Está en la página 1de 4

HORA SANTA

Con María
Bienvenida Gary
Señor Jesús, estamos reunidos aquí para estar contigo. Envíanos tu Espíritu Santo, Señor.
Aleja de nosotros todo aquello que nos impide amarte, adorarte, conocerte y encontrarte. Tú
eres Dios, tú eres el Señor, bastaba solo una palabra tuya “Levántate, Sé purificado,
Cálmate...", y todo te obedecía. Di Señor solamente una palabra a nuestro corazón, a cada
corazón. Señor te adoramos, te damos gracias por tu constante oración al Padre. Te damos
gracias por la decisión que tomaste la noche de tu entrega mientras sudabas sangre, tú le
dijiste al Padre:” que se haga tu voluntad”.

Y Como lo hizo tu Santísima Madre en el momento de la anunciación sin llegar a


comprender, ella también dijo “que se cumpla en mí Su voluntad”

Jesús te pedimos que nos enseñes a decir siempre: “Padre que se haga tu voluntad” queremos
decirlo en todas las circunstancias de nuestras vidas y en todas las situaciones futuras donde
seremos tentados a no aceptar la voluntad del Padre, permítenos mantenernos fieles a Su
voluntad. Señor, Danos un corazón semejante al tuyo.

Exposición del Santísimo


(Canto) Liz
Señor te adoramos aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te bendecimos y
damos gracias por tu presencia hoy aquí entre nosotros. Tú has dicho: “este es mi cuerpo
que se ofrece por ustedes”. ¡Oh Jesús!, llena nuestros corazones con tu Espíritu Divino para
que podamos adorarte, con fe y esperanza en esta hora de reparación por las ofensas que se
hacen a tu Sagrado Corazón y al de tu Madre Santísima.
C: En los cielos y en la tierra sea por siempre bendito y alabado
R: El corazón amoroso de Jesús Sacramentado
Padre nuestro… Dios te salve María
C: Gracias Jesús por tu presencia aquí con nosotros
R: Queremos permanecer unidos a ti y tu Santísima Madre, nuestra Madre.
Padre nuestro… Dios te salve María
(Canto) Aldo
Y aquí estás tú, fuente inagotable de amor. Y aquí estoy yo, deseo ferviente de tu fuego
ardiente de amor. Y yo te pido y tú me das. Y yo me doy y tú te das. Y cuanto más me das,
más te deseo. Y en este deseo te entrego mi vida y mi voluntad, para ser tuyo, para que seas
mío. Y tú, Misericordia infinita, me tomas y me posees, te entregas y me provees, me llenas
y me desbordas, en éxtasis de amor en que te respiro. Y al expirar me entrego contigo, en
alma, en cuerpo, en espíritu, en conciencia. Y seguro de tu presencia, me abandono en ti.
Tú estás en mí, en cada célula de mi cuerpo, en cada poro de mi piel, en cada palabra, en
cada pensamiento, cada segundo de mi tiempo, plenitud en tu eternidad. Fuego que no me
quema, pero que me transforma. Que no me daña, pero que me acrisola. Que me conforta y
me fortalece. Fuego que consume todo deseo que no seas tú, toda pasión que no seas tú,
todo pensamiento que no seas tú, todo sentimiento que no sea el deseo de amarte y ser
amado, de esperarte y ser deseado y alcanzado por el calor de tu abrazo que me funde hasta
hacerme cenizas y me inunda hasta saciar mi sed de ti. Sed saciada, embelesada de amor
por ti. Sed inundada de agua viva en el mar de tu misericordia. Hambre de ti, saciada con el
pan vivo bajado del cielo. Desnudez vestida con la ternura de tus besos. Pobreza acogida y
enriquecida con tus tesoros. Alegría que me libera del cautiverio de mi soledad, de mi
amargura y de mi tristeza, de mis pasiones y mis cadenas, del mundo que me aprisiona y
me roba la paz que sólo tú me das. Piedad que consuela. Paciencia que soporta. Rectitud
que corrige. Sabiduría que ilumina. Compasión que conforta. Perdón que redime. Salud de
mi alma y de mi cuerpo, que me sana y me da vida, para ser testigo de tu amor, para
alabarte, para bendecirte, para adorarte. Para transformar mi ser vil, necesitado de ti, pero
alejado de ti, inerte, estéril, impuro, indigno, vacío, que nada merece, en testimonio de tu
amor, en instrumento de tu misericordia infinita que se derrama con la fuerza de tu
