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CUESTIONARIO 4

40. ¿Por qué no valoramos en su justa dimensión la doctrina de la adopción?

Esta doctrina concierne, pues, a un aspecto fundamental que se nos ha revelado acerca de Dios: la
doctrina de la Trinidad que incluye el hecho de que Dios es Padre. los creyentes no suelen valorar
en su justa dimensión el hecho de poder ostentar la condición de hijos de Dios. Tal vez por eso el

apóstol Juan tiene que llamar la atención y sacudir a sus interlocutores cristianos de este modo:
“¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!...
Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios...” (1 Jn. 3:1-2). Las razones para este menosprecio
velado de ésta nunca bien ponderada bendición que Dios nos otorga, pasan por el hecho de que,
en el contexto secular y en la tradición católica romana parece que lo único que se requiere para
ser hijos de Dios es existir. La doctrina de la adopción es una revelación del Nuevo Testamento,
siendo el complemento necesario a la doctrina de la regeneración o nuevo nacimiento, puesto que
ésta última (el nuevo nacimiento) implica un cambio de naturaleza, mientras que la doctrina de la
adopción implica un cambio de relación.

41.¿A quienes estaba reservada la expresión “hijos de Dios” en el Antiguo Testamento?

1. hecho la exacta expresión “hijos de Dios” siempre se da en plural en el Antiguo Testamento y


estaba reservada a los ángeles y no a los seres humanos, así estos pertenecieran al pueblo de
Israel (Gén. 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:7).

2. Los israelitas veían a Dios como Padre de la nación de Israel como un todo, y no como el padre
individual de cada uno de ellos. Ya lo dijo el propio Dios: “... ‘Israel es mi primogénito’” (Éxo. 4:22).
Y así lo entendió también el apóstol Pablo: “el pueblo de Israel. De ellos son la adopción como
hijos...” (Rom. 9:4).

42.¿Qué casos de adopción encontramos en la Biblia?

Moisés (Éxo. 2:10; Hc. 7:21-22), y Ester (Est. 2:7, 15).

43.¿En qué se diferencia fundamentalmente la doctrina de la adopción de la doctrina de la


regeneración o nuevo nacimiento?

La doctrina de la adopción es una revelación del Nuevo Testamento, siendo el complemento


necesario a la doctrina de la regeneración o nuevo nacimiento, puesto que ésta última (el nuevo
nacimiento) implica un cambio de naturaleza, mientras que la doctrina de la adopción implica un
cambio de relación. Pero es adoptado en la medida en que se establece entre él y Dios una
relación filial en pleno derecho caracterizada además por un amor, afecto e intimidad sin
precedentes.

44.¿Sobre qué aspecto recae el peso de la noción de adopción tal como ésta se nos revela en los
escritos inspirados del apóstol Pablo?

eso, el peso de la adopción divina recae es en el hecho de que, simultáneamente con la


regeneración, Dios nos concede los derechos que corresponderían a un hijo que obtiene la
mayoría de edad en el seno de la familia en que ha renacido. No podemos olvidar que el contexto
en que el apóstol Pablo habla de adopción es el contexto grecorromano. Y en este contexto él
elige justamente la palabra griega huiothesia para referirse a la adopción, palabra compuesta por
los vocablos “hijo” y “posición” que significan exactamente “poner en la posición de hijo”.

45.¿Cuáles son los principales privilegios de la adopción revelados en la Biblia y en la vida


cristiana?

Ser miembros de la familia de Dios: “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino
conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efe. 2:19).

Derecho de ser herederos de Dios: “Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios
coherederos con Cristo...” (Rom. 8:17).

Derecho tanto a la dirección: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos
de Dios” (Rom. 8:14).

La disciplina divina: “... «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes
cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como
hijo»... Dios los está tratando como a hijos... Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos
reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos” (Heb. 12:5-8)

Nos considera hijos suyos sin reservas: “«Yo seré un padre para ustedes, y uste-

des serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Cor. 6:18).

Hace de Jesucristo nuestro hermano mayor, quien tampoco reniega nunca de nosotros: “... por lo
cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11).

46.¿Por qué es preferible hablar de “la doctrina de la santificación” que de “la doctrina de la
santidad”?

la doctrina de la santidad concierne fundamentalmente a Dios y no al ser humano. En estricto


rigor, únicamente Dios es Santo en un sentido absoluto: “Nadie es santo como el SEÑOR” (1 S.
2:2).

47.¿Cuáles son los dos significados de la palabra “santificar”?

El significado fundamental del verbo “santificar” es simplemente “cortar”, “separar”, “apartar”.


