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Bajo la fría luz de octubre Basado en hechos reales del siglo XIX de la España de la

Segunda República y la Guerra Civil.


Todo empieza cuando Maruja, una niña, recuerda la muerte de su abuela y ,aunque
todos dicen que está muerta, ella sigue viéndola sentada en el sillón de su
habitación haciendo punto. Cuando todos lloraban por su abuela Maruja dijo que no
estaba muerta la miraron como si tuviese loca y decidió no volver a hablar más de
ello.
Capitulo 2
Cuenta su operación de anginas con siete años. Ella estudiaba en un colegio de
religiosas y un día de primavera, el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda
República y todo lo que conllevaba.
El exilio para el rey Alfonso XIII, de mano de los anarquistas o de los rojos.
Cuando Maruja regresaba a casa después de las clases vio cosas por la calle que
llamaron su atención.
Una banda de música, coches sonando el claxon, gritos de "viva la república",
banderas distintas tricolor, con una franja morada abajo. Su madre estaba asustada,
pero su padre lo celebraba.
Capitulo 3
El padre de Maruja tenía reuniones políticas en el despacho de su casa, y cada vez
tenía menos tiempo para ella, que se pasaba la mayor parte del día en
la habitación de su abuela. Ella le preguntaba y le hablaba, pero la abuela casi nunca
contestaba. Siempre hacía ganchillo y decía que iban a pasar cosas muy gordas.
Al final no quemaron iglesias ni pegaron a los curas ni a las monjas. Maruja tenía un
tío sacerdote: el tío Eliecer que estaba en Cartagena. El negocio, una mercería, del
padre de Maruja y de sus hermanos, se quemó.
A ella le gustaba ir allí e imaginar fantasías antes del incendio.
Capitulo 4
Durante la república parecía que no iba a pasar nada, pues todo pasaba en las
grandes ciudades como Madrid, Barcelona y la revolución de los mineros en
Asturias. En casa se enteraban de las noticias por la radio.
El padre seguía recibiendo visitas sobre todo las del tío Arturo que ya no era
gobernador civil, lo habían hecho jefe provincial del partido izquierda republicana.
Maruja y sus hermanos escuchaban detrás de la puerta del despacho de su padre,
así se enteraban de las cosas y también en el colegio. Después las cosas se
tranquilizaron
Maruja tenía dos amigas: Juanita y Encarna Torres, hermanas. A veces ella iba a su
casa y otras veces la visitaban a ella.
La casa de Juanita y Encarna era un caserón muy lujoso pues su padre era notario y
tenían mucho dinero.
Capitulo 5
Maruja estaba enamorada en secreto de Paquito, el hermano mayor de sus amigas.
Por entonces nació Angelita, la hermana pequeña de Maruja y ella como hermana
mayor tenía que ayudar a su madre a cuidarla.
Un día en un descuido de la niñera Maruja llevó a su hermana Angelita a la
habitación de su abuela para presentársela su abuela le reprochó que ya no la
visitaba tanto como antes, pero Maruja ahora tenía mucho trabajo con su hermana.
Capitulo 6
Ese verano fueron al pueblo a pasar las vacaciones donde los niños participaban en
las labores de labranza.
Por la noche después de cenar, tomaban el fresco, contaban chistes y escuchaban
historias que les contaba su padre.
También escuchan música y bailaban. Una vez terminado el verano volvieron a la
ciudad en septiembre a punto de empezar la feria.
Esos días de feria fueron días alegres, lo pasaban muy bien viendo las atracciones,
comprando pipas.
Un día fueron a tomar un helado y en la mesa de al lado había un grupo de
falangistas, y uno de ellos era Paquito Torres.
Estaban armando alboroto. Entonces, pasó por allí un grupo de obreros. El grupo de
Paquito se empezó a meter con ellos, con gritos, abucheos e insultos.
