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PRÓLOGO

[…] El secretario de la Real Sociedad Británica de Ciencias se levantó y dijo,


dirigiéndose a la concurrencia: “Tiene la palabra el señor Faraday.”
- Señores miembros de la Real Sociedad de Ciencias, invitados y colaboradores: en la
conferencia de hoy, en lugar de disertar sobre un tema científico, voy a realizar ante ustedes un
experimento. Pero antes, permítanme una breve introducción histórica. Como saben, Oersted,
Ampère y Arago han demostrado que la corriente eléctrica puede dar lugar a fenómenos
magnéticos. Cuando se coloca una aguja magnética (una brújula) sobre un alambre de cobre
inactivo, la aguja toma la dirección norte-sur. Al hacer pasar corriente por el cable, la aguja se
desvía. Si el alambre se arrolla en forma de una bobina y se hace pasar corriente, la bobina se
comporta como un imán, con dos polos norte y sur, exactamente iguales que los polos
correspondientes de un imán ordinario.
Se me ocurrió pensar lo siguiente: si la corriente eléctrica produce efectos magnéticos,
¿no pasará también lo contrario? ¿No producirá el magnetismo efectos eléctricos hasta ahora
desconocidos? Esta idea me ha llevado a diseñar el experimento que voy a realizar. Aquí tengo
un alambre de cobre arrollado en forma de bobina. Fijo los dos extremos del cable a este
aparato de medida, un galvanómetro. Como es muy grande, los movimientos de la aguja serán
visibles para todos, incluso para los que están sentados en la última fila. ¿Se mueve la
aguja?¡Por supuesto que no! El circuito de la bobina no contiene ningún generador eléctrico.
No pasa corriente por él.
Observen ahora. Coloco aquí esta piedra imán de magnetita y con este manubrio hago
girar la bobina alrededor de ella. ¡Fíjense en el galvanómetro! La aguja ha dado dos vueltas
completas, las mismas que he hecho dar a la bobina. La aguja del galvanómetro se mueve
cuando pasa corriente por el circuito, luego el simple hecho de mover la bobina en un campo
magnético provoca la aparición de una corriente eléctrica en el cable. No solo la electricidad
puede engendrar magnetismo, como demostró Oersted. También el magnetismo puede generar
electricidad.
Muchas gracias por su atención.
El secretario de la Real Sociedad Británica de Ciencias se levantó y dijo:
- La conferencia ha terminado. ¿Alguien desea hacer alguna pregunta?
Un caballero elegante y de pelo encanecido se puso en pie y habló:
- Señor Faraday, su experimento ha sido muy interesante, pero ¿para qué sirve?
Faraday contestó con otra pregunta:
- ¿Para qué sirve un niño?
- No le comprendo.
- Es muy sencillo. A los niños se les cuida, se les atiende, aunque no proporcionen
beneficios inmediatos a la sociedad. Algún día, cuando sean mayores, se convertirán en
hombres y mujeres que ayudarán, entre todos, a construir un mundo en el que merezca la pena
vivir. Algunos serán genios que prestarán grandes servicios a la humanidad. Pasa igual con mi
experimento. Puede ser que, ahora mismo, no se le vea aplicación inmediata. Pero ¿quién nos
asegura que, dentro de unas décadas, quizá un siglo, no se le encontrará una utilidad práctica
revolucionaria, que cambie por completo nuestro modo de vivir? No podemos desperdiciar
ningún conocimiento básico, por inútil que parezca. Todo puede tener aplicación algún día.
El caballero movió la cabeza con aire incrédulo y se sentó de nuevo, sin continuar la
discusión. Treinta y cinco años después de la conferencia de Michael Faraday (1791-1867) en la
Real Sociedad Británica de Ciencias, Werner von Siemens aplicó su experimento para construir
el primer generador industrial de electricidad de alto voltaje.

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TEMA 1: INGENIERÍA Y SOCIEDAD

Los Efectos de la Ingeniería en el Aspecto Humano


Carlos Osorio (México, 2004)
Los estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad, comprenden un conjunto de
aproximaciones interdisciplinarias que buscan analizar, tanto los orígenes sociales y
culturales de la producción del conocimiento científico y tecnológico, como sus
consecuencias sociales y ambientales.
¿Es adecuado plantear el tema de los efectos de la ingeniería en una relación
causal con el aspecto humano, es decir, con la sociedad? A primeras luces nadie pondría
en duda que la práctica de la ingeniería y el desarrollo tecnológico alcanzado con ella,
efectivamente han producido grandes transformaciones en la sociedad. Sin embargo,
dicha interrogación podría verse como si la ingeniería hubiese actuado como un agente
externo en el desarrollo tecnológico y que la sociedad poco hubiera aportado en ese
proceso. Pues bien, no vamos a renunciar a plantear la relación entre ingeniería y
sociedad en términos de sus efectos, pero tendremos la precaución de ver también el
sentido interactivo por parte de la sociedad con relación a la ingeniería.
1. El sentido de la relación entre tecnología e ingeniería
La ingeniería puede ser entendida, siguiendo la formulación de Thomas
Tredgold en el siglo XIX, “como el arte de dirigir la mayor parte de las fuentes de
energía de la naturaleza para el uso y la conveniencia del hombre” (tomado del
borrador de Tredgold de la Institución Británica de Ingenieros Civiles, 1828; citado por
Mitcham, 2001).
Esta definición se repite con ligeras modificaciones, en obras de referencia
habituales en el Siglo XX como la Enciclopedia Británica y la Enciclopedia de Ciencia
y Tecnología de McGrawHill. De acuerdo con la definición clásica y aún estándar que
los ingenieros dan de su propia profesión, la ingeniería es la aplicación de los
principios científicos para la óptima conversión de los recursos naturales en
estructuras, máquinas, productos, sistemas y procesos para el beneficio de la
humanidad.
Otras definiciones más amplias, aunque sin alejarse de la acepción tradicional,
se refieren a la ingeniería como aquella actividad en que la conjunción de los
conocimientos tecnológicos, de ciencias exactas y naturales, más la adecuada inclusión
de los enfoques contextualizadores, obtenidos a través del estudio sistemático, la
experiencia y la práctica concreta, se amalgaman y se aplican con juicio para desarrollar
diversas formas de utilizar, de manera económica, las fuerzas y materiales de la
naturaleza y del mundo artificial, en beneficio de la humanidad.
Desde esta perspectiva, la ingeniería no es considerada una ciencia, sino más
bien una práctica que requiere tanto de la habilidad y de la creatividad de quien la
ejerce, como del adecuado conocimiento del contexto en el cual desarrolla su actividad
(Univ. de Comahue, 2002).
2. Los sistemas tecnológicos y la sociedad
El concepto de práctica tecnológica “...viene a ser la aplicación del
conocimiento científico u organizado a las tareas prácticas por medio de sistemas

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ordenados que incluyen a las personas, las organizaciones, los organismos vivientes
y las máquinas” (Pacey, 1983). Pacey propone el concepto de práctica tecnológica, por
analogía con el de práctica médica, el cual deja ver con mayor nivel de implicación los
aspectos organizativos y no solo la dimensión estrictamente técnica.
La práctica tecnológica abarca tres dimensiones: 1. El aspecto organizacional,
que relaciona las facetas de la administración y la política públicas, con las actividades
de ingenieros, diseñadores, administradores, técnicos y trabajadores de la producción,
usuarios y consumidores; 2. El aspecto técnico, que involucra las máquinas, técnicas y
conocimientos, con la actividad esencial de hacer funcionar las cosas; 3. El aspecto
cultural o ideológico, que se refiere a los valores, las ideas, y la actividad creadora. La
práctica tecnológica encierra la integración de estos tres elementos en un sistema.
En el concepto de práctica tecnológica, la tecnología es concebida como un
sistema o un sociosistema. El sistema permite intercambios y comunicaciones
permanentes de los diversos aspectos de la operación técnica (instrumentos, máquinas,
métodos, instituciones, mercados, etc.), administrativa y cultural.
Thomas Hughes (1983) destaca que los ingenieros son en gran medida los
constructores de los sistemas tecnológicos, ya que son capaces de coordinar actividades
de innovación, resolver problemas organizativos, encontrar recursos de financiación o
responder a los cuestionamientos políticos. El caso de Thomas Edison es paradigmático,
más que un inventor, es el constructor del sistema eléctrico de potencia, en donde
combina conocimientos, capacidad organizativa y resolución de problemas,
consiguiendo reunir los intereses financieros, políticos y sociales necesarios para el
desarrollo del sistema.
Los sistemas tecnológicos serían burocracias reforzadas por infraestructuras
físicas o técnicas. Lo social y lo técnico se interrelacionan en los sistemas tecnológicos,
en lo que se ha llamado un tejido sin costuras. Pero se trata de una interacción que no es
simétrica a lo largo del tiempo, los sistemas tecnológicos evolucionan dependiendo del
tiempo.
3. Ingeniería y paradigma tecnoeconómico
El concepto de sistema tecnológico podemos ampliarlo en una dimensión
histórica, para referirnos a grandes momentos de desarrollo tecnológico y sus efectos en
la sociedad, en este sentido es útil el concepto de paradigma tecnoeconómico.
Los sistemas tecnológicos con sus procesos de innovación están en la base de los
cambios tecnológicos y por consiguiente de los cambios en el conjunto de la economía
y la sociedad. Estos cambios o “revoluciones tecnológicas” no sólo hacen aparecer
nuevos productos, servicios, sistemas e industrias, sino que afectan directa o
indirectamente a todas las ramas de la economía. Para referirse a estas transformaciones,
Freeman y Pérez (1988) emplean el concepto de paradigma tecnoeconómico, destacan
que no sólo influye en las trayectorias tecnológicas de determinados productos y
procesos, sino que modifican las estructuras de costos, las condiciones de producción y
distribución de todo el sistema económico.
Se observa en estos paradigmas un conjunto de revoluciones tecnológicas que
implican sistemas tecnológicos nuevos. Por ejemplo, la Revolución Industrial se basó en
un salto tecnológico en la industria textilera del algodón y en la difusión de los
principios de mecanización y de organización fabril a otras industrias. La máquina de
Watt se encuentra en el corazón mismo de la revolución industrial, en la que tiene lugar

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la “revolución del algodón”, producto de la simbiosis entre la innovación tecnológica y
el capital de su época. No sobra recordar que Watt era ante todo un técnico y un
empresario.
4. Los efectos de la ingeniería en la sociedad del conocimiento
Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, la sensación de mutación y
cambio tecnológico se ha hecho más palpable y con ello la importancia de la ingeniería
en las decisiones de la sociedad. Las nuevas tecnologías están en la base de un a
economía global o “economía informacional”, caracterizada porque la productividad y
la competitividad se basan de forma creciente en la generación de nuevos conocimientos
y en el acceso a la información adecuada, bajo nuevas formas organizativas que
atienden una demanda mundial cambiante y unos valores culturales versátiles.
Estamos ante una transformación de mayor entidad basada en un nuevo espacio
de interacción entre los seres humanos, en el que surgen nuevas formas sociales y se
modifican muchas de las formas anteriores. Se está modificando profundamente la vida
social, tanto en los ámbitos públicos como en los privados, el sistema tecnocientífico
incide sobre la producción, el trabajo, el comercio, el dinero, la escritura, la identidad
personal, la noción de territorio, memoria y también sobre la política, la ciencia, la
información y las comunicaciones y la educación; los trabajos de Manuel Castells, entre
otros, apuntan a aclarar este tipo de implicaciones.
Es esta sociedad, llámese sociedad mundial, "aldea global", "tercera ola",
"ciberespacio", "sociedad de la información", "frontera electrónica", "realidad virtual",
etc. en donde la ingeniería y los ingenieros han tenido un papel como en ninguna otra
sociedad del pasado. Han sido en gran parte los constructores del nuevo sistema
tecnológico, en una multiplicidad de espacios de acción que van desde los niveles
micro, nano, genético, molecular, atómico e incluso subatómico; pero también social,
cultural, económico, etc. Nadie ha vivido más profundamente en este mundo de
artefactos vivientes que los ingenieros y es precisamente este mundo el que todos los
demás estamos viviendo, pero este mundo no es igual para todos.
A manera de cierre
Hemos visto cómo los sistemas tecnológicos, y en particular con el ejemplo de
las nuevas tecnologías, son sistemas de tipo intersocial, es decir, sistemas que producen
importantes cambios sociales, afectan a varias sociedades a la vez, en períodos
diferentes de tiempo y a ritmos diferentes. Se construyen en procesos de economías
transnacionales, sujetas igualmente a contextos políticos internacionales, en donde
sabemos muy bien que algunos países se benefician más que otros, en la medida en que
son productores y reguladores a la vez del acceso al conocimiento científico-
tecnológico.
Pero en su acepción original, la ciencia, la tecnología y la ingeniería, y por
extensión, los sistemas tecnológicos, son bienes públicos; la definición que dábamos al
comienzo acerca de la ingeniería, muestra el sentido profundamente humano de dichas
prácticas. Un bien público es aquel que una vez producido, puede ser consumido por
más de una persona al mismo tiempo. Sin embargo, que un bien como el conocimiento
sea (o pueda ser) de libre acceso no significa que beneficie o esté en condiciones de
beneficiar a todo el mundo, es decir, que todos puedan acceder a él. El mantenimiento
de bienes (realmente públicos) exige un esfuerzo considerable para asegurar que todo el
mundo tenga un acceso potencial a esos bienes (López, 2000). En otras palabras, hay

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que hacer un esfuerzo para que todo el mundo y en particular los miembros más
desfavorecidos de una sociedad tengan acceso a las tecnologías y se beneficien de ellas.
Si formamos ingenieros más sensibles y mejor preparados acerca de su papel en
la sociedad, conscientes de que su actividad no se circunscribe a la esfera técnica, sino
que transita de la técnica a lo social, frente a lo cual debe aprender a tomar decisiones
que afectan a los colectivos humanos, así como al medio ambiente; muy seguramente
podremos contribuir a que la tecnología sea realmente un bien público. La educación
puede contribuir a formar ingenieros en la búsqueda y desarrollo de sistemas
tecnológicos más participativos, que incorporen los intereses y requerimientos de las
personas, incluyendo a las más desfavorecidas; y a la naturaleza en un sentido
responsable.

Mutaciones bio-históricas actuales


Augusto Pérez Lindo (Argentina, 2018)
La ausencia de una filosofía de las transformaciones actuales
La Filosofía, y las ciencias humanas, tienen como deuda pendiente una teoría de
los cambios en el mundo actual. ¿Hemos entrado en un nuevo mundo? ¿Cómo
interpretar las mutaciones que estamos viviendo? ¿Cambió la realidad y cambiaron
nuestros conceptos sobre las cosas? ¿Podemos sostener los mismos criterios de verdad
de épocas anteriores? ¿Cómo interpretar los conflictos y las innovaciones actuales?
¿Podemos elaborar una visión del mundo que nos permita redefinir nuestra conciencia
histórica y formular un nuevo modelo global de desarrollo?
En el libro “Mutaciones. Escenarios y filosofías del cambio de mundo” (1996)
sostuve que no estamos viviendo una crisis, ni una serie de crisis sino algo más
profundo. Todavía recurrimos a teorías del cambio social de principios del siglo XX.
Pero no se trata solamente de identificar algunos factores determinantes. Pensamos que
los cambios actuales pueden interpretarse como una mutación bio-histórica porque se
modifican las identidades individuales y sociales, cambia el modo de producción, el
equilibrio del eco-sistema, el sentido del espacio y del tiempo; se amplía la capacidad
para reproducir seres vivientes, para crear robots e Inteligencia Artificial; la
globalización, la informatización y la cientificación del mundo transforman el orden
natural, la territorialidad, los procesos económicos y la capacidad de innovación
tecnológica.
Distintos autores han tratado de darle un nombre a las nuevas realidades. Se ha
dicho que entramos en la Era del Antropoceno, en la Era Planetaria, de la
Globalización, de la Información, de la Biotecnología, de la Economía del
Conocimiento, de la Inteligencia Artificial, del Calentamiento Global, de la
Colonización Interplanetaria, de la Post-Historia. Muchos perciben los acontecimientos
políticos, las crisis económicas, los problemas ecológicos, los conflictos sociales, pero
no registran la vinculación de estos fenómenos con los procesos de más largo alcance.
Cabe preguntar ahora, a mediados de 2018, si los fenómenos observados a fines
del siglo XX siguen vigentes y si se han modificado las tendencias. Constatamos que la
“globalización” y la “planetarización” se han profundizado, aunque esto ocurre al
mismo tiempo que resurgen los movimientos nacionalistas, regionalistas, etnocéntricos.

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Esta contradicción se vive intensamente en la Unión Europea y en África. Algunos
piensan que la globalización no es más que un proyecto político, pero muchos países,
aún los bloques dominantes como EE.UU. o la Unión Europea tienen que enfrentar el
derrumbe de las fronteras con el flujo masivo de inmigrantes. A la libre circulación de
capitales le sigue la circulación forzada de los trabajadores y de los excluidos. Ya en
1848 el Manifiesto Comunista de Marx y Engels anticipaban que a la mundialización de
la economía capitalista debía corresponderle la mundialización de los conflictos
sociales.
También podemos constatar que la “informatización de la sociedad” ha
avanzado hasta niveles que antes parecían ciencia-ficción. Más de un millón quinientos
mil robots reemplazan mano de obra en industrias de todo el mundo. Operaciones
bursátiles, telefónicas, de gestión eléctrica en las ciudades, actividades hospitalarias, en
los bancos dependen de sistemas electrónicos. (Castells, 2001) Las “realidades
virtuales” alteran nuestras experiencias y percepciones. Entramos en la Era de la
Inteligencia Artificial. Miles de ciborgs circulan por las calles con elementos híbridos.
La conexión mente-computadora permitirá pronto obviar la memorización de cursos en
los sistemas educativos.
La “feminización de la sociedad” y la emancipación de las mujeres se ha venido
extendiendo en el mundo. (Valcarcel, 2000) En varios países de América las mujeres
son mayoría en la universidad. Ahora comparten las luchas por sus derechos con los
homosexuales, lesbianas, gays, transexuales. En un cierto número de países ya se
reconocen por lo menos cinco identidades de género a los efectos jurídicos y sociales.
Los procesos de democratización se han difundido por todos los continentes,
pero también han resurgido Estados y gobiernos autoritarios. Los movimientos sociales
tienden a cuestionar y superar los partidos políticos tradicionales como agentes de
representación popular. En Europa, América Latina, África o Asia, la deslegitimación
del Estado y de los partidos políticos han creado situaciones de ingobernabilidad. Se
habla de Estados fallidos.
Hablábamos en 1996 de la formación de un “cuarto mundo” de pobres,
marginados y excluidos. (Pérez Lindo, 1996) Este nuevo “proletariado” no tiene, como
el proletariado industrial del siglo XX animado por el socialismo, una expresión
ideológica homogénea. Entre otras cosas por su composición heterogénea. En los países
islámicos los “fundamentalistas” lideran la emergencia de estos nuevos actores con un
proyecto mesiánico. En América Latina nuevos movimientos sociales disputan a los
partidos la representación de este “cuarto mundo”. Los narcotraficantes han desplazado
a las guerrillas tradicionales en la captación de sectores pobres y marginales. En África
se combinan las guerras tribales, los ejércitos islámicos, las formaciones de mercenarios
o traficantes, los movimientos nacionalistas y los gobiernos autocráticos. En los países
desarrollados los nuevos excluidos (que pueden ser de clase media educada) se vinculan
con los nuevos y viejos pobres que se expresan a través de agrupaciones políticas anti-
sistema, generalmente de derecha. La sociología tradicional ya no puede dar cuenta de
estas nuevas formaciones sociales.
Interpretar las mutaciones en curso
¿Cómo podemos interpretar las mutaciones en curso? Desde un punto de vista
general podemos decir que la profundidad de los cambios que estamos viviendo se
percibe en el hecho de que las ideas sobre la realidad se han modificado en distintos
ámbitos. (Pérez Lindo, 2003) Las concepciones “realistas”, “objetivistas”, reculan frente
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a los avances de la “realidad virtual”. En Economía aparecieron las “cripto –monedas”,
el “comercio virtual”, las “organizaciones virtuales”. Se practican consultas y terapias
médicas, psicológicas y otras por Internet. Hospitales virtuales atienden las 24 hs. del
día más allá de las fronteras. Las tecnologías de la información han permitido que
surgiera una “intersubjetividad” virtual entre individuos y grupos. La virtualización de
la educación avanza en todos los niveles y de manera trasfronteriza. De hecho, ya existe
un sistema educativo virtual, global y gratuito. El principio de realidad se modifica
entre los niños y los jóvenes.
Las nociones de “territorialidad” o “espacialidad” se modifican. Algunos
hablan de la “desmaterialización” de la economía y otros de la “des-sustancialización”
de la sociedad. Fábricas virtuales arman artefactos en alta mar o en cualquier lugar
usando componentes que provienen de lugares distantes. Alvin Toffler hablaba en El
cambio de poder (Toffler, 1991) del surgimiento de organizaciones versátiles e
inespaciales. Parecía algo fantasioso.
Así como la idea de realidad está cambiando resulta lógico reconocer que las
nociones de “verdad” también están cambiando. En la Física Cuántica lo “concreto” no
es lo mismo que en la Física Clásica. La idea de la “materia”, del espacio y del tiempo
han cambiado. Pero las teorías científicas pueden ir más allá del sentido común. En la
economía los “bienes intangibles” se han valorizado más que los activos tangibles de la
industria. Hollywood se cotiza mejor que Detroit. Google o Microsoft generan más
ganancias y actividades que la mayoría de las industrias. Por otro lado, asistimos a la
“desmaterialización” y a la “des-sustancialización” de los conceptos y de las teorías en
todas las disciplinas.
La “globalización” es un proceso que tiene efectos ecológicos, económicos,
sociales, culturales y políticos en todo el planeta. Algunos la asocian causalmente con el
capitalismo, pero se trata de un proceso evolutivo que tiene antecedentes históricos. En
el pasado hubo intentos de “mundialización” (Imperio Romano, cristianismo, Imperio
Otomano, colonialismo europeo, Comunismo). Muchos utopistas desde el siglo XIX
(liberales, socialistas, anarquistas, comunistas) creyeron que la “mundialización” traería
el progreso, la igualdad, la democracia universal. Pero se han producido retrocesos
tanto en la democratización de las sociedades como en los acuerdos sobre el eco-sistema
mundial. Las reacciones del gobierno de Donald Trump en EE.UU. para frenar la
inmigración o para desestabilizar los acuerdos y alianzas existentes, tienen sus
correlatos en el crecimiento de los movimientos secesionistas o racistas europeos y
africanos. La formación de una “comunidad mundial” parece hoy más lejana que hace
décadas atrás. Algunos se preguntan si estamos en la “pre-historia” o en la “post-
historia” teniendo en cuenta los escenarios actuales.
Así como se modifican las nociones del espacio y de la territorialidad
también se modifica la experiencia del tiempo, la “temporalidad”. En las grandes
ciudades disponemos de servicios on-line las 24 horas del día. Los operadores bursátiles
pueden intervenir en distintas bolsas en cualquier momento del día. La cultura “24 hs
online” ha modificado los hábitos y cronogramas de las personas. Muchas de las
grandes ciudades mantienen abiertos las 24 horas servicios de distinto orden.
Los niños acceden desde los 2 años a los programas de TV o Internet
compartiendo la cultura de los adultos. A los 12 años un niño de cualquier ciudad habrá
recibido 14.000 horas de imágenes y mensajes de la televisión o de Internet, y unas
12.000, o menos, de escolaridad formal. En consecuencia, maduran mucho más rápido
que lo normal. El aula se ha corrido detrás del muro de la escuela, como imaginaba
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McLuhan en Understanding Media. The Extensions of Man (1964) La edad mental y la
edad escolar de los niños se han modificado de hecho, aunque los sistemas educativos
sigan con las estructuras de comienzos del siglo XX. La duración de la vida se ha
prolongado en todas partes. Ahora muchos países necesitan organizarse para la “tercera
edad”.
En las condiciones actuales “todo lo real se vuelve virtual y todo lo virtual se
vuelve real” (paráfrasis de una frase de Hegel: “todo lo real es racional y todo lo
racional es real”). Las fronteras de la economía o del Estado se han “desrealizado”. La
“economía virtual” de Hollywood produce más beneficios que la “economía tangible”
de las industrias de Detroit. Las diversidades sexuales, familiares, étnicas, de clase o de
edad se disuelven en el magma de las redes sociales y de los sistemas de información.
La horizontalización y masificación de las redes sociales en la matrix informática
suprime las diferencias y produce deseos, expectativas o acciones para empoderar o
degradar a los usuarios. El acceso a los conocimientos se ha ampliado al infinito. Pero al
mismo tiempo, los manipuladores de las redes se han convertido en nuevos agentes de
poder en negocios financieros, sexuales, políticos, económicos, militares, del
narcotráfico o de sectas de las más diversas. Las mega-empresas informáticas Google,
Facebook, Microsoft y otras se han visto involucradas en operaciones de control de
información, espionaje y manipulación de la opinión pública.
El reino de la Inteligencia Artificial planea hacia el futuro como una promesa y
como una amenaza. Muchos temen que se convierta en una especie de Dios – Logos
capaz de controlar la consciencia mundial. O sea, el Gran Hermano del que hablaba
George Orwell en su novela 1984.
La experiencia de cambios vertiginosos y permanentes erosiona la reflexividad
de los individuos. Pocos trascienden el análisis de los acontecimientos actuales. Las
personas suelen adaptarse a los cambios más extremos “naturalizando” las nuevas
realidades. Como si fueran normales. Muy pocos toman distancia de los hechos
puntuales para entender su significado. Filósofos y científicos alertan sobre la necesidad
de fortalecer la conciencia moral, la responsabilidad social y el espíritu crítico frente al
magma de las transformaciones actuales. Autores como Anthony Giddens, Jurgen
Habermas o Edgar Morin han destacado la importancia de la “reflexividad” en la
ciudadanía contemporánea. Han surgido en todas partes individuos, organizaciones y
redes que buscan explicitar los efectos perversos de los cambios del mundo.
Los filósofos postmodernos decretaron el fin de la idea del progreso. Esto quiere
decir que no hay una ley social que asegure que una sociedad va a “progresar”
necesariamente hacia un futuro mejor. El “progresismo” inspiró desde el siglo XIX a
movimientos liberales, socialistas, comunistas, reformistas o revolucionarios, para
luchar por los derechos individuales y sociales o para introducir innovaciones técnicas
en todos los ámbitos de la sociedad. Según los “posmodernos” no existe una
intencionalidad inmanente en los procesos sociales. Reina la incertidumbre. Por eso
deberíamos dejar de lado los “grandes discursos” sobre la “revolución” o sobre el
mejoramiento inexorable de las sociedades. (Lyotard, 1995)
La informatización, la economía del conocimiento, la globalización, han
transformado las condiciones de acumulación y de producción económica, desplazando
mano de obra, descalificando a obreros, técnicos y profesionales, debilitando las
funciones del Estado y afectando las relaciones sociales. Los impactos perversos de
todos estos cambios alimentan todo tipo de escepticismos y pesimismos.

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Pese a todo, autores como Johan Norberg en su libro “Grandes Avances de la
Humanidad” (Norberg, 2018) muestran con profusión de datos e indicadores que en
todas partes mejoró la alimentación, bajaron los índices de mortalidad, se generalizó el
acceso a la educación, se prolongó la duración de la vida, mejoraron las condiciones de
trabajo y las nuevas tecnologías se volvieron accesibles a todo el mundo. Las mujeres
ganaron derechos en muchas partes y la ciudadanía democrática también avanzó en
todos los continentes. Esto muestra que en medio de grandes contradicciones las
aspiraciones humanas y la búsqueda de mejoras en las condiciones de vida no han
cesado de manifestarse. La posibilidad de progresar y mejorar sigue viva. Sin embargo,
pesan sobre la Humanidad actual el agravamiento de la exclusión social y el deterioro
acelerado de los desequilibrios ecológicos.
Sería deseable que los habitantes del Planeta se comporten como ciudadanos del
mundo tratando de respetar los códigos y principios establecidos por la comunidad
mundial. Sería deseable, tal vez, que se llegue a formar un gobierno mundial. Pero lo
realmente decisivo sería que desde los próximos tiempos se acordara un nuevo modelo
mundial de desarrollo, poniendo bajo control al sistema financiero y asegurando un
bienestar común para todos los habitantes del planeta. En cualquier caso, la nueva
civilización estará signada por la incertidumbre ya que no controlamos ni las
contradicciones sociales ni las manifestaciones extremas de la naturaleza. Pero
podemos prever y contener los efectos perversos. El futuro dependerá, como siempre,
de la lucidez de las organizaciones humanas para asumir los desafíos y enfrentarlos de
la manera más inteligente de acuerdo a nuestras necesidades.

Un planeta, una salud: conectados a través de la biodiversidad


Vandana Shiva (India, 2020)
Somos una familia de la Tierra en un planeta, saludable en nuestra diversidad e
interconexión. La salud del planeta y nuestra salud no es separable. Como nos recordó
el Dr. King: “Estamos atrapados en una red ineludible de mutualidad, atados en una sola
prenda de destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente.»
Podemos vincularnos en todo el mundo a través de la propagación de
enfermedades como el coronavirus cuando invadimos los hogares de otras especies o
cuando manipulamos plantas y animales para obtener ganancias comerciales y codicia y
propagamos monocultivos. O podemos estar conectados a través de la salud y el
bienestar para todos mediante la protección de la diversidad de los ecosistemas y la
protección de la biodiversidad, la integridad y la autoorganización (autopoiesis) de
todos los seres vivos, incluidos los humanos.
Se están creando nuevas enfermedades porque un modelo de agricultura y
alimentación globalizado, industrializado e ineficiente, está invadiendo el hábitat
ecológico de otras especies y manipulando animales y plantas sin respetar su integridad
y su salud. La ilusión de la tierra y sus seres como materia prima para ser explotada con
fines de lucro está creando un mundo conectado a través de la enfermedad.
La emergencia de salud que el coronavirus nos está despertando está relacionada
con la emergencia de extinción y desaparición de especies, y está relacionada con la
emergencia climática. Todas las emergencias tienen su origen en una visión mundial
mecanicista, militarista y antropocéntrica de los humanos como algo separado
de y superior a otros seres que podemos poseer, manipular y controlar. También se basa
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en un modelo económico basado en la ilusión de crecimiento ilimitado y codicia
ilimitada que viola sistemáticamente los límites planetarios y la integridad del
ecosistema y las especies.
A medida que se destruyen los bosques, a medida que nuestras granjas se
convierten en monocultivos industriales para producir productos tóxicos,
nutricionalmente vacíos, y nuestras dietas se degradan a través del procesamiento
industrial con productos químicos sintéticos y la ingeniería genética en los laboratorios,
nos conectamos a través de enfermedades, en lugar de estar conectados a través de la
biodiversidad dentro y fuera de nosotros, a través de un continuo de salud a través y en
la biodiversidad.
La emergencia de salud requiere un enfoque de sistemas basado en la
interconexión
Con la emergencia de salud engendrada por el virus corona, debemos observar
los sistemas que propagan enfermedades y los sistemas que crean salud en un enfoque
holístico de sistemas.
Un enfoque de sistemas para el cuidado de la salud en tiempos de la crisis de la
corona abordaría no solo el virus, sino también cómo se están propagando nuevas
epidemias a medida que invadimos los hogares de otros seres. También debe abordar las
condiciones de co-morbilidad relacionadas con enfermedades crónicas no transmisibles
que se están extendiendo debido a sistemas alimentarios industriales no sostenibles, anti
naturaleza, insalubres.
Como escribimos en el manifiesto Food For Health de la Comisión
Internacional sobre el Futuro de los Alimentos, debemos descartar “políticas y prácticas
que conduzcan a la degradación física y moral del sistema alimentario mientras
destruyen nuestra salud y ponen en peligro la estabilidad ecológica del planeta,
poniendo en peligro la supervivencia biogenética de la vida en el planeta «.
Ahora debemos desglobalizar el sistema alimentario que está impulsando el
cambio climático, la desaparición de especies y una emergencia de salud sistémica. Los
sistemas alimentarios globalizados e industrializados propagan enfermedades. Los
monocultivos propagan enfermedades. La deforestación está propagando enfermedades.
La emergencia de salud nos está obligando a desglobalizar. Podemos hacerlo
cuando hay una voluntad política. Hagamos que esta desglobalización sea permanente.
Hagamos una transición a la localización. La localización de la agricultura y los
sistemas alimentarios biodiversos hacen crecer la salud y reducen la huella ecológica.
La localización deja espacio para que prosperen diversas especies, diversas culturas y
diversas economías vivas locales.
La riqueza de la biodiversidad en nuestros bosques, nuestras granjas, nuestros
alimentos, nuestro microbioma intestinal hacen que el planeta, sus diversas especies,
incluidos los humanos, sean más saludables y resistentes a las plagas y enfermedades.
La Tierra es para todos los seres, proteger los derechos de la Madre Tierra
es un imperativo de salud
La invasión de los bosques y la violación de la integridad de las especies está
propagando nuevas enfermedades. En los últimos 50 años, han surgido 300 nuevos
patógenos a medida que destruimos el hábitat de las especies y las manipulamos para
obtener ganancias.

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Según la OMS, el virus del Ébola se trasladó de animales salvajes a humanos. El
virus se transmite a las personas de animales salvajes y se propaga en la población
humana a través de la transmisión de persona a persona. Como informa el Nuevo
Internacionalista: “Desde 2014-16, una epidemia de ébola sin precedentes mató a más
de 11,000 personas en África occidental. Ahora los científicos han relacionado el brote
con la rápida deforestación «.
El profesor John E. Fa de la Universidad Metropolitana de Manchester,
investigador asociado senior del Centro de Investigación Forestal Internacional
(CIFOR), también alerta: «Las enfermedades emergentes dicen que están relacionadas
con alteraciones ambientales causadas por humanos. Los humanos están en mucho más
contacto con los animales cuando abres un bosque… Tienes un equilibrio de animales,
virus y bacterias y lo alteras cuando abres un bosque».
La enfermedad del bosque de Kyasanur (KFD) es un virus altamente patógeno
que se propaga de los monos a los humanos a través de garrapatas infectadas por virus,
ya que la deforestación redujo el hábitat forestal de los monos. “El virus KFD es un
patógeno que ha existido durante mucho tiempo como parte de un ecosistema
establecido en Kanara del Sur. La modificación humana de ese ecosistema a través de la
deforestación causó la aparición epidémica de la enfermedad».
El Coronavirus también ha venido de los murciélagos. Como dice Sonia Shah
«cuando talamos los bosques en los que viven los murciélagos, no solo se van, sino que
vienen y viven en los árboles de nuestros patios y granjas».
El profesor Dennis Carroll de Cornell reconoce que, a medida que penetramos
más profundamente en las ecozonas que no habíamos ocupado antes, creamos el
potencial de propagación de la infección.
La enfermedad de las «vacas locas» o la encefalopatía espongiforme bovina
(EEB), es una enfermedad infecciosa causada por proteínas deformadas llamadas
«priones» que afectan el cerebro del ganado.
Las vacas fueron infectadas por la enfermedad de las vacas locas cuando fueron
alimentadas con carne de vacas infectadas muertas. Cuando la carne de vaca de vacas
infectadas fue alimentada a humanos, se infectaron con la ECJ. El prión es un agente
autoinfeccioso, no un virus o bacteria. Esto ilustra que cuando los animales son
manipulados y se viola su integridad y derecho a la salud, nuevas enfermedades pueden
surgir.
La resistencia a los antibióticos está creciendo en los humanos debido al uso
intensivo de productos químicos en las granjas industriales. Los marcadores de
resistencia a los antibióticos en los OGM también podrían estar contribuyendo a la
resistencia a los antibióticos. La transferencia horizontal de genes a través de especies es
un fenómeno científicamente conocido. Es por eso que tenemos ciencia de la
bioseguridad y regulaciones de bioseguridad como el protocolo de Cartagena del
Convenio sobre Biodiversidad y las leyes nacionales para la bioseguridad.
Las enfermedades se trasladan de los animales no humanos al animal humano a
medida que destruimos el hábitat y los hogares de las especies silvestres, violamos la
integridad de las especies al manipular animales en granjas industriales y manipular
genéticamente las plantas mediante ingeniería genética con promotores virales y
marcadores de resistencia antibióticos.

11
La ilusión de que las plantas y los animales son máquinas para fabricar materias
primas que se convierten en combustibles para nuestros cuerpos, que también son
máquinas, ha creado el paradigma de la agricultura industrial y la alimentación que está
en la raíz de la explosión de enfermedades crónicas en nuestros tiempos.
Fortalecer la bioseguridad y la regulación de la salud, defender el principio
de precaución y garantizar la responsabilidad corporativa es el deber del gobierno
Como muestra la crisis actual, la regulación es un asunto de vida o muerte. Y el
principio de precaución es más vital que nunca. No debe abandonarse con la falsa
afirmación de que «el tiempo es nuestro mayor enemigo» y cualquier manipulación de
organismos vivos debe apresurarse para su introducción en el medio ambiente con poca
o ninguna prueba.
Hay un intento de socavar el principio de precaución a través de acuerdos de
libre comercio como el llamado «mini-acuerdo» sobre comercio de los Estados Unidos
y la Unión Europea. Según los negociadores de comercio de Estados Unidos, el
secretario de agricultura Sonny Perdue y los intereses agrícolas estadounidenses, el
principio de precaución debe ir y ahora es el momento de finalmente acabar con el
acuerdo comercial entre EUA y la UE.
Los gobiernos deben garantizar que las evaluaciones de Bioseguridad e
Inocuidad de los Alimentos no se vean influenciadas por la industria que se beneficia de
la manipulación de organismos vivos y suprime la evidencia científica de daños. La
evidencia de tal manipulación de la investigación y el ataque a los científicos y la
ciencia por parte de la industria se presentó en el Tribunal de Monsanto y la Asamblea
Popular en La Haya en 2016. El daño causado a la salud de las personas por la
manipulación corporativa de la investigación ahora está probado.
Necesitamos fortalecer la investigación independiente sobre Bioseguridad,
Seguridad Alimentaria, Seguridad Saludable, epidemiología y ecología de la salud.
Los gobiernos deben fortalecer de inmediato la regulación de la bioseguridad y
la salud. El intento global de desregulación de las regulaciones de seguridad y
bioseguridad alimentaria debe detenerse. La edición de genes tiene impactos
impredecibles y los nuevos OGM basados en la edición de genes deben regularse como
un organismo genéticamente modificado (OGM) porque El genoma ha sido modificado,
y necesitamos evaluar y conocer el impacto en la salud de la manipulación a nivel
genético.
Deben detenerse los nuevos intentos de impulsos genéticos para manipular
genéticamente a los organismos para llevarlos a la extinción para evitar crímenes contra
la naturaleza y crear nuevas enfermedades desconocidas a través de impactos no
intencionados.
Con el COVID-19, los gobiernos están demostrando que pueden tomar medidas
para proteger la salud de las personas cuando tienen la voluntad.
Ahora es el momento de que tomen todos los pasos necesarios para detener todas
las actividades que comprometen nuestra salud al comprometer los procesos
metabólicos que regulan nuestra salud. Los mismos sistemas también causan daño a la
biodiversidad del planeta, la capacidad de autorregulación de la Tierra que causa
estragos climáticos.

12
La crisis del coronavirus y la respuesta a la crisis deben convertirse en la base
para detener los procesos que degeneran nuestra salud y la salud del planeta y el proceso
de inicio que regenera ambos. Sabemos que la agricultura industrial y los sistemas
alimentarios industrializados globalizados basados en combustibles fósiles y productos
químicos tóxicos derivados de los combustibles fósiles están contribuyendo a la
extinción de especies, el cambio climático y la catástrofe de enfermedades crónicas.
Sabemos que la agricultura orgánica regenerativa basada en la biodiversidad
puede abordar las tres crisis. Es hora de que los gobiernos dejen de usar nuestro dinero
de impuestos para subsidiar y promover un sistema alimentario que está enfermando al
planeta y a las personas. Las corporaciones deben ser responsables por el daño que han
hecho y evitar que sigan siendo libres de hacer más daño al socavar la ciencia y la
investigación independientes, que es la única fuente de conocimiento real sobre el daño
a la salud.
La crisis también brinda a las personas la oportunidad de ver cómo las
corporaciones han socavado nuestra salud. La emergencia de salud ha demostrado que
el derecho a la salud es un derecho fundamental, la salud es un bien común y un bien
público, y el gobierno tiene el deber de proteger la salud pública. Es por eso que la
privatización y la corporativización de la salud deberían detenerse, y los sistemas de
atención de salud pública deberían protegerse y fortalecerse donde existan, y crearse
donde no existan.
Rejuvenecer la ciencia de la vida y la vida saludable: descolonizando
nuestros sistemas de conocimiento y sistemas de salud:
El camino hacia un planeta sano y personas sanas es claro. La economía basada
en un crecimiento ilimitado está generando un apetito ilimitado para colonizar la tierra y
los bosques, destruyendo los hogares de otras especies y pueblos indígenas. El
Amazonas está siendo quemado por OMG para la alimentación animal. Las selvas
tropicales de Indonesia están siendo destruidas por el aceite de palma en Indonesia.
La enfermedad está siendo creada por la demanda ilimitada de recursos para una
economía globalizada basada en un crecimiento ilimitado. Una economía de la avaricia
está violando los Derechos de la Madre Tierra y la integridad de su ser diverso, que son
la base de One Health.
La salud para todos comienza se basa en la protección de la tierra, sus procesos
ecológicos y el espacio ecológico y la integridad ecológica de la vida en la tierra,
incluidos los humanos.
Necesitamos pasar de un paradigma mecanicista y militarista de agricultura
basada en químicos de guerra a Agroecología Regenerativa, una agricultura para la
Biodiversidad basada en la vida y trabajar con una naturaleza viva, no participar en una
guerra contra la tierra y sus diversas especies. la agricultura es cuidado y gratitud, de
devolver a la tierra, la ley del retorno o la ley de dar, creando economías circulares que
curan la tierra y nuestros cuerpos. Los sistemas indígenas de atención médica han sido
criminalizados por la colonización y la industria farmacéutica.
Necesitamos pasar de un paradigma reduccionista, mecanicista y militarista
basado en la separación y colonización de la Tierra, otras especies y nuestros cuerpos,
que han contribuido a la crisis de salud a sistemas como el Ayurveda, la ciencia de la
vida, que reconoce que somos Como parte de la red de vida de la Tierra, nuestros
cuerpos son complejos sistemas de vida autoorganizados, que tenemos el potencial de

13
estar sanos o enfermos dependiendo de nuestro medio ambiente y los alimentos que
cultivamos y comemos. La salud depende de una alimentación saludable (Annam Sarva
Aushadhi – La buena alimentación es la medicina para todas las enfermedades). Un
intestino sano es un ecosistema y es la base de la salud. La salud es armonía y
equilibrio.
Los sistemas de salud y los sistemas de conocimiento indígenas que se basan en
la interconexión deben ser reconocidos y rejuvenecidos en tiempos de emergencia de
salud que enfrentamos. La salud es un continuo, desde el suelo, hasta las plantas, hasta
nuestro microbioma intestinal.
Si bien la agricultura industrializada globalizada que está destruyendo los
bosques y la biodiversidad de nuestras granjas se justifica como Alimentar al mundo, el
80% de los alimentos que comemos proviene de pequeñas granjas. Las granjas de
monocultivo producen productos, no alimentos.
La agricultura industrializada globalizada es un sistema que crea hambre y
enfermedades. Ha propagado enfermedades relacionadas con los tóxicos y está
destruyendo las pequeñas granjas que nos alimentan atrapando a los agricultores en
deuda y llevándolos al suicidio.
Esta enfermedad que crea un sistema alimentario poco saludable está subsidiada
por nuestro dinero de impuestos, primero al proporcionar subsidios para la producción y
distribución, y luego hacer que las personas paguen los altos costos de la atención
médica.
Si agregamos los subsidios y las externalidades de salud de los sistemas
alimentarios industriales y globalizados, nos damos cuenta de que ni el planeta ni las
personas pueden continuar soportando la carga de esta enfermedad creando un sistema
alimentario industrializado y globalizado. La agricultura ecológica libre de productos
químicos debe ser parte del rejuvenecimiento de la salud pública.
A diferencia de las granjas industriales, las pequeñas cuidan la salud de las
personas, especialmente cuando están libres de químicos, orgánicos y de
biodiversidad. Deberíamos dirigir todos los fondos públicos para apoyar las granjas
agroecológicas y las economías locales como sistemas de salud.
A través de la biodiversidad y la materia orgánica en el suelo, cultivamos más
nutrientes por acre, nuestras plantas son más saludables y más resistentes a las
enfermedades y plagas. Devolver la materia orgánica al suelo también cura el ciclo roto
de carbono y nitrógeno que están impulsando el cambio climático. La curación del
planeta y la curación de nuestros cuerpos son procesos interconectados.
Necesitamos la intensificación de la biodiversidad y la reconstrucción de
nuestras granjas, no la intensificación química y de capital. La biodiversidad crea
culturas y economías de cuidado, incluido el cuidado de la salud de la tierra y las
personas. Mientras más biodiversidad conservemos en el planeta, más protegeremos el
espacio ecológico para que diversas especies se mantengan y protejamos su integridad
para evolucionar en libertad y resiliencia. Todas las especies tienen derecho al espacio
ecológico y la libertad de evolucionar, y todos los humanos como parte de la Tierra
tienen derecho a acceder a alimentos biodiversos libres de químicos.
Necesitamos proteger la biodiversidad de nuestros bosques, granjas, nuestros
alimentos para aumentar la biodiversidad de nuestro intestino, que es la verdadera
fuente de salud. Las plantaciones no son bosques, y el cultivo de monocultivos
14
comerciales de árboles o soja transgénica es una amenaza para diversas especies,
culturas diversas y nuestra propia salud.
Los sistemas orgánicos de biodiversidad deben ser centrales para las soluciones
de salud pública para la emergencia de salud que estamos presenciando. La
biodiversidad de la mente debe reemplazar los monocultivos de la mente mecanicista
que ven la diversidad de la vida como el enemigo a ser exterminado.
El saludo de la India «Namaste» se ha globalizado en tiempos del
coronavirus. El significado de Namaste no es la separación, sino una unidad más
profunda que nos conecta a todos. Namaste significa «Me inclino ante lo divino en
ti». Significa una interconexión de que somos parte de un universo sagrado donde todo
está impregnado por lo divino para el beneficio de todos, la exclusión de ninguno.
Esta es la conciencia de unidad y unidad que necesitamos cultivar en estos
tiempos donde un pequeño virus nos ha conectado en todo el mundo a través de
enfermedades y pánico.
No permita que el aislamiento social requerido en una emergencia de salud se
convierta en un patrón permanente de separación, destruyendo la cohesión social y
comunitaria. No permita que el cierre de los mercados locales y de los agricultores se
convierta en un cierre permanente para crear un futuro de agricultura sin agricultores en
la visión de Bayer / Monsanto y alimentos falsos que destruyen nuestra salud mientras
que los multimillonarios extraen ganancias de la moneda de la vida.
El futuro depende de nuestra unidad como humanidad en un planeta conectado a
través de la biodiversidad y la salud. No permitamos que las precauciones de hoy se
cementen en un clima permanente de miedo y aislamiento. Nos necesitamos
mutuamente y a la tierra en nuestra rica diversidad y autoorganización para crear
resiliencia en tiempos de emergencia y para regenerar la salud y el bienestar en el
puesto.
La crisis del coronavirus crea una nueva oportunidad para hacer un cambio de
paradigma desde la era mecanicista e industrial de separación, dominación, avaricia y
enfermedad, hasta la era de Gaia, de una civilización planetaria basada en la conciencia
planetaria de que somos una familia terrestre. Que nuestra salud sea una salud enraizada
en la interconexión ecológica, la diversidad, la regeneración, la armonía.

