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Comentarios a la Ley 26.

737 de "Régimen de
Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad,
Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales"
por CARLOS HERMANN GÜTTNER
21 de Marzo de 2012
www.infojus.gov.ar
Id SAIJ: DACF120019

I.- Introducción A fines de diciembre de 2011 el Congreso Nacional sancionó el "Régimen de Protección al
Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales", más conocido en los
debates previos como Ley de Tierras Rurales.

El objetivo central de la norma es frenar el creciente proceso de extranjerización de grandes superficies de las
mejores tierras rurales de nuestro país.

La iniciativa original de la Federación Agraria Argentina fue llevada adelante por el PEN, pero durante dos años
durmió el sueño eterno de los olvidos por decisión de la transitoria mayoría opositora que se resistió a tocar los
intereses extranjeros en consonancia con la política global de saqueo y ocupación, llevada a cabo por el sector
financiero e inversionista. (1) Contrariamente a los conceptos vertidos en los medios de prensa y a opiniones de
igual tenor sostenidas en los debates, los aspectos destacados de la nueva ley no fueron debidamente
analizados y el desconocimiento social del texto promulgado es notable.

Nos ocuparemos aquí de pasar revista a los mismos para luego analizarlos:

- La ley tiene alcance nacional con carácter de "orden público", define a las "tierras rurales" y fija el objeto de su
regulación. (2) - Se define también -y con suficiente precisión-, la "titularidad extranjera" sobre la propiedad o
posesión de las tierras rurales, así como las formas jurídicas de su ejercicio. (3) - La ley rige tanto para las
personas físicas como jurídicas, estableciendo excepciones puntuales cuyos requisitos fueron reglamentados
con posterioridad, a través del Decreto 274/2012.

- Se impone un marco de sanciones para la interposición de personas físicas de nacionalidad argentina o de


personas jurídicas constituidas en nuestro país que pretendan simular la titularidad nacional para eludir el
cumplimiento de la norma. (4) - Se establece en un 15% el límite a toda titularidad de dominio o posesión de
tierras rurales en todo el territorio nacional (5) y un máximo de 30% para personas físicas o jurídicas de una
misma nacionalidad extranjera. (6) - Las tierras rurales de un mismo titular extranjero no podrán superar las mil
hectáreas (1.000 has.) en la zona núcleo o superficie equivalente.

- Se crea un Consejo Interministerial de Tierras Rurales para ejecutar la política nacional sobre tierras rurales,
dirigir las acciones que permitan el cumplimiento de la ley, obtener la colaboración de la Nación y las provincias,
y determinar la equivalencia de superficies del territorio nacional del modo en que el artículo 10 de la ley lo
exige. (7) - Se crea, además, un Registro Nacional de Tierras Rurales en el ámbito del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, pero con integración del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. El
Registro Nacional de Tierras Rurales será la autoridad de aplicación de la ley, con funciones específicas que se
consignan en el texto. (8) - Se dispone la realización de un relevamiento catastral, dominial y de registro de
personas jurídicas a nivel nacional, con el objeto de establecer la propiedad y posesión de las tierras rurales,
dentro de los ciento ochenta (180) días de la creación y puesta en marcha del Registro Nacional de Tierras
Rurales.

- Para la adquisición de un inmueble rural situado en "zona de seguridad" se deberá obtener el consentimiento
previo del Ministerio del Interior. (9) - La norma no afecta derechos adquiridos y sus disposiciones entraron en
vigencia el día 29 de Diciembre de 2011 (esto es al día siguiente de su publicación en el Boletín Oficial de la
República Argentina).

II.- Desarrollo Sobre todo lo expresado corresponde analizar cada punto para establecer -a priori- un panorama
ilustrativo que nos permita opinar con seriedad y criterio.

Con respecto al carácter de la norma -esto es su condición de ley de orden público-, reviste singular
trascendencia toda vez que impone un límite a la autonomía de la voluntad que impregna gran parte del derecho
privado.

Se prioriza un interés social o colectivo de naturaleza económica, como lo es la necesidad de preservar este
recurso estratégico en manos nacionales, atendiendo a la coyuntura regional e internacional de crisis que
genera el apoderamiento de los recursos naturales llevado adelante por los países más poderosos a través de
diversas formas jurídicas y políticas.

Esta noción clásica de orden público permite concluir que la ley sancionada no podría ser dejada sin efecto en el
marco de un negocio contractual entre particulares (compraventa, cesión de derechos, donación, etc.), en
sintonía con lo dispuesto por el artículo 21 del Código Civil. (10) Otra consecuencia que debe señalarse es que
en caso en que un juez nacional deba aplicar una ley extranjera, no podría hacerlo si ello importara dejar de lado
una ley de orden público como la que nos ocupa. (11) De igual manera, merece el elogio la disposición del
segundo párrafo del artículo 1º de la ley, donde se explicita la responsabilidad de los tres niveles de gobierno en
su observancia y aplicación (gobierno federal, provincial y municipal), eludiendo los probables conflictos sobre
jurisdicción y competencia.

En cuanto al objeto de regulación, la definición de tierras rurales incluye "a todo predio ubicado fuera del ejido
urbano, independientemente de su localización y destino".

El criterio de amplitud con que se define al objeto reviste particular importancia porque se pretende abarcar todo
espacio ajeno a la urbanidad pero que por su proximidad a ella pueda ser incluido dentro de sus límites a los
efectos de incumplir la norma.

Es muy común en los pequeños pueblos y ciudades del país que las parcelas circundantes sean unidades
productivas de alto valor y calidad paisajística, cuando no establecimientos rurales con infraestructura vial y de
servicios públicos que se convierten en satélites o prolongaciones de esa urbanización creciente.

Habrá que prestar atención aquí a la técnica de "zonificación" -materia reservada a las jurisdicciones locales
(provincias, municipios)-, por las controversias que pudieran generarse en torno a la delimitación de las tierras
(urbanas, suburbanas y rurales), amén de que el Decreto 274/2012 que reglamenta la ley disponga que la
calificación de "tierras rurales" será detraída del ejido urbano establecido en las Constituciones provinciales, las
leyes o decretos provinciales, las Cartas Orgánicas de los municipios y las ordenanzas municipales.

Una clasificación intermedia como la "suburbana" debería estar alcanzada por la presente ley, aunque no revista
usos propiamente rurales.

En muchas provincias los municipios no han practicado la zonificación de sus jurisdicciones, o bien las mismas
se encuentran desactualizadas.

Tampoco existe un criterio uniforme para efectuarla, lo cual podría representar un problema de interpretación
que los jueces deberán resolver atendiendo al sentido de la nueva legislación, que claramente pone el acento en
los predios ajenos al casco urbano "independientemente de su localización y destino." (12) Vale acotar, sin
embargo, que el precitado Decreto 274/2012 dice en su primer artículo que a los fines del cómputo de la
limitación para la titularidad extranjera de las tierras rurales (15%) se procederá de acuerdo a la información
brindada por los estados provinciales y en caso de no haberse practicado la correspondiente zonificación, el
Consejo Interministerial de Tierras Rurales fijará la misma a requerimiento de la autoridad de aplicación de la
ley, esto es el Registro Nacional de Tierras Rurales.

Como bien señala Rosatti (13) en su obra de Derecho Municipal, la concepción ordenadora del territorio
nacional carece de una ley nacional que la regule.

Sólo durante los gobiernos de Juan Domingo Perón, hace más de medio siglo, existieron políticas de estado en
ese aspecto (14), por lo que podemos acotar que en pleno siglo XXI seguimos a la zaga de muchos países
desarrollados.

También es fundamental que la regulación recaiga sobre cualquier uso o destino que se le de a los predios,
sean estos productivos, recreativos, turísticos o de cualquier índole, pues lo que interesa sobremanera es
impedir la acumulación de grandes parcelas de nuestro territorio en manos extranjeras. (15) Tal como se
expresa en el artículo 2, el objeto de la ley apunta a determinar no solo la situación catastral y dominial de las
tierras rurales -para lo cual será imprescindible la coordinación de políticas entre los organismos nacionales y
las respectivas direcciones catastrales de las provincias-, sino también la posesión y tenencia de las mismas,
sea cual fuere la situación de hecho o el título invocado para su ejercicio.

En todos los casos, las previsiones de la nueva ley deberán ser observadas y cumplidas inexorablemente.

En otro orden de cosas, el artículo 2 del Decreto reglamentario de la ley establece que para determinar la
titularidad dominial se estará a las inscripciones del Registro de la Propiedad Inmueble correspondiente; y para
definir la titularidad catastral se basará en la información referente al estado parcelario que indiquen los
organismos del catastro local (provincial o municipal), otorgando prioridad a la que se halle georeferenciada,
permitiendo la identificación y situación geográfica de la parcela a través de coordenadas precisas y
procedimientos tecno-científicos.

Con relación a la determinación de la posesión, el Decreto remite a información obrante en los registros de
poseedores de las provincias, ignorando que en muchos casos estos no existen. De todas maneras, se salva el
error admitiendo cualquier fuente de información que la autoridad de aplicación considere pertinente a esos
fines.

Y en los casos de condominio, la determinación de la titularidad extranjera se fijará poniendo en cabeza de cada
uno de los condóminos una superficie proporcional a su porción indivisa.

Con puntillosa precisión se define la titularidad extranjera sobre la propiedad, posesión o tenencia de la tierra, en
el afán de disipar cualquier controversia conceptual que torne inaplicable la norma para ciertos casos. (16)
Abarcar toda la gama probable de negocios jurídicos que puedan tener como objeto la adquisición de tierras
rurales es un acierto del legislador por el carácter tuitivo que la norma pretende darle al recurso al limitar la
titularidad extranjera sobre el mismo.
Poco importará la denominación o figura que se utilice para viabilizar el negocio, y si se considera la
traspolación de modalidades contractuales novedosas o atípicas para nuestro ordenamiento jurídico, que
podrían usarse para sortear las restricciones impuestas en la ley, bienvenida sea la técnica legislativa empleada
para prevenir ese efecto indeseado y fraudulento.

En ese marco, el artículo 3 establece que los límites al dominio extranjero recaerán sobre personas físicas que
ostenten esa condición "tengan o no su domicilio real en territorio de la Nación Argentina, con las excepciones
establecidas en el artículo 4º de la presente ley"; y sobre las personas jurídicas, tanto de derecho privado como
de derecho público.

El Decreto 274/2012 que reglamenta la norma, en lo que hace a las personas jurídicas extranjeras o con
participación extranjera, impone el deber de informar a la autoridad de aplicación las modificaciones en las
participaciones societarias.

El cumplimiento de esta obligación le cabe al órgano de administración de la entidad. Cuando se trate de una
sociedad constituida en el extranjero, el obligado a informar será el representante de la misma en el país.

En todos los casos, el requisito se hace efectivo a través de una Declaración Jurada para Personas Jurídicas
cuyo formato se incluye en el Anexo A del decreto reglamentario.

Si se omite el deber de informar en tiempo y forma, el Registro Nacional de Tierras Rurales notificará al
organismo de registro societario correspondiente (Direcciones de Personas Jurídicas en las provincias, Registro
Nacional de Sociedades de la Inspección General de Justicia), a la AFIP (Administración Federal de Ingresos
Públicos) y a la UIF (Unidad de Información Financiera), para que se inicie una investigación destinada a
verificar el cumplimiento de las obligaciones registrales, impositivas, y de prevención de lavado de dinero
relacionadas con las personas y bienes involucrados. Dicha investigación se extenderá a los socios,
administradores y representantes legales.

