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Les saludo en las palabras de la sagrada liturgia de nuestra antigua iglesia: ¡Cristo ha
resucitado! ¡Él ha resucitado!
Hay un dicho que todos hemos escuchado: siempre hay obscuridad antes del amanecer.
¡En esta semana santa en la que nuestras iglesias han estado obscuras y vacías de personas, deseo
recordarles que la llama de la lámpara del santuario se ha mantenido encendida! Es una luz
pequeña y gentil, reflejada en la superficie del Tabernáculo de oro, que nunca dejó de proclamar
de manera silenciosa la verdad de Cristo siempre presente con su familia a quien ama más allá de
la medida y la imaginación humana.
Hoy, a pesar de la obscuridad proyectada por la pandemia actual, ustedes y yo esperamos
la luz de Cristo que surgió de la obscuridad de la tumba en la mañana de Pascua. ¡La misma luz
de fe que ilumina nuestros corazones incluso ahora! ¡Tomen el corazón! ¡Sean fuertes!
¡Manténganse firmes en su fe!
Desde los años 400 hasta hoy, la Iglesia ha cantado un hermoso himno en alabanza a la
Luz de Cristo resucitado que brota de la oscuridad de la tumba. En un año normal, bendeciríamos
un fuego ardiente en la puerta de la iglesia y esta hermosa canción llamada Exultet se cantaría a
medida que el pueblo de Dios entrara hacia la iglesia obscura con velas encendidas con la luz de
Pascua.
A continuación se encuentran las palabras de esta antigua oración que proclama la
victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Te invito a que medites en las palabras mientras
escuchas una hermosa interpretación Exsultet en Youtube ( https://youtu.be/0FRtv_qdFFU ) en
el canal de robertwazhere92.
Me duele el corazón hasta verte de nuevo, pero mi alma se calma por el amor de Cristo
que nos une como una familia unida por nuestra fe. ¡Que Dios les bendiga a ti y a todos los que
amas!
Tu pastor,
El Padre Jim
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Te rogamos, Señor,
que este cirio consagrado a tu nombre
para destruir la oscuridad de esta noche,
arda sin apagarse y, aceptado como perfume,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso,
Jesucristo, tu Hijo,
que volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano
y vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.