El fenómeno político
Walter Montenegro (Bolivia, 1980)
En líneas generales, la identificación o definición ideológica de un esquema
político depende de las características que asume la interdependencia de tres factores: el
individuo, la colectividad y el Estado. El remoto origen de esa interdependencia reside
en el hecho de que, al despuntar la aurora de su existencia sobre el planeta, el hombre, el
"animal político" de que hablara Aristóteles, encontró indispensable y provechoso
asociarse con sus semejantes para hacer frente a la lucha por la vida.
En un constante y dinámico proceso de adaptación a sus necesidades y
aspiraciones crecientes, desde lo simple y rudimentario de la prehistoria hasta lo
complejo del mundo contemporáneo, el hombre fue diseñando y organizando diferentes
normas de convivencia dentro de las cuales surgió ineludiblemente el concepto de
autoridad. Lo que da su identidad propia a un esquema político es el carácter de esas
15
normas: su inspiración, sus fines, el radio de acción que tienen y el papel más o menos
preponderante que en cada acontecimiento desempeñan el individuo, el Estado o la
colectividad.
El presente análisis está enfocado sobre el mundo moderno que empieza a tomar
forma a medida que desaparecen en Europa los últimos vestigios del sistema feudal y se
sientan las bases de los Estados nacionales.
El individualismo (preponderancia del individuo en el esquema político), cuya
expresión contemporánea es la democracia liberal, tiene como finalidad, en lo
filosófico, salvaguardar los llamados "derechos inherentes" a la condición humana
encarnados en cada individuo: derecho a la vida, la libertad, la felicidad. En lo material,
garantizar la propiedad privada, con sus complementos inseparables: la iniciativa y la
empresa privadas.
Dentro de este esquema, la colectividad debe estar organizada y regida de modo
que permita y asegure el respeto y el ejercicio de aquellos "derechos inalienables". Sólo
hay un límite para el desarrollo de la actividad individual y es aquel que demarca y
protege los derechos de los demás. Los órdenes ético y jurídico y aun religioso se
encargarán de asegurar la coexistencia pacífica y armónica de las prerrogativas
individuales.
El Estado no hará otra cosa que supervigilar y garantizar el desenvolvimiento de
la convivencia social. Tanto mejor desempeñará su papel el Estado —dice el
individualismo liberal— cuanto menor sea su intromisión en el libre juego de las
llamadas "leyes naturales" en la filosofía, o "leyes del mercado" en la economía. El
Estado es una especie de "gendarme" necesario, pero incómodo cuya presencia debe
reducirse al mínimo estrictamente indispensable.
El individuo es, pues, el protagonista y objetivo final de este orden político-
económico. La colectividad lo sirve; el Estado lo protege. (Ver Liberalismo.)
Una forma extrema de individualismo es el anarquismo individualista que
propugna la prescindencia, la desaparición total del Estado y apenas admite la
"necesidad limitada" de la actividad colectiva para fines de carácter material tales como
la producción cooperativa, en pequeña escala, de los artículos de subsistencia. (Ver
Anarquismo.)
Dentro de la concepción colectivista (con preponderancia de la colectividad),
que engloba a las diversas formas del socialismo, el individuo deja de ser un fin en sí
mismo; lo es, solamente, en la medida en que forma parte de la colectividad. La meta de
la felicidad individual queda sustituida por la de la felicidad colectiva. Al hacerse
evidente que, en la práctica, las prerrogativas individuales no se desenvuelven y
desarrollan solamente dentro de sus límites sino que tienden a invadir las prerrogativas
ajenas y a servirse de ellas para beneficio propio, surge el nuevo concepto: quien debe
servir no es la colectividad al individuo sino éste a aquélla. Y, al contribuir a la felicidad
colectiva, el individuo se hace acreedor a la justa parte de felicidad que, como miembro
integrante de la colectividad, le corresponde. A eso y nada más; queda entendido, por
supuesto, que la distribución de los beneficios colectivos, tanto morales y jurídicos
como materiales debe ser igualitaria sin que quepa ninguna forma de privilegio.
La propiedad privada pierde —en este esquema— la aureola casi sagrada que le
asignan las teorías individualistas. Y, del plano de preeminencia al que había sido
elevada, desciende bruscamente al banquillo del acusado. No solamente los socialistas

16
marxistas sino hasta los utopistas, los más benignos, le atribuyen la mayor parte de los
males que engendra la sociedad individualista.
La única propiedad respetable, por consiguiente, es la que "cumple una función
social". La propiedad de las fuentes de riqueza (o instrumentos de producción) debe ser
transferida a la colectividad, de manera que la riqueza producida pase a ser colectiva en
vez de individual. Es natural que en el nuevo sistema, en el que se reparan las injusticias
del anterior, se acentúe el sentido de protección a los grupos económico-sociales que
habían sido menos favorecidos.
Las diferentes teorías socialistas asignan papeles también diferentes al Estado.
De acuerdo con unas (el Marxismo y sus derivados), el Estado fue un simple cómplice
(gendarme corrupto, sobornado) de la acumulación de privilegios en un sector
minoritario de la sociedad. Puede redimirse, empero, si pasa a servir temporalmente los
intereses de la colectividad, instrumento de la dictadura del proletariado, para morir
después, cuando su presencia sea innecesaria. Otras (Socialismo de Estado), propugnan
la existencia permanente del Estado, a condición de que cumpla funciones activas y
directamente reguladoras del orden, no sólo jurídico y político de la colectividad, sino
también —y principalmente— del económico. Si es necesario, debe competir con el
individuo e inclusive sustituirlo totalmente, para crear y mantener el equilibrio social.
Ha desaparecido el individuo como héroe del drama social, y también
desaparecen los grupos o conjuntos de individuos que, por razón de su desigual
participación en los fenómenos de la producción y la distribución de la riqueza,
acabaron por dividir a la sociedad en "clases"; clase de poseedores la una y desposeída
la otra, con escasa graduación intermedia.
La colectividad entera ocupa el primer plano. El planteamiento ideológico y la
lucha política que se desarrollan desde este punto de vista, tienden, especialmente, a
igualar la condición de los desposeídos con la de los poseedores, elevando a la primera
y despojando a la segunda de los privilegios injustos que le permitieron convertirse en
explotadora. El individuo y el Estado sirven a la colectividad sin reservas,
desempeñando funciones coadyuvantes. Si, para los fines de este servicio, debe en un
momento dado desaparecer el Estado, éste desaparecerá. Si para realizar los fines
supremos de la colectividad el individuo debe sacrificar temporal o permanentemente
parte de sus prerrogativas o la totalidad de ellas y aun la vida misma (eso depende del
tipo de socialismo que se propugne), se pensará que "el fin justifica los medios".
Pero no sólo el individuo o la colectividad protagonizan en un momento
determinado la escena del ideario político moderno. El Estado tiene también su turno.
Pasemos por alto las monarquías absolutas que identificaban al Estado con su
soberano —resabio de las primitivas teocracias— para referirnos a la época en que entra
en función el nuevo concepto jurídico-político del Estado, cuando el liberalismo
señalaba rumbos al pensamiento, en medio de la tempestad económico-social creada por
la Revolución Industrial.
Poco a poco y a medida que el individualismo liberal sin freno demuestra su
incapacidad para encarar los problemas que plantea el complejo desarrollo de la
sociedad moderna, el intervencionismo estatal gana terreno. No se lo desea, pero
tampoco se lo puede evitar. Ya se había hecho indispensable el Estado como autoridad
reguladora del orden social, y su avance en el campo de la actividad económica es más
un producto de la necesidad que de la doctrina. Al sobrevenir las depresiones o crisis
que periódicamente marcan el curso del desarrollo capitalista, el Estado tiene que
17
desempeñar una función cada vez más activa. Llega, inclusive, a crear fuentes de trabajo
en gran escala, cuando la desocupación amenaza con el hambre a millones de personas.
El ejemplo típico en esta materia es la política del New Deal del Presidente de los
Estados Unidos de Norteamérica, Franklin D. Roosevelt, falsamente interpretada como
un paso deliberado hacia el socialismo, cuando en realidad fue un recurso extremo para
salvar al capitalismo norteamericano después de la crisis iniciada en 1929.
Aun superadas las situaciones de emergencia, el Estado ya no puede excluirse de
las relaciones normales del capital con el trabajo y entra a regular el mercado laboral
forzando la ley de la oferta y la demanda o dirigiendo con su autoridad los conflictos
creados por las exigencias de los obreros en busca de mejores salarios y beneficios
marginales. El "Mal" de la intervención del Estado es preferible a los que ocasionaría
una guerra de huelgas y lockouts (cierres de fábricas y otras fuentes de trabajo). Con
criterio preventivo respecto de estos problemas, el Estado legisla en materia social
señalando, por ejemplo, salarios mínimos o estableciendo un sistema más o menos
completo, según los casos, de medidas de protección para los trabajadores.
Por supuesto, la guerra moderna, que se libra tanto en los campos de producción
como en los de batalla, impone la categórica intervención del Estado tanto en éstos
como en aquéllos.
Ni uno solo de estos pasos deja de ser objetado por los obcecados partidarios del
liberalismo puro; particularmente por los representantes del capitalismo que ven en el
Estado un intruso agresivo que tiende a despojarlos de sus prerrogativas y privilegios.
Lo que esos liberales no ven o no quieren ver es que el Estado ("el Estado burgués"
como lo llamaría Marx), no hace sino liberarlos de conflictos mayores y, en último
análisis, de la ruina. Cegados por el fantasma del Estado, enemigo teórico de la libre
empresa, no reconocen al Estado como aliado en la práctica.
Hay, empero, un punto en que este género de intervencionismo estatal más o
menos indirecto es insuficiente, y se piensa en otro Estado que ya no se limite a
desempeñar funciones de supervigilancia, de mediación, regulación y de rescate, en
último trance, respecto al individuo. Y es entonces cuando nace la idea del Estado
socialista. Dicho de una vez, el Estado que ya no servirá al individuo sino a la
colectividad.
Se estatizan los instrumentos de producción. Dependiendo esto del grado de
avance del socialismo en nombre del cual actúe el Estado; la estatización abarca
solamente a las grandes fuentes de producción o se aplica con carácter más o menos
general. Este proceso se inicia con las minas y los yacimientos de petróleo (recursos
naturales agotables), pasa por la industria siderúrgica (de valor estratégico) y llega a los
ferrocarriles y otros medios de transporte para llegar eventualmente a la industria
manufacturera. Suecia constituye uno de los ejemplos típicos del socialismo de Estado,
con la circunstancia curiosa y digna de anotarse, de que ese hecho económico no afecta
al sistema político, que se mantiene dentro del marco de la democracia representativa y
la monarquía constitucional. Sólo en condiciones anormales, como las derivadas de una
guerra, la intervención del Estado llega, en estos esquemas políticos, a regular por
bastante tiempo la distribución y consumo de artículos, mediante el racionamiento y las
"congelaciones" de precios, salarios, alquileres de vivienda, etcétera. A veces, aun
gobiernos no estatistas como el de los Estados Unidos, aplican estas medidas con
carácter de emergencia, como reguladores transitorios de la economía y de la estabilidad
monetaria (principios de la década de 1970).

18
Queda más allá, otro tipo de Estado: el que con vigencia temporal propugna el
comunismo, para ponerlo en manos de la "dictadura del proletariado", como
instrumento de poder político destinado a realizar la transición de la sociedad burguesa
a la sociedad comunista, sin clases, del futuro. Lo que, en concepto de los comunistas,
justifica a este Estado absorbente y dictatorial es su necesidad "transitoria", ya que, en la
otra sociedad hipotética, del futuro, el Estado habrá desaparecido también, junto con las
clases, total y definitivamente.
Por su parte, los anarquistas individualistas prescinden del Estado y de la
colectividad, para dejar al individuo solo, libre y voluntariamente asociado en pequeñas
agrupaciones constituidas con fines de servicio mutuo; mientras que los anarquistas
comunistas eliminan al Estado y al individuo para dejar a la colectividad sola.
La carrera del Estado no ha concluido todavía. Falta la última etapa, aquella en
que, imperativamente, lo reclama todo para sí.
Ya no es el Estado que sirve al individuo dentro de las teorías demoliberales, ni
el que sirve a la colectividad en el socialismo; tampoco se hace perdonar su presencia en
función de los altos intereses individuales o colectivos a los que consagra su existencia,
ni ofrece humildemente, como en el comunismo, desaparecer cuando no se lo necesite.
Éste, el Estado fascista o nazi, es un fin permanente en sí mismo. Nacido de
concepciones filosóficas como la de Hegel, alcanza identidad y madurez plena en la
Alemania nazi y la Italia fascista. La totalidad de la vida colectiva gira en torno a su
servicio y ese servicio acaba por convertirse en una mística. La parte de la colectividad
que se consagra absolutamente al Estado (el Partido) se hace, por ello, acreedora a todos
los privilegios y se considera a sí misma una minoría selecta: la élite. El resto no tiene
derechos propios sino los que el Estado por autodeterminación, le "concede".
Es importante observar que mientras las doctrinas demoliberales así como las
socialistas cifran su validez en el concepto político, jurídico y moral de que expresan la
voluntad de la mayoría de la colectividad, y justifican sus fines en razón del beneficio
que significarán para esa mayoría, el nazifascismo rechaza las concepciones
mayoritarias y sólo reconoce a la minoría como fuente de poder, como instrumento de
realización política y aun como objetivo, en cuanto esa minoría tiene identificado su
destino con los destinos supremos del Estado.
En lo económico, el Estado nazifascista toma el control de las industrias
capitales (sobre todo aquellas que tienen estrecha relación con los programas de
formación y preparación militar de la nación); pero se sirve de la empresa privada,
dejando a los propietarios a la cabeza de sus negocios, bajo una estrecha programación,
dirección y vigilancia estatales. En otras palabras, el Estado prefiere tener a alguien que
sea personalmente responsable de las fallas que pudieran ocurrir; pero ese alguien no
tiene en sus manos la verdadera dirección de la empresa y las relaciones entre el capital
y el trabajo están del todo supeditadas a los intereses del Estado.
El Estado, ampliando su acción integral (por eso se llama Estado totalitario), a
todos los ámbitos de la vida colectiva, imprime también una dirección inflexible a la
educación, la literatura, el arte y aun la ciencia. Por lo que puede verse, este Estado, en
su concepción integralista, no es muy diferente del que ejerce la dictadura del proletario,
aunque, por supuesto, sus concepciones y finalidades son totalmente diferentes.
De este modo concluye el examen sucinto de toda la gama de relaciones
políticas entre el individuo, la colectividad y el Estado, desde el momento en que el

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individuo comienza a asociarse (en el mundo primitivo) con sus semejantes para la
satisfacción de sus necesidades inmediatas y elementales, hasta que el Estado (que tuvo
su origen en esa asociación), se convierte en un ente semidivino.
Es de advertir que el individuo empieza aceptando por necesidad el imperio de
la autoridad institucionalizada en el Estado. El jefe primitivo (mezcla de sacerdote y
caudillo) funda su derecho en la fuerza, en la habilidad para conducir a los demás y
alega poderes sobrenaturales para justificar sus prerrogativas. Más tarde los reyes dicen
derivar su poder de Dios. Finalmente, surge el concepto jurídico-político del Estado (La
Ciudad Estado y luego el Estado Nación), con su atributo esencial de soberanía. El
individuo acepta todo esto, primero, porque la presencia de la autoridad le es útil para el
resguardo, siquiera relativo, de su seguridad y sus intereses (por pequeños que éstos
sean); segundo, porque se lo imponen a la fuerza y no le queda otro remedio que
acomodarse a las circunstancias. Pero, invariablemente, acaba por rebelarse contra la
autoridad.
La expresión extrema de esa rebelión es la anarquía; las formas menos radicales
incluyen a todas las teorías y toda la acción política e institucional desarrollada por el
individuo en defensa de su libertad política y económica. El capitalista quiere liberarse
del Estado porque le es incómodo; el proletario quiere liberarse del Estado capitalista.
En los regímenes totalitarios de una u otra filiación, el hombre suele llegar al martirio
para expresar su rebeldía contra la opresión estatal. En los regímenes demoliberales, una
serie de preceptos incluidos en las Constituciones Políticas de los Estados y en las leyes
secundarias, tratan de limitar y regular la acción del Estado sobre el individuo. El
hombre tiende a liberarse de toda forma de opresión.
No es aventurado afirmar que gran parte del fenómeno político gira,
describiendo un círculo de repetición permanente, siguiendo este proceso: el individuo
desearía la libertad absoluta; pero como todos los individuos la desean también
simultáneamente, llega un momento en que surge el conflicto de unas libertades que
tratan de expandirse a costa de las otras; entonces se hace indispensable un sistema de
regulación de la libertad por un procedimiento autoritario, ya que la regulación
espontánea, automática, no es posible, no existe; tan pronto como la regulación
autoritaria llega a ser incómoda, el individuo reacciona y clama por la libertad. El
hallazgo de un término ideal entre la libertad individual y la necesidad de regular la
coexistencia de las libertades individuales es, en suma, una de las metas esenciales de
casi todas las doctrinas políticas.
El fenómeno político es esencialmente dinámico. Un constante proceso de
transiciones hace que unos esquemas sustituyan a otros o, cuando menos, que dentro de
los mismos esquemas se vayan produciendo modificaciones de mayor o menor
importancia.
¿Cómo se producen esas transiciones? Por un proceso evolutivo o por la
revolución. Lo evolutivo significa el cambio gradual, sistemático y sin empleo de la
violencia. La serie de transiciones que en los últimos 30 años se han producido en la
Gran Bretaña, de regímenes socialistas a conservadores y viceversa, constituyen un vivo
ejemplo de evolución realizada por la vía democrática. El avance de la legislación social
protectora de los intereses de los trabajadores, en casi todo el mundo, es otra forma de
evolución consumada, en la mayoría de los casos, sin alterar la estructura política de los
respectivos Estados. El cambio revolucionario, la Revolución (hablando de auténticas
revoluciones y no de simples cambios de partidos o de personas en el gobierno), está
representado por la Revolución Francesa, la Revolución Rusa y la Revolución China,
20
que alteran totalmente la estructura política, económica y social de las naciones en cuyo
seno se producen. El fenómeno político de Chile, que siendo revolucionario no fue
violento ni alteró toda la estructura institucional del país, merece análisis especial que se
intentará en el capítulo respectivo de este libro. (Ver Comunismo.)
Es interesante observar que en el pensamiento de Marx ambas formas (la
evolución y la revolución) encuentran cabida. Cree él que el deterioro constante del
capitalismo obedece a una evolución inevitable cuyas consecuencias serán también
inevitables ("determinismo económico" fundado en el proceso dialéctico). Pero
considera que no deben prolongarse los sufrimientos que la injusta distribución de la
riqueza significan para el trabajador, hasta que la evolución culmine por sí misma con la
caída final del sistema capitalista, y que, en un momento dado (no especifica cuando), la
caída debe precipitarse mediante la acción violenta, la revolución, que transfiera el
poder político de la burguesía al proletariado.
Mucho de la controversia política estriba en la cuestión metodológica que se
plantea en los siguientes términos: ¿Es posible una evolución pacífica que alcance
efectivamente los fines de la armonía y la justicia social?
Los fervientes partidarios de la revolución llegan inclusive a considerar
indeseables las ventajas que se obtienen por la vía democrática en favor de las clases
trabajadoras, tales como los aumentos de salarios y otras leyes protectoras puestas en
vigencia por efecto de la acción sindical, porque —dicen ellos— las ventajas adormecen
el impulso revolucionario de las masas obreras. Tales partidarios de la revolución creen,
de acuerdo con sus teorías económicas sobre el valor y la plusvalía que,
inevitablemente, el trabajador es explotado dentro del régimen capitalista y que, por
consiguiente, no hay otra forma de acabar con la injusta explotación que destruir el
sistema mismo, lo cual sólo puede conseguirse a tiempo mediante la revolución ya que
los recursos de defensa del sistema capitalista son muy grandes y fuertes.
Es indudable que la evolución, o sea el cambio a través de un proceso gradual y
pacífico ofrece las perspectivas más gratas y deseables a los dictados de la razón. Pero,
para oprobio de la pregonada "racionalidad" del hombre, la violencia parece
desempeñar una función permanente (casi insustituible) en el curso de sus actividades y
relaciones políticas. Lo dijo el propio Thomas Jefferson, uno de los padres de la
democracia norteamericana: "El árbol de la libertad debe regarse de cuando en cuando
con sangre de patriotas y tiranos. Es su abono natural". Y la experiencia demuestra,
lamentablemente, que no se ha cumplido ninguna de las etapas decisivas de la Historia
sin que ello hubiera costado sangre.
Las doctrinas políticas propiamente dichas contienen tres elementos integrantes
esenciales: 1) análisis crítico del pasado y del presente; 2) programa para un futuro
ideal; 3) método de acción mediante el cual se efectuará la transición del presente hacia
el futuro ideal.
La interpretación y crítica del pasado se puede hacer de muchas maneras; tantas,
como formas ha adoptado la filosofía de la historia. Se utilizan muchos guiones o
puntos de referencia. Por ejemplo, los utopistas ponían mucho interés en los valores de
orden ético, mientras que los marxistas asignan importancia fundamental al factor
económico. Aquéllos ven los males del pasado y del presente como resultado de fallas
morales del hombre; éstos creen que los males se deben a defectos orgánicos del sistema
económico capitalista.

21
El programa para el futuro es un catálogo de remedios para los males del pasado
y del presente. Es producto de la mezcla del descontento con lo que se tiene y la
esperanza de lo que se quisiera tener; amalgama de amargura y de ilusión. Por eso, en el
momento oportuno, a los forjadores de nuevos programas políticos se les imputó
invariablemente "envidia" y "despecho". Y es cierto que, en una u otra medida, todo lo
que acusa progreso humano fue amasado con levadura de insatisfacción. Como que la
mejor bandera de lucha de la oposición es la que se borda con los errores del gobierno.
Otra clasificación separa a los programas cuyo enfoque es esencialmente ético y
jurídico, como la democracia liberal, de aquellos que buscan primero la solución del
problema económico-social, verbigracia el marxismo.
El método o plan de acción contempla, en principio y en detalle, en forma
simple o mixta, uno o varios de los múltiples tipos de evolucionismo o revolucionismo.
Aun ciertos casos en los que se adopta por principio el método evolutivo "gradualista",
llega a aceptarse la posibilidad de la revolución como recurso de última instancia,
cuando todas las puertas del sistema democrático han quedado cerradas por una
dictadura. En este punto crítico, la filosofía política plantea en última instancia la tesis
del tiranicidio o destrucción física del gobernante despótico que ejerce el poder contra la
voluntad del pueblo.
Por supuesto, todos los métodos de acción conducen a un fin inmediato: la toma
del gobierno, puesto que esa posesión del gobierno, que es la materialización del poder
político, significa la posibilidad —la única concreta— de llevar directamente a la
práctica los programas de sustitución de una estructura política por otra. Un partido
político que no aspire a tomar de alguna manera el gobierno, no tendría razón de existir.
Una circunstancia de orden cronológico influye grandemente sobre el carácter de
las doctrinas políticas: si ellas fueron formuladas antes o después de que sus creadores
hubieron tomado el gobierno.
Las teorías socialistas fueron concebidas, todas, con anterioridad a ese hecho. El
fascismo y el nazismo concretaron su teoría a posteriori, si bien es cierto que el
fundador del nazismo, Adolfo Hitler, enunció desde la oposición algunos puntos de un
programa pragmático relacionado con la situación de Alemania después de la primera
Guerra Mundial. En el caso de la doctrina formulada desde el llano, la teoría hace las
veces de bandera; en el segundo, se convierte en una especie de racionalización o
excusa para detentar el poder y adolece de todas las flaquezas de una excusa.
No puede, pues, haber doctrina política válida que no empiece por hacer la
crítica del estado de cosas vigente. Si hubiera conformidad plena, ¿cuál sería la razón
para proponer un cambio? Tampoco puede haber doctrina política válida si, una vez
analizados los males e imperfecciones presentes, no se proponen los remedios y
soluciones. Ni quedaría completo el cuadro si, a tiempo de ofrecer el programa de
soluciones no se dijera en qué forma se alcanzará el dominio del poder político
indispensable para dar realización al programa.
Algo que contribuye a mantener latente el conflicto político a lo largo de la
historia es que, una vez concebida una doctrina como producto auténtico de las
condiciones de tiempo y de lugar que la justifican y la hacen necesaria, se trate de
aplicarla indefinida, rígida e indiscriminadamente en épocas o sitios en los que no
imperan las mismas o muy parecidas condiciones.

22
Ya sea que se admita el proceso dialéctico de la revolución (como prescribe el
marxismo) o que se adopte el concepto de la "evolución orgánica" (propugnado por el
socialismo reformista), lo evidente es que, como tenemos dicho, el acontecer político es
esencialmente fluido y dinámico. Nada de lo que atañe a la vida del hombre es estático,
y la política no es sino una función vital de la sociedad humana. De igual manera que en
lo biológico, en lo político, todo nace, crece, muere o se transforma. Constantemente
surgen nuevas posibilidades y nuevas necesidades, nuevos problemas y nuevas
soluciones.
En medio de este fenómeno vertiginosamente cambiante, la posición política que
ayer parecía adelantada respecto de los acontecimientos, de pronto resulta o es vista
como rezagada. Debería, por tanto, desaparecer del escenario. Pero las posiciones
políticas tienden a estabilizarse y estratificarse a medida que avanzan en edad. Alguien
ha dicho que el revolucionario de hoy es el conservador de mañana. Como empecinado
anciano que pretende disputar al joven su derecho a ocupar el primer plano, el antiguo
esquema se aferra a lo que llega a considerar suyo para siempre. Y es trágico que,
mientras la vejez física acusa síntomas indudables —canas, temblores y arrugas— que
harían esa pretensión simplemente grotesca, la vejez política es algo que no advierten
quienes la padecen. (Hasta ahora hay rusos blancos que mantienen, en el exilio, resabios
de las funciones de la corte zarista, con la patética certidumbre de un retorno.) El
proceso evolutivo, sin embargo, no se detiene y al chocar con las posiciones
irreductibles surge el conflicto. Se hace, por regla general, necesaria la revolución. Los
representantes y usufructuarios de la posición rezagada se constituyen en campeones de
las "instituciones nacionales" y anatematizan a los innovadores con el estigma de
"enemigos de la seguridad del Estado" y "subversores del orden constituido".
El genio de los grandes realizadores políticos consiste en acomodarse
instantáneamente a las necesidades de transformación del medio socioeconómico en que
actúan e inclusive en adelantarse a ellas. Allí donde concluye la facultad de adaptación
y donde se cree haber alcanzado un remanso definitivo (remanso definitivo que la
Historia niega inexorablemente), cesa la vigencia de un esquema, para dar paso a otras
fuerzas que pugnan por seguir adelante. Tal flujo constante es el ritmo y la subsistencia
de la historia política.
No hay fórmulas de eficacia permanente. Las que más pueden aproximarse a una
especie de permanencia son las que empiezan por admitir que no hay nada permanente y
que, por ende, están dispuestas a sacrificar la rigidez dogmática de sus principios y
posiciones, para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Y, en cuanto a circunstancias de lugar, no es lógico pensar que lo que fue bueno
y provechoso allá tenga, indefectiblemente, que ser bueno acá. Si bien existen líneas
generales de conformación económica y social que pueden crear lo que llamaríamos
zonas de semejanza o afinidad, hay infinidad de combinaciones de factores geográficos,
étnicos, históricos y culturales que demandan adaptaciones y dosificaciones precisas y
especiales para cada caso. El simple traslado de esquemas de un sitio a otro, de una a
otra nación, es inoperante. Lo verdadero, lo justo y eficaz de una doctrina es el resultado
de condiciones específicas de tiempo, espacio y circunstancia.
Por lo demás, las líneas de demarcación ideológica sólo pueden tener rigidez en
el momento mismo en que se opera una gran transformación (sobre todo de tipo
revolucionario) y en el periodo inmediatamente siguiente. Poco después, esas líneas
fronterizas empiezan a hacerse más flexibles y difíciles de determinar. En todo caso
aunque las líneas ideológicas subsistan, las necesidades prácticas de la vida hacen
23
necesario pasar por sobre ellas en más de un aspecto, como ser el económico, comercial
o cultural. Eso es lo que actualmente viene ocurriendo entre los polos del capitalismo y
el socialismo, vale decir entre los Estados Unidos de Norteamérica y Rusia y la China
Popular, tal como se verá en los capítulos siguientes.

Principios del liberalismo político


Claudia Patricia Varela y Enrique C. Vázquez (Argentina, 2011)
Hay muchas maneras de definir o conceptualizar la noción de “ideología”.
Desde un punto de vista muy general, se puede definir una “ideología” como un
conjunto de ideas articuladas sobre la realidad social. También como una determinada
visión del mundo que incluye múltiples dimensiones –social, política, económica,
cultural, entre otras posibles–.
Las ideologías políticas son construcciones que realizan grupos de personas que
comparten una determinada interpretación o representación sobre cómo debería
organizarse el poder en una sociedad. Muchas veces, estas ideas compartidas se
convierten en programas y en métodos de acción para llevar adelante los intereses y los
proyectos de diferentes sectores de la sociedad.
Desde fines del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII, fue tomando forma en
algunos países europeos una ideología a la que se denominó “liberalismo político”. Su
origen y su difusión están directamente relacionados con el creciente protagonismo de
los burgueses europeos en la circulación y producción de bienes y en la acumulación de
capitales.
El liberalismo integra un conjunto de ideas que sostienen la necesidad de
defender la libertad de los individuos frente a la acción de distintos poderes. Los
principios liberales se han ido conformando como ideología desde mediados del siglo
XVII y se afianzaron durante la segunda mitad del siglo XIX.
Los principios del pensamiento liberal orientaron la llamada “Gloriosa
Revolución”, ocurrida en Inglaterra en 1688, y protagonizada por sectores burgueses
que cuestionaron el régimen monárquico absolutista y derrocaron al rey.
Más tarde, las ideas liberales impulsaron las luchas por la independencia de las
Trece Colonias inglesas en América del Norte y la constitución de los Estados Unidos
de Norteamérica, en 1776, y la Revolución Francesa que se inició en 1789.
Luego de los ciclos revolucionarios que sucedieron en Europa hacia 1830 y
1848, los gobiernos europeos fueron incorporando paulatinamente algunos principios
del programa liberal a la organización de los Estados y a la redacción de sus
constituciones.
A continuación, se expone una selección de textos del liberalismo clásico
destinadas a esclarecer cada uno de sus principios más difundidos.
Sobre la libertad y su origen
“La libertad natural del hombre radica en no reconocer ninguna autoridad que le
sea superior en la tierra; en no estar sometido a la voluntad o a la autoridad legislativa
de nadie y en no retener más regla que la ley natural.”
Locke, John. Ensayo sobre el poder civil (1690)

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Sobre la libertad y sus límites
“Libertad natural: derecho que la naturaleza otorga a todos los hombres para
disponer de su persona y bienes de la forma que consideren más conveniente para su
felicidad, con la condición de que lo hagan dentro de los límites de la ley natural y que
no abusen en perjuicio de otros hombres. Las leyes naturales son, por tanto, la regla y
medida de esta libertad.”
Diderot, Denis. “La Enciclopedia (1751)”
Sobre los poderes del estado y la protección a la libertad
“Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en la misma persona
o el mismo cuerpo, no hay libertad; falta la confianza, porque puede suceder que el
monarca o el senado hagan leyes tiránicas y las ejecuten ellos mismos tiránicamente. No
hay libertad si el poder de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo y del
poder ejecutivo. [...] Todo estaría perdido si el mismo hombre, la misma corporación de
próceres, la misma asamblea del pueblo ejerciera los tres poderes: el dictar las leyes, el
de ejecutar resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o los pleitos entre los
particulares.”
Barón de Montesquieu. “Consideraciones sobre las causas de la grandeza y
decadencia de los romanos (1734)”
Sobre la tolerancia ideológica y la libertad de expresión
“X. Nadie puede ser molestado por sus opiniones, ni siquiera por las religiosas,
con tal que su manifestación no trastorne el orden público establecido por la ley.XI. La
libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más
preciosos del hombre; todo ciudadano puede, pues, hablar, escribir o imprimir
libremente, pero debe responder del abuso de esta libertad en los casos determinados
por la ley.”
Declaración de derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Sobre la propiedad
“XVII. Siendo la propiedad un derecho inviolable, nadie puede ser privado de
ella, sino cuando la necesidad pública, legalmente comprobable, lo exija evidentemente,
y bajo condición de una justa y previa indemnización"
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Sobre la igualdad
“La igualdad de los ciudadanos radica en que todos estén sometidos a las
mismas leyes.”
Diderot, Denis. “Textos políticos”
Sobre la igualdad
[…] “Aunque haya dicho más arriba que todos los hombres son iguales por
naturaleza, no se debe entender por eso que me refiera a todo tipo de igualdad […]. En
nuestro desgraciado mundo, es imposible que los hombres, agrupados en sociedades, no
se dividan en dos clases: la de los ricos, que mandan; y la de los pobres, que obedecen.
Y estas se subdividen en miles, y estos miles tienen diferentes matices […]. Tal y como
es el género humano, solo puede subsistir si hay una infinidad de hombres útiles que no
poseen nada en absoluto; pues, evidentemente un hombre en su sano juicio no abandona
25
sus tierras para ir a parar las vuestras; y si necesitáis un par de zapatos, no será un
magistrado de París quien os lo haga. Es decir, la igualdad es la cosa más natural y la
más quimérica.”
Voltaire. “Diccionario filosófico”
Sobre la función del gobierno
“El objetivo de la sociedad es la felicidad común. El gobierno se constituye para
garantizar el disfrute de los derechos naturales e imprescindibles. Estos derechos son la
igualdad, la libertad, la seguridad y la propiedad. La seguridad consiste en la protección
concedida por la sociedad a cada uno de sus miembros…”
Constitución Francesa del 14 de junio de 1793
Sobre el sufragio
“Creemos que el negocio del gobierno es, y debe ser, el negocio de los ricos, los
cuales siempre lo obtendrán, por las buenas o por las malas. Todo depende de esto. Si lo
obtienen por las malas, el gobierno será malo. Si lo obtienen por las buenas, no cabe
duda de que el gobierno será bueno. El único medio bueno de obtenerlo es por sufragio
libre del pueblo".
Mill, James. “Sobre el Método de votar” (1830)
Sobre el sufragio
“La voluntad del pueblo significa, en realidad, la voluntad de la porción más
numerosa y activa del pueblo, de la mayoría, o de aquellos que consiguieron hacerse
aceptar como tal mayoría. Por consiguiente, el pueblo puede desear oprimir a una parte
de sí mismo, y contra él son tan útiles las precauciones como contra cualquier abuso del
poder [...] La tiranía es uno de los males contra los que la sociedad debe mantenerse en
guardia.”
Mill, John Stuart. “Sobre la libertad” (1859)

El trabajo en la industria capitalista


Claudia Patricia Varela y Enrique C. Vázquez (Argentina, 2011)
En las últimas décadas del siglo XVIII, en Inglaterra, se produjo lo que algunos
historiadores llamaron el “despegue” de la Revolución Industrial.
Muchos investigadores asocian esta gran transformación con un cambio
tecnológico: el empleo del vapor como fuente de energía para mover las maquinarias. Si
bien la nueva tecnología jugó un papel muy importante, la consecuencia principal de
esta revolución productiva fue que dio lugar a una nueva manera de organizar el trabajo.
Todos los obreros trabajaron por un salario, ya que carecían por completo de medios de
producción propios y se veían obligados a vender su fuerza de trabajo. La totalidad de
los medios de producción quedaron en poder de los empresarios capitalistas y las
grandes fábricas fueron el ámbito –la unidad de producción– en el que se elaboró la
mayor parte de los productos industriales.
Durante el siglo XIX, el trabajo industrial se extendió por gran parte del planeta,
hasta transformarse en el modelo predominante para organizar el trabajo. Desde los
primeros tiempos de la industrialización hasta el presente, la producción fabril ha ido
cambiando, tanto en los aspectos tecnológicos como en los aspectos organizativos.
26
En el siglo XX se desarrollaron formas de organizar el trabajo industrial a las
que se designó con el nombre de empresas emblemáticas, como Ford –fordismo– y
Toyota –toyotismo-.
Las que siguen son dos definiciones clásicas del concepto de trabajo:
● Trabajo es toda forma de actividad que permite transformar la naturaleza en
bienes y servicios útiles y crear relaciones interpersonales y sociales más ricas.
● Trabajo es la actividad social mediante la cual el hombre (fuerza de trabajo),
con ayuda de las herramientas y condiciones materiales indispensables (medios de
trabajo), transforma los objetos de trabajo (materia prima o bruta) con el fin de
satisfacer sus necesidades de conservación y reproducción.
Ninguna de estas dos definiciones parece ser lo suficientemente adecuada para
comprender la dimensión laboral de las sociedades modernas, en las cuales el trabajo se
ha constituido en un medio de integración social.
Limitar la noción de trabajo a la posibilidad de subsistencia presupone reducir a
los hombres a una primaria condición de ser natural, y a sus capacidades a un factor de
producción.
El concepto de trabajo debe incluir la consideración de los hombres como
sujetos y todas sus necesidades posibles de ser satisfechas teniendo en cuenta las
condiciones económicas y culturales del momento: la mera sobrevivencia no da cuenta
de una vida verdaderamente humana.
Por otra parte, aproximarse desde esta mirada a las condiciones actuales del
trabajo permite comprender relaciones de poder y situaciones de injusticia, marginación
y pobreza.
El trabajo durante la primera fase de la revolución industrial europea
Antes de comenzar a explicar el tema, es conveniente indagar los conocimientos
previos de los estudiantes sobre las características del trabajo y de la organización de la
producción que predominaban antes del estallido de la “revolución industrial” a fines
del siglo XVIII.
En particular, deberían considerar el trabajo característico de la época medieval
–tanto el que realizaban los campesinos en las zonas rurales como el de los artesanos
controlados por los gremios en las ciudades– y el sistema de producción domiciliario de
manufacturas de fines del siglo XVII y comienzos del XVIII.
La revolución industrial
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la sociedad inglesa protagonizó un
proceso que transformó el modo de vida de las sociedades europeas. Ese proceso fue la
“revolución industrial”.
Generalmente, los historiadores explican este proceso diferenciando dos fases.
La primera, en la que se originó el “despegue industrial” –el crecimiento acelerado– a
partir de la expansión de la industria textil algodonera; y la segunda, que se desarrolló a
partir de 1850, en la cual la industria –impulsada por nuevos descubrimientos científicos
y técnicos– se afirmó como la actividad económica más importante en Inglaterra,
Francia, Alemania y Estados Unidos.
Las nuevas máquinas eran grandes y pesadas, por lo que no podían ser instaladas
en la casa de los trabajadores, y como además eran propiedad de los empresarios
27
capitalistas, éstos organizaron las fábricas. La utilización de la máquina de vapor, que
reemplazaba la energía humana, combinada con los telares mecánicos, contribuyó a la
obtención de los resultados deseados. El trabajo del obrero se alejó cada vez más de la
creatividad del artesano y se transformó en una tarea rutinaria. Poco a poco, la fábrica
reemplazó los talleres manufactureros y se transformó en la base de la organización
económica capitalista.
La industria era un tipo de actividad económica que requería la circulación de
dinero para funcionar: era necesario para la instalación de fábricas, la compra de
materias primas y el pago de los salarios de los obreros. Por ello, la industrialización
dependió de la inversión de los burgueses que habían acumulado capital a partir del
comercio y el préstamo de dinero a interés. Los burgueses, desde entonces llamados
capitalistas, comenzaron a hacer inversiones en la industria.
Para finalizar, transcribimos un fragmento de una novela escrita por el escritor
inglés Charles Dickens, “Tiempos difíciles”. Fue publicada en 1854, mientras se
desarrollaba la industrialización en Inglaterra y por esto es considerada una fuente de
carácter primario.
“Tantos o cuantos centenares de brazos trabajando en esta fábrica de tejidos; y
tantos y cuántos centenares de caballos de vapor. Se sabe, medido en libras de fuerza,
lo que rendirá el motor; pero ni todos los calculistas juntos de la Caja de la Deuda
Nacional pueden decir qué capacidad tiene en un momento dado para el bien o para el
mal, para el amor o el odio… para convertir la virtud en vicio, o viceversa, el alma de
cada uno de estos trabajadores que sirven a la máquina con caras impasibles y
ademanes acompasados. En la máquina no hay misterio alguno; pero sí hay misterio en
el alma del más insignificante de esos hombres que trabajan en las fábricas… ¿Por
qué, pues, no hemos de reservar nuestra aritmética para los objetos materiales,
recurriendo a otra clase de medios para entender las asombrosas cualidades de los
trabajadores?
La claridad del día fue aumentando y se impuso sobre las luces que aún
brillaban en el interior de las fábricas. Se apagaron las luces y el trabajo siguió su
curso. Llovió, y entonces las serpientes de humo, sometiéndose a la maldición que pesa
sobre sus familias, se arrastraron por encima de la tierra. Un velo de niebla y de lluvia
envolvió, dentro del patio exterior del material de desecho, el vapor que salía por la
tubería de escape, los montones de barricadas y de hierro viejo, las pilas de carbón
reluciente y de cenizas que había en todas partes.
Siguió el trabajo hasta que sonó la campana de las doce. Más repique de pasos
sobre el pavimento. Telares, ruedas y brazos desconectados por una hora. Esteban
salió, rendido y desencajado, de la atmósfera calurosa de la fábrica al húmedo viento y
al frío encharcamiento de las calles. Salió de entre los de su clase y de su propio
barrio, sin comer otra cosa más que un pedazo de pan, mientras caminaba en dirección
de la colina, detrás de la cual vivía el dueño de la fábrica donde él trabajaba. Era una
casa roja con contraventanas pintadas de negro, persianas interiores verdes, puerta de
calle negra, sobre dos escalones blancos y el nombre de “Bounderby” sobre una chapa
de bronce.
El señor Bounderby estaba comiendo, era lo que había calculado Esteban.
¿Tendría la amabilidad el criado de anunciarle que uno de sus brazos pedía permiso
para hablar con él?” (Dickens, Charles, “Tiempos difíciles”, 1854)

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Tipos de sistemas económicos
Andrés Sevilla (Argentina, 2016)
La organización económica es uno de los pilares básicos de cualquier
agrupación social. Con el paso de los siglos, el ser humano ha ido organizando sus
recursos de diversas maneras, hasta llegar a los sistemas que mejor se adaptan a
cada sociedad.
Todas esas maneras de organizar una sociedad se pueden englobar en mayor o
menor medida en un sistema u otro. En este artículo describimos clasificaciones más
importantes de los sistemas económicos.
Estas dos clasificaciones se han realizado atendiendo a si existe o no propiedad
privada, y según el mecanismo de toma de decisiones.
Sistemas económicos según exista o no propiedad privada
• Economía capitalista: También denominada economía libre o de mercado.
Son economías en que los individuos y las empresas llevan a cabo la producción y el
intercambio de bienes y servicios mediante transacciones en las que intervienen precios
y mercados.
• Economía socialista o planificada: Defienden el intervencionismo del
Estado en la economía. En su estado más puro, exigen la sustitución de la propiedad
privada por la colectiva en los medios de producción, cambio y distribución; del mismo
modo, pide la distribución igualitaria de la riqueza y la eliminación de las clases
sociales. El socialismo generalmente se asocia a una economía planificada, aunque
existen excepciones.
Sistemas económicos según el mecanismo de coordinación o de toma de
decisiones
• Economía tradicional: Son economías simples cuyas decisiones se basan en
la tradición.
o Se caracterizan porque para dar solución a los problemas básicos de la
economía: qué, cómo y para quién producir. Toman decisiones que tuvieron éxito en el
pasado, es decir, que su supervivencia va a depender de si las decisiones del pasado
fueron acertadas.
o Disponen de un excedente económico reducido por lo que no van a poder
invertir en mejoras del proceso productivo.
o Son sociedades de escaso nivel de renta, y van a depender de las ayudas y
préstamos de naciones ricas.
• Economía autoritaria: Son aquellas en que las decisiones económicas son
tomadas por una autoridad central.
o Las decisiones sobre qué, cómo y para quién producir se toman por la
autoridad central (dictador, rey…).
o El precio lo fija la autoridad.
o Se interfiere en las libertades de los ciudadanos.
o El estado posee casi la totalidad de los medios de producción.
o Es una economía propia de países que aplican el comunismo.
29
• Economía de mercado: Es aquella en que la mayoría de las decisiones
económicas son tomadas por los ciudadanos. Son las denominadas economías
capitalistas. En las que podemos destacar:
o Existe propiedad privada tanto del capital como de los medios de producción.
o Libre empresa, los individuos tienen libertad para constituir y disolver sus
negocios.
o Son mercados competitivos, en los cuales el precio se fija por la oferta y la
demanda.
o Los individuos pueden elegir entre las distintas alternativas que ofrece el
mercado.
En el siglo XXI, gran parte de las economías se consideran economías mixtas.
Esto es, economías en las que una parte de las decisiones las toman los ciudadanos y
otras el gobierno, esto permite corregir los fallos de mercado que existen.
El Keynesianismo, por ejemplo, defiende un sistema capitalista en el que las
empresas son de propiedad privada y existe una economía de libre mercado. Sin
embargo, defiende el intervencionismo del Gobierno en los mercados para evitar
los ciclos económicos y propiciar una economía más estable.

Propiedad privada
Javier Sánchez Galán (Argentina, 2016)
La propiedad privada es un concepto económico y del ámbito legal que
establece el derecho del individuo o las organizaciones a la posesión, el control y la
disposición de un bien.
El hecho de que exista la propiedad privada supone de hecho la protección de las
personas frente al Estado u otras instituciones en lo que se refiere a su patrimonio, sus
posesiones, etc. Este derecho supone el pleno poder jurídico del propietario sobre lo que
posee, ya sea con el objetivo de emplearlo para su ocio o para darle una finalidad de
explotación económica.
Además, existe otra característica a tener en cuenta, y es que la propiedad
privada se extiende más allá del fallecimiento del poseedor gracias a las herencias y la
legislación correspondiente a las mismas.
Con el desarrollo y la evolución a lo largo de la historia de diferentes teorías y
modelos de pensamiento económico, la definición de este concepto se ha ido adaptando,
al tiempo que ha adquirido importancia. Esto se debe en gran parte al papel de los
derechos civiles y su desarrollo en los cambios experimentados por la sociedad a lo
largo de los siglos y el crecimiento económico a nivel global.
La propiedad privada en los distintos modelos económicos
El derecho a la propiedad privada es una de las características principales del
modelo económico capitalista y de sus derivados. Así, tras la primera revolución
industrial y la aparición de la clase media y la sociedad burguesa, su significado ha ido
adquiriendo mayor relevancia a la hora de entender el espectro económico.
En ese sentido, el liberalismo económico aboga por la defensa de la propiedad
privada como motor de aumento de la riqueza de las sociedades, basando el modelo
30
económico en la acción del sector privado. Desde el sector público, en tanto, debe
protegerse este derecho y velar por la explotación de los recursos privados y los medios
de producción en un marco de legalidad.
Frente a esta postura encontramos al socialismo o el comunismo, teorías
proclives al derecho de propiedad estatal o comunal. Para Karl Marx, por ejemplo, la
propiedad privada sobre los medios de producción conlleva a la desigualdad en la
distribución de la riqueza.
Socialismo
El socialismo es un sistema económico y social que centra sus bases
ideológicas en la defensa de la propiedad colectiva frente al concepto de propiedad
privada de los medios productivos y de distribución.
Según expresa el socialismo, el principal fin es la consecución de una sociedad
justa y solidaria, libre de clases sociales y que cuente con un reparto de riqueza
igualitario. Para ello, los medios productivos no tienen que ser de propiedad privada,
porque considera que de esta manera acaban perteneciendo a una minoría capitalista que
domina los mercados, aprovechando de su posición para controlar al trabajador y al
consumidor.
El socialismo generalmente propone que la economía debe ser planificada y
por tanto, los medios de producción deben ser del Estado, quién se encarga además de
mediar en los mercados y proteger a la ciudadanía tratando de garantizar una situación
de justicia social. Aunque existen excepciones como el socialismo de mercado o
socialismo libertario.
A efectos conceptuales, es la posición económico-social contraria
al capitalismo. Y, según algunos pensadores, es la etapa anterior al comunismo.
Características del socialismo
Desde el origen del socialismo sus principios o características básicas son:
• Su base es la propiedad colectiva en los medios de producción y distribución,
buscando el bien social.
• La riqueza no debe recaer sobre los empleadores capitalistas, sino que debe
estar repartida de forma igualitaria, eliminando la diferencia entre clases sociales.
• Injerencia del estado en el espectro económico y social, no dejando al
mercado toda la capacidad de decisión y control. En otras palabras, mayor
centralización que en sistemas capitalistas.
En su esencia, un estado de carácter socialista cuenta con un gobierno o una
estructura estatal fuerte y con amplio poder en la toma de decisiones en materia
económica y de distribución de rentas y bienes.
Con el paso de los años, las posturas socialistas han ido evolucionando desde sus
premisas más clásicas hasta una postura más abierta y aceptante del libre
comercio. Bajo ciertas premisas básicas como el control de los gobiernos en el ámbito
económico y financiero y la protección del ciudadano para evitar situaciones de
desigualdad o abuso social. Se trata de sistemas económicos mixtos conocidos como
socialismo de mercado o socialdemocracia.

31
Teóricamente, el socialismo es la etapa anterior al comunismo, sistema en el que
los obreros controlan los medios de producción en su totalidad y se organizan en una
sociedad sin clases.
Origen del socialismo
Tradicionalmente, el socialismo es una doctrina que exige la sustitución de
la propiedad privada por la colectiva en los medios de producción, cambio y
distribución; del mismo modo, pide la distribución igualitaria de la riqueza y la
eliminación de las clases sociales.
Los antecedentes del socialismo son tan antiguos como la propia historia de la
humanidad, pero el término “socialismo” fue acuñado a principios del siglo XIX. De
hecho, en las aportaciones de los socialistas utópicos (Robert Owen) y, sobre todo, en
los escritos de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) se hallan los
antecedentes más inmediatos del socialismo moderno.
En la actualidad, el socialismo se identifica con posturas ideológicas que aceptan
el libre mercado en lo económico, aunque con una significativa intervención del Estado
para corregir diferencias sociales.
Primeras críticas al capitalismo
Con los socialistas utópicos o pre-marxistas aparecieron las primeras críticas
radicales al capitalismo, principalmente dirigidas a las bases de un sistema que
consideraban causante de la miseria en que se hallaban sumidas grandes masas de la
población. Estos llamamientos por parte de los primeros socialistas tenían procedencias
y orientaciones bien distintas; sin embargo, había en todos ellos una idea central común:
hacer desaparecer los motivos que determinaban que unos hombres explotaran a otros.
Robert Owen (1771-1858) fue la figura más destacada del primer socialismo
inglés, quien propugnaba la creación de ciudades de tipo cooperativo; por su parte, los
socialistas ricardianos esbozaron las teorías de la explotación y la plusvalía,
argumentando que el sistema de salarios privaba al trabajador de una parte del producto
de su labor.
Asimismo, el socialismo francés tuvo una gran influencia durante todo el siglo
XIX. Henri de Saint-Simón (1760-1825) trató de instaurar una nueva ética social que
regulara las relaciones entre ricos y pobres. De forma paralela, Charles Fourier (1772-
1837) se propuso reorganizar la sociedad de tal modo que llegara a la armonía por
medio de la formación de asociaciones cooperativas; y, finalmente, Joseph Proudhon
(1809-1865) fue el primer reformador social que se dio a sí mismo el nombre de
anarquista: fue defensor de la teoría del valor-trabajo y expuso una reforma del sistema
monetario que acabara con la escasez de crédito.
Marx y Engels
Tanto para Marx como para Engels, el socialismo es un estadio intermedio entre
el capitalismo y el comunismo, un tipo de formación que sucederá al capitalismo, del
mismo modo que éste sucedió al feudalismo. Según la interpretación marxista, el
capitalismo será derrotado y el socialismo surgirá como consecuencia de la lucha de
clases y las consiguientes revoluciones proletarias que las contradicciones internas del
propio sistema capitalista generan.
Es más, para ambos autores, el fin del socialismo es satisfacer las necesidades
materiales y culturales de toda la sociedad y de cada uno de sus miembros, atendiendo
32
al desarrollo de manera planificada de la economía nacional e incrementando la
productividad del trabajo social.
Bajo esta perspectiva, la economía socialista se apoya en la propiedad estatal,
que pertenece al pueblo a través del Estado, y en la propiedad cooperativa, que define la
que corresponde a un conjunto de grupos, a una colectividad. Es decir, la primera
comprende las empresas del Estado relacionadas con la industria, el transporte, las
comunicaciones, la agricultura y el comercio; mientras, el sector cooperativo se
compone de las formaciones de consumo.
Socialismo utópico
El socialismo utópico es una corriente inicial de la teoría sociológica
socialista y comunista enfocada hacia una sociedad más igualitaria y justa
alternativamente a la lucha de clases del socialismo tradicional.
Se considera que el socialismo utópico es la base sobre la que posteriormente el
pensamiento socialista fue desarrollado. Se considera como padre fundador del
movimiento a Henri Saint-Simon. Más tarde, otros autores como Charles Fourier, con
los falansterios, Robert Owen con el socialismo cooperativo o incluso Étienne Cabet
fueron completando (aunque con diferencias) dicho concepto. Todos ellos se engloban,
de algún modo, dentro de esta corriente socialista. Si bien es cierto que pensadores
como Fourier, intentaron salir de dicha utopía para llevar a cabo sus ideas.
Frente a la tendencia más tradicional o científica establecida por el Manifiesto
Comunista de Karl Marx, los estudiosos de la vertiente del socialismo utópico basan el
avance social en el reparto de los bienes en la comunidad, así como del trabajo.
Conceptualmente, el avance científico e industrial acontecido en dichos años
debía servir, según el socialismo utópico, para la mejora de las condiciones de la
sociedad en su conjunto y no solamente para los burgueses poseedores de factores de
producción.
Esta teoría tiene a pensadores de corte socialista, entre los que destaca
principalmente Carlos Fourier, que desarrollaron su punto de vista en el siglo XIX en
pleno proceso de creación de los planteamientos socialistas y comunistas tras
la Revolución Industrial.
Conceptualización inicial del socialismo utópico
En cierto sentido, la sensibilidad del socialismo utópico lo convierte en una
tendencia más cercana al idealismo o la utopía, mientras que el socialismo científico
está más identificado con la aplicación práctica o material de sus fundamentos en la
realidad dentro de los estados.
Por este motivo, suele identificarse esta tendencia como el resultado de
los primeros planteamientos comunistas previos al desarrollo más formal de sus
teorías y el estudio de los efectos producidos, desde su punto de vista, por
el capitalismo en las sociedades.
Características del socialismo utópico
Entre las ideas o características principales del socialismo utópico se encuentran:
• Debe existir cooperación: Abogan por el entendimiento y la capacidad de
colaborar juntos, sin necesidad de tintes egoístas o individualistas. Cooperación, no
únicamente en el plano del trabajo.
33
• Rehúyen de la lucha: Piensan que el socialismo debe establecerse bajo el
amor y la paz, no bajo la lucha y la guerra. Se encuentran convencidos de que la paz es
el fin, pero también el camino.
• Sociedades igualitarias: Defienden el igualitarismo como base de la justicia.
Dado que defienden que debemos cooperar no conciben la idea bajo la cual unos deban
poseer más que otros.
• Idealistas: Creen en una sociedad sin maldad. Los textos académicos
coinciden en que sus visiones son idealistas. De ahí que sean etiquetados con el adjetivo
de ‘utópicos’.
Diferencias principales con el socialismo tradicional o científico
Mientras que el socialismo científico o formal concibe la lucha de clases como
elemento base para conseguir estados igualitarios y justos frente al capitalismo, el
socialismo utópico reconoce la existencia de perjuicio a la clase obrera sin llegar a
establecer dicho camino como una clara prioridad.
No fue hasta las teorías de Marx y Engels que el socialismo y el comunismo
fueron planteados como herramientas prácticas de lucha obrera y aplicables en la
sociedad con efectos reales. De hecho, Marx critica a los socialistas utópicos e incide en
que el pueblo necesita realidad. No se puede conseguir el objetivo sin lucha y
revolución, afirma Marx.

