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HELMINTOS. CARACTERISTICAS. CLASIFICACION.

EL PARASITO. DEFINICION. CLASIFICACION

El parásito es un ser vivo que de manera temporal o permanente vive a expensas de otro organismo de distinta especie,
que es el huésped, obteniendo de éste nutrición y morada, al que puede producir daño y con el que tiene una
dependencia obligada y unilateral.

Los parásitos tienen determinadas características para asegurar su permanencia, resistir a los factores adversos y
mantener su poder infectante. Cuando el parásito ha alcanzado un determinado estado de desarrollo se conoce como
forma infectante.

Clasificación de los parásitos

Los parásitos pueden clasificarse teniendo en cuenta distintos criterios:

1- según habiten en el interior ó en la parte externa del huésped, se clasifican en:

• Endoparásitos, que pueden se intracelulares, como Leishmanias sp. o extracelulares, por ejemplo Fasciola hepatica

• Ectoparásitos, por ejemplo Sarcoptes scabei (sarna)

Se suele dar el nombre de infección a la invasión interna y de infestación a la externa, por ectoparásitos

2- según el tiempo de permanencia del parásito en su huésped se clasifican en:

• Permanentes, requieren del huésped durante todo su ciclo evolutivo, por ejemplo Enterobius vermicularis, y la
mayoría de los parásitos humanos

• Temporales, el parásito sólo busca al huésped para alimentarse, por ejemplo Triatoma infestans

• Periódicos, requieren del huésped durante una etapa de su ciclo evolutivo, por ejemplo Necator americanus

3- según la capacidad de producir lesión o enfermedad en el hombre, se clasifican en:

• Patógenos

• No patógenos
Los patógenos en determinadas circunstancias no producen sintomatología ni causan daño al huésped, como ocurre en
los portadores. En condiciones especiales de susceptibilidad del huésped, los no patógenos pueden aumentar su
capacidad de producir lesión, en este caso se los considera parásitos oportunistas.

4- según la necesidad, se clasifican en:

• Obligatorio, es el que requiere de por lo menos un huésped para cumplir todo o un parte de su ciclo evolutivo

• Facultativo: cuando un organismo de vida libre puede adaptarse a la vida parasitaria, por ejemplo Strongyloides
stercoralis.

• Accidental, cuando un organismo de vida libre llega a un huésped y continúa en él su ciclo sin adaptarse a la vida
parasitaria, por ejemplo Naegleria fowleri

4- como todos los seres vivos, los parásitos están clasificados en grupos taxonómicos, que son, de mayor a menor: reino,
phylum, clase, orden, familia, género y especie.

La unidad biológica es la especie, con características morfológicas, fisiológicas y genéticas bien definidas.

El nombre científico de los parásitos, como el de todos los seres vivos, se expresa con dos palabras, generalmente
derivadas del latín y es el mismo en todos lo idiomas; la primera representa al género y debe escribirse con mayúscula,
la segunda corresponde al nombre de la especie y se escribe con minúscula

Lo que agrupamos bajo el nombre de parásitos es una gama variada de seres vivos que va desde organismos
unicelulares a multicelulares, e incluyen tres grupos:

• protozoarios

• metazoarios o helmintos

• artrópodos parásitos

Los metazoarios o helmintos son mucho más complejos que los protozoos, sus células se agrupan formando órganos y
tejidos; se reproducen sexualmente pudiendo ser hermafroditas o presentar sexos separados. Son ovíparos con
excepción de filarias, Dracunculus spp y Trichinella spp, que son vivíparos.

Los helmintos incluyen dos Phylum o clases:

1. Platelmintos: gusanos de cuerpo plano, entre los que se incluyen:

• Cestodes: son hermafroditas, tienen el cuerpo plano y segmentado, y cuando parasitan al hombre en su estadio
adulto, se ubican en intestino delgado. El órgano de fijación es el escólex, provisto de estructuras especialmente
adaptadas para esta función, estas pueden ser ventosas y bótrides o ganchos. Del escólex surge un cuello del que se
genera el cuerpo, por brotación, constituido por segmentos, denominados proglótides. Cada proglótide es una unidad
funcional completa; a medida que se alejan del cuello van madurando, denominándose a los más distantes proglótides
maduros. En ellos el útero ocupa casi su totalidad y se encuentran repletos de huevos, los que se liberarán al romperse
los segmentos. Se los conoce como tenias por ejemplo Taenia saginata, Taenia solium, Echinococcus granulosus, etc.

cestode

• Trematodes: a excepción del género Schistosoma, también son hermafroditas y su cuerpo es chato pero indiviso.
El estadio adulto es parásito de vertebrados, está cubierto por una cutícula resistente y presentan discos suctorios,
órganos de fijación, en la cara ventral. Poseen un tubo digestivo incompleto que se inicia en la boca, llamada citostoma.
Poseen un poro genital por donde se eliminan los huevos. El ciclo evolutivo es indirecto y cumplen parte de él en el
agua. Los huevos, a excepción del género Schistosoma, presentan un opérculo por el que se libera la larva, denominada
miracidio. El primer huésped intermediario es un molusco, puede haber un segundo huésped intermediario
dependiendo de la especie.

trematoodes

2. Nematelmintos o Nematodes: son gusanos cilíndricos, tienen sexos separados. Su cuerpo esta recubierto por una
cutícula, con cavidad pseudocelómica, tubo digestivo completo que se inicia en la boca y termina en el ano. La boca está
rodeada por tres labios, salvo en las uncinarias que presentan una cápsula bucal con elementos cortantes; estas
estructuras producen pequeños pero múltiples traumas en la mucosa intestinal que contribuyen a la producción de la
anemia macrocítica que suele asociarse a estas parasitosis. Los huevos tienen diferentes características que son útiles
para el diagnóstico de las diversas especies. Del huevo se liberará una larva, en el tubo digestivo o en el medio ambiente.
Los estadios larvarios son varios y se producen mudas entre estadio y estadio. El hombre se infecta por vía oral, como en
el caso de Ascaris lumbricoides, por vía cutánea, como en el caso de las uncinarias o por vía parenteral, como por
ejemplo las filarias. Sólo unas pocas especies son parásitos del hombre y existen, a diferencia de los cestodes y
trematodes, muchos nematodos de vida libre.

