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EN LO PRINCIPAL: Deduce demanda de indemnización de perjuicios por

enfermedad profesional; PRIMER OTROSI: Forma de notificación;


SEGUNDO OTROSI: Patrocinio y poder.

S.J. DEL TRABAJO DE ARICA

ROSEMARY VANESSA LEMARIE MAMANI, chilena, soltera, Cédula


Nacional de Identidad Nº 15.696.168-K, empleada pública, con domicilio
en San Antonio Nº 1.235, población Baquedano, sector Cerro de la Cruz de
la ciudad de Arica, a SS., respetuosamente digo:

Que por medio de éste acto, vengo en deducir demanda de


indemnización de perjuicios por enfermedad profesional en contra de mi
actual empleador SERVICIO DE SALUD DE ARICA, Rol Único Tributario
Nº 61.606.000-7, representada legalmente por su directora doña
MAGDALENA LENKA GARDILCIC FRANULIC, médico, Cédula Nacional
de Identidad Nº 8.186.567-1, ambos con domicilios en Avenida 18 de
Septiembre Nº 1000, edificio “N”, piso Nº 2 de la ciudad de Arica. Fundo mi
petición en base a los argumentos de hecho y de derecho que paso a
exponer:

1.- ANTECEDENTES DE LA RELACION CONTRACTUAL. -

Con fecha 03 de Julio del año 2013, ingresó a prestar servicios bajo
la calidad jurídica de contrata, grado 22 para el Servicio de Salud de la
Región de Arica y Parinacota, debiendo desempeñar las labores de técnico
paramédico al interior del Hospital Regional Juan Noé Crevani ubicado en
nuestra ciudad.

En cuanto a mi horario de trabajo, éste era de 07:30 a 16:18 horas.


Cabe destacar que desde el año 2013 hasta la fecha de interposición
de ésta demanda, me he desempeñado en diversas secciones al interior del
hospital de nuestra ciudad y desde alrededor de hace 3 años atrás, me
desempeño en la sección de Cirugía Mayor Ambulatoria (C.M.A.), siendo la
encargada de esa área de servicio doña Silvana Orellana Calle.

Actualmente, mediante instrucciones impartidas por el Instituto de


Seguridad del Trabajo, fui trasladada a la sección de Consultorio de
Atención y Especialidad (C.A.E.), jurídicamente, de forma provisoria, según
se expondrá más adelante.

2.- ANTECEDENTES DEL ORIGEN DE LA ENFERMEDAD


PROFESIONAL. -

A fin de que éste tribunal tome conocimiento inequívoco sobre los


hechos que se denuncian en éste acto, se hace necesario desde ya tomar
en consideración que los actos hostiles al interior de mi lugar de trabajo,
fueron realizado en su mayoría por doña Silvana Orellana Calle, jefa de
servicio, en complicidad con otras trabajadoras.

Pues bien, cabe hacer presente que desde que ingresé a la Sección
de Cirugía Mayor Ambulatoria hace aproximadamente 3 años atrás, la
relación con doña Silvana fue bastante amigable, lo que incluso llevo a que
ésta estuviera conforme con mi desempeño al interior del servicio donde
trabajábamos e incluso, ésta siempre me evaluó con nota 7.0 (la más alta),
al momento de efectuar las respectivas calificaciones del personal a su
cargo. Tal era el nivel de confianza que teníamos ambas, que aquella
incluso me facilitaba la clave de acceso que manejaba, respecto de las
ordenes y solicitudes de esperas médicas, todo con el afán de disminuir las
listas de esperas.
A contar de finales del año 2018, empecé a notar cambios
conductuales hacia mi persona por parte de doña Silvana, comenzado a
bajar mis calificaciones e incluso, me hacia responsable de errores que ella
misma cometía. Sobre éste punto, al hacerle notar mi descontento y la
injusticia que cometía hacia mi persona, aquella simplemente se hacía la
ofendida, refiriéndome que ella tenía que castigar a alguien por lo ocurrido,
recalcándole que esa situación era bastante injusta. A contar de éste
episodio, comenzó a acrecentarse el mal trato hacia mi persona por parte
de doña Silvana, por lo que me derivó a la sección de Unidad de
Recuperación Post- Anestésica (U.R.P.A.), con trabajo clínico y no
administrativo y por lo demás, quitándome todas las claves que me había
facilitado en su oportunidad.

Ahora bien, debido a dolencias que padecía en la parte baja de mi


espalda, con fecha 20 de Marzo del año 2019, mi empleador me derivó al
Instituto de Seguridad del Trabajador (I.S.T.), donde se me diagnostica una
hernia lumbar, por lo que se me otorgó reposo médico por una semana,
situación que no fue recibida con agrado por parte de doña Silvana, quien
siempre me manifestó no estar de acuerdo con el descanso otorgado por el
Organismo Administrador. A reincorporarme, doña Silvana comienza a
cambiarme las funciones por las cuales fui contratada e incluso, me
asignó labores de levantamiento de caja para llevarlas al sector de cirugía,
cajas que por lo demás eran bastante pesadas, lo que conllevó a sentir
nuevamente molestias, las que finalmente derivan en una hernia lumbar.