Éste es el sentido primario de la raíz hebrea que da lugar a la palabra qadosh. Esta es una
significación que hace, pues, referencia a una posición, a un estado, a una relación, más que a una
transformación moral o un proceso interior de carácter ético. No debemos perder de vista que el
significado estricto de la santificación no entraña ni involucra en primera instancia un cambio
interior ni conductual de tipo ético o moral, sino simplemente un acto divino por el cual Dios
aparta o separa a algo o a alguien de su uso común o de su vida profana respectivamente, para ser
dedicados a usos o actividades sagradas, que no son otras que las que tienen que ver
directamente con Dios y su causa. Y esto es algo efectuado de una vez y para siempre.

El segundo significado, la doctrina de la santificación hace referencia en segundo término a un pro-

ceso interior que se refleja también en la conducta, iniciado en el creyente por el Espíritu Santo
desde el mismo momento de su conversión y nuevo nacimiento. Un proceso gradual, permanente,
creciente y siempre inacabado (por lo menos en las condiciones actuales de la existencia humana)
de purificación ética en los motivos, intenciones y acciones del creyente que busca agradar a Dios
y conformarse cada vez más con sus mandamientos y su carácter: “Significa, pues, una cierta obra
de purificación y limpieza que sucede en nuestro interior, que nos hace conformarnos más y más
al Señor Jesucristo y que nos cambia a su imagen de gloria en gloria... podríamos sugerir ésta
como una buena definición de la santificación: es esa «operación misteriosa y continuada del

Espíritu Santo por la cual libera al pecador justificado... de la contaminación del pecado»...

48.¿Por qué todos los creyentes son santos a pesar de sus pecados?

En este sentido todos los creyentes son santos, sin matiz alguno, desde el mismo momento de su
conversión y nuevo nacimiento en virtud de los méritos de Cristo: “... somos santificados mediante
el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre... Porque con un solo
sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando” (Heb. 10:10, 14).

49.Distorsiones típicas de la doctrina de la santificación en su aspecto vivencial

Moralidad. La santificación eleva, por supuesto, los estándares morales del creyente, pero eso no
significa que la santificación o la santidad misma pueda reducirse o igualarse a la moralidad. Y aún
en el campo religioso la moralidad no es garantía de santificación. Esto es absolutamente vital. Las
personas pueden ser muy morales, pero eso no significa que estén santificadas. La palabra debe
llevar aparejado este concepto de nuestra relación con Dios, nuestra postura en su presencia. Así
pues, la santificación no es la moralidad y pureza de por sí. Es todo eso en relación con Dios”.

Perfeccionismo. Lo fundamental para todos ellos es que la santificación implica perfección. La


manera en que cada uno entiende la perfección puede diferir y no en todos los casos conlleva
impecabilidad absoluta. Pero el punto es que la santificación no puede concebirse como
perfección en ningún sentido diferente al que se da a entender en la Biblia cuando se utiliza el
término “perfección” como una posibilidad actual para los creyentes, en cuyo caso no significa
otra cosa que “madurez”.

Experiencia. La última concepción equivocada de la santificación consiste en equipararla con una


experiencia de carácter espiritual intensa y momentánea pero con efectos definitivos que,
supuestamente, santificaría al creyente de una vez por todas, capacitándole de manera milagrosa
y con una actitud casi por completo pasiva de su parte para sobreponerse al pecado en todas sus
formas. Chafer dice: “La doctrina de la santificación no puede interpretarse por la experiencia... la

enseñanza de la Palabra de Dios no debe sustituirse por un análisis de alguna experiencia


personal... Es la función de la Biblia interpretar la experiencia, antes que éste pretenda interpretar
la Biblia. Toda experiencia que viene por obra de Dios debe estar de acuerdo a las Escrituras... la
santificación no se puede experimentar como sentimiento o emoción”.

50.¿Cuál de las tres personas de la Trinidad divina parece tener el mayor peso en la santificación
del creyente?

Las tres personas de la Trinidad se encuentran explícitamente vinculadas a la santificación del


creyente.
el Padre es la fuente de la santificación, el Hijo es el medio y el Espíritu Santo es el agente. Se
explica por todo lo anterior que la Biblia declare que: “La voluntad de Dios es que sean
santificados” (1 Tes. 4:3). Hemos establecido así la prioridad que Dios tiene en la santifica-

ción, pero en honor a la verdad hay que añadir que en la Trinidad divina es el Espíritu Santo el que
parece tener el mayor peso de los tres en la santificación

51.¿De qué factores interrelacionados depende la santificación práctica o vivencial del creyente?

la santificación práctica que él llama “experimental” y nosotros “vivencial” depende de tres cosas
interrelacionadas, a saber:

 El grado de rendición del creyente a Dios

 El grado de separación del pecado

 El grado de crecimiento espiritual del creyente

52.¿Cuales son los recursos provistos por Dios con que contamos y a los que podemos acudir para
salvar nuestra responsabilidad contribuyendo así a nuestra propia santificación?

La voluntad.

La palabra de Dios.

La fe.

La comunión.

La oración.

La esperanza cristiana.

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