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COMO FUNCIONA LA MENTE.

Este libro se inicia con una nota de humildad y termina con otra. Son de naturaleza muy diferente y el
espacio que hay entre ellas aclara la razón de ser de esta obra. La primera hace referencia al título del libro,
que podría dar la impresión de que el conocimiento de la mente ha concluido y no queda nada por hacer.
Nada más lejos de la realidad.
El propio autor aclara que nadie sabe cómo funciona la mente, o al menos, nadie sabe cómo funciona la
mente al mismo nivel que se conoce el funcionamiento de otros muchos fenómenos. Pero para explicar el
título toma prestada de Noam Chomsky la interesante distinción entre misterios y problemas:
Cuando abordamos un problema, puede que no sepamos su solución, pero tenemos intuición, un
conocimiento cada vez mayor y ciertas ideas de qué andamos buscando. Cuando nos enfrentamos a un
misterio, sin embargo, sólo podemos quedarnos mirando fijamente, maravillados y desconcertados, sin
siquiera saber qué aspecto tendría una explicación.
Y ése se convierte en el tema central del libro: la mente concebida como un problema al que se entrevé una
solución. Y el camino de la solución se inicia sosteniéndose sobre dos pilares fundamentales para
comprender Cómo funciona la mente: la computación y la evolución por selección natural. Son de tal
importancia y fundamento y a la vez están tan repletos de mitos e ideas erróneas que el autor dedica todo el
capítulo inicial a aclararlos y despejar posibles obstáculos.
La computación se suele confundir con la idea de que el cerebro es como uno de los ordenadores que
podemos comprar en las tiendas. Pero el fructífero punto de vista de la computación significa simplemente
estudiar el cerebro humano como un dispositivo que procesa información y que actúa sobre ella. Desde ese
punto de vista, la mente se transforma en un complejo conjunto de sistemas definidos más por el proceso que
realizan (por ejemplo, distinguir el fondo en una imagen) que por su implementación en particular. De esa
forma, no importan las neuronas en concreto, porque a efectos de este libro, que trata la mente como un
proceso de alto nivel, la neurología es demasiado básica para explicar la mente, aunque, por supuesto, los
dispositivos mentales se implementan sobre neuronas.
En lo que sí es fructífero introducir el ordenador tal y como lo conocemos es a la hora de intentar replicar los
mecanismos mentales. En ese momento, comprendemos que muchas tareas que para nosotros son obvias y
triviales (como, por ejemplo, extraer la información tridimensional de lo que a todos los efectos es una
imagen plana ofrecida por nuestros ojos) no lo son tanto y que es extremadamente difícil programar un
ordenador para ejecutarlas. La evolución ha actuado durante vastos periodos de tiempo afinando lo que hoy
es la mente y creando un sistema que es difícil de imitar para un programador humano. Al menos, por el
momento.
Lo que nos lleva al segundo punto fundamental: la evolución. El autor se sitúa claramente en una posición
racionalista. Realmente, no hay ninguna razón para creer que la evolución, que dio forma a nuestros cuerpos,
no modelase también nuestras mentes. Que los genes, que controlan tantos aspectos de nuestro desarrollo, no
ejerzan también su control sobre nuestros aspectos mentales. Después de todo, el cerebro lo fabrican los
genes.
Por desgracia, sociólogos, psicólogos y filósofos, especialmente de izquierda, suelen considerar esa posición
como la antesala del fascismo y una negación de la libertad individual. Tal es la oposición a la idea, que va
más allá del mero debate académico hasta volverse visceral e incluso violenta, que el autor se ve obligado a
despejar los mitos del control genético y su negación de la libertad individual. En particular, deja claro que el
hecho de que los genes deseen que nosotros hagamos algo no implica obligación de hacerlo. Nada desean
más los genes que forzar nuestra reproducción, y lo intentan haciendo que el sexo nos resulte placentero,
pero no es menos cierto que podemos ser más inteligentes que nuestros genes y usar métodos
anticonceptivos. Por otra parte, el hecho de que algo sea natural no implica que sea bueno (la llamada
“falacia naturalista”). Nuestra libertad intelectual y nuestras posiciones morales son totalmente
independientes, y deben serlo, de cualquier consideración genética.

