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LA EUCARISTÍA:
MI AUTOPISTA AL CIELO
Biografía del Venerable Carlo Acutis
(1991-2006)
por Nicola Gori
ANTONIA ACUTIS
Via Ariosto 21 – 20145 Milano
Tel: +39 02 48194408
info@carloacutis-.com
www.carloacutis.com
PRESENTACIÓN
Un adolescente de nuestro tiempo como muchos otros, ocupado en la escuela,
entre los amigos, gran experto, para su edad, en la informática. Sobre todo esto,
hay que añadir su encuentro con Jesucristo.
Carlo Acutis es un testigo del Resucitado, se confía a la Virgen María, vive la vida
de gracia y cuenta a sus coetaneos su impresionante experiencia con Dios.
Carlo tiene también una tierna devoción a la Virgen, recita fielmente el Rosario y
sintiéndola Madre amorosa, le dedica sus sacrificios como florecillas.
La breve existencia, proyectada hacia el encuentro con Cristo, ha sido como una
luz arrojada no sólo sobre el camino de cuantos lo han conocido, sino sobre
cuantos conocerán su historia.
Estoy más que confiado en que esta primera biografía de Carlo Acutis hecha por
el Dr. Nicola Gori, con su reconocida capacidad descriptiva ayudará a los
adolescentes de hoy, tan problemáticos y condicionados por los “mass media”, a
reflexionar acerca de la vida y sus valores evangélicos como plena realización de
la misma.
PREFACIO
Carlo, tu sonríes aún más allá del sol, donde los Ángeles te han llevado.
Cuantas veces has defendido a Dios hecho hombre, Jesús? Los ojos te brillaban
como estrellas cuando hablabas de Él!
Eras un niño y tenías sólo siete años cuando has querido encontrarlo.
Querías conocerlo cuanto antes! Pero tú, Carlo, entonces no sabías que era Él
que quería habitar enseguida contigo.
No sabías que Él ya te amaba tanto que quería que fueses todo para Él pronto,
muy pronto. Y así, tus años pasaron velozmente, por eso eras tan precoz.
Pero tú, Carlo, has sido también verdaderamente niño en aquella infancia que te
ha visto jugar con un blanco corderito de peluche, el primer regalo que has
recibido. Y un pequeño cordero blanco ha atravesado la calle con su pastor el día
que ibas a hacer la Primera Comunión en un convento de clausura.
Cuando el mal que te llevó se reveló, cuántas lágrimas punzantes han sido
derramadas por quienes te tenías como el bien más caro sobre la tierra!
Pero tú, cuando en el hospital los médicos te han dicho la verdad, nunca has
llorado. Dentro de ti, lo sabías. Y has mirado a tu padre y a tu madre con los ojos
secos, pero la mirada era la de los momentos más graves.
A Asís has regresado con tus restos mortales en la tierra de Francisco, el santo
que tanto amabas.
Estabas como en casa en Asís, pero Jesús, Carlo, estaba como en casa en tu
corazón!
Ya sabía, Jesús, desde cuando eras sólo un niño, que te habría llamado consigo
muy pronto. Porque Carlo, Jesús ha respondido a tu amor puro, intacto hasta el
último día de tu existencia.
Lo has encantado con tus ojos que brillaban como estrellas, cuando estabas por
recibirlo en el Sacramento de la Eucaristía.
Tu vida ha sido breve, Carlo, según el tiempo de los hombres. Pero tus días
transcurrieron veloces en el sucederse de aquellas misiones que el Espíritu de
Jesús, tu Maestro, te asignaba.
Ahora estás allí con tu alma, y tus restos humanos reposan sobre aquella altura
de la tierra de Asís donde, sobre la lápida de mármol claro, tus amigos continúan
llevando flores.
Miran, tus amigos, la Basílica de San Francisco a lo lejos, y la suave brisa del
atardecer hace murmurar las copas de los árboles.
Giuseppina Sciascia
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INTRODUCCIÓN
¿Qué tiene que ofrecer a nuestra frenética existencia un adolescente que a sus
15 años muere imprevistamente? ¿Cuál es el mensaje que él nos ha dejado a
todos nosotros en el curso de su breve existencia? ¿Qué permanece impreso en
el corazón de aquellos que lo han conocido?
Su pasaje sobre esta tierra ha sido breve y rápido, pero ha dejado una huella
indeleble, no sólo en sus familiares y amigos, sino también en todos aquellos que
lo han encontrado en su camino.
Tiene un carácter disponible y solar, no tiene dificultad de hablar sea con los
nobles o los mendigos que se cruza por la calle. Ninguno está excluido de su vida.
Sabe que para seguir a Cristo se necesita sacrificio y una gran humildad.
Carlo se inserta en esta miríada de pequeños que con su existencia rinden gloria
a Dios.
sino que siente que debe hacer más: debe darse a Dios para ser útil a los
hermanos. Nace de aquí su celo por la salvación de las almas. No se limita a orar,
sino que habla a menudo de Jesús, de María, de los Novísimos y del riesgo de
poder perderse. Es fuerte en su mente el peligro que las almas corren de
perderse y de no reunirse con Dios. Carlo busca ayudar sobre todo a las personas
que viven lejos de Jesús, inmersas en el pecado o la indiferencia.
Frecuentemente se ofrece, ora y repara los pecados y ofensas cometidas contra
el amor divino, contra el Sagrado Corazón, que ve palpitar, oculto en la Hostia
consagrada. Como Santa Margarita María Alacoque (1647-1690) también él
siente dentro de sí el deseo de conducir las almas al Corazón de Jesús.
Baste recordar las revistas de amplia difusión de los hijos de Alberione que Carlo
conoce muy bien y sobre las cuales sigue los debates teológicos y pastorales. El
objetivo de Carlo coincide plenamente con el de los misioneros que usan el mass-
media: alcanzar a cuantas más personas puedan para hacerles conocer la belleza
y la alegría de la amistad con Jesús. Y es en este contexto que el joven toma
como modelo el Apostol de las Gentes: Pablo, el cual pone todo de si mismo para
llevar la Buena Noticia a cada criatura, hasta dar la propia vida.
Carlo, sensible a los sufrimientos de los otros, se empeña en primera persona con
la oración, con la participación a la Santa Misa, con las Comuniones, con el rezo
del Rosario para sufragar las almas del Purgatorio.
Incluso los teólogos y sacerdotes que discuten con él se dan cuenta de tener
delante un interlocutor fuera de serie, una persona que ha profundizado e
interiorizado las verdades cristianas.
Él se vuelve un fuerte defensor de los valores fundamentales de la vida: está
convencido que el aborto es un verdadero delito y lucha como puede para
transmitir un mensaje de esperanza y de firme toma de posición a favor del
derecho a la existencia.
Podemos afirmar que es Jesús mismo y su Madre que lo han instruido y formado
en el silencio y en la oración, más que los libros que haya leído.
Baste recordar la gran caridad que tiene en sus contactos con los mendigos y
pobres que encuentra en las calles de la ciudad, así como su celo por enviar
donativos a los misioneros que anuncian el Evangelio en los Países del Tercer
Mundo. Además, el sostenimiento de las obras de caridad ambrosianas se vuelve,
para él, una obligación fija e improrrogable. En particular, tiene presente las
necesidades de la Obra de San Francisco para los pobres de Milán, dirigida por
los Frailes Menores Capuchinos, donde son acogidos, vestidos y alimentados
numerosos pobres e inmigrantes que llegan a la ciudad. Por ellos, Carlo, se
empeña en primera persona en recoger dinero entre los familiares y conocidos,
logrando así comprometer algunas personas en esta obra de caridad.
Utilizando los ordenadores y la informática, sin temor de usar los instrumentos del
“mass-media” por el bien de las almas, se hace promotor y apóstol del anuncio del
Reino. El pone a disposición de Cristo sus cualidades, su habilidad y su
inteligencia, para que las nuevas generaciones se pongan en contacto y puedan
conocer a Aquel que les ama hasta la eternidad.
Carlo quiere que también sus compañeros sean amigos de Jesús, que encuentren
en Él el sentido de la vida, que sean felices no sólo en esta tierra, sino también en
la eternidad.
A esta pregunta podemos responder, sea teniendo presente lo que sus amigos
intuyen, es decir que en su vida está la presencia de Otro que ha tomado
posesión de su corazón; sea considerando que su carácter es naturalmente
abierto, disponible y espontáneo. El quiere ser útil, desea ofrecerse y darse por el
bien de los otros, sean ellos sus propios familiares o los amigos o cualquiera que
se cruce por la calle.
Dada la joven edad de Carlo, ¿Cómo pudo haber llegado a una madurez interior
así? Es, un poco, como sucedió a Santa Teresa del Niño Jesús, la cual en 1887, a
los 14 años, tuvo la revelación de la misión que tenía que cumplir. Así escribe la
Santa en Historia de un Alma: “Un domingo, mirando una estampa de nuestro
Señor en la Cruz, fui conmovida por la sangre que caía de una de sus manos
divinas, me causó tan gran pena pensar que aquella sangre caía a tierra sin que
ninguno la recogiese y decidí permanecer en espíritu a los pies de la Cruz para
recibir el divino torrente que se escurría, comprendiendo que debía llevarla sobre
las almas... Incluso el grito de Jesús en la Cruz resonaba continuamente en mi
corazón: “Tengo sed”. Estas palabras encendieron en mí un ardor desconocido e
muy vivo... Quería dar de beber a mi Amor y me sentía devorada por la sed de
almas... No eran aún las almas de los sacerdotes que me atraían, eran las de los
grandes pecadores, me quemaba el deseo de arrancarlas de las llamas eternas...”
Él quiere también ayudar a sus hermanos y tiene delante de sí bien presentes los
instrumentos para hacerlo: los méritos de Jesús, la Eucaristía y el Santo Rosario.
De estos tesoros inmensos de la misericordia divina, se sirve para ayudar a los
pecadores, para convencer a los indecisos y para inflamar a los tibios.
Santa Teresa decía: “Mi deseo de salvar las almas crecía cada día más, me
parecía sentir a Jesús que me decía como a la samaritana: “¡Dame de beber!” era
un verdadero intercambio de amor; a las almas le daba la sangre de Jesús, a
Jesús ofrecía esas mismas almas refrescadas por este torrente divino, así me
parecía calmarle la sed y más le daba de beber, más aumentaba la sed de mi
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alma y era esta sed ardiente que Él me daba como la más deliciosa bebida de su
amor...”
En su célebre “Tratado”, la gran mística Santa Catalina describe así las penas de
las almas del Purgatorio: “La pena de las almas en el Purgatorio consiste
justamente en ver lo que Dios les muestra en su luz y de ser atraídas sin que
puedan seguir aquella seducción, aquel impulso unitivo que el Señor les ha dado
para ligarlos a Sí. La percepción de cuán grave sea este impedimento y el instinto
que el alma tiene de ser atraída por aquella mirada sin impedimentos, constituye
el sufrimiento de los purgantes”.
