Jesu- describía los tres aspectos de la misión y del apostolado de la mujer
cristo. Así os conjuramos, con las lágrimas en los ojos, que no nos arranquéis la palma cristiana.
que la misericordia divina nos tiende desde lo alto del cielo»2.
El apostolado de la verdad.
Lo que pide la Iglesia a la mujer cristiana
Tres convicciones personales son necesarias para dirigir las interven-
Este palmares sería incompleto si se parase en la época contempo- ciones apostólicas de la mujer:
ránea y si, al lado de las almas consagradas a Dios por la vida religiosa, La relación de la mujer con Dios. — «Veis así cuál será el primer
no hiciera mención de las mujeres comprometidas en la vida del mundo, objetivo de vuestro apostolado al servicio de la verdad: restaurar en toda
1. A. VALENSIN, id., pág. 163,
1. Id., pág. 175 ?. Id., 163-164,
%. Id., pág. 18Q,
86 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

su integridad la fe en Dios.» Es la finalidad que debe perseguirse tanto


en el matrimonio y la maternidad, como en la virginidad consagrada
a Dios.
La pertenencia de la mujer a Cristo. — «¿Cómo podrías salvar a los
demás si no les lleváis a Cristo? ¿Y cómo podríais llevárselos si vosotras TERCERA PARTE
no le poseéis?» Esta unión de Cristo y de la mujer encontró su cumpli- LOS LAICOS EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA
miento perfecto en la Virgen María: ella es el ideal de la mujer, tal
como la fe nos la presenta.
La dependencia de la mujer respecto a la Iglesia. — Para enderezar
los errores modernos, ¿dónde encontrará la mujer «esta regla firme de
CAPITULO PRIMERO
pensamiento y de acción, sino en el seno de la comunidad cristiana, en
la Iglesia católica»? LOS LAICOS Y LA MISIÓN SANTIFICANTE DE LA IGLESIA

El apostolado del amor.

Es el apostolado de la caridad, inspiradora de obras. Se manifiesta No basta decir: «Los laicos están en la Iglesia» o mejor: «Los laicos
por la ayuda en favor de las poblaciones necesitadas en los tres planos, también son Iglesia».
espiritual, cultural y material. En este apostolado se realiza la abertura Es un punto precisado.
de la caridad. «La verdadera caridad se borra ante la persona a quien ¿Pero qué hay bajo esta fórmula?
aborda, quiere recibir de ella lo más posible, valora los dones ajenos y ¿Cómo son Iglesia? ¿Qué han de hacer en la Iglesia? ¿Cuál es su
los cultiva. Así encuentra que puede edificarse igual junto a los más sitio? ¿Cuál es su papel?
pobres y los más desvalidos.» Probemos ahora de mostrar cómo puede un laico ser miembro activo
* de la Iglesia.
El apostolado de la acción. Hemos dicho que la misión de la Iglesia era reunir a los hombres en
la fe de Cristo Salvador y hacerlos entrar y vivir en el Reino de Dios
Este apostolado es necesario y supone la iniciativa, «el impulso de por la unión con Cristo en la Iglesia. Y esta misión tiene diversos
una generosidad inspirada por un amor enteramente desinteresado». Y es aspectos que responden a los títulos con que nos aparece Cristo a tra-
universal, tanto por la acción común de «treinta y seis millones de mu- vés de la Biblia: es a la vez sacerdote, doctor y rey. La misión de la
jeres católicas extendidas por toda la tierra» como por la multiplicidad Iglesia es, pues, santificar, enseñar y regir a los fieles en el cuerpo mís-
de los «sectores en que ella (la mujer) trabaja, en la familia como es- tico de Cristo. En otros términos, podemos distinguir la misión santifi-
posa y madre, en la educación, en la vida social, en los organismos legis- cante, la misión doctrinal, la misión pastoral de la Iglesia.
lativos, administrativos, judiciales, y en las relaciones internacionales». ¿En qué medida participa el laico de esta triple misión?
Y concluye el papa: «La sede apostólica no sólo tolera vuestra Y primero, ¿cómo participa de su misión santificante, es decir, de
acción; os exhorta al apostolado, a afanarnos en realizar el gran deber su misión sacramental y litúrgica, que brota del sacerdocio del soberano
misionero de los cristianos, a fin de reunir todas las ovejas descarriadas Sacerdote?
en un solo rebaño y bajo un solo pastor».
Verdaderamente, a la llamada del sumo pontífice, la mujer cristiana Jesucristo es el único Sacerdote del sacerdocio cristiano
de hoy está comprometida en todas las dimensiones, del apostolado mo-
derno. «Mediador entre Dios y los hombres, gran Pontífice que penetró en los ciclos,
Jesús, Hijo de Dios, al emprender la obra de misericordia que debía colmar el género
88 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN SANTIFICANTE DE LA IGLESIA 89

humano de beneficios sobrenaturales, tuvo ciertamente presente restablecer entre los Sacerdote y que les hace aptos para ejercer legítimamente los actos de religión ordena-
hombres y su Creador el orden turbado por el pecado y conducir a su Padre celestial, dos a la santificación de los hombres y a la glorificación de Dios según las exigencias
principio primero y fin último, la infortunada descendencia de Adán, manchada por la de la economía sobrenatural»1.
falta original. Por ello, durante su estancia en la tierra, no sólo anunció el principio
de la Redención y la inauguración del Reino de Dios, sino que se dedicó también a
salvar las almas por medio del ejercicio de l a oración y del sacrificio, hasta el día en Es el sacerdocio propiamente d : cho: el sacerdocio que podemos lla-
que, en la Cruz, se ofrece a Dios como víctima sin tacha para purificar nuestra con- mar ministerial o jerárquico. Sólo los que lo han recibido por el sacra-
ciencia de las obras muertas, a fin de que sirvamos al Dios vivo»1. mento del orden tienen el poder eucarístico, es decir, el poder de con-
sagrar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor en el
Tales son las palabras con que se abre la magistral encíclica de sacrificio de la misa.
Pío XII Mediator Dei sobre la Liturgia. Ellas nos afirman que Cristo
es el único sacerdote y la única víctima de quien dependen, entre los
hombres, todo sacerdocio y todo sacrificio agradable a Dios. En el prin-
cipio, como un sol por encima de todo el resto... está el sacerdocio y el El sacerdocio de los fieles
sacrificio de Nuestro Señor. Ellos son la plenitud del verdadero sacer-
docio y del verdadero sacrificio, la reaUdad misma de que participan y ¿Pero los simples fieles no participan también en cierto modo del
en que tienen consistencia todos los demás sacerdocios y sacrificios. sacerdocio de Jesucristo? ¿No hay un sacerdocio de los fieles?
Es imposible no formularse la pregunta, cuando se leen en la primera
epístola de san Pedro las expresiones siguientes:
La Iglesia continúa la función sacerdotal de Jesucristo
«Acercaos a él (el Señor), esta piedra viva, rechazada por los hombres, pero pre-
ciosa y escogida de Dios. Vosotros, como piedras vivas, edifícaos en casa espi-
En efecto, Jesucristo quiso que su vida sacerdotal, cuyo sacrifico en ritual y formad un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables
el Calvario había sido su punto culminante, prosiguiera sin interrupción a Dios por Jesucristo... Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa,
en el curso de los siglos en su cuerpo místico que es la Iglesia. La tarde pueblo que Dios ha conquistado, para proclamar el poder del que os ha llamado
del Jueves Santo instituyó un sacerdocio exterior y visible, que debía de las tinieblas de su admirable luz»2.
prolongar en la vida de la Iglesia la acción de su sacerdocio.
Este sacerdocio la Iglesia lo ejerce
A este texto cap'tal hacen eco los de san Juan:
«primero en el altar, donde el sacrificio de la Cruz es perpetuamente representado y
renovado, sin que haya más diferencia que en la manera de ofrecerlo; después con los
«Al que nos ama y que nos ha librado de nuestros pecados por medio de su
sacramentos, que son para los hombres los medios especiales de participar en la vida
sangre, y ha hecho un reino, y sacerdotes de Dios, su Padre, a él gloria y poder
sobrenatural; finalmente por el tributo de alabanza ofrecido a Dios, soberano bien»2.
por los siglos de los siglos»3.
«Tú has hecho de ellos reino y sacerdotes para nuestro Dios y reinan sobre la
Pero ella no lo ejerce «de una manera universal, general o indeter- tierra» 4 .
minada». El sacerdocio es conferido por un sacramento, el orden, a
hombres escogidos, obispos y sacerdotes. El orden
Y hablando de los muertos que tendrán parte en la resurrección:
«no da solamente una gracia particular propia para este estado, y para esta función,
sino también un carácter indeleble, que configura los ministros sagrados a Jesucristo
1. Id.
2. / Pedro 2, 4, 9.
1. Encíclica Mediator Dei et hominum, de Pío XII. 3. Apocalipsis 1, 5-6.
2. Id. 4. Id., 5, 10.
90 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN SANTIFICANTE DE LA IGLESIA 91
1
«Ellos serán sacerdotes de Dios y do Cristo y reinarán con él por mil años» .
Pero es en relación con la vida eucarística y la vida sacramental en
general que debe ser especialmente estudiada esta participación en el
San, Pablo, aunque de una manera menos explícita, expresa las mis-
sacerdocio de Nuestro Señor. La encíclica Mediator Dei ha hecho de ello
mas ideas generales: un análisis detallado.
«Yo os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a ofrecer vuestros
cuerpos como víctima viva, santa, agradable a Dios: tal es el culto que la razón pide
de vosotros»2.
«La llave de bóveda es Cristo Jesús mismo, en él todo edificio se une y se levanta La participación de los fieles en el sacrificio eucarístico
para formar un templo santo en el Señor; en él también vosotros entráis en la cons-
trucción para formar por el Espíritu una mansión santa»3.
Los simples fieles no tienen el poder de «hacer» la Eucaristía, que
«Por él, pues (Jesús), ofrezcamos sin cesar a Dios un sacrificio de alabanza, es decir,
el fruto de labios que celebran su nombre. No olvidéis la beneficencia y la liberalidad;
está reservado al sacerdocio ministerial o jerárquico. Pero luego de su
éstos son los sacrificios que agradan a Dios»4. bautismo, pueden participar en el sacrificio eucarístico de dos maneras:
Primero, particiapn en 61 ofreciendo la divina víctima con el sacerdote.
A partir de estos textos sagrados el pensamiento cristiano se ha esfor- «En efecto, no sólo el ministro del sacrificio, vuelto hacia el pueblo después de la
zado en definir el sacerdocio de los laicos. Contrariamente a la doctrina ofrenda del pan y del vino, dice expresamente: "Rogad, hermanos, para que mi sacri-
protestante que, ampliando el alcance de estos textos y minimizando el ficio, que es también el vuestro, sea aceptable ante Dios Padre Omnipotente", sino que
además las plegarias por las cuales la divina hostia es ofrecida a Dios son formuladas,
valor del sacerdocio ministerial, ha borrado toda diferencia entre estos
en su mayoría, en plural, y más de una vez es indicado que también el pueblo toma
dos sacerdocios y ha atribuido a los simples laicos funciones parecidas parte en este augusto sacrificio en tanto que lo ofrece»1.
y poderes análogos a los de los ministros sagrados, la teología católica ha
delimitado el sacerdocio de los fieles. La participación de los fieles en el Exteriormente, esta ofrenda se manifiesta a menudo por medio de
sacerdocio de Nuestro Señor está fundado no en la recepción del sacra- signos: respondiendo los fieles a las oraciones del sacerdote; ofreciendo
mento del orden, sino en la del bautismo y de la confirmación, que al sacerdote el pan y el vino que serán consagrados por él; aportando
configuran el cristiano a Jesucristo y le dan parte, por tanto, en su vida su limosna como parte de los gastos del sacrificio ofrecido a su intención.
sacerdotal. En virtud de esta configuración a Cristo, soberano Sacerdote, Pero hay que ahondar más. La consagración es realizada sólo por el
todo cristiano es llamado a ejercer un cierto culto, interior y exterior. sacerdote en tanto que representa la persona de Cristo, soberano Sacer-
El sacerdocio real de que habla la Escritura, es ante todo el de la dote, ofreciéndose en el altar.
ofrenda de sacrificios «espirituales»: comprenden la propia vida del
hombre, como consagrada a Dios por los actos de alabanza, de arrepen- «Pero el sacerdote, por el hecho de poner la divina víctima sobre el altar, la pre-
timiento, de propiciación y de súplica, por la confesión de la fe, por la senta a Dios Padre como ofrenda, para gloria de la Santísima Trinidad y el bien de
ofrenda del deber de estado y de las responsabilidades familiares, por toda la Iglesia. Así, en esta oblación en sentido estricto, los cristianos toman parte
la misericordia frente al prójimo, por el don de sí al servicio de Dios y a su modo y de una manera doble, no solamente porque ofrecen el sacrificio por ma-
de sus hermanos en la intención de cumplir una obligación sagrada. Toda nos del sacerdote, sino también porque lo ofrecen con él en cierto modo, y esta parti-
la vida del hombre puede así tomar un carácter sacerdotal por unión cipación hace que la ofrenda del pueblo dependa del propio culto litúrgico»2.
a la vida, a los méritos, a la pasión, a la muerte y a la resurrección de
Cristo. Hay otra manera para los cristianos de participar en el sacrificio euca-
rístico: es inmolarse ellos mismos como víctimas. Tal era la perspectiva
en que san Pablo decía: «Yo os conjuro, pues, hermanos..., a ofrecer
1. Apocalipsis 20, 6.
2. Romanos 12, 1.
3. Efesios 2, 20-22. 1. Ene. Mediator Dei.
4 Hebreos 13, 15-16. 2. Id., pág. 38.
92 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN SANTIFICANTE DE LA IGLESIA 93

vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios: éste es el En la edad media se había establecido una curiosa costumbre: la
culto espiritual que le debéis» \ confesión a los laicos cuando uno no podía tener un sacerdote a su lado
En el altar, Jesús ofrece y nosotros debemos ofrecer con él por ma- en el momento de la muerte. Así Bayard confesándose a su mayordomo
nos del sacerdote. Y se ofrece él mismo como víctima: nosotros hemos «por falta de sacerdote». Igualmente san Ignacio, herido en el sitio de
de ofrecernos nosotros mismos como víctimas. Pamplona en 1521, confesándose a uno de sus compañeros de armas.
¿Pero puede hablarse de confesión sacramental? Santo Tomás de Aquino,
«Cuando estamos ante el altar, debemos, pues, transformar nuestra alma; todo lo muy favorable a esta práctica como muchos hombres de su tiempo, veía
que en ella es pecado debe ser completamente ahogado; todo lo que, por Cristo, en ella, por analogía con el bautismo, una especie de suplencia a la abso-
engendra la vida sobrenatural, debe ser vigorosamente restaurado y fortificado, de modo lución del sacerdote por la presencia del laico, que daba así a la confe-
que nos hagamos con la Hostia inmaculada una sola víctima agradable al Padre eterno»2. sión un valor quoJammodo sacramentalis.

Toda pena, sufrimiento, prueba, unida al misterio de la Cruz, se hace El padre CONGAR ha sacado una conclusión muy matizada:
para nosotros el medio de reproducir la imagen de Jesucristo. Nos
hacemos hostia con él y en la medida en que nuestra alma es así ofre- «Por ello, aunque no tenga valor sacramental completo (Santo Tomás), o incluso
cida con el divino Jefe crucificado, podemos repetir con san Pablo: «Yo que no tenga, ni que sea de forma incompleta, un valor de orden propiamente sacra-
estoy crucificado con Cristo; vivo, pero ya no soy yo quien vive, sino mental, la confesión a cualquier hermano cristiano en ausencia de todo ministro
que Cristo vive en mí» '. sagrado, ha sido y sigue siendo una práctica normal, bendita de Dios, deseable. Los
hechos que, en el pasado, atestiguan esta práctica, sacados en gran parte de la caba-
llería y de relatos de guerra, son de una gran belleza, de una real pureza humana y
cristiana. Sin duda las dos guerras mundiales y sobre todo el cautiverio, los campos
La participación de los fieles en los demás sacramentos de deportación o el trágico exilio de los D. P. han visto renovar un gesto que, por
nuestra parte, cumpliríamos de buen grado, si las circunstancias nos pusieran en situa-
ción de hacerlo»1.
No se trata aquí de saber cuál es la parte de los fieles en los
sacramentos que han de recibir, sino que hay que buscar si tienen también
una parte en los sacramentos que hay que dar. Que los laicos pudieran también, en caso de necesidad, incendio, per-
Todos los cristianos saben que en caso de necesidad tienen el derecho secución, etc., llevarse la santa Eucaristía para sustraerla a una profa-
y el deber de conferir el bautismo, cuando se realizan las condiciones nación hasta material; que, en caso de extrema necesidad, todo laico
requeridas. La misericordia del Señor se ejerce así respecto a lo que, pudiera llevar la Eucaristía en viático a un moribundo y dársela él mismo
como consecuencia de la ausencia del ministro ordinario, se verían pri- en comunión (Cong. de la Propagación, 21 julio 1841), no prueba que el
vados del beneficio de ser agregados a la Iglesia y de recibir las gracias laico tenga un poder sacerdotal comparable al del sacerdote. No hay en
del bautismo. Está asimismo admitido que los ministros del sacramento él, con relación a estos casos, un poder sacerdotal original. El gesto
del matrimonio son los cónyugues. Como es un contrato, los mismos con- exterior no hace más que expresar, concretar, localizar de alguna manera
tratantes son los 1 u e ponen los elementos del sacramento. La presencia la referencia a la Iglesia y el recurso al poder de Dios.
del sacerdote es normalmente obligatoria para la validez del sacramento.
En ciertos casos, que no son quizá tan raros en la hora actual en que 1. Y. CONGAR, Jalons pour une théologie du laicat, pág. 304.
por desgracia, las deportaciones separan poblaciones enteras de sus sacer-
dotes, la presencia del sacerdote no es indispensable; el matrimonio puede
ser válido sin él; basta la presencia de dos testigos.

