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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA.

Tesis de Grado
Licenciatura en Psicología
“Aproximación a los aportes que las
Psicosis Ordinarias le han hecho al
Psicoanálisis.”

Alumna: Farías Andrea Fabiana


DNI N°: 22.231.450
Tutor a cargo: Montiel Alma
DNI N°: 25.433.195
Año 2019.
Tabla de contenidos

Agradecimientos……………………………………………….…….3

Introducción ………………………………………………….…4

Planteo del problema ……………………………………………….5

Objetivo general……………………………………………………..7

Objetivo específico………………………………………………….7

Estado del arte………………………………………………………7

Marco teórico………………………………………………………...8

Metodología………………………………………………………...10

Desarrollo…………………………………………………………..10

 Patología borderline, trastorno de personalidad,


Trastorno límite de la personalidad……………………...10
 Nuevas presentaciones clínicas desde un
enfoque psicoanalítico…………………………………….12
 Las psicosis ordinarias…………………………………….15
 Tratamiento posible y formas de transferencia
en las psicosis clásicas y su continuidad hacia
las psicosis ordinarias………………………………….…..18
Conclusión…………………………………………………….…….25
Referencias bibliográficas…………………………………………26

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Agradecimientos.

A mis hijos, Federico, Dana y Anabella por ser ellos los primeros en apoyarme en
este hermoso sueño de ser psicóloga. Sueño que se convirtió en proyecto. Por
explicarme cosas muy básicas que no recordaba de la secundaria al principio, por
tenerme paciencia después, cuando no podía cumplir con mi rol de ama de casa
por estudiar. Por permitirme ser.

A mi esposo, mi amigo, mi compañero, mi amor. Sin él no hubiera podido estar


viviendo esta etapa donde este hermoso proyecto es casi una realidad. Gracias
por estar siempre al lado mío, sosteniéndome cuando sentía que ya ni la fuerza ni
la voluntad eran suficientes. Por desafiarme a que no podía con tal o cual materia,
porque eso también me impulsaba, y lo sabias.

A mis padres, Lucia y Segundo porque por ellos hoy soy quien soy.

A mis amigas Mailen y Micaela por compartir esta hermosa carrera, por los mates,
por los apuntes, por las juntadas de estudio, por estar siempre que las necesite
para hablar de mis mambos, por las cervezas.

A mi amiga María Victoria, porque a pesar de la distancia, siempre la sentí al lado


mío.

A mi tutora Alma Montiel que me regaló su apoyo, su colaboración, su tiempo, sus


conocimientos y su compromiso. Por ayudarme con la tesis en fin de semana. Por
ser uno de mis referentes. Te admiro Alma.

A mi querida Facultad de Psicología, que me acogió, me regaló amigas. A la que


ingrese con miedo aquel primer cuatrimestre y hoy la siento como mi casa. Es un
honor ser parte de esta prestigiosa casa de estudios.

A la educación pública. Sin ella nada de esto hubiera sido posible.

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“La triplicidad freudiana, neurosis,
psicosis y perversión, no podría
mantenerse eternamente en cartelera en
la clínica psicoanalítica”.

Serge Cottet.

Introducción

La clínica actual muestra con más frecuencia, sujetos con una modalidad de
presentación clínica distinta, particular, no tan clásica como en otro momento. Son
sujetos que llevan una vida común, ordinaria, los cuales son difíciles de
diagnosticar, pero que sin embargo presentan fenómenos sintomáticos que en
apariencia son nimios, se presentan como algo sutil, como un pequeño detalle que
surge al momento de manifestar sus trastornos entre los que se pueden
mencionar, trastornos corporales, dificultades en sus vínculos y relaciones,
también desafectividad. Estos son algunos de los fenómenos que llegan hoy a la
consulta y que por su gran discreción pueden pasar desapercibidos en la escucha
de un analista. Son pacientes a los que el analista no puede ubicar rápidamente
dentro de una posible neurosis, tampoco se observa un desencadenamiento
psicótico franco. Hay una especie de continuo donde no es fácil identificar que
categoría clínica refiere este paciente. “En la clínica hay un momento nominalista,
es ese en el que recibimos al paciente en su singularidad, sin compararlo con
nadie, como lo inclasificable por excelencia. Pero hay un segundo momento, el
momento estructuralista, en que lo referimos a tipos de síntomas y a la existencia
de la estructura.” (Miller. 1999, p. 404)
Estos sujetos presentan un modo de padecimiento que invitan a repensar un
abordaje psicoanalítico particular que podría pensarse no a partir de la clínica
estructuralista de Lacan o de su primera enseñanza, como la llaman algunos
autores, sino más bien desde su segunda enseñanza, que no desconoce la

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primera sino que la amplía, para intentar dar algún tipo de respuesta donde no se
haga referencia a una clínica del sujeto sino de una clínica del goce.
Ante el desconcierto frente al abordaje posible en este tipo de pacientes, surge el
interrogante: Ante estas nuevas presentaciones clínicas, ¿siguen siendo útiles los
mismos conceptos y aportes que el psicoanálisis ha ofrecido o hay una manera de
repensar el psicoanálisis a partir de estas nuevas presentaciones clínicas?
Si el psicoanálisis se piensa en relación a la transferencia, si desde Freud para
que haya psicoanálisis tiene que instalarse la transferencia, ¿cómo se desarrolla la
transferencia en pacientes con esta modalidad de presentación?

Planteo del problema.

La clínica actual muestra con más frecuencia, sujetos con una modalidad de
presentación clínica distinta, particular, no tan clásica como en otro momento. Son
sujetos que llevan una vida común, ordinaria, los cuales son difíciles de
diagnosticar, pero que sin embargo presentan fenómenos sintomáticos que en
apariencia son nimios, se presentan como algo sutil, como un pequeño detalle que
surge al momento de manifestar sus trastornos, entre los que se pueden
mencionar, trastornos corporales, dificultades en sus vínculos y relaciones,
también desafectividad. Estos son algunos de los fenómenos que llegan hoy a la
consulta y que por su gran discreción pueden pasar desapercibidos en la escucha
de un analista. Son trastornos que los cognitivistas llaman borderline o según el
DSM son también llamados, trastornos de personalidad.
Teniendo en cuenta el momento sociohistórico, en el que está sumida nuestra
sociedad, una sociedad que apunta al consumo masivo donde todo es para todos,
y todo es posible. Donde hay una caída de los ideales y las familias tienen poco o
nada de autoridad para cumplir con su función, se observan sujetos que están a
la deriva, desorientados, son sujetos sueltos en relación a un punto de referencia,
con cierta dificultad de amarrarse a un otro que los guíe, que los oriente. Al decir

