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Introducción 9
Antecedentes de la democracia 11
Democracia 15
Democracia mínima 17
Democracia substancial 25
Las políticas públicas y la democracia 28
Estado de derecho 40
Constitucionalismo y democracia 45
Constitución 49
Calidad de la democracia 57
Igualdad y libertad: desafíos de las democracias contemporáneas 58
Derechos mínimos 72
Características de las democracias con calidad 74
Democracia en el siglo xxi: claves para su evaluación 77
Teoría y práctica sobre la calidad de la democracia:
críticas a su aplicación 81
América Latina y México: retos regionales de la democracia
en un mundo globalizado 93
Referencias 107
Introducción • 9
INTRODUCCIÓN
1 Es importante señalar que, por tratarse de apuntes teóricos, en este apartado se retoma
Antecedentes de la democracia
tierras, abarcando las islas del mar Egeo y Asia menor, así como el sur de lo
que hoy es Italia y Sicilia (Burckhardt, 1947; Revista de Occidente, Madrid).
En esta época, después de varios conflictos sociales (la nobleza arrebató el
poder a los reyes principalmente), se formaron las primeras ciudades-Estado o
polis griegas, como Atenas, Esparta, Tebas, Corinto, Argos, etc., ocasionando
otra expansión de tribus griegas, tanto por tierra como por mar, donde apare-
cieron los primeros ejércitos y la moneda para las transacciones mercantiles,
lo que derivó a su vez en las primeras ideas de identidad y pertenencia por
compartir, pues además de la misma lengua, se reunían en los mismos lugares,
tenían celebraciones y fiestas sociales, además de cultos religiosos muy simi-
lares, etc. Después de este periodo, inició la edad clásica, que corre alrededor
del año 500 a 325 a.e., lapso del que ya se tienen registros fiables, además
de ser de conocimiento común que en él ocurrieron las llamadas Guerras
Médicas, enfrentamientos de griegos (en específico los jonios) contra per-
sas, en donde los primeros salieron victoriosos. Posteriormente, sucedieron
más enfrentamientos entre estas dos civilizaciones, batallas famosas como las
de Salamina, Maratón, Platea, Termópilas, etc.; ahí inició la época de esplen-
dor griego donde Pericles fue uno de los protagonistas por sus ideas llamadas
democráticas, donde se tienen los primeros registros de la democracia clásica.
Poco después, entre atenienses y espartanos, antiguos aliados en las gue-
rras médicas, surgió la escisión al querer estos últimos liberarse del dominio
ateniense. Este periodo es conocido como las guerras del Peloponeso, el cual
derivó en la decadencia de ambas polis y en el surgimiento del periodo hele-
nístico, que corre del año 325 a 30 a.e. Es durante este periodo cuando Alejan-
dro Magno, hijo del rey Filipo II de Macedonia, hereda una Grecia debilitada
devastada por los conflictos; no obstante, ayuda a derrotar al imperio persa y
expande la cultura griega por todo el Mediterráneo, Medio Oriente e India.
A la caída de Alejandro Magno y sus sucesores, como los Tolomeos, y al final
Cleopatra y Marco Antonio, los romanos terminaron por absorber la herencia
de la cultura griega. Las polis más importantes de Grecia fueron Esparta y
Atenas; esta última fue la más influyente cultural y políticamente, dado que
ahí surgió la idea de lo que conocemos como “democracia”.
El surgimiento de la democracia está precedido por acontecimientos, unos
engañosos y otros dudosos, no obstante, con registros más o menos certeros
a los que se les puede dar crédito; sucesos sangrientos como asesinatos, tira-
nías, golpes de Estado, entre otros, principalmente en la época de Pisístrato,
Cilón y Clístenes, por mencionar algunos; estos precedentes dieron la pauta
Introducción • 13
para que los ciudadanos griegos (helenos para ese tiempo) participaran en las
tareas políticas.
Las primeras ideas de democracia surgidas de Pericles, quien sentó las
bases del gobierno democrático, son muy distintas en muchos aspectos de lo
que conocemos hoy de esa forma de gobierno. Con cierta seguridad, obras
como la del ‘buen orden’, del legislador Solón, dieron aportes importantes
para lo que fue, a la postre, democracia. Por la palabra demokratia, los griegos
entendían “autogobierno ejercido entre iguales”.
La idea de democracia como un gobierno asambleario no es griega, se
puede rastrear en otras latitudes y en tiempos más remotos, en específico en
el medio oriente, como en Siria, Persia (Irán) e Irak (Sumer, antigua Sumeria,
considerada la primera civilización de la humanidad), donde ya registraban
las repúblicas (en ciernes) gobernadas por asambleas. Ejemplos de ello son las
ciudades fenicias de Biblos y Sidón. De esta zona se expandió hacia la India
y el Occidente, como en Grecia y el continente europeo, empezando por lo
que hoy es Italia (dada la presencia de los romanos en esa región). Lo que la
democracia significó y buscaba en sus inicios era un gobierno de los humil-
des, por los humildes y para los humildes; significaba un autogobierno entre
iguales cuyo poder soberano de tomar decisiones y guiar sus vidas radicaba
en los humanos y no en los dioses (Keane, 2018: 15-20).
Como se puede ver, las primeras ideas de lo que en la era moderna se co-
noció como “soberanía” se pueden rastrear desde aquí, no sin olvidar que este
concepto transitó del demos a las monarquías y regresó al pueblo. Igualmente,
el concepto semántico y gramatical de “democracia”, ‘gobierno del pueblo,
por el pueblo y para el pueblo’.
Pese a lo que una buena cantidad de escritos mencionan sobre el Ágora,
la que describen como el lugar donde se reunían para discutir los asuntos
públicos, ello no fue así del todo, pues ésta era la avenida principal que cru-
zaba desde la entrada de Atenas hasta su Acrópolis, espacio público en el
que se reunían toda clase de personas, residentes o no, para ver espectáculos,
desfiles, festividades sociales y religiosas, representaciones teatrales; era un
lugar para incluso holgazanear, hacer deportes o platicar cualquier cantidad
de temas, socializar, comprar y vender objetos, etc. Sin embargo, este espacio
tuvo un importante papel de identidad para los atenienses e incluso para los
migrantes y visitantes, dado que les daba una sensación de pertenencia a un
lugar libre que bridaba bienestar y respeto mutuo; la palabra que utilizaban
para describir esta percepción era aidós.