Los obreros intentaron ignorarlos, pero uno recibió un golpe en la cabeza y todos los
falangistas se levantaron y se pusieron a cantar el "Cara al sol".
Todos están preparados para empezar a impartirse puñetazos, pero el padre de
Maruja intervino para que al final no pasase nada.
Capitulo 7
Contaba el año 1936. El padre de Maruja estaba cada vez más preocupado
No hablaba bien del gobierno de derechas que estaba en el poder. Pensaba que si
las cosas seguían así se iban a cargar la república después de lo de Hazaña; el
presidente del partido al que pertenecía su padre y su tío, que había
trabajado para que España saliese de su atraso. Se acercaba la fecha de las nuevas
elecciones. La ciudad estaba muy agitada y había peleas y reyertas entre los
simpatizantes de un mando y de otro. Se celebró un mitin en la plaza de toros en el
que participaba Hazaña al cual fueron Maruja, sus hermanos, sus padre y también
su tío. A los pocos días se celebrarán las elecciones y como su familia esperaba
ganó el frente popular. Al principio parecía que todo iba mejor, pero fue a peor. Cada
día había una huelga y era difícil salir a la calle.
Los rojos plantaban cara a los falangistas en vez de pelear con los puños, mucha
gente llevaba pistola y nadie se atrevía a salir por la noche.
Al tío Arturo le pegaron dos tiros en medio de la calle, pero no le mataron. No tuvo
tanta suerte Calvo Sotelo, un político de Madrid, que lo acribillaron a tiros.
La familia estaba cada vez más nerviosa y preocupada que hasta la abuela le dijo a
Maruja "ya se acerca querida, ya se acerca". Era julio de 1936.
Capitulo 8
Al pronunciarse el alzamiento su tío Arturo estaba en casa, había ido con su escolta
y estaba hablando con el padre de Maruja en el despacho de este
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cuando llegaron dos hombres armados con pistola para detenerlo. El padre no sabía
cómo reaccionar,y el resto de la familia tampoco. Cuando se lo llevaron, el padre se
fue a su despacho y desde fuera se oían sus sollozos.
Fue la primera vez que Maruja oyó llorar a su padre.
El ejército se había sublevado contra la República, y los padres de Maruja estaban
muy inquietos.
Nadie salió de casa ese día por lo que pudiera ocurrir. La ciudad estaba tomada por
bandas de fascistas armados con pistolas y escopetas.
Los peores eran los falangistas. La situación se complicaba y sus padres decidieron
que lo mejor era irse unos días al campo hasta que la situación volviera a la
normalidad. Salieron de la ciudad evitando las calles principales para no encontrarse
con nadie.
Aún era de noche casi a punto de amanecer y cuando estaban a punto de salir a la
carretera se llevaron un susto de muerte:
los paró la guardia civil, les preguntó dónde vivían, les pidió la documentación, y al
ver que no estaban en la lista los dejó marchar.
Cuando llegaron al pueblo, Maruja pensó que en unos días todo se habría acabado
nada más lejos de la realidad.
Capitulo 9
Allí, en la soledad del campo, se podía olvidar el miedo que habían pasado de la
guerra y de los militares que la habían empezado.
Eran unos días de tregua antes de empezar la guerra. Habían llegado todos los tíos y
primos de Maruja.
Aquello estaba lleno de gente. Las mujeres rezaban y cocinaban para tanta gente.
Los hombre se reunían, hablaban de política y alimentaban a los animales,
pues con el miedo los jornaleros se habían marchado a sus pueblos. Seguían las
noticias, y fue cuando se enteraron de que la República había recuperado la ciudad.
Todos se alegrarón. Todos menos el padre de Maruja. Entonces decidieron volver a
casa.
Capitulo 11
Al día siguiente regresamos y pensaba encontrarme en la ciudad los restos de una
gran batalla, pero lo que vi me decepcionó un poco, pensaba que todo iba estar lleno
de ruinas y humo.