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de Laurent; “Hay menos padres en el contexto social, y la sociedad tiene
tendencia a transformarse en una sociedad de hermanos, de hermanos
incrédulos. No creen en Dios, ya no creen en el padre, ya no creen en la
autoridad. Faltan los puntos de referencia al estar el padre en retirada. (Laurent,
1997, p 52)
A partir de esta cuestión se suele hablar de la caída del nombre del padre,
asociándolo a la caída de los grandes ideales, de los grandes ordenadores que
sostenían las grandes identificaciones y pensar en la caída del padre nos conduce
a pensar en sujetos desorientados, sin una referencia precisa, con dificultades
para establecer lazos sociales o también sujetos que empiezan a orientarse de
otra manera.
Estos sujetos presentan un modo de padecimiento que invitan a repensar el
abordaje psicoanalítico clásico, abordaje que podría pensarse no a partir de la
clínica estructuralista de Lacan o de su primera enseñanza, como la llaman
algunos autores, sino más bien desde su segunda enseñanza, que no desconoce
la primera sino que la amplía, para intentar dar algún tipo de respuesta donde no
se haga referencia a una clínica del sujeto sino de una clínica del goce. “Los
psicoanalistas se quejan fácilmente de que lo pacientes que vienen a verlos
cambian, que son diferentes de lo que eran en tiempos de Freud. Se quejan y
piden que la teoría psicoanalítica cambie”. (Laurent, 1997, p. 52).
Ante el desconcierto frente al abordaje posible en este tipo de pacientes, surge el
interrogante: Ante estas nuevas presentaciones clínicas, ¿siguen siendo útiles los
mismos conceptos y aportes que el psicoanálisis ha ofrecido o hay una manera de
repensar el psicoanálisis a partir de estas nuevas presentaciones clínicas?
Si el psicoanálisis se piensa en relación a la transferencia, ¿cómo se desarrolla la
transferencia en pacientes con esta modalidad de presentación?
Estas preguntas guiarán el recorrido que se pretende realizar en el presente
trabajo.

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Objetivo general

 Sistematizar las nuevas presentaciones clínicas desde un enfoque


psicoanalítico e identificar herramientas para un tratamiento posible.

Objetivos específicos

 Localizar en qué categorías de la clínica se podrían ubicar estas nuevas


presentaciones clínicas.
 Describir las características de estos pacientes desde un enfoque
psicoanalítico.
 Circunscribir la modalidad de transferencia en el dispositivo analítico y
como se juega en estos pacientes.

Estado del arte.

Para la confección de la presente tesis se han encontrado trabajos muy


interesantes sobre estos modos de padecimientos subjetivos actuales, de los
cuales se utilizarán algunos de los tantos autores cuyo interés está enfocado en
este tema. Si bien estas nuevas presentaciones clínicas son llamadas actuales,
son pacientes con un modo de presentación clínica que hace tiempo dieron lugar
al surgimiento de nuevos interrogantes con el fin de entender y poder, de alguna
forma, explicar o dar respuestas a estos padecimientos desde un enfoque
psicoanalítico así como también desde otros enfoques, como por ejemplo desde la
Teoría Cognitivo Conductual. Sin embargo lejos están de agotarse los
interrogantes acerca de este tema, hay mucho camino por recorrer y muchas
aristas por dilucidar sobre esta problemática.

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Entre los autores elegidos con enfoque psicoanalítico es posible mencionar a
Jacques Alain Miller y su valioso aporte, “Los inclasificables de la clínica
psicoanalítica”, donde a partir de dos conversaciones surge el libro que da cuenta
de casos raros de la clínica, que a los analistas les generaba cierta inquietud por
no ser tan clara la estructura que se les presentaba. (Miller, 1999). Luego de
estas dos conversaciones surge la Convención, que da lugar al libro: “Las psicosis
ordinarias: la convención de Antibes” donde Miller propone el término, psicosis
ordinarias para estos casos clínicos inclasificables. (Miller, 2003). La Asociación
Mundial de Psicoanálisis proporciona un libro de su XI Congreso, titulado: “Las
psicosis ordinarias y las Otras, bajo transferencia” donde es posible leer a autores
como Eric Laurent explicando como el término psicosis ordinarias surge a partir de
la lectura del otro Lacan, el Lacan del objeto a. También hace referencia que dicho
término viene a nombrar de manera llamativa lo que es una investigación. Autores
como Bassols y Briole también serán tomados para referirse a las psicosis
ordinarias. Asimismo se tomará la presentación de Anna Aromí y Xavier Esqué
donde realizan un recorrido general sobre el tema que orienta dicho congreso.
(Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis XI 2018, 2017).
Desde el enfoque Cognitivo Conductual, se encuentran autores como Keegan,
(2004). “Abordaje cognitivo del trastorno límite de la personalidad” como así
también Beck, Freeman, y Davis, (2005) con su trabajo titulado: “Terapia cognitiva
de los trastornos de la personalidad”.

Marco teórico.

El marco teórico desde el cual se abordará la temática planteada es el


Psicoanálisis, para ello se tomarán los siguientes conceptos centrales que
posibilitan el desarrollo teórico del presente trabajo, a saber; el concepto de Freud
de neurosis de transferencia, neurosis narcisistas y psicosis; “La neurosis de
transferencia corresponde al conflicto entre el yo y el ello, la neurosis narcisista al