Socialismo de mercado
Paula Nicole Roldán (Argentina, 2016)
El socialismo de mercado se refiere a una economía centralmente
planificada que utiliza el mecanismo de libre mercado para la asignación de
recursos en determinados sectores económicos o bajo determinadas condiciones.
En el socialismo de mercado el Estado se reserva el control de sectores que
considera de importancia estratégica (como telecomunicaciones, energía, etc.), pero
permite la libre interacción de la oferta y demanda en otras actividades económicas.
Una alternativa adicional es que el Estado permita que un mercado se rija por las
fuerzas de oferta y demanda una vez que se cumpla con determinadas cuotas de
producción que quedan bajo su control.
Por ejemplo, el Estado puede permitir que los agricultores vendan en el mercado
su producción de manzanas luego de que hayan cumplido con entregar al Estado, o
vender a un precio controlado, una determinada cantidad (por ejemplo, 500 kilos al
mes).
Características del socialismo de mercado
Las características básicas del socialismo de mercado son:
• El Estado controla sectores económicos estratégicos: energía, transporte,
telecomunicaciones, banca, etc. En algunos casos se puede permitir que un determinado
grupo de empresas compita en estos sectores, pero bajo regulaciones que impone el
Estado (control de precios, límites a ciertas conductas, etc.)
• Se suelen ofrecer incentivos fiscales y libertad en la contratación de
trabajadores para fomentar la iniciativa empresarial e inversiones.
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• Los productores de determinados sectores deben cumplir con cuotas de
producción (que entregan al gobierno) y luego pueden vender sus excedentes en el
mercado.
• Se busca atraer inversión extranjera.
• Se promueve la inversión mixta, esto es, la combinación de capitales
nacionales y extranjeros.
Origen del concepto
Los orígenes del concepto de socialismo de mercado se pueden encontrar en la
obra de Oscar Lange “La teoría económica del socialismo” publicada en 1937, en donde
se propone un sistema donde los medios de producción se encuentran bajo control
estatal mientras que el trabajo y los bienes o servicios de consumo final se asignan a
través del mecanismo de mercado.
No obstante, cabe mencionar que, con anterioridad a la obra de Lange, otros
autores ya habían mencionado la idea de incorporar elementos de la economía de
mercado en el socialismo. Entre estos autores se encuentran: John Stuart Mill, Pierre-
Joseph Proudhon o Eduard Bernstein.
Ejemplos de socialismo de mercado
A continuación, listamos algunos ejemplos de economías que han aplicado en
algún grado el socialismo de mercado:
• En la Unión Soviética de los años 20’s con la llamada “Nueva Política
Económica”.
• En Yugoslavia en los años 50’s con el llamado socialismo auto gestionado.
• En la República Popular China tras las reformas de Deng Xiaoping en los
años 70’s.
Economía planificada
La economía planificada o centralizada es un sistema económico donde las
preguntas claves de la economía sobre qué, cómo y para quién producir son
resueltas directamente por el Estado.
La economía planificada tiene como objetivo principal el reparto igualitario de
los ingresos. Para ello el Estado debe intervenir la economía y encargarse de las tareas
de distribución de recursos. Exigen la sustitución de la propiedad privada por la
colectiva en los medios de producción, cambio y distribución. Es un tipo de sistema
económico contrario al capitalismo o economía de mercado.
Sus orígenes se encuentran en la Unión Soviética, después de la Primera Guerra
Mundial. Posteriormente, se expandió a las economías de los países del Este de Europa.
A fines del siglo XX, fue reemplazado en prácticamente todos los países que lo
aplicaban (nunca se aplicó el sistema cien por ciento puro).
Aunque el concepto de comunismo es más amplio, se asocia con el de economía
planificada.
Elementos claves de la economía planificada
Existen tres elementos esenciales en el funcionamiento de la economía
planificada. A continuación, pasamos a explicarlos.

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• La propiedad estatal o colectiva
En el sistema de planificación centralizada se elimina la propiedad privada.
Todos los recursos y productos quedan en manos del Estado, que representa la
“propiedad colectiva” esto es, de todos los miembros de la sociedad.
El Estado determina los precios de los factores productivos y también los precios
de los bienes y servicios producidos. El mercado no tiene ninguna función como
mecanismo de asignación de recursos.
• La planificación
La organización de la actividad económica se determina de acuerdo a un plan
centralizado en donde el Estado señala detalladamente, para un determinado período de
tiempo, los objetivos de producción, la tecnología a utilizar, los recursos disponibles
para producción e inversión, etc. Los beneficios de las empresas y los deseos o
preferencias de las personas no tienen ninguna injerencia en la asignación de los
recursos.
Asimismo, el Estado también define un sistema de reparto de los bienes y
servicios de modo de que no existan diferentes clases sociales.
• El control
Existe un estricto control del cumplimiento del plan establecido eliminándose
por completo la iniciativa empresarial, la innovación o la apropiación de beneficios.
Respuesta a las tres preguntas claves de la economía
• Qué producir: Lo define el Estado a través de planes de producción y
asignación de recursos.
• Cómo producir: Se producirá de acuerdo a las opciones tecnológicas que
apruebe el Estado.
• Para quién producir: El objetivo principal de la economía planificada sería
distribuir los ingresos de forma igualitaria. Para lograrlo el Estado se suele apoyar en
mecanismos como suministro controlado, racionamiento, cuotas, control de precios,
entre otros.
Como vemos, el rol del Estado es total ya que controla de manera centralizada
todas las decisiones económicas relevantes.
La economía planificada y el socialismo
El socialismo, al menos en sus inicios y en su versión más pura, era un sistema
económico que defendía que la economía debía ser planificada. Con esto, se lograría un
reparto de los recursos más igualitario y una mayor justicia social.
El socialismo moderno se ha moderado, aceptando que la libre
competencia puede traer beneficios en la forma de mayor eficiencia y mayores
beneficios para los consumidores (menores precios, mayor calidad o variedad, etc). De
todas formas, los socialistas entienden que el Estado tiene un rol clave en la protección
de los consumidores y en la corrección de ciertas fallas de mercado.

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Comunismo
El comunismo es una filosofía política, económica y social que busca
establecer la propiedad conjunta de los medios de producción y la eliminación de
las clases sociales.
El comunismo surge como una crítica al sistema capitalista que promovía la
acumulación del capital como mecanismo para generar riqueza, la propiedad privada de
los medios de producción y la utilización del mercado como mecanismo de asignación
de los recursos.
De acuerdo al comunismo, el capitalismo es el responsable de la desigualdad e
injusticia social. Esto provoca que se genere una gran brecha entre las clases sociales.
De esta forma, propone la propiedad conjunta de los recursos productivos de modo tal
que no exista una división entre ricos y pobres.
Pensadores del Comunismo
Las bases del comunismo fueron desarrolladas por Karl Max y Friedrich Engels
a fines del siglo XIX.
• Karl Marx fue un filósofo y economista alemán que desarrolló la idea de que
el capitalismo generaba una opresión que derivaría en una guerra de clases sociales y
una posterior revolución. Sus principales obras relacionadas con el comunismo son:
Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
• Friedrich Engels fue un filósofo, dirigente político y revolucionario alemán
quien mantuvo una larga amistad y colaboración con Karl Max. Compartían la crítica al
sistema capitalista y desarrollaron en conjunto la obra “El Capital”.
¿Cómo funciona el comunismo?
De acuerdo al comunismo, la propiedad privada genera una lucha de clases
sociales entre trabajadores y dueños de los medios de producción. Dichas luchas de
clases derivan en crisis internas y cíclicas que sólo pueden ser resueltas mediante la
revolución de los trabajadores. En este sentido, los trabajadores deben, según el
comunismo, apropiarse de los recursos y declarar la propiedad conjunta de estos.
Para lograr lo anterior, se debe crear un partido político comunista que domine el
Estado para que este instaure la llamada “Dictadura del Proletariado”. Los bienes y
servicios serán producidos de acuerdo a un mecanismo de planificación centralizada en
donde no existirá la competencia ni el libre mercado.
Durante esta fase, las clases sociales se irán extinguiendo hasta llegar a un punto
en donde el Estado ya no será necesario y por ende se procederá a su abolición.
Críticas al comunismo
Existen varias críticas al comunismo, entre las más relevantes destacan:
• Nuevas clases sociales: Algunos autores han criticado al comunismo
señalando que la eliminación de las clases sociales es una utopía. El comunismo sólo
generará nuevas clases sociales en donde los trabajadores también se diferenciarán en su
grado de poder y control sobre los recursos.
• Ineficiencia: La planificación centralizada y la eliminación de la iniciativa
empresarial conducen a la ineficiencia productiva. Así, muchos de los recursos escasos
se pierden o son subutilizados.

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• Falta de incentivos: Debido a que no se recompensa el esfuerzo o iniciativa
individual, las personas y empresas dejan de esforzarse por ser más productivos, reducir
costos o innovar. Lo anterior lleva a un estancamiento de la economía y el
consecuente sufrimiento de las personas.
Plusvalía (economía)
El concepto de plusvalía, que fue desarrollado ampliamente por Karl
Marx a finales del siglo XIX, es el excedente monetario originado por el trabajo
humano presente en cualquier acción productiva.
La plusvalía, también conocida como plusvalor, apareció definido por Marx en
su obra ‘El Capital’ y es básicamente, el valor no pagado del trabajo del obrero que crea
un plusproducto del cual se hace propietario el empresario. Originando así la esencia de
la explotación o acumulación capitalista.
Es decir, según la teoría desarrollada por Karl Marx, al trabajador se le paga
menos de lo que realmente produce. Así pues, la diferencia entre lo que realmente
produce y su salario es lo que se conoce como plusvalía. Esta plusvalía constituye la
ganancia extra del empresario.
Este plusproducto o plusvalor al ingresar al mercado se convierte en mercancía y
se vende, convirtiéndose en dinero que no retorna a los bolsillos del empleado en
manera de sueldo.
El origen del concepto de plusvalía
El concepto de plusvalía, tal como reconoce Karl Marx en sus escritos, fue
tomado del economista clásico David Ricardo. A su vez, podemos decir que, David
Ricardo había tratado de perfeccionar el concepto acuñado por Adam Smith.
No obstante, quién desarrolló el concepto tal y como lo conocemos en la
actualidad, fue Karl Marx. Marx trabajó el concepto hasta distinguir entre ‘fuerza de
trabajo’ y ‘trabajo’. Este hecho facilitó enormemente la explicación eficaz de la
plusvalía. El concepto de plusvalía constituye un término fundamental en su teoría del
‘Valor-Trabajo’.
Marx también explicó que el capitalista es capaz de acrecentar la intensidad de la
explotación a través de la maximización de la ‘plusvalía absoluta’. Bien, tratando de
extender la jornada laboral. O, bien por medio de la ‘plusvalía relativa’, es decir,
disminuir la cantidad de obreros.
¿Cómo se calcula la plusvalía?
Una de las principales novedades del desarrollo del concepto por parte de Marx,
fue la formulación matemática del problema. Es decir, una fórmula que permite calcular
la cantidad de la plusvalía.
Intuitivamente, la plusvalía se calcula como el resultado de restar a los
beneficios los costes de producción. Así pues, la fórmula sería la siguiente:
Plusvalía (s) = Ingresos – costes de producción (c+v)
Además, Marx descompone los siguientes valores para desarrollar su teoría del
valor trabajo:
• c = capital constante (maquinaria, materiales, costes fijos…)
• v = capital variable (trabajadores)
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• s = plusvalía (excedente del empresario)
En palabras de Marx, únicamente genera plusvalía el ‘trabajo viviente’. O lo que
es lo mismo, solo genera valor el componente ‘v’, la fuerza de trabajo. Mientras que el
componente ‘c’ que define como ‘trabajo muerto’, no genera plusvalía.
De lo anterior, podemos calcular la tasa de plusvalía. La fórmula es:
Tasa de plusvalía = s/v
El resultado del cálculo anterior representa las unidades que gana el empresario
por cada unidad de trabajo.
Ejemplo de cálculo de la plusvalía
Supongamos que existe una empresa que dedica 80 dólares a maquinaria (c), 50
dólares a los salarios de los trabajadores (v) y vende sus mercancías por 150 dólares
(ingresos). Entonces la plusvalía es:
Plusvalía (s) = Ingresos – costes de producción (c+v) = 150 – (80+50) = 20
Tasa de plusvalía = 20 / 50 = 0,4
Los resultados anteriores se interpretan de la siguiente forma:
La plusvalía total del empresario (s) es de 20 dólares. Asimismo, la tasa de
plusvalía es de 0,4. Este 0,4 equivale a decir que el empresario se queda con un 40% del
producto generado por los trabajadores.
Críticas al concepto de plusvalía
Como todo concepto, el término desarrollado por Karl Marx, tiene ventajas y
desventajas. Es decir, economistas que están a favor de su teoría y otros en contra. No
obstante, es importante indicar que la teoría de Marx ha evolucionado. Hay que tener en
cuenta, para valorarla correctamente, la época en la que se escribió.
Entre las críticas positivas a este concepto se encuentran:
• Puede que el empresario, por asumir el riesgo, merezca esa plusvalía, pero
habría que controlarla. Algunos economistas defienden que el beneficio que obtienen
los empresarios es excesivo. Y que, por tanto, deberían retribuir mejor a sus
trabajadores.
• Entre los más afines a su teoría, defienden que no debería existir tal beneficio
en favor de los empresarios. Las empresas deberían retribuir a sus trabajadores
exactamente por el valor de lo que producen.
• Supone un antes y un después en la teoría económica. Tanto es así que en la
actualidad se siguen desarrollando trabajos al respecto.
Entre las críticas negativas podemos encontrar:
• El concepto tenía sentido cuando se escribió. Ahora el mercado de trabajo ha
cambiado y las máquinas (c) sí que ofrecen valor.
• La existencia de maquinaria o de automatización de procesos no empobrece a
la población. Al contrario, permite que el trabajo sea más productivo y reduce las horas
trabajadas.

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• La tecnología no tiene necesariamente que aumentar el desempleo. El
desempleo se mueve de unos sectores a otros y cambia conforme las necesidades de los
mismos.

El final de la historia se ha pospuesto


Yuval Noah Harari (Israel, 2018)
Los humanos pensamos más en relatos que en hechos, números o ecuaciones, y
cuanto más sencillo es el relato, mejor. Cada persona, grupo y nación tiene sus propias
fábulas y mitos. Pero durante el siglo XX las élites globales en Nueva York, Londres,
Berlín y Moscú formularon tres grandes relatos que pretendían explicar todo el pasado y
predecir el futuro del mundo: el relato fascista, el relato comunista y el relato liberal. La
Segunda Guerra Mundial dejó fuera de combate el relato fascista, y desde finales de la
década de 1940 hasta finales de la de 1980 el mundo se convirtió en un campo de
batalla entre solo dos relatos: el comunista y el liberal. Después, el relato comunista se
vino abajo, y el liberal siguió siendo la guía dominante para el pasado humano y el
manual indispensable para el futuro del planeta, o eso es lo que le parecía a la élite
global.
El relato liberal celebra el valor y el poder de la libertad. Afirma que durante
miles de años la humanidad vivió bajo regímenes opresores que otorgaban al pueblo
pocos derechos políticos, pocas oportunidades económicas o pocas libertades
personales, y que restringían sobremanera los movimientos de individuos, ideas y
bienes. Pero el pueblo luchó por su libertad, y paso a paso esta fue ganando terreno.
Regímenes democráticos reemplazaron a dictaduras brutales. La libre empresa superó
las restricciones económicas. Las personas aprendieron a pensar por sí mismas y a
seguir su corazón, en lugar de obedecer ciegamente a sacerdotes intolerantes a y a
tradiciones rígidas. Carreteras abiertas, puentes resistentes y aeropuertos atestados
sustituyeron muros, fosos y vallas de alambre de espino.
El relato liberal reconoce que no todo va bien en el mundo, y que todavía quedan
muchos obstáculos por superar. Gran parte de nuestro planeta está dominado por
tiranos, e incluso en los países más liberales muchos ciudadanos padecen pobreza,
violencia y opresión. Pero al menos sabemos qué tenemos que hacer a fin de superar
estos problemas: conceder más libertad a la gente. Necesitamos proteger los derechos
humanos, conceder el voto a todo el mundo, establecer mercados libres y permitir que
individuos, ideas y bienes se muevan por todo el planeta con la mayor facilidad posible.
Según esta panacea liberal (que, con variaciones mínimas, aceptaron tanto George W.
Bush como Barack Obama), si continuamos liberalizando y globalizando nuestros
sistemas políticos y económicos, generaremos paz y prosperidad para todos.
Los países que se apunten a esta marcha imparable del progreso se verán
recompensados muy pronto con la paz y la prosperidad. Los países que intenten
resistirse a lo inevitable sufrirán las consecuencias, hasta que también ellos vean la luz,
abran sus fronteras y liberalicen sus sociedades, su política y sus mercados. Puede que
tome tiempo, pero al final incluso Corea del Norte, Irak y El Salvador se parecerán a
Dinamarca o a Iowa.
En las décadas de 1990 y 2000 este relato se convirtió en un mantra global.
Muchos gobiernos, desde Brasil hasta la India, adoptaron fórmulas liberales en un
intento de incorporarse a la marcha inexorable de la historia. Los que no lo consiguieron
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parecían fósiles de una época obsoleta. En 1997, el presidente de Estados Unidos, Bill
Clinton, reprendió confidencialmente al gobierno chino diciéndole que su negativa a
liberalizar su política lo situaba «en el lado equivocado de la historia».
Sin embargo, desde la crisis financiera global de 2008, personas de todo el
mundo se sienten cada vez más decepcionadas del relato liberal. Los muros y las barras
de control de acceso vuelven a estar de moda. La resistencia a la inmigración y a los
acuerdos comerciales aumenta. Gobiernos en apariencia democráticos socavan la
independencia del sistema judicial, restringen la libertad de prensa y califican de
traición cualquier tipo de oposición. Los caudillos de países como Turquía y Rusia
experimentan con nuevos tipos de democracia intolerante y dictadura absoluta. Hoy en
día son pocos los que declararían de forma confidencial que el Partido Comunista chino
se halla en el lado equivocado de la historia.
El año 2016, marcado sin duda por la votación sobre el Brexit en Gran Bretaña y
el acceso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, fue el momento en que
esta marea de desencanto alcanzó los estados liberales básicos de Europa occidental y
de Norteamérica. Mientras que hace unos pocos años norteamericanos y europeos
seguían intentando aún liberalizar Irak y Libia a punta de pistola, muchas personas en
Kentucky y Yorkshire han terminado por considerar que la visión liberal es o bien
indeseable o bien inalcanzable. Algunas han descubierto que les gusta el antiguo mundo
jerárquico y, simplemente, no quieren renunciar a sus privilegios raciales, nacionales o
de género. Otras han llegado a la conclusión (correcta o no) de que la liberalización y la
globalización son un enorme chanchullo que empodera a una minúscula élite a costa de
las masas.
En 1938 a los humanos se les ofrecían tres relatos globales entre los que elegir,
en 1968 solo dos y en 1998 parecía que se imponía un único relato; en 2018 hemos
bajado a cero. No es extraño que las élites liberales, que dominaron gran parte del
mundo en décadas recientes, se hayan sumido en un estado de conmoción y
desorientación. Tener un relato es la situación más tranquilizadora. Todo está
perfectamente claro. Que de repente nos quedemos sin ninguno resulta terrorífico. Nada
tiene sentido. Un poco a la manera de la élite soviética en la década de 1980, los
liberales no comprenden cómo la historia se desvió de su ruta predestinada, y carecen de
un prisma alternativo para interpretar la realidad. La desorientación los lleva a pensar en
términos apocalípticos, como si el fracaso de la historia para llegar a su previsto final
feliz solo pudiera significar que se precipita hacia el Armagedón. Incapaz de realizar
una verificación de la realidad, la mente se aferra a situaciones hipotéticas catastróficas.
Al igual que una persona que imagine que un fuerte dolor de cabeza implica un tumor
cerebral terminal, muchos liberales temen que el Brexit y el ascenso de Donald Trump
presagien el fin de la civilización humana.
De matar mosquitos a matar pensamiento
La sensación de desorientación y de fatalidad inminente se agrava por el ritmo
acelerado de la disrupción tecnológica. Durante la era industrial, el sistema político
liberal se moldeó para gestionar un mundo de motores de vapor, refinerías de petróleo y
televisores. Le cuesta tratar con las revoluciones en curso en la tecnología de la
información y la biotecnología.
Tanto los políticos como los votantes apenas pueden comprender las nuevas
tecnologías, y no digamos ya regular su potencial explosivo. Desde la década de 1990,
internet ha cambiado el mundo probablemente más que ningún otro factor, pero la
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revolución internáutica la han dirigido ingenieros más que partidos políticos. ¿Acaso el
lector votó sobre internet? El sistema democrático todavía está esforzándose para
comprender qué le ha golpeado, y apenas está capacitado para habérselas con los
trastornos que se avecinan, como el auge de la IA y la revolución de la cadena de
bloques.
Ya en la actualidad, los ordenadores han hecho que el sistema financiero sea tan
complicado que pocos humanos pueden entenderlo. A medida que la IA mejore, puede
que pronto alcancemos un punto en el que ningún humano logre comprender ya las
finanzas. ¿Qué consecuencias tendrá para el proceso político? ¿Puede el lector imaginar
un gobierno que espere sumiso a que un algoritmo apruebe sus presupuestos o su nueva
reforma tributaria? Mientras tanto, redes de cadenas de bloques entre iguales y
criptomonedas como el bitcóin pueden renovar por completo el sistema monetario, de
modo que las reformas tributarias radicales sean inevitables. Por ejemplo, podría acabar
siendo imposible o irrelevante gravar los dólares, porque la mayoría de las transacciones
no implicarán un intercambio claro de moneda nacional, o de ninguna moneda en
absoluto. Por tanto, quizá los gobiernos necesiten inventar impuestos totalmente nuevos,
tal vez un impuesto sobre la información (que será, al mismo tiempo, el activo más
importante en la economía y la única cosa que se intercambie en numerosas
transacciones). ¿Conseguirá el sistema político lidiar con la crisis antes de quedarse sin
dinero?
Más importante todavía es el hecho de que las revoluciones paralelas en la
infotecnología y la biotecnología podrían reestructurar no solo las economías y las
sociedades, sino también nuestros mismos cuerpo y mente. En el pasado, los humanos
aprendimos a controlar el mundo exterior a nosotros, pero teníamos muy poco control
sobre nuestro mundo interior. Sabíamos cómo construir una presa y detener la corriente
de un río, pero no cómo conseguir que el cuerpo dejara de envejecer. Sabíamos diseñar
un sistema de irrigación, pero no teníamos ni idea de cómo diseñar un cerebro. Si los
mosquitos nos zumbaban en los oídos y perturbaban nuestro sueño, sabíamos cómo
matarlos; pero si un pensamiento zumbaba en nuestra mente y nos mantenía despiertos
de noche, la mayoría no sabíamos cómo acabar con él.
Las revoluciones en la biotecnología y la infotecnología nos proporcionarán el
control de nuestro mundo interior y nos permitirán proyectar y producir vida.
Aprenderemos a diseñar cerebros, a alargar la vida y a acabar con pensamientos a
nuestra discreción. Nadie sabe cuáles serán las consecuencias. Los humanos siempre
han sido mucho más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente. Es
más fácil reconducir un río mediante la construcción de una presa que predecir las
complejas consecuencias que ello tendrá para el sistema ecológico de la región. De
modo parecido, será más fácil redirigir el flujo de nuestra mente que adivinar cómo
repercutirá esto en nuestra psicología individual o en nuestros sistemas sociales.
En el pasado conseguimos el poder para manipular el mundo que nos rodeaba y
remodelar el planeta entero, pero debido a que no comprendíamos la complejidad de la
ecología global, los cambios que hicimos involuntariamente alteraron todo el sistema
ecológico, y ahora nos enfrentamos a un colapso ecológico. En el siglo que viene, la
biotecnología y la infotecnología nos proporcionarán el poder de manipular nuestro
mundo interior y remodelarnos, pero debido a que no comprendemos la complejidad de
nuestra propia mente, los cambios que hagamos podrían alterar nuestro sistema mental
hasta tal extremo que también este podría descomponerse.

42
Las revoluciones en la biotecnología y la infotecnología las llevan a cabo los
ingenieros, los emprendedores y los científicos, que apenas son conscientes de las
implicaciones políticas de sus decisiones, y que ciertamente no representan a nadie.
¿Pueden los parlamentos y los partidos tomar las riendas? Por el momento, no lo parece.
La disrupción tecnológica no constituye siquiera un punto importante en los programas
políticos. Así, durante la campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos, la principal
referencia a la tecnología disruptiva fue la debacle de los correos electrónicos de Hillary
Clinton, y a pesar de los discursos sobre la pérdida de empleos, ningún candidato
abordó el impacto potencial de la automatización. Donald Trump advirtió a los votantes
que mexicanos y chinos les quitarían el trabajo, y que por tanto tenían que erigir un
muro en la frontera mexicana. Nunca advirtió a los votantes que los algoritmos les
quitarán el trabajo, ni sugirió que se construyera un cortafuegos en la frontera con
California.
Esta podría ser una de las razones (aunque no la única) por las que incluso los
votantes de los feudos del Occidente liberal pierdan su fe en el relato liberal y en el
proceso democrático. Las personas de a pie quizá no comprendan la inteligencia
artificial ni la biotecnología, pero pueden percibir que el futuro no las tiene en cuenta.
En 1938, las condiciones del ciudadano de a pie en la Unión Soviética, Alemania o
Estados Unidos tal vez fueran muy difíciles, pero constantemente se le decía que era la
cosa más importante del mundo, y que era el futuro (siempre que, desde luego, se tratara
de una «persona normal» y no un judío o un africano). Miraba los carteles de la
propaganda (que solían presentar a mineros del carbón, operarios de acerías y amas de
casa en actitudes heroicas) y se veía a sí mismo en ellos: «¡Estoy en este cartel! ¡Soy el
héroe del futuro!».En 2018, el ciudadano de a pie se siente cada vez más irrelevante. En
las charlas TED, en los comités de expertos del gobierno, en las conferencias sobre alta
tecnología se difunden de forma entusiasta gran cantidad de conceptos misteriosos
(globalización, cadenas de bloques, ingeniería genética, inteligencia artificial, machine
learning o aprendizaje automático), y la gente de a pie puede sospechar con razón que
ninguno tiene que ver con ella. El relato liberal era el de la gente de a pie. ¿Cómo puede
seguir siendo relevante en un mundo de ciborgs y de algoritmos conectados en red?
En el siglo XX, las masas se rebelaron contra la explotación y trataron de
convertir su papel vital en la economía en poder político. Ahora las masas temen la
irrelevancia, y quieren usar frenéticamente el poder político que les resta antes de que
sea demasiado tarde. El Brexit y el ascenso de Trump muestran así una trayectoria
opuesta a la de las revoluciones socialistas tradicionales. Las revoluciones rusa, china y
cubana las llevaron a cabo personas que eran vitales para la economía, pero que
carecían de poder político; en 2016, Trump y el Brexit recibieron el apoyo de muchas
personas que todavía gozaban de poder político pero que temían estar perdiendo su
valor económico. Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra
una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que ya no la
necesita. Esta bien pudiera ser una batalla perdida. Es mucho más difícil luchar contra la
irrelevancia que contra la explotación.
El fénix liberal
No es esta la primera vez que el relato liberal se ha enfrentado a una crisis de
confianza. Incluso desde el momento en que dicho relato consiguió influir en la esfera
global, en la segunda mitad del siglo XX, ha experimentado crisis periódicas. La
primera era de globalización y liberalización terminó con el baño de sangre de la
Primera Guerra Mundial, cuando la política del poder imperial cortó de raíz la marcha
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del progreso. En los días que siguieron al asesinato del archiduque Francisco Fernando
en Sarajevo, las grandes potencias creyeron mucho más en el imperialismo que en el
liberalismo y, en lugar de unir el mundo mediante el comercio libre y pacífico, se
dedicaron a conquistar una tajada mayor del globo mediante la fuerza bruta. Pero el
liberalismo sobrevivió a ese momento de Francisco Fernando y surgió de la vorágine
fortalecido, y prometió que aquella sería «la guerra que terminaría con todas las
guerras». En teoría, aquella carnicería sin precedentes había enseñado a la humanidad el
precio terrible del imperialismo, y la humanidad se hallaba por fin preparada para crear
un nuevo orden mundial basado en los principios de la libertad y la paz.
A continuación llegó el momento de Hitler, cuando, en la década de 1930 y
principios de la de 1940, el fascismo pareció por un breve período arrollador. La
victoria sobre esta amenaza no hizo más que abrir paso a la siguiente. En el momento
del Che Guevara, entre la década de 1950 y la de 1970, de nuevo daba la impresión de
que el liberalismo se hallaba en las últimas, y que el futuro pertenecía al comunismo. Al
final fue el comunismo el que se derrumbó. El supermercado demostró ser mucho más
fuerte que el gulag. Y lo que es más importante: el relato liberal demostró ser mucho
más flexible y dinámico que ninguno de sus oponentes. Triunfó sobre el imperialismo,
el fascismo y el comunismo al adoptar algunas de las mejores ideas y prácticas de estos.
En particular, el relato liberal aprendió del comunismo a ampliar el círculo de la
empatía y a valorar la igualdad junto con la libertad.
Al principio, el relato liberal se centró sobre todo en las libertades y los
privilegios de los hombres europeos de clase media, y parecía ciego a los apuros de la
clase trabajadora, las mujeres, las minorías y los no occidentales. Cuando en 1918 la
Gran Bretaña y la Francia victoriosas hablaban con entusiasmo de libertad, no pensaban
en los súbditos de sus imperios mundiales. Por ejemplo, ante las demandas indias de
autodeterminación se respondió con la masacre de Amritsar de 1919, en la que el
ejército británico acabó con cientos de manifestantes desarmados.
Incluso después de la Segunda Guerra Mundial, a los liberales occidentales aún
les costó mucho aplicar sus valores en teoría universales a personas no occidentales.
Así, cuando en 1945 los holandeses se liberaron de cinco años de brutal ocupación nazi,
casi lo primero que hicieron fue organizar un ejército y mandarlo a medio mundo de
distancia para que volviera a ocupar su antigua colonia de Indonesia. Mientras que en
1940 los holandeses habían renunciado a su independencia tras poco más de cuatro días
de lucha, combatieron durante más de cuatro largos y amargos años para acabar con la
independencia de Indonesia. No es extraño que muchos movimientos de liberación
nacional de todo el mundo pusieran sus esperanzas en las comunistas Moscú y Pekín y
no en los sedicentes adalides de la libertad en Occidente.
Sin embargo, el relato liberal amplió poco a poco sus horizontes y, al menos en
teoría, acabó valorando las libertades y los derechos de todos los seres humanos sin
excepción. A medida que el círculo de libertad se expandía, el relato liberal terminó por
reconocer la importancia de los programas de bienestar de estilo comunista. La libertad
no vale mucho a menos que esté vinculada a algún tipo de sistema de seguridad social.
Los estados socialdemócratas de bienestar combinaron la democracia y los derechos
humanos con la educación y la atención sanitaria sufragadas por el Estado. Incluso
Estados Unidos, ultracapitalista, se ha dado cuenta de que la protección de la libertad
requiere al menos algunos servicios de bienestar facilitados por el gobierno. Los niños
hambrientos no tienen libertades.

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En los primeros años de la década de 1990, tanto pensadores como políticos
saludaron «el fin de la historia» y afirmaron confiados que todas las cuestiones políticas
y económicas ya habían sido zanjadas, y que el paquete liberal renovado de democracia,
derechos humanos, mercados libres y prestaciones de bienestar gubernamentales seguía
siendo la única alternativa. Dicho paquete parecía destinado a extenderse por el planeta,
a vencer todos los obstáculos, a borrar todas las fronteras nacionales y a transformar a la
humanidad en una comunidad global libre.
Pero la historia no ha terminado, y después del momento de Francisco Fernando,
del de Hitler y del del Che Guevara, ahora estamos en el momento de Trump. Sin
embargo, esta vez el relato liberal no se enfrenta a un oponente ideológico coherente
como el imperialismo, el fascismo o el comunismo. El momento Trump es mucho más
nihilista.
Mientras que la visión de los principales movimientos del siglo XX abarcaba a
toda la especie humana (ya se tratara de dominación global, de revolución o de
liberación), no es esto lo que ofrece Donald Trump: es justo lo contrario. Su mensaje
principal es que no es tarea de Estados Unidos formular y promover ninguna visión
global. De manera similar, los brexiteros británicos apenas tienen un plan para el futuro
del Reino Desunido: el futuro de Europa y del mundo queda mucho más allá de su
horizonte. La mayoría de las personas que votaron a favor de Trump y del Brexit no
rechazaron en su totalidad el paquete liberal: perdieron la fe sobre todo en su parte
globalizadora. Todavía creen en la democracia, los mercados libres, los derechos
humanos y la responsabilidad social, pero piensan que estas ideas magníficas pueden
detenerse en la frontera. Es más: creen que con el objetivo de preservar la libertad y la
prosperidad en Yorkshire o Kentucky lo mejor es construir un muro en la frontera y
adoptar políticas intolerantes para con los extranjeros.
La superpotencia china en auge presenta una imagen casi especular. Recela de
liberalizar su política doméstica, pero ha adoptado un enfoque mucho más liberal hacia
el resto del mundo. De hecho, en lo que se refiere a libre comercio y cooperación
internacional, Xi Jinping parece el sucesor real de Obama. Después de haber dejado en
segundo plano el marxismo-leninismo, China parece encontrarse a gusto con el orden
liberal internacional.
La Rusia renaciente se ve a sí misma como un rival mucho más contundente del
orden liberal global, pero, aunque ha reconstituido su poder militar, desde el punto de
vista ideológico está acabada. Vladímir Putin es sin duda popular tanto en Rusia como
entre varios movimientos de extrema derecha de todo el mundo, pero carece de una
visión global del mundo que pueda atraer a los españoles desempleados, a los brasileños
insatisfechos o a los estudiantes soñadores de Cambridge.
Rusia sí ofrece un modelo alternativo a la democracia liberal, pero dicho modelo
no es una ideología política coherente. Es más bien una práctica política en la que varios
oligarcas monopolizan la mayor parte de las riquezas y el poder del país, y después
utilizan su control sobre los medios de comunicación para ocultar sus actividades y
afianzar su gobierno. La democracia se basa en el principio de Abraham Lincoln de que
«puedes engañar a toda la gente en algún momento, y a algunas personas todo el
tiempo, pero no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo». Si un gobierno es
corrupto y no consigue mejorar la vida de la gente, un número suficiente de ciudadanos
acabarán por darse cuenta de ello y lo sustituirán. Pero el control gubernamental de los
medios de comunicación socava la lógica de Lincoln, pues impide que los ciudadanos
se den cuenta de la verdad. Mediante su monopolio sobre los medios, la oligarquía
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gobernante puede acusar repetidamente de sus fracasos a otros y desviar la atención
hacia amenazas externas, ya sean reales o imaginarias.
Cuando se vive bajo una oligarquía de este tipo, siempre surge alguna crisis que
tiene prioridad sobre asuntos aburridos como la atención sanitaria y la contaminación.
Si la nación se enfrenta a una invasión externa o a una subversión diabólica, ¿quién
tiene tiempo de preocuparse por los hospitales abarrotados o los ríos contaminados?
Creando un torrente interminable de crisis, una oligarquía corrupta puede prolongar su
poder indefinidamente.
Pero, aunque resiste en la práctica, este modelo oligárquico no atrae a nadie. A
diferencia de otras ideologías que exponen con orgullo su visión, las oligarquías
dominantes no están orgullosas de sus prácticas, y tienden a usar otras ideologías como
cortina de humo. Así, Rusia pretende ser una democracia, y su liderazgo proclama
lealtad a los valores del nacionalismo ruso y del cristianismo ortodoxo, y no a la
oligarquía. Los extremistas de derechas en Francia y Gran Bretaña pueden basarse en la
ayuda rusa y expresar admiración por Putin, pero ni siquiera a sus votantes les gustaría
vivir en un país que copiara de verdad el modelo ruso: un país con corrupción endémica,
servicios que no funcionan, sin imperio de la ley y una desigualdad abrumadora. Según
determinados parámetros, Rusia es uno de los países con mayor desigualdad del mundo,
donde el 87 por ciento de la riqueza se halla en manos del 10 por ciento de los más
ricos. ¿Cuántos votantes de clase trabajadora del Frente Nacional quieren copiar en
Francia esta pauta de distribución de la riqueza?
Los humanos votan con los pies. En mis viajes por el mundo he encontrado a
numerosas personas en muchos países que quieren emigrar a Estados Unidos, a
Alemania, a Canadá o a Australia. He conocido a algunas que desean desplazarse a
China o a Japón. Pero todavía no he encontrado a una sola que sueñe con emigrar a
Rusia.
En cuanto al «islamismo global», atrae sobre todo a quienes nacieron en su seno.
Aunque puede resultar atractivo para algunas personas en Siria e Irak, e incluso para
jóvenes musulmanes alienados en Alemania y Gran Bretaña, cuesta pensar que Grecia o
Sudáfrica, por no mencionar Canadá o Corea del Sur, se unan a un califato global como
remedio para sus problemas. También en este caso la gente vota con los pies. Por cada
joven musulmán de Alemania que viajó a Oriente Próximo para vivir bajo una teocracia
musulmana, probablemente a cien jóvenes de Oriente Próximo les hubiera gustado
hacer el viaje opuesto y empezar una nueva vida en la liberal Alemania.
Esto podría implicar que la crisis de fe actual sea menos grave que sus
predecesoras. Cualquier liberal que se vea abocado a la desesperanza por los
acontecimientos de los últimos años no tiene más que recordar que en 19188 o 1968 las
cosas se veían mucho peor. Al final del día, la humanidad no abandonará el relato
liberal, porque no tiene ninguna alternativa. La gente puede asestar al sistema un
rabioso puñetazo en el estómago, pero, al no tener ningún otro lugar al que ir, acabará
por volver a él.
Alternativamente, la gente puede decidir renunciar por completo a un relato
global de cualquier tipo, y en cambio refugiarse en los relatos nacionalistas y religiosos
locales. En el siglo XX, los movimientos nacionalistas fueron una pieza clave política,
pero carecían de una visión coherente para el futuro del mundo, como no fuera apoyar la
división del planeta en estados nación independientes. Así, los nacionalistas indonesios
lucharon contra la dominación holandesa y los nacionalistas vietnamitas querían un
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Vietnam libre, pero no había un relato indonesio ni vietnamita pensado y válido para la
humanidad como un todo. Cuando llegó el momento de explicar de qué manera
Indonesia, Vietnam y las demás naciones libres debían relacionarse entre sí, y cómo
debían enfrentarse los humanos a problemas globales tales como la amenaza de la
guerra nuclear, los nacionalistas recurrieron invariablemente a las ideas liberales o
comunistas.
Pero si tanto el liberalismo como el comunismo están ahora desacreditados,
quizá los humanos deban renunciar a la idea misma de un único relato global. Después
de todo, ¿no fueron todos estos relatos globales (incluso el comunismo) producto del
imperialismo occidental? ¿Por qué habrían de depositar su fe los campesinos
vietnamitas en la ocurrencia de un alemán de Trier y de un industrial de Manchester?
Quizá cada país debería adoptar una senda idiosincrásica diferente, definida por sus
propias y antiguas tradiciones. Tal vez incluso los occidentales deberían tomarse un
descanso en su intento de gobernar el mundo y centrarse en sus propios asuntos, para
variar.
Puede decirse que esto es lo que ocurre en todo el planeta, cuando el vacío
creado por la descomposición del liberalismo está llenándose provisionalmente de
fantasías nostálgicas acerca de algún pasado glorioso local. Donald Trump unió sus
llamadas al aislacionismo estadounidense a la promesa de «hacer que América sea
grande de nuevo» … como si los Estados Unidos de las décadas de 1980 o 1950 fueran
una sociedad perfecta que los estadounidenses tuvieran que recrear de alguna manera en
el siglo XXI. Los brexiteros sueñan con convertir Gran Bretaña en una potencia
independiente, como si aún vivieran en los tiempos de la reina Victoria y como si el
«aislamiento glorioso» fuera una política viable en la era de internet y del calentamiento
global. Las élites chinas han redescubierto sus herencias imperiales y confucianas
nativas, como suplemento o incluso sustituto de la dudosa ideología marxista que
importaron de Occidente. En Rusia, la visión oficial de Putin no es crear una oligarquía
corrupta, sino resucitar el antiguo Imperio zarista. Un siglo después de la Revolución
bolchevique, promete un retorno a las antiguas glorias zaristas con un gobierno
autocrático mantenido a flote por el nacionalismo ruso y la piedad ortodoxa, que
extienda su poderío desde el Báltico al Cáucaso.
Sueños nostálgicos parecidos que mezclan vínculos nacionalistas con tradiciones
religiosas apuntalan los regímenes en la India, Polonia, Turquía y numerosos países
más. En ningún lugar son estas fantasías más extremas que en Oriente Próximo, donde
los islamistas quieren copiar el sistema establecido por el profeta Mahoma en la ciudad
de Medina hace mil cuatrocientos años, mientras que los judíos fundamentalistas en
Israel superan incluso a los islamistas y sueñan con retroceder dos mil quinientos años,
a los tiempos bíblicos. Los miembros de la coalición de gobierno que gobierna en Israel
hablan sin tapujos de su esperanza de expandir las fronteras del Israel moderno hasta
que coincidan a la perfección con las del Israel bíblico, de reinstaurar la ley bíblica e
incluso de reconstruir el antiguo Templo de Yahvé en Jerusalén en lugar de la mezquita
de Al-Aqsa.
Las élites liberales contemplan horrorizadas estas situaciones, y esperan que la
humanidad retorne a la senda liberal a tiempo de evitar el desastre. En su discurso de
despedida ante las Naciones Unidas, en septiembre de 2016, el presidente Obama
desaconsejó a la audiencia que se volviera «a un mundo fuertemente dividido, y en
último término en conflicto, a lo largo de antiguas líneas de nación y tribu, de raza y
religión». En cambio, dijo, «los principios de mercados abiertos y gobierno responsable,
47
de democracia y derechos humanos y ley internacional […] siguen siendo los cimientos
más firmes para el progreso humano en este siglo».
Obama ha señalado con acierto que, a pesar de los numerosos defectos del
paquete liberal, este tiene un historial mucho mejor que cualquiera de sus alternativas.
La mayoría de los humanos nunca han disfrutado de mayor paz o prosperidad que
durante la tutela del orden liberal de principios del siglo XXI. Por primera vez en la
historia, las enfermedades infecciosas matan a menos personas que la vejez, el hambre
mata a menos personas que la obesidad y la violencia mata a menos personas que los
accidentes.
Pero el liberalismo no tiene respuestas obvias a los mayores problemas a los que
nos enfrentamos: el colapso ecológico y la disrupción tecnológica. Tradicionalmente, el
liberalismo se basaba en el crecimiento económico para resolver como por arte de
magia los conflictos sociales y políticos difíciles. El liberalismo reconciliaba al
proletariado con la burguesía, a los fieles con los ateos, a los nativos con los inmigrantes
y a los europeos con los asiáticos, al prometer a todos una porción mayor del pastel.
Con un pastel que crecía sin parar, esto era posible. Sin embargo, el crecimiento
económico no salvará al ecosistema global; justo lo contrario, porque es la causa de la
crisis ecológica. Y el crecimiento económico no resolverá la disrupción tecnológica:
esta se afirma en la invención de tecnologías cada vez más disruptivas.
El relato liberal y la lógica del capitalismo de mercado libre estimulan a la gente
para que albergue grandes expectativas. Durante las últimas décadas del siglo XX, cada
generación (ya fuera en Houston, Shangai, Estambul o São Paulo) disfrutó de una
educación mejor, una atención sanitaria superior y unos ingresos más cuantiosos que la
que la precedió. Sin embargo, en las décadas que vienen, debido a una combinación de
disrupción tecnológica y colapso ecológico, la generación más joven podrá sentirse
afortunada si al menos consigue subsistir.
En consecuencia, nos queda la tarea de crear un relato actualizado para el
mundo. De la misma manera que los grandes cambios generados por la revolución
industrial dieron origen a las nuevas ideologías del siglo XX, es probable que las
revoluciones venideras en biotecnología y tecnología de la información requieran
perspectivas nuevas. Por tanto, las próximas décadas podrían estar caracterizadas por
grandes búsquedas espirituales y por la formulación de nuevos modelos sociales y
políticos. ¿Podría reinventarse de nuevo el liberalismo, como hizo a raíz de las crisis de
las décadas de 1930 y 1960, y renacer más atractivo que antes? ¿Podrían la religión y el
nacionalismo tradicionales proporcionar las respuestas que se les escapan a los liberales,
y usar la sabiduría antigua para crear una visión del mundo actualizada? ¿O quizá haya
llegado el momento de cortar para siempre con el pasado y elaborar un relato
completamente nuevo que vaya más allá no solo de los antiguos dioses y las antiguas
naciones, sino incluso de la esencia de los valores modernos de la libertad y la igualdad?
En la actualidad, la humanidad está lejos de alcanzar un consenso sobre estas
cuestiones. Nos hallamos todavía en el momento nihilista de la desilusión y la
indignación, después de que la gente haya perdido la fe en los relatos antiguos, pero
antes de que haya adoptado uno nuevo. Y entonces ¿qué hay que hacer? El primer paso
es bajar el tono de las profecías del desastre, y pasar del modo de pánico al de
perplejidad. El pánico es una forma de arrogancia. Proviene de la sensación petulante de
que uno sabe exactamente hacia dónde se dirige el mundo: cuesta abajo. La perplejidad
es más humilde y, por tanto, más perspicaz. Si el lector tiene ganas de correr por la calle

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gritando: «¡Se nos viene encima el apocalipsis!», pruebe a decirse: «No, no es eso. Lo
cierto es que no entiendo lo que está ocurriendo en el mundo».
Por supuesto que intentaremos clarificar algunas de las perspectivas nuevas y
desconcertantes a las que nos enfrentamos, y cómo deberíamos proceder a partir de ahí.
Pero antes de explorar soluciones potenciales para los problemas de la humanidad,
necesitamos comprender mejor el desafío que plantea la tecnología. Las revoluciones en
la tecnología de la información y en la biotecnología se hallan todavía en una fase
temprana, y es discutible hasta qué punto son en verdad responsables de la crisis actual
del liberalismo. La mayoría de los habitantes de Birmingham, Estambul, San
Petersburgo y Bombay solo son un poco conscientes, si acaso lo son, del incremento de
la inteligencia artificial y de su impacto potencial sobre su vida. Sin embargo, es
indudable que las revoluciones tecnológicas se acelerarán en las próximas décadas, y
plantearán a la humanidad las mayores dificultades a las que nos hayamos enfrentado
nunca. Cualquier relato que trate de ganarse a la humanidad será puesto a prueba, por
encima de todo, por su capacidad para afrontar las revoluciones paralelas en la
infotecnología y la biotecnología. Si el liberalismo, el nacionalismo, el islamismo o
cualquier credo nuevo desea modelar el mundo de 2050, no solo necesitará dar sentido a
la inteligencia artificial, a los algoritmos de macrodatos y a la bioingeniería: también
tendrá que incorporarlos en una nueva narrativa que tenga significado.
Para entender la naturaleza de este desafío tecnológico, quizá sea mejor empezar
por el mercado laboral. Desde 2015 he viajado por todo el mundo y he hablado con
funcionarios gubernamentales, empresarios, activistas sociales y escolares acerca del
atolladero humano. Siempre que se impacientan o se aburren con la cháchara sobre
inteligencia artificial, algoritmos de macrodatos y bioingeniería, por lo general solo
tengo que mencionar tres palabras mágicas para que presten atención inmediatamente:
puestos de trabajo. Quizá la revolución tecnológica eche pronto del mercado de trabajo
a miles de millones de humanos y cree una nueva y enorme clase inútil, que lleve a
revueltas sociales y políticas que ninguna ideología existente sabrá cómo manejar.
Todos los debates sobre tecnología e ideología pueden parecer muy abstractos y lejanos,
pero la perspectiva muy real del desempleo masivo (o del desempleo personal) no deja
indiferente a nadie.