Con respecto a las personas físicas de nacionalidad extranjera, la misma norma habilita en el artículo 4º una
serie de excepciones (17), en las que puede percibirse la determinación del legislador de tomar como elemento
central a la noción de "residencia continua, permanente y comprobada" en el país por parte del ciudadano
extranjero que la invoque, por sobre la de "domicilio real" en el territorio argentino.

Para habilitar estas excepciones, se vuelve necesario considerar la voluntad del sujeto de establecer un vínculo
concreto con el país, que vaya más allá del meramente económico de una inversión transnacional o incremento
de su patrimonio.

De ahí la importancia del "domicilio real" como requisito probatorio de ese vínculo, cuestión que el legislador no
consideró acertada, prescindiendo de ella en favor de la "residencia permanente" consagrada por la Ley
Nacional de Migraciones Nº 25.871 en su artículo 22.

La "simple residencia" implica permanecer en un lugar con carácter temporario y sin ánimo de vivir allí -tal como
lo expresa Borda en su Tratado de Derecho Civil (Parte General)-, pero si ella involucra los rasgos de
"continuidad, permanencia y comprobabilidad", se la asimila al domicilio real atribuyéndole los efectos
mencionados, lo que supondría que el vínculo afectivo con el país está presente.

A criterio personal, opino que debió optarse por el domicilio real como factor determinante del régimen de
excepciones a la ley, con la acepción que el artículo 89 del Código Civil y la jurisprudencia le confieren al
atributo.
El Decreto 274/2012 que reglamenta la Ley 26.737, establece que la residencia permanente en el país se
deberá acreditar ante el Registro Nacional de Tierras Rurales por medio de una constancia expedida por la
Dirección Nacional de Migraciones, y para atribuirle continuidad la persona física extranjera deberá haber
permanecido efectivamente en el país un mínimo de nueve (9) meses por cada año a computarse.

El otro caso se da con los lazos familiares establecidos por estas personas físicas extranjeras con los
nacionales, sean estos sus cónyuges o sus hijos.

En cada uno de los casos, la exigencia temporal varía entre diez y cinco años y se acreditarán con las partidas
expedidas por los Registros Civiles.

Supletoriamente se admitirán otros medios de prueba si así lo estimare conveniente la autoridad de aplicación
de la ley, y toda vez que estos permitan la fehaciente acreditación de los requisitos exigidos.

El gran interrogante que despiertan estas excepciones recae sobre el grado de cumplimiento efectivo de las
mismas por parte de quien las invoque, y del alcance del contralor efectuado para acreditar el requisito de
residencia continua, permanente y comprobada.

¿El control será periódico, permanente, o único y al momento del registro exigido en la ley? ¿Qué sucederá con
aquellos sujetos cubiertos por estas excepciones pero que con posterioridad se retiran del país y vuelven
ocasionalmente, al solo efecto de acreditar una residencia que no es tal en los hechos pero basta para vulnerar
el sentido de la norma? Queda claro, conforme lo establecido en el artículo 5, que será el Registro Nacional de
Tierras Rurales, en calidad de autoridad de aplicación, quien se ocupe del control y ejecución de los requisitos,
en un ejercicio de tracto continuo cuya forma deberá especificarse.

Mucho tendrá que ver el modo en que se organice el funcionamiento del órgano, a fin de evitar que las
excepciones terminen por convertirse en una suerte de puerta abierta para eludir la ley.

Por eso, aunque desde otra perspectiva, cobra singular importancia el artículo 6, que prohíbe la interposición de
personas físicas nacionales (prestanombres o testaferros) o personas jurídicas constituidas en nuestro país para
burlar las previsiones legales y configurar una falsa titularidad nacional, circunstancias que constituyen una
simulación de carácter ilícito y fraudulento.

Consecuentemente, el artículo 7 impone un severo marco sancionatorio al declarar nulos de nulidad absoluta e
insanable los actos jurídicos celebrados en fraude a la ley de marras, sin derecho a reclamar indemnización
alguna para los autores y partícipes del obrar antijurídico.

Para el texto legal, serán partícipes aquellos que entreguen la tierra u otorguen instrumentos públicos o
privados, sancionándolos con la responsabilidad patrimonial personal y solidaria.

El Registro Nacional de Tierras Rurales, en calidad de autoridad de aplicación, deberá efectuar un riguroso
examen conforme a la naturaleza real de estos actos, más allá de las denominaciones utilizadas por las partes
otorgantes.

De esta manera, la norma constituye una ley perfecta al prever sanciones concretas para la conculcación de sus
disposiciones.

No obstante la severidad del cuadro punitivo, para aquellos ciudadanos argentinos que tomen parte del negocio
jurídico fraudulento debió incluirse expresamente la Inhabilitación Absoluta para ejercer cargos y funciones
públicas, así como para contratar con el Estado Nacional, Provincial o Municipal.
El límite a la titularidad de dominio o posesión de tierras rurales se fija en un 15% de la superficie del territorio
nacional situado en el continente americano, cifra porcentual que se computará también sobre el territorio de la
provincia, municipio o entidad administrativa equivalente en que esté situado el inmueble rural.

Este criterio es primordial, pues supedita la inclusión de los territorios de las Islas Malvinas, Georgias y
Sándwich del Sur a la recuperación definitiva de la soberanía sobre los mismos, reduciendo así las chances de
los extranjeros de ampliar las superficies disponibles dentro del tope del 15% que fija la ley.

En lo atinente al sector antártico, hay una obligada remisión al régimen jurídico propio impuesto por el Tratado
Antártico de 1959, que la Argentina suscribió.

Volviendo a la Ley 26.737, los fundamentos del proyecto enviado por el PEN al Congreso destacan "la
necesidad de impedir la consolidación de procesos que podrían comprometer gravemente el desarrollo, la
soberanía nacional y la titularidad del pueblo argentino sobre sus recursos estratégicos no renovables, como la
tierra y el agua dulce (...) dicha regulación deviene necesaria para frenar el proceso de adquisición de grandes
extensiones de tierra por parte de capitales financieros transnacionales, el que se viene profundizando en los
últimos años a raíz de la especulación desatada con motivo de la variación de los precios de los productos
primarios en el mercado internacional (...) En este sentido, el espíritu y la letra del proyecto apuntan a un doble
objetivo: regular el previsible incremento de la propiedad extranjera y preservar su tenencia en manos de
productores agropecuarios nacionales, posibilitando un desarrollo tecnológico propio que acreciente nuestra
capacidad agroindustrial y nos proyecte como productores alimentarios; limitar la concentración de grandes
extensiones de tierras en manos de capitales financieros, excluyendo a las tierras rurales como recursos
estratégicos susceptibles de ser aplicados como inversión." Reconociendo como ciertos e incuestionables los
datos enunciados, y más allá de la filosofía política que inspiró al proyecto -compartida absolutamente por el
autor de este trabajo-, es aquí donde se presentan los más duros cuestionamientos a la norma sancionada.

La dudosa constitucionalidad de la misma en este punto no es un dato menor, a la luz del espíritu mismo de
nuestra Carta Magna, impregnada de un liberalismo a ultranza y proclive a la colonización extranjera como única
forma de lograr el desarrollo. (18) El artículo 20 de la Constitución Nacional, que ostenta el carácter de "garantía
constitucional" y se ubica dentro de la parte dogmática, consagra expresamente la igualdad de derechos entre
ciudadanos argentinos y extranjeros, y dice textualmente: "Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de
todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes
raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse
conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas
extraordinarias. Obtienen nacionalización residiendo dos años continuos en la Nación; pero la autoridad puede
acortar este término a favor del que lo solicite, alegando y probando servicios a la República." La claridad y
contundencia del texto aborta cualquier análisis en contrario y resalta la incongruencia de la ley 26.737 con la
manda constitucional, toda vez que admite la igualdad de derechos entre ciudadanos argentinos y extranjeros y
permite a estos últimos el ejercicio del comercio y la potestad de poseer bienes raíces, comprar y enajenarlos.
Así también lo entiende la copiosa jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

No hay resquicio para ninguna interpretación opuesta si nos atenemos a la literalidad de la ley fundamental, por
lo que a todas luces aparece manifiesta la inconstitucionalidad de las restricciones al dominio extranjero
impuestas por la ley de marras.

Este es el argumento más sólido de todos los vertidos en el concierto de debates que precedieron a su sanción,
y constituye sin lugar a dudas un obstáculo aparentemente infranqueable que motivará numerosos planteos
judiciales.
Ahora bien, desde una perspectiva razonable se podría argüir que en nuestro ordenamiento jurídico los
derechos no son absolutos y que no hay violación de la garantía consagrada en el artículo 20, puesto que no se
impide en modo alguno el ejercicio del derecho a adquirir las tierras por parte de los extranjeros, sino que se lo
limita en función de un interés supremo.

El mismo es enunciado en los Fundamentos del proyecto y confiere a la norma sancionada el carácter de ley de
orden público.

Además, el derecho comparado ofrece regímenes similares cuyas restricciones son más severas que la nuestra
(19), llegando incluso a la prohibición de la tenencia o dominio extranjero sobre sus tierras rurales.

No obstante, hay que aclarar que el derecho comparado no es derecho aplicable ni fuente de obligaciones en
nuestro ordenamiento jurídico, y solo sirve para cotejar, interpretar o adoptarlo como referencia de algunas
posiciones doctrinarias o proyectos de ley.

Por otra parte, quienes admitan la inconstitucionalidad de la ley, también podrían rebatir con base en el artículo
28 de la Constitución Nacional, que reza: "Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores
artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamentan su ejercicio." La congruencia de esta
disposición con la del artículo 20 es medular en el planteo y requerirá no poca destreza de los juristas y
abogados para desvirtuarlo.

Algunas organizaciones de derecho ambiental vinculadas a universidades privadas invocan también el artículo
25 de la Constitución Nacional para invalidar la nueva ley, resaltando su texto: "El Gobierno federal fomentará la
inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada al territorio argentino
de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias
y las artes." Amén de señalar la obsolescencia del mismo, pues fue introducido en un contexto distinto al actual
y con otros objetivos, hay que puntualizar que hoy ya no se fomenta la inmigración europea, ni la ley pretende
imponer cargas tributarias de ninguna naturaleza a las tierras adquiridas por los extranjeros.

El prestigioso jurista Eduardo Barcesat, defendió la constitucionalidad de la norma, basándose en el artículo 75


inc. 19 de la Constitución Nacional, en el artículo 21 de la Convención Americana de Derechos Humanos (20) y
en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

En el primer caso, Barcesat destaca el rol del Congreso para sancionar una norma como la que nos ocupa
porque -tal como dice el artículo 75 inc. 19-, el mismo debe "proveer lo conducente al desarrollo humano, al
progreso económico con justicia social, a la productividad de la economía nacional, a la generación de empleo,
a la formación profesional de los trabajadores, a la defensa del valor de la moneda, a la investigación y al
desarrollo científico y tecnológico, su difusión y aprovechamiento. Proveer al crecimiento armónico de la Nación
y al poblamiento de su territorio...", cuestiones estas que están en juego en el escenario que la ley pretende
regular.

Y aunque "a priori" esto sea razonable, el argumento podría revertirse a favor de los detractores de la norma
toda vez que ellos consideran al capital extranjero como motor del desarrollo productivo y del progreso
económico, poniendo como ejemplo incuestionable al proceso de tecnificación de la producción cerealera
llevado a cabo a partir de la década del 90.