Para muchas personas Carlo ha sido un poco como aquella sal de la tierra, que
da sabor a todos los alimentos.
CAPÍTULO 2
entre sus alas la imagen de un hombre crucificado, que tenía las manos y los pies
extendidos y clavados sobre la cruz. Dos alas se alzaban sobre su cabeza, dos se
desplegaban volando y dos tapaban todo el cuerpo. Esta visión lo llenó de
estupor, mientras la alegría y la tristeza le inundaban el corazón. Sentía alegría
por el comportamiento amable con el cual se veía protegido por Cristo, bajo la
figura del Serafín. Pero el verlo clavado en la cruz le traspasaba el alma con la
espada dolorosa de la compasión. Esa visión tan misteriosa lo llenaba de estupor
y consciente de que la locura de la pasión no podía absolutamente coexistir con la
naturaleza espiritual e inmortal del Serafín, comprende, finalmente, por divina
revelación, el motivo por el cual la Divina Providencia le había mostrado aquella
visión, es decir, hacerle conocer anticipadamente que él, el amigo de Cristo,
estaba por ser transformado en el retrato visible de Cristo Jesús crucificado, no
mediante el martirio de la carne, sino mediante el incendio del espíritu”.
“Las virtudes de Carlo y su gran fe cristiana son conocidas por muchas personas
que lo han frecuentado: era un joven dulce, bueno, generoso, caritativo, leal y
altruista. Él nos ha dado simpatía, serenidad de corazón, tranquilidad, infinito
afecto desinteresado e inmenso amor cristiano. Su carga interior nos ha trasmitido
fuerza, coraje, esperanza; su optimismo nos ha enseñado sobre todo a acoger
siempre lo mejor de todo lo que el futuro querrá reservarnos durante la vida”.
“Este niño era muy afectuoso, generoso, educadísimo. Recuerdo que le gustaba
jugar con los cometas... Era un niño muy humilde, no se vanagloriaba nunca de
sus capacidades ni de la importancia de su familia”.
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“Carlos hizo suya la máxima que “a cada privilegio corresponde otra tanta
responsabilidad”... era extremadamente disponible en ayudar a cualquiera que se
lo pidiese, abierto al voluntariado... me ha quedado impresionada su total
ausencia de prejuicios a la hora de hacer amigos, sobre todo con chicos de
humilde extracción social. Había hecho de la simplicidad su bandera. Hijo único,
no estaba para nada viciado”.
“Carlo trasmitía paz y una sensación de serenidad, era como mirar un ángel. Su
humildad era desarmante, su sonrisa acogedora. Tenía una humildad,
generosidad y caridad infinitas”.
“Era un joven muy humilde, a pesar de pertenecer a una familia pudiente; jamás lo
he sentido hablar de dinero o vanagloriarse de cualquier cosa”.
Un redactor Jefe de la Radio Vaticana dice de él: “Hablar con Carlo no sólo era
placentero, infundía un sentido de bienestar espiritual porque de él emanaba una
gran serenidad. Otro aspecto que emergía de su figura era la simplicidad
acompañada de sincera humildad”.
“Carlo venía cada tanto a pedirme las llaves del oratorio porque era responsable
de los niños que iban allí y me saludaba de una manera tan gentil que era muy
entusiasta de él. Con respecto a los otros jóvenes, Carlo era verdaderamente
especial; no olvidaré nunca su gran gentileza y educación, se veía en él una gran
fe caridad hacia los otros”.
comida preparada. Tu estarás de frente con aquello que dices que sea el Cuerpo
de Cristo. Se el animal, rechazando el forraje, se apresura a adorar a Su Dios, yo
compartiré la fe de tu Iglesia”. San Antonio aceptó el desafío y la cita fue fijada en
Plaza Grande, a la que también fue una inmensa cantidad de curiosos.
El día fijado, San Antonio con algunos fieles y el hereje cátaro de nombre
Bonovillo, junto con algunos compañeros, se encontraron en el lugar establecido.
El Santo se presentó teniendo entre las manos la Hostia Consagrada encerrada
en el Ostensorio, el hereje llevando la mula hambrienta. San Antonio se dirige a la
mula con estas palabras: “En virtud del nombre de tu Creador, que yo aunque
indigno, tengo entre mis manos, te digo y te ordeno: avanza prontamente y rinde
homenaje al Señor con el debido respeto, así los malvados y los herejes
comprendan que todas las criaturas deben humillarse delante de su Creador que
los sacerdotes tienen en las manos sobre el altar”. Y la mula, rechazando la
comida de su patrón, se acercó delante de la Hostia y se arrodilló”.
Carlo queda muy impresionado por este milagro y decía: “Ciertamente el animal
había sido inspirado directamente por el Señor para confundir la incredulidad de la
mayor parte de los hombres, que seguramente hubieran preferido hacerse una
gran comilona antes que adorar al Señor”. El joven va en diversas ocasiones en
peregrinación a Padua, para rezar sobre la tumba del Santo, al que considera un
modelo de piedad eucarística y un auténtico discípulo de Cristo.
LA CARIDAD DE CARLO
El ejemplo de San Francisco y de San Antonio en la caridad hacia los pobres es,
para Carlo, un estímulo para hacer lo mismo. Él busca de hacer pequeños
progresos para ser más generoso. En Asís, paseando los perros, descubre un
mendigo que duerme en el suelo, en el jardín público desde hace días. La abuela
materna Luana testifica que “Carlo cada tarde me recordaba que preparase la
comida para llevársela al pobre y le metía siempre un euro de su paga, así,
cuando él se despertase lo encontraba cerca de sí”.
Carlo ayuda a los más pobres, las personas menos afortunadas y, a veces, daba
limosna a los que le pedían ayuda en la calle. Significativos son los testimonios de
dos mendigos que han conocido a Carlo y han querido dar un reconocimiento a su
generosidad:
“He conocido a Carlo Acutis al que veía siempre en la Misa durante la semana...
estando sin trabajo, me veía obligado a pedir limosna en la iglesia de Santa María
Segreta. El recuerdo de Carlo, permanecerá en mi corazón por siempre, por su
gran gentileza, bondad y educación. Cada tanto me daba algún dinero, que
pienso provenía de su paga. Chicos como él, desgraciadamente se ven muy
pocos...”
“He conocido al joven Carlo Acutis porque pedía limosna en la iglesia Santa María
Segreta. Todos los días, sea en la Misa de las 18:00 o la de las 19:00 h. veía
siempre a Carlo participar. A menudo me daba dinero de su paga, siempre
conversando conmigo para confortarme. Recuerdo todavía su gentileza, su gran
generosidad y su gran fe. Cuando mi amiga Giuseppina, que había conocido en el
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Carlo está particularmente cercado a los más pobres y repite siempre que “las
personas que tienen muchos medios económicos y títulos nobiliarios no se deben
vanagloriar haciendo sentir a los demás, que son menos importantes,
avergonzados”. Carlo remarca a menudo que a él no le interesan estas cosas
porque, para decirlo con sus palabras, “los títulos nobiliarios y el dinero son solo
papel usado; lo que cuenta en la vida es la nobleza de ánimo, o sea la forma con
que se ama a Dios y al prójimo”. Su humildad, su generosidad y su humanidad
son tales que no soporte ninguna forma de injusticia social, porque dice que
“todos los hombres son criaturas de Dios”.
CARLO Y LA ETERNIDAD
En su vida espiritual Carlo siempre tiene presente los Novísimos, que son Muerte,
Juicio, Infierno y Paraíso, llamados así porque tienen que ver con las realidades
últimas.
siempre ha testimoniado su visión del Infierno, del Paraíso y del Purgatorio, como
muestran algunas de sus meditaciones: “Si verdaderamente las almas corren el
riesgo de dañarse, como en efecto muchos santos han testimoniado y también las
apariciones de Fátima han confirmado, me pregunto el motivo por el cual hoy no
se hable casi nunca del Infierno, porque es una cosa tan terrible y espantosa que
me da miedo el solo pensarlo”.
A propósito de estas reflexiones que Carlo tiene a menudo, el padre relata: “Mi
hijo vivía una vida absolutamente normal, pero tenía siempre en mente que antes
o después debía morir. En efecto, muchas veces cuando le preguntábamos cosas
sobre el futuro respondía “sí, si todavía estamos vivos mañana y pasado mañana
porque no puedo asegurarte cuantos años viviremos todos, porque el futuro lo
conoce sólo Dios”.
El joven está convencido que necesita absolutamente tener una vida intachable y
que hasta los mínimos pecados deben ser, por lo tanto, confesados para tener
siempre el alma “inmaculada y lista para el encuentro con Dios”. El pensamiento
de su salvación eterna lo empuja siempre a estar vigilante para ese encuentro con
el Señor.
En otra ocasión, la madre lleva a Carlo a Roma para visitar los Museos Vaticanos
y una amiga de la madre, que atendía una librería en la Vía de la Conciliación, lo
lleva al interior de los Jardines Vaticanos para ver el lugar donde el Papa suele
pasear. Esta visita lo emociona muchísimo y ha sido para él un gran regalo. El
Papa y la Iglesia, para Carlo, son muy importantes: poco antes de morir ofrece por
ellos sus sufrimientos. Esta ofrenda es su respuesta al llamado de los pastorcitos
de Fátima, los cuales hacen sacrificios por los pecadores y por el Papa.
Carlo siempre ha estado muy ligado a la figura del Pontífice, Jefe y Guía de la
Iglesia universal. A menudo, ha defendido las posiciones de la Iglesia acerca de
algunas verdades morales y doctrinales y, no raramente, se ha enfrentado con
personas contrarias al Magisterio y a las enseñanzas del Papa.
Carlo considera necesario responder a los llamados que, tanto Juan Pablo II,
como Benedicto XVI, han hecho a los católicos invitándolos a la oración y al
ayuno.
lugares donde vivía el Santo Padre, y yo, viendo cuánto le importaba, le que le
llevaría ese mismo día, porque debía hacer algunos encargos en el supermercado
que estaba en el Vaticano. Lo llevé también a visitar los jardines y el lugar donde
el Papa normalmente hacía su paseo. Carlo estaba muy emocionado de pensar
que podría encontrarse con el Papa y esto me enterneció mucho. Durante la visita
hablamos de numerosos temas y así pude apreciar la gran fe que Carlo tenía;
además, Carlo me contó sobre todas las actividades de voluntariado que
desarrollaba en la parroquia y la escuela y así pude también valorar su gran
caridad. Después de la visita fuimos a la Misa y Carlo me dijo que él iba todos los
días.