Tecnologías no contaminantes y cooperación hemisférica


Amitav Rath (India, 2005)
En los últimos años se ha puesto de manifiesto una preocupación cada vez
mayor respecto del medio ambiente, y se cree que si no se atenúan las consecuencias de
las actividades económicas sobre el medio ambiente, las limitaciones ambientales
pueden disminuir la magnitud del desarrollo económico. Si bien ya antes se han
señalado límites al crecimiento económico, las actuales preocupaciones son nuevas y se
centran en la eficiencia de los factores de absorción para eliminar adecuadamente una
cantidad creciente de desechos, y en los vínculos entre pobreza y degradación del medio
ambiente.
La preocupación por el medio ambiente y el desarrollo fue encarada en ocasión
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo,
reunida en Río de Janeiro, en 1992. El informe final de dicha conferencia constituye un
útil punto de partida sobre el consenso mundial en cuanto a las dimensiones del
problema y las principales vías de solución. Allí se recomienda un enfoque doble, en el
49
cual se debe prestar especial atención a la posibilidad de ofrecer mayores
oportunidades de empleo e ingresos para los pobres, y al mismo tiempo se debe
disminuir –y en definitiva revertir- la consiguiente degradación del ambiente.
Algunos de estos temas también fueron considerados en la Cumbre de las
Américas, reunida en Miami, en 1994. Los dirigentes concordaron en que la labor de
garantizar un desarrollo sostenido y la conservación del medio ambiente constituían
prioridades para el hemisferio, y convinieron en colaborar para promover la prevención
de la contaminación y el uso sostenible de la energía. Recalcaron asimismo el
importante papel que le cabe a la ciencia y a la tecnología para alcanzar esas metas, y la
necesidad de cooperación. La reunión de ministros de 1996 elaboró planes más
concretos de acción para la cooperación hemisférica, que ingresaron al temario de la
Cumbre de las Américas de 1996. (Posteriormente tuvieron lugar la reunión de
Kyoto, Japón, de 1998 y la de Buenos Aires de fines de 2004, para mencionar dos
encuentros clave).
Tecnología y Desarrollo Sostenido
En las discusiones sobre el medio ambiente hubo diferencias entre los países
desarrollados y los países en vías de desarrollo. Los temas relacionados con la
tecnología han producido las mayores discrepancias. Sin embargo, la tecnología puede
posibilitar una cooperación mutuamente beneficiosa. Si se quiere que los países en
desarrollo tengan éxito en proteger su medio ambiente y al mismo tiempo mitigar la
pobreza, deben usar tecnología más apropiada. De hecho, cuando hay atraso tecnológico
aumenta la degradación del medio ambiente, y la degradación de los recursos produce
una disminución de la productividad. Es importante que los países en desarrollo den un
“salto tecnológico” y empleen las tecnologías modernas de mayor rendimiento. Los
gobiernos deben desempeñar un papel preponderante en la creación de tecnologías
ecológicamente racionales.
Tecnologías ambientales
Las tecnologías ambientales constituyen un grupo muy amplio, que incluye:
a) las tecnologías de última etapa, que se agregan a una planta para tratar la
contaminación después de creada;
b) las tecnologías correctivas, que apuntan a limpiar o recuperar recursos
actualmente deteriorados;
c) las tecnologías no contaminantes o menos contaminantes, cuya finalidad es
reducir la cantidad de energía y materias primas necesarias para producir, comercializar
y usar productos y servicios.
Tecnologías no contaminantes (o poco contaminantes)
Las tecnologías no contaminantes (o poco contaminantes), “verdes” o
“ecológicamente racionales”, son aquellas que modifican o mejoran productos y
procesos en la fuente con el fin de reducir al mínimo la incidencia sobre el medio
ambiente.
Se dice que una tecnología es no contaminante (o poco contaminante) cuando
reúne las siguientes condiciones:
1) aumenta el crecimiento económico y amplía las oportunidades de empleo en
los países en desarrollo, y al mismo tiempo toma en cuenta los recursos y las
necesidades de productos y servicios de dichos países;
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2) aumenta el uso eficiente de materias primas y energía:
3) elimina o reduce las emisiones de residuos nocivos generados en la
producción, y garantiza mínimos riesgos para la salud humana y la ecología;
4) promueve la reutilización y recuperación de insumos y productos finales.
Las tecnologías menos contaminantes brindan una solución para todos. A los
países ricos les ofrece los medios para encarar sus niveles actualmente altos de
producción de desechos, y a los países pobres, una manera de solucionar sus problemas
de pobreza y alcanzar el desarrollo económico sin deteriorar sus recursos naturales.
Los principios de la producción menos contaminante están incorporados dentro
de un nuevo paradigma de Production Systems Approach llamado Ecología Industrial.
El nuevo paradigma sigue los principios ecológicos y subraya la necesidad de
comprender el flujo de energía y materiales a través de los sistemas industriales, su
incidencia sobre el medio ambiente y las interrelaciones entre tecnologías,
reglamentaciones, políticas fiscales y prácticas operativas de tales flujos. Los enfoques
ecológicos industriales incorporan el análisis de la totalidad de procesos de producción,
el reciclado de desechos, el ciclo de vida de los productos, tomados todos desde la etapa
inicial de diseño de producto y de proceso, manteniendo siempre como objetivo la idea
de reducir al mínimo los efectos sobre el medio ambiente.
Ejemplos de producción menos contaminante
Existen numerosos ejemplos en los cuales, aplicando criterios de una producción
menos contaminante, se han obtenido beneficios para las empresas y el medio ambiente.
Monsanto y Dupont, compañías químicas, ahorraron cientos de millones de dólares
anuales y redujeron enormemente las descargas de elementos contaminantes aplicando
estos principios. Un fabricante austríaco de circuitos impresos ahorró más de un millón
de dólares y más del 50 % de los ácidos usados, poniendo en práctica un análisis de
procesos y una buena administración interna. En Chile, una planta de teñidos textiles
empleó una nueva tecnología de supervisión y reciclado para la destilación,
fermentación y reutilización energética y logró un ahorro de más de 5 millones de
dólares por año.
Insumos científicos destinados a una tecnología menos contaminante
Las tecnologías menos contaminantes requieren mayores insumos científicos y
tecnológicos. Algunos de los cambios tecnológicos se logran mejorando diseños de
procesos y productos, aprovechando los nuevos conocimientos y la mejor práctica.
Otros se basan enteramente en nuevos insumos obtenidos de los últimos avances de la
biotecnología, como también de las tecnologías de control y de la información, en
nuevas fuentes energéticas y materiales de avanzada. Para incorporar el más moderno
conocimiento científico en la invención de tecnologías menos contaminantes se
requieren cambios en la manera de fijar las prioridades de I+D, en la organización de
investigación coordinada en el campo de las tecnologías vitales para el medio ambiente
y en la creación de consorcios y redes industriales y de investigación.
Por ejemplo, la tecnología enzimática –un nuevo campo de investigación y
aplicaciones- puede reemplazar gradualmente muchos procesos químicos industriales.
Las enzimas trabajan mejor a temperaturas moderadas y en condiciones benignas. Se las
puede usar para reemplazar las condiciones duras y los productos químicos fuertes,
contribuyendo así a ahorrar energía e impedir la contaminación. También son altamente
específicas, lo cual se traduce en menos efectos colaterales y subproductos indeseados
51
en el proceso de producción. Asimismo, se pueden usar las enzimas para tratar los
desechos provenientes de material biológico, y son biodegradables. Por ejemplo, en la
extracción de semillas oleaginosas, un nuevo proceso enzimático que se está
desarrollando, tendrá por fin reemplazar la actual tecnología que emplea el hexano, que
es altamente explosivo y venenoso. En los detergentes, muchos de los ingredientes
pueden reemplazarse, sin que se modifique su resultado, agregándoles enzimas ciento
por ciento biodegradables.
Este es sólo uno de los ejemplos en los cuales la creación de tecnologías no
contaminantes debe ir mucho más allá de una simple administración interna y adentrarse
en la investigación básica fundamental.
Otras nuevas áreas de aplicación son las fuentes de energía renovables, las
células energéticas, la combustión de biomasa, etc.
Aumento de la colaboración hemisférica
Dentro del hemisferio, los países más industrializados suelen no tener las
mismas perspectivas respecto de temas tales como el medio ambiente que los países
menos industrializados, pues a éstos les preocupan los posibles conflictos entre los
objetivos ambientales y sus metas nacionales de desarrollo. Sin embargo, se advierten
indicios de que el interés por las tecnologías menos contaminantes –que son mejores
para el medio ambiente y para la economía- puede ayudar a lograr un consenso entre los
países. Cada vez se reconoce más que todas las estrategias eficaces deben involucrar la
cooperación tecnológica; entre ellas son de vital importancia la capacitación, el
compartir experiencias, la investigación cooperativa y en redes, como también los
sistemas de información, y cada vez más los esfuerzos deben apuntar hacia las
tecnologías “blandas”, tales como las estructuras regulatorias, las normas, la política
industrial y de competencia, las prácticas gerenciales, etc.
Muchos programas bilaterales existentes tendrán que ser reorientados hacia las
nuevas metas e incorporar nuevos actores, particularmente el sector privado y las
organizaciones de producción, teniendo en cuenta los requisitos de la cooperación
tecnológica. Los emprendimientos cooperativos destinados a crear y utilizar tecnología
menos contaminante son costosos, pero mucho menos que los emprendimientos
independientes, no coordinados. Además, tienen el potencial de producir beneficios
importantes para todos los que intervienen en el programa. Esto proviene de la enorme
magnitud potencial para las transacciones comerciales tecnológicas que existen en los
países en desarrollo. En dichos países, en el corto plazo se instalarán altos porcentajes
de nuevas capacidades en ciertos sectores como el de la energía, la pulpa y el papel, el
aluminio y varios sectores primarios más. Los beneficios serán no sólo los que obtengan
las empresas que usen las tecnologías menos contaminantes, sino también lo que se
“derrame” a las firmas proveedoras, como también a los países proveedores y
receptores:
➢ expansión de las oportunidades de exportación de repuestos, equipos
auxiliares y productos o tecnologías afines;
➢ una mayor eficiencia del proceso de transferencia mismo;
➢ una posición más competitiva de las empresas proveedoras frente a los
competidores internacionales;
➢ flujo de conocimiento recíproco.

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Una posible solución: el hidrógeno. En menos de veinte años, ante la crisis del
petróleo y el calentamiento climático, el hidrógeno surge como posible nueva fuente de
energía, con usos tan dispares como teléfonos portátiles, calefacción y transportes. Se
puede producir hidrógeno a partir de una gran variedad de fuentes, entre ellas el gas
natural, el carbón o el agua. Esta nueva tecnología no produce gases de efecto
invernadero y puede usarse en transporte tras años de almacenamiento. Dentro de unos
pocos años los teléfonos portátiles podrán estar equipados con pilas de hidrógeno. La
electricidad producida gracias al hidrógeno podrá también ser usada en los sistemas de
calefacción de viviendas y de grandes edificios. Finalmente, habrá flotas de vehículos
alimentados por hidrógeno en las carreteras del mundo.
Las investigaciones sobre el hidrógeno como futura fuente de energía están muy
avanzadas en países como Japón, Alemania y Estados Unidos. En la compañía General
Motors predicen la aparición masiva de vehículos no contaminantes, que funcionarán a
pilas de hidrógeno. En el año 2007 se estimaba que tales vehículos estarían listos para
2010 o, a más tardar, para 2012, pero ya comienzan a cumplirse estas fechas y, al
parecer, existen poderosos intereses que retrasan la producción de los vehículos no
contaminantes. Y esto ocurre a pesar de los progresos realizados en los últimos años
respecto a los materiales para fabricar las pilas de hidrógeno. Entre los años 2000 y
2007, el peso y el costo de las placas especiales de las pilas de ese combustible
disminuyeron un 90%.

Los problemas globales necesitan respuestas globales


Yuval Noah Harari (Israel, 2018)
Puesto que toda la humanidad constituye en la actualidad una única civilización,
y toda la gente comparte retos y oportunidades comunes, ¿por qué británicos,
norteamericanos, rusos y otros numerosos grupos se encaminan hacia el aislamiento
nacionalista? ¿Acaso un retorno al nacionalismo ofrece soluciones reales a los
problemas sin precedentes de nuestro mundo global, o se trata de un lujo escapista que
puede condenar al desastre a la humanidad y a toda la biosfera?
A fin de responder a esta pregunta, primero hemos de disipar un mito muy
extendido. Al contrario de lo que suele creerse, el nacionalismo no es una parte natural
y eterna de la psique humana, y no está basado en la biología humana. Sin duda, los
humanos son animales sociales de los pies a la cabeza y llevan la lealtad al grupo
impresa en sus genes. Sin embargo, durante cientos de miles de años, Homo sapiens y
sus antepasados homínidos vivían en pequeñas comunidades íntimas de no más de unas
pocas docenas de personas. Los humanos desarrollan fácilmente lealtad a grupos
pequeños e íntimos, como una tribu, una compañía de infantería o un negocio familiar,
pero no es en absoluto natural para ellos ser leales a millones de completos
desconocidos. Tales lealtades en masa han aparecido solo en los últimos miles de años
(ayer por la mañana, en términos evolutivos) y requieren inmensos esfuerzos de
construcción social.
La gente se impuso la dificultad de crear colectivos nacionales porque se
enfrentaba a retos que una sola tribu no podía resolver. Pensemos, por ejemplo, en las
antiguas tribus que vivían a lo largo del Nilo hace miles de años. El río era su elemento
vital: irrigaba sus campos y transportaba su comercio. Pero era un aliado impredecible.
53
Demasiada poca lluvia, y la gente se moría de hambre; demasiada lluvia, y las aguas se
desbordaban de sus orillas y destruían aldeas enteras. Ninguna tribu podía resolver este
problema por sí sola, porque cada una de ellas controlaba una pequeña sección del río y
tan solo podía movilizar a unos cuantos cientos de obreros. Únicamente con un esfuerzo
común para construir presas enormes y excavar cientos de kilómetros de canales se
podía esperar contener y domeñar el poderoso río. Esta fue una de las razones por las
que las tribus se fusionaron poco a poco en una única nación que tenía el poder de
construir presas y canales, regular el flujo del río, acumular reservas de grano para los
años de vacas flacas y establecer un sistema de transporte y comunicación en todo el
país.
A pesar de tales ventajas, transformar tribus y clanes en una nación única nunca
fue fácil, ni en épocas antiguas ni en la actualidad. Para darse cuenta de lo difícil que es
identificarse con una nación de este tipo solo tenemos que preguntarnos: «¿Conozco a
esta gente?». Puedo nombrar a mis dos hermanas y once primos y pasar todo un día
hablando de sus personalidades, peculiaridades y relaciones. No puedo nombrar a los
ocho millones de personas que comparten mi ciudadanía israelí, nunca he conocido a la
mayoría de ellos y es muy improbable que llegue a conocerlos en el futuro. Mi
capacidad, no obstante, para sentir lealtad hacia esa nebulosa masa no es una herencia
de mis antepasados cazadores-recolectores, sino un milagro de la historia reciente. Un
biólogo marciano que estuviera familiarizado únicamente con la anatomía y la
evolución de Homo sapiens jamás podría adivinar que dichos simios fueran capaces de
desarrollar vínculos comunitarios con millones de extraños. A fin de convencerme de
ser leal a «Israel» y a sus ocho millones de habitantes, el movimiento sionista y el
Estado israelí tuvieron que crear un gigantesco aparato de educación, propaganda y
ondeo de banderas, así como sistemas nacionales de seguridad, sanidad y bienestar.
Eso no significa que haya algo malo en los vínculos nacionales. Los sistemas
enormes no pueden funcionar sin lealtades en masa, y expandir el círculo de la empatía
humana tiene sin duda sus méritos. Las formas más moderadas de patriotismo figuran
entre las creaciones humanas más benignas. Creer que mi nación es única, que merece
mi lealtad y que tengo obligaciones especiales para con sus miembros me impulsa a
cuidar a otros y hacer sacrificios en su nombre. Es un error peligroso imaginar que sin
nacionalismo todos viviríamos en un paraíso liberal. Es más probable que viviéramos en
un caos tribal. Países pacíficos, prósperos y liberales como Suecia, Alemania y Suiza
poseen un marcado sentido de nacionalismo. La lista de países que carecen de vínculos
nacionales sólidos incluye Afganistán, Somalia, el Congo y la mayoría de los demás
estados fracasados.
El problema empieza cuando el patriotismo benigno se metamorfosea en
ultranacionalismo patriotero. En lugar de creer que mi nación es única (lo que es cierto
para todas las naciones), puedo comenzar a sentir que mi nación es suprema, que le
debo toda mi lealtad y que no tengo obligaciones importantes para con nadie más. Este
es terreno fértil para los conflictos violentos. Durante generaciones, la crítica más básica
del nacionalismo era que conducía a la guerra. Pero la conexión entre nacionalismo y
violencia no refrenó los excesos nacionalistas, en particular porque cada nación
justificaba su propia expansión militar por la necesidad de protegerse de las
maquinaciones de sus vecinos. Mientras la nación proporcionara a la mayoría de sus
ciudadanos niveles inauditos de seguridad y prosperidad, estos se hallaban dispuestos a
pagar el precio en sangre. En el siglo XIX y principios del XX, el acuerdo nacionalista
parecía todavía muy atractivo. Aunque el nacionalismo conducía a conflictos horrendos
a una escala sin precedentes, los estados nación modernos también creaban enormes
54
sistemas de asistencia sanitaria, educación y bienestar. Gracias a los servicios
nacionales de salud, parecía que Passchendaele y Verdún hubieran valido la pena.
Todo cambió en 1945. La invención de las armas nucleares alteró
considerablemente las condiciones del acuerdo nacionalista. Después de Hiroshima, la
gente ya no temía que el nacionalismo condujera a la simple guerra: empezó a temer
que llevara a la guerra nuclear. La aniquilación total es capaz de aguzar la mente de la
gente, y, gracias en no poca medida a la bomba atómica, ocurrió lo imposible y el genio
nacionalista fue introducido en la lámpara, al menos la mitad del genio. De la misma
manera que los antiguos aldeanos de la cuenca del Nilo redirigieron parte de su lealtad
desde los clanes locales a un reino mucho mayor capaz de contener el peligroso río, en
la era nuclear se desarrolló entre las diversas naciones una comunidad global, porque
solo una comunidad así podría contener el demonio nuclear.
En la campaña presidencial de 1964 en Estados Unidos, Lyndon B. Johnson
difundió el famoso «anuncio de la margarita», uno de los mayores éxitos de la
propaganda en los anales de la televisión. El anuncio se inicia con una niñita que
arranca y cuenta los pétalos de una margarita, pero cuando llega a diez, se oye una voz
masculina y metálica que cuenta en sentido inverso de diez a cero, como en la cuenta
atrás del lanzamiento de misiles. Al llegar a cero, el brillante destello de una explosión
nuclear llena la pantalla, y el candidato Johnson se dirige al público norteamericano y
dice: «Esto es lo que está en juego. Construir un mundo donde todos los niños de Dios
puedan vivir, o dirigirse hacia la oscuridad. O hemos de amarnos los unos a los otros, o
hemos de morir». Solemos asociar el lema «Haz el amor, no la guerra» con la
contracultura de finales de la década de 1960, pero en realidad ya en 1964 era algo
aceptado incluso entre políticos duros como Johnson.
En consecuencia, durante la Guerra Fría el nacionalismo adoptó un papel
secundario frente a una perspectiva más global de la política internacional, y cuando la
Guerra Fría terminó, la globalización parecía ser la tendencia arrolladora del futuro. Se
esperaba que la humanidad dejaría atrás las políticas nacionalistas, como una reliquia de
épocas más primitivas que a lo sumo quizá atrajeran a los habitantes mal informados de
unos pocos países subdesarrollados. Sin embargo, los acontecimientos de años recientes
han demostrado que el nacionalismo tiene todavía un arraigo profundo incluso en los
ciudadanos de Europa y Estados Unidos, por no mencionar Rusia, la India y China.
Alienada por las fuerzas impersonales del capitalismo global y temiendo por el futuro
de los sistemas nacionales de salud, educación y bienestar, la gente de todo el mundo
busca seguridad y sentido en el regazo de la nación.
Pero la disyuntiva que planteó Johnson en el «anuncio de la margarita» es
incluso más pertinente hoy de lo que era en 1964. ¿Crearemos un mundo donde todos
los humanos puedan vivir juntos, o nos dirigiremos hacia la oscuridad? ¿Están salvando
el mundo Donald Trump, Theresa May, Vladímir Putin, Narendra Modi y sus colegas al
avivar nuestros sentimientos nacionales, o la actual avalancha nacionalista es una forma
de escapismo ante los inextricables problemas globales a que nos enfrentamos?
El reto nuclear
Empecemos con la némesis común del género humano: la guerra nuclear.
Cuando en 1964 se emitió el «anuncio de la margarita», dos años después de la crisis de
los misiles cubanos, la aniquilación nuclear era una amenaza palpable. Expertos y
profanos temían por igual que la humanidad no tuviera la sensatez de evitar la
destrucción y creían que solo era cuestión de tiempo que la Guerra Fría se volviera
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caliente y abrasadora. En realidad, la humanidad se enfrentó con éxito al reto nuclear.
Norteamericanos, soviéticos, europeos y chinos cambiaron la manera como se ha
realizado la geopolítica durante milenios, de forma que la Guerra Fría llegó a su fin con
poco derramamiento de sangre, y un nuevo mundo internacional promovió una era de
paz sin precedentes. No solo se evitó la guerra nuclear, sino que las contiendas de todo
tipo se redujeron. Es sorprendente que desde 1945 muy pocas fronteras se hayan
redibujado a raíz de una agresión brutal, y la mayoría de los países han dejado de
utilizar la guerra como una herramienta política estándar. En 2016, a pesar de las
guerras en Siria, Ucrania y varios otros puntos calientes, morían menos personas debido
a la violencia humana que a la obesidad, los accidentes de tráfico o el suicidio. Este
podría muy bien haber sido el mayor logro político y moral de nuestra época.
Por desgracia, estamos ya tan acostumbrados a este logro que lo damos por
hecho. Esta es en parte la razón por la que la gente se permite jugar con fuego. Rusia y
Estados Unidos se han embarcado recientemente en una nueva carrera de armas
nucleares y han desarrollado nuevos artilugios del fin del mundo que amenazan con
destruir los logros tan duramente ganados de las últimas décadas, y volvernos a llevar al
borde de la aniquilación nuclear. Mientras tanto, la opinión pública ha aprendido a dejar
de preocuparse y a amar a la bomba (tal como sugería ¿Teléfono rojo? Volamos hacia
Moscú), o simplemente ha olvidado su existencia.
Así, el debate sobre el Brexit en Gran Bretaña (una potencia nuclear importante)
versó principalmente sobre cuestiones de economía e inmigración, mientras que la
contribución vital de la Unión Europea a la paz europea y a la paz global se pasó en
gran parte por alto. Después de siglos de matanzas terribles, franceses, alemanes,
italianos y británicos han creado al final un mecanismo que asegura la armonía
continental, solo para que el pueblo británico haya lanzado una llave inglesa dentro de
la máquina milagrosa.
Fue extremadamente difícil construir el régimen internacionalista que evitó la
guerra nuclear y salvaguardó la paz en el planeta. Sin duda necesitamos adaptar este
régimen a las condiciones cambiantes del mundo, por ejemplo, dependiendo menos de
Estados Unidos y confiriendo un papel más decisivo a potencias no occidentales como
China y la India. Pero abandonar por completo este régimen y retornar a la política del
poder nacionalista sería una apuesta irresponsable. Cierto, en el siglo XIX los países
jugaron al juego nacionalista sin destruir la civilización humana, pero ocurrió en la era
pre-Hiroshima. Desde entonces, las armas nucleares han hecho subir la apuesta y
cambiado la naturaleza fundamental de la guerra y la política. Mientras los humanos
sepan cómo enriquecer el uranio y el plutonio, su supervivencia dependerá de preferir la
prevención de la guerra nuclear frente a los intereses de cualquier nación concreta. Los
nacionalistas entusiastas que gritan: «¡Primero nuestro país!» deberían preguntarse si su
país, por sí solo, sin un sistema sólido de cooperación internacional, puede proteger al
mundo (o incluso protegerse a sí mismo) de la destrucción nuclear.
El reto ecológico
Además de la guerra nuclear, en las décadas venideras la humanidad se
enfrentará a una nueva amenaza existencial que apenas se registraba en los radares
políticos en 1964: el colapso ecológico. Los humanos están desestabilizando la biosfera
global en múltiples frentes. Cada vez tomamos más recursos del entorno, al tiempo que
vertemos en él cantidades ingentes de desechos y venenos, lo que provoca cambios en la
composición del suelo, del agua y de la atmósfera.

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Apenas somos conscientes siquiera de las múltiples maneras en que alteramos el
delicado equilibrio ecológico formado a lo largo de millones de años. Considérese, por
ejemplo, el uso del fósforo como fertilizante. En pequeñas cantidades es un nutriente
esencial para el crecimiento de las plantas. Pero en cantidades excesivas se vuelve
tóxico. La agricultura industrial moderna se basa en la fertilización artificial de los
campos con grandes cantidades de fósforo, pero la escorrentía cargada de fósforo
procedente de los campos de cultivo envenena después ríos, lagos y océanos, y tiene un
impacto devastador sobre la vida marina. Un agricultor que cultive maíz en Iowa podría,
sin saberlo, estar matando peces en el golfo de México.
Debido a estas actividades, los hábitats se degradan, animales y plantas se
extinguen y ecosistemas enteros, como la Gran Barrera de Coral australiana y la
pluviselva amazónica, podrían acabar destruidos. Durante miles de años, Homo sapiens
se ha comportado como un asesino ecológico en serie; ahora está transformándose en un
asesino ecológico en masa. Si continuamos con esta trayectoria, no solo se llegará a
aniquilar un gran porcentaje de todos los seres vivos, sino que también podrían
debilitarse los cimientos de la civilización humana.
Lo más preocupante de todo es la perspectiva del cambio climático. Los
humanos llevan aquí cientos de miles de años y han sobrevivido a numerosas edades de
hielo y períodos cálidos. Sin embargo, la agricultura, las ciudades y las sociedades
complejas existen desde hace no más de diez mil años. Durante este período, conocido
como Holoceno, el clima del planeta ha sido relativamente estable. Cualquier
desviación de los patrones del Holoceno planteará a las sociedades humanas actuales
problemas enormes que nunca han conocido. Será como realizar un experimento con
final abierto con miles de millones de cobayas. Y aunque la civilización humana
acabara por adaptarse a las nuevas condiciones, ¡quién sabe cuántas víctimas podrían
perecer en el proceso de adaptación!
Este experimento terrorífico ya se ha puesto en marcha. A diferencia de la guerra
nuclear, que es un futuro potencial, el cambio climático es una realidad actual. Los
científicos están de acuerdo en que las actividades humanas, en particular la emisión de
gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, hacen que el clima de la Tierra
cambie a un ritmo alarmante. Nadie sabe exactamente cuánto dióxido de carbono
podemos continuar bombeando a la atmósfera sin desencadenar un cataclismo
irreversible. Pero nuestras estimaciones científicas más optimistas indican que a menos
que reduzcamos de forma drástica la emisión de gases de efecto invernadero en los
próximos veinte años, las temperaturas medias globales aumentarán más de 2 ºC, lo que
provocará la expansión de los desiertos, la desaparición de los casquetes polares, el
aumento del nivel de los océanos y una mayor incidencia de acontecimientos
meteorológicos extremos, como huracanes y tifones. Estos cambios alterarán a su vez la
producción agrícola, inundarán ciudades, harán que gran parte del mundo se vuelva
inhabitable y que cientos de millones de refugiados busquen nuevos hogares.
Además, estamos acercándonos rápidamente a varios puntos de inflexión, más
allá de los cuales incluso una reducción espectacular de las emisiones de gases de efecto
invernadero no bastará para invertir la tendencia y evitar una tragedia mundial. Por
ejemplo, a medida que el calentamiento global funde las capas de hielo polares, se
refleja menos luz solar desde nuestro planeta al espacio exterior. Ello significa que la
Tierra absorbe más calor, que las temperaturas aumentan todavía más y que el hielo se
funde con mayor rapidez. Una vez que este bucle retroactivo traspase un umbral crítico
alcanzará un impulso irrefrenable, y todo el hielo de las regiones polares se derretirá
57
aunque los humanos dejen de quemar carbón, petróleo y gas. De ahí que no sea
suficiente que reconozcamos el peligro al que nos enfrentamos. Es fundamental que
realmente hagamos algo al respecto ahora.
Por desgracia, en 2018, en lugar de haberse reducido las emisiones de gases de
efecto invernadero, la tasa de emisión global sigue aumentando. A la humanidad le
queda muy poco tiempo para desengancharse de los combustibles fósiles. Es necesario
que iniciemos la rehabilitación hoy mismo. No el año próximo o el mes próximo, sino
hoy. «Hola, soy Homo sapiens y soy adicto a los combustibles fósiles.»
¿Dónde encaja el nacionalismo en este panorama alarmante? ¿Existe una
respuesta nacionalista a la amenaza ecológica? ¿Puede una nación, por poderosa que
sea, frenar el calentamiento global por sí sola? Sin duda, los países pueden adoptar a
título individual toda una serie de políticas verdes, muchas de las cuales tienen gran
sentido tanto ambiental como económico. Los gobiernos pueden cobrar impuestos a las
emisiones de carbono, añadir el costo de las externalidades al precio del petróleo y el
gas, promulgar leyes ambientales más restrictivas, recortar los subsidios a las industrias
contaminantes e incentivar el cambio a energías renovables. También pueden invertir
más dinero en investigar y desarrollar tecnologías respetuosas con el medio ambiente,
en una especie de Proyecto Manhattan ecológico. Hay que agradecer al motor de
combustión interna muchos de los avances de los últimos ciento cincuenta años, pero si
hemos de mantener un ambiente físico y económico estable habrá que retirarlo ya y
sustituirlo por nuevas tecnologías que no quemen combustibles fósiles.
Los avances tecnológicos pueden ayudar en otros muchos ámbitos además de la
energía. Considérese, por ejemplo, el potencial de desarrollar «carne limpia». En la
actualidad, la industria de la carne no solo inflige un dolor incalculable a miles de
millones de seres dotados de sensibilidad, sino que también es una de las principales
causas del calentamiento global, una de las principales consumidoras de antibióticos y
venenos, y una de las mayores contaminadoras de aire, tierra y agua. Según un informe
de 2013 de la Institución de Ingenieros Mecánicos, hacen falta 15.000 litros de agua
para producir un kilogramo de carne de res, en comparación con 287 litros de agua para
un kilogramo de patatas.
Es probable que la presión ambiental empeore a medida que el aumento de la
prosperidad en países como China y Brasil permita a cientos de millones de personas
más pasar de comer patatas a comer carne de manera regular. Sería difícil convencer a
chinos y a brasileños (por no mencionar a estadounidenses y a alemanes) para que
dejaran de comer bistecs, hamburguesas y salchichas. Pero ¿qué ocurriría si los
ingenieros pudieran encontrar una manera de generar carne a partir de células? Si usted
quiere una hamburguesa, simplemente cultívela, en lugar de criar y sacrificar una vaca
entera (y transportar el cuerpo a miles de kilómetros).
Esto podría parecer ciencia ficción, pero la primera hamburguesa limpia del
mundo se generó a partir de células (y después fue comida) en 2013. Costó 330.000
dólares. Cuatro años de investigación y desarrollo hicieron bajar el precio a 11 dólares
la unidad, y se espera que al cabo de otra década la carne limpia sea más barata que la
procedente de animales sacrificados. Este desarrollo tecnológico podría ahorrarles a
miles de millones de animales una vida de dolor abyecto, podría alimentar a miles de
millones de humanos desnutridos y, a la vez, ayudar a evitar el colapso ecológico.
Así que hay muchas cosas que los gobiernos, empresas e individuos pueden
hacer para evitar el cambio climático. Pero para ser efectivas, tienen que emprenderse a
58
un nivel global. Cuando se trata del clima, los países ya no son soberanos. Se
encuentran a merced de acciones que otras personas efectúan en la otra punta del
planeta. La república de Kiribati (una nación insular en el océano Pacífico) podría
reducir sus emisiones de gases a cero y no obstante verse sumergida bajo el oleaje
creciente si otros países no hacen lo mismo. El Chad podría instalar un panel solar en
cada tejado del país y sin embargo convertirse en un desierto yermo debido a las
políticas ambientales irresponsables de extranjeros lejanos. Ni siquiera países poderosos
como China y Japón son soberanos desde el punto de vista ecológico. Para proteger
Shangai, Hong Kong y Tokio de inundaciones y tifones destructivos, los chinos y los
japoneses tendrán que convencer a los gobiernos estadounidense y ruso de que
abandonen su estrategia de «hacer lo de siempre».
El aislacionismo nacionalista probablemente sea incluso más peligroso en el
contexto del cambio climático que en el de la guerra nuclear. Una guerra nuclear total
amenaza con destruir a todas las naciones, de modo que todas las naciones tienen el
mismo interés en evitarla. En cambio, el calentamiento global tendrá probablemente un
impacto diferente en función de cada nación. Algunos países, y de manera notable
Rusia, podrían en verdad beneficiarse de ello. Rusia tiene relativamente pocos recursos
costeros, de manera que está mucho menos preocupada que China o Kiribati por el
aumento del nivel del mar. Y mientras que las temperaturas más altas es probable que
transformen El Chad en un desierto, al mismo tiempo podrían transformar Siberia en el
granero del mundo.
Además, a medida que el hielo se funda en el lejano norte, las vías marítimas
árticas, dominadas por Rusia, podrían convertirse en la arteria del comercio global, y
Kamchatka tal vez sustituyera a Singapur como encrucijada del mundo.
De manera similar, es probable que la idea de sustituir los combustibles fósiles
por fuentes de energía renovable resulte más interesante a algunos países que a otros.
China, Japón y Corea del Sur dependen de la importación de enormes cantidades de
petróleo y gas; estarían encantadas de librarse de esta carga. Rusia, Irán y Arabia Saudí
dependen de la exportación de petróleo y gas; sus economías se desplomarían si el
petróleo y el gas dejan paso de repente a la energía solar y la eólica.
En consecuencia, mientras que quizá algunas naciones como China, Japón y
Kiribati se impliquen mucho en la reducción de las emisiones globales de carbono tan
pronto como sea posible, otras naciones como Rusia e Irán podrían mostrarse mucho
menos entusiastas. Incluso en países en que es evidente que perderán mucho debido al
calentamiento global, como Estados Unidos, los nacionalistas podrían ser tan miopes y
estar tan satisfechos de sí mismos para no apreciar el peligro. Una prueba de ello, nimia
pero reveladora, se dio en enero de 2018, cuando Estados Unidos impuso un arancel del
30 por ciento a los paneles solares y a los equipos solares fabricados en el extranjero,
pues preferían respaldar a los productores solares norteamericanos incluso al precio de
ralentizar el paso a las energías renovables.
Una bomba atómica es una amenaza tan evidente e inmediata que nadie puede
pasarla por alto. En cambio, el calentamiento global es una amenaza más vaga y
demorada en el tiempo. De ahí que siempre que las consideraciones ambientales a largo
plazo exijan algún sacrificio doloroso a corto plazo, los nacionalistas podrían verse
tentados a anteponer los intereses nacionales inmediatos y a tranquilizarse diciendo que
ya se preocuparán más adelante del medioambiente, o bien dejar que lo haga la gente de
otros sitios. O podrían sencillamente negar el problema. No es casual que el
escepticismo respecto al cambio climático tienda a ser terreno de la derecha
59
nacionalista. Rara vez se ve a los socialistas de izquierdas tuitear que «el cambio
climático es un timo chino». Ya que no hay una respuesta nacional al problema del
calentamiento global, algunos políticos nacionalistas prefieren creer que el problema no
existe.
El reto tecnológico
Es presumible que la misma dinámica dé al traste con cualquier antídoto
nacionalista para la tercera amenaza existencial del siglo XXI: la disrupción
tecnológica. Como hemos visto en capítulos anteriores, la fusión de la infotecnología y
la biotecnología abre la puerta a un sinfín de situaciones hipotéticas sobre el tema del
fin del mundo, que van de las dictaduras digitales a la creación de una clase inútil
global. ¿Cuál es la respuesta nacionalista a estas amenazas?
No hay respuesta nacionalista. Con la disrupción tecnológica ocurre lo mismo
que con el cambio climático: el estado nación es simplemente el marco equivocado para
enfrentarse a esa amenaza. Puesto que la investigación y el desarrollo no son monopolio
de ningún país, ni siquiera una superpotencia como Estados Unidos es capaz de
limitarlos por sí sola. Si el gobierno estadounidense prohíbe manipular genéticamente
embriones humanos, esto no impide que científicos chinos lo hagan. Y si los progresos
resultantes confieren a China alguna ventaja económica o militar, Estados Unidos se
sentirá tentado a incumplir su propia prohibición. En particular en un mundo xenófobo
y de competición salvaje, aunque un solo país eligiera seguir la senda tecnológica de
alto riesgo pero elevados beneficios, otros países se verían obligados a hacer lo mismo,
porque nadie puede permitirse quedarse rezagado. Para evitar esta carrera hacia el
abismo, probablemente la humanidad necesite algún tipo de identidad y de lealtad
globales.
Además, mientras que la guerra nuclear y el cambio climático amenazan solo la
supervivencia física de la humanidad, las tecnologías disruptivas podrían cambiar la
naturaleza misma del género humano y, por tanto, están mezcladas con las creencias
éticas y religiosas más profundas de las personas. Aunque esté de acuerdo con que se
debería evitar la guerra nuclear y el desastre ecológico, la gente tiene opiniones muy
diferentes acerca del uso de la bioingeniería y la IA para mejorar a los humanos y crear
nuevas formas de vida. Si la humanidad no consigue concebir e impartir globalmente
reglas éticas generales y aceptadas, se abrirá la veda del doctor Frankenstein.
Cuando se trata de formular estas reglas éticas generales, el nacionalismo
adolece por encima de todo de falta de imaginación. Los nacionalistas piensan en
términos de conflictos territoriales que duran siglos, mientras que las revoluciones
tecnológicas del siglo XXI deberían entenderse en realidad en términos cósmicos.
Después de 4.000 millones de años de vida orgánica que ha evolucionado mediante la
selección natural, la ciencia da lugar a la era de la vida inorgánica modelada por el
diseño inteligente.
En el proceso, es probable que el propio Homo sapiens desaparezca. En la
actualidad somos todavía simios de la familia de los homínidos. Aún compartimos con
neandertales y chimpancés la mayoría de nuestras estructuras corporales, capacidades
físicas y facultades mentales. No solo nuestras manos, ojos y cerebro son claramente
homínidos, sino también nuestro deseo sexual, nuestro amor, nuestra ira y nuestros
vínculos sociales. Dentro de un siglo o dos, la combinación de la biotecnología y la IA
podría resultar en características corporales, físicas y mentales que se liberen por
completo del molde homínido. Hay quien cree incluso que la conciencia podría
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separarse de cualquier estructura orgánica y surfear por el ciberespacio, libre de toda
limitación biológica y física. Por otra parte, podríamos asistir a la desvinculación
completa de la inteligencia y la conciencia, y el desarrollo de la IA quizá diera como
resultado un mundo dominado por entidades superinteligentes pero absolutamente no
conscientes.
¿Qué opinan de ello el nacionalismo israelí, ruso o francés? Con el fin de tomar
decisiones sensatas sobre el futuro de la vida necesitamos ir mucho más allá del punto
de vista nacionalista y considerar las cosas desde una perspectiva global o incluso
cósmica.
La nave espacial tierra
Cada uno de estos problemas (la guerra nuclear, el colapso ecológico y la
disrupción tecnológica) basta para amenazar el futuro de la civilización humana. Pero
en su conjunto constituyen una crisis existencial sin precedentes, en especial porque es
probable que se refuercen y se agraven mutuamente.
Por ejemplo, aunque la crisis ecológica amenaza la supervivencia de la
civilización humana como la hemos conocido, es improbable que frene el desarrollo de
la IA y de la bioingeniería. Si el lector cuenta con que el aumento del nivel de los
océanos, la reducción de los recursos alimenticios y las migraciones en masa distraerán
nuestra atención de algoritmos y genes, piénselo de nuevo. A medida que la crisis
ecológica se intensifique, probablemente el desarrollo de tecnologías de elevado riesgo
y de elevados beneficios no hará más que acelerarse.
En realidad, podría muy bien ocurrir que el cambio climático llegue a cumplir la
misma función que las dos contiendas mundiales. Entre 1914 y 1918, y de nuevo entre
1939 y 1945, el ritmo del desarrollo tecnológico se disparó, porque las naciones
enzarzadas en la guerra total abandonaran la prudencia y el ahorro, e invirtieron
enormes recursos en todo tipo de proyectos audaces y fantásticos. Muchos de tales
proyectos fracasaron, pero algunos acabaron en tanques, el radar, gases venenosos,
aviones supersónicos, misiles intercontinentales y bombas nucleares. De forma
parecida, las naciones que se enfrentan a un cataclismo climático podrían verse tentadas
a depositar sus esperanzas en jugadas tecnológicas desesperadas. La humanidad tiene
muchas preocupaciones justificadas respecto a la IA y a la bioingeniería, pero en épocas
de crisis la gente hace cosas arriesgadas. Cualquiera que sea la opinión del lector ante la
reglamentación de las tecnologías disruptivas, pregúntese si es probable que estas reglas
se mantengan incluso si el cambio climático causa carestías alimentarias globales, si
acaba por inundar ciudades en todo el mundo y si envía a cientos de millones de
refugiados allende las fronteras.
A su vez, las disrupciones tecnológicas podrían aumentar el riesgo de que
estallasen guerras apocalípticas, no solo al incrementar las tensiones globales, sino
también al desestabilizar el equilibrio de poderes nucleares. Desde la década de 1950,
las superpotencias han evitado los conflictos debido a que todas sabían que la guerra
significaba una destrucción mutua asegurada. Pero al aparecer nuevos tipos de armas
ofensivas y defensivas, una superpotencia tecnológica en auge podría llegar a la
conclusión de que es capaz de destruir impunemente a sus enemigos. Y al revés: una
potencia que se hallara en horas bajas podría temer que sus armas nucleares
tradicionales quedaran pronto obsoletas y que sería mejor usarlas antes de perderlas.
Tradicionalmente, las confrontaciones nucleares parecían una partida de ajedrez
hiperracional. ¿Qué ocurrirá cuando los jugadores puedan usar ciberataques para
61
arrebatar el control de las piezas de un rival, cuando terceras partes anónimas logren
mover un peón sin que nadie sepa quién está haciendo el movimiento, o cuando
AlphaZero deje atrás su dominio del ajedrez ordinario y se gradúe en ajedrez nuclear?
De la misma manera que es probable que los diferentes retos se agraven unos a
otros, también la buena voluntad necesaria para enfrentarse a un reto puede acabar
debilitada por problemas en otros frentes. Es improbable que los países enzarzados en
una competición armada estén de acuerdo en restringir el desarrollo de la IA, y a los
países que se esfuerzan por superar los logros tecnológicos de sus rivales les costará
mucho acceder a un plan común para frenar el cambio climático. Mientras el mundo
siga dividido en naciones rivales, será muy difícil superar a la vez los tres retos, y el
fracaso incluso en un único frente podría resultar catastrófico.
Para concluir, la oleada nacionalista que recorre el mundo no puede hacer
retroceder el reloj a 1939 o 1914. La tecnología lo ha cambiado todo al crear un
conjunto de amenazas existenciales globales que ninguna nación puede resolver por sí
sola. Un enemigo común es el mejor catalizador para forjar una identidad común, y
ahora la humanidad tiene al menos tres de esos enemigos: la guerra nuclear, el cambio
climático y la disrupción tecnológica. Si a pesar de estas amenazas comunes los
humanos deciden anteponer sus lealtades nacionales particulares a lo demás, las
consecuencias pueden ser mucho peores que en 1914 y 1939.
Un camino mucho mejor es el que se esboza en la Constitución de la Unión
Europea, que afirma que «los pueblos de Europa, sin dejar de sentirse orgullosos de su
identidad y su historia nacional, están decididos a superar sus antiguas divisiones y,
cada vez más estrechamente unidos, a forjar un destino común».
Esto no significa abolir todas las identidades nacionales, abandonar cada una de
las tradiciones locales y transformar a la humanidad en un menjunje gris homogéneo.
Como tampoco denigrar toda expresión de patriotismo. De hecho, al proporcionar una
cubierta protectora continental, militar y económica, puede decirse que la Unión
Europea ha promovido el patriotismo local en Flandes, Lombardía, Cataluña y Escocia.
La idea de establecer una Escocia independiente o una Cataluña independiente parece
más interesante cuando no se teme una invasión alemana y cuando puede contarse con
un frente común europeo contra el calentamiento global y las empresas globales.
Por tanto, los nacionalistas europeos se toman las cosas con calma. A pesar de
toda la cháchara de retorno de la nación, pocos europeos están en verdad dispuestos a
matar o morir por ello. Cuando los escoceses quisieron separarse del control de
Londres, tuvieron que organizar un ejército para hacerlo. En cambio, ni una sola
persona murió durante el referéndum escocés de 2014, y si en la próxima ocasión los
escoceses votan por la independencia, es muy improbable que deban volver a librar la
batalla de Bannockburn. El intento catalán de separarse de España ha generado más
violencia, pero mucha menos que la carnicería que Barcelona vivió en 1939 o en 1714.
Cabe esperar, pues, que el resto del mundo aprenda del ejemplo europeo. Incluso
en un planeta unido habrá mucho espacio para ese patriotismo que celebra la
singularidad de mi nación y destaca mis obligaciones especiales hacia ella. Pero si
queremos sobrevivir y prosperar, la humanidad no tiene otra elección que completar
estas lealtades locales con obligaciones sustanciales hacia una comunidad global. Una
persona puede y debe ser leal simultáneamente a su familia, sus vecinos, su profesión y
su nación, ¿por qué no añadir a la humanidad y el planeta Tierra a dicha lista? Es cierto

62
que cuando se tienen lealtades múltiples, a veces los conflictos son inevitables. Pero
¿quién dijo que la vida es sencilla? Lidiemos con ella.
En siglos anteriores las identidades nacionales se forjaron porque los humanos se
enfrentaban a problemas y posibilidades que se hallaban mucho más allá del ámbito de
las tribus locales, y que solo la cooperación a la escala de todo el país podía esperar
gestionar. En el siglo XXI, las naciones se encuentran en la misma situación que las
antiguas tribus: ya no son el marco adecuado para afrontar los retos más importantes de
la época. Necesitamos una nueva identidad global porque las instituciones nacionales
son incapaces de gestionar un conjunto de dilemas globales sin precedentes. Ahora
tenemos una ecología global, una economía global y una ciencia global, pero todavía
estamos empantanados en políticas solo nacionales. Esta falta de encaje impide que el
sistema político se enfrente de manera efectiva a nuestros principales problemas. Para
que la política sea efectiva hemos de hacer una de dos cosas: desglobalizar la ecología,
la economía y la ciencia, o globalizar nuestra política. Ya que es imposible
desglobalizar la ecología y el progreso de la ciencia, y ya que el coste de desglobalizar
la economía seguramente sería prohibitivo, la única solución real es globalizar la
política. Esto no significa establecer un «gobierno global», una visión dudosa e
irrealista, sino más bien que las dinámicas políticas internas de los países e incluso de
las ciudades den mucha más relevancia a los problemas y los intereses globales. En la
tarea, es improbable que los sentimientos nacionalistas ayuden mucho. Así pues, ¿quizá
podamos confiar en que las tradiciones religiosas universales de la humanidad ayudarán
a unir el mundo? Hace cientos de años, religiones como el cristianismo y el islamismo
ya pensaban en términos globales en lugar de locales, y se mostraban muy interesadas
en las grandes cuestiones de la vida en lugar de solo en las luchas políticas de esta o
aquella nación. Pero ¿siguen siendo relevantes las religiones tradicionales? ¿Conservan
el poder para dar forma al mundo, o son solo reliquias inertes de nuestro pasado,
lanzadas aquí y allá por las poderosas fuerzas de los estados, las economías y las
tecnologías modernos?

TEMA 2: EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO

Qué es la Ciencia
Como ciencia se designa todo aquel conocimiento adquirido a través del estudio
o de la práctica, constituido por una serie de principios y leyes, deducidos mediante la
observación y el razonamiento, y estructurados sistemáticamente para su comprensión.
El origen de la palabra ciencia se rastrea en el vocablo latín scientĭa, que significa
‘conocimiento’, ‘saber’.
Como tal, la ciencia se rige por métodos conformados por un conjunto de
normas y pasos que le otorgarán validez y rigor científico al proceso de investigación.
En este sentido, sus hallazgos y observaciones deberán ser siempre objetivos y
comprobables.
La ciencia, en general, comprende varios campos de conocimiento, dentro de los
cuales cada uno desarrolla sus propias teorías con base en sus métodos científicos
particulares. La ciencia, además, está íntimamente relacionada con el área de la
tecnología, ya que los grandes avances de la ciencia, hoy en día, se logran a través del

63
desarrollo de las tecnologías ya existentes y de la creación de nuevas tecnologías, y
viceversa.
Características de la Ciencia
A continuación, nos referiremos a las principales características de la ciencia,
siguiendo la enumeración clásica de Mario Bunge, en su obra La Ciencia, su Método y
su Filosofía.
1) El conocimiento científico es fáctico. Se atiene siempre a los hechos. Los
enunciados fácticos confirmados se llaman “datos empíricos”. Se obtienen con ayuda de
teorías y son a su vez materia prima para la elaboración teórica.
2) El conocimiento científico trasciende los hechos. Descarta algunos, produce
nuevos hechos y los explica. El sentido común se queda con el simple hecho aislado, sin
correlacionarlo con otros o explicarlo. El científico intenta ir más allá de las apariencias,
rechaza muchos hechos como irrelevantes o accidentales, controla otros o incluso los
reproduce.
3) La ciencia es analítica. Trata de descomponer todo en elementos. No se
plantea cómo es el universo en su conjunto. Trata de entender cada situación total en
términos de sus componentes. Intenta descubrir los elementos que componen cada
totalidad, y las interconexiones que explican su integración.
4) La investigación científica es especializada. Como consecuencia del
enfoque analítico de los problemas, se da la especialización. Esta especialización no
impide la formación de campos interdisciplinarios, tales como la biofísica, la
bioquímica, la psicofisiología, etc.
5) El conocimiento científico es claro y preciso. Sus problemas son distintos,
sus resultados son claros. El conocimiento ordinario, en cambio, es vago e inexacto. En
la vida diaria no nos preocupamos por dar definiciones precisas, descripciones exactas o
mediciones afinadas. La ciencia torna preciso lo que el sentido común conoce de
manera nebulosa.
6) El conocimiento científico es comunicable. No es inefable, sino expresable.
No es privado, sino público. Lo inefable puede ser propio de la poesía o de la música,
no de la ciencia, cuyo lenguaje es informativo, y no expresivo o imperativo.
7) El conocimiento científico es verificable. Debe pasar el examen de la
experiencia. La verificación consiste en poner a prueba consecuencias particulares de
hipótesis generales. Siempre se reduce a mostrar que hay o no hay algún fundamento
para creer que las suposiciones en cuestión corresponden a los hechos observados o a
los valores medidos.
8) La investigación científica es metódica. No es errática sino planeada. Todo
trabajo de investigación se funda sobre el conocimiento anterior, y, en particular, sobre
las conjeturas mejor confirmadas. La investigación procede según reglas y técnicas que
han resultado eficaces en el pasado, pero que son perfeccionadas continuamente.
9) El conocimiento científico es sistemático. Una ciencia no es un agregado de
informaciones inconexas, sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí.
Esta conexión entre las ideas puede calificarse de orgánica, en el sentido de que la
sustitución de cualquiera de las hipótesis básicas produce un cambio radical en la teoría.

64
10) El conocimiento científico es legal. Busca leyes del pensamiento, de la
naturaleza y de la cultura, y las aplica. Hay leyes de hechos y leyes según las cuales se
puede explicar otras leyes.
Los hechos culturales han sido legalizados en menor medida que los naturales,
en parte debido al prejuicio de que los hechos humanos no pueden ser sometidos a la ley
o que sólo las relaciones numéricas merecen ser llamadas leyes científicas.
11) El conocimiento científico es predictivo. La predicción es una manera
eficaz de poner a prueba las hipótesis; pero también permite controlar los
acontecimientos. En contraste con la profecía, la predicción científica se funda en leyes.
La predicción científica se caracteriza por su perfectibilidad antes que por su certeza.
12) La ciencia es falible, y por consiguiente capaz de progresar.
13) La ciencia es útil. La utilidad de la ciencia es una consecuencia de su
objetividad. Sin proponerse necesariamente alcanzar resultados aplicables, la
investigación los provee a la corta o a la larga. Pero además de ser útil por sus
beneficios técnicos, la ciencia es útil porque crea el hábito de adoptar una actitud de
libre y valiente examen, acostumbrando a la gente a poner a prueba sus afirmaciones y a
argumentar correctamente.

Qué es la Tecnología
Como tecnología designamos al conjunto de conocimientos de orden práctico
y científico que, articulados bajo una serie de procedimientos y métodos de rigor
técnico, son aplicados para la obtención de bienes de utilidad práctica que puedan
satisfacer las necesidades y deseos de los seres humanos.
La palaba tecnología significa, en un sentido etimológico, el estudio de la
técnica. Proviene del griego τεχνολογία (technología), que se compone de τέχνη
(téchne), que traduce ‘técnica, arte, oficio’, y λόγος (lógos), ‘estudio, tratado’.
Tecnología también se refiere a la disciplina científica enfocada en el estudio, la
investigación, el desarrollo y la innovación de las técnicas y procedimientos, aparatos y
herramientas que son empleados para la transformación de materias primas en objetos o
bienes de utilidad práctica.
Tecnología también puede usarse en un sentido industrial para englobar al
conjunto de procedimientos o instrumentos que intervienen en la fabricación de
determinado producto: “la tecnología de la leche”.
También suele denominarse como tecnología la jerga de determinada ciencia o
campo de conocimiento.
La tecnología ha sido clave en el progreso técnico de la humanidad.
Tecnologías primitivas o clásicas desembocaron en el descubrimiento del fuego, la
invención de la rueda o la escritura. Las tecnologías medievales incluyen inventos tan
importantes como la imprenta, el desarrollo de las tecnologías de navegación, o el
perfeccionamiento de la tecnología militar. Más recientemente, en el siglo XVIII, el
desarrollo tecnológico de los procesos de manufactura resultó determinante para la
revolución industrial, mientras que en el siglo XX la tecnología evoluciona hacia un
nuevo campo: las tecnologías de la información y la comunicación, así como hacia
las tecnologías avanzadas, que incluyen el uso de la energía nuclear, la nanotecnología,
la biotecnología, etc.
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El lado positivo de la tecnología es que su uso deriva en innovaciones que
ofrecen mejores condiciones de vida para la sociedad. El lado negativo de la
tecnología es el surgimiento de cuestiones sociales preocupantes, como el desempleo
debido a la sustitución del hombre por la máquina o la contaminación del medio
ambiente, que requieren un control continuo y estricto

Ciencia básica, ciencia aplicada y tecnología


(Mario Bunge)
Tomemos un físico que estudia las interacciones entre la luz y los electrones, en
particular el efecto fotoeléctrico, principio de la célula fotoeléctrica (o fotovoltaica).
Esta persona hace ciencia básica, sea teórica o experimental, si lo único que se propone
es enriquecer el conocimiento humano de las interacciones entre la luz y la materia. En
el laboratorio contiguo otro físico estudia la actividad fotoeléctrica de ciertas sustancias
particularmente sensibles, con el fin de comprender mejor cómo funcionan las células
fotoeléctricas, lo que a su vez podrá servir para fabricar dispositivos fotoeléctricos más
eficaces. Este investigador hace ciencia aplicada (teórica o experimental) porque aplica
conocimientos obtenidos en investigaciones básicas. Desde luego, no se limita a aplicar
conocimientos existentes: lejos de esto, busca nuevos conocimientos, pero más
especiales, puesto que no se refieren a la interacción de la luz y la materia en general,
sino entre luz de ciertos colores y materia de ciertas clases.
Pasemos ahora de los laboratorios científicos a los industriales. El laboratorio
industrial no produce ciencia sino tecnología, es una fábrica de técnicas. Por ejemplo,
en él acaso encontremos también a un investigador que estudia células fotoeléctricas,
pero ya no tan sólo para saber cómo funcionan, sino también para diseñar una batería de
células fotovoltaicas, montada sobre un satélite artificial que se mantenga encima de
una ciudad, para proveerla de energía eléctrica. Esta persona no es un científico sino un
ingeniero (de alto nivel, por supuesto) y, como tal, su morada está puesta sobre
artefactos útiles. Para él la ciencia no es un fin, sino un medio.
Finalmente, pasemos del laboratorio industrial a una fábrica que produce en
escala comercial las baterías de células fotovoltaicas diseñadas por nuestro ingeniero.
La finalidad de esta actividad es diferente de la que animaba a las actividades del
científico y del ingeniero: ahora se trata de obtener ganancias, sea para los accionistas
de la empresa, sea para la sociedad. Ni siquiera el artefacto, meta para el ingeniero, es
ahora una meta; si su comercialización no es provechosa, los dirigentes de la empresa
ordenarán a sus técnicos que diseñen artefactos de otro tipo.
Distinguir tipos de actividad no implica separarlas. Todos sabemos que lo que
empieza como investigación desinteresada puede terminar como mercancía (por
ejemplo, un televisor). En la época actual, a diferencia de las anteriores, hay un flujo
incesante de la investigación básica a la aplicada, de ésta a la técnica, y de ésta a la
economía (producción, comercialización y servicios). Si el flujo es intenso, también lo
es el reflujo. Así, por ejemplo, la industria provee, tanto a la técnica como a la ciencia,
medios indispensables tales como aparatos, instrumentos de medicina, drogas e incluso
animales de experimentación.
En suma, los cuatro sectores indicados –ciencia básica, ciencia aplicada, técnica
y economía- son diferentes pero interactúan vigorosamente. Además, estos cuatro
sectores están ligados con otros dos, que los expertos en política científica y técnica no
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suelen mencionar: la filosofía y la ideología. En efecto, no hay investigación científica
sin supuestos filosóficos acerca de la naturaleza y de la sociedad, así como la manera de
conocerlas y transformarlas. Ni hay técnica sin ideología, ya que ésta fija valores y, con
éstos, fines.