Por lo expuesto, podemos observar que ambas posiciones -la que se inclina por la constitucionalidad de la ley
26.737 y la que promueve su inconstitucionalidad- pueden interpretar el artículo del modo conveniente a sus
intereses, dependiendo de la concepción de progreso económico y desarrollo productivo que sustenten.
Siguiendo a Barcesat, vemos que el artículo 21 de la Convención Americana de Derechos Humanos -que versa
sobre el Derecho a la propiedad privada-, dice claramente que "Toda persona tiene derecho al uso y goce de
sus bienes. La ley puede subordinar tal uso y goce al interés social." Y es precisamente en concordancia con
esa manda de jerarquía constitucional que la Ley 26.737 instaura un Régimen de Protección al Dominio
Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales, con restricciones que se basan en el
interés social y la soberanía de la Nación sobre sus recursos estratégicos.

En esa misma línea juegan las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales -incluido en el bloque de tratados de derechos humanos con rango constitucional-, que vale la pena
repasar aquí.

La Parte I, Artículo 1º, en sus apartados 1 y 2, dice lo siguiente:

"1.- 1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen
libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.

2. Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos
naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el
principio de beneficio recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo
de sus propios medios de subsistencia.

Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen responsabilidad de administrar territorios no
autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación, y respetarán
este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas." Nuestro país, en virtud
de su soberanía, debe propender a su independencia económica legislando de la mejor manera posible respecto
del dominio, uso y aprovechamiento de sus recursos naturales estratégicos.

En el caso de la Ley 26.737 ese objetivo se ciñe únicamente a imponer limitaciones al dominio extranjero,
descuidando la regulación del uso sustentable y el equilibrio ambiental, cuestión que debió ser abordada.

Como un aspecto de la libre determinación, las restricciones están bien fundadas en este artículo del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, pero no bastan para desvirtuar el principio de
igualdad entre ciudadanos extranjeros y nacionales, consagrada por la Constitución Nacional.

Máxime si se considera que en un planteo de inconstitucionalidad podría argüirse que el dominio, tenencia o
posesión extranjera de las tierras nacionales no afecta en modo alguno la independencia económica del país
sino que contribuye a su desarrollo, porque los ciudadanos de esa condición son iguales a los nativos y gozan
de los mismos derechos de acuerdo a la Constitución Nacional.

Entraña un singular riesgo político -aunque tal vez no jurídico-, en materia de derecho internacional, el invocar la
libre determinación de los pueblos para establecer una restricción a los derechos de ciudadanos extranjeros
reconocidos en nuestra Constitución, toda vez que es el mismo argumento esgrimido por Gran Bretaña para
legitimar la violación de los derechos soberanos argentinos sobre las Islas del Atlántico Sur, incluyendo la
explotación y dominio de los recursos naturales allí existentes. (21) Tal vez lo más razonable sería sostener el
derecho a la independencia económica del apartado 2 del artículo 1 del Pacto, pero siempre basado en el
principio de soberanía del Estado argentino para la fijación de su propia legislación en cualquier tópico.

De todas maneras, allí tropezamos nuevamente con el impedimento explícito del artículo 20 de la Carta Magna,
cuya reforma es imperativa a fin de preservar la soberanía nacional que se pretender salvaguardar.
Sin embargo, para refutar estos posibles asertos, es recomendable invocar la Parte II, artículo 2, apartados 1, 2
y 3 del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, que expresan:

"2.-1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas, tanto por
separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas
hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios
apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí
reconocidos.

2. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él
se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

3. Los países en vías de desarrollo, teniendo debidamente en cuenta los derechos humanos y su economía
nacional, podrán determinar en qué medida garantizarán los derechos reconocidos en el presente Pacto a
personas que no sean nacionales suyos." Corresponde interrogarse acerca de la prioridad de rango de estos
incisos o si deben ser ponderados de manera armónica y concordante.

Nos inclinamos por la última opción, entendiendo que el mismo Pacto, en la Parte IV, artículo 25 dice claramente
que "Ninguna disposición del presente Pacto debe interpretarse en menoscabo del derecho inherente de todos
los pueblos a disfrutar y utilizar plena y libremente sus riquezas y recursos naturales." Poniendo por sobre las
disposiciones de este tratado el concepto de soberanía del Estado para legislar dentro de su propio territorio
sobre cualquier tema, no caben dudas que la sanción de la norma analizada tiene como propósito garantizar los
derechos económicos de sus ciudadanos.

Y aunque el mismo artículo 2 del Pacto, en su apartado 2, obliga al Estado argentino en calidad de parte a evitar
discriminaciones en el compromiso de garantizar el ejercicio de los derechos allí consagrados (22), será el
apartado 3 del artículo 2 del Pacto el que oficiará de fundamento de la constitucionalidad de la ley 26.737.

Nuestro país, por su condición de nación en vías de desarrollo, debe legislar en pos de su independencia
económica y del bienestar general de sus habitantes, por lo que cualquier medida adoptada en esa dirección, es
absolutamente legítima y constitucional.

La preservación de los recursos naturales estratégicos y no renovables en manos de ciudadanos nacionales


constituye una política de reaseguro para los fines propuestos, en un contexto de saqueo global y concentración
brutal de los mismos por parte de firmas extranjeras de países centrales.

Por lo tanto, podríamos acotar que son perfectamente admisibles las restricciones impuestas al dominio
extranjero sobre la propiedad o posesión de tierras rurales.

Si optáramos por hacer un juego armónico de las disposiciones de los tratados internacionales sobre derechos
humanos con jerarquía constitucional que aquí analizamos y la propia Constitución Nacional, tal vez la cuestión
siga siendo controvertida y su suerte dependa del criterio interpretativo del juez.

En ambos casos existen en los tratados y en la Constitución Nacional suficientes fundamentos para dar entidad
a cualquiera de las posiciones en juego, solo resta saber cuál de ellas será prioritaria en la consideración del
juez: la igualdad de derechos entre ciudadanos nacionales y extranjeros o el principio de soberanía del Estado
para legislar atendiendo a las necesidades imperiosas de resguardar sus recursos estratégicos y asegurar la
independencia económica.
Hacer hincapié en el argumento de la soberanía para refutar a quienes se empeñan en ser garantistas de los
beneficios del capital extranjero a expensas de la independencia económica de la Nación, nos parece de vital
importancia.

La seguridad nacional es una cuestión de supervivencia que debe comprometer a todos los poderes del Estado,
especialmente en la función interpretativa del orden constitucional que llevan adelante los jueces.

El escenario de globalización predatoria y consumismo desenfrenado que impulsa al capitalismo concentrado a


fomentar guerras y masacres con el apoyo de una formidable estructura mediática no es una cuestión menor en
el análisis. (23) La filosofía liberal de nuestra Constitución Nacional, cuyos pilares datan de 1853 y en muchos
casos resultan inadecuados y obsoletos para este siglo (24), es condescendiente con una práctica riesgosa que
amenaza la independencia económica del país así como su soberanía territorial y alimentaria.

Interpretar los principios y garantías constitucionales de la manera más conveniente a los intereses nacionales y
de acuerdo a la evolución de los tiempos es una obligación ineludible de los jueces, cuya función no siempre
ejercida con lealtad y patriotismo.

La magistratura judicial esconde a veces una sumisión absoluta a la ideología liberal del capitalismo
transnacional, y se asemeja a un sistema de arbitraje que custodia el statu quo con fallos que vulneran los
legítimos intereses de la Nación, prescindiendo de la noción de justicia.

Otro gran defecto observado en la ley que nos ocupa es el del tope del 15% fijado en el artículo 8 como límite al
dominio extranjero sobre la propiedad y tenencia de las tierras rurales, no por la magnitud del porcentaje sino
por los errores de cálculo y circunstancias que podrían tornarlo inaplicable.

Hasta el presente, el Estado argentino no dispone de información oficial sobre la superficie de tierras que se
hallan en poder de ciudadanos extranjeros.

Así las cosas, se carece de una información valiosa en términos estadísticos, lo que pone de relieve la desidia y
la ausencia de políticas públicas respecto de un recurso clave para el desarrollo y la soberanía.

Con la sanción de la Ley 26.737 se procura enmendar semejante desacierto a través de un relevamiento
catastral, dominial y de registro que se ocupe de esclarecer la propiedad y tenencia de las tierras rurales del
país.

Para ello habrá que aguardar la puesta en funcionamiento del Registro Nacional de Tierras Rurales creado por
la misma ley, el cual tendrá a su cargo la realización de esas tareas en un lapso de 180 días.

De los estudios de organismos privados (25) se deduce que al mes de julio del año 2010, la superficie de tierras
productivas del país alcanzaba los 170 millones de hectáreas. El 20% de las mismas estaba bajo dominio o
posesión de capitales extranjeros (26), esto es aproximadamente 34 millones de hectáreas.

En varias provincias y municipios, la superficie de tierras rurales en manos extranjeras supera holgadamente el
tope consignado por el legislador.

Si consideramos lo expuesto y el hecho de que la norma no afecta derechos adquiridos al 28/12/2011, cabe
concluir que el tope fijado en el artículo 8 deviene irrelevante e inaplicable jurídicamente.

Más aún, ¿por qué razón se fijó un tope porcentual si no se contaba con información cierta de la superficie de
tierras rurales en la condición que se pretendía regular? ¿No hubiera sido mejor declarar de conveniencia
nacional la preservación en manos argentinas de la totalidad de la superficie productiva del país no enajenadas
a la fecha de sanción de la ley, imponiendo la misma restricción al dominio y la tenencia extranjera por
cuestiones de seguridad nacional y soberanía? Supongamos que la cifra porcentual estimada por los estudios
privados excede el tope legal de la ley 26.737, ¿cuál será, entonces, el destino de la legislación impuesta? Lo
único cierto es que el Decreto reglamentario 274/2012 obliga a las Provincias a comunicar fehacientemente al
Registro Nacional de Tierras Rurales, dentro de los sesenta días de aprobada la reglamentación (esto es desde
el 29/02 al 29/04 del 2012), la superficie total de cada una de ellas, de sus departamentos, partidos, municipios
o localidades, cualquiera sea la denominación de sus divisiones políticas, discriminando en cada caso las
correspondientes a tierras urbanas y rurales.

Estas disposiciones del artículo 1 del Decreto 274/2012 parecen cubrir el vacío legislativo respecto del
ordenamiento territorial, atento a lo que surge de su contenido. Las provincias deberán informar también sobre
la totalidad de predios rurales cuya titularidad corresponda a personas físicas o jurídicas extranjeras, o que se
encuentren en posesión de éstas.

La información se ordenará por departamento, partido, municipio o división política equivalente, según conste en
los organismos oficiales competentes (Registro de la Propiedad Inmueble, Direcciones Catastrales, etc.).

Asimismo, las provincias deberán remitir la nómina completa de sociedades extranjeras o con participación
extranjera que se hallen inscriptas en su jurisdicción, y toda información complementaria o adicional requerida
por el Registro Nacional de Tierras Rurales.

Otra obligación impuesta por la ley a los estados provinciales es la de comunicar a la autoridad de aplicación
cualquier cambio en la zonificación que implique una modificación en la superficie de tierras rurales en su
jurisdicción, dentro de los diez días de que la misma entre en vigencia.

Dentro de las restricciones, el artículo 9 de la ley establece que en ningún caso las personas físicas o jurídicas
de una misma nacionalidad extranjera, podrán superar el treinta por ciento (30%) del porcentual asignado en el
artículo 8 -o sea el tope del 15%-, a propietarios o poseedores extranjeros sobre las tierras.

Como ejemplo concreto de esta confusa redacción que se presta a equívocos, podría decirse que si se tomara
el 15% de la superficie de tierras rurales del país como un todo, no podrían existir dentro de esa porción más del
30% de personas físicas o jurídicas de la misma nacionalidad en detrimento de otras.