1. Romanos Yl, 1.
2. Mediator Dei.
3. Galotas 2, 19, 20
LOS LAICOS Y LA MISIÓN DOCTRINAL DE LA IGLESIA 95

Estamos lejos ya de esto. El laico cristiano de hoy — me refiero al


que quiere vivir su fe —, busca profundizar su fe, quiere encontrar en
ella una luz para iluminar su pensamiento y su acción.
Pero ¿ha de transmitirla? ¿Tiene calidad para enseñarla? ¿Tiene una
responsabilidad que tomar en la misión, doctrinal de la Iglesia?
Se distingue la Iglesia docente, la de los pastores, la del papa y los
obispos, y la Iglesia discente, la de los fieles. La distinción es exacta,
pero no enfoca más que uno de los aspectos de la Iglesia. Ésta es a la
vez una sociedad jerárquica y una comunidad de los fieles en la fe. La
colaboración de los fieles a la función docente de la Iglesia no se sitúa
en el plano de los poderes que estructuran la Iglesia, sino en el de la
CAPITULO II vida de la Iglesia y del régimen concreto de ejercicio de los poderes
apostólicos. El padre CONOAR lo explica claramente:
LOS LAICOS Y LA MISIÓN DOCTRINAL
«Hn el aspecto según el cual la revelación y el dogma vienen a la comunidad ecle-
DE LA IGLESIA sial como desde fuera — a saber, los profetas, Cristo y los apóstoles — en forma de
revelación histórica y objetiva que se presenta como un depósito que aportar y guar-
dar, nosotros tenemos la competencia propia de un magisterio jerárquico; éste, como
es sabido, reside esencialmente en el cuerpo apostólico continuado, salvo en los caris-
¿Tienen derecho los laicos a enseñar en la Iglesia? mas propios de los apóstoles como fundadores de la Iglesia, por el cuerpo episcopal
con su criterio de unidad, la sede apostólica.
Puede uno preguntarse si los laicos tienen un papel que desempeñar »í?n el aspecto según el cual la doctrina recibid* en la obediencia de Ja fe es
vivida, y por lo mismo desarrollada, aplicada según las necesidades de los hombres y
en la misión doctrinal de la Iglesia.
de los tiempos, según el cual la vida cristiana es testificada e irradiada por almas que
A los ojos de mucha gente, el laico está hecho para escuchar, para verdaderamente viven de ella y se comprometen; en resumen, en tanto que el Espíritu
aprender; no está hecho para enseñar. Son el papa, el obispo, el sacerdo- es activo en sí, todo fiel tiene gracia, iniciativa y actividad. "Habiéndome hecho dis-
te, los que enseñan. cípulo de los apóstoles, me convierto en doctor de los pueblos", dice el autor de la
Nada más significativo que observar la manera como se comportan Epístola a Diognetes. En todo el orden de la vida y de la irradiación de la vida, los
los fieles respecto a un sermón. Encuentran muy natural instalarse al fieles son activos proporciónalmente a la verdad saludable que han asimilado»1.
pie del pulpito, callarse y escuchar... o esperar a que haya terminado.
¿Se esfuerzan siempre por comprender, recordar, aplicar en su vida lo En tanto que la fe es interiorizada como la vida poseída, la Iglesia es
que han oído? Eso es otra cuestión... creyente y amante; es un organismo espiritual de fe y de amor, es la
Se recuerda la anécdota contada por Camus a propósito de san Fran- comunión de los fieles en la fe y, si se quiere, la Iglesia discente.
cisco de Sales. El buen obispo había hecho un sermón algo elevado: en- En tanto que para suscitar y asimilar la fe y conservarla conforme
contrando a uno de sus oyentes, un honrado campesino, le preguntó si el legado apostólico es necesaria una autoridad, la Iglesia es un orga-
el sermón le había gustado: nismo jerárquico, la Iglesia docente, en que se establecen relaciones
entre autoridad y «subditos». Pero estas relaciones se establecen en la
«— Ha sido magnifico. Iglesia; no entre la Iglesia y un laicado que no sería ni constituiría la
— ¿Y has comprendido bien lo que decía? Iglesia, sino verdaderamente entre la Iglesia como docente y la Iglesia
— No he comprendido nada, absolutamente nada. como d\scrate. La parte del apostolado jev&vquico es anuivciav, tvan&-
— ¿Entonces...?
— ¡Ah, monseñor, yo estaba satisfecho de no comprender nada! ¡Esto me ha dado
una idea tan alta de los ministerios de nuestra santa religión!» 1, Y. CONGAR, Jalons pour une théologie du laical, pag- 374.
LOS LAICOS Y LA MISIÓN DOCTRINAL DE LA IGLESIA 97
96 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

pedagógica de los catequistas laicos. En el plano nacional, es el fin que


nr'tir, conservar en su integridad el depósito apostólico. La parte de los persigue el Instituto catequístico, cuyos cursos se dan en el Instituto cató-
fieles es vivirlo, conservarlo viviendo, transmitirlo por irradiación de una lico de París.
fe vivida. Como explica el teólogo Scheeben, sólo el pastorado jerárquico Esta necesidad de catequistas laicos aparece mayor aún en los países
enseña con autoridad, pero toda la Iglesia transmite la tradición, la cual de misión. Forman parte de la organizaron apostólica de la Iglesia en
no consiste solamente en enunciados, sino, más profundamente, en la estos países y tienen un estatuto canónico muy preciso, bajo la vigilancia
realidad misma del cristianismo. El sentimiento común de los fieles, sensus y la dirección de la Sagrada Congregación de la Propagación. En su
fidelium, en materia de fe está gr.rant:zada por la acción del Espíritu discurso en el segundo Congreso del Apostolado de los laicos, el papa
Santo; forma parte del magisterio ordinario de la Iglesia; en las condi- Pío XII insistió largamente sobre esta forma de apostolado, que parece
ciones requeridas, es un órgano infalible de la tradic'ón. tanto más oportuno cuanto que la falta actual de sacerdotes y de misio-
Puede decirse, pues, que el pueblo fiel enseña, no a título de auto- neros obliga a una llamada cada vez más apremiante al celo de los laicos.
r'dad apostólica, sino a título de la fe asimilada por todas las actividades
En Francia, cuando se habla de catecismo, se piensa sobre todo en
de vida y de pensamiento que fomenta y nutre. Credendo docent quodam-
los niños. En las misiones se piensa en los catecúmenos, que son casi
modo, se ha dicho. En cierto modo, creer es enseñar. Precisemos: los
siempre adultos. Sería restringir erróneamente el papel de los catequistas,
cristianos enseñan por doquier que una vida y una actividad de fe, some-
aun en nuestros países cristianos, limitarlo a la educación y a la instruc-
tidas al control de la jerarquía, pueden hacer conocer riquezas del depó-
ción de los niños. Hay que desear al contrario que la formación religiosa
sito entregado a la Iglesia.
prosiga más -allá de la ¡ufanea y de la adolescencia y alcance a tantos
¿Pero cuáles son las diversas formas de enseñanza de los laicos? adultos que, desde el punto de vista cristiano, han quedado niños. Que
esto es ante todo tarea de los pastores de almas, es bien claro. Pero la
evangelización de los laicos por los laicos, que es el fin principal de la
Las diversas formas de enseñanza de los laicos Acción Católica, les impone una responsabilidad en el dominio de la fe.
No siempre se hará por medio de cursos de religión o de discusiones
apologéticas la revelación de la doctrina cristiana. Generalmente, al con-
ha catequesis. trario, el punto de vista cristiano será manifestado con ocasión de hechos
concretos y la fe se afirmará a propósito de los problemas que la vida
Corresponde a los obispos por función, ex officia, enseñar la doctrina plantea incesantemente. Poco importa la manera que conduce al descu-
revelada y velar por la integridad de su conservación. Esta función la brimiento de la fe. Como dice san Pablo: «Pero ¿qué importa? De cual-
ejercen por medio de la predicación, por la vigilancia de toda la ense- quier modo que se haga, sea con segundas intenciones, sea sinceramente,
ñanza sagrada y por el papel de «jueces de la fe» que cumplen, por Cristo es anunciado: en eilo me gozo y me gozaré siempre. Porque
ejemplo, en la censura de las doctrinas y de los libros. La autoridad sé que esto redundará en mi salvación, gracias a vuestras oraciones y a
doctrinal que les es propia no puede ser delegada, pero puede en cierto la asistencia del Espíritu de Jesucristo» 1.
sentido ser participada. Es el caso de los sacerdotes, en la medida en que
están asociados al cargo del obispo por el ministerio de la palabra y de
la pluma. Es el caso también de los laicos, en la medida en que reciben
su misión: tal los catequistas — hombres o mujeres — que ayudan a los Los carismas y las revelaciones privadas.
párrocos en la enseñanza de la doctrina cristiana a los niños.
En un país de cristiandad, la Asociación de la Doctrina Cristiana, ¿Hay que asimilar a este papel de enseñanza las gracias especiales,
de la cual depende la Archicofradía de la Obra de los catecismos, ofrece los carismas de conocimiento y el descubrimiento de misterios divinos,
un cuadro a la organización de los catequistas en una diócesis. Además,
los sumos pontífices han insistido repetidas veces en la necesidad de un
Oficio Catequístico diocesano que aseguraría la formación intelectual y 1. Filipenses 1, 18.
98 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IOLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN DOCTRINAL DE LA IGLESIA 99

que fueron frecuentes en el origen de la Iglesia y de los cuajes san Pablo Cruz, la Introducción a la vida devota, los Pensamientos de Pascal, los
nos deja entender que se beneficiaron los simples fieles? relatos de conversión de numerosos modernos, las biografías de cristianos
autént'cos en todas las clases sociales, han alimentado y continúan ali-
«Buscad ardientemente la caridad, pero aspirad también a los dones espirituales, mentando a una multitud de almas.
sobre todo al de profecía. Pues quien habla lenguas no habla a los hombres, sino a
Dios; nadie le comprende, en efecto: él dice en espíritu cosas misteriosas. El que
profetiza al contrario habla a los hombres; edifica, exhorta, consuela. El que habla La predicación
lenguas se edifica a sí mismo, el que profetiza edifica la Iglesia. Deseo a todos que
tengáis el don de lenguas, pero mucho más que profeticéis; pues el que profetiza es Al lado de la catcquesis propiamente dicha, y a menudo mezclada
preferible al que habla lenguas. A menos que también las interprete, para utilidad de con ella, se puede distinguir la predicación, la exhortación apostólica,
la Iglesia... 1 . anuncio a la vez del mensaje evangélico y llamada a conformar a él
»¿Qué hacer, pues, hermanos? Cuando os reunís, ¿tiene uno de vosotros un cán- la vida.
tico para hacer escuchar, o bien una enseñanza, una revelación, un discurso en otra ¿Podría ser la predicación una atribución del laicado?
lengua, una interpretación? Que se haga todo de una manera edificante. ¿Que han de
hablar lenguas? Que lo hagan dos o tres solamente, y por turno; y que haya un
Un texto de LEÓN XII en la encíclica Sapientiae christianae (10 de
intérprete. Si no hay intérprete, que no hablen en la Iglesia; que se hablen a sí mismos enero de 1890) puso las cosas en su punto.
y a Dios. En cuanto a los profetas, que hablen sólo dos o tres, y los demás juzguen.
Si algún otro asistente tiene una revelación, que el primero se calle. Podéis profetizar «Por derecho divino, la misión de predicur, es decir, de enseñar corresponde a los
uno tras otro, a fin de que todos sean instruidos y todos exhortados. Los espíritus de doctores, es decir, a los obispos quo el espíritu Santo ha establecido para regir la
los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es un Dios de desorden, sino Iglesia de Dios... Sin embargo, hay quo uuitrdario bien de creer que esté prohibido a
los particulares cooperar en cierto infido n esto apostolado, sobre todo si se trata de
de paz»2.
hombres a quienes Dios ha dispensado ION done» de inteligencia con el deseo de ha-
cerse útiles... Que cada uno recuerdo, piic*. que puede y debe extender la fe católica
Esta cuestión podría parecer secundaria, porque estos carismas des- por medio de la autoridad del ejemplo, y predicarla ron la profesión pública y cons-
aparecieron prácticamente en la vida corriente de la Iglesia. Pero vuelve tante de las obligaciones que impone.»
a plantearse a propósito de las revelaciones privadas, de las comunxa-
ciones interiores que algunas almas privilegiadas han dado a conocer y En la Iglesia de les primeros siglos, cata obra de la predicación era
que enriquecieron nuestros conocimientos sobre Dios. confiada a menudo a los laicos. Así fno como Orígenes, todavía laico,
Hay que notar que estas gracias especules tienen cierta independencia fue invitado por el obispo de Cesaren y por el de Jerusalén a comentar
respecto a la doctrina católica oficial. La Iglesia, con razón, ha querido las sagradas Escrituras en la asamblea de fieles.
siempre prescindir de estas reve'aciones en sus decisiones doctrina-
Asimismo vemos, en la edad media, asocinciones, fraternidades,
les. Por ellas mismas no constituyen una autoridad pública que tenga
cofradías de laicos que se conslitulan para la predicación. No todos
valor social.de criterio para definir la verdad. Pero tenemos derecho a
eran de una pura ortodoxia, como atestiguan los Humillados del norte
constatar las riquezas aportadas por estas almas privilegiadas con sus
de Italia y los discípulos de Valdés, que dependían de Lyon. A despecho
experiencias de las realidades divinas y sobrenaturales.
de su fortuna aleatoria, estas corrientes apostólicas manifestaban una
Pensamos naturalmente en esta florac:ón de santos y santas que ador-
voluntad de tomar parte en la propagación — y a menudo en la refor-
nan el jardín de la Iglesia. En el curso de las edades, por medio de sus
ma...— de la Iglesia. Y ésta, por su actitud, les reconocía este derecho,
escritos o de sus palabras, han sido fuentes de luz espiritual para sus
a condición de que fuera vigilado por la autoridad jerárquica.
contemporáneos y para nosotros mismos. Fuesen sacerdotes, religiosos o
Para evitar los abusos, el Derecho canónico actual ha prohibido a
laicos, lo que aquí consideramos es su testimonio espiritual. La Imitación
los laicos pronunciar un sermón en la Iglesia, Pero ¿no hay otros modos
de Jesucristo, las obras de santa Teresa de Ávila y de san Juan de la
de introducir el pensamiento de la Iglesia en el mundo que nos rodea?
1. / Corintios 14, 1-5.
Las formas de esta acción intelectual apostólica son muy variadas.
2. Id., 14, 26-33. Hay toda una literatura católica que, sin estar centrada necesariamente
100 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN DOCTRINAL DE LA IGLESIA 101

en temas religiosos, expone la opinión católica a propósito de los El testimonio, por otra parte, será una profesión de fe cuando las
grandes problemas de la hora presente. Podría decirse lo mismo de tan- circunstancias lleven a un cristiano, so pena de disimular sus verdaderas
tas revistas, diarios, periódicos que, no por tener tendencias políticas o creencias, a expresar sus ideas, a explicarlas, a legitimarlas. Así es como
literarias opuestas, dejan de manifestar que sus posiciones se inscriben ciertos militantes cristianos tienen ocasión, en el ejercicio de sus res-
en una línea que respeta la ortodoxia cristiana. ponsabilidades sindicales, de discutir tal o cual decisión en nombre de sus
En el siglo pasado, desde Chateaubriand sobre todo, hubo una flora- principios cristianos. Es entonces en virtud de su carácter de bautizado,
ción de obras apologéticas, debidas a menudo a la pluma de escritores de confirmado, cuando el laico se ve llevado a tomar posición. Si tiene
laicos. Era la época en que era preciso defender la religión contra los espíritu apostólico, podrá esparcir la luz de que él vive. Como ha declara-
ataques del racionalismo, del positivismo, del cientismo. Era también la do la Asamblea de los cardenales y arzobispos en marzo de 1946: «Para
época de las conferencias contradictorias y de los torneos oratorios, en llenar su misión apostólica a título individual, los laicos no deben esperar
que hombres como Montalembert, Falloux, Ozanam, de Mun, L. Harmel una delegación de poderes: les basta ser fieles a las exigencias' de sus
defendían alternativamente la escuela crist:ana o el pensamiento social títulos de bautizados y de confirmados.»
de la Iglesia. Esta preocupación de evangelización ha tomado una mayor amplitud
Hoy se es menos sensible a estos desfiles verbales. Se prefiere cons- y una significación más precisa en la Acción Católica. No se trata enton-
truir antes que pegarse a los bastiones de una ciudadela amenazada. El ces de un testimonio personal, ni siquiera de un tesfc'monio colectivo
resultado se hace sentir un poco en todos los dominios. El arte sacro, la debido a algunos individuos. Se trata propiamente de un testimonio de
renovación litúrg'ca, el resurgimiento bíblico: otras tantas expresiones de Iglesia. El mandato dado por la Jerarquía a los movimientos de Acción
una misma necesidad, que es ayudar a las almas a acudir a beber en las Católica les confiere un carácter nuevo. Se convierten en una actividad
fuentes de un catolicismo auténtico. Y así, a la cabeza o en seguimiento de Iglesia. Participan directamente en el apostolado de la Iglesia. Parti-
de estos diversos movimientos, se encuentran casi siempre tantos laicos cipan pues de la misión de la Iglesia que es ante todo misión de evange-
como sacerdotes o religiosos. Unos y otros ejercen su vida de cristianos, lización. No es éste el lugar de anotar los rasgos esenciales de la Acción
ávidos de alimentar su fe y de comunicarla bajo una forma accesible a Católica, pero había que señalar al menos el papel de la Acción Cató-
sus contemporáneos. lica, es decir, el papel de los laicos en el esfuerzo doctrinal de la Iglesia.
Por medio del laicado de la Acción Católica, la Iglesia hace penetrar en
los medios hostiles o indiferentes a su vida la luz del evangelio.
El testimonio de la vida.

Se ha hablado mucho estos años últimos del valor del testimonio.


Testimonio de la palabra y de la pluma, como acabamos de ver. Pero
también testimonio de la vida. De cara a la mentalidad corriente actual,
tiene una particular eficacia. Es una predicación muda, pero tanto más
penetrante cuanto que frente a ella se está menos en posición de resis-
tencia. Lino desconfía a menudo de las afirmaciones que amenazan violar
la libertad interior; se es más permeable a un ejemplo que se propone
sin imponerse. La experiencia muestra que este testimonio de la vida,
con una base de sinceridad, de verdad, de caridad, pesa sobre todo cuan-
do es colectivo. La vista de una comunidad cristiana, por pequeña que
sea, es más eficaz que los esfuerzos dispersos. Es una presencia de Iglesia
que hace reflexionar a los descreídos y les obliga a plantearse la cuestión
del origen de este testimonio,
LOS LAICOS Y LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA 103

Pero el cristiano ¿no tiene más que obedecer? ¿No tiene una cierta
participación en este papel de gobierno impartido a la Iglesia?
Se notan dos tendencias...
Unos limitan estrictamente los derechos del cristiano... al deber de la
obedienca. «La masa del pueblo cristiano es esencialmente gobernada
y radicalmente incapaz de ejercer ninguna autoridad espiritual, ni direc-
tamente ni por delegación», escribía Dom Guéranger1. Y en un estilo
más vivo, pero también intransigente, un diplomático, monseñor Talbot,
escribía al cardenal Manning: «Cuál es el dominio de los laicos? Cazar,
tirar, divertirse... Esto lo comprenden; en cuanto a mezclarse en los
asuntos de Iglesia, no tienen el menor derecho» =. Sin ir tan lejos,' muchos
CAPITULO m fieles se guardan de toda ingerencia en las cuestiones religiosas, juzgando
que «es asunto de su párroco» y que no tienen ninguna responsabilidad
LOS LAICOS Y LA MISIÓN PASTORAL en este dominio. Se consideran verdaderos hijos de la Iglesia en la medida
que obedecen puntualmente las órdenes de la autoridad eclesiástica, sin
DE LA IGLESIA plantearse preguntas, y buenos feligreses cuando son dóciles, con los ojos
cerrados, a las sugerencias de su párroco.
Pero hay otros que tienen un concepto muy diferente de sus rela-
Cuando hablamos de misión pastoral de la Iglesia, empleamos esta ciones con la autoridad de la Iglesia. Pregonan su adhesión a su Madre,
expresión en un sentido un poco restringido, para designar el poder pero justamente en razón de esta adhesión filial se creen autorizados
de regencia o de gobierno que corresponde a la Iglesia. La misión pasto- para hacerle sus advertencias. No solamente la critican abiertamente,
ral de la Iglesia quiere decir aquí la misión por la cual, como el buen sino que tienen a flor de labios sin cesar las palabras de reforma o de
Pastor, conoce, ama y conduce sus ovejas al redil. Para llevar a los purificación de la Iglesia. Su intención es a menudo recta, pero sus
hombres a su f¡n, es decir, su comunión con Dios, la Iglesia, Sociedad pretensiones excesivas. Con el pretexto de arrancar la Iglesia a una escle-
jerárquica, junto con sus poderes de orden, goza de poderes de jurisdic- rosis secular y recobrar «la juventud de la Iglesia», plantean una serie
ción o de gobierno. Poderes legislativos, poderes administrativos, poderes de reivindicaciones en que uno no ve muy bien dónde se sitúa la obe-
ejecutivos, le permiten regir a los fieles según los designios de Dios. diencia. Parecía más bien que, en ciertos puntos, es la Iglesia qu:en
A través de las leyes que publican, su aplicación a los casos particulares, debe obedecer a las corrientes reformistas de que ellos son los pro-
las sanciones que garantizan su ejecución, lo que siempre persigue es la motores.
misma perspectiva: la realización del Reino de Dios. Hemos visto en un capítulo precedente como, en el curso de la his-
¿Cuál es la actitud de los cristianos laicos frente a este gobierno de toria, los laicos intervinieron en la vida de la Iglesia, por ejemplo en las
la Iglesia? elecciones episcopales, los concilios, la administración de la Iglesia, etc....
Una actitud de obediencia, claro está. La Iglesia es Cristo. Hay No siempre lo hicieron felizmente. El papel de los príncipes en par-
que obedecer a la Iglesia como a Cristo, ver en sus prescripciones la ticular fue a menudo exorbitante. Pero del análisis de los hechos histó-
expresión de la voluntad de Cristo. El deber de obediencia es a veces ricos se desprende un cierto número de consideraciones que nos ayudan
duro: la obediencia del espíritu es más difícil aún que la obediencia de a fijar lo que pueden hacer los laicos en la Igles;a y con la Iglesia para
la voluntad. En ciertos casos se plantean a la conciencia problemas deli- asegurar su misión pastoral.
cados, cuando el deber no aparece claramente. No es éste el lugar de
discutir las exigencias y los límites de la obediencia. Basta haber recor-
dado su principio, que es irrecusable. 1. Extraits de Dom Guéranger, por L. DIMIER, pág. 275
2. Citado por CONGAR, Jalons..., pág. 328.
LOS LAICOS Y LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA 105
104 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

