Está en la página 1de 8

LA EXTRAORDINARIA ORDINARIA VIDA DE CARLO ACUTIS

En la tarde del sábado 10 de octubre, Carlo


Acutis, el genio de la informática que amaba
profundamente la Eucaristía, es declarado Beato
en Asís. Antonia Salzano, madre de Carlo, abre
su corazón sobre aquello que más le impactó de
su hijo.
Hay Santos para todos los gustos, patrones para
todas las profesiones, pero faltaba un Santo
patrono de Internet. Este sábado, Carlo Acutis
será declarado beato en Asís, su «lugar favorito en el mundo». Un chico normal, con
sus defectos y virtudes, que luchó por colocar a Dios en primer lugar y que usó
internet para evangelizar. Antonia Salzano, madre de Carlo, abre su corazón sobre
aquello que más le impactó de su hijo, y su gran amor a la Eucaristía. Amor que le
llevó a pasar horas y horas de trabajo de investigación para crear una página web y
una exposición con los principales milagros eucarísticos que, hoy todavía sigue
siendo visitada por miles de personas de todo el mundo. Y no es para menos, como
él decía: «la Eucaristía es mi autopista hacia el cielo».
«Carlo fue mi salvación», revela su madre. El amor apasionado que su hijo sentía
por Jesús, llevó a que esta mujer, joven, exitosa, de una familia intelectual y alejada
de la fe, se cuestionara su forma de vivir. Había ido tres veces a Misa en su vida: su
Bautismo, su primera Comunión y la boda. Hasta que el pequeño Carlo, de cuatro
años, la llevó a «entrar en las iglesias para decirle ‘hola’ y mandarle ‘besos’ a Jesús
en la Cruz». Se apuntó a unas clases de teología para responder a los miles de
preguntas de su inquieto hijo y poco a poco tuvo una conversión. Habría que matizar
aquí que fue su niñera polaca, Beata, quien le habló primero de Dios. Quizá fue ella
la responsable de todo.
La piedad del pequeño no hacía más que crecer y a los 7 años recibió su primera
comunión en el silencio del monasterio de Bernaga en Perego, para evitar
distracciones. Desde entonces, Carlo asistía a Misa diaria, rezaba el Rosario y
dedicaba un rato de adoración antes o después de la Eucaristía. «No hablo con
palabras, solo me recuesto sobre su pecho, como San Juan en la Cena», así describía
su forma de orar.
Hoy, Carlo sigue evangelizando a la familia. Antonia tuvo mellizos en 2010,
Francesca y Michele, cuando ya había cumplido 44 años, cuatro años después de la
muerte de su hijo. Los mellizos siempre han escuchado hablar de su hermano, así
que para ellos es natural tener un Santo en la familia. «Son niños muy devotos y
aunque se pelean por ver quien reza el rosario, son muy especiales. Estoy segura de
que Carlo está intercediendo por ellos desde el cielo», dice su madre.

Su gran amor por la Eucaristía


La Feria de Rímini, el mayor evento cultural católico italiano, organizado por
Comunión y Liberación, con una masiva participación de jóvenes, fue donde Carlo
se inspiró para su gran proyecto. En este festival de exposiciones y encuentros que
profundizan sobre la sociedad, la cultura y la fe, nace en Carlo el deseo de crear una
exposición sobre los distintos milagros eucarísticos que tuvieron lugar en la historia.
Su trabajo de investigación, que comenzó cuando tan solo tenía 11 años, dio como
resultado una obra que explica los hechos milagrosos en torno a la Eucaristía en 20
países, con 160 paneles que pueden descargarse de Internet en su
web http://www.miracolieucaristici.org y que han recorrido más de 10.000
parroquias en todo el mundo. Su madre no oculta su emoción al contar lo
impresionante que era «ver a un niño tan joven pasar horas y horas trabajando con el
ordenador en vez de jugar a los videojuegos o con sus amigos». Quería que todos
amasen a Dios y comprendieran que «la Eucaristía es lo más increíble que hay en el
mundo». Y más que impresionante, porque para su obra agotó tres ordenadores y
pidió a sus padres acompañarle por un viaje por toda Italia y parte de Europa para
recabar material fotográfico.

