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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA “BENITO JUÁREZ” DE OAXACA.

COORDINACIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO.


MAESTRÍA EN DERECHO PROCESAL PENAL ACUSATORIO.
Cuarto Semestre. Tema: ETAPA DE JUICIO ORAL.
Catedrático: Dr. Luis Miguel Urbiña Calvo.
Alumno: RAFAEL CLAVEL LÓPEZ. Fecha: 04-Noviembre-2022.

REPORTE DEL CAPÍTULO DOS (DISCURSO ORAL) DEL LIBRO: “Las cosas del decir. Manual
de análisis del discurso” de Helena Calsamiglia Blancafort
y Amparo Tusón Valls.
Editorial Ariel. Barcelona, España. 2001.

Maravilloso prefacio encontramos al iniciar la lectura:


“Sin palabras nadie es nada; ni sabio, ni poeta, ni proverbio alguno podría elogiar el silencio” (De
Mauro 1980: 16), en referencia al proverbio de Confucio: “Quisiera no hablar (…) ¿Habla acaso el
cielo alguna vez? Las cuatro estaciones siguen su curso y cien seres nacen. ¿Habla acaso el cielo
alguna vez?”

Empieza exponiendo que el lenguaje humano es un complejo sistema de comunicación y de


representación del mundo, en dos modalidades: el oral y el escrito. En este capítulo dos del libro “Las
cosas del decir. Manual de análisis del discurso”, se dice que la modalidad oral es natural, innata al
ser humano, es constitutiva de la persona como integrante de una especie, que aprovecha diferentes
órganos del sistema respiratorio y de la cabeza: labios, lengua, fosas nasales, etc., participando los ojos,
expresiones faciales y otros movimientos corporales, para materializar la oralidad; en cambio, la
modalidad escrita no es universal, es un artificio creado por el ser humano y utiliza elementos
materiales para contener el mensaje escrito: piedra, arcilla, bronce, papel o el monitor de la
computadora, mientras que los órganos biológicos del habla aquí se sustituyen por el punzón, la caña,
la pluma o el teclado guiados por la mano, pues la escritura desde Platón ya era considerada como una
tecnología.
La comunicación oral se ha venido puliendo en el devenir de la humanidad: en la antigüedad clásica
la retórica y la oratoria eran enseñanzas lingüísticas para ese fin. Así se podía desarrollar un sermón o
un discurso, a veces basados en un guion escrito, combinándose factores biológicos y culturales en la
realización del lenguaje.
Las relaciones sociales se basan en la comunicación humana, donde el lenguaje oral adquiere gran
relevancia para pedir y dar información. Cuanto más democrática y libre sea una sociedad, más espacio
ocupa el habla, en contraposición a los regímenes totalitarios, donde el derecho a la palabra, a la
discusión pública y abierta se convierte en una reivindicación o en un delito su ejercicio.
Las autoras dicen que también hay otras funciones estéticas y lúdicas del lenguaje oral en mitos,
leyendas, cuentos, canciones, refranes y chistes de tradición oral, así como en el medio artístico (teatro
y cine) con historias, dramas y comedias.
Con los medios electrónicos de la radio, TV y las redes sociales se produce la comunicación de
masas, difundiendo debates políticos, declaraciones de autoridad, opiniones de toda clase de personas,
festejos de todo tipo, donde la palabra tiene un protagonismo como nunca, con la posibilidad de que
ello quede grabado para volverse a difundir y así contar con un novedoso registro de la historia y de la
transmisión del conocimiento.
Se analiza por las autoras la situación de la enunciación oral prototípica propuesta por Poyatos
1994a: 230, que se caracteriza por tres rasgos: participación simultánea (interlocutores), presencia
simultánea (interlocutores cara a cara) y relación interpersonal (interacción entre interlocutores),
estableciéndose que gracias a la oralidad se construye la interacción social cara a cara mediante
encuentros mínimos y rutinarios hasta encuentros más elaborados o más o menos ritualizados, como
serían entre los primeros: saludos, excusas, elogios y halagos, peticiones y ofrecimientos, mientras que
en los segundos estarían: conferencia, juicio, debate, asamblea y servicio religioso.
Aunado a la tecnología y medios audiovisuales, se produjo otro modo más para el lenguaje oral