La evolución de la civilización
La influencia de la vida sobre las Instituciones
Otros tiempos, otras costumbres, se dice. Y es verdad. Si los principios
Para juzgar equitativamente hechos históricos, hay que distinguir en de gobierno de la Iglesia permanecen invariables, su aplicación se presta
efecto entre la estructura y la vida de la Iglesia, entre su aspecto socie-
a modalidades diferentes según las épocas y los lugares. H a y una inter-
tario, jerárqu ; co y su aspecto comunitario. Lo que parece legítimo al nivel
acción inevitable entre evangelización y civilización. La civilización es,
de la vida comunitaria, sería erróneo si se hiciera de ello un principio
ante todo, obra de los laxos; el progreso en el orden económico y social
jerárquico y un verdadero poder.
es el resultado de esfuerzos que corresponden al hombre como tal. N o
«Entendemos por estructura — dice el padre CONGAR — los principios que, procedentes
se dirige a los hombres del siglo xx como a los del x o d e l - x m . La
de Cristo, y con este título, representando con él y por él las causas generatrices de la Iglesia n o legisla de la misma manera en Oriente que en Occidente. Ella
Iglesia, son en ésta como la pars formalis, lo que constituye a los hombres en Iglesia tiene en cuenta las costumbres y las mentalidades diversas para adaptar
de Jesucristo. Son esencialmente el depósito de la fe, el depósito de los sacramentos a ellas sus directrices.
de la fe y los poderes apostólicos que les transmiten uno y otro. La Iglesia tiene por
ello su esencia. «Obligada a vivir en el mundo, la Iglesia no puede liberarse de toda relación con
^Entendemos por vida de la Iglesia la actividad que ejercen los hombres, formados las situaciones sociales cambiantes que condicionan la vida de los pueblos. Para no
en Iglesia por dichos principios, para que esta Iglesia cumpla su misión o alcance su citar más que un ejemplo, en los primeros siglos del cristianismo no se imagina la
fin, que es, a través del espacio y del tiempo, hacer de los hombres y de un mundo centralización romana por la sencilla ra/.ón do que era imposible un contacto seguido
reconciliado el templo comunional de Dios» 1 . con las regiones alejadas, a causa de la dificultad de comunicaciones. Cuando la civi-
lización toma formas nuevas, la legislación eclesiástica se ve obligada a tenerlas en
Un ejemplo hará comprender esta distinción. La presencia de los fieles cuenta. No podía tratar a los ciudadanos del sinlo XX, que viven a la escala mundial,
en la misa y su partic : pación en el sacrificio por la comunión no son de la manera que regía a los cristianos de la edad media. La moral social no define ya
necesarias para la validez de la consagración. Ésta está asegurada por el las relaciones entre patronos y obreros en los términos de las relaciones entre señores
y siervos, entre los maestros de las corporaciones y los cofrades»1.
poder de orden del sacerdote; pero pueden decirse necesarias para que
la vida eucarística de la Iglesia encuentre su expansión y manifieste su
carácter de unidad. Los problemas morales n o se presentan ya exactamente de la misma
Así el papel de los laicos en los concilios o las elecciones eclesiás- manera y las leyes deben, como se ha dicho, «tomar el paso». Así el
ticas, como hemos dicho, no es el ejercicio de u n poder, sino el ejercicio derecho de propiedad no cambia de naturaleza, pero sus aplicaciones
de una actividad, la de miembros que cooperan a la vida del cuerpo por dependen en parte del nivel de cultura de la sociedad. N o se puede pres-
su adhesión, su consentimiento, su información también y la difusión de cindir de la interdependencia cada vez más estrecha que une a los hom-
las decisiones tomadas por la Iglesia. Históricamente, ha habido abusos bres de todos los continentes. Es necesario que cada uno aumente su
y pretensiones inaceptables para regular la vida de la Iglesia; pero pre- contribución personal en provecho de todos. Asimismo tal obligación,
cisamente son abusos que han sido reconocidos como tales. Las reaccio- que salía antes de la caridad, parece ahora ser de la incumbencia de la
nes de la Iglesia han ayudado a restablecer el trazado exacto de las justicia social. Estas modalidades nuevas que afectan a las perspectivas
fronteras. N o se trata de una dualidad de autoridad, sino de un consenti- concretas de la moral cristiana provienen de los cambios aportados por
miento vivo, y por tanto activo, a la autoridad de la Iglesia. los hombres al comportamiento de la v ; da social.
Se ha hablado mucho estos últimos años del principio del método
de encarnación. ¿Qué quería decirse?

1. G. PHILIPS, Le role du láicat dans l'Église, pág. 117.


1. Y. CONGAR, Jalons..., pág. 355.
106 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA 107

«Entendíase por esto que la Iglesia, para alcanzar su fin de santificación, había de
llenar acá en la tierra una tarea de elevación popular. No se mostraba indiferente con
era el derecho desde abajo, por oposición a las leyes dictadas por la
respecto a ningún valor humano, sino que entraba en todo a pie firme. Predicando autoridad eclesiástica, que son el derecho desde arriba. En realidad, no
la justicia social y la caridad fraterna, ayudaba a procurar a las masas un standard hay derecho desde abajo. El derecho consuetudinario no es válido sino
de vida superior. en tanto que la autoridad lo consiente. Como dice el Código de Derecho
sHaciendo esto, se decía y se dice aún, ella toma los hombres coreo son y donde canónico (can. 25): «La costumbre obtiene fuerza de ley en la Iglesia
se encuentran y no les oculta su intención de rehacerles un medio sano... únicamente como consecuencia del consentimiento del superior eclesiás-
»La Iglesia "encarnada" no podía dudar en entrar en contacto con la carne y la tico competente». Y los cánones siguientes determinan las condiciones en
sangre de la sociedad temporal. Debía encontrar a sus adversarios en su propio terreno, que «la comunidad capaz como mínimo de recibir la ley eclesiástica
combatirlos y emplear a este efecto todo medio humano honesto»1. puede introducir una costumbre que tendrá fuerza de ley». (Can. 26).
Es pues, en función de lo que son y de lo que hacen los hombres «El término de comunidad no se entiende como de unanimidad, sino de mayoría
que la Iglesia, sin renunciar a sus principios, inclina su actitud ante los de los miembros interesados por la materia que pretende reglamentar la costumbre.
Todos los que son capaces de realizar actos humanos pueden ser tenidos en cuenta: los
hechos humanos. Los la'oos cristianos están evidentemente en primera menores tanto como los mayores, los inferiores tanto como los superiores. Por ejemplo
fila de este esfuerzo por presentar un rostro simpático de la Iglesia a los en un monasterio, Ja mayoría puede implicar más hermanos que padres, supuesto que
hombres de nuestro tiempo y por hacer su doctrina accesible a las exi- las dos categorías estén suficientemente representadas. La mayoría debe realmente rea-
gencias legítimas de la mentalidad contemporánea. lizar los actos necesarios. No bastaría que diera su consentimiento»1

Vemos pues, lo que la costumbre puede deber a la iniciativa de los


La costumbre fieles. Puede introducirse por la acción de un pequeño grupo, desarrollarse
paulatinamente; no será costumbre hasta que haya tomado consistencia
Las leyes escritas no bastan. A su lado está la costumbre. Consuetudo y no será derecho hasta que haya sido confirmada por la autoridad. Pero
óptima lex. El Derecho de Graciano la definía: «Un cierto derecho esta- sus orígenes pueden ser diversos y en definitiva proceden de la actitud
blecido por los usos». En la Iglesia cristiana, el derecho divino positivo de los mismos usuarios.
nos ha sido transmitido de forma escrita por la Sagrada Escritura o de Si un punto hay en que la autoridad eclesiástica se reserva estricta-
forma oral por la Tradición. Estas directrices venidas de arriba, nadie mente sus derechos, es precisamente en materia litúrgica, y la encíclica
puede intentar eludirlas. Es la via jurís, la vía del derecho. No obstante Mediator Dei ha recordado expresamente que corresponde a la Santa
un gran número de reglas de acción las ha introducido el uso, y a poco Sede legislar en esta materia, «pues la reglamentación de la santa liturgia
las ha extendido y fortificado en la Iglesia la costumbre. Es la via facti, depende enteramente de su apreciación y de su voluntad». Y no obstante
la vía del comportamiento de hecho o de la costumbre. El Derecho una reciente nota de la Com'sión Apostólica de Pastoral y de Liturgia
Canónico le reconoce con ciertas condiciones el valor de derecho y fija (17 de mayo de 1954) ha enseñado que pueden tomarse ciertas iniciativas
las reglas de su validez. Por esta vía secundaria la comunidad puede in- para modificar las reglas existentes «a condición de que los nuevos usos
fluir sobre la leg;slación e impedirle que se cuaje. Es, en efecto, la inicia- realicen las condiciones previstas por el propio legislador en el derecho
tiva de la comunidad, de los laicos tanto como del clero, lo que hallamos canónico en el título «De la costumbre». Y precisa estas condiciones:
en el origen de la costumbre. Se trata a menudo de tradiciones más o «Un uso contrario a la ley puede adquirir legítimamente fuerza legal si reúne las
menos antiguas que acaban por tomar cuerpo e imponerse a todos los tres condiciones siguientes:
miembros de una comunidad. Son finalmente los usuarios los responsa- »le Ser practicado por una comunidad capaz de recibir una ley y por tanto de
bles de ciertas prácticas introducidas para responder a neces'dades o hacer instaurar una costumbre destinada a tener fuerza de ley: Iglesia universal, nación,
arreglos indicados por las circunstancias. Se ha dicho que la costumbre diócesis, cabildo, parroquia...

1. Id., pág. 126. 1. R. NAZ, Traite de droit canonique, I, pág. 147.

Mfc.' %l
108 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LOS LAICOS Y LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA 109

»2» Haber sido practicada durante cuarenta años seguidos para los casos ordina- se les consulta para una decisión que haya que tomar respecto a la ges-
rios; y durante cien años o durante un tiempo inmemorial cuando la ley invalidada por tión de los bienes de edificio o al arreglo de la Iglesia o a la construc-
este uso contiene una cláusula que prohiba toda costumbre contraria... ción de una sala parroquial.
»39 Ser razonable, sin ninguna duda posible, es decir, no ser ni haber sido objeto Y desde el punto de vista espiritual, ¿no tienen el derecho de ser
de ninguna reprobación romana... y además, ser positivamente loable.» escuchados? No hablo aquí de la Acc'ón Católica como apostolado.
Es por definición obra de los laicos, como diremos más adelante. Sino
Estas condiciones suponen evidentemente mucha prudencia por parte que hablo de los laicos en cuanto son representativos de un medio
de la Autoridad eclesiástica, pero por su mismo hecho reconocen la social. Pueden aportar a sus pastores las reacciones de su medio y lle-
posibilidad para los laicos de intervenir en las prescripciones que rigen varlos a comprender mejor sus necesidades.
la vida de la Iglesia. Se habla de una espiritualidad de los laicos. ¿No son los primeros
en reflexionar sobre sus problemas de vida y sobre los consejos que
desean recibir? Hemos vislo por ejemplo cuánto han aportado los retiros
El papel de la opinión pública de prometidos o de matrimonios jóvenes no sólo a los propios asistentes,
sino a los predicadores, por la manera de plantearse los problemas de
Cuanto más vivo y bien organizado es un pueblo, más se establece conciencia en unos y en otros.
el diálogo entre él y sus jefes. La opinión pública es reina, se dice. Lo mismo podría decirse de muchas otras cuestiones: las de la edu-
A veces es incluso despótica. Pero no podemos prescindir de ella. Es cación cristiana, de la escuela, de la prensa, del cine... Sobre todos estos
a menudo indicio de una necesidad, de un deseo, de una pena. La Iglesia asuntos, padres y madres de familia han de expresar su opinión. No a
escucha a sus hijos. El papa Pío XII escribía: título de poderes que les serían conferidos, sino a título de sus respon-
sabilidades cristianas y de su participación en la vida de la Iglesia.
«Ahogar la opinión de los ciudadanos, reducirla al silencio forzoso, es, a los ojos En la medida que los laicos serán consultados sobre los problemas
de todo cristiano, un atentado al derecho natural del hombre, una violación del orden de su competencia, ayudarán a la Iglesia a ajustar sus soluciones según
del mundo tal como Dios lo ha establecido... las exigencias del momento. Y por otra parte, sabiendo que se toman en
Quisiéramos aún añadir una palabra relativa a la opinión pública en el seno mismo
cuenta sus experiencias y sus legítimas aspiraciones, serán naturalmente
de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). No puede
haber lugar a extrañarse de ello, sino entre los que no conocen la Iglesia o que la
los difusores del pensamiento de ia Iglesia. Darán y recibirán a la vez. Se
conocen mal. Pues al fin es un cuerpo vivo y faltaría algo a su vida si careciera de la sentirán solidarios de su parroquia, de su diócesis, de la Iglesia. Serán sus
opinión pública, carencia cuya vergüenza recaería sobre los pastores y sobre los fieles»1. miembros activos, miembros irradiantes.

La opinión pública no es sino un medio de información, pero en la


hora presente ha tomado formas más científicas; encuestas pastorales,
encuestas sociológicas, gráficas y estadísticas que concernen a la práctica
religiosa. Estos métodos y estos instrumentos de trabajo convienen
perfectamente a los laicos.
En cuanto al diálogo, puede también presentársele bajo formas va-
riadas. En el plano de lo temporal de la Iglesia, es claro que los laicos
pueden tener su palabra que decir, en lo que concierne a la adminis-
tración parroquial, si se recurre a sus servicios como es de desear. Los
fieles aportan de buen grado su dedicación y su competencia cuando

1. Pío XII, Comunicado al Congreso de la Prensa católica, en Roma, 18-11-1950.


EL DEBER DEL APOSTOLADO 111

El papa Pío XII lo recordó una vez más en su discurso en el II Con-


greso mundial del Apostolado de los laicos (5 de octubre de ¡957):

CUARTA PARTE «Todos los miembros de la Iglesia, como hemos dicho Nos mismo en la Encíclica
Mystici Corporis Christi, están llamados a colaborar en la edificación y el perfecciona-
miento del cuerpo místico de Cristo. Todos son personas libres y por tanto deben
EL APOSTOLADO DE LOS LAICOS ser activos»1.

Y añadía:
CAPITULO PRIMERO «Si la historia muestra que, desde el origen de la Iglesia, los laicos tomaban parte
en la actividad que el sacerdote despliega al servicio de la Iglesia, es cierto que hoy
EL DEBER DEL APOSTOLADO más que nunca deben prestar esta colaboración con mucho más fervor "para la edifi-
cación del Cuerpo de Cristo" (Efesios 4, 12) en todas las formas del apostolado, en par-
ticular cuando se trata de hacer penetrar el espíritu cristiano en toda la vida familiar,
social, económica y política»2.
Según el título del libro de monseñor Suéneos, obispo auxiliar de
Malinas, la Iglesia está «en estado de misión». La orden que recibió
de Jesús: «Id, enseñad a todas las naciones...» sigue sendo actual.
El apostolado forma parte de la esencia misma de la Iglesia. Puesto que Fundamentos del deber del apostolado
ella tiene por fin reunir a todos los hombres en la unión a Cristo,
estará, hasta el día de la consumación final, en estado de misión. El deber de apostolado brota para el cristiano de su baut'smo y de
Porque es de la Iglesia, el laico participa de esta acc'ón apostólica. su confirmación. El carácter que imprimen estos sacramentos hace a los
El puesto que tiene en la Iglesia le da el deber de aportar su concurso, fieles partícipes del sacerdocio de Cristo. Convertidos por el bautismo y
en la medida en que es hábil para hacerlo, al esfuerzo de la Iglesia en la confirmación en miembros del cuerpo místico y revestidos de esta
todos los planos en que ejerce su actividad. Todo cristiano debe, en el dign'dad que hace de ellos «una raza escogida, un sacerdocio real, un
grado que sea, ser apóstol, es decir, trabajar para la extensión del mensaje pueblo que Dios ha conquistado» :>, son llevados, por una ley de solidari-
evangélico, para el ahondamiento de la fe en las almas, para la d'fusión dad sobrenatural, a trabajar en el Reino de Dios. El papa Pío XI lo
de la caridad cristiana, para el arraigo del amor de Cristo en los cora- ", "afirmó de una manera vigorosa:
zones. Todo cristiano debe entrar en el espíritu de san Pablo Cuando
escribía a los Efesios: «Son los propios sacramentos del bautismo y de la confirmación los que imponen,
entre otras obligaciones, la del apostolado, es decir, del auxilio espiritual del prójimo.
«Sí, a mí, el menor de todos los cristianos, me ha sido dada esta gracia de anunciar En efecto, por la confirmación se es soldado de Cristo. ¿Quién no ve, pues, que el
a los paganos la insondable riqueza de Cristo, y de dar a la luz el plan de este mis- soldado debe afrontar las fatigas y los combates menos por sí mismo que por los
terio, que ha estado oculto desde el origen de los siglos en Dios creador de todas las otros? Pero, si bien de una manera menos evidente para los profanos, el bautismo
cosas, a fin de que por medio de la Iglesia sea ahora revelado a los Principados y Do- también impone el deber del apostolado, puesto que es por él que nos hacemos miem-
minaciones que están en los cielos la sabiduría infinitamente diversa de Dios. Y esto, bros de la Iglesia, es decir, de] Cuerpo Místico de Cristo. Entre los miembros de este
conforme al eterno designio que él ha realizado en Cristo Jesús nuestro Señor, que Cueipo — es el caso de cualquier organismo — es preciso, ya que participa de la mis-
nos da, si tenemos fe en él, el valor de acercarnos a Dios con confianza»1.