Las luchas de Carlo


Carlo era un poco «glotón y goloso, porque le encantaba comer Nutella y
helados» dice su madre entre risas, porque cuando se le pregunta sobre Carlo, tiene
muchísimas anécdotas que contar. Recuerda que hubo un momento que comer tanto
hizo que ganara eso y engordó, lo que le llevó a adquirir un sentido del equilibrio y
luchó por la virtud de la templanza. Le habían regalado un diario que utilizó para su
mejora personal, colocando notas por su comportamiento, por ejemplo, «cómo me
comporto con mis padres, compañeros y profesores». Esto demuestra «la lucha que
tuvo consigo mismo, era muy estricto y no dejaba pasar ni una», dice Antonia,
mezclando italiano, español e inglés.
Carlo tenía también detalles con las señoras que venían a limpiar la casa. Algunos
de los cuales están grabados en la memoria de Antonia: «A pesar de que era su
trabajo, a Carlo no le parecía bien que tuvieran que recoger su desorden. Intentaba
despertarse un poco antes para tener la habitación limpia y hacer la cama». La
revista Huellas recoge el testimonio de uno de los empleados del hogar: Rajesh era
hindú. Entre él y Carlo nació una profunda amistad, hasta el punto de que Rajesh se
convirtió y pidió recibir los sacramentos. Cuenta Rajesh que: «Me decía que sería
más feliz si me acercaba a Jesús. Pedí el Bautismo cristiano porque él me contagió y
cautivó con su profunda fe, su caridad y su pureza. Siempre le consideré como
alguien fuera de lo normal, porque un chico tan joven, tan guapo y tan rico
normalmente prefiere llevar una vida distinta».
Cosas sencillas, pequeños detalles que mejoraban la vida de los demás. En este
sentido, su madre cuenta impresionada la «caridad y la generosidad que Carlo tenía
con todos», que es lo que contesta cuando se le pregunta sobre lo que más le
impactaba de su hijo. Con sus primeros ahorros le compró un saco de dormir a un
mendigo que siempre veía camino de Misa. En su cuaderno de apuntes personales
escribió: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir
la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde
abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos».
Paralela a la gran labor entre sus compañeros, Carlo también tenía que luchar por
una tendencia natural a hacer “el payaso” y hacer reír a la clase, incluso a sus
profesores. Pero se daba cuenta que molestaba, de modo que se esforzó en mejorar
en este aspecto también. Solía decir: «De qué sirve ganar 1.000 batallas si no
puedes vencer tus propias pasiones. La verdadera batalla tiene lugar dentro de
nosotros mismos».
Sobre el tema de la castidad, la madre cuenta como Carlo «tenía muchas chicas
que estaban enamoradas de él: era un joven guapo, rico y con éxito. No le hubiese
sido difícil tener muchas novias si hubiese querido». Pero era consciente de la «gran
dignidad de cada ser humano y de que cada persona refleja la luz de Dios». Estaba
verdaderamente convencido de que «el cuerpo es templo del Espíritu Santo». En esa
línea tenía claro, reflexiona Antonia, «que la sexualidad era algo muy especial y que
tenía que ser para el propósito que Dios la había creado». Así que solía hablar con
sus compañeros de clase y los animaba a la castidad. Le dolía mucho ver cómo los
jóvenes usaban la pornografía para su propio placer, lo que era una falta de caridad
y de alguna manera, “era traicionar el proyecto que Dios tenía para ellos”. Su madre
explica que Carlo se confesaba con frecuencia, ya que «igual que para viajar en
globo hay que descargar peso, también el alma para elevarse al Cielo necesita
quitarse de encima esos pequeños pesos que son los pecados veniales».

Un milenial muy santo…


«Hay algo muy oscuro de Internet que puede ser transformado si la tecnología es
usada para un buen propósito», dice Antonia. «Carlo lo hizo para evangelizar y es
un gran signo de esperanza». No puede más que enorgullecerse de la gran labor que
hizo su hijo con la tecnología y por ser ejemplo para tantos jóvenes de su
generación. Carlo les decía a sus amigos que para ellos también había «un propósito
especial de Dios desde la Eternidad». Y que ellos también pueden hacer mucho más
de lo que él hizo, «pueden ser Santos, lo importante es quererlo», les decía.
El Papa Francisco habla del futuro beato en su exhortación apostólica Christus
Vivit. En este documento, publicado tras el sínodo de los Obispos que tuvo como eje
central a los jóvenes, su Santidad menciona el riesgo del mundo digital que puede
colocar a los jóvenes «en el riesgo del ensimismamiento, aislamiento o del placer
vacío». En ese sentido, cita a un joven «creativo y genial», el venerable Carlos
Acutis, quien «sabía muy bien que esos mecanismos de la comunicación, de la
publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres
adormecidos, dependientes del consumo u obsesionados con el tiempo libre». En
cambio, él fue capaz de usar las «nuevas técnicas de comunicación para transmitir el
Evangelio y para comunicar valores y belleza».
El Papa Francisco alaba en ese sentido al nuevo beato que «no cayó en la trampa.
Veía a muchos jóvenes que terminan siendo más de lo mismo, corriendo detrás de lo
que les imponen los poderosos a través de mecanismos de consumo y atontamiento.
De ese modo, no dejan brotar los dones que el Señor les ha dado». Y efectivamente,
Carlo decía refiriéndose a esto que «todos nacen como originales, pero muchos
mueren como fotocopias».