Inferimos que con esta disposición se pretende desalentar la concentración y garantizar la equidad e igualdad
de oportunidades entre los capitales de origen extranjero que deseen adquirir tierras.

El artículo 10, de riguroso carácter técnico, determina que las parcelas rurales de un mismo titular extranjero no
podrán superar las mil hectáreas (1.000 has) en la zona núcleo, o superficie equivalente, de acuerdo a la región
de que se trate.

Esta unidad definida como "zona núcleo" fue determinada en el Decreto reglamentario 274/2012 para las
provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

En la provincia de Buenos Aires, la "zona núcleo" queda constituida por los partidos de Leandro N. Alem, Gral.
Viamonte, Bragado, Gral. Arenales, Junín, Alberti, Rojas, Chivilcoy, Chacabuco, Colón, Salto, San Nicolás,
Ramallo, San Pedro, Baradero, San Antonio de Areco, Exaltación de la Cruz, Cap. Sarmiento y San Andrés de
Giles.

En la provincia de Santa Fe, la constituyen los departamentos de Belgrano, San Martín, San Jerónimo, Iriondo,
San Lorenzo, Rosario, Constitución, Caseros y Gral. López.

En la provincia de Córdoba, la integran los departamentos de Marcos Juárez y Unión.

En el resto de las provincias, se aplicará una "superficie equivalente" de acuerdo a las propuestas que cada una
deberá elevar al Consejo Interministerial de Tierras Rurales dentro de los 60 días de constituido el mismo.

El Consejo Interministerial de Tierras Rurales cuantificará la "superficie equivalente" de acuerdo a los siguientes
parámetros:

- la localización de las tierras rurales y su proporción respecto del municipio, departamento y provincia que
integren;

- la capacidad y calidad de las tierras rurales para su uso y explotación (uso y productividad de los suelos, clima,
valor paisajístico de los ambientes, valor social y cultural del territorio, valor ambiental comprensivo de la
biodiversidad, biomasa, servicios ambientales y demás recursos naturales involucrados) Si lo estimare
conveniente, este régimen de equivalencias podrá ser modificado por el Consejo Interministerial de Tierras
Rurales, mediante resolución fundada, atendiendo a los cambios que se observen en la calidad de las tierras o
el crecimiento de los ejidos urbanos.

Mientras no se establezcan esas equivalencias, regirá el límite máximo de mil hectáreas en todo el territorio en
cuestión para el otorgamiento de los certificados de habilitación. El Registro Nacional de Tierras Rurales no
podrá, en ningún caso, modificar o alterar estas equivalencias, las que serán divulgadas en todo el país por los
gobiernos provinciales para garantizar la mayor publicidad posible.

Ahora bien, a modo de crítica, cabe formular la siguiente pregunta: ¿Cómo se procederá en aquellas provincias
o municipios donde la superficie de tierras rurales en manos de un mismo titular extranjero superen las
hectáreas permitidas dentro de la zona núcleo o superficie equivalente? Como la ley no afecta derechos
adquiridos, va de suyo que las previsiones del artículo serán inaplicables a esas situaciones, considerando que
las mejores tierras rurales del país en muchas provincias y municipios ya están en manos de un mismo titular
extranjero. (27) Otro aspecto fundamental es que la autoridad de aplicación de la ley (el Registro Nacional de
Tierras Rurales) deberá otorgar un certificado de habilitación a los titulares y poseedores extranjeros, previo
control de la cantidad de tierras que posea o de las que sea titular al momento de adquirir.

Para cerrar el tratamiento del artículo 10, observamos que se imponen dos prohibiciones taxativas a la
titularidad o posesión extranjera de tierras.

En el primer caso, para los inmuebles que contengan cuerpos de agua de envergadura y permanentes o que
sean ribereñas de éstos, precisándose en el Decreto 274/2012 los alcances de cada definición.

Dentro de los "cuerpos de agua" deben incluirse a los cursos y fuentes de agua dulce y salada (mares,
glaciares, ríos, arroyos, lagos, lagunas, acuíferos, humedales, pasos, esteros, etc.), sean en estado líquido o
sólido (como las masas de hielo) y que conformen el sistema hidrológico de una zona geográfica, o estén
contenidos en las obras hídricas.

Al aludir a la "envergadura" se debe considerar la extensión y/o profundidad de los mismos, en especial por su
aptitud para satisfacer usos de interés general en el contexto de las políticas públicas de la región donde se
sitúan.

Finalmente, la cualidad "permanente" refiere a aquellos cuerpos de agua que existen en determinados ciclos
hidrológicos, apareciendo y reapareciendo, tal como los provenientes del deshielo de las altas cumbres o los
ríos de las regiones del NOA, cuyo caudal se retrae a niveles ínfimos en algunos períodos.

El Consejo Interministerial de Tierras Rurales determinará los cuerpos de agua que en todo el territorio de la
Nación Argentina respondan a estos parámetros, consultando a la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la
Nación y dando participación al Consejo Hídrico Federal (CO.HI.FE), incluyendo a las obras hídricas existentes
y a las proyectadas con carácter estratégico y de interés público.

El Registro Nacional de Tierras Rurales deberá observar un criterio restrictivo en el otorgamiento de certificados
cuando se hallen involucrados cuerpos de agua no alcanzados por el inciso 1 del cuarto párrafo del artículo 10
de la Ley 26.737.

Mientras el Consejo Interministerial de Tierras Rurales no concluya el trabajo de clasificación de los cuerpos de
agua conforme a los requerimientos enunciados, el pedido de habilitación ante el Registro Nacional de Tierras
Rurales deberá acompañarse con una certificación expedida por el profesional competente donde se haga
constar que el inmueble no incluye cuerpos de agua que respondan a las definiciones expuestas.

Si bien se comparten estas determinaciones, es criticable que se las adopte tardíamente, cuando gran parte de
las tierras rurales en esa condición ya está en manos extranjeras (28) y por no afectar derechos adquiridos esas
situaciones tampoco serán alcanzadas por la ley.

Lo correcto -insisto-, hubiera sido declarar la conveniencia nacional de preservar esas tierras en manos
argentinas, en los términos señalados precedentemente; o apelar al Decreto Ley 15.385/44 para incluir a las
tierras ribereñas o con cuerpos de agua permanentes y de envergadura dentro del concepto de zonas de
seguridad del interior, desafectándolas del dominio o posesión privada y expropiándolas.

De esa manera se hubieran recuperado las mismas y no se caería en el ridículo de sancionar una norma que
luego se torne inaplicable.

La siguiente prohibición del artículo 10 tiene que ver con inmuebles ubicados en zonas de seguridad de frontera,
conforme lo dispuesto por el mencionado Decreto Ley 15.385/44.

Estas zonas abarcan una faja territorial a lo largo de la frontera terrestre y marítima de nuestro país, cuyas
dimensiones son variables y fijadas por el PEN (29) para sostener la defensa nacional.

La riqueza y valor estratégico de las tierras situadas allí son incalculables. Pese a ello, el gobierno nacional ha
seguido en los hechos una política totalmente ambigua y contraria a los fines pretendidos con la ley,
desafectando grandes superficies de tierras en zonas de seguridad de frontera y zonas de seguridad interior
para favorecer las inversiones del capital extranjero, tal como lo consigna la investigación periodística de un
diario insospechado de ser opositor (30).

Reiterando el tenor de las críticas anteriores, es evidente que estamos en presencia de una disposición plagada
de buenas intenciones pero que en la práctica carecerá de efectos, pues las tierras forman parte de los
derechos adquiridos de esas firmas extranjeras y no podrán ser alcanzadas por la norma.

El artículo 13, en vez de prohibir la adquisición extranjera de tierras en las zonas de seguridad interior, las
permite a condición de que el Ministerio del Interior brinde su consentimiento.

Con ello se desnaturalizan los propios fundamentos de constitucionalidad de la norma, basados en el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y se contradicen los argumentos de preservación
del recurso "tierra" en manos nacionales por razones de soberanía y seguridad nacional.

El artículo 11, sin embargo, constituye un reaseguro primordial del ejercicio de la soberanía nacional, pues
desactiva -en lo que hace a la compra de tierras- las nefastas consecuencias de los engendros jurídicos que
someten al país a designios foráneos y afectan su ordenamiento jurídico: los Tratados Bilaterales de Inversión.
(31) Vale la pena repasar su redacción: "A los fines de esta ley y atendiendo a los Tratados Bilaterales de
Inversión (TBI) suscriptos por la República Argentina y que se encuentran vigentes a la fecha de entrada en
vigor de esta ley, no se entenderá como inversión la adquisición de tierras rurales, por tratarse de un recurso
natural no renovable que aporta el país receptor." Esta cláusula interpretativa excluye a las tierras rurales del
concepto de "inversión" y la califica como recurso natural no renovable, asignándole un carácter tuitivo más
amplio que abre la puerta al Derecho Ambiental, en un acierto estupendo del legislador.

Otra derivación importante es el hecho de apartar de la jurisdicción del CIADI (32) al Estado argentino,
eximiéndolo de cualquier tipo de responsabilidad por las regulaciones impuestas sobre las inversiones
extranjeras, circunstancia que este organismo colonial penaliza con severidad.

En concordancia con el artículo 5, el 12 obliga a todos las personas físicas o jurídicas de nacionalidad extranjera
que sean propietarias o poseedoras de tierras rurales en el país, a denunciar su situación ante el Registro
Nacional de Tierras Rurales, dentro de un plazo de ciento ochenta (180) días contados a partir de la fecha en
que se reglamente la presente ley.

Desde la publicación en el Boletín Oficial del decreto reglamentario 274/2012, acaecida el día 29/02/2012, se
deberán contabilizar los plazos para dar por cumplimentada la obligación de denunciar.

Hasta aquí, advertimos acerca de algunos defectos sustanciales de la presente ley, proclives a neutralizar los
efectos mismos de la regulación pretendida y -en consecuencia- favorecer el avance del proceso de
extranjerización.

La tan temida demora en reglamentar la norma por parte del PEN -tal como aconteció con la Ley 26.639 de
Protección de Glaciares (33)- no se produjo, evitándose de este modo el riesgo de un vacío legal que dificultara
su aplicación.

El artículo 18 instituye una cláusula de índole transitoria que tiende a evitar el fraude a la ley en el período que
resta hasta su reglamentación, y dice lo siguiente: "toda adquisición, transferencia, cesión de derechos
posesorios, cualquiera sea la forma, denominación y extensión temporal que le impongan las partes, a favor de
personas físicas o jurídicas extranjeras en los términos del artículo 3º, que se realice en el período comprendido
entre la entrada en vigencia de la ley y su reglamentación por el Poder Ejecutivo nacional, queda alcanzada por
las disposiciones de la presente ley y sujeta a las consecuencias previstas en el artículo 7º." La consecuencia
de estos actos en lapso indicado es la nulidad total, absoluta e insanable, sin derecho a indemnización alguna,
tanto para sus autores como para los partícipes (abogados, escribanos, funcionarios de registro, agentes
inmobiliarios, comisionistas, mandatarios, vendedores, etc.), quienes además responderán en forma personal y
solidaria con su patrimonio por el obrar antijurídico.

La ley crea, además, dos organismos fundamentales para el cumplimiento de sus fines: el Registro Nacional de
Tierras Rurales y el Consejo Interministerial de Tierras Rurales.