1. Cf. «Documentaron Catholique». 10 nov. 1957. Col. 1.416.


2. Id., col. 1.417.
1. Efesios 3, 8-12. 3. / Pedro 2, 9.
EL DEBER DEL APOSTOLADO 113
112 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

Hay también medios de vida que están cerrados a la influencia directa


.ma vida, que haya entre ellos la solidaridad de intereses, una comunicación recíproca:
del sacerdote. U n o p : ensa en primer lugar en el ambiente obrero de
multi unum corpus sumus in Christo, singuli autem atter alícrius membra (Romanos,
12, 5). Un miembro debe ayudar a los otros; ninguno puede permanecer inactivo; nuestras grandes ciudades y de sus suburbios. H a y — s e ha dicho — un
cada uno recibe, cada uno debe dar a su vez. Así, todo cristiano recibe la vida sobre- muro entre la Iglesia y la clase obrera. El clero no puede franquear fá-
natural, que -circula en las venas del cuerpo místico de Cristo, esta vida sobreabundante cilmente este muro. Los obreros cristianos, que viven en el trabajo con sus
que él mismo afirma habernos aportado: Veni ul vitam habeaitt el abundantius habeant compañeros, pueden ser los mensajeros del evangelio. Pero hay otros
(Juan 10, 10); y todo cristiano, en consecuencia, debe transfundir esta vida en otros ambientes, de negocios o científicos, técnicos, en que el pensamiento de
que no la posean o que no la posean sino en una pequeña medida y solamente en la Igles : a es igualmente desconocido o mal conocido. También allí pueden
apariencia»1.
hacer penetrar el espíritu cristiano sólo los que forman parte de estos
ambientes a título de elementos estables e incorporados.
Razones actuales del apostolado de los laicos

¿Es a causa ilcl pequeño número ele sacerdotes en la hora presente


por lo que aparece purliciilumicnlc necesario el apostolado de los laicos? Límites del deber del apostolado
Sí y no.
Sí, portiue evidentemente el sacerdote puede y debe ser suplido por
Si todo cristiano debe ser apóstol, no se sigue que esté obligado a
laicos en ciertas tareas, sobre todo materiales, a fin de poder consagrarse
comprometerse en todas las formas de apostolado que más adelante
más plenamente a su ministerio espiritual.
distinguiremos. Todo depende de la s i t u a r o n en que se halla. Hay, como
No, porque la Iglesia ha dirigido siempre su llamada a la colaboración
veremos, un apostolado en sentido amplio, aunque el deber existe para
del laicado. H a habido siempre formas de apostolado que le convenían
todos; pero no puede hacerse obligación para todos formar parte de
y que no eran de la competenc : a exclusiva del clero. En la hora actual
tal o cual movimiento de Acción Católica o de tal organización social.
más que nunca, como ha subrayado últimamente el santa p a d r e :
Hay una cuestión de vocación, es decir de respuesta a los designios de
«Incluso prescindiendo de la escasez de sacerdotes, las relaciones entre la Iglesia y
Dios sobre un alma. Esta advertencia n o minim'za el deber de apostolado,
el mundo exigen la intervención de los apóstoles laicos. La consecratio mundi es esen- sino que quiere especificarlo según las circunstancias, las aptitudes, las
cialmente obra de los propios laicos, hombres que están mezclados íntimamente con la llamadas de la gracia, las posibilidades prácticas de cada uno. Es pre-
vida económica y social, participando en el gobierno y en las asambleas legislativas. Asi- cisamente lo que declaró el papa en el I Congreso mundial del Apos-
mismo las células católicas que deben crearse entre los trabajadores, en cada fábrica y tolado de los laicos (14 de octubre de 1951).
en cada centro de trabajao, para conducir a la Iglesia los que están separados de ella,
no pueden ser constituidas sino por los mismos trabajadores»2. «No se puede exigir que se cargue de obras de este apostolado (en el sentido es-
tricto) a la esposa, a la madre, que educa cristianamente a sus hijos y que además
Dicho de otro modo, hay problemas que dependen más de la activi- debe aceptar trabajo a domicilio para ayudar a su marido a alimentar a los suyos.
dad de los laicos, como consecuencia de las incidencias de orden tem- La vocación de apóstoles, pues, no se dirige a todos»1.
poral que implican. Son especialmente los problemas que atañen a la civi-
lización. Reclaman a menudo una competencia, una experiencia, una Por lo menos no se dirige a todos de la misma manera. Pues si el
larga serie de trabajos que no pueden adquirir los sacerdotes además de cumplimiento de un deber de estado, tal como el sumo pontífice lo
sus deberes profesionales. Piénsese por ejemplo en la organización de la describe, no es un apostolado en sentido estricto, es n o obstante, dice,
Investigación Científica, en que tantos intereses espirituales pueden ser «un poderoso e irreemplazable valor para el bien de las almas».
salvaguardados o corren el peligro de ser desconocidos y transgredidos.

1. Pío XI, Carta Ex officiosis litteris, 10 nov. 1933. 1. Cf. Les Enseignements Pontificaux. Le láicat. Desclée, ns 909.
2. «Documentaron Catholique», col. 1.417.
LAS DIFERENTES FORMAS DEL APOSTOLADO DE LOS LAIOOS 115

tirios y enseñar a los bautizados, como precio de un duro esfuerzo, a hacerse perfectos
cristianos»1.

Apostolado e n sentido estricto y en sentido amplio

En el I Congreso del Apostolado de los laicos de 1951, Pío XII


había ya distinguido el apostolado en sentido lato, y que se impone
a todos: el buen ejemplo, la oración, el sacrificio — y el apostolado
propiamente dicho. Repitiendo esta disl ilición en el II Congreso mundial
en octubre de 1957, el papa, reconociendo que el apostolado de la ora-
CAPITULO II ción y del ejemplo, en la familia, en la enseñanza y en la profesión
no constituye el apostolado propiamente dicho, alababa sus beneficios. En
LAS D I F E R E N T E S FORMAS D E L APOSTOLADO cuanto al apostolado de los laicos en sentido estricto, lo definía así:
«Consiste en que los laicos tomen a cargo tareas que se deriven de la
D E LOS LAICOS misión confiada por Cristo a su Iglesia. Hemos visto que este aposto-
lado es siempre apostolado de laicos y no se convierte en «apostolado
jerárquico», ni siquiera cuando se ejerce por mandato de la jerarquía» ".
E l apostolado e n general

El apostolado en sentido ampMof


El problema del apostolado es en sí mismo muy complejo. Las pistas
apostólicas se abren en todas direcciones. El avance del reino de Dios,
Dejando de lado por el momento el apostolado' en sentido estricto
que es el fin de todo esfuerzo apostólico, puede hacerse en los diversos
y esencialmente el apostolado de la Acción Católica, de Ir ,-í cuales habla-
dominios de la act'vidad humana. Limitémosnos a las líneas esenciales.
remos más adelante, veamos primero cuáles son a los i o s mismos del
Cuando se habla de apostolado, ¿qué quiere decirse? H a y apostolado
y apostolado. D e una manera general el apostolado cristiano responde papa las formas del apostolado en sentido amplio.
a las exigencias de la nrsión de la Iglesia, que es restaurarlo todo en
Cristo. — La oración.

En primer lugar la oración, es decir, el recurso a Df 1 0 s P o r t l u e e s


«El objeto propio del apostolado de la Iglesia es llevar hasta los hombres el obse-
la fuente principal de eficacia para el apostolado. Así el ¿ ? a P a ™° X "
quio divino y procurar su unión con Dios»1.
dirigiéndose a los militantes de Acción Católica italiana en * u n a época
particularmente crítica, el 4 de septiembre de 1940, les decía' i ] c o n u n a
Hablando a los dirigentes de la Acción Católica italiana el 3 de mayo insistencia emocionada: '"_.
un,
de 1951, Pío XII precisaba el concepto mismo del apostolado en estos
«¡Rogad, rogad, rogad! La oración es la llave de los tesoros de Dios. Es el i m n a
términos:
del combate y de la victoria, en toda lucha por el bien y contra, el real. ¡Qué no podrá
la oración que adora, pide, suplica, da gracias!»11.
«No consiste éste solamente en anunciar la buena nueva, sino también en conducir
a los hombres a las fuentes de salvación, respetando plenamente su libertad, en conver-
1. Le laicat. Les enselgnements pontificóla presentes par les Molnes a"e Solesmes,
número 878.
2. «Documentaron Catholique», col. 1.418.
1. A. CHAVANNE, Église et Aposlolat, pág. 144. 3. Le laicat..., n» 714.
116 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LAS DIFERENTES FORMAS DEL APOSTOLADO DE LOS LAICOS 117

Con ocasión del centenario del Apostolado de la Oración, en la Carta prueba, bajo una forma u otra, en su esfuerzo apostólico. En lugar de
Cum próximo de 16 de junio de 1944, recordaba los principios doctrina- descorazonarse, ve en ello una razón de esperanza; y encuentra toda su
les que había formulado san Pablo: confianza en la misericordia de Dios que le da a compartir la cruz de
«No es el que planta quien es algo, ni quien riega, sino sólo Dios que hace crecer»1. Cristo y le hace participar del misterio de la Redención.

Y más recientemente, el 12 de marzo de 1956, escribiendo al Presi- — El deber de estado.


dente de la Conferencia de las Organizaciones internacionales catóUcas,
el sumo pontífice declaraba: Uno de los puntos sobre que insisten a menudo ias enseñanzas ponti-
ficias es la importancia, desde el punió de vista apostólico, del deber
«Cualquiera que se preocupe por un apostolado mejor organizado y por tanto más de estado cumplido con intención sobrenatural. Ya León XIII en la
eficaz, debe recordar que no hay eficacia concebible — en la parroquia como en el plano encíclica Immortalc Dei (1 de noviembre de 1885) había afirmado sobre
internacional — si la gracia no fecunda sus trabajos. Sea cual fuere la amplitud de nues- los deberes de los católicos en la acción cívica y política:
tras empresas apostólicas, sólo Dios da el crecimiento; y la oración sigue siendo, con
la caridad y el sacrificio, la gran arma espiritual del apóstol»2. El primer deber de cada uno es conformar muy exactamente su vida y sus cos-
tumbres a los preceptos del evangelio, y no recular ante lo que la virtud cristiana im-
pone como algo difícil de cumplir y de soportar» 1 .
— El espíritu de sacrificio.
Pío XI, en la Carta Con singular (18 jde enero de 1939) a los obispos
Con la oración:, el papa insiste sobre la necesidad del «espíritu de de las Filipinas, insistía en las razones de ser de la Acción Católica.
sacrificio que es la güan ley y la condición de la fecundidad del aposto- Mostraba cómo los militantes deben tender a la restauración cristiana de
lado». El sacrificio 4e que se trata es el de la vida cotidiana, el que la familia y por esto, decía, reaccionarán ante todo y por encima de todo
encuentra todo crrüíano decidido a vivir de la vida de Cristo y a hacer viviendo ellos santamente en el estado del matrimonio*.
vivir de ella z- los que le rodean. La ruta del apóstol está sembrada de Desde el principio de su pontificado, Pío XII (encíclica Summi Pon-
pequeñas cruc r" No hay más que recogerlas con valor y con amor. El tificatus de 20 de octubre de 1939) había repetido las mismas ideas citan-
mérito de la act ;ptación de estas cruces viene de su unión a la cruz de do las bellas palabras de san Agustín:
Cristo. Es sobre todo en el sacrificio de la misa donde se realiza la unión
de nuestra vida al Calvario. Pío XII recuerda y comenta a los directores «Cuando oiréis, hermanos, que Cristo dice: "Allí donde estoy yo, allí está tam-
del Apostelad^) de la Oración, el 27 de septiembre de 1956, las palabras bién mi ministro", guardaos de pensar solamente en los diligentes obispos y clérigos.
de la Imitaci<Hn de Jesucristo: Vosotros también, a vuestra manera, sois los ministros de Cristo, viviendo dignamente,
haciendo limosna, predicando su nombre y su doctrina a los que podáis, para que a este
«En la cru/¿ > c o n i o s brazos extendidos y el cuerpo desnudo, me ofrecí espontánea- mismo nombre cada padre de familia reconozca que es deudor de afecto paterno a los
mente al P a ^ r e por tus pecados, hasta el punto que nada quedaba en mí que no fuese suyos. Que sea por Cristo y por la vida eterna que les reprenda, les enseñe, les exhor-
sacrificio ¿ e expiación ofrecido a la justicia divina: así tú debes ofrecerte libremente te, les corrija, les sea benévolo o ejerza sobre ellos su autoridad; pues así llenará en
a mí l£, 0 ¡,i a ción pura y santa, cada día en la misa, con todas las fuerzas, con todos los su casa el oficio del sacerdote y hasta, en cierto modo, el del obispo, siendo ministro
sen
^ .tímientos de tu alma, tan profundamente como sea posible.» de Cristo acá abajo, para estar eternamente con Él»2.

Por más que en la hora actual el mundo que nos rodea rechaza esta Se comprende así que el santo padre se haya preguntado, en el I Con-
idea del sufrimiento, del sacrificio, de la mortificación, como contrario greso mundial del Apostolado de los laicos, si el cumplimiento de este
al desarrollo humano, el nrlitante cristiano sabe que no escapará a la deber de estado no es un apostolado propiamente dicho:

i. /< i. id., n« 134.


2. Le 2. Jd., ns 694.
LAS DIFERENTES FORMAS DEL APOSTOLADO DE LOS LAICOS 119
118 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

«Es difícil, seguramente, trazar con precisión la línea de demarcación a partir de tal como los sumos pontífices lo han definido. Éste se presenta bajo un
la cual comienza el apostolado de los laicos propiamente dicho. ¿Es preciso, por ejem- doble aspecto: puede ser libro u organizado. Esta distinción había sido
plo, incluir en él la educación, ya sea dada por la madre de familia, o por institutores ya aportada por Pío XII en el primer Congreso del Apostolado de los
e institutrices santamente celosos en la práctica de su profesión pedagógica; o bien la laicos:
conducta del médico reputado y francamente católico, cuya conducta no transige jamás
cuando la ley natural y divina están en juego, y que milita con todas sus fuerzas en «El apostolado de los laicos en sentido propio es, sin duda, en gran parte, organi-
favor de la dignidad humana de los esposos, de los derechos sagrados de su progenie; zado dentro de la Acción Católica y otras instituciones de actividad apostólica apro-
o también la acción de un hombre de Estado católico por una amplia política de la badas por la Iglesia; pero, fuera de éstas, puede haber y hay apóstoles laicos, hombres
vivienda en favor de los menos afortunados?» 1 . y mujeres, que miran el bien que pueden hacer y las posibilidades y medios de hacerlo,
y lo hacen, preocupados únicamente por gana/ las almas a la verdad y a la gracia.
Pensamos también en tantos laicos excelentes, que, en las regiones en que la Iglesia
— El testimonio de la vida. es perseguida como lo era en los primeros siglos del cristianismo, supliendo como mejor
pueden a los sacerdotes encarcelados, hasta con peligro de su vida, enseñan a su alre-
Y es que el cumplimiento de su deber de estado en una fidelidad dedor la doctrina cristiana, instruyen sobre la vida religiosa y lu justa manera de pensar
absoluta a la voluntad de Dios y a las directrices de la santa Iglesia es católica, conducen a la frecuencia de los sacramentos y a la práctica de las devociones,
un testimonio. Y el testimonio está en la base de todo trabajo apostó- especialmente de la devoción eucarística. A todos estos laicos los veis que actúan;
lico en la hora actual. Lo que se reprocha a menudo a los católicos de no os preocupéis de preguntarles a qué organización pertenecen; más bien admiradlos
y reconoced <3e buen grado el bien que hacen»1.
hoy, es el divorcio práctico entre las doctrinas que profesan y la conducta
que observan. Dar el ejemplo hoy no es obra de palabras o de declara-
ciones, sino de actos, La llamada de los sumos pontífices a una vida La Acción Católica lleva el carácter de un apostolado oficial de los
ejemplar está especialmente al unísono con las aspiraciones modernas. lai eos. Lo veremos mejor más adelante. Pero aparte de que no es la
única forma de apostolado organizado, no debe reivindicar el monopolio
Esto expresaba Pío XII a los catóücos suizos en 1949:
del apostolado de los laicos tomado en toda su acepción.
«No llegaréis nunca a forzar la atención y el aprecio del hombre de la masa sólo
con la organización, por perfecta que pueda ser, pues en los cuadros de la organización «Pues a su lado subsiste el apostolado laico libre. Individuos o grupos pueden po-
nerse a la disposición de la jerarquía y verse confiar por ella, por un tiempo fijo o in-
os será siempre igual, si no superior. Pero ponedle a la vista la personalidad del cató-
determinado, ciertas tareas, para las cuales reciben mandato» 2 .
lico, del cristiano, con la mirada alegremente extendida, que hace resplandecer por
fuera la fe viva que rebosa de su corazón. Entonces sí, podrá ser que, a su vista, vuelva
de su negligencia religiosa, de su embotamiento, vacío de la fe en Dios, y recobre el
Se senté en estas líneas la voluntad de la Iglesia de desplegar el aba-
sentimiento de su dignidad humana, de su responsabilidad moral» 3 .
nico de las actividades apostólicas a la dimensión de las iniciativas gene-
rosas que germinan en el suelo cristiano y de no dejar marchitar en la
Uno no se resiste a la influencia misteriosa de un alma que ha sabido indiferencia o en la reprobación las flores nacidas de un impulso apos-
hacerse simpática por su sencillez, su lealtad, su delicadeza, su caridad. tólico auténtico.
Su ejemplo se infiltra secretamente y transforma a los demás desde el
interior. El testimonio es un medio auténtico de apostolado. Apostolado directo y apostolado indirecto

Puede aún distinguirse el apostolado directo de los laicos y el apos-


Apostolado libre y apostolado organizado
tolado indirecto en relación con la misión de la Iglesia.
El apostolado directo de los laicos corresponde a aquél «por el cual
Este apostolado de la oración, del sacrificio, del deber de estado, por la Iglesia hace oír explícitamente a los hombres la llamada de Dios»'.
importante que sea, deja el campo libre al apostolado propiamente dicho,
1. Id., no 911.
2. «Documentation Catholique», col. 1.419.
i. w., n» 9io. 3. A. CHAVASSE, Eglise et Apostóla, pág. 145.
2. Id., no 827,
120 LOS LAICOS TAMBléN SON IGLESIA

Es la cooperación a la labor propia de la Iglesia, que es una misión evan-


gelizados. La Iglesia tiene por fin conducir las almas a Dios por la pre-
dicación de la verdad y el don de la vida sobrenatural. Esta misión es
confiada propiamente a la jerarquía, ayudada por los sacerdotes. Pero
los laicos son llamados a participar en esta misión de salvación, en cola-
boración con el apostolado jerárquico. Es el objetivo principal asignado
a la Acción Católica. Todo lo que hemos dicho hasta aquí correspon-
de a este apostolado.
El apostolado indirecto de los laicos es la cooperación a la obra civi-
lizadora de la Iglesia. Pero es preciso extenderse sobre esta expresión. CAPITULO III
Como hace observar M. Chavasse: «La civilización no es obra de la
Iglesia y hay que desconfiar de los apologistas bien intencionados, pero
LA ACCIÓN CATÓLICA*
mal informados, que alaban la obra civilizadora de la Iglesia, como si
no hubiera ninguna d:stinción entre la naturaleza y lo sobrenatural o entre
la civilización y la religión. La acción propiamente religiosa de la Iglesia,
resuena no obstante hasta el corazón de la civilización, pues, eliminando Todo cristiano, hemos dicho, debe ser un apóstol. Pero en la hora
el pecado, la Iglesia rectifica de rechazo la naturaleza misma y le permite actual, en un mundo que se estructura en el plano de las instituciones
recobrar esta corrección natural que, según la frase de santo Tomás, la nacionales e internacionales, que se construye bajo el signo de la técnica,
hace "apta para ser ordenada a Dios" por la gracia {ordinabüe ad de la organización, de la ef:cacia, del apostolado individual, el apostolado
Deum)» \ libre no basta. Hace falta un apostolado organizado: esto es, ante todo,
El apostolado directo de la Iglesia tiene por fin el Reino de Dios. la Acción Católica.
Trabajando por la constitución del Reino, ella libera al hombre del pe- El apostolado de los laicos ha existido siempre, la Acción Católica en
cado que lo encerraba en sí mismo y encadenaba la civilización en el su forma precisa es de fundación reciente. Se podría segur en el curso
orden del bien material, sin abertura al más allá. Ella libera así la civi- de los últimos pontificados, desde Benedicto' XV hasta nuestros días, el
l'zación de una hipotética deuda al pecado, negador de trascendencia. anuncio y la preparación lejana de la A. C. Tomó verdaderamente
Y ésta se hace entonces apta para ser ordenada a Dios, fin último. cuerpo con Pío XI. La definió desde el principio de su pontificado: La
participación de los laicos en el apostolado jerárquico. A menudo volvió
«Así, al tiempo que conserva su autonomía propia, la civilización trabaja indirecta,
pero realmente, por el Reino de Dios. Haciendo esto no se sale de su propia compe-
sobre esta definición. Una fórmula desarrollada es la que encontramos
tencia, ya que la aptitud que ella procura se identifica con la relación exacta que debe en una Carta a la pres'dente de la Unión internacional de Jas Asocia-
asegurar entre el acto y el fin creado. Esta aptitud no constituye menos uno de sus ciones femeninas católicas (30 de julio de 1928). Felicita a esta Unión que
objetivos auténticos, y el cristiano que se propone asegurarlo trabajando para construir
un mundo humano correcto merece también el título de apóstol»2. «ha comprendido perfectamente y realiza la verdadera Acción Católica, tal como
Nos la queremos y tal como la hemos definido varias veces: participación de los laicos
Esta búsqueda de una civilización abierta a las posibilidades de una en el apostolado jerárquico para la defensa de los principios religiosos y morales, para
vida cristiana, si bien corresponde normalmente a los laicos, no es ajena el desarrollo de una sana y benéfica acción social, bajo la guía de la autoridad ecle-
a las perspectivas de la Iglesia. Y la célebre frase del papa permanece siástica, fuera y por encima de todos los partidos políticos, a fin de instaurar la vida
siempre verdadera: «La Iglesia no evangeliza civilizando: civiliza evan- católica en la familia y en la sociedad»2.
gel-'zando».
1. Para más detalles sobre este tema, véase en la misma colección el nQ 102,
1. Id., pág. 148. :U'Action Catholique» por monseñor Garrone.
2. Id., pág. 157. 2. Le laicat..., n'-' 465.
LA ACCIÓN CATÓLICA 123
122 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