CARLO CATEQUISTA
Carlos ora siempre por los miembros de todas las religiones, comenzando por los
hebreos, sobre los cuales ha hecho una investigación especial en la escuela con
su ordenador, con un programa que usan solo los profesionales. Decía que “el
más grande don que Dios ha hecho a los hombres ha sido el de enviar a su Hijo
Unigénito Jesucristo”, le disgustaba que no todos los conocieran. Por esto decía
siempre que “es muy importante orar e interceder para que Jesucristo sea amado
y conocido por todas las personas de la tierra”.
Incluso el diálogo interreligioso era para Carlo fundamental para dar a conocer
bien nuestra fe y los Mandamientos del Evangelio, que comportan tantas
renuncias y sacrificios. Carlo había tenido ocasión de unirse en oración a través
de la televisión, en el Encuentro interreligioso en Asís el 24 de enero de 2002,
querido y presidido por el Papa Juan Pablo II. En aquella ocasión, Carlo había
dicho que “con estos encuentros interreligiosos el Papa había sido seguramente
inspirado por Dios, porque así daba a todos la posibilidad de conocer y amar a
Jesucristo, único salvador del mundo del que depende la salvación de todos los
hombres”.
A menudo Carlo jugaba con él, que le divertía haciendo “el actor”. Le gustaba
mucho cuando se ponía en el papel de espía internacional, como James Bond,
papel que le venía muy bien. Por esto, el niño se divertía filmándolo con su
cámara y se reían a carcajadas.
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Carlo era un ejemplo tan alto de espiritualidad y santidad que he sentido dentro de
mi el deseo de hacerme bautizar cristiano y poder así recibir la Comunión. Me
había explicado la importancia de acercarse cotidianamente a la Eucaristía y de
rezar a la Virgen con el Santo Rosario buscando de imitar de ella las virtudes
heroicas. El joven me decía siempre que “las virtudes se conquistan
principalmente a través de una intensa vida sacramental y que la Eucaristía es
seguramente el cúlmen de la caridad y que a través de este sacramento el Señor
nos transforma en personas completas, hechas a su imagen” y me citaba las
palabras que conocía de memoria del Evangelio del Apóstol San Juan, del
capítulo VI en el cual Jesús dice: “Quien come mi carne y bebe mi sangre vive en
Mí y Yo en él y Yo lo resucitaré en el último día”; y luego me explicaba que la
Eucaristía es el Corazón de Cristo.
mantenido su gran fe, la que he tenido siempre como un ejemplo para mis hijos
tenidos con mi primer marido que era de religión hinduista. Durante la celebración
del funeral de Carlo he recibido como una gracia: me he reconciliado con mi prima
Vanessa con la que no hablaba desde hacía años y me ha venido el deseo de
bautizarme cristiana... Mi primo Rajesh me confió que él, que era hijo de
bramanes de la casta sacerdotal, se hizo bautizar gracias al testimonio de fe de
Carlo que le daba lecciones de catecismo por la tarde y le hacía ver las películas
de la Biblia y de las apariciones de la Virgen de Fátima y de Lourdes que también
les ha mostrado a mis hijos”.
Seeven Kistnen, dice de Carlo: “He conocido a Carlo Acutis cuando yo todavía no
había sido bautizado y muchas veces había ido a su casa para encontrar a
Rajesh que es un gran amigo mío y Carlo me ilustraba en la Fe Católica y me
daba lecciones de catecismo y me hablaba de las apariciones de la Virgen María
de Fátima, de Lourdes y de los milagros eucarísticos. Este hecho, unido también
a una gracia especial que creo sea fruto de su oración por mi al Señor, me ha
convencido a abrazar la religión católica y hacerme bautizar. Además puedo
atestiguar que él iba todos los días a Misa con la madre y frecuentemente iba yo
con ellos. En Carlo siempre he visto un ejemplo de coherencia cristiana y de gran
generosidad y humildad que no he visto en ninguna otra persona”.
CARLO Y LA EUCARISTÍA
Cuando Carlo era muy pequeño, su madre le regaló un corderillo de pelo blanco.
Fue su primer regalo, y él jugaba y lo cuidaba con cariño. El corderillo parecía casi
prefigurar la gran devoción que Carlo tenía por Jesús Eucaristía, y en efecto, su
vida ha sido un poco como la Eucaristía. Como habíamos dicho, Carlo muriendo
ofrecía sus sufrimientos por el Papa y por la Iglesia en unión a Cristo, el cual en
todas las Misas se ofrece a sí mismo en sacrificio por la salvación de las almas.
La vida del joven ha sido como una Santa Misa, se asemejaba a los corderos
inmaculados, destinados a ser sacrificados durante las fiestas pascuales. La
Eucaristía ha sido el fundamento de su espiritualidad, ha sido su Sol que
contemplaba encantado en aquel Cielo místico donde quería ir a toda costa. Carlo
decía a menudo: “La Virgen es la única Mujer de mi vida!”, y no falta nunca a la
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“cita más galante del día”, que es la del rezo del Santo Rosario.
Carlo sabía que adorando el Santísimo Sacramento por lo menos media hora, o
recitando el Santo Rosario en la iglesia, o en familia o comunidad, se ganaba la
indulgencia plenaria, según las condiciones prescritas por la Iglesia. También por
eso se detenía con frecuencia en la iglesia para hacer la adoración eucarística,
para después aplicar la indulgencia a las almas más necesitadas del Purgatorio.
Después de la Primera Comunión, Carlo comienza a ir a Misa todos los días con
el permiso de su padre espiritual, el cual conocía su devoción por la Eucaristía.
Carlo decía con frecuencia que “con los frutos de la Eucaristía cotidiana las almas
se santifican en modo excelso y no están en riesgo de vivir situaciones peligrosas
que perjudiquen su salvación eterna”. A imitación de los pastorcitos de Fátima
ofrece pequeños sacrificios por aquellos que no aman al Señor Jesús presente en
la Eucaristía.
Escribe su padre espiritual con respecto a la gran devoción que Carlo tiene por la
Eucaristía y por los sacerdotes: “Carlo era particularmente sensible para entender
si los sacerdotes celebraban la Misa con devoción y cuando se daba cuenta que
estaban poco ensimismados en la Celebración Eucarística se entristecía; más de
una vez me ha dicho “que siendo los sacerdotes las manos extendidas de Cristo,
el Señor, deben testimoniarlo con entusiasmo y ellos mismos deben ser modelos
luminosos y no repetidores automáticos de un rito litúrgico en el cual no ponen su
propio corazón y del cual no transparenten la propia fe en Dios”.
Más de una vez me pidió consejo sobre cómo convencer mejor a algunas
personas que no frecuentaban la Misa dominical y me dijo que cuando hablaba
del milagro eucarístico de Lanciano y de la aparición del Ángel de la Eucaristía a
los pastorcitos de Fátima la gente parecía iluminarse. Yo lo animaba siempre a
llevar la Palabra del Señor cuando se le presentaran las ocasiones. Estaba muy
contento de su gran celo apostólico y tenía una gran esperanza que un día Carlo
habría elegido el camino sacerdotal”.
Carlo afirma que el momento decisivo para pedir al Señor las gracias es el de la
Consagración, durante la Celebración Eucarística, cuando el Señor Jesucristo se
ofrece al Padre. Él explica: “Quién más que un Dios, que se ofrece a Dios, puede
interceder por nosotros? Durante la Consagración es necesario pedir las gracias
al Padre por los méritos de su Hijo Unigénito Jesucristo, por sus Santas Llagas,
su Preciosísima Sangre y las lágrimas y dolores de María Virgen que, siendo su
madre, más que nadie puede interceder por nosotros”.
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Cada vez que Carlo recibe a Jesús Eucaristía exclama: “Jesús, entra! Haz como
si estuvieras en tu casa!” y repetía frecuentemente: “Se va derecho al Paraíso si
nos acercamos todos los días a la Eucaristía!”.
Más de una vez Carlo dice estas palabras: “Jesús es muy original, porque se
esconde en un trozo de pan, y sólo Dios podía hacer una cosa tan increíble!”.
La gran devoción que Carlo tiene por la Eucaristía y por el Santo Rosario no le
impiden ser un joven vivaz y lleno de amigos.
Carlo reflexiona largamente y medita sobre los mensajes que Jesús había dado a
la Beata. Sobre todo lo había impresionado lo que el Señor Jesús había dicho a
Alejandrina: “Te he puesto en el mundo, te hago vivir sólo de Mi para probar a los
hombres lo que vale la Eucaristía y lo que es mi vida en las almas: es luz y
salvación para la humanidad. ¡Estoy tan olvidado! Es más, estoy tan ofendido!
Quiero ser amado en la Santísima Eucaristía: allí está la fuente de todas las
gracias!”.
Por otro lado, también tiene una gran devoción a las almas del Purgatorio. Y le
gusta mucho la iglesia de la Porziuncula de Asis, porque allí apareció la Virgen
con los Ángeles.
Y otro: “Recuerdo a Carlo que jugaba también con mi hija Nicoletta, que era más
pequeña que él, y frecuentaba la Misa todos los días. Era un chico amable y
educado, ahora que no está, le rezamos para que nos ayude también a nosotros”.
“Carlo iba a Misa todos los días y vivía reservadamente su religiosidad, sin llamar
la atención”. “Cada día iba a Misa y comulgaba con gran devoción”. “El joven
Carlo frecuentaba siempre la parroquia del pueblo por cada iniciativa útil a la
gente y estaba siempre presente en la Santa Misa.”. “Recuerdo que Carlo iba a
Misa diariamente y era un ejemplo para los otros niños”. “Se acercaba todas las
tardes con gran devoción y recogimiento al Banquete Eucarístico”. “Puedo
también yo atestiguar que Carlo iba a Misa no sólo los domingos, sino también
durante la semana, tanto que eso nos había impresionado mucho y un poco
turbado, porque un jovencito así devoto y lleno de cualidades que va a la Misa
todos los días no se ve a menudo”.
pequeño participaba en la Santa Misa cada día con gran asombro de todo el
pueblo, que lo recuerda con gran afecto. No podía no darme cuenta de él que
había elegido vivir su adolescencia con Jesús Eucaristía”. “Yo voy a Misa cada
día, y lo encontraba en Misa todos los días cuando estaba en Asís. Recuerdo con
profunda impresión su gran fe y su tierna y angélica sonrisa, en Carlo se
transparentaba y se sentía una gran pureza de corazón... Parecía que este niño
no pertenecía a este mundo, que él viviese en otra dimensión. Estando cerca de
él se sentía una gran paz y serenidad, era como mirar a un ángel. Su humildad
era arrolladora, tenía una bondad y caridad infinitas”. “Recuerdo su ferviente fe en
Dios, alimentada cotidianamente con la oración y la participación en la vida
litúrgica y sacramental”.
Para Carlo esta era la meditación más bella que se pudiese hacer delante del
Santísimo Sacramento que para él era “el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor
Jesucristo presente realmente como en los tiempos en que vivía en Palestina”.
