Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
normativos del despotismo ilustrado que se emitieron sobre la familia y las mujeres. Los
autores exponen que el arribo de la dinastía borbónica a inicios del siglo XVIII significó
cambios tanto en la península como en América y aumentó el control hispánico sobre
las colonias. A lo mencionado se le suma el interés de la monarquía por aminorar el
poder del papado, que se vio reflejado en resoluciones como la del 23 de marzo de
1776, la cual estaba encaminada a establecer lo conveniente para que los hijos de
familias con arreglo a las leyes del Reino pidieran consentimiento paterno antes de
celebrar esponsales.3 De esta manera, los autores desvelan una tensión entre el Estado y
la Iglesia, y la refrendación del primero por legislar en materia concerniente a la familia.
Otro elemento legislativo emanado en este contexto, fue la defensa y
preservación de las jerarquías sociales, que con la Real Cédula del 15 de octubre de
1805 y el Auto del 22 de mayo de 1806, impedía que los miembros de familias de
conocida nobleza y limpieza de sangre contrajeran nupcias con gente de color. En
contraste con la mencionada normativa, la Real Cédula sobre Gracias al Sacar de 10 de
febrero de 1795 permitió cierta movilidad social al promover que los hijos ilegítimos y
los pardos ascendieran socialmente o se les dispensara de su condición ‘inferior’ a
cambio del pago de dinero y que se documentaran la discriminación de la que eran
objeto.
En efecto, se muestra que durante el despotismo ilustrado el ámbito familiar fue
centro de interés en el que se aumentó la jurisdicción estatal. Esta afirmación se
sustentaba en la literatura más relevante que conceptualizó a la mujer desde una
perspectiva fisiológica como un ser débil, temeroso, colérico y mentiroso. Así, los
manuales médicos y tratados sobre la familia del siglo XVIII legitimaron la
representación cultural de la fragilidad del sexo femenino y la obligación del hombre de
gobernar a la mujer.
El segundo capítulo explora en perspectiva comparativa en las características de
la vida familiar y del control social ejercidas sobre las mujeres de las ciudades ya
mencionadas. En cuanto a la división administrativa, la sociedad neogranadina se
caracterizó por la segmentación provincial y en términos de la economía cartagenera,
existieron tres tipos de hacienda: las ganaderas, las de labranza y las de trapiche. De
acuerdo con la consulta del padrón poblacional de 1777 de Cartagena y el de 1778 de La
Habana se exponen datos como el que la población predominante eran los libres de
color -conjunto agrupador de distintas mezclas raciales-, y el porcentaje de esclavos era
3
Ibid., 29–30.
3
para apartar de sus cargos a los consortes implicados. En otros documentos se revela
cómo las mujeres pasaban de ser denunciadas a apelar que eran víctimas de acusaciones
falsas por parte de sus esposos, que las culpaban de adulterio para deshacerse de ellas.
En este acápite también se discute el debate de fondo que demarca el trabajo y
está relacionado con la tensión entre el Estado y la Iglesia, esta vez en relación con la
disputa de qué institución debía regular el divorcio “quoad thorum et mutuam
cohabitationem”, el cual contemplaba poner fin a la vida maridable, pero persistía la
obligación de la fidelidad. En estos casos, los autores observan que el divorcio se
admitía cuando las mujeres demostraban estar en excesivo riesgo su integridad. Sin
embargo, tanto las autoridades seculares como la eclesiástica abogaban por la mediación
para que la unión conyugal no se fragmentara. De igual modo, se alude que la Casa de
Recogidas fue un espacio en que se depositó a mujeres que demandaban el divorcio, el
cual era un lugar en que se replicaba el control y se las custodiaba.
El trabajo de Leonor Hernández y Carlos Manrique refleja un esfuerzo por
articular una visión comparativa, teórica y el análisis de corpus normativo y archivos
judiciales para mostrar el rol transgresor de la mujer en los contextos cartagenero y
habanero, es decir, confrontan los marcos conceptuales de la norma con las prácticas de
la vida diaria. Aunque, el trabajo es formulado por dos investigadores, se refleja una
escritura articulada y argumentativa respaldada por una nutrida bibliografía.
No obstante, valdría la pena haber profundizado más en la presentación de los
casos en vista de que los expuestos son una muestra, que no necesariamente indica la
regularidad con que se interpusieron denuncias de diferente clase. Más bien evidencian
que la posibilidad de acceso a estos archivos es limitada, por circunstancias de no
conservación y de las políticas de archivo que no privilegiaron la custodia de registros
sobre las mujeres.
Angie Guerrero Zamora
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador