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22, 2001
Resumen
En este artículo se realiza el estudio comparado del arte levantino y la pintura rupestre esquemática, lo que nos repor-
tará información valiosa acerca de sus semejanzas y divergencias, a partir de las cuales podremos evaluar las eventuales
relaciones entre ambos horizontes culturales.
Los resultados obtenidos de esta descripción comparativa y la valoración de los datos que sobre la cronología de
ambos estilos se ha ido perfilando en estos últimos años también nos permitirán conocer mejor la identidad social y cultu-
ral de sus autores.
Abstract
This piece of research work focuses on the comparison of levantine art and schematic cave painting, which will pro-
vide us whith useful information about their similarities and differences. Having dealt whith this, we will be able too asses the
possible relationships between both cultural worlds.
The results obtained throughthe comparative description and the assessment of the data about the chronology of both
styles which -have recently been outlined- will also enable us to know the social identity of both groupsmore deeply.
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el estado actual de la investigación, todavía no este- y cultural del propio grupo (Santos, 1995), lo que
mos en disposición de poder determinarlos con nos lleva a considerar que la elección de lugares
absoluta seguridad, pero en estos últimos años se para pintar, lejos de ser algo puramente casual,
han dado interesantes pasos en este campo merced constituye, por el contrario, un profundo proceso
a la aplicación sobre el terreno de los postulados de de socialización de ese espacio que puede
la llamada “arqueología del paisaje”, cuyo punto de
responder a distintas motivaciones, entre ellas la
partida se podría resumir en la idea de que la acción
delimitación de recursos, el establecimiento de
del hombre sobre un espacio natural supone la
socialización del mismo, convirtiéndolo en un espa- fronteras o derechos territoriales (Gómez-Barrera,
cio cultural. En este sentido, aplicado a nuestro 2001), o la necesidad de marcar hitos destacables
objeto de estudio, diríamos que un accidente natural que faciliten la orientación en los desplazamientos
como es el abrigo rocoso se transforma en un hecho (Santos, 1995), entre otros, y todo ello al margen
cultural al ser seleccionado por el hombre para aco- de que consideremos una vertiente simbólico-
ger en su interior las manifestaciones pintadas. religiosa para el caso concreto de la pintura
De larga tradición en los países anglosajones, rupestre. La idea de territorialidad y frontera
los primeros trabajos desarrollados bajo este prisma también la hemos defendido nosotros para el caso
en la península Ibérica son los realizados por F. del arte levantino como explicación a las diversas
Criado y J. Vaquero (1993) sobre el megalitismo y escenas de enfrentamiento bélico representadas
los de R. Bradley, F. Criado y R. Fábregas (1993,
(Mateo, 1997a; 2000) y como justificación de la
1994-1995) o de M. Santos (1996) para el ámbito de
caracterización topográfica de alguno de los
los petroglifos gallegos. A éstos, pronto les han
emplazamientos de las covachas pintadas (Mateo,
seguido otros como los de P. Bueno, R. de Balbín,
1995). De hecho, sabemos que los grupos de
M. Díaz-Andreu y A. Aldecoa (1998) sobre los gra-
cazadores y recolectores con un patrón itinerante
bados de La Hinojosa (Cuenca). En el ámbito de la
pintura rupestre, recientemente incorporada a este de obtención de recursos, a menudo, dejan
campo de la investigación, debemos citar los estu- señales en el territorio para advertir a aquellos
dios realizados sobre la pintura esquemática por J. otros grupos que pudieran utilizar el mismo medio
Martínez (1998) en la comarca almeriense de Vélez (Ingold, 1986).
(Almería), el de Mª I. Martínez (1999) en la zona En el marco de nuestro trabajo, se hace pre-
suroriental de Extremadura y el de J.A. Gómez- ciso cotejar el tipo de emplazamiento utilizado para
Barrera (2001) sobre el núcleo soriano de Valonsa- las pinturas levantina y esquemática, a fin de obte-
dero. ner datos que nos permitan definir si la forma de
Hemos de reconocer que ya desde los prime- socialización del espacio por medio de los covachos
ros estudios sobre arte rupestre postpaleolítico, el en cada una de las sociedades que las respaldan
análisis del emplazamiento de las covachas pinta- son muy diferentes. Para ello tomaremos como refe-
das no ha sido una de las cuestiones que haya sus- rencia la clasificación efectuada por J. Martínez
citado mayor interés entre los investigadores, que lo (1998) para los enclaves esquemáticos de la comar-
justificaban tan sólo a partir de su carácter como ca de Vélez, útil a nuestro propósito aun cuando
lugares prominentes de amplia visibilidad o, en
consideramos que es matizable por cuanto muchas
algún caso, de visibilidad nula, como lugares de
de las estaciones rupestres participan de las carac-
paso entre montañas y caminos naturales o como
terísticas de, al menos, dos o más de los patrones
enclaves próximos a ríos (Breuil, 1933-1935; Acos-
establecidos. Define este autor hasta cinco modelos
ta, 1968), pero sin entrar a valorar con amplitud las
posibles causas que explicasen su presencia en de emplazamiento distintos, a los que les corres-
esos puntos del relieve o su ausencia en otros. ponden otros tantos tipos de abrigo, en función de
Sin embargo, los nuevos enfoques de que este patrón de emplazamiento esté asociado a
estudio con relación al paisaje han puesto de una montaña individualizada en el paisaje, determi-
manifiesto que la apropiación del espacio por un nando los llamados “abrigos de visión”, a puntos ele-
grupo humano responde a unos criterios claros de vados de grandes sierras, dando lugar a los “abrigos
selección, a una necesidad de estructuración del de culminación”, a barrancos o ramblas, “abrigos de
mismo, en dependencia con la organización social movimiento”, a collados o puertos, “abrigos de paso”
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o, finalmente, asociados a grandes cañones, que hacia el mismo abrigo y las pinturas siempre será,
definen “abrigos ocultos”. por fuerza, puntual.
Centrándonos en nuestra zona de estudio, Asimismo, otro dato a considerar en estrecha
por lo que respecta al emplazamiento de las 73 relación con la ubicación topográfica de los
cavidades de estilo levantino con que contamos, la enclaves pintados será el de la potencialidad
mayor parte de ellas se asocian a barrancos o económica del entorno. Si bien la accidentada
ramblas, 41 abrigos (56,16 por ciento), y a puntos orografía de la zona determina la ausencia de
elevados de grandes sierras, 25 covachos (34,24 grandes espacios abiertos, muy excepcionales, a
por ciento), siendo minoritarias las localizaciones favor del relieve de montaña, sí hemos de hacer
vinculadas a collados o puertos, con 7 ejemplos constar la presencia de reducidos valles y llanuras
(9,58 por ciento). No documentamos, en cambio, cuya potencialidad económica también deberá ser
covachas inscritas en monumentales cañones que tenida en cuenta en la lectura que sobre el
determinen abrigos ocultos ni en montañas particular se pueda efectuar. Si la distribución de
aisladas en el paisaje, los llamados abrigos de los abrigos pintados refleja esta situación general,
visión. Mientras, en el estilo esquemático creemos interesante indicar que en el estilo
encontramos una notable correspondencia con los levantino el 66,66 por ciento de los covachos se
dos modelos predominantes en el levantino, inscriben en ambientes estrictamente montanos y
siendo también mayoritarios los emplazamientos el 33,34 por ciento lo hace en esos otros
asociados a barrancos o ramblas, con 52 casos ambientes mixtos. Entretanto, en el estilo
esquemático las cifras son muy similares ya que
(55,31 por ciento) sobre un total de 94 abrigos, y a
mientras el entorno agreste afecta al 66,24 por
puntos culminantes del relieve, con 29 covachos
ciento, la proximidad de espacios abiertos a los
(30,85 por ciento). Relacionados con collados o
abrigos pintados la documentamos en el 33,76 por
puertos tenemos 5 abrigos (5,31 por ciento). Si
ciento de los casos.
acaso, las mayores discrepancias las encontramos
La orientación de los abrigos es otra de las
en los tipos de emplazamiento coligados a cerros
variables con la que debemos contar (Gráfico 2).