Sin embargo las calles parecían como siempre, eso sí, para ser domingo
encontramos las iglesias cerradas y se veían muchos soldados y milicianos.
La casa la encontramos como la habían dejado. Enseguida fue a contarle a mi
abuela que habíamos vuelto y que estábamos bien, pero la encontró más anciana y
la habitación estaba cada vez más fría. Después de una semana fascista, como la
llamarían a los días que la ciudad estuvo ocupada por los sublevados, la ciudad
volvió a estar en zona republicana, pero la guerra no se había terminado.
Al contrario, cada día se hacía más terrible. Franco avanzaba a través de Andalucía,
Extremadura sin que nadie lo pudiera parar.
También había otro ejército rebelde en el norte que mandaba el General Mola.
Los alemanes les mandaban aviones de combate y tanques, y desde Italia llegaban
soldados.
Relata cómo fue la toma de Badajoz y los horrores de esta. Mientras, en casa
discutía mi padre con el tío Arturo sobre el desarrollo de la guerra y como mi padre
no estaba de acuerdo como actuaba el bando republicano y las barbaridades que
ocasionaba, y mucho menos con los sublevados: crímenes, detenciones,
ejecuciones, expropiaciones... Aquel año hubo feria, pero la gente no estaba para
festejos.
Las tropas de sublebados avanzaban. Además, el precio de las cosas subían sin
parar.
Los alimentos escaseaban y muchos comercios cerraron. Nosotros nos salvamos
porque tenemos una familia en el campo y nunca faltaban alimentos.
Para olvidarnos de tanta tragedia a veces solíamos ir al cine.
Capitulo 12
Vino a nuestra casa el tío Eliecer, que era sacerdote, ya que en Cartagena habían
hecho muchas barbaridades y se tuvo que esconder en casa de unos feligreses,
pero para no ponerlos en peligro se vino a nuestra casa.
Mi padre decidió que se instalaría en la cámara hasta que todo se calmara.
Chapitulo 13
Estaba muy disgustada porque nos habían cerrado el colegio, pero yo ya era mayor
que las demás niñas que iban conmigo y sabía las cosas básicas de la vida.
Entonces, el tío Eliecer se ofreció para darme algunas clases. Mis hermanos no
tuvieron la misma suerte y se fueron a la academia de don Julián,
que les maltrataba y los avergonzaba delante de los demás. Intenté convencer a mis
padres para quitarlos de esa academia, pero no me hicieron caso.
Una vez fuimos a recoger a mis hermanos a la academia de don Julián, y allí se
escuchaba de todo: lloros, gritos... Y además estaba lleno de mesas y pupitres.
Y al final nos tocó esperar en el baño, que era el único sitio donde no había nada.
Capitulo 14
Por aquellos días se hablaba mucho del general franco. Yo lo vi por primera vez en el
cine, y no tenía pinta de ser muy importante.
Lo comparaban con Hitler y Mussolini, y siempre iba rodeado de arzobispos y
cardenales
Se debía sentir como el Papa. Se creía que Dios estaba de su parte.
Los franquistas estaban en Toledo y pensábamos que no tardarían en tomar la
capital,pero no lo hacían. Despúes de unos días llegó un tren a Madrid con muchos
hombres que venían a defender la República.
Cuando se fueron, nosotros los seguimos igual que cuando hacemos en la Semana
Santa.
Después fueron viniendo más soldados de otros países y yo recordaba los sitios
donde había pasado mi infancia, y pensaba que ahora estaban ocupados por
soldados de todo el mundo.
De Paquito no se sabía nada, y cuando me encontré con su mujer y sus hijas
era como si mis amigas de la infancia no me conocieran. Ahora por las calles se
veía alegría.
Al principio no nos acostumbrabámos a que hubiera tanta gente, pero nos fuimos
acostumbrando.
Aunque iban cambiando nuestras cosas, nuestras costumbres. Por ejemplo el
saludo: ahora, en vez de decir adiós, decíamos salud.