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conflicto entre el yo y el superyó, la psicosis al conflicto entre el yo y el mundo
exterior”. (Freud, 1924, p.158).
De Lacan, el concepto de psicosis. ” ¿Que es el fenómeno psicótico? La
emergencia en la realidad de una significación enorme que parece una nadería -
en la medida que no se la puede vincular a nada, ya que nunca entro en el
sistema de la simbolización - pero que, en determinadas condiciones puede
amenazar todo el edificio”. (Lacan 1955-1956. p.124)
Asimismo se abordará la propuesta de trabajo sobre psicosis ordinarias de Miller
que refiere a “psicóticos más modestos, que reservan sorpresas pero que pueden
fundirse en una suerte de media: la psicosis compensada; la psicosis
suplementada; la psicosis no desencadenada; la psicosis medicada; la psicosis en
terapia; la psicosis en análisis; la psicosis que evoluciona; la psicosis
sinthomatizada. (Miller, 2003, p. 132) Tal recorrido servirá de sustento para
comprender la posición psicoanalítica en referencia a la temática planteada.
A continuación se abordarán varios textos de Eric Laurent para intentar describir la
complejidad de esta modalidad de presentación clínica. Entre ellos podemos
mencionar “los nuevos síntomas y los otros” (1997). “La psicosis ordinaria” (2006)
Tomando de Naparstek su texto; “los inclasificables en las toxicomanías y la
psicosis” (Naparstek. 2010) se intentara dar cuenta de las formas en la que estos
pacientes pierden su lábil estabilidad cotidiana para dar lugar a un
desencadenamiento discreto, sutil.
Para finalizar se tomara el texto de Colette Soler, “Que lugar para el analista”
(Soler, 1991, pp 7-14). Se tomara también el trabajo de Elida Fernández; “Algo es
posible” (Fernández, 2005) y el concepto “secretario del alienado” de Lacan para
ubicar las herramientas para un tratamiento posible en una psicosis extraordinaria.
“Metodológicamente, tenemos el derecho de aceptar entonces el testimonio del
alienado sobre su posición respecto al lenguaje, y tenemos que tomarlo en cuenta
en el análisis del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje”. (Lacan,
1984).

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A partir del desarrollo de la modalidad de tratamiento posible para una estructura
psicótica extraordinaria se intentará marcar desde los textos de Miller y Briole el
tratamiento posible para los pacientes presentados en la presente tesis.

Metodología.

La presente tesis correspondiente a la Licenciatura en Psicología de la


Universidad de Buenos Aires, propondrá un recorrido teórico cualitativo desde una
perspectiva clínica con orientación psicoanalítica freudiana-lacaniana. Recorrido
en base a la lectura de conceptos fundamentales de Freud y Lacan como punto de
partida donde se tomarán los conceptos de neurosis de transferencia, neurosis
narcisistas, secretario del alienado y otros así como también a diferentes
psicoanalistas, entre ellos se mencionan a Jacques Alain Miller, Eric Laurent,
Miquel Bassols, Guy Briole, Fabián Naparstek , Colette Soler, y Elida Fernández
que darán cuenta del tema a desarrollar en la presente tesis con el propósito de
arribar a una respuesta a la pregunta central; : Ante estas nuevas presentaciones
clínicas, ¿siguen siendo útiles los mismos conceptos y aportes que el psicoanálisis
ha ofrecido o hay una manera de repensar el psicoanálisis a partir de estas
nuevas presentaciones clínicas?

Desarrollo.

Patología borderline, trastorno de personalidad, trastorno límite de la


personalidad.

Patología borderline, trastorno de la personalidad, trastorno límite de la


personalidad, organización fronteriza de la personalidad son distintas formas de
nombrar un mismo cuadro, un mismo modo de presentación clínica. Desde el

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enfoque cognitivista, se postula que en lo referente a trastornos de la personalidad
han desarrollado tratamientos eficaces especialmente en aspectos difíciles y
peligrosos, tales como las conductas suicidas que presentan estos pacientes.
Presentan también una variedad de problemas y trastornos sin embargo, se
acercan a la consulta por inhibiciones en los estados de ánimo o por ansiedad.
Según Keegan (2004) el enfoque centrado en los esquemas de Jeffrey Young,
explica que esquemas desadaptativos tempranos pueden permanecer latentes
hasta que una situación vital los activa. Describe a estos pacientes en relación a
ciertos temas como “dependencia, abandono, falta de individuación, privación
emocional, desconfianza, imposibilidad de ser amado e incompetencia”. (Keegan,
2004, p. 289).
En referencia a este tema Beck, Freeman y otros (2005) comentan: “Si bien es
cierto que los límite pueden ser difíciles de diagnosticar y de tratar, esto de ningún
modo ocurre exclusivamente con ellos. La denominación de "límite" como rótulo
peyorativo para los clientes difíciles priva al término de toda utilidad”. (Beck,
Freeman y otros, p. 151)
A continuación, si nos referimos al DSM 5 la definición que proporciona es: “Un
trastorno de la personalidad es un patrón permanente de experiencia interna y de
comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del
sujeto; se trata de un fenómeno generalizado y poco flexible, estable en el tiempo,
que tiene su inicio en la adolescencia o en la edad adulta temprana y que da lugar
a un malestar o deterioro. (Manual Diagnostico y estadísticas de los trastornos
mentales 5, 2014, p.645).
En relación al DSM, Bassols (2018) refiere que hay una gran confusión en la
clínica actual con respecto al mundo de nosografías, cada vez más desordenadas
que aparecen en el manual, facilitando que la clínica se pierda entre tantos
disorders. Es más, si una persona no está descrito o no entra en alguna página del
manual es porque tiene un grave disorder. “Es sabido que la crisis de este
sistema, en sus nuevas versiones, ha extendido de tal manera las descripciones
de lo patológico en la vida cotidiana que no hay un solo rincón que no sea
diagnosticado como un posible disorder.” (Bassols, 2018)

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En definitiva esta variedad de terminología para referirse a ciertos modos de
presentaciones clínicas es un intento de dar respuesta a la clínica actual. Al decir
de Naparstek (2010) “hay que poder ubicar que son una respuesta de la época
donde las grandes estructuras se destacan y más bien tenemos lo que Lacan
llamó el enjambre de los significantes. Es eso que en un momento era el nombre
del padre y ahora se pluraliza. Esos S1, y observamos una cantidad de ellos,
todos sueltos, hay que ver como cada sujeto se arma algo del nombre del padre
en la actualidad. (Naparstek, 2010, p. 103).

Nuevas presentaciones clínicas desde un enfoque psicoanalítico.

