Está en la página 1de 6

INFLUENCIA DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LA SALUD MENTAL

En la actualidad definimos como Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC)


al conjunto de herramientas que proporcionan espacios de conversación, promueven
entornos de conocimiento colectivo, crean nuevos lenguajes y nuevas formas de relación,
transformando nuestros hábitos sociales y lúdicos. Los beneficios de la irrupción de las TIC
en nuestras vidas son evidentes. Mejoran la calidad de vida y empoderan al paciente gracias
a su accesibilidad, facilidad de uso y por ser potentes agentes de cambio. Los formatos son
múltiples y variados. Desde uso de las web, app móviles, realidad virtual, terapia online, foros,
redes sociales: Facebook, Instagram, Twitter, Snap-chat o Youtube.
Empresas desarrolladoras se han especializado en tecnología terapéutica en Trastorno
Mental, (como por ejemplo: Pacifica, Pala-Linq, Spire, Fisher Wallace Stimulation) y nos han
proporcionado aplicaciones para el móvil, para combatir adicciones al alcohol y a las drogas;
accesorios web y dispositivos de neuroestimulación, para detectar el estado anímico de la
persona, estados de ansiedad e insomnio y regularlos.
También es conocida la existencia de dispositivos de realidad virtual y aumentada, para el
tratamiento de fobias específicas (a volar, a las alturas, a las arañas…); el tratamiento de la
ansiedad y el estrés, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno por estrés
postraumático (TEPT), la ansiedad pre-exámenes, o los trastornos de la conducta alimentaria
(TCA), el TDAH, etc.
Sin embargo, la falta de políticas reguladoras y la escasa investigación científica sobre
hábitos de uso poco saludables, dejan mucho margen a los riesgos en nuestras vidas
derivados del uso problemático de las tecnologías digitales.
El término «uso problemático de las tecnologías digitales» se usa para referirnos a todas
aquellas conductas excesivas asociadas al uso de internet y, en general, a cualquier
aplicación telemática. A pesar de que este término no se engloba bajo la denominación de
«adicciones conductuales» ni «adicciones sin sustancias» en ninguna de las dos
clasificaciones diagnósticas de referencia internacional (DSM-5, y CIE-10) cada vez son más
las alertas sobre riesgos de desarrollar conductas patológicas derivadas del uso y abuso de
las TIC. Ejemplo de ello son:
Ciberadicción: dependencia a juegos online, donde las personas pasan largas horas jugando,
y desatienden sus necesidades básicas, el cuidado de la higiene personal, incluso el trabajo.
Nomofobia: se refiere al temor que siente la persona de salir de su casa sin el teléfono o la
aparición de ansiedad ante la posibilidad de quedarse sin batería o sin cobertura.
Cibercondría: la realizamos de autodiagnóstico sobre nuestra salud vía internet y sin consulta
al especialista, provocando situaciones de desinformación , con aumento de estados de
ansiedad, confusión, y temor infundado.
Tecnofobia: presencia de ansiedad y miedo irracional, con comportamiento aversivos e
ideaciones distorsionadas ante el uso de las herramientas de la tecnología digital.
Un estudio realizado en el Reino Unido en jóvenes de entre 14 y 24 años sobre el impacto
que tenían las cinco redes sociales más utilizadas sobre su salud mental, concluyó que todas
empeoraban la salud mental en cuatro aspectos: calidad del sueño, imagen corporal,
ciberacoso y sentimiento de estar perdiéndose algo. Instagram y Snap-chat producen
sentimientos de insatisfacción y ansiedad en los jóvenes y Facebook es el canal más usado
para el ciberacoso.
Diversos estudios reflejan la influencia negativa de las Redes Sociales en usuarios con riesgo
de padecer problemas psicológicos. Un estudio de la Universidad de Haifa, Israel, con chicas
de 12-19 años, reveló la relación directa entre el tiempo que las adolescentes pasaban en
las redes sociales y el riesgo de sufrir TCA.
Así mismo, la investigación realizada por la Universidad Estatal de Florida, publicada en el
Journal Eating Disorders, reflejaba que tan solo son necesarios 20´ al día en una red social
para aumentar el riesgo de sufrir TCA.