En otra meditación se descubre el valor que para él reviste la oración delante del
Santísimo Sacramento: “Jesucristo se ha encarnado para venir a salvarnos sea
del pecado original heredado de nuestros progenitores, sea de aquellos que todos
nosotros, cada día hacemos, incluso involuntariamente, porque somos demasiado
limitados, y la Eucaristía, no es otra cosa que la Comida Celestial para evitar caer
en tentación. Cuando en el Padrenuestro se dice “danos el pan nuestro de cada
día y no nos dejes caer en tentación”, Jesús quería decir: “Danos hoy también la
Eucaristía cotidiana”.
En ocasión de una invitación hecha por el padre para unirse a una peregrinación a
Jerusalén organizada por algunos sacerdotes amigos, Carlos respondió: “Prefiero
permanecer en Milán porque también hay Tabernáculos en las iglesias donde
puedo ir a encontrar a Jesús en cada momento y, por lo tanto, no tengo necesidad
de ir a Jerusalén”. Y añadió: “Si Jesús permanece con nosotros siempre, en
cualquier lugar donde haya una Hostia consagrada, qué necesidad hay de hacer
una peregrinación a Jerusalén para visitar los lugares donde ha vivido Jesús hace
2000 años? ¡¡ Si ahora se visitasen también los Sagrarios con la misma
devoción!”. Su padre quedó muy asombrado por esta respuesta de Carlo que
demostraba la gran devoción que el hijo tenía por la Eucaristía.
“Puedo asegurar que Carlo iba muy a menudo a hacer la Adoración Eucarística y
en diversas ocasiones, he tenido también la oportunidad de seguirlo, sea en La
Verna, a Asís o a Santa Margarita Ligure donde a veces iba a encontrarse con los
abuelos paternos que tenían una casa donde pasaba parte de las vacaciones”.
Para llevar una vida a la luz de los valores evangélicos Carlos se aprovecha
regular y asiduamente a la Gracia Divina de los sacramentos. En particular, ha
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Él utiliza gustosamente las metáforas para explicar las cosas o para hacer
comprender también las verdades de la fe. Recordamos una en particular, en la
cual Carlo habla del globo aerostático para hacer comprender la necesidad de la
Confesión, como remedio de las caídas y pecados del hombre: “El globo
aerostático, para subir hacia lo alto, tiene necesidad de descargar peso, así como
el alma, para elevarse al Cielo, tiene necesidad de quitar los pequeños pesos que
son los pecados veniales. Si acaso hay un pecado mortal, el alma recae a la tierra
y la Confesión es como el fuego que hace subir al globo nuevamente hacia el
Cielo. Necesitamos confesarnos a menudo porque el alma es muy compleja”.
Don Bosco, entonces lo invitó a volver a confesar todo sin callar nada. Finalmente
lo absolvió y le dijo: “Ahora estás en gracia de Dios: el Cielo está abierto para ti.
Quieres ir allí o permanecer con nosotros?”. Y Carlo respondió: “Deseo ir al Cielo”.
“Por lo tanto, nos veremos en el Paraíso”, le dijo el Santo. Y Carlo recae sobre la
almohada y se duerme en el Señor” (Cfr. Teresio Bosco, Don Bosco, Elledici 1979
-reedición 1999) pp. 206-208).
Estos dos textos fueron utilizados por Carlo para catequizar a aquellos que, según
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Las monjas Romitas de la orden de San Ambrosio en Nemus de Perego, han sido
para Carlo como los “ángeles custodios”: lo han recordado siempre en sus
oraciones y lo tienen presente en su corazón. Él tiene por ellas un gran afecto y
está particularmente agradecido a estas religiosas también porque le han
permitido de hacer la Primera Comunión en su monasterio anticipadamente según
la edad requerida.
Por las visitas y encuentros con la comunidad, Carlo instaura una relación de
amistad y de estima con las monjas, las cuales le aseguran su constante oración
por él. El joven está convencido que sus oraciones le harán evitar los pecados a
los que normalmente caen los jóvenes de su edad, sea a nivel sexual o de vicios
que arruinan su salud, como las drogas o el alcohol. Carlo afirma siempre que,
según él, los padres que rezan a Dios para que les ayude con sus hijos,
interceden significativamente para que ellos no se extravíen ni pierdan su alma.
Carlo desea que los padres y las madres recen y hagan rezar a los hijos junto a
ellos, para sostenerlos en el camino de la fe, de manera que no se pierdan por
toda una eternidad. A propósito de esto, Carlo dice: “Se aún sucediese un día que
extraviasen el camino que lleva a Dios, el Señor, antes o después, se recordará
de las oraciones que habían recitado en familia y los reconducirá al redil”.
San Carlo Borromeo, San Juan Bosco y San Pio X insistían mucho para que los
jóvenes se acercaran a la Comunión desde pequeños, ya que estos santos
conocían bien los riesgos que se corren teniendo una vida lejana de la Eucaristía
y de la oración.
Es muy importante el rezo de la Liturgia de las Horas, baste pensar que San Juan
Bosco a menudo recitaba los Salmos delante de las “casas de citas” de una vez y
obtenía muchas conversiones. No era raro que algunas de aquellas jóvenes
dejasen de llevar aquel género de vida y fuesen a trabajar con San Juan Bosco
poniéndose a disposición de su gran Obra por los niños. Después de la lectura de
la Liturgia de las Horas las monjas participan cotidianamente en la Misa que
normalmente un sacerdote externo les celebra y luego se dedican también a
pequeños trabajos manuales que les ayuda económicamente. Su sustento está
dado por los donativos de los fieles que vienen a pedirles oraciones.
Además de las monjas de clausura, otras religiosas de las que Carlo ha tomado
su espiritualidad, son las hermanas mendicantes pertenecientes a la nueva
Congregación religiosa nacida en Francia. La espiritualidad de este nuevo
Instituto está fundado sobre el seguimiento de Jesús pobre y crucificado, según la
escuela de Santo Domingo de Guzmán y de San Francisco de Asís. Estas
hermanas, van en busca de la oveja descarriada, pidiendo de puerta en puerta la
limosna del pan cotidiano. La experiencia y la contemplación del Misterio de Cristo
crucificado manan de la Eucaristía que es el corazón de su vida y de la Liturgia de
las Horas que se prolonga en la Adoración Eucarística. Carlo las ha conocido en
Asís, porque han llamado a su puerta pidiendo cualquier cosa para comer y él las
ha acogido e invitado a la comida, estableciendo amistad con ellas. Estas
hermanas tienen Adoración Eucarística dos horas al día. También Carlo ama
permanecer delante del Santísimo Sacramento para entretenerse en íntimo
coloquio con Jesús, como hace un enamorado delante de la persona amada. Se
lamenta, sin embargo, de disponer de poco tiempo, porque “hubiera deseado
dedicar mucho más tiempo a la Adoración Eucarística”.
Algunas de las monjas de clausura que han conocido a Carlo nos han dado su
testimonio. Os damos algunas de sus conmovedoras palabras. Esperamos que el
ejemplo de Carlo de confiarse a las oraciones de estas religiosas que se ponen a
disposición de Dios y del prójimo, reparando con sus sacrificios los pecados de la
humanidad, sea imitado por todos aquellos que, tal vez, no conozcan ni
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Las Romitas de San Ambrosio en Nemus de Perego, recuerdan con gozo los
momentos felices de la Primera Comunión que Carlo había hecho en su
monasterio a la edad de siete años por un permiso especial del Arzobispo Macchi,
secretario del Papa Paulo VI. Así describe aquel día la Madre Superiora del
monasterio: “Está viva en mí, como en toda la Comunidad Monástica, la memoria
de aquel día 16 de junio de 1998, el martes después de la Solemnidad del Corpus
Christi, día en que Carlo ha recibido su Primera Santa Comunión sobre el Altar de
nuestra Iglesia Monástica, en forma privada, no teniendo todavía la edad prevista
para acercarse al sacramento de la Eucaristía con sus compañeros, pero estando
ya listo y deseoso de recibir a Jesús. Compuesto y tranquilo durante el tiempo de
la Santa Misa, ha comenzado a dar signos como de “impaciencia” mientras se
acercaba el momento de recibir la Santa Comunión. Con Jesús en el corazón,
después de haber tenido la cabecita entre sus manos por breve tiempo en actitud
de recogimiento, ha comenzado a moverse como si no lograra más a estar quieto.
Parecía que hubiera sucedido algo en él, sólo notado por él, algo demasiado
grande que no lograba contener”.
Una monja a la cual Carlo estaba muy ligado, escribe a sus padres: “Refiero con
verdad y humildad, el recuerdo indeleble que Carlo ha dejado en mi alma y en la
de las hermanas que han tenido la fortuna de conocerlo… Sus pedidos de oración
por sus intenciones, son siempre del tipo religioso (una familia admirable!), entre
ellas, el Santo Padre, los sacerdotes, la salvación de las almas y llevar el
Evangelio a todos, hacer conocer a Jesús, especialmente a los niños. De Carlo
conservo un recuerdo verdaderamente edificante, por su comportamiento
extremadamente educado, sonriente, abierto, comunicativo, pero, sobre todo, por
su profunda fe, tan limpia y sincera, y por su ardiente amor a Jesús Eucaristía!
Tenía, entre otras, una filial devoción a la Virgen María, que veneraba
especialmente con el rezo del Santo Rosario. Le había gustado mucho saber que
en nuestro Monasterio hay diariamente Adoración Eucarística: nos rogaba que
recordáramos a todos los que para él eran más importantes: los enfermos, sus
amigos y los pecadores. Se entristecía de ver que el mal llegaba a arraigarse
también en algunos de sus amigos… Un día convenció a su primo de venir a
vernos, seguro de que de las monjas de clausura podía recibir oraciones y
palabras espirituales para acercarlo más a Jesús.
En su última visita al Monasterio, dos meses antes de que Jesús lo llamase para
sí, habíamos hablado de cuánto son aceptables al Señor los pequeños sacrificios
para obtener gracias espirituales, etc., y él con un comportamiento tan convencido
y sentido me dijo: “Sor Luigina, rece para que yo pueda ser menos holgazán!”. He
quedado impresionada, admirada, porque no es fácil encontrar un jovencito que
desee una perfección tan profunda.
Carlos ha quedado impresionado también por la gran devoción del Padre Pío de
Pietrelcina (1887-1968) por los Ángeles.
Este cuarto donde estaba la chimenea, a una cierta hora, en invierno, adquiría la
importancia del salón actual. El resto del día y en las otras estaciones era
destinado para depósito de cosas inútiles o para guardar los útiles que no se
usaban de continuo.
Por ello, los hermanos, después de cenar, iban al “fuego común” para calentarse y
quien quería, podía llevarse un poco de brasas a la propia celda.