El día 10 de Mayo del año 2019, se comunica conmigo la enfermera


a cargo de la U.R.P.A. de la sección de Cirugía Mayor Ambulatoria (C.M.A.),
indicándome que por expresa orden de doña Silvana, tengo que llevar un
carro de aproximadamente 15 cajas, todas de distinto volumen y peso, las
cuales contienen material quirúrgico y con de acero inoxidable. En ese
momento, le comento a la enfermera de C.M.A. si podía mandar a alguna
de mis compañeras a ayudarme, ya que aun me aquejaban los dolores
ocasionados por la hernia, a lo cual me responde que no, que por orden
clara de doña Silvana, debía trasladar aquellas cajas de forma personal,
situación que provocó en mi mucha angustia, ya que soy una persona de
baja estatura y poca fuerza, lo que dificultaba el traslado ordenado. Ante
aquella situación decido llamar telefónicamente a doña Silvana, para
solicitarle que algún tipo de ayuda, no siendo respondido mi llamado, pero
al rato, mi jefa me devuelve la llamada y le refiero nuevamente de los
problemas de salud que padezco, pero ésta insiste en que sea yo quien
personalmente acarre todas las cajas y no importaba si para aquello,
demoraba todo el día. Ante aquella situación que catalogué de injusta,
recurro a conversar con el señor Manuel Ramirez, presidente de la
Confederación Nacional de los Trabajadores de la Salud (F.E.N.A.T.S.),
quien al verme acongojada, procede a darme contención emocional, que a
modo de superar el abuso provocado por la jefa de mi servicio, solicite el
cambio de servicio, pero que él aun así lo veía difícil, porque todos los
demás trabajadores sabían como era el trato que doña Silvana tenía con
sus subordinados.

Siendo el 22 de Junio del año 2019, yo tenía programada una fecha


de operación por los problemas de salud señalados anteriormente, por lo
que con una semana y media de anticipación a mi operación, le comunico
a doña Silvana tal situación. Al comentarle sobre mi futura ausencia, doña
Silvana no me hace ningún tipo de inconvenientes, pero luego me entero
que en una reunión celebrada entre mi jefa y mis demás compañeras (a la
cual no fui invitada), doña Silvana, haciendo abuso de su cargo, le informa
a las demás trabajadoras que por mi culpa (originada en mis permisos por
problemas de salud), no tendrían derecho a días administrativos,
vacaciones o cualquier otra clase de permiso para ausentarse de mi lugar
de trabajo. Obviamente dicha situación causó que todas las trabajadoras
se pusieran en contra mía, lo que trajo como consecuencia acrecentar el
ambiente hostil que se vive al interior de mi lugar de trabajo. En ese
sentido, habiendo sucedido lo narrado precedentemente, la técnico en
enfermería doña Maritza Valdivia Núñez junto con la secretaria del servicio
doña Zoila Olea Araya ingresan a la oficina donde yo me encontraba,
quienes pateando la puerta, con gritos e insultos me señalan: “Hueona
maricona, por tu culpa me suspendieron las vacaciones. A la salida te
vamos a pegar. Mejor ni salgas porque te vas a quedar pelada”, y
procedieron a retirarse a otra oficina donde se encontraban otras
trabajadoras, quienes solo reían y alentaban a que mis agresoras fueran a
golpearme al terminar mi jornada laboral. Esta situación se la alerté de
inmediato a doña Silvana, a fin de que buscará algún tipo de solución,
pero nada hizo e incluso, me dijo que los problemas que tenga con mis
compañeras, los solucione afuera del hospital ya que ella no era mi mamá
para ayudarme, situación que no solamente trajo consigo que se creara un
temor en mi persona, sino que también angustia y soledad por la falta de
apoyo no solo de mis otras compañeras, sino que de mi jefatura directa.

Desde ese momento, mis compañeras de trabajo incrementaron los


malos tratos hacia mi, todo provocado por doña Silvana, que les comentó
que por mi culpa, no tendrían vacaciones ni ningún otro tipo de permisos
para ausentarse de su trabajo. En efecto, a raíz de aquello, mis
compañeras de labores me tiraban las fichas médicas, me ignoraban, me
trataban con insultos e incluso, inventaban canciones solo con el ánimo de
molestarme. A raíz de aquello, me acerqué por segunda vez ante el
presidente de la F.E.N.A.T.S, quien nuevamente me otorga contención
emocional, pero se limita a indicarme que trate de arreglar el asunto con
mi jefatura.

Pues bien, con fecha 22 de Junio, me operé y en el periodo de mi


recuperación, doña Silvana siguió acosándome, pero vía telefónica y por
mensajes de textos, indicándome de forma amenazante que mientras
estuviera vigente mi licencia, no podía salir a ninguna parte, e incluso me
acusó de que me habían visto paseando en el mall de nuestra ciudad y que
tenía fotos de aquello para formular algún tipo de cargo en mi contra
(situación que es mentira). Producto de éste acoso, no pude tener una
recuperación tranquila, no podía dormir, lloraba y además, estaba
preocupada por mi situación laboral y además, no solo en cuanto a mi
permanencia en el hospital, sino que también a como sería rechazada por
todas y cada una de mis compañeras.

Por un error de cálculo en mi reposo, acudí el 22 de Julio de 2019 a


dependencias del hospital a prestar servicio, pero estando allá, recordé que
mi jornada comenzaba al día siguiente. Sin embargo, al percatarse doña
Silvana que había acudido a mi lugar de trabajo, ésta forzosamente me
obliga a realizar labores, enfatizándole que me había equivocado y que
debía ir a mi casa, pero aquella me dio la orden de que tenía que
reingresar ese mismo día a mi servicio, trabajando hasta medio día, siendo
nuevamente la misma doña Silvana quien me dice que me vaya a mi casa
nomás, y que lo trabajado ese día nadie me lo iba a pagar. Obviamente,
esa situación fue realizada por mi jefa delante de todas mis compañeras,
quienes se burlaban y reían de la situación pasada.

Con fecha 23 de Julio de 2019, ya ingresando en la fecha correcta a


mi lugar de trabajo, noté el ambiente frío, ya que mis compañeras no me
saludaban y me ignoraban, pasando todo el día encerrada en mi oficina no
solamente haciendo mis labores, sino que también las de mis compañeras
(por expresa orden de doña Silvana). De estas situaciones, las hice saber
personalmente y vía Whatsapp a mi jefa, incluyendo mis reclamos las
siguientes situaciones:

 Malos tratos hacia mi persona (invención de canciones para burlarse


de mi y sobrenombres, entre otros);
 Insultos;
 Se me escondían las fichas médicas y tablas de cirugía para
dificultar mi trabajo;
 Se me encerraba en el baño con llave;
 Mis compañeras decían que dejaba olor a india, y asimismo, se
hacían comentarios racistas por mi color de piel y mi apellido.

