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El empresario Arturo Calle cuenta los secretos de su

poder y su fama
Arturo Calle, quien comenzó su empresa en un local de 8 metros cuadrados y hoy aporta 5.000 empleos,
se desnuda para hablar sobre mujeres, religión, televisón y lo que más le gusta: no pagar arriendo.
Historia del último colombiano sin deudas.
Por: Paola Guevara | Editora de VéDomingo, Agosto 5, 2012

Quienes lo conocen desde niño cuentan que ‘Arturito Calle’ era un flaquito de pelo largo y crespo, de ojitos
claros, blanco, muy buen mozo y simpático. Él mismo, a sus 74 años, lo corrobora: “Las señoras no podían
resistirse, enloquecían. ¿Quién podría dejar de comprarle mandarinas a ese monito pecoso y con sex appeal,
de 10 o 12 años?”.
En el barrio Robledo, de Medellín, donde nació, jugaba con carritos de balineras porque no había dinero para
más.

Le gustaba el fútbol, montaba en bicicleta y trepaba a los árboles con sus nueve hermanos, pero esas eran
actividades triviales para él. Desde que dejó el biberón supo que su pasión eran los negocios y se dedicó a
vender todo lo que produjera la finquita en la que vivía su madre, hortalizas, flores, frutas, lo que hubiera a
mano.
Cuenta que un día, en aquellos tiempos de infancia, ordeñó una vaca a escondidas para hacer panelitas de
coco que pudiera vender en el mercado. Su madre, al encontrar las ubres vaciadas, culpó al ternero, pero
pronto descubrió que su hijo había sido el culpable.

Es que el ternerito languidecía de hambre pero ‘Arturito’, en cambio, tenía sus bolsillos llenos de monedas y
una sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro.
Le gustaba volarse a las ferias ganaderas de su pueblo, colarse con su menuda figura entre los compradores y
ver cómo hacían negocios los hombres ricos. Su destino estaba trazado: este niño inquieto llegaría a ser uno
de los empresarios más destacados de Colombia, que hoy tiene 50 almacenes y aporta 5.000 empleos con un
lema que no aprendió en ninguna escuela de negocios: “No hay que tener miedo a crecer lento”.
Cuando tuvo edad para afeitarse, su meta fue ser independiente, ser su propio jefe, tener su propio negocio sin
deberle nada a nadie. Y tan ahorrativo era que guardaba dos mudas de ropa buena para ir a misa los
domingos; el resto de los días se vestía con ropa de dotación que les compraba baratísima a sus compañeros
de una empresa de manufactura.
A los 20 años de edad hizo su primer negocio en grande. Y aquello de ‘grande’ es un decir, pues compró un
almacén de escasos 8 metros cuadrados en San Victorino, un populoso sector de Bogotá.
Corría la década del 50 y este, su primer almacén de ropa masculina, se llamaba ‘La Camisita’, así, en
diminutivo. En aquel negocio invirtió $17.000 pesos de los cuales pidió prestados $4.000. “Fue la última vez
que le debí algo a alguien”, nos dice.
Le aconsejaron cambiar el nombre por uno más “sofisticado”: Danté. Hasta que un publicista le dijo sin
sonrojarse que el nombre era horrible y le sugirió bautizar su negocio con su propio nombre, ‘Arturo Calle’, a la
usanza de los grandes diseñadores europeos.
Con el mismo aspecto encantador con que atraía a las señoras de la plaza cuando niño, hipnotizaba a sus
clientes con su facilidad de palabra y su apariencia de lord inglés. Revela que en aquel tiempo no tenía más
que una empleada que no lo llamaba ‘jefe’ ni ‘don Arturo’, sino “Mono”.
“Eran tiempos muy difíciles, tiempos de competencia feroz porque los comerciantes aplicaban la ley del
regateo. El cliente decía ‘ofrezco tanto’, y empezaba el tire y afloje. Competir contra el que regala el producto,
contra el que le dice al cliente ‘tenga’, era algo a lo que yo no estaba acostumbrado. No me gustaba. Yo vendía
con precios justos pero quería obtener la merecida ganancia”, recuerda.