manantial de agua viva que da vida, con la bravura de tu manantial de sangre bendita, que
purifica, que sana, que salva, que todo lo transforma y lo hace nuevo para hacerme tuyo,
para hacerte mío. Y tú te das y yo me doy. Y tú te entregas y yo me entrego. Para vivir en
ti. Para que vivas en mí. Para alabarte. Para adorarte. Para que mi pequeñez sea parte de tu
grandeza. Para que seas tú en mí y sea yo en ti, testigo de fe, de esperanza, de amor. Testigo
de ti y de tu infinita misericordia que se derrama, que me llena y me desborda. En la que tú
te manifiestas y yo te proclamo mi dueño, mi creador, mi amado, mi Señor.
(Canto)
Michel
“Tomen y coman, este es mi cuerpo” has dejado la Eucaristía como manifestación de tu
amor por los hombres para quedarte con nosotros hasta el final de los tiempos. Señor, te
pedimos por todos aquellos que no creen en tu presencia real en Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad en la Eucaristía, así como le suplicamos a tu Madre Santísima los atraiga a ti.
Padre nuestro…. Ave María
En tu infinito amor, queriendo hacer participe a la humanidad de las excelencias de la
Eucaristía, diste a los sacerdotes el poder de transformar el pan y vino en Cuerpo y Sangre
de Cristo. Te pedimos por todos los sacerdotes, para que, alimentados de tu Cuerpo y de tu
Sangre, y bajo el cuidado amoroso de tu Madre María, se sepan siempre fortalecidos y
animados para vivir el ministerio con alegría.
Padre nuestro… Ave María
Señor Jesús, sabemos que estas vivo en esta hostia, te pedimos por todos los enfermos y sus
familias, para que se sientan siempre fortalecidos y acompañados de ti y tu Santísima
Madre.
Padre nuestro… Ave María
(Canto)
Lectura: Is 61, 10-11
Edna
Salto de alegría delante de Yahvé, y mi alma se alegra en mi Dios, pues él puso ropas de
salvación y me abrigó con el chal de la justicia, como el novio se coloca su corona o como
la esposa se arregla con sus joyas.
Pues, así como brotan de la tierra las semillas o como aparecen las plantitas en el jardín, así
el Señor Yahvé hará brotar la justicia y la alabanza a la vista de todas las naciones.
Palabra de Dios.
Gary
La Virgen Fiel obró con su Hijo Jesús la misericordia, y también hace lo mismo con cada
uno de nosotros, sus hijos. De esta manera nos invita también a nosotros a obrar mediante
la Misericordia. Si el día de nuestro juicio final queremos escuchar la voz de Dios que nos
diga: “Vengan, benditos de mi Padre, al Reino de los cielos”, entonces debemos obrar la
Misericordia para con nuestros hermanos, a imitación de la Virgen, Madre de Misericordia.
Liz
Pidámosle a Nuestro Señor Jesucristo, presente en la Eucaristía, que nos haga dóciles a su
Palabra y a ejemplo de María podamos decir “Sí” a la voluntad del Padre.
Dirijamos a él nuestra oración diciendo:

Escúchanos Señor
Una cada quien
Por la paz de todo el mundo, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las injusticias y
enemistades y brote por todas partes el amor y la paz. Oremos.
Escúchanos Señor.

Por los que gobiernan pueblos y naciones, dales un espíritu de sabiduría, justicia y
honestidad, para que puedan guiar a tu pueblo hacia el bien y por el bien. Oremos.
Escúchanos Señor.

Por el Papa Francisco, nuestro obispo Raúl y los presbíteros de la Iglesia, para que vivan su
sacerdocio con amor y entrega a los demás. Oremos
Escúchanos Señor.

Por toda nuestra comunidad parroquial, derrama en ella tus bendiciones y hazla crecer en el
servicio y amor a los demás. Oremos.
Escúchanos Señor.

Por todas las familias, para que permanezcan siempre unidas en tu amor y sean portadores
de tu Palabra. Oremos
Escúchanos Señor.
(Se mencionan las intenciones de la página)

Padre Jesús: Escucha Padre de bondad, nuestra oración y concédenos confiar en ti, para
conseguir los dones de tu gracia, conservar el amor en la unidad y llegar después de esta
vida, al Reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Bendición final
(Canto)

También podría gustarte