Todos estos reclamos fueron ignorados por doña Silvana, quien


insistía que todos estos reclamos y problemas con mis demás compañeras,
debía solucionarlos fuera del hospital, porque ella no era nuestra “mamá”
para arreglar nuestros problemas.

El día 24 de Julio de 2019, no se me asigna ningún tipo de función


por parte de mi jefatura, indicándome que solamente debía permanecer
encerrada en mi oficina. Preguntándole tanto a mi jefa como otras
compañeras del porque esta orden, nadie contestaba mis preguntas, por lo
que sentí cada vez que se me excluía del grupo de trabajo.

El dí 25 de Julio de 2019, se me informa el cambio de horario en mi


lugar de trabajo. Este nuevo cambio ordenado por mi jefatura, coincidía
con los estudios superiores de Ingeniería en Prevención de Riesgos, que me
encontraba cursando en la Universidad Santo Tomás, quedándome hasta
esa fecha cursar el último semestre. El día 26 de Julio, ante el cambio de
horario que interfería con mis estudios, decido hablar con doña Silvana
para buscar algún tipo de solución a éste inconveniente que se me
generaba. De forma brusca, mi jefa me lleva al pasillo a vista de todas las
personas que transitaban en ese momento (trabajadoras y pacientes),
haciéndome varias acusaciones en m contra, entre las que se encontraban
una supuesta foto mía en el mall en mi periodo de licencia médica y que
ella era mi jefa y que podía hacer conmigo lo que quisiera, incluso
terminar el contrato que me ligaba con mi empleadora.

Ante las situaciones injustas relatadas anteriormente, el 29 de Julio


de 2019, acudo por tercera vez ante don Manuel Ramírez, presidente de la
F.E.N.A.T.S, quien se pone en contacto con el I.S.T. y a su vez, estos lo
derivan con el doctor Carlos Vera Norambuena, quien me hizo un ingreso a
ese organismo administrador, presentando la correspondiente Denuncia
Individual de Enfermedad Profesional, estando con licencia médica hasta
el 09 de Septiembre de 2019, además de atención psicológica y
medicamentos (clonazepan 1mg. cada 12 horas y zopiclona 7,5 en la
noche). A raíz de la denuncia realizada ante el I.S.T, se me diagnostico
Trastorno de Adaptación, pero se calificó mi enfermedad como de origen
común y no laboral. Ante dicha situación, procedí a apelar a la resolución
del I.S.T. ante la Superintendencia de Seguridad Social, quienes mediante
Resolución Exenta Nº R-01-UME-65042-2019 de fecha 28 de Noviembre
del año 2019, proceden a declarar mi enfermedad como profesional y no
común. El mencionado oficio, en lo pertinente, señala lo siguiente: “Que, lo
profesionales médicos de este Organismo procedieron al análisis de los
antecedentes clínicos y laborales disponibles, concluyendo que la afección
que presentó la trabajadora es de origen laboral, toda vez que es posible
establecer una relación de causa directa, como lo exige el artículo 7º de la
Ley Nº 16.744, entre el trabajo desempeñado y la sintomatología que motivó
la atención de salud en dicha Mutualidad. Que, de los antecedentes tenidos
a la vista, entre ellos estudio de puesto de trabajo, presentación escrita y
fundada, antecedentes administrativos relativos a trabajador, informes,
registros clínicos y DIEP, se verifica exposición a factores de riesgo de
tensión psíquica en el ejercicio del trabajo, derivados del mal diseño
organizacional y bajo apoyo social de jefatura y organización, por tiempo e
intensidad suficiente para explicar la presencia de la afección señalada”. A
raíz de la resolución del ente fiscalizador, estuvo con tratamiento
farmacológico (Escitalopan 20 mg, Zopiclona 7.5 mg, Trazadona 25 mg. y
Clonazepan 1 mg), además de tratamiento médico, psicológico y
psiquiátrico. Cabe destacar que el diagnostico definitivo fue de Trastorno
de Adaptación.

Ahora bien, en el intertanto en que se decretó por el I.S.T. que mi


enfermedad era de origen común hasta la fecha en que la
Superintendencia de Seguridad Social decreta mi patología como
profesional, ocurrieron una serie de sucesos que se hacen necesario hacer
mención.