A partir de los textos de Freud, Lacan y Miller se intentara localizar en que


categoría de la clínica se podrían ubicar estas modalidades de presentación
clínica particular a las que la presente tesis hace referencia, comenzaremos con el
concepto de neurosis narcisistas en oposición a las neurosis de transferencias. En
1914 Freud denominó neurosis narcisistas al conjunto de cuadros clínicos formado
por la parafrenia, la paranoia y la esquizofrenia y describe: “los parafrénicos
parecen haber retirado realmente su libido de las personas y cosas del mundo
exterior, pero sin sustituirlas por otras en sus fantasías. (Freud, 1914, p. 72).
Refiere al retiro de la libido sobre el yo, por lo que surgían dificultades al trabajo
psicoanalítico puesto que al tener una conducta narcisista mostraban una barrera
a la posibilidad de mejorar su estado. Esta libido dirigida hacia el yo, según Freud,
los hace inmunes al psicoanálisis ya que difiere de la libido que es dirigida hacia
los objetos y que posibilita una neurosis de transferencia, es decir que el paciente
repita en transferencia sus conflictos infantiles. Freud en su texto recordar, repetir,
reelaborar (1914) fórmula: “sustituir su neurosis ordinaria por una neurosis de
transferencia, de la que puede ser curado en virtud del trabajo terapéutico” (Freud,
1914, p. 156)
Más adelante en la obra freudiana, teniendo en cuenta la segunda tópica va a
pensar en términos de conflicto entre instancias para delimitar las neurosis y las
psicosis. “La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y el ello, en tanto

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que la psicosis es el desenlace análogo de una similar perturbación en los
vínculos entre el yo y el mundo exterior”. (Freud, 1924, p. 155), se podría pensar
que en los pacientes llamados borderline, la perturbación estaría en la relación yo-
mundo exterior.
En referencia a Lacan se pueden ubicar dos momentos que se distinguen en su
enseñanza, la que algunos autores llaman su primera enseñanza, y en la que nos
detendremos en principio, denominada clínica estructuralista, donde tiene
predominio lo simbólico por sobre lo real y lo imaginario y el significante Nombre
del Padre que define las estructuras clínicas en neurosis o psicosis. Este Lacan
estructuralista va a definir a la neurosis como la estructura psíquica en donde hay
inscripción del significante Nombre del Padre, si este significante falta, se hace
referencia a una psicosis A partir de esta primera enseñanza la inscripción o
forclusión del significante nombre del padre presenta una clínica con categorías
diagnósticas bien diferenciadas.
Como se situó con anterioridad, ante la forclusión del significante Nombre del
Padre se está ante una estructura psicótica, el sujeto puede estar estabilizado en
tanto pueda ubicarse en una relación con otro semejante y tomar, de esa relación,
una identificación imaginaria, o puede estabilizarse a través del delirio. Sin
embargo cuando es llamado a responder con un significante que no tiene, todo el
universo simbólico e imaginario del sujeto se desorganiza y se produce el
desencadenamiento de la psicosis. Al no disponer del significante paterno, hay un
encuentro con el agujero forclusivo.
“Precisamente porque es llamado en el terreno donde no puede responder, el
único modo de reaccionar que puede vincularlo a la humanización que tiende a
perder, es presentificarse perpetuamente en ese comentario trivial de la corriente
de la vida que constituye el texto del automatismo mental”. (Lacan, 1955-1956, p.
436).
Al hablar de desencadenamiento psicótico, se refiere a un antes y un después en
la vida de ese sujeto. Es un momento de ruptura, de derrumbe subjetivo.
Este primer momento de la enseñanza de Lacan, hace alusión a la importancia de
la inscripción, o ausencia de ella, del significante paterno. Si se inscribe dicho

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significante, esto repercute también en la economía libidinal, es decir, en la
satisfacción; hay un menos de goce que extrae el objeto a y se constituye la
realidad. Cuando se produce un desencadenamiento psicótico hay un encuentro
con un goce de más sin que este se encuentre regulado.
A partir del momento que para Lacan ya no se trata del Nombre del Padre se pasa
a la pluralización del significante nombre del padre, cuestión que implica pensar
que hay más de un modo de anudamiento donde otros significantes amos pueden
servir a dicho anudamiento y a la vez funcionen como punto de basta. Al decir de
Miller:
“... el punto de basta generaliza el nombre del padre. Pero es una abreviación: el
punto de basta del que se trata es menos un elemento que un sistema, un
anudamiento, un aparato, que hilvana, engancha”. (Miller, 1999, p. 319)
Miller se sirve de la segunda enseñanza de Lacan para plantear las psicosis
ordinarias. Este término surgió en una de las tres conversaciones clínicas que se
hicieron en Francia entre los años 1996 y 1998.
Estas conversaciones surgen a partir de convocar a distintos psicoanalistas para
hacer una presentación de los casos raros, casos clínicos donde resultara difícil
ubicar el diagnóstico estructural. En principio eran casos raros, pero a medida que
se iban haciendo las presentaciones fueron percatándose de que eran casos
comunes y frecuentes. Según Miller:
“En un primer momento, en Angers, empezamos con nuestras sorpresas. El
segundo tiempo -en Arcachon- elegimos como tema “Casos Raros”. Y hoy nos
encontramos en el tercer tiempo, en la convención. Lo que habíamos abordado
desde el ángulo de casos raros lo abordamos ahora desde el ángulo de casos
frecuentes. Pasamos de la sorpresa a la rareza, y de la rareza a lo frecuente”.
(Miller, 2003, p. 200).
Estas conversaciones concluyen en la elección del término Psicosis ordinarias
para describir estructuras psicóticas modestas, en oposición a las psicosis
extraordinarias al estilo Schreber.

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Las Psicosis ordinarias.

La psicosis ordinaria es una propuesta de trabajo con la que Miller se refiere a una
estructura psicótica donde lo llamativo es la discreción de su presentación. Se
presenta con fenómenos sutiles que pueden pasar desapercibidos a la escucha
del analista, por lo que un sujeto con esta estructura está inserto en la sociedad
enganchado de alguna manera particular, sirviéndose de alguna identificación
imaginaria o de algún otro elemento que le hace de suplencia al agujero forclusivo.
Puesto que lejos se está de tener todas las respuestas a este tema, esta
propuesta de trabajo invita al clínico a participar activamente y hacer su aporte en
favor de observar hasta donde se puede llegar con esta expresión.
Miller reflexiona sobre cómo se maneja Lacan con respecto al pase, hace un
esbozo de lo que sería la definición e invita a que se experimente para luego ver
que surge.
“Quisiera hacer algo de este tipo con las psicosis ordinarias. Y creo que eso atrajo
el sentido en potencia. Mucha gente se acerca luego para decir: Yo conozco un
caso de psicosis ordinaria!. Si nos vemos tentados a darle una definición, es pues
una definición a posteriori”. (Miller, 2008, p.14)
Siguiendo a Miller en su trabajo; “efectos retorno sobre la psicosis ordinaria” se
hace evidente la orientación que propone a los psicoanalistas para proceder en los
casos donde la estructura del sujeto no es tan clara. Dónde hay alguna posibilidad
de que se trate de una estructura psicótica velada. A partir de este aporte del
autor, es posible hacer una lectura de los detalles clínicos tan particulares de los
pacientes llamados borderline por otras orientaciones.
Miller propone poner mayor atención a los pequeños detalles, hacer una búsqueda
de pequeños indicios, que hacen al desorden general de la estructura en estos
pacientes. Es lo que Lacan llama "un desorden provocado en la juntura más íntima
de la vida en el sujeto" (Lacan, 2002, p. 540) para orientarse en el diagnóstico por
índices que se pueden dar en lo que Miller llama, triple externalidad; social,
corporal y subjetiva