1
Ambos estudios señalan la influencia de las redes sociales en la percepción negativa del
cuerpo, y el aumento de los niveles de insatisfacción e inseguridad sobre la propia imagen y
el peso, fomentando la necesidad de comenzar una dieta.

¿Qué pasa si estas herramientas las usamos para dañarnos o para compartir
contenidos perjudiciales para nuestra salud?
En 2011, la Agencia de Calidad de Internet (IQUA) y la Asociación contra la Anorexia y la
Bulimia (ACAB), denunciaron la proliferación de contenidos animando a comportamientos
TCA, los cuales habían aumentado un 470% desde 2006.
Las redes sociales se han convertido para los pacientes de TCA en un coladero de «falsos
mitos», desinformación incontrolada, con datos incorrectos altamente peligrosos para la
salud y para un correcto desarrollo físico y emocional. Promueven actitudes de riesgo como
autoinfligirse dolor, hacerse cortes cuando piensan en comida o el dolor como táctica para
quemar calorías o para evitar sensaciones de hambre o ansiedad.
Los pacientes con TCA han encontrado en Instagram un lugar para compartir sus
experiencias, sus consejos, así como mostrar fotografías de sus cuerpos esqueléticos y
compartirlas con otras enfermas. Campañas como «Hinspiration» son recurrentes en
Instagram o Twitter, donde difunden imágenes de personas extremadamente delgadas para
servir de «inspiración».
Algunas entidades han surgido la necesidad de implantar controles y evaluaciones in situ
para proteger la salud y el bienestar mental de los usuarios de las redes sociales. Han
propuesto medidas como: aparición de notificaciones que advierten al usuario que lleva
mucho tiempo conectado, avisos de que una fotografía ha sido manipulada digitalmente, y la
aparición de anuncios de lugares que ofrecen ayuda cuando una plataforma detecta que
alguien puede tener un problema mental.
Sin embargo, todas estas medidas, aunque necesarias, nunca serán suficientes si no se
realiza una permanente labor de concienciación para que los usuarios conozcan los riesgos
de su comportamiento en internet y de cómo reaccionar ante los contenidos dañinos.

¿Nos estamos encontrando o nos estamos perdiendo?


La tecnología nos provee de soluciones más rápidas y prácticas.Todo aquel que se niega a
usarla se limita a un mundo de posibilidades. Es por eso que cada día que pasa estamos
más y más inmiscuidos en el mundo de la tecnología, no importa la edad que tengas ni la
ocupación de una forma u otra la necesitas (sí, ocupe la palabra necesitar a propósito). Al
inicio su uso era por puro gusto y basado en la accesibilidad, pero en la actualidad,
simplemente no nos queda de otra. La tecnología ha venido a facilitarnos muchas cosas,
como por ejemplo, ahora que estamos a mitad de una pandemia, gracias a ella hemos podido
acceder a servicios que antes se consideraban únicamente presenciales que tienen que ver
con la educación, la salud, las finanzas, entre otras; pero como todo, también ha afectado
otros aspectos de nuestras vidas, quizá menos visibles pero igual de importantes.
La tecnología afecta nuestras vidas y sobre todo nuestra salud mental,en cuatro sencillos
puntos:
1. Capacidad de atención y retención de la información: Así es, el uso cotidiano de
dispositivos electrónicos y hacer de google nuestro mejor amigo ha hecho que cada vez nos
cueste más trabajo concentrarnos. Cuando estamos navegando en la red, hacemos una
especie de scan superficial sobre toda la información que se nos presenta porque sabemos
que es demasiada, esto nos ayuda a reconocer dónde se encuentra lo que estamos
buscando. Aunque suena una maravillosa cualidad ,el efecto negativo es que este scan se
vuelve un hábito que el cerebro empieza a recrear una y otra vez en todo lo que hacemos, al
grado de que se vuelve casi inconsciente. Es por eso que nos cuesta más trabajo abrir un
libro y mantener la atención por largos periodos. ¿Han visto los post de Facebook e
Instagram? Entre más cortos, mejor. La audiencia no quiere que la pongas a leer porque ya
se desacostumbro a hacerlo.