nematode
ARTRÓPODOS PARASITOS

Son animales de simetría bilateral, con exoesqueleto quitinoso y apéndices articulados cefálicos, torácicos o
abdominales (antenas y patas). Pueden ser vectores de otros patógenos, tanto mecánicos como por ejemplo Musca
domestica, transfiriendo microorganismos en sus patas, vectores biológicos, como Triatoma infestans, para Tripanosoma
cruzi, o ser parásitos por sí mismos como Sarcoptes scabei, agente etiológico de la sarna humana.

sarcoptes scabei

CICLO EVOLUTIVO DE LOS PARASITOS. TIPOS DE HUESPEDES

Ciclo evolutivo es el conjunto de etapas y transformaciones que experimenta un parásito durante su desarrollo se
conoce como ciclo evolutivo o ciclo biológico.

Estos ciclos pueden ser:

• directos o monoxénicos si el parásito requiere de un solo huésped para todo su desarrollo o indirectos o
heteroxénicos si necesita dos o más huéspedes. En los ciclos directos o monoxénicos el huésped infectado transfiere al
medio ambiente las formas infectantes de los parásitos para su paso al huésped susceptible. Por ejemplo Giardia
intestinalis

• En los ciclos indirectos o heteroxénicos los parásitos necesitan pasar por dos o más huéspedes de distinta
especie para alcanzar su pleno desarrollo. Así se distinguen huéspedes intermediarios y huéspedes definitivos. Por
ejemplo Echinococcus granulosus

El huésped definitivo es aquel en el cual el parásito se reproduce sexualmente o adquiere el estado adulto, es decir
aquel que alberga las formas más evolucionadas del parásito. Por ejemplo el hombre es huésped definitivo de Taenia
saginata. Y el gato de Toxoplasma gondii.

El huésped intermediario es el que alberga las formas intermedias, es decir las formas larvarias de los helmintos o los
estadios de multiplicación asexuada de los protozoos. Por ejemplo el ganado vacuno es huésped intermediario de
Taenia saginata, el hombre es huésped intermediario de Toxoplasma gondii.
El huésped puede ser normal (habitual) o accidental. Cuando el huésped accidental es ineficiente y permite sólo la
evolución incompleta del parásito, se lo denomina paratenico, en este caso para que el ciclo prosiga este huésped debe
ser ingerido por otro y su utilidad radica en la diseminación del parásito, por ejemplo ratón para Toxocara canis y
gorgojos para Hymenolepis nana. Cuando el huésped accidental permite el desarrollo completo del parásito
comportándose como huésped habitual, se lo denomina vicariante, por ejemplo la hidatidosis en el hombre que es
producida por el estadio larvario, hidátide, del Echinococcus granulosus.

Los parásitos tanto protozoarios como metazoarios, deben adaptarse a diferentes hábitats por lo que en su ciclo de vida
presentan diversos estadios y cada uno de ellos tiene características propias que les permiten sobrevivir en el nuevo
medio.

Así los protozoos intestinales, aun los mas primitivos y con ciclos evolutivos más simples, presentan por lo menos dos
estadios: uno quístico de resistencia y con capacidad metabólica y reproductiva limitadas y otro, el trofozoíto, con gran
capacidad reproductiva y con el máximo grado de funciones metabólicas del parásito. En este caso el quiste, una vez
alcanzadas ciertas condiciones, es el elemento infectante y el trofozoíto es el que se instala y reproduce activamente en
el huésped, pudiendo dañarlo por diferentes mecanismos.

Por otra parte, los protozoos de la sangre y tejidos presentan ciclos más complejos y pueden requerir más de un
huésped para su evolución, en cada huésped se diferencian, pasando por diferentes estadios, cada uno con
características morfológicas y fisiológicas propias, indispensables para sobrevivir en cada ecosistema. Por ejemplo las
especies de plasmodios capaces de producir el paludismo humano, deben adaptarse al hepatocito y eritrocito del
hombre y posteriormente al tracto digestivo, cavidad celómica y glándulas salivales del mosquito Anopheles. De manera
similar, en el caso del Tripanosoma cruzi, el parásito debe adaptarse a sangre y células del mamífero y al intestino del
tritomineo vector (vinchuca).

quiste

trofozoito

En el caso de los metazoarios, estos procesos pueden ser más complejos. Por ejemplo Diphyllobotrium Latum, requiere
adaptare a tres huéspedes: un molusco, un pez y un mamífero. Estos parásitos, durante su evolución pasan
mínimamente por tres estadios: huevo, larva y adulto, pudiendo existir más de un estadio larvario. El huevo es un
elemento de semiresistencia. Según la especie, puede ser infectante en el momento de se eliminado, como es el caso de
Taenia saginata y Taenia solium, o bien puede evolucionar rápidamente y en pocas horas contener una larva infectante,
como el caso de Enterobius vermicularis. Otros requieren de un periodo en un medio ambiente adecuado, terrestre,
como Ascaris lumbricoides y uncinarias, o en un medio acuático como el caso de Fasciola hepatica, para evolucionar y
contener o liberar el estadio infectante.