14 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
DEMOCRACIA
hoi pleiones, “los más”. En cambio, ésta es una acepción fundamental, porque
3)
la democracia se fundamenta, como veremos, en una regla mayoritaria que de-
riva de esta acepción;
ochlos, “la multitud”, una concentración ocasional que, no obstante, puede
4)
“calentarse”. En Atenas, la multitud era importante porque se trataba de una
democracia directa. Pero recobra su importancia a medida que la democracia
de los modernos ha ido activando a las masas y se sirve de ellas (2008: 16).
Nos parece que el último de los puntos es el que más puede causar polémica o
tener complejidad; es decir, el demos (la interpretación aristotélica de demos
significa ‘los pobres’) se latiniza en populus por los romanos, y a la postre,
en la Edad Media, éste se convierte en una figura jurídica con entidad orgáni-
ca; además, también tiene un tinte marxista que implica que el pueblo es ‘el
proletariado’, por lo que, en esta tesitura, el pueblo es una parte del demos, la
más pobre o la más numerosa (Sartori, 2008:17).
De lo anterior transitamos a discutir sobre mayorías y minorías, sobre
aquellos que tienen derecho de mandar, que serían “los más”, pero en el res-
peto de los derechos de la minoría, por lo cual hay en la teoría una generalidad
de sustentar que en la práctica la democracia se inspira en el principio de la
mayoría limitada o moderada; si no es así, vivirá un día y comenzará a morir
al día siguiente (Sartori, 2008: 17). Este tránsito implica analizar o considerar
la relación de pueblo y poder.
De la palabra “poder” también existen muchas definiciones al respecto.
Una de ellas es que éste es una relación en donde un individuo tiene el poder
sobre otro para obligarlo a hacer lo que de otra forma no habría hecho por
sí solo. Esta acepción es muy básica. El asunto se complica cuando la rela-
ción deja de ser de individuo a individuo o entre individuos y se ejerce entre
colectividades. El pueblo tiene el poder sobre el mismo pueblo, en donde
existe una relación vertical de abajo hacia arriba y viceversa, y en donde en un
primer momento el pueblo es gobernante y en el siguiente es gobernado. Este
proceso es delicado, pues debe vigilarse y darse seguimiento puntual de los
tránsitos o transmisiones del poder bien controlados, debido a que en muchas
ocasiones entre poco y nada tiene que ver el gobierno que se ejerce sobre el
pueblo del gobierno del pueblo. Respecto a esto último, es la maquinaria del
constitucionalismo la que se encarga de ello (Sartori, 2008: 21); también se
le conoce como el constitucionalismo democrático, lo que implica hablar del
denominado Estado democrático de derecho que abordaremos más adelante.
Democracia • 17
Democracia mínima1
Antes de entrar directamente con el propósito del título de este subtema, sólo
como preludio añadiremos que, como ya se ha mencionado, dentro de la lite-
ratura hay un consenso generalizado de dividir a la democracia en dos grandes
ámbitos: el doctrinal o teórico y el pragmático o empírico. Dentro del doctri-
nal, se pueden identificar dos grandes modelos, a saber: el modelo competitivo
y el modelo pluralista2 (Gurutz, 1995: 87-88).
Como ya se apuntó líneas arriba, la teoría de la democracia es muy vasta,
por lo cual en este trabajo entenderemos por ella, en un sentido más restrin-
gido o acotado, a la procedimental o teoría competitiva de la democracia
como la llama Sartori; o bien, mínima o procedimental. Esta última acepción
se debe a la clásica definición del economista de origen inglés Joseph Alois
Schumpeter, quien enuncia una aproximación al concepto de democracia de
la siguiente forma: “El método (democrático) es el que usa una nación para
llegar a la toma de decisiones: son reglas para el pueblo” (aunque reconoce
que éstas son insuficientes). Posteriormente, la define así: “El método demo-
crático es el arreglo o mecanismo institucional para llegar a decisiones políti-
cas en las que algunos individuos adquieren el poder para decidir, por medio
de una lucha competitiva por el voto de las personas” (Sartori, 1992: 47).
A esta concepción, a la postre, se le denominó procedimental.
Nos parece importante aclarar y criticar desde aquí que, limitarse a la con-
cepción mínima en el sentido de la democracia formal −esto es, aquella que
se basa en los mecanismos del acceso al ejercicio del poder−, sólo es elegir,
que no es lo mismo que gobernar; gobernar democráticamente es respetar
los derechos de la minoría, aun si se decide conforme a la mayoría, como lo
establece la democracia.
Sobre teoría de la democracia, la propuesta de Robert Alan Dahl señala
que para que se pueda dar una democracia a gran escala se necesitan siete
elementos o instituciones básicas, a saber:
1 Para profundizar en este ámbito y en algunos elementos expuestos aquí, pueden verse
previamente en Figueroa, 2017.
2 Para quien se interese en profundizar en el tema, véase la obra de David Held, en donde se
3
También, del mismo autor, véase La democracia: una guía para los ciudadanos (Madrid:
Santillana, 1999, pp. 99-100).
Democracia • 19
Tabla 1
Definición de puntuación poliárquica
Lugar Breve interpretación
Se llevan a cabo elecciones justas significativas, hay libertad absoluta para la or-
1 ganización y la expresión política y alguna presentación preferencial de las opi-
niones oficiales en los medios de comunicación.
Se llevan a cabo elecciones justas significativas y hay libertad absoluta para la or-
2 ganización política, pero se reprimen algunas discrepancias públicas y hay presen-
taciones preferenciales de las opiniones oficiales en los medios de comunicación.
Poliarquías
Poliarquías
E
s
t
a
d
o
Democracia
5 Todos estos principios están en la mayoría de los autores que hablan de la democracia,
entre los más destacados se encuentran Bobbio, Dahl, Downs, Duverger, Habermas, Sartori,
Tourarine y muchos más.