“¿Qué haces allí?”, le pregunta el Padre Pío con autoritaria voz. No recibiendo
respuesta continuó, siempre con el mismo tono, en dirección al joven sobre el
altar:
“Apresúrate bien con las tareas domésticas! En lugar de poner las cosas en
orden, rompes velas y candelabros!”.
Después de diez minutos, el Padre Pío preguntó a uno de los presentes, un joven
que enseñaba letras a los seminaristas y que había publicado el episodio en un
volumen de 1926 con el nombre de Giuseppe de Rossi: “¿Has estado en la
iglesia?”
La pregunta era oportuna porque el joven todas las noches iba a la iglesia a
cambiar la mecha a la lámpara del Santísimo. El joven, que también tenía las
llaves de la iglesia, respondió que iría más tarde.
El Padre Pío le dijo sonriendo: “Mire si encuentra a alguno, vaya, vaya a ver que
encontrará también algunas velas en el suelo”. El joven tomó la lámpara y junto a
otro hermano se encaminó hacia la iglesia. Los dos inspeccionaron la iglesia, pero
no encontraron ninguna vela fuera de lugar. Al regresar, informaron al Padre Pío
que en la iglesia no había nada que les hubiera llamado la atención.
El Padre Pío, decidido, replicó: “Es imposible, vamos a ver”. Fueron todos a la
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iglesia. Apenas la comitiva llegó a la iglesia, el Padre Pío invitó a mirar sobre el
altar, luego invitó al joven a tomar una silla y controlar sobre el Sagrario: allí,
contra el muro había una candela, intacta, entre el Sagrario y el cuadro de la
Virgen, en una posición donde en ningún modo habría podido caer naturalmente.
Regresaron al “fuego común”, todos querían saber qué había sucedido.
El Padre Pío, sonriendo, relató el hecho del que había sido espectador, añadiendo
el final del coloquio entre él y el joven acólito:
“Entonces, ¿qué estás haciendo?”. El acólito: “Estoy acomodando los altares que
he descuidado durante mi vida”.
Padre Pío: “¡Otra que acomodar! Me parece que tu destrozases cada cosa”.
Se hizo luego la verificación de los datos y se supo que aquel hermano había
estado en el convento de San Giovani Rotondo antes de su primera clausura con
la supresión de las órdenes religiosas por el Estado Unitario Italiano, en 1866”
(Padre Alessio Parente, Padre Pío e las almas del Purgatorio, Ediciones P. Pio de
Pietrelcina, San Giovanni Rotondo 1998, pp.123-128).
Durante uno de los viajes culturales hechos con la abuela y la madre de Carlo,
que lo llevaban por Italia para conocer las bellezas artísticas de la que es rica, van
a visitar los lugares donde vivió Santa Gemma Galgani. Carlos tiene 7 años en
1998. Antes fueron al Santuario a ella dedicado donde se conservan sus restos
mortales y luego fueron a la casa Giannini, donde la santa ha transcurrido gran
parte de su adolescencia luego de la desaparición de sus padres. Carlo queda
muy impresionado de los relatos que hace la hermana que los acompaña, a
propósito de la relación que tenía Santa Gema con su Ángel de la Guarda. Por
ejemplo, la hermana cuenta a Carlo cómo el Ángel reprende a Santa Gema
porque a veces se distrae durante la Santa Misa o porque le sucede de pegarse
mucho a los objetos, como le había sucedido con un reloj de oro que le habían
regalado.
marzo de 1997 la Penitenciaria Apostólica, por orden del Sumo Pontífice Juan
Pablo II concedió la indulgencia plenaria in perpetuum bajo las habituales
condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las
intenciones del Santo Padre), a lucrarse por los fieles en el Santuario de San
Miguel Arcángel cuando asistan devotamente a una sagrada función o recitando
al menos el Padrenuestro y el Credo. Entre los más celebres peregrinos que
visitaron la gruta, recordamos a San Francisco de Asís, que llega al Monte
San’Angelo en preparación a la Cuaresma del 1221.
Carlos queda profundamente impresionado por este lugar sagrado y desde ese
momento toma el hábito de recitar la Corona Angélica dedicada a los Nueve
Coros de Ángeles. Consiste en 27 Avemarías y en 9 Padrenuestros dedicados a
las legiones angélicas. Según la tradición, esta Corona Angélica había sido
revelada por el mismo San Miguel Arcángel a la Sierva de Dios Antonia de
Astonac en Portugal. El Arcángel, le reveló que quería ser venerado con nueve
invocaciones en honor a los nueve Coros. Le prometió que cualquiera que lo
hubiese venerado con ella antes de la Comunión, sería acompañado al altar por
un Ángel de cada Coro y sería su particular protección y la de todos los Ángeles,
ya sea durante la vida, o en el Purgatorio después de la muerte.
Vista la gran devoción que Carlo tiene por la Virgen, recita cotidianamente el
Santo Rosario. Se hace consagrar más veces a la Virgen María para renovarle el
propio afecto y para impetrarle su ayuda, para que le conceda las gracias
necesarias para corresponder al amor de Dios. Él ha comprendido que, sin la
ayuda de la Virgen, el camino que lleva al encuentro con Cristo sería muy dificil y
lleno de obstáculos. En efecto, Carlo ama a la Virgen más que a todos los santos.
Entre los títulos con los cuales es honrada la Virgen y los Santuarios a ella
dedicados, el de la Virgen del Rosario de Pompeya, asume una importancia
fundamental en la vida del joven. A este Santuario está muy ligada la familia
paterna de la madre de Carlo.
Es tan intensa la devoción que tiene Carlo a la Virgen, que no pierde ocasión de
consagrarse a Ella cada vez que puede. En Milán, en una iglesia de la calle San
Antonio, hay un sacerdote que, después de la celebración de la Santa Misa, hace
la consagración a la Virgen de aquellos fieles que lo piden. En recuerdo del acto,
el sacerdote regala a cada uno una medalla con una cinta azul. Carlos ha
coleccionado muchísimas de aquellas medallas y son de las cosas que más
quiere él!.
Un año llegaron a Milán sus primos romanos a pasar la Noche Vieja y en aquella
ocasión, Carlo los acompañó a hacer la consagración a la Virgen en la iglesia de
la calla San’Antonio. Sus primos recuerdan que “una Noche Vieja la pasamos en
Milán y nos consagramos a la Virgen y un señor delante de Il Duomo, nos regaló
muchos rosarios y con Carlos los recitamos juntos…”.
Carlo ama mucho la figura del Pontífice, el Vicario de Cristo en la tierra, y es para
él un deber seguir lo que el Papa, con su Magisterio, indica.
Desde que Juan Pablo II, en el año 2000, había instituido la fiesta de la Divina
Misericordia, el primer domingo después de Pascua, llamada domingo in Albis,
Carlos pide a sus padres recitar juntos con la novena que precede a la fiesta;
novena que Jesús mismo había dictado a Santa Faustina Kowalska prometiendo
estas cosas:
“Deseo que el primer domingo después de Pascua sea la Fiesta de mi
Misericordia. Hija mía, habla a todo el mundo de mi inconmensurable
Misericordia! El alma que en aquel día se confiese y comulgue, obtendrá la plena
remisión de culpas y castigos. Deseo que esta Fiesta se celebre solemnemente
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A Carlo le importaba mucho recitar esta novena porque tenía, como habíamos
dicho precedentemente, miedo de caer en el Purgatorio. Este temor le había
aumentado, después de la lectura del Tratado del Purgatorio de Santa Catalina de
Génova que así describe la visión: “En el Purgatorio las almas tienen una pena
tan extrema, que no encuentra lengua que la pueda explicar…” y podemos
imaginar el resto!
Carlos estaba convencido que era muy difícil no terminar allí y había tomado nota
de algunos de estos escritos para mostrárselos a aquellos que no creían en la
existencia del Purgatorio o del Infierno. Entre estos escritos que él ha escogido,
transcribimos uno sobre el Purgatorio y otro sobre el Infierno, extraídos del Diario
de Santa Faustina Kowalska:
“Me encontré en un lugar neblinoso, invadido por el fuego y allí, una enorme
cantidad de alma sufrientes. Estas almas rezan con gran fervor, pero sin eficacia
para si mismas: solamente nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las
queman, no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda, no me abandonó un solo
instante. Le pregunté a aquellas almas cuál era el mayor tormento. Y
unánimemente me respondieron que su mayor tormento era el ardiente deseo de
Dios. Descubrí a la Virgen que visitaba a las almas. Ellas le llamaban María
“Estrella del Mar”. La Virgen les daba refrigerio. Hubiera querido hablar más
tiempo con ellas, pero mi Ángel me hizo señal de salir. Y salimos de la puerta de
aquella prisión de dolor. Oí en mi interior una voz que dijo: Mi Misericordia no
quiere esto, pero lo exige la justicia”.
Carlo conoce muchas personas que no creen en estas cosas, comenzando por
los familiares más próximos. Esto hecho siempre ha desafiado a Carlo para
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instruirse y llevar a la fe a los incrédulos. Una vez, Carlo tuvo una discusión, nada
menos que con un sacerdote que negaba la existencia del Purgatorio y del
Infierno!.
La otra pregunta que le había hecho tenía que ver con la verdad sobre la
presencia de Jesús en el sacramento de la Eucaristía y la había formulado de
esta forma:
“la esencia más profunda”. Luego le hice esta última objeción: “Pero para algunos
la Eucaristía sólo es un símbolo!”, y él me replicó en modo convencido: “No
razonan en el modo correcto y se equivocan”.
porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el
primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial
para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y
reparar los ultrajes recibidos. También te prometo que mi Corazón se dilatará para
esparcir en abundancia su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y
procuren que se le tribute.”
Carlo conserva esta promesa en su interior y difunde esta práctica entre los que
conoce, para que se aprovechen de los tesoros de la misericordia divina
guardados en el Sagrado Corazón. El culto del joven al Sagrado Corazón hace
crecer en el el amor a Jesús y lo empuja a reparar tantos pecados cometidos por
los hombres cada día.
Él tiene en mente aquellos que viven en la indiferencia, los que blasfeman, los
que hacen sacrilegios y profanan la Eucaristía. Por todas estas almas él reza y
repara y busca de comprometer a otras personas en esta obra de reparación.
Carlo ha comprendido muy bien que para amar a Jesús es necesario seguirle y
que sin su ayuda cada esfuerzo nuestro es vano: es por ello que es importante
para él la consagración al Corazón de Jesús. Es como un acto de amor y de filial
confianza a Aquel que nos ama con amor infinito.
