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EL bicameralismo chileno: Justificando lo injustificable

La tradición institucional chilena está innegablemente vinculada a la existencia de dos


cámaras legislativas. La constitución de 1833, la de 1925, y la actual de 1980, no obstante a ello su
respaldo tradicional ya no resulta ser razón suficiente para su mantención, es más, en la actualidad,
el respaldo a esta configuración institucional pareciera ser profundamente equívoco, hasta
antidemocrático.

La revuelta social iniciada el 18 de octubre de 2019 significa una ruptura profunda


con el “modelo chileno” y sus pilares fundamentales, como lo son: el sistema de ahorro
forzoso (AFP), la desigualdad existente en el país, y por cierto la crisis política que se viene
arrastrando ya desde una década-

Parte importante de esa crisis está fuertemente vinculada a que el sistema político
chileno no es capaz de absorber los conflictos sociales existentes y generar propuestas para
su superación, no fue diseñado para eso. El sistema político chileno se planteó para generar
estabilidad, equilibrio político, mantención del status quo, ese es el principal “legado” de la
dictadura cívico militar comandada por Pinochet, parte importante de ello se ve reflejado en
el diseño institucional del parlamento chileno.

En lo que sigue, se abordarán brevemente las principales razones que sostiene la


ciencia política para justificar, o no, la bicameralidad del poder legislativo y cómo es
posible abordar estos argumentos para el caso chileno.

De acuerdo a Lijphart (1999) un parlamento bicameral fuerte se caracteriza por: ser


incongruente (la incongruencia habla de que los mecanismos de elección de ambas cámaras
se desarrollan en espacios distintos de poder, por tanto, la legitimidad de los incumbentes
deriva de espacios distintos) y simétrico (ambas cámaras poseen poderes formales
equivalentes.

El surgimiento del bicameralismo podemos encontrarlo en el parlamento inglés que


busca hacer una mixtura entre la representacion popular y la virtud aristocrática.
Actualmente, en el contexto de las democracias modernas, resulta imposible concebir a la
aristocracia como un grupo “elegido”, con condiciones particulares en términos de
representacion.
La literatura establece que existen al menos dos elementos centrales que nos
permiten justificar el bicameralismo, estos son: Primero, la existencia de estados federales y
segundo, la representacion de intereses de minorías postergadas (Pueblos originarios,
personas en situación de discapacidad, minorías lingüísticas etc).

Primero, durante el proceso de independencia de los Estados Unidos (1776) se


sostuvo que el sistema bicameral era el sistema parlamentario que mejor servía a los
propósitos de un Estado federal, pues permitía mantener la soberanía y la independencia de
cada Estado (federado) entregando a la vez un espacio de deliberación común. Un
Parlamento con dos cámaras permitía la representación del pueblo en la cámara baja y la
representación de los Estados en la cámara alta. De este modo, ninguna ley podría ser
aprobada sin la aprobación del pueblo en primera instancia y la ratificación de los Estados
en una segunda. (Irureta,2017).

En la actualidad se argumenta que, existe una fuerte relación entre sistemas


descentralizados federales y la existencia de dos cámaras legislativas, esto porque, estados
de gran tamaño geográfico y de alta autonomía pueden compartir principios comunes
mediante una cámara legislativa nacional de carácter popular y otra, que respete su
autonomía y valore las diferencias federativas.

El segundo criterio que posee mayor fortaleza argumentativa y política para


justificar la bicameralidad es la representacion de minorías postergadas. En esto se
argumenta que la existencia de una segunda representacion posibilita reconocer las diversas
identidades o particularidades presentes en un país, en ese caso, dicha cámara tiene por
función promover los derechos culturales y sociales propios de una minoría de la población
y el respeto de su identidad particular termina siendo central también para consolidar la
identidad colectiva nacional. Esto permitiría dinamizar la democracia y fortalecer la unidad
nacional de un país, ejemplo de ello es el Parlamento belga, compuesto por senadores de
elección directa y por “senadores regionales” (representantes de la Comunidad Francesa, la
Comunidad Flamenca y la Comunidad germano hablante) o Nueva Zelanda y la existencia
de escaños reservados para sus pueblos originarios.

Pero, si nada de esto ocurre en chile ¿cómo podríamos entonces justificar su diseño
parlamentario? Las razones que sostienen quienes defienden el bicameralismo en el país
son principalmente de carácter instrumental tales como: La tradición histórica del
parlamento chileno, la calidad del desarrollo legislativo y la moderación y estatus quo
propio de un Senado.

La tradición histórica del bicameralismo es innegable, la constitución de 1833,1925


y 1980 respaldaban la consolidación de una segunda cámara legislativa. Para algunos dicha
uniformidad institucional contribuiría para su mantención. La doctrina constitucional
tradicional chilena apela a este criterio ,histórico tradicional para justificar el sistema
bicameral del Congreso Nacional, dado que el diseño institucional estaría fuertemente
vinculado a la cultura e historia política de cada pueblo. A juicio de quien escribe, la
historia o tradición no son una razón de peso que permita tomar decisiones con
consecuencias políticas pasadas y futuras muy relevantes.

