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-2022–Ciclo C

Sab 11, 22 — 12, 2; Sal 144; 2 Tes 1, 11 — 2, 2; Lc 19, 1-10.

Anhelo de salvación
La búsqueda de Jesús en Zaqueo es un
anhelo que lo lleva a la salvación; un deseo
que desafía los respetos humanos; una
inquietud que olvida el ridículo de un hombre
que se encarama en un árbol -el sicómoro es
muy parecido a la higuera- a la vista de todos
los que pasan; un sobresalto que descuajaringa
la fría indiferencia de un corazón egoísta al escuchar su nombre: “Zaqueo, baja en
seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa” (Lc), le dice Jesús; un gozo
inmenso que deslía su pesar en la conversión.
¿Quién era Zaqueo? Un hombre bajito y rico de Jericó, jefe de los publicanos, o
sea, los cobradores de impuestos, y prestamista, que se había hecho de fortuna con
negocios dudosos, poco limpios, pues su ciudad natal, situada en una importante
ruta comercial era paso obligado hacia Jerusalén para mucha gente, lo que
aumentaba los impuestos.
Zaqueo se acerca a Jesús por curiosidad (después de la curación del ciego
Bartimeo) y termina acogiéndolo en su casa para comer. Los comensales son
testigos del vuelco del corazón de este hombre, chiquito de estatura, pero hondo de
espíritu, que es tocado por la gracia de Dios, que lo hace comprensivo, generoso,
decidido, pues no se detiene en el reparto a lo fijado por la ley judía, sino mucho
más, lo que corresponde a la exigencia de la ley romana en caso de robo: “Mira, la
mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he
aprovechado, le restituiré cuatro veces más” (Lc).
La libertad de comportamiento de Jesús -“Todos murmuraban diciendo: Ha
entrado en casa de un pecador” (Lc)- actualiza la salvación en este hombre, “que
también es hijo de Abrahán” (id), pues su generosidad es signo de su pertenencia
al resto de Israel que confía en Dios y descubre en Jesús al enviado del Altísimo,
que “se compadece de todos… y ama a todos y a todos perdona porque son
suyos” (Sb). La humildad de Zaqueo recuerda al otro publicano del domingo
anterior, a la esclava del Señor, María Santísima, a San José y a tanta gente buena
que sintió el gozo de cambiar y convertirse.
Parroquia de San Gregorio Ostiense y Ntra. Sra. de Barbaño

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