Después de unos días fuimos a tomar un refresco a un hotel, y cuando salimos nos
encontramos con unos militares, y mi padre me dijo que no me olvidara de sus
caras, y así lo hice.
Después de unos días, de repente los políticos y las fuerzas superiores se fueron de
Madrid, y se quedaron algunos soldados de los que habían venido. Estaba el ejercito
popular y también se unieron algunos ciudadanos que no dudaron en irse con el
ejercito.
Después de unos días vimos varios soldados bien formados no como el primer día,
que están risueños. Y también vimos a Rafael Alberti, que dio un discurso y leyó
alguno de sus versos para los soldados.
La batalla en Madrid duró dos meses, pero tal y como prometieron los soldados, no
pasaron los fascistas.
Capitulo 15
Estábamos en la cola para comprar, pero era demasiado larga. De repente vino un
policía y gritó que iban a bombardear la ciudad.
Nos fuimos corriendo de allí y fuimos a nuestra casa. Nos encontramos a toda la
familia metida.
Después todos nos fuimos al baño porque no daba al exterior y nos pusimos a rezar.
Cuando terminó el ataque salimos fuera y nos encontramos a mi padre. Después de
unos días hubo otro bombardeo, pero esta vez con más muertos y más heridos.
Entonces, decidimos irnos al campo y al cabo de unos días llegó a nuestros oídos
que hubo otro bombardeo muchísimo más fuerte y que la ciudad estaba arrasada.
Capitulo 16
Nos quedamos en el campo hasta Semana Santa, pero no se notaba que era
Semana Santa ya que no había ninguna celebración.
De las guerras de Madrid se sabía que seguían luchando pero no se acababan.
Franco quería ir despacio sin precipitarse, y se creía que Dios lo había mandado para
salvar España. Mi padre tuvo que buscarse un trabajo, y en este tenía que distribuir
la comida y los pertrechos a las tropas que estaban al frente. Siempre venía muy
agotado y con muchas ojeras a casa.
Mis hermanos, por desgracia, volvieron a la academia de don Julián. Mi hermana
seguía creciendo, y yo ya había cumplido los 14, ya era una mujer y tenía que ayudar
en la casa.
Poco a poco fui olvidándome de mi abuela, y no me atrevía a pasar a visitarla porque
pensaba que allí debería hacer un frío tremendo.
Un día vi la puerta abierta, miré dentro y vi como mi hermana estaba hablando con
mi abuela,pero no entré. Me fui a hacer tareas. Mientras comíamos mi hermana
empezó a hablar de la abuela, pero estuve rápida y salvé la situación.
Después nos quedamos a solas y pactamos que no se volvería a hablar de la abuela,
que iba a ser un secreto.
Cuando salíamos a la calle siempre tenía que llevar ropa gruesa para que no me
tomaran por una pelandrusca.
La muchacha que cuidaba a mi hermana la piropeaban mucho los hombres, pero a
ella le daba igual, seguía para adelante.
De pronto, se acercó un chico y se sentó con nosotras. Empezó a hablar con
nosotras hasta el punto en el que el chico se tenía que ir y lo acompañamos a la
estación.
Él nos abrazó y nos dio un beso en la mejilla.
Capitulo 17
Después de Semana Santa mis primas me invitaron a ir con ellas a pasar el rato, y yo
iba encantada. Yo le decía a mi madre que iba a trabajar, pero en realidad no era así.
Iba a jugar y a hablar. Un día decidimos que íbamos a ver a la querida del tío Arturo.
Nos acercamos a su casa y vimos salir al tío Arturo, y detrás de él a su querida.
Sentí un poco de envidia al verla. Después de unos días nos metieron a dos
soldados en casa, y mi madre decía continuamente la frase
"Ay señor", ya que teníamos al tío Eliecer en la cámara.
Los otros soldados que nos habían metido en la casa se alojaron en la habitación de
la abuela para dormir.
