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POEMAS AUTORES
GUATEMALTECOS
Los enamorados
que ahora se besan,
todava no saben
que tendrn
que separarse muy pronto.
Los enamorados
que an no se han encontrado,
ignoran
que pronto creern
haberse hallado
para todos los tiempos.
Pobres
los que ya se encontraron,
ahora tendrn
que separarse.
Pobres
los que an no se han hallado,
ahora tendrn
que continuar esperando.
Otto Ren Castillo
"El sabor de la sal"
2. YO PIENSO EN TI
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
Yo pienso en ti, t vives en mi mente
aunque tal vez mi rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lbrega y yerta fantasa
brilla tu imagen apacible y pura
como el rayo de luz que el sol enva
a travs de una bveda sombra
al roto mrmol de una sepultura.
5. SOLEDAD
Yo canto porque no puedo eludir
la muerte,
porque le tengo miedo, porque el
dolor me mata.
La quiero ya como se quiere el
amor mismo.
Su terror necesito, su hueso
mondo y su misterio.
Lleno del fervor de la manzana y su
corrosiva fragancia,
lujurioso como un hombre que slo una
idea tiene,
angustiadamente carnal con la misma
muerte devorante,
yo me consumo aullando la traicin de los
dioses.
Soledad ma, oh muerte del amor, oh
amor de la muerte,
que nunca hay vida, nunca, nunca! sino
slo agona.
En mis manos de fango gime una paloma
resplandeciente
porque el amor y el sueo son las alas de
la vida.
Jos Mart
9. Poema A La Ciudad De
Guatemala
de Rafael Landvar
Oh salve, Patria para m querida,
mi dulce hogar, oh salve Guatemala!
T el encanto y origen de mi vida.
Cunto, tierra bendita, se regala
el nimo evocando de tu suelo
las prendas todas, de natura gala!
Me acuerdo de tu clima y de tu cielo,
a tus fuentes me asomo, y se pasea
por tus henchidas calles ay! mi anhelo.
En tus templos mi vista se recrea,
y a la sombra encontrarme de tus lares,
a ti volando el corazn desea.
A veces me parece los pinares
divisar de tus montes, y las frondas
que esmeraldas semejan a millares.
Ver por las mieses tus campias blondas,
campias en perenne primavera
a las que riegan cristalinas ondas.
Con frecuencia la imagen placentera
surge en mi mente, de tus muchos ros
que huyendo van en rpida carrera
en torno de los mrgenes sombros;
o bien el interior de tus hogares
er me figuro lleno de atavos.
Vuela despus mi mente a otros lugares,
y sorprende jardines matizados
de Venus por las rosas singulares.