2
2. Vínculos afectivos: Nuestras relaciones interpersonales han cambiado considerablemente
en los últimos años, pero más desde que apareció un tercero en discordia (la comunicación
digital). Los mensajes de texto nos han facilitado mucho la llegada de información al remitente
con una velocidad impresionante pero ¿qué hay de la calidad del mensaje? Por mucho que
queramos la comunicación digital no podrá opacar a la comunicación en tiempo real, el
contacto en persona, cara a cara. Ahora entre más tiempo pasamos comunicándonos
digitalmente empezamos a perder las famosas habilidades sociales… esas que solo se
adquieren ¿adivinen dónde? Así es, hablando en persona con alguien. Este es el tratamiento
por excelencia para un “Trastorno de Ansiedad Social” . El problema con la comunicación
digital es que nos aleja de nuestra realidad y de los contactos interpersonales que podemos
tener con las personas que están en nuestro día a día.
3. Baja autoestima: Creo que quien creo las redes sociales tenía toda la intención de que
pudiéramos conectar con más gente en menor tiempo lo cual suena genial, sólo que olvidó
que el ser humano es impredecible y una herramienta positiva la puede transformar en un
arma de doble filo, es así como nos conectamos con más gente pero nos comparamos todo
el tiempo, nos comparamos con vidas idealizadas que se alejan de la realidad.
Lamentablemente es difícil para el cerebro diferenciar entre lo real y lo falso así que cuando
ve en Instagram un perfil con puras fotos hermosas no puede evitar pensar que la vida de
esa persona es perfecta… y luego regresar… hacer una evaluación de nuestra propia vida y
decir: ¡wow! no tenemos eso… lo necesitamos. Nuestra percepción de nosotros mismos es
clave en nuestro desarrollo por eso una baja autoestima nos limita, además de que es uno
de los principales síntomas de muchos trastornos mentales que afectan la salud.
4.Eleva la sintomatología de trastornos como depresión y ansiedad: Tal y como lo mencioné
anteriormente el uso de redes sociales puede ocasionar baja autoestima y la baja autoestima
lleva a trastornos como depresión y ansiedad. Compararnos constantemente con los otros
puede llevarnos a un estado depresivo que se puede agravar con otras situaciones de vida.
Muchos estudios hablan de la estrecha relación entre el uso de redes sociales y la presencia
de depresión en adolescentes;se ha encontrado que en los adolescentes ha aumentado la
tasa de suicidios… recordemos que los adolescentes de hoy son la generación que creció
100% con tecnología y son el grupo etario que más usa las redes sociales, por ende el más
vulnerable ante sus efectos negativos.
La tecnología no provoca estos puntos sino el uso que le damos. Sé que para este momento
ya debes pensar que te sugiero que te alejes de la tecnología, pero créeme que no se trata
de eso. La tecnología es una herramienta increíble mientras se use como eso… como una
herramienta. Esto quiere decir que se le dan espacios y horarios de uso para potenciar su
efectividad y el resto del tiempo nos dedicamos a nosotros mismos y a conectar con nuestra
realidad. Vuelve a tomar ese libro del tema que tanto te interesa, platica con tu familia siempre
que la tengas cerca, identifica todo eso que te gusta de ti y que te hace único y si necesitas
ayuda para tratar algún trastorno mental… pídela, estamos aquí para escucharte.
Por último, me gustaría añadir que en verdad la tecnología ha encontrado formas peculiares
para sorprendernos. En mi caso como psicóloga clínica jamás pensé utilizar la psicoterapia
en línea; siempre había creído que eso solo era para casos muy específicos. Hoy a media
pandemia es lo único que puedo ofrecer para asegurar la salud de mis pacientes y la mía. Y
nada de esto sería posible sin el uso de la tecnología que hoy me da la oportunidad de llegar
a tantas personas como sea posible.