Ciclo biológico de Giardia intestinalis (monoxénico)


Ciclo de vida de Echinococcus granulosus (heteroxénico)

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CARACTERISTICAS DE LOS PARASITOS. MECANISMOS DE ACCION PATOGENA. EVASION DE LA RESPUESTA INMUNE

Los parásitos presentan características que le permiten causar infecciones, que son:

1- Resistencia al medio externo: los huevos, quistes o larvas de los parásitos tienen cubiertas proteicas que los hacen
resistentes al medio exterior, como a factores climáticos, agentes químicos como la lavandina, etc.

2- Patogenicidad: se habla de infección parasitaria cuando un huésped alberga parásitos; a menudo el huésped no sufre
daño produciéndose un estado de comensalismo. Si el huésped presenta signos y síntomas como consecuencia del
parasitismo, se habla de enfermedad parasitaria.

La relación huesped-parásito constituye una infección o una enfermedad, de acuerdo a la influencia de factores
dependientes de uno y otro asociado.

Los factores del parásito están condicionados por las cepas, virulencia, el número, su tropismo especial por
determinados órganos y tejidos.

Los factores del huésped dependen de la edad, la raza, el estado inmunitario (SIDA, desnutrición, enfermedades
concomitantes, etc.)

3- Autoinfección: puede ser endógena o exógena. Autoinfección endógena es cuando el parásito se multiplica dentro del
huésped y la contaminación se realiza dentro del mismo. En la autoinfección exógena la forma infectante pasa por el
medio exterior (zona perianal) en un tiempo muy corto y vuelve al hospedero.

4- Prepatencia: es el tiempo que transcurre entre el momento en que se produce la infección en el hospedero y el
momento en que éste elimina las formas infectantes.
5- Viabilidad: las formas infectantes deben ser viables y resistentes al medio externo para asegurar la continuidad del
ciclo y su permanencia.

6- Longevidad: cuanto más vive un parásito mayor es la posibilidad de emitir al medio externo las formas infectantes.

7- Fecundidad: el número de huevos que se emiten al exterior permite la diseminación de la infección.

Mecanismos de acción patógena de los parásitos

Los parásitos afectan al hombre de maneras muy diversas, dependiendo del tamaño, localización, número, etc.

Los mecanismos por los cuales los parásitos causan daño al huésped son:

1- Mecánicos: los efectos mecánicos son producidos por obstrucción ó compresión, el primero sucede con los parásitos
que se alojan en conductos del organismo, como en la obstrucción del intestino ó vías biliares por Ascaris lumbricoides.

2- Traumáticos: los parásitos pueden causar traumatismos en los sitios en donde se localizan por ejemplo Trichuris
trichiura, que introduce su extremo anterior en la pared del colon.

3- Bioquímicos: algunos parásitos producen sustancias tóxicas ó metabólicas que tienen la capacidad de destruir tejidos,
por ejemplo, las sustancias líticas producidas por Entamoeba histolytica.

4- Inmunológicos: los parásitos y sus productos de excreción derivados del metabolismo, producen reacciones de
hipersensibilidad inmediata o tardía, como sucede en las manifestaciones alérgicas a los parásitos o la reacción
inflamatoria mediada por células, con formación de granulomas que se presenta en algunas parasitosis.

5- Exfoliativo: estos mecanismos se refieren al consumo de elementos propios del huésped por parte de los parásitos
por ejemplo la pérdida de sangre por succión, en el caso de las uncinarias.

Evasión de la respuesta inmune

Cuando el parásito penetra en un organismo, éste tratará de eliminarlo y el parásito tratará de evitar el ataque del
hospedero mediante el sistema inmunológico y permanecer dentro del mismo.

Se conocen algunos mecanismos mediante los cuales los parásitos eluden la respuesta inmune del huésped:

a) descarte de antígenos altamente reactivos,

b) depresión de la inmunidad del hospedero,


c) neutralización de los efectores de la inmunidad,

d) evasión de los efectores de la inmunidad,

e) producción de antígenos fugaces,

f) producción de antígenos solubles,

g) desviación de la inmunidad protectora,

h) variación antigénica.

EPIDEMIOLOGIA DE LAS ENFERMEDADES PARASITARIAS

Las parasitosis están ampliamente distribuidas en todo el mundo y constituyen uno de los grandes problemas de salud
pública que afecta principalmente a los países en desarrollo.

En América Latina tienen una prevalencia persistentemente elevada e inalterada a través del tiempo, ya que existe una
endemicidad estable en las parasitosis que es el resultado de un proceso dinámico de reinfecciones repetidas. La
frecuencia de estas reinfecciones repetidas en la población dependerá de la presión de infección y de la susceptibilidad
del hospedero.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), la considera una de las principales causas de morbilidad, estrechamente
ligada a la pobreza y relacionada con inadecuada higiene personal y de los alimentos crudos, falta de servicios sanitarios,
falta de provisión de agua potable y contaminación fecal del ambiente. Infecta a personas de todas las edades, pero la
sufren principalmente los niños, a quienes les causa trastornos en el crecimiento y desarrollo.

Según publicaciones de la OMS, más de la quinta parte de la población mundial está infectada por uno o varios parásitos
intestinales y en muchos países de América Central y Sudamérica el promedio de infecciones parasitarias es del 45%. Se
estima en 1000 millones las personas infectadas por Ascaris lumbricoides, 500 millones con Trichuris trichiura, 480
millones con Entamoeba histolytica y 200 millones con Giardia lamblia.

La endemicidad de las parasitosis intestinales es el resultado de un proceso dinámico, basado en infecciones repetidas
donde intervienen múltiples factores que se relacionan entre sí, como variables ecológicas, inmunológicas, genéticas,
fisiológicas y nutricionales enmarcadas en condiciones socioeconómicas y culturales que favorecen la presencia de
dichas enfermedades.

Los primeros factores son responsables del desarrollo e invasión parasitaria, mientras que los factores socioeconómicos
y culturales son los responsables de que el medio ambiente se contamine con las diferentes formas evolutivas
parasitarias, restableciéndose así el ciclo de la invasión parasitaria.