Las pseudociencias y el “macaneo”


(Mario Bunge)
Aunque el hombre piensa desde que es hombre, esto es, desde hace cientos de
miles de años, el pensamiento científico, esto es, el pensamiento puramente racional, es
sorprendentemente nuevo: apenas tiene unos cuatrocientos años. Las formas del
pensamiento primitivo del hombre, que aún hoy perduran, mezcladas con el
pensamiento racional, se denominan pensamiento mítico y pensamiento mágico. El
pensamiento mítico explica los acontecimientos, en especial los grandes
acontecimientos, como el origen del mundo y del hombre, mediante relatos en los que
personajes sobrehumanos (dioses, demonios, genios, titanes, etc.) son los responsables
de la situación humana.
El pensamiento mágico supone que el hombre puede asociarse a estos seres
sobrehumanos, o manipularlos realizando ciertos actos o pronunciado las palabras
adecuadas. Pertenece al pensamiento mágico la antigua creencia de que en el mundo
hay una especie de equilibrio de bienes y males, y que si se realiza algún sacrificio, los
dioses o simplemente la naturaleza retribuirán este gesto con un beneficio. También es
de filiación mágica la creencia de una causalidad irracional en la naturaleza (objetos o
acciones que traen “mala suerte”). La ignorancia y una falta de adecuado ejercicio del
pensamiento científico, sumado a la fragilidad humana, el temor a la muerte, etc., hacen
que estos mecanismos irracionales del pensamiento sean extremadamente difíciles de
erradicar, incluso entre personas que se supone “bien formadas”.
Es verdad que puede hablarse de rudimentos de ciencia en el mundo antiguo,
pero el método científico aún no se ha conformado en su plenitud. Los sabios de la
Antigüedad admiten las más ingenuas creencias en nombre de la autoridad de maestros
prestigiosos o de antiguas obras, cuando más arcaicas más valoradas. La metafísica de
pensadores como Platón y Aristóteles es tomada como una base sobre la cual construir
el conocimiento de la naturaleza, antes que la experiencia directa. Por ello decimos que
el pensamiento plenamente científico nace en el siglo XVII, con la obra de Galileo, que
se enfrenta a la autoridad de la tradición, sobre todo del gran maestro Aristóteles. A
partir de Galileo, la ciencia no aceptará ninguna autoridad como superior a la
experiencia y el razonamiento del científico.
La palabra pseudociencia tiene una connotación negativa ya que equivale a
decir “ciencia falsa”. Por eso, a pesar de que las pseudociencias son planteos no
científicos, se presentan como tales. Las pseudociencias tienen algo tanto de “ciencia”
como de “pseudo”. Sus ideas, a pesar de basarse en teorías científicas en muchos
casos, no han logrado ser demostradas y no son refinadas o perfeccionadas
constantemente, por lo que no se puede saber si son ciertas o no, es decir, son
especulaciones. Muchas veces, las prácticas pseudocientíficas se hacen pasar por
ciencias porque el “título” de ciencia es respetable y genera confianza.
En cuanto al “macaneo”, recordemos que en nuestro país macana es sinónimo
de disparate, tontería o contratiempo. Quien piensa o dice macanas es un macaneador.
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Todos los pueblos subdesarrollados son hospitalarios al macaneo. Esto se debe al bajo
nivel cultural y, en particular, a la enseñanza que favorece la memorización y desalienta
el pensamiento crítico. Pero sería errado creer que el Tercer Mundo es el máximo
fabricante de macanas. Sólo es el máximo consumidor de macanas fabricadas en los
países avanzados. Recuérdese que la astrología, la interpretación de los sueños, la
cartomancia (así como otras formas de “adivinación”), la parapsicología, y el
posmodernismo fueron inventados en el Viejo Mundo.
Que exista la industria de la macana no es sorprendente. Lo que sorprende y
alarma es que esta industria crezca en lugar de decrecer a medida que avanzan la ciencia
y la técnica. Aunque éste parece ser un fenómeno mundial, es particularmente visible en
países como Francia, EUA, Rusia y la Argentina, que en otros tiempos se enorgullecían
de su racionalismo y cientificismo.
Un buen indicador de la industria del macaneo es la lista de conferencias
públicas que se imparten en una ciudad en un día dado. Hace medio siglo el público de
Buenos Aires asistía a conferencias serias y tenía pocas ocasiones de escuchar a
macaneadores profesionales en público. En aquellos tiempos la mayoría de los
macaneadores profesionales se reunían en sociedades cerradas o atendían
individualmente en su gabinete, cobrando la consulta. Hoy se exponen al público para
ablandar las mentes y promover el negocio.
Tengo a la vista la lista de conferencias públicas anunciadas en la Nación para
hoy. Son 29, de las cuales por lo menos 21 son macaneo puro. He aquí algunos de los
títulos más llamativos: “¿Existe el aura humana?”, “Poltergeist”, “Relaciones con el
Infinito”, “Biosinergia, la ciencia de la transformación”, “¿Cuál es el misterio de la
tecnología dianética?”, “El éxito personal a través de Júpiter y Saturno”.
¿A qué se debe el florecimiento actual de la industria del macaneo? Supongo
que a una conjunción de circunstancias: la decadencia de las iglesias tradicionales, los
cambios drásticos en los sistemas de valores y códigos de conducta, la incertidumbre
causada por los avances técnicos y por las depresiones económicas cada vez más
frecuentes, y el temor a la ciencia, que es vista a menudo como la principal causa de los
problemas que nos aquejan.
Hasta aquí hemos tocado solamente el macaneo popular. Hay otro, quizás más
peligroso: es el que se lleva a cabo en las universidades. El ejemplo más reciente de este
macaneo es el movimiento llamado posmoderno. Nadie sabe a ciencia cierta en qué
consiste. Lo único claro es que se caracteriza por el llamado pensamiento débil
(Vattimo), que se precia de ser anticientífico. O sea, es irracional, y por lo tanto
premoderno.
El “deconstruccionismo” es un exponente típico del posmodernismo literario.
Es una construcción del crítico literario y pretendido filósofo Jacques Derrida. Los
deconstructivistas creen que todo cuanto existe es un texto, y se ocupan de analizar
textos a su manera. Según ellos, vivir es leer e interpretar textos.
Estos profesores de oscuridad sostienen que, puesto que nada existe fuera de
algún texto, la verdad objetiva no existe, y no hay que intentar representar el mundo.
Más aún, sospechan de toda teoría, no porque sepan que nuestras teorías acerca del
mundo son imperfectas, sino porque creen que toda teoría es ilusoria y represiva. Así
como los macarthystas veían comunistas debajo de cada cama, los deconstructivistas
ven el “poder” detrás de cada idea, aunque sea matemática. Lo ven pero no prueban que
esté allí.
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No me pida el lector que explique en qué consiste reconstruir un texto, porque
no he logrado comprender lo que escriben Derrida y sus amigos. Pero al menos sé que
el deconstruccionismo no ayuda a comprender el mundo ni, aún menos, a arreglarlo. En
efecto, para comprender o cambiar el mundo hay que enfrentarlo y estudiarlo en serio,
en lugar de limitarse a escribir textos incomprensibles para pasar por profundo.-
El Pensamiento Mágico en el Mundo Moderno
La magia consiste en pensar o hace algo pretendidamente sobrenatural, esto es,
algo que escapa a las leyes naturales. Por ejemplo, levitar, matar clavando alfileres en
un muñeco, mover dados con la mente, leer el futuro en hojas de té.
Tanto la magia como la religión afirman la existencia de entes no naturales. Pero
mientras la religión piensa lo sobrenatural como prerrogativa de la deidad, la magia
pone lo sobrenatural al alcance del hombre o, mejor dicho, de aquellos privilegiados que
han aprendido los trucos adecuados.
Lo mágico es la versión secular del milagro divino. Los magos son sacerdotes
seglares, y sus clientes son a menudo feligreses desilusionados de la religión. Una
ventaja que ven en los magos por sobre los sacerdotes es que aquéllos prometen
conseguir algo aquí y ahora, no en el más allá y en el porvenir.
Otra ventaja de los magos es que no se interesan por la moral, desconocen la
diferencia entre el bien y el mal, la virtud y el pecado. Además, cobran honorarios pero
no imponen penitencias humillantes. El mago es una especie de técnico pero sus
técnicas, a diferencia de las del ingeniero, contradicen a la ciencia.
En las naciones modernas o en vías de modernización casi todos nos jactamos de
ser racionales, prácticos, y a veces incluso de obrar conforme a la ciencia o a la técnica.
Pero de hecho muchos de nosotros razonamos a menudo de modo mágico y cumplimos
ritos mágicos, a veces sin advertirlo. Por ejemplo, a veces creemos que lograremos algo
con sólo desearlo fervientemente (voluntarismo), interpretamos sueños, acudimos a
brujos, creemos rumores fantásticos, tocamos madera, etc.
¿A qué se debe el pensamiento mágico? Hay quienes dicen que todos somos
naturalmente irracionales no es verdad, como lo muestran los ejemplos del científico y
del técnico, e incluso del pequeño empresario, que casi siempre toman decisiones
racionales cuando se trata de problemas concretos y bien circunscriptos.
Otros se encogen de hombros y sostienen: “En algo tenemos que creer”. De
acuerdo: el escepticismo radical o sistemático implica el inmovilismo y lleva a la
desesperación. Pero no hay porqué creer en lo absurdo o en lo imposible.
Al parecer, la ocupación es un factor determinante de la superstición. Cuando le
reproché a un exitoso corredor de bolsa el que llevara una pata de conejo en el bolsillo,
admitió que se trataba de una superstición, pero agregó que la pata lo tranquilizaba. Y
agregó: “Todos los individuos que ejercen profesiones riesgosas son supersticiosos. En
particular lo son los especuladores de bolsa, los pilotos de línea y las prostitutas. Lo son
porque están en gran medida a merced de factores sobre los que no ejercen control”.
A primera vista esta explicación es plausible. Pero a poco que se reflexione salta
el contraejemplo: el político poderoso que consulta al brujo o al astrólogo. Es claro que
el defensor de la hipótesis que comentamos podrá defenderla diciendo que cuanto más
poderosa es la persona, tanto menos segura se siente. Tal vez, pero no olvidemos la raíz
más profunda del pensamiento mágico: la ignorancia de la ciencia y de la técnica.

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¿Cuántos políticos han tenido un entrenamiento científico o técnico riguroso? Y, ¿cómo
suelen enseñarse la ciencia o la técnica, si no como una colección de reglas o de
operaciones comprendidas sólo a medias?

La Incorporación de los estudiantes a un enfoque científico del mundo


Julia Salinas de Sandoval (Tucumán, 2000)
Blanché (El Método Experimental y la Filosofía de la Física, FCE, 1980,
México) y Koyré (Estudios Galileanos, S.XXI, 1980, Buenos Aires) coinciden en
afirmar que existen cuatro rasgos que separan la ciencia antigua de la nueva:
1) La superación de visiones mágicas, animistas o místicas; 2) la abstracción de
los fenómenos naturales; 3) el razonamiento hipotético-deductivo y 4) la
experimentación. Cada uno de estos aspectos había sido desarrollado en alguna medida
por civilizaciones antiguas (hindú, árabe, griega). Mérito (y escándalo) de Galileo es
unificarlas en una nueva estrategia para conocer, explicar y predecir los fenómenos de la
naturaleza.
1) Los griegos reconocen a la inteligencia humana como herramienta apta para
entender los fenómenos naturales. Euclides desarrolla su geometría y Arquímedes
surge como un notable precursor de la aplicación del conocimiento racional,
matemático, a los problemas de la vida cotidiana.
2) Galileo describe los fenómenos naturales en lenguaje matemático, en
términos de relaciones cuantitativas entre variables que son magnitudes (es decir,
susceptibles de ser medidas). Hasta entonces las matemáticas no parecían vincularse con
los problemas prácticos. En la Ciencia Nueva se reemplaza el espacio concreto por el
espacio abstracto de la geometría euclidiana. Toda la riqueza y heterogeneidad de los
fenómenos naturales es reemplazada por modelos abstractos (intelectuales, no
inmediatamente sensibles) y generales (los hechos singulares son considerados como
casos de pautas generales) de la realidad. Estos modelos son representaciones
simplificadas que sólo tienen en cuenta algunas de las variables intervinientes, y algunas
de las relaciones entre esas variables.
Galileo se ubica “fuera de la realidad” al trabajar con planos absolutamente lisos
y duros y cuerpos absolutamente esféricos y rígidos, al acometer el estudio puramente
geométrico del caso “simple” del cuerpo abstracto en el espacio geométrico (y no del
cuerpo concreto en el espacio real). Galileo busca la ley matemática que expresa la ley
de la naturaleza y logra enunciar la ley de la caída de los cuerpos (la primera ley de la
física clásica).
3) En la Ciencia Nueva la hipótesis es un enunciado conjetural (que permite
deducir otros enunciados) cuya validez es controlada por su correspondencia con los
hechos reales. Las hipótesis son puntos de partida sobre cuya validez nunca puede
tenerse certeza. El conocimiento de la naturaleza es siempre provisorio. Aún cuerpos
teóricos con gran poder explicativo y predictivo se han visto cuestionados de raíz
(revisión einsteniana de las hipótesis básicas de Newton).
En física se acepta además la coexistencia de modelos teóricos alternativos para
un mismo ámbito de fenómenos naturales (dentro de la óptica, las teorías geométrica,

70
electromagnética, cuántica). La pertinencia de uno u otro modelo se establece a partir
del contexto de aplicación específico.
La Ciencia Antigua
La ciencia antigua está representada fundamentalmente por la cosmofísica
aristotélica, tal como se la comprendía en la Edad Media.
La teoría aristotélica partía de los datos del sentido común y realizaba una
elaboración sistemática muy coherente (aunque no matematizada). La concepción
aristotélica:
1) establece una separación entre el mundo terrestre y el mundo celeste;
2) concibe la materia terrestre como mezcla de cuatro elementos. Los objetos
celestes están constituidos por un quinto elemento, el éter;
3) cada elemento tiene un “lugar natural”: el más alto es el fuego, luego siguen
el aire, el agua y la tierra;
4) hay un movimiento “natural”, que es rectilíneo, y lo realizan los cuerpos para
alcanzar su “lugar natural”; el “estado natural” de los objetos es el reposo;
5) el “movimiento forzado” desplaza objetos a lugares que no son “naturales”;
6) los cuerpos celestes realizan un movimiento circular alrededor del centro del
universo: la Tierra;
7) niega el vacío y el movimiento en el vacío; para realizar un movimiento se
necesita la resistencia del medio.
La Ciencia Nueva atacó estos principios, pero la relatividad y la cuántica
llevaron más allá la revisión del conocimiento del mundo.
Aunque la relatividad contradice la imagen tradicional del espacio y el tiempo,
el cuestionamiento ataca a la intuición sensible pero no a los grandes principios
reguladores del pensamiento. La objetividad de las medidas se confirma en un lugar
superior. El determinismo se refuerza.
La cuántica, en cambio, afecta profundamente las estructuras mentales y ataca
convicciones no solo epistemológicas (referidas a la índole del conocimiento del
mundo) sino también ontológicas (referidas a la índole del propio mundo natural). El
principio de incertidumbre (Heisemberg) pone en evidencia que el proceso de
medición es siempre una interacción que modifica aquello que se observa.
La complementariedad de la onda y el corpúsculo impone la asociación
de dos concepciones que se excluyen según la representación habitual, y cuestiona el
principio de identidad.
El principio de permanencia también es puesto en tela de juicio cuando se dice
que la onda no tiene realidad física y que el corpúsculo pierde su individualidad en el
curso del tiempo.
La relatividad y la cuántica profundizan el cuestionamiento (iniciado por la
física clásica) a un conocimiento sobre la naturaleza basado en el sentido común y las
experiencias sensoriales.
¿Está ese saber antiguo erradicado de nuestras aulas?

71
Los enunciados de la cosmofísica aristotélica parecen adaptarse mejor a la
experiencia sensorial, cualitativa, inmediata, no científica. Tales, por ejemplo, los del
geocentrismo, diferencias absolutas entre “arriba” y “abajo”, la oposición entre reposo y
movimiento, etc.
Este tipo de ideas reaparecen en los estudiantes y hasta en algunos docentes. Es
lo que se llama “física del sentido común”. Podemos dar ejemplos en diferentes ramas
de la física.
➢ Mecánica. Los estudiantes suponen que la duración de la caída de un cuerpo
es inversamente proporcional al peso del cuerpo, y consideran absolutos a determinados
sistemas de referencia. Suponen que las leyes clásicas deben regir también en lo
inmensamente grande y en lo inmensamente pequeño.
➢ Termodinámica. Conciben al calor como un fluido que intercambian los
cuerpos.
➢ Electromagnetismo. Asignan comportamientos de fluido a la intensidad de
corriente y rechazan, por ininteligible, la idea de un campo sin soporte de materia
ordinaria.
➢ Óptica. Llegan a creer que rayos surgen de los ojos del observador. Tienen
dificultades para concebir la naturaleza dual de la luz.
Podemos concluir que la instrucción habitual no erradica esas ideas y es incapaz
de proporcionar una adecuada comprensión de las leyes y de los conceptos científicos
básicos.

El ocaso de la era baconiana y el futuro de la humanidad


Francisco Sagasti (Perú, 2005)
Un nuevo y fluido orden mundial está surgiendo al iniciarse el siglo XXI y el
tercer milenio de la era cristiana. Profundos cambios en todos los ámbitos de la
actividad humana están cuestionando nuestras maneras de pensar y forzando una
reinterpretación de lo que entendemos por “progreso” y “desarrollo.”
Nuestro tiempo es el producto de un conjunto muy especial de procesos
históricos que tienen sus raíces en las civilizaciones antiguas de Grecia, Roma, China e
India, y que evolucionaron lentamente hasta la mitad del segundo milenio de la era
cristiana. Estos procesos convergieron en la época del Renacimiento y de la Revolución
Científica para configurar la ascendencia y diseminación mundial de la civilización
occidental durante los últimos 500 años. Mirando hacia el pasado con lo aprendido
durante estos siglos, es posible argumentar que lo que confirió a este período de la
historia su carácter peculiar y único fue la articulación y puesta en marcha de lo que
podemos llamar “el Programa Baconiano”, cuyo principal arquitecto fue Sir Francis
Bacon, filósofo insigne y tesorero de la Corona de Inglaterra.
El filósofo alemán Hans Jonas ha definido el Programa Baconiano en los
siguientes términos: “orientar el conocimiento hacia el dominio sobre la
naturaleza, y utilizar este dominio para mejorar la situación de la humanidad”
(Jonas, 1984, p. 140). Tres factores clave distinguieron a este programa de otras
maneras de visualizar la generación y utilización de conocimiento en los tiempos
de Bacon: (i) la toma de conciencia acerca de la importancia de emplear

72
procedimientos de investigación adecuados (el método científico); (ii) una visión
clara de objetivo central de la ciencia (mejorar la condición humana); y (iii) una
perspectiva práctica sobre las medidas necesarias para poner en práctica el
programa (instituciones científicas y apoyo estatal). Más tarde, particularmente
durante la Ilustración, la idea de progreso humano continuo, acumulativo y
permanente se transformaría en la fuerza impulsora del Programa Baconiano. La
combinación de estos tres factores, unidos a una fe en el progreso humano sin
límite, todos ellos firmemente anclados en la convicción de que la humanidad
ocupaba el lugar central y privilegiado en un mundo producto de la creación
divina, le dieron al Programa Baconiano su carácter especial y único que le
permitió resistir los embates del tiempo y perdurar hasta nuestros días. Como
consecuencia de la puesta en práctica de este programa, la condición humana ha
mejorado en forma tal que Bacon y sus contemporáneos ni siquiera pudieron
imaginar hace casi cuatro siglos.
La convicción de que la humanidad es capaz de avanzar en forma lineal,
continua e ilimitada hacia un mundo mejor —la idea del progreso — fue la principal
fuerza motriz del Programa Baconiano. Esta idea permitió movilizar las energías
humanas durante los siglos XVII, XVIII y XIX en Occidente para emprender una serie
de iniciativas en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la producción y la organización
social, las cuales alteraron radicalmente las relaciones entre nuestra especie y el entorno
biofísico que nos rodea, así como las vinculaciones entre los seres humanos. A partir de
la noción helenística de que el conocimiento podía adquirirse en forma organizada, la
idea de progreso se fue transformando a través de la historia de la civilización
Occidental. Las concepciones cíclicas del universo, en las cuales los eventos y las
situaciones se repetían periódicamente a lo largo de un “gran año”, tuvieron que ser
superadas antes de que pudiéramos aceptar plenamente que los avances en nuestra
capacidad de comprender y dominar el mundo que nos rodea tienen un carácter
acumulativo y abierto. La fe en los designios divinos, que conferían un orden a la
estructura del cosmos —orden generalmente escondido o implícito, que planteaba a la
humanidad el desafío de develarlo— jugó un papel muy importante en la evolución de
la idea del progreso durante la Edad Media. El Renacimiento añadió la revalorización
del individuo y de las intervenciones deliberadas como medio para mejorar la condición
humana, mientras que los descubrimientos científicos y geográficos de los siglos XVI y
XVII contribuyeron a fundamentar la creencia de que el progreso humano era algo
inevitable y basado en la acumulación de conocimientos.
Con el surgimiento y posterior triunfo del racionalismo durante los siglos XVII,
XVIII y XIX, la idea de progreso perdió gradualmente sus ribetes religiosos. Durante la
Ilustración se convirtió en una idea totalmente secular, en la cual la providencia divina
jugaba un papel marginal, si es que jugaba papel alguno. El progreso adquirió un
carácter específicamente social y fue visto como el resultado de las acciones humanas.
La idea de progreso permanecería firmemente inserta en la mentalidad Occidental hasta
principios del siglo XX como una fuerza positiva y hasta inevitable.
Sin embargo, los eventos de los primeros cuatro decenios de lo que el historiador
británico Eric Hobsbawm (1994) llamó el “corto siglo veinte”, cuestionaron
severamente las nociones de progreso humano continuo y sin fin. Estos decenios fueron
testigos de las guerras entre Rusia, China y Japón, la carnicería de la primera guerra
mundial, la revolución rusa y la emergencia del totalitarismo comunista, el avance del
fascismo y el nazismo en Europa, el colapso de Wall Street en 1929 y la gran depresión
norteamericana durante los años treinta, el holocausto y la gran destrucción de la
73
segunda guerra mundial, y el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki. Estos
trágicos acontecimientos, que aniquilaron a decenas de millones de personas y
generaron incalculable sufrimiento, no permitieron continuar abrigando y alimentando
la concepción de que el progreso humano era acumulativo, inevitable y permanente. Al
socavarse esta creencia, los éxitos y logros del Programa Baconiano —íntimamente
vinculado a la idea de progreso— también empezaron a ser cuestionados.
Un supuesto fundamental del Programa Baconiano fue que la humanidad
ocupaba el lugar central en un mundo creado por Dios. La descripción y reinterpretación
del mito de Prometeo por parte de Sir Francis Bacon ofrece un planteamiento muy claro
de su punto de vista que la intervención divina había otorgado a nuestra especie un sitial
privilegiado en el cosmos. Para Bacon, “Prometeo significa de una manera clara y
específica la Divina Providencia… el trabajo especial y peculiar de la Providencia fue la
creación y constitución del Hombre.” Luego añade: “El propósito central de la parábola
parece ser que el Hombre, si es que examinamos las causas finales, puede ser
considerado como el centro del mundo; de tal manera que si el Hombre fuera extraído
del mundo, el resto parecería perderse, sin fin o propósito… Esto es porque todo el
universo trabaja conjuntamente al servicio del Hombre, y no hay nada de lo cual el no
derive un uso o fruto. Las revoluciones y trayectorias de las estrellas le sirven para
distinguir las estaciones y definir la ubicación de las distintas partes del mundo. Los
fenómenos en el cielo medio le permiten pronosticar el tiempo y el clima. Los vientos
empujan sus barcos y hacen funcionar sus fábricas y motores. Las plantas y los animales
de todo tipo existen para proporcionarle vivienda y protección, para darle ropa,
alimentos y medicina, o para aliviar su trabajo, o para darle placer y comodidad; todo
esto debido a que todas las cosas existen para beneficio y provecho del Hombre, y no
para su propios fines” (Bacon, 1985, pp. 270-271).2
Esta creencia en la centralidad de la humanidad sería luego trasladada al ámbito
secular y mantenida en prácticamente todas las narrativas de la evolución humana, si
bien Dios sería dejado de lado en la mayoría de las explicaciones científicas del origen
del universo y de nuestra especie.
La supuesta superioridad y el carácter único de la humanidad, así como la
centralidad que nos hemos asignado en el orden del cosmos, han sido atacadas desde
varios frentes. Durante el siglo XX, y especialmente durante los últimos cinco decenios,
han surgido nuevos desafíos a las concepciones de la realidad y de la condición humana
que hemos heredado del Programa Baconiano. Como consecuencia, estamos siendo
forzados a mirarnos desde nuevos puntos de vista y bajo nuevas luces. Esto hace
necesario reposicionar a la humanidad de una manera excéntrica en relación a los otros
organismos vivientes y al mundo que nos rodea.
Entre los descubrimientos que requieren una revisión de nuestras concepciones
de la naturaleza humana y una revisión de los postulados del Programa Baconiano
podemos encontrar:
• los avances en física de las partículas, que han cambiado nuestras ideas de la
realidad física y la noción de que existe un mundo externo, totalmente separado
e independiente de nosotros como observadores e intérpretes;
• los descubrimientos en cosmología cuántica, que nos están forzando a modificar
nuestras perspectivas sobre el origen y el destino del universo, y sobre el lugar
que ocupamos en él;

74
• los resultados de investigaciones sobre la naturaleza del tiempo, que requieren
abandonar la noción de que este fluye de manera absoluta e inmutable como
telón de fondo para el progreso de la humanidad;
• la necesidad de aceptar que las actividades humanas están cada vez más
estrechamente acopladas con los ecosistemas biofísicos, que nos está obligando
a abandonar la idea de que la naturaleza existe para ser conquistada por los seres
humanos;
• los avances en biotecnología e ingeniería genética, que nos están dando la
capacidad de alterar conscientemente la dirección de nuestra propia evolución
biológica;
• los desarrollos en la inteligencia artificial, que han surgido para complementar y
plantear desafíos a las ideas convencionales acerca del carácter único y especial
de la razón humana; y
• los nuevos avances en las ciencias y tecnologías de la información, que están
creando nuevos tipos de “realidades” y alterando fundamentalmente la
naturaleza y los patrones de interacciones humanas.
Estos desafíos son producto de los avances científicos y tecnológicos de la
civilización Occidental, que acompañaron el despliegue del Programa Baconiano. Su
impacto combinado, que irrumpió con fuerza atronadora al culminar el siglo XX, nos
obliga a reevaluar el legado de la era baconiana. Desde esta perspectiva, la
interpretación del mito de Prometeo que hizo Bacon debe ser actualizada, pero en
términos más ambiguos e inciertos y sin suponer que “el Hombre es el centro del
universo”.
En todos y cada uno de los campos mencionados, nuestro conocimiento está
avanzando a tal velocidad que es casi imposible ofrecer una descripción precisa de la
amplitud e intensidad de los cambios en marcha. Como consecuencia de estos avances
hemos tenido que aceptar nociones extrañas acerca de la naturaleza probabilística del
mundo físico, que no es algo objetivo que “está allí” independiente de los seres
humanos como observadores, y también a considerar nociones aún más insólitas acerca
de la existencia de una multiplicidad de universos, cuya existencia no puede ser
comprobada con las herramientas de la ciencia moderna. Hemos tenido que revisar
nuestras ideas acerca del flujo lineal y continuo del tiempo, que ya no puede ser
considerado como referencia absoluta e inmutable para el avance ilimitado del progreso
humano. También nos hemos visto obligados a abandonar nuestra concepción
antropocéntrica del medio ambiente, y a reevaluar los vínculos de reciprocidad que
existen entre los seres humanos y el mundo biofísico que nos rodea.
Al mismo tiempo, estamos en proceso de hacernos plenamente responsables de
guiar la evolución biológica de nuestra especie, estemos o no en capacidad de aceptar
esta enorme y portentosa responsabilidad; empezamos a enfrentar al desafío de la
inteligencia artificial, que nos ha demostrado que la capacidad de razonar —aun en
ámbitos claramente delimitados— no es una facultad exclusivamente humana; y
también hemos tenido que hacer frente al rápido surgimiento del ciberespacio, un nuevo
nivel de realidad, que quiebra el dualismo materia-mente que ha impregnado la
concepción moderna del mundo en que vivimos. Por último, pero no menos importante,
nos hemos dado cuenta de que los avances tecnológicos están transformando las

75
interacciones humanas, fragmentando nuestro ser y alterando profundamente nuestro
sentido de identidad personal.
Estos desafíos hacen necesario reconsiderar los fundamentos del Programa
Baconiano. Los métodos de la ciencia moderna han evolucionado gradualmente a lo
largo de cuatro siglos desde los tiempos de Bacon, Descartes, Galileo Newton, y de
muchos otros pioneros de la ciencia moderna, pero experimentarán transformaciones
aún más radicales a medida que avancemos en el siglo XXI y en el nuevo milenio.
Nuestros esfuerzos por mejorar la condición humana han tenido una serie de
consecuencias inesperadas e indeseables, que han hecho imposible cumplir plenamente
y sin ambigüedad con el precepto Baconiano de utilizar el conocimiento para beneficio
de la humanidad. Los arreglos institucionales para la generación y utilización del
conocimiento, junto con la idea de que el conocimiento es un bien público y que apoyar
la investigación es principalmente una responsabilidad estatal, están siendo modificados
en forma violenta, al mismo tiempo que la privatización de vastas áreas de
conocimiento científico avanza aceleradamente. En forma adicional y como se indicó
anteriormente, la confianza en el carácter continuo e ilimitado del progreso humano ha
sido socavada por las catástrofes humanas del siglo XX. Más aún, la progresiva pérdida
de las dimensiones éticas y morales que Bacon —en su genuina y profunda
preocupación por el bienestar de la humanidad— había introducido en su programa, es
una de las causas principales de la paradoja de que el extraordinario éxito del Programa
Baconiano terminó por destruir sus propios cimientos.
Todo esto sugiere que estamos siendo testigos del ocaso de la era baconiana.
Nuestros intentos de responder a todos los ataques a la centralidad prometeica de la
humanidad y los desafíos al Programa Baconiano están creando confusión, ansiedad y
un sentido ampliamente compartido de que la humanidad ha perdido el rumbo.
A medida que avanzamos en el nuevo siglo y en el nuevo milenio, la humanidad
se ha embarcado en un viaje hacia territorios desconocidos; un viaje cuyo destino no
podemos, al menos todavía, visualizar con claridad y que nos está forzando a reevaluar
la condición humana. Ambigüedades, paradojas e incertidumbre acompañan esta
transición, cuyas características e impacto son comparables a las del Renacimiento y la
Revolución Científica. Desde tiempos inmemorables los seres humanos nos hemos
distinguido en forma radical de las otras especies, tal como se refleja en los mitos de la
creación en todo el mundo, que identifican a la humanidad como lo más avanzado del
reino animal y lo más cercano al reino de los dioses. Sin embargo, si bien prácticamente
todas las civilizaciones le otorgan a nuestra especie un lugar especial en el orden
cósmico, el carácter único, la preeminencia y la centralidad de la humanidad en relación
a la naturaleza y a otras criaturas vivientes ha sido un tema particularmente dominante y
recurrente en la cultura occidental.
Nuestra especificidad emerge de una extraordinaria e inusual interacción entre
biología y cultura. La especie humana es la única que posee un lenguaje simbólico
altamente desarrollado y, por lo tanto, es capaz de adaptarse a las circunstancias
cambiantes por medio del cambio cultural. Por lo tanto, estamos excepcionalmente
ubicados para obtener ventajas de la interrelación entre las dimensiones biológicas y
culturales de nuestra evolución. Sobre la base del desarrollo del lenguaje, esta
interrelación proporcionó el cimiento para que los seres humanos tomemos conciencia
de nuestra propia existencia, proceso que surgió en gran medida a través las
interacciones entre miembros de nuestra especie. A su vez, esta toma de conciencia nos
permitió organizar e integrar nuestras capacidades físicas y mentales para influenciar el
76
entorno que nos rodea, mejorando así nuestras perspectivas de evolución. La toma de
conciencia de nuestra propia existencia está estrechamente vinculada con el hecho de
que podemos anticipar el término de nuestras vidas, de que tenemos la certidumbre del
carácter finito de nuestra existencia y de nuestra inevitable temporalidad. Esto ha sido
una poderosa fuerza evolutiva que ha motivado a los seres humanos a trascender los
límites impuestos por la muerte biológica.
El lenguaje y la conciencia de nuestro propio ser permitieron el surgimiento de
las actividades intelectuales, acciones planificadas y el comportamiento orientado hacia
propósitos definidos, así como de una gran diversidad de actividades sociales. Somos
capaces de anticipar los resultados de nuestras acciones y de desplegar nuestros
esfuerzos en función de estas anticipaciones. Tenemos la capacidad de diferir la
gratificación de nuestras necesidades, y de coordinar y organizar nuestras actividades en
el tiempo. Esperanza, expectativas y propósito emergen de esta capacidad de anticipar y
planificar, que nos confieren a los seres humanos un sentido del futuro excepcional e
inexistente en otras especies.
Nuestra herencia biológica y cultural como miembros de la especie humana nos
ha otorgado un gran número y diversidad de emociones finamente graduadas y posibles
de distinguir entre sí, que se suscitan y excitan de maneras específicas por experiencias
y situaciones que han sido comunes e importantes durante la historia de nuestra especie.
Desde esta perspectiva, lo que nos hace verdaderamente humanos es la totalidad de
nuestros propios sentimientos, así como las estructuras de emociones, sensibilidades y
sensaciones que compartimos con otros individuos. Lo que somos y lo que hacemos —
así como lo que queremos ser y lo que queremos hacer— son producto de nuestra
evolución cultural y biológica, de la mezcla de inteligencia adquirida con los
sentimientos asociados a nuestra estructura genética, que han evolucionado como
resultado de la adaptación de la humanidad a situaciones específicas y cambiantes a lo
largo de decenas de miles de años.
La capacidad de integrar emoción y razón, sentimientos y pensamientos, es un
resultado de esta combinación de evolución cultural y biológica que es exclusiva de
nuestra especie. Esta integración genera una prodigiosa diversidad de respuestas
individuales y colectivas a los desafíos que plantean el entorno biofísico, la interacción
con otros seres humanos, y nuestras propias aspiraciones y motivaciones. Este enorme
número de respuestas potenciales se filtra a través de estructuras sociales relativamente
estables —instituciones, valores, mitos, rituales— que configuran una variedad de
sistemas articulados entre sí que mantienen unidos a los grupos humanos, generan orden
y seguridad, y nos permiten sobrevivir, desarrollarnos y prosperar.
Nuestras vidas no están determinadas en forma exclusiva por la biología o la
cultura, o solo por pasiones y razones. Emitimos juicios de valor acerca de lo que es
mejor o peor, bueno o malo, entretejiendo nuestros sentimientos y nuestro intelecto.
Esto genera la posibilidad de elegir y de tener libertad, con su inevitable corolario: la
responsabilidad. En contraste con otras especies, nosotros somos directamente
responsables de nuestro futuro individual y colectivo. Más aún, como resultado del
éxito del Programa Baconiano, también nos hemos hecho responsables del futuro de la
humanidad en su totalidad y del futuro de otras especies en nuestro planeta.
Desde esta perspectiva, lo esencial de la condición humana consiste en esta
peculiar combinación de evolución biológica y cultural que, a través de la emergencia
del lenguaje y de la toma de conciencia de nuestra existencia, nos ha conferido a los
seres humanos una extraordinaria ventaja evolutiva sobre otras especies en la tierra. Sin
77
embargo, estamos embarcados ahora en el proceso de alterar el entorno y los
fundamentos de estos dos tipos de evolución, y también la forma en que se despliegan.
Estamos transformando nuestro entorno biofísico en un grado nunca visto, modificando
los patrones de comunicación e interacción humana que le dan forma a la cultura, y
creando nuevos tipos de realidad para proyectar nuestros sentimientos y ejercer nuestras
facultades intelectuales. Estamos también expandiendo nuestras capacidades físicas y
mentales por medio de una gran variedad de aparatos artificiales que hemos creado, y
adquiriendo la capacidad de controlar y dirigir nuestra evolución biológica. En el ocaso
del Programa Baconiano, estamos cambiando las reglas del juego de la evolución para
los seres humanos, y esto hace necesario una revisión y transformación de nuestro
concepto de la naturaleza humana.
En medio de toda esta confusión y turbulencia, podríamos aventurar que la crisis
y los desafíos que confrontamos al agotarse el Programa Baconiano son algo que la
humanidad tendrá que enfrentar una y otra vez. Nuestro conocimiento y nuestras
capacidades avanzan indefectiblemente, solo que la mente humana sobrepasa
continuamente sus propias creaciones. Para cuando nuestra comprensión —y aún menos
nuestros hábitos, instituciones y valores— alcancen a los productos de nuestro intelecto,
nos habremos desplazado, una vez más, hacia territorio ignoto. Hacemos esto al
expandir y transformar el ámbito de la experiencia humana, y también creando nuevas
realidades, generando nuevos problemas, y descubriendo nuevos misterios a ser
develados. Más aún, podríamos considerar esta incesante búsqueda de nuevas
interpretaciones de la condición humana, de nuevas maneras de resolver el acertijo de
nuestra existencia contingente, como un atributo excepcional de la especie humana.
A lo largo del camino, reconstruimos nuestras realidades individuales todo el
tiempo y nuestra realidad colectiva de vez en cuando. Sin embargo, estamos viviendo en
un período muy especial de la historia humana en el cual la realidad está siendo
reconfigurada para todos los miembros de nuestra especie. Estamos iniciando una difícil
transición hacia algo cuyos rasgos no podemos aún discernir con claridad. En el albor
de la era posbaconiana debemos embarcarnos en la búsqueda de un nuevo programa.
Quizás tomará decenios, o quizás más tiempo, para articular un nuevo programa para
toda la humanidad con la claridad y coherencia que podemos —400 años después de los
hechos— atribuirle al Programa Baconiano.
Esta búsqueda debe construirse sobre los logros de la era baconiana,
aprovechando su extraordinario éxito, pero también aceptando sus limitaciones. Tres
indicios sugieren una dirección posible para nuestra búsqueda. En primer lugar,
necesitamos ampliar lo que se transformó en un estrecho rango de consideraciones -
vinculadas principalmente al ejercicio de nuestras facultades racionales- que fueron
plenamente incorporadas en la puesta en marcha del Programa Baconiano. Quizá esto
requiera poner a las consideraciones éticas, emocionales y estéticas —es decir, los
sentimientos— en el mismo nivel que la razón, integrando todos ellos en el diseño de un
nuevo Programa.
El segundo indicio se deriva del hecho que, en el proceso de poner el Programa
Baconiano en práctica, la civilización occidental apabulló a las otras civilizaciones. En
solo algunas centurias cambió radicalmente todos los aspectos de la condición humana
para la mayoría de nuestro planeta. Otras culturas y civilizaciones tuvieron que
absorber, adaptarse y responder a los avances de la perspectiva occidental. En el
camino, las contribuciones potenciales de las perspectivas y maneras de pensar, vivir y
hacer de otras civilizaciones se perdieron, o al menos fueron dejadas de lado. Quizás es
78
tiempo de reconsiderar esta situación y empezar a recuperar una diversidad de
perspectivas culturales sobre la condición humana. Sin embargo, esto debe hacerse
manteniendo una posición ética firme y responsable, evitando las manifestaciones
extremas del relativismo cultural en las cuales cualquier y todo comportamiento aparece
como justificable.
El tercer indicio surge de la presencia perdurable del mito de Prometeo –que se
extiende por más de 2500 años- en la civilización occidental. La influencia de la
interpretación de Bacon de este mito continúa hasta nuestros días, y tendemos a
visualizar a Prometeo -el titán que robó el fuego a los dioses- como símbolo de la
heroica búsqueda de conocimiento para beneficio de la humanidad. Sin embargo, esta
interpretación del mito no dice nada acerca del impacto de esta búsqueda en el mundo
que nos rodea, y acerca de la forma en que transforma nuestra propia humanidad.
Tampoco tiene nada que decir acerca del hecho que solo una parte de la humanidad se
ha beneficiado de las riquezas que ha generado esta búsqueda.
El futuro de la humanidad, la centuria y el milenio que estamos iniciando, estará
condicionado por el éxito que tengamos en diseñar y poner en práctica un nuevo
Programa para guiar la evolución humana en la era posbaconiana. Es posible que una de
las primeras tareas en esta transición sea la de reinterpretar y ampliar el sentido y el
significado profundamente occidental del mito de Prometeo, lo que implicaría
incorporar elementos de los mitos de creación de otras culturas. Como bien nos recordó
el escritor guatemalteco Augusto Monterroso en su cuento El Eclipse, otras
civilizaciones han sido capaces de adquirir conocimiento y develar los secretos del
universo sin la valiosa ayuda de Occidente.

79
TEMA 3: CIENCIA, TÉCNICA Y DESARROLLO

Estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad


Ciencia, tecnología y sociedad configuran una triada conceptual más compleja
que una simple serie sucesiva. Cabe aclarar que la escisión entre conocimientos
científicos y artefactos tecnológicos no es muy adecuada, ya que en la propia
configuración de aquéllos es necesario contar con éstos. El conocimiento científico de la
realidad y su transformación tecnológica no son procesos independientes y sucesivos,
sino que se hallan entrelazados en una trama en la que constantemente se anudan teorías
y datos empíricos con procedimientos técnicos y artefactos.
Observemos también que ese tejido tecnocientífico no existe al margen del
propio contexto social en el que los conocimientos y los artefactos resultan relevantes y
adquieren valor. La trama tecnocientífica se desarrolla anudándose en la urdimbre de
una sociedad en la que la ciencia y la tecnología juegan un papel decisivo en su propia
configuración. Por tanto, el entretejimiento entre ciencia, tecnología y sociedad obliga a
analizar sus relaciones recíprocas con más detenimiento del que implicaría la ingenua
aplicación de la clásica relación lineal entre ellas.
Pocos ámbitos tienen hoy en Latinoamérica una importancia comparable al de la
ciencia y la tecnología. En la actualidad, dos líneas de trabajo académico destacan
especialmente en la reflexión sobre las relaciones entre desarrollo científico-tecnológico
y desarrollo socio-económico: los estudios de “ciencia, tecnología y sociedad” (CTS) y
los estudios sobre innovación.
Los estudios en CTS constituyen un campo de trabajo interdisciplinar centrado
en el estudio las relaciones de la ciencia y la tecnología con su entorno social desde
una óptica interdisciplinar, con el objetivo último de promover la sensibilización y
participación pública en las políticas de ciencia y tecnología.
En cuanto a los estudios sobre innovación se centran en el análisis de las
condiciones institucionales y socioeconómicas que subyacen a los sistemas de
innovación, con el objetivo de propiciar el desarrollo de éstos en el marco de las
distintas realidades nacionales.

La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de américa latina


(Jorge Sábato y Natalio Botana)
Introducción
1. La superación del subdesarrollo de América Latina resultará de la acción
simultánea de diferentes políticas y estrategias. En todo caso, y cualesquiera sean los
caminos elegidos, el acceso a una sociedad moderna –que es uno de los objetivos que se
pretenden alcanzar por el desarrollo– supone necesariamente una acción decisiva en el
campo de la investigación científico–tecnológica. Lentamente, América Latina
comienza a adquirir conciencia de esta necesidad y de esta carencia; lentamente y casi a
regañadientes: quedan todavía muchos funcionarios que creen que la investigación es un
lujo para los países desarrollados y muchos empresarios que circunscriben su función a
adquirir patentes y pagar royalties. Todos aquellos que adoptan esta actitud pasiva,
olvidan que la nación que descarte esta tarea corre el peligro de quedar marginada de la

80
historia, ignorando el lenguaje de los países científica y técnicamente más avanzados y
ostentando los viejos atributos de la soberanía como meros símbolos formales, vigentes,
quizá, en un pasado que definitivamente terminó.
2. La investigación científico–tecnológica es una poderosa herramienta de
transformación de una sociedad. La ciencia y la técnica son dinámicos integrantes de la
trama misma del desarrollo; son efecto pero también causa; lo impulsan pero también se
realimentan de él. Estos conceptos recibieron un reconocimiento explícito en la
Conferencia de Punta del Este, en abril de 1967, en donde los Jefes de Estado de las
Repúblicas de América consagraron en su casi totalidad el Capítulo V de su declaración
a los problemas del desarrollo científico y tecnológico, afirmando textualmente lo
siguiente: “El adelanto de los conocimientos científicos y tecnológicos está
transformando la estructura económica y social de muchas naciones. La ciencia y la
tecnología ofrecen infinitas posibilidades como medios al servicio del bienestar a que
aspiran los pueblos. Pero en los países latinoamericanos este acervo del mundo
moderno y su potencialidad distan mucho de alcanzar el desarrollo y nivel
requeridos...La ciencia y la tecnología son instrumentos de progreso para la América
Latina y necesitan un impulso sin precedentes en esta hora”.
La inserción de la ciencia y de la tecnología en la trama del desarrollo
latinoamericano
Enfocada como un proceso político consciente, la acción de insertar la ciencia y
la tecnología en la trama misma del desarrollo significa saber dónde y cómo innovar. La
experiencia histórica demuestra que este proceso político constituye el resultado de la
acción múltiple y coordinada de tres elementos fundamentales en el desarrollo de las
sociedades contemporáneas; el gobierno, la estructura productiva y la infraestructura
científico–tecnológica. Podemos imaginar que entre estos tres elementos se establece un
sistema de relaciones que se representaría por la figura geométrica de un triángulo, en
donde cada uno de ellos ocuparía sus vértices respectivos.
1. El triángulo de relaciones entre gobierno, ciencia–tecnología y estructura
productiva.
La existencia histórica de este triángulo de relaciones científico–tecnológicas ha
sido suficientemente explicitada por economistas, sociólogos e historiadores, motivo
por el cual creemos innecesario reivindicar la originalidad de este enfoque. El proceso
por el cual se estructura tal sistema de relaciones en una sociedad, está claramente
ilustrado por la experiencia de los Estados Unidos. En este caso la guerra, entendida
como un factor desencadenante del proceso, ha jugado un papel decisivo. Hasta la
segunda guerra mundial en efecto, la innovación fue el resultado de diversas causas,
principalmente de la acción recíproca de las fuerzas del mercado y de acontecimientos
bélicos como la incidencia de la guerra de secesión en los estados industriales del norte
y, en mucho menor grado, la primera guerra mundial. Durante la década del 40 el
gobierno actúa sobre la infraestructura científico–tecnológica y la estructura productiva
industrial en una escala mucho mayor de lo que había ocurrido anteriormente,
convirtiéndose en el promotor más importante del proceso de innovación. Los éxitos
espectaculares obtenidos por la aplicación deliberada y consciente de la ciencia y de la
técnica (avión a reacción, radar, bomba atómica, etc.) y la nueva situación provocada
por la guerra fría, contribuyeron a que el gobierno continuara desempeñando un papel
decisivo como impulsor de las relaciones que configuran nuestra imagen del triángulo.