22 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
1) Todos los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría de edad, sin distin-
ción de raza, de religión, de condición económica o de sexo, deben disfrutar
de los derechos políticos, es decir, que cada uno debe disfrutar del derecho a
expresar la propia opinión o de elegir a quien le exprese por él; 2) el voto de
todos los ciudadanos debe tener igual peso; 3) todos aquellos que disfrutan
de los derechos políticos deben de ser libres de poder votar según la propia
opinión formada lo más libremente que sea posible, es decir, en una compe-
tencia libre entre los grupos políticos organizados en competencia entre ellos;
4) tienen que ser libres también en el sentido de que deben encontrarse en
condiciones de elegir entre las soluciones diversas, es decir, entre partidos que
tengan programas distintos y alternativos; 5) tanto para las elecciones como
para las decisiones colectivas debe valer la regla de la mayoría numérica, en
el sentido de que se considere elegido al candidato o se considere válida la
decisión que obtenga el mayor número de votos; 6) ninguna decisión tomada
Democracia • 23
Como se puede ver en las líneas anteriores, Bobbio coincide con Sartori y
Dahl: también considera fuentes de información, autonomía asociativa para
participar en asuntos políticos y la garantía del voto inclusivo, libre e igualita-
rio. El rubro a destacar aquí es el relacionado con los derechos de la mayoría
a decidir, mismos que no deben restringir los derechos de la minoría sino que,
por el contrario, deben respetarse de tal forma incluso que no se limiten los
derechos y mecanismos democráticos, para que la minoría, que lo es en un de-
terminado momento, pueda convertirse en mayoría a la postre.
Por su parte, Jürgen Habermas va más allá en su postura y señala que las
democracias cumplirán el mínimo procedimental necesario en la medida en
que garanticen: “a) la participación política del mayor número posible de
ciudadanos interesados, b) la regla de la mayoría para las decisiones políti-
cas, c) los derechos de comunicación habituales y con ello la selección entre
programas diversos y grupos rectores diversos y d) la protección de la esfera
privada” (2008: 380). Y agrega que la ventaja de esta descripción minimalista
consiste precisamente en su carácter descriptivo, que comprende el contenido
normativo de los sistemas políticos (380).
En esta tesitura de argumentación, es el Estado democrático quien tutela
la garantía de los principales derechos, como de libertad, igualdad, libertad
de asociación y participación, así como la existencia de varios partidos en
competencia entre sí, elecciones periódicas mediante el sufragio universal,
decisiones colectivas o pactadas sobre la base del principio de la mayoría, y
en todo caso siempre tras un libre debate entre las partes o entre los aliados
de una coalición gubernamental. Nótese que los planteamientos de este autor
también coinciden con los de Dahl y Bobbio.
Para Barber, la democracia liberal occidental actualmente confía, con fuer-
za, en la política realista. Juntos, parlamentos y tribunales dictan instrumentos,
sanciones e incentivos jurídicos con la finalidad de controlar los comporta-
mientos de los sujetos, aunque no los alteran ni los transforman (2004: 72).
Es decir, les permiten el ejercicio de sus libertades y derechos sin modificar
su esencia o naturaleza; intentan únicamente sujetarlos o regularlos mediante
instrumentos jurídicos, por lo cual la violación a las normas, y en general al
Estado de derecho, siempre es latente. He aquí la importancia que menciona-
ba Sartori al referirse al control de la transmisión del poder y de vigilar a los
24 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
glas que nos dicen quién está autorizado para decidir y cómo (bajo cuáles
procedimientos) debe hacerlo. Es decir, la democracia es, simplemente, un
conjunto de reglas de procedimiento para la formación de decisiones colec-
tivas (Bobbio, 1986: 14ss). La regla de la mayoría numérica debe valer para
estas decisiones colectivas, pero ninguna decisión de la mayoría debe limitar
los derechos de la minoría (Salazar, 2008: 136-137), puesto que se corre el
riesgo de caer en lo que se ha dado en denominar la tiranía de las mayorías,
precisamente por ignorar e incluso vulnerar los derechos de las minorías,
fenómeno recurrente en muchas latitudes del orbe, sobre todo en América
Latina.
Como se puede observar hasta aquí, en la literatura especializada sobre el
tema la democracia tiene dos ámbitos metodológicos relevantes, dependiendo
de lo que se quiera expresar con ella. Por un lado, está la denominada demo-
cracia mínima, formal o procedimental, y por otro, la democracia substancial
o de contenidos.
Democracia substancial
DEMOCRACIA
Esta concepción implica como mínimo: Esta concepción implica como mínimo:
El siglo xxi demanda tener gobiernos cuyas acciones sean eficaces y de na-
turaleza pública. Actualmente, “las acciones de gobierno, que tienen como
propósito realizar objetivos de interés público y que los alcanzan con eficacia
y aun con eficiencia, son las que en términos genéricos pueden llamarse polí-
tica pública” (Aguilar, 2010: 17).
Aunque siguen siendo pertinentes las ideas que dieron origen a la disci-
plina de las políticas públicas en la década de los cincuenta del siglo xx, hoy
6 Con matices distintos, este apartado puede verse también en Figueroa y González, 2018.
Democracia • 29
grupos sociales que padecen los efectos negativos del problema en cuestión
(beneficiarios finales) (2008: 37).
7 Esta cita de Luis F. Aguilar Villanueva fue extraída de su conferencia videograbada “Las
políticas públicas de la nueva gobernanza democrática”, primera parte, editada por la Flacso
sede México, publicada el 17 de julio de 2012 en el portal de internet <www.youtube.com/
watch?v=bDEXkbyTRWI> y consultada el 12 de marzo de 2014 (duración 1:54:15).
8 En 1951, se publicó el trabajo de Lerner y Lasswell The Policy Sciences, en donde apare-
ció el artículo “The Policy Orientation” de Harold D. Lasswell, en el cual expone el proyecto
original de ciencias de políticas –policy sciencie– que se definen como “el conjunto de disci-
plinas que se ocupan de explicar los procesos de elaboración y ejecución de las políticas, de la
recopilación de datos y de la producción de interpretaciones relevantes para los problemas de
políticas en un periodo determinado” (1951: 3).
Democracia • 33
9 Es importante no confundir el análisis de las políticas públicas con el estudio del proceso
de las políticas públicas. Este último es una herramienta heurística para comprender, explicar
y organizar el análisis de las políticas públicas.
34 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
10 De acuerdo con Lasswell, “la palabra política (policy) ha sido usada con frecuencia para
designar las elecciones más importantes de la vida organizada y de la privada” (1951: 83).
Democracia • 35
artículo de Harold D. Lasswell titulado de “The Policy Orientation”. En este trabajo pionero
se exponía que el objeto principal de las ciencias de políticas sería contribuir a la mejora de las
decisiones públicas a largo plazo. Según Lasswell, esta ciencia se define como “el conjunto de
disciplinas que se ocupan de explicar los procesos de elaboración y ejecución de las políticas,
de la recopilación de datos y de la producción de interpretaciones relevantes para los proble-
mas de políticas en un periodo determinado” [N. del A. Lasswell, 1951: 3-15].