El primero de ellos, funcionará dentro del organigrama del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación, pero integrado con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, y será la autoridad de
aplicación de la ley.
Ambas carteras -por la necesaria vinculación con la temática regulada-, deberán coordinar políticas dentro del
organismo creado a los efectos de dar cumplimiento a las pautas regulatorias establecidas.

La principal objeción a esta forma de organizar el Registro recae sobre la falta de sentido federal con que se lo
instrumenta, atendiendo quizás a las limitaciones constitucionales que existen en razón de las competencias no
delegadas al gobierno central por las provincias.

Hubiera sido correcto que los estados provinciales integraran sus dependencias competentes en materia de
registración y catastro dentro de un único organismo nacional pero con participación de los veinticuatro distritos,
en vez de estructurar un esquema meramente colaborativo como el que impone la ley.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos avanzó en la implementación de un espacio similar a través de la


Resolución 566/2011, creando el Consejo Federal Registral (COFER) e invitando a las provincias a adherirse al
mismo, circunstancia que hasta el día de la fecha no arrojó resultados positivos. (34) Las funciones de este
organismo se especifican en el artículo 14 de la Ley 26.737, y son:

- Llevar el registro de los datos referentes a las tierras rurales de titularidad o posesión extranjera de acuerdo a
lo que dispone la ley;

- Requerir de la colaboración de las dependencias catastrales y de registro que tienen las provincias, a través de
informaciones relacionadas con el cumplimiento de sus fines;

- Expedir los certificados de habilitación de todo acto de transferencia de derechos de dominio o posesión sobre
tierras rurales cuando estén involucrados los extranjeros. Los certificados de habilitación serán regulados por el
decreto reglamentario de la presente ley y serán tramitados por el escribano público o la autoridad judicial que
intervenga.

- Controlar el cumplimiento de la legislación sancionada en calidad de autoridad de aplicación, teniendo


legitimación activa para actuar en sede administrativa, o reclamar la nulidad de los actos prohibidos por la norma
en sede judicial.

El Decreto reglamentario 274/2012 le confiere al Registro la legitimación suficiente para intervenir en sede
administrativa y para accionar judicialmente en los fueros civil y penal, quedando expresamente facultado para
constituirse en actor civil y parte querellante.

Con respecto al Consejo Interministerial de Tierras Rurales, la misma ley en su artículo 16 estipula que será
presidido por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, y conformado además por el Ministerio
de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, por la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable
de la Nación, por el Ministerio del Interior de la Nación y por representantes de las provincias.

Las funciones del Consejo serán:

- Dirigir las acciones para el cumplimiento de la ley;

- Ejecutar la política nacional sobre tierras rurales;

- Recabar la colaboración de organismos de la administración centralizada y descentralizada del Estado


nacional y las provincias;

- Determinar la equivalencia de superficies del territorio nacional a que hace referencia el artículo 10 de la
presente ley, sobre la base de los instrumentos técnicos elaborados por los organismos oficiales competentes.

Resulta claro el propósito de implementar una verdadera política de estado en lo que respecta a la tierra, su
preservación y destino productivo.

El nivel de coordinación de esas políticas y la participación de las provincias en su elaboración conjunta con el
gobierno central, además de la puesta en práctica de las mismas, es alentador desde todo punto de vista.

Recordemos que el Código Civil, en su artículo 2.326 confiere a las autoridades provinciales la potestad
reglamentaria de la superficie mínima de la unidad económica productiva, y esto deberá armonizar con las
disposiciones del artículo 10 de la Ley 26.537.

Someter a toda la administración pública nacional y provincial, centralizada y descentralizada, a la colaboración


permanente y activa con el Consejo, es de vital importancia. (35) Los artículos 12 a 16 del Decreto 274/2012
reglan el procedimiento de presentación de las declaraciones juradas para las personas físicas y jurídicas
extranjeras comprendidas en la norma, la característica de los formularios y sus contenidos, los plazos, el
procedimiento administrativo para la investigación de las infracciones, las sanciones previstas para los
otorgantes y profesionales que violen las prescripciones de la ley, y la integración del Consejo Interministerial de
Tierras Rurales.

III.- Conclusiones Aunque resta aguardar el resultado final de los trabajos técnicos que cuantificarán la superficie
de tierras rurales y las equivalencias de las "zonas núcleo" en el resto de las provincias, no podemos soslayar la
relevancia que adquiere la sanción de una norma de estas características en la Argentina.

Nuestro país era uno de los pocos en el continente que no contaba con un régimen de tal naturaleza, y hemos
señalado el absurdo de no haber procedido al ordenamiento ambiental del territorio hasta el día de la fecha,
incumpliendo con la propia Ley General del Ambiente. (36) Hemos visto la colisión de la norma sancionada con
algunos artículos de la Constitución Nacional, así como su congruencia con tratados de derechos humanos cuyo
rango está a la par de nuestra Carta Magna y por ende son plenamente operativos en nuestro sistema jurídico.

En esa tesitura, reivindicamos la noción de soberanía y seguridad nacional, así como los derechos a la justicia
social y a la independencia económica, para sostener la validez constitucional de la Ley 26.737.

Estos derechos están consagrados expresamente por los pactos internacionales mencionados con antelación y
por el artículo 33 de la Constitución Nacional, cuyo texto reza: "Las declaraciones, derechos y garantías que
enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados;
pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno." No obstante,
serán los jueces de la Nación quienes determinen acerca de su constitucionalidad, toda vez que ambas posturas
-hay que admitirlo- cuentan con sólidos argumentos para litigar en consecuencia.

La jurisprudencia nacional (37) ha sido consecuente con la tradición garantista hacia los extranjeros, insita en la
Carta Magna. La Corte Suprema de Justicia ha sostenido que "... el artículo 20 de la CN confiere igualdad de
derechos civiles a los extranjeros respecto del resto de los ciudadanos (...) y toda distinción efectuada entre
nacionales y extranjeros, en lo que respecta al goce de los derechos reconocidos en la Ley Fundamental, se
halla afectada por una presunción de inconstitucionalidad y aquel que sostenga la legitimidad de la distinción
debe acreditar la existencia de un "interés estatal urgente" para justificar aquella y no es suficiente, a tal efecto,
que la medida adoptada resulte razonable." Esgrimir la defensa de la constitucionalidad de la norma requerirá
entonces de un escrupuloso examen para corroborar la justificación excepcionalísima de sancionar una ley
como la 26.737, pues sus propósitos y fines se fundan en la soberanía sobre el territorio nacional y sus recursos
naturales, en la seguridad nacional y en un interés general incuestionable desde el punto de vista jurídico.

Discernir ambas categorías (nacionales y extranjeros) no importa un acto discriminatorio en sí mismo, sino que
hace a la necesidad de alcanzar esos fines.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos admite la diferenciación entre los términos "distinción y
discriminación", usando el primero para todo lo admisible, en virtud de ser razonable, proporcional y objetivo.
(38) La misma CSJN ha tenido especial cuidado en el tratamiento de los derechos y garantías de los
extranjeros, conforme las situaciones de hecho planteadas en los casos sometidos a su juicio.

Así, por ejemplo, ha manifestado que "las cuestiones de titularidad y ejercicio de los derechos y, más
precisamente, el problema de la igualdad en el ejercicio de aquellos, depende del derecho afectado y de los
intereses sociales que aparezcan como imperativos para el Estado en la materia sujeta a reglamentación. En
tales supuestos es constitucionalmente válido formular condiciones de trato diferenciado" (39) En otros puntos
se expidió de manera similar: "Las reglamentaciones que distinguen entre nacional y extranjero no son en
principio inconstitucionales en los términos de los artículos 16, 20, y 75 inc. 22 CN, razón por la cual el legislador
se encuentra habilitado a emplearlas con la exigencia de que tal decisión responda a intereses que involucran el
bienestar general y que responden a una justificación razonable y proporcional en relación con los propósitos
que se persiguen" (40); "Ante la existencia de una categoría sospechosa de discriminación, el juicio de
razonabilidad de la norma (artículos 14 y 28 CN) deberá estar guiado por un escrutinio estricto, que implica una
inversión de la carga de la prueba, de modo tal que es la parte que defiende la constitucionalidad de la norma la
que deberá realizar una cuidadosa prueba sobre los fines que había intentado resguardar sobre y sobre los
medios que había utilizado a tal efecto, los primeros, deben ser sustanciales y no bastará que sean meramente
convenientes y con respecto a los segundos, será insuficiente una genérica "adecuación" a los fines, sino que
deberá juzgarse si los promueven efectivamente y, además, si no existen otras alternativas menos restrictivas
para los derechos en juego que las impuestas por la regulación cuestionada." (41) Empero, otras opiniones de la
misma CSJN parecen ir en sentido divergente: "La habilitación constitucional para establecer diferencias entre
nacionales y extranjeros no releva al legislador de establecer requisitos razonables para unos y para otros de
manera de no alterar el derecho que se pretende reconocer, para ello debe ponderar adecuadamente el sentido
que da origen a las categorías y la relación sustancial entre ellas y los medios que elige para no desconocer el
principio constitucional de igualdad." (42) Desde este modesto trabajo se han formulado cuestionamientos a
algunos aspectos de la ley que será menester tener en cuenta de cara a un eventual proyecto de reforma
constitucional, indispensable para adaptarnos al contexto universal del siglo XXI.

La ideología liberal de los vencedores de Caseros (1852) que inspiró la sanción de la Constitución Nacional en
1853 y el consecuente principio de igualdad entre ciudadanos argentinos y extranjeros fue útil para un modelo
colonial que requería poblar el país y situarlo como factoría dentro del esquema imperialista de división
internacional del trabajo.

La producción agropecuaria requería del aporte de los inmigrantes, en un escenario nacional devastado por las
luchas civiles y el genocidio de gauchos e indios practicado por los gobernantes. Lo que entonces resultaba útil,
hoy es insostenible por la variación sustancial de las condiciones imperantes y el transcurso de ciento cincuenta
años de evolución.

Los intereses extranjeros sobre los recursos naturales y estratégicos de los países subdesarrollados requieren
de normas protectorias con sentido nacional y disposición soberana.

La Constitución Justicialista de 1949, sancionada por un gobierno democrático y abrogada por la dictadura
cívico-militar de 1955, contenía en su artículo 40 principios liminares que se anticiparon a estos tiempos y
deberían ser el basamento de una próxima reforma constitucional en materia de tierra, agua y demás recursos
naturales.

Repasemos, pues, la parte pertinente de su texto original: "La organización de la riqueza y su explotación tienen
por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El
Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia
de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta
Constitución (...) Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las
demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e
inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto, que se convendrá con las
provincias (...)" Ese espíritu que impulsó al constituyente de entonces es el que debe primar para tutelar de
manera efectiva la restricción al dominio extranjero sobre las tierras rurales y cualquier otro recurso de la
naturaleza situado en nuestro territorio.

La titularidad de los recursos naturales, por imperio de la Reforma Constitucional de 1994, se atribuye a las
provincias, con un sentido federalista de dudosa conveniencia, pues tras esa fachada conceptual se buscó
favorecer al capital extranjero, atomizando la explotación y administración de los mismos sin la injerencia del
Estado Nacional, cuya mira es el conjunto del país y no una provincia donde se asientan los mismos.

La titularidad de los recursos naturales no debiera ser de las provincias sino del Estado Nacional que representa
al pueblo argentino en su total dimensión, a todos y cada uno de los habitantes.

El Estado Nacional es la cabal expresión y suma de todos los intereses de los pueblos de las provincias, cuya
voluntad común se expresa en la unidad política de la Nación Argentina.