aislados, que afecta a cuatro cavidades (4,25 por
En el arte levantino, 24 covachos (32,87 por
ciento), y en la ubicación de grandes cañones, con
ciento) se orientan al suroeste, 22 (30,13 por
otros cuatro abrigos (4,25 por ciento), ambos
ciento) al sur, 8 (10,95 por ciento) al este, 6 (8,21
ausentes en el ciclo levantino, si bien ninguno de
por ciento) lo hacen a sureste, 5 (6,84 por ciento) a
los dos modelos alcanza un porcentaje
noreste, 4 (5,48 por ciento) al oeste, 2 (2,73 por
significativo (Gráfico 1). ciento) al norte y otros 2 covachos más hacia el
A tenor de estos datos, podemos colegir noroeste (2,73 por ciento). Por su parte, dentro del
también la preeminencia en los dos horizontes estilo esquemático la orientaciones predominantes
artísticos de un alto grado de visibilidad desde y lo son también hacia el sur, con 23 abrigos (24,46
hacia los abrigos pintados, lo que pone de por ciento) y hacia el suroeste, con 19 abrigos
manifiesto el interés de sus autores por destacar la (20,21 por ciento). Mientras, otras 12 cavidades
acción social que suponen las pinturas, sólo (12,76 por ciento) miran al noroeste, 11 (11,70 por
inhibido en el conjunto esquemático de los Abrigos ciento) al oeste, 10 (10,63 por ciento) al norte, 7
del Pozo. Ello podría estar en relación con la idea (7,44 por ciento) al sureste, otras 7 (7,44 por
antes reseñada de la necesidad de estructuración ciento) al noreste y 5 más al este (5,31 por ciento).
del espacio por parte del grupo humano que en él Llama la atención que en ambos horizontes
se mueve, si bien, en este sentido, creemos artísticos las orientaciones hacia el sur y suroeste
acertada la precisión efectuada por J.A. Gómez- aglutinen casi la mitad de los covachos, cifra que
Barrera (2001) sobre el hecho de que la visibilidad se sobrepasa de largo en el levantino con el 63 por
recíproca, aquella que se establece desde el ciento frente al 44,67 por ciento del esquemático,
entorno hacia el propio abrigo rocoso, tendrá que mientras que los otros índices se mantienen dentro
ser forzosamente hacia el accidente mayor en el de unos parámetros bastante regulares, sólo
que éste se inscribe mientras el contenido del quebrados por la orientación norte, que sí logra un
propio abrigo no sea algo conocido de antemano porcentaje destacado en el ciclo esquemático
por los potenciales espectadores. En tanto ese mientras que es muy minoritario en el levantino. A
conocimiento no sea real, esta visibilidad recíproca la vez, la tercera orientación predominante en este
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Gráfico 1.- Tipología de los emplazamientos (%). Gráfico 2.- Orientación de los abrigos (%).
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Gráfico 3.- Altitud de los abrigos (%). Gráfico 4.- Disposición de la pintura (%). (Ha quedado
excluido el abrigo del Prado del Tornero I dado que la
acción antrópica ha alterado su fisonomía original).
unos criterios dados, los cuales, si nos atenemos a ciento lo hacen bien en la derecha o también
la información obtenida, no debieron diferir en gran abarcando toda la superficie rocosa, con otro
manera de una a la otra. Cuestión distinta será la 15,05 por ciento, en el 8,60 por ciento ocupan las
orientación económica o social que acompañe y áreas central y derecha, en un 7,52 por ciento se
motive a esa estructuración espacial, que sí debió disponen en las partes derecha e izquierda, y en el
ser diferente. 3,22 por ciento los motivos pintados cubren las
partes central e izquierda (Gráfico 4).
ASPECTOS TÉCNICOS Estrechamente relacionado con este aspecto
hemos de señalar también la disposición en altura
A caballo entre el apartado anterior y lo que de los motivos pintados. En el arte levantino el
constituyen específicamente las cuestiones de 96,66 por ciento de los motivos se disponen en la
índole técnica, debemos reseñar la información franja de 0,50-1,50 metros, en concreto, entre 0,51
relativa a la disposición de la pintura dentro del metros y 1 metro se sitúan el 40 por ciento de los
propio covacho, a fin de determinar, una vez más, mismos, mientras que entre 1 metro y 1,50 metros
eventuales discrepancias al respecto entre los dos el porcentaje sube hasta el 56,66 por ciento. Por
estilos. Para ello, tomando como referencia el su parte, las representaciones esquemáticas
punto de vista de un espectador situado en la boca muestran una tendencia similar ya que el 37,83
del propio abrigo y tras dividir la superficie por ciento se localizan entre 1 metro y 1,51 metros
representable del mismo en tres partes iguales, y el 35,13 por ciento lo hace en la franja de 0,50-1
hemos establecido otras tantas zonas básicas de metro. El 16,21 por ciento de las figuras están en
representación, a saber, izquierda, centro y una zona situada por debajo de 0,50 metros y,
derecha. más excepcionales, en el 5,4 por ciento de los
Con estas premisas, el resultado obtenido casos éstas se disponen entre 1,51-2 metros o por
sobre el estilo levantino nos dice que en el 36,98 encima de los 2 metros, con otro 5,4 por ciento.
por ciento de las cavidades las pinturas se Dentro de los aspectos puramente técnicos,
disponen en la zona central, en el 19,17 por ciento quizás la primera cuestión a cotejar sea la referida
se sitúan en la parte derecha, en el 15,06 por a la composición de la pintura. En verdad son
ciento cubren tanto el centro como la mitad pocos los estudios con que contamos sobre la
derecha a la vez, en otro 15,06 por ciento ocupan composición y elaboración de la pintura en el arte
las tres zonas definidas, en el 10,95 por ciento rupestre postpaleolítico, debiendo citar como los
afectan a la parte izquierda y tan sólo en el 2,73 primeros en este campo los publicados por E.
por ciento de los casos las pinturas se disponen Ripoll (1961) sobre las pinturas levantinas de
tanto en el centro como en la parte izquierda. Por Santolea (Teruel). La espectografía de emisión
su parte, dentro del estilo esquemático, en el 33,33 realizada entonces reveló la presencia en la
por ciento de los casos las representaciones se pintura de hierro, aluminio, manganeso y trazas de
organizan en la zona central del abrigo, en el cobre, no documentando restos de excipiente
17,20 por ciento en la izquierda, en el 15,05 por alguno. No obstante, en esa descripción tan sólo
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tura en uno de sus extremos similares a los que se limita a contemplar el panel pintado sin poder
dejarían los filamentos de un pincel (Mateo, 1999). intervenir en él.
Ello nos lleva a la conclusión de que, aun cuando el Por contra, los frisos esquemáticos parecen, a
pintor esquemático muestra una clara preferencia primera vista, abocados al desorden. Contribuye a
por un trazo aparentemente tosco a la hora de ello la pobreza de escenas que documentamos en la
representar, también era conocedor de procedi- comarca, en donde hay un predominio de conjuntos
mientos más depurados, de lo que se deduce, qui- en los que los distintos esquemas representados se
zás, que estos procesos de ejecución eran un distribuyen anárquicamente por las paredes de la
aspecto secundario con relación al propio motivo cueva, haciendo difícil establecer una relación entre
pintado y, ante todo, respecto de su mensaje. ellos que vaya más allá del mero hecho de compar-
tir el mismo soporte como espacio de representa-
Mayor concordancia encontramos en lo que se
ción. La ausencia, a priori, de un eje organizador
refiere a los esquemas de representación, en los
crea un espacio compositivo abierto que admite
que un sentido práctico, un interés por establecer
diversos puntos de vista. Sin embargo, aunque es
una comunicación inequívoca y concreta, que es
ésta una práctica bastante generalizada en los con-
común a los dos horizontes plásticos, conduce a la
juntos esquemáticos, la documentación de una
asunción de unos modelos fáciles de identificar y escenografía en ocasiones compleja nos lleva a
comprender. Se recurre a la reducción a sus líneas pensar que el autor de lo esquemático sí era capaz
básicas de aquellos arquetipos a representar, de estructurar los distintos paneles compositivos
haciéndolo además desde una perspectiva que faci- cuando el mensaje a transmitir lo requería. La esce-
lite su identificación. En ambos estilos, la figura na de caza del Abrigo de Tinada del Ciervo I (Fig. 2)
humana se representa indistintamente desde un en la que los animales presentan una posición esca-
punto de vista frontal o lateral mientras que la figura lonada, con diferencias en el tamaño respecto al
animal siempre se muestra desde una posición late- punto de vista del espectador, encajaría perfecta-
ral, aunque con eventuales rasgos anatómicos como mente en el discurso levantino, al igual que sucede
son las cornamentas en una perspectiva frontal. En con la agrupación de animales del Abrigo del Pozo
la pintura esquemática estos mismos esquemas de III (Mateo, 1999). Mientras, otros paneles aparente-
representación se ven acentuados por cuanto los mente caóticos, como el número 4 de Cañaica del
motivos, sobre todo los zoomorfos, se ven despoja- Calar III (Fig. 3), en el que conviven dos aglomera-
dos de volumen, salvo contadas excepciones entre ciones de puntos, dos figuras en phi, varios cérvidos
las que cabría señalar uno de los cuadrúpedos del y un esquema humano, o el del Abrigo de Mingar-
Abrigo de la Risca I, los pintados en los Abrigos del nao II, en donde vemos tres cuadrúpedos inidentifi-
Pozo III, varios del Abrigo del Barranco Bonito o los cables en su especie y un motivo circuliforme, debie-
cápridos del Castillo de Taibona. ron tener, sin duda, una ordenación interna, aún
Si en los esquemas de representación existe cuando se tratara de una escena acumulativa pro-
una estrecha correlación entre los dos estilos, sí ducto de dos momentos diferentes de realización
como sucede en Cañaica del Calar III. Somos de la
podríamos percibir cierta discrepancia entre
opinión de que en ejemplos como éstos, a los que
ambos a la hora de dotar al espacio de
se podría adjuntar varios más, es la abstracción que
representación de un orden interno, aunque no de
impregna a la mayor parte de las figuraciones la que
forma tan acusada como una lectura superficial de
nos impide desvelar el eje que organiza toda la
los mismos pudiera indicar. En los paneles
composición.