A fuerza de ser el mejor vendedor, abrió un segundo local y luego un tercero, pero lo hizo a su manera: sin
endeudarse. “Esta ha sido su regla invariable en los negocios”, explica el textilero vallecaucano Edwin Salazar,
gerente general de Procostura, “su estrategia ha sido reinvertir sus ganancias en el mismo negocio, sin acudir a
fuentes de financiación externas”, añade.
La diseñadora Lina Cantillo, especializada en moda para hombres, afirma que las circunstancias en que Arturo
Calle comenzó su negocio le parecen admirables. “Luego vivió épocas doradas de la economía colombiana,
como los años 70 y 80, previos a la apertura económica, en los que el dinero fluyó a manos llenas. Ahora
vivimos un regateo como el que él sufrió, pero peor, porque los que apostamos por una propuesta de alta moda
nos enfrentamos a otros que regalan el trabajo y dañan el mercado”, asegura Cantillo desde una visión más
contemporánea.
Cuando llegaron a Colombia los grandes almacenes de cadena, los clientes se acostumbraron a pagar un
precio fijo por los productos. Pero no hay época libre de retos: “Llegaron también las grandes marcas de ropa,
que nos han obligado a movernos, a adaptarnos. De la línea clásica tuvimos que abrir una línea casual y otra
sport”, dice Arturo Calle.
Su gran amigo, el ex presidente Álvaro Uribe, vestía de su marca, y hace una semana el presidente Santos
confesó en Colombiamoda que, si bien buscaba ropa de diseñadores internacionales cuando joven, “ahora me
siento orgulloso de vestir ropa Arturo Calle”.
Tiene fama de medir bien cada peso, y ni él ni su familia se desviven por salir en las páginas del jet set criollo a
pesar de que su hijo mayor, Carlos Arturo Calle, ya se convirtió en gerente general de la empresa. Don Arturo,
quien se ha casado dos veces, ha educado a sus otros cuatro hijos para tomar las riendas del imperio que
edificó.
Confiesa, eso sí, que tiene la costumbre de acariciar y besar los billetes. Es difícil saber si lo dice en sentido
figurado, si se trata de una exageración suya, pero explica que al dinero hay que mimarlo, consentirlo: “Quien
no ame el dinero nunca lo conseguirá. Hay que amar la riqueza porque puede dar bienestar, puede dar empleo.
La riqueza sirve para pagar impuestos, para ayudar fundaciones y hacer crecer a Colombia. La veo como algo
puro, bueno y deseable”.
"Nací con el don de humildad, perseverancia y paciencia"
Lo jalo del brazo y él forcejea, le insisto que nos sentemos pues los tacones matan, pero él quiere que
hagamos toda la entrevista de pie, sugiere encantado que la hagamos caminando o saltando, dice que ya
habrá tiempo de sobra para sentarnos... cuando muramos.
Desde su stand en Colombiamoda, feria donde fue homenajeado por el presidente Santos por su aporte
empresarial, habló con El País enfundado en ropa Arturo Calle desde la corbata de florecillas amarillas hasta
los lustrosos zapatos, porque: “Si no uso la ropa que vendo, ¿qué van a pensar los colombianos?”.
¿Nació con el don de Midas?
Nací con el don de la humildad, de la perseverancia, de la paciencia, con el don de compartir con el prójimo y
no pensar en enriquecimiento sino en el desarrollo del país. Esa es la mayor riqueza de un ser humano, y lo
otro es tener muy definido qué se quiere en la vida, no estar incursionando en una cosa y en otra, y en otra...
uno tiene que saber qué es lo que quiere. Y dedicarse a eso. Desde mi juventud siempre quise ser
independiente, soñaba con tener un capital propio...
¿Por qué lo tuvo tan claro siempre?