«El aumento en el uso de las nuevas tecnologías puede repercutir en el


incremento de las enfermedades mentales»

La patología mental sigue siendo un estigma en nuestra sociedad, ¿no?


Infelizmente, esta sigue siendo una realidad actual en nuestra sociedad. Sociedad que ha
avanzado en muchos aspectos pero no así en otros.
Las personas que padecen una enfermedad mental sufren una discriminación negativa
(actitud social de rechazo), además del autoestigma que puede sentir cada uno de ellos.

3
Aparte de las discapacidades y dificultades de integración derivadas directamente de la
enfermedad, viven las consecuencias del desconocimiento social, de una imagen social
negativa que levanta muros y barreras, lo que aumenta su riesgo de marginación y
aislamiento.
Queda mucho recorrido en el camino de la lucha contra el estigma. Incluso la Psiquiatría y
los propios Médicos Psiquiatras acabamos sufriendo una discriminación por parte de otras
especialidades médicas. Creo que como profesionales debemos dar el paso, salir a la calle,
implicarnos más en la educación de la sociedad y en actividades orientadas a disminuir y/o
eliminar las consecuencias negativas del estigma.

¿Se podría considerar el estrés como una enfermedad psiquiátrica?


Considerar el estrés como una enfermedad psiquiátrica es muy arriesgado y caemos en la
generalización. El estrés es una reacción fisiológica y psicológica normal, que se puede
presentar en situaciones positivas y negativas de nuestra vida. El estrés en sí no es anormal
ni malo. Acontecimientos positivos también pueden inducir estrés, pero sí existe una
conexión entre estrés y enfermedades mentales como depresión, ansiedad, psicosis y
trastorno de estrés postraumático.
El impacto que un acontecimiento vital puede tener sobre un sujeto depende de varios
factores. Por un lado, tenemos la personalidad del individuo que a grandes rasgos
determinará la forma de reaccionar ante situaciones consideradas como adversas. Por otro
lado, los recursos sociales que tenga el sujeto también modularán la influencia de los
acontecimientos negativos. También existe una relación con el soporte y apoyo social.

¿Qué papel tienen las adicciones a la tecnología en el incremento de este tipo de


