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Envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, que se llamaba Nazaret, a
una joven prometida con un hombre de la estirpe de David, de nombre José; la
joven se llamaba María. El ángel, entrando en donde estaba ella, le dijo: “Alégrate,
favorecida, el Señor está contigo”. Ella se turbó al oír estas palabras,
preguntándose qué saludo era aquel. El ángel le dijo: “Tranquilízate, María, que
Dios te ha concedido su favor”. Pues, mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le
pondrás de nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor
Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de
Jacob y su reinado no tendrá fin. María dijo al Ángel: “¿Cómo sucederá eso, si no
vivo con un hombre? El ángel le contestó: El Espíritu Santo bajará sobre ti y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.; por eso al que va a nacer le llamarán
Consagrado, Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel: a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses; para Dios
no hay nada imposible. María contestó: “Aquí está la esclava del Señor. cúmplase
en mí lo que has dicho”. Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte,
a un monte alto. Y se Transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como
el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron
Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús:
"Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba hablando, cuando una nube
luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: "Este es
mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.
Palabra del señor.
Padre santo, ya que por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo en la
muerte, y con El hemos resucitado,
haz que de tal forma andemos en vida nueva, que aún después de nuestra muerte
vivamos para siempre con Cristo.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.
Padre providente, que nos has dado el pan vivo bajado del cielo para que lo
comamos santamente,
has que al comerlo tengamos Vida eterna y resucitemos en el último día.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.
Señor, que envíaste un ángel para que confortara a tu Hijo en la agonía de
Getsemaní,
dígnate consolarnos en nuestro tránsito con la dulzura de tu esperanza.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.
Padre nuestro...
Ave María…
Gloria…