Capitulo 18
Los republicanos habían ganado una batalla, pero enseguida les quitaron la tierra
que habían recuperado.
A mí no me importaba demasiado porque ya me había acostumbrado a las guerras.
Todas las noches encendíamos la radio para localizar alguna emisora.
En ese momento escaseaba todo y teníamos que comprar la comida en el mercado
negro
En la calle, el frío era insoportable. Cuando salíamos a la calle teníamos que tener
cuidado de no resvalarnos con los charcos de agua.
Las miradas de la gente estaban apagadas por la guerra, y muchas familias se
tuvieron que ir de sus hogares, pero por suerte estaban unos pequeños comedores
del socorro rojo. Yo me ofrecí para ayudar en los pequeños comedores.
Había muchos niños que estaban enfermos y agradecían muchísimo la comida.
Apuraban hasta la última gota hasta que no podían más.
Había un niño que nunca hablaba porque estaba traumatizado. Mataron a su familia
y violaron a su madre y a sus hermanas.
Cuando llegó una carta, vimos que tenía el símbolo del ayuntamiento y nos
asustamos mucho. Mi padre, el tío Arturo y el tío Eliecer se fueron allí.
Cuando volvieron, vimos al tío Eliecer con uniforme, ya que lo habían reclutado para
luchar. Desde entonces iba más animado. Al cabo de unos días los republicanos
volvieron a luchar, pero esta vez perdieron.
Capitulo 19
La guerra duró dos y medio, aunque les pareció una eternidad. Maruja sólo
pensaban en que era desgraciada por haber nacido en aquella época y sólo hacía
mas que pensar en qué iba a ser de ella y de su familia, pero entonces apareció su
tío Arturo a visitar a su padre, con lo que se encerraron los dos en el despacho y
mantuvieron una larga charla en la que más que una charla parecía una discusión.
porque sus voces aumentaban cada vez más. Al cabo de un rato el tio salío del
despacho y fue a buscar a la chica y su madre, y les dijo que su chofer les llevaría a
Alicante donde había un barco a punto de zarpar a Argel, desde donde partirían
hacia México porque el gobierno mexicano estaba acogiendo a muchos exiliados de
la república. Su tío estaba desaparecido por salir del país, ya que Franco había
impuesto una ley contra los suyos, y su futuro era la muerte o la cárcel. Después de
un rato, su padre decidió que no se iría ni que huiría a ningún sitio, por lo que su tío
se marchó y ellos se quedaron allí.
Aquel día, mientras la madre y la tía rezaban, se encontró a su abuela María que
había decidido marcharse porque sabía que se avecinaban grandes males, y solo le
pidió a la niña que cuidara y apoyara a su madre, que ya llegarían tiempos mejores.
Resultaba que la paz no era muy distinta a la guerra. Las cárceles seguían llenas, los
nacionales no paraban de detener a gente. La familia de Maruja no salió de casa en
unos días por el miedo que tenía.
En la ciudad, sin embargo se respiraba alegría. Se dejaban ver algunas sotanas de
curas y muchas otras cosas que eran inimaginables para ella. El padre de Maruja
hacía llegar una carta todas las semanas en las que le decía que estaba bien, pero
que no podía estar más en el campo sin hacer nada y por lo que había decidido ir a
Barcelona a ganarse allí la vida y a recuperar clientes.
Un día se presentó en su casa y la madre de Maruja lloraba y le decía que estaba
loco al presentarse allí, pero Maruja saltaba y gritaba de alegría. Más tarde
intentaron convencer al padre que no saliera a la calle porque ese era su plan al
mismo llegar,y, tras un rato hablando, lo convencieron para que se ocultara en casa
de los abuelos maternos de Maruja.
En una habitación donde pasaría los días mientras todo se calmaba.
