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Parte importante de esa crisis está fuertemente vinculada a que el sistema político
chileno no es capaz de absorber los conflictos sociales existentes y generar propuestas para
su superación, no fue diseñado para eso. El sistema político chileno se planteó para generar
estabilidad, equilibrio político, mantención del status quo, ese es el principal “legado” de la
dictadura cívico militar comandada por Pinochet, parte importante de ello se ve reflejado en
el diseño institucional del parlamento chileno.
Pero, si nada de esto ocurre en chile ¿cómo podríamos entonces justificar su diseño
parlamentario? Las razones que sostienen quienes defienden el bicameralismo en el país
son principalmente de carácter instrumental tales como: La tradición histórica del
parlamento chileno, la calidad del desarrollo legislativo y la moderación y estatus quo
propio de un Senado.
Para la constitución del 80, el Senado debe actuar como moderador, ello implica que
esté compuesto de forma tal, que tenga las herramientas necesarias para frenar reformas que
busquen cambiar el equilibrio imperante, tanto político como social. Se busca incluso que
el Senado estuviese por “sobre lo político” que calme el acalorado debate pasional de la
cámara baja. Para Fernandois esta función conservadora es en sí misma una justificación
del bicameralismo chileno.
La revuelta social del 18-o generó una oportunidad única, la oportunidad de pensar
lo vetado, lo negado, de (re) pensar lo político, nuestras instituciones y democracia. Esta
crisis política nos ha permitido dejar de justificar aquello que no tiene justificación. En
Chile, desde la dictadura militar al menos, existe una tensión innegable entre bicameralismo
y democracia. El bicameralismo chileno no representa a sectores postergados o
invisibilizados (pueblos originarios, minorías sexuales o personas en situación de
discapacidad) tampoco estamos en un Estado federal dentro del cual puedan existir distintos
niveles de representacion. La justificación real del bicameralismo chileno es impedir la
discusión pública, frenar la democracia. Justo en tiempos en donde lo medular del problema
es déficit de lo político. Justificar el bicameralismo (a la chilena) a juicio del autor significa
dañar a la democracia. Resulta necesario avanzar hacia un sistema unicameral que facilite
la representacion y vitalice la democracia y también le devuelva la confianza en ella a los
chilenos. Dejemos de justificar lo injustificable, salvemos la democracia y transformemos
chile.
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