Democracia • 37
Figura 1
Una mirada al proceso de la política pública
Produce
Produce
Implementación de la
política Acciones de política
Conduce a
1. Efectos de la política
2. Evaluación de los efectos
3. Decisiones sobre el futuro de la política (programas)
una solución. Según Bazua y Valenti, “no sólo son inadecuadas las políticas
hasta ahora diseñadas, sino, más grave aún, crecientemente lo es además el
actual esquema de instituciones políticas y de políticas con que se enfrentan
tales problemas” (1993: 27).
Para Cohen y Franco, la importancia de las políticas públicas radica en que
“no sólo [pueden] mejorar las condiciones de vida de la población, sino [que]
también contribuyen a asegurar el crecimiento económico futuro” (2006: 7).
Entonces, ¿por qué no se registran mejoras evidentes en los indicadores so-
ciales?, ¿por qué no encontramos mejores diseños de políticas y programas
públicos? o ¿por qué las políticas públicas no han resuelto los problemas que
más aquejan a la sociedad? Todas estas preguntas son pertinentes, aunque la
solución se encuentra en la capacidad de análisis de las políticas públicas para
articular adecuadamente el componente político y técnico, en un contexto de
gobernanza y calidad de la democracia. Este es otro aspecto por el cual el
ámbito substancial de la democracia y las políticas públicas se estrechan más
en su relación o vínculo.
Para cerrar estas ideas, véase cómo esquemáticamente puede representarse
la democracia procedimental:
Democracia procedimental
Instituciones básicas
los que dan lugar a Robert Leonardo Compromiso de
Alan Acepciones reconocimiento
una democracia asequibles de la Morlino
Dahl a las reglas aceptadas
democracia colectivamente
(Procedimental)
Luigi
Norberto Ferrajoli La condición de la
Reglas para Bobbio democracia son
decisiones colectivas las reglas
Jürgen Guillermo
Habermas O’Donnell
Mínimo
Procedimental La legalidad o
para su garantía rule of law
Estado de derecho12
12
Con matices y objetivos distintos, una versión preliminar de los siguientes apartados se
puede encontrar en Figueroa, 2016.
Democracia • 41
Para cada uno de estos puntos relativos a la aplicación eficiente del sistema
legal y la resolución equitativa de los problemas contenciosos dentro del mis-
mo, existen diversos análisis cualitativos y cuantitativos y sus correspondien-
tes datos que se pueden señalar y analizar caso por caso, utilizando técnicas
cualitativas principalmente. En su conjunto, así resulta posible reconstruir
para cada caso las características principales y el grado de rule of law exis-
tente en un determinado país.
Otra acepción de rule of law la podemos encontrar en Maravall, quien
sostiene que una definición mínima se refiere a la aplicación de leyes que (i)
hayan sido promulgadas y aprobadas siguiendo procedimientos preestableci-
dos; (ii) que no sean retroactivas, sino generales, estables, claras y ordenadas
jerárquicamente, y (iii) que se apliquen a casos particulares por tribunales in-
dependientes del poder político y accesibles a todos, cuyas decisiones respon-
dan a requisitos procedimentales, y que establezcan la culpabilidad mediante
el proceso ordinario (Maravall, 2002). Teniendo la idea clara del Estado de
derecho y su ejercicio efectivo dentro de la democracia, podemos observar
cómo la política ha tomado cauces en el ámbito jurídico, así como sus propias
reglas lo establecen.
En este sentido, se ha presentado la continua y muy difundida tentación de
los políticos de usar la ley contra los adversarios cuando, por ejemplo, la opo-
sición está condenada a serlo durante mucho tiempo y no tiene oportunidad
de una victoria electoral, o cuando el gobierno ve en la intervención de los
jueces un modo para fortalecerse contra la oposición (Morlino, 2009: 192); en
42 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
13 Para adentrarse en este tema, en estos autores se puede ver la postura argumentativa acerca
Constitucionalismo y democracia
habrá más gobierno o mando, porque sólo se aplicarán unas normas imper-
sonalmente válidas. “La legitimidad del Estado liberal se basa en la general
legalidad del ejercicio del poder; esto es: que el imperio de la ley, interpre-
tado liberalmente, implica sencillamente que todas las acciones del Estado y
por ende de sus instituciones deben ser legales (sobre la base de la ley)”
(Slagstad en Elster y Slagstad, 2001: 132-134).
El propósito central del constitucionalismo liberal es, como ya se men-
cionó, por un lado, institucionalizar un sistema de mecanismos de control del
poder del Estado, y, por otro, otorgar defensas al ciudadano frente al poder
del Estado. En esta tesitura, las instituciones consisten en una serie de prohi-
biciones y frenos con respecto al Estado, un sistema de garantías de la libertad
del ciudadano y uno de limitaciones al poder del Estado. Lo que está en juego
en cualquier proceso de democratización son las garantías, que sólo pueden
ser institucionales y legales (Przeworski en Elster y Slagstad, 2001: 100). Re-
iteramos, el vínculo, al menos tanto jurídico como político entre democracia
y Estado de derecho, son los derechos humanos o derechos fundamentales.
He aquí un esquema para evidenciar esto:
DDHH
D
e
m
o
c
r
a
c
i
a
Estado de derecho
Fuente: Elaboración propia con base en la revisión teórica aquí realizada.
Constitución
18 Esta dicotomía, si bien no es nueva desde el punto de vista del derecho, dentro del ámbito
Ahora bien, podemos entender que son normas que disciplinan la organiza-
ción del Estado y el ejercicio del poder estatal, o bien, normas que disciplinan
las relaciones entre el Estado y los ciudadanos, o aún más, normas que dis-
ciplinan la legislación, es decir, normas que establecen la creación tanto de
órganos del Estado y el ejercicio del poder de éstos, así como la formación
de otras leyes –esto último, muy particularmente en la tesitura de Kelsen–.19
Para completar la idea del párrafo anterior, Lassalle, por ejemplo, en un
aspecto similar al de Kelsen, alude que para considerar una ley como funda-
mental es necesario:
1º. Que la ley fundamental sea una ley que ahonde más que otras leyes comu-
nes, como ya su propio predicado de ‘fundamental’ lo indica.
2º. Que constituya –pues de otro modo no merecería llamarse fundamental–
el verdadero fundamento de las otras leyes: es decir, que la ley fundamen-
tal si realmente pretende ser acreedora a ese nombre, deberá informar y
engendrar las demás leyes ordinarias basadas en ella.