enfermedades?
Cabe pensar que, al igual que en situaciones como la actual que estamos viviendo, etapas
de crisis social y económica, el aumento en el uso de las nuevas tecnologías puede repercutir
de alguna forma en el incremento de las enfermedades mentales.
Cada vez son más las alertas sobre el riesgo de desarrollar conductas patológicas y adictivas
derivadas del uso y abuso de las tecnologías de la información. Ejemplos de términos que
están apareciendo en relación con problemas derivados de un uso problemático de las
tecnologías son ciberadicción (dependencia a juegos online), nomofobia (miedo irracional a
permanecer un periodo de tiempo sin el intervalo de tiempo o a quedarse sin batería),
cibercondria (autodiagnóstico sobre nuestra salud basada resultados de búsqueda y
literatura en internet, sin consultar con un especialista, lo que provoca situaciones de
desinformación), tecnofobia (aversión e ideas distorsionadas ante el uso de herramientas de
tecnología digital o dispositivos complejos); o tecnoestrés.
Un estudio británico sobre el impacto de las 5 redes sociales más utilizadas concluye que
todas empeoraban la salud mental de los jóvenes estudiados en cuatro aspectos: calidad de
sueño, imagen corporal, ciberacoso y sentimiento de estar perdiéndose algo.
Uno de los grandes problemas que se van observando es la falta de foco, pérdida de
capacidad de atención, problemas de sueño, las consecuencias derivadas de una
hiperconectividad. Es fundamental entender que no todo gira alrededor de la tecnología, y
saber cuándo y cómo apartarse de ella.
Los beneficios que nos aportan las tecnologías en nuestra vida diaria son innegables y están
ampliamente reconocidos, contribuye a facilitar y ahorrar esfuerzo y, sobre todo, tiempo en
nuestra vida cotidiana. Siempre recomiendo su uso controlado, consciente, conociendo los
riesgos potenciales de nuestro comportamiento en internet y saber cómo reaccionar ante
ello. Todo depende de la forma como nos relacionemos con la tecnología.
Muchas veces, los tratamientos se basan en fármacos. ¿Pueden estos fármacos realmente
cambiar la forma de ser de una persona? Este es un mito bastante extendido respecto a los
posibles efectos de los medicamentos empleados en el tratamiento de los problemas
psiquiátricos. Si hablamos de los antidepresivos, estos ayudan a mejorar y estabilizar el
estado anímico, a controlar la ansiedad y recuperar la energía y vitalidad. O sea que su

4
objetivo principal pasa por aminorar y hacer desaparecer las molestias que puedan sentir la
persona, traduciéndose, posiblemente, en cambios en la forma de ver la vida y responder
ante ciertas circunstancias, disminución de irritabilidad e impulsividad. Como cualquier
medicación, los fármacos que utilizamos tienen efectos secundarios.
La medicación no cambiaría tu forma de ser, sino que ayuda a tu cerebro a producir las
sustancias necesarias para sentirte estable y funcional, y que puedas volver a sentir control
sobre tu vida.

¿Por qué se producen recaídas en este tipo de enfermedades?


Para esta pregunta no hay una respuesta general, ya que cada situación deberá ser
analizada de forma individualizada. Si hay algunos factores que son considerados de riesgo,
y pueden contribuir tanto a una recaída como a desencadenar una enfermedad mental. Los
más importantes son el abandono brusco de la medicación y mala adherencia al tratamiento
(principal riesgo de recaída y potencial agravamiento de la enfermedad), consumo de tóxicos
y acontecimientos vitales estresantes y su impacto (por ejemplo, fallecimiento de la pareja,
divorcio, enfermedad personal grave, despido, embarazo, jubilación, problemas con los hijos,
cambio de residencia…).
En ese sentido, familia, amigos, redes sociales de apoyo… ¿Qué importancia tienen en la
mejora de las personas que padecen una enfermedad mental?
Sin lugar a dudas, el papel de la familia puede suponer una diferencia fundamental en la
mejoría del paciente. Su implicación en el proceso de tratamiento y acompañamiento tiene
mucha transcendencia y es un elemento clave. Un entorno familiar adecuado es importante
en la recuperación de una enfermedad mental. Su experiencia y vivencias por la proximidad
con la persona puede aportar mucha información y datos, así como dar soporte al tratamiento
(el abandono del tratamiento y la no adherencia a las indicaciones y recomendaciones son
de los principales factores de riesgo que contribuyen a una recaída).
Varios estudios han demostrado que el conocimiento de la enfermedad y sus posibles
tratamientos, así como una participación activa de la familia en el cuidado y atención son
esenciales, lo que resulta de gran ayuda en la recuperación de los pacientes, previniendo
recaídas. Hay una relación directa entre recaídas y poco acompañamiento o soporte familiar.
Para ello también deberían recibir apoyo por parte de los profesionales y los servicios de
salud mental.
Las amistades, las redes sociales de apoyo también tienen su importancia en la
desestigmatización, en el sentimiento de pertenencia al grupo, actuando como un efecto
amortiguador de apoyo en la recuperación y la integración en la comunidad. En zonas más
desprotegidas o despobladas, las Asociaciones de Familiares acaban ejerciendo el rol de
soporte en ausencia de familia.

