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EL TEATRO DE MIGUEL MIHURA

LA SITUACIÓN DEL TEATRO DE POSGUERRA EN ESPAÑA

El teatro de los primeros años de posguerra es bastante pobre, sobre todo si se


compara con el desarrollo que el género adquiere en otros lugares. Está marcado
por la ausencia de dramaturgos insustituibles, como Valle-Inclán o Lorca,
muertos en esos años, y por el exilio de otros, como Alejandro Casona y Max Aub.
A ello se suman otros factores determinantes, como la censura, el aislamiento
cultural y la dependencia respecto a los intereses empresariales (en los años
cuarenta numerosas salas teatrales se convierten en cines).

En la posguerra el teatro se convierte en uno de los principales medios de evasión


de la dura realidad española. Es un teatro sencillo, escapista y sin complicaciones.
Destacan las comedias sentimentales y lacrimógenas, el teatro de humor, la
comedia burguesa, el teatro de defensa de los ideales falangistas y los espectáculos
de variedades, zarzuela y folclore.

Pero en esta época se crea también un tipo de teatro más renovador y menos
comercial. En esta línea están Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Estos autores hacen
un teatro de humor que está lejos del teatro de consumo; su última finalidad no es
“hacer pasar el rato” o “hacer reír” con recursos facilones, sino hacer un humor de
tipo intelectual conseguido mediante técnicas tan avanzadas como las del llamado
teatro del absurdo. Estos dramaturgos utilizan, además, una expresión cuidadosamente
elaborada.

MIGUEL MIHURA

Nacido en 1905 y muerto en 1977, desde el principio se encuentra en contacto con


los ambiente teatrales (por tradición familiar, pues su padre era actor y empresario
teatral) En su juventud fue dibujante y periodista en revistas cómicas (Buen Humor,
Cosquillas, Muchas gracias, Gutiérrez.) Sus inicios estuvieron determinados por las
corrientes vanguardistas, y en especial por Ramón Gómez de la Serna.
En 1941 fundó La Codorniz, famosa revista semanal de la posguerra, que dirigió
hasta 1946. La revista se impuso por su comicidad nueva, ilógica y surrealista.
Mihura fue además guionista de más de veinticinco películas, entre ellas Bienvenido
Mr. Marshall, dirigida por Luis García Berlanga en 1952.

Aunque empezó a escribir antes de la guerra, su reconocimiento fue tardío, pues


sólo estrenó con regularidad a partir de la década de los cincuenta: en 1932 escribió
Tres Sombreros de Copa, que no publicó hasta 1947, y no fue representada hasta 1952
(veinte años después)
La relación hombre-mujer, marco en el que escribirá casi siempre sus obras
(trascendentes o de entretenimiento), la crítica a los convencionalismos, su agudo
sentido del humor y la hábil caracterización psicológica de los personajes son los
elementos más importantes de sus obras.

En su obra se diferencian dos etapas:

 Primer periodo (entre 1932 y 1946): predomina el enfrentamiento entre los


protagonistas y su entorno social (conflicto individuo-sociedad): Tres sombreros de
copa, Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario (1943), El caso de la mujer asesinadita (1946).

 Segundo periodo: después de la guerra, suavizó la carga absurda y crítica de su


teatro y alcanzó el éxito con comedias que solían basarse en una ligera intriga
policiaca, siempre un tanto extravagante. Destacan Melocotón en almíbar (1958) y
Maribel y la extraña familia (1959, sobre una prostituta redimida gracias al cariño
inocente de unas buenas personas) y Ninette y un señor de Murcia (1964).

En su producción teatral, Mihura se orienta hacia la crítica a los


convencionalismos, pero esto no es constante en su obra, dado el influjo que el
público ejerce sobre el autor. Así, la crítica evoluciona, pasa a desaparecer o incluso
tímidamente cambia de sentido como resultado de la presión comercial. Cuando
Mihura critica el convencionalismo social lo hace mediante el enfrentamiento entre
dos grupos: los conservadores, burgueses, y los marginados, que aportan soluciones
nuevas y que, cargados de una fuerte individualidad, deben encararse con los
primeros, sin que en tal enfrentamiento se haga referencia a situaciones políticas o
sociales concretas, sino tan sólo a problemas humanos.