3º. Pero las cosas que tienen un fundamento no son como son por antojo, pu-
diendo ser también de otra manera, sino que son así porque necesariamente
tienen que ser.
[…] Aquí obra la ley de la necesidad y no de otro modo (Lassalle, 2001: 58-
59. Las cursivas son nuestras).
A esto, para acotar la cita anterior, en la teoría general del derecho se le conoce
como las fuentes del derecho y su respectiva jerarquía; además, es fundamen-
tal porque profundiza más que cualquier otra ley y es la suma de los factores
reales de poder en una sociedad determinada. Con respecto a la jerarquía, lo
veremos en el apartado de derecho constitucional más adelante. Asimismo,
debemos tomar en cuenta que toda constitución e incluso el mismo Estado,
en el sentido moderno, es de corte liberal. Sobre ello, el eje rector de fondo en
este tema es el liberalismo.
A la Constitución también se le conoce como “ley fundamental”, “ley o
norma suprema” o “carta magna”. Este último término se debe a los primeros
pactos entre el Príncipe y los súbditos –o vasallos o estamentos–, que datan
19 Para abundar más sobre estas posturas de vital importancia para la creación de las leyes
de 1215 y que eran llamados cartas magnas, en donde se otorgaban por escri-
to convenios y algunos derechos (Schmitt, 1996: 83-84). Incluso, el primer
ejemplo de una Constitución es la de 1653 –Cromwell–. En este caso, la
palabra fundamental significaba –y ahora también– permanente e invariable,
pese a los cambios políticos o lo que fuese, tanto en el parlamento como en
el gobierno (Schmitt, 1996: 29-38). El avance que han tenido las distintas de-
nominaciones va desde un pacto político hasta una norma fundamental, como
veremos en el desarrollo de este trabajo.
Para que una norma fundamental se diferencie de otra norma ordinaria, es
preciso que ésta sea creada por un órgano especial diferente del legislativo
común, y declarada de forma solemne; que indique su supremacía hacia el
resto de las demás normas; que exprese valores y principios que impregnen
todo el ordenamiento y a los derivados de éste, así como a las instituciones
que emanen de dicha norma. Igualmente, debe determinar lo que se denomi-
na la forma de Estado, la forma de gobierno y la producción normativa, y un
procedimiento específico para reformarla o modificarla que se diferencie de
la modificación de las demás normas; además de, como ya mencionamos, los
derechos de los ciudadanos y los límites al ejercicio del poder del Estado.20
Es importante que lo anterior esté plasmado en una Constitución para po-
der diferenciarla de todo documento normativo tal como el concepto lo enun-
cia; de lo contrario, sólo estaríamos hablando de un instrumento legal como
cualquier otro sin diferencia jerárquica alguna, o llamarle con otro nombre
equivalente sin otra especificación que la diferencie, como solemnidad, su-
premacía o forma especial de modificación, entre otros. Para ello, es necesa-
rio que dicho documento contenga ciertas características formales, como un
particular régimen jurídico, un límite al poder político, división de poderes,
estructura del Estado y los derechos y libertades ciudadanas, como mínimo.
Asimismo, la importancia de especificar un procedimiento especial para mo-
dificar una constitución con respecto a cualquier otra norma tiene la finalidad
20 Estas características se pueden encontrar en la vasta literatura que hay al respecto, como
de que todo aquello que en ésta se estipule no pueda ser modificado de forma
sencilla como en cualquier otra ley, sino que deba pasar por un proceso que
conlleve el consenso de una amplia mayoría, así como la permanencia y vi-
gencia de su contenido, aun cuando en la sociedad en la que se observe dicha
ley fundamental ocurran cambios importantes.
Ahora bien, para cerrar este apartado y dar pauta al ámbito del derecho,
centraremos a la Constitución en su aspecto más jurídico, por lo que retoma-
remos a uno de los teóricos más influyentes, Kelsen. Según éste, la Constitu-
ción puede ser observada en dos sentidos: material y formal. Esta afirmación
incluye las demás normas distintas a ella.
El primero está constituido por los preceptos que regulan la creación de
normas jurídicas generales y, especialmente, la creación de las leyes. Asi-
mismo, contempla la creación de los órganos superiores del Estado y sus
competencias. Otro elemento material son las relaciones de los hombres con
el propio poder estatal y los derechos fundamentales de los mismos. La Cons-
titución en sentido material implica, ‘pues’, el contenido de una Constitución
(Kelsen, 2010: 49-82).
Entonces, se puede decir que la Constitución, en su sentido material, com-
prende tres aspectos básicos o mínimos: 1) el proceso de creación de las nor-
mas jurídicas generales, 2) las normas referentes a los órganos del Estado y
sus competencias y 3) las relaciones de los ciudadanos con el control estatal.
En el segundo (sentido formal) –según Kelsen–, la Constitución es cierto
documento solemne, un conjunto de normas jurídicas que sólo pueden ser mo-
dificadas mediante la observancia de prescripciones especiales, cuyo objeto
es dificultar la modificación de tales normas (Kelsen, 1996: 147). Dicho pro-
cedimiento es distinto al establecido para modificar leyes ordinarias, en el
sentido ya mencionado anteriormente. Así, la Constitución, formalmente, es
el documento legal supremo.
Hay otros autores que también han realizado una clasificación de las cons-
tituciones. El jurista inglés J. Bryce, por ejemplo, fue uno de los primeros
en clasificarlas en rígidas y flexibles, de acuerdo con el procedimiento para
reformarlas (Bryce, 1952: 25-26). K. Loewenstein, por su parte, retomó las
clasificaciones previas y las agrupó por rígidas y flexibles, y escritas y no
escritas, y agregó el carácter ontológico donde colocó su finalidad; en éste
se planteó: ¿cómo es ejercido el poder político?, considerado como el funda-
mento de todas las organizaciones políticas, buscando con ello institucionali-
zar la distribución del ejercicio de este poder y evitando su concentración en
54 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
Hasta aquí, esperamos que el lector tenga los elementos suficientes para
saber lo que una es una constitución, su significado y contenido, desde el en-
foque de la teoría constitucional, así como los vínculos entre ambos temas o
ámbitos. El siguiente esquema puede ser útil:
Perspectiva teórica-filosófica
sobre la mejor forma de convivencia entre los seres humanos es bastante anti-
gua. Desde la tipología aristotélica1 hasta la teoría del materialismo histórico,2
se ha discutido sobre la conveniencia o inconveniencia de las distintas formas
de gobierno.