¿Cómo puede una persona detectar si alguien de su entorno padece una enfermedad
mental?
Sin lugar a duda el conocer a la persona ayuda a poder saber si le está pasando algo. Las
enfermedades mentales producen unos síntomas que pueden ser observados por la persona
y las personas de su entorno.
Estas molestias pueden ser físicas (problemas de sueño, dolores de cabeza, sensación de
agotamiento otros dolores…), afectivas (ansiedad, nerviosismo, tristeza, irritabilidad,
miedos…), cognitivas (sensación de bloqueo, pérdida de memoria, dificultades de
concentración y falta de atención, sentimientos de impotencia…), conductuales (incapacidad
para hacer las tareas del hogar o actividades de la vida diaria que antes realizaba sin
problemas, alteración del comportamiento como agresividad, abuso de sustancias). En
algunos casos pueden aparecer alteraciones de la percepción (como ver o escuchar cosas
que no están presentes o que los demás no oímos). Claro está que pueden variar de una
enfermedad a otra.

5
Aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de considerar consultar con un
profesional de la Psiquiatría es si estos síntomas persisten, o si provocan sufrimiento y
angustia importante para la persona o si interfieren negativamente en su vida diaria.

¿Y cómo sé si la padezco yo, por ejemplo, y no es algo pasajero?


Casi todos nosotros sufriremos un problema de salud mental en algún momento de nuestra
vida. En la mayoría de los casos, esta alteración mental es pasajera y no recibirá un
tratamiento especializado, a pesar de que el problema probablemente repercuta en la
satisfacción de su vida, en sus relaciones personales y sociales y en el trabajo y/o estudio.
Podemos padecer una enfermedad mental cuando los cambios en el pensamiento, en los
sentimientos o comportamiento causan angustia o repercuten negativamente en nuestra
vida diaria. Una enfermedad mental puede afectar nuestra capacidad de mantener el
rendimiento en el trabajo o en los estudios, mantener relaciones personales o familiares,
disfrutar con actividades de ocio o placenteras. Si experimentamos estos cambios por más
de 2 semanas es probable que podamos padecer alguna enfermedad mental.
En general, podemos necesitar ayuda profesional si tenemos cambios en la alimentación u
horarios de sueño, pensamientos inusuales, ansiedad, tristeza intensa, ataques de llanto,
falta de motivación, abuso de sustancias (ansiolíticos, alcohol, drogas), sentimientos de
desesperanza, incapacidad de concentración, cambios extremos de humor, irascibilidad,
cambios repentinos en tu personalidad, hostilidad o comportamiento violento, imposibilidad
de disfrutar de actividades que antes eran placenteras, pensamientos o ideas verbalizadas
de suicidio o muerte, también el pensar hacer daño a otra persona.
Si te preocupa tu salud mental no dudes en pedir ayuda. Tanto si una persona cercana puede
estar pasando por un momento complicado y necesita ayuda o nosotros mismos, lo mejor es
acudir cuanto antes a un experto para que nos ayude y saque de dudas. Y, así, comenzar a
dar solución al posible problema.

Bibliografía
Paulino, P. (mayo de 2020). Noticias en salud. Obtenido de El aumento en el uso de las nuevas tecnologías:
https://www.noticiasensalud.com/entrevistas/2020/05/26/el-aumento-en-el-uso-de-las-nuevas-
tecnologias-puede-repercutir-en-el-incremento-de-las-enfermedades-mentales/
Majo, A. (octubre de 2018). Psiquiatek. Obtenido de Influencia de las nuevas tecnologias en la salud mental:
https://psiquiatek.com/influencia-de-las-nuevas-tecnologias-en-la-salud-mental/

También podría gustarte