Jueves 11 de febrero:
El encuentro
Acompañada de su hermana y de una amiga, Bernardita se dirige a la
Gruta de Massabielle, al borde del Gave, para recoger leña, ramas secas y
pequeños troncos. Mientras se está descalzando para cruzar el arroyo, oye
un ruido como de una ráfaga de viento, levanta la cabeza hacia la Gruta:
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Domingo 14 de febrero:
El agua bendita
Bernardita siente una fuerza interior que la empuja a volver a la Gruta a
pesar de la prohibición de sus padres. Debido a su insistencia, su madre le
da permiso para volver. Después de la primera decena del rosario,
Bernardita ve aparecer a la misma Señora. Le echa agua bendita. La
Señora sonríe e inclina la cabeza. Terminado el rosario, la Señora
desaparece.
Jueves 18 de febrero:
La Señora habla
Por primera vez, la Señora habla. Bernardita le ofrece papel y una pluma y
le pide que escriba su nombre. La Señora le dice: "No es necesario" y
añade: "No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro.
¿Quieres hacerme el favor de venir aquí durante quince días?".
Viernes 19 de febrero:
Aparición breve y silenciosa
Bernardita llega a la Gruta con una vela bendecida y encendida. De aquel
gesto nacerá la costumbre de llevar velas para encenderlas ante la Gruta.
Sábado 20 de febrero:
En el silencio
La Señora le ha enseñado una oración personal. Al terminar la visión, una
gran tristeza invade a Bernardita.
Domingo 21 de febrero:
"Aquero"
Por la mañana temprano la Señora se presenta a Bernardita, a la que
acompañan un centenar de personas. Después es interrogada por el
comisario de policía Jacomet, que quiere que diga lo que ha visto.
Bernardita no habla más que de "AQUERO" (aquello).
Martes 23 de febrero:
El secreto
Rodeada por unas ciento cincuenta personas, Bernardita se dirige hacia la
Gruta. La Aparición le comunica un secreto, una confi-dencia "sólo para
ella", pues sólo a ella concierne.
Miércoles 24 de febrero:
¡Penitencia!
Mensaje de la Señora: "¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Ruega a
Dios por los pecadores!
¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!"
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Jueves 25 de febrero:
La fuente
Trescientas personas están allí presentes. Bernardita cuenta: "ME DIJO
QUE FUERA A BEBER A LA FUENTE [...] NO ENCONTRÉ MÁS QUE UN
POCO DE AGUA FANGOSA. AL CUARTO INTENTO, CONSEGUÍ BEBER;
ME MANDÓ TAMBIÉN QUE COMIERA HIERBA QUE HABÍA CERCA DE
LA FUENTE, LUEGO LA VISIÓN DESAPARECIÓ Y ME MARCHÉ." Ante la
muchedumbre que le comenta: "¿Sabes que la gente cree que estás loca
por hacer tales cosas?", Bernardita sólo contesta. "ES POR LOS
PECADORES."
Sábado 27 de febrero:
Silencio
Hay allí ese día ochocientas personas. La Aparición permanece silenciosa.
Bernardita bebe agua del manantial y hace los gestos habituales de
penitencia.
Domingo 28 de febrero:
Penitencia
Más de mil personas asisten al éxtasis. Bernardita reza, besa la tierra y se
arrastra de rodillas en señal de penitencia. A continua-ción se la llevan a
casa del juez Ribes que la amenaza con meterla en la cárcel.
Lunes 1 de marzo:
Primer milagro
Se han congregado más de mil quinientas personas y entre ellas, por
primera vez, un sacerdote. Durante la noche, Catalina Latapie, una amiga
de Lourdes, acude a la Gruta, moja su brazo dislocado en el agua del
manantial y el brazo y la mano recuperan su agilidad.
Martes 2 de marzo:
Mensaje para los sacerdotes
La muchedumbre aumenta cada vez más. La Señora le encarga: "Vete a
decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en
procesión." Bernardita se lo hace saber al cura Peyramale, párroco de
Lourdes. Éste tan sólo quiere saber una cosa: el nombre de la Señora.
Exige, además, como prueba, ver florecer en invierno el rosal silvestre de la
Gruta.
Miércoles 3 de marzo:
Una sonrisa
A las siete de la mañana, cuando ya hay allí tres mil personas, Bernardita
se encamina hacia la Gruta; pero ¡la Visión no aparece! Al salir del colegio,
siente la llamada interior de la Señora; acude a la Gruta y vuelve a
preguntarle su nombre. La respuesta es una sonrisa. El párroco Peyramale
vuelve a decirle: "Si de verdad la Señora quiere una capilla, que diga su
nombre y haga florecer el rosal de la Gruta."
Jueves 4 de marzo:
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Jueves 25 de marzo:
¡El nombre que se esperaba!
Por fin la visión revela su nombre; pero el rosal silvestre sobre el cual posa
los pies durante las apariciones no florece. Bernardita cuenta: "LEVANTÓ
LOS OJOS HACIA EL CIELO, JUNTANDO EN SIGNO DE ORACIÓN LAS
MANOS QUE TENÍAABIERTAS Y TENDIDAS HACIA EL SUELO, Y ME
DIJO: QUE SOY ERA IMMACULADA COUNCEPCIOU." La joven vidente
salió corriendo, repitiendo sin cesar, por el camino, aquellas palabras que
no entiende. Palabras que conmueven al buen párroco, ya que Bernardita
ignoraba esa expresión teológica que sirve para nombrar a la Santísima
Virgen.Solo cuatro años antes, en 1854, el papa Pío IX había declarado
aquella expresión como verdad de fe, un dogma.
Miércoles 7 de abril:
El milagro del cirio
Durante esta Aparición, Bernardita sostiene en la mano su vela encendida,
y en un cierto momento la llama lame su mano sin quemarla. Este hecho es
inmediatamente constatado por el médico, el doctor Douzous.
Jueves 16 de julio:
Última Aparición
Bernardita siente interiormente el misterioso llamamiento de la Virgen y se
dirige a la Gruta; pero el acceso a ella estaba prohibido y la gruta, vallada.
Se dirige, pues, al otro lado del Gave, enfrente de la Gruta. "ME PARECÍA
QUE ESTABA DELANTE DE LA GRUTA, A LA MISMA DISTANCIA QUE
LAS OTRAS VECES, NO VEÍA MÁS QUE A LA VIRGEN, ¡JAMÁS LA
HABÍA VISTO TAN BELLA!"
El primer Rosario que le había regalado una tía lejana irlandesa, familiar de una
abuela paterna, era de Lourdes el cual siempre tenía consigo durante todos sus
viajes.
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Aquel año finalmente logró visitar este lugar tan especial y sus padres recuerdan
aún la gran emoción que tenía cuando veía ya a lo lejos el santuario rodeado por
el rio Gave.
La abuela materna de Carlo, que también estaba en ese viaje, pidió al nieto que le
contara bien el desarrollo de las apariciones. Carlo, con abundancia de detalles, le
ilustró toda la historia, subrayando el hecho de que, a pesar de ser analfabeta,
Bernardita era capaz de repetir todos los hechos y las palabra pronunciadas por la
Virgen sin titubear.
La Virgen María, entre tantas jóvenes, ha elegido a Bernardita sobre todo por su
humildad y le ha confiado un gran mensaje de conversión y penitencia para el
mundo entero.
Carlo había quedado muy impresionado por la Gruta de Lourdes y había asumido
un aire muy pensativo viendo aquellas largas velas que brillaban en el crepúsculo,
a los lados de la Gruta. Fue en aquel viaje que Carlo hizo el voto a la Virgen de
ser siempre fiel al rezo del Santo Rosario, cosa que mantendría siempre. Incluso
en los días antes de morir, recita el Rosario junto al padre, la madre y la abuela
materna a la que quiere mucho y sus perritos.
Durante el viaje, Carlo llevó a su perro preferido, Briciola, que tenía sólo tres
meses y podía ser transportado fácilmente en el bolso de la madre. Llegados a
Madrid, se divirtió muchísimo porque su padre lo llevó a visitar el Monasterio de
las Descalzas Reales en el cual viven aún las monjas clarisas y donde hay un
bellísimo museo.
Durante la visita al museo, sucedió un hecho que demuestra el clima alegre que
se vivía en aquella familia: no obstante la guía había prohibido introducir
animales, la abuela Luana, para no dejar al perrillo en el hotel, había decidido
llevarlo igualmente consigo, escondiéndolo en el bolso. Durante la visita al
monasterio, que duró mucho tiempo, la guía cada tanto hacía largas pausas de
silencio que invitaba a los presentes a meditar y el perro inevitablemente
comenzaba a ladrar. Eso avergonzó tanto a la abuela que, a pesar de no hacer
descubrir que tenía al perro con ella, tosía continuamente, y Carlo se divirtió
muchísimo filmando totas las escenas con su cámara.
Francisco, Jacinta y Lucía, que para él siempre han sido modelos ejemplares en
los cuales inspirarse.
Estos son los hechos narrados en la biografía de Jacinta escrita por su prima Sor
Lucía dos Santos:
“Me parece que la primera aparición del Ángel en nuestra gruta del Cabezo ha
sido en la primavera de 1916. Estábamos jugando, y un viento fuerte sacudió las
plantas y nos hizo volver la mirada para ver qué estaba sucediendo, porque el día
era sereno. Entonces comenzamos a ver sobre las plantas una luz más blanca
que la nieve, que estaba tomando el aspecto de un joven transparente, más
brillante que un cristal atravesado por los rayos del sol. A medida que se
acercaba, comenzábamos a distinguirlo: un joven de 14 o 15 años, de una gran
belleza. Llegando al lugar donde estábamos, nos dijo:
- “No tengáis miedo! Soy el Ángel de la Paz. Rezad conmigo.
- Y arrodillándose sobre la tierra, curvó la frente hasta el suelo, haciéndonos
repetir tres veces estas palabras: Dios mío, yo creo, te adoro, espero, y te
amo! Te pido perdón por los que no creen, no te adoran, no esperan y no te
aman".
Luego se levantó y dijo: "¡Rezad así! Los corazones de Jesús y de María están
atentos a la voz de vuestras súplicas." Y desapareció. La atmósfera sobrenatural
que nos envolvía era tan intensa que casi no nos dábamos cuenta, por un largo
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De repente vimos comparecer de frente a nosotros la misma figura del Ángel, que
nos dijo:
− ¿Qué hacéis? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones Santísimos de Jesús
y María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced
constantemente al Altísimo, oraciones y sacrificios.
− ¿Cómo debemos sacrificarnos?, pregunté.
− En todos los modos posibles, ofreced a Dios un sacrificio en acto de
reparación por los pecados con que es ofendido y de súplica por la
conversión de los pecadores. Atraed así la paz sobre vuestra Patria. Yo soy
su Ángel Custodio, el Ángel de Portugal. Sobre todo aceptad y soportad
con sumisión el sufrimiento que el Señor os mandará.
Estas palabras se grabaron en nuestro espíritu como una luz que nos hacía
comprender quien era Dios; cómo nos amaba y quería ser amado; el valor del
sacrificio y como le era agradable; y como, por medio de esto, convertía los
pecadores. Por eso, desde entonces comenzamos a ofrecer a Dios todo cuando
nos mortificaba”.