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“El desorden se sitúa en la forma en la que se siente el mundo que los rodea, en la
forma que sienten su cuerpo y en la manera de referirse a sus propias ideas. Pero,
¿qué hay de ese desorden, dado que los neuróticos también lo sienten? Un sujeto
histérico siente este desorden en relación a su cuerpo, un sujeto obsesivo siente
un desorden en relación a sus ideas. ¿Qué es entonces ese desorden que llega a
la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”? (Miller, 2008. p. 20)
Así, al referirse a la externalidad social, se debe tener en cuenta los lazos que el
sujeto establece con el Otro, la relación negativa que el sujeto tiene con su
identificación social, cuando se observa que es incapaz de conquistar un lugar en
la sociedad, de asumir una función social, es decir, el desorden en las
identificaciones. Desorden que se observa en identificaciones frágiles que dan por
resultado la desconexión social que se ve reflejado en un desamparo misterioso o
identificaciones más rígidas, es decir, una ligazón de gran intensidad en relación a
algún rol social. En algunos casos se observan sujetos que invisten su trabajo o su
posición social con demasiada intensidad y cuando por alguna razón esto se
pierde se desenganchan, porque justamente esa función les funcionaba para ser
nombrados. El Nombre del Padre hoy es acceder a una posición social. (Miller,
2008, p. 21)
Una segunda externalidad es la corporal donde debe observarse la relación que el
sujeto tiene con el cuerpo. Concierne al cuerpo como Otro para el sujeto. En este
caso son las formas que tiene el sujeto de amarrarse a su cuerpo. “El desorden
más íntimo es una brecha en la que el cuerpo se descompone y donde el sujeto es
llevado a inventarse lazos artificiales para reapropiarse de su cuerpo, para
“ceñirse” a su propio cuerpo. Para decirlo en los términos de la mecánica, tiene la
necesidad de una prensa para unirse a su propio cuerpo”. (Miller, 2008, p. 22) Así
se puede observar casos donde los tatuajes o piercing van más allá de una moda
y vienen a funcionar, en algunos sujetos, como el enlace hacia su propio cuerpo
que necesitan.
Por último la externalidad subjetiva, que refiere al desorden en el sentimiento de
vida, en su subjetividad. De esta manera se presentan sujetos que hablan de
vacío, del sufrimiento que sienten de vivir. “... en la psicosis ordinaria se busca un

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indicio del vacío o de lo vago de una naturaleza no dialéctica. Existe una fijeza
especial de este indicio. […] También debemos buscar la fijación de la
identificación con el objeto a como desecho. La identificación no es simbólica, sino
muy real, porque no utiliza la metáfora. […] Digo que es una identificación real ya
que el sujeto va en la misma dirección a realizar el desecho en su persona”.
(Miller, 2008, p.22). La externalidad subjetiva se ve ejemplificada en las
autolesiones, ideas suicidas o intentos de suicidio en algunos sujetos.
En relación a las psicosis ordinarias Bassols menciona las particularidades de esta
categoría y destaca que hacen estallar el sistema diagnóstico de la clínica
estructural. Son fenómenos que pasan desapercibidos por su aparente
normalidad, están a la vista de todos, pero solo escuchados por el analista desde
la enseñanza de Lacan, indican las condiciones de estructura psicótica.
“Discretos acontecimientos del cuerpo, sutiles plomadas de sentido en el
deslizamiento de la significación, velados fenómenos de alusión, suplencias
minimalistas en las que el sujeto sostiene la frágil estabilidad de su realidad. Estos
fenómenos estaban ahí, a la vista de todos, pero se confundían con el paisaje de
la normalidad en su frecuencia”. (Bassols, 2018)
Fabián Naparstek en referencia a las psicosis ordinarias menciona ciertas
particularidades; La estructura psicótica no desencadenada no solo se sostiene de
forma imaginaria. No son psicosis de desencadenamientos clásicos donde se
puede observar un antes y un después sino más bien se observan pequeños
desenganches, son psicóticos que de alguna manera pueden reengancharse con
el Otro. Psicosis ordinarias, tomando el término ordinarias como comunes, de
todos los días, cotidianas.
“... se habla en vez de desencadenamiento de enganches, reenganches y
desenganches respecto del Otro. Son psicóticos que pueden desengancharse del
Otro y pueden reengancharse con el Otro de alguna forma, como decía antes, de
una manera flexible”. (Naparstek, 2010, p. 106).
Estos desenganches no hablan de delirios o alucinaciones sino que son
fenómenos a nivel corporal, a nivel de la significación. Hay un desenganche de la
cadena significante pero a la vez hay una suplencia que sostiene la estructura, son

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formas atípicas de desencadenamiento a las que Miller llama
neodesencadenamientos. “conviene reagrupar bajo este título las formas clínicas
variadas que se distinguen de la forma típica de desencadenamiento, cuyo
paradigma es, en la psicosis schreberiana, el encuentro con Un Padre. Estos
neodesencadenamientos corresponden al desprendimiento del broche, sea cual
fuere, a la desaparición de lo que antes constituía un punto de basta para un
sujeto”. (Miller, 2003, p.43).
Es importante tener en cuenta lo que dice Miller en relación a como un analista
debe manejarse cuando está ante un caso de psicosis ordinaria.
“No deben decir simplemente que es una psicosis ordinaria, deben ir más lejos y
encontrar la clínica psiquiátrica y psicoanalítica clásica. Si no hacen eso - y ese es
el peligro del concepto de psicosis ordinaria- es lo que se llama un asilo de la
ignorancia”. (Miller, 2008, p. 21).

Tratamiento posible y formas de transferencia en las psicosis clásicas y su


continuidad hacia las psicosis ordinarias.