A pesar de los asombrosos progresos de la ciencia, en la era cibernética y la alta tecnología, el gran avance de la biología
molecular y los grandes adelantos de la Medicina, las parasitosis, la mayoría de ellas curables, prevenibles y
controlables, siguen siendo una amenaza constante y permanente en la salud de la población mundial.

En las grandes ciudades existe un deterioro gradual de las condiciones de vida, con el establecimiento de "villas miseria",
caracterizadas por viviendas insalubres sin agua potable, desprovistas de red cloacal y otros sistemas básicos.
La falta de higiene personal y familiar, la ignorancia con respecto a los hábitos y actitudes perniciosas para la salud,
favorecen las condiciones ecológicas para la prevalencia de infecciones producidas por agentes biológicos,
especialmente por los parásitos. Pobreza, vivienda insalubre, ignorancia, carencia de atención médica, mala nutrición,
hábitos perjudiciales, constituyen los factores antropológicos, sociales y humanos esenciales para las endemias
parasitarias, las que a su vez repercuten en la calidad de vida de las poblaciones.

Los que dedican sus esfuerzos a esta ciencia deben empeñarse en ampliar su esfera de influencia, teniendo en cuenta la
gran necesidad de transferencia de conocimientos y recursos a los países en desarrollo, asesoramiento y apoyo a las
medidas de control de las parasitosis en los Sistemas de Atención Primaria de la Salud y actividades docentes en todos
los niveles de la enseñanza y de la comunidad.

Con estas medidas y los avances científicos de la Parasitología actual, se podrá establecer una lucha contra los parásitos
que matan, mutilan, enferman y degradan la calidad de vida de millones de seres humanos, a fin de que las
“enfermedades olvidadas de gente olvidada” se conviertan en “problemas olvidados de gente sana”.

Factores epidemiológicos

La complejidad de los factores epidemiológicos que condicionan las parasitosis y la dificultad para controlarlos,
determinan que las infecciones parasitarias estén tan ampliamente difundidas y que su prevalencia sea en la actualidad
similar, en muchas regiones del mundo, a la que existía hace cincuenta años. Los factores que las condicionan son:

1- Contaminación fecal: la contaminación fecal del suelo y el agua es el factor más importante en la diseminación de las
parasitosis intestinales.

Suelo: Los elementos parasitarios pueden llegar al suelo de diversas formas:

• Defecación directa, o a través de letrinas peridomiciliarias.

• Utilización de residuos no tratados para el relleno de terrenos.

• Descarga de camiones con residuos patológicos.

• Utilización de heces como abono de vegetales.

• Uso de aguas servidas para riego.

• Disposición en terrenos de barros provenientes de plantas de tratamiento de afluentes cloacales, de piletas de


decantación y de filtros de plantas potabilizadoras.

• Defecación de animales.

• Utilización de turba de río como fertilizante.

La infectividad del suelo depende del número de elementos parasitarios depositados en determinadas áreas y que
consiguen desarrollarse para ser infectantes, y del tiempo de sobrevida de las formas infectantes en el ambiente.
El número de elementos diseminados está en estrecha relación con la densidad poblacional en un área determinada, de
las condiciones de higiene y saneamiento, carga parasitaria y del contacto favorable entre suelo y parásito.

El desarrollo de formas infectantes y la supervivencia dependerán de factores físicos, químicos y biológicos como
temperatura, humedad, porosidad, textura y consistencia del suelo, exposición a la luz solar, lluvias y vientos, etc.

El suelo, para las geohelmintiasis, permite el desarrollo de las formas infectantes, como sucede con Ascaris lumbricoides,
Trichuris trichiura, Ancylostoma duodenale, Necator americanus y Strongyloides stercoralis.

El hombre elimina con las heces las formas no infectantes como huevos o larvas que deberán pasar por distintos
procesos madurativos que suceden en el suelo para transformarse en infectantes.

En otras ocasiones el suelo sirve de vehículo como ocurre con Enterobius vermicularis, Taenia sp., Hymenolepis nana, los
quistes de protozoos como Giardia lamblia, Entamoeba histolytica, coccidios como Cryptosporidium sp. y amebas de
vida libre.

Las formas parasitarias eliminadas por los animales también infectarán al hombre como Toxocara sp., Echinococcus sp,
Toxoplasma sp y aquellas que son comunes tanto al hombre como a los animales, actuando éstos como reservorios
naturales.

Agua: La importancia del agua en la diseminación de las parasitosis es ser un vehículo de transmisión y permitir la
supervivencia de las formas infectantes. El agua se contamina de diversas maneras:

• Por medio de las heces humanas y de animales.

• Por destrucción de redes cloacales.

• Por contacto de pozos ciegos con napas de agua subterráneas utilizada para consumo.

• Por arrastre de elementos parasitarios de los suelos contaminados a través de las lluvias y de las inundaciones.

Los huevos y larvas de geohelmintos sufren en el agua un retardo de su proceso evolutivo, principalmente por la baja
tensión de oxígeno, pero se preservan para condiciones más favorables.

El agua cumple un importante papel como diseminador de las formas infectantes, como sucede con los quistes de
Giardia lamblia, Entamoeba histolytica, Cryptosporidium, Isospora, trofozoitos (Acanthamoeba sp.) y quistes (Naegleria
sp) de amebas de vida libre responsables de la meningoencefalitis amebiana y formas infectantes de E. vermicularis, T.
saginata, T. solium, Echinococcus, etc.

Otros parásitos necesitan del agua para completar su ciclo biológico, como Diphyllobotrium latum, Fasciola hepática,
Schistosoma sp.

El factor restrictivo natural más importante en la diseminación hídrica es la sedimentación, que está dada por el peso
específico de las distintas formas infectantes.