Cabe hacer presente que el día 10 de Septiembre de 2019 debía


comenzar mi feriado anual e incluso, en Enero de ese mismo año ya había
señalado a mi jefatura que comenzaría mis vacaciones en la fecha
señalada, siendo esto aceptado por mi empleadora. Ahora bien, previo al
inicio de mi feriado legal, la secretaria Zoila Olea Araya me llama
telefónicamente, indicándome que se suspendían mis vacaciones
programadas por necesidades del servicio, toda vez que debía cubrir mi
trabajo y el que debían realizar las trabajadoras Maritza Valdivia y Emely
González, porque ellas iban a entrar a un periodo de vacaciones de 10
días. Esto nos lleva a la conclusión de que mis vacaciones no se
suspendían por una real necesidad del servicio, sino que únicamente para
otorgarle vacaciones a otras trabajadoras. Por lo demás, las funcionarias
anteriormente señaladas, son técnicos en enfermería, desempeñándose en
el servicio donde presto funciones, quienes también me han humillado y
realizado Bullying durante las jornadas de trabajo, actuando en
complicidad con mi jefa, doña Silvana. Traté de buscar apoyo en el Docotr
Néstor Cortés Mora, jefe de otro departamento, pero éste incluso me dijo
que era mentirosa, porque hasta ese momento, el I.S.T. había decretado
que mi enfermedad era de origen común y no laboral.
A raíz de la notificación realizada vía correo electrónico por la
Superintendencia de Seguridad Social el día 28 de Noviembre de 2019 de
la Resolución Exenta Nº R-01-UME-65042-2019, se me otorgó por el I.S.T.
orden de reposo por parte de ese organismo, el cual abarcó desde el 29 de
Noviembre de 2019 al 10 de Enero del año 2020. Al reincorporarme a mi
lugar de trabajo, me cambiaron de servicio, pasando al Consultorio de
Atención y Especialidades (C.A.E.). De un comienzo, solamente me tenían
en ese servicio cubriendo diferentes licencias médicas y/u otro tipo de
permisos presentados por otros trabajadores, lo que no era de mi gusto ya
que no se me dio un cambio definitivo. Le comenté esa situación a mi
psicóloga tratante del I.S.T, quien habló con los encargados del hospital a
fin de que se me hiciera un traslado definitivo, quienes dijeron que darían
pronta solución, pero a la fecha de la presentación de esta demanda, sigue
ocupando una suplente mi cargo en C.M.A, no dándose cumplimiento a lo
ordenado por el I.S.T. en orden a otorgarme un cambio definitivo de mi
puesto de trabajo. Esto ha traído una serie de problemas hacia mi, toda
vez que cualquier documento, certificado de cursos, ordenes de ingresos o
tarjetas de alimentación, siguen llegando a C.M.A, trayendo consigo que
deba seguir en contacto con los agentes hostiles que conllevaron a que
padeciera una enfermedad profesional. Por lo demás, al momento de
intentar rescatar mis cosas, estas desaparecen o bien, soy “recibida” con
insultos y malos tratos. A mayor abundamiento, estoy desde finales del
año 2019 tratando de obtener la devolución de mi certificado de curso de
protecciones radiológicas y no me quieren devolver. He remitido distintos
correos electrónicos a la sección de prevención de riesgos y capacitación,
pero me indican que la documentación que se encuentra en C.M.A, fue
retirada, pero hasta el día de hoy no se ha encontrado.

Actualmente me encuentro en el servicio de C.A.E, no teniendo


mayores inconvenientes, pero me encuentro solamente como suplente, por
lo que cualquier tipo de trámite, debo realizarlo necesariamente en C.M.A,
por cuanto mi contrato aun figura que soy funcionaria de aquella área.

A modo de resumen, a raíz de todos los malos tratos realizados por


mi jefatura, he tomado las siguientes acciones legales:

 Presenté reclamo en la F.E.N.A.T.S. con fecha 29 de Julio del año


2019;
 Deduje D.I.E.P. ante el I.S.T el día 29 de Julio del año 2019;
 El 14 de Agosto del año 2019, presento ante la dirección del hospital
Formulario de Denuncia por presunto maltrato laboral y acoso
laboral, lo que motivó que por Resolución Exenta Nº 7361 del 10 de
Septiembre de 2019, se proceda a un Sumario Administrativo para
indagar eventuales responsabilidades administrativas por los hechos
anteriormente señalados. Cabe hacer mención que a la fecha, dicha
etapa aun se encuentra en etapa de indagatoria;
 Presentó primera denuncia ante la Contraloría General de la
República con fecha 29 de Agosto del año 2019, la cual se encuentra
bajo el número 153.377;
 El 09 de Septiembre de 2019, deduje apelación ante la
Superintendencia de Seguridad Social, en contra de lo dictaminado
por el I.S.T;
 Presentación realizada por ésta parte con fecha 23 de Septiembre de
2019 a don Jorge Becerra, Subdirector Médico del Hospital Juan
Noé Crevani;
 El día 17 de Diciembre del año 2019, deduje reclamo ante la
Contraloría General de la República, denunciando los diversos malos
tratos de los cuales he sido víctima en mi lugar de trabajo, los que
figuran bajo el Nº 154.841;
 Realicé reclamo ante la Junta Calificadora del Hospital Juan Noé
Crevani con fecha 07 de Febrero del 2020;
 Realicé presentación al Director del Hospital Regional de Arica
informando mi situación laboral, lo que se hace con fecha 28 de
Febrero del año 2020.

En cuanto a los malos tratos generados por la jefa de servicio, solo a


modo de resumen, estos han sido los siguientes:

 Asignación de tareas que no corresponden a mi cargo, como


trasladar cajas de un sector a otro;
 Se me excluyen de reuniones y no se me otorga información para
realizar mi trabajo. Adicionalmente, se me ha excluido de todas las
actividades extra laborales;
 He recibido trato discriminatorio, esencialmente racista por mi color
de piel y mis apellidos;
 Se me ha difamado delante de otras compañeras por supuestas
malas prácticas y problemas con otros funcionarios;
 Se me ha hostigado mediante mensajes de textos y llamados
telefónicos, los que ocurren durante mi jornada de descanso en el
trabajo, así como también fuera de la jornada de trabajo.
 Bajas repentinas en mis calificaciones, sin ningún tipo de
fundamento, las cuales incluso fueron dejadas sin efecto mediante
Ordinario Nº 53 del 07 de Enero del año 2020, impartida por el
Director del Hospital Juan Noé Crevani (se retrotrajeron a
precalificaciones).

3.- DE LA EXISTENCIA DE LA ENFERMEDAD PROFESIONAL QUE


ME AQUEJA. -
Como puede apreciarse del relato realizado en la presente demanda,
así́ como de los medios de prueba que allegarán en la secuela del proceso,
podemos verificar que efectivamente sufro una enfermedad profesional, la
cual fue provocada con dolo o culpa del empleador.