Frente a una psicosis extraordinaria se observa un desencadenamiento franco


que da lugar al delirio como intento de reparación, de curación, como parche, al
encuentro con el agujero forclusivo. Es un desencadenamiento explosivo,
llamativo, que marca un antes y un después en la vida del sujeto.
Ante estos fenómenos, ¿Qué lugar puede ocupar el analista?
Lacan propone que el lugar que debe ocupar el analista es el de secretario del
alienado, es en vano tratar de ubicar los distintos tipos de alucinaciones, sean
estas verbales, sensoriales o no sensoriales porque de esta manera se pierde el
material que el sujeto psicótico nos está ofreciendo. Plantea que se logra algo
mucho más vivaz si simplemente se escucha el decir del sujeto.
“Aparentemente nos contentaremos con hacer de secretarios del alienado.
Habitualmente se emplea esta expresión para reprochar a los alienistas su
impotencia. Pues bien, no solo nos haremos sus secretarios, sino que tomaremos

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su relato al pie de la letra; precisamente lo que siempre se consideró que debía
evitarse.” (Lacan, 1956-1957, p. 297)
Por más perturbada que pueda estar la relación del sujeto con la realidad, su
testimonio es original y tiene su valor. Si se sabe escuchar, en el delirio se observa
una relación muy específica del sujeto con el lenguaje. “El sujeto da fe
efectivamente de cierto viraje en la relación con el lenguaje, que se puede llamar
erotización o pasivisacion” (Lacan, 1956-1957, p. 298). Es su modo de padecer el
fenómeno del discurso.
Así, se propone no cuestionar ni interrogar el delirio, se trata de escuchar y ayudar
al paciente psicótico a organizarse introduciendo una función de límite.
A partir del trabajo de Collete Soler también se está ante una propuesta de trabajo
sobre el lugar que debería ocupar el analista frente a un caso de psicosis.
Según Soler (1991) hay maniobras posibles cuando se está frente a un psicótico,
una de ellas es un silencio de abstención cada vez que el analista es llamado a
ocupar el lugar de Otro primordial, no ubicarse en ese lugar de Otro posibilita
colocarse en el lugar de otro Otro y no como su perseguidor. De esta manera
queda en lugar de Testigo y no en el lugar del que porta un saber, ni un goce por
lo que se genera un vacío en el que el sujeto podrá ubicar su testimonio.
“Un primer modo de intervención fue un silencio de abstención y esto cada vez
que el analista es llamado como el Otro primordial del oráculo; para decirlo mejor,
cada vez que es invocado como saber en lo real. Este silencio, esta negativa a
predicar sobre su ser, tiene la ventaja de dejar el campo a la construcción del
delirio”. (Soler, 1991, p. 9)
Otra maniobra o modo de intervención tiene que ver con la orientación del goce. El
analista se hace guardián de los límites de goce y así puede hacer una maniobra
limitativa, que intenta hacer de prótesis a la prohibición faltante, es decir
simplemente decir no, poner un obstáculo cuando el sujeto es tentado a dejarse
llevar por un goce devastador. O también esta limitación puede ser positiva, es
decir, alentar a que el sujeto haga algo que sea favorable para el mismo, por
ejemplo un proyecto artístico.
El análisis debe apuntar a localizar el exceso de goce en la psicosis.

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“Esta alternancia de las intervenciones del analista entre un silencio testigo y un
apuntalamiento del límite es otra cosa que la vacilación calculada de la neutralidad
benévola”. (Soler, 1991, p. 11)
Otro aporte a este tema lo realiza Elida Fernández (2005) donde refiere que si
bien, cada cuadro psicótico tiene su particular forma de anudamiento, su peculiar
forma de organización, cuando esto no puede sostenerse se desencadena.
“Es el mismo psicótico el que hará su intento de restituir aquello que lo vuelva a
anudar, es él mismo el que se interesará con sus recursos estabilizarse”.
(Fernández, 2005, p 114).
Siguiendo a Fernández la estabilización estaría sostenida con un patrón que
podría estar representado por uno de los Nombres del Padre: síntoma, Edipo o
realidad psíquica.
Cuando este patrón falta no hay organizador posible del discurso ni del cuerpo, las
pulsiones aparecen desarticuladas y el cuerpo se hace trozos, la cadena
significante pierde el hilo, las palabras se unen por consonancia y el decir no hace
lazo.
Ante este caos, el psicótico intenta su primera restitución y si tiene recursos delira.
El delirio intenta recomponer un orden que es imposible y no hace sino resituar la
carencia de simbolización de la falta.
La autora entiende la estabilización como “ la posibilidad del sujeto de encontrar
recursos para no enloquecer, para jugar con lo mismo que posee sin
desencadenarse, para lo cual es necesario que opere algún tope, alguna prótesis,
(…) que mantenga el goce encauzado” (Fernández, 2005, p. 116).
En relación al delirio remarca lo siguiente: El delirio es en sí un trabajo. Trabajo de
construcción subjetiva cuando no hay sujeto del inconsciente, es un trabajo que
realiza el psicótico para salir de la perplejidad que produce la irrupción del Otro y
el analista debe trabajar con ese delirio. No debe interpretar sino intervenir en el
delirio, lo que implica confrontar al delirante con sus propios dichos para situar allí
la imposibilidad, la contradicción, la ruptura del agujero dentro del propio sistema
de significación. Se debe respetar el delirio intentando encontrar su verdad y su
punto de imposibilidad para que allí se produzca otro pensamiento distinto, que si