81
La experiencia histórica permite pues inducir esta imagen simplificada de las
relaciones entre gobierno, ciencia–tecnología y estructura productiva. Sin embargo, la
exposición de este sistema de relaciones no pretende tan sólo interpretar una realidad en
función de un modelo analítico definido de antemano, cuanto demostrar que la
existencia del triángulo científico–tecnológico asegura la capacidad racional de una
sociedad para sabor dónde y cómo innovar y que, por lo tanto, los sucesivos actos
tendientes a establecerlo permitirán alcanzar los objetivos estratégicos propuestos
anteriormente.
Analicemos a continuación, de modo más preciso, las características de cada uno
de los vértices. El vértice –infraestructura científico–tecnológica ya ha sido definido
previamente. Definiremos el vértice –estructura productiva en un sentido general, como
el conjunto de sectores productivos que provee los bienes y servicios que demanda una
determinada sociedad. El vértice –gobierno, por su parte, comprende el conjunto de
roles institucionales que tienen como objetivo formular políticas y movilizar recursos de
y hacia los vértices de la estructura productiva y de la infraestructura científico–
tecnológica a través, se entiende, de los procesos legislativo y administrativo. Los
vértices están caracterizados desde el punto de vista funcional, lo cual permite ubicar
correctamente en el vértice correspondiente a muchos sectores de actividad que por su
naturaleza podrían crear confusión: así, por ejemplo, una empresa propiedad del Estado
que produce acero pertenece al vértice –estructura productiva y no al vértice –gobierno,
pese a que su control esté en manos del gobierno, y del mismo modo, un laboratorio de
investigaciones, propiedad de una empresa privada, pertenece al vértice –infraestructura
científico–tecnológica y no al vértice –estructura productiva.
Como podemos observar, cada vértice constituye un centro de convergencia de
múltiples instituciones, unidades de decisión y de producción, actividades, etc., motivo
por el cual estaríamos en condiciones de afirmar que las relaciones que configuran el
triángulo tienen también múltiples dimensiones, pudiendo, en consecuencia, seleccionar
las que a nuestro entender resultan más importantes para precisar el punto de vista
adoptado. De este modo el triángulo se definiría por las relaciones que se establecen
dentro de cada vértice, a las que denominaremos intra–relaciones; por las relaciones que
se establecen entre los tres vértices del triángulo, a las que identificaremos como inter–
relaciones y, en fin, por las relaciones que se establecen entre el triángulo constituido, o
bien, entre cada uno de los vértices con el contorno externo del espacio en el cual se
sitúan, a las que llamaremos extra–relaciones.
2. Intra–relaciones dentro de cada vértice
Las relaciones que se establecen dentro de cada vértice tienen como objetivo
básico el de transformar a estos centros de convergencia en centros capaces de generar,
incorporar y transformar demandas en un producto final que es la innovación científico–
tecnológica. De tal modo, las diferentes relaciones que integran cada vértice deben
estructurarse con vista a garantizar una determinada capacidad. Esta capacidad para
generar, incorporar o transformar demandas es una cualidad que hipotéticamente
atribuimos a los sujetos que se sitúan en cada uno de los vértices y lógicamente tendrá
una connotación particular según sea el vértice considerado.
El vértice–gobierno, ya lo hemos visto, tiene como objetivo el de formular o
implementar políticas en el ámbito científico–tecnológico; ello requiere la capacidad
para realizar una acción deliberada en este campo para formular un cuerpo de doctrina,
de principios y de estrategia capaz de fijar metas posibles, cuyo logro depende de una
serie de decisiones políticas, de la asignación de recursos y de la programación
82
científico–tecnológica. En términos generales, esta acción de gobierno no se realiza en
América Latina; quizás sea posible discernir un esfuerzo cuando se trata de imaginar
doctrinas y principios generales que deberían ser realizados en este terreno, pero es
realmente difícil constatar la capacidad gubernamental para traducirlos en hechos
eficientes.
La cualidad que asignamos a los sujetos que actúan en el vértice–infraestructura
científico– tecnológica es la capacidad creadora. Ella resulta de un atributo esencial de
la investigación científica. Es cierto que el extraordinario desarrollo de la ciencia ha
transformado los modestos laboratorios de pre–guerra –donde, sin embargo, se
produjeron los avances fundamentales de la física de este siglo– en verdaderas fábricas
de conocimiento con todo lo que esto implica en materia de recursos; pero no es menos
cierto que la investigación ha sido, es y será un producto de la inteligencia humana. No
cabe duda que el trabajo en equipo y con recursos abundantes aumenta la eficiencia y
puede que estimule la creación –aunque muchas veces la inhibe– pero es muy difícil que
la produzca: la creación es un acto singular de una mente singular; aquellos que viven el
espejismo de los equipos costosos, los instrumentos sofisticados y los edificios muy
funcionales, ignoran la verdad capital de que la capacidad creadora es la virtud esencial
de la investigación. Un científico mediocre producirá ideas mediocres y si se suman
científicos mediocres, las ideas continuarán siendo mediocres por más dinero que se les
inyecte. Por ello se ha dicho con razón que un laboratorio no vale tanto por las
dimensiones del edificio que ocupa ni por los recursos en equipo e instrumental que
posea, sino por la calidad y la cantidad de inteligencia de los hombres que lo integran.
Por último, el objetivo básico de la estructura productiva, será garantizado por la
capacidad empresarial pública o, privada, que en este caso la definiremos, siguiendo las
clásicas ideas desarrolladas por Schumpeter, como aquella función que “consiste en
reformar o revolucionar el sistema de producción, explotando un invento, o, de una
manera más general, una posibilidad técnica no experimentada para producir una
mercancía nueva o una mercancía antigua por un método nuevo, para abrir una fuente
de provisión de materias primas o una nueva salida para los productos, para
reorganizar una industria, etc.”.
3. Inter–relaciones entre los tres vértices
A partir de la gran revolución científico–tecnológica de la segunda mitad del
siglo veinte, es imposible imaginar un esfuerzo sostenido y constante en ciencia y
tecnología sin tener en cuenta un presupuesto básico: que la generación de una
capacidad de decisión propia en este campo es el resultado de un proceso deliberado de
inter–relaciones entre el vértice–gobierno, el vértice–infraestructura científico–
tecnológica y el vértice–estructura productiva. Este proceso se establece a través del
flujo de demandas que circulan en sentido vertical (inter–relaciones recíprocas entre el
vértice–gobierno y los vértices– infraestructura científico–tecnológica y estructura
productiva) y en sentido horizontal (inter–relaciones recíprocas entre los vértices–
infraestructura científico–tecnológica y estructura productiva). La figura geométrica
sería entonces la siguiente:

83
Las inter–relaciones en sentido vertical merecen analizarse en la perspectiva de
la acción gubernamental. Con respecto a la inter–relación gobierno–infraestructura
científico–tecnológica, conviene señalar que el vértice de la infraestructura depende
vitalmente de la acción deliberada del gobierno, entendida en un sentido muy amplio,
sobre todo en lo que se refiere a la asignación de recursos. Pero junto a este aspecto
económico de la cuestión, el vértice–gobierno juega también el papel de centro impulsor
de demandas hacia la infraestructura científico–tecnológica, demandas que, por otra
parte, pueden ser incorporadas, transformadas o bien eliminadas en función de un acto
que genera una contra–demanda, de reemplazo. En estos casos posibles entre otros, el
vértice–infraestructura–científico–tecnológica satisface estas demandas y propone
desarrollos originales. Un ejemplo notable de este proceso de inter–relación, lo
constituye el desarrollo de la bomba atómica cuya idea original nace en la
infraestructura (capacidad creadora) y el gobierno asume la necesidad de traducirla en
hecho eficiente, planteando una demanda explícita y asignando los recursos necesarios
para lograr una respuesta (capacidad de realizar una acción deliberada en esta materia
por medio de decisiones políticas). La dificultad mayor reside en el modo como se
concebirá la formulación de programas una vez tomada la decisión política. No
conviene olvidarlo: una correcta formulación de una política científico–tecnológica,
exige que en el proceso de generación de demandas en los órganos gubernamentales se
tengan en cuenta las opiniones de los sujetos que componen la infraestructura
científico–tecnológica y aún, que algunos de ellos tengan asignadas funciones de
importancia en estos órganos de programación.
La interrelación gobierno–estructura productiva depende fundamentalmente de
la capacidad de discernimiento de ambos vértices acerca del uso posible del
conocimiento existente para incorporarlo a nuevos sistemas de producción.
Históricamente, la capacidad empresarial contribuyó a generar una infraestructura
científico–tecnológica con el desarrollo por ejemplo de laboratorios de investigación
adscriptos a la estructura productiva. A través de este sector puede insertarse, y de
hecho se inserta, la acción gubernamental, generando demandas y afectando recursos a
ciertos sectores de la estructura productiva seleccionados de acuerdo a diferentes
criterios, entre los cuales los estratégicos son sumamente importantes. Conviene no
confundir los niveles de análisis: es evidente que el vértice–gobierno se relaciona con el
vértice–estructura productiva mediante una acción sobre la infraestructura científico–
tecnológica, pero mientras en este caso el motivo de la demanda y de la asignación de
recursos se relaciona directamente con la estructura productiva, en el caso de una inter–
relación directa con la infraestructura científico–tecnológica puede producirse, junto a
84
este primer aspecto una relación indirecta por la vía por ejemplo de las interrelaciones
de tipo horizontal que analizaremos a continuación.
Las interrelaciones de tipo horizontal son las más complejas de establecer, salvo
en el caso ya señalado donde la infraestructura científico–tecnológica está adscripta a la
estructura productiva, dependiendo directamente de las empresas. Cuando se trata de
actividades diferenciadas no sólo de acuerdo a su función sino también de acuerdo a su
posición institucional (por ejemplo una empresa que no realiza actividades de
investigación frente a una institución consagrada exclusivamente a tareas científicas)
uno de los métodos más adecuados para desbrozar el camino por donde circulen las
demandas recíprocas, parece ser el de la movilidad ocupacional, o transferencia
recíproca del personal humano de uno a otro vértice. Si se acepta la hipótesis de que los
sujetos de ambos vértices cuentan con una capacidad creadora y una capacidad
empresarial, las vías de comunicación estarán necesariamente abiertas, pero si en
cambio se vislumbra –tal como ocurre en América Latina– que ambas cualidades son
muchas veces inexistentes en los sujetos de uno y otro vértice, el peligro del encierro y
del diálogo de sordos entre empresarios y científicos se presenta como un obstáculo
muchas veces insuperable.
4. Relaciones con el contorno externo o extra–relaciones
Hasta el momento nos hemos ocupado de intra–relaciones y de inter–relaciones,
pero convengamos que las sociedades no viven aisladas, que desde el espacio que
circunda nuestra imagen del triángulo se establecen relaciones hacia el exterior y que
inclusive esas relaciones pueden tener características diferentes según provengan de
vértices desconectados o integrados en un sistema interno de relaciones.
En una sociedad donde funciona el triángulo de relaciones las aperturas que se
realicen hacia el exterior en materia de exportación de ciencia y de tecnología original o
de adaptación de tecnología importada, producen beneficios reales ya sea a corto o a
largo plazo. Las experiencias históricas demuestran que las sociedades que han logrado
integrar el triángulo científico–tecnológico disponen de una capacidad de creación y de
respuesta frente a otros triángulos de relaciones externos a las mismas. Muy distinta es
la situación cuando las extra–relaciones tienen lugar entre vértices dispersos –no inter–
relacionados entre sí– y un triángulo científico–tecnológico plenamente integrado. Es
este, uno de los problemas centrales que deben resolver las sociedades latinoamericanas,
ya que en nuestro continente se han producido desarrollos parciales de los vértices de la
base del triángulo que manifiestan una tendencia cada día más marcada a vincularse
independientemente con los triángulos de relaciones científico–tecnológicas de las
sociedades altamente desarrolladas. La descripción de este hecho explicaría en parte un
sin número de problemas, muchas veces presentados en forma aislada pero que, sin
lugar a dudas, están íntimamente vinculados. Baste con enunciar uno de los más
importantes. En América Latina, el éxodo de talentos es la típica consecuencia de la
falta de inter–relaciones entre la infraestructura científico–tecnológica, la estructura
productiva y el gobierno. Por esta razón, los científicos formados en nuestras
sociedades, faltos de incentivos, se relacionan con una infraestructura científico–
tecnológica del exterior. Pero al actuar así, el científico que emigra hacia los grandes
centros de los países industriales, se integra en un triángulo de relaciones plenamente
capacitado para satisfacer las demandas que plantea su tarea específica. Mientras en
nuestras sociedades el científico se encuentra desvinculado y aislado frente al gobierno
y a la estructura productiva, en el nuevo lugar de trabajo, al cual lo conduce su exilio

85
cultural, está automáticamente amparado por instituciones o centros de investigación
que, a su vez, se encuentran insertas en el sistema de relaciones que hemos explicado.
5. Hacia el establecimiento de nuevos sistemas científico–tecnológicas en
América Latina.
Esta rápida descripción de las características y de los diferentes tipos de
relaciones que se establecen en el triángulo científico–tecnológico, nos permite
reconocer un hecho y plantea una necesidad: que en América Latina no existe un
sistema de relaciones como el que hemos diseñado, ni tampoco hay conciencia acerca
de la necesidad impostergable de establecerlo.
Observamos entonces que la puesta en marcha del proceso que permitirá a
nuestras naciones alcanzar una capacidad de decisión propia en el ámbito científico–
tecnológico, plantea una doble exigencia: crear por una parte, una conciencia global
para que nuestras sociedades asuman este problema en sus dimensiones reales, y actuar
eficazmente, por la otra, sobre aquellos sectores en los cuales se podrían optimizar los
recursos escasos en función del sistema de relaciones perseguido, ambas exigencias
están profundamente vinculadas.
En las naciones latinoamericanas no existen triángulos de relaciones en la
sociedad global; aún los países más desarrollados de la región, no han logrado
establecer un sistema global de relaciones entre gobierno, ciencia–tecnología y
estructura productiva. Ante este hecho, la elección de caminos que rompan con el
círculo vicioso de dependencia–falta de innovación–sentimiento de incapacidad, está
determinada por la identificación de aquellos sectores en los que se podría implantar el
triángulo de relaciones propuesto. La elección de una vía de acción que tenga en cuenta
este presupuesto, nos indica que la estrategia adecuada es la de establecer sistemas de
relaciones científico–tecnológicas en unidades limitadas, como instituciones
particulares, o bien, conglomerados industriales públicos o privados, que puedan servir
de modelos para implantar nuevos triángulos con dimensiones más amplias.
Tal como lo hemos indicado al analizar las relaciones entre el vértice–gobierno y
el vértice– estructura productiva, corresponde al sector gubernamental formular una
política tendiente a acoplar la infraestructura científico–tecnológica al proceso de
producción, ya sea creando los centros que así lo permitan o relacionando los centros ya
existentes.
Teniendo en cuenta el carácter mixto de las economías latinoamericanas, en
donde el sector público es parte importante de la estructura productiva, el vértice–
gobierno tendría en sus manos un campo de experiencia sumamente interesante por la
vía de la implantación de triángulos de relaciones científico–tecnológicas en alguno de
los grandes conglomerados que componen el sector público, ya sea en los sectores de la
infraestructura, o bien en algunos sectores de la estructura productiva industrial.
Lo cierto es que muchos sectores estratégicos –siderurgia, petróleo, producción
de energía– están total o parcialmente controlados por el Estado. Dentro de estos
sectores se podrían implantar y diferenciar desde el punto de vista funcional, los vértices
de la estructura, productiva y de la infraestructura científico–tecnológica, que, apoyados
por la acción del vértice–gobierno, interrelacionarían sus respectivas demandas con el
objeto de producir la innovación. El sector público de las naciones latinoamericanas
contaría en este sentido con una posibilidad real de modernización. Ilustremos
brevemente este punto de vista mediante un ejemplo concreto. Si seleccionamos dentro
del sector público al del petróleo, comprobamos, en primer lugar, una serie de
86
prerrequisitos económicos–financieros: gran potencialidad económica de las empresas
estatales; mercado fuertemente controlado por estas empresas en la mayoría de los
países; relaciones directas con una industria básica como es la petroquímica e indirectas
con el sector de la industria electro–mecánica– metalúrgica. La movilización de la
infraestructura científico–tecnológica con respecto a la industria del petróleo está
relacionada en primer término con sus aspectos tradicionales como la producción de
gasolina, la optimización de las tareas extractivas o el mejoramiento de los aceites
lubricantes. Empero las investigaciones no se agotan en estos campos, ya que también
intervienen las que se realicen teniendo como horizonte el desarrollo de la industria
petroquímica o bien, aquellas que tengan por objeto lograr un acople eficiente de los
insumos que provienen del sector electro–mecánico–metalúrgico: bombas, barrenos,
tubos, válvulas,
¿Cómo se relacionaría la infraestructura científico–tecnológica con la estructura
productiva del petróleo? Supongamos que un organismo de planificación localizado en
el vértice–gobierno, genera una demanda concreta, motivada por la situación en la
balanza de pagos, que exige un aumento substancial en la producción de petróleos
livianos. Supongamos a su vez, que la traducción de esta demanda exigirá el desarrollo
de nuevos métodos de explotación, potencialmente aptos para la producción de
petróleos livianos, que no se podrían realizar con las tecnologías disponibles en ese
momento. Si la demanda circula exclusivamente por el lado gobierno–estructura
productiva, es factible que no se obtengan las respuestas previstas en el plan; pero si en
cambio, la demanda se dirige también a la infraestructura científico–tecnológica
generando de este modo el diálogo con la estructura productiva, es factible que se abran
distintas alternativas de respuesta como pueden ser, entre otras, la adaptación de una
tecnología similar, ya en funcionamiento en otras sociedades, o el desarrollo de una
tecnología original. Así como representamos el proceso en sentido vertical, es decir,
originado en el vértice–gobierno, podemos adoptar el camino inverso e imaginar que en
algún sector de la infraestructura científico–tecnológica, surge la posibilidad de
desarrollar un polímero con nuevas propiedades, como resultado de investigaciones
básicas aparentemente poco vinculadas a la industria petroquímica. Sin triángulo de
relaciones, es muy factible que esta demanda permanezca en estado latente, sin
transformación industrial en el país de origen, o, quizá, con posibilidades de
transformación en países con triángulos tecnológicos sólidamente implantados, en la
medida en que ese sector de la infraestructura establezca con ellos relaciones externas.
La gran oportunidad de que esta demanda latente se transforme en manifiesta, radica en
las posibilidades que tenga este grupo de científicos de inter–relacionarse con la
estructura productiva gracias a la acción del gobierno que establece canales de
comunicación para que el nuevo conocimiento se incorpore al proceso productivo,
generando así la innovación.
Las dificultades que plantean estos ejemplos, no pueden resolverse con
soluciones parciales como la puesta en marcha de laboratorios de investigación
adscriptos a las empresas estatales. Aunque esta tarea es sumamente importante, la clave
del éxito radicaría en la movilización de inteligencias en distintos sectores de la
infraestructura científico–tecnológica, motivadas por los objetivos de una política
tecnológica con respecto al petróleo. Se hace imprescindible, en consecuencia,
movilizar a la universidad relacionándola con la estructura productiva y aprovechando
al máximo las tradiciones ya existentes como pueden ser, por ejemplo, las carreras de
ingenieros de petróleo. Movilizando inteligencias y voluntades, el triángulo sectorial
actuaría como un polo de incorporación de investigadores que, en muchos sentidos,
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están alienados de nuestras realidades nacionales, otorgando un sentido social a la
existencia del individuo y garantizado el desarrollo de su vocación. Valga este ejemplo
como modelo porque no cabe duda que esta estrategia es plenamente aplicable a otros
sectores públicos de la estructura productiva como los de energía eléctrica,
comunicaciones, transportes, etc.
A todas luces esta estrategia para la implantación de triángulos científico–
tecnológicos en el sector público no es exclusiva y resulta insuficiente si no va
acompañada de un esfuerzo sostenido para implantar nuevos sistemas de relaciones en
el sector privado. Sin duda alguna las relaciones que nos ha sugerido el ejemplo anterior
son plenamente aplicables a este sector y de hecho muchas experiencias en marcha
pueden servir de núcleos iniciales para el desarrollo de triángulos científico–
tecnológicos. Si tomamos el ejemplo del sector agrícola, un intento exitoso lo constituye
el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en Argentina (INTA), fundado en
1956 y que continúa sobre nuevas bases las tareas de los laboratorios y plantas
experimentales del Ministerio de Agricultura que datan de principios de siglo. El INTA
ha sido creado y está directamente financiado por el vértice–gobierno por medio del
presupuesto de la Secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería. Como tal, esta
institución corresponde a la infraestructura científico– tecnológica y su función
específica es la de establecer relaciones horizontales con la estructura productiva del
sector agropecuario, mediante la investigación pura y de aplicación general, la
experimentación regional y la educación y la divulgación.
Ejemplos de experiencias en marcha que intentan establecer triángulos
científico–tecnológicos con la industria manufacturera del sector privado son, entre
otros, los que proporciona el Instituto de Pesquisas Tecnológicas de San Pablo, el
Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas y el Servicio de Asistencia Técnica
a la Industria (SATI) en Argentina. Estas instituciones tienen orígenes, estructuras y
fuentes de financiación diferentes pero están ligadas por un objetivo similar, cual es el
de establecer interrelaciones con el sector manufacturero. Con mayor o menor éxito
estos centros de la infraestructura científico–tecnológica han logrado establecer
relaciones horizontales con la estructura productiva, aunque en la actualidad afrontan la
etapa más difícil: la de incrementar a la vez su capacidad creadora y la fluidez de los
vínculos con el sector manufacturero.
Como surge de lo expuesto, la puesta en marcha de esto proceso exige distinguir
los diferentes ámbitos en los que se implantaron o fortalecerán los triángulos científico–
tecnológicos. El punto de partida que hemos seleccionado otorga prioridad al ámbito
sectorial, entendido como el marco más eficaz y más realista para crear modelos que
posteriormente puedan ser aplicados al ámbito nacional o al ámbito regional. Este sería
uno de los caminos que puedan conducir al proceso de integración en América Latina, a
través de sus diferentes expresiones, a la etapa de las realizaciones efectivas. En el
terreno de la ciencia y de la tecnología la incomunicación en el ámbito regional, no
depende tanto de “un no querer” vincularse, como de la ausencia de triángulos
sectoriales en los ámbitos nacionales, sin los cuales no es posible producir innovación
ni, en consecuencia, lograr una comunicación real de experiencias objetivas.
Hemos afirmado que la innovación es el producto de un sistema de relaciones
entre gobierno, infraestructura científico–tecnológica y estructura productiva, cuando
estos vértices están respectivamente calificados por la capacidad para realizar una
acción deliberada en este terreno, por la capacidad creadora y por la capacidad
empresarial. Romper con los obstáculos que impiden la expresión de estas capacidades
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no es tarea de un día porque ellos se encuentran en la raíz misma de nuestro sistema
cultural: en los valores, actitudes y creencias que orientan el comportamiento de los
sujetos hipotéticamente ubicados en cada uno de los vértices. Y, sin embargo, ello se
hace imprescindible. Porque de nada vale organizar estructuras formales si no se
acompaña de un efectivo desarrollo orgánico de nuevos valores y actitudes capaces de
poner en marcha los procesos y relaciones que hemos diseñado. Crear conciencia de ello
es el objetivo fundamental que persigue este trabajo.

Ciencia, Técnica y Desarrollo


(Mario Bunge)
Todo el Tercer Mundo habla de desarrollo, pero no siempre está claro en qué
consiste. Al contrario, los debates prosiguen al tiempo que el abismo que separa el
Tercer Mundo del resto se agiganta día a día. Sin duda, este distanciamiento se debe en
gran parte a la inferioridad técnica y financiera de nuestros países. Pero éste no es el
único factor.
Hay otro obstáculo al desarrollo, a saber, que hay diversas concepciones
opuestas del desarrollo, casi todas ellas equivocadas, no tanto por lo que sostienen
cuanto por lo que callan. En efecto, hay cinco concepciones principales del desarrollo
de una sociedad humana: la biológica, la económica, la política, la cultural y la
integral. Cada una de ellas se funda sobre una concepción particular de la sociedad
humana. Si esta concepción está equivocada, también lo será la correspondiente
concepción del desarrollo. Quien quiera contribuir a superar el subdesarrollo tendrá que
empezar por adoptar una concepción correcta de la sociedad.
Una tesis de este libro es que tal concepción consiste en una síntesis de los
puntos de vista parciales del biologismo, el economicismo, el politicismo y el
culturalismo. En otras palabras, sostenemos que una sociedad humana es un sistema
analizable en cuatro subsistemas principales: el biológico, el económico, el político
y el cultural. Se sigue que el desarrollo de una sociedad es a la vez biológico,
económico, político y cultural.
Según la concepción biológica del desarrollo, éste consiste en un aumento del
bienestar y una mejora de la salud como resultados de mejoras de la nutrición, el
alojamiento, la vestimenta, el ejercicio, los hábitos de convivencia, etc. Es la
concepción preferida por los médicos higienistas. Por loable que parezca, es utópica por
no ocuparse de los medios requeridos para superar el subdesarrollo biológico. Tómese
por ejemplo la desnutrición crónica que afecta a tantas sociedades del Tercer Mundo.
¿Cómo ignorar que la desnutrición es a menudo el resultado de una distribución
inequitativa de los recursos? ¿Cómo ignorar que la desnutrición de muchas poblaciones
es agravada por falta de educación dietética, que hace que se derroche en consumo de
alimentos de bajo poder nutritivo? Si se tiene en cuenta esos y otros factores, se
comprende que el subdesarrollo biológico no se corrige con medidas puramente
biológicas, tales como aumentar el número de hospitales, sino adoptando todo un
sistema de medidas biológicas, económicas, políticas y culturales.
La concepción economicista del desarrollo lo identifica con crecimiento
económico, el que a su vez es igualado con frecuencia a la industrialización. Es la
concepción favorita de empresarios, economistas y políticos llamados “desarrollistas”.
También ella es falaz: del hecho de que el desarrollo económico es un componente
89
necesario del desarrollo, se infiere que es suficiente. Para peor es una concepción que
puede aplastar al resto y con ello poner en peligro el propio desarrollo económico. En
efecto el desarrollismo ha impuesto a menudo ingentes sacrificios del nivel de vida, de
la cultura y de la vida política, lo que es una aberración, ya que la economía debiera ser
medio y no fin. No se produce por producir sino para satisfacer necesidades, y si éstas
quedan insatisfechas, de nada sirve el crecimiento económico. Los buenos economistas
destacan la importancia de los factores culturales e institucionales del crecimiento
económico. El proceso de desarrollo es algo que involucra a la sociedad íntegra, por lo
cual los modelos puramente económicos tienen un valor muy limitado.
De acuerdo con la concepción política del desarrollo, éste consiste en la
expansión de la libertad, o sea, en el aumento y afianzamiento de los derechos humanos
y políticos. Es la concepción favorecida por los políticos liberales. Es equivocada por
ser unilateral. El progreso político, con ser necesario, no basta. De nada sirven los
derechos políticos si faltan los medios económicos y culturales para ejercerlos. El
progreso político no consiste meramente en afianzar un sistema multipartidario, sino en
incrementar la participación pública tanto en la discusión de políticas y la toma de
decisiones como en su puesta en marcha.
La concepción cultural del desarrollo lo iguala con el enriquecimiento de la
cultura y la difusión de la educación. Ésta es la posición que suelen adoptar los
intelectuales, en particular los educadores. También ella es deficiente. El escolar en
ayunas no aprende bien; el adulto desocupado o sobrecargado de trabajo no asiste a
conciertos ni escribe poemas y el maestro controlado por la censura no se atreve a
buscar la verdad y menos a enseñarla. El desarrollo cultural no es pleno si no va
acompañado del desarrollo biológico, económico y político.
Cada una de estas cuatro concepciones tiene una pizca de verdad. El desarrollo
auténtico y sostenido es integral, a la vez biológico, económico, político y cultural.
Ésta es, en resumen, la concepción integral del desarrollo.
La tesis de que no puede impulsarse el desarrollo simultáneo de los cuatro
aspectos, por lo que hay que sacrificar alguno de ellos, es un error costoso. No se puede
alcanzar un nivel desarrollado en uno solo de los cuatro aspectos, dejando los otros para
un futuro incierto, porque cada uno de ellos es condición de los demás.
No hay desarrollo integral sin desarrollo científico y tecnológico. Trataremos,
entonces, el problema del desarrollo de la investigación científica.
Condiciones generales del desarrollo científico
La investigación científica es llevada a cabo en ciertas condiciones biológicas,
económicas, culturales y políticas que varían relativamente poco de sociedad a
sociedad. Por ejemplo, un investigador necesita tener salud y un ingreso regular.
También necesita libre acceso a información. Necesita libertad académica para escoger
su problema y la manera de tratarlo, así como libertad para difundir el resultado de su
trabajo. Estas condiciones generales para hacer investigación científica no han existido
siempre ni existen hoy en todas partes. Veámoslas en detalle.
Condición biológica
La desnutrición, particularmente la deficiencia proteínica aguda durante la
infancia, obstruye el desarrollo normal del cerebro y produce un estado de apatía.
También la parasitosis tiene efectos debilitantes. Un joven desnutrido y enfermo no

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puede interesarse por problemas científicos. El subdesarrollo biológico crónico es una
garantía de subdesarrollo cultural.
Condiciones económicas
La economía debe poder sostener investigadores científicos de tiempo completo
de cuyo trabajo no se espere ningún beneficio económico inmediato. Una economía de
subsistencia obliga a cada cual a dedicarse primordialmente a asegurarse la próxima
comida, perpetuando así el ciclo infernal miseria-ignorancia-miseria. Si bien es cierto
que aun en condiciones económicas duras pueden surgir algunos investigadores
científicos, sus esfuerzos serán esporádicos y no ejercerán un impacto decisivo sobre la
comunidad. La investigación científica vigorosa requiere continuidad y una masa crítica
de la comunidad científica.
Condiciones políticas
Paz. La dedicación a la investigación científica necesita un estado de paz interior
y exterior. Las guerras, si bien estimularon algunas innovaciones técnicas –la mayoría
de carácter destructivo- no generaron ningún descubrimiento científico importante.
Todas las revoluciones científicas han sucedido en tiempos de paz.
Libertad. Libertad para investigar, cuestionar, discutir, aprender y enseñar. Sin
libertad de investigación no puede haber trabajo original sostenido. A lo sumo pueden
darse esfuerzos esporádicos en ciencia básica (siempre que esté por encima de las
sospechas de los comisarios ideológicos). Sin libertad de información ( que incluya la
posibilidad de establecer y mantener contactos con científicos y organizaciones
científicas nacionales y extranjeras) no hay posibilidad de actualizar la información.

Condiciones culturales
1) Secularismo o al menos tolerancia por lo mundano. Una cultura dominada
totalmente por una cosmovisión ultraterrena inhibe la curiosidad acerca del mundo real
así como toda actividad tendiente a cambiarla (piénsese en una cultura dominada por
ayatolás).
2) Visión naturalista o al menos tolerancia por ella. Una cultura dominada por
supersticiones que pueblan el mundo de fantasmas y misterios favorece la magia y
desalienta la búsqueda de explicaciones naturalistas de los hechos.
3) Estima por el saber. Una cultura que estime el saber menos que el poder
(económico o político), o que la inmortalidad personal, atribuirá poco valor a la
intelectualidad. Y semejante sistema de valores no alentará a los jóvenes más talentosos
para que estudien ciencia.
4) Respeto por la creatividad. El respeto por la creatividad involucra
tolerancia y estímulo a la independencia de juicio y la disidencia. El respeto por la
creatividad está ligado a la libertad intelectual.
5) Amor por la naturaleza y la sociedad. Si se siente desprecio por la
naturaleza, no se la estudiará; a lo sumo se la explotará, y esto de manera ineficiente por
falta de conocimiento.
6) Curiosidad. Interés en averiguar cómo es la realidad. Por cierto que la
actitud exploratoria es innata en aves y mamíferos. Pero una cultura estática (como la
91
tibetana) o una mala escuela (como la que sufren casi todos los niños del mundo)
terminan por matar la sed de conocimiento. Es más fácil enseñar el dogma y el miedo a
cuestionarlo que enseñar la insatisfacción con el estado actual del conocimiento. El
astrónomo británico Hermann Bondi ha dicho que la escuela es un sistema por el
cual la sociedad se defiende de los niños preguntones; los que sobreviven al
tratamiento se llaman científicos.
7) Veracidad. Deseo de encontrar la verdad y difundirla. Si el valor supremo
es el placer o la gloria, antes que el conocimiento, entonces se recurrirá con más
provecho al engaño (en particular al autoengaño) que a la veracidad.
8) Educación. Un nivel adecuado de educación, tanto en ciencias y técnicas
como en humanidades.
9) Institucionalización. La enorme complejidad, diversidad y extensión de la
ciencia contemporánea hacen que el investigador aislado sea una figura del pasado. El
propio entrenamiento de un científico en los hábitos de la investigación se hace
embebiéndolo en una comunidad científica activa. El esfuerzo científico debe
institucionalizarse en centros de investigación y enseñanza, así como en sociedades
profesionales.

Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)


En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una
oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el
que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. La Agenda cuenta con 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza
hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa
del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.
1. Fin de la pobreza
Para lograr este Objetivo de acabar con la pobreza, el crecimiento económico
debe ser inclusivo, con el fin de crear empleos sostenibles y de promover la igualdad.
Los sistemas de protección social deben aplicarse para mitigar los riesgos de los países
propensos a sufrir desastres y brindar apoyo para enfrentarse a las dificultades
económicas. Estos sistemas ayudarán a fortalecer las respuestas de las poblaciones
afectadas ante pérdidas económicas inesperadas durante los desastres y, finalmente,
ayudarán a erradicar la pobreza extrema en las zonas más empobrecidas.
2. Hambre y seguridad alimentaria
El sector alimentario y el sector agrícola ofrecen soluciones claves para el
desarrollo y son vitales para la eliminación del hambre y la pobreza. Gestionadas de
forma adecuada, la agricultura, la silvicultura y la acuicultura pueden suministrar
comida nutritiva a todo el planeta, así como generar ingresos decentes, apoyar el
desarrollo centrado en las personas del campo y proteger el medio ambiente. Pero ahora
mismo, nuestros suelos, océanos, bosques y nuestra agua potable y biodiversidad están
sufriendo un rápido proceso de degradación debido a procesos de sobreexplotación.
3. Salud y bienestar

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Para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible es fundamental garantizar una
vida saludable y promover el bienestar universal. Se necesitan muchas más iniciativas
para erradicar por completo una amplia gama de enfermedades y para hacer frente a
numerosas y variadas cuestiones persistentes y emergentes relativas a la salud. Si nos
centramos en proporcionar una financiación más eficiente de los sistemas de salud,
mejorar el saneamiento y la higiene, aumentar el acceso a los servicios médicos y
proveer más consejos sobre cómo reducir la contaminación ambiental, lograremos
progresos significativos en ayudar a salvar las vidas de millones de personas
4. Educación de calidad
La educación es la base para mejorar nuestra vida y el desarrollo sostenible.
Además de mejorar la calidad de vida de las personas, el acceso a la educación inclusiva
y equitativa puede ayudar abastecer a la población local con las herramientas necesarias
para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes del mundo. Las
razones de la falta de una educación de calidad son la escasez de profesores capacitados
y las malas condiciones de las escuelas de muchas zonas del mundo y las cuestiones de
equidad relacionadas con las oportunidades que tienen niños y niñas de zonas rurales.
Para que se brinde educación de calidad a los niños de familias empobrecidas, se
necesita invertir en becas educativas, talleres de formación para docentes, construcción
de escuelas y una mejora del acceso al agua y electricidad en las escuelas
5. Igualdad de género
La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino
la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Si se facilita
la igualdad a las mujeres y niñas en el acceso a la educación, a la atención médica, a un
trabajo decente, y una representación en los procesos de adopción de decisiones
políticas y económicas, se estarán impulsando las economías sostenibles y las
sociedades y la humanidad en su conjunto se beneficiarán al mismo tiempo.
6. Agua limpia y saneamiento
Esa escasez de recursos hídricos, junto con la mala calidad del agua y el
saneamiento inadecuado repercuten en la seguridad alimentaria, los medios de
subsistencia y la oportunidad de educación para las familias pobres en todo el mundo.
Afortunadamente, se han hecho algunos avances en la última década y más del 90% de
la población mundial tiene acceso a fuentes de agua potable mejoradas. Para mejorar el
acceso a agua apta para el consumo y al saneamiento, y la gestión racional de los
ecosistemas de agua dulce entre las comunidades locales en varios países en desarrollo
del África Subsahariana, Asia Central, Asia Meridional, Asia Oriental y Asia
Sudoriental.
7. Energía asequible y no contaminante
La energía es fundamental para casi todos los grandes desafíos y oportunidades a
los que hace frente el mundo actualmente. Ya sea para el empleo, la seguridad, el
cambio climático, la producción de alimentos o para aumentar los ingresos. El acceso
universal a la energía es esencial. El avance en todos los ámbitos de la energía
sostenible no está a la altura de lo que se necesita para lograr su acceso universal y
alcanzar las metas de este Objetivo. Se debe aumentar el uso de energía renovable en
sectores como el de la calefacción y el transporte. Asimismo, son necesarias las
inversiones públicas y privadas en energía; así como mayores niveles de financiación y

93
políticas con compromisos más audaces, además de la buena disposición de los países
para adoptar nuevas tecnologías en una escala mucho más amplia.
8. Trabajo decente y crecimiento económico
Para conseguir el desarrollo económico sostenible, las sociedades deberán crear
las condiciones necesarias para que las personas accedan a empleos de calidad,
estimulando la economía sin dañar el medio ambiente. También tendrá que haber
oportunidades laborales para toda la población en edad de trabajar, con condiciones de
trabajo decentes. Asimismo, el aumento de la productividad laboral, la reducción de la
tasa de desempleo, especialmente entre los jóvenes, y la mejora del acceso a los
servicios financieros para gestionar los ingresos, acumular activos y realizar inversiones
productivas son componentes esenciales de un crecimiento económico sostenido e
inclusivo. El aumento de los compromisos con el comercio, la banca y la infraestructura
agrícola también ayudará a aumentar la productividad y a reducir los niveles de
desempleo en las regiones más empobrecidas del mundo.
9. Industria, innovación e infraestructuras
Desde hace tiempo se reconoce que para conseguir una economía robusta se necesitan
inversiones en infraestructura (transporte, regadío, energía, tecnología de la información
y las comunicaciones). Estas son fundamentales para lograr un desarrollo sostenible,
empoderar a las sociedades de numerosos países, fomentar una mayor estabilidad social
y conseguir ciudades más resistentes al cambio climático. El progreso tecnológico debe
estar en la base de los esfuerzos para alcanzar los objetivos medioambientales, como el
aumento de los recursos y la eficiencia energética. Sin tecnología e innovación, la
industrialización no ocurrirá, y sin industrialización, no habrá desarrollo. Es necesario
invertir más en productos de alta tecnología que dominen las producciones
manufactureras para aumentar la eficiencia y mejorar los servicios celulares móviles
para que las personas puedan conectadas.
10. Reducir la desigualdad en y entre los países
A pesar de que la desigualdad de los ingresos entre países ha podido reducirse,
dentro de los propios países ha aumentado. Existe un consenso cada vez mayor de que
el crecimiento económico no es suficiente para reducir la pobreza si este no es inclusivo
ni tiene en cuenta las tres dimensiones del desarrollo sostenible: económica, social y
ambiental. Afortunadamente, la desigualdad de ingresos se ha reducido tanto entre
países como dentro de ellos. En la actualidad, el ingreso per cápita de 60 de los 94
países de los que se tienen datos ha aumentado más rápidamente que el promedio
nacional. También se han logrado algunos progresos en la creación de condiciones de
acceso favorables para las exportaciones de los países menos adelantados.
11. Ciudades y comunidades sostenibles
Los problemas comunes de las ciudades son la congestión, la falta de fondos
para prestar servicios básicos, la falta de políticas apropiadas en materia de tierras y
vivienda y el deterioro de la infraestructura. Los problemas que enfrentan las ciudades,
como la recogida y la gestión seguras de los desechos sólidos, se pueden vencer de
manera que les permita seguir prosperando y creciendo, y al mismo tiempo aprovechar
mejor los recursos y reducir la contaminación y la pobreza. Un ejemplo de esto es el
aumento en los servicios municipales de recogida de desechos. El futuro que queremos
incluye ciudades de oportunidades, con acceso a servicios básicos, energía, vivienda,
transporte y más facilidades para todos.

94
12. Producción y consumo responsables
En la actualidad, el consumo de materiales de los recursos naturales está
aumentando, particularmente en Asia oriental. Asimismo, los países continúan
abordando los desafíos relacionados con la contaminación del aire, el agua y el suelo. El
objetivo del consumo y la producción sostenibles es hacer más y mejores cosas con
menos recursos. Se trata de crear ganancias netas de las actividades económicas
mediante la reducción de la utilización de los recursos, la degradación y la
contaminación, logrando al mismo tiempo una mejor calidad de vida. Se necesita,
además, adoptar un enfoque sistémico y lograr la cooperación entre los participantes de
la cadena de suministro, desde el productor hasta el consumidor final. Consiste en
sensibilizar a los consumidores mediante la educación sobre los modos de vida
sostenibles, facilitándoles información adecuada a través del etiquetaje y las normas de
uso, entre otros.
13. Combatir el cambio climático y sus efectos
El cambio climático afecta a todos los países en todos los continentes,
produciendo un impacto negativo en su economía, la vida de las personas y las
comunidades. En un futuro se prevé que las consecuencias serán peores. Los patrones
climáticos están cambiando, los niveles del mar están aumentando, los eventos
climáticos son cada vez más extremos y las emisiones del gas de efecto invernadero
están ahora en los niveles más altos de la historia. Si no actuamos, la temperatura media
de la superficie del mundo podría aumentar unos 3 grados centígrados este siglo. Las
personas más pobres y vulnerables serán los más perjudicados.
14. Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos
Los océanos del mundo —su temperatura, química, corrientes y vida— mueven
sistemas que hacen que la Tierra sea habitable para la humanidad. Nuestras
precipitaciones, el agua potable, el clima, el tiempo, las costas, gran parte de nuestros
alimentos e incluso el oxígeno del aire que respiramos provienen, en última instancia
del mar y son regulados por este. Históricamente, los océanos y los mares han sido
cauces vitales del comercio y el transporte. La gestión prudente de este recurso esencial
es una característica clave del futuro sostenible. Sin embargo, en la actualidad, existe un
continuo deterioro de las aguas costeras, debido a la contaminación y la acidificación de
los océanos, que está teniendo un efecto adverso sobre el funcionamiento de los
ecosistemas y la biodiversidad, y que también está afectando negativamente a la pesca
de pequeña escala.
15. Vida de ecosistemas terrestres
El 30.7% de la superficie terrestre está cubierta por bosques y estos, además de
proporcionar seguridad alimentaria y refugio, son fundamentales para combatir el
cambio climático, pues protegen la diversidad biológica y las viviendas de la población
indígena. Al proteger los bosques, también podremos fortalecer la gestión de los
recursos naturales y aumentar la productividad de la tierra. Actualmente, 13 millones de
hectáreas de bosque desaparecen cada año y la degradación persistente de las zonas
áridas está provocando además la desertificación de 3600 millones de hectáreas.
Aunque un 15% de la tierra se encuentra actualmente bajo protección, la biodiversidad
aún está en riesgo. La deforestación y la desertificación, provocadas por las actividades
humanas y el cambio climático, suponen grandes retos para el desarrollo sostenible y
han afectado la vida y los medios de vida de millones de personas en la lucha contra la
pobreza.
95
16. Promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas
Las amenazas de homicidio intencional, la violencia contra los niños, la trata de
personas y la violencia sexual, son temas importantes que debe ser abordados para crear
sociedades pacíficas e inclusivas. Allanan el camino para la provisión de acceso a la
justicia para todos y para la construcción de instituciones efectivas y responsables en
todos los niveles. Si bien los casos de homicidios y trata de personas han experimentado
un progreso significativo en la última década, todavía hay miles de personas en mayor
riesgo de homicidio intencional en América Latina, el África subsahariana y Asia. Las
violaciones de los derechos del niño a través de la agresión y la violencia sexual siguen
asolando a muchos países en todo el mundo, especialmente porque la falta de
información y la falta de datos agravan el problema.
17. Alianzas para lograr objetivos
Un programa exitoso de desarrollo sostenible requiere alianzas entre los
gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Estas alianzas inclusivas construidas
sobre principios y valores, una visión compartida, y metas compartidas, que colocan a la
gente y al planeta en el centro, son necesarias a nivel global, regional, nacional y local.
Se han realizado progresos en relación a las alianzas para el financiamiento,
especialmente con un aumento de la ayuda dirigida a los refugiados en los países
donantes. Sin embargo, se requieren más alianzas para la prestación de servicios fijos
masivos, que son aún en la actualidad de costo muy elevado. También hay una falta de
censos de población y vivienda, necesarios para obtener datos desglosados que sirvan de
base para la implementación de políticas y programas de desarrollo.

Producción de conocimiento al servicio de necesidades locales


Aldana Vales (Diario Página 12, 19/12/2014)
A través del Ministerio del Interior, investigadores de universidades nacionales
trabajan para ofrecer soluciones a problemas concretos en distritos municipales de todo
el país, en áreas como recolección de residuos, administración tributaria o información
catastral.
Algoritmos matemáticos para optimizar los recorridos de los recolectores de
basura. Programas informáticos para mejorar la administración tributaria. Sistemas para
digitalizar la información catastral y poder planificar el desarrollo urbano. Son sólo
algunos ejemplos de los trabajos que las universidades nacionales realizan con
diferentes municipios. “Se trata simplemente de poner el conocimiento que estaba en la
universidad en relación con problemas concretos de la sociedad”, dijo a este diario
Ignacio Lamothe, secretario de Asuntos Municipales del Ministerio del Interior, que
coordina distintas líneas de acción entre las casas de estudios y las realidades locales.
“La producción de conocimiento muchas veces quedaba dentro de las
universidades sin correlato con necesidades sociales reales”, dijo Lamothe, en diálogo
con Página/12. Desde su área en la cartera de Interior y Transporte, consideraron que
investigaciones que se desarrollan en las ciencias duras como matemática, computación
e ingeniería pueden ser útiles para afrontar necesidades concretas que tienen distintos
municipios a la hora de planificar, desarrollar obras de infraestructura y hasta incorporar
tecnologías informáticas.

96
Un caso emblemático, aseguró Lamothe, es el de recolección de residuos,
donde la carrera de Matemática de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
UBA, en conjunto con la de Ingeniería en Sistemas, firmó un convenio para estudiar los
recorridos de los camiones de basura. Esta iniciativa se trabaja actualmente en
Concordia, Bariloche, Salta y San Miguel de Tucumán. En función de algoritmos
matemáticos y programas de computación se reorganizaron los recorridos y se los
rediseñó con el objetivo de bajar el costo del material rodante, del combustible, la
contaminación sonora y ambiental y llegar a lugares donde no se llegaba. Guillermo
Durán es uno de los integrantes del grupo de optimización de Exactas de la UBA.
“Trabajamos en proyectos aplicados en resolución de problemas reales”, explica y
añade: “Aplicamos las técnicas a distintos problemas”. En 2008, junto al grupo de
investigadores que integra probó en la ciudad de Buenos Aires un estudio sobre el
problema de la recolección de basura, sobre todo en la zona sur, la única zona que se
maneja de manera autónoma. “Mostrábamos ahorros importantes potenciales y
mostrábamos cómo recorrer los contenedores de manera óptima”, señaló. Con el
gobierno porteño el estudio no prosperó más que como investigación y nunca se
implementó, pero con esa experiencia, Durán y equipo se contactaron con Morón y
llevaron adelante un convenio concreto con la facultad para utilizarlo. En ese caso no
fue para la recolección usual, sino para los reciclables, que se retiran una vez por
semana. “El ahorro no se mide tanto en plata como en calidad de servicio. No se llegaba
a recorrer todo el municipio. Ahora se llega a todos lados”, puntualizó.
Entonces Lamothe propuso extender la experiencia a distintos puntos del país.
“No se busca replicar, porque los problemas pueden ser distintos, incluso en términos
matemáticos”, explicó Durán, quien afirmó que se encuentran ahora abocados a la tarea
de desarrollar la investigación para resolverlos. “No nos interesa lo que haría una
consultora, replicar un modelo, ése no es el rol de la universidad. Nos metemos cuando
hay potencial para desarrollar investigación detrás”, remarcó.
Desde la Secretaría de Asuntos Municipales se recogen las necesidades más
recurrentes. Después, buscan dónde hay producción de conocimiento acumulada que se
relacione con esas demandas. La idea, dijo Lamothe, es no usar diseños importados,
sino respetar las formas de trabajo de cada ciudad y proponer sistemas nuevos. Para esa
tarea trabajan en coordinación con el Ministerio de Educación de la Nación, luego se
contactan con las autoridades de las instituciones y se lleva adelante la firma de los
convenios. Pero el trabajo no es fácil. Muchas veces les cuesta conseguir información o
los datos están desactualizados o desde las municipalidades piensan que es material
privado o confidencial, aseguraron los investigadores.
Otro ejemplo es la aplicación del conocimiento producido en las universidades
al análisis de la recaudación tributaria. Es el caso del trabajo que lleva adelante
Alejandro López Acotto, de la Universidad de General Sarmiento (UNGS), con un
equipo que releva partidos y departamentos de distintas provincias para llevar adelante
un estudio nacional de la estructura fiscal municipal. “El estudio dará como producto
una publicación que va a contar el resultado de este relevamiento para conocer, diseñar
e implementar políticas que ayuden a una mejor recaudación de los municipios, con
mejores instrumentos y mejores técnicas”, contó a este diario.
La Universidad Nacional de Villa María lleva a cabo un Programa de
Fortalecimiento de la Gestión Tributaria Municipal que incluye la implementación de
sistemas informáticos para optimizar la administración tributaria y mejorar los índices

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de cobrabilidad de tasas municipales en el mediano plazo. Bariloche, Campo Largo y
Concordia fueron los primeros distritos en participar de la propuesta.
En tanto, la UNGS también lleva adelante un proyecto de digitalización de
catastros para que los municipios tengan una herramienta útil para la planificación que
les permita identificar, registrar y georreferenciar los inmuebles ubicados en el
municipio. En esa línea ya se realizó una capacitación para Bariloche, Cañada de
Gómez, San Antonio de Areco, Campo Largo y San Luis. “Ahí –concluyó Lamothe–,
las universidades, sobre todo las carreras de Arquitectura y urbanismo, nos pueden
ayudar en la intervención y en el diseño legal para que sea el Estado municipal el que
lidere el proceso y no los mercados inmobiliarios.”

Estudiantes crean un móvil para discapacitados como proyecto final de Diseño


Industrial (Diario La Gaceta de Tucumán, 24/02/2018)
Ágil, seguro, sustentable e inclusivo. Estas son las cualidades elegidas por cuatro
estudiantes y graduados de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) para describir a
Exodia, un motovehículo eléctrico de tres ruedas, apto para personas con discapacidad
en las piernas, que es el primero de su tipo en la Argentina.
Fueron Guido Barreyro, Rodrigo Clausell, Mauro Currao y Sebastián Melina quienes
concibieron el prototipo como proyecto final de la carrera de Ingeniería Industrial, y
lograron ponerlo a andar en el edificio de Medrano 951, sede central de la UTN, en el
barrio porteño de Almagro.

“Faltaba un medio de transporte que sea estable y ágil y que permita recorrer distancias
cortas”, plantearon los jóvenes al momento de inclinarse por uno de los proyectos
teóricos, destaca la agencia de noticias Télam.
“Había que hacer un proyecto final, con empresa y prototipo, y surgió hacer el moto
vehículo porque vimos que no estaba ese tipo de movilidad en la calle, con el beneficio
de ser un transporte seguro, por lo estable con tres ruedas, y sustentable porque al ser
eléctrico no contamina ni genera ruido”, explicó Currao.
Exodia “fue probado en la Facultad y el resultado fue bueno: todo lo que habíamos
dicho se estaba cumpliendo. Hay mucho por mejorar, estuvimos apenas un año y es un
proyecto para hacerle desarrollo, pero tuvimos resultados”, celebró el joven.
Accesible
Ante el dilema entre comprar un auto, que cuesta caro, o una moto, que es insegura,
Exodia ofrecía la opción de un vehículo accesible, con la ventaja de ser además un
transporte eléctrico que reduce la contaminación sonora y la del combustible fósil.
Entonces arrancaron el proyecto en abril del año pasado con el chasis de un cuatriciclo
chocado, armándolo y desarmando, apelando a talleres de soldadura o ensamblado,
probando materiales y repuestos hasta adaptarlos para crear el prototipo.
“Se trata de un transporte adecuado para personas con discapacidad en sus miembros
inferiores”, que aún no existe en Argentina, si bien hay modelos similares en otras
partes del mundo.
Más seguro que una moto

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A diferencia de la moto de dos rodados, la tercera rueda -trasera y con transmisión-
reduce el riesgo de accidente porque aumenta la estabilidad del móvil.
“Este vehículo cumple los requerimientos para circular por la ciudad a diferencia de
otros medios de transporte pensados para barrios cerrados o zonas rurales”, plantearon
los jóvenes.
Si bien en Argentina no existe todavía la regulación para transporte eléctrico, ingresan
vehículos similares provenientes de China: “Exodia está adecuada al mercado argentino
(porque) preparamos el proyecto para que, en el caso de que se resuelva esta nube legal,
cumpla normativas de seguridad y podamos sacarlo al mercado”.
Buscar el motor eléctrico no fue fácil, ya que en el proyecto teórico, para avanzar al
prototipo, había que importar un motor, entonces lo solucionaron de otra manera
cumpliendo la misma función. También estudiaron los aspectos ergonómicos para
ajustar las dimensiones del moto vehículo a la posición del cuerpo.
Finalmente, los estudiantes -acompañados por el tutor del proyecto, Pablo Romero-
probaron el prototipo ante los profesores de la cátedra de Proyecto Final, y se
convirtieron en graduados. Los jóvenes siguen vinculados “por el proyecto como por la
vida, porque cursamos toda la facultad juntos, y además no se descartó el hecho de
escalar el prototipo”, comentó Currao, quien trabaja en el área de Producción de una
empresa automotriz.
Con respecto a la formación académica de la UTN, el flamante egresado rescata que
“hay gran atención hacia los estudiantes, y ayuda para cursar las distintas asignaturas”.
“Dan los horarios para trabajar y hacen todo para que puedas cursar sin problemas. Yo
la recomendaría por el nivel, porque hay gente que quiere enseñar”, reivindicó el joven.