Ahora bien, el artículo 7 de la Ley 16.744, señala en su inciso 1º


que: “Es enfermedad profesional la causada de una manera directa por el
ejercicio de la profesión o el trabajo que realice una persona y que le
produzca incapacidad o muerte.”, en el caso en concreto, esta parte ha
padecido de Trastorno Adaptativo, el cual tiene como causa los malos
tratos y el abuso de poder realizado por dona Silvana Orellana Calle, quien
se desempeña como jefa del área de servicio de Cirugía Mayor Ambulatoria
perteneciente al Hospital Doctor Juan Noé Crevani de esta ciudad, y que
en la actualidad pesa sobre ella un sumario administrativo por hechos de
maltrato y acoso laboral, iniciado el año 2019 y sin resolverse a la fecha.

Por otro lado, el Decreto Supremo Nº 109 del año 1968 del Ministerio
del Trabajo, en su artículo 19 Nº 13, señala que: “Se tendrán por
enfermedades profesionales las siguientes: 13. Neurosis profesionales
incapacitantes que pueden adquirir distintas formas de presentación clínica,
tales como: trastorno de adaptación, depresión reactiva, trastorno por
somatización y por dolor crónico.”. Por ende, al sufrir ésta parte de
Trastorno de Adaptación y al ser esta enfermedad de aquellas señaladas
en el mencionado decreto, podemos apreciar que se refuerza la idea de que
los padecimientos que actualmente padezco, tienen un origen laboral y no
común, lo cual también fue resuelto por la Superintendencia de Seguridad
Social.

Que, esta parte tiene su primera cita medica el 29 de Julio del año
2019 ante el Instituto de Seguridad del Trabajo, iniciando de esta forma,
un largo proceso a fin de determinar el origen de los problemas de salud
mental que padezco, arribándose a la conclusión, mediante Resolución
Exenta Nº R-01-UME-65042-2019 de fecha 28 de Noviembre del año 2019
originada en la Superintendencia de Seguridad Social, que mis problemas
de salud mental, corresponden a una enfermedad profesional, en base a
los diversos episodios hostiles del cual habría sido victima por parte de mi
jefatura, resolución que no fue objeto de recurso administrativo alguno.
Cabe señalar que los únicos órganos con competencia privativa y
excluyente para determinar el origen de una enfermedad lo son los
Servicios de Salud o las mutualidades. En ese sentido, el artículo 58 inciso
1º de la Ley 16.744, señala que: “La declaración, evaluación, reevaluación y
revisión de las incapacidades permanentes serán de exclusiva competencia
de los Servicios de Salud. Sin embargo, respecto de los afiliados a las
Mutualidades, la declaración, evaluación, reevaluación y revisión de las
incapacidades permanentes derivadas de accidentes del trabajo
corresponderá́ a estas instituciones.” . Dicha norma, debemos relacionarla
con lo prescrito en el artículo 2 letra C) de la Ley 16.395, que señala: “Son
funciones de la Superintendencia las siguientes: c) Resolver las
presentaciones, apelaciones y reclamos de usuarios, trabajadores,
pensionados, entidades empleadoras, organismos administradores de la
seguridad social y otras personas, ya sean naturales o jurídicas, en
materias que no sean de carácter litigioso, dentro del ámbito de su
competencia.”. Por ende, la resolución que decreta mi enfermedad como
profesional, lo fue dictado por un organismo fiscalizador de aquellos
órganos administradores, dentro de la esfera de sus atribuciones.

Ahora bien, para arribar a ese resultado, mediante Resolución


Exenta Nº R-01-UME-65042-2019 de fecha 28 de Noviembre del año 2019
dictada en la Superintendencia de Seguridad Social, el órgano fiscalizador
en comento, realiza una serie de procedimientos médicos y técnicos
profesionales, que permiten arribar a la conclusión que el Trastorno
Adaptativo sufrido por esta parte, es una enfermedad profesional, debido a
los malos tratos sufridos por mi jefatura y del mal diseño organizacional,
otorgándose las debidas prescripciones medicas, así́ como reposos,
tratamientos y receta de medicamentos a fin de aplacar los efectos
producidos por los malos tratos sufridos por parte de su jefatura.

Como puede apreciarse, esta parte sufrió un proceso largo y


angustioso de tratamiento medico, psicológico, psiquiátrico y
farmacológico, no pudiendo laborar durante todo ese periodo de tiempo,
producto de la nefasta relación laboral que me liga con el Servicio de
Salud.

4.- DE LA CULPA O DOLO QUE COMPETE AL EMPLEADOR. -

Cabe señalar que dentro del Estatuto Administrativo, no se


contempla de forma expresa, una norma que se refiera a la protección que
el empleador deba efectuar sobre los trabajadores. En ese sentido,
debemos entender que por disposición del artículo 1 del Código del
Trabajo, este último se aplica de forma supletoria a los funcionarios
públicos, en aquellos casos que las disposiciones del Estatuto Laboral
sean compatibles con aquellos estatutos.

En ese sentido, resulta del todo lógico entender que las disposiciones
de seguridad en favor del trabajador que contempla el Código del Trabajo
son compatibles con la de los estatutos administrativos que rigen la
carrera funcionaria de los empleados públicos, más aún teniendo que
presente que lo que buscan dichas normas, son proteger la vida,
integridad física y psíquica del trabajador, la salud y la seguridad del
dependiente.

Teniendo presente lo señalado anteriormente, cabe destacar que el


artículo 184 del Código del Trabajo, señala textualmente que: “El
empleador estará́ obligado a tomar todas las medidas necesarias para
proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, informando de los
posibles riesgos y manteniendo las condiciones adecuadas de higiene y
seguridad en las faenas, como también los implementos necesarios para
prevenir accidentes y enfermedades profesionales.”. Sobre este punto, la
Contraloría General de la República, en dictamen Nº 5.299, ha señalado
que: “Así́, considerando que no se aprecia en la ley N° 18.883, que aprob ó́ el
Estatuto Administrativo para Funcionarios Municipales, como tampoco en la
ley N° 18.834, que contempla el Estatuto Administrativo de general
aplicación en la Administración, la existencia de alguna norma que regule
una prerrogativa como la referida en el párrafo precedente, es dable concluir
que esta (art. 184 del Código del Trabajo) resulta aplicable a los servidores
de la administración del Estado que se rijan por alguno de los textos
estatutarios antes referidos, pero con los matices que pasan a exponerse,
derivados de las particulares funciones que deben asumir determinados
organismos públicos o algunas de sus dependencias”.

