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La enfermedad fue causada por una bacteria de tipo bacilo y transportada por
las pulgas de los roedores. Se la conocía como la Peste Negra porque podía
ennegrecer la piel y las llagas, mientras que otros síntomas eran la fiebre y los
dolores articulares. Se estima que entre el 30% y el 50% de la población de los
lugares afectados murió a causa de la Peste Negra. El número de muertos fue
tan elevado que tuvo importantes consecuencias en la sociedad medieval
europea en su conjunto, con una escasez de agricultores que dio lugar a
demandas para acabar con la servidumbre, un cuestionamiento general de la
autoridad y rebeliones, y el abandono total de muchas ciudades y pueblos. La
peor plaga de la historia de la humanidad, le llevaría 200 años a Europa
recuperar su población al nivel anterior a la Peste Negra.
Causa y síntomas
La peste es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria del
tipo bacillus que es transportada y propagada por las pulgas parásitas de los
roedores, especialmente la rata parda. Hay tres tipos de peste, y es probable que
los tres estuvieran presentes en la pandemia de la Peste Negra: La peste
bubónica, la peste neumónica y la peste septicémica. La peste bubónica, la más
común durante el brote del siglo XIV, causa una grave inflamación en la ingle y
las axilas (los ganglios linfáticos) que adquiere un enfermizo color negro, de ahí
el nombre de «peste negra». Las llagas negras que pueden llegar a cubrir todo el
cuerpo, causadas por hemorragias internas, eran conocidas como «bubones», de
los que la peste bubónica toma su nombre. Otros síntomas son la fiebre intensa
y los dolores articulares. Si no se trata, la peste bubónica es mortal en entre el 30
y el 75% de las infecciones, a menudo en un plazo de 72 horas. Los otros dos
tipos de peste (neumónica (o pulmonar) y septicémica) suelen ser mortales en
todos los casos.
Propagación
El siglo XIV en Europa ya había demostrado ser un desastre incluso antes de la
llegada de la Peste Negra. Una peste anterior había afectado al ganado y se
habían producido pérdidas de cosechas por la sobreexplotación de la tierra, lo
que provocó dos grandes hambrunas en toda Europa en 1316 y 1317. A esto se
le sumó la agitación de las guerras, especialmente la de los Cien Años (1337-
1453) entre Inglaterra y Francia. Incluso el clima empeoró, ya que el ciclo
inusualmente templado de los años 1000-1300 dio paso al comienzo de una
«pequeña edad de hielo», en la que los inviernos eran cada vez más fríos y
largos, reduciendo la temporada de cultivo y, en consecuencia, la cosecha.
Una peste devastadora que afectara a los humanos no era un fenómeno nuevo,
ya que a mediados del siglo V se había producido un grave brote que asoló la
zona del Mediterráneo y, particularmente, Constantinopla. La peste negra de
1347 entró a Europa probablemente a través de Sicilia, cuando fue transportada
por cuatro barcos de grano genoveses infestados de ratas que navegaban desde
Caffa, en el Mar Negro. La ciudad portuaria había sido asediada por los
tártaros-mongoles que habían catapultado cadáveres infectados hacia la ciudad,
y fue allí donde los italianos se contagiaron de la peste. Otro origen fue el de los
comerciantes mongoles que utilizaban la Ruta de la Seda y que habían traído la
enfermedad desde su lugar de origen en Asia central, identificándose
específicamente a China tras los estudios genéticos realizados en 2011 (aunque
se ha propuesto el sudeste asiático como fuente alternativa y las pruebas
históricas reales de una epidemia causada por la peste en China durante el siglo
XIV son débiles). Desde Sicilia, no había más que un paso hasta la península
itálica, aunque uno de los barcos procedentes de Caffa llegó a Génova, se le
negó la entrada y atracó en Marsella, y luego en Valencia. Así, a finales de 1349,
la enfermedad había sido transportada a lo largo de las rutas comerciales hacia
Europa Occidental: Francia, España, Gran Bretaña e Irlanda, todos fueron
testigos de sus terribles efectos. La peste se extendió como pólvora y hubo
brotes en Alemania, Escandinavia, los países bálticos y Rusia entre 1350 y 1352.
Consecuencias sociales
Las consecuencias de un número tan elevado de muertes fueron graves y, en
muchos lugares, la estructura social se rompió. Muchas zonas urbanas
pequeñas afectadas por la peste fueron abandonadas por sus habitantes, que
buscaron seguridad en el campo. La autoridad tradicional (tanto
gubernamental como eclesiástica) fue cuestionada, pues ¿cómo podían ocurrir
tales desastres a un pueblo? ¿No eran los gobernantes y Dios los responsables
de alguna manera? ¿De dónde venía este desastre y por qué era tan
indiscriminado? Al mismo tiempo, aumentó la religiosidad personal y
florecieron las organizaciones benéficas.
Tras las grandes hambrunas de 1358 y 1359 y los rebrotes ocasionales, aunque
menos graves, de la peste en 1362-3, y de nuevo en 1369, 1374 y 1390, la vida
cotidiana de la mayoría de la gente mejoró gradualmente a finales del siglo XIII.
También progresó el bienestar general y la prosperidad del campesinado, ya
que la disminución de la población redujo la competencia por tierras y recursos.
Los aristócratas propietarios de tierras tampoco tardaron en hacerse con las
tierras no reclamadas de los que habían fallecido, e incluso los campesinos que
habían ascendido socialmente podían considerar la posibilidad de aumentar sus
propiedades. Las mujeres, en particular, obtuvieron derechos de propiedad que
no tenían antes de la peste. Las leyes variaban según la región, pero en algunas
partes de Inglaterra, por ejemplo, a las mujeres que habían perdido a sus
maridos se les permitía conservar sus tierras durante un cierto tiempo hasta que
se volvieran a casar o, en otras jurisdicciones más generosas, si se volvían a
casar no perdían la propiedad de su difunto marido, como había sucedido
anteriormente. Aunque ninguno de estos cambios sociales puede relacionarse
directamente con la Peste Negra en sí, y de hecho algunos ya estaban en marcha
incluso antes de que llegara la peste, la onda expansiva que la Peste Negra
supuso para la sociedad europea fue sin duda un factor que contribuyó y
aceleró los cambios que se produjeron en la sociedad en el ocaso de la Edad
Media.