Dentro de una concepción moderna, es la sociología, a partir de diversas
corrientes de pensamiento propias de la teoría política y desde el punto de vis-
ta de la sociedad, la que se ha encargado de retomar tan dificultosa discusión,
y se ha planteado como uno de sus principales objetivos definir las caracterís-
ticas del mejor tipo de gobierno para las sociedades actuales.
Hablamos de un tema que autores clásicos como Thomas Hobbes (1980),
John Locke (1998) y Juan Jacobo Rousseau (2000) abordaron hace cientos de
años; no obstante, éstos permanecen vigentes en la medida en que justifican
o critican a la democracia como forma de organización social, y en que argu-
mentan cómo valores y principios como la igualdad, la libertad, la represen-
tación, la legitimidad, la soberanía, el pacto social y los derechos del hombre
deben ser constitutivos de las instituciones políticas. En esta segunda parte
comenzamos definiendo los valores éticos que dieron origen a las primeras
sociedades y, en consecuencia, a las primeras desigualdades. Se aborda un
estado intermedio entre el estado natural de los hombres y las sociedades, de-
nominado pacto social. Por último, explicaremos las características generales
que a partir de cada uno de los autores debe tener un estado civil o político.
La igualdad y la libertad como valores políticos tienen una relación his-
tóricamente recíproca con el establecimiento de los sistemas políticos: desde
la perspectiva teórico-filosófica, la igualdad y la libertad de las personas se
definen como valores políticos en tanto parte constitutiva de cualquier sistema
como forma de gobierno.
La teoría iusnaturalista, principalmente, es la que defiende la idea de que
los seres humanos nacen siendo iguales, y que dicha igualdad consiste en la
capacidad de decidir cómo y quién los debe gobernar. La igualdad existe por
naturaleza y persiste independientemente de las perspectivas teóricas que se
utilicen para su estudio.
Thomas Hobbes, John Locke y Juan Jacobo Rousseau son tres represen-
tantes de la filosofía política clásica, exponentes de la teoría iusnaturalista,
misma que tuvo como objetivo resolver tres cuestiones importantes: 1) si el
estado de naturaleza del ser humano (antes de haberse conformado en socie-
dad) fue histórico o imaginario; 2) si dentro de ese estado natural el hom-
bre fue pacífico o violento, y 3) si el hombre es un ser aislado o social por
naturaleza.
Los tres filósofos compartieron el mismo esquema de referencia que les
permitió fundamentar su teoría acerca del carácter natural del hombre:
dios para conservarla; es una obligación que indica al hombre utilizar todos
los medios a su alcance para preservar su vida.
Si bien Hobbes habla de una igualdad natural entre los hombres, existe un
inconveniente en ese estado. Estando el hombre en igualdad de condiciones, y
partiendo de que el hombre es agresivo desde su origen porque se deja llevar
por sus pasiones, como el deseo de sobrevivencia y el deseo de cosas para
hacer de su vida más cómoda, se deriva una desconfianza con respecto a los
demás individuos, pues el hombre, al conocer lo malo y violento que puede
ser para lograr sus fines, sospecha que cada uno de los que lo rodean es capaz
de atacarlo. De esta desconfianza se deriva una anticipación a las acciones
que puedan tener los demás en contra de uno mismo, pues el hombre antes de
sufrir algún daño, prefiere anticiparse a la agresión de la que podría ser objeto
y atacar él primero. De esta anticipación a las acciones violentas de los demás,
se deriva la guerra, ya que al estar todos los hombres a la expectativa de que
puedan ser atacados, se agreden unos a otros en forma constante, por lo que la
preservación de su vida corre peligro en este estado de naturaleza; además, se
origina también la anarquía.
La idea de Hobbes respecto a la conformación del primer estado consiste
en el siguiente principio: si el valor esencial del hombre es la preservación
de la propia vida, y en el estado de naturaleza corre peligro esta cualidad
fundamental por las razones anteriormente explicadas, la razón del hombre
le indica que lo mejor para la conservación de su vida es salir de ese estado
primitivo y salvaje, por lo que se ve interesado en buscar alternativas; de lo
que deviene el contrato social como un acuerdo racional entre todos los indi-
viduos que ceden su derecho natural a un poder soberano. El poder soberano
sólo existe si se realiza el pacto, y puede ser integrado por una o más personas.
Es un poder absoluto que posee y, por consecuencia, regula los derechos de
cada uno de los contratantes.
Como resultado de la realización de este pacto racional entre los hombres,
se establece la etapa final de la conformación del nuevo estado, llamada esta-
do civil. Éste es un estado artificial construido por los hombres, con un orden
político que rige sus acciones; en consecuencia, prevalece una desigualdad ar-
tificial (política) entre los que mandan y los que obedecen. Esta desigualdad la
entiende Hobbes como legítima, pues se establece por mutuo consentimiento
a través del contrato social, el cual se realiza para cumplir con el fin último
de la existencia del hombre: preservar su vida. El estado civil rompe con el
estado de naturaleza, pero lo precede porque obedece los preceptos de la ley
Calidad de la democracia • 63
Por esta razón, el filósofo considera que la sociedad tiene un carácter ne-
gativo, causante de todas las desgracias de los hombres, y concibe al estado
de naturaleza como un estado bueno y armónico. Por otro lado, para Rou-
sseau la cualidad esencial del hombre en su estado natural, a diferencia de
Calidad de la democracia • 67
Perspectiva jurídico-social
encuentra viviendo bajo un régimen autoritario, lo cual significa un poco más de un tercio de
la población total (Democracy Index, 2018).
Calidad de la democracia • 71
trado– una norma jurídica (Ferrajoli, 2002: 78). Es decir, fue la primera carta
constitucional en el mundo que convirtió la igualdad de hecho a la igualdad
de derecho; la igualdad implícita a la igualdad explícita; la igualdad pasó de
ser una característica a un valor jurídico reconocido.
Este principio normativo se basa no sólo en el reconocimiento legal de la
igualdad y, por tanto, en el reconocimiento de los derechos fundamentales de
las personas, sino también en la necesidad de contar con un sistema de garan-
tías que asegure su cumplimiento y efectividad, mediante la libre afirmación
y el desarrollo de las y los ciudadanos, sin abandonarlos al libre juego de la
ley, sino haciéndolos sujetos de ésta.