levantinos todo evoca a una disposición Creemos, pues, que la concepción del
perfectamente estructurada en la que cada figura espacio de representación queda supeditada al
ocupan un lugar predeterminado dentro de la mensaje a transmitir, en torno al cual se articula
composición y en la que, como se ha apuntado, la también el propio contenido de cada arte. Si en el
línea de tierra se convierte en el eje de esquemático prima el carácter individual de los
sucesividad del argumento para, juntos, crear la distintos motivos, aún cuando se pinten varios de
idea de que la acción transcurre en un tiempo ellos en un mismo covacho, en detrimento de una
específico (Criado, Penedo, 1989). Se ha complicada escenografía, no del todo ausente, en
construido, pues, un espacio compositivo cerrado el horizonte levantino sobresale esta escenografía
ante el cual el espectador es un agente pasivo que por su propio carácter narrativo de acciones
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Figura 2.- Tinada del Ciervo I, Nerpio (según M.A. Mateo y A. Carreño).
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Figura 3.- Panel 4 de Cañaica del Calar III, Moratalla. (según M.A. Mateo).
concretas, de caza, guerra, recolección, etc, que que incidirían más en el hecho de que la acción
constituyen el modelo mayoritario representado. narrada sí transcurre en un tiempo específico.
No obstante, no podemos olvidar tampoco que son
muchos los conjuntos levantinos en los que se ha MOTIVOS Y TEMAS
representado una única figura, sobre todo de
animal, u otros en los que aparecen varios motivos El estudio comparativo de las temáticas
repartidos por el friso pintado, tanto humanos levantina y esquemática nos obliga a que
como de animales, que no llegan a conformar una hagamos desde el primer momento un esfuerzo de
escena (Lám. I, 1). Por ello, consideramos que
superación del diferente lenguaje expresivo
sería inexacto el establecimiento de una
utilizado por cada uno de los horizontes estéticos,
contraposición taxativa entre un orden interno y
figurativo en el caso del estilo levantino y abstracto
una composición escénica como definidores del
en el esquemático. Pensamos que sólo cuando
estilo levantino frente al desorden y al motivo
aislado que caracterizarían al esquemático. cumplamos este requisito previo estaremos en
Quizás, el mayor énfasis que el pintor esquemático condiciones de acometer la confrontación de
pone en la figura aislada, unido a la concepción temas sin el peligro de que la manifiesta
abierta del espacio compositivo que ello conlleva desigualdad, casi diríamos oposición, entre los dos
(Criado, Penedo, 1989), suponga la eliminación modos gráficos de expresión nos conduzca a
intencionada de referencias a un tiempo concreto conclusiones precipitadas.
y, por tanto, la permanente validez del mensaje En el arte levantino los motivos representados
representado, frente a la concepción del espacio pertenecen a dos grandes categorías, la de los
cerrado, no modificable, de las escenas levantinas, humanos, ya sea varón o mujer, y la de los anima-
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les, siendo la interrelación de ambas la que da lugar compositivo por sí mismo pero que no evidencian
a un variado abanico de posibilidades figurativas. actividad alguna.
La figura humana nunca se nos presenta La figura animal sí se nos presenta en
como la única representación existente en un abrigo, ocasiones como la representación exclusiva de
pero sí la documentamos en unión de otros motivos una cavidad, asumiendo todo el protagonismo del
humanos, formando parejas varón-mujer (Abrigo conjunto (Abrigo de Benizar I, Abrigo de
del Milano) y mujer-mujer (Abrigo de la Risca I y Andragulla V, Abrigo de Mingarnao I, Abrigo de
Abrigo del Molino), o determinando agrupaciones de Río Frío I), si bien lo más frecuente es que
arqueros, ya sean cerradas (Abrigos de las Bojadi- aparezcan en los distintos paneles pintados
llas IV y V, Barranco Bonito) o abiertas, con un agrupadas como si de una manada se tratara
mayor desarrollo longitudinal en el soporte (Cortijo (Molino de Juan Basura, Fuente del Sabuco I,
de Sorbas I, Abrigo del Concejal III o Abrigo del Abrigo de Benizar III, Abrigo de la Risca III, Cueva
Barranco Segovia). A veces comparten el friso pin- del Engarbo I), con una disposición un tanto
tado con otras figuras humanas con las que no for- anárquica, en ocasiones intercalada entre otros
man una escena (Rincón de las Cuevas I, Solana de motivos humanos de arqueros o mujeres con los
las Covachas III) o con figuras de animales con las que no determinan escenografía, al menos de
que tampoco parecen integrar una misma composi- significación conocida (Abrigo de la Risca II,
ción (Abrigo de Jutia II). También aparece inmersa Solana de las Covachas VI, Abrigo del Milano,
en cacerías individuales, en las que un arquero-
Hornacina de la Pareja, Abrigo de Jutia II) o
cazador ataca a uno o a varios animales (Abrigo de
integrando las escenas de caza antes reseñadas.
las Bojadillas IV, Solana de las Covachas III, Abrigo
En cualquier caso, el hecho de que muchos
de las Cabritas, Fuente del Sabuco I, Cañaica del
de los paneles levantinos estén formados por
Calar II, Cueva del Engarbo I, Cortijo de Sorbas I y
figuras aisladas o por grupos de figuras humanas y
Abrigo del Barranco Segovia) o en cacerías colecti-
zoomorfas que no definen acciones concretas
vas, en donde es un número variable de cazadores
revela que en modo alguno se trata de un
el que participa en la acción (Fuente del Sabuco I,
horizonte artístico superficial, imbuido por una
Abrigo de la Risca III, Abrigos de las Bojadillas I, III
intención puramente narrativa sino, más bien al
y VII, Solana de las Covachas III, Abrigo de la Caña-
contrario, que nos hallamos ante una
da de la Cruz y Cuevas del Engarbo I y II). Asimis-
manifestación plástica dotada de un importante
mo, la vemos protagonizando episodios de enfren-
trasfondo simbólico, en el que en ocasiones es el
tamiento bélico entre dos grupos (Molino de las
Fuentes II, Fuente del Sabuco I, Abrigo de las Boja- propio motivo individual, y no una escena dada, el
dillas VI y Cortijo de Sorbas II) o constituyendo ali- que asume toda la carga simbólica del conjunto,
neaciones de arqueros a modo de desfiles (Fuente sin duda ligada a la mitología de la sociedad que lo
del Sabuco II, Abrigo de las Bojadillas I, Cortijo de crea (Mateo, 2003, 247-268).