Volviendo al tema central del presente trabajo, no escapa a la observación de nadie que vivimos en un mundo
superpoblado, embarcado en una frenética carrera consumista que produce la devastación del medio ambiente
sin límite alguno, lo cual ha llevado a las potencias centrales a planificar el apoderamiento de los recursos aún a
costa de violar la soberanía de los estados que los poseen.

Por esa razón, la prioridad de preservación en la órbita de la propia soberanía nacional es un deber inexcusable
de los gobiernos.

Es menester que nuestros jueces juzguen con sentido patriótico e interpreten las leyes priorizando el interés
nacional y no los suculentos negocios de naturaleza predatoria con que se desenvuelve el capital extranjero,
haciendo uso de las herramientas jurídicas existentes.

Si el orden jurídico de un estado no es capaz de tutelar los derechos fundamentales de sus ciudadanos,
respetando la soberanía y la seguridad de la Nación, la noción de justicia se diluye irremediablemente.

Es ésa -y no la de los intereses comerciales y financieros foráneos- la única seguridad jurídica valiosa que
nuestros jueces deberían garantizar, a través de una interpretación realista y dinámica del texto constitucional.

Hubiera sido conveniente incluir en la ley ciertos puntos que algunos de los proyectos legislativos consideraban
en sus textos, pero fueron dejados de lado.

Por mencionar algunos, era imprescindible que las sociedades comerciales titulares de inmuebles rurales no
fueran filiales ni subsidiarias, controladas o dirigidas por el capital extranjero; que sus socios fueran
exclusivamente personas físicas; que las acciones que conformaran su capital social fueran nominativas; y que
solo pudieran adquirir un inmueble rural en tanto su objeto social estuviera relacionado con la producción
nacional.

El Registro Nacional de Tierras Rurales debió haber sido también un Registro Nacional de Productores
Agropecuarios, como bien lo proponía la Federación Agraria en uno de sus proyectos (43), con inscripción anual
obligatoria para los nacionales y extranjeros.

También se debió incluir expresamente como objeto de la norma la preservación de la tierra rural como un
recurso natural, cultural y humano inescindible de la soberanía nacional, haciendo hincapié en la biodiversidad,
el equilibrio ambiental, el desarrollo sustentable, la justicia social, la distribución equitativa de las riquezas, la
prioridad del consumo interno y el ordenamiento territorial del país. (44) La norma es una herramienta necesaria
para abordar la problemática, pero requiere inserción constitucional plena.

Hasta tanto se logre es indispensable aplicarla con el mayor rigor en salvaguarda de la soberanía nacional,
abogando por un programa integral que además contemple la aplicación de un impuesto a las tierras ociosas
(45) y al latifundio (46).

No se trata de esgrimir un nacionalismo chauvinista en desmedro de lo extranjero, sino de apelar al sentido


común y tener conciencia de los gravísimos riesgos que la humanidad afronta en esta fase expansionista del
capital concentrado transnacional.

La crisis del 2001 dejó enseñanzas profundas sobre el funcionamiento de la arquitectura financiera y
depredadora del neoliberalismo instaurado en la década del 90.

Como corolario de este análisis, recordemos que en 2002 el entonces presidente interino Eduardo Duhalde
cerró once de las trece bases científico-militares que nuestro país poseía en la Antártida tras un acuerdo secreto
con Gran Bretaña y en medio de las crecientes versiones que señalaban que los bancos y el FMI proponían a la
Argentina canjear su territorio austral por la deuda externa fraudulenta que ellos mismos habían generado.

Si nos detenemos en la incalculable riqueza de los recursos naturales (agua dulce, petróleo y pesca) existentes
allí, entenderemos el por qué de esa decisión.

El Informe Kissinger y los Documentos Santa Fe I y II de la inteligencia norteamericana para el hemisferio sur
del continente, recientemente desclasificados por la Agencia de Seguridad Nacional de EE. UU proponía
"preservar y apoderarse de los recursos naturales de los países latinoamericanos". (47) Proteger lo nuestro con
una legislación moderna y efectiva requiere el auxilio de una magistratura judicial con idéntico sentido de justicia
y patriotismo, que refleje la soberanía del Estado y la voluntad común de sus ciudadanos.

Priorizar el interés nacional por sobre las apetencias comerciales de los pequeños núcleos inmobiliarios y los
conglomerados financieros foráneos, es un imperativo impostergable para garantizar a nuestro pueblo el pleno
goce de los derechos constitucionales.

Cierro este trabajo con las memorables palabras del maestro Eduardo J. Couture, contenidas en su decálogo
"Los Mandamientos del Abogado": "El derecho se aprende estudiando pero se ejerce pensando (...) La abogacía
es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas (...) Tu deber es luchar por el derecho, pero el día
que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia." Quienes asumimos el compromiso
de pensar, gobernar, legislar, juzgar y educar, debemos honrar a la Patria y ejercer nuestras responsabilidades
con ética y lealtad.

Que así sea, entonces.


De lo contrario, nos será demandado por la historia.- Notas al pie:

1).En el Congreso de la Nación se presentaron aproximadamente treinta proyectos para proteger las tierras
rurales frente al avance del proceso de extranjerización, provenientes de la más amplia diversidad del espectro
ideológico. Para el presente trabajo -además de tomarse el proyecto enviado por el PEN- se analizaron los
siguientes, consignados por Número de Expediente: 0360-D-2010 (Pablo Orsolini -UCR Chaco-- y otros,
Proyecto de la Federación Agraria Argentina); 1296-D-2010 (Ricardo Cuccovillo -PS- y otros); 7047-D-10 (Rosa
Laudelina Chiquichano, FPV); 3854-D-2010 (Rodolfo Alfredo Fernández, UCR Corrientes); 7047-D-2.010;
1270-D-2011 (Susana Rosa García y otros, Coalición Cívica); 2793-D-2011 (Federico Pinedo y Christian
Gribaudo, PRO, Capital Federal); 2891-D-2011 (Julián Martín Obiglio, PRO, Capital Federal).

2).El artículo 1 de la ley señala: "La presente ley rige en todo el territorio de la Nación Argentina, con carácter de
orden público.

Debe ser observada según las respectivas jurisdicciones, por las autoridades del gobierno federal, provincial y
municipal, y se aplicará a todas las personas físicas y jurídicas que, por sí o por interpósita persona, posean
tierras rurales, sea para usos o producciones agropecuarias, forestales, turísticas u otros usos.

A los efectos de la presente ley se entenderá por tierras rurales a todo predio ubicado fuera del ejido urbano,
independientemente de su localización o destino." 3).Personas físicas de nacionalidad extranjera con o sin
domicilio en el territorio nacional; Personas jurídicas previstas en el artículo 32 del Código Civil y en la Ley
19.950 de Sociedades Comerciales; Uniones transitorias de empresas (UTE); agrupaciones colaborativas de
empresas; Personas jurídicas de derecho público extranjeras; y Simples Asociaciones previstas en el artículo 46
del Código Civil.

4).La nulidad absoluta e insanable estipulada como sanción para quien infrinja las disposiciones de la norma, la
califican como una ley perfecta.

5). Inicialmente se previó un tope del 20%, pero con buen tino se redujo al 15% de la superficie de tierras
rurales. El problema radica en que al no contar con una ley de ordenamiento territorial, la discriminación del
carácter de las tierras se vuelve difícil.

6). La redacción del artículo es confusa, y con no poca habilidad interpretativa se puede inferir que no admite la
concentración latifundista en una sola nacionalidad.

7). El carácter nacional y federal del Consejo Interministerial de Tierras Rurales, que contempla la preeminencia
del gobierno nacional en la fijación de políticas públicas estratégicas sobre los recursos naturales a la vez que
incluye la participación activa de las provincias, es un detalle alentador. Los recursos naturales son de la Nación
Argentina y su pueblo, no de sus gobiernos provinciales como erróneamente lo dispuso la Constitución Nacional
reformada en 1994. Esa disposición nefasta que obedeció a la desarticulación del aparato productivo e industrial
del país propiciado por el Consenso de Washington, no hace sino fomentar la pérdida de soberanía a manos de
empresas privadas multinacionales que depredan nuestros recursos naturales y cuentan para ello con un orden
jurídico permisivo a sus intereses.

8). El Registro Nacional de Tierras Rurales será la autoridad de aplicación de la Ley 26.737 y funcionará en el
ámbito del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, pero con integración del Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación, atendiendo a la naturaleza del bien jurídico en juego. Aunque resta definir su
reglamentación y funcionamiento, señalamos como negativo el hecho de que no se prevea instalar en cada
provincia una delegación del mismo.
9). El decreto ley 15.385/1944, inspirado por el entonces Vicepresidente de la Nación Coronel Juan Domingo
Perón, disponía la creación de Zonas de Seguridad para la defensa del territorio nacional. El artículo 4 decía:
"Declárase de conveniencia nacional que los bienes ubicados en la zona de seguridad pertenezcan a
ciudadanos argentinos nativos (...)". Las sucesivas leyes modificatorias desvirtuaron la finalidad tuitiva de este
decreto. Nos parece un disparate jurídico prescindir de estas disposiciones en el actual marco legal y poner en
cabeza del Ministerio del Interior la autorización para que los extranjeros adquieran tierras en zonas de
seguridad, sin ningún tipo de parámetros y al solo arbitrio del poder político de turno.

10). Artículo 21 del Código Civil: "Las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya
observancia estén interesados el orden público y las buenas costumbres." 11). Artículo 14 del Código Civil: "Las
leyes extranjeras no serán aplicables: 1º Cuando su aplicación se oponga al derecho público (...)" 12). Artículo 1,
párrafo tercero "in fine" Ley 26.737 13). Véase: Tratado de Derecho Municipal. Horacio Rosatti. Tomo I, Capítulo
V "Planeamiento Territorial", páginas 215-236. Rubinzal Culzoni Editores, Santa Fe (Argentina), año 2006 14).
La Ley 16.964 (Sistema Nacional de Planeamiento y Acción para el Desarrollo) que data de la época de
Onganía, es el antecedente más inmediato y aproximado a la finalidad de ordenamiento territorial. En la órbita
del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación, existe una Subsecretaría de
Planificación Territorial de la Inversión Pública, pero como puede verse centraliza sus funciones en la inversión y
subordina el territorio a esta variable. Las provincias, junto a esta subsecretaría, conformaron un interesante
espacio común denominado Consejo Federal de Planificación y Ordenamiento Territorial. De allí surgió un
Anteproyecto de Ley de Ordenamiento Territorial publicado en septiembre de 2010, que vale la pena analizar.

15). Todos los niveles de gobierno del país deberán observar este régimen legal de orden público y aplicarlo a
cualquier situación jurídica que se detente sobre la tierra, sea a título de dominio, posesión o tenencia,
independientemente del uso o destino que se les de.

16). El caso más flagrante de violación e incumplimiento de la ley basándose en el ejercicio abusivo de un
derecho de naturaleza procesal -como lo es el de interponer recursos o medidas cautelares-, se da con el
monopolio Clarín, que se resiste a cumplir la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. La
condescendencia de jueces afines al emporio mediático y su feroz poderío económico han provocado una
absurda situación de privilegio que permite el desacato de las resoluciones judiciales y el incumplimiento de las
leyes.