De nuevo se postró en tierra y repitió con nosotros otras tres veces la misma
oración: “Trinidad Santísima, etc. y desapareció”.
El Padre Kondor explicó que los tres pastorcillos habían recibido la Eucaristía
para ser elevados a un estado sobrenatural para recibir luego la visita de la Virgen
María que se les apareció seis meses consecutivos, del 13 de mayo al 13 de
octubre de 1917, y que en aquella ocasión les mostrará a ellos también el infierno
lleno de almas condenadas y les dirá que “los pecados que mandan más almas al
infierno son los pecados de la carne”.
Se quiere recordar un episodio tenido en un viaje que la familia tuvo varios años
antes en Francia: Carlo había llevado consigo el diario de Sor Lucía que contenía
sus cuatro memorias para leerlas en alta voz durante el trayecto y entretener así a
la familia. Los padres recuerdan que cuando Carlo alcanza a leer el punto donde
los pastorcillos preguntan a la Virgen si serían llevados al Cielo y Ella les
responde que Lucía y Jacinta seguramente, pero que Francisco debería recitar
muchos Rosarios para ser llevado al Cielo, esto lo pone muy agitado. En efecto,
todo preocupado, pregunta a los padres: “Si Francisco que eran tan bueno y
simple debía rezar tantos Rosarios para ir al Paraíso, como podré merecerlo
también yo que comparado con él soy tan poco santo?”. Cuando luego lee que los
pastorcillos han preguntado a la Virgen qué fin había tenido una amiga de la
hermana de nombre Amalia y la respuesta que “permanecerá en el Purgatorio
hasta el final de los tiempos”, porque amaba demasiado los bailes, podemos
imaginar como el joven comentaba el hecho. Los padres todavía recuerdan
cuántas preguntas hacía Carlo y cómo estas frases lo habían dejado muy
pensativo por mucho tiempo. El día siguiente la lectura prosigue y Carlo llega a
leer la parte en la cual Lucía relata la visión del Infierno tenida con sus primos:
“Vimos como un gran mar de fuego e inmersos en este fuego los demonios y las
almas, como si fueran brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma
humana, que ondeaban en el incendio, levantadas por las llamas que salían de sí
mismas junto a nubes de humo, cayendo de todas partes – parecido al caer de
chispas en los grandes incendios -sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de
dolor y de desesperación, que aterrorizaban y hacían temblar de miedo. Los
demonios se distinguían por la forma horrible y repugnante de animales
espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones de
brasas”.
Carlo se espanta aún más y desde entonces aumenta el número de sus oraciones
por aquellos que, según él, están en peligro de condenarse por toda la eternidad.
explicar el sentido alegórico Carlo utiliza a menudo el episodio del paso del pueblo
hebreo por el Mar Rojo, que la Iglesia siempre ha interpretado como un signo de
la victoria de Cristo sobre el pecado, por medio del Bautismo. La esclavitud de
Egipto siempre ha sido considerada un símbolo de la esclavitud del hombre al
pecado, y el pasaje de parte del pueblo de Israel en las aguas del Mar Rojo, las
que se tragan al Faraón y su ejército, simboliza la liberación del hombre del
pecado original a través de las aguas del Bautismo.
Carlo, por lo tanto, utilizando el sentido alegórico para explicar el Tercer Secreto
de Fátima, dice que se puede llegar a tener una interpretación también de tipo
eucarístico, porque “la Cruz sobre el monte puede representar también el
sacrificio de Cristo que se ofrece para la salvación de los hombres, que en cada
Misa es celebrado. La Sangre que los Ángeles bajo los brazos de la Cruz vierten
sobre los fieles, que con fatiga suben hacia la sima del monte, es la Sangre que
durante la Celebración Eucarística el Señor vierte por la humanidad junto a la de
los mártires, que purifica y lava los corazones de los hombres de los pecados
cometidos. Las flechas que golpean a los fieles que suben a la cima del monte
podrían ser el símbolo de todas las dificultades que la humanidad encuentra para
merecer el Paraíso. La figura del Obispo vestido de blanco, que la Iglesia ha
asociado a Juan Pablo II, que siempre insistía sobre la importancia de la
Eucaristía, y que ha sido también un “mártir”, es aún más aclaratorio del sentido
eucarístico de la visión”.
Todos los años, Carlo practica los Primeros Cinco Sábados del Mes, devoción que
ha sido revelada directamente por la Virgen aparecida a Sor Lucía en 1925 en la
cual la Virgen invita a todos los hombres a consolarla y a reparar los ultrajes
contra su Corazón Inmaculado, prometiendo que “a todos los que por cinco
meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Santa Comunión, reciten el
Rosario y me hagan compañía por quince minutos meditando los Misterios, con la
intención de ofrecerme reparación, prometo asistirlos en la hora de la muerte con
todas las gracias necesarias para su salvación”.
Carlo enfermó sólo algunos días antes de morir (cerca de diez días antes) y nadie
hubiera nunca imaginado que lo que parecía una simple gripe escondiese una
leucemia de tipo M3, considerada por los médicos como la más grave que existe y
de la cual difícilmente se puede salvar. El joven Carlo no era justamente
consciente que bien pronto iría al Cielo. Los padres recuerdan que unos días
antes de ser ingresado en el hospital, mientras le hacían compañía en su cuarto,
le habían oído decir al hijo: “Ofrezco todos los sufrimientos que deba sufrir al
Señor por el Papa y por la Iglesia, para no hacer el Purgatorio e ir derecho al
Cielo”.
Cuatro días después, Carlo descubrió que orinaba sangre. La madre comenzó a
preocuparse seriamente y por consejo telefónico llevó inmediatamente una
muestra de orina a un laboratorio médico para ver si no fuese una infección seria
en las vías urinarias. Los resultados indicaban que todo estaba en orden, pero las
cosas no mejoraban.
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El domingo por la mañana comienza con una gran astenia y los padres deciden
llamar al viejo pediatra de Carlo que les aconsejó el ingreso inmediato en una
clínica, donde él ejercía, siendo además, especialista en enfermedades de la
sangre de los niños. Los médicos entendieron inmediatamente la gravedad de la
situación y con mucha preocupación dieron la terrible noticia a los padres, los
cuales hasta el fin no querían creer que Carlo iba a morir rápidamente. Algunas
semanas después de la muerte de Carlo, la madre encontró un vídeo hecho dos
meses antes de morir, en el cual el joven se había filmado, y concluía
misteriosamente diciendo: “He llegado a los 70 kilos y estoy destinado a morir”
El doctor que lo atendía lo hizo llevar al Hospital San Gerardo de Monza donde
hay un centro especializado en el tipo de leucemia que él tenía.
La madre y la abuela allí pudieron dormir con él en el cuarto y esto fue para Carlo
un gran consuelo.
Algunos entre los enfermeros y médicos que han atendido a Carlo en aquellos
momentos, lo recuerdan con gran afecto y admiración: “Hacía años que no veía
un paciente en aquellas condiciones, y me preguntaba cómo hacía para no
lamentarse del dolor, ya que tenía las piernas y los brazos hinchados y llenos de
líquidos. Si le preguntaba “tienes dolor?”, él respondía que era soportable. El
momento más increíble para mí ha sido al regresar de radiología donde había
sido llevado en camilla. Le dije: “Me parece que estás mejor” y él abriendo los ojos
y sonriendo dijo: “Sí, estoy mejor” y luego intentó bajarse solo de la camilla a la
cama, para evitarnos a nosotros una fatiga excesiva. El día siguiente, a las 14
horas, las colegas del primer turno lo estaban poniendo en la escafandra (para
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“He conocido a Carlo el día en que había sido ingresado en San Gerardo. Sus
condiciones eran críticas, muy graves. Entrada en la habitación, le pregunté:
“¿Cómo estás?”. Carlo me ha respondido: “Bien”. Sorprendida por esta respuesta
le pregunté: “¿Bien?”. Y Carlo me dijo: “Hay quien está peor”. Esta respuesta me
dejó impresionada.
“He pasado con Carlo pocas horas, en las que su vida estaba suspendida por un
hilo, que luego se ha roto. Han sido momentos intensos, no sólo porque estaban
llenos de actividad profesional, sino porque estaban ricos por el intercambio,
porque cuando dabas, sentías que recibías algo. Aquellos dos días no han sido
suficientes para conocer a Carlo, y sin embargo él está siempre presente en mi
mente. Me ha impresionado este joven tan grande que fatigaba verlo en la cama,
tan grande en la humildad de su extremo sufrimiento. Sus ojos eran bellísimos
aunque señalados por la enfermedad, porque a pesar de todo, sonreían, casi
tranquilizando a los que tenía cerca. Eran tan humilde, tan educado, pidiendo
disculpas si no entendía o no lograba hacer algo, sin lamentarse nunca ni cuando
no le entendía sus palabras. Son dotes que pertenecen a pocos, a aquellos pocos
que aunque se los encuentre por un breve instante, permanecen contigo para
siempre”.
“Quisiera compartir como era Carlo para mí, especial. Hemos compartido pocas
horas, pero él me ha dejado todavía más. Un joven alegre que, como respuesta a
todas mis preguntas, respondía siempre con una sonrisa. Un joven valiente que
no demostraba sus sufrimientos, fueron muchas las veces a lo largo de aquella
noche que no permitió que despertara a sus familiares, diciendo: “Están tan
cansados”, no quería preocuparlos. A veces no lo entendía, pero sabía que le
gustaba que permaneciese allí, nunca lo he oído decir “tengo miedo”. Carlo ha
sido una de esas personas que cuando le ofreces tu mano, la toma con amor y te
transmite serenidad, más que la que yo debía darle a él. Aquella noche he sido
puesta en una difícil prueba, buscaba de rebatir a sus fuertes afirmaciones en las
cuales decía que me debía ir, pero en aquella noche más que las palabras la cosa
mejor ha sido tenerle la mano. Quería verlo la noche siguiente, pero fueron más
convincentes sus afirmaciones. Ha sido tan especial que permanece aún en mis
pensamientos”.
Carlo después de entrar en coma fue llevado a la UCI donde le fue practicado un
lavado de sangre que separa los glóbulos rojos de los blancos, que fue un éxito.
Desgraciadamente, después de poco tiempo, tuvo una hemorragia cerebral y
murió en pocas horas. Sus órganos estaban tan comprometidos que no fue
posible donarlos a ninguno y el hospital decidió de no desconectar el respirador
hasta que el corazón no dejara de latir por sí mismo. Aunque su muerte cerebral
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tuvo lugar el 11 de octubre de 2006, de hecho su corazón dejó de latir a las 6:45
del 12 de octubre, vigilia de la última aparición de Fátima.