Los elementos de menor peso (quistes y ooquistes) permanecen mayor tiempo en suspensión permitiendo una fácil
diseminación.
Los elementos parasitarios que están en el agua ingresarán a nuevos hospederos para continuar su ciclo de vida a través
de la ingesta de vegetales crudos regados con agua contaminada, por inhalación, ingestión o salpicaduras de aguas
contaminadas de ríos, lagos, lagunas y piletas de natación y a través del agua para beber.

El agua para beber es la forma más común de infección, debido a la carencia de agua potable en muchas regiones y a
veces los tratamientos de potabilización son insuficientes.

Los enteroparásitos inicialmente involucrados en brotes de enfermedades transmisibles por el agua fueron Giardia
lamblia y Entamoeba histolytica,

Recientemente se han reconocido géneros como Cryptosporidium, Isospora, Blastocystis, Ciclospora y otras parasitosis
emergentes.

Los datos de los brotes de enfermedades por transmisión hídrica provienen de los Estados Unidos y Europa, aunque las
parasitosis están más extendidas en los países en desarrollo, pero en ellos se carece de este tipo de estudios.

El Cryptosporidium sp. es el que más interés ha despertado debido al tipo de diarrea que produce, a que se encuentra
en la mayoría de los vertebrados, inexistencia de medicación efectiva y a la alta resistencia a los métodos de
purificación. Así lo demuestran los brotes endémicos de transmisión hídrica producido en los Estados Unidos con 13.000,
15.000 y 450.000 personas infectadas en Carrolton, Jackson County y Milvakee.

Los criterios de calidad del agua, como los tratamientos de potabilización, están orientados a evitar enfermedades
bacterianas. Los parásitos, si sobrepasan en las plantas de tratamiento las barreras de la filtración y de la sedimentación,
las desinfecciones serán poco efectivas, porque las concentraciones de hipoclorito de sodio (lavandina) aceptadas para
el agua de consumo son insuficientes para atacar las formas parasitarias.

2- Condiciones ambientales: la humedad, temperatura, lluvias, vegetación, latitud, altura, etc. de un área geográfica
determinada pueden favorecer o no el desarrollo de los parásitos, la existencia de vectores biológicos (vinchucas,
anófeles, flebótomo), vectores mecánicos (moscas y cucarachas) o reservorios animales establecen la distribución de
muchas parasitosis.

Las condiciones geográficas son dinámicas y están en relación directa con la actitud del hombre frente a la naturaleza: la
construcción de canales, represas, lagos artificiales, la tala indiscriminada de árboles, el relleno de terrenos bajos, llevan
a la diseminación o modifican la presencia de la mayoría de las parasitosis, sobre todo las que necesitan un vector o
hospedero intermediario para completar su ciclo biológico: teniasis, paludismo, tripanosomiasis, leishmaniasis, etc.

3- Vida rural: la ausencia de letrinas en las zonas rurales es el factor predominante para la alta prevalencia de parasitosis
intestinales en esas zonas. La costumbre de no usar zapatos y tener contacto con aguas, condicionan la presencia de
uncinariasis y esquistosomiasis, ya que se transmiten a través de la piel. La exposición a picaduras de insectos favorece
la infección por parásitos transmitidos por ellos como la malaria y mal de Chagas.

4- Deficiencias de higiene y educación: la mala higiene personal y la ausencia de conocimientos sobre transmisión y
prevención de las enfermedades parasitarias, son factores que favorecen su presencia. Está establecido que en un
mismo país, los grupos de población que presentan estas deficiencias tienen prevalencia más alta de parasitismo; estos
grupos son los de nivel socio económico inferior, que a la vez habitan zonas con deficiente saneamiento ambiental.
5- Costumbres alimenticias: la ingestión de carnes crudas o mal cocidas permite la infección por tenias, Toxoplasma
gondii y Trichinella spiralis. La ingestión de pescado, cangrejos, langostas, en condiciones de cocción deficiente, es el
factor indispensable para que se adquiera cestoidiasis y otras parasitosis por trematodes.

6- Migraciones: el movimiento de personas de zonas endémicas a regiones no endémicas ha permitido la diseminación


de ciertas parasitosis. Esto ocurre con el incremento de viajeros internacionales, migración de campesinos a las ciudades
y refugiados después de guerras o catástrofes.

Distribución geográfica

Algunas enfermedades parasitarias son cosmopolitas, debido a que las condiciones de transmisión existen
universalmente, como es el caso de la oxuriasis, parasitosis de transmisión oro-fecal, frecuente en los niños por
deficiente aseo de las manos; la tricomoniasis vaginal, que se transmite sexualmente, y la toxoplasmosis transmitida por
contaminación con heces de gato o consumo de carne mal cocida.

Otras parasitosis tienen distribución geográfica variable, debido a diversos factores como la presencia de vectores o
huéspedes intermediarios exclusivos. Por ejemplo el paludismo ocurre en zonas geográficas donde existe las especies de
mosquitos Anopheles, capaces de transmitirlo. El Mal de Chagas es una parasitosis endémica en América del Sur en
donde habita el agente vector, Triatoma infestans, conocido como vinchuca.

También influyen en la frecuencia de ciertos parásitos, las costumbres de los pueblos, como por ejemplo el hábito de
comer carne cruda y el utilizar heces humanas como abonos.

DIAGNOSTICO PARASITOLOGICO. GENERALIDADES

El diagnóstico parasitológico se inicia cuando el médico considera que las manifestaciones clínicas que presenta un
paciente, pueden deberse a una parasitosis y, para su confirmación, le indica la realización de un examen parasitológico.

Para lograr un resultado certero, existen elementos que orientaran la búsqueda al microbiólogo, y que están
relacionados con los antecedentes epidemiológicos y clínicos del paciente.