Recientemente, tres jueces de diferentes fueros hicieron lugar a medidas cautelares para frenar la Ley 26.727
(Régimen de Trabajo Agrario, Estatuto del Peón Rural) que restituye a los trabajadores del campo todos los
derechos cercenados por la dictadura militar y los gobiernos democráticos ulteriores. Las presentaciones fueron
efectuadas por el sindicato UATRE, que representa al sector pero se alinea con las patronales en contra de los
intereses de sus representados. Como puede apreciarse, los grupos de poder se resisten a acatar las leyes
cuando estas tocan sus intereses y privilegios espurios, contando para ello con un poder judicial adicto que
convalida tales atropellos institucionales 17). El artículo 4 de la Ley 26.737 dice: "Quedan exceptuadas de la
aplicación de la presente ley, las siguientes personas físicas de nacionalidad extranjera: a) Aquellas que cuenten
con diez (10) años de residencia continua, permanente y comprobada en el país; b) Los que tengan hijos
argentinos y demuestren una residencia permanente, continua y comprobada en el país de cinco (5) años; c)
Aquellas que se encuentren unidas en matrimonio con ciudadano/a argentino/a con cinco (5) años de
anterioridad a la constitución o transmisión de los derechos pertinentes y demuestre residencia continua,
permanente y comprobada en el país por igual término." 18). Ese credo ideológico de fines del siglo XIX que se
prolonga inexplicablemente hasta nuestros días, anacrónico y permisivo con los intereses concentrados del
capital internacional y sus aliados vernáculos, nunca fue tocado ni revisado. Solo la Constitución justicialista de
1.949 instauró un orden basado en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política del
pueblo, pero fue abrogada por el golpe cívico-militar de 1955 que reimplantó el viejo texto de 1853 bajo una
feroz dictadura.

19). Véanse los regímenes similares de Canadá, Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia, Brasil, Francia,
España, Costa Rica, Italia, Perú, y Bolivia, México, Honduras, Ecuador, Panamá, Paraguay, entre otros. En ellos
hay restricciones o prohibiciones terminantes al dominio y la posesión extranjera de tierras rurales.

20). También conocida como Pacto de San José de Costa Rica, con rango constitucional a partir de la Reforma
de 1994.

21). Mas allá de considerar a la población de las Islas Malvinas como colonos de una potencia invasora y -por
ende- invalidar la aplicación del principio de libre determinación de los pueblos en tal caso, no se estima
conveniente utilizar este argumento para defender la constitucionalidad de una ley a los efectos de no introducir
un nuevo elemento de interpretación que ponga en riesgo la defensa internacional de nuestros derechos
soberanos sobre las Islas del Atlántico Sur frente a Gran Bretaña. Sobre todo porque aquí discutimos sobre una
temática con repercusión transnacional, tal como el dominio extranjero de la tierra en un contexto pleno de
globalización.

22). Un planteo de inconstitucionalidad de la Ley 26.737 basado en el artículo 20 de la Constitución Nacional,


también podría vincularse directamente con el artículo 2.2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales por ser discriminatorio para los ciudadanos de origen extranjero. Ambas normas son
garantistas en cuanto a la igualdad entre nacionales y extranjeros, de lo que se puede colegir que la ley tendría
ostensibles visos de inconstitucionalidad.

23). Es imprescindible una reforma constitucional de carácter sustancial, que restituya los postulados de la
Constitución de 1.949 y quite o reforme -según el caso- ciertos artículos vetustos y definitivamente fuera de
contexto, tales como el 2; parte del 20; el 25; el 26; el 124 y el 125.

24). Observando el comportamiento agresivo y sin sujeción al derecho internacional de las grandes potencias,
Argentina tendría que reforzar su orden constitucional para impedir el control territorial de sus recursos naturales
y estratégicos llevado a cabo por conglomerados empresariales o ciudadanos extranjeros. Las invasiones
predatorias y genocidas que EE. UU e Inglaterra llevan a cabo con excusas inverosímiles (Irak, Afganistán,
Libia, Islas del Atlántico Sur y Sector Antártico) deberían alertarnos a todos de semejante riesgo.

25). La Federación Agraria Argentina aportó datos contundentes basados en una pormenorizada investigación e
informes obtenidos para elaborar sus proyectos de ley.

26). Infonews/ Tiempo Argentino, 18/07/2010, "Las tierras en manos extranjeras equivalen a la superficie de
Italia", investigación efectuada por Fernando Pittaro.

27). Se calcula que hay más de 34 millones de hectáreas de tierras argentinas en manos extranjeras, de
inestimable valor productivo y paisajístico. Ello representa casi el 20% de la superficie productiva del país.

28). Los Esteros del Iberá (Corrientes) son el humedal más grande de la Argentina y se asientan sobre el
Acuífero Guaraní, que a su vez es el más grande reservorio de agua dulce del mundo, después de la Antártida.
Los Esteros del Iberá tienen una superficie de un millón trescientas mil hectáreas, de las cuales 205 mil fueron
adquiridas por el cuestionado magnate norteamericano Douglas Tompkins, bajo condiciones irregulares y
violentas en muchos casos, favorecido por la complicidad de los gobiernos radicales de Ricardo y Arturo
Colombi. En este caso particular, que no es el único en Corrientes, ya se supera el tope de 15% permitido por la
ley. Pero eso no es todo, en muchos departamentos de la cuenca del Iberá solo los campos del estadounidense
superan holgadamente el 30% del tope permitido para un único titular extranjero. Lo mismo sucede en la
Patagonia y otras regiones del país. En la provincia de Río Negro, el saliente gobernador radical Miguel Saiz le
otorgó a una empresa china más de 300 mil hectáreas de valles fértiles. En Salta, el grupo de seguros
norteamericano AIG es dueño del 7% del territorio provincial, rematado por las administraciones "pejotistas" de
Juan Carlos Romero y Juan Manuel Urtubey.

29). Véase el texto completo del Decreto Ley 15.385/44 con sus modificatorias: Ley 12.913; Ley 23.554; Decreto
887/1.994; Resolución 166/2009 del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 865/2010 del Ministerio del
Interior de la Nación; Resolución 866/2010 del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 422/2011 del
Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 434/2011 del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución
954/2011 del Ministerio del Interior de la Nación.

30). Infonews/ Tiempo Argentino, 18/07/2010, "Las tierras en manos extranjeras equivalen a la superficie de
Italia", investigación efectuada por Fernando Pittaro. Allí se subraya que la Dirección de Asuntos de Técnicos de
Fronteras del Ministerio del Interior de la Nación se negó a suministrar información acerca de las ventas de
tierras a extranjeros en zonas de seguridad. En un párrafo de esta investigación publicada, se afirma que "En
marzo de 2009, a través de la Resolución 166, el Ministerio del Interior liberó a 89 localidades de 14 provincias
del régimen de previa conformidad que se exige a los extranjeros que desean comprar en el área adyacente a
las fronteras argentinas. De este modo, La Quebrada de Humahuaca, las Islas del Ibicu, las zonas vitivinícolas
de Tupungato y Tunuyán, Calingasta al norte y Gaiman al sur son algunos de los lugares en los que los
extranjeros ahora cuentan con más facilidades para extender sus intereses comerciales." 31). La Argentina tiene
firmados los siguientes Tratados Bilaterales de Inversión: República Argelina Democrática Popular: Fecha de
firma: 04/10/2000; ley aprobatoria: 25.538/02; Vigencia: No informada.; 2. República de la India: Fecha de firma:
20/08/99; ley aprobatoria: 25.540/2002; Vigencia: No informada; 3. República de Nueva Zelanda: Fecha de
firma: 27/08/99; ley aprobatoria: 25.539/2002; Vigencia: No informada; 4. Tailandia: Fecha de firma 18/02/2000;
ley aprobatoria: 25.532/02; Vigencia: No informada; 5. Filipinas: Fecha de firma 20/09/99; ley aprobatoria:
25.481/01; Vigencia: No informada; 6. Guatemala: Fecha de firma: 21/04/98; ley aprobatoria: 25.350/00;
Vigencia: No informada; 7. República de Sudáfrica: Fecha de firma: 23/07/98; ley aprobatoria: 25.352/00;
Vigencia: No informada; 8. Nicaragua: Fecha de firma: 10/08/98; ley aprobatoria: 25.351/00; Vigencia: No
informada; 9. Federación Rusa: Fecha de firma: 25/06/98; ley aprobatoria: 25.353/00; Vigencia. No informada;
10. Costa Rica: Fecha de firma: 21/05/97; ley aprobatoria: 25.139/99; Vigencia: No informada; 11. El Salvador:
Fecha de firma: 09/05/96; ley aprobatoria: 25.023/98; Vigencia: 08/01/99; 12. República Checa: Fecha de firma:
27/09/96; ley aprobatoria: 24.983/98; Vigencia: 23/07/98; 13. Lituania: Fecha de firma: 14/03/96; ley aprobatoria:
24.984/98; Vigencia: 01/09/98; 14. Panamá: Fecha de firma: 10/05/96; ley aprobatoria: 24.971 /98: Vigencia:
22/06/98; 15. México: Fecha de firma: 13/11/96; ley aprobatoria: 24.792/98; Vigencia: 22/06/98; 16. Marruecos:
Fecha de firma: 13/06/96; ley aprobatoria 24.890/97; Vigencia: No está en vigor; 17. Indonesia: Fecha de firma:
07/11/95; ley aprobatoria: 24.814/97: Vigencia: No esta en vigor; 18. Cuba: Fecha de firma: 30/11/95; ley
aprobatoria: 24.770/97; Vigencia: 0l/06/97; 19. Vietnam.: Fecha de firma: 03/06/96; ley aprobatoria: 24.778/97;
Vigencia: 01/06/97; 20. Israel: Fecha de firma: 23/07/95; ley aprobatoria: 24.771/97; Vigencia: 10/04/97; 21.
Australia: Fecha de firma: 23/08/95; ley aprobatoria: 24.728/96; Vigencia: 11/01/97; 22. República de Corea:
Fecha de firma: 17/05/94; ley aprobatoria: 24.682/96; Vigencia: 24/09/96; 23. Ucrania: Fecha de firma: 09/08/95;
ley aprobatoria: 24.681/96; Vigencia: 06/05/97; 24. Perú: Fecha de firma: 10/11/94; ley aprobatoria: 24.680/96;
Vigencia: 24/I0/96; 25. Malasia: Fecha de firma: 06/09/94; ley aprobatoria: 24.613/96; Vigencia: 20/03/96; 26.
Finlandia: Fecha de firma: 05/1l/93; ley aprobatoria: 24.614/96; Vigencia: 03/05/96; 27. Portugal: Fecha de firma:
06/10/94; ley aprobatoria: 24.593/95; vigencia: 03/05/96; 28. Croacia: Fecha de firma: 02/12/94; ley aprobatoria:
24.563/95: Vigencia: 01/06/96; 29. Jamaica: Fecha de firma: 08/02/94; ley aprobatoria: 24.549/95; vigencia:
01/12/95; 30. Venezuela: Fecha de firma: 16/11/93; ley aprobatoria: 24.457/95: Vigencia: 01/07/95; 31. Ecuador:
Fecha de firma: 18/02/94: ley aprobatoria: 24.459/95; Vigencia: 01/12/95; 32. Rumania: Fecha de firma:
29/07/93; ley aprobatoria: 24.456/95; Vigencia: 0l/05/95; 33. Bolivia: Fecha de firma: 17/03/94; ley aprobatoria:
24.458/95; Vigencia: 01/05/95; 34. Senegal: Fecha de firma: 06/04/93; ley aprobatoria: 24.396/94; Vigencia: No
está en vigor; 35. Bulgaria: Fecha de firma: 21/09/93; ley aprobatoria: 24.401/94; Vigencia: 11/03/97; 36.
Armenia: Fecha de firma: 06/04/93; ley aprobatoria: 24.395/94; Vigencia: 20/I2/94; 37. Túnez: Fecha de firma:
17/06/92; ley aprobatoria: 24.394/94; Vigencia: 23/01/95; 38. Dinamarca: Fecha de firma: 06/11/92; ley
aprobatoria: 24.397/94; Vigencia: 02/02/95; 39. Turquía: Fecha de firma: 08/05/92; ley aprobatoria: 24.340/94;
Vigencia: Ol/05/95; 40. Hungría: Fecha de firma: 05/02/93; ley aprobatoria: 24.335/94; Vigencia: 01/10/97; 41.
República Popular China: Fecha de firma: 05/11/92; ley aprobatoria: 24.324/94; Vigencia: 01/08/94; 42.
República de Austria: Fecha de firma: 07/08/92; ley aprobatoria: 24.238/94; Vigencia: 01/01/95; 43. Egipto:
Fecha de firma: 11/ 05/92; ley aprobatoria: 24.248/93; Vigencia: 03/I2/93; 44. Países Bajos: Fecha de firma:
20/10/92; ley aprobatoria: 24.352/94: Vigencia: 01/10/94; 45. Gran Bretaña e Irlanda del Norte: Fecha de firma:
1I/12/90; ley aprobatoria: 24.184/92; Vigencia: 19/02/93; 46. Bélgica y Luxemburgo: Fecha de firma: 28/06/90;
ley aprobatoria 24.123/ 92; Vigencia: 20/05/94; 47. Canadá: Fecha de firma: 05/11/91; ley aprobatoria:
24.125/92; Vigencia: 29/04/93; 48. EE. UU. : Fecha de firma: 14/11/91; ley, aprobatoria: 24.124/92; Vigencia:
20/10/94; Acuerdo por Canje de Nota modificatoria del Tratado (AC/P/CJE N:) Vigencia: 31/03/92. Acuerdo por
Canje de Nota modificatoria del Tratado: Fecha de firma: 06/11/92; ley aprobatoria: 24.356/94; Vigencia:
20/10/94; 49. Italia: Fecha de firma: 22/05/90; ley aprobatoria: 24.122/92; Vigencia: 14/10/93; 50. Suecia: Fecha
de firma: 22/11/91; ley aprobatoria: 24.117/92; Vigencia: 28/09/92, 51. España: Fecha de firma: 03/10/91; ley
aprobatoria: 24.118/92: Vigencia 28/09/92; 52. Francia: Fecha de firma: 03/07/91; ley aprobatoria: 24.100/92;
Vigencia: 03/03/93; 53. Alemania: Fecha de firma: 09/04/91; ley aprobatoria: 24.098/92; Vigencia: 08/11/93; 54.
Suiza: Fecha de firma: 12/04/91; ley aprobatoria: 24.099/92; Vigencia: 06/11/92; 55. Polonia: Fecha de firma:
31/07/91; ley aprobatoria: ley 24.101/92; Vigencia: 0l/09/92; 56. Chile: Fecha de firma: 02/08/91; ley aprobatoria:
24.342/93; Vigencia: 01/01/95.