Sorbas II y Cueva del Engarbo I). Por su parte, dentro de la temática de la pin-
Junto a éstas, nos encontramos además con tura esquemática nos encontramos con las mismas
algunas figuraciones en las que se advierte una categorías que habíamos establecido para la pintu-
importante carga simbólica, como sucede con los ra levantina, la de los motivos humanos y la de los
atípicos personajes “alados” del Cortijo de Sorbas I animales, pero a éstas se une una tercera, la com-
(Lám. I, 2), o con escenas que a la vez son reflejo puesta por los signos, de muy compleja interpreta-
de otras acciones sociales cuyo significado último ción dado el acusado grado de abstracción que
desconocemos. Es el caso de las representadas muestran, y sobre los que se da la circunstancia de
en la Cueva del Engarbo I, en donde se nos que, además, constituyen un gran porcentaje de
muestra el momento en el que un individuo cede figuras dentro del repertorio esquemático. Entre
un objeto circular a otro que permanece arrodillado ellos vemos desde motivos puntiformes o circulares,
delante de él, siendo esta una acción que se repite de amplias posibilidades interpretativas, hasta todo
con algunas pequeñas variaciones en el Abrigo de el conjunto de figuras consideradas tradicionalmen-
la Cañada de la Cruz, o la composición formada te como abstracciones humanas, de muchas de las
por tres personajes, dos de ellos femeninos, de la cuales habría, quizás, que replantear su identidad
Fuente del Sabuco I que constituyen un grupo humana, de entre los que sobresalen los tipos lla-
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mados cruciformes, “golondrina”, en “Y”, ancorifor- ellos con zoomorfos, puntos y soliformes (Cañaica
mes o en phi. del Calar III), con zigzags y halteriformes (Abrigo
Las escenas en las que podemos identificar de los Ingenieros II), con barras y puntos (Fuente
de manera clara el desarrollo de alguna actividad del Saúco, Abrigo de los Gavilanes), con
concreta son escasas en los conjuntos de la petroglifoide y barras (Prado del Tornero III) o con
comarca. Tan sólo documentamos una cacería en cruciformes, ancoriformes y barras (Abrigo del
La Tinada del Ciervo I (Mateo, Carreño, 2001), en Mojao). En alguna ocasión se nos presentan a
la que interviene un arquero en actitud de disparo modo de parejas, ya sea respetando ambos la
contra varios cuadrúpedos, uno de ellos un ciervo misma tipología o con ligeras variaciones (Abrigo
de cornamenta grande y profusamente ramificada. de los Sabinares, Prado del Tornero III, Solana de
Junto a ésta, hay otra composición de las Covachas III, IV y IX) y en un caso nos
comprensión más difícil en el covacho del Castillo encontramos con la representación de cuatro
de Taibona (García, Berges, 1961), donde un personajes agrupados, uno de ellos tal vez
personaje, quizá femenino, sostiene en una de sus femenino, sin que estén realizando una tarea
manos un objeto alargado y se muestra enfrentado reconocible (Abrigo del Cejo Cortado III).
a dos cápridos. La simplificación del objeto, El abanico de ejemplos se amplia si acepta-
considerable indistintamente como un arco o como mos la naturaleza humana de algunas de las abs-
un bastón, y el carácter tanto salvaje como tracciones así propuestas, encontrando entonces
doméstico que puede tener la especie la asociación de cruciformes y barras (Abrigos de los
representada no nos permite afirmar si estamos Idolos), cruciformes, serpentiformes y barras (Abrigo
ante otra escena cinegética o, por el contrario, del Sabinar I), cruciformes, barras y un motivo en
ante una evidencia de la actividad ganadera. Esta “diente de sierra” (Cueva de los Cascarones), cruci-
última sí creemos reconocerla en una composición formes y soliforme (Abrigo de la Ventana I), del tipo
de Solana del Molinico I (Sánchez, 1961), llamado “salamandra” con barras y un ancoriforme
integrada por dos pequeños ungulados y tres (Abrigo del Pozo III), y de esquemas en phi y barras
individuos intercalados entre ellos y, con mayores (Abrigo del Milano). En un abrigo observamos la
dudas, en otra escena muy similar del panel 2 del representación única de uno de los denominados
Abrigo del Pozo III (Mateo, 1999), en la que ídolos oculados (Abrigo del Ídolo), en otro caso
participan tres cuadrúpedos de especie no representado también en pareja (Abrigo de los
identificable y en la que los antropomorfos han Ídolos).
sido sustituidos por motivos en phi y barras Las figuras zoomorfas se inscriben en las
verticales, motivos cuya identidad humana es, sin escenas de caza y supuesta ganadería indicadas
embargo, discutible. y, junto a éstas, en unión con otros motivos en
No obstante, lo exiguo del registro de unos pocos conjuntos. Forma asociaciones
escenas en la que podamos constatar un sentido binarias con puntos (Abrigo del Pozo III), barras
narrativo no debe conducirnos a la idea errónea de (Abrigo del Cejo Cortado II), estructuras (Fuente
que en la pintura esquemática no hay un de las Zorras) o circuliforme (Abrigo de Mingarnao
desarrollo escenográfico como tal, sobre todo en II), o ya más complejas con figuras en phi y barras
contraposición con el estilo levantino. Son muchos (Abrigo del Pozo III), con ramiforme, ídolo y
los conjuntos en los que la representación de soliforme (Castillo de Taibona) y con circuliformes
varios de los motivos que conforman el catálogo y trazos largos verticales (Barranco Bonito). En un
iconográfico esquemático da lugar a la formación caso documentamos dos únicas figuras de
de paneles compositivos cerrados en los que, sin cuadrúpedo intercaladas entre representaciones
duda alguna, se narraba un contenido concreto, levantinas (Cañaica del Calar II) y en otro son
que es el que precisamente no terminamos de varios cuadrúpedos los que se nos presentan a
desentrañar. modo de manada, sin intervención de la figura
Los esquemas humanos, además de humana (Molino de Juan Basura).
involucrarse en las escenas comentadas, El resto de signos esquemáticos que no son
constituyen en determinados casos las únicas antropomorfos o zoomorfos también forman
figuraciones del conjunto (Abrigo de los Paradores, asociaciones por sí mismos, cuya enumeración
Huerta Andara II, Abrigo de Río Frío III), mientras supondría extendernos en exceso y de manera
que también las reconocemos en variadas innecesaria para nuestro propósito, aunque sí
combinaciones con otros tipos de motivos, entre hemos de hacer constar que no faltan ejemplos en
197
MIGUEL ANGEL MATEO SAURA
los que en una covacha se representa un único 61, presentes en 20 (21,27 por ciento) de los 94
tipo de motivo, como sucede con figuras abrigos analizados.
serpentiformes (Abrigo de la Fuente), barras Por otra parte, el bestiario esquemático se
(Fuente Serrano I y II, Abrigo de Montañoz I, nos muestra muy limitado en sus especies.
Abrigo del Concejal II), figuras ramiformes (Abrigo Únicamente se representan cuadrúpedos del
de Ingenieros II), con motivos soliformes (Abrigo grupo de los pequeños ungulados, cérvidos (11) y
de Covachicas I) y con antropomorfos (Abrigo de cápridos (14), si bien de la mayor parte de los
Río Frío III). motivos ni siquiera es posible identificar su especie
También hay paneles en que los signos a favor de un tipo u otro (36). Por el contrario, en el
esquemáticos, de tipología variada, se intercalan y estilo levantino la variedad de especies es más
entremezclan entre representaciones del estilo amplia, aunque también dominan de forma
levantino, e incluso otros en los que se produce la abrumadora los pequeños ungulados, cápridos
superposición de motivos de distinto estilo, (116) y cérvidos (63), a los que habría que unir
aspecto muy importante por las implicaciones aquellos cuadrúpedos de los que, perteneciendo a
cronológicas que conlleva. Motivos esquemáticos este mismo grupo, tampoco es posible determinar
sobrepuestos a otros levantinos los vemos en los su especie (37). Le siguen bastante alejados los
conjuntos de Solana de las Covachas III y V, bóvidos (19), los équidos (8) y los carnívoros (5),
Molino de Juan Basura, Cortijo de Sorbas I y encontrando también con mero valor testimonial
Abrigo de la Risca I. Por su parte, motivos un único ejemplar de gamuza, lagomorfo y suido.
levantinos superpuestos a figuras esquemáticas Un fenómeno similar de pérdida de
los documentamos en el Abrigo del Barranco protagonismo sufre la figura humana. Si en el arte
Bonito y en Solana de la Covachas IX. levantino la categoría de los motivos humanos, en
La sucinta exposición que hemos realizado de sus diversas acepciones, está integrada por 735
las temáticas levantina y esquemática evidencia, figuras, repartidas en 45 covachos (61,64 por
hasta donde podemos conocer dadas las dificulta- ciento), los esquemas antropomorfos apenas
des de lectura de los paneles esquemáticos, sensi- llegan a los 47 ejemplos, presentes tan sólo en 19
bles diferencias existentes entre ambas. Si en el arte abrigos (20,21 por ciento). Este número se amplía
levantino de la zona la única actividad de carácter un tanto, hasta las 116 representaciones pintadas
económico representada es la caza, relativamente en 31 abrigos (32,97 por ciento), si consideramos
abundante, en los frisos esquemáticos tan sólo iden- el carácter humano sugerido para algunas de las
tificamos una escena cinegética. Por contra, nos abstracciones, entre ellas los cruciformes (48), los
encontramos con esas otras escenas que podrían signos en phi (10), los ídolos oculados (4), los
aludir a actividades de producción relacionadas con motivos bitriangulares (3), los esquemas tipo
la ganadería, aunque hay que reconocer en verdad “salamandra” (3) o las figuras en doble “Y” (1),
que no están exentas de dificultades interpretativas. pero en modo alguno hasta poder equiparar estas
Por otro lado, como ya hemos señalado, no son cifras con las levantinas.
