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7/9/2019 Correo: Miguel Antelo Arias - Outlook

Israel y el Muro de los Lamentos Parte IV


Avance Misionero Mundial <Avance@ronychaves.org>
Mar 18/07/2006 04:27 PM
Para: Avance Misionero Mundial <Avance@ronychaves.org>

PROYECTO ADORACIÓN CONTINENTAL


2006

Motivación

Está avanzando el mes de julio y el plazo que el Señor nos dio para iniciar, reactivar o movilizar
a nuestros equipos y redes de intercesión se está acortando. Es imperativo que todos los
apóstoles y profetas y sobre todo los pastores iniciemos o activemos nuestros equipos de
intercesión.

El siguiente estudio te ayudará a tener más amplia la visión con respecto a la movilización de
los intercesores y del ministerio de las redes o equipo de intercesión entre nuestros ministros
asociados.

Parte IV
ISRAEL Y EL MURO DE LOS LAMENTOS
Apostol Dr. Rony Chaves

Cuando Dios entregó a Moisés los diseños del Tabernáculo en el desierto, expresaba con toda
vehemencia Su deseo de morar con los hombres; El deseó y desea habitar entre nosotros.
Este santuario tuvo vigencia hasta que Israel llegó a ser una nación próspera y respetada entre
los pueblos y morando en la tierra que Jehová les había prometido. En el tiempo de Salomón,
ya aquellos cortinajes desarmables y utensilios diversos, fueron cambiados por un nuevo
templo o tabernáculo, construido por dicho rey, con gran riqueza, esplendor y belleza.

El Templo de Jerusalén levantado por el rey Salomón bajo un diseño también dado por Dios,
fue reconstruido años después, pues, habiendo sido presa Israel y Judá de invasiones,
cautiverios y ataques destructores de enemigos poderosos, muy frecuentemente la ciudad

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sufría destrucción. Esta labor la realizó Herodes el Grande, en la antesala de la época de


Jesús el Cristo.

En los días del Señor Jesucristo, en su labor de Máximo Profeta, anunció la caída del
suntuoso templo, reformado o reconstruido al estilo griego por Herodes. El dijo: “No quedará
piedra sobre piedra que no haya de ser removida”, Mateo 24:1-2, en relación a dicho
templo, lo cual fue cumplido en el año 70 de nuestra era, con la masacre judía por el poder
romano al mando de Tito su general; allí el templo fue derribado, no quedando en pie
prácticamente piedra sobre piedra.

Estos detalles han sido anotados con el propósito de enfatizar que Israel desde tiempos
remotos, desde los días de Moisés tuvo un santuario, un lugar dónde adorar a Dios y dónde
tener comunión con El. Aunque la nación judía experimentó cautiverios y el exilio de sus
príncipes en diversas épocas, el santuario principal del Monte Moriah, el templo de Jerusalén,
estuvo en pie en la ciudad santa hasta la época de Cristo y de la Iglesia Primitiva, siendo el
motivo inspirador para los cautivos israelitas y judíos, que donde quiera que presos estuvieran,
oraban colocando su mirada hacia el santuario.

Para Israel y sobre todo para el judío piadoso, su religión, apoyada por la Ley y los profetas, su
ritual, su santuario y su ciudad eran cosas sagradas, santas, que los ligaban al pasado,
presente y futuro con Jehová, su Dios Creador.

Al comenzar en el año 70, el cumplimiento de las profecías de Cristo con respecto al Templo, y
con esto su destrucción, todo ese ritual de la Ley, con su típico ceremonial de ofrendas y
sacrificios, comenzaba a derrumbarse en Israel, para vergüenza del pueblo escogido, para su
dolor y humillación. Salomón había edificado este santuario en forma maravillosa. Lo había
construido con hermosas fuentes, dormitorios, etc., así también con un bonito muro que
rodeaba la zona del templo.

El Muro de los Lamentos, es lo único que permaneció en pie del templo original del tiempo de
los reinados de Salomón y Herodes. No es entonces este muro el templo en sí, sino el muro
que se ubicaba alrededor de la zona del histórico santuario.