32). El CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias a Inversiones) es un organismo de arbitraje del
Banco Mundial que actúa en beneficio de las corporaciones con el argumento de proteger la seguridad jurídica
de las inversiones y el flujo comercial. Su actuación ha sido severamente cuestionada en todo el mundo,
especialmente por los países subdesarrollados que fueron obligados a renunciar a sus jurisdicciones a través de
los Tratados Bilaterales de Inversiones.

33). La presidente Cristina Fernández vetó de manera absurda esta ley, casi de consuno con los intereses de
las multinacionales y la vocación privatizadora del gobernador de San Juan, José Luis Rioja (FPV).

34). La Resolución 566/2.011 del 28/04/2011, expedida por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación crea en el ámbito de esta cartera el Consejo Federal Registral (COFER) con la finalidad de planificar,
concertar y coordinar acciones de cooperación entre el Estado Nacional y las Provincias en la elaboración de
políticas comunes sobre publicidad registral. Vale la pena repasar su contenido por la relevancia que adquiere
esta política de estado con sentido nacional y federal, organizando la información actualizada y veraz sobre la
situación dominial de los bienes inmuebles y su explotación, fundamentalmente aquellos que se erigen como
recursos estratégicos del país. Es de esperar que las Provincias sumen su compromiso a la constitución y
funcionamiento del Consejo, pues al haberse dispuesto su creación por medio de una resolución ministerial, su
suerte dependerá de la voluntad de los estados provinciales para integrarlo.

35). Es importante esta disposición a fin de incluir en este ámbito de trabajo a la AFIP, la UIF (Unidad de
Información Financiera), la CNV (Comisión Nacional de Valores), la IGJ (Inspección General de Justicia), la
Dirección Nacional de Migraciones, la Subsecretaría de Recursos Hídricos, los Registros de la Propiedad
Inmueble de cada jurisdicción, las Provincias y los Municipios, entre otros.
36). Véanse los artículos 9 y 10 de la Ley 25.675.

37). CSJN, "Repetto, María I. M. c/Provincia de Buenos Aires", Fallos 311:2272; LL, 1989-B, 348.

38). Véase Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-18/2003 del 17/09/2003,
"Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados", puntos 82 al 96. (Cita de Lexis 70040102)
39). CSJN, "Constitución Nacional, Derechos y Garantías, Igualdad", Expte. R. 350, XLI, voto del Dr. Juan
Carlos Maqueda. (Cita de Lexis Nº 4/65067) 40). CSJN, "Constitución Nacional, Derechos y Garantías,
Extranjeros", Expte. R. 350, XLI, voto del Dr. Juan Carlos Maqueda. (Cita de Lexis Nº 4/65062) 41). CSJN,
"Constitución Nacional, Control de Constitucionalidad, Principios Generales", Expte. R. 350, XLI, voto de los
Dres. Enrique Petracchi, Juan Carlos Maqueda, Carmen Argibay. (Cita de Lexis Nº 4/65073) 42). CSJN,
"Constitución Nacional, Derechos y Garantías, Igualdad, Extranjeros", Expte. R. 350, XLI. (Cita de Lexis Nº
4/65060) 43). Proyecto de ley 0360-D-2.010, Trámite parlamentario 06 (04/03/2.010), firmado por los diputados
de la UCR Pablo Orsolini, Ulises Forte, Ricardo Alfonsín, Lucio Aspiazu, y Juan Casañas, entre otros.

44). Se recomienda la lectura de los fundamentos de los proyectos de ley que motivaron la sanción de la Ley
26.737, especialmente aquellos en los cuales se basó este trabajo.

45). Régimen de la derogada Ley 20.538 sancionada en 1973, que imponía un gravamen a la renta potencial de
la tierra ociosa. Allí se preveía la confección de un catastro ecológico de la superficie explotable del país, a
cargo del Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INTA). Los técnicos que encararon el cometido fueron
víctimas de la dictadura militar de 1976, engrosando la lista de desaparecidos. Por orden de la Sociedad Rural y
del Ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, el trabajo del INTA fue incinerado y destruido en su
totalidad, y la ley derogada totalmente. Hoy ni siquiera puede hallarse su texto en los portales oficiales INFOJUS
e INFOLEG, como tampoco en ningún sitio de la red de Internet.

46). A fines de 2011 el Congreso uruguayo sancionó una ley que penaliza con tributos elevados al latifundio,
intentando desalentar esta práctica y promover el desarrollo de pequeñas y medianas unidades productivas.

47). "Informe NSSM 200" (Nacional Security Study Memorando 200). Henry Kissinger.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- Constitución de la Nación Argentina. - Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y


Culturales. - Convención Americana de Derechos Humanos. - Código Civil de la República Argentina. -
Leyes Nacionales y normativa de referencia: 26.737; 12.913; 16.964; 19.950; 20.538; 23.554; 25.675;
25.871; 26.727; Decreto Ley 15.385/44 con sus modificatorias; Decreto 887/1994; Decreto 274/2012;
Resolución 166/2009 del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 865/2010 del Ministerio del
Interior de la Nación; Resolución 866/2010 del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 422/2011
del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 434/2011 del Ministerio del Interior de la Nación;
Resolución 954/2011 del Ministerio del Interior de la Nación; Resolución 566/2011 del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación. - "Manual de Derecho Civil, Parte General". Guillermo Borda.
Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires (Argentina), vigésima edición, 1999. - "La Constitución Nacional de
1949". Luis Alberto Terroba. Ediciones del Pilar, Buenos Aires (Argentina), año 2003. - "La noción del
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01/11/2002. - "Tratado de Derecho Municipal". Horacio Rosatti. Tomos I y II. Rubinzal Culzoni Editores,
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Federal de Planificación y Ordenamiento Territorial, Septiembre de 2010. - "Los tratados bilaterales de
protección y promoción de inversiones (TBI) y el CIADI", Alejandro Peyrou. - Proyectos de ley sobre las
restricciones al dominio extranjero de las tierras rurales argentinas consignados por número de expediente:
0360-D-2010; 1296-D-2010; 3854-D-2010; 7047-D-2010; 1270-D-2011; 2793-D-2011; 2891-D-2011. -
Jurisprudencia consultada: CSJN, "Repetto, María I. M. c/Provincia de Buenos Aires", Fallos 311:2272; LL,
1.989-B, 348; Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-18/2003 del
17/09/2003, "Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados", puntos 82 al 96. (Cita de
Lexis 70040102); CSJN, "Constitución Nacional, Derechos y Garantías, Igualdad", Expte. R. 350, XLI, voto
del Dr. Juan Carlos Maqueda. (Cita de Lexis Nº 4/65067); CSJN, "Constitución Nacional, Derechos y
Garantías, Extranjeros", Expte. R. 350, XLI, voto del Dr. Juan Carlos Maqueda. (Cita de Lexis Nº 4/65062);
CSJN, "Constitución Nacional, Control de Constitucionalidad, Principios Generales", Expte. R. 350, XLI,
voto de los Dres. Enrique Petracchi, Juan Carlos Maqueda, Carmen Argibay. (Cita de Lexis Nº 4/65073);
CSJN, "Constitución Nacional, Derechos y Garantías, Igualdad, Extranjeros", Expte. R. 350, XLI. (Cita de
Lexis Nº 4/65060) - "Recursos en juego: extranjeros toman el control de tierras clave para la producción de
alimentos", por Pablo Calvo. Diario Clarín, 28/08/2011. - "Pepe vs. El latifundio: el Congreso Uruguayo
aprobó su ley de tierras". Diario Página 12, 29/12/2011. - "Que tribute el latifundio". Diario Página 12,
18/11/2011. - "Uruguay tiene su ley contra el latifundio". Diario Página 12, 28/12/2011. - "China oficializó
que explotará tierras en Río Negro y que irá por más provincias", por Patricio Eleisegui. Diario
Chubut.lanoticia1.com, 25/08/2011. - "Catamarca: alarma por la presencia de capitales vinculados al
narcotráfico", Diario Tucumán Noticias, 28/06/2011. - "Tierras, la invasión continúa", documental
http://www.eltrecetv.com.ar/telenoche/nota/tierras-la-invasion-continua - "Tierras internacionales", fuente
www.diariohoy.net - "Ingleses construyen aeropuerto clandestino en la Patagonia", fuente
mensajerodigital.com - "Patagonia: venden tierras fiscales a menos de $ 120 la hectárea", por Patricio
Eleisegui, para IProfesional.com - "Documentales", fuente
http://www.malvinense.com.ar/snacional/11/1299.htm - "Cuestionan el proyecto oficial que pone tope a las
compras", por Gonzalo Sánchez. - "El proyecto de ley de tierras y la necesidad de un enfoque integrador",
Greenlaw, Belén Estévez y Agnes Sibileau.-

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