menores los problemas de definición que plantean Sí parece haber, en cambio, cierta correlación
muchos de los paneles cerrados en los que encon- en las escenas que podríamos definir como de
tramos asociaciones múltiples de motivos, entre carácter social. Mientras que en el arte levantino hay
ellos antropomorfos, animales y signos, y de los que agrupaciones de arqueros, algunos de los cuales
no tenemos elementos de juicio suficientes y objeti- muestran el órgano sexual, parejas varón-mujer, y
vos, no ya para intentar captar su significado último, grupos de humanos y animales que no desarrollan
sino la identidad misma de lo representado, pero una actividad aparente, en el estilo esquemático no
que sin duda son testimonio de un desarrollo esce- faltan tampoco las asociaciones entre esquemas
nográfico complejo. antropomorfos y de éstos con otros signos de los
Asimismo, el análisis del contenido de cada que, no obstante, no conocemos su semiótica.
arte arroja otros datos de interés. En primer lugar No obstante, los temas y motivos
pone de manifiesto el desigual papel que la figura identificados en este núcleo del alto Segura se
animal juega en cada uno de los ciclos artísticos. mantienen dentro de la tónica general definida por
Mientras que en el estilo levantino computamos 251 cada uno de los estilos en otras áreas
figuraciones de animales, repartidas en 52 covachas peninsulares. Así, en el estilo levantino están
(71,23 por ciento) de las 73 estudiadas, en el hori- presentes las escenas de carácter social, si como
zonte esquemático los motivos zoomorfos son sólo tales aceptamos las escenas de guerra o las
198
ARTE LEVANTINO ADVERSUS PINTURA ESQUEMÁTICA. PUNTOS DE ENCUENTRO Y DIVERGENCIAS ENTRE DOS ...
199
MIGUEL ANGEL MATEO SAURA
debe ser considerado como un rasgo autóctono, de por sí misma, la posibilidad de que el estilo levanti-
raíz neolítica, ya que este convencionalismo no no arranque desde fechas más antiguas.
aparece en los supuestos modelos orientales (Acos- Acerca de los paralelos mobiliares
ta, 1984). El perfeccionamiento de las técnicas agrí- propuestos sí hemos de reflexionar más
colas y ganaderas, y la consolidación del sedenta- detenidamente. En realidad, estos paralelos se
rismo podrían ser agentes de cambio con circunscriben a dos fragmentos de una misma
repercusión en la expresión plástica. Con el tiempo, vasija en la que, mediante un instrumento, se han
incidirían otros múltiples factores entre los que, representado de una parte, la cabeza, cuernos y
como se ha apuntado (Beltrán, 1986), no serían parte del cuerpo de un cáprido, y de otra, los
menos importantes el paulatino dominio de las téc- cuartos traseros y la larga cola de un animal
nicas metalúrgicas, el comercio de los propios meta- inidentificable en su especie y la cornamenta, una
les o el control de las rutas comerciales. porción de la cabeza y parte del cuerpo de un
Todo ello hará que el fenómeno esquemático, cérvido (Martí, Hernández, 1988). Se apunta,
expandido por la mayor parte de la península Ibéri- incluso, la existencia de una tercera pieza
ca, adopte particulares ritmos de desarrollo en cada cerámica que mostraría la forma de la cabeza,
área, de forma que, aun existiendo rasgos comunes cuerpo y alas de un ave (Hernández, 1992).
entre núcleos, como revela la repetición tipos, cada No obstante, las diferencias entre los
zona adquiera una personalidad propia que se motivos cerámicos impresos y los parietales
puede traducir en una mayor variedad de modelos o pintados son manifiestas, hasta el punto de que,
en una mayor complejidad compositiva, tras las percibidas por los mismos autores que los
cuales se esconderá, obviamente, un diferente tras- propusieron, se intentan justificar a partir de la
fondo simbólico. Baste comparar el arte esquemáti- rigidez y el esquematismo que imponen el soporte
co de núcleos como este del alto Segura con los cerámico y la propia técnica impresa. Pero el
desarrollados, por ejemplo, en la provincia extreme- acusado esquematismo que muestran las
ña de Badajoz (Collado, 1997) o en el área soriana figuraciones, con ángulos rectos para definir las
de Valonsadero (Gómez-Barrera, 2001) para adver- distintas partes corporales y la forma general de
tir notables diferencias. las figuras, son rasgos que no se pueden explicar
Distinta es la problemática que rodea al arte únicamente por las diferencias en la naturaleza del
levantino al carecer de elementos objetivos de cro- soporte y de los procesos técnicos seguidos
nología. Es cierto que se ha propuesto una datación (Mateo, Carreño, 2000) y que los alejan de los
neolítica para este estilo en virtud, básicamente, de conceptos de representación propios del estilo
la existencia de un arte de edad epipaleolítica, el lla- levantino.
mado arte lineal-geométrico, de supuestos paralelos Asimismo, todos los fragmentos cerámicos
iconográficos con unos pocos motivos impresos en decorados se engloban en el mismo contexto
fragmentos cerámicos procedentes de la Cova de cultural de un neolítico antiguo, en concreto en el
l’Or, y de la superposición de varias figuras levanti- definido por J. Bernabeu (1988) para la cueva
nas sobre motivos de arte macroesquemático, cuya como neolítico IA, lo que explica que todas las
cronología neolítica sí es conocida (Martí, Hernán- figuras impresas con instrumento compartan la
dez, 1988; Hernández, Ferrer, Catalá, 1998). forma de cubrir el espacio interior con ritmos
Sin embargo, aunque en otro lugar nos hemos idénticos enmarcados por líneas horizontales y
ocupado ampliamente del tema (Mateo, 2002b), verticales, lo que a su vez contrasta con la imagen
hemos de insistir en la inexistencia de un horizonte plana levantina (Alonso, Grimal, 1999). Coinciden,
artístico lineal-geométrico de edad epipaleolítica, al además, en este procedimiento con los otros
tiempo que de las sobreposiciones de figuras levan- motivos impresos cardiales de la cueva.
tinas sobre otras macroesquemáticas, presentes Aun así, la secuencia cronológica más
tan sólo en el Abrigo de La Sarga I y en el Barranco aceptada como hipótesis de trabajo es la que
de Benialí IV, lo único que realmente se deduce es establece a finales del VI milenio aC el nacimiento
que, en esa área tan localizada como es la afectada de un proceso artístico ya iniciado con un tímido
por el macroesquematismo, o bien ambos horizon- arte de raíz epipaleolítica, el mencionado arte
tes convivieron durante un periodo de tiempo deter- lineal-geométrico, que llega a imbricarse con otro
minado o bien que el estilo levantino tuvo una per- arte ex novo, el macroesquemático, asociado a su
vivencia mayor, lo cual, dada la cronología neolítica vez a las primeras ideas neolíticas. Este
temprana del arte macroesquemático, no invalida, macroesquematismo sería al punto de partida del
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ARTE LEVANTINO ADVERSUS PINTURA ESQUEMÁTICA. PUNTOS DE ENCUENTRO Y DIVERGENCIAS ENTRE DOS ...
arte levantino actuando de estímulo la extensión Abrigo del Barranco Bonito y una figura de cérvido,
del proceso de neolitización hacia el interior reconvertido en un segundo momento en cáprido,
(Fortea, Aura, 1987), de tal forma que este estilo que cubre parcialmente un esquema humano simple
vendría a ser el medio de expresión artístico del en Solana de la Covachas IX (Lám. II, 2).
cambio cultural que sufren las comunidades La pronta observación de las superposicio-
epipaleolíticas inmersas en plena neolitización nes de motivos esquemáticos sobre levantinos en
(Martí, Hernández, 1988; Hernández, Ferrer, conjuntos como la Cueva de la Vieja de Alpera en
Catalá, 1998). 1910 o los Cantos de Visera de Yecla en 1912, a los
Por nuestra parte, una vez rechazados tanto la que han seguido desde entonces numerosos ejem-
existencia de un arte lineal-geométrico como la rela- plos más, sirvió para proponer desde un principio
ción de los supuestos paralelos mobiliares impresos una cronología más tardía a la pintura esquemática,
con los motivos pintados levantinos, no vemos habiendo incluso quien la considera como una resul-
mayores inconvenientes para relacionar este arte tante de la propia evolución final del estilo levantino,
levantino con los grupos epipaleolíticos, pero acep- a la que, no obstante, se le suman algunas aporta-
tándolo también como una manifestación de la reli- ciones foráneas de tipo religioso y espiritual relacio-
giosidad propia de estos cazadores y recolectores y nadas, a su vez, con la cultura dolménica (Ripoll,
no como respuesta final a un proceso de acultura- 1983).