En este sentido, la igualdad, en términos normativos, quiere decir que los
diferentes deben ser respetados y tratados como iguales, y que, siendo ésta
una norma, no basta enunciarla sino que es necesario observarla y sancionarla
en caso de incumplimiento. La igualdad jurídica es, entonces, un principio
regulado sobre la forma universal de los derechos que se ha convenido sean
fundamentales: del derecho a la vida a los derechos de libertad y de los de-
rechos políticos a los sociales, hasta el tratamiento igualitario ante la ley
(Ferrajoli, 2002: 79).
Prácticamente, no existe ningún sistema político democrático en el mun-
do que no posea una carta constitucional de derechos en la que se incluya la
igualdad jurídica como valor fundamental de las personas y, en consecuencia,
que no disponga de una estructura institucional y administrativa que se encar-
gue, por lo menos, de atender los asuntos legales relacionados con ese valor.
La definición jurídica de igualdad obliga a los regímenes a reconocer la
existencia de desigualdades, que ya sean económicas o sociales, se consideran
como disparidades entre sujetos, producidas por la diversidad de sus derechos
patrimoniales, así como de sus posiciones de poder y sujeción, y que, por
tanto, corresponde atenderlas a las distintas esferas jurídicas del Estado (Fe-
rrajoli, 2002: 82). Se reconoce la obligación de las instituciones democráticas
no sólo para atender, sino para reducir las desigualdades.
De esta manera, la igualdad está conectada tanto a los derechos fundamen-
tales: como los de libertad y de respeto a las diferencias, como a los derechos
sociales: la reducción de las desigualdades mediante la estructura administra-
tiva e institucional.
Así, este es un tipo de relación que podemos llamar garantista porque
los países catalogados o que se asumen como democráticos cuentan con una
carta de derechos o constitución política en donde se establece la obligación
de las instituciones del Estado para garantizar la igualdad y la libertad de las
72 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
Derechos mínimos
[…] que presenta una estructura institucional estable, que hace posible la li-
bertad e igualdad de los ciudadanos mediante el funcionamiento legítimo y co-
rrecto de sus instituciones y mecanismos. Una buena democracia es, por tanto
y ante todo, un régimen ampliamente legitimado que satisface completamente
a los ciudadanos (calidad en términos de resultados). […] una democracia con
calidad es aquella en la que los ciudadanos, asociaciones y comunidades que
la componen disfrutan de libertad e igualdad (calidad en términos de conteni-
do) […] en una buena democracia los ciudadanos tienen el poder de verificar
y evaluar si el gobierno trabaja por los objetivos de libertad e igualdad de
acuerdo con el gobierno de ley y la rendición de cuentas de los gobernantes
electos en relación con las demandas expresadas por la sociedad civil –calidad
en términos de procedimiento– (Morlino, 2005: 38-39).
1. Es aplicable a cualquier país cuyo régimen político se defina como una de-
mocracia; la diferencia entre los países con larga trayectoria democrática
como en Europa y Norteamérica con respecto a las incipientes democra-
cias en África, Asia o Latinoamérica, radica en el grado o en la medida en
que la libertad y la igualdad de los ciudadanos se hace posible, de acuerdo
con las condiciones históricas, económicas, políticas y sociales de cada país;
2. La definición permite mantenerse al margen de posturas ideológicas y/o
políticas que, por un lado, podrían obligar a asignar el carácter democrá-
tico a los sistemas políticos conforme a las reglas procedimentales es-
tablecidas; y por otro, que impulsan la idea del predominio de sistemas
antidemocráticos, basados fundamentalmente en exigencias y demandas
de diversos grupos o sectores sociales;
3. Nos obliga a pensar el sistema político en términos de contenido, valores
y origen de la democracia; propicia la discusión no sólo sobre el trabajo
de las instituciones como puente de comunicación entre el gobierno y la
sociedad, sino sobre sus aportaciones y alcances para lograr la igualdad y
libertad de las y los ciudadanos, mediante el ejercicio pleno de derechos
que tienen que ver con la aplicación igualitaria de la ley, así como con la
obligación de los gobernantes para rendir cuentas sobre sus actos y/u omi-
siones en cuanto a sus funciones públicas.
En línea con su definición, una buena democracia tiene al menos ocho dimen-
siones de variación que deben colocarse en el centro de su análisis empírico
(Morlino, 2012).
Las primeras cinco son dimensiones procedimentales porque se atie-
nen principalmente a las reglas y sólo indirectamente a los contenidos de la
democracia:
Rendición de cuentas
Se entiende que todos los agentes, públicos y privados, incluyendo los del
más alto nivel, son sujetos de una apropiada legalidad establecida, con contro-
les que aplican todo el peso de la ley sobre sus actos u omisiones.6 Se refiere
a la existencia de mecanismos institucionales que vigilan el cumplimiento
de las atribuciones y facultades de los servidores públicos y el apego a la
legalidad de las acciones de los actores privados. En caso contrario, también
se refiere a la aplicación de sanciones que pueden ser de tipo administrativo,
hasta privativas de la libertad (ambas contempladas en códigos penales y/o
en leyes generales). De aquí que cada ciudadano sea sujeto de la autoridad
legal de una o de más instituciones, y que nadie se debe encontrar por encima
o por debajo de la ley.
No obstante, es necesario diferenciar dos tipos de rendición de cuentas:
aquellas que se deprenden del resultado de un proceso electoral y las que se
derivan de órganos o instituciones de atención, vigilancia y sanción de actos
ilegales:
vistos como suplicantes de la bondad del gobierno o del Estado. Los ciudada-
nos –como agentes y portadores de un conjunto de derechos civiles y even-
tualmente también de derechos sociales– tienen el derecho de ser tratados con
total consideración y respeto, en condiciones de igualdad.
Participación y competencia
Responsividad
Igualdad y libertad
Problemas teóricos
Es así como Przeworski establece que la democracia tiene límites con relación
a la igualdad económica, la participación efectiva y la libertad. La igualdad
política perfecta no es posible en sociedades económicamente desiguales. Por
ello, formar gobiernos por personas seleccionadas en elecciones periódicas se
transformó en la segunda mejor opción, en el mecanismo idóneo para reflejar
90 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
Con base en lo anterior, lo que vale la pena resaltar es que, con todo y sus
límites y desafíos:
América Latina
Las democracias del siglo xxi no han conseguido satisfacer las expectativas
ciudadanas sobre algunos de los procedimientos, contenidos y resultados de
la democracia (Martínez González, 2009), ante lo cual se ocasiona un descon-
tento por la democracia.
