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La E.

A referida en este trabajo, es aquella actividad pedagógica integrada a la

escolarización. Las funciones de la Educación Artística, en el ámbito escolar, es

principalmente desarrollar en el estudiante nuevas formas de expresión y la capacidad de

transmitir y materializar ideas y conocimientos, a partir de la integración de saberes

(Vintimilla Cordero, 2019). Puede desarrollarse como un área funcional al aprendizaje del

estudiante aplicado a cualquier materia o tema dentro del aula, en este caso, algunos

autores lo denominan “Educación por el arte” o a través del arte, o bien, puede contribuir al

arte en sí misma, en el desarrollo y potenciación de las capacidades artísticas propiamente

dichas, en este caso se trata de “Educación para el arte”. En cualquiera de los dos casos

se requieren de profesionales competentes tanto en la didáctica como en las artes, capaces

de articular los saberes, motivar e impulsar la creatividad y proporcionar el ambiente y los

materiales necesarios para promover los aprendizajes significativos.

Ahora bien, la Educación Artística de acuerdo con el Ministerio de Educación del Ecuador

(2016, p. 50) se conceptualizada como Educación Cultural y Artística, de aquí en adelante

ECA y se define como “un espacio que promueve el conocimiento y la participación en la

cultura y el arte contemporáneos, en constante diálogo con expresiones culturales locales

y ancestrales, fomentando el disfrute y respeto por la diversidad de costumbres y formas

de expresión”. El Ministerio de Educación del Ecuador (2018, p.9) concibe el aprendizaje

en las artes y a través de las artes y la cultura, es decir, tiene en cuenta, tanto la Educación

para las artes, como la Educación por las artes, el aprendizaje de este tipo “enriquece a la

persona, estimula la imaginación y la innovación y proporciona experiencias únicas que

perdurarán en el tiempo”.
1.1.1. Breve desarrollo histórico de la Educación Artística 

La expresión artística corresponde a tiempos inmemorables desde la prehistoria hasta los 


memorables registrados a lo largo de la historia en sus diferentes etapas. Las actividades 
artísticas se inician con el desarrollo de la humanidad como una necesidad de expresión 
del ser humano en su realización con el devenir del mundo. Muchas son las evidencias
del  arte en las antiguas civilizaciones desde las cultura Egipcia, China, India,
Mesopontámica  (4.000 a. C.), la cultura Griega y las teocráticas preztecas y preincas
(300 a. C. y el 900 d.  C.), las civilizaciones Azteca, Maya e Inca (1.000 a 1.500) se
encuentran resto de las  manifestaciones artísticas del ser humano. Cabe destacar que,
las culturas Europeas  (35.000 a. C.) y 12.000 a. C. en la zona de Iztapalapa en México,
se han conseguido los  restos arqueológicos más antiguos de la actividad artística del
hombre (Ruíz Solórzano,  2004). No obstante, aun cuando se registran evidencias
artísticas, no se tiene conocimiento  preciso de cómo se realizaba la enseñanza y el
aprendizaje del arte, en esta época, pero  es muy probable que se realizara a través de la
práctica aprendida por observación y  repetición (Ruíz Solórzano, 2004). 

Durante el siglo v a. C., al XVII d. C., fue cuando se pensó en poner al arte al servicio de
la  educación, se consideraron solo los preceptos técnicos, sin pensar en el educando,
por  ejemplo, la música era enseñada a través del canto o el hecho de aprender a tocar
algún  instrumento, mientras que no se les enseñaba a escuchar; otro ejemplo en las
artes  plásticas consistía en copiar las obras, como estampas o esculturas, de maestros 
referentes, mientras que de relegaba la enseñanza a ver u observar (Del Campo, 2000). 
A inicios de la Edad Media, durante el periodo greco-romano, la educación artística se 
destacó por ser un aprendizaje empírico y artesanal, de carácter familiar y hereditario,
esto  tuvo como consecuencia que la población en general no tuviera acceso a este
conocimiento  (Emé Leyva, 2019). La situación predomínate en la Edad Media, es
modificada durante el  Renacimiento, evidencia de ella es la creación en 1953 por Giorgio
Vasari, de la Accademia  delle Arti del Disegno de Florencia, quien abre acceso a la
educación artística a mayor  población, y más adelante en el siglo XVII, Amos Comenius
(1592-1670) considerado el  padre de la pedagogía moderna, plantea la educación
artística para todos (Emé Leyva,  2019).  

Ya para el siglo XVII, con los aportes de los psicólogos, pedagogos y pensadores como 
Comenio, John Lock y J. J. Rousseau, la educación artística adquiere mayor relevancia, 
puesto que estos autores marcaron el hito y destacaron el arte como un aspecto en el 
entorno educativo, a través del cual se promueven dos valores “el artístico-creador-
emotivo  y el psicopedagógico-expresión-comunicación” (Del Campo, 2000, p.2),
exhortando en la  idea del arte como medio de comunicación oral y escrito, y por lo tanto,
debe enseñarse y  ser aprendido por todos. El arte como aspecto importante en el
contexto educativo,  planteado por estos propulsores, comienza a calar entre los
intelectuales durante el siglo  XVIII, sin embargo, no es hasta finales de siglo cuando se
propone la inclusión del arte en  la escolaridad (Emé Leyva, 2019).  
Hasta el siglo XVIII la educación en artes era destinada a las élites predominantes en
cada  época histórica, no obstante, es partir de estas aportaciones cuando se inicia el
despertar  de la idea de la valoración del desarrollo individual en el campo educativo,
como expresión  libre en oposición a los estereotipos y repeticiones en el mundo artístico.
Es así como,  desde la primera mitad del siglo XIX, se inicia una concisa pedagogía del
arte a partir de  las ciencias de la educación, en la cual se parte como programa educativo
que surge desde  el conocimiento del estudiante (Del Campo, 2000). 

Para inicios del XIX, surge el primer proyecto de educación, a nivel nacional, sobre 
educación artística para todos, propuesta original de Johan Heinrich Pestalozzi (1746-
1827)  aplicada y articulada en el Reino de Prusia. Por su parte, Friedrich Fröebel,
discípulo de  Pestalozzi, conceptualizó la educación pre-escolar y en ella incluyó la
educación artística, 
además de incorporar enfoques, ejercicios y recursos artísticos en todos los programas
de  los cursos (Emé Leyva, 2019).  

Se subraya que la educación artística fue rápidamente aceptada en el nivel de


escolaridad  de primaria, no así en el nivel de educación secundaria, la cual se dedicó a la
historia del  arte sobre todo. En cuanto a la educación artística superior, éstas
estructuraron programas  de forma gradual los cuales inician desde la infancia, entre los
temas destacados se  encontraron el dibujo, la geometría y la linealidad, ya para finales
del siglo XIX e inicios del  siglo XX la educación artística es parte de los programas
escolares (Emé Leyva, 2019).  

En el contexto Latinoamericano, en el siglo XX se evidencian registros de la escuela


artística  administrada por Alfredo Ramos en México en 1913 y otros conatos en Argentina
y Brasil  (Emé Leyva, 2019). Para cerrar este breve recorrido histórico, se destaca la gran 
importancia de la Educación Artística, en el contexto actual, a partir de declaración y
decreto  en Primera Conferencia Mundial sobre Educación Artística, efectuada en Lisboa,
Portugal  en marzo de 2006, como un DD.HH inalienable, y componente imprescindible de
toda  educación comprehensiva, integral e intercultural (Emé Leyva, 2019). 

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