Yo creo que Dios a cada ser humano le da un don. A mí me dijo: ‘Arturo Calle, no estudie mucho que yo le voy
a dar el don del trabajo, porque usted va a tener que trabajar hasta el último día de su vida’. Y yo le dije:
‘Bienvenido Jesucristo, hagámosle’.
Usted ha dicho que no hay ricos y pobres, sino buenos y malos administradores...
Es cierto. A mí me encanta la plata, pero me encanta para hacer el bien, no para atesorarla. Yo sé que me
tengo que ir de este mundo y comparto lo que tengo. Si se fue Lázaro que era el amigo de Jesucristo, ¿no nos
vamos a ir nosotros también?
¿Pero antes qué le falta por ver?
Les encargo a mis hijos la línea femenina. ¿Cuándo?, no lo sé, pero les he dicho que ojalá, antes de morirme,
ellos me presenten la línea Arturo Calle femenina, bien linda, bien moderna, con un nombre bien espectacular
para el mercado colombiano.
¿Cuál es el mejor consejo de negocios que le han dado?
No me han dado el primero. Jamás. Los consejos me los he dado yo mismo y se los doy a mis hijos y a mis
nietos. Les digo que traten de ser superiores a mí en corrección, en trabajo, en humildad, en honestidad. Y que
jamás se estanquen.
¿Si no hubiera sido empresario qué otro oficio habría desempeñado?
A mí me hubiera gustado ser abogado, o un político, pero con toda la transparecia que he tenido por más de 50
años en el sector privado. O habría sido ganadero, eso me parece interesante, yo creo que quien vive del
ganado no muere de infarto ni de cáncer, debe ser muy desestresante. Y aunque no fui ganadero ya hice que
mis hijos entraran en ese negocio y espero que la conviertan en una gran empresa ganadera. Yo considero que
toda actividad hay que convertirla en una gran empresa.
¿No toma nada por hobbie? ¿Todo con usted es trabajar y trabajar?
Usted no puede ser un agricultor por hobby o por recoger 1.000 libras o 2.000 libras de café. Usted tiene que
volverse un gran empresario cafetero, no un agricultor cafetero. Cuando usted aplica esta misma regla para la
vida, pensando como gran empresario, incursiona en cosas cada vez más grandes así comience pequeño.
Todas las actividades que yo emprendo las emprendo con visión empresarial, no diciendo ‘qué bueno tener
esto’ o ‘qué bueno hacer aquello’. Si uno no convierte su negocio en una empresa grande va a ser muy difícil
sostenerse hoy en día. Pero tiene que quererlo y tener el don de la paciencia para irlo desarrollando a través de
la vida. Este servidor lleva 52 años o 54 años trabajando porque, mientras haya quién siga desarrollando los
conceptos que uno creó, la vida de uno no se acaba, no termina con la muerte.
¿En qué se parecen los negocios y el amor?
En que nada fácil es agradable. Si uno le dice a una niña ‘cómo estás de linda’, y la amaciza, y ella le da los
besos... eso no lo admira uno. ¡Eso no es difícil! ¡Eso no es lo bueno! Lo bueno empieza cuando ella le dice a
uno: ‘Ah, ah, no señor, yo te doy ese beso en las gradas de la iglesia antes de la luna de miel’. Todo lo difícil es
lo que perdura. Todo lo fácil, sobre todo el dinero fácil, lo lleva a uno a una corta vida y allí no hay felicidad, con
eso no se hace país, con eso no se hace imagen, ni familia ni empresa.
Su caso es la antítesis del dinero fácil que vemos por estos días en series como ‘Escobar, el Patrón del mal’...
No me diga más, que ya quiero responder, mire, esa telenovela con todo el respeto que me merece Caracol...,
no la comparto, a mí me golpeó mucho. Es tan duro lo que hicieron esos seres, tan llevado a los extremos, que
no es para que se lo recuerden a estas generaciones a las que no les tocó vivirlo. Yo creo que a uno no le
pueden enseñar nada mostrándole el mal ejemplo. Y para las personas que sí lo vivimos, recordarlo es
aterrador. Yo no hubiera sacado por ningún motivo una telenovela de esas. Y si lo que quieren es mostrarnos el
horrible pasado para que no volvamos allá, mejor que nos muestren cosas muy bellas, como el campo, los
pájaros, el desarrollo del mundo, la tecnología...