Y la Asamblea de los cardenales y arzobispos añade aún:


La idea general de Pío XI, que él mismo atribuye a una inspiración
divina, es dejar s:tio al laicado, como tal, en la obra apostólica de la «Los miembros de los Movimientos de Acción Católica no son vicarios laicos. Muy
Iglesia. Ligándolo a la jerarquía, dándole una organización, proponiéndole lejos de atentar a la dignidad de su misión propia de los laicos y de modificar su natu-
un fin esencialmente apostólico, Pió XI daba así al laicado una especie raleza, el mandato confiere a este apostolado del laicado organizado un valor oficial y
de misión oficial en la Iglesia. Pero no se trataba de una participación en un carácter público en la Iglesia, dejándolo en su línea de apostolado de laicos»
los poderes de la jerarquía. «La Acción Católica es la participación en el
apostolado jerárquico, pero no en la misma jerarquía» dicen los obispos Una nueva nota de la A. C. de marzo de 1955 confirma estas premi-
alemanes en la conferencia de Fulda en 1933. Y los cardenales y arzo- sas anteriores y recuerda que la A. C. es «un apostolado organizado»
bispos franceses dicen en el mismo sentido en marzo de 1946: «La A. C. y que ha recibido de la propia Iglesia su estatuto».
no es una participación de los laicos en el poder de la Jerarquía en su Es gracias a este mandato que los Movimientos de A. C. se hacen
función de magisterio...» Movimientos de Iglesia y no sólo Movimientos en la Iglesia.
Así el papa Pío XII adopta perfectamente el vocablo: colaboración
de los laicos en el apostolado jerárquico. Pío XI había empleado también
esta expresión y no hay que ver una divergencia entre el pensamiento de Las dos tareas esenciales de la Acción Católica
Pío XI y el de Pío XII, pues la insistencia en recomendar la A. C. es
la misma en los dos pontífices. Sólo que la expresión «colaboración de los
laicos» parece más feliz, porque no da pie a ciertas discusiones levantadas Las dos tareas esenciales que se presentan en la hora actual a la
por los teólogos. Acc'ón Católica de Francia han sido bien determinadas por la Declara-
En las premisas actuales, lo que caracteriza a la A. C. y la distingue ción del Episcopado a la Asamblea plenaria de 1954, titulada : «La Igle-
de cualquier otra actividad apostólica, hasta propiamente espiritual y co- sia en el seno del mundo moderno y de cara a las civilizaciones nuevas».
lectiva, es que es a la vez organizada y mandada. El cardenal Pizzardo,
después de haber hablado de un apostolado «genérico» y variado anterior Dos tareas: «la una misionera, la otra en las comunidades cristianas. No hay que
substituir la una por la otra. No hay que oponerlas ni confundirlas. Son distintas y
a la Acción Católica, la definía así: «la organización de los laicos que, res-
complementarias en la única y gran misión confiada a la Iglesia de unir a los hombres
pondiendo a la llamada de la autoridad eclesiástica, actúan, en virtud de con Dios respondiendo a las necesidades apostólicas de cada generación.»
un mandato especial, de forma que le presten un apostolado auxiliar
para la dilatación del cuerpo místico».
Esta noción de mandato ha sido objeto de comentarios bastante diver- — La tarea misionera.
gentes. La Asamblea de arzobispos y cardenales lo ha precisado así (marzo
de 1949): No hay necesidad de ir al centro de África o a las lejanas regiones de
«Pero porque la Acción Católica es un apostolado colectivo y organizado por la China para encontrar hombres que no tienen o que ya no t:enen ningún
Iglesia, existe entre los movimientos mismos y la jerarquía otro lazo, lazo de subor- contacto con la Iglesia. En Francia, en ciertas regiones rurales o en los
dinación y de coordinación. suburbios obreros de las ciudades, hay grupos enteros de hombres que
La palabra «mandato» que emplean varios documentos de la Santa Sede y del epis- se han vuelto ajenos al pensamiento de la Iglesia.
copado francés, ha parecido definir convenientemente estas relaciones de la jerarquía y
del laicado organizado. Haría falta, sin embargo, no darle el sentido restringido que «La jerarquía siente muy vivamente su responsabilidad frente a estas masas de hom-
tiene en la lengua jurídica francesa. bres que ignoran el mensaje del Divino Redentor. Su tarea tiene también por objeto
El mandato es dado al Movimiento. Le asigna un campo de acción en el interior reunir y alcanzar a los incrédulos, por la presencia y la acción, en estos medios
del cual los laicos tienen su plena responsabilidad para buscar los medios necesarios al amputados a la Iglesia, de un laicado cristiano, solidario de este mundo a cuyo seno
cumplimiento de tu apostolado. La jerarquía juzga, desde un punto de vista espiritual, lleva el testimonio de la caridad de Cristo y cumplirá más y más la misión de
el valor y el espíritu de los métodos, como también las consecuencias de sus aplica- evangeíización que le confía la Iglesia.»
ciones. Pero deja a los laicos su responsabilidad en la acción y les otorga confianza.»
124 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LA ACCIÓN CATÓLICA 125

Cuando se habla de descristianización, se piensa sobre todo en el tengan un origen y una historia distintas, tienden cada vez más a unir
mundo obrero, pero hay otros ambientes de vida de donde el cristia- sus esfuerzos. Cada vez más hacen una campaña anual común para hacer
nismo ha sido progresivamente eliminado: medios rurales, medios de ne- penetrar ciertas ideas o para realizar ciertos objetivos.
gocios, medios científicos, medios «independientes» o burgueses. A todos Su fin común es vivifxar la parroquia, hacer de ella una comunidad
estos ambientes se ext ; ende la solicitud de la Iglesia. viva y auténticamente cristiana. Se insiste también sobre la renovación
de la Liturgia, que hace participar a los fieles en las plegarias y los cantos
— La tarea de las comunidades y de las instituciones cristianas. de la Igles'a. Se despiertan vocaciones de catequistas, hombres o mujeres,
para esparcir la semilla del evangelio entre la población infantil. Se hacen
N o basta que el mensaje evangélico sea anunciado a los que no lo esfuerzos para renovar la piedad adaptándola a las exigencias de la espi-
han recibido. Es preciso que los beneficiarios de este mensaje vivan de ritualidad moderna. La A. C. G. no se confunde por esto con las Obras
él plenamente, que den «en las parroquias el signo visible de la caridad de piedad, las Obras caritativas o las Obras sociales, cuya importancia
con la existencia y el esplendor de verdaderas comunidades cristianas». reconoce y cuya autonomía respeta. Sino que quiere reunir a los cristia-
En la hora actual toda la Iglesia está en estado de misión. Todos los nos conscientes de sus responsabilidades y asociarlos a tarcas de orden
cristianos deben tener el espíritu misionero. general en la Iglesia.
«Por esto la jerarquía, mientras prosigue su tarea tradicional por medio de las ins-
«Tiende a equipar a la misma Iglesia y a las parroquias de todas las instituciones
tituciones cristianas, quiere abrir a los fieles estas perspectivas misioneras, haciéndoles
que, de una forma permanente o temporal, parecen necesarias para que la comunidad
descubrir las exigencias de su pertenencia a una Iglesia que es misionera en su misma
cristiana sea viva, más abierta, y queden atendidas ciertas tareas de evangelización de
esencia. Ella pide a las comunidades cristianas que se hagan cada vez más hogares de
orden general.
vida y de caridad fraternal, participando lo más intensamente posible en la oración,
La Acción Católica General se interesa por las tareas de evangeli/.ación que, en una
en los sacramentos, en el divino sacrificio, que sean responsables de sus hermanos incré-
cierta medida por lo menos, desbordan los medios sociales, tales, por ejemplo, como la
dulos con quienes se codean todos los días, que acojan a los cristianos venidos de todas
acción realizable por la prensa y la radio, el saneamiento de la moral pública, la de-
partes.»
fensa y desarrollo de las instituciones familiares y escolares, etc...» 1 .
Formando cristianos, testigos valerosos de la verdad y de la c a r d a d Cada una de estas formas de Acción Católica general tiene por otra
de Cristo, las parroquias y las instituciones cristianas responderán a la parte sus características.
llamada de la Iglesia y aportarán ellas mismas un testimonio de su fe-
cundidad.
— La A cción Católica General de las Mujeres.
Acción Católica general y Acción Católica especializada
Aún siendo un Movimiento de formac'ón personal y comunitaria
En esta doble perspect'va se han formado las dos grandes ramas de que tiende a descubrir militantes que sean el alma de su parroquia o de
la Acción Católica: la Acción Católica general y la Acción Católica es- su barrio, la A, C. G. F . es al mismo tiempo un Movimiento de masa
pecializada. — cuenta alrededor de 2 millones de miembros — organizado para obrar
Habiéndose consagrado un volumen de esta colección al estudio deta- sobre la opinión y, si ha lugar, sobre los poderes públicos, a fin de defen-
llado de la Acción Católica, no nos corresponde hablar de ella amplia- der todas las libertades morales, cívicas y religiosas en la ciudad, para
mente. Nos contentaremos con algunas breves anotaciones. salvar, conservar o promover las instituciones católicas indispensables
para la vida de familia, los derechos del alma de casa, de la madre, de la
— La Acción Católica General. ciudadana.

Comprende a su vez dos ramas: la Acc ; ón Católica General de los


1. Directives Pastorales, suplemento a la Semaine Religieuse de Lyon, 16 de di-
Hombres y la Acción Católica general de las Mujeres. Por más que ciembre de 1955.
126 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA LA ACCIÓN CATÓLICA 127

En el plano de la parroquia, barrio, población, la A. C. G. F. tiene, espíritu de fraternal caridad. Los primeros apóstoles, los apóstoles inmediatos de los
entre otros, tres servicios bien estructurados: obreros, serán obreros; los apóstoles del mundo industrial y comercial, serán industriales
y comerciantes»1.
— El servicio de «Ayuda mutua fraternal» para todo cuanto atañe a
las neces'dades urgentes materiales y los socorros necesarios. Las Directrices Pastorales de Lyon dieron un resumen suscinto y denso
•— El servicio «Biblioteca y cultura», que permite ayudar a las muje- de lo que constituye propiamente la Acción Católica Especializada:
res cristianas y a su familia a adquirir una formación de la inteligencia
más densa y procurar agradables esparcimientos. La Acción Católica Especializada tiene por fin evangelizar los diversos ambientes
—El servicio «Educación familiar», destinado a agrupar en «horas sociales teniendo en cuenta su mentalidad y sus necesidades. Sus militantes son la Igle-
sia, que obra por medio de su laicado en todas las estructuras de la vida humana, para
de amistad» a las jóvenes madres que pueden intercambiar así su ex-
llevar a ellas el fermento cristiano y hacer crecer el Cuerpo de Cristo.
periencia y... sus recetas, en materia de educación, de cuidados culinarios La Acción Católica Especializada se sitúa en el plano sociológico, teniendo en cuenta
y caseros. la pertenencia de las personas a medios de vida que les marcan más o menos profun-
damente. Se dedica a despertar- y formar militantes en estos medios de vida. Por una
— La Acción Católica General de ¡os Hombres. transformación de las personas y de sus lazos humanos, a partir de su mentalidad y
sus necesidades, les hace crecer en la fe y en la caridad y empapa de sentido cristiano
las estructuras y las instituciones humanas.»
A su lado, la A. C. G. ¡H. se guarda bien de dejarse encerrar en la
iglesia o en ]a sacristía. Sin duda su acción se dirige primero a la parro- El método a que se refieren todos los Movimientos de Acción Cató-
quia, a la cual aporta su concurso en diferentes dominios: liturgia, cate- lica y particularmente los de la Especial'zada, se resume en tres palabras
cismo, presupuesto parroquial, conservación de locales, servicios mate- clave: ver-juzgar*actuar. A partir de los hechos concretos, vistos y anali-
riales con ocasión de una tómbola o de una venta benéfica. Pero desborda zados objetivamente, se desprende, a la luz de los principios cristianos,
a menudo los límites de la parroquia y acomete problemas de orden gene- un juicio de valor, que debe abocar a una acción positiva, tanto más
ral que interesan la vida de la comunidad cristiana. Algunos son especí- eficaz cuando más tendrá en cuenta los datos reales de la vida.
ficamente religiosos: escuela cristiana, enseñanza religiosa, vocaciones Varios movimientos se dedican a esta evangelización de, los diversos
sacerdotales o religiosas, etc.. Otras son problemas humanos, pero que ambientes de vida.
tienen incidencias morales o religiosas: acción sobre el ene, la radío, la El Movimiento Familiar Rural, es un movimiento de A. C. de adultos
televisión, difusión de la prensa católica, campañas en favor de la vi- en medio rural. Tiene por misión extender el evangelio en todo el medio
vienda, contra la prostitución, etc.. Algunas son de orden nac'onal o de rural, las personas que viven en él, los organismos e instituciones que en
orden internacional. A veces los objetivos enfocan más especialmente él nacen y se han de desarrollar. Para realizar este fin, se ofrecen a los
una región, como por ejemplo la migración periódica por causa de las militantes tareas precsas: animar de espíritu cristiano las estructuras
cosechas. A medida que los equipos de A. C. G. H. son más misioneros temporales a fin de que estén ordenadas a Dios, cristianizar el estado del
y están mejor ligados, influyen más sobre las condiciones que permiten a ambiente que influye sobre la conducta de las personas, actuar sobre las
la vida de la Iglesia expansionarse libremente. causas objetivas de la incredulidad, los obstáculos a la fe exteriores a
las almas y que son, principalmente, de orden social: mentalidades colec-
— La Acción Católica Especializada. tivas, costumbres, estructuras institucionales. El M. F. R. se esfuerza por
obrar a la vez sobre todo el medio rural, sobre los hombres y las muje-
Es una Acción Católica de ambientes. Verifica excelentemente lo que res que tienen responsabilidades en las instituciones y sobre el conjunto
decía Pío XII: de los cristianos susceptibles de salir de una religión de rutina y deseosos
ya de hacer algo.
«Para conducir a Cristo esas diversas clases de hombres que han renegado de él,
ante todo hay que reclutar y formar en su seno mismo auxiliares de la Iglesia, que
comprendan su mentalidad, sus aspiraciones, que sepan hablar a sus corazones en un 1. Encíclica Quadragesimo atino. Le Laícat..., ne 543.
LA ACCIÓN CATÓLICA 129
128 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
Pero los otros ambientes de jóvenes tienen también sus movimientos,
La Acción Católica Obrera es un movimiento de adultos también, que aparecen siempre dominados a la vez por una preocupación educativa
destinado a penetrar en el mundo obrero. Los militantes cristianos, sen- y por una preocupación de apostolado: J. A. C , para el mundo rural,
sibles por una parte a las condiciones deshumanizantes impuestas a la J. E. C, para el mundo escolar, J. I. C. para el mundo independiente,
gran masa de los proletarios y conscientes por otra de la ignorancia reli- J. M. C. para el mundo marítimo.
giosa en que viven los obreros, trata de remediar esta situación. Para Estos cinco movimientos estaban federados en la Asociación de la
ayudar a la promoción obrera se esfuerzan en desarrollar en el mundo juventud francesa (A. C. J. F.), de origen más antiguo, pero que había
obrero el sentido de la dignidad humana y del valor de la persona, así acabado por ser el punto de encuentro y de coordinación de los diversos
como la necesidad de una vida espiritual que los arranque de la tenta- movimientos. En el curso de los últimos años, ha estallado una crisis en
ción del universo marx'sta. Combatiendo por un clima de justicia y de el interior de la A. C. J. F. porque los dirigentes nacionales de los movi-
ayuda fraternal, preparan el Reino de Dios que debe estar abierto a todos mientos no estaban de acuerdo entre ellos sobre la orientación de la
los hijos de Dios y de la Iglesia. Y ayudan a hacer reflexionar sobre las A. C. J. F. Una nota doctrinal de la Asamblea de los cardenales y arzo-
condiciones de la liberación obrera por el respeto al evangelio. bispos en octubre de 1956 trató de poner en orden las cosas invitando
La Acción Católica Independiente se dirige a med;os diversos, pero a los Movimientos a extenderse en la noción de Acción Católica e invi-
bastante próximos: clases medias, comerciantes, burguesía. Las personas tando a la A. C. J. F. a asegurar «la coordinación de los movimientos
de estos diversos medios tienen de común que, por gozar de cierto bien- tomando en cargo apostólico al conjunto de los jóvenes de los diversos
estar, poseen una seguridad y una estabilidad por lo menos relativas y medios».
tienen tendencia a utilizarlas según una ideología instintiva a base de La infancia no ha sido olvidada dentro de la Acción Católica. Al lado
iniciativa e intereses personales. La A. C. I. tiene por fin ayudar a puri- de las diversas organizaciones educativas y de los patronatos que tienden
ficar esta mentalidad colectiva. Según la fórmula de uno de sus a dar una formación cristiana a los niños, el movimiento de los Corazo-
consiliarios, nes valientes y de las Almas valientes se ha dado por misión aplicar a la
infancia los principios de la Acción Católica y llevar a los niños a acep-
«Evangelizar nuestro medio es esforzarnos juntos a tomar conciencia de su estado tar sus responsabilidades a! nivel de su edad y de su situación.
de paganización, aplicarnos juntos a ver cómo este estado de paganización pone un No hemos hablado más que de las formas más conocidas de la Acción
obstáculo a la acción de Dios en el mundo, probar juntos de modificar la mentalidad Católica. Para ser completos habría sido preciso hablar de los movimien-
y las maneras de vivir y de actuar que derivan de esta paganización»1. tos o de las Agrupaciones apostólicas que derivan de la noción mis-
ma de Acc;ón Católica o que están al margen de la A. C, pero que per-
Al lado de los movimientos de adultos y preparando los militantes siguen también un objetivo apostólico o educativo social. Movimiento
de mañana, existen los Movimientos de Juventud. El primero que ha de ingenieros y jefes de industria de Acción Católica, Federación Fran-
tomado la salida en el campo del apostolado es la Juventud Obrera Cris- cesa de los estudiantes Católicos, Parroquia Universitar'a, Legión de
tiana (J. O. C), fundada en Francia por el canónigo Guérin, a ejemplo María, etc.. y sobre todo el Escultismo, la «Route», otros tantos movi-
de la J. O. C. formada en Bélgica por monseñor Cardjin. Movimiento mientos que, si no responden todos a la definición de la Acción Católica,
de apostolado y movimiento de educación, que comprende una rama mas- no son menos la manifestación de un esfuerzo apostólico por parte de
culina y una rama femenina, la J. O. C. se interesa por toda la vida los laicos que han comprendido sus responsabilidades en la Iglesia.
concreta de los jóvenes trabajadores y trabajadoras para extender entre
ellos el espíritu cristiano. El congreso del X aniversario en París fue un
triunfo y reunió a 70 000 jocistas. El congreso Internacional reunido en
Roma en agosto de 1957 fue una manifestación de la potencia de este
movimiento, que existe ahora en ochenta países.

1. Citado en L'apostolat des Ldiques. «Revue Résurrection», Blond, 1957, ns 6-7.


UNA RECIENTE CONTROVERSIA 131

Por ello, una de dos:


— O bien el laico participa de una manera habitual en el apostolado
jerárquico y, saliendo del mundo, ya no es laico;
— O permanece en el mundo y no participa del apostolado jerárquico.