Se desprenderá que al paso de los siglos, preservándose el mismo, este muro, parte de la vida
religiosa de Israel, única reliquia en pie del templo de Jerusalén, representante de la gloria de
la nación y constante testigo de Israel de haber sido escogida por Dios entre las naciones de la
tierra, fue constituyéndose en un lugar muy sagrado para la patria hebrea y para los judíos
dispersos por el mundo. Este lugar se convirtió, al caer el resto del templo, en el punto de
convergencia de todos los judíos a través de los siglos, desde aquella era. Allí llegaban desde
lugares remotos y cercanos, hombres y mujeres, a rogar a Jehová la Venida de Su Mesías
Salvador, y la total Restauración de la nación de Israel. Este pueblo, a pesar de no tener hoy
la revelación que posee la Iglesia con respecto a Jesucristo, ha seguido confiando en Jehová.

El Muro de los Lamentos, lugar donde las penas judías, sus peticiones y lágrimas han sido
dejadas en las manos de misericordia del Señor, se encuentra dividido en dos partes, de un
lado, oran y gimen las mujeres, del otro, claman los varones. Hoy por la gracia salvadora de
Cristo, en la Iglesia no hay varón ni mujer; Jesucristo abolió toda separación. Más de la lección
del Muro aprendemos que la carga de Intercesión lo es tanto para las mujeres como para todos
los varones.
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Hoy en la Iglesia casi podríamos afirmar que, a los varones no les gusta interceder y
prácticamente la carga de oración la llevan en sus hombros las hermanas. Aun esto, debe ser
restaurado en la Iglesia, que los hombres de la misma, levanten hoy las rodillas paralizadas, y
al igual que las hermanas amadas, se paren ante el Muro a gemir por la humanidad delante del
Padre Celestial.

Ante este Muro de los Lamentos, han llorado madres y padres por sus hijos; abuelos y abuelas
por sus nietos; jóvenes y doncellas por sus padres y futuros. Desde allí se ha levantado
lamento tras lamento por aquellos judíos lejos de su patria, que habitaban ghetos y
mazmorras, y otros que fueron fulminados en hornos de fuego y campos de concentración.

Es interesante notar como la Escritura habla de que vendrá un día en que este Israel natural
será sanado y restaurado. Promesas divinas dadas a los descendientes de Jacob faltan por
llegar, y no dudo que serán cumplidas. Esto implica que los años de lágrimas y lamentos son
oídos por Jehová y atesorados en los cielos; más un día, El claramente les responderá, y
mirarán con ojos asombrados a Aquel que en el Calvario traspasaron y verán con regocijo,
saltando como los becerros de la manada, la Restauración del Estado de Israel.

Este Muro de los Lamentos, es lo que aún queda de la construcción sagrada y milenaria que
edificara el sabio y proverbista Salomón. Más es bueno recordar lo que Jehová dijera al rey en
los momentos gloriosos de su inauguración, promesa que aún para Israel sigue vigente y es su
esperanza, su amparo, apoyo y fe:
“ Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para
siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre”. (II Crónicas 7:16).
Ya Dios inició la etapa previa a la restauración del Israel Nacional, esto es innegable y notorio
hoy más que nunca en la historia moderna de este pueblo. La intercesión judía en el Muro de
los Lamentos está siendo contestada por Jehová. Aleluya. Los árabes durante dos décadas en
su lucha con Israel impidieron la oración y el acercamiento de los judíos, tan siquiera para tocar
el Muro. Esto, al haber conquistado los mahometanos el gobierno armado de la ciudad de
Jerusalén en el sector donde se encontraba el Templo. Más a partir de la guerra de los Seis
días, 1967, Israel entró victorioso en la ciudad, poseyendo cada zona y volviendo el Muro a
convertirse en el lugar donde los dolores de parto de Israel se hacían presentes cada instante.

Allí entre las grietas y piedras ya resquebrajadas, cantidad de peregrinos colocan con fervor
apasionante en minúsculos papeles sus peticiones por la patria, la familia y su restauración.
Los ancianos comienzan a tener sueños, el espíritu nacional de un pueblo pujante y
quebrantado, comienza a renovarles esperanzas. Algo se palpa ya en el ambiente, su
pensamiento vuelve a tornarse levemente a la Escritura, la profecía cobra vida y la posibilidad
de la venida del Mesías es ahora para ellos más cercana. Todo ahora es prometedor para
Israel, pero sí de algo es responsable el Muro, es que la oración allí nunca cesó, los gemidos y
los lamentos no cesaron y eso es suficiente para que Jehová, el Dios del cielo y de la tierra
extienda su mano poderosa, los saque del lago de la muerte y comience sobre ellos la gloriosa
y esperada Restauración.