De los derechos de cualquier trabajador, sea del sector público o


privado, se considera por la doctrina el más importante de ellos, el que
obliga al empleador a restituir sano y salvo a su dependiente, y esta
obligación, debe considerarse como una de tracto sucesivo, que comienza
con el ingreso a la jornada de trabajo de dependiente y finaliza con el
término de esta.

Por otro lado, el Servicio de Salud de Arica, tampoco ha tomado las


medidas correctivas respecto de las conductas hostiles de doña Silvana
hacia ésta parte, así como tampoco hacia las demás trabajadoras que en
complicidad con aquella, llegaron a producirme una enfermedad mental.
En efecto, el día 14 de Agosto de 2019, procedo a presentar Formulario de
Denuncia por presuntos hechos constitutivos de acoso y maltrato laboral,
a fin de que se inicie una investigación interna y determinar la
responsabilidad administrativa que le incumbe a doña Silvana y a otras
funcionarias, pero hasta la fecha, el sumario administrativo no ha seguido
su curso, habiendo transcurrido casi 2 años desde la interposición de la
denuncia respectiva, lo que se transforma en una grave omisión por parte
de mis jefaturas para determinar la veracidad de la denuncia realizada por
esta parte. En este sentido, existen una serie de normas que regulan la
forma y los plazos que deben seguirse ante la tramitación de un sumario
administrativo. Por un lado, el artículo 135 inciso 2º de la Ley 18.834
conocido como Estatuto Administrativo, señala lo siguiente: “La
investigación de los hechos deberá realizarse en el plazo de veinte días al
término de los cuales se declarará cerrada la investigación y se formularán
cargos al o los afectados o se solicitará el sobreseimiento, para lo cual habrá
un plazo de tres días.”. A su vez, el artículo 139 del mismo cuerpo legal,
indica que: “Contestados los cargos o vencido el plazo del período de
prueba el fiscal emitirá, dentro de cinco días, un dictamen en el cual
propondrá la absolución o sanción que a su juicio corresponda aplicar.”. A
todo lo anterior, debemos sumar lo prescrito en el artículo 7 de la Ley
19.880, que dispone: “El procedimiento, sometido al criterio de celeridad, se
impulsará de oficio en todos sus trámites.”

Sobre lo anterior, relacionado a las tardanzas en la resolución de


sumarios administrativos, la Excelentísima Corte Suprema, en causa ROL
8.109-2016 ha expuesto lo siguiente: “Sexto: Que conforme lo antes
razonado y habiéndose acreditado que la recurrida ha incurrido en un
atraso injustificado en la sustanciación del sumario administrativo iniciado
por las denuncias de acoso sexual y laboral interpuestas por la actora,
situación que le ha impedido solicitar hora para rendir el examen práctico
del Programa de Especialización de Neurología Adultos, tal obrar resulta ser
ilegal y arbitrario, habiéndose además vulnerado, respecto de aquella la
garantía fundamental de la igualdad ante la ley, lo que ha hecho procedente
que el recurso incoado sea acogido, como se especificará en lo resolutivo.”.
Como puede apreciarse de las normas legales y jurisprudencia
citadas anteriormente que se traen a modo de ejemplo, a fin de que SS.,
tome conocimiento que desde el 14 de Agosto del año 2019 hasta la fecha
de interposición de la presente demanda, el sumario administrativo llevado
a cabo por la fiscalía administrativa del servicio de salud tendiente a
determinar la responsabilidad de los funcionarios que correspondan, sigue
aún en etapa indagatoria, no existiendo mayor trámite a fin de llevar
adelante aquel proceso administrativo.

Por último, habiéndose establecido la relación contractual entre


ambas partes litigantes, corresponde dilucidar si la demandada cumplió́
las obligaciones que le imponía el contrato, de otorgar a ésta parte el deber
de seguridad que impone el artículo 184 del Código del Trabajo, norma que
resulta una clausula tácita en todos los contratos de ésta especie. A este
respecto, tratándose de una responsabilidad de naturaleza contractual,
tiene aplicación el artículo 1.547 inciso 3º del Código Civil, que señala lo
siguiente: “la prueba de la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido
emplearlo; la prueba del caso fortuito al que lo alega.”, disposición legal que
tanto la doctrina y la jurisprudencia nacional, acogen como la “presunción
de culpa del deudor“, toda vez que, el acreedor, en este caso, la parte
demandante, solo debe probar la existencia de la obligación y afirmar el
incumplimiento para colocar al deudor demandado en situación de aportar
la prueba de su diligencia o la exclusión de responsabilidad por caso
fortuito o fuerza mayor.

5.- DEL DAÑO Y SU AVALUO. -

Como lo reconoce la doctrina imperante y el principio con rango


constitucional del derecho a la reparación íntegra del daño, la tendencia
predominante en la actualidad es la aceptación de la indemnización del
daño moral en la responsabilidad contractual (René Abeliuk Manasevich
en su obra Las Obligaciones). De igual forma, la jurisprudencia reiterada
de la Excelentísima Corte Suprema reconoce la procedencia de la
indemnización por daño moral contractual, atendiendo que en este caso, la
obligación de hacer de la demandada, contemplada en el artículo 184 del
Código del Trabajo. Así́, un fallo de nuestro máximo tribunal en causa
ROL 2911- 2011, señala: “Que es conocido como, desde antaño, se
discutía la procedencia de la compensación del daño moral en sede del
estatuto de la responsabilidad contractual. Sin embargo, también es una
idea extendida ya, que aquel debate se ha visto mayoritariamente
superado, desde luego lo ha sido por esta Corte Suprema, por amplios
sectores de la doctrina y por la generalidad de la jurisprudencia. De all í́,
entonces, cabe afirmar que el daño moral en el citado régimen ha de
entenderse como un principio general del sistema de responsabilidad civil
de nuestro país”.

