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Desde luego, hay héroes verdaderos en la vida real y siempre los ha habido, pero ellos no

tienen ese honor por marcar puntos en un juego artificial con la intención de aumentar
sus propios egos. Tampoco lo obtienen manifestando los poderes de un superhéroe
imaginario. Los héroes reales son personas cuyos esfuerzos y sacrificios salvan vidas,
alteran destinos, cambian la historia o desvían el curso de ella para mejorarla. Aparecen
en papeles vitales de liderazgo: en la guerra, la medicina, la ciencia, la ejecución de la ley,
el servicio civil, la educación y otros papeles incontables de cada día. Ellos dan avance al
bienestar de otros de alguna manera significativa. Incluso personas que no les conocen y
no tienen ninguna relación directa con ellos reconocen sus aportaciones. El mundo cambia
y mejora debido a ellos.
Pero aunque son héroes verdaderos, la mayoría de ellos hacen que la vida sea superior
solamente en este mundo. No más allá. Los héroes más grandes son aquellos que son el
medio humano que Dios utiliza para cambiar a las personas para siempre: para el bien de
ellos y para gloria de Él. Y estos verdaderos héroes que marcan un impacto eterno son
invariablemente las personas más inesperadas y comunes: Dios forma héroes
inconcebibles.

Vea lo que escribió Pablo en 1 Corintios 1.26–27: Pues mirad, hermanos, vuestra vocación,
que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino
que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo
escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte.

En otras palabras, Dios obra por medio de personas a quienes el mundo considera débiles,
necias y poco calificadas. No confían en sí mismas ni son autosuficientes; en cambio, son
esos creyentes inconcebibles que cuando se les dan oportunidades únicas para marcar un
impacto eterno dependen totalmente de Él. Como resultado, el poder y la sabiduría
divinos son liberados, sobreponiéndose a las pretensiones huecas del heroísmo del
mundo.

ENOC: EL HOMBRE QUE CAMINÓ CON DIOS


Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. —GÉNESIS 5.24
Caminar con Dios es otra forma de decir que Enoc agradó a Dios. De hecho, la Septuaginta
(la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo) escribe la frase exactamente así:
«Enoc agradó a Dios». El escritor de Hebreos sella este significado cuando describe la vida
de Enoc: «tuvo testimonio de haber agradado a Dios» (Hebreos 11.5b). Como Enoc buscó
agradar a Dios, a Dios le agradó estar en comunión con él.
LA BASE: FE EN EL SEÑOR
El autor de Hebreos, en su relato de la vida de Enoc, proporciona más luz para saber lo
que significa caminar con Dios. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue
hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber
agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos
11.5–6) Aquí el énfasis está en la base espiritual del caminar de Enoc, es decir, la fe en
Dios. Sin esa fe, el pecador no puede reconciliarse o tener comunión con Él. Como dice tan
claramente Efesios 2.8–9: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe». Hebreos 11.6
denota dos características descriptivas de aquellos que, como Enoc, poseen una verdadera
fe salvadora. Primero, «el que se acerca a Dios crea que le hay». En otras palabras, el
pecador debe afirmar al Dios verdadero tal como Él realmente es. Creer en un dios que es
producto de nuestra propia imaginación, o en el concepto genérico de un poder superior,
no es suficiente. La fe salvadora encuentra su sentido solo en el Dios verdadero como lo
revela la Escritura.

Gén_6:8 Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.(B)

Hch_7:46 Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo


para el Dios de Jacob.(AO)
JOSÉ: PORQUE DIOS LO ENCAMINÓ A BIEN
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy,
para mantener en vida a mucho pueblo. —GÉNESIS 50.20

Piense en algunas de las muchas formas en que Dios ejercita su control soberano:

• Él es soberano en todo (Job 42.2; Salmo 103.19; 115.3; Daniel 4.35; 7.13–14; Efesios 1.11).

• Él es soberano en cuanto a Satanás y los ángeles (Job 1.9– 12; Salmo 103.20–21; Marcos 1.27;
Hechos 10.38; Apocalipsis 13.7).

• Él es soberano en el mundo natural (Job 37.10–14; Salmo 135.6–7; Mateo 5.45; 6.25–30; Marcos
4.39).

• Él es soberano en la historia: pasado, presente y futuro (Isaías 46.10; Daniel 2.21, 28).

• Él es soberano en cuanto a las naciones (2 Crónicas 20.6; Job 12.23; Salmo 22.28; 33.10–11;
47.7–9; Hechos 17.26).

• Él es soberano en cuanto a los gobernantes humanos (Proverbios 21.1; Esdras 1.1; Isaías 40.23;
Daniel 4.34–35; Romanos 9.17).
• Él es soberano en cuanto a la vida de los hombres (1 Samuel DOCE HEROES INCONCEBIBLES 50
2.6–7; Salmo 139.16; Proverbios 16.9; 19.21; Lamentaciones 3.37; Gálatas 1.15; Santiago 4.15).

• Él es soberano en el mundo animal (1 Reyes 17.4–6; Salmo 104.21–30; Jonás 1.17; 4.6).

• Él es soberano en la aparentemente casualidad y los mínimos detalles (Proverbios 16.33; Jonás


1.7; Mateo 10.29–30).

• Él es soberano en la custodia de sus hijos (Salmo 4.8; 5.12; Romanos 8.28, 38–39).

• Él es soberano en cuanto a las necesidades personales (Mateo 10.29–31; Filipenses 4.19).

