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MIGUEL HERNÁNDEZ
Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.
He regresado al tigre.
Aparta, o te destrozo.
"MENOS TU VIENTRE"
Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.
"NANAS DE LA CEBOLLA"
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
"HIJO MÍO"
DIONISIO RIDRUEJO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45
años que me pudro, /
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la
luz de la luna. /
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. /
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente
mi alma, /
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus
noches? /
"MONSTRUOS"
Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!
No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»
GABRIEL CELAYA
"ESPAÑA EN MARCHA"
No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
Sancho-vulgar, Sancho-hermano,
Sancho, raigón de mi patria que aún con dolores perduras,
y, entre cínico y sagrado, pones tu pecho a los hechos,
buena cara a malos tiempos.
Sancho de tú te la llevas,
mansa sustancia sin mancha,
Sancho-Charlot que edificas como un Dios a bofetadas,
Sancho que todo lo aguantas.
Sancho-claro, Sancho-recio,
Sancho que viste las cosas como son y te callaste,
metiendo el hombro, tratando
de salvarnos del derrumbe con tu no lírico esfuerzo.
Sancho-vulgo, Sancho-ibero,
porque tú existes, existen aún mi patria y mi esperanza.
Porque hay patria y esperanza vas a existir tú de veras
con menos sueño y más tierra.
Sancho-firme, Sancho-obrero,
ajustador, carpintero, labrador, electricista,
Sancho sin nombre y con manos de constructor, y un oficio,
viejo y nuevo, vida al día.
En ti pongo mi esperanza
porque no fueron los hombres que se nombran los que hicieron
más acá de toda Historia —polvo y paja— nuestra patria,
sino tú como si nada.
"INSTANCIA"
Etceterísimo Señor:
Yo, Gabriel Celaya, aspirante a poeta,
que pase lo que pase siempre estoy donde estoy,
visto su tal y cual del tantos y adelante,
le digo a usted que no.
Confieso que he clamado mi verdad hasta en verso,
mas también Don Quijote dijo: «Yo soy quien soy»,
y al ser era un «nosotros», y al decir, se cumplía,
y al hacernos, se hacía, como en él me hago yo.
Soy sin remedio español.
Soy humilde, soy digno, las dos cosas a la vez.
Soy como el pueblo, invencible.
Suplico en consecuencia, Señor, que no me acuse
si aún hace tanto ruido mi viejo corazón.
Esa explosión que le asusta, sólo es un grito de amor.
Dios le coja confesado. Yo ya di el «sanscacabó»;
mas, por si acaso, aún disparo mi sagrada indignación.
Fecho y firmo en tierra vasca con la sangre de Unamuno,
con lo uno que es lo humano de un unánime clamor,
y suplico a Vuestra Eso: ¡déjeme ser español!
BLAS DE OTERO
ANCIA - "HOMBRE"
"CRECIDA"
"DÉJAME"
"FIDELIDAD"
"JUNTOS"
"ALEGRÍA"
"FE DE VIDA"
Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, detrás de las nubes,
huellas que se llevó el viento.
Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?
(Los niños,
en la calle, corrían).
Mi madre me dio el hilo
y la aguja, diciéndome:
«Enhébramela, hijo;
veo poco».
Tenía
fiebre. Pensé: -Si un grito
me ensordeciera, un rayo
me cegara… (Los niños
cantaban). Lentamente
me fue invadiendo un frío
sentimiento, una súbita
desgana de estar vivo.
Yo, José Hierro, un hombre
que se da por vencido
sin luchar. (A la espalda
llevaba un cesto, henchido
de los más prodigiosos
secretos. Y cumplido,
el futuro, aguardándome
como a la hoz el trigo).
Mudo, esta tarde, oyendo
caer la lluvia, he visto
desvanecerse todo,
quedar todo vacío.
Una desgana súbita
de vivir. («Toma, hijo,
enhébrame la aguja»,
dice mi madre).
Amigos:
yo estaba muerto. Estaba
en mi cama, tendido.
Se está muerto aunque lata
el corazón, amigos.
Y se abre la ventana
y yo, sin cuerpo (vivo
y sin cuerpo, o difunto
y con vida), hundido
en el azul. (O acaso
sea el azul, hundido
en mi carne, en mi muerte
llena de vida, amigos:
materia universal,
carne y azul sonando
con un mismo sonido).