En realidad, es ligeramente triste que un autor de tal calibre deba invertir tanto espacio en asegurarse de que
su obra no sea malinterpretada. Aunque no es menos cierto que se le agradece profundamente una exposición
tan clara de lo que la posición evolutiva en el estudio de la mente puede aportar. Nos permite buscar
explicaciones que se salgan de los anquilosados clichés psicoanalistas pero que tampoco den por sentado
aspectos que realmente no son tan evidentes. Por ejemplo, en lugar de explicar cierta actitud como un
ejemplo del deseo de poder y control, la visión evolutiva nos incita a preguntarnos que ventajas
tendrían el poder y el control a la hora de garantizar la supervivencia del individuo (en el medio en
el que evolucionó la mente humana, que evidentemente no es la ciudad moderna) y de ahí hacer
predicciones sobre posibles comportamientos que luego podrán ser verificadas, o no, en los
estudios de campo.

Con ese punto de partida, el resto del libro se torna en un brillante repaso a lo que se sabe sobre el
funcionamiento de la mente, desde los procesos más bajos hasta los más altos, desde la visión a la conciencia
individual o el amor. Tomando arsenal de múltiples disciplinas, engarzando explicaciones y demostraciones,
el autor va construyendo un todo asombrosamente coherente, sobre todo dado lo provisional de todo
conocimiento en ese terreno.

P,No se soslayan problemas o misterios, pero se transmite la emoción de los conocimientos que se tienen y
la anticipación ante los conocimientos por venir. Quizá los puntos de vista computacionales y evolutivos no
sean al final los adecuados para ofrecer una visión total de la mente humana, pero ciertamente han permitido
grandes avances y permiten atisbar un futuro muy prometedor.
Si bien los capítulos dedicados a explicar el equilibrio o la visión son muy interesantes, hay que reconocer
que los más fascinantes son aquellos dedicados al equipamiento psicológico humano, que también resultan
ser una muy buena introducción a la psicología evolucionista. No sólo porque permiten explicar aspecto que
podrían parecer extraños de nuestro comportamiento (los celos o el adulterio) sino porque al hacerlo nos
ayudan a aclarar nuestra visión de nosotros mismos; ni ángeles ni demonios sino formidables productos de la
naturaleza.
Dije antes que no se soslayaban los misterios y así es. El último capítulo trata de algunos aspectos de la
mente humana que todavía escapan a una explicación o que presentan alguna característica paradójica. La
apreciación musical, por ejemplo, no parece presentar ningún aspecto que contribuya a la supervivencia, y
por el momento, las posibles explicaciones no son más que tentativas. Pero la ciencia es así; siempre
provisional y en busca de mejores explicaciones.

LIBRO:
Cómo funciona la mente de S. Pinker 1997 es una obra de divulgación, repleta de detalles, ideas y teorías.
Muestras el amplio y sobrecogedor panorama de una posible explicación del funcionamiento de la mente
humana, en todos sus portentosos detalles y sus intrincadas complejidades.

AUTOR:
Pinker tiene ideas de la psicología evolucionista + teoría computacional de la mente además del uso del
racionalismo para explicarlo.

CONCEPTO
Mente:
Mente es un sistema de órganos de computación, diseñado por la selección natural para resolver
aquellos tipos de problemas con los que se enfrentaron nuestros antepasados en su modo de vida
como cazadores-recolectores, en particular, el conocimiento y el manejo de objetos, animales,
plantas, y otros individuos de la misma especie.
La Mente es lo que el cerebro hace (…) el cerebro procesa información y pensar es un modo de computar. La
Mente se halla organizada en módulos u órganos mentales, cada uno de los cuales tiene un diseño
especializado que le hace ser un experto en un ámbito concreto de la interacción con el mundo.

De acuerdo con Pinker, la lógica básica de los módulos es la especificada por nuestro programa genético. Su
funcionamiento fue configurado por selección natural para resolver los problemas de la vida que nuestros
antepasados tuvieron como cazadores y recolectores, y que abarcó la mayor parte de nuestra historia
evolutiva. Además, los diversos problemas de nuestros antepasados eran como subtareas de un gran
problema que tenían planteado los genes, a saber, maximizar el número de copias que pasaban a la siguiente
generación.
Finalmente, nos dice Pinker que la organización de nuestros módulos mentales proviene de nuestro programa
genético, pero ello no significa que exista un gen responsable de cada rasgo o que el aprendizaje sea menos
importante de lo que solemos pensar.

La Mente es una adaptación diseñada por la selección natural, aunque con ello no se quiere significar que
todo cuanto pensamos, sentimos y hacemos, sea adaptativo desde un punto de vista biológico.
CURIOSIDAD:

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