Desde su muerte muchos le rezan pidiéndole su intercesión y son muchos los que
testimonian que han recibido favores y gracias. Muchos tienen a Carlo como
alguien especial para invocarlo y lo recuerdan como un perfecto discípulo de
Cristo.
Apéndice:
“Me gusta hablar con Jesús de todo aquello que vivo y siento”.
“La santidad no es un proceso de “añadir”, sino de “sustraer”: menos yo, para dejar
espacio a Dios”
“Don, dígame si me equivoco, pero el Señor es el único al que no hay que pedir audiencia
con preaviso. Con Él puedo siempre confiarle cualquier cosa, puedo incluso lamentarme,
preguntarle en el silencio y decirle aquello que no entiendo. Y después, en mi interior, me
encuentro una palabra que Él me manda: un momento del Evangelio que me envuelve de
persuasión y seguridad”.
“Más Eucaristías recibimos, y más nos pareceremos a Jesús y ya, sobre esta tierra,
pregustaremos el Paraíso”.
“La vida es un don, porque desde que estamos en este planeta, podemos aumentar
nuestro nivel de caridad. Cuanto más elevado, más gozaremos de la bienaventuranza
eterna de Dios”.
“Cada minuto que pasa es un minuto menos que tenemos para santificarnos”.
“La tristeza es la mirada vuelta a uno mismo; la felicidad es la mirada vuelta hacia Dios”
Carlo no entendía: “por qué los hombres se preocupan tanto de la belleza del propio
cuerpo y no se preocupan de la belleza de su alma”.
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“La conversión no es otra cosa que cambiar la mirada de lo bajo a lo Alto: basta un
simple movimiento de los ojos”.
“¿De qué sirve al hombre vencer mil batallas si después no es capaz de vencerse a sí
mismo?”
“Muero sereno porque he vivido mi vida sin desperdiciar ni siquiera un minuto en cosas
que le desagradan a Dios”.
Acerca del Bautismo: “Permite a las almas salvarse gracias a la readmisión a la Vida
Divina. Las personas no se dan cuenta de cuán infinito regalo sea este y, además de los
confites, bombones y vestido blanco, no se preocupan absolutamente de entender el
sentido de este gran don que Dios da a la humanidad”.
“La Misa es la oración más importante que se pueda hacer para ayudar a las almas de
los difuntos a salir del Purgatorio”.
“Con los frutos de la Eucaristía diaria las almas se santifican en modo excelso y son
fortalecidas especialmente en situaciones peligrosas, que podrían perjudicar su salvación
eterna”.
Repetía durante la Consagración: “¿Quién más que un Dios, que se ofrece a Dios, puede
interceder por nosotros? Durante la consagración es necesario pedir la Gracia a Dios
Padre por los méritos de Su Hijo Unigénito Jesucristo, por sus Santas Llagas, su
Preciosisima Sangre y las lágrimas y dolores de la Virgen María que, siendo su madre,
más que nadie puede interceder por nosotros”.
Jaculatoria que repetía: “Llagas de Jesús, boca de amor y misericordia para nosotros,
habla de nosotros al Divino Padre y obtennos una íntima transformación”.
Luego de la Comunión, decía: “Jesús, ponte cómodo! Haz como si estuvieras en tu casa”
“Jesús es muy original: se esconde en un trozo de pan, y sólo Dios podía hacer una cosa
así de increíble”.
“El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, presente realmente como lo era en
los tiempos en que el Señor vivía en Palestina”.
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“Jesucristo se encarnó para venir a salvarnos, sea del pecado original heredado de
nuestros padres, sea de aquellos que todos nosotros, cada día hacemos, aún
involuntariamente, porque desgraciadamente somos muy limitados, y la Eucaristía, no es
otro que nuestro Alimento celestial para evitar caer tan a menudo en tentación. Cuando
en el Padrenuestro se dice “danos hoy el pan de cada día y no nos dejes caer en
tentación”, Jesús quería decirnos: “Danos hoy también la Eucaristía de cada día”.
“El Señor Jesús se ha encarnado eligiendo una pobre joven de tan solo quince años y un
pobre carpintero como padre putativo. Cuando nació habían sido rechazados por la gente
que no sabía dónde meterlos y finalmente alguno le consiguió un establo… que era
seguramente mejor que tantas casas de hoy donde el Señor es rechazado y a menudo
también ultrajado, porque es recibido de una forma no digna. Una pobre muchacha de
quince años junto a un pobre carpintero eran los padres de Dios, que ha elegido la
pobreza y no el lujo. Para mi esto es una cosa increíble!...”
Cuando le ofrecieron un viaje a Tierra Santa, dijo: “Prefiero permanecer en Milán porque
tanto hay Sagrarios en las Iglesias donde puedo ir a encontrar a Jesús a cada momento
y, por lo tanto, no siento la necesidad de ir a Jerusalén, como allí. Jerusalén la tenemos
bajo la casa. Si Jesús permanece siempre con nosotros, donde quiera que exista una
Hostia Consagrada, qué necesidad hay de ir de peregrinación a Jerusalén para visitar los
lugares donde ha vivido Jesús hace 2000 años? Si los Sagrarios fueran visitados con la
misma devoción!”
“Dios ha escrito para cada uno de nosotros una historia increíble, pero nos ha dejado la
libertad de escribir el final”.
“Podemos encontrar a Dios, con su Cuerpo, su Alma y su Divinidad presente en todos los
Sagrarios del mundo! Si lo pensamos bien, nosotros somos más afortunados que
aquellos que vivieron hace dos mil años en contacto con Jesús, porque tenemos a Dios
realmente y sustancialmente con nosotros presente, siempre, basta visitar la Iglesia más
cercana. Jerusalén está en cada Iglesia! ¿Por qué desesperarse? Dios está siempre con
nosotros y no nos abandona nunca. Pero ¿Cómo no pueden las personas comprender
esta verdad? Muchos son los que se ponen en filas interminables para asistir a un
concierto o a un campeonato de fútbol, pero no se ve que hagan filas para visitar a Jesús
presente en la Eucaristía en cada Iglesia y esto debería hacernos reflexionar… Tal vez la
gente aún no ha comprendido seriamente que Jesús está presente en medio a nosotros,
corporalmente como en su vida mortal en medio de sus amigos. Si reflexionáramos
seriamente sobre este hecho, no lo dejaríamos así de solo en los sagrarios, mientras El
nos espera amorosamente para ayudarnos y sostenernos en nuestro camino terrenal”.
“A menudo se vive en modo demasiado frenético y se hace de todo para olvidar que
sobre el Gólgota, antes o después, todos pasaremos. Desde el nacimiento, nuestro
destino terreno está señalado: somos todos invitados a subir al Gólgota y a tomar nuestra
cruz”.
“Una vida será verdaderamente bella sólo si se llega a amar a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a nosotros mismos”… y para hacer esto necesitamos de la ayuda de
Dios que viene a través de los sacramentos, y en modo especial con la Eucaristía.
“Jesús es Amor, y cuanto más nos nutrimos de Él, que se hace alimento y bebida para
nosotros a través de la Eucaristía, que contiene realmente Su Cuerpo, Su Sangre, Su
Alma y Divinidad, más aumentaremos nuestra capacidad de amar… La Eucaristía nos
configura en modo único a Dios, que es El Amor”.
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“Si lo reflexionamos bien, aquel sacrificio de la Cruz que tuvo lugar hace 2000 años, se
hace presente en modo incruento en todas las Misas que cada día son celebradas. Como
Juan, también nosotros podemos asociarnos a aquel mismo sacrificio de la Cruz y
demostrar así nuestro amor a Dios participando cada día en la Santa Misa. No podemos
ignorar la invitación de Jesús a unirnos a Él”.
“El más pequeño defecto nos tiene anclados a la tierra, del mismo modo que los globos
que tenemos sujetos con un hilo a la mano”.
El globo aerostático, para subir necesita descargar peso. Así el alma, para elevarse al
Cielo, tiene necesidad de quitar aquellos pequeños pesos que son los pecados veniales”.
Si por desgracia cometemos un pecado mortal, el alma recae en la tierra y la Confesión
es como el fuego que hace al globo volver a elevarse hacia el Cielo. Es necesario
confersarse frecuentemente, porque el alma es muy compleja”.
“Si verdaderamente la gente se diera cuenta del riesgo que es contravenir los
Mandamientos de Dios, tendría mucho más cuidado a no cometer pecados graves y se
prodigaría más a corregir a los propios hermanos que no están viviendo coherentemente
con el Bautismo que han recibido”.
Acerca del Infierno: “Si verdaderamente las almas corren el riesgo de condenarse, como
afirman las Escrituras, y en modo particular la Virgen en Fátima en 1917, ha confirmado,
me pregunto el motivo por el cual hoy no se habla casi nunca del Infierno, porque es una
cosa realmente terrible y espantosa que me da miedo de sólo pensarlo”.
Acerca del futuro, si se le preguntaba de hacer algo, él tenía claro que antes o después,
todos moriríamos, respondía: “Sí, si todavía vivimos, porque el futuro sólo lo conoce
Dios”.
“Es un bouquet de rosas a la Virgen que lo utilizará para ayudar a sus hijos más
necesitados”.
“Si Francisco (Pastorcito de Fátima”), que era tan valiente, tan bueno y sencillo debía
rezar tantos Rosarios para ir al Paraíso, como podré merecerlo también yo, que
comparándome con él soy tan poco santo?”.
“La Cruz sobre el monte puede representar también el sacrificio de Cristo que se ofrece
por la salvación de los hombres, que en cada Misa es celebrado. La Sangre, que los
ángeles bajo los brazos de la Cruz vierten sobre los fieles, que con fatiga suben a la cima
del monte es la Sangre que durante la celebración Eucarística el Señor vierte sobre la
humanidad junto a la de los mártires, que purifica y lava los corazones de los hombres de
los pecados cometidos. Las flechas que golpean a los fieles que suben al monte, podrían
ser el símbolo de todas las dificultades que la humanidad encuentra para merecer el
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Paraíso. La figura del obispo vestido de blanco, que la Iglesia ha asociado a Juan Pablo
II, que siempre insistía sobre la importancia de la Eucaristía, que ha sido también un
“mártir”, es todavía más clara en el sentido eucarístico de la visión”.
“Los títulos nobiliarios y el dinero son sólo papel. Lo que cuenta en la vida es la nobleza
del alma, es decir la manera en que se ama a Dios y al prójimo.”
“El más grande regalo que Dios ha dado a los hombres ha sido el de enviar a su Hijo
Unigénito Jesucristo”.
“Es muy importante rezar e interceder para que Jesús sea amado y conocido por todas
las personas de la tierra”.
“Era necesario que el Evangelio fuese anunciado a todas las personas como había dicho
Jesucristo”.
“Ofrezco todos los sufrimientos que deberé sufrir por el Papa y por la Iglesia, para no ir al
Purgatorio e ir derecho al Cielo”.