• Antecedentes epidemiológicos: lugar de residencia, procedencia, características de la vivienda, provisión de


agua, tratamiento y eliminación de excretas, presencia de animales domésticos, realización de viajes, antecedentes
maternos, etc. Estos datos serán de ayuda para considerar qué tipo de parásitos pueden estar involucrados.

• Antecedentes clínicos: aunque en las parasitosis existe un amplio polimorfismo clínico, se dan una serie de
signos y síntomas que pueden ser asociados y caracterizan a las diferentes entidades parasitarias. Será de utilidad
conocer talla, peso, edad, enfermedad de base y la presencia o no de: diarrea, tipo y evolución, prurito anal, anorexia,
decaimiento, vómitos, alteraciones del comportamiento, afecciones respiratorias, cuadros febriles,
hepatoesplenomegalia, adenopatías, etc.

Estos datos, unidos al antecedente epidemiológico brindarán información para el diagnóstico presuntivo y nos permitirá
conocer qué tipo de muestra será la más adecuada y representativa y qué metodología se deberá aplicar para alcanzar el
diagnóstico de certeza.

En relación a las enteroparasitosis el hombre actúa en general como huésped definitivo albergando los estadios
parasitarios adultos con la consecuente eliminación de elementos infectantes o potencialmente infectantes (huevos,
larvas o quistes). El reconocimiento de éstos servirá en la mayoría de los casos para alcanzar el diagnóstico.

Los parásitos cuyo hábitat son los tejidos, incluyendo la sangre, producen una sintomatología más florida, consecuencia
de diferentes acciones directas, como destrucción de parénquimas, atrofias, hiperplasias, así como indirectas mediadas
por mecanismos inmunológicos. Además la respuesta inmune del huésped ante el estímulo de los antígenos parasitarios
conduce la producción de anticuerpos que pueden ser detectados con fines diagnósticos.

Modificaciones hematológicas que pueden causar las parasitosis

Los parásitos intestinales como las uncinarias y los tricocéfalos, por su acción expoliatriz, pueden causar anemia si la
carga parasitaria es considerable.

Las helmintiasis cursan con eosinofilia periférica, cuando en regla general los protozoarios no la ocasionan. La
hipereosinofilia variará en función del tiempo, de la carga parasitaria, del tipo de parásito y de la susceptibilidad del
huésped. Son muy importantes durante la migración larvaria. La eosinofilia transitoria, a veces recurrente y
ocasionalmente persistente, es el resultado de una reacción inmunológica de defensa que no es más que el producto de
la interrelación entre distintas poblaciones celulares para la lucha contra un parásito circulante. En tratamiento
específico contra estadios larvarios tisulares, con antiparasitarios que se absorben, provoca un brusco aumento de la
eosinofilia que no debe interpretarse como una reacción alérgica al medicamento, sino como exacerbación de la
repuesta inmune contra antígenos parasitarios dada la mayor oferta que produce la destrucción de las larvas.

INFECTOLOGIA

TITULO : Infecciones por helmintos nematodos

AUTOR : Hotez PJ, Brooker S, Bethony JM y colaboradores

TITULO ORIGINAL: [Hookworm Infection]

CITA : New England Journal of Medicine 351(8):799-807, Ago 2004

MICRO : Los autores analizan la fisiopatología, las manifestaciones clínicas, el diagnóstico, la epidemiología, el
tratamiento y las medidas para el control de la infección por uncinarias.
Introducción

La uncinariasis es una enfermedad producida por los parásitos helmintos nematodos Necator americanus y Ancylostoma
duodenale, transmitida a través del contacto con el suelo contaminado. Es una de las infecciones crónicas más comunes,
con 740 millones de personas infectadas en áreas rurales pobres, tropicales y subtropicales. El mayor número de casos
de uncinariasis se registra en Asia, seguido por el Africa subsahariana. Necator americanus es la especie más común en
todo el mundo, mientras que A. duodenale tiene un área geográfica más restringida. Tres especies zoonóticas son causas
menores de enfermedad en seres humanos. Ancylostoma ceylanicum infecta perros y gatos y puede también provocar
infección en seres humanos, pero no se considera un patógeno importante; Ancylostoma caninum infecta perros y
provoca enteritis eosinofílica en seres humanos en el nordeste de Australia, y A. braziliense produce larva migrans
cutánea. En esta reseña, los autores analizan la fisiopatología y manifestaciones clínicas, el diagnóstico, la epidemiología,
el tratamiento y las medidas para el control de la infección por uncinarias.

Fisiopatología y características clínicas

Los seres humanos adquieren esta parasitosis cuando las larvas infectantes en el tercer estadio, que se encuentran en el
suelo, penetran a través de la piel (N. americanus y A. duodenale) o son ingeridas (sólo A. duodenale). Cuando se
encuentran en el suelo las larvas están en un estadio del desarrollo detenido y recién cuando ingresan en el huésped,
reciben una señal que provoca que reinicien su desarrollo y maduración. Luego, se produce la migración de las larvas a
través de la vasculatura y el transporte por la circulación aferente al corazón derecho y luego a los vasos pulmonares. A
partir de allí las larvas atraviesan los capilares y penetran en el parénquima pulmonar, ascienden por los alvéolos,
bronquíolos, bronquios y tráquea. Al toser el paciente las deglute y las larvas penetran en el tracto gastrointestinal,
donde mudan dos veces y alcanzan el estadio adulto. Transcurren aproximadamente seis a ocho semanas desde que las
larvas infectan a los seres humanos hasta que alcanzan la madurez sexual y se aparean. Cada hembra produce miles de
huevos diariamente. En el huésped comienza la pérdida de sangre intestinal justo antes de la producción y liberación de
los huevos y continúa durante toda la vida del parásito. Los huevos se eliminan con las heces. Cuando son depositados
en el suelo, con adecuadas condiciones de calor, humedad y sombra, los huevos se incuban en 24 a 48 horas y maduran
al primer estadio larvario. Estas larvas mudan dos veces y maduran hacia el tercer estadio. Las larvas no se alimentan y
viven por varias semanas en el suelo hasta que agotan sus reservas metabólicas. La transmisión al huésped es más
prevalente en áreas con elevada humedad y condiciones apropiadas en el suelo, como las regiones costeras con suelos
arenosos.