• Él es soberano en la calamidad y en las pruebas (Eclesiastés 7.14; Isaías 45.7; Lamentaciones


3.38; Amós 3.6).

• Él es soberano en cuanto a la muerte y la enfermedad (Éxodo 4.11; Deuteronomio 32.39).

• Él es soberano al responder a las oraciones (Mateo 6.8; Filipenses 4.6–7).

• Él es soberano en cuanto a las obras malas de los hombres perversos (Génesis 45.5–8; 50.20).

• Él es soberano al aplicar justicia sobre los malos (Salmo 7.11–12; Proverbios 16.4; Romanos
12.19).

Abraham y Sara ya eran ancianos y no podían tener hijos. Sin embargo, hallaron
gracia ante Dios y Sara dio a luz un hijo (Génesis 18:3; 21:1-4). Humanamente
hablando esto sería imposible, porque cuando nació el niño, Abraham ya era de
cien años.
Moisés, no podía hablar bien y era fugitivo por matar a un egipcio. Pero, a pesar
de su pasado y estado, halló gracia delante de Dios (Éxodo 33:12-13) El Señor
escogió a Moisés para sacar a su pueblo de la esclavitud.
José, al que vendieron sus hermanos, el rey David, quién era pastor de ovejas,
María la madre de Jesús y muchas otras personas también hallaron gracia ante
los ojos de Dios.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16.
Si obedeces la palabra de Dios, Su gracia estará contigo.
A su vez, la actitud que se corresponde con el ofrecimiento del Reino como regalo es
la de ¡aceptarlo como regalo! Actitud característica de los niños que son quienes
llaman a sus padres “abbá” (= papá) y reciben de ellos los dones con sencillez,
espontaneidad, sorpresa, alegría y agradecimiento. No se trata de hacer méritos con
grandes ayunos o realizando obras que requieren un gran esfuerzo, sino de abrirse en
receptividad confiada e incondicional ante Dios. Ésta es la actitud exigida a los
discípulos de Jesús.

Es claro, entonces, que la exhortación a ser “como” niños no significa cualquier cosa
que se nos ocurra. No se trata, por ejemplo, de que un adulto se transforme en
alguien inmaduro o en alguien que no es capaz de distinguir con claridad entre el bien
y el mal. No se trata de fomentar infantilismos ni de un llamado a la ingenuidad. No se
trata de un proceso de regresión y de fijación en una etapa infantil. Para decirlo de
una manera gráfica: no hay que ir a comprarse ni pañales ni Hipoglós, sino de integrar
las actitudes de los niños recién mencionadas en la vida adulta y que son
incompatibles con ciertas actitudes adultas que nos disminuyen en humanidad.

“…si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los


cielos.

“Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el
reino de los cielos” (Mateo 18:3–4).
  El evangelio según Marcos nos añade el hecho de que Jesús ya conocía en su omnisciencia la razón sus
discusiones, sin embargo, nadie se atrevió a aceptarlo: “Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les
preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían
disputado entre sí, quién había de ser el mayor. Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno
quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño, y lo puso en medio
de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí;
y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió”, (Marcos 9:33-37)

a primera condición es volverse como un niño inocente para entrar en el reino de Dios: De cierto os digo,
que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

La segunda condición es volverse humilde como un niño para ser mayor en el reino de los cielos: Así que,
cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. La humildad es una
característica importante que debe destacar en los ciudadanos del reino de Dios, ya que ningún altivo
agrada al Señor: “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos”, (Salmo 138:6). 

umilde y sencillo como un niño, jamás alcanzaremos la grandeza en el reino de los cielos. Finalmente, la
tercera condición que si no recibimos a un niño en su nombre, jamás lo recibiremos a Él: Y cualquiera que
reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.

¿Cuáles son las cualidades de un niño?

Las 11 cualidades de la etapa de niñez que podemos desarrollar y practicar en nuestra edad adulta y que
contribuirán en tu desarrollo personal y laboral.

Veamos cuales son las cualidades en los niños:


Son muy expresivos de sus sentimientos y los comparten con quienes los rodean.
Confían plenamente con aquellas personas que los ama y los cuidan.
Son muy crédulos de lo que se les dice, por eso creen plenamente en las promesas que se les hacen.
No tienen malicia, no hay maldad en ellos.
No son prejuiciosos, por eso no juzgan a los demás.
Son transparentes en sus emociones, no llevan una intención oculta.
No guardan rencor por el daño que se les haga: gritos, golpes, llamadas de atención; o pleitos entre
ellos mismos.
Son muy creativos, impulsados por sus sueños y sus anhelos.
Son Imaginativos por eso hacen grandes planes para el futuro.
Son muy receptivos, parecen esponjitas. Por ello aprenden fácilmente todo lo que se les enseña.
Son tiernos para demostrar su cariño.
Son muy observadores; y tienden a imitar lo que hacen las personas mayores.
También son súper perceptivos, por ello saben bien quien los quiere y quien los rechaza.
Son sumamente espontáneos.
Un niño les confía totalmente su vida, a sus padres.
CUÁNTO QUEDA DE TODO ESTO EN NOSOTROS LOS ADULTOS?

Hay dos cualidades más en los niños:


Son moldeables y muy “frágiles”.
Debemos dejar que Dios nos vuelva a formar a imagen y semejanza de Él.
“El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo”… Gn 5:1b… RV60.

Y no debemos olvidar que nuestra naturaleza humana es muy frágil y que lo único que nos fortalece
es su Espíritu en nosotros:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”… Ro
8:26… RV60.

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de


buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de
Cristo”… 2Co 12:9… RV60.

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