Un Segundo argumento de la bicameralidad en Chile es que una segunda cámara


revisora aumentaría la calidad de la legislación. “En primer lugar, el saber que posterior a la
aprobación de una ley se revisarán sus disposiciones por una segunda cámara, invita
preventivamente a una cuidadosa preparación y aprobación inicial. Además, y en segundo
lugar, el bicameralismo permite el descubrimiento de errores legislativos antes de su
promulgación definitiva” (Alvarez,2010,p.48). Este argumento también es altamente
problemático y es que, esta postura debe no solo demostrar que la existencia de un Senado
no solo asegura legislación de mejor calidad, sino que además no existen otras instituciones
que podrían cumplir adecuadamente esa función, como sabemos existen organismos
técnicos como la Biblioteca del Congreso Nacional que podrían perfectamente abordar esta
tarea. Ante lo anterior, el argumento de la calidad pareciera no tener sustento empírico.

El último argumento que levantan los defensores del bicameralismo en Chile es la


moderación y estatus quo propios del Senado. Para abordar adecuadamente este punto es
necesario recordar que la constitución de 1980 fue redactada por un conjunto de juristas
leales o parte de la dictadura militar denominada comisión Ortúzar, esta comisión buscó
crear una carta fundamental que actuara como freno de lo político y por tanto que tuviese
como premisa fundamental el status quo y la moderación política, para lograr ese propósito
la figura del senado resultó fundamental, es por ello que Arturo Fernandois (1997) señala
que: La calidad de la legislación está intrínsecamente relacionada con una función
conservadora, puesto que ésta impone al Senado una naturaleza diversa de la Cámara
política que va más allá de la simple doble revisión del producto legislativo. El Senado
debe ser, en este escenario, el lugar de la reflexión, del aporte técnico, frío y deseablemente
des- politizado en la elaboración de las leyes.

La comisión Ortúzar desarrolló un Senado con las características expuestas por


Fernandois. la función revisora del Senado no se limita al aspecto técnico de la producción
legislativa, sino que el Senado debía asimismo, actuar como un “moderador político, como
frenador de ley, que actuara como árbitro y lo más separado posible de los debates
políticos. El objetivo era que el Senado actúe como un mecanismo que frene o detenga los
proyectos de ley de carácter político impulsados por la cámara o que signifiquen un cambio
al status quo social y político (Alvarez,2010).

Para la constitución del 80, el Senado debe actuar como moderador, ello implica que
esté compuesto de forma tal, que tenga las herramientas necesarias para frenar reformas que
busquen cambiar el equilibrio imperante, tanto político como social. Se busca incluso que
el Senado estuviese por “sobre lo político” que calme el acalorado debate pasional de la
cámara baja. Para Fernandois esta función conservadora es en sí misma una justificación
del bicameralismo chileno.

El bicameralismo (chileno) se justifica y se define entonces por su característica


esencial de función conservadora. En este sentido, sostiene Fermandois que “la función
conservadora del Senado es un objetivo en sí mismo, propia de la definición del sistema
bicameral, y ligado indisolublemente a la calidad de la legislación que el Estado desea
producir (1997, p.288).

La revuelta social del 18-o generó una oportunidad única, la oportunidad de pensar
lo vetado, lo negado, de (re) pensar lo político, nuestras instituciones y democracia. Esta
crisis política nos ha permitido dejar de justificar aquello que no tiene justificación. En
Chile, desde la dictadura militar al menos, existe una tensión innegable entre bicameralismo
y democracia. El bicameralismo chileno no representa a sectores postergados o
invisibilizados (pueblos originarios, minorías sexuales o personas en situación de
discapacidad) tampoco estamos en un Estado federal dentro del cual puedan existir distintos
niveles de representacion. La justificación real del bicameralismo chileno es impedir la
discusión pública, frenar la democracia. Justo en tiempos en donde lo medular del problema
es déficit de lo político. Justificar el bicameralismo (a la chilena) a juicio del autor significa
dañar a la democracia. Resulta necesario avanzar hacia un sistema unicameral que facilite
la representacion y vitalice la democracia y también le devuelva la confianza en ella a los
chilenos. Dejemos de justificar lo injustificable, salvemos la democracia y transformemos
chile.

Jaime Ramírez Fuentes. 

Analista en Políticas y Asuntos Internacionales, Universidad de Santiago de Chile.  


Estudiante de magíster en Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile. 

Lista de referencias

Alvarez Prado, D. (2010) Crítica a la justificación del bicameralismo en Chile.


Revista Hemiciclo N°3.

Fermandois Vöhringer, A. (1997). El senado en el derecho comparado. Revista


Chilena de Derecho. Vol. 24 N" 2.

Irureta Henríquez, C. (2017).Crítica a la justificación del bicameralismo en Estados


unitarios. Disponible en http://repositorio.uchile.cl/handle/2250/146635

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