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bien no pueda dialectizar el delirio, si lo pueda hacer vacilar. Cualquier
intervención que el analista crea conveniente, debe esperar el momento en que
para el paciente podamos tener alguna función. No hay que olvidar que los sujetos
psicóticos no le atribuyen al analista ningún saber que les interese.
Teniendo en cuenta lo expuesto hasta acá, es posible ubicar maniobras de la
transferencia en las psicosis extraordinarias donde el desencadenamiento da paso
al delirio. Si bien esta posición no se abandona se intentara dar cuenta de las
intervenciones, maniobras o modos de transferencia, en psicosis no
desencadenadas, donde el encuentro con el agujero forclusivo puede bordearse
con otras formas de anudamiento, distintas, particulares y creativas.
En referencia a estas psicosis no desencadenadas, se utilizara el término o la
invención de Miller, Psicosis ordinarias para lo que propone una clínica donde se
pueda ubicar eso que se desengancha en relación con el Otro. “Esta localización
aclara, retroactivamente, el elemento que hacía de enganche para ese sujeto, y
permite dirigir la cura en el sentido de un eventual reenganche”. (Miller, 2003, p.
18) Este trabajo completamente empírico puede ser útil al momento de pensar en
una dirección de la cura.
Para Laurent (2006) se debe tener en cuenta las tres categorías que se
manejaban en la convención de Antibes: neo-conversión, neo-desencadenamiento
y neo-transferencia. La neo-conversión es pasar a una idea más global de los
acontecimientos en el cuerpo. El neo-desencadenamiento se trata más bien de
fenómenos de desenganche donde pueda ser compatible una perspectiva de
discontinuidad y una perspectiva de continuidad y la neo-transferencia tiene su
fundamento en cómo interpretar ese lazo tan particular que permite ordenar una
dirección de la cura. La idea es enfocarse en el acontecimiento en el cuerpo como
el momento de abrochamiento. “Debemos considerar el fenómeno y la manera
pragmática con la cual el sujeto hace con este surgimiento de algo inédito, de algo
que surge en su cuerpo y que no se puede interpretar con el discurso constituido,
y tomarlo más bien como una posibilidad de construcción, no tanto del delirio, sino
del abrochamiento”. (Laurent, 2006, p. 92).

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La categoría de neo-desencadenamiento es lo que luego se llamó desenganches,
y está en relación a lo que Miller menciona como lo operativo en función de la
dirección de la cura. Estos desenganches no son tan estruendosos como los
desencadenamientos francos, son más bien sutiles, no hay un antes y un después
en el desenganche, no hay ruptura ni una clara discontinuidad, más bien se trata
de una sucesión. Son pequeños cambios en la estructura que no provocan un
derrumbe subjetivo sino que a partir de que el sujeto vuelva a hacer otro tipo de
lazo, esto le permita un reenganche y una estabilización de la estructura.
Al decir de Laurent (2006) la dirección de la cura consiste en privilegiar el punto de
capitón, las rupturas para evitar que el sujeto arme un delirio, y evitarle así un
arduo trabajo que puede llevarle años de recorrido. Al evitar el delirio y privilegiar
las rupturas lo que se busca es identificar qué es lo que le servía de anudamiento
en ese momento para poder reconstruirlo, reengancharlo o crear otro tipo de
anudamiento que cumpla la misma función.
Se trata de poner en funcionamiento una clínica fina y llena de sutilezas para
poder ubicar los fenómenos elementales inadvertidos que dan cuenta de la
forclusión. Una clínica donde se invite al sujeto a relatar lo que hace problema
para poder localizar allí, junto con él, los elementos que hasta ese momento le
fueron funcionales a la hora de mantener unidos los tres registros, los identifique y
los tenga a su disponibilidad para poder utilizarlos cuando los necesite y de esta
manera mantener estable la estructura. Se trata de darle herramientas al sujeto
psicótico para que, a partir del desenganche y su desconexión con el mundo
pueda reengancharse y hacer nuevamente un lazo con el otro.
“Lo que nos interesa examinar son las maneras en que el sujeto inventa un nudo
con lo imaginario, lo simbólico y lo real que se sostenga sin el auxilio del Nombre
del Padre, bien sea por su no inscripción radical, bien sea por haberlo captado en
su ser de semblante”. (Aromí y Esqué, 2018).
Al reflexionar sobre la actualidad, es decir el momento histórico en el que los
sujetos están insertos, con una sociedad donde el Otro no existe y las normas no
son tan rígidas, más bien, suficientemente distendidas, hay que intentar
aproximarlos a ciertos circuitos en donde puedan estar más incluidos en esos

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discursos que establecen ciertas normas en común. Al decir de Laurent:”… con
las normas aflojadas, también podemos insertar un sujeto en el discurso común, a
partir de normas extrañas, utilizando todo esto”. (Laurent, 2018, p.100)
Tomando el texto de orientación de Guy Briole, al referirse a los posibles
tratamientos en los casos de psicosis, ordinarias o no, hace referencia al abordaje
continuista, que no es precisamente el de la continuidad sino por el contrario, se
trata de fenómenos discontinuos sumados a la variedad de anudamientos que
pueda realizar el sujeto. Estos anudamientos son singulares para cada uno y
puede suceder que esta solución encontrada afecte de manera tal que sumerja al
psicótico en tormentos que lo desestabilicen.
“Esta manera de abordar la clínica es mejor a la hora de dar cuenta de las
gradaciones, que son las singularidades de cada parletre, en el uno por uno de
los anudamientos los cuales destacan en la perspectiva aproximación borromea”.
(Briole, 2018).
En relación a la transferencia en este tipo de abordaje, hace mención detallada
del lugar del analista. Este debe comprometerse al trabajo de transferencia, no
para mantener lo continuo sino para facilitar el desacuerdo. En principio cuando un
analista acepta tomar en análisis a un sujeto psicótico no debe sentirse
incomodado por este analizante, sino las entrevistas irán siendo más pobres a
medida que avancen en el tiempo.
Es común que los pacientes comiencen a desanimarse, especialmente los sujetos
que están bajo tratamiento con medicamentos, lo que hace más difícil encontrar el
hilo conductor hacia la palabra que los animaba al comienzo. Incluso en sujetos a
los que se colocaría dentro de la categoría de psicosis ordinaria, cuando el
anudamiento facilita la estabilización, la suplencia, se hace más difícil acceder a
aquello que han enmascarado. Le corresponde al analista mantener el interés por
la parte animada. Pide al analizante que cuente alguna situación particular de su
vida y allí puede observar que el sujeto no puede sostener la construcción de su
historia, las palabras no se enganchan unas a otras, quedan aisladas. El analista
debe sostener la palabra ahí donde desfallecen para que se articulen.