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TEMA 4: LA UNIVERSIDAD

Responsabilidad Social Empresarial y Universitaria


Gustavo Tondi (Blog Ética y RSU, 18/06/08)
François Vallaeys es Filósofo, Consultor internacional en Responsabilidad
Social Universitaria, Asesor de la Dirección Académica de Responsabilidad Social
(DARS) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Profesor de Ética y
Responsabilidad Social en el MBA de CENTRUM (Centro de Negocios de la PUCP),
Colaborador en la Iniciativa Interamericana de Ética, Capital Social y Desarrollo del
BID.
- Se dice que los conceptos de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y
Responsabilidad Social Universitaria (RSU) todavía están en construcción. ¿Cómo
las definiría usted?
- Efectivamente están en construcción. La Responsabilidad Social es un movimiento
joven, mundial, polimórfico, que involucra muchos actores de diversos horizontes y con
diversos intereses. La Responsabilidad Social es un sistema de gestión en base a
criterios éticos de justicia y sostenibilidad para lograr un desarrollo social y
ambientalmente sostenible en la tierra. Se encarna como gestión de todos los impactos
internos y externos que la organización produce. Lo que implica: diagnóstico regular del
quehacer de la organización, acatamiento de estándares internacionales de buenas
prácticas laborales y ambientales, participación de las partes afectadas por las decisiones
de la organización (stakeholders), rendición pública de cuentas en todos los aspectos de
la organización (la triple bottom line: económico, social y ambiental), trabajo en red con
otras organizaciones para mitigar impactos negativos y maximizar impactos positivos
(cadenas de valores, proveedores), promoción de alianzas para el desarrollo humano
sostenible (Capital Social para el Desarrollo).
Esto vale para cualquier tipo de organización. La diferencia entre RSE y RSU surge al
momento de diagnosticar cuáles son los impactos y quiénes son las partes afectadas. En
la Universidad, tenemos impactos académicos específicos (educativos, epistemológicos,
cognitivos) que, en la práctica, alejan mucho la RSU de la RSE.
- ¿Cuál(es) considera que puede(n) ser la(s) causa(s) de la gran variedad de
acciones que son realizadas y comunicadas desde muchas empresas, pero que en
realidad no constituyen acciones de RSE?
La confusión persistente entre acción social benéfica (filantropía) y RS. Esta confusión
es normal, la filantropía tiene varios siglos en el mundo organizacional y está en
sintonía con nuestros patrones mentales ético-cristianos. Pero esta confusión es
perversa: porque se torna muy cómoda cuando, por multiplicar acciones benéficas, una
organización no quiere cambiar su sistema de gestión y sigue provocando impactos
negativos (adentro y afuera) que no quiere contabilizar, que quiere seguir
“externalizando” como en el modelo clásico de gestión en el cual todos los efectos
colaterales se externalizan. En ese momento, la filantropía (de por sí muy buena) se
torna perversa, se vuelve una pantalla cosmética para esconder la falta de RS. En
resumen, más una organización genera acciones de beneficencia social sin cambiar su
sistema de gestión, más se vuelve socialmente irresponsable, a pesar de su “bondad
social”. Estamos en camino hacia el cambio de paradigma, ya se empieza a entender que
la RS no es una serie de acciones para el prójimo, sino un sistema de gestión. Pero como
100
es más exigente que la filantropía, como cuesta más en cuanto a los cambios de rutinas
y la redistribución del poder, hay obviamente muchos intereses en seguir con el modelo
de la filantropía: la filantropía es placentera (porque es placentero ayudar al otro), la RS
duele (porque siempre duele diagnosticar sus incongruencias y cambiar sus rutinas para
responsabilizarse por sus impactos negativos).
- Las empresas de algunos sectores (ej. tabaco, petróleo u otras industrias
contaminantes) son controvertidas a la hora de calificarlas como “socialmente
responsables”. ¿Cree usted que hay alguna forma de revertir esta situación, más
allá de hacer “cosmética” en las acciones y su comunicación?
- Sí hay forma, la única diferencia es que si los impactos negativos son muy numerosos
el sistema de gestión RS tiene que ser muy exigente y asociar a muchos socios en el
esfuerzo de responsabilización y sostenibilidad. El petróleo es un producto fabuloso y
muy útil, son nuestros patrones de uso que son insostenibles por el momento: quemar
petróleo para hacer avanzar un vehículo es, en sí, una tontería. Sólo se debería usar el
petróleo en la fabricación de materias necesarias al ser humano y que no podemos
conseguir de otra forma. Podemos discutir si deberíamos erradicar el tabaco
(personalmente no estoy de acuerdo, pero se discute) pero mientras no lo hacemos hay
legitimidad en producir cigarros, trabajando a la par para mitigar al máximo los efectos
colaterales que su mal uso genera. El tema más difícil en cuanto a la legitimidad social
de producción es aquel de las armas. En sí, son radicalmente dañinas (están hechas para
eso). Controlar su fabricación, su disminución, y mitigar sus efectos dañinos es un tema
muy complejo que empezará el día en que la ONU tendrá suficiente poder como para
obligar las naciones a sentarse a dialogar y negociar. Mientras tanto, sería efectivamente
vano que una empresa que fabrica armas tenga pretensiones de “responsabilidad social”.
- ¿Cómo ve a América Latina y, particularmente, a Argentina en materia de RSE y
RSU?
- El tema RSE avanza en América Latina (AL) a medida que retrocede la confusión con
la filantropía, poco a poco. La globalización es un poderoso empuje, puesto que obliga
las empresas exportadoras a seguir criterios de calidad más exigentes del primer mundo,
en los que la dimensión social y ambiental crece cada vez más. Como la ética quiere ser
ley, a ella le gusta la internacionalización de los estándares de buenas prácticas. Pero
estamos todavía muy atrasados en el tema de certificaciones de RS y sistemas de
gestión ambiental (SA 8000, AA 1000, GLOBALGAP, EMAS, etc.), y eso debido al
contexto de débil exigencia interna y fuerte informalidad que vivimos. El problema RS
número uno de América Latina es sin duda el tema interno de las buenas prácticas
laborales. Mientras seguimos operando con más del 50% de organizaciones parcial o
totalmente informales, no se puede hacer mucho en materia de Responsabilidad Social.
No puedo juzgar de la RSE en Argentina, no soy especialista en eso.
En cuanto a la RSU, ella nació en AL, del esfuerzo conjugado de varios frentes como la
Red Construye País en Chile, La Iniciativa Interamericana de Ética, Capital Social y
Desarrollo del BID, la Red AUSJAL de las Universidades jesuitas, etc. Ahora España se
mete fuertemente en el tema. La noción de “Universidades Sostenibles” está ganando
muchos adeptos en el mundo anglosajón y europeo. Pero hay mucha resistencia todavía,
sobre todo por parte de ciertos académicos de Universidades públicas latinas que no
pueden superar una visión muy ideológica del asunto y no entienden la importancia de
la gestión universitaria ejemplar como tema no sólo administrativo, sino también y ante
todo educativo. Todavía se prefiere hablar en términos de Extensión que de
Responsabilización Social desde la academia, al igual que en el mundo empresarial se
101
prefiere hablar de filantropía que de sistema de gestión socialmente responsable. Pero
no importa mucho, constato cada día que el movimiento de la Responsabilidad Social,
el Desarrollo sostenible, la internacionalización de los estándares de buenas prácticas, es
imparable, porque sencillamente no tenemos otra solución si queremos asegurar la
sostenibilidad social y ambiental de nuestra presencia en la tierra. Y cada vez que
desespero, recuerdo lo que dice Charly García, el genial cantante argentino: “Pero los
dinosaurios van a desaparecer”. Ahora les toca a los argentinos evaluar cuántos
dinosaurios y vacas sagradas se comen la mayoría del pasto en los campus
universitarios de Argentina.
- ¿Cuál considera usted que debe ser el papel de las Instituciones (incluso las
religiosas) y las ONG en la sensibilización y el arraigo de la RSE y la RSU?
- Retomando la clasificación establecida en la Universidad de Michigan, creo que
necesitamos romper muchas barreras ideológicas y miedos al cambio para crear mayor
Capital Social de nexo (entre instituciones del mismo nivel, es decir Redes
interorganizacionales) y Capital Social de puente (entre grupos de nivel social
asimétrico, es decir la “subsidiaridad” que permite al débil aprovechar de su vínculo con
el fuerte para obtener la oportunidad que le falta en sus vínculos tradicionales) en AL. Si
hay mucha informalidad y poca presencia del Estado, necesitamos una sociedad civil
con mucha capacidad de asociatividad, para tener la fluidez que nos falta.
AL se muere de una carencia de Capital Social de nexo y puente, y de una sobredosis de
Capital Social de vínculo, que es este tipo de asociación con sus pares, su grupo de
referencia, sus familiares y amigos de siempre, que crea un espacio social hecho de
amiguismo, nepotismo, privilegios, corporativismo, redes casi “mafiosas”, que trabajan
con un solo lema: “A los enemigos: ¡la ley! A los amigos: ¡todo!”. Luchar contra este
tipo de mentalidad es un esfuerzo para juntarse con el (aparente) enemigo de ayer, y
constatar que podemos inventar relaciones gana-gana con él, aumentando así la sinergia
y confiabilidad social.
- ¿Cuáles son los aspectos más importantes y/o conflictivos a tener en cuenta, a la
hora de diseñar y poner en marcha un plan de RSU?
- Primero, la dicotomía entre el área administrativa y el área académica, que deben de
trabajar juntos, entendiéndose juntos. Hay que saber si estamos dispuestos a crear más
Capital Social de nexo en la propia Universidad, o no.
Segundo, la transparencia y la redistribución de poder que la participación de las partes
interesadas internas y externas (los stakeholders) implica. Hay que saber si estamos
dispuestos a ceder un poco de poder y a permitir mayor visibilización de los problemas
internos de la Universidad o no. Esto se da sólo si hay una confianza básica entre los
actores, una voluntad común de mejorar, y un entendimiento de que no todo se puede
resolver a la vez, sino que la Responsabilización Social es un camino de mejora
continua.
Tercero, resolver el problema inmenso de la falta de comunicación interna: la
Universidad es una institución de origen medieval que se estructura en Facultades,
Departamentos más o menos separados y estancos. Esto ha servido durante siglos para
proteger la autonomía académica frente a los poderes religiosos y políticos externos e
internos. Ha sido muy eficaz, pero hoy necesitamos romper con eso, necesitamos
transversalidad y sinergia para operar en forma compleja con problemas complejos,
desde una actitud transdisciplinaria. Esto pide un enorme esfuerzo de comunicación

102
interna y apertura de las torres de marfil y feudos académicos. Hay que decidir si
estamos dispuestos a esto, o no.
Cuarto, empezar un primer diagnóstico participativo, seleccionar las áreas de mejora,
actuar, evaluar, rendir cuentas y empezar otra vez con el diagnóstico. La metodología de
la RSU es básicamente un camino hacia la inteligencia y autorreflexión institucional. Es
decir, pretende ayudar a las instituciones del conocimiento -que saben enseñar- a
aprender a aprender.

Producción de Conocimiento al servicio de necesidades locales


Patricio Mitrovich (Coordinador UTN Solidaria, 2018)
Las Universidades basadas en un paradigma antiguo, han tenido vinculación con
la sociedad a través de la extensión universitaria. De esta forma, se encargan, entre otras
cosas, de realizar actividades de capacitación, planteadas desde una visión centrada en
la Universidad, y acciones asistencialistas, como ser colectas de ropa, alimentos o
juguetes para los sectores más vulnerables.
Nuevas perspectivas ven a la universidad como un aliado estratégico para la
creación, desde la planificación de proyectos que satisfagan necesidades locales así
ayudando al desarrollo sustentable de la región en la cual se encuentra ubicada. Esta
perspectiva que se emplaza en la responsabilidad social universitaria, una mirada más
integral y que parte desde adentro hacia afuera.
Autores como François Vallaeys, consideran la Universidad como un aliado
estratégico en la sociedad para la creación de soluciones a través de la planificación de
proyectos que satisfagan necesidades locales, colaborando así al desarrollo sustentable
de la región de la cual es parte. Esta perspectiva, que se emplaza en la responsabilidad
social universitaria, proporciona una mirada integral que parte desde adentro hacia
afuera. Concentrándose en una gestión interna responsable, abarcando cuestiones
administrativas como compras a proveedores, planificación en cuanto a infraestructura
de accesibilidad a personas discapacitadas, académica desde el aprendizaje y servicio
solidario, la investigación de problemáticas reales, que son traídas del medio vinculado
por la secretaría de transferencia, ayudando a que estos problemas se trabajen también
con el sector necesitado.
La alianza antes mencionada (que involucra transversalmente a todas las partes
de la Universidad) busca que el estudiante de ingeniería, adopte o fortalezca valores
necesarios para su desempeño como profesional y ciudadano, de forma que aporte
activamente al desarrollo sustentable.
Desde la UTN-FRT se vienen desarrollando estos objetivos desde “UTN
Solidaria”, en vinculación con el área de voluntariado, la que es parte del Programa de
Responsabilidad Social Universitaria del Rectorado de UTN.
Algunas de las actividades del área son: charlas, visitas, capacitaciones,
proyectos de investigación, gestión de residuos e incluso actividades asistenciales. El
voluntariado se correlaciona con otros actores de la sociedad para llevar a cabo estas
actividades, reafirmando, así, la importancia del trabajo en equipo y la
interdisciplinariedad, con la finalidad de alcanzar un mayor impacto.
Adentrándonos en dichas actividades, y a modo de ejemplos, el Equipo
Educacional y de Transferencia de Conocimiento de UTN Solidaria, brinda charlas a
103
escuelas y barrios sobre uso responsable de las redes sociales, las cuales son llevadas
adelante por alumnos de ingeniería en sistemas; charlas sobre seguridad eléctrica
hogareña, dadas por alumnos de Ingeniería Eléctrica y sobre robótica educativa, por
estudiantes de todas las ingenierías. De esta forma, se fomenta el estudio en ingeniería,
mostrando la oferta académica de la UTN FRT e incentivando y captando, a través del
diálogo con pares, a futuros estudiantes universitarios.
En cuanto a proyectos de Ingeniería surgen a partir de un principio de la RSU,
que es la gestión de residuos, proyectos de Ingeniería Mecánica y la Tecnicatura en
Mecatrónica como lo es el Dispositivo de Extracción de Hilo/Cinta de Botellas PET*,
que también abarca la parte de emprendedorismo generando una empresa de triple
impacto (Social, Ambiental y Económico) en el medio.
En Ingeniería Civil, se ha trabajado como materiales alternativos para la
construcción como ser los distintos tipos de Ecoladrillos, en donde los alumnos de dicha
carrera generan los prototipos para triturar, compactar, y probar la resistencia, torsión y
aislamiento térmico y acústico. Generando una solución de hábitat económica,
resistente, ecológica para familias en situación de vulnerabilidad.
Desde Ingeniería Electrónica, se hace el acondicionamiento de PC’s en desuso.
Estos residuos se califican según las normas como RAEES (Residuos de Aparatos
Eléctricos y Electrónicos) y son muy contaminantes para el medioambiente por sus
componentes. El acondicionamiento viene dado porque en muchas reparticiones (por
ejemplo, Poder Judicial) hacen un recambio preventivo de las computadoras, y muchas
de estas se descarta aun funcionando. Lo que se busca en este proyecto es generar a
partir de varias computadoras otras que cuenten con prestaciones mínimas y puedan ser
donadas a organizaciones o instituciones en donde se les dificulta conseguir estas PC.
Acercando así a todos, la digitalización de la información. El resto de los componentes
que no pudieran recuperarse, se disponen de forma segura o bien, se utilizan como
materia prima para realizar obras de arte plásticas.
Desde la Ingeniería en Sistemas se generó una aplicación para celulares llamada
Solydar, que ayuda a gestionar la logística de colecta de donaciones ante siniestros o
eventos de caridad. Los alumnos aplicaron sus conocimientos en programación,
relevamiento de datos, testeo de calidad y gestión de proyectos informáticos, entre
otros.
Cabe destacar que, si bien el alumnado de las diferentes ingenierías pareciera
aportar a un rubro determinado, todos los proyectos se nutren de la
interdisciplinariedad, involucrando a alumnos que no son necesariamente de una carrera
específica.
La problemática ambiental nos afecta a todos por igual, y es algo que debe
abordarse con carácter de urgencia en todo ámbito. Es por esto que desde la ingeniería
se debe fomentar la creación de proyectos que brinden soluciones reales y concretas, sin
dejar de lado aspectos de justicia social, mejora en la calidad de vida e inclusión de
minorías.
Algo que se debe tener en cuenta sabiendo el sistema económico, político y
social, en donde estamos inmersos, es que los proyectos entran en un mercado y deben
ser competitivos por lo tanto deben ser vistos desde una perspectiva
económica/financiera, es por esto que también se trabaja en conjunto con la Incubadora
de emprendimientos, donde se toman estos proyectos y se generan Planes de Negocio,
aplicación a Líneas de Financiamiento, capacitación en marketing y ventas y
104
participación mesas de inversores con el afán de que lleguen al mercado para que sus
creadores puedan sostener el proyecto y generar fuentes de trabajo nuevas con los
mismos.
Ingenieras: las mujeres en un área en la que aún mandan los varones
Soledad Vallejos (Diario La Nación, 13/09/17)
Se estima que representan el 20 por ciento de las matrículas; sin embargo, en
algunas ramas de la disciplina, ellas siguen siendo minoría; los arquetipos de género,
una de las barreras.
Ayelén Angulo estudia Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica
Nacional. Ella es parte de una población que, a pesar de ser minoritaria en el mundo
académico y en el laboral, donde predominan los hombres, lentamente va ganando
terreno. Se estima que ellas representan el 20% de la matrícula universitaria.
Al ejemplo de Angulo se le suman los casos de Julia Falcone, de 25 años, y de
Paula Celoria, de 26. A punto de recibirse, la primera fue elegida entre un grupo de
estudiantes -ella era la única mujer- para formar parte de uno de los viajes de prueba del
rompehielos Almirante Irízar, el 6 de junio pasado. En tanto, Celoria fue la primera
estudiante en graduarse como bioingeniera en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires
(ITBA).
Según coinciden en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la UTN, la
Universidad Católica Argentina (UCA) y el ITBA, las mujeres se destacan por sus
excelentes calificaciones y desempeño. "Hay que formar menos abogados y más
ingenieros", insistió hace pocos días el flamante ministro de Educación nacional,
Alejandro Finocchiaro, y en sintonía con el crecimiento en el número de inscriptos en
las universidades de todo el país, las mujeres también son más. De todas formas, hoy
representan el 20% del total de la matrícula, aunque en algunas ingenierías como la
electrónica o la mecánica, arañan apenas el 4 por ciento. El mayor protagonismo lo
tienen en las especialidades textil, química e industrial; en menor medida en
informática, civil y petróleo, y se hacen notar por ser casi la excepción en mecánica,
electrónica y naval.
"Según los datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, el porcentaje de
mujeres estudiantes en el ciclo superior es de 61,9%, llegando en algunas carreras a
superar el 80 por ciento. Mientras que en las ingenierías alcanza sólo el 20 por ciento",
detalla Adela Hutin, directora de investigación del Grupo de Energía de la Facultad de
Ingeniería y Ciencias Agrarias de la UCA.
Hutin invita a observar cómo los porcentajes de mujeres estudiantes de posgrado
han aumentado con el transcurso de los años. "Sucede en todas las disciplinas, llegando
a cifras similares a los de grado y, sin embargo, mujeres con sólida formación
desempeñan trabajos en los que no logran desarrollar ni su potencial ni sus aptitudes. Ni
hablar de la remuneración o el concepto de igual trabajo igual remuneración", asegura la
experta.
Hace ocho años que Guillermo Olivetto ocupa el cargo de decano de la Facultad
de Ingeniería de la UTN, y como testigo de una tendencia que asoma con cautela anhela
que la participación de las mujeres sea cada vez mayor. "Hasta ahora se inscribieron
2448 alumnos. En diciembre pasado teníamos inscriptos un total de 5000, por lo que en
apenas dos semanas desde que se abrió la inscripción estamos casi en el 50% del total
de inscriptos con respecto al año pasado", se entusiasma. Las mujeres, otra vez,
105
representan un 20%, pero Olivetto avizora un panorama más equitativo en cuestión de
género con inclusión al ámbito universitario de las nuevas generaciones. "Se habla de
profesiones no tradicionales para la mujer, y es una tontería verlo de ese modo. Cuando
uno mira los promedios de los egresados, entre los mejores siempre están las mujeres. Y
aunque su desempeño sea incluso superior, es justo reconocer que a nivel laboral hay
barreras que no se han logrado superar. A mismo puesto y nivel jerárquico, siguen
cobrando menos que los hombres", reconoce.
También persiste, según Norberto Lerendegui, director de la Escuela de
Ingeniería y Tecnología del ITBA, una mirada rancia sobre la ingeniería y el
componente de dificultad asociado a las ciencias básicas y al manejo de maquinarias y
sistemas complejos como lugares de dominio de lo masculino. "Creo que las
generaciones jóvenes están cambiando esos prejuicios culturales que subsisten.
Necesitamos más ingenieras en las plataformas petroleras o en la industria naval",
retruca Lerendegui, que también destaca que el mejor promedio obtenido de toda la
universidad es mérito de una ingeniera química.
Falcone, Celoria y Angulo cuentan su experiencia y afirman que tanto de parte
de sus compañeros como de los docentes, el trato que recibieron es igualitario. "Mi
experiencia fue muy buena, claro que siempre está la excepción", advierte Celoria.
Cuando salió al campo laboral, reconoce, la mirada de algunas compañías estaba teñida
por un sesgo machista. "Hay ofertas de trabajo que entre los requisitos figura lo
masculino como algo excluyente." Para ella, este tipo de casos chocan contra las
políticas de promoción de la ciencia y la tecnología que se difunden, sobre todo en un
contexto socioeconómico que revaloriza el modelo industrial y que destaca las
posibilidades laborales que ofrece la carrera de Ingeniería para "todos" los estudiantes.
"Hay que trabajar más en la formación técnico-profesional de las mujeres para
que se acerquen a las funciones líderes en estas áreas. Muchas tienen una motivación,
pero cuando se enfrentan a los exámenes de ingreso, exactamente igual que sucede con
los varones, se frustran antes de arrancar. Pero como representan a una minoría, su
deserción es mucho más significativa", opina Cynthia Giolito, manager de Ciudadanía
Corporativa de Samsung Argentina y una de las disertantes de la última "Reunión de
Especialistas por la Igualdad de Género en la Educación Técnico-Profesional",
organizada por el área de género, sociedad y políticas de Flacso y la división de género
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Por eso, en
conjunto con la UTN, pusieron en práctica el programa Entropía, para mejorar el
rendimiento de alumnos del secundario en materias como matemática, física y química.
De las cinco mujeres que ingresaron con Falcone a la carrera de Ingeniería
Naval, en 2011, hoy quedan tres. Y de los 40 varones permanecen 18. "En la
universidad, jamás recibí un comentario a una actitud discriminatoria", dice Falcone.
Aunque también reconoce que la industria naval, junto con la metalúrgica y la
mecánica, es una de las que menos evolucionó en cuestiones vinculadas al género.
Para Fernando Horman, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UBA y
secretario de Relaciones Institucionales, que haya ofertas de trabajo donde el perfil
masculino es condición excluyente "es absurdo". Y con el objetivo de evitar ese tipo de
discriminación en el ámbito universitario se creó el Área de Promoción de Políticas de
Género, que depende del programa de Extensión Universitaria. "Cuando yo estudiaba,
en la década del 70, creo que el porcentaje no superaba el 5 por ciento. Hoy estudia
Ingeniería una mujer por cada cuatro varones."

106
Vocaciones femeninas en ingeniería, un tema pendiente
Liliana Raquel Cuenca Pletsch (UTN - FRRe, 2019)
En numerosas oportunidades, después de haber sido elegida Decana de la
Facultad Regional Resistencia - FRRe de la Universidad Tecnológica Nacional - UTN,
primera mujer en ejercer ese rol en 49 años de la Institución, me ofrecieron notas donde
resaltara la cuestión de género. Siempre las evité, ya que nunca hasta hace un tiempo
había interpretado algunas situaciones que me tocó vivir desde la mirada de la
discriminación por el hecho de ser mujer. Muchas actitudes me parecieron indignas de
trascendencia, sólo eso. Siempre seguí mi camino, indiferente a los comentarios
sexistas. Tal vez porque soy la mayor de tres hermanas, hijas de una mujer fuerte que
nunca aceptó barreras y que nos inculcó que las únicas barreras que existen son las que
nosotras mismas nos ponemos. Tal vez, también, porque en mi camino trabajé y
compartí espacio con hombres y mujeres que valoran las capacidades, las ideas, la
contracción al trabajo, la personalidad, sin importar cuestiones vinculadas con el género
o la procedencia social. Y seguramente, también, porque el hombre que elegí, y me
eligió, para compartir la vida comparte estos valores.
Y fue así que, durante años, me mantuve ajena a las luchas femeninas por
visibilizarse, porque me parecía que con sólo proponérselo era posible lograrlo. Pero
desde un tiempo a esta parte, en que empecé a prestar atención a las historias
personales, que empecé a mirar mi entorno con mayor detenimiento, que empecé a
destinar tiempo a pensar en estas cuestiones, me doy cuenta de que fui afortunada y que
no todas tienen la misma fortuna. Fui afortunada al nacer de una madre como la mía, al
crecer y desarrollarme en entornos donde la discriminación no era la regla sino, a lo
sumo, la excepción. Y que esas excepciones no eran bien vistas por quienes formaban
parte de esa comunidad.
Puesta a reflexionar sobre el proceso de postulación a Decana, reconozco que no
formó parte de un proyecto de crecimiento profesional. Nunca me lo había planteado
como posibilidad, a pesar de que había llegado a ser directora del Departamento de
Ingeniería en Sistemas en dos oportunidades. Las Facultades Regionales de UTN que
dictan esta carrera eran 12 en esa época, nunca coexistieron más de 2 mujeres en las
reuniones de directores de la especialidad, a pesar de que durante casi dos décadas hubo
paridad entre estudiantes y egresados de ambos sexos en esta carrera y, por lo tanto,
también en el cuerpo docente. En muchas especialidades es peor: no hay mujeres al
frente. Ingeniería Química suele presentar mayor paridad.
Seguramente, en mi subconsciente, interpretaba que el decanato no era una
posibilidad en mi Facultad ni en la UTN, que sería un proyecto sin proyección. Si hoy
me remonto a esa época de mi vida, me doy cuenta de que entendía que éste era un
sector machista de la sociedad al que debía apoyar, pero no me apoyaría. Sin embargo,
la propuesta surgió de muchos colegas varones. Reconozco que me sorprendió el fuerte
acompañamiento que tuve en la postulación.

107
No había dimensionado lo disruptivo que fue este hecho hasta que participé en la
primera reunión de Decanos de la UTN: 28 Decanos y yo. Bastante intimidante,
realmente. Pero ahí estaba, representando a mi Facultad con la convicción de ser una
igual. Lo mejor de todo es que así fui recibida, a pesar de que les significó un gran
esfuerzo acostumbrarse a reuniones donde debían eliminar ciertas expresiones y bromas
comunes cuando las reuniones eran de sólo varones. Reconocí su esfuerzo, haciendo de
cuenta que no escuchaba alguna expresión desafortunada por la que inmediatamente
pedían disculpas. Sólo una de veintinueve en 2010, al año siguiente fuimos dos, hoy
nuevamente hay sólo una mujer Decana en mi Universidad. Si observamos los
gabinetes, la situación es similar: pocas, una o ninguna mujer.
Otro capítulo importante en mi desarrollo profesional lo constituye mi paso por
el Consejo Federal de Decanos de Ingeniería – CONFEDI, donde participé desde el
2010 y que tuve el honor de presidir en el 2017, convirtiéndome también en la primera
mujer electa en lograrlo. En este ámbito, también sentí el reconocimiento y
acompañamiento de mis colegas durante todos los años en que participé. Sigue siendo
un ámbito mayoritariamente masculino, pero cada vez hay más mujeres integrándolo.
Los cambios culturales no se dan de un día para el otro, y en ese entendimiento
no parece tan importante el número sino el hecho de haber generado conciencia en
nuestros pares varones sobre la valía de la mujer en la Universidad, particularmente en
las Facultades de Ingeniería, sobre la posibilidad de que ocupe lugares antes reservados
sólo a ellos. En esta “batalla cultural” se necesitan mujeres decididas, capaces de
asumirse como líderes y de convencer a la comunidad de que pueden hacerlo tan bien
como sus predecesores, y también se requiere de la “generosidad” de los colegas
Decanos para reconocer e impulsar a mujeres destacadas con perfil de liderazgo y
decisión para conducir.
Esto no significa que a partir de ahora todas las Facultades de Ingeniería deban
ser conducidas por mujeres, significa que las mujeres deben sentir que cuentan con el
respeto y la valoración de sus pares que las anime a pensarse al frente de la Facultad o la
Universidad, desechando el pensamiento “mi Institución no está preparada para una
mujer”.
Vocaciones femeninas en Ingeniería
Otro aspecto sobre el que es necesario reflexionar es sobre la escasez de
vocaciones femeninas en ingeniería. Algunos estudios aseguran que esto se debe a
estereotipos existentes respecto de que la ingeniería es carrera de hombres.
Al respecto viene a mi memoria el momento en que debía decidir qué carrera
estudiar (año 1983): mi primera opción fue Traductorado de Inglés, como una
continuidad de mis estudios de idiomas. Un día, en un recreo, una profesora de
Matemática me preguntó qué carrera había elegido y se sorprendió con mi respuesta.
Me dijo: “¡no podés elegir esa carrera, por tu facilidad y gusto por las matemáticas y la
física tenés que estudiar ingeniería!” … ¿cuál se imagina el lector que fue mi
respuesta?... “la ingeniería no es una carrera para mujeres, no me imagino pasar la vida
en una obra…”. Así es, increíblemente yo, en esa época, aún criada en la familia en que
me crie, tenía el estereotipo incorporado … se preguntará entonces cómo se produjo el
cambio en la decisión, fue debido a la insistencia de la profesora que me dijo “hay una
nueva carrera que seguro te va a gustar: Ingeniería en Sistemas, mañana te traigo
información”, así es que a ella debo agradecerle la elección de esta hermosa carrera.

108
Otro recuerdo más reciente tiene que ver con una alumna de Ingeniería en
Sistemas quien hace dos años me manifestaba que la carrera que ella quería estudiar era
Ingeniería Electromecánica pero que los padres no le permitían porque no era carrera
para una mujer... ¿Qué solución se le había ocurrido? Cursar ambas, pero se le hacía
cuesta arriba porque debía demostrar buenos resultados en la carrera elegida por sus
padres. Le ofrecí hablar con ellos, pero no aceptó, entendía que sería peor… los mismos
estereotipos 33 años después.
En 1918 egresó de la Facultad de Ingeniería de la UBA la primera mujer
ingeniera de Argentina y Latinoamérica, unos años después su hermana fue la tercera
ingeniera argentina. Un siglo después el porcentaje de mujeres en ingeniería ronda el
20% y el techo de cristal es aún una realidad en la mayoría de las empresas e
instituciones.
En este sentido, hay que reconocer que faltan referentes femeninas en los
distintos campos de la ingeniería. Con seguridad existen, pero no se comunican; han
sido invisibilizadas durante décadas. Esta es, sin dudas, una tarea pendiente: visibilizar a
todas esas mujeres para que las jóvenes cuenten con referentes femeninas que las
inspiren. Contar con mujeres dirigiendo o formando parte de los gabinetes en Facultades
de Ingeniería, con el testimonio de mujeres que ejercen la profesión en diferentes
ámbitos del país y del mundo, rescatando la historia de mujeres destacadas en cada
disciplina, es el primer paso para mostrar a estas carreras como una opción para las
adolescentes.
¿Qué hacemos? ¿qué más podemos hacer?
Les propongo que por un momento los lectores varones cierren los ojos,
imaginen una reunión típica de su ámbito profesional o un aula de clases en ingeniería,
donde seguramente hay un 80% o más de hombres …. Y ahora imaginen que ese 80%
sean mujeres… ¿cómo se sentirían en esa reunión? ¿entrarían? ... ¿Qué les parece que le
sucede a una adolescente que entra a un aula de ingeniería, donde además debe escuchar
bromas y comentarios machistas y hacer de cuenta que no la afectan porque está en
minoría? ¿Tienen todas, el carácter para aguantar y seguir o para enfrentar a
compañeros y profesores? ¿Pensamos en estructuras de acompañamiento y coaching
para ellas? ¿Proponemos actividades de sensibilización a la comunidad universitaria
para conformar una estructura que contenga y no expulse? … ¿pensamos en estrategias
para sensibilizar también en el ámbito empresarial, público y privado, donde aún
persisten prácticas discriminatorias?
Este año el CONFEDI creó el programa Mujeres en Ingeniería que pretende
motivar a las jóvenes y niñas a estudiar ingeniería mediante acciones que den visibilidad
a ingenieras que disfrutan y se destacan en el ejercicio de la profesión. Entre sus
objetivos se pueden mencionar: ✓ incrementar las vocaciones en ingeniería, ✓
demostrar que las ingenierías son carreras con un amplio campo de acción profesional
que facilita conciliar el ejercicio profesional con la vida social y familiar, ✓ promover la
igualdad de derechos y oportunidades laborales, ✓ visibilizar a las ingenieras que
ejercen su profesión y contribuyen al desarrollo local, nacional e internacional, ✓
impulsar que cada Facultad miembro del CONFEDI se sume a este programa para
llevarlo a todos los rincones de nuestro país.
En la UTN las Secretarías de Asuntos Estudiantiles, Extensión Universitaria y
Relaciones Internacionales se encuentran desarrollando una propuesta vinculada con
esta problemática. Si bien aún se encuentra en etapa de diseño, es importante destacar
109
que el objetivo es brindar soporte e incentivo al Desarrollo Integral de la Mujer en
Ingeniería para lograr un cambio de paradigma en la orientación de las mujeres a
integrarse en el sistema productivo del país, ya sea desde la docencia, la investigación,
el sector privado y/o el emprendedorismo, brindándoles una red de soporte, donde
puedan conocer modelos de rol, recibir mentoreo, formación, incentivos,
acompañamiento. Para ello proponen, entre otras acciones: ✓ generar conciencia en las
estudiantes sobre los campos de acción laboral, incluyendo los menos tradicionales y los
paradigmas de trabajos en el futuro, ✓ lograr el apoyo de instituciones públicas y
privadas, así como también de los hombres que apoyan la equidad de género, ✓ generar
redes de soporte o mentoreo para las estudiantes durante su carrera, ✓ generar redes de
soporte para las mujeres al momento de la ejecución de su proyecto laboral.
Es muy importante el paso dado por las Facultades de Ingeniería de nuestro país,
tomando el tema, trabajándolo desde diferentes ángulos y pensando en las formas de
lograr el objetivo, compatibilizando experiencias y educando. Sin dudas los frutos se
verán en el mediano plazo.
Conclusión
En lo personal entiendo que las mujeres que hemos logrado importantes
posiciones en el ámbito en que nos desempeñamos, debemos asumir el compromiso de
hacer lo que esté a nuestro alcance para facilitar el desarrollo de las mujeres en
cualquier ámbito en que se propongan, no por el sólo hecho de ser mujer, sino por el
hecho de ser persona. Ni mejor, ni peor que un hombre. IGUAL. Con el mismo derecho
a elegir, con el mismo derecho a competir en igualdad de condiciones. IGUAL. No
mejor, ni peor. No quiero cupo para las mujeres, aspiro a que lleguemos por lo que
valemos. Pero también entiendo que es difícil cambiar una cultura, y que muchas veces
sólo se cambia con imposiciones, como el cupo femenino, hasta que la presencia de la
mujer sea tan natural que el cupo ya no sea necesario. Aspiro a que no sea necesario.
Cuando en la 63° Asamblea de CONFEDI me invitaron a presentar el programa
Mujeres en Ingeniería concluí con el siguiente pensamiento: “la ingeniería busca
cambiar el mundo, la mujer busca mejorarlo. Esta es, a mi juicio, la intersección
perfecta”

Informe sobre la implementación del “Protocolo de Prevención e


intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación
sexual” en la UTN-FRT
Introducción
Como parte de la política institucional de la UNIVERSIDAD TECNOLOGICA
NACIONAL en contra de la violencia de género y la discriminación instaurada en el
Acuerdo Rectoral por el que se establecen Políticas Institucionales para la prevención,
atención, sanción y erradicación de casos de violencia de género en la UTN, se
presenta el Primer Informe sobre la Implementación del Protocolo de Acción
Institucional para la Prevención e Intervención ante Situaciones de Violencia o
Discriminación de Género u Orientación Sexual.
La Universidad Tecnológica Nacional, consciente de su compromiso para
erradicar la violencia de género y la discriminación dentro de su institución, pone a
disposición de la comunidad este documento, no sólo como un ejercicio de rendición de
110
cuentas, sino como una herramienta que nos permita entender de mejor forma la
dimensión de los conceptos de violencia de género y discriminación en el ámbito
institucional.
Este informe da cuenta de un problema estructural que se ha reconocido como
prioritario para esta nuestra Casa de Estudios y su socialización tiene como objetivo que
todas y todos contemos con información sobre la presencia y el impacto que tienen la
violencia de género y la discriminación en nuestra comunidad. Es de público
conocimiento, que estamos transitando por un cambio de concepciones muy acentuadas
en nuestra sociedad, en la cual la igualdad y la identidad de género está ubicándose
como uno de los temas prioritarios a tratar en las instituciones.
La adquisición, sistematización y publicación de resultados son acciones
fundamentales para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia y
discriminación en nuestra Universidad. Este informe sobre el tema, debe permitir el
desarrollo e implementación de acciones que atiendan el problema de manera
estratégica e integral.
La comisión de implementación del protocolo está conformada por:
o ING. ROSANA HADAD SALOMON. Docente y miembro del Concejo
Superior
o PROF. SILVINA BASCARY. Docente
o DRA. VERONICA CAMPOS. Docente, Abogada
o LIC. CLAUDIA POURRIEUX. Psicóloga
o NOEMI MURILLO. Secretaria de la SAE
o FLORENCIA FRIAS. Equipo de la SAE
o ING. GABRIELA APARICIO. Docente, Equipo Secretaría Académica
o LIC. VALERIA GRAIEB. Docente, Psicóloga
o ANA LAURA CAPONI. No docente
o SOLEDAD RODRIGUEZ. Estudiante
o ING. JORGE MOLINA. Secretario de Cultura y Comunicación
o ING. LUIS D’ALESSANDRO. Secretario Académico
Objetivos del protocolo
• Garantizar a la comunidad universitaria un ambiente libre de discriminación,
hostigamiento y violencia por razón de género o diversidad sexual. Promoviendo
condiciones de igualdad y equidad.
• Procurar cambios de conducta relativos a la discriminación y violencia basadas
en género, diversidad u orientación sexual.
• Difundir el presente protocolo y los servicios de atención.
• Otorgarle a la persona afectada, el asesoramiento y asistencia que se requiera
para reparar el daño sufrido, sin excluir otros mecanismos previstos por la ley.
• Generar ámbito de confianza y seguridad para que las personas afectadas puedan
exponer con libertad su situación, a fin de hacerla cesar de inmediato y
establecer, en su caso a través de este procedimiento, las responsabilidades y las
sanciones correspondientes.
Acciones psicológico-jurídicas

111
Es necesario contar con un asesoramiento previo a la presentación de la
denuncia y/o queja, en aspectos como su contenido, documentación que es necesario
recabar, posibilidades de interponer/instar trámites posteriores y las consecuencias que
de ellas se derivan, incluyendo derechos y obligaciones.

El asesoramiento jurídico previo debe incluir la información sobre las distintas


posibilidades de protección y las consecuencias de todo ello, así como los derechos
(información, asistencia social integral, asistencia jurídica gratuita, etc.) que pueden
ejercitar a través de la denuncia.

En casos de denuncias fundamentadas es necesario confeccionar un INFORME


DE EVALUACION DE RIESGOS basados en normas del protocolo, así como también
jurídicas en su caso.
Es por ello que es fundamental la exigencia de un equipo multidisciplinario, por
lo cual desde la COMISION DE IMPLEMENTACION se realizó una reunión con la
DEFENSORIA DEL PUEBLO, en su área de Derechos Humanos, en el cual su
personal se puso a disposición de la comisión para realizar las capacitaciones que sean
necesarias al personal docente y no docente de la universidad, así como también los
alumnos.
Con respecto a la Universidad de Derecho de Tucumán, el área jurídica de la
comisión se contactó con el Dr. GONZALEZ NAVARRO, a cargo de Protocolo contra
la Violencia y Discriminación en dicha Universidad, institución pionera y creadora del
procedimiento del Protocolo, el cual se comprometió a realizar capacitaciones sobre el
tema
Conclusiones
Al día de la fecha la UTN FRT, fue creando la idea de la existencia del respeto y
tolerancia entre los miembros de su comunidad, por lo que a través de una herramienta
tan importante como es el Protocolo Contra la Violencia y la Discriminación cumplió
los objetivos que se tuvieron en cuenta a la hora de la creación del mismo. Esperamos se
dé cumplimiento a la conformación definitiva del equipo disciplinario para de esta
forma concluir lo solicitado.

112
TEMA V: LA ÉTICA

El Ingeniero y la Ética
En nuestro tiempo se están produciendo profundos cambios técnicos, sobre todo
en el área de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), que influyen
decisivamente en la configuración de una nueva sociedad. El ingeniero no puede
comprender esta nueva realidad basándose sólo en sus conocimientos técnicos. Una
formación histórica y filosófica resulta indispensable para forjarse una cosmovisión de
cierta profundidad.
Pensemos en los cambios dramáticos que están produciéndose y que se
profundizarán en los próximos años.
En lo que hace a la educación, las computadoras irán tomando un papel cada vez
más importante, y es probable que el número de docentes disminuya drásticamente. En
el campo de la producción de bienes, la robotización de las fábricas ya es una realidad
en los países avanzados, en donde, a pesar de la reducción de las jornadas y la
disminución de los días de trabajo, la desocupación sigue en aumento. Será necesario
encontrar otras tareas para las masas desplazadas por las máquinas. Serán tareas sin
duda más complejas, y que requerirán una educación más profunda y más completa.
El desmesurado desarrollo de la tecnología trae también aparejados problemas
de índole ética o filosófica como, por ejemplo, los derivados de la manipulación
genética. ¿Hasta qué punto es lícito intervenir en el curso de la vida?
Por otro lado, las nuevas técnicas de control acarrean peligros para la
democracia y los derechos humanos. La informatización de todas las operaciones
(compras, trámites, etc.) posibilita controlar totalmente a las personas. Ya a mediados
del siglo XX el filósofo francés Gabriel Marcel señaló el peligro de hacer al hombre
objeto de la manipulación técnica. Se corre el riesgo de transformar al hombre en un
mero objeto, en una cosa.
Problemas éticos, económicos, sociales: el ingeniero no puede desentenderse de
todos estos temas, como si no existiera relación alguna entre la tecnología y los valores
superiores. Para ser fiel a su condición humana, el ingeniero deberá cada vez más
ocuparse de la realidad como un todo.
Qué es Ética
Ética es una rama de la filosofía dedicada a las cuestiones morales. La palabra
ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo ἠθικός (êthicos), derivada
de êthos, que significa 'carácter' o 'perteneciente al carácter'.
Referida al ámbito laboral, se habla de ética profesional y que puede aparecer
recogida en los códigos deontológicos que regulan una actividad profesional. La
deontología forma parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una
serie de principios y reglas de cumplimiento obligatorio.
Ética y Moral
Estos términos tienen diferente origen etimológico. La palabra "ética" viene del
griego "ethos" que significa "forma de ser" o "carácter". La palabra "moral" viene de la
palabra latina "morales", que significa "relativo a las costumbres".

113
La ética es un conjunto de conocimientos derivados de la investigación de la
conducta humana al tratar de explicar las reglas morales de manera racional,
fundamentada, científica y teórica. Es una reflexión sobre la moral.
La moral es el conjunto de reglas que se aplican en la vida cotidiana y todos los
ciudadanos las utilizan continuamente. Estas normas guían a cada individuo, orientando
sus acciones y sus juicios sobre lo que es moral o inmoral, correcto o incorrecto, bueno
o malo.
La ética es diferente de la moral, porque la moral se basa en la obediencia a
las normas, las costumbres y preceptos o mandamientos culturales, jerárquicos o
religiosos, mientras que la ética busca fundamentar la manera de vivir por el
pensamiento humano.
En la filosofía, la ética no se limita a la moral, que generalmente se entiende
como la costumbre o el hábito, sino que busca el fundamento teórico para encontrar la
mejor forma de vivir, la búsqueda del mejor estilo de vida.
La ética puede confundirse con la ley, pero no es raro que la ley se haya basado
en principios éticos. Sin embargo, a diferencia de la ley, ninguna persona puede ser
obligada por el Estado o por otras personas a cumplir las normas éticas, ni sufrir ningún
castigo, sanción o penalización por la desobediencia de estas, pero al mismo tiempo la
ley puede hacer caso omiso a las cuestiones de la ética.
Ética nicomaquea
La ética nicomaquea hace referencia a la obra 'Ética para Nicómaco', escrita
por el filósofo Aristóteles. Se trata de su principal obra sobre ética y es de gran
importancia ya que es el primer tratado sistemático sobre este tema.
En su ética nicomaquea Aristóteles identifica como finalidad suprema la
felicidad individual y colectiva. Para alcanzarla, sitúa a la razón, la virtud y la
prudencia por encima de las pasiones ya que para él los seres humanos viven en
sociedad y sus actitudes deben ser dirigidas hacia un bien común.
Para Aristóteles, toda racionalidad práctica busca un fin o un bien, mientras
que la ética tiene como propósito establecer la finalidad suprema que está por
encima, que justifica todas las demás, y ayudar a conocer la manera de alcanzarla.
Qué son los Valores
En un sentido genérico, los valores son las propiedades, cualidades o
características de una acción, una persona o un objeto, consideradas típicamente
positivas o de gran importancia. Los valores son objeto de estudio de la Axiología.
Referido al ser humano, se suele hablar de valores humanos, valores
universales. Aplicados a un grupo de personas, los valores que están influidos o
determinados por una determinada sociedad y una cultura se suelen denominar valores
sociales y valores culturales. Aquellos que están considerados desde el punto de vista
de la Ética y de la Moral son los valores éticos y los valores morales.
En contextos más específicos, se utiliza este término para referirse a otro tipo de
valores, por ejemplo, valores estéticos o valores económicos. Algunos ejemplos de
valores son la paz, la solidaridad, la amistad, la sinceridad y el amor.
Axiológico es todo lo que se refiere a un concepto de valor o que constituye una
axiología, es decir, los valores predominantes en una determinada sociedad. El aspecto
114
axiológico o la dimensión axiológica de un determinado asunto implica la noción de
elección del ser humano por los valores morales, éticos, estéticos y espirituales.
La axiología es la teoría filosófica encargada de investigar estos valores, con
especial atención a los valores morales. Etimológicamente, la palabra axiología significa
"teoría del valor", que se forma a partir de los términos griegos "axios", que significa
valor, y "logos", que significa estudio, teoría. En este contexto, el valor, o lo que es
valorado por las personas, es una decisión individual, subjetiva y producto de la cultura
del individuo.
Según el filósofo alemán Max Scheler, los valores morales siguen una jerarquía,
y aparecen en primer plano los valores positivos relacionados con lo que es bueno,
después lo que es noble, luego lo que es bello, etc.
Dentro del pensamiento filosófico existe un punto central que es cómo queremos
llegar a ser en el futuro, en un estado mejor. Para poder pasar de un estado actual a un
mejor estado es necesario que se comprenda primero que para hacer mejoras tenemos
que fundarlas en ciertos puntos claves. Esto se llama la axiología filosófica o axiología
existencial, es decir, los valores, que son aquellos fundamentados de la acción que nos
pueden llevar a un estado mejor el día de mañana. Esto se debe a que los valores dan
sentido y coherencia a nuestras acciones.
La ética y la estética están intrínsecamente vinculadas a los valores desarrollados
por el ser humano. La ética es una rama de la filosofía que investiga los principios
morales (bueno/malo, correcto/incorrecto, etc.) en el comportamiento individual y social
de una persona. La estética estudia los conceptos relacionados con la belleza y la
armonía de las cosas.
Valores éticos y morales
La Ética y Moral tratan, entre otros temas, el concepto de los valores. Aunque
en muchos casos se habla indistintamente de valores éticos y morales, estos términos
no tienen el mismo significado.
Los valores éticos son pautas de comportamiento que regulan la conducta,
tienen un carácter universal y se van adquiriendo durante el desarrollo individual de
cada persona.
Los valores morales son aquellos valores que son transmitidos por la sociedad,
en algunos casos vienen determinados por una doctrina religiosa y pueden cambiar a lo
largo del tiempo.
Cuando se habla en este contexto de escala de valores se habla de un sistema de
valores jerarquizado en el que se priorizan unos valores por encima de otros cuando
existe un conflicto. Los valores que se consideran más importantes habitualmente son
más amplios (por ejemplo, el valor del amor contiene el valor de la amistad), son fuente
de motivación y condicionan la toma de decisiones y las acciones del ser humano.
Valores económicos
El concepto de valor económico hace referencia al valor de un bien o un
servicio según las pautas que marca la Economía. El valor económico total viene
definido por cuatro marcadores: el valor de uso directo, el valor de uso indirecto,
el valor de opción y el valor de existencia o intrínseco.
Este concepto también puede hacer referencia al precio de que ese producto
tiene en el mercado, en este caso, valor de cambio.
115
Qué son los Valores universales
Los valores universales son el conjunto de características y normas de
convivencia del ser humano consideradas como cualidades positivas y válidas en una
época determinada. Se suelen considerar innatos a la naturaleza humana.
Los valores universales son objeto de estudio de la Ética, la Moral y la Filosofía.
En concreto, la Axiología dedica su estudio a los valores y los juicios valorativos. Los
Derechos Humanos están basados en lo que se considera como valores universales.
Se trata de un concepto amplio abierto a las interpretaciones. Aunque son
valores a los que se da importancia, cada persona suele priorizar algunos de ellos,
especialmente cuando se presentan situaciones de conflicto entre varios valores
universales.
Ejemplos de valores universales
En general, existe una serie de cualidades del ser humano que se suelen
considerar positivas. Algunos de los valores universales pueden ser el respeto, la
libertad, la bondad, la justicia, la igualdad, el amor, la responsabilidad, la honradez, la
solidaridad, la verdad, la valentía, la amistad, el honor y la paz.
Muchos de ellos están relacionados entre sí y se les da importancia y valor por
su contribución a mejorar la sociedad y aportar dignidad a la persona. Más allá del
interés propio o de determinadas características que cada persona valoriza, estos valores
universales son comunes en distintas culturas.
Este tipo de valores también se pueden trabajar, aprender y desarrollar a través
de distintas formas de educación.
Valores universales y relativos
Los valores relativos son aquellos que no se consideran comunes en todas las
sociedades y civilizaciones. Están supeditados a valoraciones subjetivas, desde un punto
de vista individual como de una determinada cultura. Se suele considerar también a
aquellos que no tienen mucha permanencia en el tiempo ni mucha intensidad o alcance.
Están influenciados por determinados parámetros como la cultura o la religión.
Algunos valores universales también pueden tener distinto valor dependiendo del
contexto y la situación.
Qué es la Ética profesional
La ética profesional es el conjunto de normas de carácter ético aplicadas en el
desarrollo de una actividad laboral. La ética puede aparecer reflejada en códigos
deontológicos o códigos profesionales a través de una serie de principios y valores
contenidos en postulados en forma de decálogo o documentos de mayor extensión.
La ética profesional marca pautas de conducta para el desempeño de las
funciones propias de un cargo dentro de un marco ético. En muchos casos tratan temas
de competencia y capacidad profesional, además de temas específicos propios de cada
área.
Aunque la ética profesional utiliza valores universales del ser humano, se
centra en cómo son estos aplicables al entorno laboral.
Se trata de un tema en continuo debate, especialmente cuando existen conflictos
éticos entre el desarrollo de una profesión y la conciencia o ética personal. En

116
determinadas situaciones se puede optar por la objeción de conciencia cuando una
persona no piensa que está actuando de forma correcta.
Principios éticos del Ingeniero
La Ética de la Ingeniería es la rama de la ética aplicada y el conjunto de
principios morales que se aplican a la práctica de la ingeniería. Esta examina y
establece las obligaciones de los ingenieros para con la sociedad, los clientes y la
profesión. Está muy relacionado con la filosofía de la ciencia y la filosofía de la
ingeniería.
Las asociaciones profesionales de ingenieros han elaborado Códigos de Ética
desde las primeras décadas del siglo XX, habiéndose incorporado sus principios en
menor o mayor grado a las leyes regulatorias de cada país. Si bien esta declaración de
principios generales sirve como guía, los ingenieros todavía requieren de su buen juicio
para interpretar cómo aplicar el código en circunstancias específicas. Estos Códigos son
en gran medida similares a lo largo y ancho del mundo. A continuación, se reseñan los
siete principios éticos de la ASCE (American Society of Civil Engineers), vigentes
desde 1914.
1. Los ingenieros concederán la máxima importancia a la seguridad, la salud y el
bienestar del público y se esforzarán por cumplir con los principios del
desarrollo sustentable en el ejercicio de sus funciones profesionales
2. Los ingenieros deben prestar servicios sólo en las áreas de su competencia.
3. Los ingenieros deben emitir declaraciones públicas sólo de manera objetiva y
veraz.
4. Los ingenieros deben actuar en asuntos profesionales para cada empleador o
cliente como agentes o representantes fieles, y deberán evitar conflictos de
intereses.
5. Los ingenieros deben construir su reputación profesional sobre el mérito de sus
servicios y no podrán competir de forma desleal con los demás.
6. Los ingenieros deben actuar de forma tal de mantener y mejorar el honor, la
integridad y la dignidad de la profesión de la ingeniería, y actuarán con
tolerancia cero con el soborno, el fraude y la corrupción.
7. Los ingenieros deben continuar su desarrollo profesional a lo largo de su carrera,
y deberán ofrecer oportunidades para el desarrollo profesional de los ingenieros
bajo su supervisión.
Conducta del ingeniero
Hay varios conflictos éticos que los ingenieros pueden enfrentar. Algunos tienen
que ver con la práctica técnica, pero muchos otros tienen que ver con consideraciones
más amplias de conducta laboral / empresarial. Estas incluyen:
• Vínculos personales con los clientes, consultores, competidores, y contratistas.
• Comportamiento legal de los clientes, contratistas, y otros.
• Conflicto de intereses.
• Soborno y cohecho, así como regalos, comidas, servicios y entretenimiento.
• Tratamiento de la información confidencial.

