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Esta doctrina concierne, pues, a un aspecto fundamental que se nos ha revelado acerca de Dios: la
doctrina de la Trinidad que incluye el hecho de que Dios es Padre. los creyentes no suelen valorar
en su justa dimensión el hecho de poder ostentar la condición de hijos de Dios. Tal vez por eso el
apóstol Juan tiene que llamar la atención y sacudir a sus interlocutores cristianos de este modo:
“¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!...
Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios...” (1 Jn. 3:1-2). Las razones para este menosprecio
velado de ésta nunca bien ponderada bendición que Dios nos otorga, pasan por el hecho de que,
en el contexto secular y en la tradición católica romana parece que lo único que se requiere para
ser hijos de Dios es existir. La doctrina de la adopción es una revelación del Nuevo Testamento,
siendo el complemento necesario a la doctrina de la regeneración o nuevo nacimiento, puesto que
ésta última (el nuevo nacimiento) implica un cambio de naturaleza, mientras que la doctrina de la
adopción implica un cambio de relación.
2. Los israelitas veían a Dios como Padre de la nación de Israel como un todo, y no como el padre
individual de cada uno de ellos. Ya lo dijo el propio Dios: “... ‘Israel es mi primogénito’” (Éxo. 4:22).
Y así lo entendió también el apóstol Pablo: “el pueblo de Israel. De ellos son la adopción como
hijos...” (Rom. 9:4).
44.¿Sobre qué aspecto recae el peso de la noción de adopción tal como ésta se nos revela en los
escritos inspirados del apóstol Pablo?
Ser miembros de la familia de Dios: “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino
conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efe. 2:19).
Derecho de ser herederos de Dios: “Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios
coherederos con Cristo...” (Rom. 8:17).
Derecho tanto a la dirección: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos
de Dios” (Rom. 8:14).
La disciplina divina: “... «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes
cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como
hijo»... Dios los está tratando como a hijos... Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos
reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos” (Heb. 12:5-8)
Nos considera hijos suyos sin reservas: “«Yo seré un padre para ustedes, y uste-
des serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Cor. 6:18).
Hace de Jesucristo nuestro hermano mayor, quien tampoco reniega nunca de nosotros: “... por lo
cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11).
46.¿Por qué es preferible hablar de “la doctrina de la santificación” que de “la doctrina de la
santidad”?
ceso interior que se refleja también en la conducta, iniciado en el creyente por el Espíritu Santo
desde el mismo momento de su conversión y nuevo nacimiento. Un proceso gradual, permanente,
creciente y siempre inacabado (por lo menos en las condiciones actuales de la existencia humana)
de purificación ética en los motivos, intenciones y acciones del creyente que busca agradar a Dios
y conformarse cada vez más con sus mandamientos y su carácter: “Significa, pues, una cierta obra
de purificación y limpieza que sucede en nuestro interior, que nos hace conformarnos más y más
al Señor Jesucristo y que nos cambia a su imagen de gloria en gloria... podríamos sugerir ésta
como una buena definición de la santificación: es esa «operación misteriosa y continuada del
Espíritu Santo por la cual libera al pecador justificado... de la contaminación del pecado»...
48.¿Por qué todos los creyentes son santos a pesar de sus pecados?
En este sentido todos los creyentes son santos, sin matiz alguno, desde el mismo momento de su
conversión y nuevo nacimiento en virtud de los méritos de Cristo: “... somos santificados mediante
el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre... Porque con un solo
sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando” (Heb. 10:10, 14).
Moralidad. La santificación eleva, por supuesto, los estándares morales del creyente, pero eso no
significa que la santificación o la santidad misma pueda reducirse o igualarse a la moralidad. Y aún
en el campo religioso la moralidad no es garantía de santificación. Esto es absolutamente vital. Las
personas pueden ser muy morales, pero eso no significa que estén santificadas. La palabra debe
llevar aparejado este concepto de nuestra relación con Dios, nuestra postura en su presencia. Así
pues, la santificación no es la moralidad y pureza de por sí. Es todo eso en relación con Dios”.
50.¿Cuál de las tres personas de la Trinidad divina parece tener el mayor peso en la santificación
del creyente?
ción, pero en honor a la verdad hay que añadir que en la Trinidad divina es el Espíritu Santo el que
parece tener el mayor peso de los tres en la santificación
51.¿De qué factores interrelacionados depende la santificación práctica o vivencial del creyente?
la santificación práctica que él llama “experimental” y nosotros “vivencial” depende de tres cosas
interrelacionadas, a saber:
52.¿Cuales son los recursos provistos por Dios con que contamos y a los que podemos acudir para
salvar nuestra responsabilidad contribuyendo así a nuestra propia santificación?
La voluntad.
La palabra de Dios.
La fe.
La comunión.
La oración.
La esperanza cristiana.