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“La transferencia, tan singular a causa del riego constante de tomar un giro al
exceso, no por eso es menos inventiva; no es compatible con posturas congeladas
y temerosas. Por el contrario, incluye a la vez, compromiso, flexibilidad y además,
una parte de semblante”. (Briole, 2018).
Un tema también importante en la relación transferencial tiene que ver con que el
analista debe dejarse engañar, no debe exigir la verdad, es importante dejar
espacio para la libertad de no decir. La libertad del sujeto psicótico está en la
mentira que el Otro de la transferencia no intenta develar.
Ocupar este lugar de Otro en la transferencia le exige al analista inventar, debe
tomar una posición que no se debe encarnar hasta el punto de ser el destinatario
único. Hay que ocupar el lugar del Otro en la transferencia sin alienar al analizante
en un lazo de seducción y exclusividad.
Con respecto a la certeza del psicótico reflexiona; Aunque el sujeto psicótico tiene
la certeza de saber, también ocurre que está interesado en descubrir algunas
cosas más sobre si, por lo que se ubica en la transferencia en relación a una
suposición de saber, y a la vez, el analista no constituye un supuesto saber sino
un supuesto interesarse por la singularidad del sujeto, por las respuestas o
soluciones que ha podido encontrar, interesarse por los modos de goce.
De esta manera se está frente a una clínica que tiene en cuenta la palabra del
sujeto con su singularidad y consigue traducir su singularidad en el lazo
transferencial.
“Es una clínica bajo transferencia, la única que está viva y donde se atrapa tanto lo
que anima al analizante como el deseo del analista. La única, también, que no
apunta al ideal del todos iguales y que deja a cada uno la posibilidad de vivir su
pizca de locura”. (Briole, 2018)

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Conclusión.

En conclusión, el presente recorrido teórico realizado en búsqueda de poder


responder al interrogante principal; ¿siguen siendo útiles los mismos conceptos y
aportes que el psicoanálisis ha ofrecido o hay una manera de repensar el
psicoanálisis a partir de estas nuevas presentaciones clínicas? arrojó un intento de
respuesta.
Si bien las presentaciones clínicas, o nuevos síntomas, tiempo atrás generaron
gran confusión en los analistas, por presentar particularidades que no dejan muy
en claro ante que estructura clínica estaban. A partir de la invención de Miller, se
comenzó a utilizar el término psicosis ordinarias. Esta invención es el resultado de
un trabajo de investigación de varios años, que aún hoy continua, en el que
surgieron conversaciones como la de Angers, Arcachon y luego Antibes que
arrojaron cierta claridad en referencia a estas nuevas presentaciones clínicas.
Una pregunta recurrente, ante estos nuevos síntomas, se presentaba a los
analistas: ¿es una neurosis?, ¿es una psicosis?, desde la clínica estructuralista no
podía determinarse. Miller se sirve de la segunda enseñanza de Lacan, como la
llaman algunos autores, para responder: podría tratarse de psicosis ordinarias.
La psicosis ordinaria no es una nueva clasificación, la psicosis ordinaria es una
psicosis, solo que una psicosis diferente de la psicosis extraordinaria que teoriza
Lacan, una psicosis compensada, sin desencadenamiento franco, suplementada,
una psicosis sinthomatizada.
Al referirse a las particularidades de las psicosis ordinarias, autores como; Miller,
Laurent, Bassols, Aromí y Esqué, también Briole, coinciden en que son sujetos en
los que no se observa el desencadenamiento clásico que marca un antes y un
después en la vida del sujeto, sino que a falta de la inscripción del significante
Nombre del Padre, inventan soluciones distintas, particulares y creativas de
anudamiento.
Miller y Laurent se refieren a neo-desencadenamientos, lo que después llaman
desenganches. Al decir de Naparstek, son pequeños desenganches y
reenganches.

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Con respecto al tratamiento posible, Lacan y Soler coinciden en que el analista
debe ser testigo, un testigo que escucha el delirio y pone atención a los
fenómenos elementales. Fernández agrega que además de escuchar el delirio el
analista debe ocupar un lugar en él. No debe interpretar sino intervenir en el
delirio, lo que implica confrontar al delirante con sus propios dichos para situar allí
la imposibilidad, la contradicción, la ruptura del agujero dentro del propio sistema
de significación.
Esta forma de intervenir está más orientada a las psicosis extraordinarias, sin
embargo para las psicosis ordinarias, no es una postura que se abandona, sino
más bien se amplía.
Así, autores como Miller y Briole son muy específicos al describir las maniobras
posibles de trasferencia. Miller refiere que hay que estar muy atento a tres
externalidades, social, corporal y subjetiva a la hora de trabajar con estos sujetos.
Briole pone énfasis en la clínica continuista. Ambos autores tienen en cuenta la
palabra del sujeto con su singularidad y consigue traducir su singularidad en el
lazo transferencial.
Al referirse a una clínica que se adapte a estas nuevas presentaciones clínicas,
todos los autores que utilizan el término psicosis ordinarias referidos en el
presente trabajo, coinciden en que debe ser una clínica flexible, bajo transferencia,
donde lo importante es poder identificar lo que servía de anudamiento hasta el
momento del desenganche y así, junto con el sujeto, fortalecer esta forma
particular de solución, de suplencia, o inventar otra que cumpla la misma función,
para que de esta manera se intente mantener al sujeto psicótico dentro de las
normas pre-establecidas y pueda así, sentirse incluido en el discurso común.

“Hay que poder orientarnos ahora en un campo que va a cambiar, que se renueva,
que se distribuye, este es el campo de una investigación efectiva que estamos
haciendo”. (Laurent, 2018, p.95).

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Referencias bibliográficas.

Fernández, E. (2005). Algo es posible. Clínica Psicoanalítica de locuras y psicosis.


Buenos Aires. Letra Viva. Cap. 7. Estabilizaciones y suplencias. P, 113-127.

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Freud, S. (1924). La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis. En Obras


Completas, op. cit., t. XIX.

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Laurent, E. (1997). Los nuevos síntomas y los otros. En El Caldero de la Escuela N° 57.
Buenos Aires: EOL.

Laurent, E. (2006). La psicosis ordinaria. Conferencia dictada el 27 de noviembre de


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Miller, J.-A. (Ed.) La psicosis ordinaria. Buenos Aires: ICBA-Paidós (1999).

Miller, J.-A. y otros (1999). Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. Buenos Aires:
ICBA-Paidós.

Miller, J.-A. y otros (1999).La psicosis ordinaria. Buenos Aires: ICBA-Paidós.

Miller, J.-A. Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria. En: El Caldero de la Escuela Nº14.
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Naparstek, F. (2010). Los inclasificables en las toxicomanías y la psicosis. En


Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo III. Buenos Aires: Grama.

Scilicet XI Congreso AMP: “Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia”,
Barcelona, 2018

27
Soler, C. (1991). Estudios sobre las psicosis. Apartado: ¿Qué lugar para el analista?
pp.7- 14. Buenos Aires: Ediciones Manantial.

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