¿O la historia de Arturo Calle?
(Risas) Mire el caso de esa película... ‘Avatar’, mire que para ser taquillero y exitoso no hay que mostrar terror,
es una cosa divina, ¡qué proyecto tan hermoso!
¿Por qué tardó tanto en tener franquicias en otros países?
Es que uno tiene que mostrar la reina cuando ya sea hermosa. Si la reina no
está muy linda no puede salir a la calle, porque la van a criticar. Si esta empresa hubiera salido antes habría
hecho el oso, porque no estaba lista, pero ahora ya está madura y desde hace un par de meses estamos
incursionando en franquicias en Suramérica y Centroamérica. La empresa ya puede entrar a otros países con
respeto, con peso. Si hubiéramos llegado muy humildes o muy tímidos nos sacan volando al otro día. Tenemos
que hacer las cosas por lo alto y por lo grande, o no hacer nada.
¿Qué empresas admira más?
Admiro al dueño y creador de Zara. En grandes cadenas, a Wall Mart. En tecnología a ese señor que acaba de
morir, Steve Jobs, a quien Dios mandó a este mundo con el don de darle belleza, desarrollo y tecnología al
mundo. Y, por supuesto, admiro a la religión que tiene sede en Roma, en el Vaticano.
¿Y por qué menciona a Roma como un caso empresarial?
Porque la religión es una empresa desde que se creó, y ha sabido crecer. Esa religión es una empresa fundada
por Jesús, y tiene administradores, tanto es empresa que se dedica a la educación, a la salud, a la labor social
y a muchas otras tareas. ¿Si eso no es una empresa entonces qué lo es?
En un país cuyo deporte nacional es el endeudamiento, ¿cómo ha logrado vencer la tentación?
Yo sigo creyendo que mi modelo ha sido muy exitoso, comencé con $17.000 pesos de los que me prestaron
$4.000, no volví a deber y hoy la mía es una empresa con una capacidad económica muy grande. No veo nada
de malo en los compromisos a corto plazo porque los colombianos son responsables, pagan bien, este no es
un país de pícaros sino, en su mayoría, de gente honrada. Pero a los compromisos grandes les tengo respeto.
Hoy en día los negocios ya no dan para tanto. Mientras yo viva la empresa Arturo Calle jamás deberá un peso,
ni pagará arriendo, y que conste que no tengo sino 27 años, o sea que voy para largo. Pero en la cédula
cometiron un error y alguien me puso 73 años. Usted me dirá cuántos tengo, si 73 o 27 (risas).
Arturo Calle y sus consejos como empresario.
Arturo Calle es uno de los empresarios más admirados de Colombia. Sus almacenes son muy conocidos y
apreciados por la calidad de la ropa que venden, su diseño, su variedad y sus buenos precios. Este
paisa emprendedor inició operaciones hace 45 años en un local de 8 M2. Como muestra de su impresionante
éxito, hoy en día todos sus almacenes sumados emplean un área de más de 100.000 M2.
A continuación resumo los mensajes de este brillante hombre de negocios que más llaman la atención:
1. El don más importante para poder ser un empresario exitoso es el don de la paciencia. Hay que crecer
lentamente, sin afán.
2. Uno tiene que pensar y actuar en función de una empresa que perdure, que trascienda más allá de la vida
de uno.
3. Los ricos verdaderamente no existen; lo que existen son excelentes administradores de recursos. En
realidad esos recursos son del país porque cuando uno se muere no se puede llevar nada.
4. Para innovar hay que viajar constantemente, no sólo la cabeza de la empresa, sino diversas personas de
diferentes funciones. Hay que ir a erias especializadas, visitar los proveedores de materias primas,
conocer de primera mano los mercados y ver cómo funcionan los centros comerciales en otros lugares.