Capitulo 21
Los padres de Maruja llevaban toda la vida juntos y era una tristeza inmensa tener
que separarse al detener al padre de Maruja. Al cabo de unos días el tío de Maruja
les dijo que a su padre lo habían llevado a un edifio preventivo,
mientras hacían un hueco. Pero ellas seguían queriendo ver al padre de Maruja, por
lo que su tío, que tenía amigos en la falange, les consiguió una recomendación con
la que más tarde fueron a visitarle. Al padre de Maruja le habían pegado, y llevaba un
ojo hinchado y sangre seca por la mejilla.
Maruja y su madre se habían asustado, y su padre les dijo que pronto iría a la carcel
donde estaría mejor tratado.
A partir de ahí pudieron ir a visitarle cada miércoles de la semana. La primera vez,
fueron Maruja, su madre y sus hermanos menores
A la hermana más pequeña de todos no la llevaron, porque era demasiado pequeña
para eso.
Al ver al padre de Maruja a través de rejas, quedaron todos impresionados, aunque
ya parecía algo mejor que la última vez. Maruja era la encargada de llevarle la
comida cada día a su padre y siempre intentaban poner lo mejor en la cesta. Al cabo
de unos días llegaron unos señores a su casa que se dedicaron a registrar
todo lo que querían y a llevarse cosas de casa de Maruja. Al principio solo eran
papeles y libros. Después, poco a poco, se llevaron muebles, libros y
todo lo que quisieran hasta el punto de que los llegaron a echar de la casa y tuvieron
que irse a vivir a casa de los abuelos de Maruja
Aunque eso nunca se lo llegaron a contar al padre de Maruja, el tío Antonio no
paraba de buscar a gente
para testificar a favor de su padre en el juicio.
Capitulo 22
Un día cualquiera de julio fue el juicio del padre de Maruja, y les pilló totalmente
desprevenidos porque nadie les había avisado de que iba a ser.
Y Maruja, como de costumbre, fue a llevarle la comida a la cárcel, pero, al preguntar
por él, dijeron que no estaba allí, que se lo habían llevado al juzgado y
Maruja corrió hacia allí desesperada sin ni siquiera pasar por su casa. Al cabo de
dos horas de esperar
allí en el juzgado, llegó el juicio de su padre que por suerte solo fueron 12 años y un
día de cárcel,mientras que a todos sus compañeros les sentenciaron a la muerte.
Maruja, dentro de lo que cabía, era feliz con la sentencia de su padre. Podría haber
sido peor.
Al cabo de tres o cuatro semanas trasladaron al padre de Maruja a una presión para
gente condenada com él, pero esa presión estaba lejos de donde vivían y el traslado
se produje en un tren. Maruja y su madre lloraban al despedirse de su padre
sabiendo que no lo volverían a ver en un tiempo.
Capitulo 23
Los hermanos de Maruja cumplieron la edad para entrar al instituto donde creían
que se iban a librar de
su profesor de escuela al que tanto odiaban, pero lo que no sabían era que allí se les
iba a discriminar como personas por ser su padre un rojo. Más adelante cuando
llevaban unos días ya en el instituto,les informaron de que todos los sábados por la
tarde debían ir al parque con uniformes azules y su gorra roja para hacer instrucción
junto a todos los chavales de la ciudad.Y por las tardes les daban lecciones sobre lo
mucho que le debían a la patria les ponían películas sobre la dominación de las
tropas de Hitler. Los hermanos de Maruja no querían ir a aquellas cosas sobre el
frente juvenil porque les parecía aburrido.
A principios de noviembre pasó por la ciudad el féretro de don Jose Antonio Primo
de Rivera.
Aquel acontecimiento duró mucho tiempo, ya que le llevaban a hombros desde
Alicante hasta el Escorial, donde lo enterraron junto a los reyes de españa. Aquello
parecía una de las procesiones de Semana Santa con tanta gente siguiendo el
féretro, y todos con esas camisas azules de la flecha Todos esos acontecimientos
contribuyeron al cambio del nombre de muchas plazas, calles y parques;
Aunque para Maruja, seguían siendo las mismas.