117
• La consideración de los bienes del cliente o empleador.
• Subempleo / actividades paralelas.
Algunas sociedades de ingeniería se ocupan de protección del medio ambiente como
una cuestión independiente de la ética. El campo de la ética de los negocios a menudo
se superpone y aporta información para la toma de decisiones éticas por parte de los
ingenieros.

Ética y Ciencia
(Mario Bunge)
Hasta hace poco los científicos no se interesaban en la ética. Argumentaban que
estos problemas son inabordables con el método científico. Sin embargo, el defecto no
pertenece al objeto, sino a los especialistas en ética.
Los científicos empezaron a interesarse por el tema cuando vieron lo que puede
hacerse con los frutos de la ciencia (exterminio “científico” de judíos llevado a cabo por
el nazismo, lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki). Llegaron a la
conclusión de que no hay que dejar que el tema de la moral sea monopolio de mentes
ilógicas y anticientíficas. Por otro lado, desde la Antigüedad los filósofos con intereses
científicos se interesaron por la ética (Lucrecia, Spinoza, Hume, Kant, Dewey).
Durante la Primera Guerra Mundial ya se destacaron por su preocupación ética
científicos como Bertrand Russell.
Hay que dejar de considerar a la ética como un muestrario de opiniones,
arbitrariedades y utopías de pensadores ilustres y construir una ética científica, como
ciencia de la conducta deseable, que emplee el método científico y los conocimientos
científicos sobre el individuo y la sociedad.
Ética y Análisis Lógico
El premio Nobel de Física Jean Perrin dice en Los Principios (1948): “Quien
ha reconocido una vez que una frase puede, mediante el análisis, resultar vacía de
sentido y sin ningún fundamento, aun cuando sonaba bien y producía un gran efecto
mientras permanecía en la vaguedad, será ya difícilmente engañado por las palabras y
rehusará someter su conducta a convenciones crueles o absurdas, aun cuando éstas
tuviesen a su favor todo el peso conferido por la tradición”. Y el antropólogo Paul
Rivet recomienda: “Desconfiar de esas grandes palabras que se escriben con
mayúsculas”.
Si no hacemos un análisis lingüístico nos extraviamos en pseudoproblemas,
como “¿qué es la nada?”. El análisis muestra que cuestiones como ésta no tienen
sentido. Hay que empezar por analizar las formas elementales del discurso moral.
Se dice que la ciencia se ocupa de lo que es, no de lo que debe ser; esto es, de la
realidad, no del valor. Sin embargo, las ciencias del hombre no pueden dejar de
ocuparse del acto axiológico, de valorar, como parte fundamental del ser humano.
El contenido de la ciencia es éticamente neutral, pero la ciencia no se agota en su
contenido. Los criterios para hacer ciencia son normativos. También valora, como
cuando se cotejan teorías rivales. De la ley que afirma la inexistencia de móviles
perpetuos, se desprende la norma: “no debe intentarse construir un móvil perpetuo”, y
de aquí la norma más general: “no debe intentarse lo imposible”. Esta norma no es
118
arbitraria, sino fundada. Se funda en una ley física. Sería deseable fundar todas las
normas a semejanza de ésta.
¿La ciencia es éticamente neutral?
Los que separan los hechos de los valores dicen que la ciencia se ocupa sólo de
los hechos. De aquí se desprende que la ciencia puede ser usada para crear o destruir.
Pero la ciencia no tiene objeto fijo. Lo que la caracteriza es el método. Por otro lado, los
valores no son objetos individuales, sino predicados complejos. No constituyen un
mundo aparte del mundo de las cosas o actos que juzgamos valiosos.
Las ciencias del hombre, como, por ejemplo, la sociología, se comprometen con
los valores. Cuando Josué de Castro investiga la geografía del hambre no puede evitar
tomar partido sin perder objetividad científica.
El científico no cree que la verdad provenga de un Bien meta-mundano
(Platón), sino que de la verdad emanan bienes.
La ética de la ciencia y su corrupción
La ciencia se corrompe cuando se pone al servicio de la destrucción, del
privilegio, de la opresión o del dogma. Esto ocurre porque los científicos –muchas veces
inadvertidamente- se corrompen colaborando con empresas en pugna con el código
moral que rige la búsqueda y difusión de la verdad. Los científicos-administradores, con
el fin de obtener fondos para sus investigaciones, se comprometen con empresas que
traen muerte y hambre. Aun los científicos que niegan que la ciencia tenga que ver con
los valores, admitirán que la investigación científica se ajusta a preceptos como “dirás la
verdad”. La actividad científica es una escuela de moral, por exigir la adquisición a
afianzamiento de los siguientes hábitos:
1) La honestidad intelectual (o culto de la verdad), el desprecio por el
autoengaño.
2) La independencia de juicio, el someterse a pruebas y no a la autoridad.
3) Coraje intelectual (requerida por los dos puntos anteriores). Decisión para
defender la verdad y señalar el error, cualquiera sea su fuente.
4) Amor por la libertad intelectual, y, por extensión, amor por las libertades
individuales y sociales que la posibilitan.
5) Sentido de la justicia. Tomar en cuenta las opiniones y derechos del prójimo,
evaluando sus fundamentos.
Estas cinco virtudes surgen de un código interno, autoimpuesto, que responde a
la mecánica de la investigación y no depende de una sanción exterior. Ninguna de esas
cinco virtudes puede ejercitarse cabalmente cuando la investigación se hace en
beneficio de fuerzas destructivas.
El control político e ideológico de la ciencia, hoy más directo que nunca, es
deformante y corruptor. La misión de la ciencia no es acatar, sino innovar, no es ocultar,
sino descubrir. De aquí que la moral de la ciencia es autónoma, en oposición a los
códigos morales autoritarios.
Pero la ciencia no asegura por sí sola la recta conducta. La sociedad debe
organizarse científicamente. Tiene que desaparecer la contradicción entre el código
moral cotidiano y el científico.

119
Mandamientos de la investigación científica
1) No sostendrás poseer poderes cognoscitivos especiales que permitan
alcanzar el conocimiento por vías supranacionales o supraempíricas (ni intuición
especial, ni visión de las esencias, etc.)
2) Intentarás expresarte con sentido y con claridad, formulando enunciados que
posean significado, y por ello puedan ser convalidados o al menos justificados
pragmáticamente. No disimularás la vaciedad con un lenguaje oscuro.
3) Justificarás lo que afirmas. Sólo recurrirás a la autoridad como expediente
pragmático transitorio.
4) No te atarás a dogma alguno. No acatarás principios de iglesias ni partidos,
ni te encerrarás obstinadamente en una escuela..
5) Te renovarás, estarás atento a los avances del conocimiento, sin intentar
forzarlos dentro de tus esquemas preconcebidos. Más bien, reajustarás tus esquemas a la
realidad.
6) Tolerarás toda investigación científica de hipótesis que no creas; pero serás
intolerante con la ignorancia organizada, con el oscurantismo, con el mito, con las
barreras a la búsqueda y difusión del conocimiento.

Ética, ciencia y tecnología


León Olivé (México, 2000)
Se suele distinguir entre técnicas, artefactos y sistemas técnicos. Las técnicas
son sistemas de habilidades y reglas que sirven para resolver problemas. Los artefactos
son objetos concretos que se usan al aplicar técnicas y que suelen ser el resultado de las
transformaciones de otros objetos concretos. Todos estamos rodeados de artefactos en
nuestra vida diaria: televisores, teléfonos, computadoras, aviones.
Pero ni las técnicas ni los artefactos existen al margen de las personas que las
aplican o los usan con determinadas intenciones. Cuando alguien intencionalmente usa
una técnica para transformar un objeto concreto, ha producido un artefacto. Pero
entonces se ha creado un sistema técnico.
Un sistema técnico consta de agentes intencionales (al menos una persona que
tiene una intención), de al menos un fin que se pretende lograr, de objetos que se
utilizan instrumentalmente para lograr el fin buscado y de al menos un objeto que es
transformado. Al plantearse fines, los agentes intencionales lo hacen contra un trasfondo
de creencias y valores. Los seres humanos son capaces de asignar valores a ciertos
estados de cosas en el mundo, es decir, a considerarlos deseables o indeseables. Por
ejemplo, los materiales de construcción que se obtienen talando un bosque pueden ser
valiosos para un grupo humano. Pero la completa deforestación de un valle también es
indeseable.
Supongamos que una compañía farmacéutica decide poner a prueba en seres
humanos una droga cuyos efectos se desconocen, sin advertir a los sujetos con quienes
120
se experimentará de los riesgos que corren. Podemos juzgar como inmoral la decisión
de la compañía farmacéutica porque busca cierto fin (comercializar la droga) y para ello
utilizan a las personas como simples medios. Los científicos violan aquí tres principios
morales:

1) Kant: debe tratarse a las personas como fines, no como medios.


2) Kant: hay que respetar a las personas como sujetos capaces de tomar
decisiones autónomas, sin engaño ni coacción.
3) No hay que dañar o producir sufrimiento a otra persona si no hay una razón
suficiente que lo justifique.
¿Constituyen un problema ético la transformación, la dominación y el
control?
Las técnicas son creadas por los seres humanos para dominar, controlar y
transformar objetos naturales o sociales. El control de una epidemia es bueno. Pero el
dominio de un pueblo sobre otro es condenable. Utilizar la técnica militar, por ejemplo,
para matar a seres humanos en guerras colonialistas es condenable. La técnica y la
ciencia no son moralmente neutrales, porque son algo más que conocimientos y
procedimientos. Están insertas en complejos de acciones intencionales, guiados por
fines que se proponen los científicos y la sociedad.
Resultados no intencionales.
Uno de los fines al diseñar automóviles con motor de gasolina pudo haber sido
contar con medios de transporte más veloces que los caballos. Pero el transporte con
motores de gasolina ha tenido también el resultado de contaminar la atmósfera. Este ha
sido un resultado no intencional.
Elecciones racionales.
Cuando los agentes deciden poner en juego medios adecuados para obtener los
fines que persiguen han hecho una elección racional. Por ejemplo, si el fin es determinar
la causa de una enfermedad como el sida, es racional llevar a cabo una serie de
investigaciones, como hacer un seguimiento cuidadoso de la evolución de los síntomas
de los enfermos, analizar muestras de sangre, etc. En cambio, no parece adecuado
consultar una bola de cristal. Mientras que la primera línea de investigación es racional
porque los medios parecen adecuados, la segunda es irracional, porque los medios son
inapropiados.
La primera línea se apoya en una tradición exitosa; la segunda, no.
Daños justificables. En algunas situaciones se pueden aceptar actos técnicos
que produzcan un daño, en vista de evitar otro mayor (por ejemplo, cortar la pierna a un
enfermo con gangrena). El problema es que, contrariamente al ejemplo dado, las
decisiones tecnológicas que producen un impacto social o ambiental tienen
consecuencias que no pueden preverse íntegramente. Otro problema es que hay casos
donde existen intereses opuestos entre quienes desean aplicar el sistema y quienes serán
afectados por él. En estos casos no se puede esperar un consenso entre todas las partes
acerca de si el daño está justificado. Hay intereses irreconciliables. Por ejemplo, entre
organizaciones ecologistas, cuyo interés es la preservación del ambiente, e industrias
petroleras, cuyo interés primordial es el beneficio económico. Ante la duda respecto a si
ciertas acciones tecnológicas producirán daños injustificables, los ecologistas aconsejan
121
adoptar el “principio de precaución”. Esto es, evitar tales actos, aunque no haya
pruebas contundentes de que causarán prejuicios injustificables al medio ambiente. Un
caso reciente es la oposición a la Papelera instalada en Uruguay frente a Gualeguaychú.
Las protestas comenzaron mucho antes de la puesta en marcha de la fábrica, ante la
presunción bien fundada de que se producirían daños ecológicos importantes.

Las responsabilidades morales de científicos y tecnólogos


Trataremos un caso que concierne a las responsabilidades morales de científicos
y tecnólogos, así como a la aplicación del ya citado principio de precaución. Está
relacionado con el adelgazamiento de la capa de ozono de la atmósfera, como
consecuencia de la emisión de compuestos químicos producidos artificialmente, los
clorofluorocarburos (CFC). A principios de la década del 60, los científicos Mario
Molina y Sherwood Rowland sospecharon que los CFC, compuestos utilizados en
equipos de refrigeración, de aire acondicionado y latas de aerosol, podían provocar
daños muy serios a la atmósfera terrestre.
Aunque esta hipótesis no estaba claramente probada, ambos científicos la
difundieron y trataron de lograr que se limitara la producción de CFC, lo cual afectaba
los intereses de poderosas empresas, como los laboratorios DuPont. Como los daños
que se habrían producido hasta probar contundentemente la teoría hubieran sido
irreversibles, ellos adoptaron el principio de precaución. Desde 1974, fecha en que
publicaron su hipótesis en la revista Nature, hasta probarla definitivamente en 1985, se
ocuparon de difundir ampliamente los probables peligros de los CFC. Entidades
ecologistas y otras interesadas por la preservación del medio impulsaron la adopción de
medidas preventivas que prepararon a la opinión pública para comenzar a realizar
acuerdos internacionales a partir de 1985, con el fin de reducir la producción de CFC,
hasta llegar a suprimirla por completo. En 1988 la principal firma productora de CFC
acordó suspender la producción y se negó a transferir su tecnología a algunos países que
estaban dispuestos a comprarla y aplicarla. En 1995 Molina y Rowland recibieron el
premio Nobel de química, pero su contribución a la humanidad va mucho más allá de su
labor científica. Esto nos muestra que el conocimiento implica una responsabilidad
moral.

Si un coche autónomo mata a alguien, ¿quién va a la cárcel?


Vanesa Matesanz (Computer Hoy, 29/04/18)
El tema de los coches autónomos es uno de los que más preguntas sugiere. En
nuestro país todavía suena algo lejano ya que todavía no hemos podido ver ninguno
circulando por nuestras carreteras. Pero en Estados Unidos hace solo unas semanas que
un coche autónomo de Uber se cobró su primera víctima mortal. Esto nos hace
plantearnos qué sucedería en este caso.
El accidente de Uber se ha convertido en el primer atropello mortal de un
coche autónomo. En la fatídica noche del 18 de marzo un coche autónomo de Uber se
llevó por delante la vida de Elaine Herzberg, una mujer de 49 años de edad que en ese
momento cruzaba una carretera de noche. Tal ha sido el alcance de la polémica que
Arizona, el estado en el que se produjo el atropello, le retiró a Uber su licencia para
continuar con las pruebas de sus coches autónomos.

122
En esta ocasión vamos a repasar la situación del coche autónomo fuera y dentro
de nuestras fronteras, contando con la ayuda de un despacho de abogados especialistas
en nuevas tecnologías. Eso sí, un pequeño avance: todavía no contamos con respuestas
cien por cien certeras, mucho menos en España. ¡Pero vamos a ello!
Del 0 al 5: los distintos niveles de los coches autónomos
¡Pero ojo! Porque no siempre que hablamos de coches autónomos nos referimos
a coches que no tienen conductor. Tenemos 5 niveles de autonomía:
• Nivel 0: todos los vehículos tradicionales, es decir, todos aquellos con un
conductor que está cien por cien a cargo de la conducción.
• Nivel 1: autonomía en la aceleración o en cualquier otra función, pero nunca con
dos a la vez. Aquí entrarían, por ejemplo, los coches que cuentan con velocidad
de crucero.
• Nivel 2: Acelerador y volante autónomos. El coche hace solo los giros, acelera,
etc. Es decir, el conductor está, pero no hace falta que coja el volante ni pise los
pedales. Tesla ofrece este tipo de vehículos.
• Nivel 3: todas las funciones están automatizadas. El coche puede adelantar él
solo, etc. Pero siempre con un conductor pendiente por si se produce cualquier
contratiempo o por si se quieren variar / controlar estas características.
• Nivel 4: el coche puede resolver cualquier tipo de circunstancia por sí mismo,
pero siempre que esté en un espacio que tiene mapeado y controlado
previamente. Es decir, en una carretera previamente conocida y “memorizada”.
Aun así, se sigue necesitando conductor a bordo.
• Nivel 5: es el más alto de automatización, ya que se prescinde por completo de
conductor. Cualquier carretera, lugar y situación podrían resolverse por este tipo
de coches. Algo todavía bastante lejano.
Legislación del coche autónomo en Estados Unidos
Una vez conocemos los distintos niveles de automatización en vehículos,
pasamos al tema de la legislación. El pasado octubre de 2017 se aprobaba en Estados
Unidos la primera Ley del coche autónomo del mundo. Una ley que está centralizada
en el gobierno federal, responsable de todo el proceso de un vehículo: diseño,
fabricación y seguridad. En el campo de cada uno de los estados queda su tramitación
de los seguros y el registro de estos coches.
Concretamente con esta ley se dio “luz verde” a la fabricación y
comercialización de 15.000 coches por cada fabricante durante el primer año. Lo que
quedó fuera de esta Ley, por seguridad, son los camiones autónomos.
¿Y en qué han quedado las normas de seguridad? Este es el punto más
controvertido. En lugar de normas expresas, se ha optado por unas “recomendaciones
generales” que tienen cumplimiento voluntario.
Es decir, en esta votación se aprobaron exactamente dos cosas: por un lado, la
denominada ley AV START (The American Vision for Safer Transportation through
Advancement of Revolutionary Technologies), que busca un transporte más seguro a
través del avance en tecnologías revolucionarias. Y por otro la TSA, es decir, la reforma
de la Administración de Seguridad en el Transporte para su modernización y adaptación
a las nuevas tecnologías.

123
Conclusión: han sido los primeros pasos de una ley que todavía no está
demasiado avanzada ni regulada para casos como el que hemos comentado
anteriormente.
¿Qué pasa en España?
En España todavía quedan muchos pasos que dar… al igual que en el resto de la
Unión Europea: vamos muy a la zaga. Y es que estamos ante una normativa del año 68
procedente de la Convención de Viena sobre Circulación en Carretera que especifica
que “todo vehículo en movimiento tendrá que tener un conductor”.
España no ha ratificado este acuerdo, Portugal tampoco. Esto quizás nos permita
una mayor movilidad en este sentido (y nunca mejor dicho), y por eso nos preguntamos
qué leyes habría que cambiar para legalizar el coche autónomo en nuestro país.
“Desde luego, será necesario cambiar varias normas que abarcan desde la
regulación del tráfico, a la responsabilidad en caso de accidente o incluso a la
privacidad”, nos explica José Leandro Núñez, abogado de Audens.
“Lo ideal sería que estos cambios se coordinasen a nivel internacional, para
evitar que los países aprueben normas muy diferentes, que dificulten el despliegue de
esta tecnología. Tanto Naciones Unidas como la Unión Europea han comenzado a
analizar el tema, pero me temo que alcanzar un acuerdo exigirá varios años de
trabajo”, explica.
Según los abogados de Audens, a corto plazo el Gobierno se está centrando en
conceder autorizaciones para realizar pruebas y tests. A medio plazo, entienden que la
regulación debería discutirse cuanto menos a nivel europeo.
“Se deberá buscar un difícil equilibrio entre la seguridad del tráfico y los
intereses de la industria”, sentencia José Leandro Nuñez, abogado.
Un detalle: hace solo unos días que se han aprobado dos corredores
experimentales para coches autónomos. Conectarán España y Portugal entre Oporto y
Vigo, y entre Évora y Mérida. Todavía no sabemos las fechas, pero es un paso
realmente importante.
El quid de la cuestión: de quién es la responsabilidad si un coche autónomo mata
a alguien. La duda de la mayoría cuando oímos hablar de coches autónomos nos
preguntamos quién tiene la responsabilidad si alguien muere, como ha sucedido en
Estados Unidos.
“En la actualidad, la responsabilidad de un accidente recae sobre el conductor.
La normativa de tráfico no prevé la posibilidad de que un coche conduzca por sí
mismo, por lo que tendríamos que basarnos en otras normas para buscar una
solución”, explican los abogados.
“Si el accidente se debe a un fallo del vehículo, por ejemplo, habría que
localizar la causa y asignar responsabilidades: el fallo podría ser responsabilidad del
fabricante, del desarrollador de mapas, de los mecánicos que hicieron la última
revisión… Depende de cada caso”, comenta.
Es decir, tendríamos que esperar a que hubiese una ley que regulase este asunto
para determinar los responsables de la muerte de un peatón. Una ley que, a día de hoy,
sencillamente no existe.
Un futuro incierto (legalmente hablando) con respecto al coche autónomo
124
Visto lo visto, está claro que nos enfrentamos a un futuro algo incierto a este
respecto. Todavía queda mucho que avanzar en la Unión Europea en general y en
España en particular.
“Estamos convencidos de que se aprobarán normas para regular
específicamente ests responsabilidades. ¿Cómo se hará? Sinceramente, no lo sabemos,
porque los enfoques pueden ser muy diferentes en función de las prioridades del
legislador, o de las circunstancias del accidente. Pero contar con una normativa clara
será fundamental para el éxito de esta tecnología”, sentencian desde Audens.

Bruselas desarrollará una serie de normas éticas para la IA


Marta Sanz Romero (Computer Hoy, 04/10/18)
La Comisión Europea comienza el camino hacia una regulación de los
derechos y deberes éticos de los robots. El debate sobre la necesidad de dotar a las
máquinas inteligentes de unas normas morales lleva mucho tiempo circulando en la
industria tecnológica, muchas compañías han elaborado ya sus propias normas, pero
ahora son las instituciones públicas las que se ponen manos a la obra con esta tarea.
Un grupo de 52 expertos realizará la primera reunión de muchas para analizar
con minuciosidad las miles de posibilidades y situaciones en las que puede resultar
peligrosa esta tecnología y elaborar unos límites claros, pero sin coartar la libertad de
innovación que tantos beneficios auguran para el futuro social e industria; por eso
decimos que es una delicada tarea.
La conducción autónoma es la rama de la inteligencia artificial que más ha
copado titulares últimamente, debido al desarrollo por parte de grandes compañías de
coches autónomas, pero sobre todo por los fallos y accidentes provocados por esta
tecnología. Hace unos meses nos planteábamos la pregunta de "Si un coche autónomo
mata a alguien, ¿quién va a la cárcel?". Pero no solo los coches pueden suponer ese
riesgo, los mismo pasa con los sistemas inteligentes que están empezando a desarrollar
las aerolíneas para ayudar a los pilotos durante los vuelos y que pronto podría
sustituirles.
Además del transporte automático, Bruselas deberá incluir otra innumerable
variedad de sistemas inteligentes que ahora mismo se usan desde el ámbito más
industrial hasta el más doméstico. Máquinas autónomas en almacenes de fábricas,
soldados-robots que ya han participado en misiones de guerra, los asistentes virtuales
de Google o Apple que tantos usuarios están usando en móviles, y un largo etc.
Somos conscientes de muchos de estos dispositivos, pero tal vez no tengamos
tan claro que estamos tratando con otros muchos programas basados en el aprendizaje
automáticos como los usados por las entidades financieras para determinar que
clientes pueden acceder a un crédito y cuáles no.
Ante este último caso, por ejemplo, ya se ha establecido una normativa dentro de
la nueva ley de protección de datos europea, el GDPR, que determina que toda persona
que sea rechazada en un proceso de selección realizado por una máquina, tiene derecho
a conocer los criterios que se han empleado para tomar esa decisión.
Esto se ha denominado derecho de explicación y protege a las personas en caso
de que se le niegue la entrada a un país o un crédito entro otros muchos casos de forma
injusta, y al mismo tiempo detectar sesgos racistas o sexistas en los algoritmos.
125
La principal pregunta que se plantea ahora es, ¿en quién debe recaer la
responsabilidad y el poder de decidir qué es moral y qué no? No todo el mundo
tiene el mismo concepto de ético o moral, y mucho menos la diversidad de políticos que
pueblan nuestras instituciones actualmente.
En Estados Unidos las empresas tecnológicas también han solicitado al
Gobierno una regulación clara sobre este tema, pero teniendo en cuenta el carácter
internacional que está alcanzando la tecnología, son muchas las voces expertas que
apelan a la necesidad de que estas leyes y normas se redacten a nivel global para que
realmente tengan utilidad y las empresas no deban estar adaptándose a cientos de
normativas distintas

126
Entrevista al filósofo Javier Sádaba (Titular de Ética de la Universidad
Autónoma de Madrid), por Pedro Lipcovich. Diario Página/12, 20/8/04
-La clonación de la oveja Dolly en 1997 fue un acontecimiento que dio
testimonio del enorme desarrollo alcanzado por la ingeniería genética. Se agrega la
expectativa suscitada por las “células madre”, que a partir de la clonación de
embriones humanos podría dar lugar a tejidos de utilidad terapéutica. Esto que se
perfila como una rama nueva, la medicina regenerativa, genera interés en los
científicos, expectativas en los pacientes y ambición en las empresas farmacéuticas,
todo lo cual entra en conflicto con una reacción que podríamos llamar
“premoderna” liderada por la Iglesia Católica y amplios sectores del
protestantismo. Es como si estos desarrollos pusieran en cuestión algo esencial
para ellos: la distancia infinita entre el Creador y sus criaturas. Y nuestro genoma
es tan parecido al del chimpancé, al del ratón: no sólo somos hijos de la evolución,
sino que podemos llegar a modificarla, y esto suscita terror.
-Si el conflicto se plantea entre una fórmula “premoderna” y el capitalismo
avanzado, el desenlace parecería obvio. Más temprano que tarde la investigación con
células madre embrionarias se va a imponer. El problema es que no se está dando en un
contexto de justicia, donde todos puedan acceder a lo que se obtenga. Pero estas
cuestiones sociales son externas a la biotecnología en sí misma; en el plano interno, el
de la investigación, la clonación me parece inobjetable.
-¿También la clonación reproductiva?
-Los científicos, que suelen ser prudentes y pragmáticos, prefieren limitarse a
hablar de la clonación terapéutica, que puede llevar a obtener tejidos útiles contra
enfermedades, y no enturbiar el campo con la clonación reproductiva, prohibida en la
mayoría de los países. Pero la filosofía no está obligada a ser prudente ni pragmática, y
nuestra pregunta debe ser: si la clonación reproductiva pudiera realizarse: ¿dañaría a
alguien? Supongamos que una persona quiera tener un hijo genéticamente idéntico a
ella: ¿cuál sería el problema? Siempre han existido hermanos gemelos y nadie piensa
que eso sea una monstruosidad.
-Una diferencia con los gemelos sería que, en la clonación, la identidad
genética obedecería a un deseo muy particular del progenitor. ¿No podría ser
peligrosa la gravitación sobre el hijo de un deseo así?
-Pero eso pasa siempre con los hijos. Constantemente se ejerce esa gravitación.
Los hijos están “clonados” por la educación autoritaria, mucho más que lo estarían por
una clonación biológica. Todos estamos “clonados” por la prensa, por los intereses, por
las tribus ideológicas. Ahora bien, la decisión tendría que quedar en manos de cada
ciudadano. No se trata de que el Estado decida clonar personas en serie.
-Seguramente Usted tampoco objetaría que las personas eligieran
características de sus hijos, como el sexo.
-No lo objetaría. El Observatorio de Bioética y Derecho de Barcelona se
pronunció a favor de la elección del sexo. Esta elección ya es tecnológicamente viable y
es legal en España para el caso particular de prevenir la hemofilia. Nuevamente, el
punto está en que la decisión esté reservada a los sujetos y no, como ha sucedido en
sociedades como la China, que la elección de sexo sea impuesta desde arriba,
conduciendo incluso al infanticidio.

127
-¿Y si se pudieran predeterminar otras características del hijo, como la
capacidad intelectual?
-Claro que no hay un gen que determine la capacidad intelectual, pero, si fuese
el caso, ¿por qué no? ¿No les dan las madres vitaminas a sus hijos? El término para
ubicar estas cuestiones es “neoeugenesia”, diferenciable de lo que se llamó “eugenesia”,
que eran prácticas destinadas a “mejorar la raza”, especialmente la raza blanca. En la
neoeugenesia pueden incluirse enriquecimientos como la posibilidad de modificaciones
genéticas que previnieran enfermedades: yo mismo, puesto en el lugar de un hijo a ser
engendrado, me anotaría en modificaciones genéticas que mejoraran mi salud o
pudieran hacerme más feliz. Lo esencial es que a estos enriquecimientos tengan acceso
todos, no sólo algunos sectores sociales, y que no sean impuestos por el Estado.
-En los diferentes temas que aborda, Usted observa que la libertad de
elección está condicionada a lo que cita como “adecuadas regulaciones”. Sin
embargo, Usted ha sido crítico de la sociedad occidental contemporánea, que llegó
a calificar como “pseudodemocracia”, ¿esto no pone en riesgo las garantías de
adecuada regulación?
-En efecto, soy crítico de las democracias occidentales: están eliminando la
participación de la gente; están siendo absorbidas por las multinacionales; los partidos
políticos se están convirtiendo en empresas. Sin embargo, estas democracias son lo
mejor que hay: seguimos teniendo derecho a hablar y a elegir, y el debate social no tiene
que restringirse a los políticos: los filósofos, los juristas y muchos otros actores sociales
tenemos también la función de hablar con la gente y la sociedad puede obligar a los
políticos a tomar decisiones.-

128
Entrevista a Alberto Kornblitt (científico y divulgador), por Sonia Santoro.
Diario Página/12, 22/12/13
Se han dicho muchas cosas de Alberto Kornblitt. Tal vez la que más permita
comprender la dimensión de este científico para los legos es aquella frase que lo
definió como “el Messi de la ciencia”. En esta entrevista habla sobre el ADN, los
genes y los prejuicios sociales en torno de ellos, como el otorgarles a los genes la
determinación absoluta de lo que somos o lo que padecemos o la supervivencia del
racismo, a pesar de que las razas humanas no existen para la biología. Además,
explica el error en la reforma del Código Civil y Comercial en torno del origen de la
persona humana: “La vida humana no comienza con la fecundación”, dice; y va más
allá: “Tampoco es que comience con la implantación, porque en la implantación el
embrión todavía no ha desarrollado el sistema nervioso”.
–¿Cuál es el rol del científico?
–Los científicos tenemos el deber de aportar a la sociedad no solamente
dando cuenta de lo que hacemos, sino además ayudando a entender problemas que
tienen que ver con la ciencia y la tecnología y que están relacionados con la vida
cotidiana y con las decisiones políticas. Por ejemplo, ahora se está discutiendo el
Código Civil y el artículo 19 se plantea dónde comienza la vida humana.
–Se me adelantó a la pregunta...
–Bueno, acá confluyen prejuicios, dogmas religiosos, conservadores. Y, la
verdad sea dicha, uno tiene que explicar que cuando un espermatozoide se junta con
un óvulo y forma un cigoto, eso todavía no es un ser humano. Y que puede ser un
embrión inclusive fuera del útero de una madre, pero ese embrión, si no se lo
trasplanta al útero de una madre, no progresa para dar un ser humano. Llega a un
cierto punto y muere. Por lo tanto no basta con que la gameta masculina y la
femenina fecunden para generar un ser humano. Tiene que haber otra información ya
no genética sino ambiental que proviene del útero de la madre. Entonces no tiene
sentido definir que el ser humano comienza con la concepción. También es
cuestionable decir si el ser humano comienza con la implantación en el útero. Por
mis conocimientos científicos, yo sería partidario de aclarar primero que la vida
humana no comienza con la fecundación. Segundo, que tampoco es que comience
con la implantación, porque en la implantación el embrión todavía no ha desarrollado
el sistema nervioso. En todo caso es un proceso dinámico en el cual hay distintas
etapas.
–Se espera que el año que viene, cuando se reabra de nuevo la discusión,
se introduzcan estas consideraciones.
–Yo creo que tiene que discutirse profundamente en Diputados. Que no se
puede aprobar a libro cerrado. En particular, que se tiene que discutir el artículo 19.
Y espero que no haya una mayoría dogmática al respecto; en todo caso, que se deje a
los diputados votar a conciencia. Pero además, yo estoy en el Comité Nacional de
Ética en la Ciencia y la Tecnología, donde este tema ha sido discutido. Hubo una
consulta a los científicos y hubo un documento, que de alguna manera se tuvo en
cuenta a la hora de modificar algunos artículos. En el Comité hemos decidido hablar
con los diputados o con las autoridades para explicar los aspectos biológicos y
jurídicos.
–¿Cuáles son los principales mitos que circulan en relación con el ADN?

129
–El determinismo genético, por ejemplo. Sospechar o afirmar que todas las
características humanas e incluso muchas enfermedades están causadas por los genes
o por las variantes de genes que uno heredó de sus padres. Eso no es así. El medio
ambiente cumple un papel fundamental en las características socioculturales,
afectivas y cognitivas del ser humano y en muchos casos se sabe que para un
fenotipo dado, para una capacidad o característica externa dada, hay un componente
genético y hay un componente ambiental. Eso se puede determinar que es así, pero
no se sabe cuál es la proporción de cada uno. Los hijos de (Johann Sebastian) Bach
fueron buenos músicos, pero uno no puede saber si fueron buenos porque heredaron
los genes del papá o porque se identificaron con él. Entonces cuando no se sabe eso
respecto de una característica saliente, lo mejor que se puede hacer es no decir nada.
–¿Cuál es el peligro?
–El determinismo genético es muy grave porque está siempre asociado ya no
solamente a la estratificación en clases de la sociedad, sino a la elaboración de
políticas. Por ejemplo, las capacidades cognitivas de los alumnos pueden tener que
ver con el ambiente, pero también podría ocurrir que se les quiera asignar
intencionalmente un origen hereditario que no tienen (ya se ha dicho). Entonces, un
gobierno que quiere hacer recortes puede decidir no invertir en educación de sectores
que están estigmatizados porque hereditariamente no tendrían capacidades para
aprovechar esa educación. O sea que todo lo que signifique discriminación
individual, social, de grupos, de grupos étnicos, en virtud del determinismo genético
es una herramienta de poder.
–Usted dice que para la biología no existen en las razas, ¿lo puede
explicar?
–Exacto. El tema es que el concepto de raza como una población de alta
homogeneidad genética no se aplica en los humanos porque todas las poblaciones,
por más que difieran en algunas características externas, tienen una alta variabilidad
genética interna. Yo hago mía la frase del genetista brasileño Sérgio Pena que dice
que no es que seamos todos los humanos iguales, sino que somos todos igualmente
distintos. Hay diferencias, pero no están estigmatizadas en razas, en poblaciones
cerradas. Esto hace que pueda ocurrir que las diferencias genéticas entre dos negros
sean mayores que entre un negro y un blanco, porque el color de piel es una
característica, la estatura es una característica, pero nosotros tenemos 23 mil genes y
hay muchas variantes de cada gen. No obstante, nuevamente el concepto de raza es
utilizado para el racismo, que es una actitud política. Por lo tanto, perteneciendo a la
misma especie, siendo la misma humanidad, el mismo genoma y la misma
humanidad del genoma, la biología nos dice que no hay razas, pero aun si dijera que
existieran, no se justificaría y habría que luchar contra el racismo.
–En cuanto a la clonación humana, ¿en qué estado está la discusión?
–Está prohibida legalmente en muchos lados y no aprobada por la comunidad
científica en casi todo el mundo. Por varias razones. La primera de todas es que no
hay ninguna necesidad ni social ni médica de clonar humanos, porque en última
instancia sería un método de reproducción asistida distinto de los que se usan hoy en
día. Segundo, porque se sabe por el clonado de animales, que se practica
profusamente, que la técnica de clonación es biológicamente insegura porque de
entre los embriones que se generan por clonación un porcentaje no despreciable nace
con malformaciones. Y si eso se aplicara en los humanos sería éticamente
130
inaceptable. Pero en este contexto, la razón por la cual nos oponemos o no aceptamos
la clonación humana no es que no se puede clonar humanos porque si se clonaran
tendrían un destino personal idéntico al de quien se le obtuvo el núcleo para hacer el
clon, porque sabemos que eso no es así. Los gemelos univitelinos son genéticamente
idénticos y además en ellos el ambiente fue muy uniforme porque pasaron los
mismos nueve meses en el mismo útero de la misma madre, nacieron el mismo día,
fueron muchas veces criados y educados por los mismos padres, mandados al mismo
colegio, vestidos igual, y aun así, con esa uniformidad ambiental y socioeconómica y
teniendo los dos genomas idénticos, son dos individuos distintos. O sea mucho más
distintos serían entonces, en cuanto a su destino cultural, social, afectivo, biológico,
dos individuos que están desfasados en el tiempo. Pero hay muchos prejuicios en la
sociedad que deben ser escuchados porque la fantasía determinista persiste.
–Está esa fantasía de “clonar para sacarle los órganos”.
–Eso es un acto ilegal que podría hacerse también con niños no clonados. En
nuestras sociedades hay explotación cuasi esclava. Y si es de niños o bebés, nada
cambiaría que fueran clonados respecto del delito de ocultar a seres humanos en un
sótano para tenerlos como reservorio de trasplantes. Un inescrupuloso millonario
podría hacerlo con niños no clonados que fueran histocompatibles con él. Están las
fantasías de la producción en serie de seres humanos como en Los niños del Brasil.
En fin, todas estas fantasías también de la literatura y del cine son válidas, pero no se
restringen al evento de la clonación, en todo caso hablan de la ética y las
perversiones de los humanos en general.
–¿La clonación terapéutica sí es válida?
–Se supone que hay ciertas técnicas de terapia de un individuo que podrían
hacerse con células que no sean rechazadas por el propio individuo a nivel
inmunológico. Entonces, la idea de la clonación terapéutica sería generar células
troncales o madre a partir de embriones que se generaron por el trasplante de un
núcleo del individuo que va a recibir esas células; con eso se garantiza que sean
genéticamente idénticas a ese individuo y por lo tanto no sean rechazadas. En ese
sentido, la clonación terapéutica generaría embriones humanos en el laboratorio que
no son trasplantados al útero de una madre sino que son sus células disgregadas y
utilizadas para generar nuevos tejidos. Pero eso no se ha hecho de manera rutinaria,
está en experimentación. Y hay otras alternativas, también en experimentación, como
tomar células adultas del paciente, no de un embrión, y convertirlas en células
troncales. Entonces no aprobamos la clonación con fines reproductivos pero
queremos que quede abierta la posibilidad de la clonación con fines terapéuticos.
–En ese punto también se oponen los sectores conservadores.
–Sí, la Iglesia se opone también a eso porque considera que ese embrión es
una persona y que por lo tanto destruirlo es lo mismo que en un aborto.
Es notable, porque la Academia Pontificia sacó un documento en el cual se
opone a la clonación terapéutica porque eso implica la destrucción de embriones
humanos, pero deja una cierta vía de permisividad para la clonación reproductiva,
porque dice que “al menos en la reproductiva se terminaría en un bebé”. Cuando, en
realidad, las razones para no apoyar la reproductiva son que, básicamente, es
biológicamente insegura y que todavía en la sociedad hay prejuicios con el
determinismo genético, pese a que nosotros decimos que no debe ser prohibida por
esas razones. Convengamos en que existiendo esos prejuicios, el recibimiento social
131
de alguien que es físicamente idéntico de otro que existió, le puede generar
problemas a esa persona. Más allá de lo que uno piense científicamente, eso existe.
Si a alguien se le muere un hijo, conserva sus células, y luego quiere repetir el evento
con células del hijo, hay aspectos psicológicos que son complicados, porque ese
nuevo niño es otro, pero como va a tener el mismo aspecto físico... Hay
complicaciones de orden psicológico que, como no hay ninguna necesidad, no serían
deseables.
–¿Y qué pasa con los organismos genéticamente modificados, como las
plantas transgénicas?
–Los sectores ambientalistas que están en contra porque supuestamente no
son naturales ponen en la misma bolsa a todos los organismos genéticamente
modificados, como si fuera que son malos por sí mismos, cuando en realidad la
transgénesis es un método para introducir un gen en una planta o animal para
cambiarle la información, cosa que se han venido haciendo hace 10 mil años...
–Con otras técnicas...
–Más artesanales. Pero lo que yo transmito es que ser transgénico no es malo.
Transgénico es un método de obtener una variedad. Luego, si esa variedad es
peligrosa para el ambiente, peligrosa para la salud animal o humana, o su utilización
causa problemas económicos, sociales o de salud, eso no tiene que ver con que sea
transgénica. Yo uso la metáfora: decir que un transgénico es malo per se es lo mismo
que decir que un rodado contamina. El ser rodado no es contaminante porque el
monopatín y la bicicleta son rodados y no contaminan, en cambio el colectivo es un
rodado y sí contamina. Hay un problema epistemológico ahí. Entonces, muchos
ambientalistas al poner la culpa en la técnica y no en el uso de la técnica, a la larga
están minando las bases de la ciencia y están desconociendo la posibilidad de que la
técnica pueda ser utilizada para beneficio de ciertos sectores vulnerables de la
humanidad sin causar perjuicios.
–¿Quiénes invierten en esto, las empresas solamente? ¿Qué controles
hay?
–En todo el mundo siempre hay un tipo de control y por supuesto hay
intereses económicos que pueden subvertir y pasar por encima de esos controles. Yo
estoy hablando del evento técnico de generar una variedad transgénica. El problema
es quién la usa, con qué controles. En eso estoy de acuerdo absolutamente en que
debe ser controlado, preferentemente por el Estado.
–En un momento del libro plantea que lo natural es la tecnología, ¿puede
explicarlo?
–Es que el ser humano es la especie que domina al planeta y su propia
supervivencia en este planeta, más allá de las guerras, la explotación y el capitalismo,
está basada en la modificación del ecosistema. Está basada en el dominio de la
agricultura, de los ríos, de los mares. Y esa modificación del ecosistema implicó,
desde el principio mismo, tecnología. Los monocultivos de arroz, de trigo; la
generación de plantas cultivadas, de animales domésticos, son necesidades para la
supervivencia del ser humano y son intervenciones tecnológicas. Entonces, pretender
volver a una sociedad con métodos de cultivo parecidas a la sociedad primitiva
pretecnológica es utópico porque la esperanza de vida bajaría drásticamente, habría
hambrunas, habría muertes. No tiene nada de natural primitivamente cultivar 2000

132
hectáreas de arroz en un monocultivo, es decir arrasar lo que había en esa zona. Pero
si vos no cultivás esas 2000 hectáreas de arroz, mucha gente se muere de hambre.
Entonces ahí es donde lo tecnológico es natural, es natural a nuestra especie.
–Lo difícil es el límite. Por ejemplo, los problemas que surgen con las
mineras...
–Por supuesto. El límite está más relacionado con el para quién que con el
para qué. El problema es si la intervención está sólo basada en el provecho
económico de la empresa que lleva adelante el proyecto y no hay un control del
Estado de manera de impedir que contamine, que arrase. Pero si el Estado hace los
controles adecuados, la tecnología per se no es mala, puede ser provechosa. Tenemos
que plantearnos la posibilidad de que haya tecnologías usadas por quienes no tienen
intereses solamente de lucro y controladas sean más que útiles.
–Al final de La humanidad del genoma... hace una especie de oda a los
libros.
–Ese capítulo era una reflexión sobre todos los avances tecnológicos que
hubo en la vida cotidiana desde 1810 a 2010 en el Bicentenario de la Revolución de
Mayo. Uno repara en que no había fósforos, no había hojitas de afeitar, no había
alambre de púas, no había petróleo, etc. Todas cosas que se fueron incorporando en
esos 200 años. Pero algo sí había: los libros. En ese sentido, si bien hay una discusión
de si el libro va a perdurar como objeto, el libro en sí es una de las cosas más grandes
que tiene la humanidad.

133
INGENIERÍA Y SOCIEDAD
PROGRAMA Y BIBLIOGRAFÍA

“COMPETENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y ACTITUDINALES DEL INGENIERO:


Desempeñarse de manera efectiva en equipos de trabajo; Comunicarse con efectividad; Actuar
con ética, responsabilidad profesional y compromiso social, considerando el impacto
económico, social y ambiental de su actividad en el contexto local y global; Aprender en forma
continua y autónoma; Actuar con espíritu emprendedor.” (CONFEDI "Competencias en
ingeniería", 1a ed. - Mar del Plata: Universidad FASTA, 2014)

“...el conocimiento humanístico es ahora más importante que nunca... en ingeniería,


como en otros estudios, se necesita entender otras lenguas, otras culturas, tener formación en
Historia y Ciencias Sociales, porque los cambios tecnológicos que estamos viviendo no
funcionarán si no hay un profundo conocimiento cultural detrás. Para que funcione la
tecnología también se tiene que entender el contexto histórico y social.” (Rosalind Williams,
MIT).

TEMA 1. INGENIERÍA Y SOCIEDAD. Ingeniería y paradigma tecno-económico.


Los modelos políticos y económicos del siglo XX. Los desafíos de la globalización:
la acentuación de las desigualdades y la destrucción del equilibrio ecológico.

➢ Harari, Yuval Noah 21 Lecciones para el Siglo XXI, Ed Debate, Barcelona,


2018. Caps. 1 y 7.
➢ Montenegro, Walter Introducción a las doctrinas político-económicas. México:
FCE, 1980. Pp. 13-29.
➢ Osorio, Carlos M. “Los efectos de la ingeniería en el aspecto humano”
Conferencia presentada en la XXIX Convención Panamericana de Ingeniería.
Ciudad de México, 2004.
➢ Pérez Lindo, Augusto. “Mutaciones bio-históricas actuales”. Publicado en:
RELACIONES, no. 413, Montevideo, octubre 2018, pp. 18-23
➢ Shiva, Vandana. ECOLOGICAL REFLECTIONS ON THE CORONA VIRUS.
One Planet, One Health – Connected through Biodiversity. Publicado el
18/03/20 en JIVAD, The Vandana Shiva Blog.

TEMA 2. EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO. Características de las ciencias.


Ciencia básica, ciencia aplicada y tecnología. Pseudociencias. Pasado y futuro del
modelo baconiano.

➢ Bunge, Mario. La ciencia, su método y su filosofía, Ed. Siglo Veinte, Buenos


Aires, 1960.
➢ Salinas de Sandoval, Julia. “Concepciones epistemológicas sustentadas por
estudiantes secundarios de física”. Comunicación presentada en las Segundas
Jornadas Nacionales de Epistemología. Tucumán. Abril de 2000.
134
➢ Sagasti, Francisco. “El ocaso de la era baconiana y el futuro de la humanidad”,
en Unodiverso, Revista del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Perú,
No. 2, 2006, pp. 33-41.

TEMA 3. CIENCIA, TECNOLOGÍA Y DESARROLLO. Estudios en Ciencia,


Tecnología y Sociedad. Concepciones del desarrollo. Políticas científicas y
tecnológicas para el desarrollo en la Argentina y en América Latina. Objetivos del
Desarrollo Sostenible.

➢ Bunge, Mario, Ciencia, Técnica y Desarrollo, Ed. Sudamericana, Buenos Aires,


1997.
➢ Botana, Natalio R. y Sábato, Jorge "La ciencia y la tecnología en el desarrollo
futuro de América Latina". Revista Arbor: Ciencia, pensamiento y cultura, Nº
575, 1993, pp. 21-44.
➢ Organización de las Naciones Unidas. “Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Nueva York, 2015.

TEMA 4. LA UNIVERSIDAD. Responsabilidad Social Universitaria: un nuevo


paradigma en educación superior. Producción de Conocimiento al servicio de
necesidades locales. Equidad y género en el estudio de las ingenierías.

➢ Vallaeys, François “Responsabilidad social empresaria y universitaria”.


Entrevista realizada por Gustavo Tondi para el Blog “Ética y RSU”. Bs. As.,
2008.
➢ Cuencia Pletsch, Liliana Raquel “Vocaciones femeninas en ingeniería, un tema
pendiente”, en Giordano Lerena, R; Páez Pino, A. Matilda y las mujeres en
ingeniería en América Latina. CONFEDI-LACCEI. Universidad FASTA
Ediciones. Argentina. 1ª edición. Marzo 2019.
➢ AA.VV. “Informe sobre la implementación del “Protocolo de Prevención e
intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u
orientación sexual” en la UTN-FRT”. Tucumán, marzo 2019.

TEMA 5. LA ÉTICA. Ética, ciencia y tecnología. Principios éticos del ingeniero.


Análisis de casos: a) vehículos no tripulados, b) Inteligencia Artificial, c)
manipulación genética, c) clonación humana.
➢ Bunge, Mario Ética, Ciencia y Técnica, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1997.
➢ Popper, Karl “Tolerancia y Responsabilidad Intelectual”, capítulo de En Busca
de un Mundo Mejor, Paidós, Barcelona, 1996.
➢ Olivé, León “Ética, ciencia y tecnología” en El bien, el mal y la razón: facetas
de la ciencia y de la tecnología, Ed. Planeta, México, 2000.

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Este cuadernillo se terminó de editar en la
Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Tucumán,
Argentina, en abril de 2020.
Material didáctico de uso exclusivo para alumnos de las carreras de ingeniería
de la UTN-FRT. Edición no comercial.
Los artículos que no son de elaboración propia, mencionan su autor y
procedencia.

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Responsable de la Edición
Prof. Esp. Lic. Rodrigo Campos Alvo

Con la colaboración de
Prof. Abog. Verónica Campos, Arq. Inés González Alvo, Lic. Carina Jatib

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