5. Hay que renovarse a diario; es una dicha reinvertir permanentemente en renovación. Tal renovación en los
locales tiene que ser total cada 2 ó 3 años.
6. Nuestra fórmula financiera es: un porcentaje de utilidad fijo igual para odos los productos, unos volúmenes
altos (pero no vendiéndole lo mismo a todo el mundo, sino ofreciendo cosas nuevas con mucha
frecuencia), cero endeudamiento y no pago de arriendo: los locales son propios, se van comprando a
medida que las finanzas de la compañía lo permitan.
7. Es clave tener una reserva para soportar los gastos sin tener que recurrir al crédito. En nuestro caso
podemos aguantar más de un año sin vender un solo peso.
8. Les recomiendo a los demás empresarios que fomenten en sus hijos el estudio de carreras afines con el
desarrollo de la empresa, que les inculquen algún interés.
9. Hay que dejar el afán por acumular riquezas. Obviamente es bueno conseguir plata pero no para
gastársela en lujos personales, sino para ponerla a trabajar en el negocio.
10. Un buen empresario no se preocupa por el dinero; lo que realmente le debe preocupar es hacer las cosas
bien, por lo cual la plata llegará.
11. El consejo más importante que he recibido en la vida me lo dio mi madre: ser siempre transparente y
honesto.
12. Uno no debe descuidar lo que está haciendo por distraerse con lo que están haciendo otros.
13. Por el bien de la empresa, si logran convencerme con argumentos sólidos, no tengo ningún inconveniente
en echar reversa en mis decisiones.

14. Le sugiero a todos los empresarios cuidar muy bien su condición física (yo hago al menos una hora diaria
de ejercicio, y cuando no puedo mi capacidad se merma al 50%). Hay que convertir el ejercicio en una
rutina diaria.
15. Comienzo cada día en la oficina dándoles los ‘buenos días’ a los colaboradores, deseándoles paz y amor,
agradeciéndoles sus aportes, diciéndoles que me siento orgulloso de su trabajo y deseándoles que
disfruten la jornada, que laboren con agrado.
16. En mi oficina las puertas siempre están abiertas. Siempre estoy a las órdenes de cualquier persona que
necesite mi ayuda, en cualquier área.
17. Ser un empresario honesto en Colombia es muy difícil porque hay demasiados impuestos, con tarifas muy
altas. En mi caso pago 43 tipos de tributos distintos.
18. En los equipos de innovación es clave tener gente diversa, de diferentes edades, opiniones, ideas, etc.
19. Es cierto que hay que delegar, pero no quiere decir que uno se desentienda de lo que delegó, eso no se
puede ignorar.
20. Es necesario a veces meterse en los detalles, pero no hay que exagerar siendo ‘cositero’.
21. Todos, absolutamente todos los trabajos son dignos.
22. Hay que tener un Protocolo Familiar para evitar problemas con la sucesión.
23. Aconsejo invertir las utilidades en el mismo negocio, no diversificar en proyectos que no se conocen bien.
24. La responsabilidad social no debe ser un simple acto de generosidad, es el cumplimiento de un deber.
Estamos obligados a darle la mano al que lo necesita.
25. El dinero es hermoso siempre y cuando se use para buenas causas. La mayor riqueza es el don del
desprendimiento. No se debe hacer bien para ‘pantallear’. Mi empresa ayuda a más de 200 fundaciones
con sumas fijas periódicas. Eso es mejor que darles una sola vez porque lo que necesitan es continuidad
en su flujo de ingresos.
26. No me gusta la expresión ‘obra de caridad’ porque uno debe compartir con el prójimo necesitado para
sentir la satisfacción del deber cumplido.
27. Ni en la casa, ni en los fines de semana, hablo de negocios o de plata.
28. No sólo hay que conservar bien el cuerpo, hay que mantener la mente joven.
29. El país no es Bogotá, son todos los colombianos.

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