94 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
Por otra parte, la más reciente medición del Índice de Desarrollo Democrático
de América Latina (2016) reportó que uno de los retos más importantes de la
región es alcanzar un grado de desarrollo sostenible que logre sortear con efi-
ciencia, los liderazgos autoritarios, la corrupción, la pobreza y la desigualdad,
así como la violencia común y de alto impacto que afectan de manera general
a los 18 países objeto del último estudio.
Como se afirmó en apartados anteriores, la evaluación sobre el desempeño
de la democracia y de sus instituciones es útil para resaltar aquellas políticas
públicas que tienden a lograr ese desarrollo sostenible o, en su defecto, para
poner en evidencia las prácticas que lo impiden, e identificar fallas estructura-
les en el sistema político. En razón de que el desarrollo democrático en Amé-
rica Latina no es homogéneo y de que responde a incentivos o circunstancias
diferentes, este índice –al igual que Latinobarómetro– utiliza indicadores que
señalan la calidad de la democracia en la región a partir de cuatro dimensio-
nes: la democracia de los ciudadanos (respeto de derechos y libertades), la
democracia de las instituciones (comportamiento de instituciones y del siste-
ma político), la democracia social (desarrollo humano) y la democracia eco-
nómica (evaluación de la economía en beneficio de la sociedad). A continua-
ción se muestra la manera en que se desagregan (Tabla 2).
Tabla 2
Indicadores Índice de Desarrollo Democrático de América Latina, 2016
Voto de adhesión política
Continúa...
96 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
México
En pleno siglo xxi, al igual que en el resto de América Latina, el principal pro-
blema de la democracia en México es la desigualdad e inequidad (Morlino,
2012: 44), con problemas económicos profundos anclados en concepciones
fuertes de mercado y competencia, pero sin la presencia de solidaridad ni
de justicia social. En este tipo de democracia, las distancias sociales y eco-
nómicas entre sectores de la población aumentan constantemente en lugar de
declinar.
Algunos de los principales problemas que enfrenta México consisten en la
falta de libertad en todas sus expresiones, el incumplimiento de la ley, la co-
rrupción; la falta de medios de comunicación independientes, el desempleo, el
insuficiente desempeño económico; la evasión fiscal de capital privado, la de-
lincuencia organizada, la impunidad y la violencia en todas sus dimensiones.
A partir de la alternancia política en la Presidencia de la República de
2000, los gobiernos en turno no han podido mejorar de manera sostenida el
apoyo nacional a la democracia como forma de gobierno, pasando de 46% en
2001 a 38% en 2017 y 2018 (Latinobarómetro Opinión Pública Latinoame-
ricana, 2018).
En tan sólo dos años, cuando el apoyo a la democracia en México era de
48% en 2016, descendió 10 puntos porcentuales, 38% en 2018, representando
la mayor pérdida de apoyo a la democracia en la región latinoamericana y
desperdiciando un bono de credibilidad de 2002, cuando el apoyo a la de-
mocracia en México fue de 63%, el más alto porcentaje que el país ha tenido
desde 1995.
En ese mismo año, 2002, la aprobación del gobierno contaba con un nivel
de 47%, mientras que para 2017 descendió a un porcentaje histórico sin pre-
Calidad de la democracia • 9
9
cedente: a tan sólo 20%. En 2018, descendió dos puntos más: a 18% (Latino-
barómetro Opinión Pública Latinoamericana, 2018).
Estos datos revelan información importante para el análisis actual de la
democracia mexicana en términos de su calidad: el fortalecimiento institucio-
nal de México a partir de la alternancia en el poder de 2000 no se ha dado en
reciprocidad con los niveles de satisfacción ciudadana con la democracia. Lo
anterior traslada la atención al desempeño de las instituciones y de las políti-
cas públicas; a los resultados de nuestra forma de gobierno y a la manera en
que, de manera cotidiana, la ciudadanía interactúa con ellos.
Un ejercicio interesante sobre el análisis y evaluación de la democracia
ha sido realizado por el Índice de Desarrollo Democrático de México, que
agrupa a organizaciones públicas y privadas del país, de Alemania y Argenti-
na. Este índice analiza y evalúa cuatro dimensiones democráticas: Democra-
cia de los Ciudadanos, Democracia de las Instituciones, Democracia Social
y Democracia Económica, que se pueden consultar por cada una de las 32
entidades federativas. Para los objetivos de este libro, basta con señalar el
resultado global (Tabla 3):
Tabla 3
Índice de Desarrollo
Entidad federativa
Democrático
Aguascalientes, Coahuila, Nayarit, Yucatán, Guanajuato, Ciudad de
Alto
México, Zacatecas, Campeche y Querétaro.
Colima, Nuevo León, Sinaloa, Baja California, Tamaulipas, Estado
Medio
de México, Quintana Roo, Sonora e Hidalgo.
Durango, San Luis Potosí, Baja California Sur, Michoacán, Jalisco
Bajo
y Tabasco
Tlaxcala, Chihuahua, Puebla, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Morelos
Mínimo
y Guerrero
Fuente: Elaboración propia con datos del Índice de Desarrollo Democrático en México, 2018.
Los resultados de esta medición reflejan que un poco más de 43% del
territorio nacional se encuentra en condiciones mínimas y bajas de desarrollo
democrático. De manera independiente a la evaluación nacional o internacio-
nal, dicho porcentaje indica la necesidad de mejorar las condiciones de vida
de una buena parte de la población mexicana. Como ya se ha explicado, las
100 • La democracia y su calidad en el siglo xxi...
la atención y sanción de la corrupción, que para el caso que nos ocupa se cir-
cunscriben en la dimensión del Estado de derecho. Los apuntes teóricos que
en este libro se ofrecen podrían sentar las bases de una metodología adecuada
para medir y evaluar los resultados concretos de esta política anticorrupción
y, en general, de cualquier política de gobierno relacionada con alguna de las
ocho dimensiones o indicadores de las democracias con calidad que aquí han
sido esbozadas.
CONSIDERACIONES FINALES
y división de poderes del Estado. Esta composición tiene como rasgo común
los derechos fundamentales, los cuales, como mínimo, son las libertades, la
propiedad y la participación (Wolfgang, 2000: 121-122). Todo ello es obje-
to de estudio, materia y contenido del derecho constitucional actual y de la
democracia.
Ahora bien, si a las definiciones de democracia mínima, democracia subs-
tancial, políticas públicas y constitucionalismo, les agregamos el contenido
que aporta el concepto sobre calidad de la democracia –incluido el que se
refiere al Estado de derecho–, el enfoque que aquí se propone para investi-
gaciones más amplias en América Latina y México realiza seis aportaciones
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