ción. De igual forma, somos muy críticos con la Sin embargo, el registro de las superposicio-
relación causa-efecto establecida entre los horizon- nes de motivos levantinos sobre esquemáticos nos
tes macroesquemático y levantino. El arte macroes- obliga a modificar nuestros viejos planteamientos al
quemático se nos presenta como un fenómeno respecto ya que pone de manifiesto la existencia de
excesivamente local y muestra a la vez unas carac- una etapa de convivencia, más o menos prolongada,
terísticas iconográficas tan distantes respecto del de los dos estilos. A los citados conjuntos de Solana
levantino que nada invita a pensar que el trasfondo de las Covachas IX y Barranco Bonito podemos
que podemos intuir en este macroesquematismo añadir varios yacimientos más. En la Tabla del
pueda guardar relación con aquel que apreciamos Pochico de Aldeaquemada (López, Soria, 1988) es
en la pintura levantina. Además, somos de la opinión un cuadrúpedo levantino de formas un tanto des-
de que este macroesquematismo habrá que expli- mañadas el que se sobrepone a cinco trazos verti-
carlo a partir de la intervención de otros factores que cales, en el Barranc de la Palla de Tormos (Her-
vayan más allá de su relación con las nuevas ideas nández, Ferrer, Catalá, 1988) un cánido cubre
neolíticas puesto que hay otros sectores de “coloni- parcialmente a dos zigzags horizontales, en Cantos
zación neolítica”, como puede ser la comarca preli- de Visera I de Yecla (Cabré, 1915) son varios cua-
toral y litoral catalana (Bernabeu, 1996), en donde drúpedos los que ocultan a una figura esquemática
no se desarrolla un horizonte artístico similar a este de zancuda y a un signo reticular, en el abrigo V del
del área de colonización valenciana. Racó de Gorgori de Castell de Castells (Hernández,
Con este panorama general esbozado, la Ferrer, Catalá, 2000) es una barra levantina asocia-
superposición de motivos se convierte en un ele- da a puntos también levantinos la que tapa parte de
mento de suma importancia a la hora de perfilar la una barra vertical esquemática mientras que en la
cronología de ambos estilos, sobre todo, lo referen- Cueva del Tío Modesto de Henarejos (Hernández,
te a sus posibles relaciones. Entre las figuras esque- Ferrer, Catalá, 2000) es un cáprido el que lo hace
máticas sobrepuestas a otras levantinas debemos sobre varios trazos verticales.
reseñar las de un cérvido sobre un cuadrúpedo en
Molino de Juan Basura (Lám. II, 1), dos esquemas CONCLUSIONES
humanos simples sobre un cuadrúpedo y un arque-
ro, respectivamente, en Solana de las Covachas III, Al inicio de este trabajo aludíamos a la
las de sendos trazos serpentiformes sobre un cérvi- hipótesis planteada por V. Baldellou de que los
do y un humano, y sobre un cuadrúpedo en Solana autores de la pintura esquemática pudieran haber
de las Covachas V, un trazo horizontal sobre un sido los mismos que anteriormente pintaran las
arquero en el Cortijo de Sorbas I y un cuadrúpedo covachas levantinas, calificándola, por las razones
sobre una figura femenina en el Abrigo de la Risca I. expuestas, de atrevida y sugerente. Manifestaba
Por su parte, las representaciones levantinas super- concretamente este autor en su trabajo sobre el
puestas a motivos esquemáticos son un trazo y arte rupestre de la cuenca del río Vero que “...las
restos de lo que pudiera ser un cuadrúpedo en el gentes que pintaron unos y otros (abrigos) debían
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MIGUEL ANGEL MATEO SAURA
ser las mismas, con la única distinción que productor que podría esconderse tras el
marcaría una cronología diversa.“ (Baldellou, esquematismo.” (Mateo, 1994, 46).
1983, 115). Años después, a raíz de sus trabajos Con los datos que podemos manejar en la
sobre el neolítico en tierras aragonesas volvía a actualidad, creemos que estamos en condiciones
ratificar esta idea, considerando que “...no resulta de poder decir que ni la hipótesis de V. Baldellou
en absoluto insensato identificar el arte ni la propuesta por nosotros al estudiar las pinturas
esquemático con las poblaciones neolíticas y el de La Serreta nos parecen demasiado atrevidas. A
arte levantino con las cazadoras-recolectoras de lo largo de este trabajo hemos analizado
raigambre material epipaleolítica.” (Baldellou, comparativamente diversos aspectos de los ciclos
1994, 50). artísticos levantino y esquemático encontrando un
Por nuestra parte, en 1992 realizamos el estu- índice mayor de afinidades que de divergencias
dio de las pinturas rupestres de la cueva ciezana de entre ellos.
La Serreta, en la que nos encontramos con un Ambos estilos comparten emplazamientos,
grupo de 39 representaciones, algunas de las cuales hasta el punto de que en un porcentaje significativo
se ven dotadas de un estilo un tanto particular. las cavidades contienen tanto figuraciones levanti-
Varias de éstas, en concreto 17, responden a mode- nas como esquemáticas a la vez, e íntimamente
los típicos de la pintura esquemática como son los unido a ello, ambos ciclos muestran su analogía en
tipos en phi, polilobulados, simples esquemas antro- otros aspectos como la orientación de las cova-
pomorfos y cápridos, conviviendo con ellos en el chas, la altitud en la que se encuentran o las zonas
mismo panel otras representaciones de cuadrúpe-
de disposición de los motivos dentro de las mismas.
dos, identificados como équidos, y de arqueros que
Por otra parte, la misma tipología de los
conforman una compleja escena de caza. Son pre-
emplazamientos nos revela que en los dos
cisamente, estos últimos motivos zoomorfos y
horizontes culturales predominaba, de forma casi
humanos los que, sin responder a unos cánones
absoluta, un interés por destacar la acción social
que pudiéramos definir como típicamente levantinos,
que supone la propia pintura. Ésta, utilizada como
tampoco se ajustan a los modelos esquemáticos y
instrumento de socialización del espacio, tiene una
menos aún a los representados en el mismo panel.
caracterización pública, está ahí para ser vista, lo
Se refleja en éstos un mayor gusto por el detalle y
cual puede responder, como hemos apuntado, a
un interés por buscar el volumen que los aparta de
cuestiones territoriales y/o económicas de las
lo esquemático, al margen de que la temática y la
comunidades autoras de cada arte.
estructura interna de la composición cinegética
En otros aspectos de naturaleza técnica
encajaría perfectamente en el estilo levantino. No
también son notables las semejanzas advertidas,
obstante, también advertimos entonces el hecho de
desde la composición de la propia pintura, que es
que todas las figuraciones del friso se correspondían
la misma en los dos estilos, hasta los esquemas
a un único momento pictórico, al menos no detecta-
de representación e, incluso, los procesos de
mos elementos objetivos que nos hicieran pensar lo
ejecución ya que, si bien es verdad que difieren de
contrario. Ante esto, planteamos la hipótesis de que
estas pinturas fuesen “...el resultado de una convi- uno a otro en su plástica externa, en ambos es la
vencia de la tradición naturalista, ya en avanzado línea, a veces auxiliada por la superficie
proceso hacia la estilización, y una corriente, ya homogénea de color, la que define la forma y
arraigada, esquemática.” (Mateo, 1991-1992, 248). constituye la base de esos procedimientos
La ampliación de nuestros trabajos en la técnicos de ejecución.
cueva en años siguientes, lejos de aportarnos Cabe la posibilidad de que la divergencia en la
indicios que nos hicieran modificar nuestra idea forma del trazo pueda explicarse a partir de la dife-
inicial, nos sirvieron para mantenernos en la rencia del lenguaje expresivo utilizado. El levantino
misma y para aventurarnos un poco más, quizás es un arte figurativo que capta una secuencia como
en exceso, al proponer “...a los autores de estas si de una instantánea fotográfica se tratara, con un
pinturas de la Cueva de la Serreta como un grupo acusado sentido narrativo del mensaje que en modo
en vías de neolitización, los cuales aún mantienen alguno menoscaba su eventual trasfondo simbólico.
arraigada la tradición naturalista en lo que al arte Es, precisamente, en ese interés por mostrar la
se refiere como medio de expresión de una “fotografía” de un aspecto de la realidad cuando el
religiosidad, que ya parecen haberse introducido proceso técnico de ejecución juega un papel impor-
en el nuevo y complicado mundo de un sistema tante en pos de la claridad de la imagen, acorde con
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ARTE LEVANTINO ADVERSUS PINTURA ESQUEMÁTICA. PUNTOS DE ENCUENTRO Y DIVERGENCIAS ENTRE DOS ...