«Cada vez que una persona está en posesión legítima y habitual de una parte cual-
quiera de un poder litúrgico o jurídico que va m;is allá del derecho fundamental de
cada bautizado, esta persona no es ya laico en sentido propio, no pertenece ya al sim-
ple «pueblo de Dios...» 1 .
«Un catequista laico, un ayudante parroquial, un sacristán, por ejemplo, no están
CAPITULO IV ordenados; sin embargo, si esta actividad constituye su función principal ya no son pro-
piamente laicos»2.
«Lo que es preciso retener bien ante todo, es el principio siguiente: el verdadero
UNA RECIENTE CONTROVERSIA estado laico cesa allí donde se encuentra una participación verdadera, habitual, en los
poderes propios de la jerarquía, de suerte que el ejercicio de estos poderes caracterice
la vida de sus detentores, es decir, determine un estado, una situación. Poco importa,
Antes del II Congreso Mundial del Apostolado de los laicos, la opi- desde el punto de vista teológico, si en la práctica de la Iglesia estos poderes son trans-
nión fue puesta en aviso por diversos estudios teológicos que dieron lugar mitidos o transmisibles por o sin ordenación»3.
a una controversia de donde podía brotar la luz con el choque de las
ideas. No es inoportuno esbozar sus fases principales. Ayudarán a en- Hay, pues, dos clases de apostolado:
focar de más cerca el problema del apostolado de los laicos.
— El apostolado de la jerarquía, que supone misión apostólica oficial.
«La m'sión apostólica oficial no es el apostolado de los laicos. Si el laico
se la arroga o la recibe legalmente, deja de ser laico: poco importa que
A propósito del padre Rahner no haya ordenación; basta que esta carga le sea confiada de manera más
durable, constituya un estado.»
En un artículo titulado El apostolado de los laicos, traducido del — El apostolado de los laicos propiamente dichos, que se llama «la
alemán y aparecido en la «Nouvelle Revue Théologique» ( p de enero acción de los católicos» por oposición a la Acción Católica. Es un
de 1956), el padre RHANER, S. J., expone su opinión sobre la noción de apostolado que el laico ejerce en virtud de la obligación que le viene de
laico, sobre la noción de apostolado en general y sobre la naturaleza del su bautismo y que cumple en la situación del mundo en que está. Su vo-
apostolado de los laicos. cación no se sitúa en el apostolado del ministerio, que envía al apóstol en
Empieza por tratar de definir qué es un laico. Negativamente, se dis- el cuadro nuevo; lo que corresponde a la esencia del laico es el apos-
tingue de los detentares de los poderes jerárquicos (obispos y sacerdotes) tolado de la caridad, en la situación «mundana». El bautismo y la con-
y los religiosos, cuyo estado de v:da les hace en alguna manera «salir firmación dan a todo cristiano, sin otro mandato, el derecho y el deber
del mundo». De donde «correlativamente el laico será el cristiano que de dar testimonio de su fe y de tener cuidado de la salvación de su
permanece en el mundo». Vive en el mundo, está lanzado en el mundo, prójimo»4.
donde tiene su punto de unión. Forma parte del pueblo cristiano. «El
laico es un miembro del cuerpo místico que ejerce su función eclesial en
el punto del mundo en que se encuentra». 1. «Revue Théotogiquo, 1-1-1956, pág. 5.
El apostolado jerárquico es el que se ejerce por el poder de orden 2. Id. pág. 5.
3. Id., pág. 13.
y de jurisdicción. Tiene por efecto separar del mundo al que lo ejerce. 4. Id., pág. 21.
132 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA UNA RECIENTE CONTROVERSIA 133

Y se precisa: clérigo. No se trata de transmitir al laico el poder de orden o de juris-


dicción. Se trata de hacerle participar de la func'ón pastoral. Y por tan-
«El apostolado del laico encuentra, pues, su fundamento inmediato en su propio ser to no se ve por qué el laico, aun permaneciendo laico, no podría cola-
de cristiano. Lo que determina la extensión y el modo de este apostolado, no es una
borar en este apostolado jerárquico, en la medida en que éste es preo-
misión particular recibida de arriba, sino una misión recibida de abajo, es decir, expre-
sada por su situación en el mundo; no ha de ser constituida por una misión y un man-
cupación y cargo de un conjunto de almas.
dato nuevos»1. El mandato tiene precisamente por efecto asociar al laico a la tarea
«También este apostolado se ejerce en tedas las situaciones que constituyen el punto pastoral de la jerarquía y permitirle colaborar oficialmente en el apos-
de inserción del laico en el mundo. Y en primer lugar en el matrimonio, con la pater- tolado jerárquico. Y se comprende por qué este mandato es esencial a
nidad y la maternidad, y en la vida pública; dos dimensiones de la existencia cristiana la noción de Acción Católica.
que son consagradas por los sacramentos del matrimonio y de la confirmación. Vienen
a añadírseles las tarcas y las posibilidades ofrecidas por la vecindad, la comunidad de «¿Cómo imaginar, en efecto, que una agrupación de católicos pueda constituirse
profesión, la nacionalidad, el derecho de ciudadanía, la participación en una comunidad en la Iglesia de cara al apostolado sin recibir su poder de la jerarquía?» 1 .
espiritual en el orden científico o artístico»2.
Y parece verdaderamente más conforme a la realidad unirse a la defi-
El apostolado propio del laico es, pues, el cumplimiento de la vida
nición de monseñor TIBERGHIEN :
cristiana.
En resumen, la Acción Católica de los laicos, en el sentido en que la «La Acción Católica es una agrupación de laicos, organizada en la Iglesia, mandada
entendemos habitualmente, está... liquidada, pues ya no hay mandato de por los obispos para colaborar a su apostolado pastoral, junto a una parte especial
la jerarquía. Hay acción de los católicos, sin mandato necesario. Si hu- de su rebaño»'.
biera mandato o participación en el apostolado jerárquico, ya no sería
acción católica de laicos, sino acción católica de «clérigos».,
La opinión del padre Baumgartner, S. J.

La respuesta de monseñor Tiberghein


En una línea sino idéntica, por lo menos bastante paralela a la del
padre Ranher, el padre BAUMGARTNER escribió en «Christus» (enero 1957)
En un artículo de «Masses Ouvriéres» (febrero de 1957), monseñor un artículo titulado Formas diversas del apostolado de los laicos. Es mu-
TIBERGHIEN respondió que toda esta argumentación descansaba sobre la cho más matizado que el del padre Ranher, pero aporta también ciertas
definición arbitraria del laico, que no puede participar en el apostolado reflexiones que no van completamente en el sentido del autor.
jerárquico sin salir de su condición de laico. Tres partes tiene este artículo: el apostolado de los laicos propia-
Pero aquí está el equívoco. Para el padre Rahner, apostolado jerár- mente dicho o «en la estricta acepción del término»; el apostolado de la
quico es igual a apostolado fundado sobre el poder de orden y de juris- existencia cristiana; el deber del apostolado.
dicción. Pero, como explica monseñor GUERRY en su obra sobre El Después de haber mostrado que «el laico difiere del sacerdote», de-
Obispo, el poder de pastor está en la raíz del doble poder de orden y de clara que, no obstante, el laico tiene la misma vocación espiritual que
jurisdicción. Hay un origen evangélico en la misión confiada por Jesús el sacerdote: vocación a la vida de la gracia y de la caridad. Tiene asi-
a Pedro con estas palabras: «Apacienta mis corderos, apacienta mis mismo vocación apostólica, en cuanto «el apostolado, en efecto, tiende
ovejas». a suscitar la fe o a promover una vida cristiana más intensa y más ra-
No se ve por qué, en la noción de pastorado, no podrían ser comuni- diante».
cados al laicado unos elementos sin constituirle por el mismo hecho
1. «Masses Ouvriéres», fefc, 1957, pág. 50.
1. Id., pág. 22. 2. Id., pág. 51.
2. Id., pág. 23.
134 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
UNA RECIENTE CONTROVERSIA 135
El apostolado del laico es «una colaboración al apostolado jerár-
quico... Se trata en realidad de una cooperación, de un servicio, de una — No es un apostolado de «tipo» clerical, sino un apostolado de tipo
ayuda aportada a las tareas que son específicamente del sacerdote». específicamente laico, que corresponde al cristiano en virtud de su inser-
Apoyándose en el discurso del santo padre en el primer Congreso ción en el mundo;
mundial del apostolado de los laicos, el padre BAUMGARTNER deduce al- — Mientras que el apostolado propiamente dicho no es obligatorio
gunas características de este apostolado propiamente dicho: para todos, el apostolado de la existencia cristiana es un deber para todo
1. Se ejerce casi S'empre en la Acción Católica, en que la depen- cristiano. «Todos los cristianos están obligados desde un principio a dar
dencia respecto a la jerarquía será de lo más íntimo; ejemplo de una vida verdaderamente cristiana.» Existe para todos «la
obligación del deber de estado con sus responsabilidades de todo orden,
2. No es propiamente obligatorio y no puede ser pedido indistinta-
familiar, profesional, social o político». «Es la vocación común a todos
mente a todos, pues no todos están en condiciones de cumplir esta forma
los laicos»;
de apostolado. Responde a una «vocación».
3. Se sitúa en la prolongación de la acción sacerdotal. — Este apostolado no es completamente independiente de la jerarquía,
pues la Iglesia se ve llevada sea a declarar «que tal conducta es mala
«Por tanto, no transforma a los laicos en clérigos; no hace de ellos, por decirlo así, y que por consiguiente un crist ano no puede llevarla», sea a dar «a
vicarios sin sotana. Podría decirse, no obstante, si el término no tuviera un matiz un veces directrices de acción, indicando en qué sentido los laicos busca-
poco peyorativo, que esta forma de apostolado es de tipo o de estilo clerical, en grados rán realizar el bien o lo mejor». Pero goza, sin embargo, de una cierta
diversos. Es sin duda la que concretamente está más cerca del ministerio sacerdotal, autonomía.
más parecida a éste por su contenido: la evangelización, la enseñanza, la exhortación,
etcétera; por su fin: la conversión y el progreso en la vida cristiana; por el género de «Obrar como cristianos es obrar como miembros responsables y relativamente autó-
existencia, por el estilo de vida que según las circunstancias tiende a imponer más o nomos de la Iglesia, no es colaborar en las tareas de la jerarquía o actuar en su nom-
menos a los apóstoles laicos»1. bre. Es representar bien el cristianismo en el mundo, no es representar la Iglesia
jerárquica»1.
Al lado de este apostolado propiamente dicho hay un segundo tipo de
apostolado que es específicamente laico, y que el padre BUMGARTNER
llama el apostolado de la existencia cristiana. Es el apostolado de la Las observaciones de «Masses Ouvriéres»
vida, de la oración, del sacrificio, del buen ejemplo. Es el apostolado del
deber de estado y especialmente de la acción temporal de inspiración
La revista «Masses Ouvriéres», bajo la firma M. O. (marzo de 1957),
cristiana. Este apostolado no es colaboración a las actividades de la
hizo un análisis detallado — en el cual nos hemos inspirado — del artículo
jerarquía. Deriva para el laxo de su condición de bautizado y de con-
del padre Baumgartner, y propuso varias observaciones y críticas bas-
firmado, que hace de él un testigo de Cristo. El cristiano tiene el deber
tante ceñidas.
de lanzarse en lo temporal y de lanzarse entero. La acción temporal no
1. M. O. nota primero que la descripción hecha por el padre Baum-
es una obra de evangelización. Pero no es ajena al apostolado de la
gartner del apostolado propiamente dicho deja fuera ciertas formas autén-
Iglesia. Cristianamente inspirada, es un testimonio de la existencia cris-
ticas de apostolado.
t'ana.
«Nos vemos obligados a constatar que la Acción Católica especializada del tipo
«Bajo esta relación tiene un valor poderoso e irremplazable para el bien de las al-
J. O. O , A. C. O., que fue presentada por Pío XI como un tipo acabado de Acción
mas: constituye un apostolado auténtico.»
Católica, no entra en ninguna de las dos grandes categorías de apostolado descritas
por el autor. Ningún miembro de la J. O. C. o de la A. C. O., para no hablar sino
Por comparación con el apostolado propiamente dicho, este aposto- de éstas, no llega a reconocerse en la distinción establecida por él entre el apostolado
lado de la existencia implica las características siguientes: "propiamente dicho" y el apostolado de "la existencia cristiana": por la sencilla razón

l. «Christus», enero 1957, pág. 18.


1. Id., pág. 27.
136 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA UNA RECIENTE CONTROVERSIA 137

de que su apostolado, que es ciertamente un apostolado "en la estricta acepción del apostolado centrado por una parte sobre un esfuerzo de evangelización, y un apostolado
término", centrado sobre la evangelización, y por tanto un apostolado que habría que centrado por otra parte sobre un esfuerzo de civilización, aunque éste sea cristianamente
clasificar, según la terminología del autor, en el apostolado "propiamente dicho", es inspirado; sino que marca la línea de separación entre dos modalidades complementarias
concreta y completamente inseparable de lo que el mismo autor llama, por oposición de una misma evangelización...
al apostolado "propiamente dicho", el apostolado de "la existencia cristiana"... En estos tipos de apostolado — que admiten además una infinidad de matices
Expliquémonos. Si el apostolado que se ejerce en la Acción Católica del tipo intermedios — se trata de un verdadero apostolado, polarizado sobre una preocupación
A. C. O., J. O. C. supera muy ampliamente lo que el Padre ha llamado el apostolado evangélica y misionera; en resumen, de un apostolado «propiamente dicho», según la
de «la existencia cristiana» (el testimonio), descansa, no obstante, sobre él. En efecto, terminología del autor, y esto se ejerza o no en el interior de un movimiento de Acción
este apostolado no consiste en modo alguno en una predicación desencarnada del men- Católica»1.
saje. Si no renuncia de ninguna manera a la presentación del misterio cristiano y tiende
pues a una auténtica evangelización, no deja de partir de las realidades concretas de la En suma, el problema está mal planteado:
vida obrera y de la inserción natural de cada militante obrero cristiano en las líneas
de fuerza de la civilización que se busca. Es a la vez a través de todos estos "signos" y «Por una parte, en efecto, se pinta el primer tipo de apostolado como de "estilo
a partir de ellos, en una lengua y bajo una forma adaptadas al medio, como se dará clerical", y se coloca generosamente bajo esta bandera el conjunto de la Acción Cató-
la revelación cristiana. Y no se diga que, llevando un tal apostolado, estos obreros cris- lica. ¡Y quién no sabe que hay formas esenciales de Acción Católica enteramente
tianos son menos «laicos» que sus hermanos, cristianos o no cristianos, con quienes basadas sobre el testimonio de vida y deberían, por tanto, corresponder, según los
viven: a menudo lo son más, porque están más comprometidos que muchos en lo "tem- criterios sostenidos, al segundo tipo de apostolado: el de la "existencia cristiana", que
poral" y el esfuerzo civilizador, que se conviene en presentar como "el elemento espe- es precisamente descrito como de estilo específicamente laico! Es un callejón sin
cífico" de la vocación del laico»1. salida... Por otra narte, la división adoptada conduce a restringir la evangelización de
tipo laico únicamente al testimonio de vida. No se olvida ciertamente el lugar del
2, Haciendo del apostolado propiamente dicho un apostolado de tipo apostolado laico de la oración y del sacrificio; en el interior de la Iglesia se pide a los
clerical y añadiendo que el contenido de este apostolado es la evangeli- laicos cristianos que sean activos; pero en sus manifestaciones "mundanas", se tiende a
zación, la enseñanza, la exhortación, el padre Baumgartner parece hacer reducir el apostolado "laico" al testimonio y a "la acción temporal". Así, pues, si el
de la evangelización una tarea específicamente sacerdotal. La evangeliza- testimonio de vida es efectivamente primordial, irremplazable, si puede constituir y
ción sería una especialidad: la especialidad de los sacerdotes y de al- constituye a menudo un "signo" perfectamente válido y eficaz para la evangelización
pensamos con todo que no agota ni mucho menos la vocación apostólica común del
gunos laicos que, por ello, se clericalizan: los de la Acción Católica. Así laico cristiano»2.
la evangelización, es decir,
«El hecho de revelar el misterio cristiano, el hecho de hablar de Cristo, de la Igle-
sia, el hecho de compartir su fe, de hacerla conocer, de extenderla, no ha sido nunca Conclusión
considerado en Ja Iglesia como un elemento específico de la actividad sacerdotal o "cle-
rical". Es simplemente un elemento especifico del apostolado cristiano. En otros térmi-
nos, no es porque el apostolado "propiamente dicho", según la terminología del autor, Estas discursiones muestran que el problema del apostolado de los lai-
es un apostolado centrado sobre la evangelización, que es ipso jacto de tipo o de estilo cos está en el orden del día y lejos de estar agotado. Sirven para pre-
clerical: en esto es perfectamente un apostolado de tipo y de estilo cristiano»'*. cisarlo mejor, pues no se presenta de la misma manera en todos los países
y necesita ser estud-ado en su conjunto. Ésta es la razón por la cual el
3. La distinción entre el apostolado de «tipo o de estilo clerical» y II Congreso mundial del apostolado de los laicos revistió una impor-
el apostolado de «tipo o de estilo laico», tal como lo expone el padre tancia capital.
Baumgartner, no es conforme a la realidad.
«Por nuestra parte hace tiempo que hemos sentido el valor de esta distinción. Todo
está en comprenderla bien y aun en situarla bien. Para nosotros no se sitúa entre un

1. «Masses Ouvrieres», marzo 1957, págs 12-13. 1. Id., pág. 23.


2. Id., págs. 16-17. %. Id., págs. 27-2.3-
EL II CONGRESO MUNDIAL DEL APOSTOLADO DE LOS LAICOS 139

de la jerarquía, para darle los poderes de orden y de jurisdicción que siguen estrecha-
mente ligados a la recepción del sacramento del Orden, en sus diversos grados»1.

¿En qué consiste, pues, el apostolado de los laicos?

«Consiste en que los laicos tomen a su cargo tareas que derivan de la misión
conferida por Cristo a su Iglesia.»

Pero «este apostolado permanece siempre apostolado de laicos y no


se hace apostolado jerárquico», ni siquiera cuantío se ejerce por un man-
CAPITULO V dato de la jerarquía.
Hay un apostolado en sentido amplio: el de la oración y del ejemplo
personal, de que hemos hablado antes y que incumbe a todos los cris-
EL II CONGRESO MUNDIAL DEL APOSTOLADO tianos en virtud de su bautismo. No es el apostolado en sentido estric-
DE LOS LAICOS to, que supone mis:ón de la Iglesia, mandato de la jerarquía. Este apos-
tolado mandado puede ser libre (individual o colectivo) o de Acción Ca-
tólica :
El II Congreso mundial del apostolado de los laicos que se celebró en — Apostolado libre. «Individuos o grupos pueden ponerse a la dispo-
Roma del 5 al 13 de octubre de 1957, era esperado desde hacía tiempo sición de la jerarquía y verse confiar por ella, por un tiempo fijo o inde-
y el cuidado con que se preparó era señal del interés que se sabía que terminado, ciertas tareas para las cuales rec:ben mandato.»
debería serle aportado. No hay duda de que fue ocasión de precisiones — Apostolado de Accción Católica, que «lleva siempre el carácter de
y de aclaraciones; la luz que se desprende de ellas, la verá mucho mejor un apostolado oficial de los laicos». Pero la Acción Católica no debe rei-
el futuro. vindicar el monopolio del apostolado de los laicos, a costas del aposto-
lado libre, que puede ser también mandado por la jerarquía.