Inesperadamente
Verano de 2006 y Carlo le pregunta a su madre: «¿Crees que debo ser
sacerdote?». Ella le responde: «Lo irás viendo tú solo, Dios te lo irá revelando». Ese
comienzo de curso no se encontraba bien… parecía una gripe normal. Nadie se lo
esperaba. Al entrar en el hospital, confió a su madre: «De aquí ya no salgo».
Efectivamente, se le diagnosticó una de las peores leucemias, de tipo M3. Diría a
sus padres: «Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa
y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al
cielo». Pidió la Unción de Enfermos y murió el 12 de octubre. En el funeral no cabía
nadie más: muchas personas que la familia no había visto en la vida. Y es que Carlo,
a escondidas, había ayudado a un innumerable número de personas, como
inmigrantes y personas sin techo en la calle, con quienes compartía su comida. ¡En
el funeral había muchísimas personas sin recursos! «Un montón de gente me
hablaba de Carlo, y yo no sabía nada. Me daban testimonio de la vida de mi hijo, y
yo me sentía huérfana», confiesa Antonia.

La agonía de Carlo Acutis


Una leucemia fulminante acabó con la vida de Carlo Acutis, a solo tres días de ser
diagnosticado con la enfermedad, sin embargo, su fuerte vínculo con la Eucaristía le
permitió vivir el sufrimiento con una dimensión cristiana.
Así lo relataron este 13 de octubre en Asís, en un encuentro organizado por la
Diócesis de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, los médicos y el capellán que
estuvieron junto al nuevo beato en los últimos días de su vida.
El P. Sandro Villa fue capellán del Hospital San Gerardo cuando Carlo Acutis fue
diagnosticado y tratado de leucemia.
En su intervención contó cómo “en 2006, en un día de octubre, conocí a Carlo,
que ya presagiaba su muerte. Fui llamado para administrarle los sacramentos de la
Unción de los enfermos y la Eucaristía”.
“En una habitación, al fondo del pasillo, me encontré delante de un muchacho. Me
sorprendió su rostro pálido pero sereno, impensable en un enfermo grave,
especialmente adolescente. Quedé maravillado por su compostura y por la devoción
con la cual, también con fatiga, recibió los dos sacramentos”.
El P. Villa narró cómo Carlo parecía esperar los sacramentos, “tenía necesidad de
ellos”. “Fue el único encuentro que tuve con Carlo, que permaneció en el hospital
muy pocos días. Fue un encuentro breve, porque estaba sufriendo. Las únicas
palabras que intercambiamos fueron los saludos recíprocos y su agradecimiento”.
Tras administrar los sacramentos a Carlo, “la madre me acompañó fuera de la
estancia, tenía el rostro cansado, transformado por la tragedia que se estaba
abatiendo sobre su familia. Con decisión me dijo: ‘Lo harán santo’. No me pareció
el momento de profundizar en esa afirmación. Pensaba en un muchacho valiente,
bueno, que frecuentaba el oratorio y que era asiduo a los sacramentos, que rezaba,
puntual en sus deberes como hijo y como estudiante”.
“Durante un breve período de tiempo regresaba a mi mente la frase de la madre y
el rostro sereno de Carlo”, continuó recordando el capellán del hospital. “Había algo
que no entendía de aquel rostro sereno. Después lo olvidé”.
Pasados algunos años, al P. Villa ya lo habían trasladado de hospital, “supe que
Carlo había sido declarado venerable. Me impresionó que el Señor me lo hiciese
conocer, aunque solo fuese durante unos pocos instantes”.
“Mi vida se había cruzado con la suya: un encuentro pensado por Dios desde la
eternidad. ¿Quería el Señor decirme algo? Yo quería estar presente en la clausura de
la fase diocesana del proceso de beatificación, así que decidí conocer su vida.
Descubrí que era un enamorado de Jesús presente en la Eucaristía y comencé a
comprender alguna de sus palabras. Su lema, ‘todos nacen como originales’, lo
interpreto así: para cada uno de nosotros, Dios, en su amor, establece un recorrido
personal de santidad para su propia realización plena”.