Que en lo relativo al daño moral, debe consignarse que la doctrina


no ha logrado elaborar un concepto que lo defina y si a ello sumamos
cierta imprecisión de la jurisprudencia sobre el punto, es preferible acudir
al concepto amplio dado por Carmen Domínguez Hidalgo en su libro “El
daño moral” cuando expresa que está: “constituido por el menoscabo de un
bien no patrimonial que irroga una lesión a un interés moral causado por
una persona que se encontraba obligada a respetarlo” (Editorial Jurídica de
Chile Tomo I noviembre 2000, págs. 84.). Es decir, una aflicción, molestia,
tristeza, angustia o pesadumbre que padece una persona a propósito de la
conducta de otra.

A su vez, el artículo 19 N°1 de la Constitución Política de la


Repíblica, asegura a todas las personas el derecho a la vida y a la
integridad física y psíquica, lo que demuestra que se ha elevado a la
categoría constitucional el derecho de la persona a mantener su integridad
psíquica; o sea, para el ordenamiento jurídico representa un interés que
debe ser protegido, de manera que cualesquiera acción u omisión, o
conducta en general desplegada por persona o agente alguno, que
provoque o atente contra esta integridad, constituye un perjuicio y por
ende, un daño que el derecho debe restablecer, sea efectiva o
alternativamente.

Ahora bien, si bien es cierto que la Ley 16.744 sobre Accidentes del
Trabajo y Enfermedades Profesionales, no contempla ni regula la
indemnización por el daño demandado, el artículo 69 de esa misma
disposición indica que: “Cuando, el accidente o enfermedad se deba a
culpa o dolo de la entidad empleadora o de un tercero, sin perjuicio de las
acciones criminales que procedan, deberán observarse las siguientes reglas:
b) La víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad
cause daño podrán reclamar al empleador o terceros responsables del
accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con
arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño moral.”, por
lo que es perfectamente legal y legitimo que esta parte demande el
resarcimiento del daño ocasionado por las acciones y/u omisiones
ocasionadas por el empleador y sus agentes.

Como puede apreciarse de los antecedentes expuestos en esta


demanda, conjuntamente con los medios de prueba que se incorporarán
en la etapa procesal respectiva, esta parte ha sufrido un menoscabo a su
integridad psíquica, lo que se traduce en que producto de los diferentes
malos tratos que he sufrido por parte de doña Silvana Orellana Calle,
quien es jefa de un servicio y actuando en complicidad con mis demás
compañeras de labores, así́ como también la omisión del Servicio de Salud
de Arica de salvaguardar la salud de esta parte, he sufrido un menoscabo
psicológico, debiendo pasar por un largo periodo de tratamiento ante el
Instituto de Seguridad del Trabajo, así como también de forma particular.
Dentro de los síntomas que originan la enfermedad profesional de la cual
padecí, se encuentran: 1) Angustia; 2) irritabilidad; 3) Insomnio; 4)
Incompetente; 5) Llanto; 6) Soledad, entre otros, todos los cuales ya fueron
explicados en la presente demanda.

Como puede apreciar SS., el daño a la integridad psíquica de mi


persona, hace procedente que se condene a la contraria a indemnizar los
perjuicios extra patrimoniales sufridos por esta parte, los que se avalúan
en la suma de $25.000.000.

6.- RELACION DE CAUSALIDAD. -

El no dio cumplimiento al deber de seguridad que le imponía el


artículo 184 del Código del Trabajo al empleador, trajo aparejado una
vinculación entre la conducta desplegada por el empleador y sus agentes y
el daño generado en ésta parte. Lo anterior se verifica de la manera más
elemental en el sentido que de no mediar su omisión en los deberes de
cuidado y su obligación de adoptar las medidas preventivas a fin de evitar
o reducir en un mínimo el daño que se me produjo, como fuera explicitado
en el presente escrito, podemos concluir que aparece que la enfermedad
profesional es atribuible razonablemente a aquella falta de cuidado del
empleador.

En efecto, el empleador, conociendo de las hostilidades y malos


tratos generados hacia esta parte, mediante la denuncia ingresada en el
mes de Agosto del año 2019 (e inclusive antes al ser comunicadas a mi
jefatura directa), aperturando un sumario administrativo en el cual no se
tomó ningún tipo de medida para resguardar mi integridad y así mismo, a
la fecha no se ha determinado ningún tipo de responsabilidad, hace
culpable al Servicio de Salud de nuestra ciudad de la enfermedad que
padecí, por lo que se configura el nexo causal requerido para este tipo de
materia.

En ese contexto, cabe hacer presente que el deber de seguridad que


le impone el Código del Trabajo al empleador, forma parte integrante del
vinculo contractual que nos unía, de manera tal que, verificado el
incumplimiento, surge para el demandado la responsabilidad en cuanto
obligación de indemnizar los daños generados a consecuencia de la
enfermedad profesional.

Verificado entonces el vinculo de causalidad entre los daños y


omisión por parte de mi jefatura, este se hace responsable de los perjuicios
padecidos por esta parte.

7.- COMPETENCIA DE ÉSTE TRIBUNAL. -

El artículo 2 letra B) de la Ley 16.744, señala que: “Estarán sujetas,


obligatoriamente, a este seguro, las siguientes personas: b) Los funcionarios
públicos de la Administración: Civil del Estado, municipales y de
instituciones administrativamente descentralizadas del Estado.” Esta
norma va en directa relación con lo prevenido en el artículo 420 letra F) del
Código del Trabajo, que señala que los Juzgados del Trabajo son
competentes para conocer: “los juicios iniciados por el propio trabajador o
sus causahabientes, en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad
contractual del empleador por los daños producidos como consecuencia de
accidentes del trabajo o enfermedades profesionales.”.