Capitulo 24
Durante el invierno del año 1940 trasladaron al padre de Maruja del campo de
reclusos donde estaba a Orduña, cerca de Galicia. Lo trasladaron a un antiguo
colegio de jesuitas donde iba a estar mejor tratado y con mejores condiciones que
en el campo de concentración. Eso les proporcionó una inmensa alegría a la familia
ya que sabían lo mal que estaba en el campo de concentración. Al poco tiempo
recibieron cartas con más frecuencia en las que decía que estaba mejor y que su
cadena iba a ser rebajada, ya que estaba metido en un plan de trabajo en aquel
nuevo sitio donde estaba recluido. También, gracias al tío de Maruja, les permitieron
ver a su padre en persona y no mediante rejas y a voces como en la cárcel donde
estaba. por lo que Maruja y su madre se dispusieron a prepararlo todo para el viaje
en tren hasta Madrid y desde allí hasta Orduña. El viaje les resultó muy pesado, ya
que tuvieron que ir todo el viaje sentadas encima de sus maletas porque el tren iba
lleno. Al llegar a la estación de Orduña, les estaba esperando el cura del que tanto y
tan bien les había hablado el padre de Maruja. Aquel cura les llevo hasta la posada
donde vivirían el tiempo que estuvieran allí.
A la mañana siguiente, el cura les condujo hasta el colegio de jesuitas donde estaba
su padre.
Allí les pasaron a una habitación con una mesa y tres sillas donde 10 minutos
después apareció su padre.
Todos lloraban durante unos minutos hasta que se calmaron y empezaron a hablar
El padre de Maruja les contó lo mal que lo había pasado en el campo de
concentración y lo bien que estaba en este nuevo sitio. Les dejaron visitar a su padre
todos los días de la semana, pero un día Maruja les dejó solos para que tuvieran
algo de intimidad, y mientras ella subió a la torre del campanario a divisar aquel
bonito pueblo. Antes de irse de allí, arreglaron un trato con una familia de allí, que
cuadarían y lavarían la ropa de su padre
mientras estuviera allí. Maruja y su madre se fueron de allí tranquilas y contentas
sabiendo que estaba en buenas manos y bien cuidado.
Capitulo 27
Aunque todo parecía que había acabado no fue así. Continuó la posguerra, y con ella
el hambre, las muertes y los presos. Por aquellos días Angelita, la hermana de
Maruja, pilló el sarampión, pero aquello se le agrabó de tal manera que Angelita
ardía de fiebre y los médicos negaban que mejorase.
Y no sabían cuál era su enfermedad, hasta que descubrieron que era el oído, pero
ningún médico se atrebió a hacerle intervención, hasta que unos familiares de
Valencia les ofrecieron su casa porque un médico de allí se ofreció
a hacer la operación. A Angelita la operación le salió bastante bien, pero al cabo de
unos días aquello pasó a un grano en el cuellocomo consecuencia del oído. Y
también le tuvieron que intervenir, y todos los días tenían que curarla.
Para llevarla al médico era una auténtica locura. Aquello le dolía tanto que hacía lo
imposible por no ir.
Un año después, en junio del 44, llegó el momento tan esperado por la familia, y fue
que el padre de Maruja
lo pusieron en libertad. Su condena se había rebajado más de la mitad, ya que de 12
años cumplió cinco, gracias a los tíos de Maruja y sus contactos, y a una fortuna
gastada en abogados.
El director de la prisión ayudó moviendo papeles, pero Maruja, al ver a su padre
llegar a su casa, se le pasó por la cabeza todos esos años que habían pasado y
todas las desgracias que habían ocurrido.
En ese instante Maruja sabía que la guerra no había acabado, ni nunca acabaría para
todos los que la vivieron, porque el mundo era ahora un lugar más inhóspito de lo
que había sido antes de que
se desatara aquel horror.
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