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Pero en esta época se crea también un tipo de teatro más renovador y menos
comercial. En esta línea están Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Estos autores hacen
un teatro de humor que está lejos del teatro de consumo; su última finalidad no es
“hacer pasar el rato” o “hacer reír” con recursos facilones, sino hacer un humor de
tipo intelectual conseguido mediante técnicas tan avanzadas como las del llamado
teatro del absurdo. Estos dramaturgos utilizan, además, una expresión cuidadosamente
elaborada.
MIGUEL MIHURA
El humor de Mihura rompe con los esquemas tradicionales. En efecto, crea efectos
cómicos mediante giros lingüísticos inesperados, respuestas absurdas, etc. Los
efectos cómicos son también parte integrante de la caracterización psicológica de los
personajes, los cuales se nos aparecen así como reflejo de nuestras propias
situaciones y actitudes.
La más importante obra de Mihura es, sin duda, Tres sombreros de copa, escrita en 1932
y estrenada veinte años más tarde.
Se trata de una comedia considerada como una de las obras maestras del teatro
humorístico y que anticipa algunos aspectos del teatro del absurdo; en ella se plantea
la oposición que hay entre el mundo falso y sumamente estrecho de la burguesía de
provincias y la libertad (quizá falsa también) de ese otro modo de vida que es el de
las artistas, entregadas a la sorpresa de cada nuevo día. Aparecen aquí los dos temas
constantes en la producción de Miguel Mihura: el choque entre el individuo y las
convenciones sociales y las problemáticas relaciones entre hombre y mujer.
El tema central está constituido por la problemática de Dionisio, existiendo algunos
temas marginales que le sirven de marco. La obra, increíblemente desenvuelta,
condensa en varios personajes las actitudes fundamentales que convergen en el
problema de Dionisio: El señor odioso encarna el poder económico, basado en el
sistema moral convencional, que él, sin embargo, transgrede a menudo; don
Sacramento, su futuro suegro, encarna la sumisión total a las convenciones sociales,
incluso en los detalles más ridículos; don Rosario, el regente del hotel, es un vivo
ejemplo de la inercia; liberadora pero monótona. Paula, ingenua y alegre, es quizás el
personaje más vivo, más interesante, y quien derrumba las convicciones, sin ningún
apoyo profundo, de Dionisio. Paula, frente a Margarita —su novia—, encarna la
liberación. Otros personajes son El anciano militar, El cazador astuto, El romántico
enamorado, El guapo muchacho y El alegre explorador.
Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las tres unidades clásicas:
de espacio, de tiempo y de acción. Todo transcurre de madrugada en una habitación
de un hotel de segundo orden de una ciudad de provincias (unidad de espacio), en
unas pocas horas (unidad de tiempo), y alrededor de una misma anécdota (unidad de
acción). La acción se estructura en tres actos que corresponden al esquema
tradicional: planteamiento, nudo y desenlace.