En el encuentro celebrado en Asís también intervinieron los médicos Andrea
Biondi y Momcilo Jankovic, médicos de Carlo Acutis en la Clínica Pediátrica y
Centro de Hematología Pediátrica del Hospital San Gerardo de Monza.
Con emoción recordaron cómo Carlo “fue como un meteorito, con un paso rápido
por nuestra planta: la leucemia se lo llevó antes incluso de que pudiésemos
conocerlo un poco bien”.
Sin embargo, “se nos quedaron impresos sus ojos dulces, su mirada llena de
atención por lo que le estaba sucediendo, de valentía, de amor, de fuerte empatía”.
“Se transparentaba en él esa fe suya en Dios que había querido, y que todavía
quería, transmitir a los demás, a su prójimo, atónito frente a la batalla que estaba
perdiendo. Su mirada dulce, incluso en medio de su drama, nos enseñó mucho: la
vida, por breve o larga que sea, se vive hasta el fondo intensamente por sí misma,
pero también, y sobre todo, para los demás”.
“Su fe, basada en el amor, y su mirada puesta en la libertad y la justicia, nos ha
abierto el camino hacia una nueva vida”, reconocieron.
En el encuentro participó también el Obispo de la Diócesis, Mons. Domenico
Sorrentino, que estableció un paralelismo entre San Francisco de Asís y Carlo, un
paralelismo en la enfermedad y de cómo la enfermedad y la muerte no deben
ocasionar miedo, sino que deben invitar a la cercanía a Dios, a la Eucaristía.
Recordó cómo en la enfermedad San Francisco elevó el cántico a las criaturas, y
la actitud de Carlo ante su enfermedad fue similar, fue una actitud de alegría y de
comunión con Dios y el prójimo.
Intervino también el P. Massimo Angelelli, director nacional de la Oficina de
Pastoral de la Salud. Ofreció una serie de reflexiones que le sugirieron la
experiencia de fe de Carlo y su breve experiencia de enfermedad.
Explicó que el sufrimiento forma parte de la vida y, como tal, “puede propiciar un
encuentro eucarístico. El sufrimiento en sí, no es buscado, no se contempla. Solo le
podemos dar un valor en sí al sufrimiento. El sufrimiento es una dimensión de la
vida, una dimensión natural, como la muerte”.
De esa manera, “con nuestras decisiones, podemos leer el sufrimiento con una
lectura de esperanza, o con una lectura de rechazo”. “Carlo vivió la experiencia de
la enfermedad y la muerte como lo hizo porque toda su experiencia tuvo un fuerte
vínculo con la Eucaristía”.
En ese sentido, ejemplos como el de Carlo Acutis dan una dimensión cristiana al
sufrimiento en la que Jesús está presente: “Cuando Jesús dice ‘no os dejaré solos’,
significa precisamente eso, ‘estaré con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo’, y no es solo una promesa espiritual, es real, vivía, vivificante, está presente
en la Eucaristía, y por eso Carlo se unió fuertemente a la Eucaristía, porque sabía
que en la Eucaristía está verdaderamente Jesús”.
También señaló que “cuando Jesús dice ‘amaos como yo os he amado’ es un
mandato fuertemente eucarístico”. De hecho, “la Eucaristía es el misterio central de
nuestra fe”. “La Eucaristía transforma el dolor en tiempo de esperanza y en prueba
de amor”.
Por eso, “todos los que sufren saben que Dios ha experimentado esa oscuridad,
porque la ha experimentado en Jesús”. “Todo dolor puede ser transformado en
alegría. Es posible. No es obligatorio, pero sabemos que de cualquier modo ese dolo
puede ser transformado en alegría”.
Por otro lado, se preguntó: “¿Cómo se hace para transformar el sufrimiento en
luz? He visto tanto sufrimiento oscuro, tanto sufrimiento que buscaba la luz,
personas que han sufrido dramas enormes, como la pérdida de un hijo. Y perder un
hijo con 15 o 16 años es un sufrimiento enorme. Esto es posible cuando
continuamos toda nuestra vida en presencia de Dios”.
“Jesús transformó la vida de Carlo porque Carlo le dio permiso, en una dimensión
en que día a día se conocieron, se frecuentaron, se encontraron”, subrayó.