”La gloria postrera de esta casa, dice Jehová, será mayor que la primera.” Hageo 2:9.
Esta Palabra de hecho podemos afirmar, apunta hacia dos direcciones, una hacia Israel y una
vida nacional restaurada. Pero, por cuanto la Biblia enseña que en Cristo Dios escogió un
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nuevo sacerdocio y una nación santa, la Iglesia, Aleluya, es de esperar que esa “gloria
postrera” de que habla la Palabra en relación a “la casa, templo o morada del Señor”, no es ni
más ni menos que la manifestación en poder y gloria de los hijos de Dios, (la Esposa del
Cordero), Amén

Implica entonces el comentario anterior que la Nueva Casa o Templo del Espíritu Santo, la
Iglesia, tuvo momentos de gloria en un principio y que serán vueltos a vivir con regocijo por el
pueblo de Cristo y aún más, veremos Su manifestación en gloria. Aleluya. Aprendiendo del
Templo físico de Salomón y Herodes, el Templo de Jerusalén, su gloria inicial, su
derrumbamiento y su posterior reconstrucción para nuestros días (pues será levantado de
nuevo ese templo según dice la Escritura en II de Tesalonicenses 2:3-5), podemos aplicar una
muy bella analogía:

La Iglesia es el Templo del Espíritu Santo, siendo entonces, que el Templo de Salomón era su
anuncio y su figura; el mover poderoso del primer siglo de vida de la Iglesia Primitiva con su
apogeo, poder y brillo en Cristo, fue anunciado y simbolizado por la gloria inicial con que Dios
bendijo a Israel en los días de la edificación e inauguración del Templo, en el reinado de
Salomón.

Su derrumbamiento (el del Templo), sin lugar a dudas, afirmamos, simboliza el proceso de
apostasía de los siglos de aparición del romanismo y la mezcla del paganismo babilónico y el
control del Estado Romano sobre el cristianismo. Este derrumbamiento simboliza también
desde la muerte de los apóstoles y profetas primeros a la Iglesia, hasta nuestros días, el
continuo fraccionamiento al paso de los siglos que ha sufrido el Cuerpo de Cristo por mano de
los mismos hombres, que al no entender Su deseo ferviente de que estemos unidos, levantan
sus imperios impidiendo así que sea Restaurado el Templo de Dios, la Iglesia.

El Muro de los Lamentos creo yo, es lo que a pesar de las divisiones, y la apostasía que
envolvió y mantiene envuelta a la Iglesia, se ha mantenido firme con los siglos. El Muro de los
Lamentos creo yo, es lo que ha permanecido como muralla inexpugnable a pesar de ataques,
diferencias doctrinales, persecuciones y aún la muerte.

El Muro de los Lamentos es para mi entender, lo que ha permanecido firme con los siglos del
Templo de Jerusalén, y que será la base para el levantamiento del Nuevo Templo en los días
del reinado de Cristo y que simboliza en medio del Israel espiritual de Dios, La Iglesia, lo que
ha permanecido firme al paso de los siglos en el Cuerpo de Cristo: La Oración Intercesora.
Amén.

El Muro de los Lamentos, simboliza ese ministerio de Intercesión que ha ardido en los
corazones sinceros del pueblo de Dios, desde las épocas de gloria de la Iglesia de Pedro y
Pablo hasta nuestros días.

En ese ministerio de gemidos y lamentos que hombres y mujeres, con la comprensión de los
deseos de Dios, han hecho por siglos, en busca de la verdadera unidad del Cuerpo de Cristo,
de su restauración y su pureza y santidad. Aleluya.

El Muro de los Lamentos, es la oración intercesora por los hijos que “están lejos”, por los que
sufren y se encuentran en el fuego de la prueba y en los campos de concentración de nuestros
enemigos espirituales.
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Más al igual que en Jerusalén, ese Muro de Intercesión, fortaleza de la Iglesia que la hace aún
mantenerse en pie, dará origen a una gloriosa restauración de la Iglesia, el Nuevo Templo del
Dios Viviente y entonces, sólo entonces, esa gloria de milagros, poder y santidad que vieron y
vivieron apóstoles y profetas de la Antigüedad, volverá a vivirse con mayor esplendor en los
días de nuestra época y dará origen a la aparición en gloria de Nuestro Bendito Salvador,
Gloria sea a Su nombre por todos los siglos. Amén.
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Apostol, profeta, maestro, evangelista o pastor no lo dejes para


mañana, es tiempo de iniciar, reactivar o movilizar a nuestros
intercesores.

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