mediante canales del habla, mismos que pueden ser i) directos (cara a cara, por teléfono, por interfono
(hoy videoconferencias), ii) diferido en el espacio (radio, TV, redes sociales en directo), iii) diferido en
el tiempo y en el espacio (radio y TV con emisiones grabadas, o una cinta video que se envía a otra
persona), iv) combinación de usos directos y diferidos (emisión de radio o TV con llamadas telefónicas
o intervenciones vía satélite, emisión que combina lo pregrabado con el directo, etc.).
Por otra parte, se señala que la conversación espontánea es la primera forma originaria y universal
de la oralidad, es la más característica para relacionarse cotidianamente como seres sociales. En un
estudio realizado en 1974 se encontraron 14 peculiaridades de este modo de comunicación, todas reales
y comunes, aunque no siempre detectadas por los interlocutores; sus notas distintivas son la
indefinición, la imprevisibilidad y la improvisación, controladas por indicios contextualizadores que
orientan a los participantes en lo que está pasando y sobre la dirección que toman los acontecimientos
conversacionales espontáneos y coloquiales.
También se abordan otras prácticas discursivas orales que permiten el funcionamiento de la vida
social como son la entrevista, consulta médica, administrativa u otra, transacción comercial en tienda,
bar, taxi, taquilla, etc., debate, tertulia, mesa redonda, coloquio, examen oral, conferencia, charla, clase,
mitin, sermón presentación (ponencia o comunicación), declaración, discurso.
En la adquisición de la competencia oral se analiza que el habla no requiere de un aprendizaje
formal, pero durante su existencia el ser humano va adquiriendo reglas de comunicación oral conforme
a su forma de vida y de acuerdo con los diferentes juegos del lenguaje, participando en la vida social
y construyéndola simultáneamente.
Dentro de la etnografía de la comunicación nace el concepto de la competencia comunicativa
referida a todos los elementos verbales y no verbales que requiere la comunicación humana, y la forma
apropiada de usarlos en situaciones diversas, definida por Gumpers como “el conocimiento de las
convenciones lingüísticas y comunicativas en general que los hablantes deben poseer para crear y
mantener la cooperación conversacional”.
Las autoras exponen que la actividad oral tiene también sus aspectos psicosociales de quienes
participan en la interacción, donde los conceptos de imagen, territorio y posicionamiento tienen
especial importancia, al igual que los elementos no verbales de la oralidad, donde podemos encontrar
el movimiento del cuerpo o comportamiento cinésico; características físicas de aspecto, olores, colores;
la conducta táctil; paralenguaje como calidad de voz y vocalizaciones; la proxémica: espacio social y
personal (concepto de territorialidad), orientación lugar y distancia; artefactos como perfume, ropa
pinturas, gafas, pelucas, adornos o accesorios de la vestimenta; y factores del entorno como muebles,
arquitectura, decorado, luz, temperatura, música, ruidos.
Las características lingüístico-textuales del discurso oral son el nivel fónico, o sea, la variedad en
la pronunciación. La prosodia (entonación, intensidad, ritmo). El nivel morfosintáctico, que es variable
según el tipo de interacción oral se trate. El nivel léxico, cuya variación puede marcar el registro, el
tono de la interacción, las finalidades pretendidas, indicador de características socioculturales de los
participantes, valores, creencias, objeto, actividades y personas que configuran una cultura; el léxico
podrá ser más o menos culto, cuidado, técnico-jergal, relajado, común, formal, barriobajero, marginal,
argot, etc., refleja un estilo de vida de hombre y mujeres en zona urbana o el campo, profesiones u
oficios, hasta clase social, con más o menos bajo grado de densidad y/o de resonancia léxica.
Finalizan las autoras este capítulo dos señalando que hay tres dimensiones para el análisis del
discurso: la interlocutiva, la temática y la enunciativa, y que bajo sus premisas se podrá realizar un
estudio del discurso.

-O-

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