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Yo ___________________________________El sexo es una variable que no suele tenerse en cuenta

en las investigaciones biomédicas, lo que lleva a análisis e interpretaciones erróneos.

Irene Miguel Aliaga

[VCHAL/ISTOCK]

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Los científicos nos pasamos años estudiando nuestra proteína favorita. Generamos modelos
murinos para observar su función, identificamos un fenotipo asociado a ella y conseguimos
reparar sus alteraciones con un fármaco. Incluso utilizamos células humanas para demostrar
que la proteína interviene también en un mecanismo celular de nuestra especie. Pero una
prestigiosa revista nos rechaza el artículo por no incluir individuos del sexo femenino. Vamos a
ver por qué no debemos ofuscarnos.

¿Por qué es importante el sexo?

Muchos aspectos de la fisiología humana difieren entre los sexos. La incidencia y la progresión
de la mayoría de las enfermedades corrientes, así como la respuesta al tratamiento, varían de
uno a otro en algún grado. Esto debería aprovecharse para abordar tratamientos dirigidos. Sin
embargo, el sexo no suele aparecer entre las variables de los estudios clínicos. Por ejemplo,
solo el 4 por ciento de los realizados para la COVID-19 se plantearon incluirlo, a pesar de las
claras diferencias que se han visto entre hombres y mujeres relacionadas con la infección, la
mortalidad y la respuesta a los fármacos.
La falta de estudios en función del sexo ha resultado nefasta. Un buen ejemplo lo encontramos
en el sesgo masculino de los «síntomas de manual» del paro cardíaco, lo que ha retrasado el
diagnóstico y el tratamiento de las mujeres. Al estudiarse la respuesta a los fármacos solo con
varones, también se propusieron unas directrices de dosificación inapropiadas que incluso
podrían resultar peligrosas.

Las diferencias por sexo también son pertinentes en los modelos animales. El fenotipado
sistemático de los ratones ha revelado que muchos rasgos fisiológicos y de conducta muestran
dimorfismo sexual, como el efecto de la mayoría de las mutaciones genéticas. Aun así, en
muchos estudios siguen utilizándose animales de un solo sexo (típicamente machos), en parte
debido a que se pensó que los datos sobre las hembras siempre eran más variables por culpa
del ciclo reproductor.

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