El milagro
«¡Quiero parar de vomitar!». La petición de un niño brasileño de seis años que
debido a una malformación no podía dejar de vomitar y su total e inexplicable
curación, en el momento de hacer la oración al venerable Carlos Acutis es
considerado milagro suficiente para que el venerable pase a la fase II, la
beatificación. El 18 de octubre de 2019, el equipo técnico de médicos de la
Congregación para la Causa de los Santos recibió el dossier del presunto milagro
acaecido en Brasil. El 14 de noviembre de 2019, dio un dictamen positivo.
Los hechos tuvieron lugar el 12 de octubre de 2010 en la capilla de Nuestra
Señora Aparecida de Campo Grande, Brasil. Exactamente cuatro años después de la
muerte de Carlo. Un niño que sufría un páncreas anular se acercó a besar una
reliquia del futuro beato. El Padre Tenorio, vicepostulador de la Causa de Carlos
Acutis señaló que «la enfermedad causaba que el niño vomitara todo el tiempo, lo
que le debilitaba mucho puesto que todo lo que comía lo devolvía». En la fila para la
bendición de la reliquia, el niño le preguntó al abuelo lo que debía pedir a lo que
éste contestó: «dejar de vomitar». Desde ese momento ya no vomitó más y las
pruebas médicas demostraron que estaba completamente curado.
Monseñor Ennio Apeciti, responsable de la Oficina para las Causas de los Santos
de la Archidiócesis de Milán, dijo: «su fama de Santidad se ha difundido por todo el
mundo, de forma misteriosa, como si Alguien quisiera darlo a conocer. En torno a
su vida ha sucedido algo grande, frente a lo cual me arrodillo».
«Está siendo sacerdote desde el cielo», dice su madre, «él, que no conseguía
entender por qué los estadios estaban llenos de gente y las iglesias vacías, repetía:
‘tienen que ver, tienen que entender’».

Frases que lo han hecho famoso


Las frases de Carlo están en boca de todos y posiblemente pasarán a la historia.
Hay algunas que son muy conocidas, otras se repiten sin saber que fueron de Carlo,
como la archiconocida «todos nacemos como originales, muchos mueren como
fotocopias». Hacemos ahora un resumen de algunas de ellas.
Carlo nació y se bautizó en el barrio de Chelsea, en el corazón de Londres. Sus
padres no eran católicos practicantes, ¿de dónde le vino entonces una fe tan
profunda y una unión con Dios tales que le llevaron a expresar ideas tan profundas
como:
 «Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias».
 «Si Dios posee nuestro corazón, poseeremos el infinito».
 «Nuestro objetivo debe ser el Infinito, no el finito».
 «Sin Él, no puedo hacer nada».
 «Estar siempre unidos a Jesús, este es mi proyecto de vida».
 «La Eucaristía es mi autopista para el cielo».
 «La Eucaristía es lo más increíble que hay en el mundo».
 «Después de la Eucaristía, el Santo Rosario es el arma más potente para
combatir el demonio».
 «El Rosario es la escalera más corta para subir al Cielo».
 «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir
la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la
mirada desde abajo hacia lo alto».
 «¿De qué le sirve al hombre ganar una batalla, si no es capaz de vencer sus
pasiones?».
 «La santificación no es un proceso de suma, sino de resta. Menos yo
para dejar espacio a Dios».
 «La vida es un regalo porque mientras estemos en este planeta, podemos
incrementar nuestro nivel de caridad. Cuanto más alto sea, más
disfrutaremos de la Eterna Bienaventuranza de Dios».
 «Lo que verdaderamente nos hará hermosos a los ojos de Dios será sólo la
forma en que lo hemos amado y cómo hemos amado a nuestros hermanos».
 «Sólo los que hagan la voluntad de Dios serán verdaderamente libres».
 «¡Criticar a la Iglesia significa criticarnos a nosotros mismos! La Iglesia es
dispensadora de tesoros para nuestra salvación».
 «Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y
por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al
cielo».
 «Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo
minuto de ella en cosas que no le agradan a Dios».

Oración para pedir la intercesión


Oh Dios, nuestro Padre,
gracias por habernos dado a Carlo,
modelo de vida para los jóvenes
y mensaje de amor para todos.
Tú haz hecho que se enamore
de tu hijo Jesús,
haciendo de la Eucaristía
su “autopista hacia el cielo”.
Tú le has dado a María
como Madre muy amada,
y haz hecho que con el Rosario
se convirtiese en un cantor de su ternura.
Acoge su oración por nosotros.
Mira sobre todo a los pobres,
a quienes él amó y ayudó.
También a mí concédeme,
por su intercesión,
la gracia que necesito...
Y haz que nuestra alegría sea plena,
conduciendo a Carlo entre los beatos
de tu Santa Iglesia,
a fin de que su sonrisa
siga resplandeciendo para nosotros
para gloria de tu nombre.
Amén.

También podría gustarte