Sobre lo anterior, la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Arica, en


causa ROL LABORAL-COBRANZA 156-2019, ha determinado que:
“Segundo: Que, efectivamente de las normas a las que ha acudido la
demandada se desprende con claridad que el Tribunal Laboral es
competente para conocer de este proceso, especialmente considerando el
texto de la letra f) del artículo 420 del Código del Trabajo, cuyo texto fue
modificado por Ley N° 21.018 de 20 de junio de 2017, que fijó su texto
actual por el que es posible que “(...) el propio trabajador o sus
causahabientes, en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad
contractual del empleador por los daños producidos como consecuencia de
accidentes del trabajo o enfermedades profesionales.”, norma que ha
ampliado la competencia de estos Tribunales. Es efectivo que la relación
laboral existente entre el actor y la demandada es de carácter estatutaria,
dado que se les aplica el estatuto administrativo de los empleados
municipales, Ley N° 18.883, sin embargo también lo es, que dicho estatuto
no contiene normas relativas a las obligaciones del empleador de protección
a la vida y la salud de sus trabajadores, “(...) informando de los posibles
riesgos y manteniendo las condiciones adecuadas de higiene y seguridad
en las faenas, como también los implementos necesarios para prevenir
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.”, por lo que es
procedente aplicar las normas del artículo primero inciso tercero del Código
del Trabajo que previene que “Con todo, los trabajadores de las entidades
señaladas en el inciso precedente (administración del Estado
descentralizada) se sujetarán a las normas de este Código en los aspectos o
materias no regulados en sus respectivos estatutos, siempre que ellas no
fueren contrarias a estos últimos.” Tercero: Que, lo anterior se encuentra
refrendado por lo dispuesto en la letra b) del artículo segundo de la Ley N°
16744 que a la letra obliga al seguro de esta Ley, a las siguientes personas:
“b) Los funcionarios públicos de la administración Civil del Estado,
municipales y de instituciones administrativamente descentralizadas del
Estado.”, la que en conjunto con el artículo 69, derivan en la competencia
absoluta del Tribunal Laboral, todo lo cual obliga a desestimar la causal de
nulidad alegada.”.
Por ende, en base a las normas legales citadas y atendido a lo
dispuesto por nuestra jurisprudencia, éste tribunal es el competente para
conocer de la demanda incoada por ésta parte, rechazando desde ya
cualquier alegación o excepción tendiente a decretar la incompetencia de
éste tribunal.

A mayor abundamiento, la Contraloría General de la República, en


dictamen Nº 5.299, ha señalado que: “Así́, considerando que no se aprecia
en la ley N° 18.883, que aprobó́ el Estatuto Administrativo para
Funcionarios Municipales, como tampoco en la ley N° 18.834, que contempla
el Estatuto Administrativo de general aplicación en la administración, la
existencia de alguna norma que regule una prerrogativa como la referida en
el párrafo precedente, es dable concluir que esta (art. 184 del Código del
Trabajo) resulta aplicable a los servidores de la administración del Estado
que se rijan por alguno de los textos estatutarios antes referidos, pero con
los matices que pasan a exponerse, derivados de las particulares funciones
que deben asumir determinados organismos públicos o algunas de sus
dependencias”.

POR TANTO; en mérito de lo expuesto y lo dispuesto en las normas


legales ya citadas, y aquellas que resulten pertinentes;

RUEGO A SS., se sirva tener por interpuesta demanda, en


procedimiento de aplicación general, por indemnización de perjuicios por
enfermedad profesional, en contra del SERVICIO DE SALUD DE ARICA,
representada legalmente por su directora doña MAGDALENA LENKA
GARDILCIC FRANULIC, todos ya individualizados, declararlo admisible y
a tramitación, a fin de que éste tribunal, conociendo del fondo de la
presente acción, la acoja en todas sus partes, declarando lo siguiente:
 Que la enfermedad profesional que aqueja a mi representado, lo ha
sido provocada por culpa o dolo de la demandada o alguno de sus
agentes en el ejercicio de sus funciones;
 Que, como consecuencia de lo anterior, la demandada deberá
pagarle a mi representado la suma de $25.000.000 por concepto de
daño moral, o la que suma que SS., estime pertinente conforme a
derecho;
 Que la suma señalada anteriormente deber á́ ser pagada con los
respectivos recargos, reajustes y/o intereses legales que procedan;
 Que la contraria deberá́ pagar las costas de la causa.

PRIMER OTROSI: Que por medio de éste acto, solicito a SS., que se
notifiquen todas las resoluciones al correo electrónico
jesus.caceres.villalobos@gmail.com.

POR TANTO;

RUEGO A SS., se sirva acceder a lo solicitado.

SEGUNDO OTROSI: Que por medio de este acto, vengo en conferir


patrocinio y poder en el abogado JESUS MANUEL CACERES
VILLALOBOS, Cédula Nacional de Identidad Nº 17.369.161-0, con
domicilio en calle 21 de Mayo Nº 589, oficina Nº 2 de la ciudad de Arica,
con todas y cada una de las facultades señaladas en el artículo 7 del
Código de Procedimiento Civil, específicamente las de percibir y transigir.

De igual forma, conforme lo prescrito en la Ley 21.226 y las Actas 42


y 53 dictadas el presente año por la Excelentísima Corte Suprema y
atendido el Estado de Catástrofe y la Alerta Sanitaria que impera en
nuestro país, vengo en solicitar a SS., que se autorice el presente poder
con la incorporación de firma electrónica simple de todos los suscritos del
presente escrito, obtenida por medio de la Oficina Judicial Virtual (clave
única).

POR TANTO;

RUEGO A SS., se sirva tener por conferido el patrocinio y poder en


la forma ya indicada.

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