El discurso inaugural del santo padre Una sugerencia del papa

El discurso pronunc;ado por el padre santo en la audiencia que pre- Y justamente, a propósito de la Acción Católica, se plantea una cues-
cedió a la apertura del Congreso es un «monumento». A nadie escapó su tión que el santo padre somete al examen de los miembros del congreso.
importancia. Resonó en todo el Congreso y sus ecos a través del mundo Es una sugerencia que le ha sido comunicada recientemente como conse-
no se han extinguido. Planteó a la conciencia cristiana problemas que cuencia de un cierto malestar resultante de confusiones en el uso de las
los fieles deben examinar y que no pueden dejar en la sombra, so pena palabras Acción Católica.
de traicionar su vocación y la llamada de las almas.
El papa comenzó por distinguir el apostolado de los laicos del apos- «Este término, en efecto, se reservaría a ciertos tipos determinados de apostolado
tolado jerárquico. Éste corresponde propiamente al papa, a los obispos, laico organizado, para los cuales crea, ante la opinión, una especie de monopolio:
Todas las organizaciones que no entran en el cuadro de la Acción Católica así con-
sucesores de los apóstoles. cebida — se afirma — parecen de menor autenticidad, de importancia secundaria, pare-
cen menos apoyadas por la jerarquía y quedan como al margen del esfuerzo apostólico
«La aceptación por el laico de una misión particular, de un mandato de la jerar-
quía, si ella lo asocia de más cerca a la conquista espiritual del mundo que la Iglesia
lleva a cabo bajo la dirección de sus pastores, no basta para hacer de 41 un miembro 1. Cf. «Documentation Catholique», he II Congrés mondial de l'Apostolat des láícs,
10 nov. 1957.
140 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL II CONGRESO MUNDIAL DEL APOSTOLADO DE LOS LAICOS 141

esencial del laicado. Resultaría de ello que una forma particular de apostolado laico, »La formación de los apóstoles laicos será tomada a cargo por las mismas obras
es decir, la Acción Católica, triunfa en perjuicio de las demás, y que se asiste a la de apostolado laico, que encontrarán ayuda en el clero secular y las órdenes religiosas
sumisión del género por la especie. Más aún, se llegaría en la práctica a dar la exclu- apostólicas. Los institutos seculares les aportarán también, estamos seguros, una cola-
siva y a cerrar la diócesis a los movimientos apostólicos que no llevasen el mem- boración apreciada. Para la formación de las mujeres para el apostolado laico, las
brete de la Acción Católica.» religiosas tienen ya en su haber hermosas realizaciones en países de misión y en otras
partes.»

También se pregunta el papa si no habría lugar a una doble reforma: Diversidad de los dominios en que se ejerce el apostolado de los laicos.
Reforma de terminología Y existe una gran diversidad de modalidades según las cuales se rea-
liza este apostolado. Apostolado litúrgico cu las parroquias, apostolado
«Primero habría que restituir al término de Acción Católica su sentido general y religioso de barrio, apostolado de la prensa, del cine, de la radio, apos-
aplicarlo únicamente al conjunto de los movimientos apostólicos laicos organizados
y reconocidos como tales, nacional o internacionalmente, sea por los obispos en el plano
tolado en el mundo del trabajo, de la técnica, de la industria, aposíolado
nacional, sea por la Santa Sede para los movimientos que aspiran a ser internacionales. de reintegración social de los emigrantes separados de sus países y de su
Bastará, pues, que cada movimiento particular sea designdü por su nombre y caracte- medio natural: otras tantas formas diversas hacia las cuales debe orien-
rizado en su forma específica y no según el género común.» tarse el apostolado de los laicos. Recorriendo con la mirada los inmensos
territorios de la América latina, de Asia y de África, el papa muestra el
Reforma de estructura trabajo pastoral que se espera de los laicos, en el dominio propiamente
religioso tanto como en lo que concierne a las tareas escolares, culturales,
«Todos los grupos pertenecerían a la Acción Católica y conservarían su nombre profesionales, sociales y políticas. Entre todos estos apostolados parece
propio y su autonomía, pero formarían todos juntos, como Acción Católica, una uni-
dad federativa.»
esencial el de los catequistas.
«El catequista representa quizá el caso más clásico del apostolado laico por la natu-
Dicho de otro modo, la Acción Católica constituiría un género cuyas raleza misma de su profesión y porque suple a la falta de sacerdotes. Se estima, entre
especies serían los diversos movimientos organizados y mandados. El tí- los misioneros de África por lo menos, que un misionero acompañado de seis cate-
tulo «Acción Católica» sería aplicable al conjunto de los movimientos y quistas obtiene más que siete misioneros; el catequista competente, en efecto, trabaja en
no exclusivamente a tal o cual movimiento particular. un medio familiar cuya lengua y costumbres conoce bien; entra en contacto con los
individuos mucho más fácilmente que un misionero venido de lejos.»
El santo padre no quiso tomar part'do a propósito de ésta sugerencia.
La proponía al examen del Congreso. Y éste la recordó en las normas que Y en su conclusión, el papa vuelve sobre la necesidad del apostolado
clausuraron sus trabajos como tema de estudio para todos los movi- de los laicos en la hora actual. Ha habido siempre en la Igles:a apóstoles
mientos. laicos por más que «el término de apóstol laico no existía aún entonces».
«Si hoy esta conciencia está despierta y si el término de apostolado laico es uno
Las directrices del papa de los más empleados cuando se habla de la actividad de la Iglesia, es porque la
colaboración de los laicos con la jerarquía no fue nunca hasta tal punto necesaria ni
No es posible aquí analizar en detalle todo el discurso del santo padre practicada de manera tan sistemática...
y destacar todo lo que dice del apostolado de los laicos. Dos ideas, »E1 apostolado laico, como cualquier otro apostolado por otra parte, tiene dos fun-
no obstante, sostienen su exposición: ciones : la de conservar y la de conquistar, y ambas se imponen con urgencia a la
Iglesia actual.»
Necesidad para los apóstoles laicos de una sólida formación doctrinal.
Las grandes conferencias del Congreso
«En la hora actual hasta el apóstol laico que trabaja entre los obreros en las
fábricas y las empresas tiene necesidad de un saber sólido en materia económica, social Con ocasión de los grandes discursos doctrinales, de las comunicacio-
y política, y conocerá, por tanto, también la doctrina social de la Iglesia... nes presentadas por las diversas naciones y de los coloquios que permi-
142 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL II CONGRESO MUNDIAL DEL APOSTOLADO DE LOS LAICOS 143

tieron fructíferos intercambios, se formularon y precisaron muchas ideas. «A medida que la acción apostólica — dice monseñor Montini —, del laico espe-
Las lecciones principales, las del cardenal Pizzardo y el cardenal cialmente, se extiende al orden temporal, a una finalidad terrestre, disminuye su apti-
Siri, de los monseñores Montini, Larrain, Philips, de M. Verone- tud de representar la Iglesia y de ejercer su misión directa; la actividad del apóstol se
aleja gradualmente de su punto central de partida y de responsabilidad; de religiosa
se, etc., dieron a luz puntos de vista que podemos resumir con el padre se convierte en Acción Católica, después puede hacerse social, económica, artística,
Rouquette en el artículo de «Études» (diciembre de 1957) de la manera política, privada y así siguiendo. Hasta un cierto punto no representa ya la misión
siguiente: propiamente eclesial; en este último estadio, se dice hoy que es «aconfesional». Corres-
ponderá a la autoridad eclesiástica estudiar y determinar esta gradación.»
1. Del hecho del bautismo y de la confirmación, de la pertenencia
de los laicos al sacerdocio real de Cristo, resulta para todo cristiano un
deber de colaborar a la misión apostólica de la Iglesia, de participar en la
Las conclusiones del Congreso
comunicación del mensaje evangélico y en la extensión del Reino de Dios.

2. Hay continuidad entre las diversas modalidades apostólicas desde Las conclusiones del Congreso subrayaron, por la presencia de Jos
el apostolado espontáneo e individual hasta el apostolado organizado mil delegados venidos de más de ochenta países, la gran diversidad de las
colectivo y mandado por la jerarquía. Pueden así distinguirse sin opo- formas en que se expresan las actividades apostólicas, según los países y
nerlos : las vocaciones.
—• el apostolado espontáneo: el apostolado en sentido amplio, el del Después de haber mencionado las nuevas premisas del apostolado en
ejemplo y de la vida; el apostolado individual, de hombre a hombre, para el mundo de hoy, el congreso recordó las tareas esenciales del laicado
iluminar, destruir los prejuicios, despertar la problemática de la fe, dar misionero.
testimonio de la fe y de la esperanza cristiana; el apostolado educativo
de los padres cerca de sus hijos; el apostolado colectivo, que normal- «Más que nunca, como miembros de la Iglesia — pueblo de Dios en marcha — los
laicos son llamados a colaborar con la jerarquía en el cumplimiento de la misión de
mente encuentra en una comunidad el medio de formarse, de educarse, la Iglesia que continúa en la tierra la obra redentora de Cristo.
de extenderse al exterior bajo el signo de un test:monio común; »Este primer deber acarrea también un papel indispensable en todos los sectores de
— el apostolado aceptado, aprobado u organizado y mandado por la la vida. Comprometido en el mundo por toda su existencia, el laico cristiano tiene
jerarquía según los casos. Unos individuos pueden recibir del obispo man- la tarea de hacer crecer los valores que están en germen en la creación y, compar-
dato de enseñar la fe o de colaborar directamente al apostolado propia- tiendo las preocupaciones de todos los hombres, contribuir a la penetración del men-
mente jerárquico. Casi siempre son comunidades: Las que han recibido saje revelado en toda la vida humana.»
un mandato tal constituyen, en la terminología y la estructura actuales,
la Acción Católica en sentido estricto. Hay que intensificar también, según las palabras del santo padre, «el
esfuerzo de una seria formación»:
3. La acción apostólica es en primer lugar evangelización propia- —-Ahondamiento de la v:da espiritual;
mente dicha, es decir, esfuerzo para llevar al incrédulo a abrirse a la fe — Cultura doctrinal tan densa como sea posible;
y al creyente a vivir su fe cada vez mejor. — Conocimiento del mundo actual y de sus necesidades;
Pero la evangelización es un concepto extensivo a zonas concéntricas — Abertura de espíritu internacional y adquisición de una mentalidad
(cardenal Siri), una gradualitá estensiva según la palabra expresiva de verdaderamente católica.
monseñor Montini, es decir, que el fin de la acción apostólica no es En estas condiciones los cristianos podrán consagrarse tanto como
solamente comunicar la fe y llevar a los sacramentos. Sino que, colocado cualquiera a todas las tareas humanas, participar en todas las formas vá-
en un mundo profano, el laico debe ejercer en él una acción de caridad lidas de cooperación, ser «solidarios de los esfuerzos positivos que hacen
y de justicia social, abrirlo a los valores religiosos, sanear sus institucio- los hombres de buena voluntad por todo el mundo para el bien de todos».
nes, izarlo por encima del materialismo, ordenarlo hacia la Jerusalén ce-
leste desarrollando en él la paz en todos los niveles.
EL COMPROMISO DE LOS LAICOS CRISTIANOS EN LA CIVILIZACIÓN 145

Y terminaba:
«Restaurarlo todo en Cristo ha sido siempre la divisa de la Iglesia y es particu-
larmente la Nuestra en los tiempos peligrosos que atravesamos. Restaurar todas las
cosas, no de una manera cualquiera, sino en Cristo, «lo que está en la tierra y lo
que está en el cielo en él», añade el Apóstol; restaurar en Cristo no solamente lo
que incumbe directamente a la Iglesia en virtud de su divina misión que es conducir
las almas a Dios, sino también, como Nos hemos explicado, lo que deriva completamente
de esta divina misión, la civilización cristiana en el conjunto de todos y de cada uno
de los elementos que la constituyen»1.

CAPITULO VI Los laicos, mezclados en el mundo, deben tomar parte, evidentemente,


en esta acción civilizadora. Comprometerse en lo temporal es su papel
propio. También Pío XI felicita a sus «queridos hijos devotos de la Ac-
EL COMPROMISO DE LOS LAICOS CRISTIANOS ción Católica, que generosamente se consagran con Nos a la solución de
EN LA CIVILIZACIÓN los problemas sociales, en la medida en que la Iglesia, por su institución
divina, tiene el derecho y el deber de ocuparse de ellos» =.
En el mismo sentido dirigía Pío XII al Congreso de los católicos ale-
manes (4 de septiembre de 1949) estas palabras:
El pensamiento de los sumos pontífices
«Sin duda alguna, el fin de la Redención es la santificación personal, si es posible
de todos los individuos. Pero según el plan de la gracia divina, la santificación del
Hemos citado ya la frase del papa Pío XI: «La Iglesia no evangeliza individuo debe arraigar, florecer y dar frutos en la comunidad en cuyo seno vive y
civilizando; civiliza evangelizando». Los problemas religiosos y los pro- que está ella misma animada por la fe en Dios y el espíritu de Cristo. Es aquí donde
blemas de c'vilización están a menudo imbricados los unos en los otros. aparece la misión de la Iglesia en lo que concierne a la vida pública. Como principio
Persiguiendo su misión directa, que es unir a los hombres a Cristo, la vital de la sociedad humana, ella, bebiendo en las fuentes profundas de sus riquezas
Iglesia se ve llevada a intervenir en las cuestiones temporales en nombre interiores, debe extender su influencia en todos los dominios de la existencia humana.
de la moral y de la justicia. Así coopera en la obra de civilización. Hay en esto amplias posibilidades a la acción de los laicos en la Iglesia y para la
Iglesia»3.
El papa Pío X, en la encíclica // fermo proposito (11 junio de 1905)
lo había dicho explícitamente: Precisamente porque el episcopado de Francia comprende la necesidad
para los laicos de comprometerse en lo temporal y la importancia de una
«La Iglesia, predicando a Jesús Crucificado, "escándalo y locura para el mundo", formación doctrinal para ellos, ha promulgado un Directorio pastoral en
se convirtió en la primera inspiradora y promotora de la civilización. Ella la ha exten- materia social. Este Directorio está designado al clero, a fin de ayudarle
dido por doquiera sus apóstoles han predicado, conservado y perfeccionado los bue-
a instruir a los laicos sobre sus responsabilidades. Así éstos conservarán
nos elementos de las antiguas civilizaciones paganas, arrancando de la barbarie y
educando hasta una forma de sociedad civilizada los pueblos nuevos que se refugiaron
a la vez
en su seno materno y dando a la sociedad entera, poco a poco sin duda, pero con «la preocupación de cumplir bien sus tareas terrestres, según las exigencias propias
una marcha segura y siempre progresiva, esta huella tan marcada que conserva aún que presentan; la preocupación de animar bien estas tareas terrestres por el espíritu
hoy en todas partes»1. de Cristo; la preocupación esencialmente apostólica de testimoniar la fe de Cristo y de
hacer crecer la Iglesia doquiera se encuentren».

1. Id., no 334.
2. Encícl. Quadragesimo anno. Le Láicat..., no 540.
3. Le Laical..., no 830.
1. Le Lmcat..., no 330.
io
146 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL COMPROMISO DE LOS LAICOS CRISTIANOS EN LA CIVILIZACIÓN 147

Últimamente, el comité teológico de Lyon ha hecho aparecer un fo- sigan progresivamente un ideal de vida humana en sociedad. El laico debe
lleto, El cristiano frente a la Civilización, que trata la cuest:ón que aquí pues comprometerse en una acción civilizadora. Esto parece justo a los
estudiamos. Y más recientemente aún, la Comisión episcopal del Mundo ojos de la razón. Pero es aún más claro a la luz de la fe.
obrero ha publicado también un folleto sobre El compromiso temporal.
«Por la fe. el hombre aprende a conocer el designio de Dios sobre el mundo y, en
Ellos nos prestan las grandes líneas de nuestra exposición. este designio de Dios, ve los lazos que le unen a sus hermanos humanos. La fe, pues,
no quita nada a la razón, sino que aporta una luz nueva y da a la conciencia nuevos
y poderosos motivos para una acción»1.
¿Qué es la civilización?
En efecto, la fe nos muestra, en este compromiso al servicio de una
civilización más humana y más conforme al plan de Dios, una colabora-
En el sentido que aquí nos interesa, la palabra civilización designa el ción a la acción creadora de Dios, una lucha contra la injusticia, una
conjunto de los elementos económicos, jurídicos, culturales, morales y re- exigencia de la caridad fraternal.
ligiosos, tales como se realizan en un grupo determinado. Cada civiliza- Compromiso es una palabra que, en el vocabulario moderno, ha to-
ción se caracterizará por la manera cómo concibe la jerarquía de los mado un sent'do especial y bien preciso. Si se trata, por ejemplo, del
valores materiales y espirituales. Será tanto más perfecta cuanto más compromiso obrero se dirá «que un obrero está comprometido cuando
subordinará los valores económicos y los valores jurídicos a los valores actúa en una organización obrera o de interés general para la promoción
culturales y morales, y cuanto más pondrá al servicio del hombre los colectiva del mundo obrero» 2. Esta noción puede ampliarse según el do-
valores intelectuales, artísticos y morales. minio en que se aplique. Pero implica siempre el don de sí, el hecho de
A veces se han distinguido los pueblos bárbaros de los pueblos civi- salir de su egoísmo para consagrarse a una tarea útil a los demás, el
lizados, pero uno se da cuenta de que esta distinción es puramente rela- tomar a cargo una responsabilidad al servicio de otro.
tiva. En todo grupo humano, hay un cierto número de valores económi- El compromiso del laico puede ser doble, según se trate de sus res-
cos, jurídicos, culturales, etc., que permiten hablar respecto a ellos de ponsabilidades en la civilización a que pertenece, o de sus deberes de cara
civilización. Pero según la opinión que se profese, se hablará de civiliza- a otras civilizaciones.
ción primitiva o se dirá que tal pueblo no es verdaderamente civilizado.
La civilización no es exclusiva ni única. El pluralismo de civilizaciones De cara a su propia civilización
es aceptable y hasta deseable, pues parece imposible que una sola y mis-
ma civilización valorice todas las riquezas humanas. Lo principal es que La Iglesia tiene una influencia civilizadora, allí donde está implantada,
respeten la jerarquía de valores, concurran a su realización y a su equi- en cuanto es presencia de la caridad de Dios en medio de los hombres,
tativo reparto. que aporta la Redención de Cristo a un mundo que no puede ser sal-
Una civilización es tanto más válida cuanto más penetrada está del vado sin ella. Esta influencia la ejercerá a través de sus hijos. ¿Pero
sentido de Dios. A los ojos de la Iglesia una civilización no puede ser cómo?
plenamente humana más que si es cristiana, animada por el espíritu de No puede concebirse como obra de una iniciativa individual. En el
Cristo y del evangelio. A la realización de esta civilización es a lo que mundo actual, toda acc'ón, para ser eficaz, se hace a través de una ins-
se esfuerza en cooperar. titución. El cristiano se adherirá, pues, a una institución. Según sus apti-
tudes, su condición de vida, la necesidad del momento, pertenecerá a una
institución de orden familiar, cívico, económ'co, político. Hay en estos
El deber de comprometerse órdenes una acción que ejercer, para que se respete en ellos el pensamien-
to de la Iglesia y penetre en la sociedad mediante las instituciones.
El cristiano laico no puede permanecer indiferente frente al problema 1. Vengagement temporel, pág. 41
de la civilización. Es ciertamente voluntad de Dios que los hombres per- 2. Id., pág. 11.
148 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA EL COMPROMISO DE LOS LAICOS CRISTIANOS EN LA CIVILIZACIÓN 149