El humor de Mihura rompe con los esquemas tradicionales. En efecto, crea efectos
cómicos mediante giros lingüísticos inesperados, respuestas absurdas, etc. Los
efectos cómicos son también parte integrante de la caracterización psicológica de los
personajes, los cuales se nos aparecen así como reflejo de nuestras propias
situaciones y actitudes.

Tres sombreros de copa

La más importante obra de Mihura es, sin duda, Tres sombreros de copa, escrita en 1932
y estrenada veinte años más tarde.

El argumento de la obra es, en gran medida, autobiográfico. La obra presenta la


realización de un matrimonio desigual: un empleado pobre aspira a situarse bien,
económica y socialmente, mediante su boda con una joven burguesa rica, aunque
tenga que someterse a las exigencias del código burgués. Este joven empleado,
Dionisio, llega a un pequeño hotel de una pequeña provincia la noche antes de su
boda. El protagonista ve culminar así un noviazgo de siete años con una boda que le
dará estabilidad y tranquilidad en su vida. En el mismo hotel se alojan los
componentes de una compañía de revista que irrumpen en la habitación de Dionisio
y lo arrastran a una desenfadada juerga nocturna. Entre las bailarinas de la compañía
está Paula, que hace que Dionisio olvide su boda y piense en entregarse a una vida
desenfadada y libre; pero, cuando amanece, la llegada del día y de su futuro suegro
(caricatura del típico burgués o persona «decente») lo sacan de lo que no ha sido más
que una pasajera ensoñación y Dionisio recapacita y vuelve a su vida ordenada y sale
de la habitación con su flamante traje de boda.

Se trata de una comedia considerada como una de las obras maestras del teatro
humorístico y que anticipa algunos aspectos del teatro del absurdo; en ella se plantea
la oposición que hay entre el mundo falso y sumamente estrecho de la burguesía de
provincias y la libertad (quizá falsa también) de ese otro modo de vida que es el de
las artistas, entregadas a la sorpresa de cada nuevo día. Aparecen aquí los dos temas
constantes en la producción de Miguel Mihura: el choque entre el individuo y las
convenciones sociales y las problemáticas relaciones entre hombre y mujer.
El tema central está constituido por la problemática de Dionisio, existiendo algunos
temas marginales que le sirven de marco. La obra, increíblemente desenvuelta,
condensa en varios personajes las actitudes fundamentales que convergen en el
problema de Dionisio: El señor odioso encarna el poder económico, basado en el
sistema moral convencional, que él, sin embargo, transgrede a menudo; don
Sacramento, su futuro suegro, encarna la sumisión total a las convenciones sociales,
incluso en los detalles más ridículos; don Rosario, el regente del hotel, es un vivo
ejemplo de la inercia; liberadora pero monótona. Paula, ingenua y alegre, es quizás el
personaje más vivo, más interesante, y quien derrumba las convicciones, sin ningún
apoyo profundo, de Dionisio. Paula, frente a Margarita —su novia—, encarna la
liberación. Otros personajes son El anciano militar, El cazador astuto, El romántico
enamorado, El guapo muchacho y El alegre explorador.

Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las tres unidades clásicas:
de espacio, de tiempo y de acción. Todo transcurre de madrugada en una habitación
de un hotel de segundo orden de una ciudad de provincias (unidad de espacio), en
unas pocas horas (unidad de tiempo), y alrededor de una misma anécdota (unidad de
acción). La acción se estructura en tres actos que corresponden al esquema
tradicional: planteamiento, nudo y desenlace.

Lo verdaderamente nuevo en esta obra es el tratamiento de la trama, los diálogos y


situaciones que plantean un humor un tanto absurdo y disparatado, basado en la
ruptura con la lógica o con la experiencia. El humor lo envuelve todo, pero no
impide que se aprecie la melancolía y la nostalgia, una sensación de desengaño y
amargura final que lo acerca al esperpento de Valle-Inclán. El humor que caracteriza
a esta obra no ofrece una comicidad clásica de abierta carcajada, sino que es más
sutil. Incluso esta comicidad puede dejar algo frío al lector o espectador si no se
encuadra dentro de la línea del humor absurdo, extraño e infantil, que da mucha
importancia al subconsciente y al lenguaje.

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