En las áreas prevalentes, la repetida exposición a las larvas de N. americanus y A. duodenale en su tercer estadio
provoca una erupción local, papular, eritematosa, pruriginosa. Si bien toda la superficie corporal es vulnerable, la
erupción aparece con más frecuencia en manos y pies, que son los sitios principales de penetración de las larvas.
Ancylostoma braziliense en el tercer estadio larvario produce la larva migrans cutánea, una afección dermatológica
autolimitada, serpiginosa, de 1 a 5 cm de longitud, que se localiza más frecuentemente en pies (39%), nalgas (18%) y
abdomen (16%) y menos comúnmente en miembros inferiores, brazos y cara. Se trata con éxito con ciclos cortos de
albendazol o ivermectina. En los seres humanos, la entrada a través de la piel es seguida dentro de los 10 días por la
migración larvaria a los pulmones, lo que provoca tos y dolor de garganta. La infección en los pulmones se asemeja al
síndrome de Löffler por su asociación con eosinofilia pulmonar. En raros casos, la larva migrans cutánea puede
acompañarse de neumonitis, que generalmente no es grave, aunque puede durar más de un mes hasta que la larva
abandona el pulmón e ingresa en el tracto gastrointestinal.
Cuando la infección por A. duodenale se produce por la vía oral, las primeras migraciones de las larvas en su tercer
estadio provocan un síndrome conocido como enfermedad de Wakana, que se caracteriza por náuseas, vómitos,
irritación faríngea, tos, disnea y disfonía. Se produce un aumento de los niveles circulantes de IgG en respuesta a las
migraciones larvarias en pulmones e intestinos. La principal lesión en seres humanos debida a las uncinarias se produce
cuando los parásitos adultos provocan hemorragia intestinal. El término uncinariasis se refiere especialmente a la
anemia por deficiencia de hierro secundaria a la infección moderada o grave. La pérdida de sangre se produce cuando
los vermes usan su aparato bucal para fijarse a la mucosa y submucosa intestinales y contraen su musculatura esofágica
para crear presión negativa y succionar una porción de tejido dentro de sus cápsulas bucales. Los capilares y arteriolas se
rompen no sólo mecánicamente sino por acción de enzimas hidrolíticas. Para asegurarse el flujo de sangre, los parásitos
adultos liberan sustancias anticoagulantes.

Las manifestaciones clínicas principales de la uncinariasis son consecuencia de la hemorragia intestinal crónica. Se
produce anemia por deficiencia de hierro e hipoalbuminemia cuando la pérdida de sangre excede la ingesta y las
reservas de hierro y proteínas del huésped. La infección por A. duodenale provoca mayor hemorragia que la causada por
N. americanus. Cuando se produce la depleción de las reservas de hierro en el huésped se observa una correlación
directa entre la intensidad de la infección parasitaria (medida por la cantidad de huevos en la materia fecal) y la
reducción en los niveles de hemoglobina, ferritina sérica y protoporfirina. La mayoría de los signos físicos de la
uncinariasis crónica reflejan la anemia por deficiencia de hierro. El anasarca, secundario a la hipoproteinemia grave, se
asocia con edema de cara y miembros inferiores y distensión abdominal. La piel se vuelve cerosa y adquiere color
amarillento. Además de la anemia microcítica e hipocrómica, el hallazgo de laboratorio más importante es la eosinofilia.
El pico de aumento de eosinófilos se produce 5 a 9 semanas después del comienzo de la infección, período que coincide
con la aparición de los vermes adultos en el intestino.

Los pacientes con una carga parasitaria leve son generalmente asintomáticos. Las cargas parasitarias moderadas a
intensas se relacionan con dolor y sensibilidad epigástricas recurrentes, náuseas, disnea por ejercicio, dolor en las
extremidades inferiores, palpitaciones, dolor esternal y articular, cefalea, fatiga e impotencia; en los adultos puede verse
afectada la capacidad para trabajar. Algunas personas presentan hábito de pica.

La prevalencia global e intensidad de la parasitosis es más alta en hombres en comparación con las mujeres, en parte
porque los primeros tienen una exposición más alta a la infección. Sin embargo, las mujeres y los niños son más
vulnerables a la pérdida de sangre crónica debido a que tienen menores reservas de hierro. En los niños, la uncinariasis
provoca retardo del crecimiento y, según datos recientes, efectos adversos sobre la memoria, capacidad para razonar y
comprensión de la lectura. La mayoría de estos efectos probablemente se deban a la anemia por deficiencia de hierro.
Los lactantes y niños preescolares son particularmente vulnerables a los déficit conductuales y madurativos provocados
por la anemia ferropénica.

La uncinariasis es considerada una amenaza para la salud pública de las adolescentes y mujeres en edad reproductiva
por sus efectos adversos sobre el embarazo. El aumento fisiológico de la demanda de hierro durante el embarazo,
combinado con la desnutrición, provoca mayor anemia. La anemia ferropénica grave durante el embarazo se asocia con
aumento de la mortalidad materna, alteraciones en la lactancia, prematurez y bajo peso de nacimiento. Se sugirió que
en países con alta prevalencia de infección por A. duodenale, la infección durante el embarazo puede ocasionar
transmisión vertical a los neonatos, posiblemente por medio de la ingestión de la larva en su tercer estadio por la leche
materna y el calostro. En muchas regiones de Africa subsahariana, la uncinariasis se superpone con la malaria por P.
falciparum y debido a que gran parte de la morbilidad de ambas enfermedades se debe a la anemia, es posible que
ambas se exacerben entre sí.