Y en todo hay oro, y nada
duele ni pesa, amigos.
Y yo voy arrojando
ceniza, sombra, olvido.
Palabras polvorientas
que entristecen lo limpio:
Funcionario,
tintero,
30 días vista,
diferencial,
racionamiento,
factura,
contribución,
garantías…
"RÉQUIEM"
Requiem aeternam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D′Agostino, pastan toros
de España, Manuel, y las flores
(funeral de segunda, caja
que huele a abetos del invierno),
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín... Liberame domine
de morte aeterna... Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel...
Requiem aeternam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D′Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.
Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente, sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.
"VIDA"
"PORVENIR"
Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
... Mañana!
Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
"EL ADIÓS"
Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.
Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.
Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.
Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean
y esta imagen de ti me sobreviva.
"TIEMPO DE GUERRA"
Señores escleróticos,
ancianas tías lúgubres,
guardias municipales y banderas.
Los niños con globitos colorados,
pantalones azules
y viernes sacrosantos
De piadoso susurro.
Estábamos remotos
chupando caramelos,
con tantas estampitas y retratos
y tanto ir y venir y tan cólera,
tanta predicación y tantos muertos
y tanta sorda infancia irremediable.
Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.
Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.
Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.
Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.
Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.
No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.
"EL HOMBRE PEQUEÑITO"
El hombre pequeñito
saludó al muy solemne,
sacó una servilleta
y dibujó un gran mapa
de su pequeña patria
Puso en ella
barquitos de papel, colores, árboles,
unos peces azules
nadando en la mañana
y hasta un pájaro pinto.
"SILOS"
Silos.
La luz.
La Yecla: el socavado
corazón de la piedra
o la ascensión del aire.
Arriba
el agrio son quebrado de los grajos.
Y en lo alto la tierra,
sola desde la altura,
capaz, enorme, terca, hasta los lejos.
La extensión de la tierra.
"AL AMANECER"
Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia,
tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces
en el extremo límite, señor
de lo indistinto.
No separes
la sombra de la luz que ella ha engendrado.
EL FULGOR
XXX
XXXI
Se daban
las condiciones perfectas para morir.
"INFANCIA Y CONFESIONES"
"POR LO VISTO"
"PINAR AMANECIDO"
Viajero, tu nunca
te olvidarás si pisas estas tierras
del pino.
Cuánta salud, cuánto aire
limpio nos da. ¿No sientes
junto al pinar la cura,
el claro respirar del pulmón nuevo,
el fresco riego de la vida? Eso
es lo que importa. ¡Pino piñonero,
que llegue a la ciudad y sólo vea
la cercanía hermosa
del hombre! ¡Todos juntos,
pared contra pared, todos del brazo
por las calles
esperando las bodas
de corazón!
¡Que vea, vea el corro
de los niños, y oiga
la alegría!
¡Todos cogidos de la mano, todos
cogidos de la vida
en torno
de la humildad del hombre!
Es solidaridad. Ah, tú, paloma
madre: mete el buen pico,
mete el buen grano hermoso
hasta el buche a tus crías.
Y ahora, viajero,
al cantar por segunda vez el gallo,
ve al pinar y allí espérame.
Bajo este coro eterno
de las doncellas de la amanecida,
de los fiesteros mozos del sol cárdeno,
tronco a tronco, hombre a hombre,
pinar, ciudad, cantemos:
que el amor nos ha unido
pino por pino, casa
por casa.
Nunca digamos la verdad en esta
sagrada hora del día.
Pobre de aquel que mire
y vea claro, vea
entrar a saco en el pinar la inmensa
justicia de la luz, esté en el sitio
que a la ciudad ha puesto la audaz horda
de las estrellas, la implacable hueste
del espacio.
Pobre de aquel que vea
que lo que une es la defensa, el miedo.
¡Un paso al frente al que ose
mirar la faz de la pureza, alzarle
la infantil falda casta
a la alegría!
Que sutil añagaza, ruin chanchullo,
bien adobado cebo
de la apariencia.
¿Dónde el amor, dónde el valor, sí, dónde
la compañía? Viajero,
sigue cantando la amistad dichosa
en el pinar amaneciente. Nunca
creas esto que he dicho:
canta y canta. Tú, nunca
digas por estas tierras
que hay poco amor y mucho miedo siempre.
"ESPUMA"
"UN VIENTO"