el naturalismo de los motivos a representar. Por el evolución interna de los grupos epipaleolíticos, entre
contrario, la pintura esquemática ya parte de una otras razones porque no se han documentado den-
transformación previa de la realidad misma que, tro de la propia península Ibérica los antecedentes
mediante la abstracción, pasa a ser codificada en silvestres de los cereales y los animales domésticos
una serie de signos ininteligibles para todo aquel predominantes (Martí, Cabanilles, 1997), sí parece
que desconozca el código preestablecido. En un sis- existir cierto consenso a la hora de aceptar el lla-
tema de comunicación como éste, el proceso técni- mado “modelo dual” (Bernabeu, 1996) como el para-
co en sí pasa a ser algo secundario.
digma para la neolitización, al menos, de la vertien-
Llegados a este punto podríamos plantear-
te mediterránea.
nos la interrogante de si todas estas similitudes
A este respecto, la información de que dispo-
entre los dos estilos artísticos son simples coinci-
nemos sobre el proceso parece indicar que en modo
dencias, fruto de la casualidad. En nuestra opinión,
alguno hubo grandes rupturas, sino que, más bien,
la respuesta debe ser negativa, aunque hemos de
reconocer también que estamos lejos de poder ofre- se trato de un lento y largo periodo de relación
cer una explicación que satisfaga todas las pregun- entre las comunidades primarias de economía pro-
tas que tal afirmación pudiera plantear. ductora, los llamados “neolíticos puros” por F. J. For-
La pintura esquemática debe ser relacionada tea (1973), asentadas en un primer momento en
con las primeras comunidades neolíticas si nos ate- sectores litorales y prelitorales, y el sustrato epipa-
nemos a los paralelos mobiliares documentados, leolítico de facies geométrica. Esta secuencia es
mientras que el arte levantino, por su parte, bien conocida en el bajo Aragón, en donde los datos
puede ser adscrito a los grupos de cazadores y aportados por yacimientos como Botiquería dels
recolectores epipaleolíticos, una vez justificada la Moros en Mazaleón y Costalena en Maella, consta-
inexistencia de un arte parietal lineal-geométrico de tan la presencia de grupos de cazadores-recolecto-
cronología epipaleolítica (Mateo, 2002), cuyos res que sobre sus bases técnicas y culturales van a
argumentos constitutivos son manifiestamente dis- recibir, por aculturación directa de los grupos neolí-
cutibles. ticos del núcleo valenciano, algún elemento neoliti-
Con este planteamiento nos encontraríamos, zador, en concreto la cerámica, sin que ello supon-
por un lado, con un arte propio de grupos todavía ga modificar sustancialmente sus formas de vida
depredadores y, junto a éste, con otro ciclo rupestre (Barandiarán, Cava, 1989). La neolitización final de
desarrollado en el mismo espacio geográfico que estos grupos se va a producir por la llegada espa-
aquel, pero que ya es una forma de expresión de ciada y poco intensa de puntuales rasgos tecnológi-
comunidades con una economía productora. Este cos y culturales, y no por un repoblamiento tras
punto de partida, desde un ámbito estrictamente teó- una supuesta etapa de abandono. Otros yacimientos
rico, es perfectamente admisible, al tiempo que
confirman este mismo proceso, entre ellos el Pontet
supone un posicionamiento neutral entre quienes
en Maella (Mazo, Montes, 1992), Abrigo de Secans
defienden algún tipo de relación entre los dos estilos
en Mazaleón (Rodanés, 1991), Cova del Llop tam-
y quienes, al contrario, la niegan.
bién en Mazaleón (Mazo, Montes, 1987) o el Serdá
Sin embargo, el reconocimiento de las
de Fabara (Barandiarán, Cava, 1985).
superposiciones de motivos reseñadas viene a
Distinta, pero muy ilustrativa sobre el
confirmar la existencia de una fase de convivencia
entre lo levantino y lo esquemático, lo que invita a particular, es la secuencia del yacimiento de
pensar en una probable interrelación entre ambos. Tossal de la Roca (Cacho, 1986; Cacho, Fumanal,
Es más, considerada la cronología propuesta para López, López et alii, 1995), en la Vall d’Alcalá,
cada uno de ellos, creemos que no sería inscrito en la zona nuclear de llegada de las
demasiado arriesgado vincular esta etapa de primeras ideas neolíticas a la región. Con una
coexistencia con el proceso de neolitización de las ocupación ininterrumpida desde del paleolítico
últimas comunidades epipaleolíticas de facies superior y todo el epipaleolítico, en sus dos facies,
geométrica de la vertiente mediterránea. microlaminar y posterior de geométricos, será
Sin entrar en la discusión entre indigenismo y durante esta última etapa cuando reciba el influjo
migracionismo, pero una vez asumido que el origen neolitizador, con la llegada de la cerámica cardial,
del neolítico peninsular no hay que buscarlo en una lo que dará lugar a una rápida transformación del
203
MIGUEL ANGEL MATEO SAURA
lugar como si de un asentamiento neolítico ex tación se relaciona con una ocupación eneolítica del
novo se tratara. abrigo.
Por su parte, en la zona del alto Segura los Por su parte, en Molino de Vadico (Córdoba,
datos proporcionados por los diversos sondeos Vega, 1988) contamos con un nivel antiguo encua-
estratigráficos realizados en la Cueva del drable en el paleolítico superior, un nivel epipaleolí-
Nacimiento, Valdecuevas y en Molino de Vadico tico en el que hay una industria de tipo laminar, con
parecen evidenciar la misma cadena de lenta restos óseos de fauna en los que predominan las
aculturación que hemos reseñado para el bajo especies salvajes de conejo, cabra y, en menor
Aragón (Mateo, 1997-1998). porcentaje, ciervo, a la que le sigue una etapa neo-
En la Cueva del Nacimiento, los trabajos de lítica que proporciona cerámica impresa e incisa y
excavación realizados permitieron documentar poca industria lítica. Asimismo, según comunica-
cuatro etapas de habitación (Rodríguez, 1979; ción personal de sus investigadores a A. Alonso y A.
Asquerino, López, 1981). Un nivel más antiguo, Grimal (1996), también se recuperaron algunos res-
propio de un horizonte del paleolítico superior, tos de grano.
proporcionó restos de un hogar e industria lítica de Vemos, pues, en los tres casos como a
raspadores, buriles y hojas con y sin retoque, pesar de la distinción efectuada entre sendos
fechándose en 9250 aC (GIF-3472: 11200 BP no periodos epipaleolítico y neolítico, se observa que
calibrado). El nivel B, con restos de un hogar e lejos de haber una ruptura marcada entre ambos
industria lítica ya epipaleolítica de geométricos y momentos en lo que a la tecnología y las formas
microláminas ha dado la fecha de 5670 aC (GIF- de vida se refiere, hay, por contra, una continuidad
3471: 7620 BP no calibrado). Por último, el nivel A, en la industria lítica y en las especies animales
considerado como neolítico, presenta dos fases sacrificadas, todavía salvajes, siendo los únicos
distintas, una más antigua, del neolítico medio, elementos “innovadores” en los niveles agregados
que aporta una industria lítica de tipo laminar de al neolítico la presencia de cerámica, decorada
tradición epipaleolítica, con hojas con o sin con impresiones, incisiones o digitaciones, según
retoque, restos cerámicos decorados con el caso, en Cueva del Nacimiento y Valdecuevas,
impresiones y digitaciones y algunos restos óseos la existencia de los restos óseos de Ovis aries en
de fauna salvaje y doméstica, y una segunda fase, este último, y los restos de grano en el Molino de
del neolítico final, con restos cerámicos lisos y con Vadico.
porcentajes superiores de los restos óseos de La escasez de datos que padecemos sobre
fauna doméstica sobre la salvaje. Estos niveles el neolítico en Murcia y Albacete, y la ambigüedad
neolíticos se han fechado en 4830 aC y 3540 aC que envuelve a los que conocemos, nos lleva a
(GIF-5422: 5490±120 BP) el primero, y en 2040 relacionar este proceso de aculturación de lugares
aC (GIF-5421: 3990±110 BP) el atribuido al interiores como Nacimiento y Valdecuevas con el
neolítico final. Tampoco han faltado voces en núcleo primario valenciano, al menos en tanto que
contra de este aparente proceso de aculturación podamos demostrar arqueológicamente la
en Nacimiento en virtud del desfase cronológico existencia de asentamientos neolíticos ex novo en
que parece haber entre los niveles epipaleolíticos sectores costeros murcianos. Desde esta zona
y los neolíticos (Martí, Cabanilles, 1997). Sin levantina, las nuevas ideas neolíticas habrían
embargo, la naturaleza de los propios trabajos podido penetrar por el corredor que constituye el
arqueológicos desarrollados, muy limitados altiplano murciano, hasta alcanzar el curso medio
espacialmente, y la ausencia de más datas quizás del río Segura, vía natural de entrada hasta el
pudieran explicar este aparente desfase. interior giennense y albaceteño. De este teórico
En Valdecuevas (Sarrión, 1980), su excavador recorrido podríamos tener puntuales registros en la
estableció también varias fases de ocupación, coin- Cueva de la Serreta y en los Abrigos del Pozo,
cidentes a grandes rasgos con las definidas en ambos lugares provistos a la vez de arte rupestre.