Si en varios de estos dominios, en el dominio familiar o escolar por fuerza nuestras maneras de vivir y de pensar. Nuestro deber es ayudarles
ejemplo, existen instituciones de la Iglesia creadas y deseadas por ella, a equiparse económicamente y a desarrollar las virtualidades jurídicas y
el laico cristiano se adherirá con preferencia a estas instituciones. Adhe- culturales que su civilización implícitamente comporta.
sión activa y no simple inscripción puramente nominal. Adhesión cons- La dificultad proviene a menudo de que uno se encuentra frente a cos-
tructiva, en vistas a perfecionar la institución desde el punto de vista tumbres crueles o inmorales. Suprimirlas por la fuerza no es hacer obra
de la eficacia y desde el punto de vista de la irradiación espiritual. Puede de civ:lización. Sólo por el mejoramiento de las condiciones económicas,
pasar, por otra parte, que estas instituc:ones de la Iglesia no existín o no por el despertar de la conciencia moral y por la influencia bienechora
sean oportunas. En cuyo caso el laico se comprometerá en otras institu- de la fe cristiana puede llegarse a hacerlas desaparecer.
ciones, pero con un espíritu cristiano y apostólico. Así se trabaja, respetando la autonomía y la originalidad de las diver-
De hecho es el caso más frecuente. Y de ahí que se plantee el proble- sas civilizaciones, para realizar progresivamente la unidad de la humani-
ma de la colaboración con los no cristianos. Sin pretender imponerse a dad. Unidad, no por la exclusión de una civilización, sino unidad en el
los demás, los cristianos no aceptarán nunca hacerse cómplices del error pluralismo y el complemente, por la adhesión a los princip'os esenciales
o del mal. Frente a instituciones neutras o mixtas, hay el peligro de de un verdadero humanismo.
dejarse influir por un espíritu que no sea conforme al espíritu de la Igle-
sia. Son precisos, pues, lucidez, realismo, lealtad, vigilancia, para cumplir
el deber sin ostracismo ni complicidad.
Si se trata en c;ertos casos de colaborar con adversarios de la Iglesia, El deber apostólico en relación con la civilización
hay que recordar que una colaboración habitual está generalmente prohi-
bida por la Iglesia, si bien una colaboración ocasional para un objetivo
determinado podría ser legítima. En todo caso, el laico no debe olvidar- Esforzarse en construir una ciudad terrestre digna del hombre y digna
que el papa y los obispos pueden intervenir, sin lesionar su autonomía, de Dios es ya una preocupación apostólica. No obstante, una acción
en el dominio temporal, por modo de orientación o de prohibición, como apostólica en sentido propio es otra cosa; es obra de evangelización, es-
ya se ha visto en relación con el comunismo en el decreto del Santo fuerzo por cooperar en la misión esencial de la Iglesia, reconciliar a los
Oficio de l 8 de julio de 1949. hombres con Dios por y en Cristo.
Si el laico cristiano tiene el deber de anunciar el mensaje evangélico
De cara a otras civilizaciones — Ya lo hemos visto — a las personas que le rodean, y especialmente a
las de su medio, debe querer también orientar la civilización en el sentido
Los hombres de nuestros países occidentales tienen tendencia a creer del Reino de Dios. La civilización tiene su fin propio: ordenar la ciudad
que poseen la llave de la verdadera civilización. Pero hay otras civiliza- de una manera conforme a las plenas exigencias humanas. Pero no puede
ciones, y no son condenables a priori. A medida que los países se abren alcanzarlo sin referencia a Dios y sin referencia al designio de Dios sobre
los unos a los otros, las diversas civilizaciones entran en contacto. El ella. Y así este designio es que la ciudad humana concurra al estableci-
deber de los que, en esta materia, tienen una cierta influencia es tratar miento del Reino de Dios. El plan de Dios es un plan redentor. Entrar
primero de comprender estas otras civilizaciones, a fin de juzgarlas obje- en el Plan de Dios es superar el plan de la creación para alcanzar el
tivamente. No es fácil para un francés, incluso cristiano, entrar en la plan de la encarnación. La civilización debe estar orientada hacia Cristo,
mentalidad de un chino, de un negro o de un malgache. No es fácil, pero que lo es todo en todos, el alfa y el omega. No es eso negar las tareas
es necesario. terrestres en su consistencia propia, su valor propio, su método propio.
Una civilización diferente de la nuestra no es necesariamente una cipi- Es mostrar la superación a que está llamada toda civilización. La Iglesia
lización atrasada, sino que, falta de medios materiales o culturales, no es el dedo levantado hacia el cielo para indicar a la civilización su ca-
ha podido quizá realizar el ideal humano deseado por Dios. Es preciso, mino y permitirle orientar a los hombres hacia su fin último: la gloria
pues, ayudar a los demás. Ayudarles no quiere decir imponerles por la de Dios y la salvación de las almas.
150 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA
EL COMPROMISO DE LOS LAICOS CRISTIANOS EN LA CIVILIZACIÓN 151

1. Deber apostólico en relación oon la prop'a civilización El mismo problema se plantea a propósito de formas nuevas de civi-
En esta perspectiva de evangelización, dos objetivos se presentan ante lización que, si no agotan totalmente el concepto de civilización, no dejan
el cristiano laico de cara a la civilización en que se encuentra. de caracterizar al menos diversas capas de una sociedad. Se habla en este
— Trabajar para excluir de la civilizaron los obstáculos a la vida sentido de civilización técnica o de civilización obrera. Vale más hablar
cristiana. Es por ello que la lucha contra la miseria, la vagancia, el tugu- de ambiente técnico o ambiente obrero. Estos ambientes tienen su men-
rio, el alcoholismo, la prostitución, salvaguarda el destino humano de la talidad especial, su lógica especial, su vocabulario especial, sus problemas
civilizac'ón y sus exigencias espirituales. especiales. Se produce una separación cada vez más profunda con la civi-
—• Crear un ambiente cristiano auténtico y resplandeciente. El testi- lización llamada «burguesa». La Iglesia, para penetrar en estos medios,
monio de la vida y, llegado el caso, de la palabra, la manifestación de debe abandonar ciertos rasgos de su rostro hasta hoy tradicional, adoptar
una caridad activa, la aclaración de los acontecimientos a la luz de la fe: una fisonomía exterior capaz de responder a las aspiraciones profundas de
tantos medios de trascender el orden terrestre de la civilización e incli- este mundo obrero o técnico. Es el honor y la pesada responsabilidad de
narla en el sentido del Reino de Dios. Cristianizar nuestra civilización no la Acción Católica Obrera llevar testimon'o a través del compromiso
es un paso atrás, un retorno a la cristiandad medieval. Es hacerla permea- temporal, perseguir en la vida de trabajo la obra de evangelización, hacer
ble a los cristianos; es dejar a la Iglesia la posibilidad de crear las ins- conocer y aceptar la Iglesia en un medio que le es hostil o ajeno. Por
tituciones que precise para vivir de su vida propia; es mostrar que la so- medio de los laicos, la Iglesia penetra en la fábrica, en las minas, en los
ciedad como tal y en virtud del derecho natural es diferente de las con- suburbios populares. Se prepara una Misión Obrera, que, uniendo sacer-
fesiones religiosas que en ella cohabitan; es reconocer el deber de la so- dotes y laicos, parroquias misioneras y Movimientos de A. C , se es-
ciedad de dar un culto a Dios, de quien procede y al cual debe hacer fuerze en sembrar de nuevo el campo descristianizado de las almas de
tender los individuos; es infiltrar en las instituciones un espíritu tal que donde ha desaparecido la fe. Los lacios se disponen a cambiar el medio
los crist'anos se sientan en ellas cómodos y les aporten libremente las para que los hombres dejen de maldecir la tierra o de vivir en la ilusión
riquezas de su fe; es querer que la Iglesia pueda irradiar sin trabas la luz de un paraíso terrestre por venir, y acepten su condición de hijos de Dios
del evangelio sobre las almas, sobre las costumbres, sobre las institucio- rescatados y prometidos a la gloria eterna.
nes y, a través de la civilización terrestre, introducir las almas en el Reino Como concluye el folleto sobre El compromiso temporal:
de Dios.
«Vivido así en ¡a fe, el compromiso al servicio de la promoción colectiva del
mundo obrero no amenaza impedir el apostolado; muy al contrario, es no solamente su
2. Deber apostólico en relación con las otras civilizaciones. condición, sino también su expresión auténtica. A través de su compromiso el militante
Aportar a las otras civilizaciones el misterio de la Redención, ¿no es obrero podrá ejercer más fácilmente su papel de testigo y de apóstol de Cristo.»
el voto de los misioneros, sacerdotes, religiosos y también de los laicos
que la Asociación «Ad Lucem» reúne para esta tarea magnífica? Pero
había posibles escollos que se han revelado como reales. Los sumos pon-
tífices han recordado, no hace mucho, sus peligros: el de imponer su
civización con la Cruz de Cristo; el de hacer obra nacionalista al mismo
tiempo que evangelizadora. El nacimiento y el desarrollo del clero indí-
gena son el mejor remedio para este doble peligro. Nadie mejor que un
sacerdote del país puede ver cómo respetar una civilizaron al mismo
tiempo que se la cristianiza. Y la preocupación de implantar la Acción
Católica en países recién nacidos al cristianismo es la señal de la respon-
sabilidad que se reconocen los convertidos de marcar la sociedad en que
viven y orientarle hacia la confianza en la Iglesia,
CONCLUSIÓN 153

¿Detrás del telón de acero o del telón de bambú?


¡Qué importa! Eres el hermano de Cristo.
Eres el hermano de todos esos cristianos repartidos por el vasto
mundo.
Y el hermano también de todos los que no conocen a Cristo, pero
que Cristo quiere reunir en el Reino del Padre.

CONCLUSIÓN ¿Qué quieres? ¿Tu felicidad para ti solo? ¿O también la felicidad de


tus hermanos?
¿La felicidad en tu porvenir humano? Sí, sin duda.
Laico cristiano, hermano mío, al escribir este librito, he pensado ¿Pero eso es todo?
en ti... ¿No quieres también la felicidad en la vida eterna?
¿Quién eres? ¿Obrero, campesino, industrial, comerciante, médico, ¿La felicdad de esta familia cristiana de la que tú eres miembro?
ingeniero, profesor, empleado? ¿La felicidad y expansión de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo,
¡Qué importa! Piensa primero que eres hijo de Dios e hijo de la que peregrina acá abajo, a la luz del evangelio y en la esperanza de las
Iglesia. nuevas tierras y de los nuevos cielos, donde Cristo lo será todo en
¡Hijo de Dios! Medita estas palabras admirables de san León que la todos?
liturgia pone en nuestros labios en el tiempo de Navidad: Agnosce,
o christiane, dignitatem tuam... «Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y,
hecho partícipe de la naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua miseria
con una conducta indigna. Recuerda de qué Cabeza y de qué Cuerpo
eres miembro. Acuérdate de que, arrancado del poder de las tinieblas, ¿Qué harás? ¿Te encerrarás en la búsqueda egoísta de los bienes ma-
has sido transportado a la luz y el reino de Dios». teriales?
¡Hijo de la Iglesia! Recuerda que, con un acento de vibrante emo- ¿O te abrirás al deseo de comunicar a los otros las riquezas cuya
ción Pío XII decía de los laicos: «Ellos por consiguiente, ellos sobre fuente es la Iglesia?
todo deben tener una conciencia cada vez más clara, no solamente Aquí está tu vocación.
de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia, es decir, la comunidad Desplegar tus fuerzas al servicio de la creación que el Señor ha puesto
de los fieles en la tierra, bajo la guía de un jefe común, el papa, y de los entre tus manos, para explotar las virtualidades que contiene y colaborar
obispos en comunión con él». en la perfección del universo del que él es Creador y Providencia.
Entregar tu corazón a la obra redentora que Cristo vino a realizar
sobre la tierra para reconciliar a los hombres con D;os y asegurar su
salvación eterna.
Responder a la llamada de Jesucristo que te invita a lanzar tu vida en
¿Dónde estás? ¿En tu país? En una ciudad bulliciosa? ¿En algún la suya para aportar la luz y el amor a los que viven lejos de él.
rincón perdido del campo? ¿En un pueblo encaramado en nuestras mon- Ofrecer tu celo a la Iglesia, tu madre, para que reine entre las nacio-
tañas? nes e introduzca a todos sus hijos en el Reino de Dios.
¿En Europa? ¿En África? ¿En América? ¿En Asia?
154 LOS LAICOS TAMBIÉN SON IGLESIA

¿Qué temes? ¿El esfuerzo? ¿La pena? ¿El sufrimiento? ¿El fra-
caso?... BIBLIOGRAFÍA SUMARIA
N o estás solo.
Cristo está contigo.
La Iglesia está contigo. Les Enseignements Pontificaux: Le Laicat. Presentación p o r los monjes
Cristo, la Iglesia, tus hermanos y tú, todo es uno. de Solesmes, Desclée y Cía., 1956.
El Misterio de la Cruz te envuelve, porque es el Misterio cristiano. Actas del I Congreso mundial para el Apostolado seglar, Piazza San
Tendrás que sufrir. Tendrás que morir. Callista, Roma, 1951.
Pero la muerte n o tendrá la última palabra: el Misterio de la Resu- Y. CONGAR, O. P.: Jalons pour une théologie du laicat, ed. du Cerf,
rrección está en ella, m u y próximo. París 1953.
Más allá de la Cruz, más allá de la muerte está la vida.
R. HASSEVELDT: Le Mystere de l'Église, ed. de PÉcole, París 1958.
Mors et vita duello oo>nflixere mirando: Dux vitae mortuus regnat
vivus. L'Église, Histoire du salut, coll. Baumgartner, Lethielleux, París 1955.
D O M VONIER: Le peuple de Dieu, ed. de l'Abeille, Lyon 1943.
* J. D'KEILLY: Le peuple de VAncienne Alliance, ed. de PÉcole, París 1954.
H. P. DE LAGNEAU: Apostolat des premiers chrétiens, ed. Ouvriéres.
¡Valor, pues, hermano mío! ANNE-MARIE L A BONNARDIÉRE: Chrétiennes des primiers siécles, ed. Ou-
Surrexit Christus, spes mea. ¡Ha resucitado Cristo, mi esperanza! vriéres, París 1957.
Por encima de los combates de la existencia cotidiana, p o r encima de G. P H I L I P S : Le role du laicat dans l'Église, Casterman, 1954.
las dificultades del compromiso temporal, más allá de los esfuerzos del
apostolado, luce la estrella de la esperanza. J. CARYL y V. PORTIER: La mfssion des láics dans l'Église, ed. Chronique
Christus resurgens ex mortuis jam non moritur. ¡Cristo resucitado Sociale, Lyon 1949.
de entre los muertos ya no muere, aleluya! L'Apostolat des láics, Cuadernos de «Résurrection», núms. 6 - 7, Bloud,
Cristo es siempre vivo. Eternamente vivo. París 1957.
Él cuenta contigo. N o decepciones su espera. J. - M. PERRIN: L'heure des láics, ed. le Rameau, París 1954.
Trabaja con tus hermanos. Trabaja para tus hermanos. A. HAMMAN, O. F . M . : L'apostolat du chétien, Plon, París 1956.
Actúa con la Iglesia. Actúa para la Igles'a, a fin de que, llegada a los
E. VAUTHIER: lnitiation a l'Action Catholique, ed. Ami du Clergé, Lan-
confines de la tierra, realice la unidad de los hombres y todos sean uno
en Cristo como Cristo es uno con su Padre. gres 1955.
Y ya Cristo, desde lo alto del cielo, te repite como a los apóstoles A. CHAVASSE, J. FR'ISQUE, H . D E N I S , R. G A R N I E R : Église et Apostolat,
la tarde de la Resurrección: Pax vobis. ¡Que la p a z sea contigo!» Casterman, 1953.
Pastorale, CEuvre Commune, Congreso nacional de Versailles, ed.
Pascua de 1958. Fleurus, París 1956.
Le monde attend l'Église. En colaboración, ed. Fleurus, París 1957.
T H . SUAVET: Construiré l'Église aujourd'hui, ed. Ouvriéres, París 1957.
ÍNDICE

PRÓLOGO. — Yo soy la Iglesia

PRIMERA PARTE
LOS LAICOS Y LA IGLESIA
CAPÍTULO PRIMERO.—La hora de los laicos . . . . . . .
La llamada del mundo, 9. — La llamada de la Iglesia, 10. — La
llamada de los laicos, 13.

CAPÍTULO II. — ¿Qué es un laico?


Las acepciones que debemos apartar, 16. — El origen de la palabra
laico, 17. — Una definición negativa, 18. — Un análisis descriptivo, 19.
Ensayo de una definición teológica, 20. — Una definición reciente, 21.
El designio de Dios, 25. — Las etapas da la Historia Sagrada, 26.
Conclusión, 22.

CAPÍTULO III. — ¿Qué es la Iglesia?


Los dos aspectos de la Iglesia, 28. — La Iglesia-Sociedad, 29. — La
Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, 30 —Dos frases célebres, 3 3 . —
La Iglesia, Esposa y Madre, 3 3 . — L a misión doctrinal de la Igle-
sia, 35. — La misión santificadora de la Iglesia, 36. — La misión pas-
toral de la Iglesia, 37. — La tarea misional de !a Iglesia, 38.

SEGUNDA PARTE
LOS LAICOS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA
CAPÍTULO PRIMERO. — El pueblo de Dios
Anuncio y promesa del pueblo de Dios, 40. — La realización de la
Alianza, 41. — El Reino de David, 42. — El mensaje de los Profe-
tas, 43. — Las imágenes bíblicas del pueblo de Dios, 46.
158 ÍNDICE ÍNDICE 159

Páj.

CAPÍTULO II. — Las primeras comunidades cristianas . . . . . ^0 CUARTA PARTE


La primera comunidad de Jerusalén, 51. — La Iglesia de <J°rinto, 52.
La Iglesia de los Mártires, 55. EL APOSTOLADO DE LOS LAICOS
Pág.
CAPÍTULO III. — A través de la historia 59
El papel de los laicos en las elecciones episcopales, 58. -— El papel ^CAPÍTULO PRIMERO. — El deber del apostolado 110
de los laicos en los concilios, 60. — El papel de los príncipes en la Fundamento del deber de apostolado, 111.—Razones actuales del
Iglesia, 61. — El papel de los laicos en la administración de la Igle- apostolado de los laicos, 112. —Límites del deber de apostolado, 113.
sia, 63. CAPÍTULO II. — Las diferentes formas del apostolado de los laicos. 114
El apostolado en general, 114. —Apostolado en sentido estricto y en
CAPÍTULO IV. — Figuras de Santos y de cristianos laicos . . . . 65 sentido amplio, 115. — E l apostolado en sentido amplio, 115. —Apos-
Carlomagno, 65. — San Luis, 67. — Santa Juana de Arco, 69. — ••
tolado libre y apostolado organizado, 118.—Apostolado directo y
Pascal, 72. — Ozanam, 74. apostolado indirecto, 119.
CAPÍTULO V. — La mujer en la Iglesia 76 CAPÍTULO III. — La Acción Católica 121
Lo que la Iglesia piensa de la mujer, 77. — Lo que la Iglesia ha
Las dos tareas esenciales de la Acción Católica, 123. — Acción Cató-
hecho por la mujer, 79. — L o que la mujer ha hecho r>or la Igle-
lica general y Acción Católica especializada, 124.
sia, 82. — Lo que la Iglesia pide a ía mujer cristiana, 84.
CAPÍTULO IV. — Una reciente controversia 130
A propósito del padre Rahner, 130. — La respuesta de monseñor
Tiberghien, 132.—La opinión del padre Baumgartner, S. J., 133.—
Laü Qhsfítvacinnfis. da «Mas.sfi.s. Quxtifixes., 135. — Gaucijj.siáiiL, 1.17.
TERCERA PARTE CAPÍTULO V. — El II Congreso mundial del apostolado de los laicos. 138
LOS LAICOS EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA A propósito del padre Rahner, 130. — La respuesta de monseñor Ti-
berghien, 132.— La opinión del padre Baumgartner, S. J . . — L a s
grandes conferencias del Congreso, 141. — Las conclusiones del Con-
CAPÍTULO PRIMERO. — Los laicos y la misión santificante de la greso, 143.
Iglesia 87
Jesucristo es el único Sacerdote del sacerdocio cristiane?, 87. — La CAPÍTULO VI. — El compromiso de los laicos cristianos en la civi-
Iglesia continúa la función sacerdotal de Jesucristo, 88. ^ - El sacer- lización 144
docio de los fieles, 89. •— La participación de los fieles en el sacrificio El pensamiento de los sumos pontífices, 144. — ¿Qué es la civiliza-
eucarístico, 91. — La participación de los fieles en los demás sacra- ción?, 146. — El deber de comprometerse, 146. — El deber apostólico
mentos, 92. en relación con la civilización, 149.

CAPÍTULO II. — Los laicos y la misión doctrinal de la Iglesia . . 94 CONCLUSIÓN 152


¿Tienen derecho los laicos a enseñar en la Iglesia?, 94. - - Las diver-
sas formas de enseñanza de los laicos, 96. BIBLIOGRAFÍA 155

CAPÍTULO III. — Los Laicos y la misión pastoral de la Iglesia . . 102


La influencia de la vida sobre las instituciones, 104. — La evolución
de la civilización, 105. — La costumbre, 106. — El pape) de la opi-
nión pública, 108.

También podría gustarte