Diagnóstico
El examen microscópico de heces no concentradas es adecuado para identificar los huevos y diagnosticar una infección
clínicamente importante. Hay diversas técnicas cuantitativas para estimar la producción de huevos que son útiles en los
estudios epidemiológicos ya que permiten medir indirectamente la carga parasitaria. Los huevos de A. duodenale y N.
americanus son indistinguibles, aunque la reacción en cadena de polimerasa y el examen morfológico del cultivo de la
larva en su tercer estadio pueden diferenciar las dos especies. La infección parasitaria zoonótica no produce huevos en
seres humanos.

Epidemiología, tratamiento e indicaciones para el control de la infección parasitaria

En todas las áreas donde estas parasitosis son endémicas, la variación en la carga parasitaria entre las personas
infectadas es grande. Se detectaron tanto infecciones de alta intensidad como de baja intensidad entre los individuos
que viven en similares condiciones de exposición al parásito. Debido a que la mayoría de los helmintos no se reproducen
en los seres humanos, la tasa de morbilidad de las helmintiasis es mayor en los pacientes con cargas parasitarias más
altas. Hay datos que indican que algunas personas tienen predisposición a una carga parasitaria elevada o baja debido a
factores genéticos o ambientales.

La intensidad de la infección por uncinarias se incrementa con la edad, a diferencia de otros helmintos transmitidos
desde el suelo contaminado (como Ascaris lumbricoides y Trichuris trichiura) que tienen tasas más altas en la infancia.
En China, la carga más elevada de infección se encuentra entre las personas de edad mediana y en aquellos de 60 años o
más. La observación de que la intensidad de la infección por uncinarias aumenta con la edad, planteó la hipótesis de que
la uncinariasis puede evadir o suprimir la respuesta inmune del huésped. Diversos investigadores describieron o aislaron
moléculas antiinflamatorias o inmunomoduladoras de los parásitos adultos que pueden provocar disminución en las
respuestas inmunes a otras infecciones. La realización de más estudios sobre las moléculas inmunomoduladoras
derivadas de los parásitos puede contribuir a dilucidar la controversia suscitada sobre si la uncinariasis, así como otras
helmintiasis, puede promover susceptibilidad a la infección por HIV, malaria o tuberculosis, entre otras.

Si bien la adopción de medidas sanitarias y el uso de calzado a menudo se consideran importantes para el control de la
uncinariasis, sus efectos sobre la transmisión son frecuentemente marginales o evidentes sólo después de varias
décadas. El tratamiento específico de elección para la remoción de las uncinarias de los intestinos es la administración
de dosis únicas de agentes antihelmínticos benzimidazólicos como albendazol (400 mg) o mebendazol (500 mg). Cada
agente reduce la carga de infección a un nivel debajo del necesario para producir enfermedad.

La Asamblea Mundial de la Salud instó a los países al control de la esquistomiasis y otras helmintiasis transmitidas por el
suelo contaminado (ascariasis, tricuriasis y uncinariasis). La meta global para el año 2010 es brindar tratamiento de
rutina para al menos el 75% de los niños en edad escolar en riesgo de infección, mediante el uso de un antihelmíntico
benzimidazólico solo o en combinación con praziquantel. La base racional para esta estrategia recae en que los niños en
edad escolar tienen las tasas más altas de infecciones por áscaris, trichuris y esquistosoma y que la escuela constituye un
ámbito adecuado para administrar los antihelmínticos. En las comunidades donde las infecciones parasitarias son
comunes, los médicos indican el tratamiento para todos los niños sin investigar la presencia de vermes. Los programas
de desparasitación realizados en las escuelas brindan beneficios para la salud de los niños y ventajas para la comunidad,
como la reducción de la transmisión de las helmintiasis y una menor carga de enfermedad, especialmente para la
ascariasis y la tricuriasis. Sin embargo, los beneficios de estos programas son menos evidentes en el caso de la
uncinariasis debido a que la carga de la enfermedad se concentra más a menudo entre la población adulta, incluidas las
mujeres en edad reproductiva, y porque los niños preescolares son particularmente vulnerables a los efectos de la
deficiencia de hierro. De este modo, pueden pasarse por alto poblaciones vulnerables importantes con riesgo de
uncinariasis y es poco probable que se reduzca la transmisión y carga de la enfermedad. Además, en áreas donde la
uncinariasis es endémica, la reinfección a menudo se produce unos pocos meses después de la desparasitación con un
agente antihelmíntico benzimidazólico. En algunos casos, se requiere la realización de tratamientos tres veces por año
para mejorar las reservas de hierro de los huéspedes. Datos adicionales indican que la eficacia terapéutica de los
antihelmínticos benzimidazólicos disminuye con la terapia periódica.

Estos problemas, junto con la preocupación teórica acerca de la aparición de resistencia a los antihelmínticos
benzimidazólicos, llevó a dirigir los esfuerzos de las investigaciones hacia la búsqueda de nuevas herramientas para el
control de la uncinariasis. Hasta la fecha, la reducción de la pobreza y el incremento del desarrollo económico hicieron
más por la eliminación de la infección por uncinarias en las naciones industrializadas que cualquier otra medida como las
mejoras sanitarias, la administración de antihelmínticos, el uso de calzado y la educación para la salud. Hasta que estas
reformas socioeconómicas puedan tener alcance masivo, la implementación de la resolución de la Asamblea Mundial de
la Salud para reducir la infección y la elaboración de una vacuna podrían contribuir al control de la uncinariasis.

Ref: INFECTO

Resumen objetivo elaborado por el

Comité de Redacción Científica de SIIC

en base al artículo original completo

publicado por la fuente editorial.

Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC)

2002

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