Nacimiento. Sobre un nivel epipaleolítico con una En la Cueva de la Serreta los trabajos de
industria en la que predominan los denticulados y las excavación desarrollados (Martínez Sánchez,
hojas, se sitúa un segundo nivel, adscrito al neolíti- 1996; Salmerón, 1999) permitieron reconocer una
co, en el que se documentan restos óseos de Sus etapa neolítica de ocupación de la cueva, si bien la
scropha y Ovis aries, y fragmentos cerámicos deco- falta de un contexto específico del registro
rados con impresiones. Una tercera etapa de habi- arqueológico y lo limitado de la información que
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ARTE LEVANTINO ADVERSUS PINTURA ESQUEMÁTICA. PUNTOS DE ENCUENTRO Y DIVERGENCIAS ENTRE DOS ...
éste proporciona no posibilitan la obtención de será, sin duda, una de las interrogantes que los futu-
referencias concluyentes. No obstante, uno de sus ros trabajos deberán intentar responder.
excavadores, dada la tipología de la industria lítica, Por otro lado, en este contexto general, la
preferentemente laminar, y la naturaleza de la ausencia de un epipaleolítico geométrico en Anda-
decoración cerámica, incisa la mayor parte y unas lucía más allá de los enclaves orientales de Naci-
pocas impresas, apuesta por una cronología del miento y Valdecuevas, y una vez puesto de mani-
neolítico medio para esta fase de ocupación fiesto que el sustrato epipaleolítico de facies
microlaminar, que sí está ampliamente documenta-
(Martínez Sánchez, 1996).
do en la región, no constituye el sustrato de la neo-
Por su parte, un sondeo estratigráfico
litización (Aura, Pérez, 1995; Martí, Cabanilles,
realizado en el abrigo más grande del conjunto de
1997), quizás pueda explicar la ausencia de arte
El Pozo (Martínez Sánchez, 1994) demostró una levantino en otros puntos más occidentales que
ocupación continuada en el mismo desde el éstos del alto Segura, a los que habría que anexar el
paleolítico superior, llegando, sin solución de llamado núcleo de Quesada (Soria, López, 1999),
continuidad, hasta fechas medievales. Un nivel alejado unos pocos kilómetros al suroeste. No olvi-
neolítico antiguo aportó restos cerámicos lisos, damos los yacimientos en superficie de Río Palmo-
incisos e impresos, una industria lítica en cuarcita, nes, en Algeciras, y de Los Frailes, en Bornos, cuya
con lascas sin retoque, restos de talla y cantos, y industria lítica, en alguna de sus piezas, recuerda al
en sílex, de láminas sin retoque y con retoque geometrismo de Cocina I pero que, no obstante,
lateral abrupto, lascas y núcleos. Asimismo, el parece que haya que relacionar más bien con el
análisis preliminar de los restos óseos de fauna geometrismo del sur de Portugal (Martí, Cabani-
tan sólo permitió advertir la presencia de especies lles, 1997). De confirmarse esta idea, podríamos
como el conejo, los pequeños rumiantes y los considerar que los autores del estilo levantino serían
ungulados puesto que lo reducido y fragmentado los grupos epipaleolíticos geométricos, con lo que
este horizonte cultural, no sólo estético, hundiría sus
de la muestra impidió precisar más detalles
raíces en el X milenio aC (Aura, Pérez, 1995).
(Mateo, 1997b). Otros datos de interés son el
En esta misma línea de opinión se ha
hallazgo de restos de pigmento entremezclados
llegado a postular que el arte levantino nace en el
entre el sedimento y la fecha radiocarbónica de seno de estas comunidades epipaleolíticas de
4310 aC obtenida a partir de restos de carbón facies geométrica como respuesta al proceso de
vegetal de un hogar de este nivel neolítico. aculturación que sufren por parte de los grupos
No obstante, de aceptar la adscripción crono- neolíticos (Llavori, 1988-1989). El conflicto de
lógica propuesta para ambos yacimientos se plantea competencias territoriales, económicas y culturales
un evidente desfase entre éstos y los localizados en entre ambas entidades sociales convertiría a la
el alto Segura que, de acuerdo con la lógica difusio- pintura levantina en un mecanismo de
nista, deberían mostrar unas fechas más recientes. reproducción de un modo de vida tradicional
Es ésta una situación paradójica, si se quiere, pero tendente a impedir la desintegración del sistema.
no desconocida en otros ambientes, recordemos Por nuestra parte, al margen de que podamos
que en el alto Aragón el yacimiento aculturado de aceptar que el contacto entre estos grupos y la
Forcas II proporciona cronologías más antiguas que necesidad de tierras para cultivar sí pueda obligar
el supuesto foco neolitizador de Chaves (Baldellou, con el tiempo a la paulatina reclusión de los
cazadores y recolectores en las serranías
1994). A pesar de ello, el desconocimiento del itine-
interiores, lo que no admitimos es el hecho de que
rario seguido por las aportaciones neolíticas hasta
el arte levantino nazca desde la nada, como un
esta zona interior y la falta de series cronológicas
simple mecanismo de defensa de unas formas de
contrastadas, nos permite mantener la hipótesis de vida amenazadas, ya que su contenido temático
que el curso fluvial del Segura es la vía de penetra- implica conceptos religiosos más amplios (Mateo,
ción de los elementos neolitizadores, al tiempo que 2003). Además, esta hipótesis no dejaría de
también podemos pensar que la ocupación neolítica plantear una situación un tanto curiosa ya que
de la Cueva de la Serreta y de los Abrigos del Pozo durante varios miles de años los cazadores y
no tienen por qué ser consecuencia de la primera recolectores habrían mantenido unos modos de
oleada de entrada de estas ideas neolíticas. Esta vida que no suscitaron en ningún momento la
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MIGUEL ANGEL MATEO SAURA
necesidad de contar con una iconografía logía del arte rupestre levantino. Real Acade-
simbólica, para más tarde, súbitamente, a raíz de mia de Cultura Valenciana. Serie Arqueológi-
su contacto con los grupos neolíticos, contacto que ca, 17, pp. 43-76. Valencia.
hemos visto que no es en modo alguno traumático, ASQUERINO, Mª D., LÓPEZ, P. (1981): La Cueva
crear el espectacular arte levantino. del Nacimiento (Pontones). Trabajos de
En cualquier caso, la aculturación de estos Prehistoria, 38, pp. 109-152. Madrid.
grupos de cazadores y recolectores supondrá la AURA, J.E., PÉREZ, M. (1995): El Holoceno inicial
desaparición definitiva del estilo levantino como en el Mediterráneo español (11000-7000
vehículo de expresión de unas creencias BP). Características culturales y económicas.
asociadas a un modelo social y económico En VILLAVERDE (ed.): Los últimos
caduco, al tiempo que se iniciará la expansión y cazadores. Transformaciones culturales y
generalización del fenómeno esquemático, económicas durante el Tardiglaciar y el inicio
asociado a las novedosas corrientes sociales, del Holoceno en el ámbito mediterráneo, pp.
económicas y espirituales que conlleva la forma de 119-143. Alicante.
vida neolítica. Dadas las estrechas semejanzas BALDELLOU, V. (1983): El arte esquemático y su
existentes entre los dos horizontes artísticos, quizá relación con el levantino en la cuenca alta
no sería descabellado proponer a los antiguos del Vero (Huesca). Zéphyrus, XXXVI, pp.
levantinos como corresponsables del nacimiento y 113-115. Salamanca.
expansión de la pintura esquemática. BALDELLOU, V. (1994): Algunos comentarios
Tal vez la religiosidad neolítica encontró el sobre el Neolítico en Aragón. Bolskan, 11,
terreno suficientemente abonado en el seno de los pp. 33-51. Huesca.
grupos aculturados epipaleolíticos como para que BARANDIARÁN, I., CAVA, A. (1985): Las
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